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Pra. Heather
Cuando somos chicos no hay conciencia del tiempo. En la adolescencia no nos dábamos
cuenta del paso del tiempo pero cuando comenzamos a crecer descubrimos que el
tiempo existe y -algo peor- que pasa. Comienzan las enfermedades y decimos: “¡Esto
nunca me pasó antes!”; aparecen las arrugas, las entradas, las calvicies, por la ley de
gravedad todo comienza ha afectarse (“se nos cae todo”); vemos a nuestros papás
envejecidos, experimentamos la muerte de nuestros primeros amigos o familiares y
reconocemos que el tiempo existe. Los investigadores de la vida dicen que a los treinta
años comenzamos a darnos cuenta que el tiempo avanza y que no seremos eternos.
Debemos aprovecharlo bien el tiempo en la tierra.
Pra. Heather