12 cantatas
valle de'Teotihuacin y del vale dle México durante el milenio
«que va del 200.al 12004. C., podemos distinguir tres amplias
fases de intensificaciones agricolas seguidas por tres cam-
bios en el modo de’produecién: en primer huga, a intensifi
cacién dela agriculturade tala y quema en as laderassen se-
gunido, lugar fegadio por canales alimentados mediante
nanantialessy,en tercer lugar, la construccién de las chi-
nampas. Cadi una de estas etapas implicé inversiones ini-
cialegy de construccién progresivamente mayores, peroala
postre cad-una de ellas sostuvo densidades de poblacién
ids altas yestados mas grandes y poderosos que a prece-
dente. Bn esos mil avis, la poblacién del valle de México se
tlevé de unas pocas decenas de miles a dos millones de ha-
bitantes, en tanto que el control politico se extends desde
‘uno o dos valles a todo un subcontinente. Segtin la vieja teo-
ria del progreso constante y ascendente, el aumento conti-
nuo de la produccién agricola debi significar que los azte-
cas y sus vecinos gozaron cada vez ms de los beneficios de
Ia ealtacivilizacién», expresién quelos antropélogos no han
dudado en aplicarles. Se trata, empero, de una expresién a
todaslucesinapropiada.
9. Elreinocanibal
Como metédicos y bien entrenados carniceros de los cam-
‘pos de batalla y como ciudadanos de la tierra de la Inquisi-
cidn, Cortés y sus hombres, que legaron.a México en 1519,
cestaban acostumbrados a las muestras de crueldad y a los
derramamientos de sangre. El hecho de que los aztecas sa-
crificafan sistemiticamente a seres humanos no d
prenderles demasiado, puesto que entre los espafioles y
‘otros pueblos europeos alos condenados al potro seles que-
braba sisteméticamente los huesos, se ¢jecutaba a otros reos
por el método de descuartizamiento y se enviabaala hogue-
raalas mujeres acusadas de brujeria. Pero no estaban total-
‘mente preparados para o que encontraron en Méxic
En ningsin otro lugar del mundo se habfa desarrollado
‘una religin patrocinada por el Estado cuyo ate, arquitec-
(ura y situal estuvieran tan profundamente dominados por
Ia violencia, la corrupcién, la muerte y la enfermedad. En
rningiin otro sitio los muros y las plazas de los grandes tem-
plos ylos palacios estaban reservados para una exhibicién
tan concentrada de mandibulas, colmillos, manos, garras,
Ihuesos y eréneos boguiabiertos. Los testimonios oculares de
Cortés y su compafiero conquistador, Bernal Diaz, no dejanMa canines aves
dudas en lo que atatie al significado eclesidstico de los es-
‘pantosos semblantes representados en piedra. Los dioses az~
tecas devoraban seres humanos, Comian corazones huma-
nosy bebfan sangre humana. Ylafuncién explicita del clero
azteca consistiaen strministrar corazones y sangre humanos
frescos afin déevitar que las implacables deidades se enfu-
recieran y muitilaran, enfermaran, aplastaran y quemaran a
todoel mundo.
Los espatioles vieron por primera ver el interior de un,
templo azteca principal como invitados de Moctezuma, el
‘iltimo de los reyes aztecas. Mocteruma todavia no haba
tomado una decisién con respecto alas intenciones de Cor-
‘és error que poco después le resultarla fatal- cuando invi-
6 alos espanoles a subir los 114 escalones de los templos
sgemelos de Uitzilopochiliy Tlaloc, quese encontraban en la
cumbre de la pirdmide mas alta de Tenochtitién, en el cen-
tro de lo que hoy es a ciudad de México, Mientras subfan
losescatones, escribié Bernal Diaz, otros templos y santua-
rips «todos de un blanco resplandeciente» aparecieron ante
sus ojos. En el espacio abierto de la cumbre de la pirdmmide
«se alzaban las grandes piedras donde colocaban alos po-
bres indios escogidos paral sacrificio». Allitambién habia
‘cana voluminosa imagen como de un dragén, y otras figu-
ras finebres y mucha sangre derramada ese mismo dia».
Después Moctezuma les permitié ver la imagen de Uitzilo-
pochtli, con su «rostro muy ancho ylos ojos monstruosos y
terribles»,delante del cual «quemaban los orazones de tres
indios que habfan sido sacrificados ese dia». Las paredes y
cl suelo del tempio «estaban tan salpicadase incrustadas de
sangre que aparecian negras» y «todo el lugar apestaba de
‘odio detestable». En el templo de Tlalco también todo es-
taba cubierto de sangre, «tanto las paredes como el altar, y
el hedor era tal que apenas podfamos esperar el momento
desalirdeallir.
Laprincipal fuentede alimento de los diosesiatecas esta
9, sLmeNo cantons us
ba cofstituida por los prisioneros de guerrayque ascendian
por los escalones de las pirémides hasta los templos, eran
cogidos por cuatro sacerdotes, extendidos boca arriba sobre
elaltar de piedra y abiertos de un lado a otro del pecho con
tun cuchillo de obsidiana esgrimido por un quinto sacerdote.
Después el corazin de la victima -generalmente descrito
como todavia palpitante- era arrancado y quemado como
ofrenda. El cuerpo bajaba rodando los escalones de la pir
mide, que se construian deliberadamente escarpados para
ccumplir esta funcién.
‘Ocasionalmente, algunas victimas de sacrificio ~quiza
sguerreros distinguidos- gozaban del prvilegio de defender-
se @ sf mismos un rato antes de que las mataran. Fray Ber~
nardino de Sahagtin, el maximo historiador y etnégrafo de
los aztecas, describié del modo siguiente esas batallas simu
Jadas:
_asesinaban a otros cautivos, luchaban conellos.queestaban ata-
‘dos ala altura de a cintura con una cuerda que pasaba através del
‘agojero de una piedra redonda, comola de un molinos (la cuerda)
‘era lo bastante larga para que [el cautivo] pudiera caminertrazan-
dola circunferencia completa dela piedra, le daban armas con as
‘que podia luchar;y cuatro guerreros se lanzaban contra l con es-
padas escudosy uno uno intercambiaban golpes deespadahasta
‘que lo derrotaban,
Aparentemente, en el Estado azteca de dos o tres siglos
antes, el monarca no estaba por encima dela tarea de despa-
chara algunas vctimas con sus propias manos. Asi describe
Diego Duran el sactificio legendario dels prisioneros cap-
‘turados entrelos mixtecas:
Los cinco sacerdotes entraban y recamaban al prisionero que se
‘encontrabe ene primerluger dela fila... Llevaban a cada prisionero
‘hasta el sitio en el ue se encontrabael rey y, despues de obligarloa
ponersede pie sobrela piedra que era a figura elretrato de sol, 10,
{tumbaben boca arriba, Uno cogia del brazo derecho yotrodeliz~M6 ccantnussy nays
quierdo, uno lo cogia del pie izquierdo y otro del derecho, mientras
tl quinto sacerdotele ataba el cuelo con una cuerda y lo sostenta,
para que no pudiera moverse.
El rey levaba elcuchilloy luego le haefa una gran incisis en el
pecho. Después de abrirlo, extra el coraz6n y lo elevaba con la
‘iano como oftenda al sol. Cuando el corazén se enfriaba, lo arro-
jjaba ena concavidad circular, cogla un poco desangreconla mano
ylarociabaen diecciénal sol.
'No todas las victimas eran prisioneros de guerra. Tam-
bién se sacrificaba una cantidad considerable de esclavos.
‘Ademds, algunos jovenes y doncellaseran elegidos para per-
sonificar a determinados dioses y diosas. Los trataban con
gran cuidado y ternura durante el afo anterior a su ejecu-
cidn. En el Cédice de Dresde, libro del siglo xv1 escrito en
nahuatl, idioma delos aztecas, aparece el siguiente relato de
la muerte de una mujer que represents el papel de la diosa
Uixtociuatl:
Y¥sélo despues de que mataron alos autivosaparecé lamer que
personificaba a] Uixtociuatl; s6lo aparecié al final. Ells legaron
hastaclfiny séloacabaron con ella,
‘Una vez hecho esto la colocaron sobre piedra de sacifci La
exteridieron boca arriba, Se apoderaron de ell; tiraron yextendie
ron susbrazos y piernas,inclinaron [hacia areiba) grandemente st
ppecho, inclinazon [hacia abajo] su espalda y estiraron tensamente
‘su cabera, hacia la tierra. Y se lanzaron sobre su cuello con la boca
fuertementeapretada de un pe espada lena de pias y espinas;es-
pinosa por amboslados.
‘Yelsacrficadar estaba all se puso de pie. Después delo cul, le
abril pecho.
'¥ cuando le abrié el pecho la sangre salis a borbotones; broté
hacia lo alto mientrasse derramaba, mientras hervia.
'Y hecho esto, él clevs el corazén como ofrende [ala dos y lo
colocé en lajacra verde, Hamada a jarradepiedra verde.
'Y mientras se hacia esto, las trompetas sonaron airosameate. Y
cuando concluyé, bajaron el cuerpo y el corazdn de el retrato de]
Uistociuat, cubierto por un manto precioso.
9, meReINocanns “7
Pero estas muestras de reverencia eran escasas y muy espa~
ciadas entre si, La inmensa mayorta delas victimas no ascen-
dian alegremente los escalones de la pirémide, tranquiliza-
das por a idea de que estaban a punto de hacer feliz a algiin
dios. La mayoria tenjan que er arrastradas de los pelos:
Cuando los amos de los cautivos levaban a sus esclavos hasta el
temple dondelos matarian, los cogian de os pelos. ¥ cuando lesha-
cian subir los escalones dela pirdmide, algunos cautivos se desma-
yaban y sus amos os empujaban ylosarrastraban delos pelos hasta
la piedrade sacrifcio en donde morirfan.
Los aztecas no fueron los primeros mesoamericanos que
sactificaron seres humanos. Sabemos que los toltecas y los
mayas cumplian esta practica y parece razonableinferir que
todas as pirimides mesoamericanas deledosescalonados y
remate plano estaban destinadas a servir como escenario
para el especticulo durante el cual los seres humanos eran
alimenito de los dioses. El sacrificio huimano tampoco fue
tuna invencidn delas religiones de nivel estatal. A juzgar por
Jos elementos dejuicio que aportan las sociedades del nivel
delas bandas yaldeas delas Américas y muchas otras partes,
del mundo, e sacrificio humano es muy anterior ala apari-
cin delasteligiones estatales.
Desde Brasil hasta los Grandes Llanos, las sociedades in-
doamericanas sacrificaban ritualmente victimas humanas
con el fin de lograr determinado tipo de beneficios. Précti
camente todos los elementos del ritual azteca estin prefigu-
rados en las ereencias précticas de la sociedades del nivel
de las bandas y aldeas, Hasta la preocupacidn porta extrac
cin quirirgica del corazén tiene precedentes. Por ejemplo,
Tos iroqueses competian entre st por el prvilegio de comer el
corazén de un prisionero valiente afin de poder adquirir
parte de su coraje. Los prisioneros varones fueron, en todas,
partes, las vctimas principales, Antes de matarlos los obli-
gaban a correr baquetas o los azotaban, los apedeaban, los48 canta mes
4quemaban, los mutilaban o los sometian a otras formas de
tortura y malos tratos. A veces los ataban aestacas y les da-
ban una maza para defenderse de sus torturadorés, En oc
siones, conservaban uno 0 dos prisioneros durante periodos
prolongados, les sumninistraban buenosalimentos y concu-
binas.
Entre las sociedides del nivel de las baindas yaldéad el sa-
Becker, H. (2017) - Datos, Pruebas e Ideas. Por Qué Los Científicos Sociales Deberían Tomárselos Más en Serio y Aprender de Sus Errores (Pp. 19-100) - Siglo XXI Editores.