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ENCINTADA

Una cinta transparente y fuerte, en la oscuridad del ambiente cálido la alimenta por nueve
meses, dentro del sagrado vientre de su madre.

Una cinta satinada, rosa y delicada, ahora envuelve su cuerpo de niña delgada, ejercitada y
entrenada, que se encuentra increíblemente imantada hacia la danza, y en puntas se mueve
alegre y vibrante, alrededor de su cinta brillante.

Una cinta color rojo, poderosa, fluida y acunada por la luna se desprende de repente de su
vientre, y a partir de ahora cada mes vendrá una, recordando los movimientos que danzan a
otro ritmo en el interior de su simiente y que poco comprende su mente.

Una cinta, abandonada, rezagada, olvidada, desteñida y pálida, observa de manera acallada
como va siendo reemplazada por aros, dados, cartas de azar y otros juegos que distaren las
manos de quien un día danzaba, alegre y vibrante mientras empuñaba con suave firmeza
aquella cinta.

Una cinta ya rasgada completamente por la mente ondula en un movimiento tímido y


titubeante para intentar conectar su corazón y su vientre, que ahora está latente preparando
una nueva cinta transparente y fuerte, ahora, dentro de la oscuridad de su propio vientre

Lo poco que quedaba de la cinta ahora se desvanece, agónicamente en la oscuridad de su


vientre que no es menos tenebrosa que su mente y su corazón reconoce la penumbra a la que
ahora ha de enfrentarse. Solo queda el vivo color del rio de su sangre que le habla del verde
esperanza y le susurra ilógicamente que algún día de la muerte se renace.

Las entelequias algunas veces sucumben, otras veces confunden y de vez en tanto arden, pero
con el camino recorrido y el tiempo detenido. Un día cualquiera, de un mes cualquiera, el
aletargamiento y los susurros se detuvieron, ahora un ruido estentóreo desde muy adentro, no
se siente el cuerpo, pero se respira prana, nadie habla, pero una voz dice: “mujer maestra”
¡míranos! Hemos estado a tu diestra ... y llegó la hora. Sabemos que estas “lista”

No era una cinta, nunca fue solo una cinta, somos varias cintas, fuertes, transparentes y hay
también de muchos colores, pero siempre permanecemos vibrantes, danzando en espiral hacia
la sabia fuente.

Gianna!

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