Está en la página 1de 10

EL PASTOR Y SU FAMILIA

Trabajar en la labor pastoral de una iglesia constituye uno de los más altos
privilegios para la vida de un cristiano. Es una labor honorable y es una
preciosa manera de invertir la vida para Dios y tendrá una elevada
recompensa en el reino de los cielos. A los ojos de la congregación, el
pastor, en condiciones normales, suele ser una persona reconocida, querida
y respetada. Además, el simple hecho de dedicar la vida y los esfuerzos a lo
que alguien ha sido llamado debería producir una vida de agradecimiento a
Dios.

Sin embargo, el llamado pastoral puede ser observado desde distintas


perspectivas y algunas de ellas no son tan idílicas como se podría pensar
inicialmente. Las exigencias y los requisitos a los que está sometido el
pastor generan unas presiones tanto personales como familiares que si no
son bien gestionadas puede ocasionar serias dificultades tanto en la vida
del pastor como en la de su familia.

Se pretende analizar en este trabajo de investigación cuales son las


exigencias, los requisitos y las implicaciones que tienen tanto para la vida
del pastor como para su familia. Uno de los objetivos a alcanzar, es hacer
una distinción entre los requisitos bíblicos para el pastor y su familia y las
exigencias importadas por la cultura y la sociedad de nuestros días.

I.     EL PASTOR ES UNA PERSONA


En el año 2018, la comunidad evangélica fue golpeada con una trágica
noticia[1], “el suicidio de un joven y conocido pastor conmueve EE. UU” así
figuraba el título de la noticia. Andrew Stoecklein, de 30 años, de la
Iglesia Inland Hills en California, se suicidó debido a un cuadro severo de
depresión y ansiedad. La noticia era acompañada de una foto de una
preciosa familia en la que aparecían sonrientes el pastor, su bella mujer y
sus tres preciosos hijos pequeños. Tristemente la foto no podía ser más
contraria a la realidad de la noticia.
No tardaron mucho en aparecer artículos en las editoriales evangélicas
intentando dar explicaciones o encontrar la razón de por qué un pastor, que
debería ser el ejemplo a seguir por todos, termina quitándose drásticamente
la vida dejando a su esposa viuda y a sus tres hijos huérfanos. No es el
tema que se desarrolla en este trabajo, aunque sería interesante hacer un
profundo análisis de lo ocurrido a los ojos de las Escrituras. Se hace
referencia a esta historia para dar a entender algo tan sencillo como que los
pastores no son ni más ni menos que personas. Hombres que han sido
llamados para llevar a cabo una tremenda labor pero que a su vez deben
enfrentar las dificultades que todas las personas tienen que enfrentar.

La familia es sin lugar a dudas una de las áreas más sensibles del pastor.
Un hombre puede afrontar más fácilmente los ataques y las luchas que
debe enfrentar personalmente pero cuando estos ataques involucran a la
familia la presión puede alcanzar cotas insospechadas. Posiblemente un
pastor no tenga problemas para enfrentar las críticas que las personas
hacen de su labor pastoral, Sin embargo, escuchar una acusación o una
crítica afilada dirigida a uno de sus hijos (más cuando la crítica tiene
fundamentos) es bastante doloroso para un pastor.

Sin embargo, para Dios no hay nada imposible y todas y cada una de las
situaciones que se puedan atravesar en el ministerio están contempladas
bajo la mano soberana de Dios y el pastor tiene la esperanza que si
aprende a vivir bajo la protección y la cobertura del Señor encontrará la
ayuda y el refugio necesario para no quedarse en el camino a lo largo de su
ministerio.

II. LA FAMILIA
A.   La familia en la sociedad actual
La familia en la sociedad contemporánea atraviesa serias dificultades. Esto
no quiere decir que en otras épocas las familias hayan sido idílicas y que
solo las familias de hoy tienen problemas. Es muy común exponer un
discurso pesimista y tremendista sobre estos temas. Se debe entender que,
a lo largo de la historia, las familias han tenido que afrontar serios
problemas de muy diversa índole. En la actualidad, en la sociedad
postmoderna, la familia debe afrontar la opción de dejarse llevar por el estilo
de pensamiento del mundo o sujetarse a los principios bíblicos que han sido
un valor seguro.

Ahora bien, se puede caer en el error de asociar familia bíblica a familia


tradicional. Cuando la sociedad se refiere a familia tradicional, normalmente
está haciendo referencia al tipo de familia que era normal en sociedades
anteriores a la actual y no podemos afirmar que los principios que regían las
familias el siglo pasado estuvieran totalmente alineados con los principios
bíblicos. El hecho de que la mujer no tuviera derecho al voto hasta el año
1933 en España, o la ley de licencia marital que exigía a las mujeres la
autorización del marido para realizar actos y contratos no son claramente un
reflejo de la aplicación de los principios bíblicos a la familia.

Para muchos defensores de la “familia tradicional” ver a las mujeres siendo


amas de casa, dedicándose al cuidado de sus hijos y a la limpieza y
mantenimiento de sus hogares mientras que los hombres se dedican a
trabajar ya sea en sus profesiones seculares o desempeños ministeriales
como el de pastor sería una clara aplicación de los principios bíblicos. Esta
perspectiva, posiblemente satisfaga los anhelos paternalistas y anticuados
de sociedades anteriores, sin embargo, no responden a la situación actual
de las familias ni a las necesidades actuales de las mismas.
Actualmente, las mujeres al igual que los hombres, tienen derecho a
formarse académicamente, desarrollarse profesionalmente. Si se observa
detenidamente, el número de estudiantes femeninas en la universidad no
solo iguala, sino que en ciertos casos supera a los estudiantes masculinos
por lo que encontramos una sociedad llena de mujeres no solo con mayores
cualidades sino incluso con mayor formación que muchos hombres.

Después de esta contextualización del tema, ahora los pastores deben


asumir el reto de enseñar los valores y principios bíblicos sobre la familia de
forma que puedan ayudar a estas familias a gestionar toda esta novedad y
no por ello malvada lluvia de principios sociales. El reto implica enseñar los
principios para construir una la “familia bíblica” sin confundirla con una
“familia tradicional”.

B.   La familia del pastor


La familia del pastor no está exenta de caer en los mismos errores que el
resto de las familias de la iglesia. Podría plantearse la pregunta en esta
sección ¿Cuáles son los requisitos que debe cumplir el pastor referente a la
familia? ¿Son todos estos requisitos exclusivos del pastor? ¿Deben cumplir
el resto de los maridos y padres de la iglesia estos principios?

En las cartas de Pablo a Tito y a Timoteo encontramos algunos pasajes que


son ordenanzas de parte de Dios para que un hombre tenga un fuerte
compromiso familiar como prerrequisito para poder ser considerado apto
para el ministerio pastoral[2] «Que gobierne bien su casa, que tenga a sus
hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su
propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?)» (1 Ti. 3:4-5); «El que
fuere irreprensible, marido de una sola mujer y tenga hijos creyentes que no
estén acusados de disolución ni rebeldía» (Tit. 1:6).
De estos textos se desprenden tres aspectos importantes para el
matrimonio y la familia del pastor.

Debe ser marido de una sola mujer (1ª Ti. 3:2) ¿Solo el pastor? ¿El resto de
hombres de la iglesia puede estar casado con varias mujeres? No parece a
simple vista un requisito muy elevado. Si profundizamos un poco en el texto
y en la situación de la sociedad de la época, podemos entender claramente
este texto. Cuando Timoteo recibió esta carta de Pablo estaba ejerciendo el
pastorado en la iglesia de Éfeso. Éfeso era una ciudad pagana en la que los
pecados sexuales estaban a la orden del día. Para aquellos que dicen que
la sociedad actual está muy mal no sé qué dirían de ciudad de Éfeso donde
la poligamia y la sexualidad desviada era algo común. Como
ejemplo[3] podemos citar el templo de Afrodita la diosa del amor en Corinto
que tenía adscritas mil sacerdotisas que en realidad eran prostitutas
sagradas que bajaban todas las tardes a la ciudad para realizar comercio.
En este contexto, el requerimiento de que el pastor que procedía de una
cultura pagana en la que muchas otras cosas eran normales, tenía mucho
más sentido. Hoy en estas palabras podemos encontrar una orden de parte
de Dios para los pastores, obviamente deben ser ejemplo de un matrimonio
que se ama. Trasladando esto a nuestra sociedad actual claramente el texto
hace referencia a que un pastor debe ser integro en la relación con su
mujer. Podemos vincular este texto a las palabras de Jesús: “Pero yo os
digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con
ella en su corazón.” Mateo 5:28 ¿No podrían estas palabras estar más
vinculadas en nuestra sociedad actual a la pornografía? La pornografía es
en la actualidad la principal fuente de inmoralidad sexual de nuestra
sociedad. Este cáncer que corrompe internamente no entiende de edades ni
de estratos sociales. Internet ha permitido que cualquier persona en
cualquier momento del día disponga en su dispositivo móvil de una
sexualidad totalmente corrompida de forma gratuita y privada.

Esto sí que es una aplicación práctica de los principios bíblicos en la familia


de hoy. Las iglesias deberían enseñar con claridad acerca de estos peligros
a los que están expuestos especialmente los más jóvenes y que puede
llegar a ser una importante fuente de cadenas, condenación y dolor no solo
en solteros, sino también en muchos matrimonios.

Debe gobernar bien su casa (1ª Ti. 3:4). El paréntesis que encontramos en
el versículo 5 (“ el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de
la iglesia de Dios?”); nos ayuda a entender mejor a Pablo. La iglesia a fin de
cuentas es una familia y como no, es la casa de Dios. Acordes con otros
pasajes: “sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré” (Mt. 25:23). Se
puede entender que el pastor debe tener una familia ordenada. Esto puede
también ser entendido desde distintas perspectivas. Cuando la Biblia
enseña que el pastor debe gobernar bien su casa, algunos han entendido el
gobierno como la persona que única y exclusivamente decide las normas de
la casa y obliga al resto de la familia a cumplirlas incluso con el uso de la
fuerza.

El gobierno del pastor como padre y marido debe estar en armonía con el
resto de los principios bíblicos. La violencia, la gritería, el rencor, la
condenación, el temor, el legalismo no muestran una forma de gobierno
basada en la palabra de Dios. Por otro lado, la laxitud moral, la falta de
atención a la familia, la permisividad y la falta de disciplina tampoco
muestran los valores bíblicos que deben acompañar al gobierno de la casa.

Hay un texto que puede ser muy útil en este contexto “sino que, siguiendo la
verdad en amor, crezcamos en todos los aspectos en aquel que es la
cabeza” (Ef. 4:15). Otras traducciones dicen “hablando” o “andando”. El
pastor debe gobernar su casa con amor y con verdad. En colaboración con
su esposa, la cual, no debería tener ningún inconveniente en sujetarse a los
principios bíblicos cuando realmente hay una relación de amor entre los
conyugues y Dios. Con respecto a los hijos, impartir la disciplina necesaria
puede llegar a ser una difícil tarea, pero el pastor debe encontrar el
equilibrio entre mostrar el amor de Dios a la vez que la justicia y la santidad
del mismo. Esto nos lleva al tercer aspecto que muestran estos textos.

Los hijos del pastor deben vivir en armonía con el ejemplo e instrucción de
su padre (1 Ti. 3:4; Tit. 1:6).[4]  Hay diversas interpretaciones del texto que
podemos encontrar entre los comentaristas bíblicos referente al texto de
Tito 1:6 en el que se exige que los hijos del pastor deben ser creyentes.
Algunos consideran que este texto se refiere al periodo de tiempo en el cual
los hijos viven en la casa del pastor. Esta opinión afirma que mientras los
hijos no se hayan independizado y vivan con sus padres los padres son
responsables de que los hijos sean obedientes y sean creyentes. Sin
embargo, una vez que se van de la casa para vivir su propia vida y en su
libre albedrío deciden no ser creyentes el pastor ya no es responsable
último de las decisiones de sus hijos.
Otros comentaristas, John MacArthur, por ejemplo, afirma que el pasaje de
Tito 1:6 cuando habla de hijos creyentes, está haciendo referencia a hijos
adultos. Estos afirman que un padre de familia puede trabajar duro y
mantener a su familia económicamente pero no haber conseguido que sus
hijos vengan al Señor. Estos hombres no son candidatos potenciales para
ser pastores[5]. MacArthur desde su postura calvinista continúa afirmando
que algunos pueden considerar que, si Dios no ha elegido o predestinado a
los hijos del pastor a ser salvos, entonces el hombre está en un serio
problema. Sin embargo, continúa explicando que esa perspectiva es un
punto de vista fatalista y no bíblico que falla en considerar el impacto de una
vida piadosa o la responsabilidad del creyente de evangelizar. Es
interesante analizar más detenidamente el siguiente párrafo en el que para
sorpresa de todos en este tema MacArthur parece estar más cerca de
Arminio que de Calvino
“Si en mi casa estoy comprometido a vivir una vida piadosa y virtuosa en la
integridad, y por medio de ella proclamar la verdad del evangelio salvador,
existe toda razón para creer que Dios en su gracia utilizará mi ejemplo para
redimir a mis hijos.”[6]
Sea como fuere, los pasajes son claros en cuanto a la responsabilidad del
pastor con respecto a sus hijos. La perspectiva de un hombre dedicado tan
intensamente al pastorado que olvida sus responsabilidades como padre
son un grave error y no están de acuerdo con el orden bíblico que se
enseña en las Escrituras. Los hijos del pastor nunca deben estar
descuidados por sus padres ni en las necesidades físicas, ni en las
emocionales ni en las espirituales.

III.DIFICULTADES FAMILIARES DEL PASTOR


A continuación, se pretenden analizar las dificultades adicionales que el
hecho de ser pastor aporta a la familia. Los oficios de los padres siempre
afectan a la familia. Un soldado de las fuerzas armadas que tiene que pasar
meses fuera del hogar, el capitán de un carguero mercante que pasa seis
meses con su familia y seis meses en el mar sin ninguna duda condiciona
de alguna manera la vida familiar. La labor pastoral no se diferencia mucho
de otras profesiones en este sentido.

A.   Estrecheces financieras


Exceptuando las megaiglesias que encontramos en algunos países en los
que el evangelio ha tenido una penetración en la sociedad tan importante,
una gran cantidad de iglesias por todo el mundo están constituidas por un
pequeño grupo de familias y en muchos casos el dinero disponible no es
suficiente para soportar los gastos de la familia del pastor. Esto da lugar a
que muchos pastores tienen que ser pluriempleados de forma que
compatibilizan su trabajo secular con su trabajo pastoral. Otros sin embargo
se lanzan confiando en que Dios proveerá para sus necesidades personales
y se dedican a tiempo completo al ministerio, aunque la situación financiera
no les acompañe. Estas son decisiones personales muy importantes que sin
duda son mucho más fáciles de tomar para un pastor que está soltero que
para uno que está casado y con hijos. Como las verdades bíblicas son
paralelas, se deben tener en cuenta todos los pasajes que hacen referencia
a este tema. El hecho de gobernar bien su casa sin duda implica que el
hombre debe proveer del sustento necesario para el hogar.

Las dificultades pueden aparecer cuando “suplir las necesidades básicas”


significa cosas distintas para la esposa o los hijos de lo que significa para el
pastor. Este fenómeno ocurre en todas las familias, pero especialmente en
el pastor que ha decidido poner en primer lugar su labor pastoral antes que
posesiones materiales lícitas. El tema se presenta profundo y podría ser
objeto de un trabajo a parte así que se podría afirmar que el matrimonio
pastoral debe tomar las decisiones de una manera consensuada, ¿Cómo
caminarán dos juntos si no se pusieren de acuerdo? Se recomienda que
estas decisiones sean meditadas y tomadas delante de Dios en común
acuerdo desde un principio. Esto facilitará discusiones o desacuerdo futuros
ya que si ambos conyugues tienen una misma visión les será más fácil
afrontar los retos futuros.

B.   Falta de tiempo para dedicar a la familia.


En esta área, la labor del pastor también es parecida a otras profesiones
seculares. Sin embargo, el pastor puede caer más fácil en este error ya que
su trabajo conlleva responsabilidades muy altas. Las necesidades que debe
cubrir el pastor en la iglesia son siempre mayores de la que las horas del
día le permiten. Las urgencias deben ser atendidas y hay varios factores
que acrecientan esta presión. El pastor suele luchar con la tensión entre las
necesidades de la iglesia y las necesidades de su propia familia.

Estas tensiones no son solo propias de la sociedad contemporánea[7] los


ministros del evangelio a lo largo de la historia también han tenido que lidiar
con estas tensiones y algunos sin mucho éxito. En el caso de John Wesley,
tenemos un ejemplo clásico de contraste entre su éxito en el ministerio y su
vida familiar. En una anotación en su diario correspondiente al 19 de marzo
de 1751, escribió lo siguiente “No concibo que un predicador metodista
pueda excusarse delante de Dios por predicar un sermón menos, o hacer
un viaje menos, por la razón de ser casado en vez soltero. A este respecto,
ciertamente, ‘sobra decir que los que tienen esposa sean como si no la
tuvieran”.[8] Las consecuencias de su filosofía con respecto al matrimonio,
la relación con su esposa Molly fue un desastre durante la mayor parte de
su vida.
También tenemos al gran evangelista Whitefield que se casó bastante tarde
en su vida para que su matrimonio no interfiriera en su labor ministerial.
Whitefield consideraba que su matrimonio era un obstáculo fastidioso para
el servicio a Dios tal como narra su biógrafo Arnold Dallimore[9]
Otras esposas tuvieron peores circunstancias debido a la obra misionera
como la esposa de William Carey que terminó perdiendo la razón quedando
completamente loca y la esposa John G. Lake que sufrió un profundo
abandono debido a la entrega de su marido a las misiones.

La idea de nombrar todos estos ejemplos no es para sacar las vergüenzas


de ministerios pasados sino para alertar de los peligros que conlleva no
llevar los principios bíblicos a la familia del pastor. Es importante ser
equilibrado en el ministerio y llevar a la práctica todos los principios bíblicos
y realmente queremos llegar a la meta.

IV.     ENCONTRANDO EL EQUILIBRIO


Se puede observar en las Escrituras que, en muchos de los temas
importantes de la vida, las verdades se completan las unas a las otras. A lo
largo de la historia de la iglesia “se ponen de moda algunas doctrinas” o
digamos a que Dios permite que se les dé temporalmente más importancia
a unas verdades que ha otras. El mismo Pablo en el Nuevo Testamento, en
unas cartas dedica más tiempo a tratar unos temas que en otras y
viceversa. Verdades como la soberanía de Dios es compensada cuando se
enseña sobre la responsabilidad humana, la relación existente entre la fe y
las obras también es un claro ejemplo de estas verdades complementarias.

El tema que se presenta en este trabajo también debe enfrentarse desde la


misma perspectiva. Digamos que no se debe aportar una visión sesgada de
las verdades que la Biblia enseña sobre el ministerio, sino que se debe
llevar a la práctica desde una visión panorámica de las escrituras intentado
no dejar atrás las verdades que compensan las unas a las otras.

Cuando Pablo habla que ha enseñado “todo el consejo de Dios” podría ser
aplicable a este tema. Cuando se medita sobre el ministerio tenemos que
tener una visión amplia de todos los principios bíblicos que tratan sobre este
tema.
Debe haber equilibrio entre el compromiso con la iglesia y el compromiso
con la familia para no fallar al compromiso con Dios. El pastor está llamado
a suplir las necesidades de la iglesia al igual que está llamado a suplir las
necesidades de su familia. La iglesia requiere de su tiempo, pero sus hijos
también. La iglesia requiere cuidados, su esposa y sus hijos también. El
pastor debe gobernar bien su casa, pero debe desechar el autoritarismo, la
gritería y la imposición desmedida. El pastor debe ser responsable con la
economía de la iglesia al igual que la economía de la familia.

Después de un estudio detallado de las epístolas pastorales, se desprende


rápidamente la idea que cuando Dios busca pastores para cuidar del rebaño
busca personas ordenadas con sus propias vidas. En ningún texto del
Nuevo Testamento se enseña que los pastores deban tener familia como un
requisito para ejercer el pastorado, pero son innumerables los textos que
enseñan que si el pastor tiene familia se debe a su cuidado y a su atención
para que ese orden en el hogar sea trasladado a la iglesia de Dios.

A.   Consejos prácticos


Hay un refrán español que dice “consejos vendo, que para mí no tengo” con
el que se critica a las personas que van de “sabelotodo” por la vida
diciéndole a todos como deben hacer las cosas y luego ellos son un claro
ejemplo de desorden. Especialmente en el tema de la familia y los hijos, al
ser un asunto tan importante, reconocer que uno está cometiendo errores
viene a ser una tarea difícil y a la vez dolorosa. Además, los consejos
siempre deben contextualizarse en la situación social y cultural donde se
dan. Animar a un matrimonio a salir a cenar juntos e ir al cine a ver una
película romántica puede entenderse como una inversión de tiempo de
calidad para un matrimonio que vive en el centro de Londres, pero puede
resultar ridículo para una pareja de pastores que viven en la selva
amazónica de Ecuador. Al igual, recomendar a unos padres pasar un día con
sus hijos en un parque de atracciones puede ser bastante sencillo llevarlo a
cabo por un padre que vive en Madrid y dispone de una economía saneada,
pero una misión imposible para los padres de una misión en Afganistán.

Sin embargo, está más que demostrado que no son las posesiones
materiales las que hacen felices a las familias. Lo que los matrimonios
necesitan el uno del otro es tiempo, tiempo para estar juntos, tiempo para
compartir ideas, tiempo para arreglar desacuerdos tiempo para hablar, reír e
incluso llorar juntos. La comunicación también es esencial en la pareja, los
matrimonios necesitan expresarse habitualmente sus sentimientos el uno al
otro, compartir los puntos de vista, los desacuerdos, expresarse el amor,
comprenderse, ponerse de acuerdo o discutir buscando soluciones.
Igualmente, los hijos independientemente de la edad que tengan, necesitan
no solo las cosas materiales que sus padres le puedan comprar sino a sus
padres. Nunca he escuchado a un hombre decir que dedicó demasiado
tiempo a sus hijos. Sin embargo, son muchas las veces que he escuchado a
predicadores de cierta edad decir “si volviera atrás dedicaría más tiempo a
mis hijos” Jugar, hablar, transmitir verdades profundas en conversaciones
casuales, amar, cuidar no solo es una responsabilidad del padre sino un
privilegio que Dios ha dado a cada uno de ellos y que harían bien en
agradecer y disfrutar.

Finalmente, y no por ello menos importante tenemos la oración. El pastor


debe orar no solo por la extensión del reino de Dios y de la iglesia sino orar
por su familia. Poner en las manos de Dios su familia y pedir sabiduría de lo
alto para poder llevar a cabo tal alta responsabilidad.

 CONCLUSIÓN
Todos y cada uno de los pastores que Dios les ha permitido tener una
familia son responsables de velar por el buen funcionamiento de la misma.
La Biblia es bastante clara al respecto de esta afirmación.

Las labores que se realizan en la iglesia acompañadas de los trabajos


seculares pueden traer tensiones en el tiempo que se dedica a la familia.
Muchos predicadores hablan de la necesidad de ir a las misiones y de
predicar la palabra. Otros hablan de la importancia de dedicar tiempo a la
familia. Sin embargo, siempre aparece la misma tensión en el corazón del
pastor, la responsabilidad de ir y hacer discípulos junto con la de ser un
marido y padre que agrade al Señor. Cada ministro se encuentra en un
proceso de aprendizaje, no sería correcto descuidar ninguna de las dos
áreas y se necesita la ayuda de Dios para ser equilibrados en este tema.

Hay un texto que he personalizado en este tema y que siempre me ayuda a


dedicar tiempo a mi familia. No pretendo tergiversar el texto ni modificarlo a
mi antojo, pero se encuentra en Mateo 16:26: “¿qué aprovechará al hombre,
si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” cuando hablo sobre la
importancia de dedicar tiempo a la familia me aplico este texto para mí
mismo, pero un poco modificado ¿qué aprovechará al hombre, si ganare
todo el mundo, y perdiere el alma de sus hijos? Cuando pienso
profundamente en el llamado de Dios pienso en la importancia de la
salvación de mis hijas. Que galardón tendría yo si por entregar la vida para la
salvación de las almas de otros se perdieran las de mis hijas. Entiendo que
hay una parte que está en las manos de Dios, pero la parte que es mía me
gustaría cumplirla en las mejores condiciones posibles.

También podría gustarte