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Trabajar en la labor pastoral de una iglesia constituye uno de los más altos
privilegios para la vida de un cristiano. Es una labor honorable y es una
preciosa manera de invertir la vida para Dios y tendrá una elevada
recompensa en el reino de los cielos. A los ojos de la congregación, el
pastor, en condiciones normales, suele ser una persona reconocida, querida
y respetada. Además, el simple hecho de dedicar la vida y los esfuerzos a lo
que alguien ha sido llamado debería producir una vida de agradecimiento a
Dios.
La familia es sin lugar a dudas una de las áreas más sensibles del pastor.
Un hombre puede afrontar más fácilmente los ataques y las luchas que
debe enfrentar personalmente pero cuando estos ataques involucran a la
familia la presión puede alcanzar cotas insospechadas. Posiblemente un
pastor no tenga problemas para enfrentar las críticas que las personas
hacen de su labor pastoral, Sin embargo, escuchar una acusación o una
crítica afilada dirigida a uno de sus hijos (más cuando la crítica tiene
fundamentos) es bastante doloroso para un pastor.
Sin embargo, para Dios no hay nada imposible y todas y cada una de las
situaciones que se puedan atravesar en el ministerio están contempladas
bajo la mano soberana de Dios y el pastor tiene la esperanza que si
aprende a vivir bajo la protección y la cobertura del Señor encontrará la
ayuda y el refugio necesario para no quedarse en el camino a lo largo de su
ministerio.
II. LA FAMILIA
A. La familia en la sociedad actual
La familia en la sociedad contemporánea atraviesa serias dificultades. Esto
no quiere decir que en otras épocas las familias hayan sido idílicas y que
solo las familias de hoy tienen problemas. Es muy común exponer un
discurso pesimista y tremendista sobre estos temas. Se debe entender que,
a lo largo de la historia, las familias han tenido que afrontar serios
problemas de muy diversa índole. En la actualidad, en la sociedad
postmoderna, la familia debe afrontar la opción de dejarse llevar por el estilo
de pensamiento del mundo o sujetarse a los principios bíblicos que han sido
un valor seguro.
Debe ser marido de una sola mujer (1ª Ti. 3:2) ¿Solo el pastor? ¿El resto de
hombres de la iglesia puede estar casado con varias mujeres? No parece a
simple vista un requisito muy elevado. Si profundizamos un poco en el texto
y en la situación de la sociedad de la época, podemos entender claramente
este texto. Cuando Timoteo recibió esta carta de Pablo estaba ejerciendo el
pastorado en la iglesia de Éfeso. Éfeso era una ciudad pagana en la que los
pecados sexuales estaban a la orden del día. Para aquellos que dicen que
la sociedad actual está muy mal no sé qué dirían de ciudad de Éfeso donde
la poligamia y la sexualidad desviada era algo común. Como
ejemplo[3] podemos citar el templo de Afrodita la diosa del amor en Corinto
que tenía adscritas mil sacerdotisas que en realidad eran prostitutas
sagradas que bajaban todas las tardes a la ciudad para realizar comercio.
En este contexto, el requerimiento de que el pastor que procedía de una
cultura pagana en la que muchas otras cosas eran normales, tenía mucho
más sentido. Hoy en estas palabras podemos encontrar una orden de parte
de Dios para los pastores, obviamente deben ser ejemplo de un matrimonio
que se ama. Trasladando esto a nuestra sociedad actual claramente el texto
hace referencia a que un pastor debe ser integro en la relación con su
mujer. Podemos vincular este texto a las palabras de Jesús: “Pero yo os
digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con
ella en su corazón.” Mateo 5:28 ¿No podrían estas palabras estar más
vinculadas en nuestra sociedad actual a la pornografía? La pornografía es
en la actualidad la principal fuente de inmoralidad sexual de nuestra
sociedad. Este cáncer que corrompe internamente no entiende de edades ni
de estratos sociales. Internet ha permitido que cualquier persona en
cualquier momento del día disponga en su dispositivo móvil de una
sexualidad totalmente corrompida de forma gratuita y privada.
Debe gobernar bien su casa (1ª Ti. 3:4). El paréntesis que encontramos en
el versículo 5 (“ el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de
la iglesia de Dios?”); nos ayuda a entender mejor a Pablo. La iglesia a fin de
cuentas es una familia y como no, es la casa de Dios. Acordes con otros
pasajes: “sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré” (Mt. 25:23). Se
puede entender que el pastor debe tener una familia ordenada. Esto puede
también ser entendido desde distintas perspectivas. Cuando la Biblia
enseña que el pastor debe gobernar bien su casa, algunos han entendido el
gobierno como la persona que única y exclusivamente decide las normas de
la casa y obliga al resto de la familia a cumplirlas incluso con el uso de la
fuerza.
El gobierno del pastor como padre y marido debe estar en armonía con el
resto de los principios bíblicos. La violencia, la gritería, el rencor, la
condenación, el temor, el legalismo no muestran una forma de gobierno
basada en la palabra de Dios. Por otro lado, la laxitud moral, la falta de
atención a la familia, la permisividad y la falta de disciplina tampoco
muestran los valores bíblicos que deben acompañar al gobierno de la casa.
Hay un texto que puede ser muy útil en este contexto “sino que, siguiendo la
verdad en amor, crezcamos en todos los aspectos en aquel que es la
cabeza” (Ef. 4:15). Otras traducciones dicen “hablando” o “andando”. El
pastor debe gobernar su casa con amor y con verdad. En colaboración con
su esposa, la cual, no debería tener ningún inconveniente en sujetarse a los
principios bíblicos cuando realmente hay una relación de amor entre los
conyugues y Dios. Con respecto a los hijos, impartir la disciplina necesaria
puede llegar a ser una difícil tarea, pero el pastor debe encontrar el
equilibrio entre mostrar el amor de Dios a la vez que la justicia y la santidad
del mismo. Esto nos lleva al tercer aspecto que muestran estos textos.
Los hijos del pastor deben vivir en armonía con el ejemplo e instrucción de
su padre (1 Ti. 3:4; Tit. 1:6).[4] Hay diversas interpretaciones del texto que
podemos encontrar entre los comentaristas bíblicos referente al texto de
Tito 1:6 en el que se exige que los hijos del pastor deben ser creyentes.
Algunos consideran que este texto se refiere al periodo de tiempo en el cual
los hijos viven en la casa del pastor. Esta opinión afirma que mientras los
hijos no se hayan independizado y vivan con sus padres los padres son
responsables de que los hijos sean obedientes y sean creyentes. Sin
embargo, una vez que se van de la casa para vivir su propia vida y en su
libre albedrío deciden no ser creyentes el pastor ya no es responsable
último de las decisiones de sus hijos.
Otros comentaristas, John MacArthur, por ejemplo, afirma que el pasaje de
Tito 1:6 cuando habla de hijos creyentes, está haciendo referencia a hijos
adultos. Estos afirman que un padre de familia puede trabajar duro y
mantener a su familia económicamente pero no haber conseguido que sus
hijos vengan al Señor. Estos hombres no son candidatos potenciales para
ser pastores[5]. MacArthur desde su postura calvinista continúa afirmando
que algunos pueden considerar que, si Dios no ha elegido o predestinado a
los hijos del pastor a ser salvos, entonces el hombre está en un serio
problema. Sin embargo, continúa explicando que esa perspectiva es un
punto de vista fatalista y no bíblico que falla en considerar el impacto de una
vida piadosa o la responsabilidad del creyente de evangelizar. Es
interesante analizar más detenidamente el siguiente párrafo en el que para
sorpresa de todos en este tema MacArthur parece estar más cerca de
Arminio que de Calvino
“Si en mi casa estoy comprometido a vivir una vida piadosa y virtuosa en la
integridad, y por medio de ella proclamar la verdad del evangelio salvador,
existe toda razón para creer que Dios en su gracia utilizará mi ejemplo para
redimir a mis hijos.”[6]
Sea como fuere, los pasajes son claros en cuanto a la responsabilidad del
pastor con respecto a sus hijos. La perspectiva de un hombre dedicado tan
intensamente al pastorado que olvida sus responsabilidades como padre
son un grave error y no están de acuerdo con el orden bíblico que se
enseña en las Escrituras. Los hijos del pastor nunca deben estar
descuidados por sus padres ni en las necesidades físicas, ni en las
emocionales ni en las espirituales.
Cuando Pablo habla que ha enseñado “todo el consejo de Dios” podría ser
aplicable a este tema. Cuando se medita sobre el ministerio tenemos que
tener una visión amplia de todos los principios bíblicos que tratan sobre este
tema.
Debe haber equilibrio entre el compromiso con la iglesia y el compromiso
con la familia para no fallar al compromiso con Dios. El pastor está llamado
a suplir las necesidades de la iglesia al igual que está llamado a suplir las
necesidades de su familia. La iglesia requiere de su tiempo, pero sus hijos
también. La iglesia requiere cuidados, su esposa y sus hijos también. El
pastor debe gobernar bien su casa, pero debe desechar el autoritarismo, la
gritería y la imposición desmedida. El pastor debe ser responsable con la
economía de la iglesia al igual que la economía de la familia.
Sin embargo, está más que demostrado que no son las posesiones
materiales las que hacen felices a las familias. Lo que los matrimonios
necesitan el uno del otro es tiempo, tiempo para estar juntos, tiempo para
compartir ideas, tiempo para arreglar desacuerdos tiempo para hablar, reír e
incluso llorar juntos. La comunicación también es esencial en la pareja, los
matrimonios necesitan expresarse habitualmente sus sentimientos el uno al
otro, compartir los puntos de vista, los desacuerdos, expresarse el amor,
comprenderse, ponerse de acuerdo o discutir buscando soluciones.
Igualmente, los hijos independientemente de la edad que tengan, necesitan
no solo las cosas materiales que sus padres le puedan comprar sino a sus
padres. Nunca he escuchado a un hombre decir que dedicó demasiado
tiempo a sus hijos. Sin embargo, son muchas las veces que he escuchado a
predicadores de cierta edad decir “si volviera atrás dedicaría más tiempo a
mis hijos” Jugar, hablar, transmitir verdades profundas en conversaciones
casuales, amar, cuidar no solo es una responsabilidad del padre sino un
privilegio que Dios ha dado a cada uno de ellos y que harían bien en
agradecer y disfrutar.
CONCLUSIÓN
Todos y cada uno de los pastores que Dios les ha permitido tener una
familia son responsables de velar por el buen funcionamiento de la misma.
La Biblia es bastante clara al respecto de esta afirmación.