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U N A CONDENSACIÓN DE
A n t ig ü e d a d e s d e ló s ju d ío s y
L as g u e r r a s d e l o s j u d í o s
PO R
P a u l L. M a i e r
( f
E D I T O R I A L
PORTAVOZ
La misión de Editorial Portavoz consiste en proporcionar productos de calidad —con
integridad y excelencia—, desde una perspectiva bíblica y confiable, que animen a las
personas a conocer y servir a Jesucristo.
In tro d u c c ió n ...................... 7
PARTE I PARTE II
Antigüedades de los judíos Las guerras de los judíos
1 Los comienzos ............. 18 20 Se desencadenan las
2 Los patriarcas ............... 24 h o stilid ad es 288
3 Los hebreos en Egipto 38 21 Vespasiano conquista
4 Moisés y el éxodo . . . .4 6 G a lile a ......................301
5 El Sinaí ...........................60 22 Piratas, rebeldes y
6 La conquista de v íc tim a s ....................315
C an aán .........................75 23 Los zelotes en
7 Sansón y Samuel . . . .91 Jerusalén ................. 324
8 Saúl ................................ 1 0 2 24 Tito asedia la ciudad 339
9 El rey David ............... 120 25 Horrores en Jerusalén 358
10 Salomón y sus 26 La destrucción del
s u c e so re s..................136 templo y de la
11 El profeta Elias ...........150 c iu d a d ......................368
12 El profeta Eliseo . ... . 160 27 De Roma a Masada . . 379
13 Conquista, destrucción B ib lio g r a fía ...........................397
y c a u tiv e rio 170 ín d ic e .................................... 400
14 El retorno a Jerusalén 183 Lista d e recu ad ros .............414
15 De Ester a los Lista d e fo t o g r a f ía s 415
ptolomeos ............... 196 Lista d e m a p as, cu ad ros
16 Los macabeos ............. 2 1 1 e ilu stracion es . . . .416
17 La conquista romana 227
18 Herodes el Grande . .241
19 Los gobernadores
ro m a n o s....................260
A mis sobrinos
La vida de Josefo
Nacido el 37 d.C., Josefo era hijo de un sacerdote llamado Matías,
y su madre descendía de la familia real judía de los asmoneos. Evi
dentemente fue un muchacho precoz, porque Josefo afirma:
A lre d e d o r d e la e d a d d e c a to r c e a ñ o s, lo g ré u n a fa m a u n iv e rs a l p o r
m i a m o r a las le tra s , ta n to q ue los p rin c ip a le s s a c e rd o te s y lo s p r in c ip a
les d e la c iu d a d a c u d ía n a m í c o n re g u la r id a d p a r a te n e r u n a in fo rm a
c ió n e x a c ta a c e r c a d e a lg u n o s p a r tic u la r e s d e n u e s tra s le y e s [V ita , 9).
Esta condensación
Como ya se ha indicado, no se ha omitido nada de importancia vital
en esta abreviación, mientras que la necesaria reducción se ha efec
tuado en las siguientes áreas:
ANTIGÜEDADES
DE LOS JUDIOS
1
LOS COMIENZOS
/, P r e f i 1
L vos. Esta obra fue emprendida no para exhibir capacidad li
teraria, ni para ganar fama, ni para complacer a los poderosos,
sino que, como participante en algunos de los acontecimientos, quería
yo refiitar a aquellos cuyos escritos estaban falseando la verdad; y para
beneficiar a los que ignoran acontecimientos importantes.
Esta narración cubrirá toda nuestra historia antigua: el origen de
los judíos, las vicisitudes que sufrieron, el gran legislador que les
enseñó piedad y virtud, y todas sus guerras a lo largo de largas eras
hasta su conflicto final con Roma. Debido a que este tema es tan vas
/, P, 3 to, escribí acerca de esto último en Guerras1en un volumen separado.
La principal lección de estas páginas es: que los que se amoldan a la
voluntad de Dios prosperan y son dichosos, pero que los que se apar
tan de sus leyes acaban desastrosamente.
I.P . 4 Nuestro legislador, Moisés, nació hace 2.000 años. Guando esta
bleció sus leyes no siguió fábulas ni comenzó con los derechos del
hombre, como otros han hecho, sino que elevó sus pensamientos
hacia Dios y hacia la creación del mundo. Mencionaré primero lo que
Moisés ha dicho acerca de la creación, tal como la encuentro regis
trada en los libros sagrados.
La creación
A 1 :2 7 En el principio, Dios creó los cielos y la tierra. La tierra estaba ocul
1, 1, í
ta en densas tinieblas cuando Dios ordenó que fuera la luz. Separó la
luz de las tinieblas, a las que llamó noche, y a la luz, día. Al segundo
día estableció el cielo por encima del universo, rodeándolo de hielo
y haciéndolo húmedo y lluvioso para beneficiar la tierra. Al tercer día
fundó la tierra, sobre la que crecían plantas y semillas del suelo, y de
rramó la mar en tomo de ella. En el cuarto, dispuso el sol, la luna y las
estrellas en el cielo, regulando sus movimientos y ciclos para indicar
Los comienzos
ca, asegurando a Caín que no sería muerto por bestia u hombre algu
no.
I, II. 2 Después de un largo viaje, Caín se estableció con su mujer en un
lugar llamado Nod, donde tuvo hijos. Entregándose a todo tipo de
vicio y violencia, enriqueció y acabó con la simplicidad de la vida
inventando pesos y medidas. Fue el primero en establecer límites y
en construir una ciudad, obligando a su clan a vivir tras sus mura
llas. A esta ciudad la llamo Anocha, por su hijo mayor Enoc, cuya
descendencia fue también depravada.
I. II. 3 Adán, mientras tanto, anhelaba tener hijos, y a los 230 años engen
dró a Set, así como a muchos otros hijos. Los virtuosos descendientes
de Set descubrieron la ciencia de la astronomía. Para impedir que sus
hallazgos perecieran en la destrucción por fuego y diluvio predicha
por Adán, los inscribieron en dos columnas, una de ladrillo y otra
de piedra. Esta última existe hasta el día de hoy en la tierra de Seiris.
Noé y el diluvio
a 1:72 Durante siete generaciones, estas gentes siguieron creyendo en
I. III, 1 ,2,3
Dios como amo del universo, pero luego cayeron en el vicio y en la
depravación. Algunos, nacidos de ángeles que se habían unido a
mujeres, se parecían a los audaces gigantes de la mitología griega. Noé
los apremiaba a que rectificaran sus caminos, pero temía que lo fue
ran a matar, por lo que dejó el país tomando consigo a toda su familia.
Dios, por tanto, decidió destruir la humanidad y crear otra raza exenta
de vicio, y reducir su tiempo de vida a los 1 2 0 años. Le dio a Noé la
idea de construir un arca de cuatro pisos de altura, de 300 codos de
longitud, 50 de anchura, y 30 de profundidad . 3 Se embarcó en ella
con su familia, así como con machos y hembras de todas las criatu
ras, algunas de ellas tomadas de siete en siete. El arca tenía costados
y cubierta fuertes, y el cataclismo tuvo lugar cuando Noé tenía 600
años, 2.262 años después del nacimiento de Adán.
I, III, 5 La lluvia cayó incesantemente durante 40 días, cubriendo la tierra
hasta una profundidad de 15 codos. Cuando cesó la lluvia, el diluvio
prosiguió por 150 días, hasta que el nivel del agua comenzó a descen
der, comenzando con el séptimo día del mes séptimo. Cuando el arca
se asentó en la cumbre de un monte en Armenia, Noé soltó un cuervo
para ver si alguna parte de la tierra había emergido del diluvio, pero
el ave volvió a Noé. Una semana después, soltó una paloma, que vol
vió manchada de barro y con una rama de olivo en el pico. Noé soltó a
los animales del arca siete días después de esto, hizo sacrificios a Dios,
y festejó con su familia. Los armenios llaman a este sitio “el Lugar del
Descenso”, y muestran sus restos hasta el día de hoy.
Los la d rillo s cem entados con betún, que se usaron com o m ateriales de
construcción para la torre de Babel, se empleaban todavía en la Babilonia de los
tiempos de Nabucodonosor, en el siglo vi a.C. Los ladrillos en estas ruinas están
aún unidos.
Este diluvio y el arca son mencionados por el caldeo Beroso, que es- ¡, m.«
cribe: “Sigue sobreviviendo una parte de la nave en Armenia, en el
monte de los Cordyaeanos, y la gente se lleva trozos de betún como ta
lismanes.” Nicolás Damasceno cuenta la historia de esta manera: “En
Armenia hay un gran monte llamado Baris, donde muchos escapados
hallaron refugio en los tiempos del diluvio, y un hombre en un arca arri
bó a la cumbre. Se guardaron durante mucho tiempo restos de maderos. ”
Temiendo que Dios inundara la tierra anualmente, Noé ofreció ¡,¡¡, ?.e
holocausto y oración, a lo que Dios respondió: “Nunca más el agua ane
gará la tierra. Y te exhorto a que no derrames sangre humana, sino que
castigues a los culpables de tal crimen. Puedes alimentarte de otras cria
turas como creas conveniente —porque te he hecho dueño de todo—
pero no de su sangre, porque en ella está el alma. Además, confirmaré
nuestro pacto exhibiendo mi arco”, con lo que se refería al arco iris.
Noé vivió 350 felices años después del diluvio, y murió a los 950 ¡,m,g
años de edad.
La torre de Babel
Sem, Jafet y Cam, los fies hijos de Noé nacidos un siglo antes del a moa
diluvio, fueron los primeros en descender del monte al llano, dan- l , v - h2
do ejemplo a otros que se habían quedado en las alturas temiendo un
22 Antigüedades de los judíos
2
LOS PATRIARCAS
Abraham
écimo desde Noé, Abraham nació 992 años después del di
D
A 1:148
/, VI, 5
luvio. Tuvo dos hermanos, Nacor y Harán, pero Harán mu
rió y fue sepultado en una ciudad llam ada Ur de los
caldeos. Dejó un hijo llamado Lot, y dos hijas, Sara y Milca. Nacor
se casó con su sobrina Milca, y tuvo muchos hijos e hijas, mien
tras que Abraham se casó con Sara, y por cuanto no tenían hijos
adoptó a su sobrino Lot como hijo.
Aborreciendo Caldea debido a la muerte de Harán, Taró y su fa
m ilia emigraron a Harán en Mesopotamia, donde murió Taré a los
205 años y fue sepultado. La duración de la vida humana siguió
disminuyendo hasta el nacimiento de Moisés, cuando el lím ite de
edad establecido por Dios fue de 120 años, el tiempo de la vida de
Moisés.
I. VII, 1,2 Cuando Abraham tenía 75 años dejó la tierra de Caldea, por orden
de Dios, y pasó a otro país llamado Canaán. Fue el primero en decla
rar abiertamente que Dios, el creador del universo, es uno, y que el sol,
la lima y las estrellas no tenían poder inherente. Debido a estas opi
niones, los caldeos se levantaron contra él, y por ello emigró a Canaán
con la ayuda de Dios. Beroso afirma: “En la décima generación des
pués del diluvio vivió un hombre grande y justo entre los caldeos, bien
versado en conocimientos celestiales.” Nicolás de Damasco también
escribe: “Abraham reinó (en Damasco), un invasor procedente de los
caldeos. Pero no mucho después partió para Canaán, donde se esta
bleció. ... Un pueblo cerca de Damasco recibe su nombre de él: ‘Morada
de Abraham’.”
I, VIII, 1,2 Durante muchos años, Abraham vivió en paz y abundancia en
Canaán. Luego vino un tiempo de hambre, y Abraham, sabiendo
que en Egipto había prosperidad, llevó a Sara allá. M ientras esta-
25
Isaac
No mucho después de esto, Abraham y Sara tuvieron un hijo, como A 1:2 1 3
I, XII, 2
Dios había predicho, y lo llamaron Isaac, que significa “risa”, por
que Sara se había reído cuando Dios dijo que tendría un hijo. Ocho
días después lo circuncidaron, y desde entonces ésta ha sido la prác
tica entre los judíos. Los árabes posponen este rito hasta los trece
años, la edad en que Ismael, hijo de Agar, fue circuncidado.
Temiendo que Ismael, como hijo mayor, pudiera hacer daño a su I, XII, 3,4
sustentaron a los proscritos. Más tarde, Ismael se casó con una mu
jer egipcia, con la que tuvo doce hijos, y sus descendientes vinieron
a ser la nación árabe.
a 1:222 Al ir creciendo, Isaac se hizo querido a Abraham como su único
i. XIII, i
hijo y por sus muchas virtudes. Era celoso en la adoración a Dios, y
amaba y honraba a sus padres. La dicha de Abraham se centraba en
Isaac como su sucesor.
Sin embargo, Dios se apareció a Abraham para poner a prueba su
obediencia. Después de recordarle todas las bendiciones que le ha
bía dado —Isaac era sólo una de sus muchas dádivas— pidió que
Abraham llevara a su hijo al monte Moriah, que levantara un altar, y
que sacrificara a Isaac sobre él en holocausto.
/, xin, 2 Abraham nunca pensó en desobedecer, porque sabía que la volun
tad de Dios debía ser cumplida. No dijo nada a Sara ni a nadie de la
familia acerca del mandamiento de Dios, porque tenía miedo que
trataran de disuadirle de obedecer a Dios. Hizo que Isaac y dos sier
vos cargaran un asno con lo necesario para el sa crificio , y se
dirigieron hacia el monte Moriah. Viajaron durante dos días, y al ter
cero pudieron ver el monte. Abraham dejó a los siervos en el llano y
siguió con su hijo hacia el monte, sobre el que el rey David iba a edi
ficar más adelante el templo.1
/, XIII, 3 Mientras levantaba el altar, Isaac, que tenía ahora 25 años, le pregun
tó a su padre qué víctima iban a ofrecer. Dios proveería la víctima,
contestó su padre. Pero cuando el altar estuvo terminado y Abraham
había colocado la leña partida sobre el mismo, se dirigió a Isaac y le dijo:
“Hijo mío, con muchas oraciones imploré a Dios por tu nacimiento. Y
cuando viniste al mundo, no ahorré nada para tu crianza, y mi mayor
dicha hubiera sido verte crecer hasta la edad madura y ser heredero de
mis dominios cuando yo muriera. Pero por cuanto es ahora la volun
tad de Dios que te entregue a Él, soporta valeroso esta consagración.
Despídete de esta vida, no por el camino usual, sino dirigido en tu ca
mino a Dios por tu propio padre por medio de los ritos del sacrificio.”
I, XIII, 4 Isaac recibió estas palabras con alegría. Exclamó que si fuera a re
chazar la decisión de Dios y de su padre no merecería haber nacido.
Y que aunque hubiera sido sólo la decisión de su padre, habría sido
impío desobedecer. Con esto, se apresuró al altar fatal.
Y la acción se habría consumado si Dios no se hubiera interpues
to. Prohibiéndole dar muerte al muchacho, Dios dijo que no deseaba
un sacrificio humano, sino que sólo había querido someter a prueba
la obediencia de Abraham. Siendo que ahora estaba seguro de ella,
Dios estuvo contento de haberle dado tantas bendiciones, y seguiría
velando sobre él y su raza. Isaac viviría una larga vida y tendría mu-
Los patriarcas 29
Rebeca
Cuando Isaac tenía 40 años, Abraham decidió buscarle mujer, una A 1:242
I, XVI, 1
muchacha llamada Rebeca, nieta de su hermano Nacor. Escogió a su
siervo más anciano, y le dio una cantidad de presentes que debía
entregar a los amigos de Abraham en Mesopotamia. Después de
muchos días de viaje, el siervo llegó a la ciudad de Harán y vio a va
rias muchachas que salían de la ciudad a llenar sus cántaros con el
agua del pozo. Oró que Rebeca pudiera encontrarse entre estas mu
chachas, si era la voluntad de Dios que se casara con Isaac, y que fuera
ella la única que le ofreciera agua para beber.
Cuando las muchachas llegaron al pozo, él fue a ellas y pidió algo I, X V I, 2
Jacob y Esaú
a 1:257 La joven mujer de Isaac concibió, y en su embarazo adquirió un
i, xvm. i tamaño alarmantemente grande. Pero Dios le dijo a Isaac que Rebeca
Los patriarcas 31
rramó sus oraciones a Dios diciendo: “Oh Señor de todos los siglos y
Creador de todas las cosas, por cuanto tú has concedido a mi padre abun
dancia de bienes, y en tu gracia me has dado todo lo que tengo, confirma
estas promesas, y no me pases por alto debido a mi presente debilidad.
Muestra gracia a éste mi hijo, y guárdalo de todo mal. Dale una vida di
chosa, y la posesión de todos aquellos bienes que tu poder puede otorgar.
Hazlo terrible para sus enemigos, y amado para sus amigos.”
Ésta fue la oración de Isaac, y acababa de terminar cuando Esaú vino I, XVIII, 8
rehusó alojarse con ninguno de ellos. Prefirió dormir al aire libre, con
un montón de piedras a guisa de almohada. Una noche tuvo una vi
sión mientras dormía: vio una escalera que iba de la tierra al cielo por
la que descendían seres de más exaltada naturaleza que la de los
mortales, y arriba de todo estaba Dios mismo, claramente visible.
Dios, llamando a Jacob por su nombre, le dijo que debido a que des
cendía de tan buen padre y abuelo Él lo guardaría y lo bendeciría. El
matrimonio que él contemplaba sería dichoso, y tendría una gran
m ultitud de descendientes, a los que les sería dada la tierra de
Canaán. “No temas peligro alguno, por tanto —le dijo Dios,— y no
desfallezcas ante las muchas dificultades que debes experimentar;
porque yo velaré por ti y dirigiré todo lo que hagas, ahora y después.”
1. XIX, 3 Jacob se levantó de su sueño refrescado y fortalecido. Debido a la
gran promesa que le había sido dada allí, derramó aceite sobre las
piedras, prometiendo que si vivía y volvía sano y salvo ofrecería sa
crificio sobre ellas, y daría un diezmo de todas sus ganancias a Dios.
Así, nombró este lugar “Bet-el”, que significa “Hogar de Dios”.
A 1 :285 Prosiguiendo su viaje, llegó finalmente a Harán. Encontrándose con
I, XIX, 4
irnos pastores en los suburbios de la ciudad, preguntó si conocían a un
hombre llamado Labán, y si todavía vivía. Le respondieron que lo cono
cían bien, porque era un hombre importante en la ciudad, y que su hija
Raquel apacentaba su rebaño junto con los pastores. Se preguntaban por
qué no llegaba todavía, pero mientras hablaban se acercó la muchacha, y
los pastores le presentaron a Jacob como un forastero que venía a preguntar
por su padre. Complacida con su apariencia, Raquel le preguntó quién
era y qué quería, esperando poder suplir sus necesidades.
Jacob quedó sorprendido ante la belleza y gracia de la joven, que
I. XIX , 5 pocas mujeres de su tiempo podían igualar. Le dijo que era hijo de
Isaac y Rebeca, y sobrino del padre de ella, Labán. “Y ahora —prosi
guió él— he venido a saludarte a ti y a tu familia, y a renovar aquellos
sentimientos amistosos que ya existen entre nosotros.”
Ella lo abrazó contenta y lo condujo a la casa de su padre. Le ase
guró que su visita complacería en gran manera a Labán, porque estaba
siempre pensando en Rebeca y hablando de ella.
I, XIX, 6 Cuando Labán supo quien era Jacob le dio la bienvenida a la casa. Des
pués de haber conversado algún tiempo le preguntó a Jacob por qué había
dejado a sus ancianos padres para emprender tan largo viaje, asegurán
dole que si necesitaba algo se lo daría bien dispuesto. Entonces Jacob
explicó que había dejado su hogar porque Esaú quería darle muerte.
I, XIX. 7.8 Labán prometió que trataría a Jacob con gentileza y que le haría
supervisor de sus rebaños. Cuando quisiera volver a sus padres lo
enviaría de regreso cargado de presentes. Jacob replicó que trabaja-
Los patriarcas 33
ría con gusto para su tío, pero que como recompensa por su trabajo
sólo pedía la mano de Raquel. Labán quedó complacido con este
acuerdo, y dijo que se la daría a Jacob con la condición de qne se que
dara con él por cierto tiempo, porque no quería enviar a su hija entre
los cananeos. Jacob consintió en quedarse por siete años.
Pero al cumplirse los siete años, Labán le dio su hija mayor, Lea,
en lugar de Raquel. Lea no era bella, pero Jacob, engañado por el vino
y la oscuridad de su dormitorio, se unió con ella, pensando que era
Raquel. Guando llegó la luz del día acusó a Labán de perfidia. Pero
no se trataba de malicia, le explicó Labán, sino que un motivo abru
mador le había llevado a esto.2 Sin embargo, le dijo a Jacob que si
quería trabajar otros siete años podría también tener a Raquel por
mujer. Jacob aceptó y trabajó otros siete años para él, y al final de este
tiempo ganó a Raquel. Sus dos mujeres le dieron a luz hijos e hijas.
Finalmente, después de cuidar de los rebaños de su suegro durante I, XIX, 9
padres que iban allí, Jacob se inquietó más y más, y envió a José a ver
si podía saber algo de ellos. Los hermanos se alegraron cuando vieron
acercarse a José, porque habían resuelto matarlo. Pero Rubén, el ma
yor, protestó, afirmando que era un gran crimen matar un hermano,
incluso si hubiera hecho algún mal grave, y José no había hecho mal
alguno. Pero cuando no pudo persuadirlos, les rogó que al menos no
dieran muerte a su hermano con sus propias manos, sino que echaran
a José en una cisterna cercana, donde moriría sin que ellos mancha
sen sus manos con la sangre del muchacho. Los jóvenes accedieron.
Rubén lomó a José, lo ató, y lo bajó lentamente a la cisterna, que esta
ba seca. Luego se fue a buscar pastos apropiados para los rebaños.
Los patriarcas 37
Una vez se hubo ido, Judá, otro hermano, vio una caravana de ismaelitas II. III. 3
1. Salomón fue quien levantó el templo sobre una propiedad com prada en el m onte
Moriah por su padre David.
2. Génesis 29:26: “No se hace así en nuestro lugar, que se dé la menor antes de la mayor. ”
3. En realidad en hebreo dice: “luchador con Dios”.
Otro esclavo, que había sido jefe de los panaderos del rey, estaba II. V 3
también en la cárcel, y le pidió a josé que le interpretara su sueño. “Me
parecía — dijo él,— que llevaba tres canastas sobre mi cabeza, una en
cima de la otra. Dos de ellas estaban llenas de panes, y la tercera
c0ntenía pastas y otras golosinas, como las que se preparan para los
reyes. Pero vinieron aves y se las comieron todas, aunque yo intenta
ba ahuyentarlas." Cuando José oyó este sueño se entristeció por su
amigo. Le dijo que las canastas eran tres días, y que al tercer día sería
cru cificad o y devorado por las aves, siendo incapaz de defenderse.
Sucedió exactamente como josé había predicho. Al tercer día des
pués de esta conversación, el rey liberó al copero y lo restableció a su
antiguo cargo. Pero hizo sacar y crucificar al jefe de los panaderos.
Durante otros dos años José permaneció en la cárcel, porque el a 2:74
copero se olvidó totalmente de él, hasta que finalmente se acordó de- "■v,4,s
bido a la siguiente circunstancia: Una noche Faraón tuvo dos sueños
que lo inquietaron profundamente. Cuando todos los más sabios hom
bres del reino se vieron impotentes para interpretarlos, se sintió más
agitado aún. Entonces el copero recordó a José y su capacidad de in
terpretar sueños. Fue al rey, y le informó que cuando él y el jefe de los
panaderos estaban juntos en la cárcel cada uno de ellos había tenido
un sueño, y que sus sueños fueron interpretados correctamente por un
joven preso, y que lo que les había dicho había resultado cierto.
Entonces el rey mandó que José fuera sacado de la cárcel y llevado
ante él. Cuando compareció, Faraón le dijo que había oído de su ca
pacidad para interpretar sueños, y que había tenido dos sueños cuyo
significado quería conocer. “Me pareció ver—dijo el rey— que estan
do junto al río salían siete vacas del agua. Eran grandes y gordas, y
fueron a los prados vecinos. Y otras siete vacas, flacas y feas, fueron a
reunirse con ellas al prado. Ellas se comieron las vacas gordas, pero
se quedaron igual de flacas y de feo aspecto. Entonces desperté. Pero
volví a dormirme, y tuve otro sueño más extraordinario que el prime
ro y que me inquietó aún más profundamente. Vi siete espigas que
crecían de una misma raíz, todas ellas maduras y llenas de trigo. Y
cerca de estas vi otras siete espigas menudas y malas sin buen trigo en
ellas. Y estas siete malas espigas se comieron las siete buenas.”
Entonces José le dijo al rey que sus dos sueños significaban lo mis- n. v, e
mo. Las siete vacas gordas y las siete espigas llenas significaban siete
años de abundancia. Simbolizaban feracidad para Egipto, mientras
que las siete vacas flacas y las siete espigas malas significaban siete
años de hambre y angustia.
José aconsejó a Faraón que se preparara para esta hambruna. Le
recomendó que durante los siete años buenos se asegurara de que los
40 Antigüedades de los judíos
II, VII, 3 Atormentado por estas dudas cayó dormido. Pero Dios se le apa
reció en sueño, asegurándole que el viaje era en conformidad con su
voluntad. “Vengo ahora —le dijo Dios— como tu conductor para este
viaje, y te anuncio que morirás en los brazos de José, y que tus des
cendientes permanecerán largo tiempo en autoridad y gloria, y que
yo los estableceré en la tierra que les he prometido.”
II, VII, 4.5 Alentado por este sueño, Jacob se dirigió más animado hacia Egip
to, junto con los setenta de su familia. Cuando José supo que su padre
se acercaba, salió a recibirle, y se encontraron en un lugar llamado
Herópolis. Jacob casi se desmayó ante este inesperado gozo, y José
también se regocijó. Aconsejó a su padre proseguir el viaje lentamen
te, mientras él se apresuraba con cinco de sus hermanos para hacer
saber al rey que había llegado su familia. Faraón se alegró al oír esto,
y preguntó a José qué tipo de vida vivían, para permitirles seguir la
misma actividad. Al enterarse de que eran buenos pastores, Faraón
dijo que también deberían ejercer esta actividad en Egipto.
II. VII, 6 Cuando Jacob compareció ante el rey y lo saludó, Faraón pregun
tó a Jacob cuál era su edad, y se maravilló mucho al oír que tenía 130
años. Permitió a Jacob vivir con sus hijos en Heliópolis, porque cer
ca de aquella ciudad los pastores del rey cuidaban sus rebaños.
A 2:194 Después que Jacob hubo vivido diecisiete años en Egipto, enfer
II, VIII. 1
mó, y murió. En su lecho de muerte oró por sus hijos, y predijo que
sus descendientes poseerían la tierra de Canaán. Mandó a sus hijos
que admitieran a Efraín y a Manasés, los hijos de José, entre ellos, y
que tuvieran parte en la división de Canaán.
José, con el permiso del rey, llevó el cuerpo de su padre a Hebrón,
y allí lo sepultó con gran costo. Sus hermanos tenían miedo al prin
cipio de volver a Egipto, temiendo que después de la muerte de su
padre, por cuya causa había sido tan misericordioso, José se sintie
ra tentado a castigarlos por su anterior m aldad. Pero José les
persuadió a que no temieran. Los trajo de nuevo consigo, dándoles
grandes posesiones, y nunca dejó de favorecerlos en gran manera.
II, VIII, 2 Al final José murió a los 110 años, un hombre de virtud admira
ble. Después de haber vivido felizmente en Egipto sus hermanos
también murieron, y sus descendientes finalmente los enterraron en
Hebrón.
arqueológica en lugares de con
quista israelí en Palestina. Si es
gobernaron? correcto asegurar que fue en alguna
fecha del siglo xm a.C., entonces el
Los reyes egipcios de la época de faraón de la opresión parecería
las aventuras de José en Egipto, la habersido Ramsés II, y tal vez su
opresión de los israelitas y el éxodo hijo Merneptah (c. 1212-1200 a.C.)
no se identifican ni en Josefo ni en el faraón del éxodo.
el Antiguo Testamento. Sin embar La imprecisión hebrea en esta
go, es tentador asignara José a la materia se refleja en los registros
época ríe la dominación de los egipcios, los cuales son notable
hicsos en el delta del río Nilo mente silenciosos acerca de
duranteel segundo período cualquier residencia temporal
intermedio de la historia egipcia israelí entre ellos, las diez plagas, o
(c. 1700-1542 a.C.), cuando dichos el escape del éxodo a través del
gobernantes asiáticos podrían mar Rojo (realmente llamado "mar
haber aceptado más fácilmente a de las Cañas"). Esto no significa
los israelitas que si los nativos que dichos acontecimientos no
egipcios hubiesen estado en el son históricos: los antiguos
poder. En ese caso, el rey posterior egipcios nunca registraban sus
que "no conocía a José" (Ex. 1:8) reveses, y de hecho, transformaron
puede haber venido de una dinastía algunos de ellos en victorias. Un
egipcia que expulsó a los hicsos y ejemplo de cómo exageraron sus
lanzó el período del nuevo reino o "éxitos" es la famosa estela (losa de
imperio. piedra) de Merneptah, la cual, al
Pero, ¿cuándo sucedió el éxodo? mencionar a los pueblos conquis
En 1 Reyes 6:1 se afirma que tados, afirma orgu liosamente:
Salomón comenzó la construcción "Israel está asolada y su simiente
del templo en el cuarto año de su no." (Esta es la primera vez que el
reinado (961 a.C.), el cual se define nombre de Israel aparece fuera del
como el año 480 después del registro bíblico, y es la única cita
éxodo. Esto colocaría el éxodo en el en la epigrafía egipcia.) Muchos
1441 a.C., con el faraón detalles en los relatos bíblicos y de
Amenhotep II (c. 1450-1425 a.C.) Josefo acerca de los israelitas en
como el monarca que gobernaba a Egipto también reflejan fielmente
la sazón. No obstante, muchos el ambiente y el colorido de la
eruditos argumentan que fue en antigua Egipto.
una fecha posterior, en base a la Sin embargo, sin nuevos datos
referencia de Éxodo 1:11a los epigráficos o cronológicos hay
israelitas que construyeron las poca esperanza de llegar a una
ciudades egipcias de Pitón y resolución final sobre una fecha
Ramesés, las cuales estaban exacta para el éxodo, que es uno de
asociadas con Ramsés II (c. 1279- los problemas más espinosos en la
1213 a.C.). Este conocido faraón cronología bíblica y de Josefo.
mudó la capital egipcia deTebas a Indudablemente, Josefo no intentó
la antigua capital Avaris de los lograr ninguna precisión en esto
hicsos, a la cual los hebreos más allá de la evidencia bíblica,
llamaban Ramesés. La fecha aunque era propenso a suministrar
posterior también cuenta con muchos otros datos adicionales,
mayor apoyo de la evidencia como notaremos más adelante.
4
M o is é s y el é x o d o
D
A 2:201
II, IX, i
tas, tal como se llamaban ahora sus descendientes, flore
cieron en Egipto. Los egipcios, mientras tanto, olvidando
los beneficios que habían recibido de José, comenzaron a envidiar
la prosperidad y dicha de los hijos de Israel. El reino había pasa
do a otra dinastía, y se volvieron muy crueles con los israelitas,
obligándolos a abrir numerosos canales desde el río, a edificar mu
rallas alrededor de las ciudades, y a erigir pirámide tras pirámide.
II, IX, 2 Pasaron 400 años sufriendo estas aflicciones. Finalmente, sufrie
ron una crueldad aún mayor. Uno de los sabios egipcios que podía
predecir el futuro le dijo a Faraón que iba a nacer un niño a los is
raelitas que, si se permitía que viviera, disminuiría el imperio de
Egipto y haría ascender a los israelitas. Sobrepasaría a todos los hom
bres en virtud y alcanzaría fama eterna. Alarmado, el rey ordenó que
todo hijo varón nacido a los israelitas fuera echado al río, y que si
algunos padres intentaban salvar a sus descendientes, se les diera
muerte a ellos y a sus familias. Esta era una terrible calamidad, un
plan seguro para exterminar su raza.
A 2 :210 Amram, un hebreo de noble cuna, se sintió sumamente angustia
//, IX, 3
do ante esta ley y oró a Dios. A pareciéndose en sueños, Dios le
recordó lo que había hecho por los israelitas en el pasado, y le dijo
que les seguiría dando su favor en el futuro. “Sabe, por tanto —pro
siguió E l,— que proveeré para vuestro b ien estar com ún, y en
particular para tu propia fama. Porque este niño, cuyo nacimiento
ha provocado tanto temor que los egipcios han condenado a los ni
ños israelitas a la destrucción, será tu hijo. El será ocultado de los que
busquen destruirlo. El libertará a la nación hebrea de su esclavitud
en Egipto, y su memoria vivirá mientras exista el universo, no sólo
entre los hebreos, sino también entre otras naciones.”
II, IX, 4 Después de la visión, Amram despertó y se lo dijo a Jocabed, su
47
mujer. Poco tiempo después ella tuvo un parto fácil, que fue mante
nido oculto a los egipcios. Alimentaron al niño en secreto durante
tres meses, pero después de este tiempo, Amram, temiendo que fuera
descubierto y muerto, decidió confiar el cuidado del pequeño a Dios.
Él y su mujer hicieron un cesto de cañas de papiro, en forma de cuna,
y lo cubrieron de brea para que el agua no entrara. Poniendo dentro
al pequeño, lo depositaron sobre el agua, encomendándolo a Dios.
Pero María [también conocida por Miriam], la hermana del niño, fue
siguiéndolo desde la ribera, para ver a dónde iría a parar el cesto.
Faraón tenía una hija llamada Termutis, que estaba jugando por A 2:2 2 4
ix, 5
la orilla del río. Viendo el cesto llevado por la corriente, envió a
algunos de sus nadadores a que la trajeran. Cuando volvieron con
el cesto, se quedó encantada con el tamaño y la belleza del niñi-
to. Termutis pidió luego a una mujer que le diera de mamar, pero
él rechazó su pecho, así como el de varias otras mujeres. María se
presentó entonces, y preguntó si podría llamar a una mujer hebrea
para que fuera nodriza del niño. La princesa le dijo que lo h icie
ra. Se fue ella, entonces, y volvió con su madre —nadie la cono
cía— y el pequeño se aferró contento a su pecho. De esta manera,
la princesa había confiado la crianza del niño a su propia madre.
Termutis lo llamó Moisés, que significa, en egipcio, “salvado del II, IX, 6
el camino. Ella lo adoptó como hijo suyo, porque no tenía hijos pro
pios.
Un día Termutis presentó a Moisés a su padre y le dijo: “Estoy
criando un niño hermoso y de buena conducta. Por cuanto lo recibí
de la riqueza del río, he pensado que lo mejor sería adoptarlo como
mi hijo y heredero de tu reino.” Y con estas palabras puso al peque
ño en sus manos. El lo tomó y lo besó, y de manera juguetona puso
su corona sobre la cabeza del niño. Pero Moisés la echó al suelo y la
pisoteó con los pies de manera infantil. Sin embargo, cuando el sa
grado escriba vio esto (y era él quien había anunciado que nacería un
hijo a los hebreos que reduciría el dominio de Egipto) hizo un vio
lento intento de matarlo. Y gritó: “¡Este, oh Rey, es aquel niño que
debemos matar para calmar nuestro terror! Lo demuestra al pisotear
vuestra corona. Matadlo, y libradnos de nuestro temor, y privad así
a los hebreos de la esperanza que inspira!”
Pero Termutis lo detuvo, arrebatando al niño y sacándolo de allí.
El rey vacilaba acerca de darle muerte, y Moisés fue educado con
mucho esmero. Los hebreos, por tanto, esperaban que hiciera gran
des cosas, mientras que los egipcios tenían sospechas acerca de él.
Pero por cuanto no había nadie capaz de gobernar más sabiamente a
Egipto, se abstuvieron de matarlo.
La valentía de Moisés1
Cuando Moisés hubo crecido y llegado a ser hombre estalló la gue
rra entre los egipcios y sus vecinos los etíopes. Lucharon una gran
batalla en la que los etíopes lograron la victoria, y decidieron con
quistar todo Egipto. Sus ejércitos invadieron hasta Menfis y llegaron
al mar. Sumidos en esta calamidad se volvieron a los oráculos y a las
adivinaciones. Se les indicó que buscaran la ayuda de Moisés y que
lo hicieran su general, por lo que Faraón pidió a su hija que lo traje
ra. Ella hizo jurar a su padre que no le haría mal alguno, y entonces
trajo a Moisés. Pero reprochó a los sacerdotes que antes habían acon
sejado que se le diera muerte y que ahora no tenían vergüenza de
pedirle ayuda.
Moisés salió al frente de un gran ejército, y cayó por sorpresa so
bre el enemigo antes que supieran que venía. Ellos esperaban que los
atacarían desde el agua, porque el interior era difícil de cruzar debi
do al gran número de serpientes venenosas que lo infestaban. Pero
M oisés había ideado una maravillosa estrategia. Tomó cestos de
íbises, un ave que devora serpientes y que es su mayor enemigo. Tan
pronto llegaron a la región infestada soltó a los íbises, que ahuyen
taron a las serpientes. Moisés finalizó entonces la marcha, y derrotó
Moisés y el éxodo 49
II, XIV, 5 Con todo, Faraón siguió resistiendo a Dios, y ordenó a Moisés que
se llevara a los israelitas con sus mujeres e hijos, pero que dejaran
atrás sus ganados. Entonces una espesa tiniebla cubrió la tierra de los
egipcios, cegando su visión e impidiendo su respiración. Duró tres
días y tres noches.
ii, xiv, e Entonces Dios le dijo a Moisés que con una plaga más obligaría a
los egipcios a dejar ir a los israelitas. Moisés les dijo a su pueblo que
se prepararan para la partida. Mandó que en cada casa se matara un
cordero en sacrificio, y que su sangre fuera rociada sobre los postes
de las puertas. Luego debían asar el cordero y comerlo, y cualquier
parte del mismo que quedara debería ser quemada.
Aquella noche Dios pasó por la tierra de Egipto, y el primogénito
de cada casa egipcia murió. Pero pasó por alto toda casa marcada con
la sangre, de manera que ninguno de los israelitas murió. En conme
moración de este acontecimiento, los hijos de Israel han celebrado
una fiesta anual llamada Pascua, porque Dios pasó por alto sus ca
sas cuando visitó a los egipcios con la plaga.
Multitudes de los que vivían en casas cercanas al palacio fueron
ahora a Faraón, rogándole que dejara ir a los israelitas. Él mismo,
deseoso de librarse de ellos, hizo llamar a Moisés y le ordenó que se
fueran. Los egipcios incluso les dieron presentes, algunos para ace
lerar su partida y otros por amistad hacia viejos conocidos.
CSG
La localidad probable de Refidim en el Sinaí, donde Moisés golpeó la roca para
dar agua a los sedientos israelitas.
desierto, y nada había allí para comer o beber. Habían traído algo de
agua consigo, pero pronto se terminó y se vieron obligados a cavar
pozos con gran esfuerzo, debido a lo duro del terreno. La poca agua
que encontraron era amarga y no buena para beber.
Un anochecer llegaron a un lugar llamado Mara, debido a la vil
naturaleza de su agua, porque m a r significa “amargura”. Aquí se
encontraba el único pozo de la región, y con todo sus aguas eran
amargas y no buenas ni para hombres ni para bestias. Moisés se ape- w. ¡. 2
sadumbró al ver a su pueblo angustiado porque acudían a él
rogándole; los hombres por sus mujeres, y las mujeres por los bebés
y los niños. Por ello oró para que Dios cambiara las aguas. Cuando
Dios le hubo concedido este favor, tomó un palo que tenía a sus pies,
lo partió, y lo echó al pozo. Les dijo a los hebreos que Dios había oído
su oración, y que dulcificaría las aguas si seguían sus órdenes. Cuan
do le preguntaron qué era lo que debían hacer ordenó a los más
fuertes entre los hombres que se pusieran en un círculo y que saca
ran agua. Después de haber sacado la mayor parte de ella, el resto sería
buena para beber. Y así trabajaron hasta que el agua subió limpia y
potable.
Siguieron su viaje y llegaron a Elim. Este lugar parecía agradable as*
desde la distancia, porque había allí 70 palmeras. Pero cuando lie-
garon encontraron que las palmeras eran enanas y débiles por falta
58 Antigüedades de los judíos
A
A 3:03
III. III, 1
to y dio una cálida acogida a Moisés y Sófora con sus hi
jos. Moisés celebró una gran fiesta en su honor, cerca del
lugar donde había visto la visión de la zarza ardiendo, y toda la
multitud tomó parte en los festejos. Luego cantaron himnos de ac
ción de gracias, y Jetro pronunció un discurso encomiando al
pueblo, especialmente a su caudillo Moisés.
III, IV, 1 Al día siguiente, Jetro vio a Moisés en medio de una gran multi
tud resolviendo sus disputas, porque siempre que tenían diferencias
acudían a Moisés. Creían que les haría justicia, y así le tenían muy
atareado. Después de un día de trabajo, Jetro le llevó aparte y le acon
sejó dejar los casos m enores a otras personas. Él debía juzgar
solamente los más grandes, porque se podría encontrar otras perso
nas (pie fueran aptas para resolver disputas, pero Moisés sólo se
ocuparía de la seguridad de la gente intercediendo ante Dios.
“Pasa revista al ejército — le aconsejó Jetro— y designa a jetes sobre
unidades de 1 0 . 0 0 0 hombres; luego las divides en miles, luego en gru
pos de 500, y de nuevo en centurias y en cincuentenas. Que cada grupo
tenga su propio oficial, reconocido por toda la multitud como hombre
bueno y justo. Estos oficiales debían decidir las controversias para los
que tienen a su mando, pero que pasen todos los problemas serios a los
oficiales de mayor rango. Si es demasiado difícil hasta para ellos, que
te lo remitan a ti. De esta manera se lograrán dos ventajas: se adminis
trará justicia a los hebreos y tú podrás servir continuamente a Dios.”
III, IV. 2 Moisés aceptó bien dispuesto este consejo, sin ocultar el origen de
su método, sino informando a la multitud acerca de quién lo había
propuesto. Moisés incluso nombró en sus libros a Jedo como la per
sona que introdujo este sistema, lo que indica la integridad de Moisés.
El tabernáculo
El pueblo se regocijó ante lo que Moisés les decía, y le trajeron plata a 3:102
y oro, bronce y maderas de todas clases para que pudiera construir el Wi13
tabernáculo. Designó arquitectos y les dio los planos para el edificio que
él había dibujado bajo las instrucciones dadas por el mismo Dios.
El tabernáculo, una gran tienda, no era nada menos que un templo
portátil para la peregrinación. Tenía 30 codos de longitud, 1 0 de an
chura y estaba dividido en dos estancias. En la primera se admitía a
los sacerdotes para llevar a cabo sus funciones, pero en la segunda —
el “lugar san tísim o ”— no podía entrar nadie excepto el sumo
sacerdote. En el lugar santísimo se encontraba el arca del pacto. Era
un arca hecha de madera recia y cubierta de oro. Encima estaban las
figuras de dos querubes alados, y dentro se pusieron las dos tablas de
los diez mandamientos. El tabernáculo se levantaba dentro de un gran
patio, rodeado por una divisoria hecha de postes y cortinas. En la en-
64 Antigüedades de los judíos
Los espías
a 3:295 Levantaron el campamento en el monte Sinaí y llegaron a un lu-
iii.xm, i gar [|amaci 0 Hazerot. Aquí, volviendo a sufrir de sed, se rebelaron y
quejaron, acusando a Moisés por haberlos sacado de Egipto con fal
sas promesas. También querían carne, y Moisés les prometió que
obtendría para ellos una gran cantidad para muchos chas. Ellos no
estaban dispuestos a creerlo y Moisés les contestó: “Aunque oigamos
muchas quejas de vuestra parte, ni Dios ni yo abandonaremos nues
tras labores por vosotros.” Y apenas si había dejado de hablar cuando
todo el campamento quedó lleno de grandes cantidades de codorni
ces y el pueblo las recogió. Pero poco después Dios castigó a los
hebreos por su falta de respeto, y muchos de ellos murieron.
ni. xiv. i Desde Hazerot Moisés los conduj o a Parán, que estaba cerca de las lin
des de Canaán. Reunió allí al pueblo y dijo: “Dos cosas nos ha prometido
Dios: libertad y la posesión de una tierra feliz. Lo primero ya lo gozáis y
lo otro pronto lo obtendréis; porque ahora estamos cerca de los límites
de Canaán y ninguna fuerza humana os puede impedir que la tomemos.
Preparémonos pues para la tarea porque los cananeos no cederán su tie
rra sin lucha. Tenemos primero que enviar' espías para verla riqueza de
la tierra y la fuerza de sus defensores. Pero, por encima de todo, seamos
unánimes y honremos a Dios, que es nuestro ayudador y aliado.”
[[[, XIV, 2 Fueron designados doce exploradores, uno de cada tribu, que atra
vesaron Canaán durante 40 días y luego volvieron. Trajeron consigo
algunos de los frutos que crecían en la tierra y dieron muy buenos
informes acerca del país. La multitud quedó complacida y quisieron
lanzarse en el acto a la guerra. Pero los espías prosiguieron y les ad
virtieron de las grandes dificultades para obtener aquella tierra: ríos
tan grandes y profundos que no podían cruzar, y ciudades fortifica
das con murallas y baluartes.
III, XIV, 3 Convencidos ahora de que era imposible lograr poseer el país, la
gente gimió, como si Dios les hubiera hecho falsas promesas. De nue-
Uvas y granados hoy en el valle de Escol, desde donde Josué y Caleb trajeron
muestras de fruta a Moisés y a los israelitas.
ria, atacándolos, por lo que decidió retirar el ejército lejos de los cananeos
-il desierto. Y la gen te volvió una vez más a someterse a su caudillaje.
Los grandes ejércitos, especialmente después de reveses, son frecuen A 4:1 1
¡V, II, 1
temente ingobernables, y esto es lo que sucedió con los judíos. Debido
a que los 000.000 difícilmente se subordinaban incluso en la victoria,
debido a su gran número, la presente angustia los hizo insólitamente
coléricos, unos contra otros y contra su caudillo. Se levantó una sedi
ción, por la cual todos estuvieron en peligro de ser destruidos.
Un hombre 1lamado Coré, distinguido tanto por su nacimiento como ¡V, II, 2,3
a la lucha. Dios respondió que sí, y que le daría la victoria, por lo que
ellos gozosamente se pusieron sus armaduras y salieron a pelear con
tra el enemigo. Aunque muy valientes antes de la batalla, los enemigos
resultaron ser cobardes, huyendo incluso antes de la primera arreme
tida. Los hebreos los persiguieron haciendo una gran degollina. Sehón,
su rey, también fue muerto, y los hebreos tomaron posesión de su tie
rra, que era muy rica. Así fueron destruidos los amorreos, que no fueron
ni sabios en consejo ni valientes en la acción.
Mientras tanto, Og, rey de Galaad y de Gaulanitis, atacó a los is IV, V, 3
raelitas. Era amigo del rey Sehón y había movilizado a toda prisa un
ejército para acudir en su ayuda. Al ver que ya estaba muerto, Og
decidió vengarle derrotando a los hebreos. Pero después de una gran
batalla, él mismo fue derrotado y muerto. Og era un rey enorme y
apuesto, y había gobernado sobre 60 ciudades, la mitad de las cua
les cayeron en poder de los israelitas. Era un gigante, y su cama, de
hierro, medía nueve codos de largo, y cuatro de ancho.
El profeta Balaam
Los israelitas siguieron su camino y llegaron a la tierra de los A 4:1 0 2
IV, VI. 1
moabitas. Su rey, llamado Balac, vio cuán grandes se estaban hacien
do los israelitas y se preocupó en gran manera. No sabía que los
hebreos no querían inmiscuirse con ninguna otra nación, sino que
debían contentarse con la posesión de la tierra de Canaán, como Dios
había ordenado. No considerando prudente luchar contra ellos des
pués que habían logrado tan grandes éxitos, Balac envió embajadores
al país vecino de los madianitas para consultar con ellos.
Estos madianitas sabían que había un gran profeta llamado Balaam que IV, VI, 2
70 Antigüedades de los judíos
vivía junto al río Éufrates. Enviaron ellos a algunos de sus notables junto
con los embajadores de Balac para que apremiaran al profeta a que vinie
ra y maldijera a los israelitas. Balaam recibió muy amablemente a los
embajadores, y les dijo que él estaba dispuesto a acceder a sus peticiones,
pero que Dios estalw opuesto a ello, porque Él favorecía al ejército que ellos
querían que Balaam maldijera. Balaam, por ello, les aconsejó que se vol
vieran a sus casas y que olvidaran su odio contra los israelitas.
IV, VI, 3 Pero los madianitas, ante el insistente apremio de Balac, enviaron otro
grupo a Balaam, y al final él consintió. Ensilló su asna y emprendió el viaje.
Pero un ángel de Dios se encontró con él en el camino en un paso estre
cho cerrado por una pared a ambos lados. Balaam no podía ver al ángel,
pero el asna sí lo vio, y retrocedió contra una de las paredes, no haciendo
caso de los golpes que le propinaba Balaam al aplastarlo contra la pared.
Pero como el ángel proseguía angustiando al animal, y Balaam redoblaba
sus golpes, el asna cayó al suelo. Entonces, por voluntad de Dios, habló
con voz humana quejándose de la injusticia de Balaam al azotarla cuan
do se veía impedida de continuar por parte del mismo Dios. Mientras se
sentía sobresaltado al oír hablar a su asna, el ángel se hizo visible a Balaam,
que le reprendió por su crueldad, diciéndole que no era el asna la que te
nía la culpa sino él. Aterrorizado, Balaam se hubiera vuelto atrás, pero Dios
le mandó que prosiguiera y que sólo dijera lo que Él sugiriera a la mente
de Balaam.
a 4:112 Balac recibió gozoso al profeta. Cuando lo hubo agasajado de una
IV, VI, 5
manera regia le pidió que subiera a uno de los montes para que contem
plara el campamento de los hebreos. Balac y sus asistentes subieron al
monte con él. En la cumbre, Balaam ordenó que se levantaran siete al
tares, y que se le entregaran otros tantos toros y carneros, y así lo hizo el
rey. Balaam ofreció sacrificio y comenzó a profetizar, declarando que los
israelitas eran un pueblo dichoso porque Dios estaba con ellos. Sobre
pasarían a todas las naciones en virtud, y tomarían posesión de la tierra
que Dios había designado para ellos. Serían tan numerosos que habría
en cada región del mundo habitantes de su raza.
IV, VI, 6 Balac se enfureció, acusando a Balaam de quebrantar su acuerdo con
él, porque en lugar de maldecir a sus enemigos los había bendecido. Pero
Balaam le dijo que no podía remediarlo, porque Dios ponía sus palabras
en las bocas de los profetas. “Pero ahora—prosiguió él—, déjame que trate
de complacerte y ofrecer de nuevo los sacrificios, y veré si puedo persua
dir a Dios que me permita ligar a estos hombres con maldiciones.”
IV, VI, 7-12 Habiendo accedido Balac, Dios impidió de nuevo a Balaam que
maldijera a los israelitas. Entonces Balaam se postró sobre su rostro y
profetizó las calamidades que sobrevendrían a las grandes ciudades de
la tierra. Balac estaba indignado, y despidió al profeta sin ninguna de
Míe. L íb an o
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las dádivas que le había prometido. Balaam, sin embargo, les propuso
a Balac y a los madianitas un plan mediante el cual podrían destruir a
los hebreos. Les aconsejó que las jóvenes madianitas sedujeran a los
jóvenes israelitas, y que luego indujeran a los jóvenes hebreos a aban
donar al Señor por los dioses madianitas. Siguiendo este consejo, los
madianitas atrajeron a muchos distinguidos hebreos a la apostasía.
Entonces Dios se enojó y envió una gran plaga que destruyó a 14.00o
transgresores.
a 4H59 Por lo que habían hecho los madianitas, Moisés envió un ejército de
IV, VI, 13
12.000 para destruirlos. Los madianitas fueron derrotados en una gran
batalla en la que sus cinco reyes murieron. El ejército hebreo volvió re
gocijándose, con una gran cantidad de bueyes, ovejas y asnos que
capturaron, así como cantidades de oro y plata para usar en sus casas.
IV, Vil, 3 Alrededor de este tiempo, las tribus de Gad y Rubén, así como media tri
bu de Manasés, acudieron a Moisés y le pidieron que se les diera la tierra
de Galaad, que había sido tomada a los amorreos, porque era excelente para
tierra de pastos. Moisés al principio se airó, creyendo que querían quedar
se allí porque tenían miedo de luchar contra los cananeos. Les dijo: “¿Acaso
vosotros estaréis descansando aquí mientras vuestros hermanos van a la gue
rra?” Pero ellos les respondieron que una vez hubieran edificado ciudades
para proteger a sus mujeres e hijos y posesiones, volverían a unirse al ejér
cito. Moisés quedó satisfecho y llamó a Eleazar, el sumo sacerdote, y a Josué
y a los príncipes de las otras tribus. Les concedieron la tierra de los amorreos
a estas tribus, con la condición de que lucharan junto con sus hermanos
hasta el asentamiento general.
La muerte de Moisés
a 4:i7G Los 40 años de peregrinación casi habían terminado y sólo queda
IV, VIII, I
ban 30 días. Moisés sintió —por sugerencia de Dios— que había llegado
su momento de morir. 2 Por ello designó a Josué como su sucesor, como
general de los ejércitos y como profeta para recibir los mensajes de Dios.
Dios había indicado a Moisés que éste era el hombre que él había es
cogido. Entonces Moisés convocó a la congregación cerca del Jordán
en Abila [Abel-Sitim] y les dijo muchas sabias palabras, y les dio le
yes para su gobierno. [A quíJosefo da un d etallado sum ario d e las leyes
m osaicas citadas en el Pentateuco, particularm ente en D euteronom io.]
IV, VIII, 44 En uno de los siguientes días les recitó un poema que había compues
to en hexámetros, conteniendo predicciones de acontecimientos
futuros que sucedieron o que están sucediendo, tal como Moisés pre
dijo. Entregó todos los libros que había escrito a los sacerdotes, así como
el tabernáculo y el arca en la que estaban los Diez Mandamientos es
critos en dos tablas. También exhortó a los israelitas a que cuando
hubieran conquistado la tierra de Canaán debían destruir a todos sus
habitantes, y no olvidar- la insolencia de los amalecitas, sino vengarse
ior lo que les habían hecho mientras estaban en el desierto. Las tribus
debían también pronunciar bendiciones sobre los que fueran diligen-
(fiS en la adoración a Dios, pero m ald icion es sobre los que
transgredieran sus leyes. Entonces escribió estas bendiciones y mal
diciones en cada lado del altar. Estas ordenanzas de Moisés son
guardadas por la nación hebrea hasta el día de hoy.
Al día siguiente volvió a reunir a todo el pueblo, a todos los hombres, A 4 :3 0 9
IV, VIII, 45
mujeres y niños, e incluso a los esclavos. Todos debían jurar observar las
leyes que les había dado y tomar venganza sobro los que desobedecieran.
El pueblo hizo juramento. También les advirtió que si quebrantaban este
voto experimentarían grandes infortunios. “Vuestras tierras —les dijo—
serán asoladas por vuestros enemigos, y vuestras ciudades y templos se
rán derribados. Seréis vendidos como esclavos a amos rigurosos, y vuestra
arrepentimiento vendrá demasiado tarde.”
Finalmente, Moisés dijo que le había llegado el tiempo de unirse a sus IV, VIII, 48
antecesores, por cuanto éste era el día señalado para su muerte. Se despi
dió de ellos bendiciéndoles una vez más y los encomendó a Dios. La
multitud prorrumpió en llanto, las mujeres golpeándose el pecho y los ni
ños llorando. Moisés sabía que no debía entristecerse por la cercanía de la
muerte, pero la emoción de la gente lo venció y también él lloró.
Mientras se dirigía hacia donde iba a desaparecer, todos lo seguían
llorando. Pero Moisés les hizo señas con la mano a los que estaban le
jos que callaran, y apremió a los que estaban cerca a que no hicieran
tan triste su partida. Así, se quedaron sollozando en silencio, y deja
ron que partiera tal como lo deseaba. Sólo los ancianos de las tribus,
con Eleazar y Josué, lo siguieron. Pero luego llegó a la montaña llama
da Abarim, que está delante de la ciudad de Jericó y que permite
contemplar desde su cumbre una gran vista de la tierra de Canaán. Allí
despidió a los ancianos. Mientras se despedía de Eleazar y Josué, ha
blando todavía con ellos, descendió de repente una nube sobre él y
desapareció en una quebrada.
Moisés tenía 1 2 0 años cuando murió, habiendo gobernado sobre los IV, VIII, 49
La caída de Jericó
a 5:20 Los israelitas levantaron el campamento a una distancia de diez esta-
v,i4 dios1 de Jericó. Josué había ordenado a los príncipes de las tribus que
tomaran una gran piedra del lecho del río mientras lo cruzaban. Ahora
tomó estas piedras y erigió un altar como memorial de la detención del
río. También celebraron allí la fiesta de la Pascua y cosecharon el grano
maduro de los cananeos. Ahora tenían abundante provisión, con todas
las privaciones que antes habían sufrido. Fue entonces que el maná, que
los había sustentado durante 40 años, dejó de caer.
Por cuanto los cananeos se quedaban dentro de las murallas de Jericó,
v. i. s Josué decidió asediarlos. En el primer día de la fiesta, los sacerdotes mar-
La conquista de Canaán 77
La treta gabaonita
Los gabaonitas, que vivían cerca de Jerusalén, vieron la destrucción de a 5:49
Jericó y Hai. Temiendo correr la misma suerte, enviaron embajadores a V, I, 16
Josué jiara concertar con él un pacto de amistad. Sin embargo, pensaron
que sería peligroso admitir que eran cananeos, por cuanto Josué había
recibido órdenes de destruir a toda esta raza. Por ello se pusieron vesti
dos viejos y desgarrados, y le dijeron a Josué que habían llegado de una
gran distancia para verle, como podía verse por sus ropas que eran nue
vas cuando partieron. Dijeron que habían sido enviados por el pueblo de
Gabaón que vivía a gran distancia de la tierra de Canaán, para hacer un
tratado de amistad con los hebreos. Los gabaonitas se habían regocijado
de oír que por el favor de Dios los israelitas iban a poseer la tierra de
Canaán, y ellos querían venir a ser conciudadanos suyos.
Creyendo que esta gente no eran cananeos, Josué hizo un pacto con
ellos, y los enviados volvieron a los suyos. Pero cuando condujo a su ejér
cito a los montes de Canaán, Josué se enteró de que los gabaonitas vivían
cerca y que eran en realidad de raza cananea, por lo que envió a buscar a
sus magistrados y les reprochó su fraude. Ellos contestaron que temían
por sus vidas y que no vieron otra manera de salvarse. Después de cierta
discusión, Josué hizo de ellos esclavos del estado para evitar violar su
juramento.
Pero el rey de Jerusalén estaba encolerizado de que los gabaonitas se hu- a 5:sb
hieran pasado a Josué, y llamó a los reyes de las naciones vecinas a que se V, I, 17
unieran en la guerra contra los traidores. Los gabaonitas apelaron entonces
a Josué, que se apresuró a ir en su ayuda. Con todo su ejército atacó al ene
migo, dispersándolos por completo y persiguiéndolos por las pendientes.
Además, Dios alargó el día para impedir que la oscuridad estorbara el ardor
de los hebreos. Josué capturó a los reyes aliados que se habían escondido en
una cueva y castigó sus ejércitos.
80 Antigüedades de los judíos
Las noticias del valor de los hebreos atemorizaron a sus vecinos, por
lo que varios reyes cananeos, a los que se unieron los filisteos, se unie
ron para formar un gran ejército. Estaba formado por 300.000 infantes,
10.000 jinetes y 20.000 carros de guerra. Debido a la inmensidad de es
tos números, Josué y los israelitas se sintieron abrumados de temor y sin
esperanza de tener éxito. Pero Dios los reprendió por su cobardía y les
prometió la victoria sobre sus enemigos. Josué recuperó el valor, y des
pués de una marcha de cinco días se enfrentó con el enemigo. Fue un fiero
choque, en el que la mayor parte de los cananeos fueron muertos. Cuan
do emprendieron la huida, Josué se lanzó en su persecución, e incluso
sus reyes fueron muertos junto con los caballos y los carros. Los israeli
tas podían cruzar ahora todo su país sin ninguna oposición. Nadie osaba
enfrentarse a ellos en batalla y asediaron las ciudades, exterminando a
sus habitantes.
V.I, 19 Cinco años habían pasado, y Josué plantó su campamento en el país
montañoso, erigiendo el tabernáculo en Silo. Más tarde, convocó a todo el
pueblo en Siquem, donde erigió un altar. Dividiendo su ejército y ponien
do una mitad en el monte Gerizim, y la otra en el monte Ebal, pronunciaron
las bendiciones y maldiciones prescritas por Moisés.
A 5:71 Josué había ya envejecido, y pensó que los cananeos ya no tratarían de
V, I, 20-24
asediar las fortalezas de los israelitas. Reunió al pueblo en Silo y les pidió
que escogieran un hombre de cada tribu que fuera diestro en agrimensu
ra. Estos fueron enviados por la tierra de Canaán para medirla y valorar la
fertilidad de sus diferentes partes. Después de haber estado ausentes por
siete meses, volvieron a Silo, donde Josué hizo una división equitativa de
la tierra en base de las valoraciones que habían hecho. Echó suertes entre
las nueve tribus y la media de Manasés que no había aún recibido tierras.
Los territorios y las ciudades fueron distribuidas a cada tribu de conformi
dad con las suertes echadas.
V, I, 2 5 -2 6 La tribu de Rubén y la de Gad y la otra media tribu de Manasés ya se
habían establecido en la tierra de los amorreos allende del Jordán. Por ello,
Josué reunió a los 50.000 hombres de aquellas tribus que le habían segui
do durante sus guerras, y les dijo que se fueran al hogar con sus mujeres
e hijos. Pero, por encima de todo, les mandó que respetaran las leyes de
Moisés, que amaran y sirvieran a Dios, y que recordaran su relación de
familia con las otras tribus de Israel.
Estos hombres se despidieron de las otras tribus, y todos derramaron
muchas lágrimas. Una vez hubieron cruzado el Jordán edificaron un altar
junto a la orilla como monumento para las generaciones futuras, para re
cordarles su relación con los que vivían al otro lado. Pero cuando las
huestes de Josué oyeron acerca de este altar, creyeron que sus hermanos
lo habían levantado para adorar falsos dioses y se dispusieron a ir a la guerra
La conquista de Canaán 81
contra ellos. Josué y el sumo sacerdote Eleazar, empero, junto con el con
e jo de ancianos, ios refrenaron, sugiriéndoles que enviaran primero
mensajeros a sus hermanos para saber de sus intenciones al erigir aquel
altar. Finees, hijo de Eleazar, y otros diez hombres principales cruzaron el
río y preguntaron a las otras tribus.
Sus príncipes destacaron que no habían abandonado a su Dios, sino v,¡,2 ?
que seguían teniendo la intención de acudir al tabernáculo y ofrecer sus
sacrificios con el resto de los hebreos. El nuevo altar 11 0 había sido erigi
do para el culto sino para que sirviera de memorial de la relación tribal
que tenían con el resto.
Finees los encomió, y habiendo regresado adonde estaba Josué dio su res- v, ¡. 2a
puesta al pueblo. Josué, regocijándose porque se había evitado la guerra dentro
de la familia, ofreció un sacrificio de acción de gracias a Dios.
Veinte años más tarde, cuando era ya muy anciano, Josué reunió a los asms
magistrados y a tantos del común del pueblo como fue posible. Les re
cordó todos los beneficios que Dios les había concedido —cómo desde
una humilde posición los había exaltado a la gloria y a la abundancia—
y los advirtió que sólo por medio de la piedad seguiría la Deidad siendo
amiga de ellos.
Luego Josué murió, a los 120 años de edad, y en su año vigésimo quinto v:¡, 29
como comandante en jefe. Alrededor de este mismo tiempo murió el sumo
sacerdote Eleazar, dejando el sumo sacerdocio a su hijo Finees.
dedicaron a cultivar la tierra, ganando riquezas y lujos con ello. Dios les
dijo que los cananeos que habían dejado les causarían muchos proble
mas en el futuro, pero, aunque los israelitas se sintieron inquietos por esto
que Dios les decía, no se sentían dispuestos a ir a la guerra, prefiriendo
una vida de paz y prosperidad. Debido a esta gran pereza cayeron en una
guerra civil.
a 5:136 Un cierto levita estaba viajando con su mujer por la tierra que pertene
V .II.8
cía a los benjamitas, y se detuvo para pasar la noche en Gabaa. Algunos de
los jóvenes de la ciudad habían visto a la mujer del levita en el mercado, y
quedaron tan atraídos por su belleza que la sacaron de la casa donde esta
ban descansando ella y su marido y pasaron la noche violándola. Por la
mañana volvió tambaleante a la casa y murió. Horrorizado, su marido car
gó el cadáver de su mujer sobre su acémila y volvió a su casa en Efraín. Allí
cortó su cuerpo, miembro a miembro, en doce pedazos. Envió un pedazo
a cada tribu por medio de un mensajero, denunciando la depravación de
la tribu de Benjamín.
V,II. 9 Encolerizados hasta lo sumo, los israelitas se reunieron en grandes nú
meros en Silo, y decidieron tomar las armas contra Gabaa si los asesinos
no les eran entregados. Llegaron embajadores a Gabaa con este ultimá
tum, pero los benjamitas rehusaron y dijeron que antes irían a la guerra.
V, II, 10 Los miembros de las otras tribus se encolerizaron aún más, e hicieron
juramento de que ninguno de ellos daría jamás a su hija en matrimonio a
ningún benjamita. Lucharían con mayor furia contra aquella tribu que la
de sus padres al luchar contra los cananeos, y enviaron un ejército de
400.0002 contra Gabaa. El ejército de los benjamitas era de sólo 25.600,
pero entre ellos había 500 excelentes honderos zurdos. Con su ayuda, los
benjamitas derrotaron a los israelitas cuando entablaron la primera ba
talla. Los israelitas perdieron a 2 2 . 0 0 0 soldados, y los benjamitas se
volvieron felices a la ciudad.
Al día siguiente volvieron a lograr la victoria, y 18.000 israelitas fueron
muertos. El resto desertaron del campamento temiendo una degollina
mayor. En Bet-el, una ciudad cercana a su campamento, los israelitas im
ploraron a Dios, por medio del sumo sacerdote Finees, que le pidió que se
quedara satisfecho con estas dos derrotas y que les diera la victoria sobre
sus enemigos. Dios prometió que así lo haría.
Los israelitas dividieron entonces el ejército en dos partes. La mitad de
ellos se ocultaron en una emboscada alrededor de la ciudad de Gabaa, y la
otra mitad atacó a los benjamitas haciendo entonces una retirada para atraer
a los hombres fuera de la ciudad. Y desde luego todos los hombres, hasta
los jóvenes y los viejos que habían sido dejados en la ciudad por ser de
masiado débiles para la lucha, se unieron en la persecución. Pero entonces
los israelitas se volvieron para hacerles frente y los de la emboscada ata-
La conquista de Canaán
caron desde atrás. Los benjamitas vieron que se habían visto engañados, y
fueron empujados a un valle donde fueron traspasados por flecheros he
breos. 'lodos fueron destruidos excepto 600, que huyeron a los montes
circundantes. Los israelitas quemaron Gabaa, dando muerte a las mujeres
y a los varones menores de edad, e hicieron lo mismo a las otras ciudades
je Benjamín.
Más adelante, empero, se sintieron entristecidos por los benjamitas.
Aunque seguían pensando que habían sufrido justamente por sus peca-
jos, recordaron a los 600 benjamitas que habían escapado, y encontraron
a estos hombres sobre una peña llamada Rimón, en el desierto. Los israe
litas lamentaron su mutuo desastre y los apremiaron a que no dejaran que
su tribu se extinguiera. “Os damos toda la tierra de Benjamín —les dije
ron los israelitas—, y todo el botín que podáis llevar.”
También les dieron 400 vírgenes de Jabes-galaad como mujeres, dejan
do a 2 0 0 benjamitas todavía sin mujer. Los israelitas deliberaron acerca del
problema: habían jurado que nadie daría su hija para casarla con ninguno
de aquella tribu, y el juramento no podía ser quebrantado. Mientras esta
ban debatiendo, alguien sugirió una solución. “Tres veces al año —dijo—
cuando nos reunimos en Silo, tenemos a nuestras mujeres e hijos con no
sotros. Que los benjamitas capturen y se casen con algunas mozas, mientras
que nosotros ni los alentamos ni los detenemos. Y si algunos de los padres
piden que se dé castigo, les diremos que debieran haber velado con más
cuidado sobre sus hijas.”
La asamblea accedió a este plan de matrimonio por rapto, y así, cuando
la fiesta estaba para empezar, los benjamitas se emboscaron junto a los ca
minos cerca de la ciudad de Silo. Se ocultaron en grupos de dos y tres en
los viñedos y otros lugares esperando que llegaran las doncellas. Mientras
las muchachas andaban juguetonas, sin protección y sin sospechar nada,
los hombres se lanzaron sobe ellas, se las llevaron y se casaron con ellas.
De esta manera, la tribu de Benjamín, en peligro de total extinción, fue sal
vada mediante la astucia de los israelitas. Florecieron y aumentaron en
número, y así terminó la guerra.
Débora y Barac
La tribu de Dan sufrió también. Ahora que los israelitas se habían dedi
cado a la agricultura, los cananeos restauraron sus ejércitos y obligaron a
los danitas a huir de la llanura a los montes. Emigraron al norte a una de
las fuentes del Jordán y allí fundaron la ciudad de Dan.
Sin embargo, los israelitas siguieron perezosos y descuidaron a Dios,
mientras se contaminaban con los vicios de los cananeos. Por ello, Dios
se encolerizó con ellos y su prosperidad decayó. Cusán, rey de los asirios,
los conquistó.
84 Antigüedades de los judíos
El monte Tabor en Galilea, donde Débora y Barac derrotaron a Sisara alrededor del
1125 a.C. Durante la Guerra Judía en el 67 d.C., el general romano Plácido derrotó a
los judíos que habían edificado una muralla alrededor de la cumbre del Tabor.
enojada, replicó: “ ¡Tú, Barac, confieres a una mujer la autoridad que Dios
te ha dado! Pero no la rechazaré.”
Movilizaron a 10.000, y acamparon en el monte Tabor, pero cuando
Sisara acudió a su encuentro el número de sus soldados alarmó de tal
manera a los israelitas y a Barac que estuvieron a punto de retirarse. Pero
Débora los refrenó, y les ordenó luchar aquel mismo día, porque Dios les
había asegurado la victoria.
Así comenzó la batalla, pero se levantó una gran tempestad de lluvia a 5:205
y pedrisco, y el viento sopló la lluvia contra los rostros de los cananeos v,v'4
cegándolos de tal manera que sus arcos y hondas resultaron inservibles,
y su infantería encontró dificultades para emplear sus espadas en el frío.
Pero la tormenta estorbó menos a los israelitas porque batía a sus espal
das, y se alentaron ante esta ayuda de Dios, y lucharon más valientemente.
Después que un gran número de cananeos hubieron sido muertos o aplas
tados bajo sus mismos carros, Sisara saltó de su carro y huyó hasta llegar
a la casa de una mujer llamada Jael. Le pidió que lo ocultara y ella le per
mitió entrar. Cuando Sisara la pidió de beber le dio leche agria, la cual
bebió con tan poca moderación que cayó dormido. Mientras dormía, Jael
tomó un clavo de hierro y lo clavó contra el suelo traspasándole la boca
y la mandíbula. Cuando llegó la tropa de Barac poco después, ella les
mostró a Sisara, clavado en el suelo. Y así esta victoria quedó atribuida a
una mujer, tal como Débora había predicho [Jueces 4:9].
86 Antigüedades de los judíos
Gedeón
a 5:210 Barac y Débora murieron con poca diferencia de tiempo. Después de
vu1 sus muertes, los madianitas pidieron la ayuda de los amalecitas y de los
árabes, e hicieron guerra contra los israelitas. Derrotaron a los hebreos y
los empujaron de las llanuras a los montes, donde los israelitas vivían en
cuevas implorando la ayuda de Dios.
v. vi. 2 Gedeón, de la tribu de Manasés estaba trillando un poco de trigo en se
creto en su lagar, porque tenía demasiado miedo del enemigo para hacerlo
abiertamente en la era. Se le presentó una aparición en forma de hombre
joven, diciéndole a Gedeón que era bendito y amado por Dios.
Gedeón respondió: “¿Es acaso una indicación del favor de Dios que me
vea forzado a emplear este lagar en lugar de la era?” Pero el visitante le
apremió a que se alentara y a que tratara de recuperar la libertad para su
pueblo. Esto, replicó Gedeón, era imposible, porque su tribu era peque
ña y él era demasiado joven para tales hazañas. Sin embargo, Dios
prometió suplir sus necesidades y conceder a los israelitas la victoria bajo
su caudillaje. Gedeón comunicó esto a otros jóvenes que le creyeron, y
de inmediato se reunió un ejército de 1 0 . 0 0 0 hombres, listos para la lu
cha.
v, vi. 3 Por la noche, mientras dormía, Dios se le apareció y le dijo que quería
que los israelitas reconocieran que la victoria venía de El, y no del tama
ño del ejército, por lo que le dijo a Gedeón que llevara su ejército al río
durante el calor del mediodía. Los que se arrodillaran y bebieran con tran-
v,vi.4 quilidad los debería considerar como valientes, mientras que los que
tomaran el agua apresuradamente en sus manos los debería considerar
como cobardes y aterrorizados por sus enemigos. Gedeón hizo lo que Dios
le había ordenado, y 300 hombres bebieron el agua apresuradamente con
sus manos. Dios le ordenó que escogiera a este grupo de cobardes para el
ataque.
a 5:2i8 Debido a que Gedeón estaba agarrotado por el miedo, Dios quiso tran-
Kv,‘ 4 quilizarlo, y le dijo que tomara a uno de sus soldados y que se aproximara
a las tiendas de los madianitas por la noche. Obedeció, tomando consi
go a su siervo Purah, y se aproximó a una de las tiendas. Encontró que
los que estaban dentro estaban despiertos, y que uno le contaba su sue
ño a su compañero; Gedeón pudo oírlo con claridad. El sueño era este:
le había parecido ver un pan de cebada, demasiado malo para comer,
dando tumbos por el campamento. Hizo caer la tienda real y las de todas
las tropas. Entonces el otro soldado lo interpretó como significando la
destrucción del ejército. “Porque la cebada —dijo— es el peor de los gra-
El manantial de Harod, cerca del collado de More, donde Gedeón disminuyó el
número de su ejército según la manera en que bebieron el agua.
nos, y los israelitas son la peor gente de toda el Asia. Por cuanto has vis- v. vi.¡
to que esta torta destruía nuestras tiendas, me temo que Dios ha concedido
la victoria a Gedeón.”
Ahora, vuelto a inspirar con esperanza y valor, Gedeón ordenó a sus
soldados que se armaran. Les contó esta visión y se sintieron muy ani
mados. Dividió su ejército en tres secciones de 100 soldados, y cada uno
8 8 Antigüedades de los judíos
de ellos puso teas dentro de cántaros vacíos para esconderlas, así como
un cuerno de camero en su mano derecha para emplearlo como trompe
ta. Alrededor de las 3 de la madrugada se acercaron con sigilo al
campamento del enemigo, y a una señal convenida locaron los cuernos
de carnero, quebraron sus cántaros para revelar sus teas encendidas y
gritaron: “¡Victoria paraGedeón, con la ayuda de Dios!” Los madianitas,
soñolientos, fueron presos del pánico y de la confusión, por lo que en
realidad pocos de ellos fueron muertos por los hebreos, y muchos más
por sus aliados; porque, debido a la diversidad de lenguas, dieron muer
te a los que encontraban, pensando que eran también enemigos.
v; vi. o Cuando las nuevas de la victoria de Gedeón llegó a los otros israelitas
tomaron las armas, persiguieron al enemigo, y los alcanzaron en un va
lle rodeado de profundos precipicios. Allí les dieron muerte a todos,
incluyendo a sus reyes. Gedeón fue hecho juez sobre Israel y gobernó 40
años.
1. El estadio griego equivale a 606,75 pies (185 metros), aproxim adam ente 1,15 millas
(casi 2 kilóm etros). Sin embargo, esta distancia no tiene base bíblica.
2. Debemos señ alar una vez m ás que es im posible que cifras com o ésta sean tan
grandes.
90
Los israelitas en
Canaán
Hay mucha disputa en cuanto a arqueológica más reciente
cómo y cuándo las doce tribus de muestra un aumento más bien
Israel ocuparon su "Tierra Prome dram ático en el número de villas
tida". Los relatos de Josefo y el situadas en la parte montañosa
libro de Josué sugieren una cananea aproximadamente en el
conquista militar repentina y 1200 a .C ., lo cual sugiere una
dramática, mientras que el libro rápida inm igración o incluso
de Jueces refleja una lucha más una conquista. Esto reflejaría
prolongada de las tribus indivi fielm ente las experiencias de
duales al tomar la tierra de los gran parte del mundo mediterrá
cananeos. neo oriental en esa época.
Muchos arqueólogos am erica Puesto que tanto los Imperios
nos e israelíes favorecen c. 1250 a Egipcio como H¡tita se habían
1200 a.C . como la época de la em pobrecido mutuamente en
conquista, en base a los estratos una serie de guerras, se había
de destrucción que han descu producido un vacío de poder en
bierto en lugares importantes los años 1200, el cual se llenó
mencionados en el registro con invasiones sucesivas,
bíblico, aunque las ruinas de migraciones de poblaciones,
Jericó y Hai no se corresponden piratería en el mar, saqueos en la
bien con esta fecha. Además de la tierra y disturbios en general. Es
conquista, los eruditos han improbable que Canaán se haya
propuesto que algunos israelitas librado de dichas revueltas.
seminómadas pueden haber Josefo sigue las principales
ocupado la parte montañosa por características de los relatos que
medio de una infiltración pacífica aparecen en Josué y Jueces. Sin
que gradualmente desplazó a los embargo, en la trágica historia de
cananeos. Otros eruditos atribu la hija de Jefté enfatiza cuidadosa
yen la toma de la tierra a una mente que este sacrificio humano
revuelta de campesinos israelitas no fue "ni sancionado por la ley ni
en contra de sus amos cananeos agradable a Dios" (A V, VII, 10), un
urbanos, mientras que otros reparo que no aparece en Jueces
afirman que los israelitas 11:30ss, donde no se menciona a
emergieron de una amalgama de Dios en absoluto en el espantoso
varios grupos semíticos que desenlace. Cierto es que uno
habitaban la tierra. puede simpatizar con la adición
Sin embargo, la evidencia de Josefo en este caso.
91
7
Sa n s ó n y Sa m u e l
muchacha y lo pidió a sus padres que le dejaran casarse con ella. Pero
estaban en contra de tal cosa porque no era de su raza. Sin embarga,
Dios estaba propiciando este casamiento parabién de los hebreos, y
así Sansón logró permiso para cortejar a la muchacha.
A 5:207 Una vez, mientras iba a Timnat, Sansón se encontró con un león, y,
v; vm, 6 aunque iba desarmado, luchó con el animal estrangulándolo con sus
manos. Más tarde, en otra visita a la muchacha, un enjambre de abejas
había hecho una colmena dentro del cadáver del león junto al camino.
Sacó tres colmenas y se las dio a la muchacha, junto con otros regalos.
Durante su fiesta de boda en Timnat se le dieron 30 fuertes jóve
nes filisteos a Sansón bajo la pretensión de ser sus acompañantes. En
realidad, lo que debían hacer era vigilarle. Durante los festejos
Sansón les dijo a sus compañeros: “Vamos, os voy a decir un enig
ma. Si me lo podéis resolver en siete días os daré vestidos de lino fino
como recompensa por vuestra sabiduría.” Le pidieron que les pro
pusiera el enigma. Entonces Sansón les dijo: “Un devorador produjo
alimento dulce de sí mismo aunque él mismo era muy desagradable.”
Cuando sus compañeros pasaron tres días sin poder resolver el enig
ma fueron a la mujer de Sansón y le pidieron que se enterara de la
respuesta por parte de su marido y que se la hicieran saber, amenazan
do con quemarla si rehusaba. Ei la le pidió a Sansón que se lo dijera, y
cuando él rehusó ella lloró, quejándose de que él no la amaba, hasta que
por fin él le contó que había dado muerte a un león y que había sacado
miel de su cadáver. Luego ella les contó esto a los jóvenes filisteos.
Al séptimo día acudieron a Sansón y le dijeron: “Nada hay menos
agradable que encontrarse con un león, y nada más agradable que
saborear m iel.”
Pero Sansón añadió: “¡Y nada más engañoso que una mujer que
revela secretos!”
Luego Sansón salió, y, encontrándose con algunos filisteos de
Ascalón, tomó sus vestidos y se los dio a sus compañeros, según les
había prometido. Pero renunció a su boda, y la muchacha, menos
preciando su ira, pronto se casó con el joven filisteo al que Sansón
había tratado como su mejor amigo.
La historia de Rut
a 5 :3 w Después de la muerte de Sansón, el sumo sacerdote Eli gobernó
v-,x'1 sobre Israel, y un hambre se apoderó de la tierra. Elimelec, de Belén,
una ciudad de la tribu de Judá, no podía procurar alimentos, por lo
que llevó a Noemí y a sus dos hijos a la tierra de Moab. Elimelec pros
peró allí y casó a sus hijos con muchachas moabitas. Después de diez
años murió, y sus hijos pronto murieron también, por lo que la de
solada Noemí decidió regresar a su propio país que volvía a ser
próspero. Sus nueras querían acompañarla, pero Noemí les dijo que
sería mejor que se quedaran, y rogaba por que pudieran ser más di
chosas en su segundo matrimonio que en el primero. Una de sus dos
nueras, Orfa, se quedó atrás, pero la otra, Rut, no quiso dejarla.
v. ix, 2 Cuando llegaron a Belén, todo el que llamaba a Noemí por su nom
bre recibía esta respuesta: “No me llam éis Noemí, porque esto
significa ‘dicha’, sino más bienMara, que significa ‘dolor’.” Había un
hombre llamado Booz, pariente del que había sido marido de Noemí,
Elimelec, que era propietario de una finca a la que Rut fue a espigar.
Viéndola, Booz preguntó a su mayordomo quién era. Al saberlo dio
la bienvenida a Rut, apreciando su bondad para con Noemí, y le dijo
a su mayordomo que en lugar de espigar que segara, y que se llevara
todo lo que pudiera. También debía darle de comer y beber cuando
diera la comi tía a los segadores. Cuando llegó a la casa, le dijo a Noemí
lo sucedido, y Noemí le dijo que Booz era un pariente que podría cui
darse de ellas.
a 5:328 Algún tiempo después, Booz estaba durmiendo en su era, y Noemí
V, IX, 3
tramó que se comprometiera con Rut enviándola allí a que durmie
ra a sus pies. Cuando despertó y supo quién estaba yaciendo junto a
él sugirió que recogiera toda la cebada que pudiera y que se la lleva
ra a Noemí. Luego añadió: “Hay un pariente más cercano que yo al
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SIMEÓN # Boorseba
Escala:
0 10 20 millas
~r T
10 » kilómetros EDOM
Antigüedades de los judíos
El niño Samuel
Cuando el sumo sacerdote Eli gobernaba en Israel, un levita llama
do Elcana fue de Ramá, donde vivía, a ofrecer sacrificio en el
tabernáculo en Silo. Ana, una de sus dos mujeres, se dolía por no te
ner hijos. Acudió al tabernáculo y oró, pronunciando el voto de que
si Dios le daba un hijo lo consagraría a su servicio. Debido a que pro
longaba su oración , E li, que estab a sentado a la entrada del
tabernáculo, pensó que había bebido demasiado y le dijo que se hie
ra. “No — dijo Ana— sólo he bebido agua, pero estoy dolida por no
tener hijos, y le pedía a Dios que me diera uno.” Entonces Eli la apre
mió a que se animara, porque Dios le daría hijos.
Y lo cierto es que dio a luz un hijo y lo llamó Samuel, que signifi
ca “pedido a Dios”. Fiel a su voto lo trajo a Eli para criarlo en el
santuario. Tuvo también otros hijos e hijas.
Eli tenía dos hijos, Ofni y Finees, que eran muy malvados, roban
do algunas de las ofrendas y teniendo relaciones con mujeres que
acudían a adorar. Eli lamentaba la maldad de ellos, y temía que Dios
fuera a infligirles algún castigo.
Una noche, Samuel, que tenía entonces doce años, oyó a Dios lla
mándole por su nombre mientras dormía. Se despertó y corrió a Eli,
pensando que era él quien lo había llamado. Pero Eli le contestó que
no le había llamado. Dios hizo esto tres veces. Luego Eli le dijo: “No,
Sansón y Samuel 97
ció, designó a sus hijos Joel y Alnas para dirigir la nación. Pero ellos
no tenían ninguna de las virtudes de su padre. Aceptaban soborno
para juzgar las disputas y se entregaron a la lujuria, desafiando a Dios
y a su profeta, que era el propio padre de ellos.
El pueblo acudió a Samuel en Ramá y le dijo que era ya demasia VI. III. 3.4
do mayor para gobernar. Y por cuanto sus hijos eran tan inicuos, le
rogaron que escogiera un rey de entre ellos que gobernara y tomara
venganza sobre los filisteos. Samuel quedó anonadado al oír esto, por
cuanto aborrecía la monarquía y favorecía la aristocracia ordenada
divinamente.
Mientras estos pensamientos iban y volvían por su mente por la
n o c h e , se le apareció la Deidad para consolarle diciéndole: “ N o es a
ti a quien menosprecian, Samuel, sino a mí, porque ya no quieren que
reine solo. Lo lamentarán, pero será demasiado tarde. Sin embargo,
te mando que les des como su rey a quien yo te diga, aunque prime
ro tienes que hacerles ver los males que acompañan a la monarquía. ”
Samuel convocó al pueblo y les dijo que el rey que querían tener A 6 :4 0
VI, III, 5
vendría a ser un cruel dueño de ellos. Tomaría su dinero y posesio
nes para mantener su grandeza, y haría a sus hijos sus soldados y
siervos. Pero ellos insistieron: “¡Olvídate del futuro! ¡Queremos un
rey ah ora, como las otras naciones, que nos conduzca en la batalla
contra nuestros enemigos!”
Entonces Samuel despidió a la asamblea diciéndoles que cuando
llegara el momento les anunciaría a quién había Dios escogido como VI, III, 6
rey de ellos.
100 Juzgando a los después del tiempo de Samuel en el
período de la monarquía.
jueces Samuel, el último de los jueces y
el primero de los profetas después
Sansón es un ejemplo clásico del
de Moisés (2 Cr. 35:18), fue el
héroe imperfecto que conquista a los
destacado sacerdote-vidente que
hombres pero es conquistado por las
inspiró la resistencia israelita a los
mujeres. Aunque "jLizgó a Israel
filisteos en un momento muy crítico
veinte años" (Jue. 16:31), fue
de su historia. Tan importante fue la
decididamente diferente de los
reagrupación que hizo de las tribus,
demás jueces de Israel, que eran más
que Josefo no pudo resistir el hábito
sabios y estaban más en armonía con
de Tucídides de atribuirle largos
Dios. Las extraordinarias hazañas de
discursos. El nombre de Samuel
Sansón han conducido a inevitables
sigue siendo reverenciado por
comparaciones con el Gilgamesh de
judíos, cristianos y musulmanes, y
Mesopotamia, el Melkart fenicio, el
también está ligado a dos libros
Hércules griego, el Peer Gynt
bíblicos, 1 y 2 Samuel, aun cuando
noruego y hasta el Paul Bunyan
incluyen episodios que ocurrieron
americano. Aunque uno podría haber
mucho después de su muerte. Sin
esperado que Josefo fuese más
embargo, como en el caso de su
moderado en sus narraciones de las
antecesor, Eli, Samuel fue afligido
proezas del danita Sansón, hasta el
con el conocido síndrome de un
levantamiento de las puertas de Gaza
padre ejemplar que cría hijos
sobre sus hombros y el hecho de que
despreciables, lo que llevó a los
recorrió cuarenta millas (unos 64 km)
israelitas a cambiar jueces por reyes.
con ellas cargadas hasta Hebrón lo
presenta como historia en las
Antigüedades {A V, VIH, 10). Por El mercado de Hebrón. Se dice que
supuesto, es característica de Josefo Sansón llevó cargadas las puertas de
adornar el período de Sansón, lo cual la ciudad de G aza hasta esta ciudad.
ocurre desde el principio. Por
ejemplo, el padre de Sansón, Manoa,
estaba "locamente enamorado de su
esposa y por lo tanto era extraordina
riamente celoso" (A V, VIII, 2), lo cual
no tiene base bíblica.
Aquí comienza la prolongada
lucha de Israel con los filisteos por la
posesión de la tierra, y las hazañas de
Sansón son solamente los conflictos
iniciales. Los filisteos ocupaban toda
la costa marítima de Palestina (de ahí
el nombre de ellos [Philistines, en
inglés]), y sus cinco ciudades más
fuertes: Gaza, Ascalón, Asdod, Ecrón
y Gat, que, aunque nunca se unieron
en un reino, formaron una fuerte
pentápolis o liga. El monopolio que
tenían del hierro impidió a los
israelitas fabricar armas, y explica la
larga lucha entre los israelitas y los
filisteos, la cual no se resolvió hasta
LOS REYES DEL
REINO UNIDO
SA Ú L
LOS REYES DEL (c, 10 30-10 10 a ,C .)
REINO UNIDO Y I
Maaca + DAVID + Betsabé
de J udá |( c 1010-971» C-) |
I
Absalón SALOMÓN T
+ Naama
g (c 971-931 A.C.)
JO S A FA T
(87 0-04 8
í I 1 ■
OCOZIAS JORAM ATALÍA + JORAM
(84 1 -8 3 5 A .C ) | (84 8 -8 4 2 A .C )
OCOZÍAS + Sibia
(842-841 a . C . ) J
_______________________________________________________________ JO A S + Joadán
(83 5 -8 0 0 A.C.) |
Je co lía s + AM ASÍAS
ACAZ + Abías
(800-791 A.C.)
(735-715 A.C.) J
Je ru sa + UZÍAS (A z a a Ia s)
EZEQ U ÍA S + Hepsiba
(79 1 -7 4 0 A.C.)
(c. 7 2 1 -6 8 6 A . C . ) J
MANASÉS + Mesulemet
(696-641 a C .) |¡
Jedld a + AMÓN
(64 1-63 9 a C .)
Zebuda + JO S ÍA S +
j( 6 3 9 - 6 0 9 A.C.)
Nahusta + JOACIM
■(609-598 a C .)
SED EQ U ÍA S
(59 7-58 7 A.C )
Sealtlel Senazar
(¿ ? - Sesbasar,
El símbolo + denota "casado
con".
I
Zorobabel,
"príncipe de Ju d á” )
H
A 6:45
VI. IV, 1
Gis y tenía un hijo llamado Saúl, un joven alto y dotado.
Un día algunas de las asnas de Cis se extraviaron de sus
pastos, y él mandó a Saúl que fuera a buscarlas. Saúl y sus sier
vos estuvieron buscando por el país algún tiempo sin encontrar
las asnas, y decidieron volver a casa, no fuera que su padre estu
viera inquieto por ellos. Cuando llegaron cerca de Rama, el siervo
de Saúl le aconsejó que fueran a ver al profeta Samuel, que quizá
les diría donde buscar. Llegando a Ramá preguntaron dónde esta
ba la casa del profeta. Unas muchachas se lo indicaron, añadiendo
que debían darse prisa, porque el profeta estaba a punto de sen
tarse a una gran fiesta. Ahora bien, la razón de que hubiera tantos
asistentes a la fiesta de Samuel era ésta: el día antes, mientras ora
ba, Dios le dijo a Samuel que al día siguiente, en aquella misma
hora, le enviaría al hombre que debía ser el rey de Israel. Samuel
estaba ahora esperando al visitante, porque ya casi era la hora.
Cuando Saúl apareció, Samuel le invitó a la fiesta, asegurándole
que las asnas que buscaba ya habían sido encontradas. Les hizo sen
tar a él y a su criado por encim a de los otros 70 invitados, y dio
órdenes de que se pusieran porciones regias delante de Saúl. Cuan
do llegó la hora de retirarse para dormir, los demás se fueron, pero
Saúl y su criado durmieron en casa del profeta.
A 6:53 Temprano por la mañana, Samuel despertó a Saúl y lo acompañó
VI, IV, 2
fuera de la ciudad. Le pidió a Saúl que mandara a su criado que se
adelantara, porque le quería decir algo en privado. Luego Samuel
tomó una pequeña redoma de aceite y, derramándolo sobre la cabe
za de Saúl, lo besó y le dijo: “Dios te ha designado rey sobre su pueblo
para vengarlos contra los filisteos. Como señal de que lo que te digo
es cierto, te encontrarás por el camino con tres hombres que se diri
gen a Bet-el para adorar a Dios. Uno llevará tres panes, el segundo
un cabrito y el tercero un cuero de vino. Después llegarás a un lugar
llamado ‘el Sepulcro de Raquel’, donde alguien te dirá que las asnas
han sido halladas. Y cuando llegues a Gabaa te encontrarás con una
103
2.000 de ellos como guardia real; a los otros 1.000 los puso bajo el
mando de su hijo Jonatán y lo envió a Gabaa. Pero los israelitas seguían
104
dominados por los filisteos, que habían privado al pueblo de todas las
armas de hierro. Jonatán atacó a los soldados filisteos cerca de Gabaa1
y los derrotó. Los filisteos enviaron entonces un gran ejército a esta
área. Saúl fue a Gilgal y llamó a los habitantes para que se armaran,
pero estaban tan aterrorizados ante la cantidad de enemigos que se
escondieron en cuevas, o pasaron el Jordán dirigiéndose a Galaad.
vi, vi. 2 Saúl envió ahora a Samuel para que viniera y le aconsejara, y
Samuel le dijo que llegaría al final de siete días y ofrecerían sacrifi
cio juntos. Pero como Samuel no llegó hasta el atardecer del séptimo
día, Saúl se impacientó y ofreció el sacrificio él mismo. Tan pronto
como lo hubo hecho, Samuel llegó y Saúl fue a recibirlo. El profeta
censuró a Saúl por lo que había hecho —sin aceptar ningún tipo de
excusas— y le dijo que Dios le hubiera concedido un largo reinado
si no hubiera desobedecido. Luego Samuel se volvió a su casa.
Saúl y Jonatán tenían sólo 600 soldados en Gabaa, y la mayor par
te de ellos carecían de armas, porque los filisteos les habían privado
de arm as. Desde un m onte alto contem plaban angustiados la
devastación de su país. Los filisteos estaban acampados cerca de ellos
sobre un enhiesto acantilado, y por cuanto no pensaban que nadie
podría trepar no pusieron vigilancia. Jonatán le propuso entonces a
su escudero que trataran de crear confusión en el campamento
filisteo. Salieron cerca de la madrugada y fueron vistos por los ene
migos, que los escarn ecieron : “Aquí salen los hebreos de sus
madrigueras y cuevas. ¡Subid y recibid vuestro merecido por vues
tra insolencia!” Ésta era precisamente la señal de victoria que Jonatán
p a b i a concebido. Escalando el precipicio por una ruta diferente, ata
La desobediencia de Saúl
Después de destruir a unos 60.000 enemigos, Saúl sometió a los
VI. VI, 6
VI, VII, 1 moabitas, a los amonitas, a los idumeos y al rey de Soba, haciendo a
los hebreos más poderosos que a las otras naciones. Luego Samuel
acudió a Saúl, diciéndole que Dios recordaba cómo los amalecitas
habían atacado a los hebreos mientras peregrinaban por el desierto,
y que había llegado el momento para la venganza contra ellos. Dios,
por ello, ordenó a Saúl que los atacara y matara a todos, no perdo
nando ni a mujeres ni a niños, ni al ganado ni a los asnos.
vi, vi1. 2-5 Obedeciendo esta orden, Saúl emprendió la marcha contra los
amalecitas, derrotándolos en batalla, tomando sus ciudades, y dan
do muerte a mujeres, hombres y niños. Pero cuando hubo capturado
a su rey Agag, Saúl admiró su alta y apuesta figura y decidió perdo
narlo. Sus soldados desobedecieron también las órdenes de Dios, y
guardaron para sí lo mejor del ganado y de las riquezas.
Dios le dijo a Samuel que se arrepentía de haber hecho rey a Saúl.
A la mañana siguiente, Samuel fue a Gilgal, y cuando Saúl le vio co
rrió a recibirle y le dijo: “Doy gracias a Dios, que me ha dado la
victoria, y que he hecho todo lo que me ha mandado.”
“¿Cómo es, entonces —replicó Samuel— , que oigo el mugido del
ganado y de bestias de carga en el campamento?”
“El pueblo ha tomado todo esto para sacrificios — dijo Saúl— . Pero
los amalecitas han sido todos destruidos. Ninguno de ellos queda
vivo excepto su rey, y lo he traído conmigo a fin de consultar conti
go acerca de su suerte.”
a 0:147 Pero el profeta dijo que Dios no se complacía con sacrificios hechos
en desobediencia a sus mandamientos, y que por cuanto Saúl había ofen
dido a Dios, su reino le sería arrebatado. Saúl admitió que había actuado
mal, pero dijo que fue por temor a sus tropas que no impidió el pillaje
del botín. Pidió misericordia y perdón, prometiendo no volver a ofen
der en el futuro, y quería que el profeta ofreciera sacrificios a Dios.
Pero Samuel, que sabía que Dios no sería aplacado, se volvió para
irse de nuevo a su casa. Entonces Saúl, en su apresuramiento, tomó
el manto del profeta para detenerle y se le rasgó. “De esta manera—
le dijo Samuel— , será rasgado de ti tu reino y dado a otro que sea
virtuoso y justo.”
Saúl de nuevo confesó que había pecado, y pidió que el profeta al
menos se quedara y adorara a Dios con él en presencia del pueblo.
Samuel le concedió esta petición y fue con él a adorar a Dios. Enton
ces ordenó que le trajeran al rey Agag. Cuando Agag se lamentó de
que la muerte era muy amarga, Samuel le replicó: “Por cuanto tú has
hecho que muchas madres hebreas lloraran a sus hijos, así tu madre
Saúl 107
David y Goliat
Estalló otra guerra entre los israelitas y los filisteos, y sus dos ejér A 6:170
VI, IX, 1
citos acamparon en montes adyacentes con un valle entre ellos.
Entonces salió del campamento filisteo un gigante llamado Goliat.
Su altura era de cuatro codos (entre 2,15 y 2,45 metros), y su arma
dura la tenían que llevar entre varios; su lanza era tan pesada que la
El valle de Ela, donde los hebreos se enfrentaron con los escarnios del gigante
filisteo Goliat, hasta que David escogió cinco piedras del arroyo que corre por el
centro del valle (centro izquierda en la foto) y las empleó para dar muerte a Goliat.
tenía qnci apoyar sobre su hombro. De pie entre los ejércitos conten
dientes, gritó a Saúl y a los hebreos con voz fuerte: “¡Os libraré de la
batalla y de sus peligros! Enviadme a uno de vuestros hombres para
que luche conmigo, y que la guerra la decida un solo campeón. El lado
vencido será esclavo de la nación del victorioso. ¡Arriesgad la vida
de uno solo, y no la de todos!” Entonces volvió a su propio campa
mento. Al siguiente día salió con las mismas palabras, repitiendo su
conducta durante 40 días, y dejando a Saúl y a su ejército totalmen
te desmoralizados.
vi. ix. 2 Tres de los hijos de Isaí estaban en el ejército de Saúl, y David fue
entonces y les trajo provisiones de parte de su padre. Al oír los es
carnios de Goliat se enfureció, y les dijo a sus hermanos que él estaba
dispuesto a pelear contra el gigante en combate singular. Pero su her
mano mayor lo reprendió por hablar insensatamente, y le dijo a David
que se volviera a cuidar los rebaños. David no respondió a su herma
no, por respeto, pero les dijo a algunos de los soldados que él estaba
dispuesto a luchar contra el retador. Cuando Saúl supo lo que el
muchacho había dicho envió a buscarlo.
“No temas, oh Rey, —le dijo David. Yo humillaré a este gigante
insolente, y tu ejército tendrá mucha más gloria si le da muerte no
..—
Saúl 109
do joven para tal hazaña. “No, — dijo David— porque Dios está
conmigo. Una vez El me ayudó a matar a un león que había arrebata
do un cordero de mi rebaño, y también a un oso que me atacó. Y ahora
pios me entregará esta bestia fílistea en mis manos.”
Saúl le dijo a David: “Ve pues a la batalla, y que Dios vaya contigo.” A 6:184
te pregunta por qué estoy ausente, dile que me diste permiso para ir
a Belén a celebrar fiesta con mi propia tribu. Si te dice: ‘Bien está',
entonces sabrás que no me tiene hostilidad. Pero si responde de al
guna otra manera, esta será una señal cierta de sus planes contra mí.
Entonces hazme saber cuál fue la respuesta del rey.”
Jonatán prometió que haría según David había pedido, e hizo ju VI, XI, 8
poder comer nada. Toda aquella noche lloró, porque sabía ahora que
David estaba sentenciado. Al amanecer fue al llano, dio la señal con
venida, y luego mandó al criado que le acompañaba que volviera a
la ciudad, para que David pudiera salir de su escondrijo y hablar con
él. David se postró a los pies de Jonatán para hacerle reverencia, pero
Jonatán le levantó. Se abrazaron y lloraron, y luego se despidieron y
se separaron.
112 Antigüedades de los judíos
La cueva de En-gadi
A l>:271 Para este tiempo David oyó que los filisteos habían invadido lg
VI, XIII, 1
región de Keila, y atacó y los derrotó. Él y sus compañeros se queda
ron con las gentes de Keila hasta que hubieron cosechado su grano
y sus frutos. Las nuevas de esta hazaña llegaron a oídos de Saúl, que
se alegró de saber que David estaba en Keila. “Por fin, Dios lo ha pues
to en mis manos —dijo él— metiéndolo en una ciudad con murallas,
puertas y cerrojos.” Ordenó a su ejército que asediara Keila y la to
mara, y que dieran muerte a David. Pero Dios le reveló a David que
si se quedaba en la ciudad los pobladores de Keila lo entregarían a
Saril, por lo que tomó a sus 400 hombres y se retiró al desierto por
encima de En-gadi. Cuando Saúl supo que David había huido aban
donó su campaña contra Keila.
VI, XIII, 2,3 Desde el desierto David se dirigió a la tierra de los zifeos, donde
vivió en los bosques. Jonatán fue a verlo allí y lo alentó. De nuevo
hicieron un solemne pacto de amistad, prometiéndose nunca dañarse
el uno al oLro, después de lo cual Jonatán volvió a su casa. Pero para
complacer a Saúl los zifeos le informaron de la presencia de David
en sus parajes, y prometieron ayudar a Saúl a capturarlo. Pero Da
vid, enterándose de sus malvados planes, huyó a una gran peña que
estaba en el desierto cerca de Maón, después de lo cual se dirigió a
los angostos pasos de En-gadi.
A 0:283 Saúl tomó a 3.000 hombres y fue a En-gadi en busca de él. Cerca
vi, xm. 4
de aquel lugar llegó a una profunda cueva donde resultaba que esta
ban escondidos David y sus 400 hombres. Para responder a una
necesidad natural, Saúl entró dentro de la cueva a solas. Uno de los
compañeros de David lo vio, y le dijo a David que tenía una oportu
nidad de parte de Dios para vengarse contra su enemigo, y que
debería cortarle la cabeza. David rehusó diciendo: “Aunque él me
ataque, yo no le atacaré”, y sólo cortó la orilla del manto de Saúl.
Cuando Saúl se levantó y salió de la cueva, David lo siguió y lo lla
mó. Al volverse Saúl, David se postró, y le preguntó a Saúl por qué
había dado oído a los que le calumniaban con mentiras, diciendo que
él quería matar al rey. “Si hubiera querido darte muerte —le dijo
David— lo hubiera podido hacer fácilmente ahora mismo. Porque
cuando corté la orilla de tu manto igualmente hubiera podido hacerlo
con tu cabeza.” David le mostró entonces el trozo de tela que había
cortado.
vi, XIII, 5 Saúl quedó tan asombrado ante su extraordinaria salvación y tan
conmovido por la generosidad de David que lloró. “Sólo me has traí
do bien, —le dijo— mientras que yo te he causado angustia. Ahora
sé que Dios te reserva el reino. Júrame, entonces, que no destruirás
Saúl 115
Nabal y Abigail
David y sus hombres volvieron a Maón, donde un hombre rico lla A 6:295
VI, XIII, 6
mado Nabal tenía grandes rebaños de ovejas y de cabras. David y sus
seguidores habían protegido los rebaños de Nabal contra los ladro
nes y otros peligros, y entonces, en la época del esquileo, David envió
a Nabal a diez de sus hombres, que, recordándole el buen cuidado
que habían tenido de las ovejas de Nabal, pidieron algunas provisio
nes a cambio. Pero Nabal era un cínico insensato y de mal genio, y
preguntó: “¿Quién es David?” Cuando le respondieron que era el hijo
de Isaí, Nabal escarneció: “¡Así que los esclavos huidos ahora se en
salzan y se jactan de haber abandonado a sus am os!” David se
enfureció al oír aquella respuesta, y juró que al caer la noche habrían
destruido a Nabal y todas sus posesiones. Para entonces tenía a 600
hombres a sus órdenes, 400 de los cuales se armaron y le siguieron.
Nabal tenía una esposa muy sabia, virtuosa y encantadora, que se VI, XIII, 7
La adivina de Endor
A 0:310 Puesto que David seguía temiendo a Saúl decidió irse a vivir a la
VI, XIII, 10
tierra de los filisteos. Con su grupo de 600 se dirigió a Aquis, rey de
Gat, que le dio la bienvenida a él y a sus hombres. David se instaló
en Gat con sus dos mujeres, Ahinoam y Abigail. Más tarde, David le
pidió al rey si él y sus hombres podían irse de Gat para evitar ser una
carga, y Aquis les dio Siclag. Con esta población como base de ope
ra cio n e s, David y sus hom bres em p ren d ieron ex p ed icio n es
clandestinas contra los vecinos de los filisteos.
VI, XIV, 1 Volvió a estallar la guerra entre los filisteos y los israelitas, y Aquis
le pidió a David que fuera con él a la guerra y que llevara consigo a
sus hombres. David le prometió hacerlo.
VI, XIV, 2 Los filisteos acamparon cerca de una ciudad llamada Sunem,
mientras que Saúl y su ejército acamparon sobre el monte Gilboa.
Saúl quedó desalentado ante la cantidad de filisteos, e inquirió a Dios
por medio de los profetas para saber cómo iría la batalla, pero Dios
no le dio respuesta. Aterrorizado ahora, Saúl decidió consultar a una
mujer que pudiera llamar a los espíritus de los muertos y hacerles
predecir el ful uro. Cotí anterioridad había expulsado del país a lo
bos los hechiceros, adivinadores y practicantes de tales artes, excepto
a los profetas. Ahora uno de sus siervos le informó que había una
pnijer así en Endor.
Quitándose sus ropajes reales y disfrazándose, Saúl fue a visitar a
eSta mujer secretamente una noche, acompañado sólo por dos sier
vos de confianza. Le dijo que debía llamar el espíritu de quien él le
iba a decir, pero ella rehusó hacerlo hasta que él juró que no le ha
blaría a nadie de su actividad de adivina, y que no la pondría en
peligro. Habiéndola persuadido, Saúl le pidió que llamara el espíri
tu de Samuel. No consciente de quien era Samuel lo llamó desde el
Hades. Pero cuando apareció ante ella como un hombre venerable y
con apariencia divina, revelándole quien era en realidad su visitan
te, ella se volvió a Saúl y gritó aterrorizada: “¿No eres tú el rey Saúl?”
“S í”, contestó el rey; luego le pidió que le describiera la aparición ar,*™
que la había espantado.
“Es de edad avanzada, —dijo ella— con rasgos distinguidos, y lleva
un manto sacerdotal.”
Saúl supo entonces que era Samuel, y cayó al suelo en obedien
cia. El espíritu de Samuel le preguntó: “¿Por qué me has inquietado
y me has hecho subir?”
Saúl contestó: “He sido abandonado por Dios ante el enemigo, y
no puedo obtener conocimiento alguno del futuro, ni mediante pro
fetas, ni mediante sueños. Tú tienes que dármelo.”
“Es inútil buscarme cuando Dios te ha abandonado. Pero sabe esto:
David ha sido escogido rey, y será victorioso en esta guerra, pero tú
perderás tu reino y tu vida porque no guardaste los mandamientos
de Dios. Tu pueblo será derrotado mañana por los filisteos, y tanto
tú como tus hijos caeréis en la batalla, y tú estarás conmigo.”
Cuando Saúl oyó esto, se derrumbó sobre el suelo, de dolor y tur- vi, xiv. 3
bación. La hechicera lo levantó e insistió en que com iera algo.
Matando su único ternero, preparó la carne, y la puso delante de sus
tres visitantes, tras lo cual volvieron al campamento.
La muerte de Saúl
Mientras tanto, David y sus 600 siguieron a Aquis en el campamen- a 0:351
to filisteo. Los com andantes le pidieron entonces a Aquis que V,eX,v'
explicara por qué David, que había matado a tantos filisteos, iba ahora
a luchar al lado de ellos. Aquis contestó a esto que David estaba con
ello pagándole el haberle concedido refugio, y anhelante de vengar
se de Saúl. Pero los comandantes recomendaron a Aquis que no
dejara que David se uniera en la batalla, porque podría revolverse
Después de la batalla del monte Gilboa (al fondo), los cuerpos del rey Saúl y de
Jonatán fueron colgados sobre las murallas de Bet-sán (ruinas en primer plano).
¿e David y fueron muertos en sus mesas, todos menos 400, que mon
taron en rápidos camellos y escaparon. David y los suyos recuperaron
a sus mujeres e hijos, así como el botín que habían tomado los
atníilecilas.
Mientras tanto, los filisteos habían entablado batalla con los israe- a 6:368
litas [en el Monte Gilboa] y logrado una gran victoria. Saúl y sus hijos n x,Vl 7
lucharon con bravura, sabiendo que no podían esperar otra cosa que
una muerte honrosa. Atrayendo a sí mismos la línea del frente ene
migo, los tres hijos de Saúl fueron rodeados y muertos, incluyendo
jonatán. Cuando cayeron, los hebreos huyeron en gran desorden y
confusión, sufriendo una gran matanza. Saúl mismo se vio obligado
a huir con un fuerte cuerpo de ejército a su alrededor, pero la mayor
parte de estos soldados fueron abatidos por las flechas y jabalinas
filisteas. Saúl se volvió y luchó magníficamente, pero recibió tantas
heridas que quedó demasiado débil para darse muerte a sí mismo, y
le pidió a su escudero que lo traspasara con su espada antes que el
enemigo pudiera tomarlo vivo. Pero, al rehusar el escudero, Saúl
puso su propia espada contra sí mismo y se tiró sobre ella. Como no
podía lograr que penetrara, le pidió a un joven amalecita que la em
pujara. Este lo hizo así, y después de lomar la corona real de la cabeza
de Saúl y el brazalete de oro de su brazo, huyó. Cuando el escudero
vio que Saúl estaba muerto se mató él mismo.
Al día siguiente, cuando los filisteos acudieron a despojar los cuer- a 6:374
pos de los muertos, encontraron los de Saúl y sus hijos, y les cortaron n XIVí8
las cabezas, y empalaron sus cuerpos sobre las murallas de Bet-sán.
Pero cuando los isra e lita s de Jabes de G alaad su p ieron esta
mutilación, marcharon toda la noche hasta Bet-sán, recogieron los
cuerpos de Saúl y de sus hijos, y se los llevaron a Jabes, donde los
sepultaron. El enemigo o bien no pudo o no se atrevió a detenerlos,
por el gran valor que mostraron.
Saúl llegó a su fin, como Samuel había predicho, debido a su des- vi. xiv. s
obediencia con respecto a los amalecitas, y por la matanza del sumo
sacerdote y de su familia. Reinó dieciocho años durante la vida de
Samuel, y veintidós 4 más después de su muerte.
9
El rey D a v id
D
A 7:1 avid llegó de vuelta a Siclag el mismo día en que los filisteos
VII, 1, J
c. 1010 lograron la victoria sobre Saúl. Al tercer día después de la
u.C.
lucha, el hombre que había dado muerte a Saúl por petición suya
llegó a Siclag, con los vestidos rasgados y cenizas sobre su cabeza. Le
dijo a David que los hebreos habían sido derrotados y que decenas de
millares de ellos habían sido muertos, incluyendo a Saúl y sus hijos. Para
demostrárselo, sacó la corona y el brazalete y se los dio a David. David
rasgó entonces sus vestiduras, llorando y lamentándose todo el día. Su
dolor aumentó con la memoria de Jonatán, su más querido amigo, que
había salvado su vida. Le dijo al hombre que había matado a Saúl que
se había acusado a sí mismo, y al saber que era amalecita ordenó que
fuera ejecutado. David compuso también endechas para el funeral de Saúl
y de Jonatán que han sido preservadas hasta el día de hoy.
V II, I, 2 Habiendo hecho estos honores al rey, David inquirió a Dios por medio
del profeta dónde debía él ir a vivir. Cuando Dios respondió que debía ir a
Hebrón, en la tierra de Judá, David salió de Siclag con sus seguidores y el
pueblo de Judá lo proclamó rey.
Vil, /, 3 Sin embargo, al oír estas noticias Abner, el comandante en jefe de Saúl,
se apresuró a ir al campamento. Tomó consigo al cuarto hijo de Saúl, lla
mado Is-boset, y pasó el Jordán a la gente de la otra ribera. Allí lo proclamó
rey sobre todos los israelitas menos sobre la tribu de Judá. Encolerizado con
tra Judá por escoger a David como rey les declaró la guerra. Mientras tanto,
David designó a su sobrino Joab como comandante en jefe y lo envió a lu
char contra Abner.
Los dos ejércitos se encontraron cerca de la ciudad de Gabaón y se dis
pusieron para la batalla. Abner propuso que doce de los hombres más
valientes fueran seleccionados de cada lado, y que ellos lucharan entre sí
para decidir el resultado. Hecho así, los veinticuatro lanzaron sus lanzas y
luego sacaron las espadas, luchando con tanto ardor que todos ellos mu
rieron. Entonces los dos ejércitos se lanzaron el uno al otro, y después de
una dura batalla los hombres de Abner fueron derrotados.
A 7:20 Desde este momento hubo guerra civil entre los hebreos, la cual duró
Vil, II, 4
mucho tiempo. Los seguidores de David iban fortaleciéndose, mientras que
el hijo de Saúl y sus súbditos iban debilitándose de día en día. Abner
contactó con David en Hebrón pidiéndole que se comprometiera a la amis
tad con él si él persuadía al pueblo a rebelarse contra el hijo de Saúl y a
proclamar rey a David. A esto accedió David, pero le pidió a Abner, como
prueba de buena fe, que le devolviera la esposa que le había costado 600
cabezas de filisteos. Entonces Abner lomó a Mical de su marido y la envió
a David, Entonces él persuadió a los oficiales y al pueblo de que Dios, por
nledio de Samuel, había escogido a David como rey, y todos asintieron.
Abner fue a Hebrón para planear la transferencia del poder, y David le vu. ¡i, n
dio una espléndida acogida. Pero Joab se sintió celoso, temiendo que fue
ra a ser reemplazado como comandante en jefe, y asesinó traicioneramente
a Abner cuando éste se iba de Hebrón. David juró delante de Dios que él
no tenía parte en este asesinato, e invocó terribles maldiciones sobre el ase
sino y su familia. Luego condujo al pueblo en un profundo duelo por Abner
y le celebró un magnífico funeral en Hebrón.
Is-boset, habiendo recibido un duro golpe con la muerte de Abner, no le VII, n, 1
sobrevivió mucho tiempo. Dos oficiales benjamitas suyos pensaron que si
lo mataban recibirían gran recompensa de parte de David y que serían nom
brados comandantes de su ejército. Penetraron en la casa de Is-boset un
caluroso mediodía y lo encontraron solo y durmiendo, sin guardianes a su
alrededor. Lo mataron, le cortaron la cabeza, y se la llevaron a David en
Hebrón. Pero David gritó: “Viles miserables, ¡recibiréis una recompensa rá
pida! ”, y ordenó que fueran muertos, haciendo enterrar la cabeza de Is-boset
con grandes honores en el sepulcro de Abner.
Los líderes hebreos acudieron entonces a David en Hebrón reconocién A 7:53
VII. II, 2
dole como rey. Por fin, así, David reinaba sobre todas las tribus de Israel.
Convocó una reunión de todos los guerreros, que vinieron a Hebrón con
sus arreos militares, proclamando todos a David como rey. Después de ha
ber festejado durante tres días en Hebrón, David se puso al frente de ellos
para ir contra Jerusalén.
La conquista de Jerusalén
Los jebuseos, de raza cananea, vivían en la ciudad y cerraron las puer VII, III, I
tas contra David. En las almenas pusieron a sus mancos y ciegos para
burlarse del rey. Sus murallas eran tan fuertes, decían, que estos mutilados
les bastarían para impedirles la entrada.
Encolerizado ante tales insultos, David puso sitio a Jerusalén y pronto con
quistó la ciudad baja. Debido a que la ciudadela iba a ser difícil de tomar, ofreció
una recompensa a sus soldados. El primero en trepar desde los desaguaderos
para capturar la ciudadela sería el comandante en jefe de todo el ejército. 'Lo
dos se lanzaron ansiosos de trepar las murallas, pero Joab se adelantó al resto.
Tan pronto como llegó arriba de la ciudadela le gritó al rey y reclamó la jefatu
ra suprema. A 7:65
Cuando David hubo expulsado a los jebuseos de la ciudadela, recons a.¡t.C.1003
truyó Jerusalén llamándola la Ciudad de David, y allí vivió durante todo III, Vil.
2
122 Antigüedades de los judíos
su reinado. Hiram, rey de Tiro, hizo alianza con David y le envió madera
de cedro y diestros carpinteros para edificar un palacio real en Jerusalén.
David cerró la ciudad baja y la unió a la ciudadela para componer una sola
unidad. La rodeó con una muralla designando a Joab como guarda de las
murallas. Aunque Josué había designado anteriormente esta ciudad para
los hebreos, no pudieron expulsar a los cananeos hasta el asedio de David
515 años más tarde.
VII, III, 3 En Hebrón David había tenido seis hijos con seis mujeres. Ahora en Je
rusalén se casó con más mujeres y concubinas que le dieron once hijos y
una hija.
VII, IV. I Cuando los filisteos supieron que David había sido escogido rey de los
hebreos marcharon contra Jerusalén, acampando en el llamado valle de los
Gigantes, que no está lejos. Después que el sumo sacerdote le profetizó una
victoria decisiva, David se puso al frente de sus tropas y atacó la retaguar
dia del enemigo, matándolos y dispersándolos. Posteriormente, los filisteos
volvieron con un ejército tres veces más grande, pero David los puso tam
bién en fuga y los persiguió hasta Gezer en su frontera.
David y Betsabé
A 7:130 Una tarde David fue a pasear por el terrado del palacio, como era su cos
VII, Vil, 1
tumbre. Desde allí vio a una mujer muy hermosa bañándose en su casa con
agua fría. Se llamaba Betsabé. Cautivado por su belleza e incapaz de refre
nar su deseo envió a buscar a la mujer y durmió con ella. Quedando
embarazada, Betsabé le pidió al rey alguna manera de ocultar su pecado,
porque según las leyes merecía la muerte por adulterio.
David llamó al marido de ella, Urías, que era escudero de Joab. Vino en
tonces del asedio de la capital amonita, Rabá, y David le preguntó acerca de
la campaña. Entonces hizo que le sirvieran algo de su cena y le ordenó que
fuera a casa con su mujer, y que descansara con ella. Sin embargo, Urías dur
mió con los otros escuderos. David le preguntó por qué no había ido a su casa
después de una ausencia tan larga. Él contestó que no estaría bien que él dur
miera con su mujer cuando sus colegas estaban durmiendo sobre el suelo en
territorio enemigo. Aquella noche el rey lo invitó a cenar, y lo indujo a beber
hasta que logró emborracharlo. Pero de nuevo durmió enfrente de la puerta
del rey, y no sintió deseo de irse con su mujer. Por último, David escribió una
carta sellada a Joab diciéndole que Urías merecía castigo. Sugirió que fuera
puesto en la zona de combate más intenso, y que sus camaradas se retiraran
cuando comenzara la acción.
Así que Joab puso a Urías en la zona de más recio combate. Los amonitas
hicieron una salida repentina y tuvo que luchar solo, porque todos los de
más se retiraban. Dio muerte a algunos de los enemigos antes que él y algunos
de sus camaradas se vieran rodeados y muertos.
VII, VII, 2 Cuando David supo del asalto se encolerizó de que lo hubieran dirigido
contra las murallas de la ciudad, hasta que oyó que Urías había muerto.
Betsabé se dolió por la muerte de su marido muchos días, pero cuando ter
minó su duelo David se casó con ella. Sin embargo, Dios se airó ante lo que
A 7:147 había hecho David, y envió al profeta Natán a enfrentarse con él. Se presen
VII, VII, 3
tó Natán delante del rey y le dijo: “Oh rey, quiero pedirte tu opinión acerca
de algo. Había dos hombres viviendo en la misma ciudad, uno de los cuales
era rico y el otro pobre. El hombre rico tenía muchos ganados y rebaños, pero
el pobre sólo tenía una cordera. La crió con sus hijos, y la dejaba comer con
ellos, y la quería como si fuera una de sus hijas. Un día, alguien vino a visi
tar al rico. Pero en lugar de matar de sus propios rebaños para agasajarle fue
a buscar la cordera del pobre, y la preparó para su invitado.”
David se enfureció y dijo: “¡Este hombre es un malvado! ¡Tiene que pa
gar cuatro veces por la cordera, y luego ser ejecutado! ”
Para ocultar su adulterio con Betsabé, el rey David dispuso la muerte de su marido
Urías en la batalla de Rabá de Amón, conocida más tarde como Filadelfia, donde
fue construido este teatro romano. Hoy la ciudad es Amán, la capital de Jordania.
el niño estaba vivo había mostrado un dolor apropiado, esperando que Dios
tuviera misericordia. Pero ahora que había muerto sería inútil dolerse más.
Ellos alabaron la sabiduría del rey. Luego David durmió con su mujer
Betsabé, y ella concibió y tuvo un hijo. Siguiendo las instrucciones de Natán
le pusieron Salomón.
VII. VII. 5 Mientras tanto, el asedio de Joab de la capital amonita estaba llevando a
la ciudad a la derrota, e invitó a David a hacer el último asalto. Tomando a
sus hombres, el rey asaltó la ciudad con éxito dando muerte a sus habitan
tes, y permitió a sus soldados que tomaran botín.
Amnón y Tamar
A 7 :1 6 2 Pero después que David volviera a Jerusalén se dio un gran escándalo
VII. V III, 1
en su casa. Su hija Tamar era todavía virgen y notablemente hermosa.
Amnón, el hijo mayor de David, se enamoró de ella, y en su frustración se
volvió pálido y mustio. Le contó a un amigo suyo acerca de su pasión de
amor, y entonces siguió el plan que éste le sugirió. Pretendiendo estar en
fermo, Amnón se acostó, y le rogó a su padre que enviara a su hermana a
que lo cuidara. Despidiendo a los siervos, contempló a Tamar preparando
algunas golosinas en el horno para él. Le pidió que sirviera la comida en
su alcoba interior, y ella accedió. Allí la asió, tratando de seducirla, pero
ella gritó: “¡No, hermano mío!, ¡No me obligues a hacer tal cosa, atrayendo
la vergüenza sobre ti y sobre nuestra casa! ” Ella le sugirió entonces que ha
blara con su padre, que consentiría a su casamiento. Pero sólo estaba
tratando de ganar tiempo, a fin de apagar su concupiscencia.
Ardiendo de deseo, Amnón hizo oídos sordos a sus protestas y violó a
su media hermana. Pero tan pronto la hubo forzado le sobrevino un ataque
de odio, y se volvió insultante, ordenándole que se fuera. Ella pensó que
era ultrajante de su parte que él la echara a plena luz del día para que se
hiciera patente su vergüenza, pero él ordenó a su siervo que la echara.
Tamar, indignada, rasgó su túnica, echó cenizas sobre su cabeza, y fue
clamando por medio de Jerusalén, gritando acerca de la violencia que se
había cometido contra ella. Su hermano Absalón la encontró —los dos te
nían la misma madre— y se enteró de lo sucedido. La apremió a que se
calmara, y entonces la llevó a su casa.
VII, VIII, 2 Cuando David supo lo sucedido quedó anonadado. Pero por cuanto ama
ba profundamente a Amnón, que era además su primogénito, se vio
obligado a no castigarlo. Pero Absalón lo odió ferozmente, y dos años des
pués maquinó el asesinato de Amnón en una fiesta en la que bebió
demasiado. Absalón huyó entonces de David a su abuelo materno en Gesur,
donde se quedó durante tres años.
VII, VIII, 4 Joab finalmente ayudó a reconcilar a padre e hijo, y trajo felizmente a
Absalón de vuelta a Jerusalén. Era aún notablemente apuesto, y su cabello
El rey David 127
era tan espeso que difícilmente lo podía cortar cada semana. Pero David
rehusaba aún dar la bienvenida a Absalón, y le dijo que se fuera a vivir a
su Pr0 Pia casa
ba rebelión de Absalón
Durante dos años Absalón vivió en Jerusalén sin ver a su padre. Un día a 7:100
¡nandó llamar a Joab, pidiéndole que intercediera ante su padre, pero Joab v"‘ v"h5
no le quiso hacer caso. Entonces Absalón hizo que sus siervos incendiaran
un campo adyacente al de Joab. Joab se enfureció y fue a ver a Absalón para
preguntarle por qué había ordenado aquel incendio. Absalón le replicó:
“para lograr que me escucharas. Ahora que estás aquí, te ruego que apla
ques a mi padre. Mi regreso es peor que mi exilio, si la ira de mi padre
prosigue.”
Joab se sintió conmovido y accedió a tratar de reconciliarlos. David quedó
persuadido y mandó llamar a Absalón, que se postró en tierra y le pidió
perdón. El rey lo levantó y prometió olvidar lo que había hecho.
Poco después Absalón adquirió una gran cantidad de caballos y de ca- vn.ix. 1
rros y se rodeó de cincuenta hombres armados. Temprano cada mañana
acudía a palacio, y consolaba a los que habían perdido sus causas ante el
tribunal de su padre. Afirmaba que él habría fallado de manera diferente,
y ganó favor entre la gente. Cuatro años más tarde juzgó que ya había ma
durado el üempo para la rebelión. Pidió permiso a su padre para ir a Hebrón
y ofrecer sacrificio a Dios, porque había hecho voto mientras estaba en el
exilio. Cuando Absalón llegó a Hebrón una multitud de sus seguidores lo
proclamó rey. Entre ellos estaba Ahitofel, consejero de David.
David quedó aturdido y alarmado cuando oyó las nuevas de la rebelión vu. rx, 2
de Absalón, y decidió escapar a las tierras allende del Jordán. Muchos es
taban dispuestos a acompañarle, incluyendo sus 600 fieles de los tiempos
de Saúl. Los sacerdotes y los levitas le habrían seguido también con el arca,
pero David les aconsejó que se quedaran, diciendo que Dios lo libraría.
Mientras David ascendía el monte de los Olivos, descalzo y llorando, le
llegaron noticias de que Ahitofel se había pasado a Absalón. Esto le in
quietó aún más, porque sabía que la sabiduría de Ahitofel iría a beneficio
de Absalón, por lo que le pidió a Dios que hiciera que Absalón descon
fiara de Ahitofel. Desde la cumbre del monte David miró atrás a la ciudad
llorando. Un amigo fiel de David, llamado Husai, quería ir con él, pero
David le apremió a que se quedara en Jerusalén como espía. Debía pre
tender lealtad a Absalón, pero contradecir el consejo de Ahitofel.
Algo más adelante se encontró con Siba, que le dio provisiones al rey. vu. ¡x. 3
Era un siervo que David había dado a Mefiboset, hijo de Jonatán. Cuando
le preguntó acerca de Mefiboset Siba contestó: "Espera ser escogido rey
durante esta confusión, como recompensa de todo lo que Saúl hizo por el
1 2 8 Antigüedades de los judíos
pueblo.” David enfureció, y al instante otorgó a Siba todo lo que antes ha
bía dado a Mefiboset.
A 7:207 Más adelante en el camino salió un pariente de Saúl llamado Simei, arro
VII, IX , 4
jándole piedras a David y maldiciéndole como un criminal sanguinario que
estaba ahora siendo castigado como merecía. El sobrino de David, Abisai
hubiera querido despedazarlo, pero David lo detuvo diciendo: “No me aver
güenzan los ladridos de este cachorro porque es Dios que está tras su
frenesí.” Y prosiguió su camino, sin escuchar a Simei, que corría al lado
de ellos por el otro lado del monte maldiciéndole todo el camino.
VII, IX . 5 Mientras tanto, Absalón había llegado a Jerusalén con su consejero
Ahitofel y todos sus seguidores. Husai, el amigo de David, fue a Absalón
para ofrecerle sus servicios. Absalón sintió sospechas al principio, pero
Husai explicó que ahora apoyaba a Absalón porque Dios lo hacía, y ade
más porque la corona quedaba dentro de la misma familia. Convencido de
su lealtad, Absalón deliberó con Ahitofel acerca de qué estrategia seguir, y
éste le aconsejó que durmiera con las concubinas de su padre, causando
así una rotura irreparable con él; porque Ahitofel le advirtió que el pueblo
dudaba al principio acerca de luchar contra David en vistas de la posibili
dad de una futura reconciliación entre padre e hijo. Absalón hizo levantar
una tienda en el terrado del palacio. A la vista de todos, fue y yació con las
concubinas de su padre, cumpliendo la profecía de Natán.
VII, IX, 6 A continuación pidió consejo a Ahitofel acerca de la guerra contra su
padre. Ahitofel dijo que si le dejaba 1 0 . 0 0 0 hombres marcharía contra Da
vid, le daría muerte, y traería a los soldados de vuelta sanos y salvos. A
Absalón le gustó este plan, pero envió a buscar a Husai para pedirle tam
bién su opinión. Ahora Husai temió que si se seguía la estrategia de
Ahitofel David sería muerto. Por ello aconsejó a Absalón que esperara
hasta que pudiera movilizar un gran ejército, y que entonces derrotaría
con seguridad al rey si tomaba el mando personalmente. Dios hizo que
Absalón prefiriera el consejo de Husai al de Ahitofel.
VII, IX, 7 Entonces Husai fue a ver a los principales sacerdotes, que apoyaban a
David, y les dijo lo que se había decidido. Ellos enviaron mensajeros a Da
vid, los cuales tuvieron que esconderse en un pozo por un tiempo para
eludir a unos que los perseguían, antes de poder llegar a donde estaba el
rey.
VII, IX, 8 Cuando Ahitofel supo que su consejo había sido rechazado enalbardó
su asno, y se fue a su ciudad natal. Llamando a su familia les dijo que por
cuanto Absalón no había querido seguir su consejo de cierto sería derrota
do por David. Por ello, dijo, mejor sería dejar este mundo como hombre libre
que rendirse a David, que seguramente lo castigaría por haber ayudado a
Absalón. Entonces tomó una cuerda y se colgó.
El rey David 129
fuerte. Todos los hombres principales le recibieron cordialmente y le die VII, IX, 8
contra su padre. David contó a sus propios hombres —había 4.000— y puso
capitanes sobre ellos. Él mismo los habría llevado a la batalla, pero sus ami
gos no quisieron dejarle porque si eran derrotados bajo su mando se perdería
toda esperanza. Pero mientras él viviera podría inspirar la recuperación de
cualquier derrota. Así, David se quedó en la ciudad, y envió a sus coman
dantes a que se encontraran con Absalón. Les apremió a que fueran valientes
y leales, pero les imploró que no mataran a su hijo Absalón.
El ejército de David, aunque pequeño, era más diestro y capaz. Después VU, X , 2
so para ir a darle a David las nuevas de la victoria. Pero Joab contestó: “Tú
siempre has sido un mensajero de buenas nuevas, y no estaría bien que fue
ras a decirle al rey que su hijo está muerto.” Joab llamó a un siervo etíope y
le ordenó que corriera al rey para decírselo. Pero otra vez Ahimaas le pidió a
Joab que le dejara ir, prometiendo sólo hablarle de la victoria. Joab le dejó ir
y Ahimaas llegó el primero.
David estaba sentado a las puertas de la ciudad esperando noticias de la A 7:248
cómo le había ido a Absalón, y él contesto: “¡Que todos tus enemigos lle
guen al mismo fin que Absalón!”
Abatido de dolor, David subió a una cámara encima de la puerta y lloró,
golpeándose el pecho, mesándose el cabello y chuñando: “¡Oh, Absalón,
hijo mío! ¡Ojalá hubiera muerto yo contigo!”
Cuando el ejército y Joab se enteraron de cuán profundamente el rey se
dolía por su hijo, se avergonzaron de entrar en la ciudad como vencedo
res, llegando en cambio cabizbajos como si hubieran sido derrotados. Pero
Joab fue a ver a David y lo consoló diciendo: “Oh, señor, pareces odiar a los
que te aman y arriesgan sus vidas por ti y amar a tus peores enemigos. Por
que si Absalón hubiera vencido ninguno de nosotros habría quedado vivo.
Todos, comenzando por ti y tus hijos, habrían muerto miserablemente. Cesa,
pues, en tu irrazonable dolor, y ve a tus soldados, y agradéceles la victo
ria.” David entonces se puso presentable, y se sentó a las puertas de la
ciudad, a donde todo el pueblo fue corriendo para saludarle.
jle que Amasa hubiera recibido un rango como el suyo. Ambas fuerzas si-
guierofl entonces a Joab a una ciudad fortificada llamada Abel-bet-maaca,
donde Seba se había refugiado, y le puso sitio.
Una sabia anciana apareció en las murallas y llamó a Joab. Cuando apa- A 7:2119
VU, XI, /I
rgció ella dijo: "Dios ordenó reyes y generales para expulsar a los enemigos
de los hebreos, pero vosotros estáis decididos a destruir una ciudad israe
lita que no ha hecho ningún mal. ” Joab replicó que no era su intención matar
a nadie del pueblo ni destruir la ciudad. Si entregaban a Seba, que se había
rebelado contra el rey, retiraría su ejército. Entonces la mujer fue a hablar
con los ciudadanos y les preguntó: “¿Queréis morir miserablemente por
causa de un hombre indigno a quien nadie conoce? ¿Y le queréis a él como
rey en lugar de a David, que ha sido vuestro benefactor?” Entonces les per
suadió a que le cortaran la cabeza a Seba y que se la echaran al ejército de
Joab. El genera] del ejército tocó entonces retirada y levantó el sitio.
Después de más batallas con los filisteos, en las que David fue victorio
so, finalmente llegó a gozar de una larga paz. Compuso cánticos e himnos
a Dios, y diseñó instrumentos musicales de cuerdas y de metal. Estaba ro
deado de muchos hombres valientes, de los que treinta y ocho eran
especialmente famosos.
El censo y la plaga
El rey David tenía deseos de conocer el número de sus súbditos, y le orde
VII,
nó a Joab que fuera a contar el pueblo. Joab, que mantenía que no había XIII, 1,2
necesidad de tal cosa, tomó consigo a los jefes de las tribus y a los escribas y
pasó por el país para hacer el censo. Después de nueve meses y veinte días
volvió al rey informando que, excluyendo Leví y Benjamín, las tribus tenían
900.000 hombres que podían luchar, incluyendo a 400.000 sólo de Judá.
Había una ley dada por Moisés ordenando que si se hacía un censo, se debía
pagar medio siclo a Dios por cada persona.7 David no cumplió esta ley, y los
profetas le dijeron que Dios estaba airado con él por ello. David pidió a Dios
su misericordia y perdón. Entonces Dios envió al profeta Gad a decirle a Da
vid que debía escoger uno de estos tres castigos: un hambre de siete años, la
derrota ante sus enemigos durante tres meses, o una peste de tres días. Da
vid se sintió angustiadamente perplejo, pero finalmente escogió lo último,
diciendo que era mejor caer en manos de Dios que en las de sus enemigos.
Dios envió entonces un ángel que lanzó una gran plaga sobre los hebreos VII, XIII, 3
que subiera en el acto a la era de Arauna jebuseo y que edificara allí un al-
lar para ofrecer sacrificio. Arauna [Oronas en la edición de CLIE] estaba
trillando su trigo cuando David llegó con sus acompañantes. El corrió ha.
cia el rey, se postró, y le preguntó qué deseaba. David le dijo que había
venido a comprarle su era para poder edificar allí un altar y ofrecer sacrifi.
ció a Dios.
Arauna dijo que ofrecería la era como un don y que también le daría
sus bueyes como holocausto. David le dio las gracias, pero pidió pagarle
por todo, por cuanto no era propio ofrecer un sacrificio que no costara
nada. Entonces le compró la era por 50 sidos,3 edificó el altar y ofreció
sacrificios. Dios quedó aplacado y volvió a mostrarse en gracia. Ahora
bien, éste era el mismo lugar en el que Abrahain sacrificó un carnero en
lugar de a su hijo Isaac. Cuando David vio que Dios se complacía con su
sacrificio, llamó a toda aquella área el Altar de Todo el Pueblo, y lo esco
gió como lugar donde el templo sería edificado.
La muerte de David
A 7:335 David comenzó a preparar piedra, madera de cedro, bronce y hierro para
VII,
XIV, 1 la construcción del templo, designando a 80.000 albañiles para que corta
ran las piedras, e importó grandes cedros de Tiro y de Sidón. Por cuanto
su hijo Salomón era joven e inexperto, dijo David, él le prepararía los ma
teriales para construir el templo.
VII, XIV, 2 Llamó entonces a Salomón, le dijo que Dios le había escogido como su
sucesor para el reino, y le predijo que edificaría el templo. David citó los
preparativos que había hecho con este propósito, e informó a Salomón que
había reservado una gran cantidad de oro y plata en su tesorería para pa
gar los materiales y a los trabajadores.
VII, XIV, 3 David era ahora muy viejo, y su cuerpo tan entumecido y frío que ni mu
chas ropas le podían dar calor. Sus médicos le sugirieron que se escogiera
una hermosa virgen para que durmiera con el rey y lo calentara. Encontra
ron a una muchacha de gran belleza que se llamaba Abisag, que meramente
mantenía al rey caliente en la misma cama porque estaba demasiado débil
para poder tener relaciones con ella.
A 7:345 Pero el cuarto hijo de David, Adonías, aspiraba a ser rey en lugar de
VII.
xiv, 4,n Salomón, y lo apoyaban Joab y el sumo sacerdote Abiatar. Preparó él un gran
banquete fuera de la ciudad, en el huerto real, para todos sus partidarios,
que estaban bromeando, aplaudiendo y deseándole un largo reinado. Pero
el profeta Natán alertó a Betsabé, y los dos fueron a ver a David y le pregun
taron si había declarado rey a Adonías, en vista de los festejos que se estaban
celebrando. David decidió proclamar a Salomón rey en el acto. Ordenó a
sus siervos que ensillaran la muía real y que sentaran en ella a Salomón, y
que lo llevaran al manantial de Gihón donde debían ungirle como rey. En-
133
para prepararse para la edificación del templo, David importó maderos de cedro
del Líbano. Hoy, el último bosque de estos cedros se encuentra en una reserva
especial en el punto más alto del Líbano, donde la nieve cubre los montes en el
invierno.
tonces debían tocar trompetas y gritar fuerte: “¡Viva el rey Salomón! ”, para
que todo el pueblo supiera que había sido declarado rey por su padre.
Después de esto, Salomón fue al palacio real y se sentó en el trono, mien VII, XIV, 6
cho y a las grandes sumas de dinero reservadas para este propósito. Cuando
David hubo acabado de hablar, muchos de los sacerdotes y de los levitas se ade
lantaron y prometieron ayudar a Salomón, y darle cantidades de oro y plata
de hierro y joyas. David ordenó que se ofrecieran solemnes sacrificios, y en
VII, XV, 1 tonces se celebró una gran fiesta, en la cuál él mismo festejó con la multitud.
Poco después David enfermó, y en su lecho de muerte dio las últimas ins-
trucciones a Salomón, apremiándole a que obedeciera a Dios; luego añadió;
“Recuerda el crimen de Joab, que por envidia mató a dos valientes genera
les. Venga sus muertes de la manera que te parezca mejor, porque Joab, al
ser más poderoso que yo, ha escapado hasta ahora al castigo. En cuanto a
Simei, que me maldijo, pero que recibió seguridades de que por ahora no
9 7 1 a.C . recibiría castigo, encuentra una razón plausible para castigarle.”
VII, XV. 2-3
Con estas instrucciones David murió a los setenta años, habiendo gober
nado siete años en Hebrón sobre la tribu de Judá, y treinta y tres años en
Jerusalén sobre toda la nación. Salomón lo sepultó en Jerusalén con gran
esplendor y una gran cantidad de riqueza.
1. El s id o era una moneda de plata (pocas veces de oro) que pesaba aproximadamente
cuatro décim os de una onza. C alcular su valor actual es muy difícil. En térm inos de
poder adquisitivo en aquel entonces, con un s id o de plata se podía com prar tres seahs
de cebada [2 R. 7:16), En cuanto al com entario hecho por Joab, las m onedas acuñadas
probablem ente no se usaban aún, por lo que la frase bíblica “diez sid o s de plata y un
talabarte” (2 S. 18:1 1 ) parece más precisa.
2. Éxodo 30:12ss.
3. “C incuenta sid o s de plata” según 2 Samuel 2 4 :2 4 , pero en 1 Crónicas 2 1 :2 5 dice
“600 sid o s de o ro ”.
Saúl y David
La pareja de padre respetable y Josefo agrega las ampliaciones,
digno e hijo despreciable no necesita adiciones y detalles acostumbrados a
p a s a r por dos generaciones. A veces los relatos bíblicos. Así, cuando
ocurre en la misma persona en la David inspecciona la ciudad de
forma de un gobernante que empieza Jerusalén una noche, Betsabé se está
bien y termina terriblemente mal. bañando en agua fría (A VII, VII, 1) —
Saúl y Salomón son ejemplos conoci las Escrituras no dicen nada de la
dos, y David es la muestra de uno que temperatura del agua— y la descrip
empieza bien, retrocede horrible ción de la batalla en la que matan a
mente, pero termina bien. Lo que es su esposo Urías es considerablemen
alentador, tanto del registro bíblico te más detallada, como lo son los
como de los escritos de Josefo, es la discursos y las introspecciones de los
destacada honestidaden ambos al principales personajes.
mencionar las imperfecciones de los Hay exageración en su efusivo
famosos. Aunque esperamos tal resumen de la carrera de David, la
veracidad y precisión en la cual, ¡nteraHa, dice: "Nunca hizo él
historiografía moderna, esta clase de nada malo, excepto el incidente con
candores rara en la literatura antigua, la mujer de Urías. También dejó
en la cual el héroe nunca tropieza; o, riquezas como no lo hizo nunca
en el caso de que hubiese trapos ningún otro re y ..." (A VII, XV, 2). Pero
sucios en la realeza, nunca se esto es más bien la norma en los
exhiben. Solamente entre los hebreos elogios antiguos, y uno no esperaría
y los h¡titas encontramos un reportaje menos para referirse al versátil
tan franco. Josefo merece crédito por pastor, músico, poeta y guerrero que
continuar esta tradición de fidelidad conquistó Jerusalén y triplicó el
general en los hechos al no disfrazar tamaño del reino de Saúl.
el adulterio ni el asesinato cometidos Más grave es otro error
por David, quien, de no haber sido cronológico cometido por Josefo.
por esto, hubiese sido muy admira Este cuenta que en un posterior
ble; ni la violación aTamar, hecho asedio a la ciudad de Jerusalén,
que claramente hubiese preferido ocurrido en el 135 a .C ., el sumo
disfrazar por causa de sus lectores sacerdote macabeo Hircano usó
grecorromanos. parte de la riqueza enterrada de
Aú n así, Josefo debe haber con- David para sobornar al enemigo para
cluido que algunos temas bíblicos que se retirase. Puesto que Josefo
tenían que ser modificados para esa dice que esto sucedió 1.300 años
audiencia por razones de modestia. después de la muerte de David,
Por tanto, Saúl permitirá que David se colocaría esa muerte en el 1435 a .C .,
case con su hija Mical si le trae las adelantándola unos 500 años. Sin
cabezas de 600 filisteos (A VI, X, 2), embargo, la agudeza de Josefo
mientras que la versión bíblica dice mejoraría en gran manera a medida
"cien prepucios de filisteos" (1 S. que se acercara a su propia época.
18:25). ¿Aumentó Josefo el número
por remordimientos de conciencia
por haber cambiado el registro
bíblico?
136
10
Sa l o m ó n y su s s u c e s o r e s
A
A 8:1 l comienzo del reinado de Salomón, toda la multitud lo sa
V III, I , 1 -3
ludó gozosamente y rogó que pudiera terminar su gobier
no en una edad anciana y feliz. Pero su hermano Adonías
fue a ver a la madre del rey, Betsabé, pidiéndole que le pidiera a
Salomón que le dieran a Abisag en matrimonio, por cuanto su [la
dre no había tenido relaciones con ella y había quedado virgen.
Así lo hizo Betsabé, pero Salomón rechazó la petición. Afirmó i|ue
Adonías buscaba la corona para sí mismo, con amigos tan pode
rosos corno Joab y el sumo sacerdote Abiatar. Envió a buscar a
Banaías, el capitán de su guardia, y le ordenó que diera muerte a
Adonías. También depuso a Abiatar del sumo sacerdocio y lo trans
firió a la familia de Sadoc.
VIH, [, 4 Cuando el general Joab oyó que Adonías había sido ejecutado huyó
al altar en busca de refugio, y no lo quiso dejar para comparecer rie
lante de Salomón para ser juzgado. Salomón ordenó a Banaías que
le cortara allí mismo la cabeza, considerándose sin culpa por la muer
te de Joab, y designó a Banaías como sucesor suyo en calidad de
general del ejército.
VIH, f. 5 En cuanto a Simei, Salomón le ordenó que se quedara en Jerusa-
lén, y que prometiera, bajo juramento, jamás dejar la ciudad. Así lo
hizo Simei, pero después de tres años dos de sus esclavos escaparon
a Gat y fue a buscarlos. Cuando volvió con ellos el rey se enteró, e
hizo que Banaías ejecutara a Simei.
VIH, II, 1 Habiendo castigado a sris enemigos, Salomón se casó con la hija
del rey de Egipto y reforzó las murallas de Jerusalén, gobernando su
estado en perfecta paz. Fue a Hebrón y sacrificó a Dios sobre el altar
de bronce construido por Moisés, ofreciendo 1.000 víctimas como
holocausto, Dios quedó complacido con su piedad y se !e apareció
al rey en sueños, ofreciendo darle lo que deseara. Salomón no le pi
dió oro ni plata ni otras riquezas, como un joven pudiera haber hecho.
Salomón y sus sucesores 137
gn lugar de esto dijo: “Dame, oh Señor, una mente sana y buen en
cendimiento, para poder juzgar al pueblo con verdad y justicia.”
Dios quedó complacido con esta respuesta. Prometió darle una sa
biduría sin paralelo, así como aquellas cosas que Salomón no le había
pedido, como riquezas, gloria y victoria sobre sus enemigos. También
prom etió preservar el reino para los descendientes de Salomón si con
tinuaba siendo recto e imitando las virtudes de su padre.
Un ejemplo de la sabiduría de Salomón aparece en el caso de dos a»;z6
rameras que acudieron ante él. Una de ellas le dijo: “Oh rey, esta otra V"L"■2
mujer y yo vivimos juntas en la misma habitación. Las dos tuvimos
un hijo cada una, y esta mujer ahogó accidentalmente a su hijo por
dormir encima de él. Pero mientras yo dormía, ella puso a su hijo
muerto en mis brazos, y tomó a mi hijo y lo puso a su lado. Y por la
mañana, cuando quise amamantar a mi pequeño, encontré en su lu
gar este cuerpo muerto, y ella rehusó devolverme a mi hijo.”
Salomón se dirigió entonces a la otra mujer, preguntándole qué
tenía que decir. Ella negó haber hecho tal cosa, insistiendo que el hijo
vivo era suyo y que el muerto era el de su adversaria. Todos los pre
sentes se sentían perplejos acerca de a qué mujer creer. Entonces el
rey mandó que trajeran a los dos niños, al vivo y al muerto, y mandó
llamar a uno de sus guardias. Le ordenó que sacara la espada y que
cortara a ambos niños por la mitad, para que cada una de las muje
res pudiera tener la mitad del niño vivo y la mitad del muerto. Todos
los asistentes se rieron del rey por lo bajo, pensando que actuaba
como un chiquillo. Pero la verdadera madre del hijo vivo gritó que
no se hiciera tal cosa; prefería que se le diera el niño vivo a la otra
mujer como si fuera de ella, y ella se contentaría con verlo. La otra
mujer estaba dispuesta a que dividieran al niño.
Entonces el rey supo quién era la verdadera madre, y dio el hijo a
la que había gritado pidiendo que no fuera muerto. Y condenó a la
otra como malvada, que no sólo había matado a su propio hijo sino
que estaba además dispuesta a que muriera el de su compañera. La
gente consideró este juicio como una señal de gran sabiduría, y con
sideraron al rey como poseedor de inteligencia divina.
Gozando de los beneficios de la paz, los hebreos se dedicaron a la vm u, ss
agricultura y se vieron recompensados con creces. Salomón, que
gobernaba desde el río Éufrates hasta Egipto, recogió mucho tribu
to, y tuvo tantos carros de guerra que tenía 40.000 establos para sus
caballos y 12.000 jinetes. También compuso odas, cánticos, parábo
las, encantamientos y exorcismos, e investigó las propiedades de la
naturaleza.
138 Antigüedades de los judíos
vm. Entonces Salomón se puso en pie y oró: “Sabemos que tú, oh Se
IV. 2 .3
La reina de Sabá
A 8 :1 3 0 Después que el templo estuvo acabado y dedicado, Salomón co
vm,
V, 1 -3 menzó a edificarse una casa para sí, y le tomó trece años acabarla.
Construida de mármol blanco, cedro, oro y plata, contenía varios
grandes salones rodeados de columnas. Uno era para juicios públi
cos y otro para el rey y su inmenso trono de marfil. Otro salón era para
la reina, y otro para fiestas y banquetes, para lo cual todos los uten
silios eran de oro. Luego había muchas otras estancias menores, todas
decoradas de manera suntuosa.
vm,
VI, 1-4
Salomón construyó torres en las murallas alrededor de Jerusalén
para fortificarla. También construyó o reconstruyó mi número de ciu
dades fuertes: Hazor, Meguido y Gezer, y fundó otras, incluyendo
Tadmor [Palmira], que tenía manantiales y pozos en el desierto de la
Siria superior. También subyugó a todos los cananeos no conquista
dos, y construyó una flota de naves en el golfo del mar Muerto en
Ezión-geber. Algunos de ellos navegaron hasta Ofir, cerca de la India.
A 8 :1 0 3
VIII.
La reina de Egipto y Etiopía era gran amante de la sabiduría. Ha
VI. r,.i¡ biendo oído lanío de Salomón decidió ir a Jerusalén para hablar con
Salomón y sus sucesores
La decadencia de Salomón
Aunque Dios había bendecido a Salomón de muchas maneras y le A 0:11)0
VIII,
había hecho uno de los reyes más sabios y más ricos, no perseveró, sino V II, 5
La insensatez de Roboam
A 11:212 Salomón fue sucedido por su hijo Roboam, pero los jefes del pue
VIII, VIH, 1
blo enviaron a pedir a Jeroboam que volviera de Egipto. Debía
encontrarse con ellos en Siquem, donde proclamarían al siguiente
rey. Cuando Roboam llegó allí, Jeroboam y los jefes del pueblo le pre
guntaron si tenía la intención de gobernar con más lenidad que su
padre, cuyo yugo había sido muy pesado. Roboam les dijo que les
daría respuesta en tres días.
VIII, VIH, 2 Luego fue a los viejos consejeros de su padre, que le dijeron que
hablara con gentileza al pueblo y que les asegurara que sería un rey
gentil y justo. Pero Roboam rechazó el consejo de ellos y consultó en
su lugar con sus amigos jóvenes. Ellos le dieron las palabras preci
sas a usar en una respuesta arrogante. Cuando la multitud estuvo
reunida, Roboam les dijo: “El más pequeño de mis dedos es más grue
so que los lomos de mi padre; y si habéis pensado que mi padre era
duro, esperad un trato aún más duro de mi. ¡Él os castigó con láti
gos, pero yo emplearé escorpiones!”
VIII, VIH, 3 El pueblo enfureció, y gritaron que no aceptarían a Roboam como
rey. Incluso apedrearon hasta matarlo a un emisario que les había en
viado para aplacarlos, por lo que montó en su carro y huyó a Jerusalén
para salvar su vida. Diez de las tribus escogieron a Jeroboam para que
reinara sobre ellos, pero las tribus de Judá y Benjamín permanecie
ron fieles a Roboam. Roboam se dispuso a preparar un gran ejército
para atacar a Jeroboam y a su gente, pero Dios le envió un profeta para
prohibírselo y así abandonó este plan.
Jeroboam
A 0:225 Jeroboam se edificó un palacio en Siquem, y vivió allí. Para impe
VIH,
VIII, 4,5 dir que sus súbditos fueran a adorar a Jerusalén, temiendo que se
sintieran tentados a volver a Jeroboam, hizo dos becerros de oro y edi
ficó santuarios para ellos, uno en Bet-el y otro en Dan. Al acercarse
Salomón y sus sucesores 143
Roboam
A 8 ¡246 Roboam, rey de las dos tribus, edificó grandes ciudades en Judá y
vm, x,
13 Benjam ín, y puso en ellas guarniciones. Los sacerdotes, levitas y
personas justas de las otras tribus venían a Jerusalén a adorar a Dios,
rechazando la veneración de los becerros de oro de Jeroboam.
Roboam tuvo 18 mujeres legítimas y 30 concubinas, y tuvo 28 hi
jos y 60 hijas. Pero al aumentar su prosperidad tam bién mostró
irreverencia contra Dios y se hizo culpable de blasfemia. Muchos del
pueblo siguieron su ejemplo, hasta que Dios les mostró su ira. Los
castigó enviándoles a Sisac, rey de Egipto, para que marchara con
tra ellos con un ejército inmenso y conquistara sus ciudades. Cuando
avanzó contra Jerusalén, el profeta Semaías anunció que Dios los
abandonaría, por cuanto ellos habían abandonado su adoración de
El. El rey Sisac tomó la ciudad sin lucha. Saqueó el templo y se lle
vó enormes cantidades de oro y plata para su tesorería y palacio,
9 1 3 a.c. Después que Sisac se volvió a Egipto, Roboam reinó atemorizado,
vm.
4 y murió a los cincuenta y siete años, después de reinar diecisiete. Fue
sepultado en Jerusalén en los sepulcros de los reyes, y lo sucedió su
hijo Abías.
El castigo de Jeroboam
a o :2G6 Mientras tanto, Jeroboam había también atraído sobre sí el casti
vm,;
go de Dios. Cuando su hijo enfermó, Jeroboam le dijo que se disfrazara
como una mujer del pueblo y que fuera al profeta Alnas en Siló. Este
era el profeta que había predicho que Jeroboam sería rey. “Háblale
como una desconocida —le dijo el rey— y pregúntale si nuestro hijo
se recuperará.”
Cuando la mujer de Jeroboam estaba cerca de la casa del profeta, Dios
se le apareció a Ahías, informándole de quién era ella y qué respuesta
debía darle. Entonces el profeta la llamó mientras aún estaba ella fue-
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146 ----------------------------------------------------------------------------------------------------- 1 I
ra: “¡Entra, mujer de Jeroboam! ¿Por qué le disfrazas? Dios sabe que
tú has venido aquí, y me ha dicho lo que debo decirte. Vuélvete a tu
marido y repítele estas palabras de parte de Dios: ‘Te hice grande cuan
do eras un hombre pequeño, y te conferí el reino de David. Pero por
cuanto has olvidado esto y me has abandonado para adorar dioses de
metal fundido, te volveré a disminuir. Toda tu familia será destruida,
y serán comida para los perros y las aves. Tu pueblo compartirá en el
cas Ligo siendo deportado de su buena tierra al país más allá del
Eufrates.’ Y tú, mujer, apresúrate a volver a tu marido; cuando llegues
a la ciudad tu hijo estará muerto.” Volviendo a su marido anegada en
llanto encontró a su hijo muerto, y se lo dijo todo al rey.
Sus sucesores
A 0:274 Cuando Abías sucedió a su padre Roboam, Jeroboam lo atacó con
VIII,
XI, 2-4 un gran ejército. Aunque las fuerzas de Abías eran mucho menores,
logró una maravillosa victoria por medio de Dios matando a 500.000
enemigos. Luego atacó sus ciudades más fuertes, incluyendo Bet-el,
y las saqueó.
Abías había reinado sólo tres años cuando murió, dejando cator
ce mujeres. Fue sucedido por su hijo Asa, bajo el cual hubo una
Salomón y sus sucesores 147
De Baasa a Acab
Volveré a Israel y al rey de ellos, Baasa, que había dado muerte al A 8:298
vm,
hijo de Jeroboam y se había hecho con el poder. Reinó veinticuatro XII, 3,4
años en Tirsa, pero se volvió incluso más malvado y blasfemo que
Jeroboam. Por ello, Dios le envió al profeta Jehü para que le advir
tiera de la destrucción que seguiría a tal conducta, pero descuidó
totalmente las amonestaciones del profeta. Atacó y conquistó Ramá,
a solo cuarenta estadios de Jerusalén, con la intención de emplearla
como base desde la que asolar el reino de Asa. Pero Asa hizo alianza
con el rey de Damasco, que invadió las ciudades septentrionales de
Baasa, incluyendo Dan, y le hizo retirarse de Ramá.
Puco después murió Baasa, y su hijo Ela le sucedió. Después de VIII,
XII, 5,G
reinar sólo dos años, Ela fue muerto a traición por Zimri, su capitán
de caballería, mientras estaba a solas comiendo. Zimri se proclamó
148 Antigüedades de los judíos
A
A 8:316
v in , x i i i , i
brepasó a los anteriores reyes con su extraordinaria mal
dad e iniquidad. Adoró a los becerros que Jeroboam había
hecho así como a los dioses nativos de su mujer Jezabel, hija del
rey de Tiro. Esta osada mujer edificó un gran templo a Baal, el dios
de Tiro, y designó sacerdotes y falsos profetas de esta deidad.
VIII. XIII, 2 Había un profeta de Dios de Tisbe [Elias] que vino a Acab y le dijo
que Dios no enviaría más lluvia ni rocío sobre la tierra hasta que él
volviera. Con esto se fue y vivió junto a un arroyo, donde los cuer
vos le traían alimento cada día. Pero cuando el arroyo se secó, fue a
la ciudad de Sarepta, entre Sidón y Tiro. Dios le había dicho que allí
encontraría a una viuda que le proveería de alimento.
Cerca de la ciudad se encontró con una mujer trabajadora que esta
ba recogiendo leña. Dios la identificó como la viuda, y Elias la saludó
y le pidió un poco de agua para beber. Cuando ella iba a buscarla la
llamó otra vez, y le pidió que le trajera también mía hogaza de pan. Pero
la mujer le dijo que sólo tenía un puñado de harina y un poco de acei
te. Estaba ahora recogiendo algo de leña para hacer un fuego y cocer
pan para ella y para su hijo, después de lo cual se morirían de ham
bre. Elias contestó: “Anímate y cobra esperanzas, pero prepárame
primero algo de comida. Porque te prometo que tu cuenco nunca se
vaciará de harina, ni tu jarra de aceite, hasta que Dios mande lluvia.”
La mujer hizo según le había ordenado, y ni ella, ni su hijo, ni el
profeta carecieron de comer hasta que cesó la sequía. Este árido pe
ríodo es citado por Menandro en su obra sobre el rey de Tiro.
v in , x iii, 3 Un día el hijo de la viuda enfermó y murió. Llorando y golpeán
dose el pecho acusó a Elias de haber venido para castigarla por sus
pecados causando la muerte de su hijo. Pero él llevó el cuerpo a su
propia estancia, lo puso sobre la cama y clamó a Dios, pidiéndole que
le restaurara la vida. Dios se compadeció de la madre, y, más allá de
Estatua de Elias dando muerte a los profetas de Baal, en la cumbre del monte
Carm elo, donde Elias esperó que se formaran nubes de lluvia.
ÍGNÍS ET VEPBUW
1 P S I U S 0GAS1 FACULA.
ARDEBAT (.SCCU X L V U 1 Ó
152 Antigüedades de los judíos
Entonces Elias les dijo a los profetas que se fueran, pero pidió ab:mo
al pueblo que se acercara para que vieran que no encendía la ma
dera a escondidas. Tomó doce piedras y edificó un altar, y luego
cavó una profunda zanja a su alrededor. Después de poner la leña
y el buey sobre el altar ordenó al pueblo que llenaran cuatro ba
rriles de agua. Hizo que la echaran sobre el altar, de modo que el
agiia empapara y llenara la zanja. Entonces Elias oró a Dios pidién
dole que mostrara su poder a un pueblo que había permanecido
en error durante tanto tiempo. De repente descendió fuego del cie
lo y consumió el altar. Incluso el agua se evaporó y el lugar quedó
totalmente seco.
Cuando los israelitas vieron esto se postraron y adoraron al Dios vm. xm. e
único, reconociéndole como al único verdadero Dios, mientras que
los otros eran meramente nombres inventados. Entonces, por orden
de Elias, tomaron a sus profetas y los mataron.
Elias le dijo al rey que podía irse a casa para comer porque venía
la lluvia. Él mismo subió a la cumbre del monte Carmelo y se sentó
en tierra, inclinando su cabeza sobre sus rodillas. El cielo estaba to
davía totalmente despejado, y Elias le dijo a un siervo suyo que fuera
a mirar al mar y que le hiciera saber si veía una nube subiendo. El
hombre fue seis veces pero sin ver nada. A la séptima vez dijo que
veía un pequeño objeto negro en el cielo, no más grande que la pisa
da de un hombre. Cuando Elias oyó esto envió recado a Acab,
diciéndole que se apresurara a irse a la ciudad antes que cayera la
lluvia, y así Acab se fue a Jezreel. Pronto el cielo estuvo cubierto de
nubes, y se levantó un fuerte viento, y cayó una lluvia torrencial.
Elias, lleno del espíritu de Dios, corrió junto al carro del rey todo el
camino hasta Jezreel.
La viña de Nabot
A 0:355 Había en Jezreel un tal Nabot que poseía un campo vecino a los del
VIH, XIII, 8
rey. Acab le pidió que le vendiera su campo al precio que fuera para
poderlo añadir a su propiedad. Pero Nabot rehusó todas las ofertas,
diciendo que la tierra le había sido dejada por sus padres.
Acab quedó tan contrariado que rehusó bañarse y comer. Cuan
do Jezabel le preguntó qué le pasaba, él le dijo que se sentía
insultado por Nabot. Ella le dijo que dejara su enfado, porque ella
se cuidaría del castigo de Nabot. Jezabel mandó recado a los magis
trados de Jezreel, ordenándoles que convocaran asamblea. Allí tres
hombres sin escrúpulos acusarían a Nabot de haber blasfemado
c o n tra D ios y c o n tra el rey, tras lo c u a l d e b e ría n m atarlo
apedreándolo. Ellos obedecieron a la reina, y ella luego le dio la viña
de Nabot al rey. Acab saltó de su cama lleno de alegría y se fue a ver
la viña. Pero Dios se llenó de ira y envió a Elias a encontrarlo allí.
“¿Qué has hecho?”, le preguntó el profeta. Acusándolo de asesinato
y de robo, Elias le dijo que en el mismo lugar donde el cuerpo de
Nabot había sido devorado por perros sería derramada la sangre de
Acab y de su mujer, y que toda su familia sería destruida. Acab se
arrepintió vestido de saco, y Dios dijo al profeta que aplazaría el
castigo mientras Acab viviera.
dijo a Acab que pondría sitio a la ciudad. Dijo que su ejército era tan
grande que si cada hombre tomaba un puñado de tierra podrían le
vantar terraplenes más altos que las murallas de Samaria. Acab le
contestó que no se jactara hasta que hubiera ganado la victoria. Ben-
adad estaba celebrando banquete con los treinta y dos reyes cuando
le llegó esta respuesta, e inmediatamente ordenó que sus hombres
levantaran terraplenes alrededor de la ciudad.
Ante esto Acab se aterrorizó, pero un cierto profeta le dijo al rey vm, xiv, 3
que no temiera porque sería victorioso. Mientras Ben-adad y sus
hombres se estaban emborrachando en sus tiendas, Acab y los israe
litas los atacaron victoriosos y los pusieron en fuga. El mismo
Ben-adad escapó apuradamente, a uña de caballo.
El profeta advirtió a Acab que Ben-adad volvería al año siguiente, a 8:379
vm, xiv, 4
por lo que se mantuvo alerta. Al llegar la primavera, los sirios de nue
vo invadieron con un gran ejército, y aunque el de Acab era muy
pequeño Dios le dio otra vez la victoria. Más de 100.000 fueron muer
tos en esta batalla, y el resto del enemigo huyó a Afee. Pero al llegar
a la ciudad sus murallas se derrumbaron encima de ellos, matando
a 27.000 más.
Ben-adad, con algunos de sus fieles siervos, se ocultó en una bo
dega. Ellos le aseguraron entonces que los reyes de Israel eran
misericordiosos, y que si le suplicaban a Acab él les perdonaría la
vida. Ben-adad aceptó su plan. Vestidos de saco y con sogas al cue
llo—la costumbre siria para los suplicantes— fueron bien recibidos
por Acab, que les dijo que hicieran venir a Ben-adad. Cuando él se
presentó, Acab lo tomó en su carro y lo abrazó. Después de hacer un
tratado de amistad, Acab lo envió de vuelta a su reino con dones, a
cambio de la promesa de devolverle algunas ciudades israelitas.
Pero un profeta llamado Micaías fue a uno de los israelitas y le dijo: VIII, xiv, 5
“Hiéreme en la cabeza, porque ésta es la voluntad de Dios.” Cuando
él rehusó, Micaías lo dijo que por haber desobedecido a Dios se encon
traría con un león que le daría muerte. Y así sucedió. Entonces Micaías
fue a otro israelita y repitió su orden, pero éste le golpeó y le quebró el
cráneo. Micaías se vendó la cabeza y fue a ver a Acab. Le dijo que era
156 Antigüedades de los judíos
La muerte de Acab
A 11:309 Debido a que Ben-adad no había cedido Ramot de Galaad, una de
vm,
X V 1-3 las ciudades arrebatadas a los israelitas, Acab planeó atacarle. Josafat
era entonces rey de Jerusalén, y su hijo se había casado con la hija
de Acab. Mientras Josafat y su ejército estaban siendo suntuosamente
agasajados en Samaria con mucho grano, vino y comida, Acab lo in
vitó a que se uniera en una campaña contra los sirios. Josafat era un
hombre justo que temía a Dios, por lo que pidió a Acab que pregun
tara a los profetas si deberían luchar, siendo que habían habido tres
años de paz entre Acab y los sirios. Acab reunió a sus [falsos] profe
tas, y les preguntó si sería v icto rio so contra Ben-adad. Ellos
contestaron que derrotaría al rey de Siria, como antes.
vm. xv. 4 Pero Josafat preguntó: “¿No hay aquí ningiín otro profeta de Dios
que nos pueda decir de un modo más preciso lo (pie va a suceder?”
Acab admitió: “Hay uno llamado Micaías, pero lo odio, porque me
profetizó que sería derrotado y muerto por el rey de Siria. Y por ello
lo eché en la cárcel.”
“Tráelo”, le dijo Josafat.
Cuando compareció y Acab le pidió que dijera la verdad, Micaías
le contestó: “Dios me ha mostrado a los israelitas huyendo de los sirios,
como un rebaño queda dispersado sin pastor. Esto significa que los
israelitas volverán a sus casas, y que sólo el rey caerá en la batalla.”
Pero Sedequías, uno de los falsos profetas, apremió a Acab a que
no diera crédito a Micaías. “Porque Elias — dijo él— es mayor profe
ta que Micaías. Y Elias predijo que la sangre del rey sería lamida por
los perros cerca de Jezreel, mientras que Micaías dice que serás muer
to [en Ramot]. Y si quieres otra señal de que no es un verdadero
profeta le golpearé. Que entonces él seque mis manos como lo liizo
una vez el profeta Jadón con la de Jeroboam.”
vm, xv, ¡ Cuando Sedequías golpeó a Micaías sin recibir daño, Acab se sintió
alentado. Condujo a su ejército contra los sirios, junto con Josafat. El rey
de Siria emprendió la marcha para resistirles, y acampó cerca de Ramot.
Para impedir (pie se cumpliera la profecía de Micaías, Acab se vis
A 11:41.2
Vil i, XV, r, tió como un soldado normal, dándolo sus ropajes a Josafat para que el
157
1000
A.C.
LOS REYES DE ISRAEL
(Después de la división del reino) 990
960
970
960
950
940
Jeroboam I
Dinastía de « 931909 930
jeroboam
920
Nadab 910
909-900
Dinastía 906-685
900
de Baasa
890
Efa Zimri Tibnl
885-884
Dinastía
de Omri
870
860
! Bfll 850
Johú
Dinastía 841*814 840
de Jehú
830
820
Jo aen/
8 1 4 -7 9 8
810
Joás 800
798*782
790
Joroboam II
782-745 780
770
760
750
Manado Zacarías Salum
745-736 745 745
Dinastía 740
de Manaén Pokalao Peka
Oseas
736-735 735.732
732-734 730
160
12
E l p r o f e t a E l ís e o
gji lugar de ello se vieron rodeados por sus enemigos, que dieron
niuerte a muchos y dispersaron al resto. Los tres reyes los persiguie-
ron hasta Moab, tomaron sus ciudades, demolieron sus murallas y
cegaron sus manantiales. Pusieron sitio al rey de Moab en su capi
tal, y cuando vio que no podía escapar, éste tomó a su hijo mayor, que
debía sucederle, lo levantó sobre la muralla desde donde sería visi
ble ante todos los israelitas, y lo ofreció en holocausto a su dios.
Cuando los reyes vieron esto quedaron tan abrumados de conmise
ración que levantaron el sitio, y todos volvieron de la campaña.
Josafal murió poco después a los sesenta años de edad, tras haber IX, IV, 1
como pudiera a sus vecinas. Luego ella debía cerrar la puerta y de
rramar aceite en todas ellas, porque Dios las llenaría. Así lo hizo ella,
y todas las vasijas quedaron llenas de la primera vasija de aceite. El
profeta le dijo entonces que vendiera el aceite, empleando parte del
beneficio para pagar sus deudas, y que guardara el resto para ella y
para sus hijos. De esta manera la mujer se libró de sus acreedores.
[Cuando B en -ad ad , rey d e Siria, d ecla ró la guerra a Joram d e Is
rael, ord en ó a sus so ld a d o s q u e apresaran a Joram m ien tras estab a
cazando].1Pero Eliseo advirtió al rey que evitara aquella zona. Ben-
adad pensó que sus propios hombres habían traicionado su complot
para capturar a Joram, y los amenazó de muerte. Pero uno de los pre
sentes le dijo que era Eliseo que había alertado al rey. Ben-adad le
preguntó donde estaba Eliseo, y cuando supo que estaba en Dotán
envió una gran fuerza de caballería y carros de guerra al lugar, rodean
do la ciudad por la noche. Al amanecer, el siervo de Eliseo acudió
corriendo a informarle. El profeta le pidió a Dios que cegara los ojos
del enemigo para que no pudieran verle. Así lo hizo Dios, y Eliseo
anduvo en medio del enemigo y les preguntó a quién estaban bus-
162 Antigüedades de los judíos
cando. Ellos contestaron: “Al profeta Eliseo”. Eliseo les dijo: “Si me
seguís, os llevaré a él.”
Los llevó a Samaría, donde ordenó al rey Joram que cerrara l¡ls
puertas y rodeara a los sirios con su ejército. Luego pidió a Dios qUe
abriera los ojos de los sirios. Cuando se vieron rodeados por sus ene-
migos quedaron atónitos y se vieron impotentes. Joram los hubiera
matado a todos, pero Eliseo le dijo que les respetara la vida y les diera
hospitalidad y comida. Así, el rey agasajó suntuosamente a los sirios
y los envió de vuelta a Ben-adad.
A 9:60 Cuando los hombres le informaron de esta experiencia, Ben-adad
IX, IV, 4
abandonó sus intentos de asesinar secretamente a Joram, y decidió
confiar en la superior potencia de su ejército para atacarlo abierta
mente. Puso sitio a Samaría, y pronto el hambre en la ciudad era tan
terrible que la cabeza de un asno se vendía por ochenta piezas de
plata, mientras que una medida de estiércol de paloma, que se usa
ba como sal, costaba cinco.
Un día, una mujer clamó a Joram: “¡Ten compasión de mí, oh rey!”
Luego le contó que ella y otra mujer con la que vivía, en su terrible
hambre, habían decidido matar y comer a sus hijos. “Así que yo maté
primero a mi hijo —prosiguió la mujer— y las dos lo comimos ayer.
Pero hoy la otra mujer rompió su pacto y no quiere dar a su hijo, sino
que lo ha escondido.” Joram se rasgó las vestiduras, y tronó encoleri
zado contra Eliseo por no haber pedido a Dios que les diera liberación,
y en el acto ordenó a un hombre que fuera a cortarle la cabeza.
Eliseo estaba sentado en su casa con sus discípulos, y les dijo que
Joram había enviado a alguien a decapitarle. “Pero cuando llegue —pro
siguió Eliseo— no le dejéis entrar, sino mantened bien cerrada la puerta,
porque el mismo rey llegará pronto, habiendo cambiado de parecer. ”
Cuando sucedió precisamente esto, Eliseo le dijo a Joram que al día
siguiente tendría abundancia de cebada y de harina fina. El rey y su
compañía se regocijaron, pero uno de sus comandantes, sobre el que
se apoyaba el rey, se mostró escéptico. “Esto es increíble, profeta—le
dijo— , porque no le es posible a Dios hacer llover torrentes de cebada
y de harina fina dentro de esta ciudad.” A esto replicó el profeta: “Tú
verás cómo sucede, pero no tendrás parte alguna en ello.”
A 9:74 Ahora los cuatro leprosos estaban sentados junto a la puerta de
IX, IV, 5
Samaría —la ley prohibía que nadie que padeciera lepra entrara en
una ciudad amurallada— y se dieron cuenta de que si se quedaban
allí morirían de hambre. Pero aunque pudieran entrar en la ciudad
morirían también de hambre, por lo que decidieron entregarse al
enemigo y morir a espada antes que morir por hambre.
Mientras tanto, Dios había comenzado a atemorizar a los sirios.
El profeta El ¡seo 163
La puerta occidental de Samaria, capital del reino del norte de Israel. Herodes el
Grande la hermoseó y fortificó más, y sus piedras aparecen aquí y en las torres al
fondo.
166 Antigüedades de los judíos
sus guardias. Los levitas la dejaron entrar a ella, pero no a sus guar
dias. Cuando vio al niño de pie sobre el tablado con la corona sobre
su cabeza se desgarró las vestiduras y gritó que mataran a Joiada. Pero
él mandó a sus capitanes que se llevaran a Atalía al valle del Cedrón
y que la mataran allí.
Entonces Joiada hizo que el pueblo jurara lealtad a Joás, mientras IX. VII, 4
que él, a su vez, juraba que observaría las leyes de Moisés. El pueblo
se lanzó entonces hacia el templo de Baal, que Atalía había edifica
do, y lo demolió, matando a su sacerdote. Joiada llevó a Joás del
templo al palacio, y cuando lo hubo puesto en el trono la gente gritó
gozosa y festejó durante muchos días.
Joás tenía siete años cuando accedió al trono. Durante su juven A 9:101
IX, VII, 5
tud, y durante toda la vida de Joiada, tuvo sumo cuidado de observar
los mandamientos de Dios. Deseoso de reparar y reconstruir el tem IX, VIII, 3
cepto que Joás le envió todo el contenido de las tesorerías del palacio
y del templo, aplacándolo. Posteriormente, Joás sufrió una severa en
fermedad, y fue asesinado en la cama por algunos de los amigos de
Zacarías. Fue sucedido, a la edad de cuarenta y siete años, por su hijo BOO a.C .
Amasias.
1 6 8 Antigüedades de los judíos
La muerte de Elíseo
a9:173 Mientras tanto, el rey de Siria había vuelto sus ejércitos victorio
IX, VIII, 5
sos contra Israel, donde reinaba ahora Joacaz, hijo de Jehú. Impí0
como sus antecesores, Joacaz vio cómo caían sus ciudades confor
me a lo que había predicho Elíseo. En su desesperación se volvió a
Dios, que restauró la paz y la prosperidad.
IX, VIII. 5 Joacaz murió y le sucedió su hijo Joás. Tenía el mismo nombre que
el rey de Jerusalén, pero este Joás fue bueno, a diferencia de su pa
dre. El viejo Elias enfermó ahora, y el rey acudió a su lado con
lágrimas. “¡Padre y panoplia de Israel!”, le dijo llorando, porque le
estaba dejando desarmado frente a los sirios.
Pero Elíseo le consoló, y le pidió un arco y algunas flechas. El pro
feta le tocó las manos y le pidió que las lanzara. El rey lanzó tres
flechas y se detuvo. Elíseo le dijo: “Si hubieras lanzado más flechas,
habrías destruido el reino de Siria, pero, por cuanto te quedaste sa
tisfecho con tres, derrotarás a los sirios tres veces, y sólo recuperarás
el territorio que arrebataron a tu padre.”
Cuando Elíseo murió fue sepultado fastuosamente. Poco después,
unos bandidos mataron a un hombre y echaron su cuerpo en el se
pulcro de Elíseo, y el cadáver del hombre volvió a la vida.
Joás atacó a Ben-adad,3 el rey de Siria, que había sucedido a su
IX, VIII, 7 padre Hazael. Lo derrotó en tres batallas, restaurando todo el terri
torio arrebatado a Israel, como había profetizado Elíseo. También
derrotó a Amasias, rey de Judá, como se relatará más adelante. Ha
biendo hecho estas cosas, murió, dejando el trono de Israel a su hijo
702 a.C. Jeroboam [II].
13
C o n q u is t a ,
DESTRUCCIÓN
Y CAUTIVERIO
A
A 9:186
IX. IX, I
su padre. Luego reunió un ejército de 300.000 para hacer
la guerra contra los amalecitas, edomitas y gebalitas. Tam
bién contrató a 100.000 soldados del rey de Israel por 100 talentos
de plata, pero un profeta le advirtió que debería despedir a los is
raelitas. Eran impíos, le dijo, y Dios anunciaba su derrota si los
empleaba. Aunque Amasias estaba renuente a despedir a los is
raelitas después de haber pagado por ellos obedeció al profeta.
Luego marchó con su propio ejército contra el enemigo, y venció.
IX, IX, 2 Entusiasmado por la victoria, Amasias olvidó que Dios se la había
dado, y comenzó incluso a adorar a los ídolos que había arrebatado a
los amalecitas. Cuando un profeta le reprendió, Amasias le dijo enco
lerizado que se callara. El profeta le dijo que callaría, pero que Dios no
pasaría por alto tales innovaciones. En su presunción, Amasias escri
bió una carta arrogante a Joás, rey de Israel. Le demandaba que él y su
pueblo se sometieran a él, como antes se habían sometido a David y
Salomón, sus antepasados. La alternativa, advertía él, era la guerra.
Joás le respondió de esta manera:
Había una vez un alto ciprés en el monte Líbano, y un cardo que cre
ció a su lado. El cardo le habló al ciprés, pidiéndole que la hija del ci
prés le fuera dada en casamiento al hijo del cardo. Pero mientras el cardo
estaba hablando vino un animal salvaje y lo pisoteó. Que esto te sea una
lección para que no seas tan ambicioso. No te enorgullezcas porque tu
viste suerte en la batalla contra los amalecitas, o te harás peligrar a ti
mismo y a tu reino.
171
Cuando Amasias leyó esta carta se indignó, y emprendió la mar IX, IX, 3
cha contra Joás. Pero precisamente cuando los hombres de Judá iban
a entablar la batalla, cayó sobre ellos un repentino terror de Dios,
haciéndoles huir y dejando solo a Amasias. Los israelitas lo toma
ron cautivo, y Joás amenazó con matarlo si no persuadía a la gente
de Jerusalén para que abrieran las puertas y le recibieran a él y a su
ejército en la ciudad. Temiendo por su vida, Amasias hizo como le
había sido dicho. Joás demolió parte de la muralla, y entrando en su
carro de guerra por la brecha se hizo dueño de Jerusalén. Tomó todo
el tesoro del templo y del palacio, y se volvió a Samaría, habiendo
puesto en libertad a Amasias. Posteriormente, algunos de sus ami
gos conspiraron contra Amasias y lo mataron. Había vivido cincuenta
y cuatro años y reinado veintinueve, y fue sucedido por su hijo Uzías. 791 a»C.
El profeta Jonás
Jeroboam II, hijo de Joás, fue un rey de Israel muy arrogante e ini A 9:205
IX, X, 1
cuo, y sin embargo benefició mucho a su pueblo. Un cierto Jonás
profetizó que el rey derrotaría a los sirios y extendería su reinado
desde Hamat en el norte hasta el lago Asfaltitis [mar Muerto] en el
sur. Y Jeroboam hizo tal como Jonás había predicho.
Dios también ordenó a Jonás que fuera a Nínive y advirtiera a la
ciudad que perdería su poder. Pero en lugar de ello, atemorizado IX, X, 2
172 Antigüedades de los judíos
murallas. Les declaró en voz bien alta que su victoria no había proveni
do de su propio poder, sino porque Dios estaba airado con el rey Acaz.
174 Antigüedades de los judíos
Ezequías
A 9:260 Cuando Acaz murió a los treinta y seis años, su hijo Ezequías le
IX, XIII, 4
sucedió en el reino. Era un hombre recto, de buen talante y justo, cuya
primera prioridad fue restaurar el culto de Dios. Entonces reunió al
pueblo, a los sacerdotes y a los levitas, y se dirigió a ellos de esta
manera: “Por cuanto mi padre violó el culto de Dios y os corrompió
con la adoración de falsos dioses habéis sufrido sobremanera. Pero
ahora que habéis aprendido cuán horrible es la impiedad, purificaros,
y dejad que los sacerdotes y levitas abran el templo y lo purifiquen
con los sacrificios acostumbrados. Entonces podría ser que Dios apar
te su ira de nosotros.”
IX, XIII, 2 Cuando el rey hubo terminado de hablar, los sacerdotes abrieron
el templo y prepararon los vasos de Dios. Descartando lo impuro,
ofrecieron los sacrificios de la ley.
Ezequías envió también mensajeros a todo su pueblo y a los israe
litas. Les dijo que la adoración de Dios había sido restaurada en
Jerusalén, pidiéndoles que vinieran y celebraran la fiesta de los Pa
nes Ázimos, que se había dejado de celebrar durante largo tiempo
bajo los reyes inicuos. Pero los israelitas se rieron de los mensajeros
como si fueran locos. Cuando sus profetas les anunciaron que sufri
rían si rehusaban esta oportunidad de volver a Dios, tomaron a los
profetas y los mataron. Sin embargo, m uchos en las tribus de
Manasés, Zabulón e Isacar dieron oído a los profetas, y se dirigieron
a Jerusalén a adorar a Dios.
Conquista, destrucción y cautiverio 175
Cuando llegaron, Ezequías y los gobernantes, junto con todo el IX, XIII, 3
Sedequías vio que todo estaba perdido, tomó a sus mujeres e hijos,
oficiales y amigos, y huyó de Jerusalén.
Pero al amanecer los babilonios alcanzaron a los fugitivos cerca de a 10:137
Jericó. Llevaron a Sedequías y a su familia ante Nabucodonosor. Éste
denunció a Sedequías como violador de tratados y como un misera
ble irreverente y desagradecido por haber quebrantado su promesa
dada cuando Nabucodonosor le había hecho rey. Ordenó que los hi
jos de Sedequías fueran ejecutados delante de sus ojos, y luego le hizo
sacar los ojos, y fue encadenado y llevado a Babilonia. Así se cum
plieron las profecías tanto de Jeremías como de Ezequiel, por cuanto
el rey fue llevado cautivo a Babilonia, pero no vio aquella ciudad.
Nabuzaradán, el general del ejército de Nabucodonosor, recibió x.vm.s
órdenes de saquear el templo y el palacio y luego incendiar ambos
edificios. También debía arrasar la ciudad hasta los cimientos y de
portar su población a Babilonia. Y así el templo fue quemado 470
años después de haber sido construido, mientras que la población
de Jerusalén fue llevada a Babilonia. El oro, la plata y todos los teso- s « 7 a .c .
ros del tem plo y del p alacio fu eron llev ad o s a B a b ilo n ia , y
Nabucodonosor dedicó los vasos santos a sus propios dioses.
Así terminó el linaje de David, que incluyó a veintiún reyes que rei
naron 514 años en total, después que Saúl hubiera reinado veinte.
182 Antigüedades de los judíos
El asesinato de Gedalías
a 10:155 Nabuzaradán designó a Gedalías como gobernador sobre los po-
x. ix. i bres> ]os desertores y los agricultores dejados en el país. También sacó
a Jeremías de la cárcel y le invitó a ir con él a Babilonia. El rey había
ordenado dar a Jeremías todo lo que necesitara, pero el profeta pre
firió quedarse entre las ruinas de su país en Mizpa.
x, ix 2-4 Ahora bien, algunos de los judíos habían huido de Jerusalén du
rante el sitio. Cuando oyeron que los babilonios se habían ido,
volvieron a la tierra y se sometieron al gobierno de Gedalías. Pero en
tre ellos había un hombre vil llamado Ismael, que era de la línea real,
y conspiró para arrebatar el gobierno de manos de Gedalías. Vino con
diez hombres a Mizpa, donde Gedalías los agasajó con un banquete.
Aunque el gobernador había sido advertido acerca de las maquina
ciones de Ismael, en su generosidad no hizo caso, y bebió con sus
invitados hasta que quedó ebrio y se durmió. Ismael y sus acompa
ñantes asesinaron en tonces a G edalías, así com o a todos los
ciudadanos y soldados babilonios en la ciudad.
x.ix. 5.6 Los judíos se enfurecieron contra Ismael temiendo que el rey de
Babilonia vengaría la muerte de su gobernador. En su angustia acu
dieron a Jeremías y le preguntaron qué debían hacer. Jeremías les
prometió que estarían a salvo si se quedaban en Judea. Pero ellos no
quisieron aceptar su consejo, y todos pasaron a Egipto, tomando a
Jerem ías y a su discípulo Baruc con ellos. A llí Dios le reveló a
Jeremías que el rey de Babilonia conquistaría Egipto y mataría a al
gunos de sus compatriotas judíos, y a otros los deportaría a Babilonia.
Y así sucedió, cinco años después del saqueo de Jerusalén. Pero el
rey no instaló otras gentes en Judea ni en Jerusalén, que quedaron
desiertas durante setenta años.
14
El reto rn o a J erusalén
N
l
Daniel
Una noche, el rey Nabucodonosor tuvo un notable sueño, y m ien A 1 0 :1 9 5
X ,X , 3,4
tras dormía Dios se lo explicó. Pero al despertar olvidó tanto el sueño
como su interpretación. Entonces llamó a sus sabios y adivinos de
entre los caldeos y les pidió que le contaran su sueño y su interpre
tación. Los magos le dijeron que tal cosa era imposible, pero que si
les contaba el sueño ellos le darían la interpretación. Entonces
Antigüedades de los judíos
La fiesta de Belsasar
A 10:232 Uno de los sucesores de Evil-merodac fue Belsasar. Después que
X. XI. 2
Belsasar hubo reinado diecisiete años, Ciro, el rey de Persia, y Darío,
rey de Media, lo atacó y asedió en Babilonia. Durante una fiesta en
su palacio con sus concubinas y amigos, Belsasar ordenó que se em
plearan en su mesa los vasos de Dios que Nabucodonosor había
lomado como botín de Jerusalén. Mientras estaba bebiendo y blas
femando a Dios, vio una mano que salía de la muralla y que escribía
allí ciertas sílabas. Agitado por esta visión, el rey llamó a los magos
y caldeos para que interpretaran el escrito, pero no pudieron. Belsasar
hizo proclamar entonces por todo el país que si alguien podía leer
la escritura en la pared y explicar su significado recibiría un collar
de oro, vestido de púrpura, y sería el tercero en su reino. Muchos
magos se sintieron tentados, pero cuando vinieron y vieron la escri
tura no pudieron descifrarla.
La abuela del rey vio lo desesperado que estaba, y le dijo que ha
bía entre los judíos un hombre llamado Daniel que le había explicado
a Nabucodonosor muchas cosas que nadie más conocía. Belsasar lla
X. XI. 3 mó a Daniel y le repitió sus promesas si le interpretaba la escritura
en la pared. Pero Daniel le rogó que se guardara sus regalos y le dijo
que le explicaría la escritura.
“M ene—le explicó Daniel— significa ‘número’, y significa que el nú
mero de años que Dios ha señalado para tu vida y tu reinado han llegado
casi a su fin. Tekel significa ‘peso’, porque Dios ha pesado tu reinado y lo
encuentra declinando. Peres significa ‘una ruptura’, porque Dios rom i icrá
tu reino a trozos y lo dividirá entre los medos y los persas. ”
X. XI. 4 Aunque se aterrorizó ante esta revelación, Belsasar no dejó a Da
niel sin los presentes que le había prometido. Pero poco después
539 a.C. tanto él como Babilonia fueron tomados por Ciro de Persia, y éste fue
el fin de los descendientes de Nabucodonosor.
El retorno a Jerusalén 187
El regreso de Babilonia
En el primer año del reinado de Ciro, que era el año septuagésimo2 a na
desde la deportación de los judíos a Babilonia, Dios se apiadó de su Xi '■1
188 Antigüedades de los judíos
rigen sobre los hombres. Y los hombres son los más poderosos de
todos los seres vivos, obligando a la tierra y al mar a que produzcan
para ellos. Pero los hombres, a su vez, están obligados a obedecer los
mandatos de sus reyes, incluso en los más grandes peligros de la gue
rra. Por ello, los reyes son lo más fuerte.
El tercer guardia, llamado Zorobabel, dijo que el vino y los reyes XI, III, 5
son verdaderamente fuertes, pero que las mujeres lo eran más. Por
que las mujeres traen al mundo a los reyes, así como a los que plantan
las vides que producen el vino. Una mujer hermosa podía hacer que
uno dejara sus riquezas y olvidara a sus padres y amigos. Además,
los más grandes reyes eran gobernados por sus mujeres, y harían cual
quier cosa por complacerlas.
“Pero, por poderosas que sean las mujeres —prosiguió Zorobabel— XI. ¡II, 6
tanto las mujeres como los reyes son más débiles que la verdad. Por
que aunque la tierra sea grande y alto sea el cielo, y veloz el sol, sin
embargo, todo esto se mueve según la voluntad de Dios. Y por cuanto
El es verdadero y justo, la verdad debe ser también lo más fuerte. Todo
lo demás es mortal y temporal, pero la verdad es inmortal y eterna.”
La asamblea aclamó a Zorobabel como el mejor, y el rey quedó tan XI, III, 7
complacido que le dijo que pidiera alguna cosa más allá de lo que él
había prometido. Zorobabel le recordó entonces un voto que había
hecho si llegaba a poseer el reino: reconstruir Jerusalén y restaurar
el templo de Dios.
Darío se quedó complacido con esto y se levantó para abrazarlo. XI, ///. 8
Esdras
A 11:120 Cuando Darío murió, su hijo Jerjes se hizo cargo del reino y conti
XI, V, 1
4H6 a.C. nuó estimando mucho a los judíos. Esdras, el principal sacerdote de
los judíos que permanecían en Babilonia, era gran conocedor de las
leyes de Moisés. Decidió ir a Jerusalén con otro grupo de judíos pro
cedente de Babilonia. Habiendo obtenido una carta de autorización
de parte del rey Jerjes, emprendieron la marcha y llegaron a Jerusa
lén cuatro meses después, llevando muchos vasos de oro y de plata
a la tesorería del templo y ofreciendo sacrificios.
Más tarde, algunos le dijeron a Esdras que algunos del pueblo, in-
191
Nehemías
a H -.159 Uno de los cautivos judíos, llamado Nehemías, era copera del rey
Xl v-6 Jerjes . 3 Mientras andaba un día por debajo de las murallas de Susa,
la capital persa, oyó a algunos viajeros que hablaban hebreo mien
tras entraban en la ciudad tras largo viaje. Les preguntó de dónde
venían, y ellos dijeran: “de Judea”. Entonces les preguntó cómo es
taban la gente y la ciudad.
El retorno a Jerusalén 193
vivían en la Celesiria oyeron que las murallas estaban otra vez subien
do, intentaron poner estorbos a los trabajadores. Mataron a muchos de
ellos y pagaron a extranjeros para que asesinaran al mismo Nehemías.
Pero Nehemías se rodeó de guardias personales, y no se dejó arredrar.
No porque temiera la muerte, sino que sabía que si le mataban a él las
murallas de la ciudad nunca serían construidas. También ordenó que
los constructores estuvieran armados mientras trabajaban, y así los al
bañiles ten ían espadas y escudos cerca de ello s. Se pusieron
194
El cautiverio agrandó y hermoseó la ciudad de
Babilonia de tal manera, que se
babilónico convirtió en el centro del mundo en
el siglo vi a.C . El hijo y sucesor de
Por razones bastante obvias, Nabucodonosor fue Evil-merodac
Nabucodonosor no califica como (562-560 a.C .), el cual es citado
uno de los favoritos en la historia tanto por Josefo como por 2 Reyes
hebrea. Sin embargo, tiene un 25:27 como el soberano que libertó
mínimo de crédito al no perpetrar la a Joaquín sacándolo de la cárcel. El
clase de genocidio israelita que fue el Belsasar que aparece luego tan
sello distintivo de los asirios. No hay prominentemente tanto en los
"diez tribus perdidas" de Judá, y escritos de Josefo como en los
puesto que las dos tribus del sur registros bíblicos no era Nabónido
sobrevivieron, a pesar de su exilio, mismo, como dice Josefo (CLIE A X,
los hebreos hoy son llamados judíos. XI, 2), sino más bien el hijo mayor
La situación de los hebreos en el de Nabónido, el último rey del
exilio afectó tan poderosamente a Imperio Neobabilónico (556-539
las subsiguientes civilizaciones a.C .). Estuvo ausente de Babilonia
occidentales que la frase "cautiverio tan frecuentemente, que nombró a
babilónico" llegó a ser una especie Belsasar como príncipe o
de frase genérica para todo grupo o cogobernador. Belsasar fue el
institución religiosa en esclavitud. anfitrión que vio la escritura en la
En el futuro se usaría también para el pared durante su banquete.
traslado del papado de Roma a Los persas bajo el mando de Ciro
Avignon, en Francia del 1309 hasta conquistaron entonces Babilonia, y
el 1377 d .C ., y por Martín Lutero, todo estaría en orden excepto por la
para uno de sus tratados sobre la mención que se hace de "Darío el
Reforma en 1520. Medo" en relación con el relato de
Correlacionar este período con la Daniel en el pozo de los leones.
historia general del antiguo Cercano Primos étnicos de los persas, los
Oriente es complicado por los medos fueron conquistados por Ciro
nombres de los soberanos que ello también, y la historia no registra un
involucra. De Nabucodonosor no gobernante en esta época
hay duda alguna. Este famosísimo específicamente llamado Darío el
rey del Imperio Neobabilónico Medo. Varios intentos de solucionar
gobernó del 605 al 562 a .C ., y esto lo identifican como el posterior
1. Josefo evade una exp licación de la piedra porque, en sus tiem pos, los judíos la
interpretaban com o símbolo del reinado m esiánico o del M esías, que pondría fin al
reino de hierro (esto es, el Imperio Romano). Esto tam bién exp lica que no incluyera
la división adicional de los pies de hierro y de barro (Daniel 2), para evitar ofender a
los lectores rom anos.
2. En realid ad era el año quincuagesim octavo o quincuagesim onoveno desde las
primeras deportaciones a Babilonia, cuando fue deportado el ex rey Joaquín en el 597
a.C. Ciro perm itió que los judíos regresaran en el 5 3 8 a.C. Josefo debe haber tenido en
mente los pasajes de Jerem ías 2 5 :1 1 y 2 9 :1 0 cuando escribió esta cifra.
3. Artajerjes (4 6 5 -4 2 4 a.C.), según Nehemías 2 :1 , pasaje que también afirma que esto
ocurrió en el vigésim o año (4 4 5 a.C.) de su reinad o y no, com o d ice Josefo, en el
vigesimoquinto (1 1 :1 6 8 [CLIE, A XI, V, 7]). Puesto que Jerjes reinó sólo veinte años,
Josefo está equivocado.
196
15
D e Ester a lo s Pto lo m eo s
D
A 11:1114
XI, VI, J
hijo Asuero, a quien los griegos llaman Artajerjes.1 En el ter
cer año de su reinado, Artajerjes festejó a sus amigos y gober
nantes con un espléndido banquete que duró 180 días. Después de esto
dio otra fiesta de siete días en Susa para las otras naciones y sus em
bajadores. Para el banquete Artajerjes levantó un enorme pabellón sobre
pilares de oro y plata. Se extendieron sobre ellos tejidos de lino y de
púrpura para que miríadas pudieran comer. Los cuencos de servir eran
de oro adornados con piedras preciosas. El rey ordenó también a sus
siervos que dieran el vino como se pidiera, en lugar de seguir la cos
tumbre persa de forzar a los invitados a beber.
Vasti, la reina, también celebraba una fiesta en el palacio para las mu
jeres. Pero el rey quiso exhibirla a sus invitados, por cuanto su belleza
sobrepasaba a la de las demás mujeres, y ordenó que compareciera a su
banquete. Debido a que las leyes de Persia prohiben que sus mujeres sean
vistas por los extraños, ella desoyó las repetidas órdenes del rey. Artajerjes
se enfureció tanto que interrumpió el banquete y llamó a los Siete Per
sas que interpretan sus leyes. Acusando a la reina de desobediencia
preguntó cómo debía ser castigada. Uno de ellos dijo que su insulto afec
taba a todos los persas, “porque las mujeres dejarán de respetar a sus
maridos cuando oigan de la arrogancia de la reina frente a ti, que tienes
poder sobre todos”. El rey decidió repudiar a Vasti, aunque estaba pro
fundamente enamorado de ella, y tomar en su lugar a otra mujer.
La historia de Ester
A 1 1 :1 9 7 Artajerjes ordenó que algunos de sus hombres seleccionaran a las más
XI, VI, 2
bellas vírgenes en el reino y que se las trajeran. Entre las muchas que vi
nieron había una joven judía de Babilonia llamada Ester, una huérfana
que estaba siendo criada por su tío Mardoqueo. Él era de la tribu de Ben
jamín y uno de los hombres principales entre los judíos. Ester sobrepasaba
a todas las mujeres en belleza y fue a formar parte de las 400 vírgenes que
fueron mimadas durante seis meses antes de ser consideradas listas para
la cama del rey. El eunuco a cargo de ellas enviaba entonces al rey una
cada día, éste tenía relaciones con ella, y luego la devolvía al eunuco. Pero
cuando Ester vino a él se enamoró de ella y la hizo su legítima esposa.
De Ester a los Ptolomeos 197
gran favor del rey. Tanto los persas como los extranjeros se postraban de
lante de él, pero Mardoqueo no lo hacía. Cuando Amán se dio cuenta de
ello preguntó cuál era su linaje. Al saber que era judío, Amán se enarde
ció de ira, y se dijo para sí que en tanto que persas libres se postraban ante
su presencia este esclavo rehusaba hacerlo. Debido a que su propia raza,
los amalecitas, había sido destruida por los judíos, decidió destruir a toda
la nación de Mardoqueo en lugar de vengarse sólo de él. Se presentó en
tonces ante Artajerjes y le advirtió en contra de una malvada e inamistosa
nación, de tendencias antisociales, esparcida por todo su reino, que ob
servaba una religión y ley diferentes. “Son enemigos de todo tu pueblo y
de toda la humanidad”, le dijo, recomendándole la aniquilación total de
los judíos.
El rey le dijo a Amán que podía hacer lo que quisiera con los judíos. X I, V I, 6
Cuando se reanimó, ella explicó su desmayo con una voz tan débil qUe
el rey se alarmó todavía más. Le dijo entonces que le pidiera lo que qu¡.
siera, hasta la mitad de su reino. Ester le pidió que él y su amigo Amán
asistieran a un banquete que ella le había preparado. Él accedió y as¡s_
tieron. Mientras bebía, Artajerjes le preguntó a Ester qué deseaba, pero
ella dejó su petición para el siguiente día, si podía volverlos a invitar,
XI, VI, 10 Amán quedó muy complacido, porque sólo él había sido considerado
digno de comer con el rey en el banquete de Ester. Pero al salir vio a
Mardoqueo en el patio. De nuevo rehusó inclinarse ante Amán, que contó
esto enfurecido a su mujer y a sus amigos. La mujer de Amán le aconsejó
que hiciera construir una horca de sesenta codos de altura, y que en la
mañana pidiera permiso al rey para crucificar a Mardoqueo. Amán ordenó
a sus siervos que prepararan la horca en su propio patio.
A 11:247 Aquella noche Dios no dejó dormir al rey. Por cuanto quería emplear su
tiempo de manera provechosa hizo que su escriba le leyera de los registros
de los reyes antes de él y de los de su propia administración. Mientras leía
acerca de varias recompensas otorgadas a diversas personas llegó a la cons
piración que había sido descubierta por Mardoqueo. El rey le detuvo y le
preguntó: “¿No se dice que Mardoqueo recibiera recompensa alguna?” El
escriba le dijo que no había ninguna referencia a ello.
El rey le dijo que dejara de leer, y, por cuanto ya casi era de día, pre
guntó si alguno de sus amigos había llegado a la corte. Sucedió que Amán
ya había llegado, más temprano que de costumbre porque quería pedirle
al rey poder matar a Mardoqueo. El rey llamó en el acto a Amán y le pre
guntó: “Por cuanto tú eres mi único amigo fiel, aconséjame: ¿cómo debería
yo honrar a alguien a quien aprecio, de una manera digna de mi
magnanimidad?”
Amán, pensando que el rey quería honrarle a él, dijo: “Si quieres hon
rar a este hombre, que cabalgue llevando un vestido real y un collar de
oro. Y que uno de tus mejores amigos vaya delante de él proclamando por
toda la ciudad que ésta es la manera en que el rey honra a sus favoritos.”
Complacido con la respuesta, el rey le dijo a Ainán que tomara la ropa,
el collar de oro y el caballo, y que hiciera con Mardoqueo el judío tal como
lo había sugerido. “Y por cuanto tú eres mi mejor amigo —prosiguió—
ve tú delante de él, porque él me salvó la vida.”
Amán se sintió lleno de confusión e impotente, pero fue a Mardoqueo
tal como había ordenado el rey. Al principio Mardoqueo pensó que Amán
se estaba burlando de él, pero luego se vistió de la ropa de púrpura, montó
en el caballo, y fue conducido por la ciudad por Amán. Abatido y lloran
do, Amán se fue a su casa y le contó a su mujer y a sus amigos lo que había
sucedido.
A 1 1 :2 0 0
XI, VI, 11 Justo entonces los eunucos de Ester llamaron a Amán al banquete.
De Ester a los Ptolomeos 199
Manasés
A 11:302 Cuando Johanán murió, su hijo Jadúa le sucedió en el sumo sacerdocio,
xi, vm, i
c. 336 a.C. tenía un hermano llamado Manasés. En este tiempo Sanbalat había sido
enviado por Darío [III], el último rey de Persia, como sátrapa de Samaría
Era cuteo de nacimiento —los samaritanos provenían de la misma raíz—1
y estaba deseoso de vivir amistosamente con los judíos, por lo que de
buena gana le dio su hija a Manasés en matrimonio.
XI, VIII, 2 Pero cuando Jadúa vino a ser sumo sacerdote, los ancianos de Jerusa
lén quedaron inquietos por el hecho de que Manasés, que estaba casado
con una extranjera, participaba con su hermano en los deberes
sacerdotales. Estaban preocupados por que este matrimonio alentara a
otros a transgredir la ley en contra de tomar mujeres extranjeras. Enton
ces ordenaron a Manasés que, o bien se divorciara de su mujer, o bien que
no se acercara al altar. El mismo sumo sacerdote se unió en la ira del pue
blo contra su hermano y le impidió el acceso al altar.
Manasés fue a su suegro, Sanbalat, y le dijo que aunque amaba a su
hija, se vería obligado a dejarla. Pero Sanbalat le dijo que podría rete
ner a su mujer, y no sólo ser sacerdote, sino gobernador y sumo
El monte Gerizim, el "monte de la Bendición" y centro del culto de adoración
samaritano, se levanta sobre las excavaciones de la antigua Siquem en primer plano.
201
Alejandro Magno
Para este tiempo, Alejandro, rey de Macedonia, pasó el Helesponto. A 11:313
XI, VIII, 3
Derrotó a los sátrapas de Darío en la batalla de Granico y estaba c. 334 a.C.
jandro alentó a Sanbalat a pedir licencia para dividir a los judíos edift.
cando un templo en Samaría, y le fue dado permiso. Así que se edificó el
nuevo templo, y Manasés fue designado sumo sacerdote. Pero antes de
quedar acabado murió Sanbalat.
332 a.C. Mientras tanto, Alejandro había conquistado Tiro, después de un ase
dio de siete meses. Después de dos meses más tomó también Gaza. Y se
lanzó entonces apresuradamente contra Jerusalén.
Cuando el sumo sacerdote Jadúa oyó que Alejandro venía se llenó de
temor y ordenó a su pueblo que se unieran a él en sacrificio y oración a
Dios. Apareciéndosele en un sueño, Dios le dijo que se alentara y que
decorara la ciudad con guirnaldas. La gente debía vestirse de blanco, y
los sacerdotes con los ropajes de su orden. Luego debían marchar fuera
de las puertas para acoger a los macedonios, porque no les harían daño
alguno.
A 11:331 Jadúa despertó con regocijo y anunció la revelación a todos. Cuando supo
XI, VIII, 5
que Alejandro no estaba lejos de la ciudad salió en procesión con los sa
cerdotes y el pueblo. Alejandro vio la procesión que venía hacia él: los
sacerdotes vestidos de lino, y el sumo sacerdote en un ropaje de azul y oro.
En su cabeza llevaba la mitra con la placa de oro en la que estaba inscrito
el nombre de Dios. Acercándose a solas, Alejandro se postró ante el Nom
bre y saludó al sumo sacerdote. Mientras los judíos daban la bienvenida a
Alejandro con una voz y le rodeaban, sus generales se preguntaron si es que
se había vuelto loco de repente. Uno de ellos, Parmenio, fue a Alejandro y
le pidió que se explicara. Él contestó: “Cuando estaba yo en Dión en
Macedonia, preguntándome cómo podría hacerme dueño de Asia, vi a esta
misma persona en mis sueños, vestido tal como va ahora. Me apremió a
que no me retrasara sino que pasara confiado y lograra el dominio sobre
los persas.”
Alejandro fue escoltado a Jerusalén por el sumo sacerdote y sus asis
tentes. Subió al templo, donde sacrificó a Dios siguiendo las instrucciones
del sumo sacerdote. Y cuando le mostraron el libro de Daniel, que pre
decía que uno de los griegos destruiría el imperio de Persia, consideró
que él era el designado. Cuando ofreció a los judíos lo que quisieran, el
sumo sacerdote pidió que pudieran observar sus propias leyes y quedar
exentos del tributo cada año séptimo. Alejandro concedió estas peticio
nes. También pidieron que a los judíos de Babilonia y Media se les
permitieran sus propias leyes, a lo que también accedió. Finalmente le
dijo al pueblo que si cualquiera de ellos quería alistarse en su ejército les
permitiría que mantuvieran sus propias costumbres, y muchos se unie
ron a su ejército.3
XI, VIII, 6 Alejandro dejó ahora Jerusalén. Los samaritanos de Siquem, que esta
ba junto al monte Gerizim y donde vivían apóstatas judíos, vieron cómo
de un substrato cultural helenístico
Alejandro y para la civilizació n en el Cercano
Oriente y el Mediterráneo.
sus sucesores Después de su muerte, el imperio
de Alejandro fue dividido entre tres
Siguiendo el plan concebido por su de sus generales, quienes pelearon
padre, Felipe II, el joven Alejandro entre sí. Cuando finalmente se
partió de Macedonia en la arreglaron los asuntos, Antígono
primavera del 334 a.C. para Gonatas controló la tierra natal
conquistar las vastas riquezas del grecomacedonia, fundando la
Imperio Persa, comenzando con dinastía Antigónida. Seleuco Nicátor
Asia Menor. De paso, se anexó Siria, dominó la masa media del imperio,
Palestina y Egipto, y no se detuvo en centrada en Antioquía de Siria, y
su recorrido victorioso hacia el este fundó la dinastía de los Seléucidas.
hasta que llegó a la India, Ptolomeo Sóter tomó a Egipto para
derrotando a todo enemigo que fundar la dinastía de los Ptolomeos,
encontraba en el camino. Sin la cual gobernó desde Alejandría,
embargo, en el 323 se enfermó donde el cuerpo de Alejandro fue
después de una juerga de comida y puesto en un ataúd de oro. Aunque
bebida en Babilonia, y murió diez puede parecer que Seleuco tomó la
días más tarde a la edad de 33 años. mejor parte del imperio de Alejan
Su plan de "casarse con Europa y dro, su mitad oriental, la cual era
Asia" resultó en una mezcla que difícil de manejar, fue pronto
afectó significativamente la historia rematada, y el precio de venta quedó
subsiguiente, al echar los cimientos en manos de Ptolomeo.
Los Im p e r io s H e l e n ís t ic o s
Mar Negro
MACEDONIA
Mar Caspio
VI
ASIA ARMENIA , B o k a ra
* A ntioquía BACTRA
MEDIA
Mar Mediterráneo
B ab ilo n ia
A le ja n d ría 9Je r u s a lé n • Su sa
M enfle»
EGIPTO P e rsia
INDIA
Golfo pérsico
E scala:
o ioo 200 300 400 millas
I—H t—P -i V / j ,
o 100 200300 400 500 ,
kilóm etros
Ptolomeo I Sóter
A 12:1 Egipto quedó bajo el dominio de uno de los generales de Alejandro lla
XII, I, 1
mado Ptolomeo, que tenía por sobrenombre Sóter. Decidido a tomar toda
Siria, Ptolomeo marchó contra Jerusalén y la tomó con astucia y engaño;
entró en la ciudad en sábado como para sacrificar, pero entonces la con
quistó. Los judíos no le resistieron, al no sospechar de sus intenciones
hostiles, y porque estaban gozando de su día de holganza y reposo,
Ptolomeo se llevó consigo a muchos cautivos de Judea y de Samaría, y
los estableció en Egipto. Resultaron ser tan dignos de confianza que les
dio los mismos derechos civiles que a los macedonios en Alejandría. Mu
chos otros judíos acudieron a Egipto, atraídos por la liberalidad de
Ptolomeo y por la excelencia de su tierra.
Ptolomeo II Filadelfo
A 12:11 Después que Ptolomeo Sóter hubo reinado cuarenta años, Filadelfo
XII, II, 1
283 a.C. reinó en Egipto por los siguientes treinta y nueve. Demetrio de Falero, que
estaba encargado de la biblioteca del rey, quería reunir todos los libros
del mundo, si era posible. Ptolomeo le preguntó una vez cuántos miles
de libros había reunido. Él contestó: “Alrededor de 200.000, pero pron
to debería tener alrededor de 500.000.”
Demetrio prosiguió diciendo que había muchos libros de leyes entre
los judíos que eran dignos de estudio y de añadir a la librería del rey. Pero
estaban escritos en lengua judaica, dijo, y deberían ser traducidos al griego
para la biblioteca. El rey estuvo de acuerdo con la propuesta de Demetrio
y escribió al sumo sacerdote de los judíos acerca de esta cuestión.
XII, II, 2.3 Mientras tanto, Ptolomeo siguió el consejo de uno de sus amigos sa
bios y justos, llamado Aristeo, y liberó a los judíos que habían sido traídos
cautivos a Egipto por Ptolomeo Sóter, que ahora sumaban 120.000. Tam
bién hizo que Demetrio escribiera un memorial formal de su decreto
acerca de la traducción de los escritos hebreos.
XII, II, 4-6 El rey ordenó luego que se enviaran oro y piedras preciosas como pre
sentes para el sumo sacerdote en Jerusalén. Envió una carta con todo ello
diciéndole al sumo sacerdote que había puesto en libertad a todos sus
compatriotas que habían estado en esclavitud. La carta proseguía:
De Ester a los Ptolomeos 205
Eleazar, el sumo sacerdote en esta época, se agradó en gran manera con A 12:51
XII. II. 7-13
la carta y los regalos del rey. Bien dispuesto, seleccionó y le envió a se
tenta hombres4instruidos de cada una de las doce tribus, que se llevaron
consigo a Alejandría los libros sagrados de los judíos. Cuando el rey oyó
que los ancianos habían llegado a la ciudad despidió a todos los otros vi
sitantes y ordenó que !e fueran traídos los setenta ante su presencia
inmediatamente. Al entrar los ancianos los trató con sumo respeto y les
hizo muchas preguntas acerca de sus libros. También se asombró por la
manera en que estaban escritos, porque eran de letras de oro sobre cue
ros. Estos cueros estaban unidos de manera tan perfecta que no se podía
decir dónde terminaba una membrana y donde comenzaba la siguiente.
Luego les expresó su gratitud por haber acudido, y más todavía a los que
los habían enviado, y, por encima de todo, a Dios, de quien eran estas le
yes. Los ancianos entonces gritaron a una sus felicidades al rey, ante lo
cual él se sintió tan conmovido que lloró de gozo. Los invitó a comer con
ellos en una larga fiesta, durante la que trataron de filosofía, y dispuso
que se les dieran los mejores alojamientos cerca de la ciudadela.
Los ancianos trabajaron en su traducción en una casa que Demetrio les
había preparado. Estaba en una isla cerca de la costa, un lugar apacible
donde podrían escribir y hablar entre sí sin que nadie les interrumpiera.
Cuando la Ley estuvo traducida después de setenta y dos días, Demetrio
convocó a todos los judíos y leyó en voz alta la traducción en presencia
de los ancianos. Ellos expresaron su aprobación y pidieron copias.
El rey se quedó encantado cuando le leyeron las leyes y se sintió ató XII. ¡I. 14
que nada se cambiara jamás de lo que estaba escrito en ellos. Luego per.
mitió a los traductores volver a su país, cargados con generosos regalos
y los invitó a volver frecuentemente.
Los Seléucidas
A 12:11U Los judíos fueron también honrados por los reyes de Asia [sucesores
XII. III. 1
de Alejandro] cuando les sirvieron en las guerras. Seleuco Nicátor, por
ejemplo, les concedió la ciudadanía en las ciudades que había fundado
y en Antioquía, su capital. Allí tienen privilegios iguales a los de los grie
gos, hasta el día de hoy.
XII, III. 3 Pero cuando Antíoco [III] el Grande reinó en Asia, los judíos sufrieron
muchas penalidades debido a su guerra contra los ptolomeos. Después
de haberse anexionado Judea, el pueblo do Jerusalén apoyó a Antíoco, y
éste los recompensó ordenando que sus gobernadores los ayudaran en la
finalización del templo. Antíoco hizo finalmente un tratado de amistad
con Ptolomeo [V, Epífanes], dándole su hija en casamiento, junto con la
Celesiria, Samaría, Judea y Fenicia como dote.
d irig ió allí y se encontró con el rey, que estaba entonces en un carro con
su esposa y su amigo Atenión, el embajador que había sido enviado a Je-
rusalén. Atenión reconoció en el acto a José y lo presentó al rey. Ptolomeo
lo invitó a que subiera a su carro, y cuando estuvo sentado comenzó a
quejarse acerca de la conducta de Onías. “Perdónalo por su edad —le con
testó José— porque tú sabes que los viejos y los niños a menudo tienen
el mismo intelecto. Pero de nosotros que somos jóvenes lo recibirás todo
y no tendrás razón para quejarte.”
Ptolomeo se quedó complacido con la agudeza y el atractivo del joven
y lo invitó a vivir en el palacio y a comer a su mesa. Cuando volvieron a
Alejandría, los recolectores de impuestos se quedaron desagradablemente
sorprendidos al ver a José sentado junto a Ptolomeo.
El día en que iban a venderse los derechos de recolección de impues XII, IV, 4
octavo, Hircano, con la hija de su hermano, con la que se casó bajo las si
guientes circunstancias:
Cuando estaba comiendo con el rey en Alejandría se encaprichó de una
hermosa danzarina que los entretenía. Pero debido a que los judíos tenían
prohibido tener relaciones con una mujer extranjera, le pidió a su herma
no que le arreglara el pecado y que también lo encubriera. Su hermano
estuvo de acuerdo, pero en lugar de ello hermoseó a su propia hija y se
la trajo de noche para que durmiera con él. Entorpecido por haber bebi
do demasiado, José no llegó a reconocer a su propia sobrina, y después
de haber tenido relaciones con ella, y ello varias veces, se enamoró apa
sionadamente de ella. Después supo que su hermano había preferido
deshonrar a su propia hija antes que ver a José caer en desgracia. Agra
decido por este amor fraternal, José se casó con la muchacha, y ella le dio
a luz a Hircano.
José envió a todos sus hijos a maestros principales, pero sólo Hircano
sacó provecho. Los otros eran demasiado torpes y perezosos para apren
der nada. Para ensayar la inteligencia de Hircano a los trece años, José lo
envió una vez con 300 yuntas de bueyes al desierto para sembrar allí la tie
rra. Pero cuando Hircano llegó al lugar que tenía que arar descubrió que
no tenía arneses; su padre los había escondido. Pero en lugar de perder el
tiempo volviendo a buscarlos mató a diez yuntas de bueyes y dio su carne
De Ester a los Ptolomeos 209
a sus hombres para comer. Luego cortó sus pieles haciendo arneses y sem
bró la tierra. Su padre quedó entusiasmado.
Para este entonces, José supo que el rey Ptolomeo había tenido otro A 12:196
XII, IV, 7
hijo, y que los gobernantes de Siria iban a Alejandría para celebrar el
nacimiento del niño. Demasiado viejo para hacer él el viaje, José pre
guntó a sus hijos si querían ir. Ellos se excusaron, diciendo que carecían
de educación para ello, y sugirieron que fuera enviado Hircano. Como
él se mostró conforme, José quiso enviar muchos hermosos presentes
para el rey con él, pero Hircano pensó que sería mejor esperar a llegar a
Alejandría y comprar allí los presentes. José accedió y le dio una carta
de crédito para uno de sus mayordomos llamado Arión, que vivía en
Alejandría. Ahora los hermanos de Hircano le tuvieron gran envidia.
Después que él se fue, ellos escribieron a los amigos del rey pidiéndo
les que mataran a Hircano. XII, IV, 8
A 12:217 Llegó el día, y los otros presentaron sus obsequios. Luego Hircano h iz 0
desfilar a cien muchachos esclavos, llevando cada uno de ellos un talento
y los regaló al rey, así como a cien esclavas vírgenes, llevando cada urui
de ellas también un talento, y se las regalaron a la reina. Mientras los otros
estaban atónitos también distribuyó presentes entre los mismos amigos
del rey que se suponía debían darle muerte, y así escapó del peligro.
Ptolomeo, lleno de gratitud, le dijo a Hircano que tomara cualquier
obsequio que quisiera. Pero Hircano sólo pidió que el rey escribiera a su
padre y a sus hermanos acerca de él (para aplacar la ira de ellos]. El rey
lo despidió con espléndidos regalos, y escribió a su padre y hermanos,
como lo había prometido.
Sus hermanos salieron a encontrarse con Hircano para darle muerte,
y ello con el consentimiento de su padre, que estaba encolerizado por la
gran suma que había gastado en los regalos. Pero cuando los hermanos
atacaron a Hircano, éste se defendió tan bien que dos de los hermanos y
muchos de sus hombres murieron, mientras que el resto escapó hacia su
padre en Jerusalén. Sin embargo, Hircano, temiendo por su vida, se reti
ró allende del Jordán y cobró tributo allí.
XII.
IV. 10.11
Más tarde su padre José murió, y también el sumo sacerdote, su tío
Onías. Los hermanos mayores atacaron entonces a Hircano, y Simón, el
nuevo sumo sacerdote, se unió a ellos. Hircano abandonó entonces sus
intenciones de volver a Jerusalén y se quedó en Transjordania, cerca de
Hesbón, donde se edificó una fortaleza de mármol blanco. Aquí gobernó
durante siete años, pero luego temió que fuera a caer en manos de Antíoco
Epífanes, el nuevo rey de Siria. Esperando ser castigado por atacar a los
árabes se quitó la vida él mismo, y Antíoco confiscó sus posesiones.
1. Josefo sigue a la Septuaginta al nom brar a Artajerjes, pero m uchos eruditos creen
hoy que se trata de Jerjes.
2. La dracm a griega valía aproxim adam ente la cuarta parte de un siclo de plata. Ver
nota en la página 1 3 4 sobre el valor de un s id o .
3. La historicidad del con tacto de Alejandro con los judíos en esta ocasión es muy
dudosa. Ninguna fuento superviviente no judía m enciona este episodio, aunque las
tradiciones rabínicas contienen una h istoria sim ilar [M egillath Ta'anith).
4. Josefo no exp lica la d iscrepancia num érica: seis de cada una de las d oce tribus
deberían ser setenta y dos, y no setenta, pero de este último número se deriva el nombre
conocido de esta traducción: la Septuaginta.
5. Un talento valía aproxim adam ente 3 .0 0 0 sid o s. Ver nota en la página 134 respecto
al valor del siclo.
211
16
Los MACABEOS
n Egipto había muerto Ptolomeo V Epífanes, y el hijo que le A 12:242
V, 1-3
Matatías
En aquel tiempo había un sacerdote judío llamado Matatías que vivía A 1 2 :2 0 5
G 1 :3 0
en el pueblo de Modín. Tenía cinco hijos: Juan, que tenía por sobrenom XII, VI, 1
212 Antigüedades de los judíos
Judas Macabeo
A 11:205 Judas Macabeo, con sus hermanos y seguidores, expulsó al enemigo
ti 1:30
A XII, del país. Apolonio, gobernador de Samaria, marchó contra Judas, pero
VII,2
fue derrotado y muerto. A continuación Serón, gobernador de Celesiria,
sufrió la misma suerte, aunque su ejército era muy superior al de Judas.
XII, VII, 3 Un tercer ejército fue entonces enviado contra Judas por los sirios bajo
un general llamado Ptolomeo; este ejército estaba constituido por 4 0 . 0 0 0
infantes y 7.000 hombres a caballo. Llamando a sus hombres, Judas los
apremió a ser arrojados y a poner su confianza en Dios. Después de des
pedir a los hombres recién casados y a los nuevos propietarios se quedó
con sólo 3.000 hombres, la mayor parte de los cuales iban pobremente
armados.
XII, VII, 4 Cuando Ptolomeo acampó en Emaús decidió sorprender a los rebeldes,
Los macabeos 213
y envió a Gorgias con 6.000 soldados para que atacara a los judíos de no
che. empleando a traidores judíos como guías. Cuando Judas se enteró
de este plan decidió atacar al enemigo él mismo mientras estaban divi
didos. Dejando muchas fogatas encendidas marcharon toda la noche
hacia Emaús. Cuando Gorgias encontró el campamento judío abandonado
prosiguió buscando al enemigo por los montes.
Mientras tanto, próximo el amanecer, Judas llegó a Emaús y atacó a los
soñolientos sirios, persiguiendo a los que huían, y matando a 3.000. Go
zosos, los judíos volvieron al campamento del enemigo para apoderarse
de las armas y de los pertrechos que habían dejado atrás los sirios. Cuan
do Gorgias y sus hombres volvieron y vieron en la distancia que su
campamento estaba destruido tuvieron miedo, y huyeron también.
Lisias, al que se le había encomendado el cuidado de Siria mientras XII, VII, 5
La muerte de Judas
Cuando Demetrio supo la pérdida de Nicanor y de sus hombres envió a 12:420
a Báquides a Judea con un ejército de 20.000 infantes y 2.000 jinetes. Judas XII, XI, 1
plantó sus reales en un pueblo llamado Berzeto, con sólo 1.000 hombres.3
Pero cuando los judíos vieron la gran cantidad de sus enemigos tuvieron
miedo, y muchos escaparon, quedándole sólo 800. Y los que quedaron
querían que Judas se retirara y reagrupara antes de atacar al enemigo. Pero
él contestó: “¡Que jamás el sol me vea dando la espalda al enemigo! ¡Pre
feriría morir en esta batalla antes que manchar mi honor! ”
Báquides condujo a sus soldados fuera del campamento y los dispuso XII, XI, 2
en orden de batalla. Luego hizo tocar sus trompetas y atacó, y ambos la
dos lucharon valientemente hasta la puesta del sol. Judas observó que
Báquides, junto con el grueso de sus fuerzas, estaba luchando en el ala
216 Antigüedades de los judíos
Jonatán
A 13:1 Después de su victoria, Báquides entró en Jerusalén, y reunió a todos
G 1:48
A XIII, I. 1 los impíos transgresores entre los judíos, y los puso en el gobierno. Ellos
entregaron a Báquides a muchos de los que habían sido amigos de Judas
y los torturó hasta matarlos. Los compañeros de Judas que sobrevivieron
acudieron entonces a Jonatán y le rogaron que los acaudillara como lo
había hecho su hermano Judas. Jonatán accedió bien dispuesto y reunió
a todos los que estaban dispuestos a seguirle. Y levantaron su campamen
to en un desierto cerca de los marjales del Jordán.
XIII. I. 2,3 Cuando supo que Báquides se acercaba, Jonatán envió a su hermano
Juan a guardar sus pertrechos con los amistosos nabateos. Pero por el ca
mino, Juan y sus hombres cayeron en una emboscada y fueron muertos
en Medeba por los hijos de Jambri. Mientras tanto, Báquides atacó a
Jonatán en día sábado, creyendo que no lucharía, pero perdió a 2.000
hombres en la batalla antes de volver a Jerusalén.
XIII, I. 4-6 Jonatán y Simón supieron ahora que los hijos de Jambri estarían cele
brando una boda. Aquel día, entonces, tendieron una emboscada y
mataron a todos en la boda, unas 400 personas, para vengar la muerte de
su hermano. Báquides, entre tanto, habiendo puesto guarniciones en
Judea volvió al rey, y los judíos tuvieron dos años de paz. Pero volvió
después a invadir, por llamamiento de judíos renegados. Sin embargo,
después de un asedio fallido contra Jonatán, los dos hicieron un tratado
de amistad e intercambiaron prisioneros. Báquides nunca más volvió a
Judea, mientras que Jonatán pasó a Micmas y estableció allí su gobierno.
Alejandro Balas
A 13:35 En el año 160,4Alejandro [Balas], hijo de Antíoco Epífanes, invadió Siria.
XII, II. 1-3
Tenía el apoyo de muchos que estaban disgustados con Demetrio por ser
tan reclusivo. Pero ahora este ataque al trono le dio a Jonatán más espacio,
porque tanto Demetrio como Alejandro tenían deseos de lograr su ayuda,
por lo que le hicieron grandes ofrecimientos. Alejandro le propuso una
alianza amistosa y le envió un ropaje púrpura, una corona de oro, y lo de-
Los macabeos 217
bres- Pero Triíón persuadió a Jonatán de que venía con intenciones pacífi
cas, y le pidió que despidiera su ejérci to y que viniera con su guardia personal
¡jTolemaida, ciudad que quería darle. Jonatán despidió a su ejército, con
servando sólo a 1.000 hombres como su guardia personal, y fue con Tritón a
folemaida. Pero Tritón hizo cerrar las puertas, dio muerte a los hombres de
jonatán, y a él lo hizo prisionero.
Simón
Cuando los judíos oyeron lo que le había sucedido a Jonatán se sintie A 13:201
ron muy angustiados. Le pidieron a Simón que fuera su caudillo, y él XIII, VI, 3,4
accedió. Reconstruyendo las murallas de Jerusalén, las fortificó con to
rres muy fuertes y puso vigilancia en la ciudad.
Tritón avanzó ahora por Judea con un gran ejército, y trajo consigo a XIII,
vi, r>,n
Jonatán como prisionero. Envió un mensaje a Simón diciendo que libe
raría a Jonatán por cien talentos de plata, con la condición de que dos de
los hijos de Jonatán le fueran enviados como rehenes para asegurar que
cuando Jonatán estuviera en libertad no acaudillara a Judea en una revuel
ta. Simón tenía miedo de confiar en el intrigante Tritón, pero también
temía que si rehusaba sus ofertas la gente podría acusarle de la muerte
de su hermano, por lo que finalmente envió el dinero y a los dos hijos.
Tritón actuó como Simón había temido, quedándose con el dinero, los
hijos, y también con Jonatán. Tritón intentó luego atacar Jerusalén para
ayudar a los miserables que se encontraban en la ciudadela. Pero cayó una
fuerte nevada aquella noche, lo que hizo intransitables los caminos, es
pecialmente para los caballos. Regresando a Antioquía mató a Jonatán
cuando llegaron a Galaad.
Simón hizo sepultar los huesos de su hermano en Modín con gran due
lo. También levantó un hermoso monumento a su padre y a sus hermanos,
con mármol blanco pulido. Lo rodeó de pórticos y con siete pirámides
que permanecen hasta el día de hoy.
En el primer año de su sumo sacerdocio y en el 170 de la era seléucida,5 XIII, VI, 7
Simón liberó al pueblo del tributo y de la servidumbre macedón i a. Tomó
la ciudadela de Jerusalén por asedio y la arrasó hasta los cimientos para
que nunca sirviera de nuevo como base para sus enemigos. También puso
a trabajar a la gente para anivelar el monte sobre la que había sido cons
truida. Tres años más tarde, sólo el templo se levantaba sobre el punto más
alto de la ciudad.
Mientras tanto, Tritón hizo matar a Antíoco después que hubo reina A 13:2111
G 1:50
do cuatro años. Luego hizo que las tropas le proclamaran rey, por cuanto AVII,X III1-2
Demetrio había sido tomado prisionero por los partos. Pero un hermano
de Demetrio, llamado Antíoco, levantó un ejército y atacó al usurpador,
porque Tritón había sido cruel y sus súbditos se rebelaron contra él de
220 Je el monle de los Olivos. En el primer plano e
mía la Cúpula de la Rota, donde estaba silua , (.|
blanca señala la situación aproximada del Gol ,
le concedió lo que pedía sino que envió una cantidad de toros con los cuer
nos dorados, y copas de oro y plata llenas de especias, para emplearlo todo
en los sacrificios. Los pobres judíos que estaban fuera de las murallas reci
bieron estos obsequios, y se les permitió volver con ellos a la ciudad. Debido
a esta generosidad, Antíoco vino a ser conocido como “el Piadoso”.
XIII, Finalmente, Hircano hizo un tratado con Antíoco ofreciendo 500 ta
VIII. II,4
lentos de plata y rehenes, incluyendo a su propio hermano. Antíoco
levantó entonces el sitio, derribó hasta los cimientos las murallas de la
ciudad, y se retiró. Abriendo el sepulcro de David, Hircano tomó 3.000
talentos de plata, y usó de esta cantidad para levantar el sitio.
Posteriormente, Hircano se alió con Antíoco en una guerra contra los
partos. Pero Antíoco fue derrotado y muerto por Arsaces, rey de Partía,
Sin embargo, su hermano Demetrio había sido liberado de su cautiverio,
y de nuevo accedió al trono de Siria.
A 13:254 Con las ciudades sirias ahora carentes de guerreros, Hircano se rebeló
G 1 :0 2
A XII!, contra los macedonios y dejó de ayudarles. También atacó a enemigos
IX. 1
vecinos, venciéndoles, incluyendo a los samaritanos. Hircano tomó el
monte Gerizim destruyendo allí el templo, y luego marchó contra la ciu
dad de Samaría. Dejó el cerco allí al mando de sus dos hijos, Antígono y
Aristóbulo. Aunque los habitantes llamaron a los sirios en su ayuda fue
ron finalmente reducidos. Su ciudad fue destruida, y ellos mismos
esclavizados.
Hircano venció también a los idumeos, perdonándolos con la condi
ción de que circuncidaran a sus hijos y se amoldaran a los usos judíos.
Así lo hicieron, y desde entonces han seguido siendo judíos.
XIII. Pronto también renovó el tratado con Roma, en el que se especificaba
IX, 2,11
que los sirios devolvieran territorios tomados a los judíos. Demetrio, que
había tenido esperanzas de atacar a Hircano, se vio imposibilitado de
hacerlo, porque Alejandro Zebina le arrebató el trono a aquel perverso,
y fue sucedido por Antíoco Gripo y por otros en las guerras civiles
seléucidas.
XIII, X, 5 Los éxitos de Hircano provocaron los celos entre los judíos, y los fari
seos le eran particularmente hostiles. Al principio él era un discípulo de
ellos, y mientras ellos lo pasaban bien, Hircano les preguntó si tenían
críticas acerca de la forma en que gobernaba. Ellos contestaron que era
plenamente virtuoso, lo que le agradó oír. Pero uno de ellos, llamado
Eleazar, tenía un temperamento violento y gustaba de la controversia. Le
dijo: “Por cuanto tienes deseos de saber la verdad, si realmente quieres
ser justo abandona el sumo sacerdocio, y conténtate con gobernar al pue
blo.”
Cuando Hircano preguntó por qué debía abandonarlo, Eleazar contestó:
“Nuestros ancianos nos han dicho que tu madre fue una vez cautiva bajo
■ — — — —
Los m acabeos 223
Aristóbulo
Hircano había dejado el gobierno de Judea a su mujer, pero Aristóbulo, A 13:301
(i 1:70
el hijo mayor, la echó en prisión y dejó que muriera de hambre. También A XIII,
XI, 1
encarceló a todos sus hermanos menos a Antígono, al que amaba y con
sideraba digno de una posición como la suya. Aristóbulo fue el primero
de la familia en coronarse, transformando el gobierno en un reino.
Ahora bien, aunque Aristóbulo favorecía a su hermano Antígono, los XIII, XI, 2
Alejandro Janeo
A 13:320 La reina liberó a los hermanos de Aristóbulo de la cárcel. Alejandro
G 1:05
A XIII, Janeo, el mayor, accedió al trono, y ejecutó a un hermano más joven que
XU, 1-5
intentó usurparlo. Alejandro estuvo pronto inmerso en una guerra con
Ptolomeo Látiro, rey de Chipre, hijo pero enemigo mortal de Cleopatra
de Egipto.7 Tuvo lugar una batalla cerca del Jordán en la que Ptolomeo
fue victorioso, matando a 30.000 soldados de Alejandro. Después de esto,
tomó algunos pueblos judíos llenos de mujeres y niños. Ptolomeo orde
nó a sus hombres que les cortaran el cuello, que los descuartizaran,
echando los trozos en calderos hirviendo, y que los gustaran. Esto lo hi
cieron para aterrorizar a los judíos, que considerarían a los invasores
como caníbales.
xm, xm, Cleopatra llegó ahora a Siria con un ejército para ayudar a Alejandro a
1-3
derrotar a su hijo. Alejandro entonces asedió y tomó Gadara, Amato, Rafia,
Gaza y Antedón. Entre tanto, Ptolomeo había vuelto a Chipre, y su ma
dre Cleopatra a Egipto, mientras que los seléucidas se veían desgarrados
por una serie de cambios de gobierno y guerras {raticidas.
XII!, Muchos de los judíos odiaban a Alejandro. Cuando volvió a su país y
XIIf, 5
estaba a punto de sacrificar ante el altar durante la fiesta de los
Tabernáculos, le echaron limones y le gritaron que descendía de cauti
vos y que era indigno de sacrificar. Enfurecido, empleó mercenarios
extranjeros para poner fin al motín, dando muerte a 6.000 judíos.
Los macabeos 225
Volvió luego a invadir el país al este del Jordán, obligando a sus habi-
I Hites a pagar tributo. Pero en una batalla con Obedas, rey de los árabes,
Alejandro fue empujado a un precipicio y perdió todo su ejército. Él es-
capó a Jerusalén, donde el pueblo pronto levantó otro motín contra él.
Después de seis años de luchar con ellos, Alejandro mató a 50.000 judíos.
Cuando trató de aplacar al pueblo preguntándoles que debería hacer, ellos
|e gritaron: “¡Muérete!”
Los i nsurgentes llamaron ahora a Demetrio [III] Euceros de Siria para .V///.
XIV. 1.2
que les ayudara. Alejandro huyó a los montes, donde se reunieron con
6.000 de los judíos rebeldes que ahora se compadecían de su condi
ción. Alarmado ante esta deserción de sus filas, Demetrio se retiró.
A lejan dro asedió entonces a sus enemigos en Bozoma y tomó la ciudad,
llevándose a sus cautivos a Jerusalén. Luego, mientras estaba celebran
do con sus concubinas, crucificó cruelmente a 000 de sus enemigos,
haciendo degollar delante de ellos, mientras estaban vivos aún, a sus mu
jeres y niños. Esta horrible acción espantó de tal manera a los que se le
habían opuesto que 8.000 huyeron de la ciudad aquella noche.
Alejandro de nuevo entabló guerras extranjeras con Siria y XIII, XV. 3
Transjordania, tomando Pella, Gerasa, Golán y Seleucia, y la fortaleza de
Gamala. Volviendo a Jerusalén después de esta campaña de tres años fue
recibido cordialmente gracias a sus éxitos. Reposando de sus guerras,
enfermó gravemente a causa de sus excesos de bebida y de fiebre cuartana.
Pensó que podría curarla con una campaña activa, pero se fatigó excesi
vamente. En su lecho de muerte, le dijo a la reina que aplacara a los
fariseos, por cuanto ellos tenían el apoyo popular. Luego murió, a los
cuarenta y nueve años de edad, habiendo reinado veintisiete años. Ella
puso su cadáver al cuidado de los fariseos, y ellos le encomiaron delan
te del pueblo y celebaron un espléndido funeral.
[En la página siguiente aparece una carta dinástica de los m acabeos
(asmoneos). ]
1. Por cuanto Josefo com ienza su Guerras d é lo s ju d ío s en este punto, las referencias
marginales a partir de aquí irán precedidas con A para A n tig ü ed a d es y G para Guerras.
2. Beit Skaria, a unas 10 millas (unos 16 kilóm etros) al suroeste de Jerusalén.
3. 1 M acabeos 9:5 cita “3 .0 0 0 hombres escogidos”.
4. De la era seléucida, esto es, 1 5 3 /1 5 2 a.C.
5. 142 a.C.
6. S egú n L evítico 2 1 :1 4 , esta m utilación le habría descalificado.
7. Cleopatra III. La más famosa de todas fue Cleopatra VII, de la cual se habla en el
capítulo siguiente.
226
Las otras fuentes Herodes el Grande, quien escribió
una historia del mundo de 144
de Josefo tomos, de la cual no se conserva
nada hoy.
Puesto que se pensaba que la Este capítulo también comienza
profecía había cesado con la parte que se superpone en la
Malaquías, el último libro del canon narración tanto de Las guerras de los
hebreo, Josefo ya no tiene fuentes ju d ío s como de las Antigüedades de
bíblicas para sus Antigüedades. los ju d ío s de Josefo. Hay muchos
Aparte de las tradiciones rabínicas, puntos menores de diferencias e
ahora depende de 1 Macabeos para incongruencias en acontecimientos
la historia de esta familia sacerdotal paralelos registrados en ambas
hasta Simón, después de la cual se obras respecto a la cronología,
vuelve a sus fuentes helenísticas, secuencia, proceso causativo,
primordialmente Nicolás de Damas motivación y detalles, pero nada
co. Nicolás era amigo y biógrafo de verdaderamente grave.
H asm ón
LOS MACABEOS (ASMONEOS)
1
M atatías
(166 a .C .)
(134
t---
SIMÓN
C.)
1
JU D A S
(160 A.C.)
T
j o n a t An
(1 4 3 a .C )
1
E lea z a r
iJu a n
a (163 a .C .) (160 a .C .)
T JU A N HIRCANO
Las fechas que siguen (a no ser
que se indique de otra manera)
son las fechas de muerte
(104 a.C.) El símbolo + denota “casado
■ con".
ARIST Ó BU LO I +
S a lo m é A lejan d ra
T
A L E JA N D R O JA N E O A n tígon o
(67 a .C .) (76 a .C .) (103 a .C .)
(103 a .C ,)
HIRCANO II ISTÓBL
ARIST Ó BU LO II
(30 ArC.) (48 aa .C
C.)
I
A lejan d ra A lejan d ro ANTÍGONO
T T '
A lejan d ra + Ptolem o M eneo
(28 a .C .) (48 a .C .) (37 a .C .) R e y d e C alcis
I I
L ls a n ía s I
hija + Antlpáter,
hijo de H erod es R e y de Iturea
H ero d es + M arlam ne A ristó b u lo III (34 a .C .)
(29 a .C .) (36 a .C .)
I 227
17
La c o n q u i s t a r o m a n a
lejandro dejó el reino a su mujer Alejandra, que era queri A 1H :407
A
G 1 :1 0 7
da por la multitud, porque pensaban que ella se había AXVXI.III.I
opuesto a las crueles medidas de su marido. Había tenido dos
hijos con Alejandro: Hircano, el mayor, al que hizo sumo sacerdote
porque era indolente e incompetente, y Aristóbulo, al que limitó a la
vida privada porque era muy impulsivo.
Alejandra favoreció a los fariseos, la secta judía más estricta en la obser XflI, XVI. 2
vancia de las leyes. Ellos se convirtieron en los verdaderos gobernantes de
la nación, aunque Alejandra gobernó con gran sabiduría, doblando el ejér
cito e intimidando a los gobernantes vecinos. Pero si ella gobernaba a los
otros, los fariseos la gobernaban a ella. Ellos la apremiaron a que diera
muerte a los que habían aconsejado a Alejandro a matar a los 800, y ellos
mismos comenzaron a darles muerte uno por uno. Los cabecillas que es
taban en peligro encontraron en Aristóbulo un defensor, que persuadió a
su madre para que los perdonara. Pero tuvieron que irse de Jerusalén y es
parcirse por el país.
Tigranés de Armenia se llegó a Judea con un ejército de 300.000 hom XIII, XVI, 4
bres y puso sitio a Tolemaida. Alejandra envió embajadores a Tigranés
con valiosos regalos, pidiendo un tratado de paz, pero fue repentinamente
reclamado a Armenia para hacer frente a la invasión de Lúculo [de Roma].
Algún tiempo después, la reina se enfermó gravemente, y Aristóbulo xas,
XVI, 5.6
aprovechó esta oportunidad para hacerse con el poder. Salió a escondi
das de Jerusalén por la noche, reunió un ejército, y ocupó veintidós
fortalezas en quince días tomando la mayor parte del país. Alejandra
murió, después de haber reinado nueve años, dejando el reino a Hircano.
XIV, I. 3,4 Antipáter, amigo de Hircano, era hijo del Antipas a quien Alejandro
[Janeo] había constituido como gobernador de Idumea. Era idumeo de na,
cimiento y un rico intrigante que logró mucha influencia sobre el débil
Hircano. Constantemente infundiéndole sospechas de que Aristóbulo
quería matarle, Antipáter finalmente persuadió a Hircano para que hu
yera con él a Aretas III, el rey de Arabia. Aretas estuvo dispuesto a ayudar
a Hircano gracias a los obsequios y a la elocuencia de Antipáter, así como
por la promesa de Hircano de devolverle doce ciudades que su padre le
habíatomado a los árabes. Aretas encabezó entonces un ejército de 50.000
hombres contra Aristóbulo y lo derrotó. Muchos desertaron ahora a
Hircano, y Aristóbulo huyó a Jerusalén. Aretas lo asedió en el templo
porque sólo los sacerdotes lo apoyaban ahora.
XIV, II. 1,2 Le pidieron ahora a un cierto Onías, a quien Dios había respondido una
IÍ4 a.C.
vez una oración suya pidiendo lluvia, que pronunciara una maldición
contra Aristóbulo, pero rehusó. Cuando la multitud judía lo trató con vio
lencia, él oró: “Oh Dios, por cuanto los hombres que están aquí son tu
pueblo, y los asediados son tus sacerdotes, te ruego que no des oído a las
maldiciones de ninguno de los dos lados contra el otro.” Entonces algu
nos villanos lo apedrearon hasta matarle. También rehusaron proveer
sacrificios de la Pascua para Aristóbulo y los sacerdotes, incluso tras ha
ber pagado precios exorbitantes por los mismos con dinero que hicieron
bajar desde las murallas con una cuerda. Dios castigó a estos miserables
inmediatamente destruyendo todas sus cosechas con un violento hura
cán.
A 14:29 Escauro, un oficial de Pompeyo, llegó a Judea después que los roma
G 1:127
A XIV. II, 3 nos hubieron tomado Damasco. Tanto Aristóbulo como Hircano pidieron
su ayuda. Aristóbulo le ofreció un presente de 400 talentos, que Hircano
igualó. Pero Escauro se decidió en favor de Aristóbulo porque sería más
difícil desalojarlo de Jerusalén que esparcir a los que le asediaban. Aretas,
amenazado con la hostilidad de Roma a no ser que levantara el asedio,
retiró sus fuerzas. Aristóbulo derrotó más tarde a Aretas y a Hircano en
batalla.
XIV, Los embajadores de Siria, Egipto y Judea halagaban ahora a Pompeyo,
III, 1.2
que había llegado a Damasco. Aristóbulo le dio una vid de oro que valía
500 talentos, y defendió su causa contra Hircano y Antipáter, afirmando
que él debía asumir el gobierno por defecto. Hircano, a su vez, contestó
que Aristóbulo había arrebatado el gobierno por la fuerza con su usual
estilo violento. Los judíos habían enviado una tercera delegación que se
oponía a los dos, afirmando que su nación debía ser gobernada por sa
cerdotes de Dios, no por reyes. Pompeyo prometió que decidiría la
cuestión cuando llegara a Judea, y mientras tanto les mandó que se man
tuvieran quietos.
La conquista romana 229
Sin embargo, Aristóbulo hizo preparativos hostiles. Esto hizo que XIV, IV. 4
C a b e z a de m árm o l de
Pom peyo, el c o n q u ista d o r
rom ano de J e ru s a lé n
(G lyptotek, Copenhague).
Luego, Aristóbulo y su hijo Antígono escaparon de Roma y lograron se XIV, VI, 1
XIV,
VIII. 3 César encomió a Antipáter y le asignó otras peligrosas misiones en la
guerra. Cuando hubo terminado en bgipto y embarcó para Siria, César dió
grandes honores a Antipáter. Le concedió la ciudadanía romana, le exj.
mió de impuestos, y también confirmó a Hircano, que había tomado parte
en la campaña, como sumo sacerdote.
XIV.
VIII. 4.5
No obstante, Antígono, el hijo de Aristóbulo, acudió a César en este
tiempo acusando a Antipáter y a Hircano de injusticia y violencia. Dij0
que Antipáter había ayudado a César, no por buena voluntad, sino para
ganarse el perdón por haber antes ayudado a Pompeyo. Antipáter luego
se quitó sus ropas declarando que las heridas de su cuerpo clamaban su
lealtad a César. Dijo que Antígono sólo quería el gobierno para agitar se
XIV.
IX. 1,2
diciones contra los romanos, como su padre antes que él. César designó
entonces a Hircano sumo sacerdote y a Antipáter procurador de Judea,
permitiéndoles que reconstruyeran las murallas de Jerusalén que
Pompeyo había demolido. También indicó a los cónsules en Roma que
registraran estas concesiones en el Capitolio.
Después de escoltar a César fuera de Siria, Antipáter volvió a Judea, re
construyó las murallas de Jerusalén, y fue por todo el país persuadiendo a
los judíos que se sometieran al nuevo gobierno. Pero, por cuanto vio que
Hircano era débil y necio, dirigió él mismo el gobierno. También designó
a su hijo mayor, Fasael, como gobernador de Jerusalén, y confió Galilea a
su segundo hijo, Herodes. Herodes era un joven muy temerario, y se hizo
La muerte de Antipáter
Rugía ahora la guerra civil entre los romanos después del asesinato de A 14:270
G 1:218
Julio César por Casio y Bruto en la sede del senado. Casio vino a Siria para 44 u.(Í.
A XIV,
asumir el control de las fuerzas que se hallaban allí, e impuso un tributo X I. I
mandándole 100 talentos suyos. Pero cuando Casio se fue de Judea, Malic0s
conspiró contra Antipáter, suponiendo que su muerte resultaría en el gQ„
bierno de Hircano. Pero Antipáter volvió a salvar su vida disuadiendo a
Murco, el gobernador de Siria, de ejecutarlo por sedición. No obstante
Malicos finalmente mató a Antipáter sobornando al copero de Hircano para
que lo envenenara mientras era agasajado en un banquete.
XIV, XI, 4 Malicos afirmó ser inocente ante Herodes y Fasael, quienes estaban
furiosos. La gente estaba también tan indignada que Malicos pasó a re
unir una tropa para protegerse. Herodes planeó vengar la muerte de su
padre atacando a Malicos, pero su hermano Fasael pensó que sería me
jor atraparlo con engaños y evitar la apariencia de una guerra civil. p0r
ello, pretendieron creer por un tiempo que Malicos era inocente. Después
de sepultar a su padre, Herodes fue a Samaría y restauró la ciudad.
XIV. XI, G Herodes escribió ahora a Casio y recibió permiso para vengar la muer
te de su padre. Se encontraban entonces en Tiro, donde Malicos tenía la
intención de liberar a su hijo rehén y luego buscar ser proclamado rey
cuando volviera a Judea. Herodes invitó a Hircano y a Malicos a un ban
quete, y mientras se acercaban por la costa se encontraron con unos
tribunos militares que apuñalaron a Malicos, matándolo. Hircano se des
mayó, pero cuando le dijeron que era por orden de Casio pareció
complacido. Dijo que Casio se había salvado a sí mismo y a su país al des
truir a uno que conspiraba contra ambos.
XIV,
Antonio pasó ahora a Cilicia, donde Cleopatralo hizo un preso de su amor. X III, 1,2
i uego llegó a Dafne [cerca de Antioquía], donde cien de los más distingui
os judíos acusaron a Herodes y a su hermano. Cuando hubo oído ambos
lados, Antonio le preguntó a Hircano quién era el más capacitado para go
bernar. Hircano contestó: “Herodes y su hermano”. Antonio entonces
d esignó a Herodes y a Fasael como tetrarcas de Judea. Cuando sus adversa
rios expresaron su cólera, Antonio hizo encadenar a quince de ellos, y los
habría hecho ejecutar si Herodes no hubiera intercedido por ellos. Jerusa
lén, agitada, envió a mil embajadores más a Antonio en Tiro, que se reunieron
en la playa delante de la ciudad. Herodes e Hircano les apremiaron a que se
dispersaran o que se enfrentaran a su destrucción, pero esto sólo hizo aumen
tar su clamor. Los romanos los atacaron entonces, matando a unos, hiriendo
a otros. Y por cuanto los que escaparon no querían callar, Antonio, enfure
cido, mató a los que habían sido tomados prisioneros.
El regreso de Herodes
A 1 4:390 Herodes salió de Roma para liberar Masada, que estaba asediada por
G 1:280
A XIV, Antígono. La fortaleza tenía abundantes víveres, pero poca agua. José, el
XV, 1-3
hermano de Herodes, estaba a punto de huir a los árabes cuando Dios
envió una lluvia que rellenó las cisternas de Masada, y por ello se que
daron allí.
Ventidio, el general romano que había sido enviado de Siria para re
primir a los partos, fue a Judea con la excusa de ayudar a José, pero en
realidad quería asustar a Antígono para que le sobornara. Así lo hizo
Antígono, y Ventidio retiró entonces la mayor parte de su ejército. Dejó
La mayor de la docena de cisternas en la fortaleza de Masada, que podía contener
millones de litros de agua. El agua pasaba a ésta a través de una ventana que
daba al sur (parte superior).
a su lugarteniente, Silo, con una pequeña fuerza para que no fuera dema
siado evidente que había aceptado soborno.
Herodes, habiendo desembarcado en Tolemaida, reunió un ejército
y marchó hacia Masada para liberar a sus parientes, que estaban asedia
dos allí. Jope le cerraba el paso, por lo que tomó la ciudad, y,
prosiguiendo su camino, libró fácilmente a Masada. Luego prosiguió el
avance, junto con el ejército de Silo, hasta las murallas de Jerusalén. Allí
proclamó una amnistía general al pueblo, sólo para oír que Antígono
lo tachaba de mestizo idumeo medio judío que era indigno de ser rey.
Pero ahora Silo demostró que había sido sobornado por Antígono. Para
que Jerusalén no fuera lomada hizo que sus propios soldados le pidie
ran ser llevados a cuarteles de invierno, debido a la escasez de
suministros alrededor de Jerusalén. Sin embargo, Herodes derrotó el
propósito de Silo proveyéndole con abundancia de provisiones. Lue
go ordenó que la gente de Samaría trajeran más suministros y los
almacenaran en Jericó. Antígono oyó esto y envió a sus hombres a que
lucharan contra los que recogían las provisiones. Entonces Herodes
tomó consigo a cinco cohortes judías y a cinco romanas, y se dirigió a
Jericó, lugar que halló desierto. Dejó allí una guarnición, retirando el
resto de su ejército romano a los cuarteles de invierno.
238 Antigüedades de los judíos
XIV, Pero Herodes decidió no quedarse quieto, sino que entró en Galilea v
XV, 4-6
la invadió. Expulsó las guarniciones de Antígono, y luego asaltó las ban
das de ladrones que infestábanlas cuevas de Galilea.Haciendo descender
jaulas desde los bordes de los precipicios, hombres armados atacaban a
los bandidos y a sus familias en las cuevas. Empleaban jabalinas y gar-
ños de abordaje, o los quemaban vivos. Herodes se dirigió entonces a
Samaria dejando parte de su ejército en Galilea. Pero cuando se hubo ido
unos rebeldes dieron muerto al general que Herodes había dejado al man
do y saquearon el país. Herodes volvió, aplastó la rebelión, y multó a las
ciudades por cien talentos.
XIV, Para este tiempo, los partos habían sido echados de Siria, por lo que
XV, 7,11
Ventidio, por orden de Antonio, envió a mil jinetes y dos legiones, al mando
de Maqueras, para que ayudara a Herodes contra Antígono. Pero Antígono
escribió una carta a Maqueras, prometiéndole un soborno por su ayuda.
Maqueras, para espiar a Antígono, fingió amistad, y fue a Jerusalén contra
el consejo de Herodes. Sin embargo, Antígono, que sospechaba de sus de
signios, no le dio entrada a la ciudad. El general romano se enfureció hasta
el punto de que dio muerte a todo judío que veía, fuera amigo o enemigo.
XIV, Herodes se enfureció por esto, pero Maqueras lo aplacó antes que el rey
XV, 7,0
se dirigiera a ayudar a Antonio, que estaba asediando Samosata. Herodes
ayudó a Antonio a tomar la ciudad, y él, por ello, confirió más honores a
Herodes. Antonio mandó a Sosio, gobernador de Siria, que se dirigiera a
Judea con un gran ejército para ayudar a Herodes a asegurar su reino.
A 14:440 Cuando Herodes salió hacia Samosata había encargado a su hermano
G José que no arriesgara una batalla con Antígono durante su ausencia. Pero
A XIV,
XV, 0,10
cuando Herodes estuvo a una buena distancia, José se dirigió a Jericó con
cinco cohortes para tomar su grano. Por el camino, fue atacado por
Antígono, y él y sus tropas —todos ellos reclutas romanos no adiestrados—
fueron muertos. Antígono entonces cortó la cabeza de José de su cuerpo
muerto. Ante esta victoria, los galileos se rebelaron, ahogando a los parti
darios de Herodes en el lago, y una gran parte de Judea también se rebeló.
La derrota de Antígono
XIV, Volviendo de Samosata, Herodes se sentía consumido de deseos de
XV, 11
vengar la muerte de su hermano. Recogió a 800 hombres y una legión ro
mana, se precipitó a Galilea, y derrotó a sus enemigos. Luego se dirigió a
Jericó, donde fue agasajado por las autoridades. Pero cuando terminó el
banquete, el tejado se derrumbó, y sin embargo Herodes fue preservado,
tanto entonces como a pesar de la herida de jabalina que sufrió en la ba
talla al día siguiente.
XIV, XV. Antígono envió un ejército a Samaria bajo Papos, uno de sus genera
12.13
les. Muchos en Judea ahora dieron su apoyo a Herodes, y cuando Papos
La conquista romana 239
1. M. Licin io Craso, el cual derrotó a Espartaco, fue — junto con Pom peyo y César—
un miembro adinerado del prim er triunvirato.
2. Levítico 2 1 :1 7 -2 3 .
240 Antigüedades de los judíos
18
H e r o d e s el G r a n d e
T
A 15:1
XV, I, 1,2
firió honores a los de Jerusalén que habían apoyado su cau
sa y castigó a los partidarios de Antígono. Convirtiendo sus bie
nes en dinero envió grandes sumas a Antonio y a sus amigos.
Mientras tanto, en Partía el rey Fraates había liberado a Hircano de la XV. II, 2-5
quejó en una carta a Cleopatra, quien sugirió que Alejandra huyera a Egip
to con su hijo. Alejandra urdió un plan por el que ella fue puesta en un
ataúd, y Aristóbulo en otro, que fueron sacados de la ciudad como si para
un entierro. Pero Herodes fue alertado y los atrapó en el acto. Sin embar
go, los perdonó en una exhibición de magnanimidad.
242 Antigüedades de los judíos
1
■suadió Antonio a que enviara Herodes contra Maleo, que había dejado
de pagar sus rentas árabes. Herodes derrotó a los árabes en Dióspolis, y
cuando se reagruparon con mayores números en Kanata, en Celesiria,
Herodes los atacó de nuevo victoriosamente. Pero Atenión, uno de los
generales de Cleopatra, envió traicioneramente a sus tropas egipcias a
ayudar a los árabes. Estas tropas inflingieron una total derrota al ejército
de Herodes, que estaba agotado desde la primera lucha. Desde entonces,
Herodes sólo pudo emplear guerra de guerrillas contra los árabes.
Un extraordinario terremoto sacudió ahora el país, destruyendo una enor A 15:121
G 1:370
me cantidad de ganado y perdiéndose 30.000 vidas. Pero el ejército de XV, V, 2-5
Herodes escapó sin daños, porque acampaban al aire libre. Creyendo que la
mayor parte de los judíos habrían muerto, los árabes pensaron que podrían
tomar fácilmente la tierra. Y así, después de haber dado muerte a unos em
bajadores que habían acudido de parte de los judíos, atacaron Judea. Herodes
alentó a sus desanimados hombres con la palabra y el ejemplo, y se puso al
frente de su ejército para luchar contra los invasores cerca de Filadelfia. Los
árabes fueron derrotados, perdiendo 5.000 hombres, y luego fueron cerca
dos en su campamento. Se encontraban tan carentes de agua que al cabo de
cinco días 4.000 de ellos salieron voluntariamente y se rindieron a los ju
díos. Al sexto día, lo que quedaba del ejército árabe salió a luchar
desesperado, y 7.000 de ellos fueron muertos. Herodes aplastó de tal mane
ra el espíritu de los árabes que se le sometieron como su protector.
Mariamne, y aunque ella vino rehusó echarse con él, a pesar de sus apremios.
Entonces Salomé, la hermana de Herodes, envió al copero, que decía que
Mariamne le había dado un filtro de amor para el rey. Herodes, exigiendo
conocer el contenido, torturó al eunuco de Mariamne, en quien ella confia
ba en gran manera. Él sólo informó que el odio de Mariamne contra él había
aumentado como resultado de lo que Soem le había dicho. Herodes gritó
entonces que a no ser que hubiera tenido intimidad con Mariamne Soemo
nunca habría revelado sus órdenes, por lo que ordenó que fuera muerto, y
juzgó a Mariamne.
Después que su hija fuera condenada a muerte, Alejandra intentó sal XV, VII, 5
XV, VII, 7 Pero cuando hubo muerto, el deseo de Herodes por Mariamne se hizo
aún más intenso, y por un tiempo pareció haber enloquecido. Iba vagan
do por el palacio, llamando a su esposa y ordenando a los siervos que se
la trajeran. Enfermó gravemente con inflamación y dolor en la nuca mien
tras estaba en Samaria, y no parecía que ningún remedio le fuera de ayuda
XV, VII, 8,9 Cuando Alejandra supo esto, intentó asumir el control de Jerusalén
pidiendo autoridad sobre el templo y la ciudadela. Los magistrados, em
pero, informaron a Herodes, quien de inmediato ordenó su ejecución
Habiéndose recuperado lentamente, Herodes continuó con un talante te
rrible, encontrando defectos en todo, e incluso dando muerte a varios de
sus mejores amigos. Por ejemplo, había designado a Costobaro como go
bernador de Idumea, y le había dado a su hermana Salomé en matrimonio.
Pero Costobaro escribió a Cleopatra diciéndole que estaba dispuesto a pa
sarle su lealtad a ella, con la aprobación de Antonio. Antonio rehusó, y
cuando Herodes lo supo estuvo a punto de matar a Costobaro, pero lo per
donó por intercesión de Salomé. Posteriormente, ella le mandó a
Costobaro una carta de divorcio, y luego Herodes lo mató a él y a varios
colegas que con él estaban conspirando contra Herodes.
A 15:207 Herodes ofendió ahora a los judíos introduciendo juegos paganos en
XV.
VIII, 1-4 Judea. Edificó un teatro en Jerusalén, un hipódromo, y un gran anfitea
tro en la llanura. Allí tenían lugar carreras de carros y concursos de varias
clases, incluyendo a hombres condenados luchando contra fieras. Aun
que quitó algunos de los trofeos con imágenes que ofendían a los judíos,
diez de los judíos estaban aún resentidos, y tramaron un complot para
asesinar a Herodes cuando entrara en el teatro. Cuando el complot le fue
revelado por un espía, los hombres le mostraron valientemente las da
gas que habían planeado usar contra él. Después de la ejecución de ellos,
unos guerrilleros judíos cortaron al espía a trozos y lo echaron a los pe
rros.
XV, VIII, 5 Herodes aumentó ahora su seguridad erigiendo una cadena de forta
XV, IX, 1.2
lezas a lo largo de su reino, particularmente en Samaria, a la que cambió
su nombre por el de Sebasté [para honrar a Octavio Augusto], y en la To
rre de Estratón, a la que dio el nombre de Cesárea. Pero en el año
décimotercero de su reinado, la sequía y la peste se adueñaron de la tie
rra. Herodes alivió al pueblo tanto como pudo comprando grano a Egipto,
y actuó tan noblemente durante la crisis que el odio contra él dio lugar a
la admiración.
Herodes el constructor
A 15:318 En este tiempo edificó un palacio en la ciudad alta, cubierto con oro y
XV,
IX, 3,4 piedras preciosas, que contenía dos grandes alas, llamadas por los nom
bres de César y [su compañero] Agripa. También supo que un sacerdote
247
Arriba: Palacio de Herodes en la zona occidental de Jerusalén, mostrando las dos alas
dentro del enclave fortificado nombrado en honor de César y Agripa. Las tres grandes
torres que protegían el extremo norte se llamaban (de izquierda a derecha): Fasael,
Hípico, y Mariamne. En la parte derecha superior se levantan las cuatro torres de la
torre Antonia (modelo de la antigua Jerusalen diseñado por el Prof. M. Avi-Yonah, en
el Hotel Holyland, Jerusalén).
Abajo: Una reconstrucción del gran templo edificado por Herodes el Grande en
Jerusalén. En la parle superior izquierda se ven las torres septentrionales del palacio
de Herodes en la zona occidental de Jerusalén (modelo por M. Avi-Yonah).
Columnas caídas en el agua en las ruinas de la antigua Cesárea en el Mediterráneo,
el puerto construido por Herodes en el emplazamiento de la antigua torre de
Esíratón. La gran Guerra Judía contra Roma se desencadenó aquí.
Herodes el Grande 249
glejandrino llamado Simón tenía una hija, Mariamne III], que era la mu
jer más hermosa en Jerusalén. Encaprichado de su encanto, Herodes se
casó con ella después de elevar a su padre al sumo sacerdocio. Después
de la boda, Herodes construyó otra fortaleza [el Herodión], al sur de Je
rusalén. Colgando de un monte que él había hecho más alto, y habiéndole
dado forma de un pecho, la fortaleza contenía torres, apartamentos rea
les, y parques irrigados.
La diplomacia de Herodes con las ciudades y países colindantes era XV, IX, 5,6
Aristóbulo a Roma, para que se presentaran a César, el cual los recibió con
gran deferencia. César dio a Herodes Traconite, Batanea y Auranitis, las
cuales Herodes había limpiado de bandidos con su permiso. Esto fue a pesar
de las protestas del potentado local, Zenodoro, que aumentaba sus ingre
sos robándole al pueblo. Herodes también visitó a Agripa en Mitilene, a
quien Herodes consideraba como su mejor amigo después de César.
XVI,
Cuando Herodes informó de esto al pueblo en Jerusalén, se sintieron com III, 1.2
placidos y agradecidos a él.
Poro la disensión en el seno de la familia de Herodes fue de mal en peor,
al proseguir Salomé su campaña en contra de los dos hijos de Mariamne.
por su parte, los jóvenes eran poco precavidos, y mostraban abiertamen
te su ira contra Salomé y Feroras. El hermano y la hermana de Herodes
correspondían difundiendo más rumores acerca de que los jóvenes he
rederos tenían la intención de vengar la muerte de su madre, y también
informaron a Herodes de que los hijos de Mariamne estaban conspiran
do contra él.
Herodes comenzó a sospechar de Alejandro y Aristóbulo. Con el pro XVI,
IV, 1-6
pósito de refrenarlos envió a por su hijo mayor, Antipáter, que Herodes
había tenido con su mujer Doris cuando era aún un plebeyo. Intentó de
mostrarle a los jóvenes que la sucesión no les pertenecería necesariamente
a ellos. Antipáter apoyó la conspiración de Salomé y de su hermano
Feroras. Indujo a Herodes a que trajera a su madre de vuelta a palacio, e
informaba diligentemente a Herodes cada vez que los dos príncipes la
mentaban la suerte corrida por su madre o criticaban a su padre.
Virtualmente preparándolo para la sucesión, Herodes envió a Antipáter
a Roma, y luego fue él mismo, llevándose a sus dos hijos consigo para
acusarlos delante de Augusto. Al principio se quedaron atónitos y sin
poder hablar, pero luego Alejandro respondió a las acusaciones tan bien
que Augusto apremió a padre e hijos a que se reconciliaran, y todos se
abrazaron llorando. Herodes dio 300 talentos a César en los días siguien c.12 a.C.
tes, mientras que César le daba a Herodes la mitad de los ingresos de las
minas de cobre en Chipre. Antipáter volvió con ellos, pretendiendo sen
tirse feliz por la reconciliación. Cuando llegaron a Jerusalén, Herodes
reunió al pueblo en el templo y anunció la sucesión: Antipáter reinaría
primero, y luego Alejandro y Aristóbulo, sus hijos con Mariamne.
Cesárea fue terminada diez años después de haber sido proyectada, y XVI,
III, 1,2
el puerto fue dedicado con extravagantes festejos a los que contribuye
ron el emperador y su hija. Herodes construyó también las ciudades de
Antípatris y Fasaelis, como memoriales de su padre y hermano, y otorgó
contribuciones a muchas ciudades en Siria y Grecia. [Josefo p asa aquí a
dar una lista de los decretos de Augusto y de Agripa favoreciendo a los
judíos en el Mediterráneo oriental.]
Conspiración fraternal
Mientras tanto, la disensión en el interior de palacio se estaba convir A lli:18U
G 1:487
tiendo en una guerra civil, siendo que Antipáter continuaba hostigando A XVI,
vil, 2 -r,
a sus hermanos, que se resentían de su precedencia para la sucesión.
Feroras, el hermano de Herodes, rechazó a dos de las hijas de Herodes
252 Antigüedades de los judíos
en matrimonio por la pasión que sentía por una muchacha esclava. Cuan
do también acusó falsamente a Herodes de estar enamorado de Glafira
que era la mujer de Alejandro, el rey censuró acerbamente tanto a Feroras
como a Salomé, porque ella estaba implicada en aquella mentira.
X V I, Ahora estalló la discordia dentro de la familia con mayor violencia que
vm; i-4
nunca. Herodes era mantenido en un estado de agitación continua por
Antipáter, que continuó maquinando la destrucción de Alejandro y
Aristóbulo. Pagó a siervos e incluso a amigos de los hermanos para que l0s
acusaran de conspiraciones contra el trono. Toda la corte pronto devino
una escena de sospechas, caras torvas y desconfianza: los sospechosos eran
torturados y muertos, y había espías por todas partes. Los enemigos eran
acusados de conspiraciones para que el rey los matara, y había un clima
general de terror. Antipáter convenció por fin al rey de que Alejandro quería
matar a su padre, y echó al infeliz joven en la cárcel.
XVI, Mientras tanto Alejandro, con perverso orgullo, se negó a defenderse,
VIII, 5
y en lugar de ello redactó |una sátira] en cuatro libros y la publicó. En ellos
afirmaba que desde luego había habido un complot contra Herodes, pero
que Feroras y los más fieles de los amigos del rey estaban ayudando a
Alejandro. Además, Salomé se había abierto paso un día a su dormitorio
y había dormido con él en contra de su volunLad. Todo esto sirvió sólo
para atormentar más a Herodes.
XVI, El suegro de Alejandro, Arquelao, rey de Capadocia, se preocupó por
VIII, G
la seguridad de su yerno e hija y se apresuró a ir a jerusalén. Se ganó la
confianza de Herodes fingiendo primero que creía que todos los cargos
fabricados contra Alejandro eran ciertos y actuando como indignado con
tra él. Pero paso a paso le mostró a Herodes cuán improbables eran las
acusaciones, y logró inculpar a los amigos del rey, especialmente a
Feroras, contra quien el rey ya sentía hostilidad. Arquelao reconcilió a
Herodes y Alejandro, y también obtuvo el perdón para Feroras, que con
fesó su culpa. Arquelao volvió entonces a Capadocia, con la profunda
gratitud y regalos de Herodes.
A lGútOO Un aventurero de Esparta llamado Euricles llegó ahora a Jerusalén y
c; i: 5 1:1
A XVI, se ganó el favor del rey. Pero cuando descubrió las disensiones en el seno
de la familia real, las empleó en su propio beneficio. Se ganó pérfidamente
la confianza de Alejandro fingiendo que era un amigo del rey Arquelao.
Euricles también se congració con Antipáter espiando a Alejandro e in
formándole de todo lo que decía Alejandro, por lo que fue ricamente
recompensado. Antipáter apremió entonces a Euricles a que lo revelara
todo a Herodes. Herodes creyó fácilmente las mentiras de Euricles acer
ca de las “conspiraciones” de Alejandro y le dio más recompensas.
Mientras volvía de Esparta, Euricles recibió aún más dinero de Arquelao,
cuando pretendió haber reconciliado a Herodes con Alejandro.
Herodes el Grande 253
De hecho, Herodes enfureció todavía más cuando leyó una carta ama XVI,
XI, 1,2
fiada, supuestamente mandada por Alejandro al comandante de la fortaleza
je Alexandrión, insinuando una rebelión. Ordenó que Alejandro y
Aristóbulo fueran encadenados y encarcelados. Enfurecido por acusacio
nes adicionales, Herodes escribió a César informándole de las acusaciones
contra los hijos de Mariamne. César, que había planeado añadir Arabia a
los dominios de Herodes, abandonó ahora la idea en vista de la discordia
doméstica. Pero le dio plena autoridad a Herodes sobre sus hijos, y le acon
sejó que convocara un consejo en Berito,2 y que tomara consigo a c. 7-G a.C,
A XVII,
Doris, Mariamne II, Maltace, Cleopatra, Pallas, Faedra, Elpis, una sobri- 1,3
254 Antigüedades de los judíos
na [de nombre desconocido] y una prima. El rey asentó ahora una col0s
nia de judíos babilónicos en Batanea, para que sirviera de zona protectora
contra Traconite. Al volver a Jerusalén, hizo ejecutar a varios fariseos qUR
rehusaban jurarle lealtad, y fue volviéndose más hostil a Feroras a causa
de la intrigante mujer de éste. Mientras tanto, Antipáter había recibido
más autoridad de gobierno, y conspiró arrebatar el reino a su padre. Se
hizo enviar a Roma para presentarse ante César, llevando el testamento
de Herodes en el que él era designado sucesor. Pero mientras estaba en
Roma, Dios comenzó a castigarle por el asesinato de sus hermanos.
XVII, El tío de Antipáter, Feroras, que le había ayudado en la maquinación
II!, 3
xvn, contra los jóvenes príncipes, enfermó, y fue amablemente atendido por
IV, 1,2
Herodes hasta que murió. Después de la muerte de Feroras, dos de sus
libertos le dijeron a Herodes que Feroras había sido envenenado por su
mujer. El rey ordenó que las siervas fueran torturadas, y se reveló que
Antipáter le había enviado veneno a Feroras para poder matar al rey con
él. La mujer de Feroras, que fue detenida cuando iba a suicidarse, confe
só toda la trama, y dijo que la bondad de Herodes al moribundo Feroras
le había hecho mandar que el veneno fuera echado al fuego. Ella había
destruido la mayor parte del veneno, pero se había guardado un poco para
sí misma. La mujer de Herodes, Mariamne [II], hija del sumo sacerdote
Simón, estaba también involucrada en la conspiración, por lo que el rey
la repudió. También borró de su testamento el nombre del hijo de ella,
Herodes, a quien había designado sucesor de Antipáter.
A 1 7 :« 3 En Italia, Antipáter se enteró de la muerte de Feroras, pero no de que
G 1 :liOU
X V II, V, 1 su plan había sido descubierto. Se sintió turbado ante el hecho de que su
tío hubiera muerto sin acabar con la vida de Herodes, por lo que escribió
a su padre que planeaba volver. Herodes le apremió, en un tono amisto
so, a que volviera sin dilaciones. Cuando Antipáter desembarcó en
Cesárea y emprendió viaje a Jerusalén, se encontró con miradas de aver
sión o de odio. Todos parecían saber algún secreto que él ignoraba. Pero
ahora era demasiado tarde para huir, y sólo podía esperar que no se hu
biera descubierto nada. O, si se había descubierto algo, quizá su astucia
y nervios templados le salvarían otra vez.
xvn, Entrando en el palacio en Jerusalén, fue rechazado por Herodes cuan
V, 2 -li
do trató de abrazarlo, y le acusó de ser un parricida. Herodes le dijo que
preparara su defensa y que compareciera al día siguiente ante Varo, el
gobernador de Siria, que estaba de visita, y ante él mismo, así como ami
gos y parientes por ambos lados. Cuando el consejo estuvo reunido,
Antipáter pronunció una inteligente defensa, expresada en un lenguaje
tan conmovedor que suscitó la compasión de Varo y de todos los presen
tes excepto Herodes. Nicolás de Damasco, por orden del rey, refutó
entonces totalmente todo lo que Antipáter había dicho, dando pruebas
Herodes el Grande 255
Los H e r o d e s de J udea
ANTIPÁTER + Cipros (1) 43 a.C.
r
Fasael (1)40 a.C.
T
H ER O D ES (1) rey de Judea, 4 A c
I
Fasael (2) + Salam psio
1.
2.
Dorls
Mariamne (1), de los asmen»
3. Mariamne (2), de familia °s
sacerdotal
I 4.
5.
Maltace
Cleopatra
6. Pallas
7. Faedra
hijos Cipros (2) + Agripa I 8. Elpis
9. — una hija de Salomé
10.
1
— una sobrina
(de Doris)
T
(de Mariamne 1)
T
(de Mariamne 2)
I
I Herodes (2)
Antipáter 4 a.C. + Herodías
A RQ U ELA O
I depuesto 6 d.C.
etnarca de Judea
Salom é (2)
+ 1 . Felipe + 1. Mariamne (¿ ? 4)
2. Glafira
2. Aristóbulo (2)
Alejandro 6 a.C.
r T
Aristóbulo (1) 6 a.C. Salam psio Cipros (3)
1
un hijo
+ Glafira de Capadocia + Berenice + Fasael (2)
Alejandro
l
T IG RA N ES IV
I rey de Armenia 36 d.C.
T IG R A N ES V
I
A LEJA N D RO
( — r
rey en Cilicia (de Mariamne) (de Berenice)
occidental
A RISTÓ BU LO (2)
I H ER O D ES AGRIPA II
1 0 0 d .C .
C. Julio Agripa hijos rey de C alcis;
rey de Armenia Menor
quaestor pro y d espués de C alcis d espu és de Batanea,
praetore + Salom é (2) Traconite, etc.
de A sia
I
hijos
259
José
T
FE R O R A S,
'I
Salomé (1)10 d.C.
El símbolo + denota "casad o c
tetrarca de Perea +
5 a.C.
i 1. su tío Jo sé
2. Costobaro
José
I 3. Alexas
■
I hijos (de Costobaro)
Mariamne (3)
+ Herodes (3)
r
Antipáter Berenice (1)
+ 1 . Aristóbulo 1
2. Teudión
I
(de Maltace)
!
(de Cleopatra) (de Pallas)
1 \
(de Faedra) (de Elpis)
I I I I
F E L IP E Fasael (3) Roxana Salom é (3)
tetrarca
ANTIPAS I
desterrado el 40 d.C.
Olimpias
de Batanea,
Traconite, etc. 34 d.C.
+ Salomé (2)
tetrarca de Galilea y Perea
+ 1. una hija de Aretas IV de Nabatea
2. Herodías
H ER O
(>DES
D ES (3) H
HERODES
I
ER O D ES AGRIPA I Aristóbulo Herodías
I 'I
Mariamne (4)
48 d.C. 44 d.C. + 1. Herodes (2)
rey de C alcis rey de Batanea, 2. Herodes Antipas
+ 1. Mariamne (3) Traconite, etc.;
2. Berenice (4) y después de Judea
+ Cipros (2)
T
Druso
T
Berenice (4)
I
Mariamne (5) Drusila
+ 1. Marco, hijo del + 1 . Azizo, rey de Em esa
alabarca Alejandro 2. Antonio Félix,
2. Herodes (3) procurador de Judea
3. Polemo, rey de Cilicia
I
(de Félix)
■
Antonio Agripa
260
19
LOS GOBERNADORES ROMANOS
l 17:200 A rquelao lloró a su padre durante siete días, y luego festejó
4G o2c. al pueblo conforme a la costumbre de los judíos. Dirigién-
Av¡n!'i JL JLdose a la multitud desde un trono de oro, les dio gracias por
su adhesión. Les dijo que no iba a asumir la autoridad de rey hasta
que César hubiera ratificado el testamento de Herodes, pero que des
pués de esto él sería más benévolo con ellos que su padre.
Complacidos con el discurso de Arquelao, el pueblo puso pronto sus
intenciones a prueba pidiendo varios favores. Algunos querían reduccio
nes de impuestos, mientras que otros le rogaron que liberara a los presos.
A fin de ganarse el beneplácito del pueblo, Arquelao les prometió aten
der estas peticiones.
xvn, Al atardecer se reunieron grandes multitudes que habían quedado insatis-
,x‘1,2 fechas bajo el reinado de Herodes. Lamentaron a aquellos a los que Herodes
había hecho matar por derribar el águila dorada de encima de la puerta del
templo. Clamaron que los consejeros de Herodes debían ser muertos, y que el
sumo sacerdote que él había designado debía ser depuesto de su cargo.
Arquelao se sintió provocado por estos clamores, pero intentó aplacarlos pa
cíficamente. Envió un oficial a pacificar a la multitud, pero le tiraron piedras.
xvn. Era ahora la fiesta de la Pascua, y llegaron multitudes a Jerusalén des-
lx'3 de el campo, entre las que los amotinados comenzaron a extender la
sedición. Temiendo una revuelta, Arquelao envió un tribuno con una
cohorte para que prendiera a los cabecillas de la insurrección. Pero ellos
apedrearon a los soldados, dando muerte a muchos de ellos, aunque unos
pocos escaparon, incluyendo el tribuno, que había sido herido. Arquelao
envió entonces a su ejército contra ellos y mataron a unos 3.000 de los
amotinados, ahuyentando al resto hacia los montes. Los heraldos de
Arquelao mandaron ahora a todos que volvieran a sus casas, y todos se
retiraron sin acabar la fiesta.
xvn. Arquelao, acompañado por Nicolás, emprendió viaje a Roma junto con
3,4 muchos de la familia real. Fueron supuestamente para ayudar a Arquelao
a conseguir el trono, pero en realidad para protestar por la matanza en el
templo. Su hermano menor Antipas había ido también a Roma para re
clamar la corona sobre la base del testamento de Herodes, en el que era
constituido heredero, en lugar de lo dispuesto en el codicilio. Muchos
de los parientes lo apoyaban a él por el odio que sentían contra Arquelao.
')x<i En Cesárea, Arquelao se encontró con Sabino, el procurador de Siria,
Los gobernadores romanos 261
que había emprendido viaje a Judea para hacerse cargo de las propieda
des de Herodes, Pero Varo, el gobernador de Siria, se interpuso, y Sabino
aCcedió a quedarse en Cesárea y dejar a Arquelao en posesión de los te
tro s y fortalezas de Judea hasta que se hubiera llegado a una decisión
en Roma. Pero tan pronto Varo se hubo vuelto a Antioquía y Arquelao
hubo zarpado para Roma, Sabino se lanzó precipitadamente hacia Jeru
salén. Tomó el palacio, ordenó a los oficiales de la tesorería que le dieran
un estado de cuentas, e intentó tomar posesión de las fortalezas. Sin em
bargo, todos permanecieron fieles a las órdenes de Arquelao, y rehusaron
obedecer ningunas órdenes hasta que llegaran de Roma.
Revuelta en Jerusalén
Mientras tanto, Arquelao y Antipas discutían sus derechos a la coro- a 17 :24»
G 2:39
na delante de César. Nicolás de Damasco apoyó a Arquelao con el XVII. IX, 6
suficiente éxito como para inclinar a César a que confirmara a Arquelao
en el trono. Pero antes que César llegara a una decisión llegaron noticias XVII.
X. 1-2
de que Judea estaba en rebelión. Había llegado la fiesta de pentecostés, y
los judíos se habían reunido para vengar la codicia de Sabino. Dividién
dose en tres grupos, acamparon en el norte, sur y oeste del templo, y
procedieron a asediar a los romanos. Atemorizado, Sabino mandó un
mensaje a Varo pidiéndole ayuda, tomó Fasael, la torre más alta, y orde
nó a las tropas que atacaran a los judíos. Los judíos habían subido a los
tejados de los pórticos alrededor de los atrios del templo, y desde allí
echaban piedras contra sus enemigos. Los romanos incendiaron los pór
ticos, y los judíos fueron o bien quemados vivos, o degollados por el
enemigo cuando intentaron retirarse. Los romanos entraron entonces en
la tesorería sagrada, y los soldados robaron gran parte de la misma, mien
tras que Sabino tomaba 400 talentos para él mismo. Enloquecidos por este
ultraje, los judíos asediaron a Sabino y a sus fuerzas dentro del palacio.
La mayor parte de las tropas reales desertaron para unirse a los XVII, X, 3
asediadores judíos, que ofrecieron dejar salir a Sabino y a sus hombres
sin dañarlos. Sabino lo hubiera hecho de buena gana, pero tenía miedo a
confiar en los judíos, y por ello esperó la ayuda de Varo.
Todo el país estaba desgobernado y estalló en violencia. Dos mil hom XVII,
X, 4-7
bres del ejército de Herodes, que había sido desmovilizado, siguieron a
su primo Aquiabo en rebelión, hasta que fueron echados a los montes.
Judas, hijo del bandido Ezequías, asolaba Galilea, mientras que Simón,
un esclavo de Herodes, se coronó rey a sí mismo y quemó el palacio real
en Jericó; finalmente fue atrapado y decapitado. Atronges, un fornido pas
tor, se puso también una diadema. Junto con sus corpulentos hermanos,
desató una guerra de guerrillas, y otros también esparcieron la ruina y la
desolación por el país.
262 Antigüedades de los judíos
La Judea romana
A 10:1 Judea pasó ahora a ser una provincia, y Coponio, un caballero romano,
G 2:117
A X V III, fue enviado como procurador con plenos poderes, incluyendo la adminis
I, 1 tración de la pena capital. Cirenio, un senador romano de rango consular,
Los gobernadores romanos 265
H
tos como de la mayor importancia, y creen que las almas tienen poder para
sobevivir a la muerte y que reciben recompensas o castigos. Son muy in
fluyentes entre el común de la gente, y todos los ritos del culto se llevan
acabo según sus exposiciones.
Los saduceos enseñan que el alma muere junto con el cuerpo, y no XVIII, I, 4
Excavaciones en Qumrán, cerca del extremo noroccidental del mar Muerto, sede
de la comunidad esenia que escribió, y más tarde ocultó, los famosos "rollos del
mar Muerto". Los rollos fueron descubiertos accidentalm ente en las cuevas del
acantilado judeano al oeste (al fondo).
266
orificios, y por ello están excluidos del santuario del templo. Los 4.000
miembros de esta secta tienen su propiedad en común, y no introducen
ni esposas ni esclavos en la comunidad sino que viven por sí solos.2Siem
pre visten de blanco, y no cambian sus ropas hasta que están totalmente
harapientas. Consideran el aceite como contaminador, y se purifican en
agua fría. Un candidato se une a su orden sólo después de una prueba de
tres años, y están también extraordinariamente interesados en los escri
tos antiguos. Observan el sábado de manera tan estricta que en este día
ni defecan.
La cuarta filosofía [la de los zelotes] concuerda con la de los fariseos
XVIII, I, 6 excepto en que tienen un abrumador deseo de libertad con la convicción
de que sólo Dios es su líder. Soportarán bien dispuestos cualquier clase
de dolor o de muerte en tanto que no tengan que llamar a nadie su amo.
Estas, pues, son las filosofías entre los judíos.
A 1 8 :2 6 Habiendo liquidado las posesiones de Arquelao, Cirenio designó a
XVIII,
II, 1 Anano, hijo de Set, como sumo sacerdote.3 Mientras tanto, Herodes
Antipas y Felipe estaban administrando sus tetrarquías. Herodes fortifi
có Séforis, mientras que Felipe mejoraba Panias [Paneas, edición de CL1EJ
en la fuente del Jordán, llamándola Cesárea [de Füipos]. También elevó
a Betsaida sobre el lago Genezaret [el mar de Galilea] a la dignidad de ciu
dad añadiendo pobladores.
Los gobernadores romanos 267
Poncio Pilato
Cuando Pilato, el gobernador de Judea, pasó sus tropas de Cesárea a A 18:55
G 2:109
cuarteles de invierno en Jerusalén, intentaba trastocar las costumbres XVIII.
III, 1
judías introduciendo en la ciudad unos bustos del emperador que iban
unidos a los estandartes militares, cuando nuestra ley nos prohíbe hacer
imágenes. Por esta razón, los anteriores gobernadores siempre que entra
ban en la ciudad empleaban estandartes que no llevaban tales
ornamentos. Pilato fue el primero en llevar estas imágenes a Jerusalén y
erigirlas allí, haciendo esto sin que la gente lo supiera, ya que entraba en
la ciudad de noche. Pero cuando lo descubrieron se reunió una multitud
que fue a Cesárea, y durante muchos días imploraron a Pilato que quita
ra las imágenes. Pilato rehusó hacerlo por considerar que se trataba de
un insulto al emperador. Puesto que la gente no cesó de apelar a él, al sexto
día Pilato colocó sus tropas en posición con las armas escondidas a la vez
que él mismo subía al podio del orador. Este podio había sido construi
do en el estadio, el cual escondía al ejército que permanecía en espera.
Cuando los judíos le imploraron otra vez, dio una señal convenida de
antemano para que los soldados los rodearan, y los amenazó con la muerte
268
Estatua de Tiberio, segundo emperador Una piedra de dos por tres pies [60 x SO
de Roma (Museo Vaticano, Roma). cm], descubierta en Cesaren en 1961,
registra el nombre de Pondo Pilato. La
Augusto había seleccionado cuatro cara izquierda de la piedra ha sido tajada
personas para que le sucedieran en de nuevo para volverla a emplear, de
manera que sólo queda "TIVSPILATVS"
vez de su hijastro,Tiberio, pero del nomhre de Pilato en la línea central
todos murieron antes que Augusto. (Museo de Israel, Jerusalén).
Una sección del acueducto construido por Poncio Pilato para m ejorar el
suministro de agua en Jerusalén. Este segmento corre al nivel de la tierra a través
de los olivares cerca de Belén.
Jesús
Por este tiempo vivió un hombre sabio llamado Jesús, y su conducta A 10:03
era buena, y era sabido que era virtuoso. Muchos de entre los judíos y de XVIU,
III, 3
33 d.C.
las otras naciones se hicieron discípulos suyos. Pilato lo condenó a ser
crucificado y a morir. Pero los que habían venido a ser sus discípulos no
abandonaron el discipulado. Informaron que se les había aparecido tres
días después de su crucifixión y que estaba vivo. Por ello, quizá fue el
Mesías, acerca de quien los profetas han dicho maravillas. Y la tribu de
los cristianos, así llamada por él, no ha desaparecido hasta el día de hoy.8
Escándalos en Roma
Paulina, una dama virtuosa de noble linaje en Roma, estaba casada con A 10:05
XVIU,
un hombre llamado Saturnino, también de buena reputación. Pero un ¡II, 4
caballero llamado Decio Mundo estaba tan enamorado de ella que le ofre
ció 200.000 dracmas áticas si accedía a acostarse con él una sola vez.
270 Antigüedades de los judíos
XVIÍÍ,
Tras su regreso a Antioquía, Vitelio negoció un tratado con Artabano, IX, -i,a
rey de Partía. Esto tuvo lugar sobre un puente sobre el Eufrates, después
cje [o cual el tetrarca Herodes [Antipas] los agasajó en un lujoso pabellón,
pero Herodes hizo llegar las noticias del éxito en las negociaciones a
Tiberio antes que le llegara el informe de Vitelio. Vitelio se encolerizó con
Herodes y se vengaría más tardo cuando la accesión de Cayo [Calígula].
Herodes Antipas
El hermano de Herodes, Felipe, murió en este tiempo, habiendo sido A 1 8 :1 0 0
XVIÍÍ,
un gobernante moderado que había dispensado justicia sobre una base V, 1,2
:i4 d.C.
itinerante. Como murió sin hijos, Tiberio anexionó su territorio a la pro
vincia de Siria. Herodes mismo se peleó ahora con Aretas IV, rey de Petra,
con cuya hija se había casado. Pero Herodes se había enamorado después
de Herodías, la mujer de su medio hermano [que también se llamaba]
Herodes, y le prometió casarse con ella y repudiar a la hija de Aretas. Sin
embargo, esta última se enteró del acuerdo y le pidió permiso a Herodes
para visitar Maqueronte. Desde allí huyó a su padre en Arabia y le contó
los planes de Herodes. Esto, y una disputa territorial, llevó a Aretas a ata XVIII, V, 3
30 d.C.
car a Herodes, cuyo ejército quedó totalmente destruido. Herodes escribió
acerca de esto a Tiberio, que enfureció, y ordenó a Vitelio, gobernador de
Siria, que le declarara la guerra a Aretas.
[La siguiente sección no es con den sada sino traducida palabra por
palabra.]
Juan el Bautista
Ahora bien, para algunos judíos la destrucción del ejército de Herodes
parecía ser una justa recompensa que venía de Dios, un castigo por lo que
le hizo a Juan, a quien llamaban el Bautista. Porque Herodes lo había eje
cutado, aunque era un buen hombre y había exhortado a los judíos a
ejercer la moralidad, tanto en la práctica de la justicia mutua como en la
piedad hacia Dios, y, al hacerlo, pasar por las aguas del bautismo. Por
que de este modo, creía él, el lavamiento por el bautismo sería aceptable
si se practicaba, no para el perdón de los pecados que hubieran cometi
do, sino como una purificación del cuerpo, queriendo decir que el alma
ya había sido limpiada completamente por medio de una conducta jus
ta. Cuando se unió más gente a la multitud que seguía a Juan —porque
eran profundamente afectados al oír sus palabras— Herodes se alarmó:
una influencia así sobre la gente podía conducir a una sedición, ya que
parecían listos para hacer cualquier cosa que Juan les aconsejara hacer.
Por consiguiente, Herodes decidió que era mucho mejor dar el primer
golpe y deshacerse de él antes de que se produjera una insurrección, y
no meterse en problemas y lamentarlo después por no haber actuado una
272 Antigüedades de los judíos 1
La estatua de Calígula
Mientras tanto, los judíos y los griegos de Alejandría estaban enzarza- ai«:2S7
dos en luchas civiles. Ambos lados enviaron tres delegados para exponer jí™ ,
su causa ante Cayo, que ahora había enloquecido creyendo que era un
dios. El portavoz de los griegos, Apión, atacó mezquinamente a los judíos
por cuanto descuidaban honrar al emperador con altares, estatuas y tem
plos, como lo había hecho el resto del imperio. Filón, representando a los
judíos, comenzó su defensa, pero fue airadamente interrumpido por Cayo,
que resolvió ahora vengarse de los judíos.
274 Antigüedades de los judíos
X V III. Cayo envió a Petronio como legado de Siria para que tomara el puesto
vm. ¿
de Vitelio, y le ordenó que condujera un ejército a Judea y que levantara
una estatua de Cayo en el templo de Dios. Cuando Petronio llegó con su
ejército a Tolemaida se encontró con muchos miles de judíos que le ro
garon que respetara sus leyes y que no levantara la estatua. Luego se
dirigió a Tiberias, donde encontró la misma respuesta de todos los judíos.
Le declararon que preferirían morir antes que ver transgredidas sus le
yes, y ya ahora estaban dispuestos a no sembrar sus tierras.
XVIII, Asombrado ante tanta resolución, Petronio decidió arriesgar la ira de
vm , 3-6
Cayo antes que ahogar el país en sangre. Convocando una asamblea de
judíos en Tiberias, les dijo que trataría de disuadir al emperador de lle
var a cabo su plan. Y si fracasaba, perferiría sufrir él antes que ver a tantos
de ellos destruidos. Luego les dijo que reanudaran sus labores agrícolas
y despidió a la multitud, que invocó muchas bendiciones sobre él. Des
pués de volver a Antioquía escribió a Cayo, informándole de su
expedición a Judea y añadiendo que a no ser que quisiera destruir tanto
al país como a sus habitantes, que debería revocar la orden.
XVIII, El rey Agripa, mientras tanto, había festejado a Cayo con un suntuoso
VIH, 7-6
banquete en Roma, después del cual el emperador le ofreció cualquier
obsequio que deseara. Después de rehusar repetidas veces, intercedió por
los judíos y le pidió a Cayo que no levantara su estatua en Jerusalén. El
emperador accedió a su petición, pero cuando llegó la carta de Petronio
volvió a encolerizarse, y ordenó a Petronio que se suicidara por ser tan
Los gobernadores romanos 275
remiso en cumplir sus órdenes. Pero sucedió que los mensajeros que lle
vaban la carta de Cayo a Petronio se vieron detenidos por un tiempo
tempestuoso. En cambio, unos mensajeros que partieron después, anun
ciando la muerte posterior de Cayo, tuvieron una travesía favorable. Y
Petronio se maravilló de la providencia de Dios al no haber recibido la
carta de Cayo hasta casi un mes después de haber sabido de su muerte.
[Aquí Josefo introduce una larga descripción de la matanza de judíos
m esopotámicos y babilónicos p or parte de los partos y de los sirios.]
El menosprecio de Cayo por los judíos era típico del que infligía sobre A 19:1
XIX, I, 1
todo el imperio romano. Aterrorizaba a todo tipo de ciudadanos, matan
do a unos por sus riquezas, e insistía en su propia divinidad, llamando
“hermano” a Júpiter. Robó las esculturas de los templos griegos y edifi
có un puente a través del golfo de Misena sólo para su carro. En las
carreras la gente le pidió a gritos una reducción de impuestos, pero Cayo
los hizo ejecutar delante de los espectadores. Incluso tuvo relaciones
sexuales con su propia hermana.
Hubo tres conspiraciones para tratar de asesinarlo. Un grupo estaba en XIX, I, 3
Agripa y Claudio
El tío de Cayo, Claudio, fue secuestrado por los guardias pretorianos, A 1 9 :2 1 2
G 2:206
que lo declararon emperador— 1 1 0 confiaban en la democracia— pero el A XIX,
II. 1
senado resonaba con oratoria en favor de la libertad y se oponía a la su
cesión de Claudio. El rey Agripa estaba en Roma en aquel entonces, e hizo
de mediador entre el campo pretoriano y el senado. Viendo que Claudio
estaba perplejo e inclinándose a ceder al senado, lo incitó a apostar por XIX,
IV. I-tí
el imperio. Agripa fue entonces al senado y con palabras diplomáticas
persuadió a muchos de sus miembros a retirar su oposición a la sucesión
de Claudio, mientras que los soldados movían al resto. Cerea y varios de
sus cómplices fueron ejecutados, y Claudio vino a ser emperador. XIX,
V, 1
Claudio confirmó ahora a Agripa como rey, y añadió a su dominio tam
bién Judea y Samaría —todas las tierras anteriormente gobernadas por su
abuelo, Herodes [el Grande]—, y también Abilene, que había sido gober
nada por Lisanias. Luego hizo un tratado con Agripa en medio del foro
romano. Después de esto, el rey volvió a Jerusalén para ofrecer sacrificios
de acción de gracias en el templo, donde colgó la cadena de oro que le
había dado Cayo en su accesión.
276
“ ■Yo, a quien vosotros habéis llamado un dios, estoy ahora bajo sen
tencia de muerte!” Lo llevaron a palacio, donde murió después de
(óuco días de un incesante dolor en el abdomen. Tenía cincuenta y
cuatro años de edad y estaba en el séptimo año de su reinado.12 44 d.C.
Los procuradores
Agripa dejó tres hijas, Berenice, Mariamne y Drusila, y un hijo, Agripa, A 20:1
(1 2 :2 2 0
por cuanto éste sólo tenía diecisiete años, Claudio volvió a pasar el rei A Xt.X,
ÍX , I
no a la condición de provincia, y envió a Cuspio Fado como procurador,
pado castigó a algunas cuadrillas de bandidos en Judea, y ordenó que las
vestiduras del sumo sacerdote volvieran a la torre Antonia. Pero los ju
díos enviaron embajadores a Claudio, que anuló esta orden, permitiendo
a los judíos guardar las vestiduras.
[En este punto Josefo introduce un largo relato acerca de la conversión
de Helena, reina de Adiabene, y de su hijo Izates, al judaism o. Los dos
fueron sepultados cerca de Jerusalén.}
XX, V, 1,2 Un impostor llamado Teudas persuadió a las masas que tomaran sus
posesiones y que le siguieran al Jordán, donde, como profeta, dividiría
el río y podrían pasar fácilmente. Pero Fado los atacó con su caballería
y capturó al mismo Teudas, a quien le fue cortada la cabeza y llevada a
Jerusalén.
XX, V, 1,2 Tiberio Alejandro sucedió a Fado como procurador, y éste crucificó a
40 d.C.
Jacobo y a Simón, los hijos de Judas el Galileo, que había levantado al pue
blo a la rebelión cuando Cirenio estaba haciendo el censo en Judea.
Herodes, el hermano del rey Agripa, que gobernaba en Calcis, murió, y
Claudio asignó su reino al más joven Agripa.
A 20:105 Cuando Curnano vino como sucesor a Tiberio Alejandro, tuvo lugar una
C 11,224
A XX, insurrección en Jerusalén cuando la Pascua. Uno de sus soldados que
V, 1,2
48 d.C, estaba en los pórticos del templo para controlar a la multitud se descu
brió los genitales y los mostró a la multitud.13 Encolerizados, algunos de
la multitud comenzaron a tirar piedras a los soldados, y Cumano llevó
refuerzos a la torre Antonia. Esto asustó a las masas, y en su apresuramien
to por escapar a través de salidas estrechas, unos 20.000 fueron muertos
atropellados. Así que hubo lamentaciones en lugar de festejos.
XX, V, 4 Algunos de los revolucionarios robaron entonces a Esteban, un escla
vo de César, mientras viajaba por una carretera pública, y Cumano envió
tropas para saquear los pueblos vecinos en venganza. Uno de ellos en
contró una copia de la Ley de Moisés, que rasgó por la mitad en público,
mientras blasfemaba. Enfurecidos, los judíos fueron a Cesárea, y pidie
ron venganza a Cumano en nombre de Dios; Cumano hizo decapitar al
soldado que había ultrajado sus leyes.
XX, VI, 1 Para el tiempo de una fiesta, los galileos pasaban regularmente por el
territorio de Samaria y muchos fueron muertos. Cuando los galileos pro
testaron ante Cumano, éste no hizo nada para vengarlos, habiendo sido
sobornados por los samaritanos. Entonces ellos se tomaron la justicia por
su mano, incendiando algunos pueblos samaritanos. Cumano chocó en
tonces con los rebeldes, matando a muchos, y los supervivientes fueron
persuadidos por magistrados de Jerusalén a que depusieran las armas para
evitar la venganza de Roma sobre la nación.
XX, Los líderes samaritanos apelaron al gobernador de Siria, Ummidio
VI, 2,3
Cuadrato, y pidieron que castigara a aquellos judíos que habían devaslado
su país. Los judíos, a su vez, acusaron a los samaritanos de haber provocado
las perturbaciones por cometer asesinatos, y principalmente a Cumano, por
haber aceptado soborno. Cuadrado hizo crucificar a los rebeldes samarita
nos y judíos, y envió a Roma a algunos de los principales samaritanos y judíos
para que defendieran sus causas ante Claudio César, enviando también a
Cumano y a Céler, su tribuno. Claudio estaba a punto de decidirse en favor
de los samaritanos cuando Agripa el Joven, que estaba en Roma, apremió a
Los gobernadores romanos 279
Agripina, mujer del emperador, para que intercediera. Claudio escuchó on-
(■orices la causa más a fondo, hizo ejecutar a los componentes de la delegación
samaritana, condenó a Cumano al exilio, e hizo que Céler fuera arrastrado
alrededor de Jerusalén y ejecutado.
Claudio envió ahora a Félix, hermano de Pallas, a que asumiera el go
bierno de Judea, y le quitó Calcis a Agripa, pero dándole la tetrarquía de
Felipe. Félix se enamoró de la hermana de Agripa, Drusila, que sobrepa 52 d.C.
XX,
saba a todas las otras mujeres por su belleza, y envió a un mago judío VII, 1,2
llamado Atomo para que la sedujera hacia Félix apartándola de los bra
zos de su marido. Se casaron, y ella le dio un hijo llamado Agripa, que
más tarde fue atrapado y sepultado en la erupción del monte Vesubio. De
Berenice, otra hermana de Agripa el Joven, se rumoreaba que había teni
do una aventura amorosa con su hermano.14
XV, VIII, s Eli Judea, donde los asuntos iban de mal en peor, Félix tenía que cap
turar impostores y bandidos a diario. Como el sumo sacerdote Jonalánle
apremiaba a diario a que mejorara su administración, Félix contrato a
sicarios [“puñaleros”, esto es, terroristas] para que lo asesinaran. Como
no fueron castigados por esto, los sicarios comenzaron a atacar
atrevidamente a sus enemigos con sus puñales escondidos, incluso en el
área del lemplo. Ésta es la causa, en mi opinión, de que Dios se apartó de
nuestra ciudad y atrajo sobre nosotros a los romanos.
XX. Un impostor egipcio prometió a sus seguidores hacer caer las mura
VIII, E,7
llas de Jerusalén sólo con mandarlo. Félix los atacó en el monte de los
Olivos, dando muerte a 400 y tomando a 200 presos, aunque el impostor
logró escapar. En Cesárea se desató una disputa entre los judíos y los sirios
acerca de la igualdad de derechos. Los judíos pretendían la precedencia
por cuanto Herodes había fundado la ciudad, mientras que los sirios afir
maban que aquel lugar había sido con anterioridad a Herodes la torre de
Estratón, sin que viviera allí ningún judío. Cuando los dos lados comen
zaron a echarse piedras, Félix intervino con sus tropas, y muchos judíos
fueron muertos. Luego envió a líderes de ambas facciones a defender su
causa ante Nerón en Roma.
Cuando Porcio Festo tomó el puesto de Félix, los líderes judíos acusa
ron a éste ante Nerón, y hubiera recibido castigo si no hubiera intercedido
su hermano Pallas. Festo, mientras tanto, tuvo que habérselas con los
sicarios que estaban asolando Judea, con una variedad de impostores, y con
una nueva muralla occidental del templo, que impedía la vigilancia romana
y la vista por parte de Agripa. El rey Agripa [II] tenía derecho a designar
sumos sacerdotes, y disfrutaba contemplando lo que sucedía dentro del
templo mientras comía en la parte alta del palacio de los asmoneos al oes
te. Por ello, los sacerdotes edificaron una muralla alta para impedirle mirar,
XX. muralla que él y Festo ordenaron que fuera derruida, pero ellos apelaron
VIII, íl-lt
a Nerón. La mujer de Nerón, Popea, sentía simpatía por los judíos, y logró
de él la autorización para que la muralla siguiera en pie.
Albino y Anano
A 2 fl:1 'J7 Al morir Festo, César envió a Albino como procurador a Judea. Pero
G l-X T l
A XX. antes de llegar, el rey Agripa había designado a Anano, que era hijo del
IX. 1
viejo Anano,15 al sacerdocio. Este Anano viejo fue sumamente afortuna
do. Después que él había sido sumo sacerdote por mucho tiempo, tuvo
cinco hijos, todos los cuales alcanzaron este cargo, lo que era algo sin
precedentes. Pero el joven Anano era precipitado e intrépido, y seguía a
los saduceos, que son implacables cuando se sientan a juzgar.
[La siguiente sección no es con den sada sino traducida palabra por
palabra.}
Los gobernadores romanos 281
yunque este pasaje tiene esta red acción yu desde el tiempo de Ensebio (c, 324 d.C.).
jos académ icos han sospechado desde hace mucho tiempo que hubo una interpolación
cristiana, porque Josefo no habría creído que Jesús era el M esías ni tam poco en su
resurrección, puesto que siguió siendo un judío no cristiano. Pero en 1972 el profesor
Scltlomo Fin es, de la Universidad Hebrea en Jerusalén, anunció su descubrim iento de
un manuscrito árabe del historiador m elquita Agapio, del siglo x, en el que el pasaje
ge Josefo q u ed a e x p re sa d o de una m a n e ra a p ro p ia d a p ara un ju d ío , y que se
corresponde de una form a tan estrecha a las an terio res p ro y eccio n es h ech as por
eruditos acerca de lo que Josefo habría escrito originalm ente, que lo hem os puesto en
sli lugar en el cuerpo del texto. Aunque la oración final no está en Agapio. Fin es llega
a la justificada con clu sión de que sí estaba en el texto original do Josefo.
g, Maqueronte, cerca del extrem o nordeste del m ar Muerto, era una de las fortalezas
inaoahoo-herodianas situad as sobre una m ontaña co n stru id a s o reed ificad as por
Herodes el Grande. Estaba localizada en Perea, el territorio transjordano que, junto con
Galilea, estaba dentro de la jurisdicción de Herodes Antipas. Los evangelios no indican
dónde fue ejecutado Juan, pero Josefo sí lo hace claram ente en este pasaje. De igual
forma, el Nuevo Testamento no registra el nombre de la “hija de H erodías” que, con
su baile, obtuvo la ejecución de Juan (Mr. 6 :2 2 ; Mt. 14 :6 ), pero Josefo lo da en otro
contexto en el cual habla d éla dinastía herodiana: "H ero d ías... tenía una hija, Salomé,
después do cuyo nacim iento ella escogió despreciar los preceptos de nuestros padres
casándose con Herodes [Antipas], su cu ñ ad o ” (A n tigü ed a d es 1 8 :1 3 6 [CLIE, A X V m ,
V.4D.
10. El m otivo político que tuvo Herodes para ejecutar a Juan no se m enciona en el
Nuevo Testam ento, donde en vez de esto se habla de las severas críticas m orales que
Juan hizo a H erodes. Sin embargo, los dos son muy com patibles. Debe observarse
también que los judíos honraran la m em oria de Juan durante nn considerable período
de tiempo después de su muerte, ya que la derrota del ejército de Herodes ocurrió cinco
o seis años m ás tarde.
11. Según G uerras 2:183 (CLIE, G O, VIII. 226), Herodes fue desterrado a España, donde
murió en el exilio. Aunque A n tigü ed a d es d ice que “Lugdunum (Lyon) en las G allas”
fue el lugar de exilio, algunos eruditos han dism inuido la discrepancia sugiriendo a
Lugdunum C onvenarum com o el sitio que Josefo tenía en mente, el cual queda cerca
de los Pirineos y de la frontera con España.
12. Otro relato de esta escena se encuentra en H echos 1 2:20ss, el cual con cuerda bien
con la versión de Josefo, pero añade el detalle de que Agripa estaba sentado en un trono
y habló a los em bajadores de Tiro y Sidón.
13. Esto según la versiún de A n tigü ed a d es. En G uerras el soldado indecente le dio la
espalda a los judíos y soltó gases.
14. Pablo de Tarso com pareció ante H erodes A gripa II y B eren ice en Cesárea. Ver
Hechos 2 5 :1 3 ss, contexto en el cual tam bién vem os tanto a F é lix como a Festo.
15. El Anás de los evangelios del Nuevo Testam ento.
16. Ya fuera con vocar al sanedrín sin el consentim iento de Albino, o ejecutar a Jacobo,
o ambas cosas.
17. La altam ente probable autenticidad de este pasaje se trata al final de este capítulo.
El episodio en sí forma un im presionante paralelo con ios acontecim ientos del juicio
a Jesús. En am bos ap arecen herm anos a cu sa d o s, sum os sacerd o tes y san ed rin es
condenatorios, y gobernadores rom anos inclinados a favor de los acusados. Hegesipo
(citado por Ensebio en Ecclesiastical History 2 :2 3 ), presenta una versiún adicional de
la m uerte de Jacobo y también dice que murió lapidado.
18. 9 3 -9 4 d.C. La obra prevista nunca fue acabada. Aunque la anterior obra de Josefo,
P o sg u erras d e los judío s, sigue a partir de este punto por razones cron ológicas, el
material introductorio en G u erras— material suficiente para más de dos libros— ya
ha sido refundido en esta condensación desde el asalto de A ntíoco Epífanes al tem plo
(c. 1 7 0 a.C.) hasta ahora. Todas las referencias m arginales en adelante lo son a Las
guerras d e los ju díos.
284
Los escritos de los párrafos sobre Jesús (18:63), el
cual ocurre entre los acontecimientos
de Josefo que se producen durante la adminis
tración de Pilato: 1) es
40
30
20
10
(otnarca)
a Í,C -B
a.C.
0
d.C.
C o p o n lo
6 '•
Prefectos M arco A m b ivio
9 -12 1I u
A n io R u fo
12 -15
V alerlo G rato
16 -2 6
20
P o n d o Plinto
2 6 -3 6
30
M arcelo M arullo
37 -4 1
H e ro d M A g rip a I
40
('•VI
C u s p lo F ad o
Procuradores 44 46 T ib erio Ju lio
A lejandro
V entidio
4 6 -4 0
C um an o
A n ton io Félix
50
4 8 -5 2
52 59
P o rc lo F a s to
5 9 -6 2
A lbin o
60
G e s io Floro 6 2 -6 4
6 4 -6 6
70
PARTE II
LAS GUERRAS
DE LOS JUDÍOS
288
20
Se d e s e n c a d e n a n
LAS HOSTILIDADES
uando Cestio Gallo, gobernador de Siria, visitó Jerusalén du
C
G 2:280
II, XIII, 2 4 2
rante la Pascua, le rodeó una enorme multitud, denuncian
do a Floro por haber arruinado el país. Floro, que estaba a su lado,
se burló de sus protestas, pero Cestio prometió al pueblo una mayor mode
ración de parte de Floro en el futuro, y se volvió a Antioquía. Floro le
acompañó hasta llegar a Cesárea, maquinando todo aquel tiempo empujar
a los judíos a una revuelta abierta. Temía que si proseguía la paz le acusa
rían delante de César, mientras que la guerra ocultaría sus atrocidades.
c. Mayo Un incidente en Cesárea desencadenó la guerra. Los judíos tenían allí
del 06 d.C.
¡I, XIV, 243 una sinagoga, pero la tierra contigua era propiedad de un griego. Los ju
díos le ofrecieron por su finca un precio mucho más alto de lo que valía,
pero él rehusó venderla. Y ahora, para agraviarlos, comenzó a levantar al
gunos talleres en aquel lugar, dejando a los judíos sólo un estrecho callejón
para llegar a su lugar de culto. Algunos jóvenes atolondrados estorbaron a
los que edificaban, pero Floro detuvo su violencia. Los judíos sobornaron
entonces a Floro con ocho talentos de plata para que detuviera la edifica
ción, y Floro prometió hacerlo así. Pero, con el dinero en su poder, se fue
para Subasté, dejando que los desórdenes siguieran su curso.
El siguiente sábado, cuando los judíos llegaron a la sinagoga, se encon
traron con un pendenciero de la ciudad que había puesto una olla delante
de la entrada, boca abajo, sobre la que estaba sacrificando aves. Un cier
to joven apasionado, enfurecido ante este ultraje, atacó a los cesareanos,
que estaban esperando un choque y que habían preparado este
escarnecedor sacrificio. Jocundo, jefe de las caballerizas de Floro, sacó
la olla e intentó detener el tumulto. Los judíos tomaron una copia de su
Ley y escaparon a Narbata, a unos once kilómetros de distancia. Desde
¡I, XIV, 244 allí enviaron una delegación a Floro en Sebasté, implorándole su ayuda
y recordándole los ocho talentos. ¡Pero Floro los echó en la cárcel por
haber sacado una copia de la Ley de Cesárea!
G 2:293 Esta noticia causó profundo malestar en Jerusalén, aunque la pobla
ción refrenó sus sentimientos. Pero Floro, decidido a impulsarlos a la
rebelión, les arrebató diecisiete talentos de la tesorería del templo alegan
do necesidades de la administración. La gente, enfurecida, se lanzó hacia
289
pas no sólo saquearon el mercado, sino que entraron por las casas dando
290 Las guerras de los judíos
muerte a los que estaban en ellas. La ciudad quedó 1lena de sangre, y :j .boq
hombres, mujeres y niños fueron cruelmente degollados o crucificados
El rey Agripa [III estaba en Egipto, pero su hermana Berenice estaba en
Jerusalén cumpliendo un voto religioso, Horrorizada ante el horrible es
pectáculo a su alrededor, envió continuamente mensajeros para implorarle
que detuviera la matanza. Finalmente acudió ante él descalza, como su
plicante. Pero él se mostró insensible a sus peticiones, y la reina tuvo qUe
retirarse rápidamente a su palacio para salvar su propia vida.
II. XIV, 247 Al día siguiente, la multitud se reunió en el mercado de arriba para la
mentar sus muertos y gritar maldiciones contra Floro. Pero los principales
sacerdotes y los jefes del pueblo les rogaron que se callaran y que no pro
vocaran a Floro otra vez. Por respeto a los que los exhortaban, la multitud
accedió.
G 2:318 Floro se quedó frustrado al ver que cesaban los tumultos, y para volver
a provocarlos envió a llamar a los principales sacerdotes y jefes del pue
blo. Les dijo que una manera de demostrar sus intenciones pacíficas era
que la gente saliera a dar la bienvenida a dos cohortes de tropas que venían
de Cesárea. Floro envió luego un mensaje a estas cohortes para que no de
volvieran los saludos de los judíos, y que si le ridiculizaban a él, los atacara.
11, XIV. 240 Los sacerdotes encontraron difícil que la ultrajada población obedeciera
estas órdenes, pero les advirtió que en caso contrario su país sería saqueado
y su templo profanado. La gente accedió al fin, y salieron a recibir a las tro
pas, a las que saludaron. Al no venir respuesta alguna de parte de las cohortes,
algunos judíos rebeldes comenzaron a gritar contra Floro. Las tropas los ro
dearon y los atacaron con garrotes, mientras que la caballería perseguía y
atropellaba a los que huían. Muchos cayeron bajo los golpes de los romanos,
pero más todavía fueron aplastados y muertos en la desbandada hacia las
puertas de la ciudad cuando todos trataron de entrar en ella. Las tropas se
precipitaron contra el pueblo, intentando apoderarse del templo y de la to
rre Antonia. Floro y sus hombres se lanzaron fuera del palacio e intentaron
llegar a la fortaleza. Pero se vieron impedidos por el pueblo, que obstruyó
de tal manera las calles que no pudieron abrirse paso, mientras que otros ata
caban a los romanos desde los tejados.
II, XV. 249 Floro se retiró al palacio, pero los rebeldes judíos, temiendo que pu
diera volver y apoderarse de la torre Antonia para conquistar el templo,
obstruyeron los pórticos que unían los dos edificios. Impedido ahora de
saquear los tesoros del templo, Floro les dijo a los jefes de la ciudad que
se iba. Con la promesa de que mantendrían la paz, dejó una cohorte con
ellos, y se volvió a Cesárea con el resto de sus fuerzas.
G 2 :3 3 3
Agripa trata de evitar la guerra
II.
XVI, 250 Para conseguir una razón para nuevas hostilidades, Floro envió un
Se desencadenan las hostilidades 291
recibirlos. Las viudas de los que habían sido muertos corrieron primero ante
ellos, llorando y lamentándose. El resto le rogó a Agripa que les diera ali
vio e informaron a Napolitano de las desgracias que habían padecido bajo
Floro. Al entrar en la ciudad, le mostraron cuán asolado estaba el merca
do y cómo habíansido saqueadas las casas. Napolitano pasó por la ciudad,
y encontrándola en paz fue al templo, y encomió a la población por su leal
tad a los romanos exhortándoles a mantener la paz. Luego tomó parle en
el culto del templo desde la zona permitida, y volvió a Cestio.
La gente apremió ahora a Agripa y a los sumos sacerdotes para que en G 2:342
//. XVI, 252
viara embajadores y acusara a Floro ante Nerón. Agripa no fomentó esta
misión porque quería desalentar a la población de ir a la guerra. Los con
vocó en Xisto, y poniendo a su hermana Berenice en la terraza del palacio
de los asmoneos, les pronunció un largo y elocuente discurso. Concediendo
que los procuradores eran brutales les dijo: “No se sigue de ello que todos
los romanos os sean injustos. No nos envían gobernadores opresores de ma
nera intencionada, y no pueden en occidente ver a sus funcionarios en el
este.” Después de haber dado una queja debida, prosiguió él, vendrían su
cesores moderados. Pero sus esperanzas de lograr la independencia eran
tardías. Si no pudieron resistir a una parte de las fuerzas romanas bajo
Pompeyo, ¿cómo iban a poder triunfar ahora que los romanos gobernaban
el mundo? Cuando tantas grandes naciones habían sido sometidas, ¿cómo
podían esperar los judíos alcanzar la victoria? Finalmente, les describió los
horrores de la guerra y la destrucción que les sobrevendría a los judíos por
todo el imperio, así como a ellos mismos, a su ciudad y al templo.
Al final estalló en llanto, como también su hermana, y la multitud que II, XVI, 261
Manaén
G 2:422 Alentados por estos refuerzos, los hombres principales, los principa
//.
XVII. 205 les sacerdotes y todos los que favorecían la causa de la paz se apoderaron
La invasión de Cestio
G 2:457 Como por mano de la Providencia, aquel mismo día y hora los de Cesárea
II,
XIX, 270 hicieron una matanza de los judíos que vivían en aquella ciudad. En una
hora más de 20.000 fueron muertos, y Cesárea quedó sin judíos. Toda la
nación judía enfureció, y se lanzaron a devastar las ciudades y los pueblos
sirios colindantes matando a una gran cantidad de sus habitantes. Los sirios
también mataban a todos los judíos en las ciudades que tomaban, y toda
la provincia se transformó en una escena de un horror indescriptible.
II, XIX, 271 Hasta entonces los judíos habían estado luchando contra extranjeros
pero cuando invadieron Escitópolis, se encontraron con que su propia
genLe que vivía allí estaba en armas contra ellos para defender la ciudad.
Pero los de Escitópolis no se fiaban de sus aliados judíos, y les pidieron
que se retiraran con sus familias a una arboleda cercana. Tres noches des
pués, los de Escitópolis atacaron a estos judíos matando a 13.000 de ellos.
II. XX, 273 Otras ciudades siguieron el ejemplo de Escitópolis, matando o encar
celando a sus habitantes judíos, excepto Gerasa, Antioquía, Sidón y
Apamea, que dejaron en paz a sus judíos. Mientras tanto, hubo matan
zas de judíos en Alejandría [Egipto] a manos de habitantes griegos y
fuerzas romanas de guarnición.
Los rebeldes tomaron la fortaleza de Cipros cerca de Jericó, dieron
muerte a la guarnición, y derribaron sus defensas. Al mismo tiempo, la
población judía local forzó a la guarnición romana en Maqueronte a aban
donar aquella fortaleza, que entonces ocupaban.
II. XX, 274 Cestio, sabiendo que era tiempo para intervenir, condujo a un gran ejér
cito desde Antioquía a fin de aplastar la insurrección. Agripa le
acompañó, como Soemo [rey de Emesa], aportando cada uno de ellos fuer
zas adicionales. Después de avanzar sobre Cesárea, Cestio envió a parte
de su ejército a atacar Jope. La tomaron, matando a los habitantes, y aso
laron el país. Otro destacamento sometió la provincia de Galilea.
ü c t ., Cestio prosiguió luego hacia Jerusalén, interrumpiendo a los judíos la
(i(í d .C .
II,
XXIII. 270
celebración de la fiesta de los Tabernáculos. Aunque era sábado, los ju
díos atacaron con tal furia al enemigo que rompieron sus líneas. Si la
caballería y algunas tropas de infantería no hubieran socorrido a la línea
rota, Cestio y todo su ejército hubieran corrido serio peligro. Perdieron a
515 hombres por sólo 22 de los judíos, que se retiraron a la ciudad.
G 2:525 Agripa trató ahora de negociar con los judíos. Envió a dos de sus amigos
¡I.
XXIV, 200 a ofrecerles la amnistía en nombre de Cestio, si los judíos entregaban las ar
mas. Pero los rebeldes, temiendo que la multitud entera pudiera aceptar la
Se desencadenan las hostilidades 295
propuesta, atacó a los emisarios, dando muerte a uno e hiriendo al otro. Los
(ñudadanos que protestaron por esta acción fueron apedreados y apaleados.
Ceslio, aprovechando la disensión, atacó y esparció a los judíos, per II,
XXIV, 281
siguiéndolos hasta Jerusalén. Durante tres días suspendió las operaciones,
esperando recibir una propuesta de rendición, pero al cuarto día condu
jo sus tropas contra la ciudad. Los rebeldes, asombrados por la disciplina
c|e los romanos, abandonaron los suburbios y se retiraron a la ciudad in
terior y al templo. Cestio tomó la ciudad alta y acampó delante del palacio. 17 dt¡ nov.,
G6 d.C.
Si en aquel momento hubiera forzado la entrada en las fortificaciones, la
ciudad habría caído y la guerra terminado. Pero el prefecto de su campa
mento, Tirano Prisco, sobornado por Floro para prolongar la guerra, lo
desvió de este intento. Muchos de los principales ciudadanos prometie
ron abrir las puertas a Cestio, pero él vaciló por desconfianza. Los rebeldes
descubrieron finalmente a los colaboradores, y los echaron de las mura
llas, apedreándolos y haciéndolos huir a sus casas.
Durante cinco días los romanos presionaron con sus asaltos sin éxito al
guno. Al sexto, Cestio, con un gran grupo de hombres escogidos, atacó el lado
norte del templo. Rechazado primero por los judíos, los romanos volvieron ¡I,
XXIV, 282
a la carga, y los de la primera línea fijaron sus escudos firmemente contra la
muralla. La segunda fila unió los suyos a los de los primeros, y el resto hizo
lo mismo, formando lo que se llama “la tortuga”. Cuando los proyectiles caían
sobre ellos rebotaban sin hacerles daño, mientras que los soldados minaban
la muralla y se disponían para prender fuego a la puerta del templo.
Cestio se retira
Los rebeldes fueron ahora presa del pánico, y muchos huyeron de la ciu C 2 :5 3 0
II,
dad pensando que estaba a punto de ser tomada. Alentados por su huida, XXIV, 282
excepto las que llevaban las jabalinas y las máquinas de guerra. Cuando
entraron en el paso de Bet-horón, los judíos le atacaron por todos lados
Algunos bloquearon su avance, otros empujaron a la retaguardia hacia
un barranco, mientras que el principal cuerpo de judíos lanzaba lluvias
de hechas desde arriba. La infantería romana se veía muy acosada, mien
tras que la caballería estaba aún en mayor peligro, incapaz de lanzar una
carga por las pendientes o de evitar los precipicios y barrancas en la hui
da. Todo el ejército romano habría sido capturado si no hubiera caído la
noche. Los romanos se refugiaron en Bet-horón, mientras que los judíos
controlaban todos los puntos alrededor.
Cestio seleccionó ahora a 400 de sus hombres más valientes y los puso en
II, XXIV,
284 los terrados. Debían gritarse las consignas entre ellos, para que los judíos
pensaran que todo el ejército seguía estando allí, mientras que él, con el res
to de las fuerzas, seguía sigilosamente su avance. Al amanecer los judíos
descubrieron la añagaza y se lanzaron sobre los 400 que los habían engaña
do, matándolos con jabalinas, y luego se lanzaron en persecución de Cestio.
Los judíos no pudieron alcanzar a los romanos, pero estos, en su hui
da, abandonaron sus arietes, catapultas y otras máquinas de guerra que
ahora fueron tomadas por los judíos. Con cánticos de triunfo volvieron
a la capital, habiendo sufrido muy pocas pérdidas, mientras que ellos
N ov.,
(¡0d.C. habían dado muerte a 5.300 infantes y a 480 jinetes de los romanos y de
sus aliados.
Pero alrededor de 2.000 se quedaron para atacar a Josefo, que se retiró a Sl(
casa y tuvo que emplear otra estratagema. Subió a su terrado y les pidió que
II, XX VI, le enviaran una delegación para conferenciar con tranquilidad con el los
293
Cuando llegaron algunos de los cabecillas del motín, Josefo ordenó que fue
ran llevados a rastras al lugar más apartado de la casa y que les dieran
latigazos hasta que les quedaran las costillas al descubierto. Hecho esto, l0s
echó de repente a la calle, totalmente ensangrentados. El espectáculo sobre
cogió de tal manera a los amotinados que echaron las armas y huyeron.
G 2:G14 A continuación, Juan maquinó un segundo plan contra Josefo. Mien
II, XX VI,
294 tras Josefo estaba arengando al pueblo de Tiberias, Juan envió
secretamente a unas tropas para que lo mataran, pero la gente, al ver que
ellos sacaban las espadas, gritaron una alarma. Josefo saltó desde su po
dio a la playa, saltó a un bote, y escapó hacia dentro del lago. Juan huyó
a Giscala, su ciudad natal, y muchos galileos querían vengar a Josefo y
quemar tanto a Juan como a Giscala. Pero Josefo simplemente les dio a
los partidarios de Juan cinco días para abandonar su causa o exponerse
a perder sus propiedades y a que fueran quemadas sus casas. Tres mil de
los del partido de Juan se adhirieron de inmediato a Josefo.
II, XXVI,
295
Juan envió emisarios ahora a Jerusalén, advirtiendo que Josefo apare
cería en la capital como un tirano a no ser que se le hiciera resistencia.
Algunos de los líderes, envidiosos de Josefo, le dieron secretamente di
nero a Juan, y retiraron a Josefo de su posición de mando, enviando a 2.500
hombres a Galilea contra él. Séforis, Gabara, Giscala y Tiberias apoyaron
la causa de Juan, pero Josefo reconquistó estas ciudades sin recurrir a las
armas, y las tropas volvieron a Jerusalén.
Varios días después, Tiberias volvió a rebelarse, apelando al rey Agripa a
G 2:632 que les ayudara, y excluyeron a Josefo de la ciudad. Cuando le fue dada la
II, XXVII,
296 noticia de esta defección en Tariquea, Josefo recurrió de nuevo a una estra
tagema, por cuanto había enviado su ejército a unas incursiones, y cualquier
retardo habría posibilitado a las tropas del rey a que ocuparan la ciudad.
Recogió todas las barcas del lago: había 230, y puso sólo a cuatro marineros
a bordo de cada una de ellas, y zarpó con esta flota a Tiberias. Dejándolas lo
suficientemente lejos de la costa para que los de la ciudad no se dieran cuenta
de que las naves no llevaban soldados, él mismo, acompañado de siete de
sus guardias, se acercó lo suficientemente a la costa como para que le reco
nocieran. Sus adversarios, pensando que su flota estaba llena de tropas,
agitaron ramos de olivo y le imploraron que perdonara la ciudad.
II, XXVII, Josefo los reprendió por su rebelión, pero prometió perdonar a todos
2 97
los que le ayudaran a apoderarse de la ciudad. Diez de los principales
ciudadanos acudieron a él, y los puso a bordo de una de las barcas. En
vió a por cincuenta más, poniéndolos en otras barcas, y repitió esto con
varios pretextos. Finalmente, recogió a todo el consejo de 600, además
299
Séforis, situada sólo cuatro millas (poco más de seis kilómetros) al norte de
Nazaret, fue la capital de G alilea antes que Tiberias. Su teatro, con capacidad
para 5.000 personas, ha sido excavado recientemente.
A u g u sto (O ctavio)
31 a.C. - 14 d C, 30
La dinastía
Julio - Claudia
20
10
a.C.
0
d.C.
10
T iberio
1 4 - 3 7 d.C.
20
30
C ay o (C alígu la)
3 7 - 4 1 d.C.
40
C lau d io
41 - 54 d.C
50
Nerón
54 —68 d.C. 0Q
G a lb a
68 “ 69 d C
C. Otón V itello
69 d.C. 69 d.C 70
La dinastía
Flavia
80
90
Nerva
9 6 - 9 8 d,C.
100
301
21
V e s p a s ia n o
c o n q u is t a
G a l il e a
llenaron de gozo, pensando que Dios lo había preservado para futuras ba
tallas.
G 3:29
P rim a v e ra Mientras tanto, Vespasiano condujo a su ejército afuera de Antioquía,
del 67 d .C .
III, i. 30G donde se encontró con el rey Agripa y todo su ejército esperando reunir
se con él, y marchó hacia Tolemaida. Aquí le salieron al encuentro los
ciudadanos de Séforis en Galilea, que buscando su seguridad vinieron a
asegurarle de su fidelidad a Roma. Vespasiano les dio 1.000 jinetes y 6.000
infantes para defender su ciudad contra los judíos, por cuanto Séforis era
la ciudad más grande de Galilea y muy fortificada, que guardaba a toda
la provincia. [Josefo da aquí una descripción geográfica de Galilea, Perea,
Samaría y Judea.]
III, III, 310 La fuerza romana enviada a Séforis, bajo el mando de Plácido, el
tribuno, devastó el país alrededor, provocando serias dificultades a Josefo
y a sus hombres. Josefo intentó asaltar Séforis, pero fue rechazado. Esto
provocó feroces hostilidades de parte de los romanos, que esparcieron
el fuego y la sangre por toda Galilea, matando a todos los que eran capa
ces de llevar armas. Los únicos lugares seguros eran aquellas ciudades
que habían sido fortificadas por Josefo.
303
Tiro
G a l il e a y s u s «Area d é Fillpon
ALREDEDORES
EN EL PRIMER FENICIA
SIGLO D.C.
L a g o H ulé
M A R M E D IT E R R A N E O
• G ia c a Ja
T o lé m a ld » '
GALILEA í B e ls o id a
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í L L A N U R A D EL E S O R A E L b V '•
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DECÁPOLIS
SAMARIA R io JoniAn
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• Cesárea
I r- -i— . — I
10 2 0 k iló m etro s ! ▲ M íe . G ilb o a
El ejército romano
Tito llegó rápidamente de Alejandría, trayendo consigo la Decimoquin G a :04
111, 111,311
ta Legión, reuniéndose con su padre en Tolemaida, donde Vespasiano
estuvo esperando con la Quinta y Décima Legión, que eran las más dis
tinguidas de todas. Veintitrés cohortes acompañaban a las legiones, así
como tropas auxiliares suplidas por los reyes Antíoco, Agripa y Someo,
y por el árabe Maleo. El número total de las fuerzas de Vespasiano, de
caballería e infantes, incluyendo los contingentes de los reyes, ascendía
a 60,000, sin contar los muchos servidores y seguidores del campamen
to, que también tenían instrucción militar.
Los romanos nunca esperan a una guerra para dar instrucción a su ejér II, III, 312
cito. Lo que hacen, como si hubieran nacido con armas en las manos, es
practicar maniobras también en tiempo de paz, por lo que la batalla nunca
les es un choque. Sus campamentos son ciudades modélicas, bien forti
ficados, y sus tiendas son levantadas a lo largo de calles alineadas
simétricamente, con el cuartel del comandante en jefe en el centro. Al
amanecer, los soldados se presentan ante sus respectivos centuriones, los
centuriones saludan a los tribunos, y los tribunos atienden al comandante
Ruinas de uno de los campamentos romanos en el sitio de Masada. El plan
rectangular del campamento y de sus calles, así como de la m uralla protectora
que lo rodeaba, han sobrevivido durante diecinueve siglos sin intervención
arqueológica.
en jefe, que les da las contraseñas y la orden del día. Los soldados de in
fantería van armados con coraza, yelmo, una espada a la izquierda, y una
daga larga a la derecha. Los de caballería llevan además una pica y una
aljaba llena de flechas largas. Una disciplina perfecta une al ejército como
un solo cuerpo, compacto en las filas, alerta en los movimientos a la de
recha o a la izquierda, y rápido en responder a las órdenes. No es de
asombrarse que el imperio romano haya extendido sus límites al este
hasta el Eufrates, en el oeste hasta el océano, al sur hasta Libia, y al norte
hasta el Rin. Esto no es tanto para ensalzar a los romanos como para con
solar a los que ellos han conquistado, y refrenar a otros que se sientan
tentados a la revuelta.
III, IV, 317 Mientras Vespasiano consolidaba sus fuerzas en Tolemaida, Plácido
seguía devastando Galilea. Observó que los que guerreaban siempre se
refugiaban en las ciudades fortificadas, por lo que avanzó contra la más
fuerte de ellas, Jotapata. Pensó que podría apoderarse de ella fácilmente
mediante un ataque repentino, después de lo cual las otras ciudades se
rendirían, atemorizadas. Pero con esto se engañaba completamente, por
que la gente de Jotapata, conscientes de su llegada, le tendieron una
z Vespasiano conquista Galilea
e hijos, y pronto los dispersaron. Plácido, viendo que era demasiado dé
bil para tomar la ciudad, se retiró.
Vespasiano sacó entonces sus tropas fuera de Tolemaida en el usual or G 3:115
III, V, 318
den romano: los auxiliares con armamento ligero y los arqueros iban
delante para repelir ataques de emboscados, seguidos de la infantería pe
sada y de la caballería; luego venían los agrimensores y constructores de
caminos, que precedían a Vespasiano y a sus oficiales con sus equipos; lue
go seguía la caballería legionaria, los mulos portando torres de asedio y otras
máquinas de guerra; luego iban los oficiales jóvenes y los estandartes que
rodeaban a las águilas de las legiones, seguidos de trompeteros, una fuer
te colum na de infantería, el cuerpo de servidores, y mercenarios;
finalmente, una retaguardia de infantería y caballería cerraba el desfile.
Cuando llegó a las lindes de Galilea, Vespasiano se detuvo un tiempo III, V, 319
mer asalto. A l entrar en la ciudad, los romanos dieron muerte a todos los
varones mayores de edad, e incendiaron la ciudad y todas las aldeas a su
alrededor; tan amargo recuerdo tenían de la derrota de Cestio.
La retirada de Josefo a Tiberias llenó a sus habitantes de alarma, por
que pensaban —con razón— que nunca hubieran huido allí si no hubieran
perdido toda esperanza de éxito. En realidad, él veía a qué catástrofe fi
nal se estaban dirigiendo los judíos, pero no quería traicionar su comisión
de mando. Por ello escribió a las autoridades de Jerusalén, informándo
les del estado exacto de los asuntos, aconsejándoles que o negociaran o
le enviaran un ejército capaz de resistir a los romanos.
Cuando Vespasiano supo que la mayor parte de las fuerzas enemigas III, VII. 321
8 dtr junio,
se habían refugiado en Jotapata, se sintió impaciente por tomarla. Envió 07 d.C,
una fuerza a que arreglaran la carretera que iba a ella, que era un camino
pedregoso de montaña, difícil para la infantería e imposible para la ca
ballería. En cuatro días estuvo acabada la obra, y se abría una ancha
carretera para sus tropas. Josefo se apresuró ahora a ir de Tiberias a
Jotapata, y su llegada animó a los judíos que a llí se encontraban.
Vespasiano consideró que esta era una maravillosa oportunidad, por
que Josefo, el hombre considerado como el más sabio de sus enemigos,
se había metido así en una encerrona. Vespasiano acampó ante Jotapata,
306 Las guerras de los judíos
El asedio de Jotapata
G 3:150 A l día siguiente comenzó el ataque. Vespasiano ordenó a sus arqueros y
III, VII, 3 2 2
honderos que dispararan, mientras que él mismo conducía la infantería a una
pendiente que llevaba a la parte menos defendible de la muralla. Josefó se
lanzó allá con toda la guarnición y echó a los romanos de las murallas. Los
dos lados hicieron grandes y osadas hazañas hasta caer la noche. A la ma
ñana siguiente y durante los siguientes cinco días los romanos siguieron
asaltando, mientras los judíos resistían valientemente desde las almenas.
III, VII, 3 2 3 Jotapata está rodeada de profundos barrancos por tres lados, y sólo es
accesible desde el norte, donde hay una cresta del monte que descien
de. Pero Josefo había encerrado esta parte también dentro de su muralla
para im pedir que un enemigo ocupara el risco que lo dominaba.
Vespasiano y sus oficiales decidieron echar un terraplén contra la parte
Esta máquina está lista para disparar un proyectil, una piedra (señalada por la
flecha). El engranaje se ajusta para el peso de varios proyectiles.
más accesible de la muralla. Todo el ejército fue enviado a buscar mate
riales, y desnudaron todos los montes alrededor de árboles y piedras, y
pasaron a erigir terraplenes. Para protegerse de los proyectiles que les
lanzaban los defensores, extendieron cubiertas de plantas trepadoras
puestas sobre postes. Bajo esta protección trabajaban de manera segura,
aunque los judíos estorbaban a los trabajadores con grandes peñascos.
Vespasiano trajo ahora sus máquinas de artillería, 160 en total, y las ///.vu, 324
dirigió contra los defensores de las almenas. Las catapultas lanzaron una
enorme andanada de lanzas, y los lanzadores de piedras lanzaron gran
des bloques de enorme peso. También lanzaron una andanada de dardos
ardiendo y de flechas, todo lo cual pronto limpió las almenas de adver
sarios. Pero los judíos se lanzaron en una salida en grupos de guerrillas,
destruyendo los refugios y atacando a los obreros antes de poner fuego a
los postes y las pantallas. Vespasiano se dio cuenta de que los espacios
entre los terraplenes daban aberturas que permitían los ataques, por lo
que unió todos los refugios, impidiendo así estas salidas destructivas.
El terraplén estaba ahora ascendiendo y casi llegaba ya al nivel de las m, vu, 324
almenas. Para impedir esto, Josefo ordenó a los albañiles que levantaran
más la muralla, pero ellos le dijeron que no sería posible edificar bajo tal
lluvia de proyectiles. Josefo ordenó entonces que se clavaran estacas al
tas en la parte superior de la muralla, y extendió a través de ellas pieles
308 Las guerras de los judíos
la posteridad! ” Entonces hizo una salida con los más valerosos de sus tro
pas dispersando a los centinelas. Irru m p ien d o en el cam ino al
campamento romano, desgarró las pieles que cubrían a los hombres en
los terraplenes e incendió las obras. Josefo repitió estos ataques los días
siguientes, hasta que Vespasiano advirtió a sus tropas que no entablaran
lucha con hombres empeñados en morir.
El ariete
Ahora que el terraplén se estaba aproximando a las fortificaciones, 111, IX, 5
en la planta del pie, lo que causó gran alarma entre los romanos, espe
cialmente en Tito. Pero Vespasiano alivió fácilmente sus temores y los
incitó a luchar aquella noche con más fiereza contra los judíos. Aunque
muchos de ellos cayeron en esta batalla, siguieron lanzando piedras y
materiales ardientes sobre los asediantes.
m. x, 9 Hacia la mañana, la muralla, después de un incesante martilleo, cayó
ante el ariete. Pero los defensores levantaron obstáculos delante de la
brecha antes que los romanos pudieran adosar sus escalas de asalto. Para
abrir la brecha, Vespasiano ordenó a los más arrojados de su caballería
que desmontaran y se lanzaran a través de ella en el momento en que es
tuviera lista la escalada. Después de ellos lanzó a la élite de su infantería,
mientras que ponía en la retaguardia a los arqueros y la artillería. Tam
bién ordenó que se pusieran escalas de asalto en zonas de la muralla que
estaban intactas, para divertir a defensores de la brecha.
ni.x, ni Josefo, al advertir este designio, puso a los viejos y cansados para que
guardaran estas secciones de la muralla, pero dispuso a los más valero
sos para defender la brecha. Les dijo a sus hombres que no hicieran caso
del grito de guerra de las legiones, y que esperaran hasta que sus arque
ros hubieran vaciado sus aljabas. Pero cuando los romanos adosaran sus
escalas de asalto, debían entonces lanzarse sobre ellas y luchar para ven
gar su ciudad. "¡Poned en vuestra mente —les dijo— a vuestros padres,
niños y mujeres que serán asesinados, y, anticipando la furia que senti
réis, desencadenadla contra los que tratan de matarlos!”
Cuando las mujeres y los niños vieron su ciudad rodeada y al enemi-
Vespasiano conquista Galilea 311
go con espadas en las manos en la brecha, y la ladera del monte por enci
nta de ellos destellando con armas, lanzaron un gran clamor. Pero Josefo
hizo encerrar a las mujeres en sus casas para que no desalentaran a los
hombres, y les dio orden de que callaran. Luego se dirigió a su puesto en
la brecha y esperó el ataque.
Las trompetas de los invasores sonaron simultáneamente, y los romanos, G 3:265
III, X, 11
con un terrible grito de guerra, se lanzaron al ataque. Los camaradas de Josefo
se taparon los oídos ante tanto fragor, y se pusieron a cubierto de las anda
nadas. Pero en el momento en que fueron adosadas las rampas de asalto, se
lanzaron sobre ellas antes que los romanos pudieran cruzarlas, atacándolos
valientemente. Sin embargo, los romanos podían ir lanzando tropas de re
fresco contra los judíos, y los rechazaron al ir ellos fatigándose.
Mientras subían ahora por las murallas, Josefo mandó que se echara ni, x. 12
una gran cantidad de aceite hirviendo sobre los romanos, que cayeron ro
dando de la fortificación en una terrible agonía, porque el ardiente aceite
penetraba por sus armaduras y les llegaba a la piel. Retorciéndose angus
tiados, caían de los puentes de asalto, y los que trataban de escapar se
veían impedidos por sus camaradas que iban avanzando.
Pero los romanos, sin dejarse amilanar por el tormento de sus compa
ñeros, siguieron avanzando sobre las almenas. Entonces los judíos
derramaron alholva1 hervida sobre las rampas de acceso de las torres de
asalto, haciendo que los romanos resbalaran y cayeran. Algunos fueron
atropellados y muertos, mientras que otros cayeron sobre el terraplén y B de julio
del 67 d.C.
fueron traspasados por flechas judías.
Hacia el anochecer, Vespasiano llamó a sus tropas, que habían sufri III, X, 13
Otras rebeliones
Para este tiempo, Vespasiano envió a Trajano,2 comandante de la Dé G 3 :2 8 9
III, XI, 14
cima Legión, con 1.000 caballos y 2.000 infantes, contra una ciudad en
las cercanías de Jotapata, llamada Jafa, que estaba en rebelión. Al acer
carse Trajano a Jafa, los habitantes avanzaron contra ellos, pero pronto
los hizo huir tras la primera de sus dos murallas, con sus tropas pisán-
312 Las guerras de los judíos
doles los talones. Pero cuando llegaron a la muralla interior, sus conciu-
dadanos les cerraron las puertas, dejando fuera tanto a los amigos como
a los enemigos. Atrapados entre las dos murallas, los galileos fueron
masacrados a la vista de sus amigos mientras les rogaban que abrieran las
puertas. Pero los del interior tenían miedo de abrir las puertas. Entonces
los fugitivos, aplastados por la deslealtad de sus amigos, no resistieron
13 de julio
del 67 d.C. y fueron muertos, un total de 12.000.
Trajano envió un mensaje a Vespasiano, pidiendo que le enviara a su
hijo Tito para completar la victoria. Entonces Tito condujo el asalto de la
III, XI, 15 ciudad con una fuerza adicional. Cuando los galileos abandonaron las
murallas precipitadamente, ’t'ito y sus tropas escalaron a las almenas y
se hicieron dueños de la ciudad. Pero dentro tuvo lugar una desespera
da lucha, con los hombres luchando contra los romanos calle por calle,
mientras las mujeres les echaban piedras desde las casas. Pero al final
todos los hombres fueron muertos, y sólo quedaron niños pequeños y
mujeres, que fueron después vendidos como esclavos.
HI, XII, 16 También les sucedieron desgracias a los samaritanos. Ellos no se ha
bían unido a la revuelta, pero no habían aprendido de las calamidades
de sus vecinos porque estaban pensando en la rebelión y habían reuni
do una gran fuerza en su sagrado monte Gerizim. A fin de destruir esta
rebelión en su cuna, Vespasiano envió a Cércalo, comandante de la Quinta
Legión, con una fuerza armada contra los samaritanos. Cércalo rodeó la
base del monte durante todo un día tórrido. Era en medio del verano, y
los samaritanos, que no habían tomado provisiones, iban escasos de agua,
con lo que varios murieron de sed mientras que otros desertaron a los
romanos. Suponiendo que ahora los samaritanos estarían muy debilita
dos, Cércalo subió al monte, rodeó a los enemigos, y les ofreció el perdón
si se rendían. Pero cuando ellos rechazaron sus proposiciones, los ata
có, matándolos a todos, 11.600 en total.
G 3:316 Mientras tanto, Jotapata seguía resistiendo, pero en el día cuarenta y
III, XII, 17
siete de su asedio el terraplén romano llegó a la parte superior de la mu
ralla. Un desertor informó entonces a Vespasiano que los que quedaban
dentro de la ciudad estaban disminuidos en número y fuerzas, y que no
podrían resistir un asalto vigoroso. Por la mañana temprano, les dijo, los
centinelas se quedaban dormidos en sus puestos de puro agotamiento, y
éste sería el mejor momento para atacar.
Vespasiano dudaba del desertor debido a la fidelidad de todos los otros
judíos a su causa. Pero lo que decía parecía probable, y no podía venir nin
gún gran mal por emprender un ataque. Entonces preparó a su ejército para
el asalto, y por la mañana temprano los romanos se acercaron en silencio
y bajo la cubierta de una densa niebla. Tito fue el primero en subir a la
muralla, seguido de un tribuno y unos pocos soldados que dieron muerte
Vespasiano conquista G alilea 313
a los centinelas, y luego Plácido y Cércalo subieron con sus tropas. La ciu-
¿adela fue tomada, y la ciudad capturada antes que los habitantes lo
supieran, porque la mayor parte estaban durmiendo o envueltos en la es
pesa niebla. Recordando lo que habían sufrido durante el asedio, los
romanos no dieron cuartel a los defensores. Implacables, hicieron una
matanza con los judíos, y muchos de los hombres de Josefo prefirieron sui
cidarse antes que ser tomados prisioneros. Durante los días siguientes, los
romanos buscaron por todos los escondrijos, degollando a todos excepto
a las mujeres y a los niños, de los que 1.200 fueron tomados prisioneros.
La captura y el asedio costó 40.000 vidas judías, y Vespasiano ordenó que
20de julio
Jotapata fuera arrasada, reduciendo a cenizas todas sus fortificaciones. del 67 d.C.
La captura de Josefo
Los romanos se pusieron a buscar el cuerpo de Josefo, pero durante la G 3:340
III, XIV, 19
matanza él se había deslizado a un pozo profundo, al lado del cual había
una gran caverna invisible desde arriba. Aquí encontró a cuarenta per
sonas distinguidas que se habían escondido, con considerables
provisiones. Durante el día se mantuvo oculto, pero por la noche trató de
escapar de la ciudad. Sin embargo, al ver que todas las salidas estaban
estrictamente vigiladas, tuvo que volver a la caverna. Durante dos días
escapó ala observación, pero al tercer día una mujer que había estado en
la cueva fue atrapada y traicionó el secreto.
Vespasiano envió en el acto a dos tribunos con órdenes de ofrecer pro III, XIV, 2 0
1. Una legumbre que se cultiva en Palestina com o forraje, y que habría estado en flor
durante el mes de julio.
2. Padre del futuro em perador Trajano.
3. O se debería decir probablemente, "p o r la m anipulación de Josefo”. Su veracidad
está aquí en tela de juicio.
315
22
P ir a t a s , rebeld es
y VÍCTIMAS
V
G 3:409
III, XIV, 2 7
comandante fueron recibidos cordialmente, principalmen J u lio d e l
U7 d.C.
te por el odio que les tenían a los vencidos. Por ello, pidie
ron ruidosamente que Josefo fuera castigado, pero Vespasiano
rehusó. Se quedó con dos de sus legiones en Cesárea para pasar
el invierno, y envió la tercera —la Decimoquinta— a Escitópolis.
Mientras tanto, algunos judíos desplazados habían reedificado ///, XV, 28
Jope, que había sido destruida por Cestio, y construyeron una flota
de naves piratas para hostigar el tráfico marítimo entre Siria, Feni
cia y Egipto, haciendo la navegación prácticam ente im posible.
Vespasiano envió una fuerza contra Jope, la cual, encontrando la ciu
dad desguarnecida, entró en ella de noche. Los habitantes huyeron
presa del pánico a sus naves, donde pasaron la noche fuera del al
cance de los proyectiles de sus enemigos.
Jope no tiene un puerto de refugio, sólo un fondeadero en forma de
creciente con dos arrecifes rocosos. A la mañana siguiente se desató un
furioso viento, llamado por los marineros “Septentrión Negro”, que lan
zó a las naves unas contra otras o contra las rocas. No podían escapar ni
al mar abierto ni llegar a tierra, debido a los romanos, y por ello se hun
dieron entre las olas o chocaron contra los bajíos. Todos los que eran
arrastrados hacia la costa eran de inmediato muertos por los romanos,
y la sangre de 4.200 cadáveres tiñió el mar de rojo. Jope fue arrasada hasta
los cimientos, pero en su ciudadela los romanos dejaron una guarnición,
para que no volviera a convertirse en un nido de piratas.
Cuando llegaron a Jerusalén rumores de la caída de Jotapata, no G 3:432
III, XV, 2 9
los creyeron al principio, por cuanto ningún testigo presencial los
había confirmado. Pero cuando quedó establecida la verdad de los
hechos y se dijo que Josefo había sido muerto, Jerusalén se sumió en
el dolor. Pero cuando se supo que se había entregado a los romanos,
las lamentaciones por Josefo dieron paso a la más fiera indignación.
Lo maldijeron como cobarde y traidor, y la gente se sintió más enar
decida hacia la venganza tanto contra Roma como contra Josefo.
Sin embargo, Vespasiano había ido al reino de Agripa, por cuanto III, XV, 31
316 Las guerras de los judíos 1
el rey quería agasajarle y emplear también las tropas de Vespasiano
para aplastar desórdenes en su propio reino. Vespasiano se dirigió a
Cesárea de Filipos, donde el ejércilo reposó durante veinle días. Cuan
do supo que Tariquea se había rebelado, y que Tiberias estaba al borde
de la rebelión, avanzó con tres legiones y acampó cerca de Tiberias
Envió a Valeriano, un decurión, al mando de cincuenta jinetes, para
proponer negociaciones a los ciudadanos, porque Vespasiano había
oído que la gente quería la paz, pero que se habían visto llevados a la
revuelta por un partido rebelde. Cuando Valeriano llegó cerca de la
ciudad, él y sus tropas desmontaron, pero antes de poder hablar, los
líderes rebeldes, acaudillados por un cierto Jesús, se lanzaron contra
ellos. No queriendo luchar sin órdenes de su general, Valeriano y otros
cinco huyeron apio, mientras que los hombres de Jesús se hacían con
los corceles y se los llevaban triunfantes.
III, XV, 32 Temiendo las consecuencias de esta acción, los hombres de la ciudad
se lanzaron a toda prisa hacia el campamento de Vespasiano, e implo
raron a Vespasiano que no castigara a toda la ciudad por el crimen de
unos pocos, por cuanto la mayoría, decían ellos, eran amistosos para con
los romanos. Debido a que Agripa estaba muy preocupado por la ciu
dad, Vespasiano cedió a estos ruegos. Jesús y su banda, pensando que
Tiberias no era un lugar seguro para ellos, huyeron a Tariquea. Al día
siguiente, Vespasiano llevó su ejército a Tiberias, donde fue recibido con
aclamaciones. Como deferencia a Agripa, no permitió a sus soldados sa
quear la ciudad, y debido a que el rey le garantizó la futura fidelidad de
los habitantes, las murallas no fueron destruidas.
La suerte de Tariquea
G 3:402 Vespasiano avanzó luego contra Tariquea, adonde habían huido
III, XVII,
33 muchos insurgentes fiados en su fortaleza. Había sido fortificada por
Josefo, y estaba situada sobre el lago llamado Genasar,1 donde podían
embarcar si eran derrotados en tierra. Mientras que los romanos se
atrincheraban en su campamento, Jesús y sus hombres hicieron una
temeraria salida. Dispersando a los obreros arrasaron parte de las
estructuras, retirándose antes de sufrir ninguna pérdida. Los roma
nos los persiguieron hasta sus naves, pero los rebeldes sólo se
alejaron a distancia suficiente para dejar a los romanos al alcance de
sus armas, y los atacaron desde el mar.
III. XVII, Cuando Vespasiano supo que un gran número de judíos se había
34
reunido en la llanura fuera de Tariquea, envió a su hijo contra ellos con
600 jinetes de elite. Tito envió un mensaje pidiendo refuerzos, pero
observando que muchos de sus hombres estaban ansiosos de cargar,
mientras que algunos estaban desalentados ante el enorme número del
r 317
enemigo, les apremió a lograr la victoria antes que llegaran los refuer
zos para compartir la gloria. Arengó a sus hombres con tanto ardor que
no se sintieron complacidos cuando llegó Trujano con 400 jinetes para
ayudarlos. Vespasiano mandó también a 2.000 arqueros a la ladera de
un monte enfrente de la ciudad para impedir que los enemigos ayu
daran desde las almenas al ejército afuera. Tito encabezó ahora la carga
contra el enemigo, que resistió el ataque por un cierto tiempo, pero
pronto fueron dispersados y huyeron hacia la ciudad. Los romanos los
persiguieron, haciendo una matanza entre la masa de judíos, mientras
que los otros escapaban y hallaban refugio en la ciudad.
Pero aquí les esperaba una feroz contienda. Los residentes, anhe III, XVI!,
37
lantes de proteger su propiedad, habían desaprobado la guerra desde
el principio, mientras que los rebeldes del exterior la querían man
tener. Los dos partidos estaban a punto de llegar a las manos cuando
Tito, que oyó la conmoción, gritó: “¡Ahora es el momento de atacar,
mientras están sumidos en la discordia!”
Saltó a su caballo, condujo a sus tropas al lago,2cabalgó dentro del G 3:497
III, XVII,
agua, y entró en la ciudad. Embargados de pánico ante tal osadía, los 37
que estaban en las murallas las abandonaron sin luchar, mientras que
muchos que emprendieron la huida al lago fueron muertos por los
romanos en su avance. En la ciudad misma hubo una gran matanza,
hasta que Tito, habiendo castigado a los culpables, se compadeció
318 Las guerras de los judíos
El asedio de Gamala
Después de la toma de Tariquea, casi todas las guarniciones de Galilea G 4:1
IV, 1, 43
se sometieron a los romanos, excepto por Gamala, Giscala y una fuerza
rebelde sobre el monte Tabor. Gamala pertenecía al reino de Agripa, y
estaba edificada sobre un agreste risco que desciende en pendiente en
cada extremo y se levanta en una loma central como la joroba de un ca
mello, de donde toma su nombre. Sus laderas caen en barrancas
inaccesibles, y el único acceso es donde la “cola” se une al monte, pero
aquí se había excavado un profundo foso para impedir el acceso. Las
casas estaban edificadas una encima de la otra en las empinadas pen
dientes, y toda la ciudad tenía la apariencia de que fuera a caer sobre sí
320
misma. Josefo la había hecho aún más inexpugnable con murallas, mi
nas y trincheras, por lo que, aunque la guarnición no era tan grande como
la que había defendido a Jotapata, la gente se sentía segura y habían re
sistido ya durante siete meses contra las tropas de Agripa.
IV, I, 44 Levantando el campamento, Vespasiano avanzó sobre Gamala, y
por cuanto no la podía rodear con sus tropas puso centinelas donde
le fue posible, y ocupó la montaña que se levantaba por encima de
ella. Luego comenzó a levantar terraplenes en la cola con dos legio
nes, m ientras que la tercera se dedicaba a poner rellenos a las
trincheras y barrancos. Durante estas operaciones, el rey Agripa se
acercó a las murallas, tratando de persuadir a la población a que se
rindiera, pero un hondero le dio con una piedra en el codo derecho
y fue de imediato rodeado por sus tropas. Los romanos se encoleri
zaron y apremiaron el asedio con renovado rigor.
G 4:17 Pronto quedaron los terraplenes terminados, y se pusieron en su
IV, 1, 45
sitio las máquinas de asedio. Chares y Josefo, los comandantes judíos
de Gamala, prepararon sus fuerzas, que guarnecían las fortificaciones,
y por un tiempo impidieron el avance de los que iban adelantando las
máquinas. Pero las catapultas y las lanzadoras de piedras los recha
zaron hacia dentro de la ciudad. Los romanos aplicaron ahora los
arietes en tres puntos diferentes y desmoronaron la muralla. Lanzán-
Piratas, rebeldes, y víctimas 321
La caída de Gamala
Como diversión del asedio, Vespasiano envió a Plácido con 600 G4:s4
caballos para que atacara a los rebeldes del monte Tabor. Encontrando ÍV 50
322 Las guerras de los judíos
Giscala
G 4 :8 4 Sólo Giscala, una pequeña ciudad de Galilea, estaba ahora en re
IV, IV, 53
belión. Los habitantes, gente dedicada a la agricultura, se sentían
Piratas, rebeldes, y víctimas 323
cuanto quería derramar tan poca sangre como le fuera posible, y sa
biendo que muchos de la población querían someterse, les prometió
perdón si se rendían. Debido a que los bandidos habían tomado por
completo las murallas no se les permitió a los ciudadanos que subie
ran a ellas mientras se ofrecían estas condiciones. Juan replicó que
se sentía satisfecho con estas propuestas, pero debido a que era sá
bado, cuando los judíos no podían ni luchar ni hacer un tratado de
paz, le pidió a Tito que esperara hasta el siguiente día. Tito accedió.
Aquella noche, juan, al ver que no había guardia romana alrededor IV. IV. 55
1. El m ar de Galilea.
2. Tomando una ruta acuática, por cuanto la ciudad no tenía m urallas frente al lago.
3. El istmo de Corinto, donde el m ism o Nerón abrió zanjas para un canal planeado;
véase Suetonio, N erón, 10.
4. M u cian o, el legado de S iria, que se ría uno de los m ás fuertes p artid ario s de
Vespasiano cuando éste buscó hacerse con el im perio.
324
23
LOS ZELOTES EN JERUSALÉN
uando Juan ontró en Jerusalén, él y los fugitivos se vieron
C
G 4:121
IV, V, 57
rodeados de vastas multitudes preguntándoles ansiosos por
noticias del exterior. Los recién llegados, aún acalorados y ja
deantes, se dieron aires jactanciosos, y dijeron que no habían h
de los romanos sino que habían venido para defender la capital, pen
sando que era insensato arriesgar la vida por pequeñas ciudades
indefendibles como Giscala. Pero cuando mencionaron la caída de
Giscala, sus oyentes comprendieron que su “retirada” significaba una
“huida”, y esto les fue una premonición de su propia inminente con
quista.
IV, V, 58 Sin embargo Ju an fue por los alrededores incitando a muchos a la gue
rra y describiendo a los romanos como gentes débiles que, aun si tuvieran
alas, nunca podrían salvar las murallas de Jerusalén. Ya habían experi
mentado dificultades para someter las aldeas de Galilea, dijo él, y habían
desgastado sus máquinas contra sus murallas. Los jóvenes les creyeron
y se sintieron incitados a tomar las armas, pero los viejos y prudentes se
lamentaron por el futuro. Jerusalén quedó dividida ahora entre dos fac
ciones hostiles: los entusiastas de la guerra y los amigos de la paz. En
realidad, toda la provincia [de Judea] quedó desgarrada por la disensión
civil, luchando los partidarios de la paz y de la guerra por la supremacía
en cada ciudad. Siempre que la gente tenía descanso de los romanos se
atacaban entre sí, con lo que se quedaron las familias y los amigos divi
didos.
IV, V, 59 En el campo se formaron bandas de proscritos para asolar el distrito,
por cuanto las guarniciones [romanas] en las ciudades pequeñas daban
poca o ninguna protección a los angustiados campesinos. Finalmente
saciados de botín, los bandidos se reunieron en un solo grupo y entraron
en Jerusalén, porque esta ciudad, según una antigua costumbre, recibía
a todo el que tuviera sangre judía. Eventualmente arruinaron la ciudad,
consumiendo los suministros que hubieran podido bastar a los comba
tientes, y atrayendo sobre la población las miserias de la sedición y del
hambre.
IV, V, 00 Los bandidos se volvieron tan insolentes que cometían robos y asesi
natos a plena luz del día, siendo sus víctimas distinguidos ciudadanos.
La primera víctima fue Antipas, un hombre de sangre real y tesorero de
Los zelotes en Jerusalén 325
La invasión idumea
(i 4:231 Gente turbulenta y caótica, los idumeos se movilizaron y marcharon
!v. iv. yo pacj a jerusalén con un ejército de 20.000 hombres. Anano, que supo de
Los zelotes en Jerusalén 327
sli venida, cerró las puertas, pero prefería la persuasión antes que las
hostilidades. Así que Jesús, el principal sacerdote que era inmediatamen
te más joven que Anano, se dirigió a los idumeos desde una torre
adyacente. Negó que hubieran hecho negociaciones algunas con los ro
manos, y les pidió a los idumeos que hicieran una de tres cosas: que se
unieran a ellos para castigar a los miserables delincuentes, o que entra
ran desarmados en la ciudad para actuar como jueces entre los dos
bandos, o que se fueran y dejaran que la ciudad solucionara sus propias
cuestiones.
Pero los idumeos no quisieron oír las propuestas de Jesús, y Simón, uno
de sus líderes, contestó que habían venido como verdaderos patriotas
contra hombres que conspiraban para entregar la tierra a los romanos.
“¡Aquí nos quedaremos con nuestras armas, delante de estas murallas —
les dijo— , hasta que los romanos se cansen de escucharos, o que os
convirtáis a la causa de la libertad!”
Los idumeos aplaudieron estruendosamente estas palabras, y Jesús se 4:283
Atrocidades en la ciudad
G 4 :3 1 0 Los idumeos no perdonaron a nadie, dando muerte a todos los guar
IV, VI, 70
dias, y el día amaneció con 8.500 cadáveres. Los invasores se lanzaron
entonces al interior de la ciudad, saqueando las casas y dando muerte a
todos los que se les interponían. Los principales sacerdotes Anano y Je
sús fueron muertos, y sus cuerpos echados fuera sin sepultura, aunque
los judíos son generalmente tan cuidadosos acerca de los ritos funerarios
que incluso los delincuentes que han sido crucificados son bajados y se
pultados antes de la puesta del sol.1 La conquista de la ciudad comenzó
virtualmente con la muerte de Anano.
IV, VI, 01 Los zelotes y las hordas de idumeos se lanzaron ahora a la matanza de
la población como si se tratara de una manada de animales inmundos,
mientras que los jóvenes de noble cuna eran echados en la cárcel, espe
rando que algunos de ellos se unieran a su partido. Ninguno de ellos, sin
embargo, quiso escuchar sus propuestas, prefiriendo morir antes que
unirse a estos bandidos contra su país. Fueron azotados, atormentados,
y finalmente muertos —12.000 miembros jóvenes de la nobleza— y sus
parientes no osaron llorar abiertamente por ellos sino sólo tras puertas
cerradas.
V,l, 03 Cansados de la degollina, los zelotes establecieron ahora simulacros
de juicio y tribunales. Querían librarse de Zacarías, hijo de Baris, uno de
los más distinguidos ciudadanos, porque amaba la libertad y además era
rico, y querían apoderarse de sus riquezas. Por ello, convocaron a seten
ta de los líderes no zelotes al templo para que actuaran como jueces
V, I, 84 (aunque sin autoridad) y acusaron a Zacarías de correspondencia traicio
nera con Vespasiano. No dieron pruebas ni evidencias, pero insistieron
en que quedara convicto sólo en base de sus acusaciones.
G 4:338 Zacarías ridiculizó firmemente sus acusaciones, y con pocas palabras
refutó las acusaciones que se le hacían. Luego recitó todas las atrocida
des de sus acusadores. Heridos por sus escarnios, los zelotes apenas si
podían resistir sacar las espadas, pero dejaron que siguiera la farsa para
poner a prueba a los jueces. Sin embargo, los setenta prefirieron morir con
el acusado antes que ser responsables de su muerte, y por ello pronun
ciaron unánimemente un veredicto absolutorio.
I -------------------------------------------------------------------------------------------------
Los ze lo tes en Je ru salé n 329
dadas, y todo el que era atrapado era muerto a no ser que pagara un
soborno, en cuyo caso quedaba libre. Así, los ricos compraban su fuga, y
sólo los pobres eran muertos. Los cadáveres yacían a montones junto a
los caminos, por cuanto los zelotes rehusaron impíamente los ritos de
330 Las guerras de los judíos
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30 kilómetro»
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aparecieron los romanos. Los gadarenos abrieron de par en par las puer
tas a Vespasiano y le dieron la bienvenida con aclamaciones. Les dejó una
guarnición como protección contra los fugitivos, porque los gadarenos
habían demolido sus murallas para demostrar su amor por la paz.
canzaba, pero el río bajaba lleno y era imposible de vadear, por lo que [los
pereanos] se vieron forzados a volverse y luchar. Plácido cargó contra
ellos con su caballería y echó a multitudes al río, donde se ahogaron, dan
do muerte a 15.000 en batalla y tomando a unos 2.200 prisioneros. Los
romanos tomaron un inmenso botín de asnos, ovejas, camellos y bueyes:
el más grande golpe que habían infligido a los judíos. Sin cejar en su buena
V. III, 96 fortuna, Plácido tomó rápidamente ciudad tras ciudad, reduciendo la
20de dejó la Quinta Legión. Luego pasó a Idumea, donde hizo una matanza de
junio,
l>H d.C. más de 10.000 hombres, y finalmente llegó a Jericó. Allí se le unió Trajano.
V, IV, 90 Jericó se encuentra en la Gran Llanura [el valle del Jordán] entre dos
cordilleras yermas, y en verano es tórrido y seco. Pero cerca de Jericó hay
un hermoso manantial, que al principio dañaba los frutos y hacía que las
mujeres abortaran. Pero el profeta Elíseo, tratado muy hospitalariamente
vas, pero dan mucha flotabilidad. Cuando Vespasiano lo visitó, ordenó V. V, 101
que algunos que no podían nadar fueran echados en aguas profundas con
las manos atadas a las espaldas. Todos ellos salieron a la superficie y flo
taron. Las aguas producen masas negras bituminosas que flotan en la
superficie y que se emplean para calafatear naves y como ingredientes
en medicinas. Junto al lago se encuentra la tierra de Sodoma, que fue con
sumida por exhalaciones, y todavía son visibles señales del fuego divino
y señales desdibujadas de cinco ciudades.
Antes que los romanos llegaran a Jericó, los habitantes habían huido G 4 :4 8 6
V, VI, 101
al país montañoso cerca de Jerusalén, por lo que la ciudad había queda
do desierta. Vespasiano puso allí una guarnición, y otra en Adida, a fin
de rodear a Jerusalén por todos lados. También envió a Lucio Annio contra
Gerasa. Annio asaltó y conquistó la ciudad, matando a 1.000 de sus jó
venes, saqueando sus bienes y quemándola antes de avanzar contra aldeas
alrededor.
Todo el país estaba ahora invadido e impedida toda salida de Jerusa-
334 Las guerras de los judíos
lén. Los que querían desertar estaban estrechamente vigilados por los
zelotes, mientras que los que no favorecían aún a los romanos se veían
encerrados por el ejército, que rodeaba a la ciudad por todos lados.
V. VI, 102 Mientras Vespasiano estaba preparándose para marchar contra Jerusa
lén, le llegaron las noticias de la muerte violenta de Nerón, por lo que
pospuso su expedición y esperó ansiosamente para saber quién iba a ser
el nuevo emperador. Cuando oyó que Galba había asumido el puesto de
emperador, le envió a su hijo Tito para recibir sus órdenes acerca de los
judíos, y Agripa embarcó con él. Pero mientras estaban de viaje Galba fue
asesinado, y Otón le sucedió como emperador. Entonces Tito regresó a
su padre en Cesárea sin ir a Roma. Mientras el imperio estaba en esta si
tuación cambiante detuvieron la guerra, pensando que sería imprudente
atacar un país extranjero mientras estaban en ansia acerca del suyo pro
pio.
estos que los zelotes pudieran salir del templo de noche, asesinarlos e
incendiar la ciudad. Por ello se celebró un consejo con los sumos sacer
dotes, y decidieron un remedio peor que la enfermedad. Para vencer a
Juan ¡decidieron admitir a Simón, poniendo por ello a un segundo tira
no sobre sus cabezas!
A b ril- Aclamado por el pueblo como su salvador y guardián, Simón fue ad
mayo,
Gil d.C. mitido, y, después de haber recogido botín dejado en la ciudad por Juan,
atacó el templo. Los zelotes se pusieron en las columnatas y en las alme
nas y rechazaron a los asaltantes, causando muchas bajas en las filas de
Simón desde sus posiciones más altas. Para aumentar sus ventajas levan
taron cuatro torres altas para poder lanzar sus proyectiles desde una altura
aún mayor. Sobre estas pusieron sus catapultas y lanzadoras de piedra,
así como a sus arqueros y honderos. Estos provocaron la confusión en
tre las tropas de Simón, reduciendo sus ataques, aunque seguían
manteniendo su terreno.
24
T i t o a s e d i a la c i u d a d
D
espués de una marcha a través del desierto desde Egipto, G 5:1
VI, I, 123
Tito llegó a Cesárea. Mientras tanto, las luchas civiles en
Jerusalén habían llegado a un nuevo punto culminante cuan
do otra facción surgía dentro de una facción, como una fiera salvaje
enloquecida, devorando su propia carne. Eleazar, que había empujado
a los zelotes a retirarse a los precintos sagrados, no podía soportar so
meterse a Juan [de Giscala], un tirano más joven que él. Y por ello
encabezó una facción con un considerable número de zelotes, apode
rándose del atrio interior del templo. Estaban bien aprovisionados, pero
eran menos que los partidarios de Juan y se encerraron en su refugio,
desde donde podían rechazar fácilmente los ataques. Aunque tuvo ele
vadas pérdidas, Juan, en su cólera, lanzó continuos asaltos contra ellos,
y el templo quedó contaminado con la matanza.
Luego estaba Simón, hijo de Giora, que era ahora el dueño de la ciu VI, I, 124
dad alta y de una buena parte de la baja. Atacó a Juan con renovados bríos,
viendo que Juan estaba también hostigado por Eleazar desde lo alto. Pero
Juan tenía la misma ventaja sobre Simón que la que Eleazar tenía sobre
Juan. Desde su altura superior repelía fácilmente los ataques desde aba
jo con armas de mano, reservando sus máquinas para lanzar proyectiles
contra la facción por encima de él.
Los proyectiles lanzados por las catapultas, por las lanzadoras de pie VI, i, 125
formas para destruir a los otros. Juan robó algunos maderos sagrados que
Agripa había traído desde el Líbano antes de la guerra para levantar el
santuario, y edificó con ellos torres para atacar al grupo de Eleazar. Pero
antes de haber puesto impíamente aquellas torres en acción, los roma
nos aparecieron ante las murallas de Jerusalén.
Tito había marchado de Cesárea con las tres legiones que su padre ha
bía mandado, y también con la Duodécima, antes derrotada bajo las
órdenes de Cestio, pero que ahora ardía en deseos de venganza. Además
de estos, tenía contingentes de tropas y auxiliares de reyes aliados, así
como a Tiberio Alejandro, el anterior gobernador de Egipto, distinguido
por su prudencia y lealtad, que serviría a Tito como su consejero militar.
vi. i. ,28 Tito acampó con su ejército a unos seis kilómetros de Jerusalén, cerca
vi, ¡i, 129 de Gabaa. Tomando consigo a 600 jinetes avanzó para reconocer las de
fensas de la ciudad y para dilucidar la postura de los judíos, porque había
vi, ii, ,30 sabido, como en realidad era, que la gente quería la paz, pero que estaba
dominada por los rebeldes. Mientras Tito cabalgaba por la carretera que
conducía a la muralla nadie apareció fuera de las puertas. Pero cuando
se dirigieron hacia la torre Psefinón, los judíos hicieron una salida ino-
La catapulta romana ("tiradora rápida") se empleaba para lanzar proyectiles de
varios tipos: flechas, picas, dardos encendidos, pero no piedras, para las que se em
pleaba la balista. El alcance medio de la catapulta era de unos 320 metros.
Ataques judíos
vi. m. 132 Las facciones de la ciudad contemplaron con zozobra cómo los romanos
montaban los tres campamentos sin estorbos y comenzaron a sentir la ne
cesidad de unirse contra el enemigo común. “¿Acaso sólo somos valientes
contra nosotros mismos —exclamaron— mientras que los romanos, por
nuestras disensiones, van a conquistar la ciudad sin lucha?” Uniendo sus
I r --------------------------------------------------------------------------------------------
Tito asedia la ciudad
II—343
a raya. Así fue como César3rescató personalmente a toda la legión del pe
ligro y les posibilitó atrincherar su campamenlo sin ser molestados.
G 5:9
Estratagemas judías Prim avera,
70 d.C.
Durante un período de quietud en la guerra se reanudó el accionalismo VI, IV, 135
344 Las guerras de los judíos
Descripción de Jerusalén
La ciudad estaba fortificada con tres murallas, excepto allí donde unas (i 5:130
VI. VI, 140
barrancas infranqueables la bordeaban. La primera fue erigida por David,
Salomón y sus sucesores, y la última por el rey Agripa4 para incluir las
adiciones septentrionales de Jerusalén. La tercera muralla se jactaba de
90 torres, la de en medio 14, y la vieja de 60, mientras que el perímetro
de la ciudad era de alrededor de unas 4 millas (6,5 kilómetros). Dentro
había dos montes; el de la ciudad alta [al oeste) era mucho más alto, y
estaba separado de la colina |oriental] o ciudadela de la ciudad baja por
el valle de los Queseros [Tiropeónj, que se extiende al Siloé, un manan
tial de agua fresca y abundante. Unas profundas barrancas y empinados
acantilados hacen inaccesible la ciudad.
La torre Psefinón, en la esquina noroccidental, era octogonal y tenía VI, VI, 143
exterior del templo. Edificada por el rey Herodes, se levantaba a una al
tura de 40 codos desde una base rocosa de 50 codos de altura, y su interior
se parecía a un palacio por lo espacioso y por su mobiliario, con
acomodación y con un gran patio de armas. En cada una de sus cuatro
esquinas se levantaban torres, llegando la sudoccidental a 70 codos de
altura, dominando toda el área del templo. Unas escaleras conducían a
348 Las guerras de los judíos
los pórticos del templo donde estos daban a la torre Antonia,5por la que
descendían los guardas. Había una cohorte romana allí permanentemente
de guarnición, y en las fiestas era dispuesta por los pórticos para vigilar
a la gente y reprimir cualquier rebelión. Porque si el templo controlaba a
la ciudad, la Antonia dominaba al templo, mientras que la ciudad alta
tenía su propia fortaleza: el palacio de Herodes.
Escala: metros
50
Puerta Dorada
350 Las guerras de los judíos
dra sin daños. Cuando se les ocurrió a los romanos ennegrecerlas, las pie
dras se volvieron más eficaces destruyendo a muchos de un solo tiro.
G 5:275 Cuando quedaron acabadas las obras terreras trajeron los arietes, y la ar
v¡, va, ir>7
tillería se movió más cerca de las murallas para proteger a los que operaban
los arietes. Comenzaron repentinamente su acción desde tres puntos di
ferentes, y brotó un clamor de los de dentro. Los mismos de las facciones
se alarmaron, y los dos partidos se gritaron unos a otros que al menos por
el presente tenían que dejar de luchar entre sí y unirse contra los romanos.
Simón proclamó una amnistía a todos los seguidores de Juan que qui
sieran dejar el templo y guardar la muralla. Juan, aunque todavía
desconfiado, les dio permiso, y los dos partidos, enterrando sus diferen
cias, lucharon codo a codo. Echaron una lluvia de ascuas sobre las
máquinas y mantuvieron a los que hacían funcionar los arietes bajo un
constante hostigamiento. Los más valerosos salían en grupos cortando las
vi, vil, tan cubiertas de las máquinas, y asaltaban a los que las accionaban. Tito siem
pre acudía en auxilio de los que se encontraban apurados poniendo jinetes
y arqueros a cada lado de las máquinas y rechazando a los atacantes. Pero
la muralla no cedió a los arietes excepto por la esquina de una torre.
G 5:204 Los judíos hicieron una pausa por un tiempo en sus ataques, pero cuan
do los romanos, que pensaron que los judíos se habían retirado por
cansancio y fatiga, estaban desprevenidos, salieron inopinadamente a
toda velocidad por una puerta oculta, llevando ascuas para quemar las
VI, VII, 159 máquinas. La osadía de los judíos prevaleció al principio sobre la disci
plina de los romanos. Pronto habrían logrado el éxito en quemar las
máquinas romanas si las tropas de elite de Alejandría no hubieran resis
tido valientemente sobre el terreno hasta que Tito, a la cabeza de la
caballería, cargó contra el enemigo. Con sus propias manos dio muerte a
una docena de los líderes judíos mientras el resto se retiraban, y luego
rescató las máquinas de las llamas.
Uno de los judíos tomado prisionero en este encuentro fue crucifica
do delante de las murallas, por orden de Tito, con la esperanza de que este
espectáculo pudiera llevar al resto a rendirse horrorizados. Después de
la retirada, Juan, el general de los idumeos, que estaba hablando con un
soldado delante de las almenas, fue alcanzado en el corazón por una fle
cha muriendo en el acto. Su muerte fue motivo de mucho dolor para los
judíos, porque era un hombre valiente y de buen juicio.
en medio de la noche. Pero Tito ordenó que esta noticia fuera difundida
rápidamente, y así serenó los ánimos.
Los arqueros y lanzadores de piedras en las torres causaron estragos vi vm,
entre los judíos, mientras que ellos mismos estaban fuera del alcance de 160
los defensores. Y tampoco podían los judíos incendiar las torres porque
estaban recubiertas de planchas de hierro. Los arietes, con su constante
batir, estaban gradualmente haciendo sentir sus efectos, y la muralla co
menzó a vacilar delante del ariete más grande, al que los mismos judíos
llamaban Víctor. Agotados y habiéndose descuidado un tanto, los judíos
abandonaron sus puestos y se retiraron a la segunda muralla, mientras
que los romanos irrumpían a través de la brecha que habían hecho con
Víctor. Los romanos demolieron mucho de la muralla exterior y del ba- asa*
rrio del norte de la ciudad. Tito movió ahora su campamento a una
posición delante de la segunda muralla, justo fuera del alcance de las fie-
chas. Los judíos, dividiendo sus fuerzas, hicieron una vigorosa defensa
desde la muralla: Juan y su partido luchaban desde la torre Antonia y
desde el pórtico septentrional del templo, mientras que Simón protegía
el resto de la muralla hasta una puerta por la que pasaba un acueducto a
la torre Hípico. Los judíos hicieron incursiones de manera continua, que
eran rechazadas por la disciplina de los romanos. Ambos lados pasaron
352 Las guerras de los judíos
Legión
Legión
Legión ( x )
BEZETA de Jericó
(BETESDA)
BARRIO NUEVO Tumba de
Alejandro
írmpameruo
\Aairio \
+++ ++ + ♦1
« Estanque de
Segundo i Betesda r Campamento de
Campamento *'Morcados
^la Décima Legión
l Romano
Tito irrumpió a
través de la mu
¿n este punto
SEGUN!
BARRI'
,Puerta florada
Principal (
Campamento Estanque de Amigdalón
^omanoj
Hípicos
Mariamne *
Palacio de Hor
*\ CIUDAD
ALTA
Sepulcro de la
familia de Herodes q
Estanque de Siloó
N
Puerta de los esenios
Salid as judías
E scala:
1/4 milla
Avances romanos
I
Dos réplicas de las maquinarias de asedio romanas cerca de Masada, en Judea.
1. Una catapulta especial para lanzar flechas. Lithoboloi (“lanzadoras de pied ras”)
en griego es lo m ism o que ballistae en latín.
2. La Duodécim a y la Decimoquinta.
3. Josefo em plea la palabra “C ésar” prolépticam ente para Tito, por cuanto su padre
era aún César en este m om ento.
4. Herodes Agripa I.
5. Pablo se paró aquí cuando se dirigió a los judíos después de su arresto, Hechos 21:40.
6. A lrededor de 75-85 libras (34-39 kilogramos).
7. “La piedra”, en hebreo, es ha-ében, que queda fácilmente corrompido a ha-ben, “el hijo”.
356
Tito, Domiciano que se publicasen {Vita, 363).
Este im prim átur imperial fue sin
y Josefo duda el más fácilmente concedido,
en vista de la forma en que Josefo
continuamente recalcó la valentía
La escena era gráfica: Josefo debajo personal deTito durante el sitio a
de los muros de Jerusalén, pronun Jerusalén.
ciando un discurso en arameo a sus ¿Era esto cierto? ¿O era la clase
compatriotas escrito desde una de exageración que llevó a Josefo a
perspectiva romana, evocando, por afirmaren Guerras 4:55 (CLIE G IV ,
un lado, las maldiciones de los II, 49) que el monte Tabor tenía una
romanos, y por otro, la gratitud de altura de "treinta estadías" (18.200
Tito. El hijo de Vespasiano, que lo pies [5.547 metros]) cuando en
sucedió como comandante y como realidad era solamente de 1.920
emperador, llegó a ser el mejor pies (579 metros)?
amigo de Josefo en la dinastía flavia. Suetonio parecía indicar que se
Este navegó a Roma con Tito y se trataba de un hecho y no de una
benefició en gran manera de su fantasía cuando también atestiguó
auspicio y de su amparo en esa del coraje y el liderazgo deTito en
ciudad. Josefo hasta afirmó que Tito las batallas por Jerusalén [Tito, 5). En
... estaba tan ansioso de que realidad,Tito era admirado univer
mis libros fuesen la única autori salmente también como emperador
dad por la cual el mundo se después de la muerte de Vespasiano
enterase de estos asuntos, que los (excepto, por supuesto, por los
firmó personalmente y ordenó judíos derrotados). Aunque estaba
El foro romano, mirando hacia el Coliseo.
enamorado de la hermana de Agripa Más adelante durante su reinado se
II, Berenice—el apóstol Pablo volvió paranoide, veía conspiracio
compareció ante ambos en Cesárea nes por dondequiera, y ejecutó a un
(Hch. 25— 26)— ,Tito la rechazó por sinnúmero de víctimas, incluyendo
respeto al senado romano. Tito senadores e incluso miembros de la
fomentaba la libertad de expresión, familia imperial. En el 95 mató a su
azotaba a los delatores, y amplió el propio primo, Flavio Clemens,
bienestar de sus súbditos. acusado de ateísmo (probablemente
Sin embargo, su brillante carrera era cristiano), y envió al exilio a su
como emperador duró solamente esposa, Domitila, quien también era
veintiséis meses (del 79 al 81 d.C.), su sobrina. Cuando la esposa de
e incluso esos meses fueron estro Domiciano, Domicia, se enteró de
peados por tres catástrofes: la que ella era la próxima en su lista de
violenta erupción del monte asesinatos, hizo que su mayordomo
Vesubio en agosto del 79, la cual lo matase a cuchilladas, terminando
enterró las ciudades de Herculanoy así con la dinastía flavia.
Pompeya; una plaga extraordinaria; Sin embargo, Josefo se libró de
y otro gran fuego en Roma. Tito las atrocidades de Domiciano,
respondió noblemente a estas probablemente porque el empera
emergencias, pero murió de una dor lo creía el benefactor de la
fiebre en septiembre del 81 a la literatura, y no vio razón alguna
edad de 42 años. para cambiar la política flavia
Su hermano Domiciano lo respecto a su protegido judío. Hasta
sucedió en el trono, gobernando del lo defendió. Los éxitos de Josefo
81 al 96, un hermano algo ignorado habían provocado celos en algunos
que siempre estuvo celoso de Tito. A judíos de Roma, quienes lo ataca
pesar de tener una reputación ban periódicamente, acusaciones
impresionante como administrador que fueron siempre desviadas por
y constructor— un estadio, el Arco y los tres emperadores flavios.
los Baños deTito, los templos a Domiciano también castigó a los
Vespasiano y a Júpiter y un enorme detractores de Josefo y exoneró de
palacio en el Palatinado— impuestos sus propiedades en
Domiciano provocó la hostilidad Judea, como lo narra
del senado con su actitud orgullosamente Josefo al final de su
autocrática, e incitó a sus súbditos a Vita. Las A ntigüedades v iero n la luz
que se dirigiesen a él como tres años antes del asesinato de
Dominus et Deus (Señor y Dios). Domiciano.
358
25
H o rro res en J eru sa len
los túneles con entibos para que los terraplenes permanecieran en pie. Pero
ahora prendió fuego a los entibos, y los terraplenes se desplomaron sobre
los túneles desmoronados con un gran estruendo, y las máquinas y las obras
terreras quedaron o bien enterradas o bien quemadas.
Dos días después, tres osados miembros del partido de Simón se lanza VI, X I, 105
ron contra las máquinas en aquel sector y les prendieron fuego, aunque la
guardia romana intentó impedirlo, Las llamas se extendieron, y los roma
nos salieron corriendo de su campamento para prestar ayuda, mientras los
judíos los atacaban con enorme furia. Los romanos trataron de apartar los
arietes del fuego, pero los judíos no los dejaban ir aunque el hierro estaba
al rojo vivo. Desde allí el fuego se extendió a las obras terreras, abruman
do a los defensores romanos. Rodeados por las llamas, los romanos
abandonaron toda esperanza de salvar las obras y se retiraron a su campa
mento. Enardecidos por el éxito, los judíos se lanzaron al ataque, y,
avanzando hasta las mismas trincheras, se enfrentaron con los centinelas.
Estos hombres resistieron valientemente, porque los centinelas romanos
eran condenados a muerte si abandonaban sus puestos, pero tan feroz fue
el ataque judío que las fuerzas romanas comenzaron a vacilar.
En este momento llegó Tito desde la Antonia, donde había estado ins V I, X I, Í 8 6
su lado exterior. En estos Tito puso guarniciones, mientras que unos cen
tinelas patrullaban los intervalos entre los fuertes a lo largo de la noche
VI, XIV, Ahora se acabó toda esperanza de huida y de cualquier suministro de
190 alimentos para los judíos, y el hambre devoró a miles y miles. Los calle
jones estaban llenos de cuerpos, y los supervivientes no tenían fuerzas
para sepultar a los muertos, cayendo incluso en los sepulcros con ellos.
No se oía ningún duelo en Jerusalén, porque el hambre anulaba todas las
emociones, y un terrible silencio había descendido sobre la ciudad. Los
rebeldes ordenaron primero que los cadáveres fueran sepultados a expen
sas del erario público, encontrando insoportable el hedor, pero después,
cuando se hicieron demasiado numerosos, los echaban en los barrancos.
G 5:510 Cuando Tito, mientras hacía una de sus inspecciones, vio estos valles
VI, XIV,
101 llenos de cadáveres pestilentes, gimió, y, levantando sus manos, puso a
Dios por testigo de que esto no era por su culpa. Mientras tanto, su ejér
cito estaba con la moral bien alta, con abundancia de alimentos, y muchos
de los soldados romanos se acercaban a las murallas exhibiendo esta
abundancia para acentuar el hambre del enemigo. Tito, compadecido de
la población y queriendo salvar a los sobrevivientes, ordenó que se levan
taran nuevas obras terreras. La madera para estas obras iba escasa, y tuvo
que ser traída de más de diez m illas (dieciséis kilómetros) de distancia,
porque todos los árboles de la ciudad habían sido cortados para las ante
riores obras. Los nuevos montes se levantaron en cuatro puntos frente a
la torre Antonia, y eran mucho mayores que los anteriores.
G 5:525 Incluso sus propios sufrimientos no lograron llevar a los proscritos a
VI. XV,
192 sentir remordimientos, sino que, como perros, se ensañaban en la gente
incluso después de su muerte. Simón se revolvió contra Matías, uno de
los principales sacerdotes que había persuadido al pueblo a dejar entrar
a Simón en la ciudad para oponerse a Juan. Acusándole de simpatías
hacia los romanos, y sin permitirle ninguna clase de defensa, Simón con
denó a muerte a Matías, junto a tres de sus hijos. Matías le rogó ser
ejecutado antes que sus hijos, pero Simón ordenó que los hijos fueran
degollados delante de Matías y a plena vista de los romanos, antes de dar
muerte al mismo Matías. Después de estos fueron ejecutados un sacer
dote llamado Ananías, y Aristeo, el secretario del consejo, 1 y otros quince
principales, mientras que el padre de Josefo fue echado a la cárcel. Los
proscritos además prohibieron por edicto cualquier reunión en la ciudad
o ningún duelo en grupos.
VI, XV, Judas, uno de los oficiales de Simón al mando de una torre, llamó a diez
193
de sus más fieles subordinados y les dijo: “¿Hasta cuándo toleraremos es
tos crímenes? O, ¿qué perspectivas de salvarnos a nosotros mismos vamos
a tener si obedecemos a este villano? Los romanos están ya prácticamente
en posesión de la ciudad, así que, ¡rindamos las murallas y salvémonos
Horrores en Jerusalén 361
comenzó a asolar el mismo templo. Sacó sus vasos de oro, sus cuencos, WG
sus mesas, algunos de ellos obsequios de Augusto y de su consorte, e in
cluso el vino y el aceite sagrados, y los dio a sus seguidores para su uso.
Pero, ¿para qué necesito describir los sufrimientos? Un refugiado, que
había estado encargado de una sola puerta, le dijo a Tito que 115.880 ca
dáveres habían sido sacados en un período de once semanas. Otros
362 Las guerras de los judíos
La torre Antonia, construida por Herodes sobre una elevación al noroeste del
área del templo y nombrada en honor de su patrocinador, Marco Antonio (modelo
por M . Avi-Yonah).
para purificar su templo con fuego y para exterminar una ciudad tan re
pleta de inm undicia!” A l estallar Josefo en sollozos, muchos de la clase
alta se sintieron conmovidos por sus palabras, y algunos principales sa
cerdotes y nobles se pasaron a los romanos. César los recibió cortésmente
y los envió a Gofna, 2 prometiéndoles restaurarles sus posesiones después
de la guerra. Cuando estos estaban felices y tranquilos en Gofna, los re
beldes esparcieron el rumor de que habían sido degollados por los
romanos, y esta mentira refrenó temporalmente a la gente do desertar.
Sin embargo, Tito hizo llamar a los hombres de Gofna y les ordenó an
dar alrededor de la muralla con Josefo para que la población pudiera
verlos, y una gran cantidad de gente huyó a los romanos. Puestos delan
te de la línea romana, los refugiados imploraban a los rebeldes, con
lágrimas, a que se rindieran, o que al menos se apartaran del templo y lo
salvaran de la ruina, porque los romanos no querían incendiar los luga
res santos a no ser que se vieran obligados a ello.
Pero los rebeldes sólo gritaron maldiciones a los desertores y monta
ron sus máquinas de artillería sobre las puertas sagradas, de manera que
el templo parecía una fortaleza. Corrían armados por los lugares santos,
e incluso asombraban a los romanos por su impiedad. Otra vez Tito re
prendió a Juan y a sus seguidores: “¿No fuisteis vosotros, abominables
miserables, los que pusisteis esta balustrada enfrente de vuestro santua
rio, con losas en griego y en vuestra propia lengua, advirtiendo que nadie
podía pasar esta barrera? ¿Y no os permitimos dar muerte a cualquiera
que la rebasara, incluso si era un romano? ¿Por qué, pues, pisoteáis aho
ra vosotros cadáveres dentro de este lugar? Pongo por testigos a los dioses
de mis padres, y a cualquier deidad que una vez guardara este lugar —
porque ahora creo que no está—, y pongo por testigos a mi ejército, a los
judíos en mis filas, y a vosotros, de que no soy yo quien os obliga a con
taminar estos recintos. Luchad en cualquier otro lugar, y ningún romano
profanará vuestros lugares santos. ¡Más bien, salvaré este santuario para
vosotros, incluso contra vuestra voluntad!”
Josefo tradujo este mensaje para los judíos, pero los rebeldes y su tira VII, V, 2 1 5
no se burlaron de él. Tito, por ello, reanudó de mala gana las hostilidades.
No podía hacer el asalto con todo su ejército, porque los accesos al tem
plo eran demasiado estrechos, y por ello seleccionó a los treinta mejores
de cada centuria, poniendo a Cércalo al frente, con órdenes de atacar a
alrededor de las tres de la madrugada. Él mismo hubiera dirigido el ata
que si sus oficiales no le hubieran persuadido de que sería mejor vigilar
y dirigir sus tropas desde la torre Antonia, a fin de recompensar a los va
lientes y de castigar a los cobardes.
Los romanos atacaron antes del amanecer, pero no encontraron dormi- g 6;i3«
dos a los guardias, como había sido su esperanza, porque saltaron a las VII, V, 2 1 6
Un fragmento de uno de los trece letreros que rodeaban el área del interior del santuario
— citado en el discurso de Tilo— en el que se amenazaba de muerte a cualquier gentil
que penetrara en los recintos sagrados. Parte de la palabra griega para “muerte" aparece
cerca del fondo (Musco Rockefeíler, lerusalén). Pablo fue acusado injustamente de haber
violado esta prohibición (ver Hch. 21:27ss).
L
G 11:177
V II, V i
221 te treta. A lo largo del pórtico occidental llenaron el espacio
15 do
Slg U M tt). entre las vigas y el techo de yesca, resina y betún, y luego, como
70 d.C.
si agotados, se retiraron. Ante esto, muchos de los legionarios irreflexivos
se lanzaron contra ellos, subiendo al pórtico con escalas. Pero los más
prudentes, desconfiando de la retirada, se quedaron esperando. Cuando
el pórtico estuvo lleno con los que habían subido, los judíos prendieron
fuego a toda la estructura. Las llamas rugieron voraces por todos lados,
y algunos de los romanos saltaron hacia la ciudad, otros en medio del
enemigo, mientras que muchos se rompieron brazos o piernas saltando
hacia amigos. Pero la mayoría murieron en las llamas o cometieron sui
cidio, no queriendo esperar a ser quemados.
César, aunque indignado contra todos los que habían subido al pórti
co sin esperar órdenes, se compadeció cuando los vio, y apremió a sus
hombres a hacer todo lo posible por salvarlos, aunque nada se podía ha
cer. Unos pocos volvieron a la pared del pórtico, que había escapado a las
VII, VI,
222 llamas, pero se vieron rodeados de judíos y murieron tras una valiente
resistencia. A l último de ellos, un joven llamado Longo, le ofrecieron los
judíos perdonarle la vida si bajaba y se rendía. Pero su hermano le gritó
que no mancillara las armas romanas, y entonces Longo levantó su espa
da delante de ambos ejércitos y se mató.
Entre los envueltos en llamas, un cierto Artorio se salvó por su astucia.
Le gritó a un camarada abajo con el que compartía la tienda: “¡Lucio! Te
dejaré como heredero de mi propiedad si vienes y me recoges.” Lucio co
rrió a él, y Artorio se echó encima de él, y se salvó. Pero Lucio fue aplastado
contra el pavimento por el peso de Artorio y murió allí mismo.
Los romanos se sintieron llenos de zozobra ante esta calamidad, pero
16 de esto les hizo ser más precavidos ante las tretas judías. Los romanos incen
agosto,
70 d.C. diaron el pórtico del norte, destruyéndolo hasta la esquina nororiental,
que estaba edificada sobre la barranca del Cedrón.
casa donde había el menor bocado de comida los parientes luchaban por
él. Transidos de hambre, los proscritos husmeaban como perros enloque
cidos, royendo lo que fuera: cinturones, zapatos, e incluso el cuero de sus
escudos. Otros devoraban manojos de paja, y luego sucedió el horroroso
caso de María de Betezuba
Distinguida en familia y fortuna, María había huido de Perea a jerusa- vu. vm.
lén, pero sus propiedades habían sido saqueadas por los tiranos durante
el asedio, y su comida por los registros diarios de sus seguidores. Enlo
quecida por el hambre, tomó al bebé que tenía en su pecho y dijo: “¡Pobre
bebé! ¿Por qué debería preservarte para la guerra, el hambre y la rebelión?
Ven, sé mi alimento: venganza contra ios rebeldes, y el punto culm inan
te de la tragedia judía para el mundo.” Con esto, mató a su pequeño, asó vu. vm.
su cuerpo, y devoró la mitad del mismo ocultando el resto.
Los rebeldes llegaron al instante, oliendo el impío olor y amenazándola
de muerte si no les entregaba lo que había preparado. Ella les había reser
vado también una buena porción, les dijo, destapando los restos de su
bebé. Ellos se quedaron paralizados de horror. “Este es mi hijo y mi ac
ción —les dijo. Servios, porque yo ya he tenido mi parte. ¡No seáis más
débiles que una mujer ni más compasivos que una madre! Pero si sois me
lindrosos y no aprobáis mi sacrificio, dejadme entonces el resto para mí. ”
Ellos salieron temblando, y toda la ciudad quedó conmocionada ante
esta abominación, mientras que los romanos quedaban horrorizados, y
César se declaraba inocente de este crimen delante de Dios. Pero juró que
370 Las guerras de los judíos
G 0 :2 4 9
70 d.C.
El incendio del templo
V II, IX ,
229 Tito se retiró entonces a la torre Antonia con la intención de atacar du
c La destrucción del templo y de la ciudad
res del templo. Pero aquel día —el décimo de Lous [30 de agosto]— el
edificio estaba sentenciado; era el mismo día en que el templo anterior ha
bía sido destruido por el rey de Babilonia. Cuando Tito se retiró, los rebeldes
volvieron a cargar contra los romanos, y se dio un conflicto entre los guar
das judíos del santuario y las tropas romanas que estaban tratando de apagar
las llamas en el atrio interior. Los judíos fueron dispersados y perseguidos vn. 2 30
los soldados seguían corriendo, lanzando sus antorchas dentro del san
tuario. Los rebeldes eran ahora impotentes y no hicieron ningún intento
para defenderse, porque por todos lados había degollina y huida, siendo
los no combatientes las principales víctimas de la matanza. Alrededor del
altar había montones de cadáveres, mientras que arroyos de sangre corrían
por las escalinatas del santuario.
A l ver César que no podía refrenar la furia de sus soldados, él y sus ge
nerales entraron en el edificio y contemplaron el lugar santo del santuario
y todos los esplendores que contenía. Por cuanto las llamas no habían lle
gado aún al interior, sino que estaban aún consumiendo las cámaras que
rodeaban el templo, Tito hizo un último esfuerzo por salvarlo. Precipitán
dose fuera ordenó a sus tropas que apagaran el fuego, mandando a uno de
sus centuriones que diera muerte a garrotazos a quien desobedeciera sus
órdenes. Pero el respeto hacia su general y el temor al castigo habían que
dado desbordados por su odio desenfrenado contra los judíos y por la
esperanza del botín. Viendo que todo lo que les rodeaba estaba hecho de
oro supusieron que el interior contendría unos inmensos tesoros. Y cuan
do Tito corrió fuera para refrenar a las tropas, uno de los que habían
entrado con él echó un ascua a los goznes de la puerta [del templo inte
rior], y las llamas prendieron en el interior. César y sus generales se
retiraron, y así, contra sus deseos, fue quemado el santuario.
372 Las guerras de los judíos
G 0:271 Mientras el templo ardía, los vencedores robaron todo aquello sobre lo
XI. 233
que pudieron echar las manos, y degollaron a todos los que encontraron.
No se mosbó compasión para nad ie, ni por edad ni por distinción, viejos o
niños, los laicos o los sacerdotes: todos fueron muertos. Mientras rugían las
llamas, y por cuanto el templo estaba sobre un monte, parecía como si toda
la ciudad estuviera ardiendo. El fragor era ensordecedor, con los gritos de
guerra de las legiones, los aullidos de los rebeldes rodeados de fuego y es
padas, y los chillidos de la gente. La tierra estaba tapada por los cadáveres,
y los soldados tenían que trepar sobre montones de cuerpos en su persecu
ción de los fugitivos. Los bandidos judíos se abrieron paso a través de los
romanos hacia el patio exterior del templo, y luego a la ciudad. Algunos de
los sacerdotes tomaron al principio picas del santuario y las arrojaron a los
romanos, pero después, alejándose de las llamas, se retiraron a la muralla.
Profetas y portentos
G 6:281 Los romanos incendiaron ahora todos los edificios contiguos, los restos
VII. XI, 234
de los pórticos y de las puertas, y las cámaras del tesoro, donde se habían
situado inmensas cantidades de dinero. Luego pasaron al único pórtico que
quedaba en pie en el atrio exterior, donde habían buscado refugio 6 . 0 0 0
mujeres y niños. Se habían reunido allí a causa de un falso profeta que les
había dicho que Dios les mandaba ir al templo, donde recibirían garantías
de liberación. Antes que César hubiera decidido qué hacer con esa gente,
los soldados prendieron fuego a esta columnata, y no escapó nadie.
VII. XI. 235 Para este tiempo muchos falsos profetas habían estado engañando al pue
blo. Eran pagados por los tiranos para que apremiaran al pueblo a esperar la
ayuda de Dios, y así impedir que desertaran. Pero antes del asedio habían
tenido lugar portentos, prediciendo la inminente devastación, pero los judíos
habían ignorado estas advertencias de Dios. Una estrella asemejándose a una
espada colgó sobre la ciudad, y también un cometa que duró un año. Y justo
antes de la revuelta, cuando la gente volvían juntos para la fiesta de los Pa
nes Ázimos, resplandeció una luz brillante alrededor del altar durante la
noche e iluminó el santuario durante media hora. La gente pensó que esto
era un buen augurio, pero los escribas sagrados les dijeron que se trataba de
Vil. XII. lo contrario. Una vaca parió un cordero en el patio del templo, y la puerta
233
oriental del atrio interior, que estaba cerrada con barras de hierro y tan pesa
da que se precisaba de veinte hombres para moverla, se abrió por sí misma
durante la noche. Y en la fiesta de pentecostés, cuando los sacerdotes entra
ron en el patio interior del templo, oyeron un gran ruido, y después de esto
las voces de una multitud que decía: “¡Nos vamos de este lugar! ” 1
C, 0:300 Pero hubo otro portento aún más alarmante. Cuatro años antes de la gue
VII. XII.
237 rra, mientras la ciudad gozaba de prosperidad y paz, un rudo campesino
llamado Jesús, hijo de Ananías, vino a la fiesta de los Tabernáculos. Se levantó
La destrucción del templo y de la ciudad 373
en el templo, gritando: “¡Una voz del este, una voz del oeste, una voz de los
cuatro vientos, una voz contra Jerusalén y el santuario, una voz contra no
vios y novias, una voz contra todo el pueblo!” Día y noche andaba por las
calles con este clamor. Algunos de los principales arrestaron a este hombre
y lo azotaron, pero él proseguía como antes con este clamor. Los magistra
dos lo trajeron ante el gobernador romano, que lo hizo azotar hasta llegar a
los huesos, pero ni pidió misericordia ni derramó una lágrima, sólo gritan
do a cada golpe: “¡Ay de Jerusalén! ” Cuando Albino, gobernador, le preguntó
quién era, de dónde venía, y por qué gritó este lamento, no respondió, pero
sólo repitió su endecha: “¡Ay de Jerusalén!” Durante siete años y cinco me
ses, continuando a lo largo de la guerra, prosiguió con este clamor, hasta que,
haciendo su vuelta por las murallas durante el asedio, gritó con su penetrante
voz: “¡Una vez más, ay de esta ciudad, de su pueblo y del templo!” Y luego
añadió repentinamente: “¡Y ay de m í también!”, y fue inmediatamente gol
peado en la cabeza por una piedra arrojada por una catapulta.
Pero lo que más incitó a los judíos a la guerra fue un oráculo ambiguo VII, XII,
230
que predecía que alguien procedente de su país llegaría a ser gobernante
del mundo. Esto lo interpretaron como alguien de su propia raza, pero el
oráculo se refería realmente a Vespasiano, que fue proclamado empera
dor en tierra judía . 2
aclamando a Tito como imperator. Las tropas estaban tan cargadas de bo
tín que el oro bajó a la mitad de su anterior valor por toda Siria.
De entre los sacerdotes todavía subidos a las murallas del santuario, un
chico llamó a los guardias romanos diciéndoles que sufría sed, y les p i
dió su protección mientras bajaba y bebía agua. Compadeciéndose de él,
accedieron, y así bajó, apagó su sed, llenó un jarro de agua, y se volvió
corriendo a los sacerdotes antes que los guardas pudieran atraparlo. Cuan
do ellos maldijeron su perfidia, el chico les contestó que él no había
quebrantado su palabra, no habiéndoles prometido que se quedaría con
ellos. Los romanos se quedaron sorprendidos por haberse dejado engañar
por un muchacho tan pequeño.
Cinco días después, los sacerdotes estaban tan hambrientos que baja
ron y se rindieron a Tito, rogándole que les perdonara la vida. Pero él les
dijo que ya había pasado el tiempo del perdón: que aquello por lo cual él
pudiera haberlos perdonado ya no existía, y así los hizo ejecutar, dicien
do que era justo que perecieran con su templo.
Viendo que no tenían esperanza alguna de escapar, los tiranos judíos y G 6:323
Vil, XIII,
sus seguidores invitaron a Tito ahora a parlamentar. Por cuanto quería sal 240
374 Las guerras de los judíos
var la ciudad, Tito les habló por medio de un intérprete en las puertas oc
cidentales de los atrios exteriores del templo, donde se abrían sobre un
puente que llevaba a la ciudad alta. El les recordó de manera detallada
todos los favores pasados que Roma les había conferido y que habían sido
pagados sólo con la rebelión, la intransigencia, y la miserable crueldad
que había conducido a la destrucción de su templo. “Sin embargo, —-les
dijo Tito— yo no imitaré vuestro desenfreno. Arrojad vuestras armas y
rendios, y os perdonaré la vida. Como amo benigno castigaré sólo a los re
voltosos, y dejaré al resto para mi propio uso.”
A esto ellos contestaron que no podían aceptar su oferta porque habían
jurado no hacerlo. Le pidieron permiso para pasar a través de sus líneas, con
sus mujeres e hi jos, y retirarse al desierto dejándole a él la ciudad. Tito se sintió
furioso de que unos virtuales cautivos le hicieran propuestas como si fueran
vencedores. Les advirtió que no esperaran ya más ningún cuartel sino que
lucharan por salvarse lo mejor que pudieran, porque desde ahora él se regi
ría por las leyes de la guerra. Luego dio permiso a sus tropas para que
Sep t., quemaran y saquearan la ciudad, y las llamas pronto consumieron los archi
7 0 d.C.
vos, el acra, la cámara del consejo, y muchos hogares.
G 6:35» Los rebeldes se precipitaron ahora al palacio real [de Herodes, en la ciu
VII, XIV,
244 dad alta] donde muchos habían depositado sus riquezas, batieron a los
romanos, y mataron a 8.400 personas que se habían reunido allí. Saquean
do el dinero capturaron también a dos soldados romanos, uno de caballería
y otro de infantería. A este último lo degollaron a llí mismo y arrastraron
su cuerpo por la ciudad. E l jinete pretendió que les podía sugerir como
salvarse, y así fue llevado ante Simón, pero, al no tener nada que decir,
fue entregado para que lo ejecutaran. El oficial le ató las manos detrás de
la espalda, le puso una venda cubriéndole los ojos, y lo llevó para deca
pitarlo a la vista de los romanos. Pero mientras que el judío sacaba la
espada, el prisionero logró escapar hacia los romanos. Después de tal es
cape, Tito difícilmente podía ejecutar al oficial por haber sido tomado
vivo, y en lugar de ello lo expulsó de la legión.
vn, xiv, A l siguiente día los romanos expulsaron a los proscritos judíos de la ciu
245
dad baja y la incendiaron hasta Siloé. Enjaulados en la ciudad alta, los
rebeldes se dispersaron y se pusieron en emboscadas entre las ruinas, ejecu
tando a todos los que intentaban desertar. Como última esperanza planeaban
buscar refugio en los pasajes subterráneos, donde se esconderían hasta que
la ciudad fuera totalmente destruida y los romanos se hubieran ido.
VIJ, XV, Por cuanto la subida a la ciudad alta era empinada, César ordenó obras
247
8de terreras, aunque la tierra había sido despojada de madera por doce millas
sept.,
70 d.C. (veinte kilómetros) a la redonda. Pero las legiones levantaron un terraplén
go, fue fácil hacerlos refroceder. Cuando una parte de la muralla y algunas
de las torres se derrumbaron bajo el embate de los arietes, los defensores
huyeron y los mismos tiranos fueron presa del pánico. Aquellos fieros cau VII, XVI,
250
dillos judíos, antes tan orgullosos de sus osados crímenes, estaban ahora
temblorosos y asustados, o cayeron sobre sus rostros, lamentando su suer
te e incapaces de huir. Luego los tiranos, por su propia cuenta, abandonaron
las tres torres [de Herodes] que habrían resistido a cualquier máquina de
asedio, y donde hubieran podido resistir hasta verse reducidos por ham
bre. Abandonando estas torres —o más bien siendo empujados fuera de ellas
por Dios— se refugiaron en la barranca debajo de Siloé. Después, cuando
Simón y sus seguidores se hubieron recuperado algo de su pánico, trataron
de abrir una brecha en la muralla que los romanos habían construido alre
dedor de la ciudad y escapar. Pero cuando los guardas los rechazaron
volvieron a guarecerse en los pasajes subterráneos.
Base de la (orre Fasael en la actual Jerusalén, la mayor de las tres torres en el extremo
norte del palacio de Herodes. Las seis hileras más bajas de piedra son las originales
herodianas, las cuales fueron dejadas intactas intencionadamente por Tilo para demostrar
lo formidables que eran las defensas de Jerusalén.
tos, por cuanto los que padecían de lepra o gonorrea, o mujeres con la
menstruación, no podían participar.
Los romanos fueron ahora a los pasajes subterráneos y mataron a todos VII, XVII,
254
los que encontraron en ellos, descubriendo a 2 . 0 0 0 que habían muerto
violentamente o por hambre. El hedor era horroroso. Juan y sus seguido
res, que estaban muriendo de hambre en las cavernas, rogaron a los
romanos aquella protección que tan frecuentemente él había escarneci
do. Fue condenado a prisión perpetua. Los romanos incendiaron los
barrios exteriores de la ciudad y arrasaron las murallas.
Así, Jerusalén fue tomada el segundo año del reinado de Vespasiano, el oc VII, XVIII,
255
tavo día de Gorpiaeus. 5 Había sido tomada cinco veces antes, y ahora era
destruida por segunda vez. Sisac, rey de Egipto, Antíoco, Pompeyo, y luego
Sosio con Herodes, habían tomado la ciudad pero la habían preservado. An
tes había sido arrasada por el rey de Babilonia, 1.486 años y seis meses [1.360
años, ocho meses y seis días, edición CLIE] después de haber sido fundada.
Su fundador original fue un príncipe de Canaán llamado Melquisedec, o “rey
justo”, porque así era él. Fue el primer sacerdote de Dios y el primero en cons
truir el templo; él llamó a la ciudad Jerusalén, que antes se llamaba Solima.
Los cananeos fueron expulsados de Jerusalén por el rey David, que esta
bleció allí a su propia gente. Los babilonios la destruyeron 477 años y seis
meses [464 años y seis meses, edición CLIE] después, y Tito 1.179 [1.139,
edición CLIE] años después de David, o 2.177 años desde su fundación. Así
terminó el asedio de Jerusalén.
378
Josefo y la todos los escritos de Josefo: el asedio
a Masada. De nuevo la arqueología
1 . Para un relato paralelo de estos p o rten to s— y adem ás de toda la cam paña de Tito,
aunque con menos detalles— véase T ácito , Historia, v, l l s s .
2 . Véase también T ácito, Historia, v, 13, y Suetonio, Vespasianus, 4.
3. Las partes más bajas de Fasael, la torre mayor, siguen en pie en Jerusalén en la
actualidad.
4. Debido a que el total debería ser, evidentem ente, de 2 .5 5 6 .0 0 0 , o bien el texto es
d efectu oso, o bien lo es la aritm ética de Josefo. En cu alq u ier caso , el núm ero es
dem asiado grande.
5. 26 de septiem bre del año 70 d.C.
r
379
27
D e R o m a a M asad a
C
ésar ordenó que toda la ciudad y el templo fueran arrasa G 7:1
VII, XVIII,
dos, dejando sólo en pie las m ás altas torres — Fasael, 25Ü
Hípico y Mariamne— y una parte de la muralla occidental, para
mostrar a la posteridad las fuertes defensas que habían cedido ante los
romanos. Ahora reunió su ejército para encomiar a las tropas por sus
logros y para dar premios a los que se habían distinguido de una ma
nera p articu lar. Se levantó una alta trib u n a en el centro del
campamento, y Tito subió a ella con sus principales oficiales. Dio las
gracias al ejército por sus magníficos esfuerzos y los alabó por su obe
diencia y valor. Los oficiales leyeron entonces los nombres de los que
habían llevado a cabo algún hecho noble durante la guerra. Llamando
a cada uno de ellos, Tito aplaudió mientras acudían, poniéndoles co
ronas de oro en sus cabezas, regalándoles cadenas de oro para el cuello,
pequeñas espadas de oro y estandartes de plata, así como botín, y
ascendiéndolos a grados más elevados. Cuando todos hubieron recibi 250 VII, XIX,
VII, XX. Durante el asedio de Jerusalén, Simón y sus fieles amigos, junto con al
259
gunos labradores de piedra y sus herramientas, descendieron a uno de los
pasajes subterráneos con provisiones para muchos días. Avanzaron hasta
llegar al final del pasaje, y luego trataron de excavar debajo de las mura
llas y escapar. Pero el minado fue tan lento que las provisiones se acabaron.
Simón decidió entonces asustar a los romanos. Vistiéndose con túnicas
blancas y un manto de púrpura se levantó de la tierra en el mismo punto
en que el templo se había levantado antes. Los que estaban allí se atemori
zaron al principio, y luego se acercaron para preguntarle quien era. Simón
VII, XX, rehusó decírselo, pero hizo que llamaran a su general. Cuando apareció
260
Terencio Rufo, que había sido dejado al mando de la guarnición, Simón
le dijo toda la verdad. Rufo lo encadenó y escribió a Tito acerca de la cap
tura de Simón, ¡una rendición por la que el mismo Simón había hecho
ejecutar a muchos en base de falsas acusaciones de deserción a Roma!
Cuando Tito regresó a Cesárea Marítima, Simón le fue enviado en cade
nas, y fue guardado prisionero para el desfile triunfal que Tito planeaba
celebrar en Roma.
Nov.
una colonia romana en Fenicia, donde celebró el cumpleaños de su pa
70 d.C. dre dando muerte a muchos más cautivos en elaborados espectáculos.
VII, XXII.
204
Tito se había regocijado mucho al saber de la forma excelente en que su
padre Vespasiano había sido recibido portadas las ciudades italianas, y cómo
la población de Roma salió multitudinariamente a aclamarlo como su em
perador. La ciudad estaba llena de guirnaldas, y las multitudes festejaron,
ofreciendo libaciones a sus dioses para que el imperio de Vespasiano tuvie
ra larga vida. Domiciano, hijo de Vespasiano, aplastó revueltas en las Galias
y en Alemania, mientras que otros hacían lo mismo en Moesia.
VII, XXIV, Tito dejó Berito y se dirigió a Antioquía, pasando por las ciudades de
261 i
Vil, XXIV. Siria, en las que dio más exhibiciones, durante las que sus cautivos ju
269
díos actuaban para su propia destrucción. Cuando llegó a Antioquía, el
pueblo se lanzó a recibirle con entusiasmo, pidiéndole al mismo tiempo
que expulsara a los judíos de la ciudad.
VII, XXI, Ahora bien, había muchos judíos en Antioquía que habían gozado de
263
los mismos derechos que los nativos sirios. Pero cuando comenzó la gue
rra, el odio contra los judíos se exacerbó por todas partes. Un judío
llam ado A n lío co , h ijo del p rin c ip a l magistrado de los ju d ío s en
Antioquía, acusó falsamente a los judíos (entre ellos a su propio padre)
de maquinar incendiar la ciudad entera por la noche. Furiosos, los
La base del Muro Occidental (o "de las Lamentaciones") de la plataforma del templo en
Jerusalén exhibe el tamaño de los sillares herodianos empleados en la construcción.
Algunos han sido erosionados por las muchas generaciones de judíos llorando por la
destrucción del templo y de la ciudad.
no pudo por más que pensar en la hermosa ciudad que antes se había le
vantado aquí. Se sintió dolido por su destrucción y m ald ijo a los
criminales autores de la revuelta. Luego se apresuró a dirigirse a Egipto
cruzando rápidamente el desierto, y pronto llegó a Alejandría. A quí des
pidió a sus dos legiones y embarcó para Italia. Los dos caudillos judíos,
Simón y Juan, junto con 700 de los cautivos judíos seleccionados por su
estatura y apostura, fueron enviados inmediatamente para que adorna
ran el triunfo de Tito en Roma.
Un triunfo romano
Después de una travesía sin incidencias, Tito recibió una bienvenida
tan entusiasmada en Roma como la que había recibido Vespasiano. Su
padre y [Domiciano, el menor] hermano salieron a recibirle, y los ciuda
danos se alegraron sobremanera de ver unidos a los tres príncipes.
Decidieron ellos celebrar su éxito con un triunfo común, aunque el se
nado había decretado un triunfo separado para cada uno. Cuando llegó
el día, toda la ciudad salió a contemplar el desfile de la victoria.
Vil, XXIV. Antes de salir el sol, todas las fuerzas militares desfilaron en compa
271
ñías y divisiones bajo sus oficiales y se reunieron cerca del templo de Isis.
Cuando amaneció, aparecieron Vespasiano y Tito —coronados, con lau
reles, y revestidos de las tradicionales vestiduras de púrpura— y subieron
a la tribuna que había sido levantada para ellos. En el acto brotaron unos
clamorosos vítores de las tropas, que Vespasiano reconoció, y luego hizo
un ademán pidiendo silencio. Se levantó ahora, cubriendo la cabeza con
un manto, y, junto con Tito, recitó las oraciones acostumbradas.
Vespasiano hizo entonces un breve discurso a los soldados, y los despi
dió para un desayuno tradicional que los emperadores proveían.
VU. XXÍV. Los príncipes enviaron entonces la procesión por su ruta a través de
272
la Puerta del Triunfo, dirigiéndola por los teatros para dar a la midtitud
un mejor espectáculo. Las palabras no pueden describir la magnificencia
de la procesión y de los artículos exhibidos: oro, plata y marfil, lodo ello
trabajado en varias formas; hermosos tapices, elaborados en Babilonia;
joyas y coronas de oro; e imágenes de dioses hechas con costosos mate
riales. Animales de varias especies iban conducidos por hombres vestidos
de púrpura, e incluso la horda de cautivos iba bien vestida.
G 7'.rj>l Pero nada en la procesión excitaba tanto asombro como los escenarios
vu. xxiv.
273 móviles, algunos de ellos de tres o cuatro pisos de altura, muchos envuel
tos en tapices y cada uno de ellos representando de manera vivida algún
episodio de la guerra. A quí se veía un país antes próspero y ahora asola
do, y a llí un enemigo muerto. Otros representaban enormes murallas
demolidas por máquinas de asedio; fortalezas derruidas; un ejército lan
zándose al asalto sobre almenas; casas derrumbadas sobre sus moradores;
De Roma a Masada
La fortaleza de Maqueronte
Lucilio Baso había sido enviado a Judea como legado, y, recibiendo el c
mando de Cércalo, capturó la fortaleza de Herodión. Ahora recogió a las 2 7 5 xxv'
fuerzas romanas por toda Judea, junto con la Décima Legión, y se dirigió
a Maqueronte. Era totalmente necesaria destruir esta fortaleza, para que
su misma fuerza no indujera a los judíos a la revuelta.
Se levantaba sobre un alto risco rodeado por todas partes de profundas
barrancas que no podían cruzarse con facilidad, y que eran imposibles de
escalar. El valle al oeste termina en el lago Asfaltitis [mar Muerto], a siete
millas (once kilómetros) de distancia. Observando las ventajas naturales vn. xxv,
del terreno, Alejandro [Janeo], rey de los judíos, fue el primero en erigir una
fortaleza aquí, pero fue destruida por G abinio en su guerra contra
Aristóbulo. Cuando Herodes se hizo rey fundó aquí una ciudad con alme
nas y torres, y en su parte superior levantó una muralla con torres altas en
cada esquina. En el centro del recinto edificó un espacioso palacio con cis
ternas para recibir la lluvia y mantener un suministro de agua en caso de
asedio, para lo que también almacenó armas y máquinas de guerra. G7:190
Después que Baso hubo examinado el lugar desde todos los lados de- 27ixxv‘
£| foro romano, lugar del triunfo de Vespasiano y Tilo. La cabalgata fue siguiendo la vía
$, ra que corre a lo largo de la calzada superior (norte) en esta fotografía, más allá de la
c,isa reconstruida del senado, de forma cuadrada, bajo lo que (¡posteriormente!) sería el
ge o de Septimio Severo a su izquierda, y luego arriba hacia la cumbre de la colina del
Capitolio,
386 Las guerras de los judíos
Para este tiempo, César envió órdenes a Baso y Laberio Máximo, el pro VII. XXVI.
281
curador, que arrendaran todo el territorio judío, porque Tito se reservaba
el país como su propiedad privada, excepto que asignó la ciudad de
Emaús, a unas cuatro m illas (unos seis kilómetros) [al noroeste de Jeru
salén], a 800 veteranos desmovilizados. E impuso a todos los judíos, fuera
donde fuera que residieran, un impuesto anual de dos dracmas para sus
tento del Capitolio, la misma cantidad que antes habían contribuido al
templo en Jerusalén.
[Josefo informa aquí del injustificado ataque contra Antíoco, rey de 7 2 -7 3 d.C.
VII, XX VIi
Comagena, por Peto, el gobernador romano de Siria, y la posterior recon 281
La fortaleza Masada
Baso murió en Judea y fue sucedido como gobernador por Flavio Silva. G 7 :2 5 2
VII, XXVIII.
Por cuanto todo el país estaba sometido menos una fortaleza, Masada, 2 84
Silva reunió todas sus fuerzas y se dirigió contra ella. Masada estaba ocu VII, XXVIII,
288
pada por sicarios y su comandante Eleazar, descendiente de Judas [de
Galilea). Judas había inducido a muchos judíos a rehusar censarse cuan
do Cirenio fue enviado a Judea como censor, y saqueó las propiedades
de los que se sometieron a Roma por rendir la libertad judía. Pero esto
sólo fue un pretexto empleado por sus sucesores para justificar sus cruel-
La fortaleza de Masada, vista desde la llanura del mar Muerto al este. La línea blanquecina
que sube hacia la cumbre es el "Camino de la Serpiente" oriental.
388
V ista h a c ia el n o rte a través del m a r M u e rto desde el p alacio del n o rte de H ero des en
M as a d a . Los capiteles c o rin tio s reposaban o rig in a lm e n te sobre colum nas en este lugar.
dades y codicia, por cuanto el pueblo se unió a ellos contra Roma sólo
para sufrir peores atrocidades de parte de los rebeldes. 2
73 d.C. Flavio Silva erigió de inmediato una muralla alrededor de Masada y
VII.
XX VIII, la guardó con centinelas para im pedir que los asediados escaparan.
287
Masada estaba sobre una alta peña rodeada de profundos precipicios. Sólo
se podía llegar a ella por dos caminos estrechos y difíciles, desde el lago
Asfaltitis al este, y desde los montes al oeste. A l primer camino se le lla
ma “la Serpiente”, porque se parece a un reptil en su estrecho culebrear
yendo y volviendo en medio de precipicios de vértigo, hasta que final
mente llega a una llanura en la cumbre donde estaba Masada.
VII. La fortaleza fue primero construida por el sumo sacerdote Jonatán, pero
XXVIII,
288
posteriormente Herodes rodeó la cumbre con una muralla alta, fortifica
da con treinta y siete torres, y ed ificó un palacio en la esquina
noroccidental. También excavó en la roca una cantidad de cisternas para
que los residentes nunca carecieran de agua. La fortaleza era casi inex
pugnable, porque el camino oriental no podía ser usado por ningún grupo
atacante, mientras que el del oeste estaba cerrado por una torre enorme
en su punto más angosto.
VII, La fortaleza estaba bien surtida con provisiones —con suficiente gra
XXVIII,
2 89 no, vino, aceite, legumbres y dátiles para resistir durante años— y con
armas suficientes para 1 0 . 0 0 0 hombres, ¡unto con hierro, bronce y plo
mo sin trabajar. El rey Herodes se había preparado esta fortaleza para sí
389
Flavio Silva, el comandante romano, dispuso su campamento al noroeste de Masada, justo encima
de un precipicio. Las murallas del campamento, sus propios cuarteles en su interior, y la m uralla
de asedio que rodean a Masada siguen claramente visibles después de diecinueve siglos.
en caso de revuelta entre sus súbditos judíos, y también porque temía a VII,
XXVIII,
Cleopatra, porque siempre le estaba pidiendo a Antonio que lo matara y 290
200 codos de altura, sobre una roca que resalía por debajo, llamada “Blan
ca”, y que se encuentra detrás de la torre que cerraba el camino occidental.
Luego cubrió esta rampa con un segundo terraplén, hecho con enormes
piedras, que fue construido como una plataforma. Sobre esto se levantó
una torre alta, totalmente recubierta de hierro, desde la que los romanos
lanzaban proyectiles y flechas mediante sus máquinas de artillería lim
piando de enemigos las almenas de Masada.
Silva trajo un ariete, con el que fue batiendo la muralla de Masada hasta VII,
XXVIII,
lograr abrir una brecha. Pero mientras tanto los sicarios habían levanta 291
La caída de Masada
C 7:320 Pero Eleazar no trataba de huir ni hubiera permitido que nadie lo hicie
Vlf,
XXVIII, ra. Cuando vio el muro en llamas pensó que sería más noble morir que caer
292
en manos de los romanos, y por esto reunió a sus camaradas más arroja
dos. “Hace mucho tiempo —les dijo— decidimos que no serviríamos ni a
los romanos ni a nadie más, sino sólo a Dios. Ahora ha llegado el momen
to de transformar aquella resolución en acción. Nosotros, que fuimos los
primeros en rebelarnos y que somos los últimos en mantenernos contra los
romanos, no debemos atraerla desgracia sobre nosotros dejando que nues
tras mujeres mueran deshonradas y nuestros hijos como esclavos.
“Seguimos teniendo la elección de una noble muerte con los que ama
mos. Cuando ellos hayan partido rindámonos un generoso servicio unos
a otros. Pero primero debemos destruir nuestras propiedades y la forta
leza con fuego, dejando sólo nuestras provisiones, para que los romanos
vn, sepan que no fue el hambre lo que nos redujo sino que preferimos morir
X X VIII,
294 antes que ser esclavos.”
Algunos de sus oyentes fueron prontos en asentir, pero otros no podían
Mirando hacia el este por encima de Masada hacia el mar Muerto. La rampa romana
sigue levantándose hasta casi la cumbre del centro de la ladera occidental de la fortaleza.
391
E x c a v a c io n e s en M asada
Gran cisterna
subterránea Fortaleza meridional Apartamentos reales
Palacio meridional
Viviendas de Estanque conVertido en
los zelotes cuarteles
de los zelotes Palacio occidental de Herodes
Centro administrativo
Rampa romana
Sinagoga
Lugar donde» —
fueron encontradas
las suertes
Gran casa
de baños
soportar la idea de dar muerte a sus mujeres e hijos, y sus ojos se llena
ron de lágrimas. Viéndolos vacilar, Eleazar volvió a hablarles, diciéndoles
que “la vida, y no la muerte, es la desgracia del hombre, porque la muer- Vn,
te libera al alma de su encarcelamiento en un cuerpo mortal. ¿Por qué, ™
pues, deberíamos temer a la muerte si damos la bienvenida a la calma del
su e ñ o ?” Los filósofos in d io s acogían dichosam ente las llam as
purificadoras, les añadió, y luego les habló de los tormentos que podían
esperar de los romanos, que también violarían a sus mujeres. “ ¡Muramos
como hombres libres con nuestras mujeres e hijo s —term inó— y
neguémosles a los romanos el gozo de la victoria! ¡Dejémosles más bien
atónitos ante nuestra valiente muerte!” jj ™ 89
Mientras Eleazar seguía hablando fue interrumpido por sus oyentes, f ™ a-
392
El templo en Egipto
Posteriormente, algunos de los sicarios que habían huido a Egipto in G 7:40B
V II, X X I X ,
tentaron incitar a los judíos en Alejandría, afirmando que debían afirmar 303
El Arco de Tito domina la entrada oriental del foro romano hasta nuestros días. La
inscripción latina a través de su parte superior se traduce así: "El senado y el pueblo de
Roma al divino Tito, hijo del divino Vespasiano/ y a Vespasiano Augusto."
bien unos extensos territorios para recoger impuestos, para que los sacer
dotes pudieran ser sustentados en el servicio de Dios.
VII, XXX, Cuando Lupo recibió las órdenes de César fue a este templo, quitó al
305
gunas de las ofrendas, y cerró el edificio. Cuando Lupo murió, su sucesor
Paulino despojó el templo, prohibió que nadie adorara en él, y cerró la
entrada 243 años después de su fundación . 5
Sedición en Cirene
G 7 j4 3 7 Como una enfermedad, la locura de los sicarios también infectó a las
VII, XXXI,
306 ciudades cerca de Cirene. Un bribón llamado Jonatán, que había encon
trado refugio en aquella ciudad, persuadió a una multitud de las clases
r
1. Beirut.
2. Aquí, por últim a vez, Josefo da rienda suelta a su furia contra los sicarios y sus
sucesores: Juan de Giscala, Simón bar-Giora, los idum eos y los zelotes, todos los cuales
sufrieron, sí, pero en su valoración, m ucho menos que los sufrimientos que ellos habían
causado a otros.
3. Aunque la puerta occidental en las excavaciones de Masada tiene un cierto ángulo
para darcred ib ilid ada estas direcciones del viento, parece que unos vientos del noreste
y del su roeste serían más adecuados para los efectos descritos por Josefo.
4. 2 de m ayo del 73 d.C.
5. El texto de autoridad reconocida está probablemente corrom pido, afirmando 343
(333, ed ición CLIE] años, un siglo de más para el período entre c. 1 7 0 a.C. al 73 d.C.
397
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Gedeón 8 8 , 89 Afee 97, 155 Alejandro Cirene 395
Abinadab 98, 122 Afo (Jonatán) 212 Alejandro Janeo, rey de
Abiram 67 Á frica 22 los judíos 2 2 4 -2 2 8 , 383
Abisag 132, 136 Agag, rey de los amale- Alejandro Magno 56,
Abisai, sobrino de David citas 106, 107, 119n 2 0 1 -2 0 5 , 210n
116, 128, 130 Agapio 283n , 2 8 4 Alejandro Zebina 222
Abner, com andante 116, Agar 26, 27 Alejandro, hijo de
1 2 0 , 121 Agripa, Herodes I y II Aristóbulo 2 3 0 , 231
Abraham 13, 22, 24-30, (ver Herodes) Alejandro, hijo de
37, 62, 132 Agripa el Joven 2 7 8 Herodes el Grande 249-
declara el m onoteísm o Agripa, M arco 2 4 6 , 247, 2 5 3 , 264
24 2 4 9 , 250 Alem ania 301, 3 3 5 , 380
m orada de 24 Agripina, mujer de alholva 311, 314n
m uerte de 30 Claudio César 2 7 9 altar de todo el pueblo 132
probado por Dios 28 Ahías 144, 147 am alecitas 58, 73, 8 6 ,
recibe ángeles 26, 27 Ahim aas 129 1 0 6 , 118, 1 1 9 , 170, 197
Absalón 101, 126-1 3 0 A him elec, heteo 116 A m án 1 9 7 -1 9 9
m ata a Am nón 126 A him elec, sumo sacerd o Am án, capital de
m uerte de 129, 130 te 112 Jordania 125
rebelión contra David Ahinoam 1 1 5 , 1 1 6 A m arapside 37
127, 128 Ahitob, sumo sacerdote Am asa, com andante 130,
Abu-Simbel 53, 55 105 131
índice 401
Carmelo (ver m onte) Chares, com andante 320, Cusán, rey de los asirios
Casio, oficial de Craso 322 84
2 3 1 , 2 3 3 , 234 Chipre 2 2 4 , 251 Cuspio Fado, p rocurador
Casio Cerea, tribuno 275 Cilicia 182n , 2 0 1 , 235 de Judea 27 7, 2 7 8 , 2 8 6
Castor, astuto judío 352 Cipros 2 4 4 , 258 cuteo(s) 1 8 8 , 2 0 0
catapulta rom ana 306, Cipros, fortaleza de 294 cutim 175
3 0 7 , 33 9, 3 41 , 355n circuncisión 27, 212,
Cátulo, gobernador 395 2 2 2 , 293 Dafne 235
Cayo César (Calígula) Cirene 394, 395 Dagón, dios 97
2 7 1 -2 7 5 , 300 Cirenio, senador rom ano Dagón (Dok), fortaleza
destierra a Herodes censor 2 6 5 , 2 6 6 , 2 7 8 , 220
A ntipas 273 2 9 3 ,3 8 7 Dalila 93
estatua de 2 7 3 -2 7 5 Ciro el Grande 1 8 6 -1 8 8 , Dam asco 24, 123, 147,
m uerte de 275 1 9 0 , 1 9 4 , 195, 240 14 9 , 1 5 4 , 1 6 3 , 173,
nom bra a Herodes Cis, padre de Saúl 102 174, 201, 228, 233,
Agripa rey 272 Claudio César 275-279, 300 2 3 4 , 296
planea la desecración Cleopatra (VII), reina de Dan (ciudad) 25, 8 3 , 1 4 2 ,
del tem plo 2 7 4 , 275 Egipto 225n , 231, 235, 14 3 , 147, 149
Cedes 173 2 3 6 , 2 4 0 -2 4 6 , 389 Dan, tribu de 83
Cedrón, valle de 167, Cleopatra, esposa de Daniel (Beltsasar) 183-
2 2 0 , 342, 343, 368 Herodes el Grande 2 5 3 , 18 7 , 194
cedros de Líbano 133, 258 autor de libros 187
1 38, 190 Cleopatra, esposa de en el foso de los leones
Celado, liberto de César 264 Ptolem eo Epífanes 2 0 9 18 7 , 194
Céler, tribuno 278 Cleopatra, madre de interpreta la escritura
Celesiria 193, 206, 207, Ptolem eo Látiro 2 2 4 sobre la pared 1 8 6
2 12, 2 1 7 , 2 3 3 , 2 42 , 243 Cleto, instigador de una interpreta sueños 1 8 4
Cendebeo, amigo de revuelta 299 Daniel, libro de 1 8 4 , 202
A ntíoco VII 220 codornices 57, 64 Darío el Medo 1 8 6 , 187,
censo 131, 132, 2 6 5 , 348, Coliseo 338, 356 194
3 76, 377 conquista romana 2 27-240 Darío I, rey de Persia
C ércalo, com andante Coponio, procurador de 1 8 8 -1 9 0 , 195
3 12, 313, 335, 365, 383 Judea 2 6 4 , 2 6 7 , 2 8 6 Darío III 2 0 0 , 201
Cerdeña, isla de 270 Córdoba, España 275 Datán 67
César (v er Augusto, Cayo, Coré, pariente de M oisés David 28, 9 6 , 1 0 1 , 135,
Claudio, Dom iciano, 67, 68 149, 166, 1 7 0 , 181,
Julio, Nerón, Sexto, Corinto, istmo de 3 23n 2 2 2 , 2 8 4 , 3 4 5 , 377
Tiberio, Tito, coro 14 8 n captura Jerusalén 1 2 1 ,
Vespasiano o Vitelio) Costobaro, cuñado de 122
Cesárea 2 4 6 , 248, 249, Herodes 2 4 6 , 2 5 9 huye de Saúl 1 12
2 5 1 , 2 5 3 , 254, 261, Costobaro, judío 296 m uerte de 1 3 2 -1 3 4
2 6 6 , 2 6 7 , 2 6 8 , 277, Craso 2 3 1 , 239n , 2 4 0 perdona a Saúl 114
2 7 8 , 2 8 0 , 282n , 283n , creación 11, 13, 18-20 regresa a su reino 130,
2 8 8 -2 9 0 , 294, 315, 323, y el diluvio 23 131
3 31, 3 3 4 , 335, 339, Creta 217, 264 ungido rey por Sam uel
3 40, 3 7 8 -3 8 0 , 392 cristianos 100, 2 6 9 , 2 7 9 , 107
Cesárea de Filipos 266, 2 8 2 n ,357 y Betsabé 1 2 4 -1 2 6
2 6 7 , 3 1 6 , 379 cristianism o 2 8 4 y Goliat 1 0 7 -1 1 0
cesareanos 288, 294 crucifixión 39, 1 9 0 , 197, y la adivina de Endor
Cestío Galo, gobernador 2 2 5 , 2 6 9 , 2 7 8 , 2 82n , 1 1 1 , 112
de Siria 288, 291, 294- 2 9 0 , 3 2 8 , 3 5 8 , 350, 386 y Saúl 135
2 9 6 , 3 0 1 , 315, 340, cuernos del altar 133 David (ciudad de) 122
3 4 8 ,3 7 6 ,3 7 9 Cumano, procurador de Débora 83 -8 6
invasión de 2 9 4 , 295 Judea 2 7 8 , 2 7 9 , 2 8 6 Decálogo (Diez M anda
se retira 295, 296 Cúpula de la Roca 207 m ientos) 6 1 , 62
404 índice
Decio M undo 269, 2 7 0 Egipto, egipcios 24, 26, 37- Elón, juez 89
Delío 241 45, 50-55, 62, 64, 65, 75, Elpis, esposa de Herodes
Delta 51, 231 136-138, 144, 163, 175, el Grande 2 5 3 , 2 5 8
Demetrio I de Siria 215- 176, 180, 182, 188, 195, Em aús 2 1 3 , 3 3 2 , 342, 387
217 203-207, 211, 214, 224, Em esa, rey de 2 9 4
Demetrio II (Nicátor) de 228, 230-232, 236, 240, En-gadi 1 1 2 -1 1 4 , 157, 330
Siria 2 17 , 218 241, 245, 281, 290, 291, Endor, adivina de 1 1 6 , 1 1 7
Demetrio III (Euceros) 294, 315, 337, 339, 340, Eneas, desertor 352
225 379, 381, 382, 386, 393 E n o c 20, 158
Demetrio de Falero 204, Eglón, rey de los Esaú 30, 31, 34, 35
205 moabitas 84 Escauro, oficial de
deportaciones a Babi Eilat, golfo de 149 Pom peyo 2 2 8 , 2 3 0
lonia 187, 188, 195n Ela, rey de Israel 147, 159 Escitópolis 2 9 4 , 315, 323
desierto de Sinaí 54, 56-58 Ela, valle de 108 E scol, valle de 65
Diez M andam entos 62, Elam 213 Escopo 342, 344
63, 72, 139 Elcan a 96 Esdras 190, 1 9 1 , 195
Diluvio 20, 2 1 , 23, 62 Eleazar (Aurán) 2 1 2 , 214 esenios 8 , 2 6 5 , 2 6 6
Dina, hija de Jacob 35 Eleazar, captura un ariete Esfinge (Giza) 41
Dión 202 310 España 182n , 2 7 5 , 283n,
Dionisio de H elicarnaso Eleazar, déspota en 333
12, 74 M asada 2 9 3 , 3 8 6 , 387, Esparta 252
dios de las m oscas de 3 9 0 -3 9 2 Espartaco 239n
E crón (Baal-zebub) 157 Eleazar, fariseo 2 2 2 , 223 Espartanos 218
dioses de m etal fundido Eleazar, hijo de Ananías espías 6 4 -6 6 , 75, 105
146 2 9 2 , 293 Esteban, esclavo de César
Dióspolis 243 Eleazar, rebelde en 278
Doeg, asesino 112 M aqueronte 387 Esteban, prim er m ártir
Dom icia, esposa de Eleazar, sumo sacerdote 74
D om iciano 357 69, 72, 73, 76, 77, 81 Ester 195, 1 9 6 -1 9 9
D om iciano César, hijo de Eleazar, sumo sacerdote Estratón, torre de 246,
Vespasiano 9, 282, 300, (II) 205 24 8 , 2 8 0 (v er CesareaJ
337n , 357, 380, 382, Eleazar, zelote 2 9 6 , 339, Etam 93
383 34 0 , 3 4 4 , 3 4 8 Etán 141
Dom itila 357 Eli, sumo sacerdote 94- Etiopía, etíopes 4 8 , 49,
Dora, fortaleza 220 97, 100 1 4 0 , 1 4 7 , 1 7 6 , 199
Doris, esposa de Herodes Eliaquim (v er Joacim) Éufrates, río 2 2 , 2 5 , 70,
el Grande 251, 253, 258 Elias 61, 1 5 0 -1 5 9 , 164, 84, 123, 1 3 7 , 1 4 6 , 179,
dos tribus de Judá 142, 16 6 , 169 2 3 0 , 271, 3 0 4 , 379
144 confronta a los profetas E uricles, aventurero 252
Dositeo, amigo de de Baal 1 5 1 -1 5 3 Europa 203
Hircano 244 desaparece 158 Eusebio 282n
Dotán 161 nombra a Elíseo Eva 19, 23
Drusila, hija de Herodes profeta 154 E vil-m erodac, hijo de
Agripa 277, 279 predice la sequía 150 N ab u co d o n o so r186,
prueba on el m onte 194
Ebal (ver m onte) Carmelo 152, 153, éxodo, el 4 5 , 4 6 -5 9 , 71,
Ecbatana 187, 190 169 75, 138, 175
echando suertes 77, 103, y la viudad de Sarepta Ezequías 2 3 3 , 265
172, 325 1 5 0 -1 5 2 Ezequías, herm ano de
eclipse 256n Elim 5 6 , 57 Ananías 293
E crón 100, 158 E lim elec 9 4 , 96 Ezequías, rey de Judá
edom itas 170 Eliseo 154, 1 6 0 -1 6 9 1 0 1 , 169, 1 7 4 -1 7 8
Efraín, hijo de José 40, 44 m anantial de 332 Ezequiel 180, 181
Efraín, tribu de 58, 89 milagros de 1 6 1 -1 6 3 Ezión-geber 140
Efrata 35 m uerte de 168
índice 405
Ofel, colina 169 Pekaía, rey de Israel 159, Ptolom eo (V) Epífanes
Ofir 14 0, 141 173 2 0 6 , 207, 2 1 0 , 211
Ofni, hijo de E li 96, 97 Pella 225 Ptolom eo (VI) Filom étor
Og, rey de Galaad y de Pelusio 1 7 9 , 1 82n , 231 2 1 1 , 214, 2 1 7 , 393
Gaulanitis 69 P entápolis Libia 395 Ptolom eo el general 212
Omri, rey de Israel 101, Pentateuco 72 Ptolom eo Látiro, rey de
147, 159, 169 rollo del 191 Chipre 224
Onías (M enelao) 211 P entecostés, fiesta de Ptolom eo, yerno de
Onías III, sumo sacerdote 2 3 5 , 2 6 1 , 372 Sim ón 2 2 0 , 221
2 1 4 , 2 3 1 , 393 Perea 2 5 5 , 2 83n , 330, Ptolom eos 1 9 6 -2 0 6
Onías, el m ediador 228 3 3 2 , 369 Pudente 367
Onías, sumo sacerdote P eres 186 Puerta del Triunfo 382
2 0 6 ,2 1 0 ,2 1 1 Pérgam o 231 Pul (Tiglat-Pileser m) 173
Orfa, nuera de Noem í 94 Persia, persas 1 7 5 , 186, Purah 87
Oseas, rey de Israel 159, 1 8 9 , 1 9 3 , 194, 196, Purim 199
175 1 9 7 , 2 0 1 , 2 0 2 , 213 Puteoli 264
Otón, em perador 300, Peto, gobernador rom ano
3 34, 336, 338 de Siria 387 querubes 63
Otoniel, gobernador 84 Petra 6 8 , 2 3 6 , 271 querubines 138, 139
Petronio, legado de Siria Quiriat-jearim 9 8 , 122
Pablo de Tarso 283n , 2 7 4 , 275 Quirinal, colina 338
355n , 356, 357, 366 “Piadoso, e l” (A ntíoco) Qumrán 265, 2 6 6 , 282n
P acoras, hijo de 222
Antígono 235 piedras, lanzadoras de 348 Rabá de Am ón 125
P alacio de H erodes 246, Pines, Scholom o 283n Rabsaces 176
2 4 7 , 2 9 3 , 348, 374, 377 Pirám ide, gran (El Cairo) Rafia 224
Palacio de Salom ón 149 41 Rahab 75-77
Palatinado, colina 357 Pireo 249 Ramá 96, 99, 102, 107,
Palestina 1 0 0 , 2 0 3 , 240, Pitón 45 11 1 , 115, 147
2 8 1 ,3 3 8 , 378 Plácid o, general 8 4 , 302, Ram esés 45
Pallas, herm ana de F élix 3 0 4 , 305, 3 1 3 , 321, Ramot de Galaad 1 5 6 ,
2 7 9 , 280 3 2 2 , 331, 332 15 7 , 164
Pallas, m ujer de Herodes plaga(s) 4 5 , 52, 5 4 , 72, Ram sés II 4 5 , 5 3 , 55
el Grande 2 5 3 , 258 97, 131, 132 Raquel 31 -3 3 , 35, 40
Palti de Galim 115 Pom peyo el Grande 228- sepulcro de 35, 1 0 2
Panfilia, m ar 56 2 3 2 , 2 3 9 , 2 4 0 , 2 9 1 , 377 Rebeca 29-32
Panias 262, 266 P oncio Pilato 7, 2 6 7 -2 7 0 , Refidim 57, 58
Panión 318 282n , 2 8 4 , 286 Reforma, la 194
Panonia 337 condena a Jesús 2 6 9 Reino de Israel 1 4 5 , 159,
papado 194 destituido 2 7 0 16 4 , 167, 1 6 9 , 1 7 3 , 175
Papos, general 239 disputa en cuanto al Reino de Judá 1 4 5 , 147,
Parán 64 acueducto 2 6 8 , 2 6 9 1 7 0 , 1 7 2 -1 7 5
Parm enio, general del Popea, m ujer de Nerón 9, Rezín, rey de Siria y
ejército persa 202 280 Dam asco 173, 174
Partía, partos 218, 2 22, 231, P orcio Festo, p rocurador Rimón, peña 83
235, 241, 236, 271, 273 de Judea 7, 2 7 9 , 280, Rin, río 304, 336
Pasargada 195 286 Roboam, rey de Judá 101,
Pascua (ver fiesta) Potifar 38 1 4 2 -1 4 4 , 146, 1 4 9 , 169,
patriarcas, los 24-37 profetas y portentos 372, 175
Paulina, esposa de 3 7 3 , 378n insensatez de 142
Saturnino 269, 270 Psefinón, torre 3 4 0 , 345 Rodas 244
Paulino, su cesor de Lupo Ptolom eo (I) Sóter 2 0 3 , rollos del m ar M uerto
394 204 2 6 5 , 2 6 6 , 2 82n
Peka, rey de Israel 159, Ptolom eo (II) Filadelfo Roma 8 , 18, 1 9 4 , 2 1 1 ,
1 73, 175 2 0 4 -2 0 6 2 1 5 , 222, 2 2 7 , 228,
índice
Silo 80, 83, 96, 9 7 ,1 4 4 , 237 Solim a (Jerusalén) 377 Herodes el Grande
Siloé 169, 3 4 5 , 374, 375 Sosio, gobernador de 2 4 7 , 2 5 0 , 349
Silva (ver Flavio) Siria 238, 2 3 9 , 377 saqueado por
Simei, pariente de Saúl Sucot 34 B abilonia 1 8 0 , 181
128, 130, 1 3 4 , 136 Suetonio, 323n , 356, 378n tem plo de Herodes
Sim eón, hijo de Jacobo Sunem 116 (diagrama) 349
35, 42 Susa 193, 196, 197 Templo de Onías (Egipto)
Simón (Mates) 212, 213, destruido 393
216, 2 1 9 , 2 2 0 tabernáculo 63, 64, 67, Tentación (ver monte)
Simón, hijo de Giora 299, 72, 80, 81, 96 Teodecta, poeta 205
329, 3 3 4 -336, 339, 344, Tabor (ver m onte) Teopompo 2 0 5
348-355, 358, 363, 370, Tácito 378n Terencio Rufo, com an
374, 375, 3 7 9 -3 8 3 , 395n Tadmor (Palm ira) 140 dante 380
capturado 3 79 , 380 talento(s) 210n , 222, 230, Termutis 47, 48
ejecutado 383 231, 2 3 4 , 2 3 5 , 2 5 1 , 261 Teudas, im postor 278
se m archa a Jerusalén Tamar 13 Tiberias (Tiberíades) 267,
334, 335 Tamar, hija de David 126, 273, 2 7 4 , 2 7 6 , 2 9 7 -2 9 9 ,
Simón, esclavo de 127, 135 305, 316, 3 1 9
Herodes 261 Tanais, río (el Don) 22 Tiberio Alejandro,
Sim ón, esenio 264 Tarbis, hija del rey de los procurador de Judea 286
Simón, hijo de Judas el etíopes 4 9 gobernador de
Galileo 2 2 6 , 278 Taré, retataranieto de Alejandría 3 3 7 , 3 4 0
Simón, idum eo 327 Heber 22, 24 Tiberio César 2 6 7 , 268,
Simón, sacerdote Tariquea (en Galilea) 231, 2 7 0 -2 7 3 , 2 8 2 n, 300
alejandrino 249 2 9 7 -2 9 9 , 3 1 6 -3 1 9 Tiglat-Pileser III (Put),
Sim ón, sum o sacerdote Tarsis 182n rey de A siría 173, 174
210, 254 Tarso 172 Tigranés 2 2 7 , 258
Sinaí (ver m onte) Tartesos 182n Timnat 91-93
Sinaí, península de 54, Tebas 45, 89 Tirano P risco, prefecto
56, 57, 74 Tecoa 157 295
Sinar 2 2 , 37 Tekel 186 Tiro 1 2 2 , 1 3 2 , 1 3 8 , 141,
Siquem 34, 35, 80, 8 8 , tem plo (Jerusalén) 28, 150, 2 0 1 , 2 0 2 , 230,
142, 2 0 0 , 202 123, 132, 166, 167, 234, 235, 283n
siquemitas 35, 88 1 9 9 -2 0 1 , 206, 2 4 6 -2 5 0 , Tiro, soldado 253
Siria, sirio(s) 2 2 , 37, 123, 2 5 5 , 2 8 2 , 2 8 8 , 292, Tirsa 1 4 7 , 1 4 8
1 40, 145, 1 5 4 -1 5 6 , 161, 325, 3 3 9 , 3 4 9 , 3 5 8 -3 6 5 , Tisbe (Elias) 150
1 62, 166, 168, 171, 173, 3 6 8 -3 7 3 , 383 Tito César 9, 300, 301, 303,
1 90, 193, 2 0 1 , 203, 204, destrucción del 181, 316-318, 321-323, 334,
2 07, 2 0 9 , 2 1 1 -2 1 5 , 218, 3 3 9 -3 4 8 , 3 7 0 -3 7 2 337, 338, 356, 357, 366,
222, 224, 2 2 5 , 228, 230, edificación del 132- 367, 370, 371, 373-377,
231, 233, 2 4 0 , 242, 243, 134, 1 3 8 -1 4 0 379-383, 387, 394
251, 260, 2 6 2 , 265, 270, incendio del 370 asedia Jerusalén 339-356
2 7 1 , 274, 2 7 5 , 281, 288, profanado por A ntíoco m uerte de 357
2 9 7 , 301, 315, 321, 337, Epífanes 2 1 1 , 283n Tolemaida (A có) 2 1 7 ,
3 61, 362, 3 7 3 , 379, 380, profanado por Bagoses 219, 2 2 7 , 2 3 7 , 2 7 4 ,
387 199 3 02-305
Sisac, rey de Egipto 142, profanado por los torre de Babel (ver Babel,
144, 169, 377 sam aritanos 267 torre de)
Sisara, general 84, 85 profanado por Traconite 2 4 5 , 2 4 9 , 2 5 4 ,
So, rey de Egipto 175 Pom peyo 2 2 9 , 2 3 0 255, 258, 262, 264
Soba 106 purificado por Judas Trajano, com andante 311,
Sodom a 2 5 -2 7 , 333 M acabeo 213 312, 31472, 3 1 7 , 332
Soem, itureo 244, 245 reconstruido bajo los Transjordania 2 1 0 , 2 2 5
Soemo, rey de Em esa persas 1 8 7 -1 9 3 , 195 Trifón, barbero de
294, 303 reconstruido por Herodes 2 5 3
Trifón, bufón del rey 209 Varo, gobernador de Siria Yahveh 59n
Trifón, de Siria 2 1 8 -2 2 0 254, 261, 262
triunfo rom ano 382 , 383 Vasti, reina de Persia 1 9 6 Zabulón, tribu de 174
Tucídides 10, 12, 100, Ventidio, gobernador de Z acarías, hijo de Baris
149 Siria 2 3 6 , 2 3 8 3 2 8 , 329
tumba de Juan Hircano Vespasiano (Flavio) César Z acarías, hijo de Joiada
3 4 8 , 367 9, 3 0 0 -3 1 4 , 3 1 5 -3 2 3 , 167
3 2 6 , 3 2 9 -3 3 7 , 3 3 8 , 3 7 3 , Z acarías, profeta 190
Um m idio Cuadrato, 3 7 7 , 3 8 0 , 3 8 2 , 3 8 3 , 387, Z acarías, rey de Israel
gobernador de Siria 3 9 4 ,3 9 5 10 1 , 1 5 9 , 1 7 2 , 173
278 proclam ado em perador Z elotes 2 6 6 , 3 2 4 -3 3 7 ,
Ur de los caldeos 24, 25, 3 3 6 , 337 3 4 8 , 3 5 5 , 395n
37 Vesubio (ver m onte) d ivisión en tre 3 3 0 ,
Urías heteo 124, 12 5 , 135 Víctor, ariete 351 331
Uza 122 Viena 2 6 4 Zenodoro 249
Uzías, rey de Judá 101, Vindex, rebeló contra Zera, rey de E tiopía 147
1 69, 1 7 1 , 172 Nerón 332 Zeus Heleno, nombre del
Vitelio, gobernador de tem plo 211
Valeriano, decurión 316 Siria 2 7 0 -2 7 4 zifeos 1 1 4 ,1 1 5
Valerio Grato 267, 286 Vitelio César, em perador Zim ri, rey de Israel 148,
valle de Ela 108 3 0 0 , 3 3 6 -3 3 8 159
valle de E scol 65 Zin, desierto de 7 3 n
valle de los Gigantes 122 X anticus (mayo) 395n Zoar 27
valle de los Queseros Xisto 291, 374 Zorobabel, gobernador de
(Tiropeón) 345 Judá 101, 1 8 8 -1 9 0
Recu a d ro s
M a pa s , c u a d r o s
E ILUSTRACIONES
M apa de la ru ta del éxodo ....................71 U na balista rom ana
M apa de las doce tribus ........................ 95 m o n ta d a ................................................. 306
Los reyes del reino unido B a l i s t a ......................... 307
y de J u d á ............................. 101 A riete rom ano ..........................................309
M apa de los reinos de M apa de Sam aría y Judea .................... 331
Israel y de J u d á .................................. 1 45 Catapulta rom ana que
Los reyes de I s r a e l .................................. 1 5 9 lanza flechas, e tc ..................................341
Los m a c a b e o s ............................................2 2 6 El tem plo de Herodes ................... 349
Águila rom ana imperial ......................2 4 0 Asedio de Jerusalén
Los Herodes de Judea ............... 2 5 8 -2 5 9 (reconstrucción) ................................ 351
Los gobernadores de J u d e a .................2 8 6 M apa del asedio rom ano
Em peradores rom anos del de Jerusalén, 70 d.C ..........................353
prim er siglo d.C....................................3 0 0 M apa de las excavacion es
Mapa de los Imperios Helenísticos . 203 en M asada ............................................ 391
M apa de Galilea y sus alrededores
en el siglo i d.C..................................... 3 03