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cQué es la locura? Darian Leader iL mit ESTABILIZACION Y CREACION maujer, cuya psicosis se desencadené cuando convoes al iritu de su padre muerto en una sesién de espiritismo, em- 6 a ser perseguida por la figura omnipresente del demonio, se encontraba siempre a su lado, hambriento de su mente, pensamientos y su cuerpo. Con el tiempo, esta situacion, istenible se calmé gracias a una nueva configuracién. Su d de desesperacién fue sustituida progresivamente por de aceptacién, casi satisfaccion. Pas6 a hablar del demo- como si se tratara de un nito travieso, rifténdolo y rega~ andolo, y él hasta le pedia perdén. Si bien el demonio lego .eTo al agujero abierto por la forclusién que ella deseri- perfectamente como ~, ahora habia transformado en un nifio, y ella, sin duda, ocupaba el de la madre, Esta transformacién le permitié cierta esta~ .ci6n, y se trataba de una invencién totalmente suya, nada Je hubieran sugerido los psiquiatras que visitaba. Habia nntrado un modo de hacer tolerable el desencadenamiento scial de su psicosis. Los sujetos psicdticos, a menudo, encuentran formas no para estabilizarse después del desencadenamiento y hacer suftimiento mas llevadero, también, para evitar el desenca- iento total de la psicosis. En amhos casos, debemos ha~ sla misma pregunta: ;qué ha impedido que la persona se loca? Hemos visto que el modo més obvio de defenderse Jos fenémenos primarios de la psicosis es mediante la erca~ de un delirio: éste puede tener el efecto, si se lleva a cabo éxito, de restablecer el sentido, volver a reunir el signifi- te y el significado y limitar y contextualizar la libido. Pero una serie de respuestas distintas, a veces, desarrolladas como parte de un delirio y, otras, de manera independiente. Eneste capitulo exploraremos estas formas de restituci6n, low modos en que los sujetos psiedticos pueden encontrar el equi- librio y la estabilidad. Empecemos con un ejemplo clinico. Un hombre de trein_ tay muchos afios necesitaba ayuda para combatir la ansic ylos pensamientos intrusivos. Recientemente, habia deja otra terapia, que no le habia dado resultado. Quiz4, debido = Jos muchos tridngulos de su vida, el terapeuta anterior pensabs: que el paciente reprimia su interés homosexual en los ex no- vios de su pareja. Esta interpretacion sélo agravé sus sintomas. que inclufan alteraciones del habla —Ia idea de que sus pensa~ mientos no le pertenecian— y visiones en las que se le obliga ahacer una felacién a otro hombre. Los tridngulos que habia pereibido el terapeuta anterior, de hecho, existian. El paciente habia intentado hacerse ami- 80 de los ex novios de varias de sus novias, imitandoles y co- piando lo mas posible su apariencia, Esto le permitié tener elaciones con mujeres, y los origenes del desencadenamien- to se habian dado precisamente en esos momentos. Prime- To, cuando su mejor amigo de ese momento lo , rompiendo todos los lazos con él dejéndole s6lo con su novia, Y, segundo, cuando le presentaron a la familia de una de sus novias. En ambos casos, tuvo alucinaciones auditivas, como si, empujado al lugar simbolico de un hombre y sin un apoyo simb6lico, las voces le pusieran el nombre que lo simbélico no le habia puesto. Fue capaz de estabilizarse mediante una identificacién, aunque no una que dependia de las situaciones triangulares que le habian apresado hasta ese momento. Aunque nunca co- noci6 a sus abuelos maternos, le habian dicho que su abuelo habia participado en una importante expedicién de montailis~ mo. En launiversidad, se habia unido al club de montaftismo y sigui6 practicéndolo durante afios, Incluso cuando estaba con un equipo de otros montafieros, sentia que estaba «solo, In- chando contra los elementos». Este pasatiempo le otorgé, de 248 snera independiente. nas de restitucién, los en encontrar el equi Tn hombre de trein- combatir la ansiedad mente, habia dejado sado. Quiz, debido euta anterior pensaba esexual en los ex no: 2 agravé sus sintomas, ica de que sus pensa~ Jas que se le obligaba el terapeuta anterior. sentado hacerse ami- 2s, imitandoles y eo- sto le permitié tener =] desencadenamien = momentos. Prime =nio lo , jole sélo con su novia. familia de una de sus ones anditivas, como ombre y sin un apoyo bre que lo simbélico una identificacion. ssciones triangulares so, Aunque nunca ¢o- = dicho que su abuelo edicién de montaii Slab de montafiismo y sso cuando estaba con gue estaba «solo, lu- atiempo le otorgé, de hecho, la tinica forma de que no llevaba implici~ 10s los peligros de encontrarse con el sexo opuesto, algo que su padre le habia prescrito como una especie de orden y con Jo que corria el riesgo de que se abriera el agujero de la for- clusién, Le animé a elaborar el ideal romAntico del montafero ycomenzé a desarrollar actividades relacionadas: leia libros, ‘veia peliculas sobre el tema, etc. Estar en la posicién de un hombre para una mujer le re~ sultaba imposible, y era en esos momentos cuando comenza- ban las alucinaciones. La identificacién con la imagen ideal del montafiero solitario, al contrario, le mantenia entero y le hacia menos dependiente de sus homélogos que cuando copiaba a Jos ex novios de sus novias. El modo de restitucién aqui, es~ indiado al principio por Ludwig Binswanger, implica la cons truccién de un ideal: una imagen particular da ala persona un punto cardinal, una orientacién sobre la que construir su vida. Esta construccién de un ideal puede inspirarse en descripeio~ nes de una tradicién familiar con asociaciones positivas, pero, a menudo, se toma del mundo de la madre. Puede implicar una actividad que le interesaba, una persona que ella idealiz6 una carrera que tuvo que abandonar, y puede ayudar a darle ala persona un punto ideal alrededor del cual organizarse. A veces, después del nacimiento de un hebé, los hombres psi- céticos en madres como una forma de evitar ponerse en el lugar del padre, lo que les pondria en peligro de que se desencadenase la psicosis. Quiza no sea una casualidad que en 1903, después de que le dieran el alta, Schreber y su mujer adoptaran una nitia de diez afios que, posteriormente, ‘comenté al psicoanalista William Niederland que Sehreber fue «més una madre para mi que mi propia madre>. La fascinacién de Louis Wolfson con las lenguas es otro ejemplo de este proceso. Se convirtié en lo que él lamé , y aprendié fran és, alemn y ruso para escapar de la lengua inglesa que tanto miedo le daba. Comentaremos el trabajo de Wolfson con las Jenguas un poco mas adelante en este capitulo, pero lo que nos 249 interesa ahora es su posicién como . Le permitié situarse en relacién con el mundo que lo rodeaba: sentado en su habitaci6n en casa, de camino la biblioteca y en sus paseos nocturnos, en los que a las putas, los chulos, los drogadictos y los polis de Broadway, formando su identidad en torno a esta idea de aprender. Al conocer a otras personas se presentaba como un estudiante, y esto mediaba el campo po- tencialmente peligroso del contacto humano. Un dia, mirando aun hombre sentado enfrente de él en el metro, se imagind un encuentro violento, justo antes de decidir que leer un li- bro en otro idioma distinto del inglés seria una opcién mejor que la de quedarse miréndolo. Siempre estudiando, Wolfson era capaz de transformar Ia situacién pasiva y amenazante de ser la presa de quienes lo rodeaban, en una posici6n activa y estabilizadora, Esta construccién de un ideal puede ayudar a dar ala per- sona un lugar como sujeto, en lugar de seguir siendo un mero objeto: perseguido, insultado, espiado, calumniado. Es inte- Tesante contraponer esto con otra forma comin de estabiliza~ cién, la adhesion ala imagen de otra persona. Sin un ideal que Ja respalde, la persona se limita a imitar a otra persona, como el paciente descrito anteriormente habia hecho con los ex no vios de sus novias. Aunque esto le permita vivir, le deja en el lugar de un objeto y no de un sujeto, puesto que es, literalmen- te, dependiente de otras personas. La imagen del otro debe es- tar presente para poder imitarla. Con mi paciente, esta forma de identificacién superficial era menos sélida que la identifi- cacién idealizada con el abuelo. Helene Deutsch describis este tipo de identificacion en sus estudios de caracteres , que sélo establecen re- laciones sociales mediante una especie de imitacién externa. Se acoplan a la imagen de otra persona, utilizandola euidado- samente para organizar su comportamiento y, generalmente, evitando esas situaciones que constituyen una llamada ala di- mensién simbé6lica. Pueden mostrar amistad, amor y simpatia, pero hay algo que no funciona, puesto que sus expresiones de 250 sentimiento son Suna mujer qu adolescencia..¢ n tener ningine® modo, sabia ques No existe nad 2 Deutsch. La coz lectuales no estan) rdenadas y aprog aban cerea dee intarse: <2Q) odo parece demas que, los caractes én, su abanico da que el de sus hom . tareas 0 roles ntes. Puesto gs > se localizanes hagan lo que las bien en la socieda na mujer: “Ave ches sombras, um mientos de muck de esas cosas...¥ hecho, asi fue com Mientras que nar bien en muck restringido, com gue admitan pos pero, de algiim me sible. Hay una ext simplemente ua incluso si esto im tos adecuados. Ss sino se implicaz je> Le permis aba: sentado yen sus pascos ¢ los chulos. isu identidad yas personas fro, se imaging giendo un mere miado. Es inte- mde estabiliza- Sin un ideal que _ ee pon los ex no mr. le deja encl cs, literalmen ploiro debe que la ident entificaciGn cx jestablecen re- gacién externa pdola cuidado- generalmen: Jamada ala di- mory simpatia, expresiones de imiento son , como . Como ex- .c6 una mujer que habia comenzado a ser prostituta durante adolescencia, copiando a las otras chicas podia sobrevivir tener ningiin contacto real con el mundo exterior. De algiin do, sabia que no seria capaz de tener ese tipo de contacto. No existe nada que sugiera ningin trastorno, comen- Deutsch. La conducta no es inusual, las eapacidades inte- ales no estén afectadas, las expresiones emocionales son ienadas y apropiadas. Pero algo no suena sincero. Quienes ‘an cerca de earacteres , siempre acaban por sreguntarse: <;Qué es lo que pasa?» precisamente, porque io parece demasiado perfecto. Kurt Eissler sefial6 que pues- ‘se que, los caracteres pueden funcio- ‘nar bien en muchas situaciones, otros prefieren un entorno sestringido, compuesto de situaciones simples y monétonas, que admitan pocos cambios. Pueden tener muchos amigos, ero, de algiin modo, una auténtica proximidad munca es po- sible. Hay una extraia ausencia de pasién, como si la vida fuera simplemente una especie de procedimiento que debe seguirse, incluso si esto implica sonreir, reirse y lorar en los momen- tos adecuados, Su discurso también es poco profundo, como sino se implicaran realmente en lo que estén diciendo. Las 251 identifieaciones dot: prestada y, a menudo, duc sila persona a la que copian se muda o sc distancis, punto de referencia clave desaparece y cl sujeto puede darse sin su armazén, En otro caso, un, bajo escrito en la encontré, tiempo después, solo, sin que, posteriormente, recordase lo que habia e diciendo. Su ulterior hospitalizacién no fue agradable, y quej6 del tratamiento desconsiderado que habia recibidy sus padres, incapaz de hacer cosa, aunque cada vez més interesado o lacionaba con otros nitios y, después, Asi que, ;qué habia sido lo que le hi nar tan bien hasta esa tarde? Mientras adoleseencia, banaly sin incidentes, quedé claro que lo quele mantuvo entero fue 1a identificacién constante con sus corm Paficros. Se habia limitado a hacer lo dose en uno 0 dos companteros de clase y copiando su ropa, sus estos, su forma de trabajary sus aspiraciones, La imitacién le habia permitid: salir con umas cuantas chicas y practicar deportes en el cole. io sin ninguno de los problemas que umo podria esperar de See ments significativos en los que «se es un hombre», Solo era un nifio—y, después, un adolescente- como cualquier lo seguir con sus estudios, 252 CeEER ERT RUT EC EE t ¥ especie de fu ma destacar en de en el hech: B se distancia. = mijeto puede edo su primer que habia estad agradable. y se phia recibid ps de crecimé de los problemas giante que s 96 Ia universida prmitido ghia su infanes Jaro que lo que'ie mie con sus yque ellos. fsja pndo su ropa sus ss. pon sus * jories en el dria esperar de jes un hombre»: como cualquier stro, y fue mediante este proceso de reflejo imaginario como fue capaz de navegar en los peligrosos momentos de transicién que salpican las vidas de los jovenes. Durante sus vacaciones, ‘cuando los otros chicos no estaban tan cerca, imaginaba lo que estarian haciendo y trataba de hacer lo mismo. Esta serie de imagenes |e sirvieron de apoyo hasta el mo ‘mento en el que el encuentro con el tutor le hizo enfrentar~ con un tercero. Sin recursos para reaccionar, la psicosis se desencaden6. Ya debia de haberse vuelto més fragil al dejar 2 casa y la escuela para ir ala universidad, donde no conocia nadie y no contaba con apoyos identificativos inmediatos. En otro caso, un hombre describié cémo habia imitado a un ‘buen amigo en todo, copiando cada uno de sus gestos hasta ‘que el otro cerré un dia la puerta de su habitacion para estu- iar un examen. En ese momento, él empezé a estar seguro de que era a él a quien le habian quitado algo, que lo observaban ‘yseguian, y que la gente queria matarlo. Privado de la imagen ceferente, su lugar como objeto se acentué, y ya no podia de- fenderse de los ataques dirigidos contra él. El vacio del compromiso emocional en estos easos debe istinguirse de las dudas neuréticas habituales sobre la propia sdentidad. Las personas neuréticas, a menudo, sienten que son falsas, que juegan al juego social aunque, en su fuero intern 4o desprecien, y tienen una sensacién de ilegitimidad, como sino tuvieran un lugar en el mundo. Esta sensacién de doble ‘sada les crea un conflicto, pero en los casos nunca se da una lucha entre el y el , Como sabia que se esperaban determinadas expresiones emocionales de él y que tenia que cumplir, se limitaba a encenderlas y apagarlas. Este proceso, en el que el sujeto psicotico ‘emociones, a menudo se ha descrito como si pudicra encen~ dery apagar sus sentimientos dependiendo de las necesidades de la situaci6n. Eissler describié un caso en el que «el senti- miento de falta de vida del paciente establecié una tabula rasa, por asi decirlo, sobre la que el ego podia colocar la emocién. socialmente requerida artificialinente, como un pintor pone: el pigmento adecuado en el lienzo». La creacién de estas emo- ciones superficiales armoniza con los imperativos sociales de nuestra cultura hoy en dia, que ven la emocién no tanto come un signo auténtico de nuestra vida interior, sino como un con junto de conductas que hay que aprender. Si se nos entrena adecuadamente, aprenderemos competencias emocionales para ser capaces de mostrar la emocion . Lo que Jos analistas y psiquiatras de los afios cincuenta consideraban un signo de psicosis, se ha convertido en una norma de sub- jetividad saludable. La siguiente forma de estabilizacién que encontramos en la psicosis est4 asociada a la ereacion de ideales e implica el es~ tablecimiento de férmulas para vivir, Gencviéve Morel ha 254 srollado esta idea, mediante la cual la persona construye modelo basado en cémo se relacionan dos partes. Pueden ar uno de los dos Iugares, pero, si la formula sc desmo- . se corre el riesgo de que se desencadene la psicosis y la ma experimente la sensacién mas salvaje y aterradora, de ser abandonada y rechazada. Las formas mas habituales formula implican una relaci6n entre madre e hijo, padre ¢ .yamante y amado. Tome la forma que tome, siempre su~ .c algin tipo de compromiso. Elhecho de que una paciente psicética fuera capaz de usar formula para onganizar ‘regular su experiencia, fue crucial para la terapia, En su pro~ sa infancia, su hermano habia sido idealizado y adorado por madre, y su imagen se convirtié tanto en un punto de fasci- ;6n como de persecucién. Toda la atencién de la familia se traba en él, mientras que a ella, al contrario, la yno la cuidaban, Posteriormente, la paciente era incapaz aceptar estar en el lugar de una persona amada, ya que esto stroducia el dolor de su exclusion de la relacion madre-hijo. “Ser amada> le resultaba profundamente falso, como habia ‘sido la enorme idealizacién del hermano por parte de la madre. ‘Los pocos novios que tuvo les eligié porque le prestaban poca srenci6n, y cuando le ofrecian muestras de amor, 1os dcjaba. Sus alucinaciones y otros fenémenos psicéticos perdieron sntensidad en un momento muy preciso. Yo no me sentia bien ‘y-algo extrafio en mi, tuve que dejar de trabajar durante unos as. Ella estaba muy preocupada y tenia visiones en las que me ‘exidaha hasta que me curaba. Desde ese momento, su rol en la serapia fue maternal: me veia, me dijo, como su , ‘quien podia cuidar y alimentar. El tono de las sesiones habia cambiado considerablemente, pasando del ataque encarniza~ do ala solicitud més tierna. Su formula cra, al mismo tiempo, una forma de situarse a si misma en relacién con el amor de su madre y una modificacién del mismo: una ternura que no tha dirigida a la perfecci6n, algo que habria sido insoportable, sino ala debilidad. 355 Mas tarde, fue capaz de pasar al otro extremo de la forma- la, Enlugar de verse como la madre, pasé a llamarse a si misma ‘ y, en ese momento, fui yo el que adopts el rol dela madre. De nuevo, esta ver el higar maternal no era persecuto- rio, sino benigno. Si eseribimos la férmula como una funcién matemAtica Fxx, como sugeria Morel, r designaria la natura~ Jeza de la relacién ~en este caso, ~ x, el lugar de la madre ¢, el lugar del bebé: mientras pudiera situarse en una de las dos posiciones en relacién con otra persona, la psicosis se mantenia estable, Otro caso, comentado por Esthela Solano-Suérez, ilus~ tra la logica de la formula funcional. Un hombre de cincuenta afios buscaba ayuda por lo que él llamaba . Du- rante unos cuantos meses, perdié todo interés por la vida, ast como el apetito y el suefio. Su cuerpo le parecia extrafio. No comprendia lo que le pasaba y, de hecho, haefa poco que ha~ bia ascendido en su trabajo, Tras un tiempo trabajando come empleado en una prestigiosa joyeria, habia sido promocionado al puesto de encargado. Pero esta codiciada posicién se habia convertido en una pesadilla: se sentia ineapaz de gestionarla. abrumado por una sensacién de vacio que le separaba de sa cuerpo. El suicidio parecia la tnica salida. En las sesiones de anélisis hablo de la muerte de eu madre cuando tenfa cinco afios. No tenia conciencia de haber sufrido dolor por esta pérdida ni recuerdos de ella o de él mismo en €s0s afios. Sus recuerdos comenzaban en el momento en que su padre le informé de Ja muerte de su madre. Este ultimo le envié entonces a un orfanato, del que conservaba recuerdos, todos igualmente vacios de afecto: hablaba de esos afios como sifuera otra persona. No podia comprender cémo era posible que su padre le hubiera abandonado y por qué nadie de la fa~ mnilia habia intervenido para asumir gu cuidado. Cuatro afios més tarde, su hermana mayor le sacé del or- fanato para llevarselo a vivir con ella. Veinte afios mayor que él, acababa de perder a su tinico hijo, y ahora dedicaba toda su atencién y cuidado a su hermano pequeito. Le daba todos 256 BROAD esRPeawWiaeaue so. oawawewe ow PPRAZSPe on k po de Ie forma- caprichos, despilfarrando con él todo el dinero que ganaba arse 2 si micme prostituta. Tenia recuerdos felices de esta épocay recu- ppts el rol de le el placer por vivir. Posteriormente, él mismo se dedicé prostituci6n, vendiendo su cuerpo a un precio muy eleva~ acclientes privados muy ricos. Rapidamente, uno de ellos ofrecié un trabajo en una exclusiva joyeria, y el paciente se wirti6 en uno de los mejores vendedores. El dinero era muy importante para él la tinica satistac- pel lugar de le pmuarse en uz m2. la psicosse m que encontraba en su trabajo como prostituto. En su vida ‘vada, igualmente, s6lo practicaba el sexo si pagaba por te- Suarez. ilas ‘lo. El dinero se intercambiaha por entretenimiento. Solano Pde cincueznz tiene que se identificaba con su hermana como prostituta resin>. De- mujer para todos los hombres~y el intercambio de dinero por la vida. asi tba un rol crucial. Comenta que él mencioné que la eligi¢ pemtratio. Ne o terapouta porque era argentina, una palabra que contie poco que ka- Ja palabra , en la lengua materna del majando come ‘ente. En este punto, las dificultades que experimentaba romocicmas ron una nueva direccién. Por una parte, el nuevo puesto elon se habs coloe6 en una posicién paternal, sin que hubiera un signi p gestionaria ite correspondiente que lo respaldase. Por otra, el nuevo paraha de sx sto le impedia llevar a cabo el trabajo cotidiano de inter mbio con los clientes: las transacciones financieras ya no n parte de su oeupacién. Asi, sn mecanismo de eompensa~ a6n se veia cuestionado. de su maior jaber sufrade él mismo ex Solano le animé a que se adaptara a su nuevo puesto: po- genio en gue 4a ser el encargado, pero, al mismo tiempo, asegurarse de Bie iltime le ‘tener el contacto con los clientes en la tienda. Al hacerlo, p recuerdom paciente recuperé la sensacién de estar vivo y, de hecho, on s 2fios come ‘tienda se registraron las cifras de venta mas altas de ese afto. pera posible ‘Por tanto, la formula suponia su relacién con los otros, donde lie de Ia fe indica el mecanismo de intercambio de bienes por dinero, yxe x el vendedor y el cliente. Es interesante comparar esta S208 delor selacién de dos lugares con el uso del significante , pmazyOr qu =xel caso que hemos descrito en el capitulo anterior. En él, la iicaba toda paciente tenia que sufrir de incontinencia para protegerse de aba radon ‘$e amenaza invasiva de su padre. era el predicado 257 que debia ir unido al sujeto, pero no la conectaba a ningin tipa de cirenito con otras personas. Cuando se eliminé el sujcto. se desencadené la psicosis. Si la formula funcional tiene la forma Far, casos como el de la mujer que necesitaba soltar heces tie~ ne la forma rx, siendo r la accién y x el sujeto. Hay que seftalar también que los ejemplos de formulas funcionales conllevan un compromiso determinado con alguna forma de relacién so- cial, mientras que las de la forma Fx, no Otro mecanismo habitual, documentado con frecuencia por analistas y psiquiatras, es la creacién de un orden simbélica protésico, como para conectarse al sistema simbélico que uno nunca incorporé. Incapaz de acceder al sistema internamente. se busca directamente fuera. La literatura esté llena de casos de personas que claboran aecesorios para maquinas 0 aparatos mecénicos que creen que estan siendo controlados por ma- quinas, o que parecen incapaces de distinguir entre objetos: animados ¢ inanimados. En muchos casos, la maquina perma~ nece en el nivel de una simple estructura binaria, adoptando la forma, por ejemplo, de un interruptor que se enciende y se apaga. Stanley podia pasarse horas dibujando interruptores que luego fingia encender y apagar. Posteriormente, se ob- sesioné con encender y apagar las luces, y, durante semanas, casi no hizo otra cosa, La caracteristica fascinante de estos casos es que los au- tores casi siempre interpretan estas relaciones como basadas enun modelo humano: las méquinas que capturan y aterro- rizan al nifto se consideran como conoreciones de impulsos interiores, a las que se les sigue la pista hasta las relacio~ nes con los padres y los cuidadores. La maquina se consi dera como un simbolo de alguien que ha sido importante para el nifio. Margarita Mahler, por ejemplo, pensaba que las maquinas que aparecian en los casos de nifios esquizo- frénicos les permitian convertir una relacién humana en una 258 sonectaba a ningiin tipo ‘mecdnica y, consecuentemente, dominar el factor amenazante 'se eliminé el sujeto, ‘de incertidumbre y diferencia. sncional tiene la form Enum libro innovador pero, desgraciadamente, olvidado, ssttaba soltar heces tie~ Harold Searles cuestionaba la logica basiea de este enfoque. En sujeto. Hay que setialar lugar de asociar las méquinas y los objetos mecsnicos a las per- fancionales conllevan que hemos men~ cionado anteriormente, en realidad él trataba de comprender: como interactuaba la gente socialmente estudiando su conduc~ ta como un antropélogo. Esperaba descodificar los pasos que suponia hacer amigos para, asi, disefiar nuevos para relacionarse en su ala del hospital. Explicaba cdmo esta le permitiria ser una més eficiente. El més famoso de estos casos es, sin duda, el de Joey. Cuando llegé por primera vez a la escuela de Bettelheim, pa~ recia operar por control remoto, como un que funcionaba mediante maquinas y con corrientes a sw alrededor. Intentaba meter los dedos en los enchufes y, cuando se lo impidieron, comenz6 a tender cables imaginarios para conectarse a tomas de corriente. Esto se volvia especialmen- te importante a la hora de las comidas, ya que sentia que su aparato digestivo s6lo podia funcionar si estaba conectado a la corriente. Mientras que Bettelheim interpretaba que estos cables lo personificaban y le unian a la fuente de sus emocio~ nes, nosotros podemos interpretarlos como intentos de acce- der al entorno no humano: la minima forma de lo simbélico que necesita sobrevivir. Existen muchos modos posibles de aeceder a lo simbél co protésico y podemos colocar un espectro en uno de cuyos extremos se encuentran esas actividades que forman parte de una cultura y que apuntan a una reforma social 0 ala ereacién 260 un mundo nuevo y, en el otro, las que simplemente tratan conectar el cuerpo ala forma minima de estructura binaria. fachas personas diagnosticadas con el sindrome de Asperger de hecho, psieéticos que han encontrado una solucién en +e sentido, limitando sus intereses a una sola actividad, a senudo, simbélica, como para condensar lo real su expe- encia de excitacién fisica—y lo simb6lico en un punto, La idea de Schreber de um nnevo Orden del Mundo es un jemplo de la creacién de una red pscudosimbélica que tuvo ‘como resultado el establecimiento de un sistema de tipo le- ‘ely la limitaci6n de la libido: la elaboracién de su sistema se ‘produce al mismo tiempo que disminuye su sufrimiento fisico, ‘Alprincipio, este orden se sostenia a si mismo y Dios, sim- plemente, no s¢ interponfa, no interferia en el destino de los sadividuos. El sistema, por tanto, contaba con una estabilidad gue no se veia afectada por la voluntad arbitraria de ningiin ‘erganismo, humano o divino. El capricho divino estaba bajo control, como si un sistema regu- dese la distancia entre el sujeto y la voluntad potencialmente ‘malévola y poderosa de éste. Dichos sistemas a menudo se construyen alrededor de un panto ideal ~para Schreber, engendrar una nueva raza~ que puede rastrearse hasta la madre. Los intentos de crear orden alrededor de este punto pueden llevar implicitas ideas de sal- yar el mundo o mejorarlo. El objetivo, como sefala Colette Soler, es vincular la libido al principio de orden. Esto muchas ‘veces se sitita en el futuro, lo que permite a la persona exis ‘ir en el presente. Recordemos que, hasta para Schreber, la raza que estaba destinado a engendrar s6lo ocurriria después, haciéndose eco del deseo de su mujer y de él mismo de tener < o mas feliz aquiy ahora. En una ilusire serie de estudios, Soler ha mostrado como Jean-Jacques Rousseau creé su propio simbdlico compensatorio. 261 mar prestada la expresién de Jung, una , en la que, li- mente, se convirtié en la fuente de alimento de Renée, -jando que su paciente comiera manzanas de su pecho y uti~ \do los gestos y el movimiento para dramatizar las interac ones que ella sentia que Renée estaba buscando. Sechehaye pensaba que Renée tenia que pasar por un pe- xdo en el que sus demandas orales se vieran satisfechas, a sferencia de lo que le ocurrié en su infancia, durante la cual, ‘causa de una serie de desgracias, habia sufrido muchas pri- jones. Aunque habian aiiadido demasiada agua a la leche Je daban de nifia, sus lagrimas y el hecho de que rechazara biberén sélo se tradujeron en un diagnéstico de estomago icado> , para el que propusieron como remedio que la le~ se diluyera aim mas. La presciencia de su abuela la salvé de rir de inanicién: al percatarse de lo que le ocurria, cambié 269 el régimen de Renée y le proporcion6 el carifio y la alimenta cién de los que la esquelética nifia claramente carecia. La repentina marcha de la abuela, cuando Renée tenia once meses, supuso un shock terrible para la nifia, que grita~ bay loraba, golpeandose la cabeza y buscando desesperada- mente a su cuidadora desaparecida. El sadismo de su padre, el nacimiento de sus hermanos y el fracaso del matrimonio de sus padres agravaron esta desgraciada infancia y, al alcanzar la adolescencia, ya tenia delirios, creia que se habia creado un < para destruir el mundo y rechazaba la comida como un castigo por un crimen atroz. que habia cometido, pero que era incapaz de precisar. Durante los aiios de terapia con Sechehaye, los fendmenos psicéticos primarios se mitigaron, y los cambios fucron visi- bles no s6lo para la paciente, sino también para sus familiar: yuidadores. No hay duda de que se produjo una transforma~ cién espectacular, pero, zc6mo se explicaba? Los que han co~ mentado el caso tienden a atribuir el éxito terapéutico al cariio de Sechehaye por la paciente: fue su devocién total, sostienen, lo que permitié a Renée recuperarse y encontrar un interés re~ novado por la vida. Pero, como observ Sechehaye, esta actitud de no estuvo presente durante toda la te~ rapiay fue la presencia adicional, afirmé, de las satisfacciones simb6licas, lo que otorg6 ala terapia su poder real. Puesto que Jos traumas de Renée habfan ocurrido en un estadio anterior al del lenguaje verbal, ella necesitaba una respuesta no verbal concreta. Incapaz de revivir literalmente su infancia, deman~ daba reparaciGn de un modo simbélico. Pero, cuando releemos el caso con una interpretacion diferente del término , vemos que lo que ca~ racteriz6 casi todas las interacciones con su terapeuta fue la presencia de la simulacién. Mientras Sechehaye le ofrecia a Renée un pedazo de manzana, le decia: «Es hora de beberse lariea leche de las manzanas de mama. Mamé va a dartcla>. con lo que Renée se apoyaba contra ella y presionaba la manaa~ na contra su pecho antes de comérsela. Sechehaye se dio cuenta 270 que este proceso alimenticio tenia que ser orquestado, tenia ocurrir a ciertas horas del diay ser diseflado de un modo stante preciso con su paciente. Lo que inventaron juntas no tanto la obtencién de satisfaccién por medio de la comida, sno una especie de injerto de fantasia. Y fue en ese momento ndo Renée pudo experimentar «la sensacién de realidad> primera vez. Las manzanas crudas se convirtieron en manzanas coci- en agua, después, en manzanas asadas en leche, después, gachas de cereales con leche, sopas, bocadillos, ete., pero a innovacién tenia que ir precedida del ritual con el pedazo ‘manzana cruda de su pecho, como para confirmar cl esta~ ‘mxs simb(lico de la interacei6n, su artificialidad. Nunea pidi ‘mas 0 menos manzana, como para confirmar su minimo valor simbélico. En el e6digo que crearon, las manzanas sustituian ‘sla leche materna y Sechehaye amplié este repertorio de in- ‘seracciones simuladas. Dio a Renée una carta ¢de> un conejo smerto con el que ella estaba encaritiada, fingié que las mu- ‘becas y las figuras inanimadas eran seres reales, dindoles de ‘comer, cuiddndolos, etc. El tratamiento completo se condujo ‘como una especie de juego aunque, tremendamente serio— gue volvié a iniciar a Renée en la funcién de lo simbélico. ‘Al fn al cabo, s6lo somos capaces de fingir con un sis tema de signos, haciendo creer que una cosa sustituye a otra ‘yreconociendo la naturaleza convencional de los elementos Tinghisticos. Lo que el tratamiento consiguis fue iniciar a René no tanto en la leche materna o en las posibilidades de encon- ‘rar satisfaceién en la comida o en el amor maternal, sino en el fancionamiento simbélico. Quizé, no fue casual que Sechehaye jnbiera asistido a las conferencias innovadoras de Ferdinand de Saussure sobre lingitistica y que sus notas, junto con las de ‘=x esposo Albert, acabaran formando parte de la edicién del “srabajo de Saussure, que tanto influyé en la lingitistica y en las icncias humanas del siglo x. ede argumentarse que el nifio psieético toma la decision de sterpretar esta sensacién de discordancia racionalmente: no aja porque es excepcional, porque tiene una misi6n, por- ue tiene un parentesco real. La sensaci6n de no tener un lugar ede transformarse, de este modo, en un sentido poderoso tener un lugar, de tener una misién, como en algunos de s casos mas famosos de asesinos de instituto. Por otra par~ ‘también hay otros muchos casos en los que el sujeto psi- comienza su vida teniendo un lugar demasiado grande, xr ejemplo, sustituyendo a un hijo muerto 0 como salvador -perseguidor de un progenitor. Quiz sea el mismo peso de ce significado lo que le resulta insoportable a estos niios. ‘timas dos formas de estabilizacion que vamos a comen- ‘a menudo vienen unidas: tienen que ver con actividades limitacién y denominacién, y con la creacién de un modo ‘oy ‘inico de unir lo simbélico, lo imaginario y lo real, lo Lacan denomin6 el «sinthome>. Los psicéticos a veces se na si mismos, como hemos visto, limitando la libido, y o puede conllevar la invencién de algim objeto nuevo que =: permita localizar la libido fuera del cuerpo, utilizande un snto que resulte especial para ellos para encontrar una s0- dn. Este proceso, a veces, esta vinculado aun receptor, al- persona, grupo o comunidad con la que la persona esté nectada mediante la invencién. En este caso, la idea psicoanalitica es una version sohis~ ada de la historia de Dumbo el elefante. En la pelicula de ey, este pobre paquidermo sufre el rechazo y la calurania, nto por parte de humanos como de animales, a causa de sus s orejas. Sin embargo, las mismas marcas de desaliento -convierten en el instrumento de éxito: cuando Dumbo se da nta, con la ayuda de su amigo el ratén Timoteo, de que las le pueden servir como alas para propulsarlo en el aire, convierte en a estrella del cireo. Su earencia se convierte en 275, virtud, y le permite vivir con una dignidad renovada. Aunque es un cuento para nifios, la logica de la pelicula de Disney ilus~ trael concepto de Lacan: la transformacién de lo que le afliges. uno en su modo de vida, no suprimiéndolo, sino exploténdolo, aprendiendo a usarlo, Observamos el mismo proceso en el caso de Joyce, exac~ tamente mediante la explotacién de lo que le afligia: las voces que se imponian se convirtieron en la misma materia de sx identidad literaria. Los superhéroes que habitan el mundo de los nitios y los adolescentes consiguen sus poderes de un mode similar. Leyendo los perfiles de cientos de superhéroes y Tlanos en la Enciclopedia Marvel, vemos e6mo cada uno toma sunombre de alguna experiencia devastadora de pérdida, do~ loruhorror: la muerte de un padre, un accidente nuclear, ha~ ber sido salvado de bestias salvajes, haber sido abandonado de nifio, etc. En lugar de reprimir ese momento, éste queda gra bado directamente en su nombre, como si se identificara com. el sello o la marea que se le impone, sin resistirse 0 negarla. Es este scllo el que les da una direcci6n en la vida, incluso st ello conlleva cierto aislamiento. Auuna de mis pacientes sus padres le dijeron claramente. que no habia sido una nitia deseada, y esto la mare6 en mu= chas rclaciones posteriores. Sus padres no se habian andade con rodeos: su nacimiento, dijeron, Alo largo de su vida se habia visto involucrada en situacio~ nes en las que «no era deseada, s6lo tolerada>, y su psicosis: se desencadend en el momento en el que su pareja le dijo que no queria el nino que estaban esperando. En la soluciém que construyé muchos aiios después, se reinventé a si mis ma cambiéndose el nombre a otro que escrito sonara come siun extranjero lo pronunciara mal. Asf, tomé lo que era uz exror de modo bastante literal la pronuneiaci6n incorrect de su nombre—ylo convirtio en un recurso. En lugar de sufrir por este error, lo transforms en el principio de su identidad. una identidad que ahora utilizaba para una forma de trabajo creativa. 276 movada. Aungee En otro caso, observamos un desplazamiento de un esti- ude Disney ius Jo de identificaciones conformistas, a un cambio Joque leafless de nombre. La chica que mencionamos anteriormente, que se no explotands convirtié en prostituta para evitar la interaccién social, descri- . bid cOmo, posteriormente, su imitacién de los otros la ayudé pide Joyce. exar~ a y se puso a si misma un nombre afligia: las voces nuevo: . . «Porque no existia tan el mundo oe antes. Todos esos aos anteriores estuve muerta, Pero, ahora, pres de un mode con Emily he podido inventar un pasado y un presente, fabri- ppethérocs ywi- carlo todo». Esto la ayudé a mantenerse a flote durante varios cage un ailos, pero result6 ser més fragil de lo que parecia cuando la ide perdi, de gente comenz6 a hacerle preguntas, curioseando en los deta~ mie nuclear. He- les de su vida privada. pabandonado de En ocasiones, ¢l nombre no ¢s el nombre real de la perso- este queda r= ‘na, sino una palabra que cumple la misma funcién, abotonan- wdennhcare = do el lenguaje y la libido corporal. En un caso, un largo periodo purse o Hegaris de terapia dio como resultado la invencién de una nueva pa~ pwida, incluso = Jabra —— de la que la paciente se sentia muy orgu- losay que la protegia. Podia designarla a ella, al terapeuta 0 pron claramezst cualquier situacién en la que ella se encontrase. En si misma, Jz palabra no tenia ningiin significado convencional, pero, aun asi, era increiblemente importante para ella. Cuando las cosas se ponian dificiles, 0 me enviaba un mensaje con la palabra la escribia en un pedazo de papel. Varios meses después de culiar esta palabra, la paciente invento otra——, ¥ylos dos neologismos le permitieron no sélo poner un nombre donde no existia ninguno, sino hacer un binario minimo. Por prenté a si mis extrafio que parezca, los momentos de creacién de estas dos fo sonara come palabras fueron decisivos en la terapia, y marcaron el inicio Bb lo que era um dela disminucién de sus alucinaciones. ion incorrect Recordemos ahora la importancia de los procesos de de~ m lugar de sufi ‘nominacién en el complejo de Edipo, que hemos comentado de su identidad. ene capitulo 2, Si el neurotico dice ala funcién paternal, prma de trabaj el desco de la madre puede ser designado. Pero si, en la psi- cosis, el sujeto dice , éste tendra que inventar su propio ad nombre o nombres para precisar los aspectos enigmiticos y amenazantes del Otro. Distintos casos de psicosis muestram constantemente este esfuerzo creativo, puesto que se produces nuevas palabras que designan, especifican y limitan, en lugar de simplemente deseribir. En el caso que hemos comentado ex. el capitulo anterior, el sujeto no s6lo hacia listas de sus proble~ mas, sino que ponia un nombre a esas listas —sus — En este caso, poner nombre es comparable a la construcciém de grupos, ya que un grupo tiene que tener una denomina~ cién, lo que ya constituye un progreso importante, similar la construccién de un metalenguaje. Devaluar este trabajo de denominacién es, a la ver, cruel y peligroso, Esta importancia de los nombres explica otro aspecto de lapsicosis. A algunos sujetos psicéticos les parece muy titil re cibir un diagnéstico, una ctiqueta que otros sujetos rechazan por considerarla un sinsentido pseudocientifico, un intento invasivo de catalogarlosy clasificarlos, Los investigadores de lz salud siguen intentando averiguar qué es mejor: poner etique- tas 0 abstenerse de ponerlas. Pero esta claro que la importancia yelvalor de una etiqueta dependerd de cada individuo. Para algunos, la etiqueta puede tener una funcién denominativa, ‘como una grapa que sujeta cosas, y, por tanto, puede resultar ‘itil. Para otros, que la perciben como intrusivay alienante, no serd bien recibida. La clave es tener una idea de qué lugar tiene el nombre en cada economia subjetiva. Inventar un nombre puede formar parte de un tipo de es~ tabilizacién que Lacan denominé el «sinthome>, una forma de vincular lo real, lo simbélico y lo imaginario, que siempre leva implicita algin tipo de creacién. También puede ser sim- plemente un objeto fuera del cuerpo, situado como un punto excepeional. En un caso deserito por Erie Laurent, un joven cexplicé en su primera consulta que era el hijo no reconocido deun hombre de negocios que acababa de morir en el extran- jero. Sabia que este hombre era su padre por su madre y por una carta que recibié de él. Al entcrarse de la noticia por un periédico local, fue inmediatamente a la embajada del pais en 278 je comentad: & poner etique Ha importance Individuo. Pa dcnominativa qué lugar tien: Eun tipo de je>. una forma p. que siempr pucde ser sim- pomo un punt rent, un jove: no reconocido ren el extran- pr madre y por noticia por un pda del paisen cestién y pidié que se le reconociera como ciudadano y como hijo del hombre. Como prueba de filiacién, mostro el arti ‘exlo del periddico y la carta. Después de este episodio, fumaba ssuchisimo hachis para poder sobrellevar su cxistencia, Traba “erle resultaba muy dificil, ya que pensaba que la gente habla~ ‘be de él, ysus relaciones estaban marcadas por los fendmenos psicéticos: vefa una calavera en la cara de la chica que le gusta~ ba y su propio esqueleto a través de su piel cuando practicaba el x0. Durante la terapia, fue capar de construir algo a partir del ‘material minimo que suponia su tinico recuerdo de infanci: ‘igjaba en transporte pablico y tenia una botella de agua en la mano 0 al lado. Este cra su tinico recuerdo, ni més ni menos. Vivia en una pequefia habitacién en el tltimo piso de un. edificio, justo encima de su madre y, a memudo, sentia que sus vecinos le controlaban y perseguian. Su habitacién se encon- sraba al lado de los baios, que goteaban, y comenzé a ordenar sus pensamientos en torno a este punto —Ia cisterna, el agua, lacadenay detallaba y describia con gran cnidado y atenci6n Jos modos en los que podia funcionar mal. Se lo explicaba a los distintos vecinos que hasta ese momento se habian entrome- sido, ensefidndoles las distintas posibilidades y detalles, mos- trindoles lo que no funcionaba bien y erigiéndose en cuidador de la cisterna. Ademés, cre6 un sistema de distancias: al vecino al que se sentia mas cercano, lo llamaba desde su propia habi- iaciGn; al otro, desde un teléfono publico en la calle, que con- sideraba que estaba suficientemente lejos de su casa. Se habia convertido en el maestro de su edificio, y Laurent sefala que el padre del paciente habia trabajado en el campo de la edu- cacién. Como observa Laurent, habia creado un objeto fuera del cuerpo, y construyé un conocimiento en torno a él que le permitia dirigirse alos que, hasta ese momento, no habia sido capaz hacerlo. En otro caso, descrito por Ellen Corin, un joven que vivia en un oseuro sétano con las cortinas echadas todo el dia, ex- plied que siempre habia estado marginado. Se quejaba de que sus padres eran tacaiios y fisgones, y de que sus compatieros 279 pperar mi mar reconocimece |preocup ==. TRABAJAR CON LA PSICOSIS Una teoria psicoanalitica de la psicosis no implica forzosamen- te el psicoanilisis de sujetos psiedticos. Realmente, lo tinico que muestra es c6mo los conceptos de la investigacién psicoa- snalitica nos pueden ayudar a pensar en casos clinicos de psico- sis y a desarrollar estrategias de trabajo clinico. Los distintos intentos de introducir reglas para este tipo de trabajo como Jas diseiadas para los neuréticos-, alo largo de los afios mmnea suvieron éxito y s6lo agravaron las confusiones sobre cuestio- nes de técnica. Sencillamente, no hay una formula para este trabajo, aunque si existan algunas contraindicaciones. Como senalé la psicoanalista Colette Sepel, el psicoanilisis de los psicéticos no existe: sélo hay un psicoanalista y un psicético. ‘Lo que ocurre ena relacién entre ellos tiene que repensarse ¥ reinventarse en cada caso individual. Esto ya era de sobra sabido en la década de los cincuenta, zunque todavia hoy se sigue presionando con la pretension de que solo hay un modo correcto de hacer las cosas. Los capitulos anteriores deberian habernos ensefiado, sin embargo, que cualquier tipo de trabajo clinico, ya sea psicoana- litico o no, debe ser sensible auna serie de elementos diferen- tes. Sila psicosis puede desencadenarse por el encuentro con Ja figura paterna o con un tercero, obviamente, lo pradente es que el profesional evite esta posicién: que no haya figuras de autoridad, maestros, expertos. En los inicios de la historia del psicoanélisis se reconocié que algunas personas se volvian locas ‘cuando comenzaban el psicoanilisis ola terapia, especialmente, siel profesional adoptaba una posici6n tipo gurd. Un silencio prolongado por parte del analista, interpretaciones enigmiticas las que el sujeto no encontraba explicacién o la invitacion sin reservas ala libre asoviacién podian desencadenar una psicoss latente, y la literatura esta lena de ejemplos parecidos. Cuan mis se identifica al analista con un lugar de conocimiento, me peligrosas se vuelven las cosas para el paciente. Una posicién diametralmente opuesta explica algunee de los éxitos de comunidades terapéuticas de las décadas los sesentay los setenta. Los profesionales evitaron recogers manto de la autoridad deliberadamente, y las jerarquias tra dicionales de salud mental se vinieron abajo. El psiquiatss terapeuta estaba al mismo nivel que el paciente, comp: las mismas salas de estar, las mismas mesas a la hora deco mer, los mismos periddicos y cigarrillos, por lo que se fame recian relaciones imaginarias, en lugar de forzar al sujet enfrentarse a relaciones simbélicas, Hubo un intento por: Jarse de estructuras y situaciones en las que habia una estrs asimetria entre y , entre . Aunque todas estas comunidades tenian reglas, profesionales intentaban no adoptar actitudes ex cathedra. que padres, serian companieros. Hoy en dia, casi todos los terapeutas 0 analistas en a vo trabajan con sujetos psicéticos, aunque, por regla gene ni el profesional ni el paciente son conscientes de ello, co: hemos comentado, debido al predominio de las formas e= bilizadas de psicosis. En la actualidad, muchos profesio: no saben hacer un diagndstico en el sentido tradicional hemos tratado de esbozar en el capitulo 5, y, a veces, se pi den en el laberinto cada vez mayor de etiquetas: trastornos personalidad y tipos de caracter, adicciones, fobias soci trastorno afectivo estacional, etc. Elhecho de que la situa de la terapia sca actualmente bastante relajada y empatica, evite la jerarquia, explica por qué muchos de 80s casos m: acaban por desencadenarse, y, por tanto, el profesional a nudo recurre a esas etiquetas para intentar ponerle un no: alo que esta analizando. Aveces es mis fécil decir que hay que evitar posiciones: control en el entorno terapéutico que hacerlo. Un profesios 368 con buenas intenciones puede adoptar conscientemente una actitud amable y comprensiva en la terapia, pero acabar hacien- do interpretaciones que impongan en el paciente un modo de- serminado de ver el mundo. Este modo de ver el mundo puede provenir de su propio dogma teérico o de sus propios prejui- ios personales, Como advirti6 Piera Auglanier, la violencia est4 presente siempre que se intenta obligar al otro a compartir una verdad que no es la suya. A veces, nos damos cuenta cuando ya es demasiado tarde, y las reacciones del paciente nos muestran que le hemos impuesto algo que no corresponde a su experien- sia: al fimy al cabo, podemos sentir que nuestra propia ansiedad se reduciré si empieza a pensar como nosotros. Esta es una de Jas razones por las que siempre ha habido aficién por los pro- gramas con guias para la terapia de la psicosis, que imponen un modelo alos pacientes sobre . Algunos son como manuales de instrucciones, como sila terapia se tratara inicamente de aplicar una técnica de pensamiento correcto a un destinatario pasivo. Por supuesto, es mucho més fécil creer que uno puede aplicar un método mecinico que reconocer que es necesario inventar un tratamiento para cada paciente especifico, y la his- toria de los enfoques terapéuticos para la psicosis muestra co~ stientes divergentes claras: las que tratan de crear un distancia con el paciente, con un énfasis en el procedimiento téenico y las reglas, y las que ponen al terapeuta en riesgo al salir al encuentro de la psicosis. Como dijo Margarct Sechehaye, la terapia aqui lleva implicita una . Estas dos tradiciones tienen sus extremos, que se pueden poner en. ridicule facilmente, y, en cierto sentido, podemos decir que mientras una est construida en funcién de la seguridad del terapeuta, la otra esté mas centrada en el paciente. Los tera~ peutas de esta Gltima tradicién, a menudo, han advertido de los peligros de intentar adaptar al paciente al punto de vista de uno mismo, ya sea sutil o directamente. Siempre existe un gran peligro al tratar de al paciente y adaptarlo a lo que consideramos una realidad Ga una estricas je «nosorross fan regias. ine eathedra. Mize 369 comin. Como dijo Frieda Fromm-Reichmann: . Estas palabras son tan ciertas hoy en dia como lo eran = Ja década de los cuarenta, cuando fueron escritas, De hecho, ba habido un cierto movimiento en algunas tradiciones terapéx- ticas hacia un modelo en el que se corre el riesgo de reforzar estos mismos prejuicios. Para estas tradiciones, el micleo de la terapia es el feedback, y puesto que el sujeto psicstico ex presa sus pensamientos o sentimientos ante el terapeuta, ést=. debe cumplir la funcién de un espacio contenedor, y mostrar que sus mensajes, aparentemente incompletos, pueden ser ¢=- cuchados y devueltos después de haber sido procesados. Por supuesto, el contacto humano de la relacién puede ser bene ioso, pero el riesgo es que se imponga un significado, wno qa tenga mas que ver con la historia del que com Ja del paciente. Espero no estar caricaturizando estas terapias. yes cierto que hay casos en los que se conducen con desire zay resultan iitiles, pero también pueden producir . que imitan el lenguaje y el punto de vista del terapeuta come Jo haria un ventrilocuo. 370 Reichmann: «Quizé, la sxdo favorable de psico dircctamente atribuible side muchos terapeutas social de snus pacientes -mmuchos pacientes es- sea el psicoterapeuts ses convencionales, No pacientes que acepten scional de los requeri =. y mucho menos de lo =ra que son esos reque mee ha cumplido con su jersonas son capaces de edafio alos que estin = stisfaccién y segurid: es familias y la opinién Sen dia como lo eran mmescritas. De hecho. he jes tradiciones terapéu- ere el riesgo de reforzar mdiciones, el micleo de scl sujeto psicético ex jsante el terapeuta, éste peontenedor, y mo: mpletos, pueden sere r= sido procesados. Por acién puede ser ben fun significado, uno que Scontenedor> que com merizando estas = conducen con des den producir 0 pueden Mevar al terapeuta a animar al sujeto a emprender al- guna actividad cuando, en realidad, es eseneial que nunca se realice, que quede siempre en el horizonte del futuro. Pode- ‘mos recordar la futura creacién de Schreber de una nueva raza, oel modo en el que Aimée, a pesar de escribir, siempre situaba sus obras literarias més importantes en el futuro. Esto es alo que Freud se referia como el aspecto asintomatico de los fe~ némenos psicéticos, reconocido también por los psiquiatras americanos de la década de los eincuenta con la idea de que las psicosis no desencadenadas podian permanecer estables debido a un interés en ideales que nunca se materializarian, Siempre sc le debe dar un lugar a las cuestiones del futuro. Un amor plat6nico, por ejemplo, puede mantener a alguien esta~ ble durante décadas, y debe respetarse el hecho de que no se materialice. 3n Estar abierto al didlogo es crucial, y el terapeuta debe ev tar cualquier intento de hacer ver al sujeto que esté pensand o que no consigue ajustarse a la fo: adecuada de percibir el mundo. Paradjicamente, esto deja tratamiento de la psicosis fuera de los parametros tradicio- nales de «salud mental>, que se apoyan en la idea de que = profesional sabe de antemano lo que le conviene al pacicut= Como sefialé hace ya muchos afios Kurt Eissler: «Mientras = psiquiatra esté preocupado por las consideraciones terapea ticas en su relacién con el esquizofrénico, estd destinado ame tener éxito en su enfoque, ya que la terapia, necesariamente. implica que algo es “bueno” o "malo">. Asimismo, cualquiera que se aventure en este trabajo me puede ignorar que debe cuestionar sus propias fantasias de ayudar 0 curar a los demas. Como dijo Lewis Hill: . Un sujeto psicstico puede entender esto con rapide= y. Con raz6n, mostrar escepticismo. Una mujer esquizofréni- a se nego a seguir con su terapeuta tras finalizar la primera consulta. <;Cémo puede decir que le preocupo si acaba de co- nocerme?> Y sia la terapeuta le preocupaban todos los seres humanos con problemas, ,¢6mo podia reconocer la particu laridad de la paciente que tenia delante en ese momento? Sa trabajo estaria basado en una fantasia de rescate que, efecti- vamente, no le permitiria escuchar a sus pacientes. ‘Tranquilizar al paciente diciéndole que todo mejora~ x4 puede ser simplemente el modo de tranquilizarse a une mismo. Estas situaciones se dan con frecuencia en el traba~ jo terapéutico con los psicoticos, y la tendencia general hoy dia de introducir lo que un analista lam6 , a menudo, tendré resultados 3z lar no esa acientg Sibien nd psicéticos| tegias quel saciony ex mbélica| sona acre nes epistal incluido aa haciendod raadiaria tas, ataeéa Hem implicaba gida> del men Ia idea d eonviene al par Eissler: «Mie: pideraciones jo. esta de pia. neces pre en esti pprop! Lewis Hil eesconder y p rescate que. pacientes E que todo mejor p. tendré result Jementables. La falta de sinceridad que el paciente detecta tan Sipidamente, s6lo confirmara su falta de confianza en el en~ somo. El comentario de Freud, en una carta a su colega Johan ‘san Ophuijsen, se hace eco de esta opinién: «Te recomendaria ‘que dejes de lado tus ambiciones terapéuticas e intentes com- render lo que ocurre. Cuando lo hayas conseguido, la tera~ pia funcionar por si misma>. El deseo de salvar al paciente ‘puede darle a uno una sensacién de autoimportancia y valor, pero acabaré poniendo en peligro la terapia. Como dijo Lewis Hill, el terapeuta debe reconocer que la necesidad de ayu~ ar no es tan productiva como la voluntad de ser de utilidad al paciente> Si bien no hay formulas ni recetas para trabajar con sujetos psicéticos, podemos mantener la esperanza de diseflar estra~ tegias que respeten la necesidad de estabilizacin, compen- seciény creaciGn de formas tinicas e individuales para unir lo simbélico, lo imaginario y lo real. Podemos ayudar a la per sona a crear significado, sin imponer el nuestro, ¢ inventar nuevos modos de gestionar las emociones mentales o fisicas que la atormentan, Si volvemos a pensar en los tres casos que hemos analizado, podemos suponer que llegar a conocer los detalles de sus vidas conversando con ellos, podria darnos al- gunas pistas. Con Aimée, por ejemplo, para quien las relacio- nes epistolares eran tan importantes, el camino podria haber incluido animarla a continuar escribiendo de algiin modo: bien haciendo de ello una carrera 0, quiza, pidiéndole que escribie- raa diario o una vez ala semana al psicoanalista. Recordemos Jo que ocurrié cuando se rompié el canal de su comunicacién literaria: cuando ya no habia nadie que respondicra a sus car~ tas, atacé a Mme. Duflos. Hemos planteado la hipétesis de que su solucién también implicaba ocupar el lugar de una excepcién, siendo de Dios. No lo grité al mundo, sino que més bien se 373 Jo guards para si misma. Esta posicién también puede ser con- ‘furmada y ratificada por el psicoanalista, dejandola ver su po- sicién como tinica. Quiz, esto podria haber supuesto que se animara averse como la maestra especial del analista, algo que. en cierto sentido, habria sido absolutamente exacto. Cada pa~ ciente ensefia al analista algo y, aunque no tendria mucho sen tido decirsclo a un neurdtico, en ocasiones podria tener mucho sentido decirselo aun psicético. En este caso, el analista po- ria tratar de ayudar al sujeto a encontrar formas de reconocer esta dimensién de ensefiar y aprender. Con Sergei Pankejeff, contamos con una pista para las cuestiones de estabilizacién y de transferencia. Cuando més estable estuvo, fue en la posicién de colaborador del explora dor Freud. Esto le proporcioné un modo de evitar la cuestiGn no simbolizable de lo que significaba ser el hijo de un padre. porlotanto, el analista debia evitar una posicién paternal, ha- ciendo hincapi¢ en el trabajo conjunto de investigacion sobre Ja vida psiquica que habian emprendido juntos. La apuesta se ria que esta posicién imaginaria tendria un efecto en sus pro Dlemas corporales y que los sintomas fisicos le preocuparian mucho menos. La relacién terapéutica entre sujeto y analista, por tanto, se convertiria en el espacio en el que podia cons~ ‘truirse la posicién identificativa: ser un colaborador. También existe la posibilidad de un cambio del cuerpo fisico a un cuerpo de conocimiento. Pankejeff estaba fasci nado por el psicoandlisis y la literatura, y tenia amplios co- nocimientos de ambos. Si podia mantenerse su posicién de colaborador, seria de esperar que fuera posible un desplaza~ miento del interminable cuestionamiento de su cuerpo fisico —que le ocasionaba tanto sufrimiento-, a un cuestionamiento de algin otro tipo de conocimiento: no del conocimiento mé dico del cuerpo, sino del cuerpo de conocimiento psicoana~ Litico, literario o filos6fico, por ejemplo. En esta exploracién, seria importante dejar las preguntas abiertas, reconociendo que, en ausencia de la operacion simbélica que estableceria una limitacién del significado, siempre habria un interrogante 34, ‘tado al mundo de Pankejeff. Elaborar esto de un modo ctifero y no persecutorio podria constituir uno de los ob- vos de la terapia. En cuanto a Shipman, aunque el material sugiere que la spia seria casi imposible, se pueden extraer muchos detalles, J caso. Podemos suponer que una identificacién con la ma- podria haher permitido una cierta estabilizacién, y que su como «el médico> era su forma de ocupar el lugar de una pein: ser el médico que su madre no habia tenido, quiz. muestra como la psicosis puede ser perfectamente compatible una vida : tener un trabajo, una farnilia, ganar el respeto de la comunidad. En cuanto a los homicidios, la -cdadera pregunta que debemos hacernos es silos crimenes Shipman eran su forma real de psicosis o, al contrario, in- itos desesperados de reencontrar esta forma después de que acontecimientos externos la hubieran hecho trizas. El caso s ensefia c6mo un rol profesional puede mantener estable psicosis, lo que significa que tenemos que ser cuidadosos \do dialogamos con un paciente que no parece tener sin- mas externos. Un rol profesional puede ser un modo de mantener una ‘Srmula funcional, manteniendo el lugar de una excepei6n, 0 -siableciendo un vinculo con alggin grupo o causa abstracta. En =: discusién del trabajo realizado con sujetos psicéticos en el ‘Sourtil Centre en Bélgica, Alfredo Zenoni describe cémo los ‘esfuerzos de educacién y rehabilitacién se dejan a un lado en Gvor de proyectos de , en los que los pa- Senies, a menudo, construyen roles para ellos mismos: ju- ‘bilado, artista, terapeuta voluntario, inventor o veterano de ssstituciones mentales. Estas identificaciones pueden perm ‘szles verse en términos de algiin vinculo social ya establecido, ‘s» necesariamente para vivir en él, sino para ocupar un lugar, guiz4, en sus margenes o en una especie de suspensién del sxismo. Como hemos visto, dichos roles son compatibles con Ja logica de la psicosis de esa persona, y pueden arrasirarla a Aistintos tipos de proyectos. 375 Estos no deben confundirse con los esfuerzos estandari- zados de rehabilitacién que tienen objetivos y resultados pr determinados. Como sefiala Ellen Corin, el proyecto de cada sujeto psicético de reestructurar sx mundo debe tomarse e= serio. Seria absurdo trabajar hacia la y, 2b mismo tiempo, ignorar las estrategias y significados que los pacientes elaboran como parte de este proyecto. Esto puede conllevar estar y «fuera> de la esfera social, estar asociado a alguna red sin estar obligado a interactuar con otras personas o comprometerse personalmente en la interaccién Las percepeiones fundamentales expresadas por sujetos psi céticos deben ser respetadas e integradas en cualquier proce 80 terapéutico para que, como observa Corin, encuentren w= lugar en el mundo real, cuyas contradicciones disciernan, c= Tugar de una sociedad ideal que exista sdlo en la imaginacie= del terapeuta. Lacan, ya en su tesis de 1932, habia observado que los sa Jetos psicdticos a veces gravitan hacia los grupos religiosos_ politicos o benéhcos, especialmente aquellos que tienen ume causa definida, como una reforma social o la promocién de a gin bien péblico. La enseianza y la enfermeria también era= populares, asi como las érdenes religiosas y las fuerzas arma das: estas profesiones proporcionan una estructura que puede ocupar el lugar de la dimensién simbélica ausente, o wn semtide de devocién a un deber abstracto, como la atencién 0 la eda cacién. Las normas y las reglas, especialmente en el ejército. = menudo eran ttiles, puesto que daban al sujeto una estructuss externa, compensando el sistema interno que no se habia esta blecido. Muchas comunidades terapéuticas, de hecho, enfatiza- han un sistema explicito de normas, eon la idea de que podias funcionar como una forma protésica de orden simbdlico, per conla condicién de que nunca se considerasen el capricho ol invencién de ninguna persona en particular, sino, més bien aplicadas a todos, como un mero y que pue~ den funcionar como coordinadas simbilicas, permitiendo alla persona situarse a si misma y sus dificultades. En lugar de ser ‘un objeto sin historia, puede convertirse en su sujeto. Este trabajo debe hacerse con muchisimo cuidado, y el =~ rapeuta debe invitar al sujeto a poner nombres, fechas y aislar los episodios y los acontecimientos de su vida. Crear distin ciones en lo que parece que es una masa o un flujo continua do de experiencia es crucial en estos casos. Recordemos qu= el rasgo definitorio de lo simbélico es precisamente ése: for jar divisiones y contrastes en un cuerpo de material no dife= renciado. Siempre es importante que el sujeto psicstico pueda crear un segundo significante, un nuevo término que es dis tinto, pero que esti relacionado con uno que ha seitalado wns fuerza destructiva, intrusiva o insoportable en su vida. Un pas ciente melancélico hablaba constantemente de una de . Independien temente del contenido de esas palabras, lo que importaba ex la formacién de un binario minimo, la celda bisica del funcio namiento simbélico. En otro caso, en el que el sujeto repetia sin cesar: e le que le permiti6 ampliar el discurso, y fue eapaz de hablar por primera vez de otras cosas. En este caso, el profesional pue de ayudar al sujeto haciendo hincapié en una palabra de == discurso que puede adoptar esta funcién de segundo términs de un binario, invitando al paciente a diferenciarla del sig nificante original y, en apariencia, monolitico. Otros ejem plos incluyen la diferenciacién de un paciente entre , y la separaci6n, en un caso de melancolia, ente= las frases y podrian parecer inflexiones linguisticas triviales, pueden re~ sultar de vital importancia en el trabajo de un sujeto psicotico Es mediante la inseripcién minima de estos grupos de di- ferencias como una persona puede elaborar una cuadricula en Ja que ordenar, enmarcar ¢ interpretar su experiencia, Gra Sualmente, se puede construir un cierto tipo de historia, y la atencién a los nombres y las fechas adecuadas puede ayudar 2 acentuar la dimensién de denominar y sujetar, que, como hemos visto, es tan importante en la psicosis. Si en la esqui- sofrenia, especialmente, el significado es a menudo tan varia- ble y potencialmente amenazador, denominar puede ayudar a bloquear este ir ala deriva. Este trabajo de designacién tam- bien pucde provocar que el terapeuta ponga nombre a ciertos espectos de la vida del paciente. En lugar de imponer una vi sin del mundo, puede limitarse simplemente a ofrecer unas enantas palabras —cuando sea necesario—, en general, tomadas del discurso del propio paciente. En este caso, la practica de designar puede seguir la légica Gel uso de neologismos por parte del propio psicstico: como pusieron de relieve Tanzi y sus compaiieros, las palabras in- ‘yentadas tienden a hacer referencia a la experiencia de per- secucién y a las distintas formas de ataque utilizadas por el perseguidor. En términos analiticos, el deseo no mediado del Otro; éste es el punto exacto en el que el sujeto se ve obligado 2 inventar una nueva palabra, a usar los recursos del lenguaje para establecer algin tipo de limite. Sabiendo esto, el terapeu- sa puede introducir palabras precisamente en esos momentos, animando al paciente a poner nombre a esas experiencias y proponiendo nombres tomados de su propio discurso. Igualmente, poner nombre a la experiencia de perse- cueién de un miembro de la familia puede resultar decisivo. Asociar una determinada palabra a la madre o al padre, por ejemplo, puede suponer una identificacién, lo que debilita Ja sensaci6n persecutoria Estos momentos —necesariamen- te, poco frecuentes en una terapia para que conserven su im- pacto~tratan mds de poner un nombre enérgicamente que de 379 sugerir 0 proponer. Se centran en manifestaciones de di del Otro, ya sean las acciones 0 el discurso de uno de los genitores, una pareja, un amigo o un colega: cualquier cosa! haga que el sujeto tenga la sensacién de que existe un e una amenaza. El acto clinico de designacién puede debi la amenaza invasiva, aunque, obviamente, debe tratarse de acontecimiento poco comin, o se reinstauraré la misma si cin de persecucién que la terapia trata de revertir. Este proceso puede ocurrir de manera inadvertida. Un abandoné una sesién para abrir la puerta al cartero. La ciente me oyé decir: y, afios después, me plied que éste habia sido el momento més importante de terapia. Este momento, mas que ninguna de las interven nes terapéuticas que yo habia realizado a lo largo de los = era el que habia supuesto un verdadero cambio para ella cordé que de nifia hojeaba libros en los que se represent una escena de granja, y que sentia alivio porque podia nombs y contar los elementos que contenia, Eran finitos y. por tant podia decir . El instam ie en el que nombré al cartero fue muy importante para ells porque se ereé un vinculo entre la palabra y la cosa, entre = significante y el objeto. El mundo, a partir de ese moments se volvié més estable. Es interesante mencionar ahora que algunos enfoques d= la psicosis se benefician de este principio sin reconocerlo == talmente. El enfoque del nsvy el de muchas terapias cognitivas: animan alos sujetos psicdticos y a sus familias a ver los sinto= ‘mas de la psicosis como enfermedades externas, ya se cons deren como ocasionadas biolégicamente o como cl resultadis de errores de aprendizaje. Aunque es facil criticar esta pers pectiva, el mismo gesto de denominar y sinte- ‘mas puede ser de ayuda para algunos sujetos psicoticos. Tien= Ja funci6n de precisar significado que ya hemos comentado. © eso ¢s por lo que las terapias cognitivas a veces son titiles em estos casos: proporcionan al sujeto un lenguaje, un modo d= nombrar y ordenar su experiencia, 380 Hargy$ za sujeto Harry Stack Sullivan observ6 que el trabajo de ayudar a un sujeto psieético a crear una historia, poniendo nombrea ¥ fechas, aislando y detallando, es, en cierto sentido, una ta- rea de secretario. De hecho, Lacan definié el lugar del analis~ te al trabajar con psicéticos utilizando una antigua expresiGn psiquidtrica: «el secretario del sujeto alienado>. Es una for- mia magntfica de expresarlo. Un secretario, al fin y al cabo, no interfiere -o no deberia interferir~ demasiado; toma notas, comprueba datos, confirma y pide aclaraciones, te recuerda sosas cuando es necesario, te ayuda a organizar la agenda y los contratiempos que van surgiendo; con suerte, es de fiar, tiende 2 ocupar el mismo espacio estable, puede que, como el profe~ sional clinico, te pida que proporciones més detalles, fechas, que puntualices, que pongas nombre y especifiques para que pueda tomar notas; no intenta imponerte un punto de vista o decirte que te equivocas, ya veces puede que haga algo fuera de Jo comin, como expresar una opini6n enérgicamente. Y, por supuesto, ser seeretario significa no ser el jefe Las tareas de secretario introducen otro factor importante en el trabajo terapéutico con sujetos psicéticos. Un secretario, a menudo, le pide a su jefe que vaya mis despacio, que repita una palabra que no entendi6 o que le recuerde algo. Este es un tra bajo de puntuaci6n, y los puntos, las comas y los guiones que crea permitiran que se construya una historia. Sin signos de pentuacién, ninguno de nosotros tendria una historia, Pero la puntuaci6n va més alld de esta dimensi6n seméntica. Mediante clritmo de las sesiones, su frecuencia, sus horarios y sus fma- les, se produce otro tipo de puntuacién que afecta a la libido y ala cuesti6n del significado y la historia. Los fenémenos psicsticos a veces se experimentan como un continuo. Schreber se quejaba de los tormentos intermi- nables que sufria su cuerpo y los comentarios incesantes de las voces. No hay tregua en lo que se refiere al miedo agudo, a 381

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