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ART.

32 CONSTITUCIÓN DE LA NACIÓN ARGENTINA 375

Art. 32. — El Congreso federal no dictará leyes que restrinjan la


libertad de imprenta o establezcan sobre ella la jurisdicción federal.
Concordancias: Arts. 1 0 ; 5 0 ; 14; 75, inc. 12, C.N.

1. LA DEFENSA DE LA LIBERTAD DE IMPRENTA. ORIGEN E


INTERPRETACIÓN GENERAL DE LA NORMA

La norma proviene de la reforma constitucional de 1860 que a instancias


de la Provincia de Buenos Aires, procuró acentuar los rasgos federales del
Estado argentino para preservar sus propios intereses. La provincia no había
enviado representantes a la Convención que sancionó la Constitución histó-
rica en 1853, pues se hallaba separada de la Confederación y, cuando final-
mente se unió a ella, se reservó el derecho de examinar la Constitución y
proponer reformas (1064).

(1062) En realidad, en el Pacto de San José de Flores, la Provincia de Buenos Aires se


declaró parte integrante de la Confederación. A su turno, la reforma constitucional de 1860
cambió la designación de confederación argentina por Nación argentina. Sin embargo, en un
erudito trabajo, el prof. PÉREZ GUILHOU sostiene que el art. 31 no se refiere al Pacto de San
José de Flores, sino al tratado con España de 1859. Por ello sostiene que la cláusula final del
art. 31 resulta irrelevante. Conf. PÉREZ GUILHOU, DARDO, Irrelevancia de la cláusula "salvo
para la provincia de Buenos Aires, los tratados ratificados después del Pacto del 11 de noviembre
de 1859", El Derecho, 152-910.
(1063) Conf. "Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires c. Provincia de Buenos Aires", Fallos
239:251.
(1064) Las reformas propuestas por la Provincia de Buenos Aires, fueron aceptadas. Ver
análisis del art. 34 de la C.N.
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El informe de la Comisión Examinadora de la Constitución Federal sobre


las reformas aconsejadas, que fue presentado ante la Convención de la Provin-
cia de Buenos Aires, se ocupó de explicar el sentido y alcance de la norma que
se proyectaba. Consideró la palabrq escrita o hablada derivada de la libertad
de pensar; admitió la posibilidad de reglamentar y aun suprimir el abuso de
ese derecho; pero sostuvo que la competencia para juzgar esos abusos consti-
tuía una competencia privativa de la sociedad en la que ello ocurría, en concor-
dancia con lo dispuesto por el entonces art. 64, inc. 11 (hoy 75, inc. 12) de la
Constitución Nacional.
De ese Informe se desprende el énfasis puesto en determinar la autori-
dad que se encargaría de controlar los abusos cometidos por la prensa, ne-
gando tal competencia a las autoridades nacionales. Sin embargo, en el men-
cionado Informe, se admitió la reglamentación del derecho a la libertad de
palabra escrita o hablada. Cierto es que ni aquel documento, ni los debates en
la Convención de la Provincia de Buenos Aires, ni la eventual voluntad del
legislador alcanzan como métodos interpretativos, por sí solos, para dar sen-
tido y dirección a las cláusulas constitucionales cada vez que ellas deben
aplicarse (1065) y se hace necesario, por lo pronto, interpretar las normas
armonizándolas con otras disposiciones del mismo ordenamiento. Tal como
surge de la doctrina elaborada en el caso "Ramos c. Batalla", el art. 32 está
directamente ligado al sentido del art. 14 y, ambos, con el art. 75, inc. 12, de la
Constitución Nacional (1066).
En efecto, el art. 14 reconoce el derecho —conforme a las leyes que regla-
mentan su ejercicio— de publicar las ideas por la prensa sin censura previa;
por su parte, el hoy art. 75, inc. 12, dispone que corresponde al Congreso
dictar los Códigos Civil, Penal, de Minería, y del Trabajo y Seguridad Social,
en cuerpos unificados o separados, sin que tales códigos alteren las jurisdic-
ciones locales, correspondiendo su aplicación a los tribunales federales o
provinciales, según que las cosas o las personas cayeran bajo sus respectivas
jurisdicciones... En consecuencia, por la cláusula de los Códigos, los dere-
chos enunciados en el art. 14, reglamentados por el Congreso, son aplicados
por los tribunales federales o locales según lo que determina el art. 75, inc. 12.
Pero, esa reglamentación no puede alterar los derechos enunciados, según la
regla general del art. 28 de la Constitución Nacional, ni restringir la libertad de
imprenta, según la regla específica del art. 32 de la Ley Suprema.
Teniendo en cuenta que el derecho de expresar las ideas por la prensa sin
censura previa ya estaba consagrado desde 1853, no existen dudas acerca de
que para los convencionales de 1860 la libertad de imprenta merecía una
protección y reforzamiento mayor que la derivada del art. 14 de la Constitu-
ción Nacional. Pero, por otro lado, los convencionales entendieron que ello
no impedía una reglamentación razonable de aquella libertad.

(1065) El debate acerca de la validez de los métodos de interpretación exceden el proble-


ma del art. 32 y se inscriben en una larga diputa ideológica. Diría, por comenzar, que la elec-
ción de un método u otro es ya una toma de posición valorativa.
(1066) Conf. "Ramos, Raúl A. c. Batalla, Eduardo J.", Fallos 278:62 (1970).
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Aunque la Constitución de los Estados Unidos no contiene una cláusula


similar al art. 32 de la Constitución Nacional, se ha sostenido que esta norma
se ha inspirado en la enmienda I de aquella Constitución (1067) aunque, en
mi opinión, esa enmienda, como las nueve restantes, enuncian los derechos
reconocidos al pueblo norteamericano, en forma de limitaciones a los pode-
res estatales equivalentes a la declaración de derechos que contienen mu-
chas constituciones, entre ellas la argentina. En efecto, en la frase pertinente,
esa norma dice: "el Congreso no menoscabará la libertad de palabra o de
prensa" (1068). Prueba de ello es que de acuerdo con el inspirador de la
primera enmienda, Blackston, la libertad expresiva consiste en no imponer
restricciones previas a la publicación (1069). Además, pese al intenso debate
acerca del alcance de la libertad expresiva y la limitación de la responsabili-
dad posterior en el ejercicio de ella, la Corte Suprema norteamericana —con
mayor o menor amplitud— no desconoció en términos absolutos la atribu-
ción estadual o nacional de reglamentar el ejercicio de la libertad de prensa.
El art. 32 de la Constitución Nacional contiene dos disposiciones prohibi-
tivas. Por la primera veda al Congreso dictar leyes que restrinjan la libertad
de imprenta; por la segunda impide establecer sobre ella la jurisdicción fede-
ral. Ambas prohibiciones han dado lugar a mucho debate en el país, tanto en
la doctrina como en la jurisprudencia.

2. LA COMPETENCIA REGLAMENTARIA Y JURISDICCIONAL SOBRE LA PRENSA


Ante la primera frase del art. 32, se ha sostenido que ella prohíbe al Con-
greso Federal legislar de algún modo sobre la libertad de imprenta, dado que
cualquier ley implica una restricción. Un matiz en esta postura interpretativa
distingue las reglamentaciones referidas con exclusividad al ejercicio de la
libertad de prensa o al desarrollo de la actividad de las empresas periodísti-
cas —que estarían vedadas— de las que se aplican a los demás derechos,
siempre susceptibles de una reglamentación razonable (1070). Ello significa
que las leyes civiles, comerciales, tributarias, laborales o penales que regulen
situaciones comunes al ejercicio de los diferentes derechos constitucionales
—incluido el ejercicio de la libertad de prensa— son en principio constitucio-
nales. En cambio, las normas específicas dictadas para regular aspectos refe-
ridos con exclusividad a la prensa tienen una fuerte sospecha de inconstitu-
cionalidad, aunque no en todos los casos lo sean.

(1067) En ese sentido, BADENI, GREGORIO, Instituciones de Derecho Constitucional- Ad-


Hoc, Buenos Aires, 1997, pág. 334. También la Corte Suprema para quien la primera parte
del art. 32 tiene su fuente en la Enmienda I de la Constitución de los Estados Unidos. Conf.
"Procurador Fiscal c. Diario "La Provincia", Fallos 167:121 (1932).
(1068) Algunas versiones en español de la enmienda traducen: El Congreso no pondrá
cortapisas a la libertad de expresión o de prensa.
(1069) Conf. CORWIN, EDWARRD S., "La Constitución de los Estados Unidos y su significado
actual': Editorial Fraterna, Buenos Aires, 1987, pág. 392.
(1070) Conf. BADENI, GREGORIO, "Instituciones de Derecho Constitucional, Ad-Hoc, Bue-
nos Aires, 1997, pág. 335.
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En cuanto al alcance interpretativo de la segunda prohibición estableci-


da en el art. 32 de la Constitución Nacional, resulta más clara su interpreta-
ción en tanto contiene una aplicación específica de la distribución de compe-
tencias entre el Estado Federal y las provincias en materia jurisdiccional, en
concordancia con lo dispuesto en el hoy art. 75, inc. 12, de la Constitución
Nacional.
Sin embargo, la distinción entre las dos partes de la norma constitucional
no surgió clara de los primeros precedentes de la Corte Suprema. Así, en uno
de los primeros fallos dictados por el Tribunal, en el mismo año de su insta-
lación —el caso "Fiscal General c. Manuel Argerich"— la Corte Suprema confir-
mó, por sus fundamentos, la sentencia del juez de sección que resolvió la
incompetencia de la justicia nacional para entender en una acusación por
injurias, que se habrían cometido a través de un escrito publicado en la pren-
sa (1071). Pero, además, el juez de grado sostuvo, citando a Vélez Sarsfield, la
carencia de facultades de los poderes nacionales para legislar, reprimir y ejer-
cer jurisdicción en materia de imprenta dado que ello corresponde a la com-
petencia provincial (1072). Como se advierte, en esta primera interpretación,
la Corte Suprema vedó absolutamente no sólo la jurisdicción nacional para
entender en los eventuales delitos cometidos por medio de la prensa —sin
distinguir si a las personas involucradas les correspondía o no el fuero fede-
ral— sino también la reglamentación de la libertad de imprenta a través de
leyes dictadas por el Congreso Federal.
Más adelante, el Tribunal, se sintió autorizado a mudar la jurisprudencia
anterior —que consideró errónea— y sostuvo la competencia federal para juz-
gar acerca del delito de incitación a la rebelión contra las autoridades naciona-
les (1073). La Corte Suprema hizo mérito del alcance del art. 14, ligado al 32, en
tanto ambos impiden que las autoridades nacionales o provinciales apliquen
la censura o limiten la libertad de prensa después de la publicación, señalando
que ello no significa impunidad frente a los delitos que pueden cometerse por
medio de la prensa. Así, La Corte Suprema, enumerando los tipos penales que
pueden concretarse mediante las publicaciones y cambiando una jurispruden-
cia de más de sesenta años, entendió que el propósito del art. 32 no era el dejar
inermes a las autoridades nacionales frente a la eventual inercia de las provin-
cias cuando se cometían delitos contra aquéllas.
Esta doctrina se afianzó en el caso "Ramos c. Batalla" en que la regla elabo-
rada por el Tribunal interpretó el alcance del art. 32, en relación con lo dispues-
to por el art. 67, inc. 11 (hoy 75, inc. 12) de la Constitución y que entendió como
el natural desenvolvimiento de la tesis establecida en "Procurador Fiscal c.
Diario La Provincia". La Corte Suprema sostuvo "que si el delito es común por su
naturaleza, su represión está atribuida al Congreso de la Nación, en virtud de lo

(1071) Conf. "Fiscal General de la Nación c. Manuel Argerich", Fallos 1:130 (1864).
(1072) Conf. consid. 4° de la sentencia del juez de Sección que hizo suya la Corte Suprema
en "Fiscal General de la Nación c. Manuel ArgericK, Fallos 1:130 (1864). Las bastardillas me
pertenecen.
(1073) Conf. "Procurador Fiscal c. Diario "La Provincia", Fallos 167:121 (1932).
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establecido por el art. [75, inc. 12], con total prescindencia del medio empleado
para cometerlo, sin perjuicio de que su juzgamiento sea ejecutado por los tri-
bunales locales o nacionales, según corresponda" (1074).
Ahora bien, aunqut la doctrina acerca de que corresponde legislar al Con-
greso sobre los delitos comunes que puedan cometerse por la prensa parece
consolidada, cabe preguntarse si el Poder Legislativo Federal puede regla-
mentar otros aspectos de la libertad expresiva, manifestada por otros medios
de comunicación, dados los términos del art. 32, de la Constitución Nacional.
En mi opinión, los poderes implícitos del Congreso Federal establecidos en
el art. 75, inc. 32, dan cabida a esa reglamentación cuando los intereses de
toda la Nación están en juego (1075).

(1074) Conf. "Ramos, Raúl A. c. Batalla, Eduardo J .", Fallos 278:62 (1970).
(1075) La apelación a los poderes implícitos del Congreso en esta cuestión —aunque
restringida a los delitos cometidos por medio de la prensa— está enunciada en el precedente
"Procurador Fiscal c. Diario "La Provincia", Fallos 167:121(1932).
(1076) Entraron en vigencia al lograr la ratificación necesaria por parte del número de
Estados requeridos, en 1791.

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