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«Es para corregir mí error»


Arthur Leywin

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The Beginning After
The End
Libro V: Convergence
By TurtleMe

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Sabes, nunca tuve recuerdos de una familia real en mi antigua vida.
Crecer en un entorno en el que nadie me quería de verdad, y a su vez ser
insensible y distante con los demás me convirtió en un luchador sin igual…
pero en una persona de mierda. Puede que no sea el luchador o mago más
fuerte ahora, pero puedo afirmar que soy mucho mejor persona de lo que
fuí.

Para proteger a sus seres queridos, Arthur Leywin debe revelar la verdad
de su identidad. Si quiere cumplir con su papel en la guerra entre los asuras
divinos y los demonios de Vritra, debe dejar de lado a los que debe proteger
y viajar a la tierra de las deidades y los dragones.

Sin embargo, primero debe escapar. Arthur se encuentra ante los reyes y
reinas de Dicathen, acusado de un crimen que no ha cometido. Será
necesario un acto de los dioses para salvarle de que le quiten su magia,
dejándole sin poder en la guerra que se avecina. Afortunadamente para
Arthur, aún puede contar con los dioses entre sus amigos.

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TABLA DE CONTENIDO
XCVIII. EL CASTILLO FLOTANTE

XCIX. COMPAÑERO CAUTIVO

C. INTENCIONES

CI. VISITANTES

CII. PIEZAS DE AJEDREZ

CIII. CONGREGACIÓN PECULIAR

CIV. LOS OCHO GRANDES

CV. CUANDO LA IGNORANCIA ES LA FELICIDAD

CVI. EL MAYOR ENEMIGO DE LA LÓGICA

CVII. UNA TOLERANCIA DE MALA GANA

CVIII. LOS MÁS CERCANOS A LOS DIOSES

CIX. PASO DE CARACOL

CX. EL ARTE PERDIDO

CXI. BUENAS NOCHES

CXII. NUEVO OBJETIVO DESCUBIERTO

CXIII. PARA CAZAR UNA PRESA

CXIV. TRABAJOS DE UN SOLO PASO

CXV. DOMINIO DEL PREDADOR

CXVI. LO QUE HAY EN EL INTERIOR

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CXVII. PASOS HACIA ADELANTE Y ATRÁS

CXVIII. EL VASO DE AGUA

CXIX. PORTADOR DE NOTICIAS SOMBRÍAS

CXX. OPORTUNIDADES DE APRENDER

CXXI. EL ÚLTIMO MENTOR

CXXII. WREN KAIN IV

CXXIII. BATALLAS EN VARIOS ESCENARIOS

CXXIV. PREPARACIONES

CXXV. LA CALMA DE LA GUERRA

CXXVI. LA CALMA DE LA GUERRA II

CXXVII. CARGAS OCULTAS

CXXVIII. DE PRINCESA A SOLDADO

CXXIX. REUNION

CXXX. DIBUJANDO MÁS CERCA

CXXXI. MÁS ALLÁ DE LA PUERTA

CXXXII. PRIMERA VENIDA

CXXXIII. EL CORAZÓN DE UN GUERRERO

CXXXIV. TAN RÁPIDO COMO APARECIÓ

CXXXV. LLEGADA

CXXXVI. PARA CORREGIR MI ERROR

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EL CASTILLO FLOTANTE

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Punto de Vista de Arthur Leywin

—Arthur Leywin, hijo de Reynolds y Alice Leywin. El Consejo ha


decretado que, debido a sus recientes acciones de violencia excesiva y a las
circunstancias no concluyentes involucradas, su núcleo de maná será
restringido, su título de mago será despojado, y deberá ser encarcelado
hasta que se realice un nuevo juicio.—hizo una breve pausa—Que se llevará
a cabo de inmediato.

Esas palabras pronunciadas con indiferencia y una fría autoridad fueron


seguidas por parte de la gente que me rodeaba con tres reacciones
diferentes. La primera vino de aquellos que eran ignorantes, pero poseían
curiosidad. Estos me observaban perplejamente, estudiando mi apariencia
mientras trataban de hacerla encajar con las palabras que la Lanza Varay
acababa de citar.

Circunstancias no concluyentes… Violencia excesiva…

Podía sentir su cauteloso escepticismo mientras intentaban comprender en


silencio cómo un chico que apenas entraba a la etapa de la adolescencia
podía hacer que el propio Consejo emitiera el veredicto en lugar del
gobernador de la ciudad.

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La segunda reacción se produjo en aquellos que veneraban ciegamente a
cualquier forma de autoridad superior, reflejando en sus rostros la
ingenuidad con la que aceptan cualquier cosa. Estos tomaron las palabras
escritas en el artefacto de comunicación como una verdad absoluta. Podía
oír sus susurros desde mi posición y ver cómo sus ojos me miraban con
desprecio mientras tomaban la postura de que yo debía ser el responsable
de todo lo que había ocurrido dentro de la academia.

La tercera reacción era la que hubiera esperado solo de mi familia, pero


para mi sorpresa, tanto los estudiantes como los docentes que aún tenían
fuerzas para hablar y que habían participado en el incidente, gritaron en
señal de protesta. Como mi familia fue la más cercana, pude oírlos con
mayor claridad.

—Disculpe su Señoría, debe haber algún tipo de error—exclamó mi madre


desde el otro lado de la valla.

—Ella tiene razón, estoy seguro de que todo esto tiene una explicación. Mi
hijo nunca… Debe haber una explicación para esto—replicó mi padre.
Aunque dudó por un segundo, sabiendo perfectamente de lo que era capaz.

Se presentaron más gritos de protesta, algunos de alumnos que reconocía y


otros del personal presente en el lugar, pero Varay los ignoró a todos.

—¡Esto no tiene sentido! ¿Cómo se atreven a castigar a quien realmente


nos salvó? Si no fuera por Arthur, a ustedes las Lanzas no les quedaría a
nadie a quien salvar.

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Giré la cabeza hacía el origen de la voz. Para mi sorpresa, era Kathyln
Glayder. Esta caminaba hacia mi dirección con una furia desenfrenada en
sus ojos, una expresión que nunca había visto ni esperaba ver en ella.

—Me encargaré de que mi madre y mi padre anulen este decreto de


inmediato.

La Lanza abrió el pergamino que sostenía, revelando las firmas que poseía.

—Tu padre y tu madre fueron los que junto con el rey y la reina
Greysunders votaron a favor de esta sentencia—señaló. Aunque sus
palabras eran respetuosas, su expresión y su tono solo podían describirse
como indiferentes, incluso groseros.

El hermano de Kathyln la retuvo, hablándole en voz baja al oído. No pude


escuchar lo que le dijo, pero la princesa finalmente cedió, con la cara roja y
el cuerpo temblando. Curtis seguramente sabía que, por mucho que se
intentara razonar con la mujer, no escucharía. No estaba en sus facultades
el decidir.

—Disculpe, ¿Puedo hablar con mi familia por última vez antes de que me
lleven?—pregunté, aunque mi voz salió más áspera de lo que hubiera
querido. Varay asintió estrictamente con la cabeza y yo me dirigí hacía
donde se encontraban mis padres apoyados en la valla. Por unos segundos,
nos quedamos mirando sin saber que decir.

—No se pongan tan tristes. Este malentendido se aclarará pronto.

Les mostré una gran sonrisa esperando disimular mi preocupación. Tenía


aliados dentro del Consejo, pero había demasiados factores desconocidos en

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juego. Aunque estaba más preocupado por Sylvie que por mí. Tener un
dragón vivo en nuestro continente no era un asunto que se pudiera evitar.

Mi fachada debió fallar al concentrarme en mis pensamientos, ya que las


expresiones de mis padres cambiaron. Ambos me miraron asustados y con
los ojos muy abiertos.

—Dime… no tienes ni idea de si podrás volver con nosotros, ¿verdad?—


dijo mi madre preocupada. No pude mirarla a los ojos, así que me centré en
sus manos. Sus dedos estaban pálidos por la fuerza con la que agarraba la
valla de hierro.

—Hermano, no vas a ir a ninguna parte, ¿verdad? Todo esto es una broma,


¿Verdad? ¿Verdad?

La cara de Ellie estaba completamente colorada, me di cuenta de que estaba


haciendo todo lo posible para no romper en llantos. Estaba tan tensa que
sus labios estaban casi blancos. Me incliné hacia delante para mirarla frente
a frente. Observé su rostro infantil sin poder creer que ya tuviera diez años.
Uno de mis mayores remordimientos en esta vida es no haber estado a su
lado mientras crecía. La pude conocer por primera vez cuando tenía cuatro
años pero incluso después de eso, solo había estado con ella unas pocas
semanas. Solo espero poder volver a verla antes de que se convierta en una
adolescente… o simplemente alguna vez. Desechando estos indeseados
pensamientos, me levanté de nuevo, apartando mi mirada del rostro de Ellie.

—¡Definitivamente volveré a casa!—declaré, dando la vuelta justo a


tiempo para que no se dieran cuenta que me lagrimeaban los ojos.

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La Lanza llamada Olfred conjuró un golem de piedra debajo de mí,
levantándome y separándome de Sylvie, a quien Varay se llevó en un orbe
de hielo que había conjurado. La Lanza Bairon se acercó a nosotros llevando
el cadáver envuelto de su difunto hermano menor. Su mirada me atravesó
con puro veneno, pero por lo menos no volvió a atacarme.

Y así… nos fuimos. Bairon informó a los demás que se desviaría a la casa de
su familia para entregar el cuerpo de Lucas para un funeral apropiado.
Olfred parecía estar a punto de discutir, tal vez pensando que el cuerpo
debía ser devuelto al Consejo para su exámen, pero Varay le hizo un gesto
para que no lo hiciera. Sólo podía suponer que esa era una discusión que
tendrían en otro lugar.

No estaba seguro si convertirse en mago de núcleo blanco te daba la


capacidad de volar, pero incluso sin invocar ningún hechizo, las tres lanzas
eran capaces de hacerlo, y aún les quedaba suficiente energía para que el
golem que me llevaba volara también.

Mis ojos se mantuvieron fijos en la Academia Xyrus, que parecía hacerse


cada vez más pequeña cuanto más nos alejamos. El lugar en sí no
significaba mucho para mí, pero mi tiempo en la escuela lo había pasado
como un estudiante mago común y corriente. Me consideraban un
superdotado, pero seguía siendo un simple estudiante. Mientras la ciudad
flotante se alejaba por debajo de nosotros, tuve la sensación de que dejaba
atrás mi vida de chico corriente. Una vida que probablemente no volvería.

Viajamos sin palabras por el cielo; todos mis intentos de entablar una
conversación se habían esfumado con el viento, o tal vez simplemente me

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estaban ignorando. Por muy amablemente que me trataran, para ellos
seguía siendo un prisionero que esperaba ser juzgado.

'Papá, ¿qué nos pasará?' Sylvie expresó en mi cabeza.

'No estoy muy seguro, Sylvie. Pero tranquila, estaremos bien'. Le envié. No
respondió, pero pude percibir las emociones que sentía: incertidumbre,
miedo, confusión.

Nos dirigimos hacia el sur, aunque me resultaba imposible saber


exactamente en dónde estábamos. Debajo de nosotros, lo único que podía
ver eran las Grandes Montañas que dividían el continente de Dicathen por
la mitad.

—Deberíamos parar aquí para pasar la noche—dijo Varay, descendiendo


por las montañas mientras Olfred y el golem de piedra que me llevaba la
siguieron poco después.

Aterrizamos en un pequeño claro 1 en el borde de las Grandes Montañas,


frente al Beast Glades. Todavía tenía los grilletes en las muñecas y en los
tobillos, así que me senté apoyado en un árbol viendo cómo Olfred
levantaba una cabaña de piedra con un simple movimiento de muñeca.

—Quédate quieto, Arthur Leywin.

Sin esperar a que respondiera, Varay sujetó un artefacto sobre mi esternón.


Al instante, sentí que el maná se drenaba de mi núcleo mientras el
dispositivo se hundía más en mi piel.

1 En el sentido más general, un claro es una zona despejada dentro de una sábana arbolada.

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—Mi magia no puede ayudarme a escapar. ¿Para qué la precaución?—
pregunté con los dientes apretados. La sensación de que mi maná fuera
contenido a la fuerza no era agradable.

—Hay otras formas en las que puedes causarnos problemas—respondió


escuetamente. Luego levantó a Sylvie que seguía encerrada en la prisión
translúcida y se retiró a una segunda cabaña sólo unos instantes después de
que Olfred la hubiera conjurado.

—¿Cómo podría siquiera…?—murmuré en voz baja, molesto.

—Es porque estamos muy cerca de los Beast Glades—respondió Olfred.


Giré la cabeza hacia la Lanza que tomó asiento en un banco recién creado a
mi lado.

—Pero eres una Lanza. ¿Estás diciendo que hay bestias de maná que
incluso tú no eres capaz de derrotar?—pregunté.

—No me he encontrado con ninguna hasta ahora, pero los Beast Glades
encierran muchos misterios de los que incluso las Lanzas tienen que
cuidarse, especialmente por la noche cuando las bestias más poderosas
vagan. A pesar de nuestros poderes, muchacho, seguimos siendo mortales,
la muerte nunca está lejos de nosotros y con todos los sucesos extraños de
estos días, nunca está de más ser precavido.

Hubo un breve silencio, solo roto por el bajo sonido del viento que aullaba.

—¿Qué estoy haciendo contándole todo esto a un niño?—suspiró.

Luego incliné mi cabeza en dirección a la cabaña.

—Para ser honesto… tu compañera no parece ser la mejor compañía.

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Me sorprendí cuando la vieja Lanza estalló en una carcajada.

—Tienes razón, muchacho. Déjame decirte que pasar tiempo con Varay y
Bairon juntos es más estresante que cualquier bestia de maná de clase SS
con la que haya luchado.—sin dejar de sonreír, me miró.—Déjame
preguntarte algunas cosas. Tengo curiosidad por saber cómo te convertiste
en un mago tan fuerte a tu corta edad.

—¿Cómo sabes que soy fuerte? Nunca me viste luchar—desafié.

—He oído a Bairon hablarme de su hermano menor del que tú mataste.


También escuché algunas historias de los estudiantes con los que hablé—
respondió, encogiéndose ligeramente de hombros.

Hablamos durante un rato. Pude observar durante nuestra conversación


que, aunque Olfred parecía amable, en realidad fue muy reservado. No pude
sonsacarle ningún tipo de información, hablaba con profesionalidad sin
revelar nada crucial al igual que yo. A pesar de nuestro pequeño baile de
conversación educada, había una sutil tensión entre nosotros cuando
entrelazaba mis preguntas con bromas. Anduvimos con precaución al emitir
nuestras ligeras palabras a cada uno de nosotros pescando pistas para
satisfacer nuestra mutua curiosidad. Tras una hora de esfuerzos
infructuosos por ambas partes, Olfred me sugirió que durmiera un poco.
Aunque Olfred no fue tan distante como su compañero, fue en cierto modo,
más misterioso. Desafortunadamente, no había tenido la amabilidad de
crear una cabaña de piedra para mí, como había hecho para él y Varay. Sin
refugio ni la protección de mi maná, los fuertes vientos me provocaron

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escalofríos en todo el cuerpo, y me hice lo más pequeño posible mientras me
acurrucaba contra el árbol.

En algún momento me quedé dormido, pero me desperté bruscamente


cuando el golem de piedra me levantó como un saco de arroz.

—Hola, mejor amigo—acaricié con indiferencia al golem conjurado


mientras me devolvía al aire.

'Sylvie, ¿cómo estás?' Le pregunté a mi vínculo.

'Estoy bien papá. La jaula es un poco pequeña, pero cómoda'. Respondió.

Sus emociones estaban ligadas a las mías, así que tuve cuidado de no dejar
que la preocupación que sentía se filtrara a ella. No necesitaba que supiera
lo preocupado que estaba, ni lo que el Consejo podría hacerle si descubría la
verdad de su origen.

Al sobrevolar el Beast Glades, me di cuenta de lo grande que era nuestro


continente. La diversidad del terreno de las bestias de maná parecía no
tener fin. Pasamos por encima de desiertos y praderas, montañas nevadas y
cañones rocosos. Más de una vez nos habíamos cruzado una bestia de maná
lo suficientemente grande como para ser vista incluso desde la altura a la
que volábamos.

Olfred y Varay liberaron constantemente su intención de matar


ahuyentando a todas las bestias de maná que se encontraban en nuestro
camino. Sin embargo, varias veces nos desviamos para evitar alguna
amenaza que no podía percibir, y en esos momentos las lanzas retiraron sus
auras. Supuse que Varay me había puesto el artefacto de restricción de

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maná para no atraer a propósito la atención de las peligrosas y territoriales
bestias de maná. Tenía que elogiarla, ya que eso era algo que probablemente
habría sido una oportunidad para escapar, aunque si hubiera tenido la
capacidad de sobrevivir en las profundidades del Beast Glades, incluso si
hubiera escapado, era una pregunta de la que no tenía mucho interés por
conocer la respuesta. Varay se detuvo de repente, enviando una ráfaga de
viento a su alrededor para poder flotar en el aire, y sacó el pergamino de
comunicación en el que había leído la sentencia del Consejo.

—Estamos aquí—dijo después de examinar cuidadosamente la zona que


nos rodeaba.

Miré al cielo, pero no había nada cerca de nosotros aparte de los pájaros lo
suficientemente tontos como para aventurarse cerca de los humanos
voladores. Justo cuando iba a preguntarle qué pasaba, Varay levantó una
mano, como si buscara algo en el aire. Con un suave chasquido, el cielo se
separó para revelar una escalera de metal.

Olfred sonrió al ver mi boca abierta.

—Bienvenido al castillo flotante del Consejo, niño.

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COMPAÑERO CAUTIVO

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—Parece que algunas de las bestias de maná más agudas han detectado el
castillo. Deberíamos darnos prisa si no queremos problemas innecesarios—
dijo Olfred, a nadie en particular.

—Sí—respondió Varay.

El sonoro rugido de las bestias de maná que había debajo nos impulsó a
subir la vieja escalera. Bueno, yo no, ya que me llevaban sobre el hombro
del golem, libre para admirar los peldaños de hierro, llenos de abolladuras y
óxido. Mirando hacia abajo desde el cielo, pude distinguir débilmente los
sutiles movimientos de unas enormes bestias de maná envueltas en el denso
grupo de árboles. El golem de piedra que me llevaba colgado del hombro me
bajó suavemente en la base de la escalera. Luego se desmoronó en arena y
se reconstruyó en forma de capa, ajustándose al hombro de Olfred.

Wow…

Olfred me guiñó un ojo al notar mi expresión de sorpresa.

—Los enanos siempre llevamos un poco de tierra dondequiera que


vayamos—dijo mientras la puerta se cerraba tras nosotros.

Pensé que estaríamos rodeados de oscuridad, pero una sustancia parecida al


musgo que cubría las paredes empezó a brillar con una suave luz azul. Varay

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disolvió las esposas de hielo que encadenaban mis piernas para que pudiera
caminar por mi cuenta. Ella tomó la delantera, mientras Olfred nos seguía
de cerca.

Llevábamos al menos una hora subiendo un tramo de escaleras que parecía


interminable cuando finalmente expresé mi frustración.

—¿No hay una forma más rápida de subir esta absurda escalera?

Debido al proceso de asimilación por el que había pasado, era más fuerte
que la mayoría de los humanos incluso sin mi núcleo de maná, pero seguía
impacientándome por perder el tiempo subiendo unas estúpidas escaleras.

—La magia no puede usarse en las entradas del castillo—respondió Varay


de inmediato, con una pizca de impaciencia en su fría voz.

Dejé escapar otra respiración profunda y seguí en silencio mientras echaba


una mirada a mi vínculo. Sylvie dormía mucho más de lo habitual debido a
su reciente transformación en la academia. Windsom me había explicado
aquella vez sobre las diferentes formas que podían utilizar los asuras
dependiendo de la situación, pero nunca supe cuánto le costó a Sylvie
liberar su forma dracónica. Sin embargo, tiene sentido, Sylvie era
básicamente una recién nacida a los ojos de las deidades que podían vivir
miles de años.

Perdido en mis pensamientos, no me di cuenta de que Varay se había


detenido. Solté un gruñido de sorpresa al chocar con ella. La Lanza era un
poco más alta que yo, pero yo estaba un escalón por debajo de ella, por lo
que mi cara había chocado con su espalda. Sin embargo, mis brazos, que
estaban esposados delante de mí, habían golpeado en un lugar un poco

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más… íntimo. No le di mucha importancia, pero Varay reaccionó de una
manera que no me esperaba. Dejó escapar un chillido bastante femenino
mientras saltaba hacia delante. Se giró para mirarme y pude ver cómo su
cara se sonrojaba por la vergüenza y la sorpresa, antes de contraerse en una
mirada temible que podría haber hecho sudar frío a cualquier otro ser
humano o bestia de maná.

Se recompuso, se dio la vuelta y puso la mano en el extremo de la escalera


antes de murmurar en voz baja:

—Ya hemos llegado.

Olfred, con una sonrisa divertida bajo la barba, se encogió de hombros y me


empujó hacia delante.

Una luz deslumbrante se filtraba a través de la grieta de la pared que se


había separado. Mis ojos se adaptaron hasta que por fin pude distinguir lo
que había delante. Un pasillo brillantemente iluminado con un techo
arqueado se extendía por encima de nosotros. Todas las paredes visibles
estaban esculpidas con diseños misteriosos. Las runas grabadas hacían que
el pasillo se pareciera más a un monumento conmemorativo con nombres
de difuntos que a una lujosa decoración; cada grabado y diseño parecía
tener un propósito y un significado. Había sencillas lámparas de araña
colgadas del techo cada pocos metros, pero aunque la sala estaba muy
iluminada, la luz blanca daba al lugar una sensación de frialdad y falta de
emoción que me recordaba a los hospitales de mi antiguo mundo.

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—Ahora que estamos dentro del castillo, es mejor que no converses con
nosotros—susurró Olfred con un frío inusual en su voz mientras
entrábamos por la puerta de estructura tosca.

Solo el eco de nuestros pasos llenaba el pasillo mientras caminábamos. A


ambos lados del pasillo había puertas que no coincidían, el pasillo se
conformaba por puertas de diferentes colores y materiales, todas muy
distintas entre sí. El pasillo parecía no tener fin, así que me sentí aliviado
cuando Varay se detuvo en el camino ante una puerta aparentemente
aleatoria a nuestra izquierda. Golpeó la puerta sin pausa hasta que ésta se
abrió, revelando a un hombre con armadura.

—Mis señores—dijo el guardia, arrodillandose inmediatamente con la


cabeza inclinada.

—De pie—respondió Varay con frialdad.

Cuando el guardia se levantó de nuevo no estableció contacto visual con


ninguno de las Lanzas. Solamente dirigió su mirada fija en mí, observando
con curiosidad y cautela.

—Avisa al Consejo de nuestra llegada—Olfred hizo un gesto de


impaciencia al guardia.

El hombre con armadura hizo otra rápida reverencia y desapareció detrás


de una puerta negra que había quedado oculta, aparentando ser una parte
de la pared hasta que se abrió.

Al cabo de unos minutos, el guardia regresó y nos abrió completamente la


puerta, permitiéndonos entrar.

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—Code Zero y Code Balrog han recibido permiso para reunirse con el
Consejo, junto con el prisionero Arthur Leywin.

Miré a Olfred levantando una ceja y cuando pasó junto a mí, murmuró:

—Bah. Nombres en clave—como si estuviera avergonzado.

Seguí detrás de las dos Lanzas con una sonrisa irónica. Lo que me esperaba
por delante probablemente determinaría mi futuro, pero de repente lo único
en lo que podía pensar era en los nombres en clave de las demás Lanzas.

Pasé por delante del guardia y atravesé la puerta oculta, e inmediatamente


pude percibir un cambio en el ambiente. Estábamos en una gran sala
circular con un techo alto que parecía estar hecho completamente de cristal.
La sala estaba escasamente decorada, con sólo una larga mesa rectangular
al fondo. Los seis miembros del Consejo estaban sentados detrás de la mesa
y cada uno me miraba con una expresión diferente.

—Sus Majestades.

Olfred y Varay se inclinaron hacia el Consejo mientras los reyes y reinas se


levantaban de sus asientos. Sin saber exactamente qué dictaban las
costumbres en situaciones como esta, seguí el ejemplo de los dos Lanza y
me incliné también.

—¡Ignorante! ¿Te consideras al mismo nivel que las Lanzas? Deberías


arrodillarte como mínimo en señal de respeto—retumbó una voz ronca.
Levanté la vista y vi que era el rey enano, Dawsid Greysunders.

Llevaba una espesa barba marrón que le salía de la barbilla que le cubría
hasta la parte superior del torso.

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La parte de su pecho estaba cubierto por una armadura de cuero adornada
con placas de oro que parecía contener sus músculos más que protegerlos.
Con su gran barba erizada y sus ojos oscuros y pesados, le hacían parecer
mucho más rudo de lo que realmente era. Sin embargo, al ver su mano
suave y sin vellosidad que hacía girar la copa de vino dorada, me pregunté si
esos músculos se usaron alguna vez, o si eran sólo para aparentar.

Mi rostro se contorsionó es una expresión de fastidio que no pude controlar.


Pero antes de que pudiera replicar, vi al padre de Tessia, el Rey de los Elfos,
Alduin Eralith, frunciendo el ceño preocupado. Me hizo un rápido
movimiento de cabeza advirtiéndome claramente que no hiciera nada que
molestara al rey enano. Apretando la mandíbula, cedí y me arrodillé.

—Mis disculpas, sus Majestades. No soy más que un chico del campo
inculto en las costumbres de los nobles y la realeza.

Greysunders resopló y volvió a sentarse, cruzando los brazos mientras su


robusto cuerpo se hundía en la silla. Las venas de sus musculosos brazos se
estiraban con cada pequeño movimiento.

—Ya, ya. Estoy seguro de que el viaje fue largo y todos deben estar
ansiosos por comenzar. Varay, quita las esposas a Arthur—dijo Blaine
Glayder, el padre de Curtis.

La Lanza disolvió las esposas que me ataban las muñecas pero dejó a la
dormida Sylvie dentro de su orbe congelado.

Observé a los gobernantes de este continente. Habían pasado años desde la


última vez que vi a Blaine y Priscilla Glayder, pero, aparte de las pocas
arrugas de más, poco había cambiado en ellos. Especialmente la expresión

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de la Reina de los humanos que transmitía una fuerte determinación a pesar
de las oscuras bolsas bajo sus ojos.

Nunca había visto a la Reina de los Enanos, pero era varonil tal y como
esperaba. Tenía una mandíbula cuadrada y definida, con ojos afilados, y su
cabello oscuro estaba recogido en una cola de caballo. Sin embargo, a
diferencia de lo que yo había imaginado, alrededor de sus gruesas muñecas
y cuello se amontonaban brazaletes de oro y otros metales finos, que
hablaban de sus lujosos gustos.

Sin embargo, Alduin y Merial Eralith parecían haber envejecido


considerablemente en los pocos días que habían pasado desde la última vez
que los vi. Lo cual no me sorprendió en lo absoluto ya que su única hija
había sido el centro del acto terrorista de Draneeve en la academia.

Las dos Lanzas se apartaron unos pasos de mí mientras miraba al Consejo.


Alduin Eralith habló con un tono suave y vagamente culpable. Por lo que
había dicho Varay. Alduin y Merial no habían apoyado la orden de
arrestarme, algo que agradecí mucho.

—Arthur Leywin. Antes de empezar, me gustaría darte las gracias, no


como líder, sino como padre, por salvar a mi hija…

—¿Necesito recordarte que estamos aquí como líderes de este maldito


continente, no como padres?—intervino Dawsid, golpeando con los puños
la mesa—. Este chico mutiló a uno de sus compañeros antes de matarlo.
Todos hemos leído la descripción que nos envió el explorador.

Priscilla sacudió la cabeza, interviniendo con tranquila dignidad al decir:

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—Dawsid, no creo que sea necesario…

—Ambas piernas aplastadas hasta la mitad del muslo. El brazo izquierdo


desmembrado y cauterizado 2 más allá del codo. El brazo derecho congelado
y aplastado. Genitales...

Mientras el rey enano leía el pergamino, incluso él parecía tener dificultades


para decir lo que venía a continuación.

—Genitales, junto con el hueso pélvico, aplastados y…

—Creo que es suficiente, Dawsid—advirtió Alduin.

—Parece que he dejado claro mi punto de vista. Sí, me parece muy


conveniente todo lo que sucedió con este muchacho para salvar a toda la
escuela, pero eso no justifica el tormento que le hizo pasar al muchacho
Wykes. Sólo veo que está utilizando todo este fracaso como una excusa para
vengarse de alguien con quien claramente se ha enemistado en el pasado—
dijo Dawsid con frialdad.

—¡No puedes estar diciendo que el principal motivo de Arthur para


adentrarse ciegamente en una escena tan peligrosa era sólo para buscar
venganza! Y aunque lo hiciera, ¿qué hay con eso? No puedes probar a nadie
aquí cuáles fueron los motivos de Arthur. Hizo lo que nosotros no podíamos
hacer en un momento de emergencia, salvar a todos los estudiantes de la
academia Xyrus—replicó Alduin, con la cara cada vez más roja.

—Sí, y por eso no sugiero que matemos al chico. Simplemente tenemos


que inutilizarlo como mago.

2Cauterizar: Curar las heridas o algunas enfermedades aplicando el cauterio.


Cauterio: Medio empleado en cirugía para quemar o destruir tejidos con fines curativos.

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Esta vez fue la Reina Enana la que habló. La fría indiferencia en su voz
pareció hacer vacilar por un momento incluso a su marido.

—Lo que dijo mi esposa, Glaundera, es exactamente lo que yo pienso


también. Este chico es demasiado peligroso si se le deja solo. Solo Imaginen
si él y su dragón mascota deciden enemistarse con nosotros…

Mis oídos reaccionaron al mencionar a Sylvie.

—Dios mío, ¿te estás escuchando? Suenas paranoico. Blaine, Priscilla,


¿Tienen algo más que añadir a todo esto?—preguntó la madre de Tessia
mientras sacudía la cabeza desconcertada.

—Merial, hablando como madre, mi marido y yo estamos de acuerdo


contigo en esto—dijo Priscilla de manera uniforme, su mirada distante
cambiando de un lado a otro entre Sylvie y yo.—Pero debemos considerar
también el punto de vista de los Greysunders. Ellos no sólo piensan en sí
mismos, sino en todo el continente.

—Entonces, ¿qué? ¿Lisiamos al chico y matamos al dragón por la


posibilidad de que pueda guardar malos sentimientos hacia nosotros y
decida vengarse?—Alduin casi gritaba mientras se levantaba para
enfrentarse a los otros líderes.

— ¡Alduin, conoce tu lugar! No creas que estás al mismo nivel que


nosotros sólo porque te sientas aquí. ¿Puedo recordarte tu incapacidad para
cuidar incluso de tus propias Lanzas?—gruñó Dawsid amenazadoramente
mientras señalaba con un dedo acusador al Rey Elfo.—¡Este continente está
potencialmente al borde de la guerra y fuiste tan descuidado como para
perder una de nuestras Lanzas!

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—Sus majestades, ¿me han traído aquí simplemente para escuchar mi
juicio o se me permite...?

—¡No hablarás hasta que se te ordene!—rugió Dawsid, cortándome.—Me


niego a aceptar cualquier afirmación que este muchacho intente hacer.
Podría decir que el mismísimo Dios del Hierro le habló y le ordenó hacer
todo esto, pero eso no cambia lo que ha hecho y lo que será capaz de hacer si
se le deja en paz—siguió Dawsid.

—Entonces no veo ningún sentido en que esté aquí si no se me permite


hablar y dar mi versión de lo que ha pasado, y por qué ha sucedido así.

Hice lo posible por controlar el volumen y el tono de mi voz, pero seguía


saliendo mucho más aguda de lo que quería.

—¡Tienes razón! No hay necesidad de que este prisionero esté aquí. Olfred,
enciérralo en una de las celdas inferiores y mantenlo allí hasta nuevas
órdenes. Y encierra a su mascota en una cámara acorazada—respondió
Glaundera Greysunders, agitando la mano hacia nosotros.

—Dawsid, Glaundera, el Consejo no es para que lo dirijas y órdenes a tu


antojo. ¡Aya 3!—gruñó Alduin.

Detrás de él, una figura enmascarada en las sombras se arrodilló, esperando


una orden.

—¡Retírate, elfo! Recuerda que sólo tienes una Lanza a tu disposición.

Hubo una fuerte tensión cuando los dos reyes se miraron.

3Está llamándole a la persona detrás de él, aclaro esto debido a que anteriormente se pensaba que era una
expresión.

26
Finalmente, Alduin cedió, sentándose de mala gana en su silla. Mientras el
golem de piedra que Olfred conjuró me levantaba, me encontré con la
mirada de Alduin por un breve momento. Pude ver la implacable
determinación en sus ojos mientras me hacía un firme gesto con la cabeza.
Me mordí la lengua y opté por permanecer en silencio.

Era obvio que el Rey y la Reina de los enanos estaban a favor de


inutilizarme, mientras que los Glayders se negaban a apoyar a ninguna de
las partes para decidir mi destino. Iba a tener que confiar en Alduin y Merial
si Sylvie y yo queríamos volver a casa ilesos.

Mientras el golem me llevaba a través de otra puerta y bajaba un tramo de


escaleras, intenté hablar con Olfred, pero me encontré con un silencio
sepulcral. Cuando llegamos al final de la escalera, eché un vistazo. Parecía la
típica mazmorra de castillo para traidores y prisioneros de guerra. Era una
zona espaciosa con muchas celdas, pero gran parte estaba cubierta por
sombras a las que no llegaba la luz de las pocas antorchas encendidas.

—Esta será tu celda, Arthur. Tu vínculo será colocado en otro lugar.

Al llegar a la cámara de mi celda, el golem invocado que me llevaba se


convirtió en polvo mientras caía. Aterricé de forma poco impresionante
sobre mis rodillas y codos mientras Olfred cerraba la jaula de metal y se
alejaba dando pisotones.

—Ouch. Podría haberme avisado—murmuré en voz alta, quitándome el


polvo de las rodillas.

—Esa voz… ¿Eres Arthur? ¿Arthur Leywin?

27
Mi cabeza se levantó de golpe al escuchar el débil, pero familiar, sonido.

—¿Directora Goodsky, eres tú?

28
INTENCIONES

100

—¿Directora Goodsky?—dije nuevamente con incredulidad.


—S-sí. Aunque 'Directora' ya no parece ser apropiado, ya que me han
despojado de ese título. Quién iba a imaginar que te encontraría aquí,
Arthur—respondió débilmente.
Hablaba entrecortadamente y con un dolor que demostraba sufrimiento
—¿Despojado de tu título? No lo entiendo. ¿Qué está pasando aquí? ¿Por
qué está usted aquí, directora?
Me apoyé en los barrotes metálicos de mi celda con la esperanza de oírla
con más claridad. A juzgar por el origen de su voz, deduje que su celda
estaba en diagonal frente a la mía, pero debido a la disposición de las
antorchas, la mayoría de las celdas estaban a oscuras.
—Llegaremos a eso más tarde.
Había un tono de desesperación en la voz de la directora Goodsky cuando
preguntó:
—Arthur, ¿por qué te han encerrado? Con tus habilidades supuse que
serías capaz de valerte por ti mismo, o al menos de escapar si fuera
necesario.

29
—Lucas Wykes tenía cautiva a Tessia y tuve que usar la mayor parte de mi
maná para luchar contra él. Cuando aparecieron las dos Lanzas, no tuve
suficiente fuerza para escapar—suspiré.
—Yo… me disculpo, pero no te entiendo bien. ¿Te refieres al chico
semielfo Lucas Wykes?
Era obvio que la directora Goodsky no estaba al tanto de los recientes
acontecimientos en su academia, por lo que esa afirmación no me
sorprendió, seguramente habría estado allí para ayudar si lo hubiera sabido.
Le conté todos los detalles que pude en el silencioso calabozo, y sólo pude
suponer que su silencio indicaba que estaba escuchando atentamente.
Era difícil saber si también había prisioneros en las otras celdas, pero la
información que estaba revelando no era precisamente confidencial. Puse a
la directora Goodsky al corriente del ataque, incluyendo lo que acababa de
ocurrir con el Consejo.
—¿Puedes describirme exactamente cómo se veía Lucas cuando luchaste
contra él?—preguntó Goodsky.
—Aparte del enorme aumento de sus capacidades de manipulación de
maná, noté que su aspecto físico también era diferente—comencé,
recordando el crudo aspecto de Lucas.— Veamos, tenía un tono de piel gris
enfermizo y unas líneas oscuras que le recorrían el rostro, el cuello y los
brazos; asumí que esas líneas eran sus venas. Su color de pelo también
había cambiado, ya no era rubio como lo recordaba, sino más bien de un
color blanco y negro polvoriento. Ahora que recuerdo, la familia Wykes es

30
conocida por su gran afición a los elixires, sin importar los efectos
secundarios…
—Arthur, ningún elixir de este continente tiene la capacidad de aumentar
el núcleo de maná del usuario de forma tan drástica—interrumpió la
directora Goodsky.—¿No pudiste ver cómo era el líder de este ataque?
—No. Ya se había ido cuando llegué. ¿Por qué?
—Sólo quería confirmar algunas cosas, pero creo que ya tengo un
entendimiento básico de la situación. Sabía que iba a suceder en algún
momento, pero no creí tan pronto. Están avanzando con el plan demasiado
rápido.
Podía oír el eco de los pasos de la directora mientras se paseaba por su celda.
—¿Qué quieres decir con que 'sabías que iba a pasar'? ¿Quiénes son
'ellos'? Directora Goodsky, espero estar equivocado… pero empiezo a
sospechar…
Ambos permanecimos en silencio durante unos instantes, sólo el parpadeo
de las llamas de las antorchas rompía la quietud del calabozo.
—No puedo decirlo, Arthur. Estoy atada por fuerzas que van más allá de
lo que cualquiera de nosotros puede enfrentar. Lo siento de verdad.
—¿Una atadura? Ya veo. Qué conveniente. ¿Y hay alguna forma de
eliminar esta atadura?—respondí burlescamente.
Ignorando mi tono, la directora Goodsky dijo:
—He buscado por décadas sobre ese asunto, y siempre sin éxito…—dijo,
dejando escapar un profundo suspiro.

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—¿Y la razón por la que estás encerrada aquí es porque…?
—Por lo que me has contado, y basándome en lo que ya sé, parece que me
han convertido en un chivo expiatorio. Supongo que el Consejo desea
utilizarme como una excusa conveniente para todo lo que ha sucedido
recientemente.
— ¿Por qué necesitan un chivo expiatorio?
—Tampoco puedo decirte la razón—respondió ella. Había una clara
frustración en su tono, no dirigida a mí, sino a ella misma—. Arthur, me
resulta doloroso seguir intentando hablar de esto. Incluso la sola idea de
contarle a alguien lo que sé activa la maldición. Deberíamos descansar, Dios
sabe que lo necesitamos.
Con un suspiro, me alejé de la puerta metálica y apoyé la espalda en la
pared de piedra de mi celda. Incluso si el artefacto no hubiera estado atando
a mi núcleo de maná, habría sido incapaz de utilizar cualquier tipo de magia
aquí. Y sin nada más que hacer, mi mente empezó a divagar.
Estábamos dentro de un castillo flotante situado por encima de los confines
del Beast Glades. Suponiendo que pudiera escapar con Sylvie y la directora
Goodsky, ¿seríamos capaces de salir con vida del Beast Glades? La ayuda de
Sylvie estaba descartada, su reciente transformación la había dejado en un
estado apenas mejor que el de un oso hibernando. Goodsky era un mago de
viento de núcleo plateado, lo que podría ser suficiente para que escapemos
volando… Aun así, me di cuenta de que los tres probablemente seríamos
aniquilados. En nuestro camino hacia aquí, las dos Lanzas habían liberado
constantemente una fuerte intención asesina para ahuyentar a cualquier

32
bestia, e incluso así, habían sido lo suficientemente cautelosas para ocultar
nuestra presencia. Sería casi suicida intentar sobrevolar todo el Beast
Glades.
Chasqueé la lengua con frustración. A pesar de lo que me parecieron horas
debatiendo conmigo mismo, no estaba ni cerca de una respuesta. Al fin y al
cabo, era imposible. Cuanto más intentaba planear nuestra huida, más
difícil me resultaba eliminar la sensación de desesperanza, así que me
tumbé en el frío suelo para intentar dormir un poco.

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Punto de Vista de Blaine Glayder

—¿Qué demonios ha sido eso, Glayder? Creí que teníamos un acuerdo—


ladró Dawsid después de cerrar la puerta de mi estudio.

—Sí, soy consciente de nuestro acuerdo. Ten por seguro que tendrás mi
voto y el de mi esposa, Dawsid. Sin embargo, ni siquiera tú puedes
obligarme a soltar acusaciones tan irracionales contra el muchacho que
acaba de salvar a toda la futura generación de este continente, incluidos mis
hijos—respondí con frialdad, sirviéndome una copa de licor añejo.

—¡Y estoy diciendo que no habrá ninguna generación futura si no te pones


de mi lado! Arthur y su vínculo tienen que irse. Ese fue el acuerdo. Tienen
que ser devueltos a él si esperamos tener un futuro en este continente.

—Sé lo que está en juego Dawsid. No necesito que apuntes contra mi cada
vez que te sientas inseguro—siseé—. Lo que tú y yo estamos haciendo es
traicionar a toda la población, te das cuenta, ¿verdad?

Continúe mirando fijamente al enano. Aunque yo estaba sentado y él de pie,


nuestros ojos estaban casi a la altura.

—No es traición si el continente ya está destinado a la aniquilación. Blaine,


tú y yo sabemos lo que le va a pasar a Dicathen, tanto si intentamos salvarlo
como si no. Tenemos que mirar más allá y tratar de salvar lo que es
importante para nosotros—dijo conciliadoramente, haciendo un gesto
apaciguador.

34
—Si eso es lo que te dices para poder dormir tranquilo por las noches,
adelante. Lo que estamos haciendo es abandonar a nuestra gente para
salvar nuestros propios culos—me burlé, sacudiendo la cabeza.

—¡Eso es lo que me digo a mí mismo! Lo que él prometió no es un mal


negocio. Toda mi familia vivirá y le servirá, y la tuya también, si es que lo
cumples.

—¿Y qué pasa con nuestra gente, Dawsid? ¿Qué hará él con los
ciudadanos de Dicathen? Si ni siquiera los reinos de Sapin y Darv están a
salvo después de haberle prometido lealtad, ¿qué pasará con Elenoir?

—¡Bah! Los elfos siempre han sido demasiado anticuados y justos para su
propio bien. Podríamos haber convencido a Alduin para que se pusiera de
su lado si no fuera porque ese maldito viejo de Virion se entrometió. Es una
vergüenza, pero, a diferencia de nosotros, los elfos no se dan cuenta de lo
que significa ser un líder. Sólo imagina, Blaine, la tecnología, las riquezas
que él y su gente traerán a Dicathen. La inmortalidad, una fuerza sin igual,
la riqueza infinita… ya no será sólo una fantasía para nosotros. Es sólo
cuestión de tiempo.

—Oye, cuida tus palabras. Le sigo por el bien de mi familia. No me


compares con gente como tú, que abandona su propia raza solo para su
beneficio personal. Estoy seguro de que puedes imaginar lo que
probablemente hará una vez que llegue. ¿Qué será del resto de las tres
razas? O bien un genocidio de algún tipo, o, si es inteligente, los hará a
todos sus esclavos—Dawsid se quedó mudo ante mi respuesta; su boca se
movió como si intentara refutar mi argumento, pero no salió ninguna

35
palabra audible—. Sin embargo, el amor de mi esposa por nuestros hijos
parece pesar más que su preocupación por todo el reino humano, y mi deber
de preservar la sangre Glayder siempre triunfará, así que ten por seguro que
nos pondremos de tu lado. Espero que mis ancestros perdonen mis acciones,
pero es la única manera de salvar el linaje Glayder—suspiré derrotado.

Dawsid levantó la mano como para acariciar mi hombro, pero le dirigí una
mirada aguda. Fingiendo una tos seca, se excusó, dejándome con mis
propios pensamientos oscuros en el silencio de mi estudio. Me quedé
mirando la habitación extravagantemente decorada, amueblada con
maderas raras talladas por maestros carpinteros, adornada con gemas y
metales raros que valían más que una pequeña ciudad, y un sentimiento de
temor y culpa empezó a aflorar en mi estómago.

Estos lujos no significaban nada para mí. Toda mi vida, lo único que había
querido era ser el mago más fuerte de Dicathen, para que mi padre y mis
antepasados se sintieran orgullosos. Sin embargo, era evidente que mi
talento como mago era inferior al de los campesinos. Sólo a través del gasto
de una enorme cantidad de recursos en elixires y ayudas para fortalecer el
maná había sido capaz de apenas entrar en la fase roja. Me sorprendí a mí
mismo albergando sentimientos de mordaz envidia, incluso hacia mi propia
esposa e hijos.

Siempre me había avergonzado de ello, pero poco más podía hacer. Ni


siquiera el hecho de tener el control de las dos Lanzas ayudaba a mis
sentimientos de inferioridad. Por el contrario, era un recordatorio diario de
que tenía que estar vigilado en todo momento para poder gobernar

36
adecuadamente a mi propia gente, porque no era lo suficientemente fuerte
como para valerme por mí mismo. ¿Estaba realmente tomando esta
decisión por mi seguridad y la de mi familia? ¿O acaso, al igual que Dawsid,
ansiaba un poder incomparable con el de otros magos? La seguridad de mis
seres queridos fue lo que me hizo actuar, pero cuanto más pensaba en ello,
más me entusiasmaba la idea de ganar fuerza, de poder estar en la cúspide
de mis habilidades. Pensé en cómo mi pueblo me temería y respetaría por
mi propio poder en lugar de por las lanzas que controlaba. Mis verdaderos
motivos e intenciones se volvían más y más borrosos cuanto más pensaba
en ello.

Después de una hora de contemplación alimentada por el alcohol, me di


cuenta de que ninguna cantidad de bebida podría lavar esta miserable
sensación. Tropecé con mis propios pies y caí al suelo. Perdí el agarre del
vaso que sostenía y este cayó al suelo unos instantes antes que yo,
haciéndose añicos. Los fragmentos se incrustaron en el brazo que utilicé
para frenar la caída. Sólo pude maldecir con frustración ante mi propia
ineptitud. Qué patético soy… dando tumbos y siendo cortado por un simple
cristal. Si hubiera nacido con más talento, más poderoso…

Me levanté, ignorando las manchas de sangre en el suelo, dejando los


fragmentos de cristal en mi brazo ensangrentado y me dirigí
tambaleándome a mi dormitorio. Podía oler el hedor del licor en mi aliento
mientras suspiraba profundamente.

Los recuerdos de la primera vez que conocí al chico pasaron por mi mente
mientras caminaba hacia la puerta de mi habitación, que ahora parecía tan

37
lejana. Incluso antes de que mis hijos comenzaran a hablar de Arthur desde
la escuela, él había dejado una profunda impresión, lo suficiente como para
que lo viera como una figura de gran importancia en el futuro. Quizás lo
único más grande que su fuerza como mago era su mala suerte al verse
involucrado en esta conspiración.

—Lo siento, muchacho—murmuré en voz baja.—Me gustaría creer que es


por el bien de este continente que te conviertas en un sacrificio.

Incluso cuando dije esas palabras, sonaron vacías a mis oídos. Esperaba que
decirlas en voz alta me diera algún tipo de seguridad, pero lo que sentía por
Arthur no era pena ni simpatía. Era más fuerte que los sentimientos de un
rey que se sacrifica por un bien mayor, incluso más fuerte que el peso de un
Glayder que intenta mantener vivo su linaje. Sentí la sensación
tranquilizadora de que mi oscura envidia se resolvía con la muerte de este
muchacho. Me detestaba a mí mismo por esto, pero ¿qué importaba? Yo era
Blaine Glayder, cuarto de mi linaje y aun así, mis talentos como mago no
llegaban ni a una sola gota comparados con el océano que era Arthur
Leywin. ¿Por qué aquel muchacho sin origen debía portar un poder que me
correspondía mejor a mí?

Abrí la puerta y me tambaleé con dificultad, apartando a las sirvientas que


se apresuraron a ayudarme.

—Lo siento, muchacho—volví a murmurar—. Es por un bien mayor… Por


mí bien mayor.

38
VISITANTES

101

Punto de Vista de Arthur Leywin

La silueta se hizo más grande, era un enorme castillo envuelto en la


oscuridad, pero no tenía ni idea de si me estaba acercando al castillo o si el
castillo se estaba acercando a mí. A medida que la silueta se acercaba, pude
apreciar poco a poco los detalles: la bandera de la casa ondeando en lo alto
de la torre más alta, la espléndida fuente tallada con intrincados rasgos, las
altas puertas con afilados pinchos y alambre de espino.

Poco a poco, las sombras que ocultaban el castillo fueron retrocediendo,


dejando al descubierto más de su exterior. Pude ver la imagen de un fénix
en llamas en la bandera de la casa y cuervos reunidos en lo alto de la puerta.
Sin embargo, una sensación horrenda empezó a subir por mi espalda cuanto
más me acercaba. Cuando por fin llegué bajo las imponentes puertas, me
encontré con un cuervo especialmente grotesco. Me miró durante unos
segundos, luego dejó escapar un graznido y reanudó su comida. ¿Qué
estaba comiendo? No podía ver desde el fondo de la verja, pero por alguna
razón sentía la necesidad de saber qué comían los pájaros.

Este impulso implacable de averiguarlo…

Empecé a trepar por la verja, ignorando los pinchos del alambre de espino
que se clavaban en mis manos. Cuanto más subía, más cuervos se reunían

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en la parte superior de la verja, uniéndose al festín. En un momento dado,
me vi tan envuelto en plumas de cuervo que sólo podía ver el negro. Rugí
para que desaparecieran, pero no salió ningún sonido. A pesar del silencio
de mi grito, la bandada se dispersó y vi lo que habían estado consumiendo
con tanta avidez. Las cabezas decapitadas de Tessia y mi familia estaban
empaladas en pinchos negros. Les faltaban trozos de carne en la cara. Sin
los párpados, sus ojos lechosos y medio carcomidos parecían mirar
distantemente, y sus bocas sin labios colgaban abiertas. Cuando alargué la
mano para retirar sus cabezas de los pinchos en los que estaban ensartadas,
sus miradas se centraron de repente en mí y me gritaron, revelando cientos
de insectos retorcidos que se habían metido en sus bocas.

¡Todo es culpa tuya!

El súbito volúmen de sus voces me hizo perder el agarre de la puerta, y caí


en picado mientras sus ojos sin vida seguían mirándome.

Me levanté como un rayo del suelo de piedra en el que estaba tumbado. El


sudor frío ya había empapado mi ropa, y me senté con dificultad para
respirar.

Solo fue un sueño…

Me miré las manos y vi que me temblaban. Mientras intentaba controlar mi


respiración, una voz desconocida me hizo levantarme de golpe. Giré mi
cuerpo hacía el sonido, solo para encontrarme con una figura oscura en la
esquina de mi celda. Salió hacia mí y pude verla con más claridad.

—No hables—dijo la mujer en voz baja, pero su boca no se movía.

40
El timbre tranquilizador de su voz me hizo cosquillas en el oído.

Me di cuenta de que reconocía a la mujer. La había visto antes… como ahora


estaba cubierta por una capa que ocultaba su aspecto me costaba verla. Pero
era la segunda Lanza elfa, Aya Grephin. Lo que más me sorprendió fue el
hecho de que, a pesar de lo cerca que estaba de mí, no era capaz de sentir la
presencia de maná en absoluto. Me recordó a cuando Virion liberó la
segunda fase de su forma de bestia, pero para ella parecía tan natural como
respirar.

—Te traigo un mensaje del rey Eralith—susurró, acercándose a mientras


me entregaba un trozo de papel.

Inmediatamente lo desdoblé y comencé a leer.

41
Querido Arthur.

Aunque las explicaciones y las disculpas por los recientes sucesos relacionados
con el desastre de la Academia Xyrus están en orden, me temo que la magnitud de
este incidente es mucho más profunda y siniestra de lo que parece en la superficie.

No tienes mucho tiempo. Dentro de unas horas, el Consejo te declarará a ti y a


Cynthia Goodsky autores del acto terrorista que se produjo en Xyrus. La directora
Goodsky será sentenciada a una ejecución pública y usted y su vínculo serán
encarcelados. Siento no poder ayudarte más en este asunto; mi voz simplemente no
puede superar el frente unificado de los enanos y los humanos.

Lo que voy a decirte a continuación es algo que no estaba destinado a mis oídos.
Todavía no he encontrado todas las piezas que faltan, pero he escuchado un
intercambio entre el rey Glayder y Dawsid que están planeando entregarte a
alguien. No sé a quién, pero parece ser la única razón por la que te mantienen vivo
e intacto. Ya he enviado a mi padre, junto con algunos escoltas, para llevar a tu
familia a un lugar oculto donde estarán a salvo de aquellos que desean hacerles
daño o utilizarlos contra ti. Piensa en ello como una pequeña compensación por
todo lo que has hecho por Tessia. Espero que esto al menos te dé algo de
tranquilidad.

Mis disculpas, ya que esto es todo lo que puedo hacer por ti por ahora. Incluso si
mi Lanza pudiera liberarte de tu celda, una vez que salieras, las otras Lanzas
serían notificadas. Mantente fuerte y firme.

Alduin Eralith, Rey de los Elfos.

42
En cuanto doblé la carta, esta se deshizo en cenizas entre mis dedos.
Cuando volví a levantar la vista, esperando ver a la Lanza, ya no estaba allí,
había desaparecido tan silenciosamente como había llegado.

Tuve que admitir que me había quitado un gran peso de encima. La


seguridad de mi familia me había preocupado todo el tiempo. Teniendo en
cuenta la información que Windsom había transmitido y el comportamiento
del Consejo desde nuestra primera reunión, había empezado a cuestionar la
posibilidad de que los Vritra tuvieran algo que ver con todo esto. Sin
embargo, ahora que el Consejo había decidido la ejecución pública de la
directora Goodsky, estaba casi seguro de que los Vritra estaban
involucrados.

En un principio, había sospechado que la casa Wykes tomaría represalias


contra mí por haber matado a Lucas, inclinando de alguna manera las
probabilidades en mi contra, después de todo, eran una familia rica y con
gran influencia. Pero la familia Wykes no tenía ninguna razón para
involucrar a la Directora de la Academia Xyrus. Aunque Goodsky no era de
una familia influyente, su nombre tenía peso en todo el continente. La
familia Wykes por sí sola no sería capaz de influir en el Consejo lo suficiente
como para que hicieran algo tan precipitado como condenarla a una
ejecución pública. Incluso si el hecho de culpar a Goodsky aliviara parte de
la carga que el Consejo enfrentaba por parte del público, su muerte no
valdría la pena… A menos que hubiera una tercera parte involucrada, que
tomara las decisiones, sobornando o forzando al Consejo.

43
Volví a respirar profundamente mientras me sentaba, recordando cómo me
había negado a encariñarme con alguien en mi vida pasada porque no
quería ninguna debilidad. Sacudiendo la cabeza para intentar dispersar los
pensamientos, apoyé la espalda en la fría pared. No podía insistir en mi vida
pasada. Si esperaba pasar mucho más tiempo en esta vida, necesitaba un
plan.

44
.............

—¡Levántate!—espetó una aguda voz de barítono.

Mis ojos se abrieron de golpe al oír el bramido y el golpeteo de la puerta


metálica. Rodando sobre mi estómago, me levanté y me estiré. Me dolían
los huesos de haber dormido en el duro suelo de piedra.

Esperaba ver a Olfred, ya que era él quien me había traído a la celda, pero
en su lugar me recibió la cara de felicidad de Bairon, y por felicidad me
refería a un ceño de impaciencia mezclado con un odio a mi propia
existencia escrito en su rostro. No podía culparlo, ya que había sido yo
quien había matado a su hermano menor, pero intuía que la muerte de
Lucas no era la única razón de la descarada animosidad de Bairon.

—El Consejo está esperando—dijo mientras habría la puerta. Me agarró


del brazo con brusquedad y me sacó de la celda medio a rastras después de
atarme los brazos.

—Buenos días a ti también. Veo que no eres muy mañanero—bromeé,


tratando de evitar que me cayera mientras me tiraba del brazo.

La Lanza no respondió nada, aunque su fría mirada lo decía todo. Mientras


nos dirigíamos a la salida, me dí cuenta de que la celda en la que se
encontraba la Directora Goodsky estaba abierta.

Intenté comunicarme con Sylvie mientras me llevaban de un tirón por los


pasillos del castillo, pero no hubo respuesta, solo silencio.

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Llegamos ante una sala diferente a la de ayer; las grandes puertas dobles, lo
suficientemente altas como para admitir gigantes, estaban cerradas, con
sonidos apagados procedentes del otro lado.

—No sabes las ganas que tengo de que llegue el juicio—dijo Bairon, con la
mandíbula tensa mientras su agarre del brazo se hacía aún más apretado.—
No te preocupes, me aseguraré de tratar a tu familia con el mismo cuidado
que le diste a la mía.

La Lanza se volvió hacia mí, y su labio se curvó hacia arriba en una sonrisa,
lo suficiente como para mostrar sus afilados caninos.

Si no hubiera recibido la carta anoche, podría haberme preocupado en serio.


Pero sabía que mi familia estaba a salvo y que, por ahora, el Consejo me
necesitaba vivo e intacto, así que sus vacías amenazas no significaban gran
cosa.

—¿De verdad peleas con un niño de trece años?—dije sacudiendo la


cabeza, utilizando mi mejor expresión de decepción.

Un fuerte tirón me levantó del suelo y de repente me encontré cara a cara


con Bairon.

—Creo que no entiendes lo que está a punto de pasarte ahora mismo. Vas
a acabar muerto o deseando haber muerto, mientras que tu pequeño dragón
se va a convertir en una preciada mascota de uno de los reyes. ¿Crees que
esto solo te afecta a ti? Me aseguraré de que tu familia y cualquiera que te
importe se enfrenten a una muerte miserable—dijo, con la saliva volando en
mi cara.

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—Sí, sí, la gran Lanza Bairon va a vengarse de su lunático hermano menor
que mató a estudiantes inocentes atormentando al adolescente que lo sacó
de su miseria y matando también a su familia. Todos aclaman a la gran
Lanza Bairon.

Hablé en un tono monótono, pero mi voz estaba cargada de sarcasmo.

Pude ver cómo su mano derecha se cerraba en un puño, pero se limitó a


chasquear la lengua en señal de disgusto y luego me arrojó al suelo con
suficiente fuerza como para hacerme rodar hacia las altas puertas dobles.
Me quité el polvo lo mejor que pude con los brazos atados delante de mí y
permanecí sentado, apoyando la cabeza en las puertas mientras le guiñaba
un ojo a Bairon.

O no lo vió o prefirió ignorarme.

Justo cuando estaba a punto de decir algo, oí débiles sonidos procedentes


del otro lado de las puertas. Después de asimilarme con la voluntad de
Sylvia, todo mi cuerpo se había fortalecido, incluidos mis sentidos y reflejos.
No sería capaz de aguantar más de unos minutos contra un Lanza sin mi
magia, pero mi oído era lo suficientemente fuerte como para distinguir
vagamente algunas voces familiares dentro de la sala protegida.

—…autora de…

—…negativa a responder…

Me pareció que podía asumir con seguridad que la persona juzgada era la
Directora Goodsky, y parecía que el Consejo casi había terminado de dictar
sentencia.

47
—…condenada a ejecución pública.

La última afirmación, en la estruendosa voz de Dawsid, sonó especialmente


fuerte.

Tras un momento de silencio, las altas puertas contra las que me apoyaba se
abrieron de repente hacia dentro sin apenas chirriar y me incliné hacia atrás.
Al levantar la vista del suelo, vi al guardia que nos había admitido a Varay,
Olfred y a mí durante la primera reunión del Consejo. Nos miró sin ninguna
emoción.

—El Consejo está listo—dijo, cambiando su mirada de mí a Bairon.

Cuando me levanté, pude mirar a la antigua directora de la Academia Xyrus


mientras era escoltada por dos guardias. Su mirada era firme, pero su
mandíbula estaba tensa por la ira reprimida mientras pasaba a mi lado.
Manteniendo mi expresión inexpresiva e ilegible, me dirigí hacia el Consejo,
estudiando cada uno de sus rostros.

Sin palabras, me senté en la única silla y esperé a que empezaran. Bairon se


colocó detrás de Blaine Glayder y, cuando las puertas dobles se cerraron con
un fuerte golpe, la sala se llenó de un inquietante silencio.

El Rey Enano fue el primero en hablar, con los ojos clavados en una pila de
papeles que había empezado a revolver.

—Muchacho, que se sepa que el Consejo es misericordioso. Aunque tus


atroces acciones contra un compañero de escuela normalmente resultarían
en al menos la incapacitación de tu núcleo de maná, hemos acordado que,
dado que tus acciones fueron en aras del bien común, tu sentencia será la

48
siguiente: ‘Arthur Leywin será despojado de su anterior título de mago, y de
todos los beneficios que vienen con ese título. Será encarcelado hasta nuevo
aviso’.

Dawsid habló con grandilocuencia, como si creyera que estaba siendo


benévolo. Hubo un breve silencio; sospeché que el Rey Enano estaba
esperando que lo colmara de gratitud y halagos. Finalmente, volvió a hablar.

—¿Hay algo que quieras decir?

—Solo algunas preguntas… Su Majestad. Aunque mi primer castigo está


bastante claro, ¿qué quiere decir con "encarcelado hasta nuevo aviso"?—
incliné la cabeza.

—Durante las próximas semanas, vigilaremos cómo se desarrolla el


desastre de la Academia Xyrus en relación con las víctimas y sus familias.
En cuanto veamos que ha pasado el tiempo suficiente y que el recuerdo de
tus acciones se ha disipado de la mente del público, te liberaremos. Piensa
en ello como una especie de detención provisional, en lugar de
encarcelamiento—Explicó Blaine, reuniendo una sonrisa que no llegaba a
sus ojos.

—Ya veo. Es justo, supongo. ¿Y qué pasa con mi fianza?—pregunté.

—El Consejo está teniendo la amabilidad de dejarte vivir, ¿y aun así pides
más?—gritó Glaundera, golpeando la gruesa palma de su mano sobre el
escritorio elevado.

—Esa es otra cuestión, Arthur. Perder tus derechos como mago significa
que ya no podrás mantener tu vínculo.

49
Fue Alduin quien habló para decirme esto.

Si hubiera sido cualquier otra persona, habría reaccionado de otra manera,


pero al leer las sutiles entonaciones de sus palabras, supe que sólo intentaba
evitarme problemas. Nuestras miradas se cruzaron durante unos segundos
y luego me obligué a asentir con firmeza.

—Entiendo, Sus Majestades.

—Bien. Bairon, llévalo a su celda, pero mantenlo encadenado.

Blaine nos hizo un gesto para que nos fuéramos.

Estudié las expresiones de cada miembro del Consejo por última vez.
Mientras que Blaine parecía más seguro de sí mismo que durante el juicio
de ayer, su esposa seguía pálida de culpabilidad. Alduin y Merial tenían
expresiones estoicas, sus rostros parecían máscaras. Los enanos me
miraban con sonrisas altivas y autocomplacientes, y en ese momento tuve la
certeza de que eran ellos los que estaban involucrados con el Vritra.

Me di cuenta de que Bairon estaba furioso, pero se mantuvo en silencio


durante todo el viaje de vuelta a mi celda. Decidí que era mejor no
contrariarlo en su estado actual, así que yo también permanecí mudo.

Esperaba que me llevaran de vuelta a la misma celda en la que estaba antes,


pero en lugar de eso me llevaron a un lugar de detención diferente, con una
cama y un baño de verdad. El alojamiento no era terrible, si uno ignoraba
los barrotes. Era como una habitación muy segura en una posada muy
barata.

50
Después de meterme dentro, con un poco más de fuerza de la necesaria, la
Lanza se fue. Mis brazos seguían encadenados frente a mí y el artefacto
seguía incrustado en mi pecho, limitando mis habilidades.

Sin ninguna ventana, no podía saber cuántas horas habían pasado ni si era
de noche o de día, pero me senté allí pacientemente. Finalmente oí el sonido
de pasos suaves que se acercaban.

—Parece que me estabas esperando—suspiró la voz.

Mis labios se curvaron hacia arriba mientras contemplaba un rostro


sorprendentemente familiar.

—Maldita sea, Windsom. ¿Por qué demoraste tanto?

51
PIEZAS DE AJEDREZ

102

Punto de Vista de Dawsid Greysunders

Apreté los labios tratando de contener la risa que se acumulaba en mi


interior.

—Salud, mi amor, la locura pronto llegará a su fin.

Levanté mi copa mientras me inclinaba hacia delante.

—Salud.

Mi mujer me devolvió la sonrisa, tocando mi copa con la suya para hacer un


tintineo hueco.

Recostado en un sillón de cuero demasiado grande para mí, saboreé el seco


sabor de las frutas fermentadas, que habían costado tanto como una
pequeña casa. Admirando los extravagantes anillos en cada uno de mis
dedos, que brillaban a la luz de las velas, no pude evitar una amplia sonrisa.

—Piensa, Glaundera. Después de esto, nuestro pueblo ya no estará


atrapado en agujeros en el fondo de este continente. Con su nuevo gobierno,
nosotros, junto con nuestra gente, estaremos allí para servir directamente
debajo de él. Los enanos ya no tendrán que ser herramientas que se
esclavizan, forjando armas para los humanos. Seremos la raza elegida que

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liderará este continente subdesarrollado hacia una nueva era—dije con
entusiasmo.

—¿Realmente él es tan poderoso, querido? Eres el único que ha tenido


comunicación directa con este ser. ¿Cómo es él?—Mi mujer apoyó la cabeza
en su brazo, poniéndose cómoda.

—No fue nada de lo que había imaginado. He luchado con mi cuota de


bestias de maná cuando era más joven. A diferencia de los viejos enanos que
se apegan a sus tradiciones, yo no estaba orgulloso de las armas que había
construido. ¿Qué satisfacción hay en ver a alguien blandir sin sentido el
arma en la que has derramado tu sangre y sudor para fabricarla? No, la
única arma que terminé, la hice para mí. Con mi hacha de guerra 'Full
Cleave’ maté a cientos de bestias de maná de todas las clases. Algunas eran
capaces de provocar escalofríos con una simple mirada, mientras que otras
eran capaces de petrificar hasta al más fuerte de los magos con una mirada.
—dije ante de dar otro sorbo a mi vaso—. Aun así, cuando lo conocí por
primera vez, no podía respirar. Sentía la cabeza como si me golpearan con
martillos y todo mi cuerpo se escocía como si cada poro fuera apuñalado por
agujas. He estado a las puertas de la muerte innumerables veces, pero
nunca nada me hizo sentir tanto miedo—Al mirar mis manos, vi que me
temblaban—. Sentí realmente que me enfrentaba a un Dios. Tenía la
abrumadora idea de que no me necesitaría para lograr sus objetivos, y sin
embarge, me estaba dando esta oportunidad. Él nos eligió, mi amor. Nos
eligió—susurré.

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—Te creo, querido. Dime otra vez lo que nos ha prometido cuando asuma
el control de Dicathen.

Mi esposa se acercó a mí, acurrucándose contra mi brazo mientras sus


grandes manos rodeaban mi cintura.

—Nos prometió todo lo que podíamos esperar, enormes riquezas,


habilidades mágicas más allá de la comprensión, más gente para servirnos,
y lo mejor de todo, una eternidad para disfrutarlo todo. Glaundera, por fin
podré volver a blandir el Full Cleave. Este cuerpo viejo ya no será un
obstáculo para mí—dije, y mi voz se hizo más fuerte a medida que me
emocionaba.

—Eso es maravilloso querido. Estar en el Consejo está impidiendo todo tu


potencial—me dijo mi mujer mientras me frotaba el vientre.

Me incliné más hacia atrás, disfrutando de su tacto.

—Los tres reyes tenemos una broma que compartimos, que los tres reyes
de esta generación carecen de talento y potencial como magos. Lo llamamos
el Complejo de los Reyes Dicathen. ¡Que se jodan! A diferencia de los otros
dos, yo fui una vez un gran mago, un mago de núcleo naranja en mi mejor
momento. Y me habría elevado a alturas aún mayores si no fuera por ese
maldito incidente que me dejó en este lamentable estado.

Nunca le había dicho a mi esposa que el "incidente" había ocurrido porque


me había divertido con una campesina. Me relamí inconscientemente al
recordar aquella noche.

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Habría sido mucho más agradable si ella no hubiera estado gritando tan
fuerte.

No sabía cómo se había enterado su marido, pero había sido lo


suficientemente astuto como para pillarme a solas, incluso utilizando a su
propia mujer como cebo. Por supuesto, acabé matándolos a ambos para
ocultar mi pequeño secreto, pero no antes de que él se las arregle para
hacerme una herida que inutilizaría para siempre mi núcleo de maná.

—¡Malditos sean! Deberían haber aceptado tranquilamente su destino, de


hecho, deberían haberlo considerado un honor—escupí.

Por haberme puesto en un estado tan patético, ni siquiera ser torturado y


asesinado era suficiente castigo.

—Querido, ¡cállate! Todos los enanos te respetan y lo sabes—me regañó


mi esposa con suavidad, sacándome de mis amargos recuerdos.

—¿Respeto? ¡Bah, testículos de toro! Todos me obedecen a regañadientes


por las dos lanzas que tengo en mi poder. Puedo sentirlo. Sus ojos cuando
me miran, sé lo que están pensando: '¿Por qué nos dirige un enano tan
débil?' 'Simplemente nació con suerte. No se merece la corona y las
Lanzas".

—Entonces podemos matar a todos los que alguna vez te despreciaron, así
de simple. Y lo harás con tus propios puños.

Mi esposa movió su mano hacía arriba, acariciando mi barba con sus


gruesos dedos mientras me miraba, su sonrisa tranquilizadora acentuando
su poderosa mandíbula cuadrada.

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—Aun así, has olvidado una cosa.

—Por supuesto. También nos prometió fertilidad. Por fin podremos tener
hijos e hijas propios para continuar con la línea de sangre de los
Greysunders. De hecho, ¿por qué no ver si ya nos ha bendecido?

Dejé mi copa de vino y cambié mi cuerpo para mirar a mi mujer.

Mientras miraba profundamente sus ojos marrones como la tierra, escarbé


debajo de su ropa para sentir su piel cálida y áspera. Pude sentir cómo se
estremecía ante mi contacto mientras seguía frotando suavemente su
espalda, bajando cada vez más.

Sus ojos se cerraron de placer y utilicé la otra mano para desatar su fina
bata. Cuando deslicé mi mano por debajo de la blusa, jadeó sorprendida por
el frío de mis dedos en su firme pecho expuesto.

Le quité la bata para dejar al descubierto sus definidos hombros y sonreí


ante la hipnotizante visión. Nunca había entendido los gustos de los
hombres humanos y elfos, que querían mujeres delgadas. Una mujer de
verdad debería tener músculos como estos.

Mi esposa se acercó con impaciencia mientras yo me tomaba mi tiempo


para desnudarla, persuadiéndola mientras le abría las piernas.

¡Bang!

La puerta de nuestra habitación se abrió de golpe para mostrar a mi guardia,


que había estado apostado fuera, mirándonos con los ojos abiertos.

—¡Qué significa esto!—rugí—¿Cómo te atreves a entrar sin…?

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Como un tablón de madera, el guardia se inclinó hacia delante y se tiró al
suelo sin decir nada. Me levanté de un salto de nuestro íntimo abrazo
cuando me di cuenta de que había un agujero en su pecho donde debería
haber estado su corazón.

Está muerto…

—Mis saludos, Rey de los Enanos.


Una voz fría y ronca llenó mis oídos.
Retrocedí un paso y pude ver a mi mujer volviéndose a vestir rápidamente,
tanteando mientras se levantaba del sofá.
—¿Cómo te atreves a irrumpir en esta habitación? ¿Sabes quién soy?—
grité, con el miedo llenando lo más profundo de mi alma mientras miraba
fijamente a la figura.
No podía distinguir sus rasgos en las sombras donde se encontraba.
—Por supuesto—contestó con firmeza—. Ustedes dos son una plaga que
he venido a eliminar.
Una luz se dirigió hacia nosotros, pero una pared de lava fundida la
interceptó justo a tiempo para detener el ataque del intruso. Aun así, pude
saborear la sangre que bajaba desde la punta de mi nariz hasta mi boca por
la aguja incandescente que la magia de mi Lanza apenas había detenido a
tiempo.
—¡Olfred! ¿Cómo has podido dejar que alguien irrumpa en mi habitación?
Mientras me tambaleaba hacia atrás, mi firme reproche a mi Lanza acabó
sonando mucho más bien como un gemido asustado.

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—Mis disculpas, Sus Majestades. No sé cómo ha conseguido entrar, pero
también he avisado a Mica. El intruso no se irá—dijo mi Lanza.
Mientras nos dedicaba a mi esposa y a mí una cortante reverencia, sus ojos
no abandonaron la figura ensombrecida.
Mica era la segunda Lanza bajo mi mando. Aunque no era tan obediente
como Olfred, su habilidad como mago era suficiente para que yo fuera
indulgente con ella.
—Bien, bien. ¡Encárgate del intruso ahora mismo! Lo quiero vivo si es
posible.
Apunté con el dedo a la figura, esperando que mi esposa no pudiera ver lo
ferozmente que temblaba.
—Sólo busco las cabezas de los Greysunders. El derramamiento
innecesario de sangre no es mi deseo—dijo la voz con frialdad.
Retrocedí contra la pared involuntariamente cuando habló. Por alguna
razón, me dejó aterrorizado, pero con Olfred aquí y Mica en camino, me dije
que no tenía nada de qué preocuparme.
—Desgraciadamente, lo único que busco es tu cabeza—siseó Olfred,
mientras sus miembros se envolvían en llamas al manifestar maná en ellos.

Las brillantes llamas que emitía mi Lanza al precipitarse hacia el intruso


revelaron los rasgos de éste, pero saber a quién me enfrentaba no aplacó el
miedo que había en mi interior. Por el contrario, me horrorizó aún más.

Era un hombre mayor, con el pelo blanco y largo atado en una cola de
caballo que caía como un chorro de perla líquida. Sin embargo, a pesar de

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su edad, se mantenía recto, con las manos elegantemente colocadas detrás
de su espalda recta. Sus dos ojos estaban cerrados, lo que resaltaba aún más
el tercer ojo que no parpadeaba situado en su frente y que brillaba con un
radiante color púrpura.

—Golems de Magma—retumbó Olfred, su voz apenas un susurro.

Cinco soldados hechos de magma se conjuraron al instante, levantándose


del suelo a los pies del intruso. Sin embargo, antes de que pudieran alcanzar
al anciano intruso, éste movió su brazo con un tenue movimiento y se
hicieron pedazos.

Olfred conjuró más caballeros de magma, pero apenas se levantaron, fueron


igualmente cortados en pedacitos por un movimiento demasiado rápido
para mis ojos.

—Concédeme—cantó Olfred entre dientes apretados—la armadura del


infierno.

El cuerpo de mi Lanza estalló completamente en llamas carmesí oscuras


mientras se acercaba al intruso. Cuando las llamas se calmaron, pude ver la
exquisita armadura hecha de magma que envolvía a Olfred. La armadura
estaba cubierta de runas rojas brillantes y una capa de fuego ondulante le
recorría la espalda.

—¡Ja! Esto es lo que consigues por ser tan arrogante. ¡Muere!—grité


maníacamente.

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Una sonrisa enloquecida se formó en mi rostro mientras me preparaba para
ver cómo mi Lanza destruía al intruso que me había dejado tan
patéticamente asustado e indefenso.

El primer golpe de Olfred aterrizó de lleno en la cara del intruso, e incluso la


pared detrás de él quedó diezmada por la onda expansiva. Mi puño se cerró
con emoción mientras esperaba ver la papilla sanguinolenta en la que debía
convertirse la cara del hombre. Sin embargo, cuando la nube de polvo se
desvaneció, sentí que me quedaba con la boca abierta por la sorpresa. La
cara del intruso estaba intacta e inmaculada, pero el brazo blindado de
Olfred se había partido en dos y su puño se había reducido a una pulpa
sanguinolenta. Podía ver astillas de hueso blanco que sobresalían de sus
nudillos.

—Tienes unas habilidades admirables para un ser inferior. Tus poderes


pueden ser útiles para el futuro de este continente, pero ahora mismo solo
eres un estorbo.

Mientras el intruso hablaba, manifestó una hoja fina y brillante desde la


punta de su dedo. Su siguiente movimiento fue tan rápido que parecía que
se había teletransportado, pero simplemente se movía a una velocidad tan
monstruosa que mis ojos no podían comprender. El intruso parpadeó unos
metros hacia donde Olfred estaba de guardia, y la punta de su sable
brillante tocó suavemente el centro del pecho blindado de mi Lanza.

—Rómpete.

La Armadura del Infierno, uno de los hechizos defensivos de mayor rango


de fuego se convirtió en polvo. La sangre brotó de la boca de Olfred

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mientras era arrojado a través de la habitación contra la pared en la que
estaba apoyado.

Solo pude contemplar la escena con la mirada perdida. Un escalofrío me


recorrió la espalda cuando sentí que el intruso me miraba sin pestañear.

Tenía la garganta demasiado seca para tragar, por no hablar de decir.


Mientras miraba la figura temblorosa de mi esposa, un sonido estremecedor
me hizo girar la cabeza hacia atrás.

—Hola, Rey y Reina. Mica lamenta llegar tarde—chirrió una voz familiar
desde el interior de la nube de polvo.

—¡Mica! ¡Casi matan a tu Rey! Date prisa y deshazte de ese hombre—


espeté, aferrándome a mi esposa.

Mica era una anomalía entre los enanos. No tenía ninguno de los rasgos
habituales que hacen atractiva a una dama enana. Era bajita pero delgada,
con una piel pálida y cremosa en lugar de la habitual piel de bronce que
tanto se admiraba. Sus rasgos le daban la apariencia de una débil niña
humana, sus orejas ligeramente puntiagudas eran el único indicio de que
realmente era una enana. A pesar de su aspecto poco impresionante, sus
habilidades para manipular la gravedad eran monstruosas. Empuñaba una
maza gigante de más de tres veces su tamaño y era capaz de controlar
fácilmente el peso de cualquier cosa en un radio determinado.

Cuando la nube de polvo se disipó, pude ver que el intruso había esquivado
completamente el ataque sorpresa de Mica.

— Otro estorbo…

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La voz del intruso sonaba un poco más apagada esta vez, pero puede que
sólo fuera mi imaginación. Antes de que pudiera dirigirse hacia mí, el suelo
se desmoronó alrededor de él y de mi Lanza.

—Bienvenido al mundo de Mica. No te mueras.

Mica se rió mientras balanceaba con facilidad su maza gigante.

—Excelente manipulación de la gravedad.

El intruso asintió mientras se acercaba a Mica.

Se notaba que la había pillado desprevenida el hecho de que su oponente


pudiera caminar tan fácilmente hacia ella, cada uno de sus pasos creaba una
profunda huella mientras las baldosas del suelo se resquebrajaban por el
aumento de la gravedad.

Incluso con mi vida en peligro, un persistente sentimiento de celos me


recorría a través de mí. Esto era lo que yo deseaba… el poder para luchar
así; estar en la cúspide de la fuerza y las capacidades mágicas.

—¿Cómo puedes moverte con tanta facilidad? Tu cuerpo pesa más de


cuatro toneladas—siseó Mica mientras se retiraba lentamente, manteniendo
una cuidadosa distancia con él.

—¿Ese es tu límite? —preguntó el hombre.

—¿Eh?—respondió Mica.

No había esperado una pregunta

—Parece que sí.

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—¿Límites? ¡Mica no tiene límites!—gritó mientras saltaba para realizar
su último ataque. Imbuyó más maná en su arma, y pude ver ligeras
ondulaciones en el espacio que la rodeaba por la distorsión de la gravedad—.
¡Cómete esto!

Su maza bajó con suficiente fuerza, sospeché, para derribar todo el castillo.
Pero el intruso simplemente levantó un solo dedo en respuesta, deteniendo
sin esfuerzo el monstruoso golpe.

Una ola de desesperanza me invadió. A pesar de la magnitud del poder de


mi Lanza, sabía que no podía ganar.

Me puse en pie. No puedo morir aquí. Tengo que escapar.

Por el rabillo del ojo, vi un destello de luz cuando el intruso manifestó una
hoja brillante que atravesó a Mica. No pude ver ninguna herida en el lugar
donde había sido acuchillada, pero debió de hacerle algo. Cayó al suelo con
el blanco de los ojos visible y su maza se estrelló con potencia contra el suelo.

Esa mocosa inútil ni siquiera me dio tiempo a escapar.

El intruso se volvió para enfrentarnos a mi mujer y a mí con su fina y


brillante espada. Glaundera chilló y apuntó con un dedo amenazador a la
figura.

—¡No sabes con quién te estás metiendo! Mi marido pronto será la nueva
mano derecha de Agrona Vritra, una deidad todopodero-

—¡Cállate!—siseé, golpeándola en la cara antes de que pudiera terminar.

—Asura. No hay deidades en este mundo, solo asuras—corrigió el hombre


mientras se acercaba lentamente a nosotros.

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—Por favor, ten piedad... líbrame, oh grandioso.

Pude sentir un calor que se extendía calor entre mis piernas mientras caía
de rodillas y rogaba.

—¿Quieres vivir?—preguntó mientras su único ojo me miraba.

—¡Sí! ¡Por favor! Haré lo que sea—supliqué.

Tratando de comprender la situación. ¿Quién, en este continente, podría


deshacerse tan fácilmente de dos magos de núcleo blanco?

—Veo que Agrona no eligió a sus peones con la debida precaución—


continuó, con la voz llena de desprecio.

—Por favor, ni siquiera lo conozco. Solo me llamó, amenazando con matar


a mi esposa y a mi pueblo si no obedecía. Se lo ruego. Todo esto fue en
contra de mi voluntad—supliqué, postrándome sobre mis manos y rodillas
mientras mi frente tocaba el cálido charco de mi propia orina.

—Muy bien. Libera del juramento las dos Lanzas que tienes en tu poder—
ordenó, con voz uniforme y fría.

—¿Liberarlos?—Tartamudeé.

—Sí. ¿Hay algún problema?—Su único ojo se estrechó.

—No, claro que no.

Me quité el artefacto que siempre llevaba al cuello e imbuí mi firma de


maná en él. Al soltar el juramento, la sangre goteó de las comisuras de mi
boca. Mi padre me había ordenado que nunca deshiciera el juramento, que
no podía ni debía liberarse. Sin embargo, mi vida estaba en juego.

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Olfred y Mica brillaron con un tenue color rojo, lo que indicaba que la
atadura del artefacto se había liberado, y volví a mirar al intruso.

—Ya está. Lo hice.

—Bien. Tuvieron la mala suerte de tener un maestro tan pobre, pero serán
piezas útiles en la próxima guerra—respondió, asintiendo mientras miraba
las dos Lanzas.

—Ahora, por favor... por favor, déjame ir.

Odié lo débil y desesperada que sonaba mi voz.

—Disculpa, ¿Acaso he dicho que te dejaría ir?

Cuando levanté la vista, hubo un cambio en su expresión; por primera vez,


una pequeña sonrisa se formó en su rostro. Intenté responder, pero me
quitó la voz. En lugar de palabras, la sangre brotó de mi garganta.

Instintivamente, me llevé la mano a la herida que no había sentido pero que


sabía que debía estar ahí, y mis dedos entumecidos se hundieron en un
agujero húmedo y abierto donde debería haber estado mi garganta. Cuando
mi visión se desvaneció, aparté la mirada del intruso y la dirigí hacia mi
mujer. Ella me miraba con ojos muy abiertos e incrédulos, tratando de
alcanzarme desesperadamente. Su delgada bata estaba enrojecida por la
sangre de su vida, que brotaba de un agujero en su pecho. Lo último que vi
antes de que mis ojos se oscurecieran fue el corazón de mi amor, que aún
latía. En la oscuridad, pude sentir una mano fría agarrando mi alma,
alejándome de mi cuerpo.

—Que empiece el juego.

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Las palabras del intruso resonaron desde lejos mientras mi conciencia se
desviaba hacia el nivel del infierno al que la mano decidiera llevarme.

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CONGREGACIÓN PECULIAR

103

Punto de Vista de Arthur Leywin

Una expresión de diversión ligera llegó a la ceja levantada y los ojos afilados
de Windsom. El asura, que seguía vistiendo un uniforme militar con un
peinado recortado y peinado de lado a juego, me tendió el lazo.

—¡Sylvie!—exclamé.

Me levanté de mi asiento, pero tuve mucho cuidado cuando la levanté de la


mano de Windsom. Tras una cuidadosa inspección, no había heridas
visibles en su cuerpo y por su rítmica respiración, parecía que simplemente
estaba dormida.

Con un suspiro de alivio, coloqué con cuidado a mi dragón dormido sobre


mi cabeza antes de mirar al asura que estaba ante mí.

—Gracias.

Le dirigí una significativa inclinación de cabeza, y él respondió con una


mirada como la que un padre podría dirigir a un hijo que se ha portado mal.

—Sabía que eras imprudente, pero pensar que te ibas a dejar atrapar a ti y
a Lady Sylvie tan pronto, y nada menos que por aliados de los Vritra—me
reprendió.

—Para ser justos, estaba salvando la academia de los Vritra.

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Me encogí de hombros como si eso validara mis acciones.

—Tienes que entender que tu seguridad y la de Lady Sylvie deben tener


prioridad por ahora.

—Windsom, había personas dentro de esa academia cuyas vidas


considero más importantes que la mía.

Mi rostro se volvió severo, reflejando la determinación en mi voz. Windsom


me miró un momento antes de volver a hablar.

—¿Fue por la Princesa Elfa?—preguntó, como si ya supiera la respuesta.

—N-No fue solo por ella—dije a la defensiva, mi voz salió mucho menos
segura de lo que hubiera querido.

—No importa—suspiró el asura—Lo hecho, hecho está. Pero lo que no


entiendo es por qué el autor del incidente se llevó a tu amigo… Elijah Knight.

—Yo tampoco lo sé.—dije con frustración. Yo también estaba perdido. Por


más veces que lo hubiera meditado en mi celda, no se me ocurría una
explicación razonable—. No lo sé—repetí—. Pero necesito que nos ayudes
Windsom. Necesito averiguar dónde se llevaron a Elijah y...

—¿Y qué? ¿Salvarlo?—interrumpió el asura, con sus profundos ojos fríos y


penetrantes—. No puedes escapar de este lugar, ¿pero crees que tienes la
capacidad de salvarlo?

Tras soltar un profundo suspiro, bajó la voz y continuó.

—Pero sé más o menos a dónde llevó a tu amigo el hombre llamado


Draneeve.

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—¿De verdad? ¿Dónde?—le agarré la manga sin pensarlo.

—Después de investigar el artefacto dejado en la Academia Xyrus,


sospecho que era el dispositivo de teletransporte que Draneeve utilizó para
escapar con tu amigo Elijah, así como el dispositivo que utilizó para…

—…llegar hasta aquí—terminé la frase, con una sensación de temor


creciendo en mi interior—. Se llevaron a Elijah a Alacrya, ¿no es así?

—Lo más probable—respondió con la voz fría.

Me desplomé contra la pared mirándome los pies. Ninguno de los dos habló
durante un rato.

—Windsom, iba a sugerir que siguiera a Elijah hasta Alacrya con la


esperanza de que siguiera vivo para salvarlo. Probablemente me
responderías diciéndome que ni siquiera debería soñar con ello, ya que me
matarían en cuanto pusiera un pie en Alacrya…

Le devolví la mirada y caí en la cuenta de que era un momento


verdaderamente raro; no tenía respuesta.

—¿Qué opinas?

—Bueno, yo no diría que vas a morir en cuanto pongas un pie allí—dijo


sonriendo ligeramente, con un toque de empatía evidente en su voz
habitualmente fría—. Pero sí, sería un suicidio. Por suerte, el peón que envió
el clan Vritra se marchó antes de que tú llegaras, de lo contrario serían
mucho más cautelosos contigo. El interés que tienen por ti es suficiente
como para que ellos quieran poseerte en su poder, pero si descubren que en

69
realidad tienes la voluntad innata de Lady Sylvia, así como su hija, me temo
que incluso los asuras lo tendrán difícil para mantener a salvo a los dos.

—¿Qué voy a hacer entonces? ¿Renunciar a mi mejor amigo?—repliqué—.


Calculé la posibilidad de recibir ayuda del Rey de los Elfos, y sabía que tú
nos ayudarías a escapar, pero aun así, no habría un lugar seguro donde
quedarme. Teniendo en cuenta que el Consejo trabaja para los Vritra,
tendría que ir donde se esconde mi familia, o esconderme en algún lugar
profundo de los Beast Glades. Si me quedara escondido con mi familia, no
podría entrenar sin revelar mi firma de maná a las Lanzas, lo que pondría
en peligro tanto a mi familia como a la de Tessia. Para beneficiarme de
esconderme en los Beast Glades, tendría que ir a las zonas más profundas y
peligrosas, lo que significa que correría el riesgo de ser atacado por las
bestias de maná y podría no sobrevivir más tiempo que si me marchara a
Alacrya.

Pensé en los rugidos de las gigantescas bestias de maná con las que nos
habíamos cruzado de camino al castillo, y en cómo incluso los Lanzas eran
lo suficientemente cautelosos como para no cargar descaradamente.

—Pareces tener un buen conocimiento de la situación—reconoció el asura,


asintiendo escuetamente con la cabeza—. ¿Has descubierto algo sobre la
conexión del Consejo con los Vritra?

—Lo suficiente como para sospechar razonablemente que los más


relacionados con los Vritra eran los enanos. Los humanos parecían
favorecer la opinión de los enanos también, pero tengo la corazonada de que
son reacios—dije, pensando en voz alta.

70
—Impresionante—admitió Windsom. Deslizando hacia atrás su manga
izquierda, el asura miró su reloj—. Arthur, ya es hora de que...

—¿Quién eres?—interrumpió una voz conocida.

Tanto Windsom como yo giramos la cabeza hacia la voz. Era Bairon.

—Parece que ha terminado de ocuparse de las cosas—murmuró Windsom


en voz baja para sí mismo.

—¿Cómo entraste aquí?

Los ojos de la Lanza se entrecerraron mientras su mirada parpadeaba entre


el asura que estaba a mi lado y el dragón supuestamente encerrado sobre mi
cabeza. A pesar de lo precipitado que había actuado Bairon conmigo, me di
cuenta de que en realidad era muy cauto y sensato en circunstancias
normales. Miró a Windsom con cautela, sin dejar ningún resquicio en su
postura a pesar de que estaban separados por una jaula reforzada.

—He preguntado cómo has entrado aquí—gruñó Bairon, con los ojos
clavados en el misterioso visitante—. ¿Estás con el otro intruso?

—Sí—respondió Windsom con indiferencia, dando un paso hacia la Lanza.

—Entonces no es necesario dar más explicaciones.

Bairon levantó el puño como un cañón cargado, y la electricidad acumulada


crepitó y estalló alrededor de su brazo.

Salté frenéticamente para apartarme sabiendo lo que se avecinaba, Bairon


lanzó un hechizo flash de rayo.

71
Windsom se había olvidado de quitarme el artefacto que llevaba atado al
pecho e inhabilitaba mi flujo de maná. Si me golpeaban con ese hechizo, no
quedarían ni siquiera cenizas que enterrar.

Una esfera condensada de electricidad salió disparada del puño de la Lanza,


desintegrando las barras de metal reforzadas como si fueran tejidos. Sin
embargo, Windsom permaneció pegado en su posición mientras el hechizo
se acercaba rápidamente a él.

Me preparé para el momento en que la bola de rayo chocara con el asura,


pero cuando la magia de alto nivel de Bairon llegó a Windsom, el asura
simplemente se levantó y atrapó el hechizo como si fuera una pelota de
goma. Había sabido sin duda que Windsom sería capaz de manejar el
ataque, pero ni siquiera yo había esperado que lo hiciera con tanta facilidad.

Aplastando el orbe de rayo condensado en su palma, se volvió hacia mí e


hizo un gesto con la cabeza.

—Parece que tenemos nuestra salida—bromeó el asura.

Dejé escapar una carcajada, pero antes de que ninguno de los dos pudiera
decir nada más, Bairon había alcanzado a Windsom.

—Niño, ya no hay razón para que luches contra mí—dijo Windsom con
frialdad mientras esquivaba con facilidad el aluvión de golpes y patadas
imbuidos de rayos.

A diferencia de la mía, la magia de rayos de Bairon parecía consistir


principalmente en hechizos externos.

72
Bairon activó un hechizo de Lanza del Trueno en medio de sus ataques,
conjurando cinco lanzas hechas de rayos para apuñalar a Windsom.

Me había desplazado a la pared más alejada de la celda para evitar lo más


duro de su lucha, pero mientras observaba, me pareció que Windsom estaba
en realidad… aburrido.

—Suficiente.

Windsom dio un simple movimiento de su brazo, que pareció lento en


comparación con la rápida sucesión de ataques de Bairon y al instante la
cara de la Lanza se enterró en el suelo. Toda la celda tembló mientras una
telaraña de grietas partía el suelo reforzado, siendo la cabeza hundida de
Bairon el epicentro.

Desde atrapar su hechizo hasta enterrarle la cara, Windsom estaba haciendo


un buen trabajo al humillar a uno de los magos más fuertes de Dicathen.

—Canalla—dijo Windsom con impaciencia mientras la Lanza luchaba por


liberar su cabeza del suelo.

Aunque la cara de Bairon estaba arañada y un poco ensangrentada, por lo


demás no se inmutaba.

—Bairon, retírate.

Mis oídos se agudizaron ante la voz familiar. Era Varay, la Lanza femenina
que había enjaulado a Sylvie y que era capaz de enfrentarse sola a dos
Lanzas.

—No entiendo. Está con el intruso—dijo Bairon, volviéndose hacia su


compañero Lanza.

73
—Es una deidad, no es alguien a quien puedas dirigirte con tanta
ligereza—replicó Varay con una voz especialmente fría—. Mis disculpas, oh
grandioso. Nuestro rey solicita humildemente tu presencia.

A pesar de saber lo que era Windsom, me sorprendió ver a Varay inclinarse


ante alguien que no fuera el Consejo. En comparación, la mirada de
confusión de Bairon era bastante divertida.

—¿D-Deidad?—tartamudeó estúpidamente la Lanza.

—Correcto. Y ahora que sabes lo que soy, la ignorancia ya no es una


excusa—respondió Windsom, mirando con dureza a Bairon—. Inclínate.

Por la forma en que la cabeza de Bairon volvió a chocar contra el suelo,


parecía que Windsom había hecho algo para obligarlo a arrodillarse, pero de
todos modos era un espectáculo agradable de ver.

Cuando se levantó, Bairon rompió de muy mala gana mis grilletes y me


quitó el artefacto que inhibía mi flujo de maná. Luego nos condujeron de
nuevo a la sala donde había tenido lugar mi juicio, pero esta vez sin nadie
encadenado. Un guardia que no era el mismo de la última vez nos abrió la
puerta, revelando a las personas que estaban dentro de la sala.

—Bienvenidos.

El rey Blaine fue el primero en hablar, levantándose de su silla. Su


complexión era casi enfermiza, al igual que la de la reina Priscilla, y se
sentaron alrededor de una mesa ovalada que no había estado allí antes.

Sentados junto al rey y la reina humanos estaban los padres de Tessia,


Alduin y Merial, junto con su encapuchada Lanza que me había entregado la

74
nota la noche anterior. Tanto el rey como la reina de los elfos me
reconocieron con un saludo incómodo, pero por lo demás permanecieron en
silencio.

También estaba sentada a la mesa la directora Goodsky, que llevaba una


expresión de desconcierto para complementar su aspecto desaliñado.

Cuando clavé los ojos en el hombre que se sentaba a su lado, me puse


instintivamente en guardia. Todos los pelos de mi cuerpo se erizaron y cada
fibra de mi ser me rogó que huyera del anciano, que tenía un ojo en medio
de la frente.

—Arthur. Todo está bien—dijo Windsom para calmarme.

Me pareció extraño que los Greysunders no estuvieran presentes, pero el


resto de la gente de la sala a excepción de la persona que no conocía, se
levantaron de sus asientos y cada uno hizo una pequeña y respetable
reverencia a Windsom.

Agradeciendo sus gestos, me indicó que tomara asiento con él en la mesa.


Cuando me senté a su lado, sentí que los engranajes de mi cabeza giraban
tratando de entender la situación. Aquí estaba yo, sentada junto al Consejo
y sus lanzas, también la directora Goodsky que había sido una prisionera
condenada a muerte y un hombre cuya identidad desconocía.

Había una tensión palpable en la sala, suficiente para hacer salir a una
persona normal con sudor y miedo. Había colocado a Sylvie en mi regazo y
la estaba acariciando cuando oí que alguien se levantaba de su asiento.

75
Para mi sorpresa, era el hombre del que había querido escapar
instintivamente. Parecía tener tres ojos, pero dos de ellos estaban cerrados.
Llevaba el pelo blanco atado hacia atrás, lo que me recordaba a Virion
cuando lo había conocido.

—Para los que no me conocen…—el ojo púrpura de su frente me enfocó—.


Soy Aldir. Windsom y yo hemos sido enviados aquí para darles a ustedes
seres menores, una oportunidad de sobrevivir en la inminente guerra contra
los Vritra—continuó el asura sin pausa.

—Así que, tal como nos temíamos, realmente habrá una guerra—habló
Alduin en voz alta, como si simplemente expresara sus pensamientos.

—He dado el primer paso para descartar a los corruptos. Mi papel aquí
ahora es supervisar al resto de lo que ustedes, los inferiores, llaman 'el
Consejo' y darles instrucciones sobre los preparativos necesarios para
luchar contra el Imperio de Alacrya.

En cuanto salió la palabra "corrupto", tanto Blaine como Priscilla Glayder se


congelaron, y la sangre se les escurrió de la cara.

—S-Su Majestad. Si puedo decir algo…—Blaine dijo débilmente, y pensé


que algo debía de haber ocurrido para que el rey se mostrara tan manso.

—Nos mostraste claramente tus capacidades, lo suficiente como para que


crea que no eres de este reino. La diferencia entre nuestras habilidades es
tan grande que no estoy seguro de por qué nos necesitas. ¿No puedes
simplemente ir al continente de Alacrya y derrotar a los Vritra?

Me incliné hacia Windsom, susurrándole al oído.

76
—¿Qué quiso decir con 'descartar a los corruptos'?

—Los Greysunders han sido eliminados y sus Lanzas están ahora bajo mi
control—dijo Aldir, respondiendo en lugar de Windsom.

Wow.

Así que el asura había matado a los que trabajaban directamente para los
Vritra, mientras dejaban a los Glayders con algún tipo de advertencia. Por
eso el rey y la reina humanos están tan nerviosos.

—Y en cuanto a tu punto, Rey Glayder: sí, sería bastante sencillo reunir a


los asuras y luchar personalmente contra los Vritra. Sin embargo, el clan
Vritra, junto con los otros tres clanes que están bajo su mando, eran todos
antiguos asuras que han roto nuestra ley. Ni siquiera nosotros podemos
calcular lo fuertes que pueden llegar a ser. Además…—Continuó Aldir
mientras se enfrentaba al asustado rey—…Una batalla de esa magnitud
arrasaría sin duda el mundo. Y eso que soy conservador.

El Rey Glayder respondió con un silencio atónito mientras todos tratábamos


de imaginar la ferocidad de una batalla que podría hundir continentes.

Aldir continuó hablando.

—Nosotros, los asuras y el clan Vritra habíamos acordado un tratado en el


que ningún ser superior puede atacarse directamente entre sí ni interferir
con ningún ser menor. En cambio…

—Espera—interrumpí—. ¿No contradice eso el hecho de que hayas


matado a dos 'seres menores'?—continué.

77
El ojo púrpura del asura se estrechó mientras me miraba, pero tras un breve
momento, los labios de Aldir se curvaron en una sonrisa.

—Dicathen no recibió ayuda directa de nosotros los asuras, pero ahora se


enfrenta a una población gobernada directamente por Agrona Vritra.
Incluso con mis acciones, no sería tan imprudente como para romper el
tratado en represalia porque simplemente hemos igualado el campo de
juego—respondió Windsom en lugar de Aldir.

—¿Qué hay de los demonios de cuernos negros que han estado invadiendo
nuestra tierra durante años? Uno de ellos fue incluso responsable de la
muerte de una Lanza—contesté.

—¿Te refieres al dueño de este fragmento?

La Directora Goodsky levantó un fragmento negro, que había pertenecido al


ser con cuernos que había matado a Alea Triscan.

—Vaya, veo que no era mentira cuando Windsom dijo que no son simples.
El ser responsable de matar a la Lanza, y los que se han colado en este
continente, no son asuras. Esos monstruos fueron una vez seres menores,
como tú, que han pasado por innumerables experimentos—escupió Aldir
con evidente disgusto.

—¿Así que hay monstruos que no son asuras, pero aun así son capaces de
destruir a los magos más fuertes de Dicathen? ¿Es posible que ganemos?—
dijo Merial Eralith, hablando por primera vez.

—Sí, pero son limitados. Ahora que sabe de mi presencia, no los enviara
de forma tan imprudente como antes—contestó Aldir, volviendo a sentarse,

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giró su cuerpo hacia mí—. Piensa en mí como un general en esta guerra que
se avecina. Lo mejor para los asuras es que seamos capaces de defender este
continente. Ahora, Windsom, ¿no hay algo que tienen que hacer tú y el
chico? Yo me encargaré del resto aquí. Necesitamos una preparación
importante antes de poder defendernos.

Dando un asentimiento al asura de tres ojos, Windsom me levantó, y luego


nos llevó a mí y a la dormida Sylvie fuera de la habitación.

—¿Algo que tengamos que hacer, Windsom? ¿No es importante que


participemos en la discusión? ¿No deberíamos estar también en esa
habitación?—pregunté mientras seguía al asura.

—Esa no es tu lucha. Aldir sabe lo que hace y hará todo lo posible para
preparar a los menores para la inminente guerra. Necesitamos que sean
más fuertes cuando llegue ese momento, si no quieren ser inútiles.

—Tiene sentido. Entonces, ¿qué haremos?

—Primero, vamos a visitar a tu familia. Tendrás que despedirte de ellos.

El asura estaba de espaldas a mí, y no pude determinar si estaba bromeando


o no.

—¿Despedirse? ¿Por qué? ¿A dónde voy a ir?

Tiré de su brazo, sorprendiéndome cuando se dio la vuelta con facilidad.

—Te llevaré a ti y a Lady Sylvie a la tierra de los asuras. Tu entrenamiento


tendrá lugar en Epheotus.

79
LOS OCHO GRANDES

104

—¿Se me permite saber todo esto?—pregunté, quitándome una rama


afilada del pelo.
Estábamos caminando por una parte familiar del bosque de Elshire,
Windsom nos había teletransportado a las cercanías, fue una hazaña de la
que no me había percatado. Sólo tardé unos instantes en reconocer que ya
había estado en esta parte del bosque con la familia Eralith, vi que nos
dirigíamos al escondite de la anciana Rinia.
—Te han dado permiso para quedarte en Epheotus, así que lo descubrirás
tarde o temprano. Aunque no es necesario que memorices la información
que te he contado, siempre es beneficioso que conozcas la cultura local, los
modales y la política cuando estás en un territorio desconocido.
Especialmente si tienes que interactuar con las figuras importantes del
lugar—aconsejó Windsom, sin molestarse en darse la vuelta mientras
apartaba ramas y lianas de su camino—. Pero tengo la sensación de que ya
conoces la importancia de eso.
—Por supuesto—sonreí—. Sin embargo, el conocimiento sin comprensión
no es más que una espada clavada en su vaina. Me has dicho el qué,
Windsom, pero aún no me has dicho el por qué.
—Muy cierto—admitió—. No te preocupes, pronto llegaremos a eso.

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—Bien, hay siete, no, ocho razas de asuras en Epheotus. Cada raza
comprende múltiples clanes, pero sólo un clan de cada raza es considerado
uno de los Ocho Grandes...
—Los Ocho Grandes—corrigió inmediatamente el asura.

—¿De qué raza era el clan Vritra?

Había intentado varias veces en el pasado determinar qué tipo de criaturas


podría ser el clan Vritra, con sus cuernos y su complexión gris, pero no se
me ocurrió nada.

—La verdadera forma del clan Vritra es la de una temible asura serpentina
llamada Basilico. Será bueno que tomes nota de las razas y los nombres de
los clanes de los Ocho Grandes.

—¿Qué fue de la raza de los basilicos después de la traición del clan Vritra
y de otros clanes de basilicos 4 ?—Continué, aplastando un insecto
particularmente molesto que parecía pensar que mi oreja sería un buen
lugar de descanso.

—Un clan menor sustituyó al clan Vritra como uno de los Ocho Grandes, y
algunas de las razas más radicales presionaron para aniquilar lo que
quedaba de los basilicos. Afortunadamente, los lazos entre las razas se
remontan a la historia; los amigos de los clanes basilicos que quedaban los
defendieron. Al final, nunca se tomaron medidas drásticas como el
genocidio, después de todo, sería una tontería que toda una raza soportara
los crímenes de unos pocos.

4 El termino Basilicos o Basilisk va a ir variando a medida que avanza este volumen.

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No pude discernir qué pensaba Windsom mientras me contaba todo esto.
La inflexión y el tono de su voz no coincidían con sus palabras, que sonaban
casi sardónicas.

—Ya veo... —Seguí caminando, con mis botas sucias crujiendo sobre las
hojas caídas y las ramas rotas.

—De todos modos… ¿Cómo fueron seleccionados los Ocho Grandes?

—Los clanes de los Ocho Grandes casi nunca han cambiado. Por ejemplo,
aunque la raza de los dragones es la que menos clanes tiene, el clan Indrath,
el de mi maestro y Lady Sylvia, ha formado parte de los Ocho Grandes
desde el principio de nuestra historia. Sin embargo, incluso hoy en día, los
grandes clanes son mucho más fuertes que los demás. Esto es lo más
parecido a una respuesta que puedo darte.

Mientras nos dirigíamos al refugio oculto de la anciana Rinia, Windsom me


enseñó los nombres que debía conocer y luego me interrogó sobre ellos. Fui
capaz de procesar la mayor parte de la información con bastante rapidez,
pero mi estado de falta de sueño y de hambre me afectó a la hora de retener
la información.

—En fin, no es por quejarme, pero ¿no podrías habernos acercado más? Si
nos has teletransportado al bosque de Elshire desde un castillo aéreo en
medio del Beast Glades, estoy seguro de que podrías habernos llevado unos
cuantos kilómetros más lejos.

—La casa de la adivina donde tu familia se refugia actualmente está


rodeada por una barrera bastante grande que no quise agitar.

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Teletransportarse a través de ella podría causar una ondulación en la
barrera, que podría delatar la ubicación de todos los que están dentro.

—Ah... mis disculpas entonces. Estoy un poco nervioso—respondí,


rascándome la cabeza.

Acabábamos de atravesar la cascada que ocultaba la entrada a la casa de la


anciana Rinia cuando volví a hablar.

—A ver si lo entiendo. ¿Agrona, actual jefe del clan Vritra, condujo a su


raza fuera de Epheotus a Alacrya, donde había estado experimentando con
las razas menores y se declaró gobernante eterno?

—Un título bastante insípido para darse a sí mismo pero, en esencia, sí—
confirmó el asura.

—Entonces este tratado del que hablaste antes: si el clan Vritra, y los otros
clanes de la raza Basilico, son asuras, ¿no deberían tener prohibido
participar directamente en esta guerra que se avecina?—pregunté, tratando
de llevar la cuenta de cuántas vueltas habíamos dado en este laberinto de
túnel.

—Sí, pero ese nunca fue el problema—Windsom dejó de caminar y se


volvió hacia mí—Arthur, ¿no te has preguntado alguna vez por qué las razas
asura no se limitan a matar al clan Vritra y a los clanes que les siguen?
Después de todo, hay otras siete razas".

—Por supuesto que sí, pero ¿no dijiste algo sobre las consecuencias que
afectarían a las razas menores que viven en Alacrya?

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—Lo hice, pero lo que no te he dicho es que el tratado no fue nuestro
primer curso de acción. Después de que Agrona y sus seguidores escaparan,
los Ocho Grandes, excluyendo a la raza de los basiliscos, se reunieron por
primera vez, sin tener en cuenta las facciones, y sus líderes formaron una
asamblea. Decidieron enviar una pequeña división de nuestros guerreros de
élite para deshacerse rápidamente de Agrona y sus seguidores.

Windsom se detuvo un momento, y aunque su tono nivelado no revelaba


nada, estaba claro que estaba deliberando si expresar lo que pensaba.

Finalmente, dejó escapar un suspiro y conjuró una pequeña barrera a


nuestro alrededor, que nos iluminó con una suave y ondulante luz azul.

—Arthur, lo que voy a revelar debe quedarse contigo, esta información


sólo la conocen unos pocos miembros del clan Indrath.

Asentí con la cabeza, clavando los ojos en Windsom mientras esperaba


que continuara.

—Todo el mundo en Epheotus cree que Lady Sylvia fue capturada de


alguna manera y retenida como prisionera en algún lugar, pero en realidad
ella eligió ir con la división de élite encargada de matar a Agrona Vritra y a
los clanes que le seguían.

—¿Qué?—exclamé, mi voz salió mucho más fuerte de lo que pretendía.

—¿Qué sentido tiene eso? ¿Fue a una misión en territorio enemigo sin
saber qué esperar? Eso es básicamente un suicidio. Es imposible que el
padre de Sylvia la dejara ir.

—Por supuesto que Lord Indrath no le permitió ir—gruñó Windsom.

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—Lo que digo es que Lady Sylvia se ocultó y siguió a los demás. Cuando se
dieron cuenta de su presencia, ya era demasiado tarde para que se retirara.

Hubo una larga pausa antes de que alguno de los dos volviera a hablar.

—¿Y qué acabó pasando con los asuras? ¿Los que enviaron los líderes de
Epheotus, quiero decir?

—Lo que ninguno de los líderes esperaba.

El rostro de Windsom se contorsionó con disgusto y sus manos se


formaron en puños.

—Agrona, esa astuta serpiente, estaba esperando con un ejército aún


mayor de basiliscos y razas menores que tenían las mismas habilidades
mágicas innatas que los asuras.

Sólo tardé un momento en darme cuenta de lo que implicaban sus


palabras.

—El clan Vritra se estaba mezclando con las razas menores de Alacrya—
susurré.

Asintió con la cabeza antes de continuar.

—Al parecer, Agrona y sus seguidores habían estado mestizando durante


bastante tiempo: había decenas de miles de chuchos esperando a nuestro
batallón.

—Así que la banda de asuras de élite que tu gente envió estaba en


inferioridad numérica". "Bueno, tremendamente superados en número
mejor dicho—subrayó.

85
—Y el elemento sorpresa que habíamos pensado que tendrían nuestros
guerreros quedó anulado.

—¿Qué les ocurrió al final?—murmuré.

El asura negó con la cabeza en respuesta.

—La comunicación se perdió poco después de que comenzara la batalla.


Aunque estamos seguros de que su bando sufrió una pérdida considerable
en número, sólo podemos especular que nuestra brigada de guerreros de
élite, los orgullos de sus respectivos clanes y razas, murieron o fueron
capturados.

Me quedé en silencio, mi mente se llenó de pensamientos sobre cómo Sylvia


había logrado escapar.

Las siguientes palabras de Windsom me sacaron de mi aturdimiento.

—Lord Indrath se puso furioso cuando el propio Agrona apareció para


decirle a mi señor que su única hija había muerto en la batalla. Si hubiera
sido por mi señor, seguramente habría hecho la guerra, ignorando las
consecuencias. Sin embargo, el resto de los clanes se opusieron y
presionaron por un tratado.

Windsom se dio la vuelta y reanudó la marcha, dejando caer la barrera y


sumiéndonos de nuevo en la oscuridad.

—Al final se formó un tratado entre las dos partes, que prohibía a los
asuras actuar directamente debido a los daños colaterales que causaría una
guerra a gran escala entre las siete razas asura de Epheotus y el ejército de
basiliscos y mestizos menores del clan Vritra.

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Hubo un tono de evidente rencor en su voz.

Mientras pensaba en sus palabras, me di cuenta de la desventaja en la que


se encontraba Dicathen. Este tratado llevaba generaciones en vigor, y
aunque prohibía a los asuras y a los mestizos participar directamente en las
batallas, quién sabía cuántas de las llamadas "razas menores" de Alacrya
tenían la sangre de los asuras mezclada con la suya.

Quise preguntar por qué los otros asuras no se habían cruzado también con
las razas menores, pero razoné que si el genio loco de Agrona había tardado
siglos en para dar con una forma, entonces las otras razas probablemente
aún no habían encontrado cómo hacerlo. Incluso si pudieran, supuse que la
mayoría se opondría a ese mestizaje con las razas inferiores debido a su
propia moral y orgullo. Entonces me di cuenta.

—Espera. Así que los seis artefactos antiguos que diste a la gente de
Dicathen...

—Sí. Fue nuestra forma de dar a la gente de este continente una espada y
un escudo. Sabíamos que los poderes y el conocimiento contenidos en esos
artefactos encenderían una revolución para su gente. Teníamos razón, pero
sólo a través de los acontecimientos recientes supimos que no había sido
suficiente. Lord Indrath espera que, con nuestra intervención directa,
podamos dotar a los magos de este continente de la fuerza necesaria para
defender Dicathen de Agrona. Tememos que si Agrona es capaz de reclutar
a los habitantes de este continente, el clan Vritra acumulará suficiente
poder de lucha para derrocar a Epheotus.

87
—Y aquí es donde entro yo—dije con sarcasmo, cruzando los brazo—Una
pieza de ajedrez más fuerte, que los Grandes Clanes pueden utilizar para
ganar la ventaja en la próxima guerra.

—Bueno, yo lo vería más bien como que te estamos entrenando para


defender a tu familia y a tu patria—replicó Windsom.

—Sinceramente, prefiero saber que hay un beneficio mutuo a embarcarme


en cuestionables actos de altruismo de todas formas—dije encogiéndome de
hombros.

—Supongo que todavía no confías del todo en nosotros—dijo Windsom


con curiosidad, y luego preguntó:

—Como nota al margen, ¿cómo piensas informar a tu familia de nuestros...


planes?.

—No te preocupes, Windsom. Pasé mucho tiempo pensando en cómo


decírselo a mis padres mientras estaba en la cárcel.

Le guiñé un ojo, pasando por delante del asura y dirigiéndome a la


parpadeante luz del fuego que salía del final del túnel.

88
...........

Al acercarnos al final del túnel, pude ver las sombras de algunas personas
rodeando una hoguera. Sonreí al ver a mi corpulento padre guerrero
fregando los platos cerca del arroyo subterráneo mientras la anciana Rinia,
mi hermana y mi madre se concentraban en una olla que hervía a fuego
lento sobre las llamas.

—¡Algo huele delicioso! ¿Hicieron suficiente para mí?—grité, haciendo


que todos movieran la cabeza en mi dirección.

Observé sus reacciones cuando se dieron cuenta de quién había hablado, mi


padre dejó caer la sartén abollada que estaba fregando, mi madre y mi
hermana se levantaron simultáneamente de las sillas improvisadas en las
que estaban sentadas y la anciana Rinia se limitó a dedicarme una sonrisa
significativa mientras seguía pelando la patata que tenía en la mano. A la
única que no vi fue a Tessia, pero no estaba segura de sí estaba aquí o no.

En segundos, me vi envuelta en el abrazo de mi familia mientras mi madre y


mi padre me revisaban en busca de cualquier signo de lesión, mientras la
mirada de mi hermana se dirigía directamente a Sylvie, dormida en mis
brazos.

—¿Está bien Sylvie?—preguntó Ellie, con preocupación en su voz,


mientras levantaba cuidadosamente a Sylvia de mis brazos y la abrazaba
cariñosamente.

89
—¿Tu hermano acaba de escapar de la cárcel y ni siquiera me preguntas si
estoy bien?—dije, fingiendo estar dolido.

—Mm, de todas formas parece que siempre vuelves vivo—se encogió de


hombros, volviendo a centrar su atención en Sylvie.

Mi padre soltó una carcajada mientras mi madre hacía lo posible por ocultar
su sonrisa mientras reprendía a mi hermana.

Sentí una fuerte punzada en el pecho ante las insensibles palabras de mi


hermana. ¿Dónde estaba la dulce niña que se pegaba a mí como si fuera
pegamento y derramaba lágrimas cuando no podía verme? ¿Había llegado
ya a la etapa de la rebeldía?

Parecía que alguien ya había informado a mi familia de que los visitaría


pronto, pero no era difícil adivinar quién. Sin embargo, esperaba que la
anciana Rinia no hubiera gastado más de su vida para utilizar sus poderes
en mi beneficio.

Mis padres empezaron a interrogarme para conocer todos los detalles de lo


que había sucedido exactamente, pero de repente ambos se quedaron
paralizados, guardando un silencio absoluto.

Los suaves pasos se detuvieron detrás de mí, y no dudé en hacer las


presentaciones.

—Todos, esta es la persona que me ayudó a escapar de mi prisión… y


también mi futuro maestro.

90
Esperé algún tipo de reacción, pero mis padres y mi hermana seguían en
silencio, congelados en su sitio con los ojos pegados a la figura que había
detrás de mí.

—Ah, ¿Windsom? Cálmate—dije.

Volteándome para ver a Windsom mirándome con confusión, luego sus ojos
se abrieron un poco en señal de comprensión.

—Mis disculpas—respondió.

De repente, el aire a nuestro alrededor volvió a la normalidad. Me había


acostumbrado a la presión que el asura ejercía, pero para un mago normal
era sofocante.

Mi madre y mi hermana cayeron de rodillas, y mi padre tropezó,


manteniéndose a duras penas en pie.

La anciana Rinia, que estaba un poco más lejos, se levantó e hizo una
profunda reverencia hacia Windsom. No estaba seguro de que conociera su
identidad, pero ella al menos, parecía entender que aquella persona
desconocida no era corriente.

—Bienvenido a mi humilde morada. Por favor, póngase cómodo.

La anciana elfa habló con un tono respetuoso y bien educado que nunca le
había oído utilizar.

Windsom se limitó a asentir como respuesta, y la cueva se llenó de silencio,


excepto por el crepitar del fuego.

Mi padre fue el primero en hablar.

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—Me gustaría agradecerte por ayudar a mi hijo. Sé que puede ser difícil de
manejar.

El asura sonrió débilmente antes de hablar.

—Parece que su hijo le ha causado muchas preocupaciones.

—Y seguirá haciéndolo en el futuro—terminó mi madre mientras mi padre


la ayudaba a ella y a mi hermana a levantarse.

—Pero Arthur, ¿a qué te referías con lo de 'futuro maestro'?.

—Alice, tu hijo acaba de terminar un largo viaje. Hay mucho tiempo para
discutir esto después de que haya comido algo—regañó Rinia, llevando a
todos de vuelta al fuego.

Agradecida por la oportunidad de comer por fin algo, me senté, soplando


con impaciencia el guiso caliente para enfriarlo.

Windsom rechazó la oferta de comida, pero se sentó con nosotros y observó


ociosamente el fuego. Una vez que todos terminaron de comer, mi padre
comenzó a contarnos lo que había sucedido en su lado.

Virion se había llevado a Tessia y a Lilia a otro lugar para que atendieran
bien sus heridas. La familia Helstea le había seguido para cuidar de su hija,
lo que explicaba que sólo mi familia estuviera aquí. La anciana Rinia se
burló sobre que podría reunirme con Tessia en unos días y todos sonrieron
ante mi vergüenza.

Al final se nos acabaron los temas de conversación y la cueva volvió a


quedar en silencio. Me di cuenta de que mis padres esperaban mi respuesta
a su pregunta anterior.

92
Volví la mirada hacia Windsom, que me devolvió la mirada, esperando lo
mismo. Rascándome la cabeza, un gesto que me pareció que se había
convertido en un hábito durante las circunstancias incómodas desde que
llegué a este mundo, luego hablé.

—Anciana Rinia. ¿Está bien que hable con mis padres en privado?

—Por supuesto.

La adivina me dedicó una cálida sonrisa.

—¿Y yo qué?—chistó mi hermana, aún acunando mi vínculo en sus brazos.

—Lo siento, Ellie.

Sacudí su cabeza mientras guiaba el camino hacia el interior de la tienda.

Mis padres entraron tras de mí, con cara de confusión.

—¿No se va a unir tu maestro?—preguntó mi padre, volviendo a mirar al


exterior antes de cerrar la solapa.

—Hay algo que los dos deben saber primero.

El timbre de mi voz y la expresión de mi rostro los hizo callar, y se sentaron


frente a mí sin hacer más preguntas.

—Antes de empezar, hay algo que he pensado mucho en contarles a los


dos… desde que vine a este mundo.

93
CUANDO LA IGNORANCIA

ES LA FELICIDAD

105

Hubo un silencio prolongado tras mis palabras mientras mis padres


intentaban procesar lo que acababa de decir.

—¿‘Vine a este mundo’? ¿Qué quieres decir cariño? Tú naciste aquí, no lo


entiendo—respondió mi madre, acercándose a mí.

Me cogió las manos con fuerza, como si temiera que pudiera desvanecerme
si no lo hacía. Mi padre, en cambio, me miraba en silencio esperando que
continuara. Respirando profundamente, apreté la mano de mi madre y
hablé con una sonrisa reconfortante.

—Por supuesto que nací aquí, mamá, soy de tu propia sangre y de la de


papá. Créeme, recuerdo mejor que nadie cuándo nací—dije con una risita, lo
que provocó otra mirada confusa de mis padres—. En realidad… yo… yo fui
transportado, o renacido… o no sé exactamente qué, pero sucedió. A mi…
me sacaron de mi mundo y me trajeron a este.

—Espera un momento, hijo, vas a tener que retroceder-Art, ¿de qué estás
hablando? ¿Otro mundo? ¿Estás bien? ¿Te lo ha dicho ese hombre de ahí
fuera? ¿De dónde viene esto?

94
Interrumpió mi madre mientras se acercaba examinando mi cabeza,
probablemente en busca de signos de conmoción cerebral.

—No, mamá. Windsom no lo sabe ni nadie más que ustedes dos lo sabrán.
Yo tampoco conozco el término correcto para lo que me ocurrió. He
pensado en ello por un tiempo pero mi mejor suposición es que es algo
parecido a una reencarnación—expliqué.

—Arthur, ¿te pasó algo después de que te llevaran? ¿Te lastimaron de


alguna manera? Ven aquí, déjame intentar curar…

—Cariño, el niño está bien. Continúa… Arthur—me animó mi padre, pero


mi madre insistió.

—No Rey, nuestro hijo no está bien. Está soltando tonterías sobre otro
mundo y la reencarnación. Art déjame…

—¡Alice! Deja que hable—espetó mi padre, con una voz que nunca había
oído antes, aturdiendo tanto a mi madre como a mí.

Llenando mis pulmones con aire, me expliqué.

Describí el mundo del que venía, el papel que había desempeñado allí y las
relaciones que había tenido. Les ofrecí una cantidad insoportable de detalles,
para asegurarme de que supieran que no me lo podía haber inventado.
Durante todo el proceso, mis padres permanecieron en silencio. Mi padre
hacía preguntas aquí y allá, pero su rostro permanecía inexpresivo.

Mi madre, sin embargo, estaba visiblemente agitada, su rostro estaba pálido


y el temblor de sus manos aumentaba a medida que avanzaba mi relato.

95
No podría decir cuánto tiempo había pasado, pero cuando terminé de
hablar, me sentía muy cansado. Mi mente estaba adormecida y de repente,
lo único que quería era acostarme y descansar.

—Rey Grey…—murmuró mi padre, pasándose los dedos por el pelo


mientras se recostaba en su silla—. Así que la lucha, tu talento en la magia…

—Sí, el sistema de ki en mi antiguo mundo funcionaba de forma similar a


ciertos aspectos del maná en este mundo—respondí—. Y en cuanto a la
lucha… ya te haces una idea.

—Así que… desde que naciste, ¿eres capaz de entender lo que decimos?
¿Lo recuerdas todo?—preguntó mi padre.

Me limité a asentir como respuesta.

—¡Jajajaja!—rió Alice.

Mi padre y yo volvimos la mirada hacia ella. Para nuestra sorpresa mi


madre se echó a reír. Mi padre la rodeó con su brazo, pero ella se limitó a
mirarnos, con una esencia desorientada.

—Lo entiendo. Todo esto es una broma, ¿verdad? Oh hijo mío. Art, casi
nos atrapaste, ¿verdad, Rey?—dijo esa palabras mientras todavía seguía
riendo. Sin embargo, cuando ninguno de nosotros respondió, su sonrisa se
desvaneció. Sus ojos buscaron en nuestros rostros cualquier indicio que
confirmara su creencia. Al no encontrar ninguna, me agarró de la mano y
me miró con cara de desesperación.

96
—Es una broma… ¿verdad? Arthur Leywin, solo dime que esto es una
broma. No puedes ser realmente… un antiguo rey que murió y fue
transportado a la mente de mi hijo no nacido…

—No sé exactamente qué pasó, pero no estoy bromeando—respondí,


incapaz de mirarla a los ojos.

—No. No, no, no. Esto… no, esto no puede ser verdad. Rey, no me digas
que te crees todo esto. Nuestro hijo está enfermo, seguro le pasó algo
cuando se lo llevaron. No, definitivamente algo le pasó. ¡Rey di algo! ¡Dime
que nuestro hijo está enfermo!

Mi madre se agarró al brazo de mi padre, tirando de su manga mientras las


lágrimas rodaban por su pálido rostro.

—Cariño…

Envolviendo su brazo alrededor de su hombro, mi padre abrazó a mi madre


contra su pecho. Me miró y me hizo un gesto para que los dejara solos.

Quise abrazar a mi madre… decirle que seguía siendo su hijo, pero no pude
reunir el valor para hacerlo. Abriendo la tienda, salí sin decir nada dejando
a mis padres solos.

La anciana Rinia, Windsom y mi hermana levantaron la vista cuando me


acerqué a ellos, pero la expresión de mi rostro les impidió hacer alguna
pregunta. Mi hermana se enfadó un poco, pero se contuvo cuando me senté
junto a ella y a la dormida Sylvie frente al fuego.

El tiempo pasó lentamente y mi mente se sentía como si intentara nadar en


un jarabe especialmente viscoso.

97
¿Haberles contado fue la decisión correcta? ¿Qué pensaban ahora de mí?
¿Seguían pensando en mí como su hijo, o inevitablemente se
distanciarán…?

Los pensamiento se mezclaban incoherentemente y todo lo que no era el


fuego que miraba fijamente se desenfocó. Pero todo volvió a la normalidad
cuando me llegó el sonido de la puerta de la tienda de campaña abriéndose.

Mi padre salió de la tienda con un aspecto mucho más envejecido que hace
un rato. Esperaba que mi madre saliera justo después de él, pero mi padre
negó con la cabeza.

—Ellie, ¿puedes quedarte con tu madre dentro de la tienda?—preguntó


mientras agarraba un pequeño artefacto luminoso y me hacía un gesto para
que le siguiera.

—Aquí tienes. Siéntete mejor, idiota

Mi hermana me sacó la lengua mientras me entregaba con cuidado mi


vínculo. Sentí que una sonrisa me arrancaba los labios mientras la veía
saltar hacia la tienda.

Colocando a Sylvie sobre mi cabeza, seguí a mi padre hacia el túnel por el


que Windsom y yo habíamos llegado. Me concentré en el sonido de nuestros
pasos hasta que mi padre se decidió a hablar.

—Tu madre está durmiendo ahora mismo—dijo luego de un suspiro.

—¿Está bien?

Me mantuve a unos pasos de distancia de mi padre, observando cómo


pateaba ociosamente una piedra mientras caminaba.

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—Estaba… bastante sorprendida, por así decirlo.

—¿Así que me creen?

—A no ser que hayas desarrollado de repente una afición por las bromas
de mal gusto, no tienes ninguna razón para mentirnos sobre esto. Además,
ahora todo tiene sentido… el temprano despertar, tu brillantez como
luchador y mago... todo tiene sentido—repitió.

—… ¿Estás bien?

Mis ojos permanecían pegados a las piedras que brillaban en la tenue luz
blanca mientras rebotaban en el suelo.

—¡Claro que no!—exclamó mi padre, dándose la vuelta—. Esta no es una


noticia fácil de digerir, Arthur. Todos los recuerdos que tuvimos como
familia en el pasado, ¿Todo fue… falso? ¿Fue cómo pensabas que sería el
hijo que queríamos? ¿Cómo se supone que debo actuar contigo ahora? ¡Eres
técnicamente mayor que yo, y ahora estás aquí como mi hijo de trece
años!—continuó, mirándome desesperadamente en busca de respuestas—. Y
tu madre… tu madre incluso te amamantó cuando eras un bebé… Cuando
tenías tres años y luego cuando volviste de Elenoir ¡Todo este tiempo ella
mimó a un hombre de mediana edad pensando que era su jóven hijo!

Me quedé en silencio, incapaz de responderle. Al fin y al cabo, todo lo que


había dicho era cierto. Los puños de mi padre estaban tan apretados que la
sangre goteaba entre sus dedos. Su expresión era espantosa, desde su ceño
tembloroso hasta sus cejas fruncidas, sus emociones se extendían
incontroladamente por su rostro. Miedo, ansiedad, frustración, confusión…
todo estaba allí.

99
—Lo siento, pero… ¿Siquiera eres realmente nuestro hijo? ¿O te has
apoderado del cuerpo del bebé que habría sido nuestro hijo durante tu
reencarnación o lo que sea que te haya ocurrido?—soltó, pero por el
sobresalto en su expresión, parece que se arrepintió de lo dicho. Dejando
escapar una profunda respiración, susurró—Lo siento, Arthur… Es que
estoy muy confundido ahora mismo.

—Como ya te dije, no lo sé. No sé quién o qué me trajo a este mundo, ni


por qué. Tienes razón, Reynolds. Quizás maté al… hijo que Alice llevaba
dentro… No sé cómo funcionó lo que sea que me trajo aquí—afirmé con
frialdad, tragando algo especialmente duro en la garganta.

Hizo una mueca cuando me dirigí a ellos por sus nombres, y estuvo a punto
de decir algo, pero luego cerró la boca.

—No quería seguir ocultándolo, pero ahora estoy cuestionándome si tomé


la decisión correcta—murmuré con una risa seca—. Quería decírtelo desde
hace mucho tiempo, pero nunca tuve el valor de hacerlo. Lamento que sea
antes de irme.

— ¿Irte? ¿Te vas?—preguntó mi padre claramente sorprendido.

—Sí. Y creo que por ahora será mejor para nosotros pasar un tiempo
separados—continué, con un cierto tono de distanciamiento involuntario en
mi voz.

—¿Cuánto tiempo te irás?

—Al menos unos años.

—Tanto tiempo, ¿eh?—respondió, mirando al suelo.

100
No mostró ningún signo de detenerme o prohibirme que me fuera.

Me di la vuelta, con el pecho dolorido y la cabeza palpitando con una


intensidad que nunca antes había experimentado. Los humanos... por muy
poderosos que fuéramos, seguíamos siendo tan frágiles.

—Sabes, nunca tuve recuerdos de una familia real en mi antigua vida.


Crecer en un entorno en el que nadie me quería de verdad, y a su vez ser
insensible y distante con los demás me convirtió en un luchador sin igual…
pero en una persona de mierda. Desde que llegué a este mundo, ustedes dos
y luego Ellie, me enseñaron algo que nunca sentí. Puede que no sea el
luchador o mago más fuerte ahora, pero puedo afirmar que soy mucho
mejor persona de lo que fuí. Siento el daño que causé. Gracias por hacerme
un mejor hombre… y gracias por amarme como a tu hijo.

Sin darme la vuelta para mirar a mi padre, me dirigí hacia donde Windsom
me esperaba. Mientras me alejaba, luché por contener mis propias lágrimas
con los sollozos apagados que sonaban de mi padre detrás de mí.

Cuando regresé a la cueva principal, Windsom y Rinia parecían estar


sumidos en una profunda discusión. La anciana Rinia sostenía algo
envuelto en una manta.

¿Se movió?

Pero preferí ignorarlo. Windsom acababa de retirar su mano de lo que fuera


que estaba envuelto en la manta cuando notó que me acercaba.

—Veo que has empacado tus cosas. ¿Estás listo?

101
Los ojos brillantes de Windsom estudiaron mi expresión cuidadosamente
mientras se levantaba.

—Sí, vamos.

—Espera, ¿no vas a despedirte de tu familia?—preguntó Rinia, colocando


el bulto envuelto en la manta con cuidado en su asiento.

—No hace falta. Ya he arreglado todo lo que necesitaba aquí. Los dejo a tu
cuidado.

Le hice una reverencia cortante y estaba a punto de seguir a Windsom


cuando Rinia me agarró. Sus ojos brillaban misteriosamente y esperé en
silencio a que hablara. De repente, me puso las manos en las mejillas.

—Arthur, por favor. Tu expresión es aterradora, impropia de alguien de


tan buen corazón como tú. No puedo empezar a entender la gravedad de las
batallas que te esperan—dijo—. Pero no vuelvas a caer en tus viejas
costumbres. Como bien sabes, cuanto más profundo te metas en ese pozo,
más difícil será volver a salir.

Sus ojos volvieron a la normalidad y me dio una suave palmada en las


mejillas, luego me dio la vuelta y me empujó hacia Windsom.

—Ahora vete. Me ocuparé de las cosas aquí—dijo con una suave sonrisa.

Mientras Rinia hablaba, Windsom sacó un gran objeto en forma de disco y


lo dejó caer al suelo. El asura se pinchó el dedo y dejó caer una gota de su
sangre sobre el disco e inmediatamente se expandió, emitiendo una
columna de luz que llegó hasta el techo.

102
Con la mente todavía en lo que había dicho Rinia, me volví hacia Windsom
y le pregunté:

—¿Tengo algo malo en la cara?

—Me ha recordado a los asuras pantheon de Epheotus. Son una raza de


buenos guerreros que han aprendido a cerrar sus emociones para luchar
con la máxima eficacia. Sin dudas una técnica muy útil—Windsom asintió
con su aprobación—. Ahora vámonos. ¿Estás seguro de que has atado tus
cabos sueltos aquí? Necesitaré tu plena concentración una vez que estemos
en Epheotus.

Eché un último vistazo a la cueva y respiré profundamente.

—Estoy listo.

Abrazando a Sylvie con más fuerza, acepté la invitación de la deidad y nos


adentramos en la columna de luz dorada.

103
EL MAYOR ENEMIGO DE LA LÓGICA

106

Punto de Vista de Reynolds Leywin

Me odié por lo que había pasado. Una parte de mí deseaba haberle dicho a
Arthur que estaba bien… que seguía siendo de la familia.

Pero una parte más grande de mí, la parte que más odiaba… deseaba que
nunca nos lo hubiera dicho.

Desde el principio supe que Arthur era diferente. Siempre había sido muy
sereno y maduro para su edad e incluso cuando estaba con los de su edad
parecía… actuado. Desde muy jóven, sus acciones siempre habían mostrado
un cierto sentido de la previsión. Siempre había una razón para todo lo que
hacía, ya sea un objetivo o un plan de algún tipo.

Tal vez por eso estaba tan obsesionado con su razón para contarnos esto.
¿No habría sido mejor para todos que lo hubiera mantenido en secreto?
¿Cuál era la razón? ¿Cuál era su objetivo? ¿Y por qué me resultaba tan difícil
aceptarlo? ¿Era porque hería mi orgullo? ¿Mi propio orgullo egoísta de que
tal vez, solo tal vez, había engendrado y criado al tipo de genio que sólo
aparece una vez en un milenio?

Las señales siempre habían estado ahí, su extraño comportamiento desde


tan joven, su inexplicable destreza como espadachín y su talento como mago.

104
¿Había elegido inconscientemente ignorar todas esas señales solo para
mantener mi mezquino ego? ¿Decidí simplemente aceptar el hecho de que
mi propia carne y sangre, mi… hijo, pudiera ser tan impresionante?

Me reí de mí mismo, de lo difícil que es ahora llamarlo como tal.

Me llevó un rato arrastrar mis lamentables piernas hasta la cueva. Al mirar


a mí alrededor, la única persona que pude ver fue la anciana Rinia,
acunando algo junto al fuego.

Miré la tienda en la que estaban mi mujer y mi hija, pero no me atreví a


entrar. En su lugar, me senté junto a nuestro benefactor.

—Como ya sabrás, él se ha ido.

Los ojos de la anciana elfa seguían pegados al fardo de mantas que acunaba
en sus brazos.

—Me lo imaginaba—suspiré, sintiéndome como un niño al que regañan.

—Hacía tiempo que temía el día en que decidiera decírtelo.

—¿Qué? ¿También lo sabías?

Sobresaltado, dirigí mi mirada hacia la elfa sentada a mi lado.

—Veo muchas cosas, pero solo en el caso de ese muchacho tengo que
estrujar mi vieja cabeza para tratar de reconstruir lo que le espera.

Ella se encontró con mi mirada, sus ojos apagados por el cansancio.

—Apenas es un niño—me burlé.

Me incliné hacia delante, perdiéndome en las llamas que bailaban frente a


mí.

105
—¡Bah! Para mí sigue siendo un niño, igual que tú también lo eres—rió la
anciana Rinia. Inclinándose con cuidado en su asiento, continuó—Siempre
me han parecido divertidas las ideas preconcebidas que tiene la gente sobre
la edad y la inteligencia… Cuanto más viejo es alguien, más sabiduría debe
poseer, y cuanto más inteligente es alguien, más lógico debe ser. Si se juntan
esos dos rasgos, el mayor inteligente debería ser frío, calculador, astuto…
¿no estás de acuerdo?—preguntó. Al notar mi expresión de perplejidad,
esbozó una suave sonrisa, dejó suavemente el paquete y se inclinó hacia
mí—¿Me ves fría, calculadora y astuta, Reynolds?—preguntó la anciana elfa
con un guiño.

—No, por supuesto que no. Pero… no entiendo qué tiene que ver esto con
Arthur—tartamudeé sorprendido.

—¿No estabas deseando que Arthur se hubiera callado la boca?


¿Pensando que te sentirías mejor si siguieras ignorando quién es realmente
el chico? Apuesto a que te preguntabas por qué te lo dijo en primer lugar,
¿verdad?

Antes de que tuviera la oportunidad de responder, la anciana elfa me golpeó


suavemente en el pecho, justo donde estaba mi corazón.

—El corazón sigue siendo el mayor enemigo del cerebro. Bueno, en


realidad, para los hombres, el enemigo más formidable del cerebro es
probablemente…—La mirada de la anciana Rinia bajó.

Cuando me di cuenta de a qué se refería, mi instinto inmediato fue cruzar


las piernas, pero pronto me encontré riendo con ella.

La anciana Rinia se enderezó y continuó.

106
—Como decía, las emociones y el corazón chocan constantemente con
cosas como la realidad, la eficiencia, la utilidad. Vamos, cualquier elemento
lógico. Eso es lo que hace que nos hieran o incluso nos maten, pero parece
que no podemos evitarlo. Nos debilitan como personas, pero nos hace más
fuerte como grupo.

—Entonces, ¿Arthur estaba actuando en base a la emoción y no a la lógica


cuando nos dijo esto?

—¡En serio! ¿Cómo podría saber lo que está pensando ese chico?—
contestó sacudiendo la cabeza—. Aun así, sé de esto. Conozco a ese chico
desde que era un simple niño en este mundo, y ha recorrido un largo
camino desde entonces. Gran parte de su frío exterior se ha ido derritiendo
poco a poco. Tal vez su despedida de esta manera era un paso que tenía que
dar, para salir de ese caparazón en el que una vez encontró seguridad y
comodidad.
La anciana Rinia se levantó y se estiró dolorosamente, luego me entregó el
manojo de sábanas que había estado acunando.

—Guárdame esto para que pueda preparar algo de comida para tu esposa.
Sospecho que no tendrá mucho apetito, pero aún necesita cuidar su cuerpo.

—Gracias, Rinia.

Hice una leve reverencia y luego pregunté.

—¿Qué es esto?

—El maestro de Arthur solo me dijo que era un regalo para la familia
Leywin.

107
Había una sonrisa misteriosa en su rostro y de repente sentí una curiosidad
impotente por saber qué podía ser.

Quité con cuidado la capa de mantas y me quedé boquiabierto. Era una


bestia de maná, una bestia de maná pequeña para ser más exactos.

La pequeña criatura parecida a un oso era de color marrón oscuro, excepto


por dos manchas más oscuras sobre los ojos que le hacían parecer que
fruncía el ceño y un mechón de pelo blanco en el pecho.

—¡Awww! ¡Qué bonito! Papá, ¿qué es? ¿Puedo quedármelo?

La repentina exclamación de Ellie me sobresaltó y casi dejé caer la bestia de


maná.

—¡Cariño, me has asustado! No estoy seguro de si…—En ese momento, la


bestia de maná se despertó y clavó los ojos en mi hija—… es una buena
idea…

Me quedé mirando mientras los ojos de mi hija, y los de la bestia,


empezaban a brillar con un tenue color dorado.

Me quedé inmóvil, presenciando lo que supuse era el proceso de vinculación.


Nunca en mi vida me había vinculado a una bestia de maná, pero ahora
tanto Arthur como Ellie lo habían hecho.

Suspiré en mi interior, reconociendo con amargura el hecho de que era


importante que mi hija tuviera un vínculo que la protegiera. La imágen que
me había formado brevemente, de mí cabalgando hacia la batalla sobre una
poderosa bestia de maná con forma de oso, se desmoronó lentamente.

108
El brillo desapareció de sus ojos y una insignia dorada se imprimió en la
clavícula derecha de mi hija.

La bestia de maná con forma de oso extendió los brazos, como si quisiera
que Ellie la cogiera, y soltó un suave gemido.

Mi hija soltó una risita mientras cogía a la bestia de maná.

—¡Te llamarás Boo!

—¿Boo?—dije.

La criatura iba a convertirse en una feroz bestia de maná, y me resultaba


difícil imaginarlo con un nombre tan bonito.

—¡Sí! Las manchas negras hacen que parezca que siempre está enfadado.
Así que ¡Boo!—declaró Ellie.—¡Vamos a ayudar a la abuela, Boo!

Mi hija se puso en marcha, luego se detuvo y se dio la vuelta.

—Oh, se me olvidaba… Papá, mamá está despierta.

Me levanté inmediatamente y me dirigí a la tienda. La tienda de la anciana


Rinia era mucho más grande por dentro de lo que parecía desde fuera.
Entrando silenciosamente en nuestra habitación que estaba separada por
otra solapa, sonreí al ver a mi esposa sentada.

—¿Cómo te sientes?—pregunté suavemente, tomando asiento junto a ella.

—¿Cuánto tiempo he dormido?—gimió ella, frotándose las sienes.

—Sólo unas horas.

La rodeé con el brazo y la acerqué para que pudiera apoyar su cabeza en mi


hombro.

109
—¿Dónde está Arthur? ¿Se ha… ido?

—Sí.

La abracé con fuerza mientras empezaba a temblar.

—¿Soy una persona terrible, Rey?—resopló.

—No, no lo eres. ¿Por qué preguntas eso?

—Llamé a Arthur enfermo. No lo tomé en serio cuando nos contó su


secreto… No quise tomarlo en serio.

Me miró, con los ojos llenos de lágrimas.

—Eso es normal. No me fiaría de nadie que pudiera aceptar fácilmente lo


que nos dijo Arthur—la consolé, pasando suavemente los dedos por su pelo.

—¿Soy una persona terrible por dudar de que Arthur sea nuestro hijo?

Dudé. Quería decirle que no, pero ¿cómo iba a hacerlo si yo mismo me
había calificado de terrible por pensar exactamente lo mismo? El dolor y la
herida que sentía desde que supe la verdad sobre Arthur eran el resultado
de los deseos y sueños egoístas que había depositado en el niño al que
llamaba hijo.

Pero Alice era la que realmente había dado a luz a Arthur. Pasó por el estrés,
la incomodidad y el dolor del embarazo durante nueve meses antes de
soportar la agonía del parto. Lo amamantó, lo alimentó, lo cuidó cuando
estaba enfermo y le enseñó los caminos de este mundo. Ahora, todo lo que
creía saber sobre mi hijo había resultado ser una mentira.

Me mordí el labio tembloroso, tratando de permanecer en silencio.

110
Necesitaba ser el fuerte. Necesitaba ser el único en el que mi esposa pudiera
confiar.

—Lo siento—susurró Alice de repente.

Su cabeza seguía apoyada en mi hombro, así que no podía verle la cara.

—No tienes nada que lamentar, cariño. Nosotros solo necesitamos tiempo
para ordenar nuestros sentimientos. Arthur lo sabía, por eso nos lo dijo
antes de tener que irse.

—¿Cuánto tiempo estará fuera?—preguntó.

Puede que lo estuviera imaginando, pero me pareció que la voz de mi mujer


sonaba algo brusca.

—Dijo que unos cuantos años—respondí, esperando que Alice se


sorprendiera. En lugar de eso, asintió levemente y murmuró.

— Ya veo.

—Alice, ¿qué pasa?

La sostuve a distancia, tratando de ver mejor su rostro. Tenía una expresión


que me resultaba vagamente familiar: sus ojos estaban apagados, casi sin
vida, y se negaba a establecer contacto visual conmigo.

—Me pregunto cómo habría sido nuestro hijo si Arthur no se hubiera


hecho cargo—murmuró, mirando al suelo.

—Alice, por favor, no digas eso. No preguntes algo así—dije, mi voz salió
en una especie de gemido.

111
—¿Habría sido valiente y extrovertido como tú? O tal vez habría sido un
poco más cuidadoso y tímido como yo—continuó, con las lágrimas rodando
por sus mejillas.

—Cariño, no lo hagas. Simplemente… no lo hagas. Arthur es… Arthur…

Las lágrimas caían por mi propia cara, y yo hacía todo lo posible por
templar mi voz.

—¿Arthur es qué? ¿Nuestro hijo?

Mi esposa me miró a los ojos y pude ver lo desesperada que estaba, lo


perdida que estaba.

—Por si no te has dado cuenta, Rey, ni una sola vez desde que iniciamos
esta conversación nos hemos referido a Arthur como nuestro hijo.

Abrí la boca, intentando refutar su argumento. Pero no salió nada, ningún


sonido, ninguna palabra. Solo silencio.

Respiré hondo y limpié las lágrimas de mi mujer antes de hablar.

—Me resulta difícil llamar con confianza a Arthur nuestro hijo, al igual
que a ti. Espero que eso cambie para la próxima vez que lo veamos, pero
Alice, eso no cambia el hecho de que lo hemos considerado familia durante
más de trece años. Nos reímos, peleamos, celebramos y derramamos
lágrimas juntos. ¿No es eso lo que nos ha unido? No la sangre que nos corre,
no lo que fuimos en el pasado, sino lo que hemos pasado juntos—Abrazando
fuertemente a mi esposa, continué—¿Recuerdas cuando Arthur casi
sacrificó su vida por ti en las montañas de camino a Xyrus? Él esperaba
morir ese día. Sabes muy bien que no habría hecho algo así por nadie más.

112
Así que no te entretengas con los 'y si'. Tratemos de aceptar lo que está
sucediendo a nuestro alrededor.

Podía sentir a mi mujer temblando en mis brazos mientras rompía a llorar.


Ahora, reconocí esa mirada apagada y sin vida que había visto en los ojos de
Alice. Era la misma mirada que había tenido cuando creíamos que Arthur
había muerto.

Era ella tratando de escapar de la realidad.

Nos quedamos sentados un rato, llorando en los brazos del otro hasta que
nuestras lágrimas se secaron y nuestros sollozos se redujeron a suaves
gemidos.

—Alice, no eres una persona horrible. Créeme, he pensado cosas peores


que tú. Nos va a llevar tiempo asimilar esto…

Mi voz se interrumpió mientras sostenía el rostro de mi esposa y la miraba


profundamente, estudiando cada detalle de la mujer que amaba.

—Deja de mirar. Debo de tener un aspecto horrible ahora mismo—soltó,


con la voz ronca por el llanto.

—Eres preciosa—susurré con una sonrisa, mirando sus ojos rojos e


hinchados y su nariz moqueante.

Mi esposa cerró suavemente los ojos y se inclinó hacia delante. Acababa de


apretar mis labios suavemente contra los suyos cuando la voz de Ellie sonó
desde el exterior de la tienda.

—Mamá, ¿ya te sientes mejor? Deja que te enseñe a Boo.

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—Oye tú, ven a jugar con la abuela. Tus padres están… descansando. Sí,
descansando—llegó la voz de la anciana Rinia desde cerca.

—Aww—Ellie sonó decepcionada, pero su humor se recuperó


rápidamente—Bien. Vamos, Boo. Vamos a jugar con la abuela.

Alice y yo nos miramos fijamente. Nos sostuvimos las miradas durante lo


que nos pareció un largo tiempo, hasta que ella finalmente sonrió.

—¿Qué es ese 'Boo' del que habla Ellie?—preguntó mi mujer, levantando


una ceja.

—Te lo diré más tarde.

Le lancé un guiño a través de mis ojos hinchados, luego limpié otra lágrima
perdida de su rostro y retomamos donde lo habíamos dejado.

114
UNA TOLERANCIA DE MALA GANA

107

Punto de Vista de Arthur Leywin

No estaba seguro de lo que me esperaba.

Iba a entrar en una tierra habitada por seres que básicamente se


consideraban dioses.

Al menos en mi imaginación, las tierras grandiosas y fantásticas siempre


se mostraban llenas por el oro, los diamantes o algún otro material precioso.

En mi antiguo mundo, las casas de las personas más influyentes se


diseñaban pensando más en la utilidad que en otra cosa.

Al fin y al cabo, los personajes más importantes eran en su mayoría


guerreros como yo y nuestros gustos eran más bien sencillos.

Las cosas extravagantes eran innecesarias y sólo las buscaban los


comerciantes y políticos ricos, cuyo sentido de la autoestima era
directamente proporcional a su riqueza.

Y así, cuando salí de la columna de luz dorada y entré en el reino de los


asuras, me quedé con los ojos abiertos y sin aliento.

Mi estado de ánimo era agrio y aún me revolcaba en el arrepentimiento


por la decisión que acababa de tomar, pero una mirada a la tierra de la que

115
habían salido Sylvia y Windsom fue todo lo que necesité para olvidar
temporalmente mis problemas.

Me sentí como si me hubieran transportado a un planeta diferente, un


planeta en el que no eran los habitantes los que habían construido los
edificios y las mansiones, sino que la tierra y el terreno habían forjado
estructuras dignas de dioses.

El imponente castillo que teníamos delante parecía haber nacido de la


propia tierra ya que no había señales de que hubiera sido construido.

Sofisticados diseños y runas hechas con lo que parecían minerales


preciosos cubrían las paredes del castillo, que se alzaba lo suficientemente
alto como para ser visto desde kilómetros de distancia.

Los árboles se doblaban y se enredaban en arcos para crear un corredor


que conducía a la entrada, que estaba encima de un puente que brillaba con
una gama de colores translúcidos.

Apartar los ojos del castillo me costó un gran esfuerzo y del puente
iridiscente que tampoco fue fácil, pero conseguí recomponerme lo suficiente
como para observar el resto de mi entorno.

Windsom nos había transportado a la cima de una montaña, repleta de


árboles familiares en plena floración.

Los brillantes pétalos rosados me recordaban a los de los cerezos en flor, y


parecían bailar mientras bajaban flotando hasta el suelo.

El vibrante puente que se extendía frente a nosotros conducía a otra


montaña, de la que parecía haberse tallado el castillo.

116
Las nubes lo cubrían todo bajo el puente, y los dos picos de las montañas
sobresalían como islas gemelas en un océano de blanco nebuloso.

—Bienvenidos a Epheotus, o más concretamente, al castillo del clan


Indrath.

Windsom se dirigió hacia el castillo, saliendo al puente de minerales


preciosos por los que cualquier rey mortal libraría guerras.

Luego miró hacia atrás, indicándome que lo siguiera.

Respirando hondo, seguí detrás del asura, colocando con cuidado mi pie
derecho sobre la superficie incandescente del puente. Era semitranslúcida,
como una vidriera. Al apoyar mi peso en la estructura, una profunda
sensación de miedo me invadió, tomándome por sorpresa; nunca había
tenido miedo a las alturas. Tal vez se debiera al hecho de que no había
soportes visibles que sostuvieran el puente, que fácilmente abarcaba unos
cientos de metros.

—¿El clan Indrath? ¿Quieres decir que estamos en la casa de la familia de


Sylvia?—pregunté.

Decidí confiar en el colorido puente en lugar de imaginar lo que sucedería


si se rompiera abruptamente. Caminando junto a Windsom, nos dirigimos
hacia el castillo.

—Sí. Lord Indrath me ordenó que te llevara a ti y a Lady Sylvie a su


presencia—respondió el asura.

Me resultó divertido ver al habitualmente frío y distante Windsom


alisando ansiosamente las arrugas de su túnica.

117
—¿Algún último consejo antes de conocer a este todopoderoso señor de
los señores?

—Por desgracia, ni siquiera yo sé qué esperar. Esta situación es bastante


peculiar después de todo—respondió, arreglándose el pelo.

Con un suspiro, miré a Sylvie, dormida en mis brazos.

Empezaba a preocuparme lo mucho que dormía, su rítmica respiración


era lo único que me reconfortaba.

Las puertas del monstruoso castillo eran enormes, y no sólo desde la


perspectiva de un niño de trece años. Eran lo suficientemente altas como
para admitir gigantes y, bueno, dragones también.

—¿No hay guardias o vigilantes?—pregunté, mirando a mi alrededor.

—Por supuesto que los hay. Nos estaban observando mientras


cruzábamos el puente. Ahora ven, no debemos hacer esperar a Lord Indrath.

Pensé en el repentino pinchazo de ansiedad que había sentido al pisar el


puente. No había sido por la altura, sino por el peso de quien o lo que fuera
que me estaban observando mientras cruzábamos.

El interior del castillo era tan magnífico como el exterior. Los techos eran
innecesariamente altos, con arcos que parecían haber sido tallados en la
montaña.

Las propias paredes estaban adornadas con intrincados detalles, como si


el artista hubiera intentado contar una historia. Sin embargo, teniendo en
cuenta lo grande que era el castillo, era inquietantemente silencioso.

—Por aquí. El clan Indrath te está esperando.

118
Windsom estaba de los nervios y no dejaba de ajustar varias partes de su
atuendo mientras caminábamos.

—Espera, ¿todo el clan nos está esperando?

—Sí, ahora, por favor démonos prisa—suspiró el asura, guiando el camino


hacia otro pasillo.

Los escalofríos volvieron a recorrer mi columna vertebral, pero esta vez


pude identificar el origen. Al final del pasillo había dos figuras custodiando
las puertas. No pude distinguir mucho de sus aspectos, estaban envueltos en
la oscuridad de las sombras proyectadas por las luces del pasillo. Sin
embargo, mis instintos ya se habían puesto en marcha, tratando
desesperadamente de convencerme de que huyera lo más lejos posible de
esas dos figuras sombrías.

Me recordó mi encuentro con el Guardián Elderwood. Sin embargo, tenía


la sensación de que, en comparación con estos guardias, la bestia de maná
de clase S que casi me había matado sólo sería carne de cañón.

A medida que nos acercábamos a las puertas, pude distinguir los rasgos
de los dos guardias. Uno de ellos era una mujer, con una expresión amable
en su rostro. Parecía más bien aniñada con el pelo verde cortado, justo por
debajo de las orejas, pero las marcadas curvas que se apreciaban bajo su
armadura de cuero ligero demostraban lo contrario.

El hombre que estaba a su lado tenía un aspecto mucho más severo, con
ojos afilados y una cicatriz que le atravesaba la mejilla. Cada uno llevaba
una daga corta atada a la cintura, no vi ninguna otra arma visible en
ninguno de ellos.

119
—Anciano Windsom. Veo que por fin has traído al chico humano—dijo la
guardia femenina con una sonrisa.

El guardia masculino miró fijamente a Sylvie y luego me miró a mí con


una mirada de estudio.

—¿Es apropiado que un niño humano lleve a la princesa?—preguntó con


desaprobación.

—Déjalo estar, Signiz. Están unidos—dijo Windsom con desprecio—Ahora,


¿nos vas a dejar entrar o no?

Los dos guardias se miraron brevemente antes de dar a Windsom un


breve asentimiento. Se volvieron hacia las puertas, y el aura que emitían
aumentó significativamente, lo suficiente como para ser casi palpable. Al
cabo de unos segundos, gotas de sudor frío rodaban por mi cara y mi
respiración se había vuelto superficial y entrecortada.

Cada uno de los guardias se aferraba a una de las manillas de la puerta y


se agitaba. Sólo podía imaginar lo pesadas que debían ser, ya que los dos
guardias se esforzaban por separarlas. Por fin, con un fuerte ruido, las
imponentes puertas se abrieron, revelando lo que supuse que era el gran
salón, y mirándome fijamente, sentado en un trono que ardía con un fuego
blanco y brillante, había un hombre que no parecía tener más de veinte años.

Windsom entró inmediatamente en la sala y se arrodilló.

—Mi Lord—dijo el asura, inclinando la cabeza.

Lord Indrath no era lo que yo esperaba en absoluto.

120
Tenía un aire frío, casi meloso y lucía un pelo brillante de color crema que
no era ni largo ni corto.

Sin duda se le consideraría un hombre atractivo, pero no era


excepcionalmente despampanante. No podía saber cuál era su complexión
bajo la bata blanca, pero no parecía especialmente robusto. Sus ojos me
recordaban a los de Sylvia, tenían el mismo tono de púrpura, pero incluso
desde aquí podía ver cómo cambiaban los colores. Pero donde los ojos de
Sylvia habían sido compasivos, los suyos eran duros.

Al darme cuenta de que había estado mirando durante demasiado tiempo,


seguí el ejemplo de Windsom y me arrodillé también. Agaché la cabeza,
pero no pude evitar echar un vistazo a la habitación.

Figuras de todas las edades y tamaños se situaban a los lados de la gran


sala, mirándome fijamente. Algunas miradas parecían severas, como la del
guardia masculino, mientras que otras mostraban simple curiosidad.

Cada una de las figuras que nos rodeaban emanaba un aura que haría
desfallecer y echar espuma por la boca incluso a los magos más poderosos
de Dicathen, pero el hombre sentado en el resplandeciente trono blanco no
emitía ninguna. Incluso cuando hice un esfuerzo consciente para percibirlo,
ni siquiera pude sentir su presencia. A pesar de que era capaz de verlo, me
costaba recordar que realmente existía si mis ojos no se centraban
directamente en él.

—Ponte de pie.

121
Su voz era suave y plateada, pero afilada como un cuchillo de una manera
que era a la vez suave e imponente. Nos pusimos de pie y caminamos hacia
el trono con Sylvie aún en mis brazos.

Podía sentir los ojos de todos los presentes siguiéndome, juzgando cada
uno de mis movimientos.

Recordé mi vida anterior, de cuando era un huérfano y buscaba la comida


para nuestro orfanato en un mercado cercano.

Esto se parecía mucho a la forma en que los adultos me habían mirado en


ese entonces.

Las miradas y el flagrante asco…

Como si yo fuera una especie de enfermedad que debían evitar.

Los segundos pasaron lentamente mientras esperábamos que el hombre


del trono hablara, pero solo se limitó a mirarnos a Sylvie y a mí sin decir
nada con una expresión que no se podía interpretar.

Sin previo aviso, mi esternón y mi brazo izquierdo comenzaron a arder


furiosamente.

Me apresuré a dejar a Sylvie en el suelo, luego me subí la manga y me


quité la sedosa pluma de Silvia para ver la insignia que brillaba con
intensidad.

El asura sentado en el trono dejó escapar un suspiro y asintió con un


gesto de resignación.

Mis ojos habían permanecido fijos en Lord Indrath mientras me


estudiaba, así que cuando vi a Sylvie aparecer repentinamente en sus brazos,

122
como de la nada, mi reacción inmediata fue un torpe y desconcertado
asombro.

—¿Qué demonios…?—espeté.

Por reflejo, casi fui a buscar a mi vínculo y traerla de regreso, pero


Windsom me puso la mano en el hombro.

—¿Qué? ¿No se me permite abrazar a mi propia nieta?—replicó Lord


Indrath, sujetando a Sylvie con una mano.

Levantándola a la altura de sus ojos, Lord Indrath la hizo girar,


inspeccionando cada ángulo de su forma de zorro dormido.

—Veo que no has hecho nada para entrenarla. Sus niveles de maná son
insultantemente bajo y encima está en estado de hibernación, parece que la
has forzado.

Los ojos de Lord Indrath se estrecharon, clavándose en mí. Sólo mi


orgullo me impidió dar un paso atrás.

Para mi sorpresa, Windsom me defendió.

—Mis disculpas mi Lord. Debería haber entrenado a Lady Sylvie mientras


estaba en Dicathen. Si es de su agrado, puedo comenzar su entrenamiento
ahora.

Se inclinó una vez más ante el hombre de pelo cremoso en el trono.

—No es necesario. Yo me ocuparé personalmente de... Sylvie—dijo Lord


Indrath con displicencia, negando con la cabeza.

123
En ese momento, una oleada de jadeos sorprendidos y suaves murmullos
llenó el gran salón mientras los demás miembros del clan Indrath
susurraban entre sí con entusiasmo.

Colocando un dedo suavemente entre las cejas de Sylvie, Lord Indrath


pronunció algo inaudible. Sus ojos brillaron y, de repente, Sylvie se despertó
de golpe con los ojos brillando en el mismo tono de púrpura que los de su
abuelo.

— ¿Kyu? ‘¿Papá? ¿Dónde estoy?’

La voz familiar que no había escuchado en días, llenó mi cabeza.

Sylvie estaba obviamente confundida por la escena y por el hecho de que


un hombre que no conocía la abrazara tan íntimamente.

—Hemos viajado un poco, Sylv. ¿Cómo te sientes?—le transmití, con una


sonrisa en la cara.

—Con sueño. ¿Puedo volver a dormir papá?.

Pude ver que los ojos de Sylvie luchaban por mantenerse abiertos, y
parpadeó cansada antes de cerrarlos por completo.

—Lord Indrath, el Anciano Windsom ya me ha explicado lo que se


necesita de mí, pero aún no me ha explicado por qué me han traído aquí
exactamente. Si es simplemente para entrenar, ¿no sería un lugar adecuado
una mazmorra remota en Dicathen?—pregunté, esperando con impaciencia
que me devolviera mi bono.

124
—Te he considerado un componente necesario en nuestra lucha contra
Agrona y su ejército. Supongo que ya entiendes el beneficio mutuo que
supone ganar la guerra que se avecina, ¿no?

—Dicho esto, será muy beneficioso disponer de varios especialistas que


ayuden a Windsom en su entrenamiento, lo cual es más fácil de conseguir
aquí.

—Piensa en ello como un honor, sólo los más talentosos de las nuevas
generaciones reciben el entrenamiento que tú recibirás.

—¿Cómo sabes cuándo comenzará la guerra? ¿Cuánto tiempo tenemos?

Había demasiadas incertidumbres para poder entrenar cómodamente.

—Eso no es de tu incumbencia. Concéntrate en tu entrenamiento; avisaré


a Windsom cuando sea el momento de que vuelvas a tu tierra. Eso es todo.

Lord Indrath hizo una señal a Windsom para que me llevara.

—Espera-¿Qué pasa con Sylvie?

—Se quedará conmigo hasta que termine su entrenamiento—dijo con


naturalidad.

—¿Qué? ¿Cuánto tiempo llevará eso? ¿No podré verla hasta entonces?

El ceño de Lord Indrath se crispó con impaciencia y nos apartó con la


mano. Antes de que pudiera responder, Windsom me apretó el brazo con
fuerza, arrastrándome fuera del gran salón.

Cuando pasamos por delante de los dos guardias, me liberé con rabia del
agarre de Windsom.

125
—¿Qué sentido tenía esa reunión? ¿Fui allí solo para que me sacaran a
Sylvie y todo el clan Indrath me mirara con desprecio? ¡Eso fue humillante!

Con un suspiro, Windsom respondió.

—La relación entre tú y los asuras es muy peculiar. Se puede resumir


como, digamos, una 'tolerancia de muy mala gana'. El hecho de que no
tengamos más remedio que confiar en un ser inferior es una herida para
nuestro orgullo. Pero no te preocupes, ni tu ni Lady Sylvie serán
maltratados. Como mencionó Lord Indrath, ustedes son importantes para
nosotros.

—Estoy bastante seguro de que dijo 'componente necesario'—me burlé


mientras llegábamos al puente iridiscente una vez más.

Los labios de Windsom se curvaron en una leve sonrisa.

—Ven, hay algunas personas que quiero que conozcas.

126
LOS MÁS CERCANOS A LOS DIOSES

108

Recuerdos

—¡NO! He dicho que el pie izquierdo salga en un ángulo de cuarenta


grados. Tu centro de gravedad debe estar alineado con tu talón derecho, ya
que ese es tu pie de pivote. ¿Entiendes o sigues perdido?

El instructor hizo chasquear su látigo para colocarme en la posición


correcta mientras recorría la clase.

Obedecí en silencio apretando los dientes, ajustando mi pie izquierdo


para cumplir con la defectuosa técnica de mi instructor. Si no le hacía caso,
sólo pondría un retraso en las sobras de la cena que nos daban, ya que no
debíamos comer hasta que todos repasemos perfectamente las posturas y
formas de las lecciones del día.

Cada día en la escuela consistía en ocho horas de entrenamiento de


combate.

Si me preguntaban que me parecía, se podría decir era algo defectuoso.

Y luego venia meditación para nutrir nuestros centros de Ki durante unas


diez horas. Las seis horas restantes se dividían entre las necesidades diarias
de comer, lavarse y dormir.

127
Los estudiantes cuyos centros se habían desarrollado lo suficiente como
para aprender técnicas de Ki eran separados del resto del grupo y colocados
en clases especiales según sus aptitudes.

Los que no eran capaces de despertar sus centros de ki debían ser


"reubicados", lo que finalmente comprendí que en realidad significaba ser
eliminados.

Seguí al pie de la letra el régimen de entrenamiento del instructor durante


las ocho horas asignadas.

Durante las diez horas asignadas a la meditación…

Bueno, en realidad sólo medité las primeras ocho horas y dormí las dos
restantes.

Utilicé el tiempo designado oficialmente para dormir para desaprender


toda la basura que los instructores consideraban artes marciales y entrenar
mis propias técnicas.

La única información útil que nos habían enseñado los instructores eran
los puntos vitales del cuerpo humano, los puntos débiles a los que dirigirse
para conseguir una muerte segura. Sus técnicas, eran formas brutales y sin
sentido de tratar de infligir daño en esas zonas, independientemente de
cómo reaccionara el oponente.

Con sus métodos, se conseguiría el objetivo de alcanzar el objetivo e


infligirle dolor.

Siempre que se siguieran los pasos adecuados claramente

Pero como dije, no tiene sentido.

128
Mi centro de ki estaba lo suficientemente trabajado como para aprender
técnicas de ki, pero oculté ese hecho durante el mayor tiempo posible.

Sabía que una vez que avanzara a las clases de nivel superior, tendría
menos tiempo para entrenar por mi cuenta.

En un golpe de suerte, me encontré con un libro sobre la técnica de ki


para ocultar la propia presencia. Absorbí las palabras de ese libro como si
fueran agua fresca en un desierto estéril.

El manual era de baja calidad, pero practiqué la técnica hasta que dominé
la habilidad de colarme en la biblioteca privada donde almacenaban todas
las técnicas de ki. No estoy seguro de cómo conseguí superar ese régimen de
entrenamiento, ya que sólo dormía entre ocho y diez horas a la semana
debido a todo el tiempo que pasaba leyendo y practicando las técnicas.

Sabía que no era posible aprender todas las técnicas, así que las reduje y
estudié sólo las artes ki que más me beneficiarían a largo plazo.

Aunque la biblioteca estaba asegurada, ningún personal la vigilaba. No


había ninguna necesidad real de hacerlo, incluso si un estudiante se colaba
dentro, no podría aprender esas técnicas por su cuenta. Al igual que el
manual con el que había tropezado para ocultar la presencia del usuario, los
otros manuales de técnicas de ki estaban llenos de términos y jerga que
ningún niño o adolescente huérfano habría conocido.

En entre esos chicos huérfanos estaba yo por supuesto, así que lo único
que tenía para consultar eran los dibujos pobres que mostraban los pasos
necesarios para aprender y utilizar las técnicas de ki.

129
En aquel momento no me llamó la atención, pero al recordarlo ahora,
estaba claro que no era más que un prodigio.

Con sólo estudiar las imágenes que mostraban los pasos de la técnica de
ki, pude comprender cómo se suponía que el ki debía fluir dentro de mi
cuerpo para ejecutar correctamente la técnica.

Lo primero que aprendí después de entrar en la biblioteca fue una serie de


técnicas de juego de pies mejoradas con ki que había practicado hasta el
punto de que casi se podían ver los huesos de las plantas de mis pies.

La técnica parecía una secuencia de claqué 5 sin el flujo de ki adecuado,


pero una vez que conseguía introducir el flujo de ki adecuado en los
apéndices apropiados en el momento oportuno, era capaz de evadir,
reposicionar, maniobrar detrás de un enemigo y básicamente,
teletransportarme dentro de un rango limitado.

Todavía recuerdo haber utilizado ese mismo arte del ki para derrotar al
mismo instructor que me había azotado tantas veces sin ninguna razón
aparente, aparte de satisfacer sus tendencias sádicas.

Obviamente pude derrotarlo con la técnica que dominé y afiné hasta la


pseudoperfección.

Todavía puedo recordar vívidamente la expresión de su cara cuando tenía


mi espada de madera presionada contra su sudoroso cuello, sus ojos
abiertos y asombrados temblando mientras su boca colgaba abierta

5 El claqué, también llamado tap, es un estilo de baile estadounidense, en el que se mueven los pies
rítmicamente mientras se realiza un zapateo musical

130
tratando de encadenar las palabras para formar una excusa conveniente que
le permitiera salvar algo de su orgullo.

Incluso cuando estaba en el camino de convertirse en rey, la técnica de


pies que había dominado y hecho mía me dejó apodos como Intocable, Dios
Veloz, Espejismo y más.

Sin embargo, al renacer en Dicathen, de poco servían esos movimientos


una vez que mi núcleo de maná había avanzado lo suficiente. Apenas estaba
al alcance de los movimientos en los que antes confiaba tanto, y parecía
mucho más sencillo conjurar un muro para bloquear cualquier proyectil que
se lanzara hacia mí. Al ser el maná tan abundante, nunca había necesitado
regular y controlar mi producción de maná.

131
...........

Presente

Es curioso cómo el cerebro humano recuerda momentos del pasado.


Todos los recuerdos que una persona desearía olvidar quedan, de alguna
manera, arraigados aún más profundamente en el hipocampo6.

Este antiguo recuerdo de mi infancia anterior había sido evocado de


repente cuando mi vida pasó ante mis ojos, ese instante cuando la patada de
mi oponente me destrozó las dos piernas simultáneamente.

Era un simple barrido bajo.

Mientras me desplomaba en el suelo, no pude esquivar otro golpe seco


que me dislocó el hombro derecho. Estaba casi indefenso mientras mi
mirada se desplazaba del hombre que me había abrumado tan
tremendamente a mi brazo izquierdo cortado, que sostenía en su mano.

Windsom me había dicho que el dolor que experimentaría en este


dominio era muy bajo. Si ese era realmente el caso, ¿cuánto más
agonizantes serían estas heridas si las hubiera sufrido realmente?

El hombre responsable de mis actuales heridas mortales se acercó a mí


con una expresión ilegible. Asintió escuetamente y chasqueó los dedos.

—Basta—anunció y al instante el mundo se desvaneció en negro.

6 Prominencia encefálica situada en la pared externa de los ventrículos laterales del cerebro.

132
Y sin más, volví a estar despierto, con todos mis miembros unidos e
intactos.

Inmediatamente me puse en cuatro patas y vomité, perdiendo lo que


quedaba de mi última comida, luego me costó mucho respirar. El vómito
desapareció inmediatamente en el pequeño estanque de zafiro en el que
había estado meditando. Estaba empapado, pero no estaba seguro de si era
por el líquido mágico que me rodeaba o por mi profusa sudoración inducida
por el estrés.

—No, déjame continuar—logré atragantarme entre jadeos.

—El chico humano tiene una fuerza de voluntad admirable. ¿Cuánto


tiempo ha pasado, Windsom?

La voz profunda, tranquila y controlada provenía del hombre delgado y


con la cabeza afeitada que había roto la mayoría de los doscientos seis
huesos de mi cuerpo.

—Solo han pasado unos cinco minutos aquí fuera—dijo Windsom


escuetamente.

—Así que más o menos una hora para nosotros ahí dentro.

Hablaba de una manera que no era ni decepcionada ni orgullosa, sino


simplemente práctica.

Contemplé la conversación de los dos asuras con una curiosidad cansada


mientras me limpiaba el vómito de los labios.

133
—Otra vez—exigí desesperadamente desde el centro del estanque sagrado,
sentándome de nuevo en la postura de meditación que Windsom me había
enseñado.

El asura con la cabeza afeitada asintió con aprobación y se sentó frente a


mí, reflejando exactamente mi posición. Intercambió miradas con Windsom,
indicándole que empezara.

Una vez más, el líquido zafiro brillante se elevó a nuestro alrededor y nos
envolvió al asura y a mí. Pronto me vi envuelta en la familiar sensación de
ardor que me había abrumado las últimas docenas de veces que habíamos
hecho esto. Mi visión volvió a oscurecerse mientras esperaba ansiosamente
que reapareciéramos en el infierno que era el centro de entrenamiento
mental donde acababa de ser desmembrada.

Mis pensamientos recorrieron lentamente las últimas horas desde que


habíamos salido del castillo del clan Indrath.

134
...........

"Malestar" sería una forma suave de describir mi estado de ánimo


después de que Lord Indrath decidiera que no era apto para ver o
comunicarme con mi propio vínculo durante nuestra estancia. Había dejado
explícitamente claro que mi presencia obstaculizaría el progreso de la
recuperación y el entrenamiento de Sylvie.
Que sensación más extraña estar separado de Sylvie tanto tiempo…
Normalmente podía sentir su presencia incluso cuando mi vínculo dormía.
El hecho de que me arrancaran de nuevo esa conexión, me hacía sentir vacío,
casi como si me hubieran arrancado un miembro.
Tal como sucedió en la mazmorra de la Cripta de la Viuda
—Ven, hay algunas personas que quiero que conozcas.
El asura hizo una pausa antes de continuar…
—Bueno, sólo una persona en concreto, por ahora.
Incluso después de cruzar el puente, Windsom no se molestó en explicar
la ubicación de nuestro campo de entrenamiento guardando casi silencio
mientras bajábamos la empinada montaña.
La atmósfera cambió drásticamente a medida que descendíamos. El color
se perdió y nos rodeó un lienzo lúgubre de piedras grises y madera podrida.
El mar de nubes que había parecido tan lejano debajo de nosotros estaba

135
ahora justo encima, y la capa de neblina daba la apariencia de ser la frontera
entre el cielo y lo que parecía el purgatorio.
Windsom debió de llevarnos intencionadamente por la cara más
empinada de la montaña ya que la mayor parte del tiempo bajábamos en
vertical.
Me había explicado vagamente que el uso de maná para aventurarse hacia
abajo estaba prohibido.
Era algo relacionado con la tradición y con ser digno.
Debido a esta tradición, el viaje que podría habernos llevado minutos se
alargó hasta las horas.
—Hemos llegado—anunció finalmente Windsom.
Su voz era firme, sin signos de fatiga incluso en esta zona de mayor
presión y baja densidad del aire. Miraba fijamente una raíz muerta que
sobresalía de una grieta entre dos piedras.
—¿Vamos a entrenar aquí?—murmuré entre respiraciones, mirando
fijamente la anodina raíz en la que Windsom parecía estar tan obsesionado.
—Toma mi mano—respondió, ignorando mi pregunta mientras extendía
la mano hacia mí.
El asura me arrastró hacia él en cuanto le agarré la mano, balanceándome
contra la raíz y las piedras como si quisiera lanzarme contra el acantilado.
Sin embargo, antes de que tuviera tiempo de gritar de sorpresa, la escena
había cambiado y me encontraba en una especie de pequeña cueva.

136
Windsom apareció detrás de mí un momento después y tomó la delantera,
pasando por delante de mí y marchando hacia un estanque brillante, que
era el elemento dominante de la cueva.
—Me alegro de volver a verte, Kordri—dijo Windsom, a nadie que pudiera
ver.
—También me alegro de verte anciano Windsom. Oh y tú debes ser el
humano Arthur Leywin, ¿correcto?
Una figura apareció directamente frente a nosotros, aunque podría jurar
que antes no había nadie. Este hombre me recordaba a un monje.
Como a alguien que había elegido dejar de lado los asuntos mundanos.
Pero vestía una túnica ligera y ajustada en lugar de una túnica. Sus cuatro
ojos de color avellana me estudiaban con una sabiduría tranquila que difería
a la mirada silenciosamente aterradora de Lord Indrath.
Si no fuera por esos cuatro ojos, no se le habría distinguido en absoluto,
no habría sido notable en ningún sentido.
—Sí, soy yo. Encantado de conocerle—respondí, recuperando
rápidamente la compostura.
—Arthur, este es mi amigo íntimo Kordri. Es del clan ‘Thyestes’ de la raza
asura del ‘Pantheon’ al igual que Aldir, el que lo conociste en el castillo
flotante de Dicathen—dijo Windsom.
Windsom me había estado enseñando sobre los ‘Ocho Grandes’ mientras
viajábamos para encontrarnos con la anciana Rinia.

137
La raza del ‘Pantheon’ era la única raza asura destacada en lo que yo
consideraba el arte del maná de tipo fuerza.
La raza del clan Vritra, los ‘Basilisk’, eran la única raza capaz del arte del
maná de tipo descomposición.
Las seis razas asura restantes poseían un arte de maná de tipo creación.
Eso incluye la raza de los dragones a la que pertenecían Lord Indrath,
Sylvia y Windsom.

Aunque la raza de los dragones era temida por su misterioso y único arte
de maná de éter, seguía considerándose de tipo creación. Por supuesto, los
términos de los asuras para las artes de maná de tipo creación, fuerza y
descomposición eran diferentes para cada raza, pero yo lo había
simplificado para mi propia comodidad.

No habíamos tenido tiempo de repasar las cualidades especiales de cada


raza antes de llegar a la casa de la anciana Rinia, pero tenía la sensación de
que lo aprendería más adelante.

—¿De verdad te ha concedido Lord Indrath el orbe de éter?

La voz uniforme de Kordri me sacó de mis pensamientos.

Miró con curiosidad a Windsom.

—Sí, está aquí.

Windsom sacó una esfera del tamaño de la palma de su mano y se lo


mostró a Kordri.

—Lord Indrath está invirtiendo mucho en este humano—suspiró el monje,


admirando el orbe.

138
Windsom miró hacia atrás para encontrarse con mis ojos, lanzándome
una mirada de ‘te lo dije’ antes de volverse.

—Arthur, siéntate con nosotros—dijo Kordri, señalando un espacio a su


lado—Te explicaré cómo comenzará tu entrenamiento.

—Windsom cree que será mejor que tu entrenamiento comience conmigo


y no con él por varias razones. En primer lugar, tu cuerpo y tu núcleo de
maná no son lo suficientemente fuertes como para soportar el tipo de
entrenamiento del que son capaces incluso los jóvenes asuras. Si no
tuviéramos los recursos disponibles, tardarías décadas en absorber
físicamente todo lo que podamos enseñarte.

El asura miró el orbe en la mano de Windsom antes de continuar.

—Afortunadamente, tenemos el orbe de éter.

Sabía que él esperaba que preguntara sobre eso.

—¿Qué es exactamente este orbe de éter?

—Arthur—dijo Windsom.

—Puede que no lo sepas, pero la raza de los dragones es considerada entre


los asuras, la raza ‘Más cercana a ser dioses’. Sí, dioses de verdad. La razón
de esto es que tenemos la habilidad de manipular el éter. El éter es un
material que fluye por todo el universo. Como sabes por haber recibido el
testamento de Lady Sylvia, el éter contiene el poder de manipular incluso el
espacio-tiempo en sí mismo, como lo demuestra tu reciente experiencia con
Lord Indrath. Todo el potencial del éter sigue siendo incomprensible
incluso para el clan Indrath, pero un artefacto que ha permanecido en

139
nuestra posesión desde el principio de la historia de nuestro clan es el orbe
de éter. Este tesoro ha permitido a nuestro clan vislumbrar los poderes que
posee el éter, uno de los cuales es la capacidad de separar el cuerpo del alma.

Windsom miraba el orbe casi con reverencia mientras lo sostenía con


ternura.

Kordri continuó donde Windsom lo había dejado.

—El orbe también tiene el poder de manipular el tiempo. Con las


habilidades del orbe de éter, tu entrenamiento puede progresar a un ritmo y
con una eficiencia que sería imposible de otra manera. Debido a la estrecha
relación entre el clan Thyestes y el clan Indrath, Lord Indrath decidió
regalarnos el uso de este tesoro de vez en cuando.

—¿Recuerdas que te dije que Lord Indrath ha destinado importantes


recursos para asegurarse de que estarás preparado para las próximas
batallas?—preguntó Windsom.

—Junto con este orbe, nos ha permitido el uso de sus terrenos privados de
entrenamiento. El líquido rico en éter que hay dentro de ese estanque
ayudará a acelerar tu entrenamiento y a curar las heridas que sufras a lo
largo de este proceso. Kordri es un talentoso y muy respetado maestro del
clan Thyestes. Él se encargará de la fase inicial de tu entrenamiento.

Windsom asintió con severidad a Kordri mientras los dos se ponían de pie.

—Entonces, ¿qué haremos exactamente primero?—pregunté, casi


tímidamente.

—Lucharás contra Kordri en tu estado de alma, y morirás. Una y otra vez.

140
PASO DE CARACOL

109

—Confía en tu cuerpo Arthur. Mientras seas capaz, tu cuerpo será lo único


que no te fallará.

Las palabras de Kordri sonaron suavemente en mis oídos cuando un dolor


punzante me obligó a abrir los ojos cuando miré hacia abajo para ver la
mano de Kordri sobresaliendo de mi pecho.

Sin sangre...

—Maldición.

Cuando la palabra salió de mi lengua, la sensación demasiado familiar de


ser succionado del reino del alma me abrumó una vez más.

En cuanto me desperté de nuevo en la cueva, mis manos se dirigieron al


pecho, buscando un agujero que no existía.

Caí de espaldas en la piscina poco profunda.

—¿Cuánto tiempo duré esta vez Windsom?

—Dos minutos—respondió.

—Arthur, cuanto más se te obliga a salir del reino del alma, más tiempo se
pierde en tu entrenamiento. Una hora aquí fuera equivale a unas doce allí
dentro, pero seguirá sin ser suficiente si te expulsan cada pocos minutos.

141
—No me culpes a mí, culpa a tu amigo que me está matando esos 'cada
pocos minutos'—gemí.

Aunque mi cuerpo físico no se lesionara era imposible acostumbrarse a la


sensación de morir, el trauma mental y el estrés eran suficientes para que
incluso los luchadores veteranos se volvieran locos.

En que están pensando esto dos asuras al someter a un adolescente a


este entrenamiento de pesadilla…

—Sólo hago lo que eres capaz de soportar—respondió Kordri como si


hubiera leído mi mente.

—De todas formas tienes una mentalidad resistente. Me curiosidad el


hecho de que hasta los jóvenes asuras tienen dificultades para soportar el
estrés, incluso hasta los que no se mueren tan a menudo como tú.

Supuse que mi fortaleza mental se debía probablemente al hecho de haber


vivido dos vidas, pero aun así, este entrenamiento estaba empezando a
pasarme factura.

Windsom asintió en señal de reconocimiento.

—Sí, también estuve preocupado al principio y más teniendo en cuenta el


número de veces que Arthur fue expulsado del reino del alma.

—Bueno, es hora de volver a entrenar. ¿Estás listo, Kordri?

Di un último estiramiento antes de volver a sentarme.

Él asintió, riéndose.

—Siempre estaré listo, novato.

142
—Recuerda Arthur, que mientras te entrenas en el reino del alma tu
cuerpo físico también estará refinando tu núcleo de maná. Cuanto más
tiempo seas capaz de durar en el reino del alma, más rápido irá tu desarrollo.

Continuó…

—De todas formas, no te esfuerces demasiado, sólo llevamos una semana


de entrenamiento. Todavía tenemos un poco de margen, pero no si tomas
más de lo que puedes manejar—advirtió Windsom mientras activaba el orbe
de éter.

Una vez más, Kordri y yo estábamos de vuelta en el mismo campo de


hierba que se extendía sin fin en el horizonte.

Creo que ya pasaron ocho días desde que empecé este tortuoso
entrenamiento.

Una hora fuera del reino del alma equivalía a doce dentro de él, así que
veinticuatro horas fuera se traducían en doce días aquí. Incluso contando el
tiempo que pasé comiendo, durmiendo y descansando en el reino físico
después de haber muerto demasiadas veces en el reino del alma, había
pasado más de dos meses en esta pradera entrenando con el paciente monje
Kordri.

—Mmm, me doy cuenta que eres bueno en el combate físico Arthur, pero
eres muy dependiente del uso del maná o lo que las razas inferiores llaman
magia. A mi entender, estás mucho más acostumbrado a las batallas y
duelos cortos. La conservación y distribución adecuada del maná nunca ha
sido una prioridad, ¿verdad?—especuló Kordri.

143
—Más o menos. Sólo tengo trece años, ¿recuerdas?.

Repliqué inocentemente.

—Claro.

El asura se encogió de hombros, lanzándome una mirada que me decía


que no se lo creía.

—Sólo eres humano, lo que significa que estás sujeto a ciertas limitaciones.
Estás muy lejos de alcanzar la etapa de núcleo blanco y mucho menos la
etapa de integración. Mi trabajo por lo tanto es entrenar tu cuerpo. Después
de todo, cuanto menos maná gastes en protegerte más flexibilidad tendrás
en otras áreas de su uso.

—Bueno, ya he perdido bastante tiempo hablando, empecemos.

—Sí, señor—respondí, poniéndome en posición de defensa.

La figura de Kordri se desvaneció y reapareció a un brazo de distancia


frente a mí.

La primera vez que había venido al reino de las almas para entrenar me
mató con el primer golpe, fui incapaz de reaccionar. Incluso cuando no me
había matado salí disparado hacia el reino físico al mínimo golpe ya que mi
alma no estaba acostumbrada a recibir heridas.

La segunda vez, la tercera, la cuarta... hasta la vigésima octava salí


despedido del reino del alma con el primer golpe. Pero la vigésima novena
vez pude esquivar.

Bueno… apenas pude.

144
Pero fue lo suficiente como para persistir hasta el segundo golpe.

Por lo menos.

Residir y entrenar en el reino de las almas era difícil, por no decir otra
cosa, no fue hasta después de unas semanas de morir en el reino de las
almas que pude durar lo suficiente como para llamarlo realmente
entrenamiento.

Kordri siguió su golpe de izquierda en mi cuello con un codo de derecha


en mi esternón. Sólo cuando luchamos me di cuenta de lo aterrador que era
Kordri. Su temperamento manso desapareció, sustituido por el aspecto de
un guerrero frío y despiadado capaz de matarme más de cien veces en el
lapso de unos pocos segundos.

Los miembros del asura se movían a tal velocidad que parecían


desvanecerse. Sólo pude esquivar porque el patrón de ataque de Kordri era
siempre el mismo.

Por supuesto, lo hace apropósito…

El asura me había indicado explícitamente la coreografía de sus golpes y


no se había desviado de ella ni una sola vez desde el comienzo de nuestro
entrenamiento.

Soy patético.

Apenas pude esquivar un ataque que ya sabía a donde iba a ir, pero ésa
era la diferencia entre nosotros.

Las gotas de sudor volaban por mi cara y mi cuerpo y apenas podía seguir
el ritmo de las embestidas de Kordri. Los segundos se fundían entre sí,

145
formando minutos con una lentitud cada vez mayor a medida que mi
sentido del tiempo se embotaba.

Cuanto más tiempo luchábamos, más más errores cometía. No importaba


cuánto durara, al final me derribaría. Sin embargo, en todas las semanas
que había pasado luchando contra Kordri, no fui capaz de asestar ni un solo
golpe, cada uno de mis golpes se había topado con el aire.

—¡Bien! Estás aguantando más de lo habitual. No te descuides Arthur.


Mantén la paciencia y espera tu momento si no ves una abertura—gritó el
asura.

Siguió golpeándome al mismo tiempo y con mucha facilidad esquivó


todos mis débiles intentos de asestar un golpe.

En ese momento cometí un error.

La secuencia de ataques de Kordri estaba estratégicamente programada


para que si no los esquivaba por los pelos no pudiera evitar el siguiente
ataque. Aunque esquivé su codo giratorio, mi movimiento había sido
descontrolado y me había inclinado demasiado hacia atrás para esquivarlo.
Al instante me encontré con un barrido bajo que no pude evitar.

Opté por ceder mi pie izquierdo en respuesta, sabiendo que no podría


evitar completamente el barrido. Como esperaba, el golpe crujiente me
destrozó el tobillo izquierdo, pero seguí esquivando.

Incluso en este mundo… donde sabía que no era real… no quería morir.

—Descuidado pero buen seguimiento. Mantén la cordura y no te


desesperes—repitió mientras ejecutaba su siguiente golpe.

146
Incluso con mi tobillo roto, fui capaz de esquivar de alguna manera más
ataques de Kordri y entonces hizo algo que no había hecho antes.

Esperaba un rodillazo hacia delante en mi estómago, como siempre había


hecho después de un golpe con la derecha, pero en lugar de eso desplazó su
cuerpo para dar una patada circular con la pierna izquierda.

No fui capaz de esquivar su pie pero pude evitar morir al instante.

En lugar de romperme el cuello, su patada conectó de lleno con mi


mandíbula.

El mundo se tambaleó a mí alrededor y me sentí saltar como una roca


plana sobre la superficie de un lago. Finalmente, caí sobre un lecho de
hierba alta y me detuve con dolor.

No podía hablar porque la mitad inferior de mi cara estaba


completamente mutilada y me costó la mayor parte de mi capacidad mental
suprimir el insoportable dolor, pero eso no me impidió extender con buen
humor el dedo medio a mi mentor.

Respondiendo con una sonrisa, me ayudó a levantarme.

—Conseguiste que no te matara—dijo, pareciendo impresionado.

—Descansa hasta que tu estado anímico esté curado.

Mientras decía esto, ya podía sentir cómo mi cuerpo se recuperaba.

Mi estado anímico mejor dicho.

Los fragmentos rotos de mis huesos se fusionaron y las fibras musculares,


los tendones y los ligamentos se volvieron a unir.

147
Alguien que no haya experimentado esta sensación podría pensar que el
acto de curar tan rápido sería reconfortante o tranquilizador, pero en
realidad era tan doloroso que la lesión que lo había causado.

Me decía a mí mismo que experimentar una agonía así y acostumbrarme


a ella me sería útil más adelante. Esperaba que me sirviera para superar esta
tortura cada vez que entrenábamos pero estaba a punto de quebrarme.

Apenas había pasado una semana y aun así parecía que habían pasado
meses debido a la distorsión del tiempo en este mundo. Mi progreso como
mago siempre había sido inigualable, así que entrenando aquí de esta
manera no podía evitar sentirme frustrado e impaciente.

Si, un mundo donde mi mayor logro en dos meses había sido


mantenerme vivo durante más de cinco minutos contra alguien que se
estaba conteniendo a propósito.

—Deberíamos descansar del entrenamiento de combate por un tiempo.

La repentina declaración de Kordri me tomó por sorpresa. Como estaba


especializado en el combate cuerpo a cuerpo, no estaba seguro de que más
me iba a enseñar.

—¿Qué quieres decir? ¿No estoy aprendiendo lo suficientemente rápido?

—No, no es eso. En realidad, tu capacidad de captación y comprensión es


aterradora. Junto con tu terquedad, no es de extrañar que tu potencial como
mago esté por encima del de cualquier otro. Sin embargo, debido a esa
terquedad tuya, me temo que te vas a romper si seguimos al ritmo actual—
respondió mi entrenador mientras se sentaba.

148
—¿Romper? Creía que el reino del orbe de éter no me permitía morir.
Además, con la velocidad de regeneración del estado de mi alma, mientras
no me mates al instante, debería estar bien, ¿no?.

El asura de cuatro ojos levantó la mirada y me miró con severidad.

—No estoy hablando de dañar tu cuerpo Arthur. Estoy hablando de


herirte aquí—dijo dándose un golpe en la cabeza.

—¿Crees que esto me perjudica psicológicamente?.

Quizá fuera la misma terquedad que acababa de mencionar Kordri, o una


capa de orgullo que me había hecho ignorar esta posibilidad, pero no me
atrevía a darle la razón.

—Mira Arthur. Al entrenar aquí conmigo experimentas la muerte


constantemente a diario. Es más, la muerte ya no se ha convertido en el
punto final para ti, sino en un precursor de un nivel de dolor que incluso los
asuras se podrían desmotivar.

Kordri se levantó del suelo mientras explicaba.

—Aunque no dañe tu cuerpo, ese tipo de trauma acabará por impedir que
se produzca el tipo de luchador en el que estoy intentando entrenarte. Con
este tipo de dolor y en estas cantidades, tu cuerpo tratará instintivamente de
salvarse, independientemente de que lo quieras o no.

—Sólo el dolor suficiente será tu espada y escudo más fiable—continuó.

Pensé por un momento en las palabras de Kordri. Entendía de dónde


venía, pero al haber vivido dos vidas, me consideraba una excepción.

Quizás estoy siendo arrogante, lo sé, pero sentía que podía soportarlo.

149
—Sinceramente, Kordri, estoy bien, no n-

….

Ni siquiera tuve tiempo de procesar conscientemente lo que sucedió a


continuación. De un momento a otro, una abrumadora sensación de temor
se abatió sobre mí como un tsunami. Entonces me encontraba a varios
metros del asura con mi espada agarrada con fuerza. Mis ojos volvieron a
enfocar a Kordri, sólo para ver al asura con una flor en la mano.

No dijo nada. No lo necesitaba.

Justo cuando bajé la guardia, la figura de Kordri parpadeó y desapareció,


sin ni siquiera un rastro de presencia o intención.

Un dolor punzante me hizo bajar la mirada.

La mano de mi mentor me atravesó el pecho. Cuando intenté apartarme


de él, me desplomé.

Una vez más.

El asura retiró su mano y se arrodilló para quedar a mi altura. Sonriendo


suavemente, continuó…

—Puede que ni siquiera los dioses sepan qué clase de vida has llevado
realmente, pero es gracias a tus experiencias pasadas por lo que has perdido
así.

—Confías demasiado en tu instinto Arthur, no niego que es una


herramienta muy útil, pero no se debe confiar en ella excluyendo todo lo
demás. Paso de Caracol Arthur. Todavía tienes mucho que aprender pero a
la vez mucho que desaprender.

150
Mientras Kordri me alborotaba el pelo, volví a pensar en el tiempo que
pasé en la institución durante mi vida pasada como huérfano, en todas las
veces que tuve que enseñarme a mí mismo con la poca información y
herramientas útiles que pude reunir.

Me di cuenta de que por primera vez en cualquiera de mis vidas, había


conseguido por fin un verdadero mentor que me entrenara en el combate,
un mentor lo suficientemente sabio y poderoso como para que, incluso con
mi peculiar pasado y mi monstruoso potencial, pudiera ser simplemente un
alumno hambriento de aprender.

—¿Ya lo entiendes Arthur?—preguntó Kordri mientras se levantaba y


extendía la mano.

—Por supuesto—Acepté su mano y me puse de pie.

Mi cuerpo seguía temblando, pero no sé si era por la herida letal que tenía
en el pecho, por la emoción de mis perspectivas futuras o por la expectativa
de estar bajo la dirección de mentores expertos.

Tenía la sensación de que era una mezcla de las tres cosas.

151
EL ARTE PERDIDO

110

Es un monstruo... un verdadero depredador.

Eso fue lo único que me vino a la mente cuando soltó los grilletes que se
había puesto a sí mismo para mi seguridad, cuando liberó esa presión
petrificante.

El miedo paralizante se extendió lentamente por mi cuerpo como el


veneno mortal de una serpiente. Apreté mis manos sudorosas, apretando la
sujeción de mi espada.

Los músculos de mis piernas se agitaban continuamente luchando contra


el impulso de girar y salir corriendo. La sangre salada me llenó la boca
mientras me mordía el labio inferior.

Con la espada en alto, me acerqué al aura opresiva que emanaba de mi


maestro.

El sudor me picaba los ojos como un fuego abrasador, pero no me atrevía


a parpadear. Lenta y dolorosamente, mi cerebro envió señales y levanté los
pies, moviéndolos con un paso cauteloso pero firme mientras caminaba
hacia la manifestación del propio miedo.

—Ya voy Arthur. Prepárate.

Su voz sonó claramente dentro de la nube de aire amenazante.

152
Me obligué a relajar mi apretada mandíbula. A pesar de que ya me faltaba
el aire para respirar, solté un rugido bárbaro, disipando parte del
escalofriante miedo que me atenazaba por dentro.

—¡Maldito sea todo!

La hoja cerceta en mis manos se oscureció al acercarme a Kordri, como si


incluso mi espada tuviera miedo. Pero seguí caminando, sintiendo a cada
paso como si intentara vadear el cemento mojado.

Cuando mi espada estuvo por fin a su alcance, me abrí paso, con la


esperanza de acabar con esto de un solo golpe, pero por supuesto no fue así.
Kordri rechazó la Dawn Ballad’s como si fuera un palo de espuma, creando
un arco con su propia espada. Justo antes de que mi espada tocara el suelo,
utilicé el impulso para girar sobre mí misma, haciendo girar mi espada
hacia las rodillas de Kordri.

La espada corta de Kordri bloqueó fácilmente la mía, deteniéndola justo


al lado de su pierna. Apartando la Dawn Ballad’s, mi maestro me lanzó una
rápida patada a la cara. Pude oír el agudo silbido del aire y esquivé a tiempo
para llevar mi espada en un golpe hacia arriba.

Kordri giró la cara hacia un lado y mi espada pasó inofensivamente junto


a su oreja.

—Tus movimientos son cada vez mejores incluso con la supresión de mi


aura.

153
Sabía que sólo me estaba felicitando, pero el hecho de que fuera capaz de
hablar tranquilamente mientras esquivaba mis golpes resultaba de una
irritante petulancia.

Cada vez me costaba más respirar y me di cuenta de que estaba casi al


límite. Una última y desesperada embestida hacia Kordri fue todo lo que
conseguí antes de que la Dawn Ballad’s cayera al suelo, sin que mis manos
pudieran seguir sujetándola.

Entonces mis piernas cedieron y caí de rodillas y me quedé asfixiado por


el aire dentro de los confines de su aura infernal.

—Nada mal.

La presión desapareció cuando la voz de Kordri llegó a mis oídos. Aspiré


aire desesperadamente sin que el aura asfixiante me afectara.

Había pasado más de un mes en el mundo exterior y más de un año en el


reino del alma.

Un año de continuo y tortuoso entrenamiento.

El único descanso que tenía eran las breves conferencias de Kordri.

Durante el mes que había pasado en tiempo "real", no había tenido


contacto con Sylvie. Pensaba en ella muy a menudo cuando tenía tiempo
para pensar. Echaba de menos mi vínculo, pero en algún momento empecé
a comprender por qué era necesaria la separación. Mis muertes se hicieron
mucho menos frecuentes a medida que avanzaba mi entrenamiento, por lo
que pasábamos más tiempo en el reino de las almas.

154
Era mejor que Sylvie tuviera su propio entrenamiento que estar sentada
en la cueva junto a mi cuerpo comatoso 7 durante días.

La última vez que salimos del reino de las almas fue hace unos cuatro
meses, lo que equivale a poco menos de dos semanas en el mundo real.

Al parecer, la piscina era capaz de alimentar nuestros cuerpos, o quizá


suspenderlos sería una palabra más adecuada. No lo entendía del todo, pero
la naturaleza de la piscina y el orbe de éter no eran precisamente el centro
de mis lecciones.

Kordri me llevó hasta mis límites y más allá. Sin duda era un entrenador
excepcional y yo un ávido 8 alumno. Sin embargo, extrañaba a mi familia y a
mis amigos. Había tantos asuntos que sentía que había pospuesto y me
llenaba continuamente de arrepentimiento cuando pensaba en ellos.

A Elijah se lo habían llevado a quién sabe dónde y ni siquiera estaba


seguro de que siguiera vivo. Tampoco sé si Tessia había despertado, además
de eso, había dejado a mi familia en tan malos términos...

Sabía que entrenar era lo mejor en estos momentos, pero me desgastaba


lentamente cada vez que pensaba en ellos. Pasar un año aquí no ayudaba a
que lo único que tenía para demostrar era poder soportar la ‘Intención
Asesina’ de Kordri lo suficiente como para tener un breve intercambio antes
de caer al suelo como un pez muerto.

—¿Cuánto… tiempo... duré?—jadeé, rodando sobre mi espalda.

—Estás mejorando—respondió, esquivando mi pregunta.

7 Que está en estado de coma.


8 Que siente un deseo fuerte e intenso de tener, hacer o conseguir algo.

155
Me senté, dándome la vuelta para mirarle mientras recuperaba el aliento.

—No es suficiente, ¿verdad?

—No te fijes en los segundos. No buscamos una duración concreta,


¿entendido?

Lo dijo con severidad, más como una afirmación que como una pregunta.

—Ahora, otra vez, pero esta vez, sin armas.

—¿Otra vez?

Dejé escapar un suspiro, recogiendo mi espada de confianza y


envainándola.

Kordri tiró su propia espada a la hierba antes de explicar.

—Sé que prefieres la lucha con espada y tengo que decir que la Dawn
Ballad`s es una buena compañera para tener. Pero como mago, el combate
cuerpo a cuerpo sigue siendo la forma de lucha más versátil y adaptable. Si
tienes la paciencia de aprender, claro.

—Mi papel como tu maestro estará completo una vez que haya sacado el
máximo potencial de tu cuerpo humano. Por el bien de la guerra que se
avecina, moldearé tus huesos, desarrollaré tus músculos y entrenaré tu
mente hasta sus límites para que puedas ser el caballero que proteja tu
continente y a tus seres queridos—continuó Kordri, poniendo algo de
distancia entre nosotros.

—Es obvio que has tenido entrenamiento en el combate cuerpo a cuerpo,


mucho más que un niño normal. Sin embargo y como he dicho antes, tu
estilo de lucha es más adecuado para los duelos contra un solo oponente.

156
Asentí con la cabeza.

En mi vida anterior, la mayoría de mis combates habían sido en forma de


duelo como era costumbre allí.

Rara vez se celebraban guerras e incluso si lo hacían, los reyes no


participaban en ellas directamente. Nuestras vidas eran demasiado valiosas
como para arriesgarlas después de todo.

—Como a los asuras no se les permite participar en esta guerra, sus


descendientes, los mestizos, serán sus aliados más fuertes. Tu deber
principal en la próxima guerra será ocuparte de los perros que el clan Vritra
envíe como generales o fuerzas de ataque. Eres increíblemente fuerte Arthur,
pero ellos también lo son y no creas que se alinearán y se turnarán para
luchar contra ti. Espera que te pongan en una situación en la que estarás
rodeado de enemigos con sangre asura corriendo por sus venas.

Kordri me rodeó tranquilamente con las manos en la espalda.

—Por supuesto, no tendrás una restricción de maná como ahora, así que
serás libre de causar desastres. Sin embargo, también tendrás que tener en
cuenta que puede haber soldados aliados o incluso civiles cerca. ¿Qué harás
entonces? En ese momento el combate físico aumentado con un uso
adecuado y preciso del maná, será la forma más eficaz y fiable de deshacerte
de tus enemigos. Especialmente si son de un calibre superior al de los
magos con los que estás familiarizado.

—Entiendo.

157
Adopté una postura ofensiva, con la mano principal relajada y la derecha
cerrada en un puño junto a la mandíbula.

—La primera lección que te enseñé fue cómo mantenerte vivo. Más
concretamente, debías convertirte en un experto en la lucha a gran
velocidad mientras intentabas esquivar una rutina de ataques. Aunque no te
diré cuánto me he limitado al luchar contra ti, diré que tu agilidad ha
mejorado hasta un nivel que considero adecuado. Tu siguiente lección fue
luchar bajo condiciones de presión considerable. El combate bajo los efectos
de mi ‘Fuerza del Rey’ o la ‘Intención Asesina’ como tú la llamas, ha
reforzado considerablemente tu tolerancia en estos últimos meses. Hay
espacio para mejorar en ambas áreas, pero por ahora, es hora de la tercera
lección...

La voz de Kordri se interrumpió cuando se detuvo frente a mí.

—Tu campo de visión es demasiado centrado.

Su voz resonó en mis oídos como si estuviera justo detrás de mí y


mientras lo observaba, la figura de Kordri en la que me había concentrado
se desvaneció.

Me di cuenta de que había sido una imagen posterior y giré la cabeza


hacia atrás, pero llegué demasiado tarde. Un golpe limpio en la espalda me
hizo caer hacia adelante tomando un buen bocado de hierba al
desparramarme. Aunque no era el momento más apropiado, tuve que
admirar el realismo del reino de las almas. Los trozos de hierba y tierra que
tenía en la boca sabían exactamente como me los había imaginado.

Me levanté de nuevo, gimiendo mientras estiraba la espalda.

158
—Creía que no se nos permitía usar maná—dije, escupiendo la hierba de
mi boca.

—Yo no usé maná. Recuerda que mi fisiología es fundamentalmente


diferente a la tuya. Me contendré, pero es inevitable que sea naturalmente
más rápido, más veloz y más fuerte que tú. Ahora ven", ordenó, haciendo
una señal con una mano.

Inmediatamente me impulsé hacia mi instructor, poniéndome a tiro para


atacar a una velocidad que avergonzaría a los velocistas profesionales de
corta distancia. La mecánica de mi cuerpo había mejorado definitivamente
mientras entrenaba con Kordri. Mi pie trasero giró mientras yo giraba mis
caderas para dar el mayor impulso posible a mi ataque. Cuando liberé mi
puño derecho, pude sentir cómo todos mis músculos, tendones, ligamentos
y huesos trabajaban en armonía, como una máquina bien engrasada. Sin
siquiera usar maná, pude imprimirle suficiente fuerza al golpe para
sorprender a Kordri.

Esquivó mi golpe en el último segundo y pude ver cómo sus labios se


curvaban ligeramente al agacharse inesperadamente por debajo de mi brazo
derecho. Lo único que sentí fue un ligero tirón en la pierna y un suave
empujón en las caderas, pero de repente, mi cara estaba medio enterrada en
el suelo.

Nunca antes me habían arrojado tan rápido, tan impotente y tan


dolorosamente. El viento me había dejado sin aliento y mientras tosía,
Kordri mantenía su mano contra mi cuello como el filo de una espada.

159
—Tengo que decir que ha sido un golpe muy bonito Arthur. ¿Cuánta
fuerza supones que has utilizado para lanzar un golpe de esa potencia?
¿Crees que puedes hacerlo durante dos o tres días seguidos? ¿Puedes hacer
eso durante horas sin pausa con poco sustento en tu cuerpo para darte esa
energía?

Kordri se arrodilló para evaluar los daños en mi cuerpo.

—¿Cuánta energía crees que gasté al lanzarte? Recuerda que cuanto más
potente sea tu golpe, menos energía tendré que gastar.

Apretando los dientes contra el dolor, me puse de pie de un salto y adopté


una postura.

—Hoy estamos llenos de energía, ¿no? Bien—respondió, haciéndome una


nueva señal.

Haciendo caso a su gesto, me acerqué como si tuviera la intención de


lanzar el mismo golpe que había dado hace un momento. En lugar de eso,
hice una finta y salté clavando mi rodilla derecha en su mandíbula.

De nuevo, los movimientos de Kordri no eran los que yo esperaba. Estaba


acostumbrado a intercambiar golpes con el asura, pero esta vez, utilizó su
mano izquierda para cambiar suavemente la dirección de mi rodilla,
empujándose simultáneamente hacia mi lado derecho. Con un movimiento
rápido y fluido, mi mentor me agarró por el cuello de la camisa en la nuca y
ejecutó un lanzamiento, impulsándome al suelo de cabeza.

El mundo se volvió negro.

160
Los oídos me pitaban con fuerza cuando me desperté. Me estiré y masajeé
con cuidado el cuello, sorprendido de que no se hubiera partido por la mitad
por la fuerza de su lanzamiento.

Tal vez fuera por el golpe en la cabeza, pero de repente recordé un


nombre para este tipo de combate.

Mmm Aiki... no-sí, Ah, era similar al aikido.

El Aikido era una antigua forma de combate que se perdió cuando la


práctica de las artes marciales tradicionales había decaído después de que
las formas de combate contemporáneas se generalizaran. Después de
convertirme en rey en mi mundo anterior, tuve tenido acceso a numerosos
archivos, incluidos los relativos a las artes marciales y al arte del duelo. Ojee
brevemente un libro sobre el arte de los lanzamientos, pero no me
interesaba mucho más que el concepto de aprovechar el impulso de un
oponente. Por supuesto, utilicé mucho ese conocimiento, pero hice poco por
aprender el arte de los lanzamientos.

En ese momento me parecían ineficientes.

—Hablamos de la correcta conservación y distribución del maná en las


batallas prolongadas, ¿correcto? Bueno, no hace falta decir que también
debería ser así para tu cuerpo. No importa la cantidad de maná que fluya a
través de ti, no puede actuar como una batería para alimentar tu cuerpo. El
maná, al igual que una espada, es una herramienta que debes controlar y
utilizar. Tu cuerpo es la pieza central que reúne las herramientas para crear
un verdadero guerrero. Ahora, estás curado, ¿sí? Ven—ordenó Kordri.
Sin mediar palabra, me puse en pie y corrí una vez más hacia mi mentor.

161
—Tu cuerpo es capaz de ser todo tipo de armas—explicó Kordri,
adoptando una postura ofensiva.

—Por ejemplo, tu puño puede convertirse en un martillo o una cachiporra,


lo suficientemente potente como para destruir paredes—dijo, lanzando un
simple puñetazo.

Esquivando su primer golpe, bajé mi centro de gravedad y solté un


puñetazo hacia su plexo solar.

Con un movimiento suave y líquido, Kordri pivotó, rodeando con su


propio brazo el que yo acababa de atacar y redirigiendo mi puño con un
movimiento de muñeca.

—También puede convertirse en un látigo para bloquear y desviar el


ataque del oponente.

—Tus manos pueden ser cuchillas; tus piernas, hachas; todo depende del
usuario—dijo Kordri mientras giraba y colocaba su palma en mi espalda.

—Y también pueden ser un cañón, capaz de hacer volar a tus enemigos en


pedazos. Defiéndete con maná Arthur. Lo permitiré—me indicó.

Envolví mi cuerpo con fuerza en una capa de maná, concentrándome


sobre todo en la zona donde estaba la palma de Kordri.

El ensordecedor estallido de la barrera del sonido al romperse casi me


distrajo del dolor que se extendía por todo mi cuerpo mientras me lanzaba
por el aire como una bala. Era imposible saber cuántos huesos me había
roto, cuántos órganos se habían colapsado. Mi visión se oscureció y sentí
que mi cuerpo era absorbido por el reino del alma.

162
Cuando abrí los ojos, me encontraba de nuevo en la cueva familiar,
empapada en el misterioso líquido y en mi propio sudor y probablemente en
mis lágrimas.

Una oleada de náuseas me golpeó, como si Kordri me hubiera hecho un


agujero en el esternón. Me incliné hacia delante y me agaché.

—Ugh—gemí, tratando de recuperarme.

Kordri seguía frente a mí, con una expresión suave y comprensiva;


entonces su mirada se desvió hacia algo que estaba detrás de mí.

—Ah, estás aquí—dijo, poniéndose de pie.

Me di la vuelta, mirando más allá de Windsom y centrándome en una


figura que no reconocía: un niño que parecía tener unos siete años como
máximo, aunque medía casi un metro y medio. Dio un paso hacia nosotros y
se inclinó respetuosamente en mi dirección. Tenía la cabeza afeitada como
la de Kordri, pero sólo tenía dos ojos, de color marrón nuez. Era delgado
pero no enfermizo, con un cuerpo bien tonificado que no coincidía con su
rostro infantil.

—Siento mi tardanza, maestro—dijo el chico, levantando la cabeza y luego


ladeándola mientras me miraba.

Pude ver cómo me miraba, y cuando volvió a clavarme los ojos, lo hizo
con una mirada de burla altiva.

Era indigno enfadarme con un niño más joven que mi hermana, pensé,
así que me limité a enarcar una ceja y me volví para mirar a Kordri.

—¿Quién es el niño?—pregunté despreocupadamente.

163
—Arthur, me gustaría que conocieras a Taci, tu nuevo compañero de
entrenamiento.

164
BUENAS NOCHES

111

—¿Compañero de entrenamiento?—repitió el chico antes de que tuviera la


oportunidad de responder.
—Maestro, creí que quería que viniera aquí para tener por fin la
oportunidad de recibir un entrenamiento individual-
—Taci, mientras haces de sparring 9 con Arthur también estarás
entrenando. Ahora ven aquí para que podamos empezar.
Kordri señaló al niño, obviamente insatisfecho.
—Maestro, ¿qué beneficio obtendré al entrenar con este... ser menor?—
refunfuñó, lanzándome una mirada molesta.
Resultaba extraño escuchar a un niño quejarse con tanta altanería
utilizando una dicción y sintaxis tan poco acordes con su aspecto infantil y
su voz de tenor poco desarrollada.
—Arthur ha estado recibiendo un entrenamiento especial de mi parte. El
combate con él te ayudará a desarrollarte. Se te ha concedido el raro honor
de entrenar con el orbe de éter, ¿y te atreves a quejarte?.
—N-no, nunca desafiaría sus instrucciones, Maestro. Este alumno sólo
piensa que es indigno de usted perder su tiempo entrenando a un simple

9 Persona con la que se entrena un boxeador para preparar un combate .

165
humano cuando el clan Thyestes tiene muchos alumnos esperando su
tutoría—aclaró el niño llamado Taci, bajando en otra reverencia.
No quería rebajarme a su nivel ofendiéndose.
Aunque admito que este chico tiene un gran don para fastidiar a la gente.
Con un suspiro derrotado, Kordri continuó:
—Taci, eres uno de mis alumnos más talentosos pero es tu arrogancia la
que te perjudicará.
Se volvió hacia Windsom, que estaba sentado al otro lado de la piscina,
sosteniendo el orbe.
—Windsom, ¿estarás bien manteniendo el orbe de éter con una persona
más?
—Tres personas no serán un problema—respondió el asura.
Guardando mis pensamientos para mí, volví a mi posición de meditación
dentro de la piscina. El niño se metió también, ignorándome, y se sentó de
manera que los tres formamos un triángulo. Una vez más, estábamos de
vuelta en la pradera de hierba.
—Arthur, mientras que los miembros de la raza del Pantheon difieren en
la utilización de lo que tú llamas 'maná de tipo fuerza', Taci ha estado
entrenando en las artes especiales del clan Thyestes. Como te he mostrado,
uno de los principales componentes de nuestro arte de combate son los
golpes rápidos y precisos, junto con los lanzamientos que aprovechan el
impulso y el centro de gravedad. Al percibir dónde distribuye su peso y su
impulso el adversario, podemos ajustar nuestros ataques para aprovechar
adecuadamente sus puntos fuertes. De este modo, empleamos poco esfuerzo

166
para disipar sus ataques y conservamos nuestra fuerza para cuando
ataquemos—explicó mi mentor.
Taci se sentó junto a Kordri con los brazos cruzados, sin dejar de mirarme
con desprecio.
—Al aprender estas técnicas, incluso a nuestros propios discípulos se les
prohíbe utilizar el maná hasta que puedan mostrar correctamente los
fundamentos. No digo esto para presumir, pero la fama de nuestro clan
proviene de la letalidad de nuestro arte de combate. Cuando observes a un
maestro, verás que nuestra forma de lucha es a la vez feroz y fluida, como
un ciclón mortal. Te he mostrado sólo un atisbo de esto, Arthur, pero quiero
que te entrenes luchando contra Taci—continuó Kordri.

Luego dirigió su atención al niño.

—Taci, debes usar toda tu fuerza para luchar contra Arthur. No te


preocupes por las heridas fatales o la muerte aquí.

Puse los ojos en blanco al ver la sonrisa de satisfacción que puso Taci al
oír esto. Sin embargo, su expresión satisfecha desapareció inmediatamente
cuando escuchó lo que su maestro dijo a continuación.

—Arthur, no debes usar ningún maná. Por ahora no te aplicaré ninguna


presión, pero espera que llegue más tarde. No se te permite atacar a Taci en
absoluto, simplemente debes bloquear y desviar. La única forma de
maniobras ofensivas que se te permiten son los lanzamientos.

—¿Maestro? Esto no tiene ningún sentido—tartamudeó Taci, sorprendido.

167
—¿No deberías ponerme restricciones a mí en vez de al humano? Quieres
decir que sin estas desventajas, él sería capaz de derrotarme?

—Taci, cada vez estoy más cansado de tus quejas. ¿Dudas de mí?

Los ojos de Kordri se volvieron afilados mientras hablaba. Su expresión


era despiadada, Taci cerró inmediatamente la boca mientras negaba
frenéticamente con la cabeza.

Nunca había tenido la oportunidad de disfrutar de este sentimiento, esta


satisfactoria sensación de victoria sobre un niño engreído cuando el adulto
se pone inesperadamente de su lado.

—Ahora, comienza.

168
Punto de Vista de Kordri

Sería una mentira decir que estaba simplemente sorprendido. No, la


palabra más precisa sería asombrado. Tuve la sensación de que podría
terminar así, pero no tan pronto.
Arthur Leywin... qué tipo tan misterioso.
Taci había demostrado un talento inusual desde el principio a pesar de
tener sólo siete años. Cubrió los fundamentos del arte de combate en una
cuarta parte del tiempo que le llevó al resto de su clase. Su distribución de
maná era tosca, pero mejoraba a un ritmo que incluso los ancianos del clan
tenían que admirar.
Taci será sin dudas la estrella de nuestra próxima generación.
Sin embargo, Arthur seguía aguantando. Incluso con todas las
restricciones establecidas
No, ahora es más que eso: Arthur empezaba a seguirle el ritmo
lentamente.
En el lapso de unos pocos días dentro del reino de las almas, Arthur
comenzó a igualar a Taci. Aunque aún no había aprendido el verdadero arte
de combate del clan Thyestes, estaba devorando nuestros conocimientos
como una bestia hambrienta y haciéndolos suyos.
A pesar de la velocidad y la potencia de los ataques de Taci, Arthur fue
capaz de persistir contra él. Con cada puñetazo, patada, tajo y lanzamiento a
los que se enfrentaba Arthur, sus pasos, sus desplazamientos, sus
movimientos... fueron cada vez más rápidos y afilados, como si su cuerpo

169
estuviera reduciendo instintivamente los movimientos innecesarios. Su
mejora se producía a una velocidad que era fácilmente perceptible incluso
para alguien no entrenado en el combate.
¿Cómo era posible? ¿Cómo era su pasado? ¿Con cuánta gente debió
luchar para desarrollar este aberrante nivel de percepción?
En todos mis años como guerrero y mentor nunca me encontré con una
sensación así. Entrené a cientos de personas en el arte del combate, tanto
jóvenes como mayores.
Eduqué a alumnos que se convirtieron en figuras destacadas del clan
Thyestes, pero aun así, al entrenar a este chico… Arthur, experimenté una
sensación que nunca antes había sentido. Mientras le enseñaba, sentía
constantemente una sensación de emoción, asombro y orgullo, emociones
que ni siquiera sentía hacia mí mismo.
Fue similar a la experiencia de desenterrar una gema desconocida pero
evidentemente preciosa. Arthur seguía siendo opaco y áspero, pero con cada
golpe de pulido, brillaba más y más. No se sabía cómo sería el producto final,
y el anhelo que sentía por descubrirlo era estimulante.
¿Tendría la oportunidad de desarrollar todo su potencial? ¿O se le
acabaría el tiempo antes? Si hubiera nacido como asura, habría sido una
figura prominente incluso en las más altas esferas del poder. Sin embargo,
los dioses lo habían colocado en un cuerpo inferior para que solo fuera un
mero peón, utilizado hasta que ya no fuera necesario.

Qué lástima.

170
Punto de Vista de Arthur Leywin

Este mocoso arrogante.


Si no fuera por las restricciones que Kordri me impuso, ya estaría
pintando la hierba con su sangre y sus lágrimas.
Los últimos días estuvieron llenos de nada más que frustración y
resentimiento por el hecho de que no podía hacer nada contra él.
Taci estaba evidentemente molesto porque su maestro lo consideraba tan
mal y unido a la innata condescendencia que tenía hacia mi raza, esto me
llevó a ser sacudido como un muñeco de trapo y a comerme demasiados
golpes para contener mi temperamento.
Aunque sus ataques no estaban al nivel de Kordri en cuanto a fluidez y
precisión, seguían estando a un nivel más rápido de lo que yo estaba
acostumbrado debido a que cada uno de sus movimientos estaba reforzado
con maná.
Casi pierdo la vida en el primer golpe.
Sólo el hecho de que su cuerpo delatara su siguiente movimiento me
permitió esquivar el ataque. Combinando la experiencia que tenía en la
lucha y los duelos de mi vida anterior y de ésta, era capaz de anticipar el
siguiente movimiento de mi oponente basándome en su postura y sus
movimientos.
En realidad podía esquivarlos hasta cierto punto…

171
Esta habilidad variaba dependiendo de la capacidad de lucha del
oponente, pero Taci, aunque estaba bien entrenado en las artes marciales
de su clan, aún carecía de experiencia en la lucha real.
A diferencia de Kordri, que no tenía huecos ni fallos en ninguno de sus
micro movimientos, Taci básicamente telegrafiaba todos sus movimientos.
Esquivarlos era un problema totalmente diferente. Aunque sus ataques
tenían aperturas, seguían estando a un nivel muy superior al de cualquiera
al que me hubiera enfrentado. Si no fuera por mi experiencia me habría
expulsado del reino de las almas de inmediato. El poder y la velocidad de su
embestida podrían haber hecho que cualquier aventurero de clase S se
acurrucara con total sumisión.
El aire que lo rodeaba silbaba con la fuerza de sus golpes y me dolían los
brazos cada vez que los rechazaba.
Apretando los dientes, ignoré el dolor y persistí. No bastaba con ser
rápido. Tenía que ser más rápido que él. Para ello, tenía que minimizar mis
movimientos.
La única forma de esquivar con éxito sin usar maná era reducir mis
maniobras a lo solo lo necesario. Si no podía hacer eso, pronto me vería
abrumado.
—Deberías volver con tu raza en lugar de hacer perder el tiempo a mi
maestro—maldijo Taci mientras descargaba otra tanda de golpes.
Parecía querer golpearme de lleno en lugar de limitarse a tirarme al suelo.
Yo sentía lo mismo. Pero no tenía el lujo de poder responder, así que apreté
los dientes y me concentré aún más.

172
Más rápido.
—Mi madre y mi padre me dijeron lo débiles que son los seres inferiores,
parece que es cierto. No entiendo por qué a los asuras nos dieron el horrible
trabajo de cuidarlos—gruñó, girándose y soltando un golpe de rodilla hacia
arriba.
Sentí un dolor agudo en la oreja y apenas pude esquivar todo el peso del
ataque con un rápido giro del cuello.
Más rápido.
No podía decir cuánto tiempo había pasado, aunque estaba acostumbrado
a pelear durante horas con Kordri, esto parecía mucho más largo.
Mientras Taci continuaba con su implacable ataque, mi cuerpo se
convirtió en un lienzo de cortes y magulladuras.
No lo suficiente, más rápido.
El niño asura comenzaba a frustrarse y empezó a intentar también los
lanzamientos. Pude ver cómo su mano se extendía como una garra,
esperando agarrar un punto débil.

Sin embargo, a estas alturas me estaba acostumbrando a sus movimientos,


así que esquivar se hizo más fácil. Sus golpes, que antes pasaban por delante
de mí como un borrón, se hacían evidentes.

—Si no fuera por el clan Vritra y sus asquerosos mestizos, mi maestro no


tendría que estar aquí enseñándote, esperando que un perro pueda
aprender algo destinado a los asuras—escupió con veneno mientras se
enfadaba más.

173
Más rápido todavía.

El sudor me picaba en los ojos, impidiendo mi visión. Las hojas de hierba


volaban a nuestro alrededor mientras nuestros movimientos levantaban
trozos de tierra en el aire.

Más rápido, ¡maldita sea!

Mi cuerpo empezaba a protestar, mi mente comenzaba a entorpecerse.


Mis movimientos eran cada vez más limpios, pero debido a la fatiga, cada
vez que esquivaba sentía una sacudida de dolor.

¿Qué debía hacer? No estaba acostumbrado a luchar durante tanto


tiempo, y esquivar ataques de este calibre me estaba desgastando a un ritmo
aún más rápido que el habitual.

Si reducía mi velocidad, soportaría todo el peso de la rabia infantil de Taci,


pero no estaba seguro de cuánto tiempo más podría seguir manteniendo
este ritmo.

Mi mente daba vueltas tratando de pensar en una respuesta.

Piensa Arthur, Piensa. ¿En qué había insistido Kordri todo este tiempo?

¿La conservación y la distribución adecuada del maná y la energía?

Mmm la forma de luchar de Taci no era tan precisa como la de Kordri,


pero como refuerza su cuerpo con maná, no se cansa tan fácilmente como
yo.

Fluidez!!!

174
Sí, fluidez. Arthur tonto, Kordri te dio la respuesta. Sé fluido, pero
mantente feroz. Como un ciclón.

La idea estaba clara en mi cabeza, pero seguía siendo horrible intentar


ponerla en práctica cuando un error podía significar fácilmente mi muerte.

Aunque estoy en el reino de las almas, da miedo.

Taci también estaba mostrando signos de desgaste; su rostro


anteriormente tímido, estaba delineado con una tensa irritación.

Sin embargo, su bombardeo no disminuyó en ningún momento, ya que


continuó con su tormenta de golpes y agarres.

No te limites a esquivar.

Haz más.

Busca un hueco en sus ataques.

Sigue sus movimientos y acompáñalos, ¡no te opongas!

Otro corte apareció en mi mejilla cuando Taci golpeó y no pude ejecutar


correctamente el movimiento que había previsto.

Vamos, todavía no es lo suficientemente rápido Arthur.

Su patada lateral aterrizó de lleno en mis costillas, haciéndome perder el


equilibrio.

Me mordí el labio para evitar el dolor. Sabía que me había roto algunas
costillas lo que significaba que probablemente me había perforado uno o
dos órganos.

Más rápido. No vayas en contra de su movimiento. Conserva tu energía.

175
¡Sé más fluido!

Aprovechando que por fin me había asestado un golpe sólido, Taci siguió
inmediatamente con un recto de derecha, su puño reforzado con un aura
púrpura.

—Di buenas noches—sonó su voz sarcástica.

Mi cerebro me pedía a gritos que me agachara, que me cubriera los


órganos vitales, que evitara ese golpe. Pero si me limitaba a esquivar, sería
imposible evitar su siguiente ataque.

Ignoré mis instintos. Aprovechando el impulso de la última patada de


Taci, giré mi cuerpo en sentido contrario a las agujas del reloj mientras su
puño se dirigía hacia mí. Al mismo tiempo, levanté la mano derecha para
que se encontrara con la suya.

Si no conseguía calcular el momento adecuado o la velocidad de esta


maniobra y si me equivocaba aunque fuera un milisegundo, probablemente
me volaría la cabeza. Enterré esos pensamientos y me concentré.

El tiempo pareció ralentizarse cuando mi mano derecha agarró su


muñeca derecha. Inmediatamente bajé mi centro de gravedad y colgué su
brazo sobre mi hombro, manteniendo el giro de mi cuerpo. Pude sentir la
fuerza del puñetazo de Taci cuando fue levantado indefenso de sus pies.

Aprovechando la fuerza de su propio golpe, redirigí su ataque y lo impulsé


al suelo.

Lo que no esperaba era que mi lanzamiento produjera un cráter del


tamaño de una casa.

176
En medio de la devastación, allí estaba Taci, desparramado y gorgoteando
sangre, con el blanco de los ojos a la vista.

Caí de rodillas, intentando recuperar el aliento; me di cuenta de que las


costillas rotas habían perforado uno de mis pulmones.

Aunque normalmente no aprobaría el acoso y menos a alguien más joven


que yo, al mirar el lamentable estado del mocoso, esbocé una sonrisa de
satisfacción.

—Buenas noches.

177
NUEVO OBJETIVO DESCUBIERTO

112
Alargó mucho su golpe; no lo esquives Arthur, agáchate y acércate.

Su patada está demasiado alta, se desequilibró; aprovecha eso.

El gancho izquierdo fue muy anticipado. Inclina la cabeza hacia atrás


un centímetro.

El golpe que viene es lo suficientemente lento para pararlo, agarra su


palma y gira.

Cuidado con el barrido bajo, pero no saltes. Habrá un ataque de


seguimiento esperándote si lo haces. Muévete hacia la patada donde no
tendrá mucha potencia.

Hay un ataque se aproxima por detrás. No pierdas tiempo en darte la


vuelta; usa su sombra en su lugar.

Se aproxima una patada entrante hacia la cara y otra dirigida a las


costillas. Sus ataques están cada vez más coordinados.

Baja el cuerpo para esquivar la patada dirigida a la cabeza y bloquea la


dirigida a las costillas. Utiliza la fuerza de la patada para alejarse de la
actual posición de desventaja.

—¡Tiempo!

La voz de Kordri retumbó, haciendo que todos nos detuviéramos.

—¡Maldición!

178
—¡Estuvimos tan cerca!

—¡Podríamos haberlo logrado si nos hubiera dado un minuto más


Maestro!

De los cuatro, sólo Taci no dijo nada, limitándose a chasquear la lengua


en señal de descontento antes de darse la vuelta.

—¡Ya es suficiente! Son cuatro contra uno y todavía se atreven a quejarse


después de no poder siquiera darle un golpe a Arthur? Debería hacer que los
entrenaran desde lo más básico—gritó el asura de cuatro ojos en señal de
reproche.

Volviendo su atención hacia mí, me lanzó una sonrisa de reconocimiento.

—¿Cómo te sientes, Arthur?

Devolviéndole la sonrisa y sacudiéndome el dolor punzante de la muñeca


por haber bloqueado el último ataque, respondí:

—Mejor que nunca.

Transcurrieron alrededor de cuatro meses desde que llegué a Epheotus.


Pasé casi todo ese tiempo entrenando en el reino del alma. Gracias al orbe
de éter pude disfrutar más de tres años de entrenamiento bajo la tutela de
Kordri.

Bueno, tal vez ‘disfrutar’ no sea palabra correcta...

Durante estos tres años, no había hecho nada más que perfeccionar mi
cuerpo, mis reflejos y mi agudeza para el combate.

179
Hacía poco que había cumplido los catorce años y estaba muy claro lo
fuerte que me fui volviendo; en comparación con mis habilidades actuales,
mis capacidades de combate parecían tan coordinadas como las de un niño
pequeño que aprende a caminar.

Kordri me ayudó a refinar mi maná para ayudarme en el combate, pero


no me había enseñado nada nuevo. Ya sea por las diferencias fisiológicas
entre humanos y asuras, o simplemente por el hecho de que no quería
transmitir las artes del maná del clan Thyestes a una persona ajena al clan,
decidí no preguntar.

Puede ser que no se le haya permitido, pero no importa.

Incluso después de todo este tiempo de entrenamiento con Kordri, no


estaba seguro de qué eran exactamente las "artes de maná del clan
Thyestes", ni de lo que podían hacer, pero eso no importaba. Sólo el hecho
de haber progresado hasta este nivel de combate físico era algo por lo que
estaba agradecido.

Cuando el reino de las almas se oscureció, abrí los ojos a la vista familiar
de la cueva donde había pasado físicamente el último año.

—Gracias de nuevo por ayudarme a entrenar, chicos.

Me puse de pie y saludé con una respetuosa inclinación de cabeza a los


cuatro niños novatos del clan Thyestes.

Después del primer año dentro del reino de las almas, entrenar sólo con
Taci demostró tener un límite, así que Kordri trajo más compañeros de

180
entrenamiento. Con el tiempo, llegué al punto en que luchaba a la par con
Taci y los otros tres niños de la raza Asura del Pantheon.

Por supuesto, los cuatro no estaban constantemente dentro del reino del
alma como yo. Debido a esa "injusticia", como se quejaban constantemente,
eventualmente pude alcanzarlos.

Los cuatro, con Taci incluido, se alejaban de mí fuera de los


entrenamientos, mostrando a menudo su desagrado ante la idea de ayudar a
entrenar a una raza inferior. El hecho de que yo me hubiera vuelto más
fuerte que ellos tampoco ayudaba.

Por supuesto, esto sólo fue así porque no se les permitía utilizar sus
habilidades al máximo. Kordri dejó explícitamente claro que debíamos usar
el maná sólo para fortalecer nuestros cuerpos, cualquier otra cosa se
consideraría juego sucio.

Después de que ambos saliéramos del charco de líquido azul del interior
de la cueva, me giré y me incliné respetuosamente.

—Maestro Kordri. Muchas gracias por entrenarme.

—Mmm, para mí también ha sido un placer—respondió.

Me estiré bien el cuerpo y me giré para mirar a Windsom.

—¿Cuándo es la siguiente parte de nuestro entrenamiento?—pregunté


mientras buscaba mentalmente señales de Sylvie.

Durante el último año, no fui capaz de sentir mi vínculo y mucho menos


de comunicarme con ella. Me había acostumbrado a buscarla cada vez que
salía del reino de las almas, pero cada intento resultaba infructuoso.

181
—¿Hm? Ah, pronto empezaremos la siguiente parte del entrenamiento...
—Windsom se interrumpió, mirándome con curiosidad.

Confundido por el comportamiento de Windsom, levanté una ceja en


respuesta y cambié mi mirada de un lado a otro entre las dos asuras.

— ¿Va todo bien?

—No pasa nada...—respondió Kordri, ladeando la cabeza y estudiándome


como si fuera una pieza de arte abstracto.

—Es que no has cambiado en absoluto—remató Windsom.

Mi corazón empezó a latir más fuerte ante sus palabras.

¿Qué no había cambiado?

En un principio pensé en mi núcleo de maná, pero no era eso. Mi núcleo


de maná había avanzado recientemente hasta los últimos niveles del
amarillo claro, lo que significa que había progresado más de una etapa
completa desde que empecé mi entrenamiento aquí en la etapa amarilla
sólida. Windsom siempre entraba en el reino del alma para ver el progreso
de mi entrenamiento, por lo que debería estar al tanto de mi nivel actual.

—Arthur, aunque el entrenamiento bajo el orbe de éter puede ser


tremendamente beneficioso, está estrictamente prohibido su uso en niños, o
incluso en adultos jóvenes.

Hizo una breve pausa antes de continuar.

—Supongo que puedes adivinar por qué, ¿verdad? La discrepancia


temporal entre los dos reinos puede causar un desplazamiento psicológico si

182
la persona aún no está completamente desarrollada mentalmente—explicó
Windsom.

—Para ser honesto, estaba firmemente en contra del uso del orbe de éter
por esa razón—confesó Kordri.

—Lord Indrath era algo reacio a que te entrenaras usándolo, por miedo a
las posibles consecuencias para tu bienestar mental.

—Aun así, como tenemos tan poco tiempo antes de la guerra, no había
otra opción.

Me tomó por sorpresa saber que Lord Indrath había mostrado alguna
preocupación por mi bienestar, mental o de otro tipo.

Aunque esa no fue la impresión que recibí de él cuándo lo conocí.

—Por eso me asombra un poco el hecho de que no haya ningún cambio en


ti Arthur. Tu forma de hablar, tu comportamiento, tu mentalidad... no son
diferentes de lo que eran antes de empezar el entrenamiento—dijo
Windsom.

—Esencialmente, tu mente ha envejecido tres años durante tu


entrenamiento aquí, pero no has mostrado ninguno de los cambios que
debería haber sufrido un niño normal—terminó Windsom.

Lo medité un momento.

Ahora me daba cuenta de por qué Kordri no había dejado que Taci y los
demás niños del clan Thyestes se quedaran en el reino de las almas. La
única razón por la que no me había afectado este fenómeno era porque tenía
la mentalidad de un adulto desde mi nacimiento en este mundo.

183
—Tú mismo dijiste que me sentía diferente a los demás niños Windsom.
Mentalmente soy más avanzado para mi edad, hasta el punto de que me he
acostumbrado a imitar conscientemente a la gente de mi edad para
adaptarme socialmente—respondí al fin.

—Bueno, eso no nos importa. De hecho, es mejor que este régimen de


entrenamiento no haya dado lugar a ninguna ramificación dañina.

Windsom pareció pensativo al principio, pero se relajó al soltar un


suspiro, luego se volvió hacia Kordri y añadió:

—Kordri, gracias por dedicar tanto tiempo y energía en entrenar a Arthur.


Cualquier otro Asura sería inferior a tu experiencia en el combate cuerpo a
cuerpo.

—No es necesario que me agradezcas. Arthur debe estar bien entrenado si


quiere tener una oportunidad contra esos perros 10. Kordri me puso una
mano firme sobre mi hombro y apretó.

—Recuerda que los magos de Alacrya han sido enseñados y guiados por
asuras. Las artes del maná en ese continente son generaciones más
avanzadas que en Dicathen. Así que no te confíes sólo porque estés
recibiendo este tipo de entrenamiento. Me frustra profundamente que
nuestras manos estén atadas de esta manera, pero romper el pacto podría
resultar en una guerra que destruiría el mundo mismo. Si no queremos eso,
depende de ti y de tus compañeros luchar.

10 Se refiere a los mestizos de Alaycra.

184
El rostro habitualmente indiferente de Kordri se arrugó en una expresión
grave.

Entonces nos despedimos.

Kordri y sus cuatro alumnos se fueron primero, dejándonos sólo a


Windsom y a mí dentro de la antinaturalmente silenciosa cueva de
entrenamiento.

Me senté en el frío suelo de la cueva, estirándome ociosamente mientras


miraba de vez en cuando a Windsom, tratando de adivinar lo que el asura
estaba pensando mientras me miraba de cerca.

Tratando de romper el silencio palpablemente espeso, le pregunté a


Windsom algo que me había estado rondando por la cabeza.

—Entonces, ¿has tenido noticias de Sylvie? ¿Está bien?

—Lady Sylvie estará bien. Nadie se atrevería a maltratar a los parientes


directos de Lord Indrath, aparte del propio Lord Indrath—contestó
despreocupadamente, pareciendo ignorar la forma en que la última parte de
su afirmación me hizo sentir una punzada de preocupación en el estómago.

Simplemente asentí con la cabeza y me seguí estirando decidiendo no


insistir más en el tema. Como no había utilizado físicamente mi cuerpo en el
reino del alma, se había puesto rígido. Uno de los poderes aparentes del
orbe de éter, o del misterioso líquido en el que estaba sumergido, era que mi
cuerpo físico se hacía más fuerte para igualar la forma de mi alma.

Me concentré en cada parte de mi cuerpo mientras me estiraba, sintiendo


cómo había cambiado durante los años de entrenamiento con Kordri.

185
Incluso en mi antiguo mundo, nunca me había sentido tan en sintonía con
mi forma física. Mi cabello también creció y era mucho más largo de lo que
estaba acostumbrado.

Todavía no comprendía todas las capacidades del orbe de éter, pero la


oportunidad de entrenar en estas condiciones probablemente no se
repetiría nunca más, así que tenía que aprovecharla al máximo.

De repente…

Un escalofrío me recorrió al darme cuenta de la importancia de lo que


había dicho Kordri antes de partir. Seguro que el continente de Alacrya
estaba más avanzado en la manipulación del maná que Dicathen. Incluso
con la ayuda de asuras que enseñaran a un grupo de magos capaces a
utilizar mejor su maná, no sería suficiente si los ejércitos del enemigo eran
realmente tan fuertes como empezaba a sospechar.

En ese sentido, mi entrenamiento con Kordri podría haber sido un uso


ineficiente del tiempo. Lo que había aprendido, era que me convertiría en
un gran combatiente en cualquier campo de batalla, por supuesto, pero
teniendo en cuenta mis capacidades no podía evitar preguntarme si habría
sido mejor para mí perfeccionar mi utilización del maná a larga distancia.
Por supuesto, conjurar no era mi especialidad, pero con mi disposición
cuadra-elemental y la cantidad de maná que poseía en comparación con
otros magos, seguramente sería mejor si fuera capaz de nivelar campos en
lugar de aprender a destruir a los enemigos que me rodean de uno en uno.

Pero cuando pensaba en mi pasado como líder al mando, no era el


número de soldados lo que había supuesto las mayores amenazas.

186
No, los que presentaban más problemas eran los que los dirigían, o los
pocos combatientes de élite capaces de penetrar entre nuestras fuerzas.

No podía preocuparme por cada uno de los combatientes insignificantes;


tendría que confiar en que nuestro ejército se encargaría de ellos.

Me di cuenta entonces de que Kordri me estaba preparando para


enfrentarme no a los ejércitos, sino a los perros asura mestizos que
seguramente los dirigirían.

—Toma. Acabo de recibir esto de un mensajero de Lord Indrath. Parece


que Aldir ha escrito sobre los eventos que está ocurriendo en Dicathen
ahora. Pensé que podría interesarte.

La voz de Windsom era uniforme mientras me entregaba unos trozos de


pergamino llenos hasta los bordes de una escritura inmaculada.

Era la primera vez que recibía algún tipo de información de Dicathen.


Aunque mi tiempo en Epheotus pasó volando, cada vez me preocupaba más
el bienestar de todos en casa.

Incluso teniendo en cuenta el efecto de dilatación del tiempo del reino de


las almas

¿La guerra había empezado ya?

¿Qué estaban haciendo para prepararse para las próximas batallas?

Estas preguntas y muchas más me habían llenado la cabeza, a veces


incluso me distraían durante el entrenamiento hasta que los cuatro alumnos
o el propio Kordri me devolvían la atención.

187
Dejando de lado mis preguntas, arranqué el papel de sus manos e inhalé
mientras leía las palabras escritas en el documento.

Al parecer, se había hecho saber a los altos mandos que Goodsky era un
antiguo espía, enviado directamente por el clan Vritra en nombre de Alacrya.
Gran parte del informe escrito versaba sobre la información de Goodsky
acerca de la estructura política de Alacrya, lo que me sorprendió ya que me
había hablado de la poderosa atadura que le impedía siquiera tener la
intención de revelar información.

Dejé de lado mis sospechas por ahora y me centré de nuevo en el informe.

Gran parte de la jerarquía se había centrado en la pureza de la sangre


debido a la presencia física de asuras en Alacrya. Básicamente, cuanto más
cerca estuviera alguien del linaje asura, más alto sería su estatus en ese
continente. Al principio parecía bastante simple y superficial, pero ¿acaso
Dicathen era diferente en ese aspecto?

Por supuesto, la pureza del linaje no era tan evidente en nuestro


continente, pero era bastante fácil ver la distinción entre los de sangre
"noble" y la gente corriente.

Estaba dispuesto a apostar que aquellos con una mayor pureza de sangre
asura tendrían habilidades de mago más fuertes. Era fácil predecir que,
dentro de unas pocas generaciones, habría una clara división de clases
basada únicamente en este hecho.

La carta continuaba diciendo que Goodsky poseía conocimientos muy


limitados, aparte de la jerarquía general de las figuras de élite que el propio
Agrona había criado y reunido cuidadosamente.

188
Hasta que una parte del informe llamó mi atención…

— "Así que según la información que nos proporcionó Cynthia Goodsky,


las llamados ‘Cuatro Guadañas’-”

—¿Debo suponer que estos serán mis objetivos?—Pregunté sin levantar la


vista del informe.

Aldir dejo una nota más abajo diciendo que de los posibles obstáculos,
estas Guadañas y los Retenedores bajo sus respectivos mandos, serán la
máxima prioridad.

—En última instancia, sí. Pero sigue leyendo. Lo que Cynthia Goodsky
mencionó a continuación es preocupante, por no decir menos.

Hice lo que me dijo y efectivamente, el siguiente párrafo del informe me


hizo maldecir en voz baja.

— "...basándose en la densidad, la pureza del color y la concentración de


maná persistente dentro del fragmento de cuerno recuperado en el lugar
donde fue asesinada la antigua Lanza Alea Triscan, Goodsky ha afirmado
que pertenecía a una sangre de primer nivel de una de las Cuatro
Guadañas”

Leí en voz alta.


Supuse que de la sangre principal, era alguien con una mezcla de sangre
asura, más concretamente los basilisk.

Mi mente regresó a la noche en que encontré a Alea….

Todavía recordaba las últimas palabras que habíamos intercambiado


después de que ella me diera el mismo fragmento que Goodsky había

189
mencionado. Esto significaba que había un Retenedor para cada una de las
Cuatro Guadañas.

Cuatro retenedores… cada uno capaz de derrotar fácilmente a una Lanza y


cuatro más que estaban en un nivel incluso superior a ellos.

Siguiendo con la lectura, había poco más de importancia para mí. Se


mencionaba la formación de una coalición entre los humanos y los enanos
para fabricar barcos blindados, así como informes sobre la construcción de
altísimas fortalezas alrededor de las ciudades portuarias. Aldir había
recibido informes de avistamientos de alguien que podía ser de Alacrya, que
relataba en la carta, pero había pocas noticias más. Aun así, era obvio que
había una tensión creciente en todo el continente.

Sólo podía empezar a imaginar la magnitud de esta guerra que se


avecinaba. No se trataba simplemente de una lucha entre dos países rivales,
sino de dos enormes continentes que enviaban millones de soldados a
luchar por su tierra.

Después de respirar profundamente, recogí los trozos de pergamino y los


apilé cuidadosamente antes de devolvérselos a Windsom.

Una mezcla de emociones se estaba gestando en mi interior.

Las noticias de Dicathen habían aliviado mis preocupaciones sobre mi


familia y el avance de la guerra. Por otro lado, los conocimientos recién
adquiridos sobre la fuerza de nuestros enemigos me producían un frío que
me recorría la espalda. Sin embargo, estaba entusiasmado y decidido.

190
Por fin tenía un objetivo: un número sólido de enemigos con los cual
pelear. No estaba luchando contra tipos al azar ni contra un oponente
ambiguo de los que no sabía nada; ahora tenía mis objetivos.

—Windsom, ya estoy listo para la siguiente parte del entrenamiento—


afirmé, poniéndome de pie y enderezando la espalda.

191
PARA CAZAR UNA PRESA

113

Me acerqué con ansiedad al borde del acantilado en el que nos


encontrábamos. El bosque parecía un arbusto gigante que se extendía sobre
lo visible del horizonte, con los árboles desordenados bloqueando cualquier
visión de lo que había debajo.
Grandes pájaros y otras temibles especies aladas revoloteaban sobre la
densa colección de verde, sumergiéndose y recuperando sus capturas de vez
en cuando. Sin embargo, lo que más me asustaba eran los ocasionales
rugidos que resonaban en la distancia.
Sólo podía imaginar lo grandes que debían ser esas criaturas si eran
capaces de sacudir o incluso derribar los árboles que bloqueaban sus
caminos mientras atravesaban la densa naturaleza.
—Aquí es donde vas a entrenar—anunció Windsom con la mirada todavía
fija en el bosque.
—Por supuesto que sí—suspiré, asegurándome de que el saco que llevaba
colgado al hombro estaba bien atado.
—¿Vamos?
Con un rápido movimiento de cabeza, saltamos del acantilado,
esparciendo maná por nuestros cuerpos mientras tratábamos de
equilibrarnos contra los duros vientos que nos azotaron.

192
Justo cuando estábamos a punto de precipitarnos a los árboles que había
debajo, hice que una corriente ascendente se situara bajo mis pies para
reducir la velocidad de mi caída.
La atmósfera cambió drásticamente cuando yo y Windsom aterrizamos
hábilmente en el enorme reino del bosque. El suelo bajo mis pies estaba
empapado como si caminara sobre espuma; la tierra húmeda cedía bajo mi
peso, abrazando mis botas y soltándolas suavemente a cada paso que daba.
Mi nariz fue bombardeada con los olores del abundante follaje, mezclados
con el olor húmedo subyacente del musgo, la suciedad y la podredumbre de
la madera caída.
—A excepción de los objetos de tu bolsa, me has dado todo ¿verdad?—
preguntó el asura, extendiendo la palma de la mano por si se me había
escapado algo.
—Todo lo que tengo está en ese anillo dimensional, que no es mucho.
¿Hay algo más que quieras quitarme? ¿Mi ropa? ¿Un riñón o un pulmón
quizás?—bromeé, mirando a mi alrededor.
—Que divertido—respondió el asura con sarcasmo, sacando un libro de su
capa.
—Ahora, ya que insististe sobre tener un dominio total sobre tu control
interno del maná....
—Solo dije que no era necesario perder el tiempo entrenando de forma
tan explícita—contraataco.
—En cualquier caso, consideraré que tu nivel es suficiente cuando hayas
conseguido estas tres cosas para mí.

193
Señaló el libro abierto.
—La piel de una ardilla rapaz, el núcleo de bestia de una pantera plateada
y las garras de un oso titán—leí en voz alta, absorbiendo los dibujos en
blanco y negro de cada una de las bestias de maná.
—… ¿Y estos objetos demostrarán, de alguna manera, que estoy
preparado para aprender más sobre el testamento que Sylvia me dejó?
Le devolví el libro.
—En cierto modo. Con la condición de que no utilices ningún arte de
maná externo por supuesto. Ah, y debes llevar esto en todo momento—
añadió Windsom, entregándome una campana del tamaño de mi puño.
—Realmente debo cuestionar tus métodos de entrenamiento.
Volví a suspirar mientras levantaba la campana de plata, lo que provocó
una serie de timbres vibrantes demasiado fuertes para una sola campana.
—Cuando hayas recogido todas las cosas de la lista, avísame rompiendo la
campana.
Se dio la vuelta, preparándose para salir, pero se detuvo.
—Ah, y recomiendo conseguir los objetos en ese orden.
Y así se fue, abandonándome en este bosque con nada más que una
campana, unas mantas y una bolsa de cuero llena de agua fresca.
No tenía idea de lo que exactamente Windsom estaba tratando de lograr
al tenerme cazando estos objetos, pero si eso era lo que se necesitaba para
acelerar el proceso de entrenamiento, entonces era razón suficiente.

194
—Mmm veamos. Lo primero de la lista es la piel de una ardilla rapaz—
murmuré.
Parece bastante sencillo, aunque por supuesto tendría que capturar una
en un estado relativamente bueno.
Reflexioné sobre los tres objetos que Windsom me había pedido. Si se
trataba de algún tipo de prueba para medir mi manipulación interna del
maná, eso significaba que estas bestias de maná poseían habilidades que me
exigirían un cierto nivel de dominio sobre ellas.
La primera bestia tenía un vago parecido con una ardilla, lo que
probablemente significaba que estaba cerca del fondo de la cadena
alimenticia. Y si ese era el caso, probablemente tenía algún mecanismo de
defensa, como la mayoría de los animales de presa, para protegerse y evitar
ser comido.
Según la foto, la ardilla rapaz se parecía mucho a cualquier otra ardilla,
salvo que tenía unas extremidades traseras más prominentes, tres colas
finas y unos ojos brillantes.
Aún no había visto ningún animal salvaje mientras observaba mi entorno.
Opté por concentrar maná en mis ojos, mejorando y aumentando el
alcance de mi visión para hacer más fácil la caza.
No hay nada…
Estando siempre atento a cualquier indicio de fauna me dirigí hacia el
otro extremo del bosque. Pasaron varias horas, pero aún no había señales.
—¡Esta maldita campana!—grité más fuerte de lo que pretendía.

195
La campana sonaba al menor movimiento que hacía, como si se burlara
constantemente de mí disuadiendo a cualquier criatura de acercarse a mí.
A medida que el cielo se oscurecía, también lo hacía mi estado de ánimo;
lo único que tenía para mostrar el paso del tiempo era mi frustración por la
falta de progreso. Decidí dar por terminada la noche y acampé en el tronco
hueco de un árbol caído.
Para sumar más a mi irritación, pude oír cómo pequeños animales,
ocultos por el velo de la oscuridad, salían alrededor de mi campamento en
cuanto me acosté.
Me moví con cuidado para volver a levantarme, pero el sonido de la
campana reverberó con fuerza en la noche silenciosa, haciendo que las
criaturas se alejaran rápidamente.
—Empezaré de nuevo mañana—me dije con un suspiro, metiéndome de
nuevo en la manta.
Una fría brisa corrió a través del tronco en el que estaba acurrucado,
adentrándose también a través de mi ropa, lo que provocó que me encogiera.
Me di cuenta después de un rato de que un rayo de luz había logrado
traspasar la capa de hojas y ramas y llegar a mi cara, despertándome de mi
sueño. Sin embargo, permanecí escondido dentro del tronco,
manteniéndome completamente quieto para no agitar la campana.
Al cabo de unas horas, era evidente que la campana no era lo único que
mantenía a las ardillas rapaces bien alejadas de mí.
Me di cuenta de que las bestias de maná que se encontraban en la parte
inferior de la cadena alimenticia desarrollaron probablemente unos

196
sentidos extremadamente agudos para compensar su falta de fuerza física.
Así, incluso cuando yo estaba casi dormido y completamente congelado,
seguían percibiendo a un depredador y mantenían su distancia.
Ocultar mi presencia era mi mejor opción para atraer a las ardillas
rapaces. Cómo atraparlas era algo que tendría que averiguar más tarde.
Tras una breve búsqueda, encontré un arbusto decentemente situado
cerca de un claro.
Parece que es lo suficientemente grueso como para esconderse dentro.
Me puse lo más cómodo posible entre las frágiles ramas y las espinosas
hojas y esperé.
Retirando todo el maná que circulaba continuamente por mi cuerpo, me
quedé inmóvil y observé el claro. Mi cuerpo era mucho más resistente que el
de la mayoría de los humanos debido a mi asimilación con la voluntad de
Sylvia, pero seguía sintiéndome un poco vulnerable al dejar mi cuerpo
desprotegido en estos terrenos desconocidos.
Los minutos pronto se convirtieron en horas mientras esperaba.
Parece que no basta con retraer mi maná…
Pronto me di cuenta de que era absolutamente necesario aclarar mi
mente y mi intención cuando se trataba de animales de presa. Podía sentir
que mi respiración se suavizaba, casi desapareciendo mientras exhalaba en
sincronía con la brisa ocasional que pasaba.
Finalmente, los frutos de mi trabajo se revelaron cuando un pequeño
hocico salió de uno de los otros arbustos, olfateando con curiosidad en
busca de señales de peligro.

197
Pronto, unas cuantas ardillas rapaces se desplazaron, con sus colas triples
girando continuamente como antenas, tratando desesperadamente de
encontrar comida antes de que los depredadores se dieran cuenta de su
presencia.
Sabía que era imposible adquirir hoy el primer objeto de mi lista, así que
aproveché la ocasión para probar algunas cosas. Empecé emitiendo sólo un
poco de maná y las ardillas rapaces respondieron inmediatamente,
levantando sus patas traseras para elevar sus colas.
Evidentemente, habían percibido la minúscula fluctuación de maná y se
pusieron alertas al instante, algunas incluso se escabulleron.
Seguí probando sus límites y aprendí tres cosas.
La primera era que filtrar incluso un poco de maná purificado no las
alejaba necesariamente, sino que las alarmaba hasta el punto de que era
imposible atraparlas.
Ejercer demasiado maná purificado sin duda les haría huir
inmediatamente.
La segunda cosa interesante que aprendí fue que internalizar el maná
dentro de mi cuerpo no disparaba su señal de alarma, pero demasiada
concentración y enfoque sí forzaba mi intención a desangrarse, haciendo
que se dispersaran.
Lo último que aprendí, y quizá lo más útil, fue que el flujo de maná
externo no les sobresaltaba ni tampoco lo notaron. Lo aprendí mientras
estaba sentado, escondido y meditando.

198
Cuando absorbía el maná circundante, no había signos de agitación por
parte de las ardillas rapaces. Sólo cuando empecé a purificar y condensar
activamente el maná, empezaron a notar que algo iba mal.
Las pruebas me llevaron todo el día, ya que tenía que cambiar de lugar
cada vez que las hacía huir, pero con estas tres observaciones, por fin tenía
algo con lo que trabajar.
Mientras me envolvía con la manta en el interior del tronco hueco que
había decidido utilizar como tienda de campaña improvisada, me
preguntaba si a Sylvie le estaría yendo bien con su entrenamiento.
Las mismas preocupaciones que siempre me rondaban por la cabeza en
cuanto tenía tiempo para pensar.
Me pregunto cómo estará mi familia…
También Tessia… ¿Estará bien?
Y Elijah… ¿Dónde diablos estará? Me pregunto si estará vivo, espero que
sí. ¿Acaso tendría la oportunidad de salvarlo si siguiera vivo?
Parecía que había estado perdido en mis pensamientos durante toda la
noche hasta que me quedé dormido, pero en algún momento, mis ojos se
abrieron de golpe al suave resplandor del sol de la mañana.
Después de recoger mis escasas pertenencias, llené mi bolsa con un
charco de rocío matutino que se había formado en las hojas cercanas y me
dirigí a un claro.
El objetivo de hoy no sería observar ni tampoco atrapar una ardilla rapaz.
Quería probar una pequeña idea que tenía basada en las observaciones del
día anterior.

199
Me situé en el centro de un pequeño claro rodeado de plantas. Ante mí
había un pequeño montón de setas que había recogido por el camino; había
visto a las ardillas de rapiña comiéndolas, así que esperaba que funcionaran
como cebo.
Una vez colocada la trampa, puse en práctica mi teoría.
Dado que mi fisiología era la de un aumentador, los canales de maná
responsables de difundir eficazmente el maná puro de mi núcleo por el resto
del cuerpo eran mucho más prominentes que mis venas de maná, que se
utilizaban para absorber el maná atmosférico impuro en el cuerpo.
Sin embargo, para esta técnica, tenía que equilibrar la salida de maná
purificado de mi núcleo de maná a través de mis canales de maná y la
entrada de maná de la atmosfera a través de mis venas de maná.
Con un equilibrio perfecto, debería ser capaz de utilizar el maná sin que
nadie ni nada pudiera percibir que lo estaba haciendo.
Eso en teoría por supuesto.
Mis venas de maná estaban naturalmente subdesarrolladas en
comparación con mis canales de maná, así que empecé por ajustar la
producción de maná a la cantidad que podía introducir. La sensación era
algo similar a cuando aprendí la Rotación de Maná de Sylvia, pero esta es
mucho más difícil.
Cuanto más practicaba, más evidente resultaba que no era tan fácil como
lo imaginaba.

200
Se necesitaba una cierta delicadeza para llegar con precisión al punto de
equilibrio entre las dos acciones opuestas, a pesar de hacerlo estando
quieto; intentarlo en movimiento sería toda una montaña que escalar.
Mi percepción del tiempo se había perdido en algún punto de mi práctica,
pero para mi sorpresa, cuando abrí los ojos por enésima vez, por fin había
ardillas rapaces comiendo del montón de comida que había puesto.
Sin embargo, mi regocijo fue breve, porque en cuanto perdí la
concentración, se dieron cuenta inmediatamente de la fluctuación de maná
que había intentado camuflar.
—¡Sí!—bombeé mi puño.

Mi ritmo no era tan rápido como esperaba, pero seguía siendo un


progreso. El inconveniente era que mi suministro de maná se agotaba muy
rápidamente.

Ni siquiera el hecho de que estuviera casi en la fase de núcleo de plata


ayudaba; se desperdiciaba demasiado maná con la utilización inadecuada
de esta técnica improvisada.

Sólo podría practicarla durante unos minutos antes de tener que parar y
reabastecer mi núcleo de maná.

A la mañana siguiente, seguí con mi rutina, practicando en medio del


mismo claro. No fue hasta el cuarto día que sentí que tenía suficiente
control para intentar moverme manteniendo mi técnica.

201
Fui capaz de moverme lentamente al final de la semana, pero con la
campana atada a mi cintura, las ardillas podían huir incluso cuando no
podían percibir el maná, sabía que esto pasaría.

Si todo lo que se necesitaba era ocultar mi presencia, no habría sido


necesario encontrar una forma de utilizar esta técnica.

Necesitaba ser capaz de utilizar el maná en ráfagas para abalanzarme


sobre las ardillas rapaces antes de que pudieran reaccionar al sonido de mi
campana. Así que practiqué trazando una línea en la suave tierra y
situándome frente a un árbol designado como objetivo.

Mi objetivo era llegar al árbol antes de que sonara la campana, siempre


me detenía en cuanto esta sonaba. Para evitarlo necesitaba utilizar el
suficiente maná para moverme instantáneamente a una velocidad lo
suficientemente rápida como para no agitar la campana, todo esto mientras
equilibraba la entrada y salida de maná atmosférico con mi maná purificado
para camuflar mi presencia de la cola de la ardilla rapaz.

—Otra vez.

Me di la vuelta y volví al punto de partida tras escuchar la campana.

—Otra vez—me repetí.

Mientras continuaba, me di cuenta de que, en esencia, buscaba algo


similar a la técnica que Kordri utilizo una vez cuando hacía de sparring
conmigo. Controlar el flujo de maná y el poder mientras manipulas tu
presencia para ocultarla o emitirla, despistando los sentidos de tu oponente.

202
Borrar tu presencia utilizando el maná atmosférico apenas rastreable para
enmascarar la salida de tu propio maná y ganar velocidad instantáneamente
para alcanzar a tu oponente: ¿Era ésta la habilidad que Windsom había
intentado probar?

Lo intenté una y otra vez, fracasando en cada ocasión, pero con cada
intento conseguía acercarme al árbol antes de que la campana tintineara.

Era sólo un paso, pero se necesitaba mucha concentración y precisión


para conseguirlo, aunque fuera parcialmente.

Sin embargo, este único e instantáneo paso, unido a la forma de combate


que me había enseñado Kordri, así como al arte de la espada que había
desarrollado yo mismo, podía convertirse sin duda en una valiosa baza.

Recordé lo desorientado e indefenso que había estado cuando Kordri


había utilizado esta habilidad, borrando su presencia mientras atacaba,
mientras que al instante siguiente, emitía su presencia sólo para cambiar de
posición y despistarme. Aunque el asura no utilizaba su maná de la misma
manera que lo que yo intentaba hacer, su poder innato podía ser fácilmente
comparable al de alguien en la etapa de núcleo de plata.

—Casi—me animé, posicionándome para otro intento.

No estaba seguro de cuántas horas habían pasado -el denso grupo de


árboles cubría la mayor parte del cielo-, pero me hundí contra un árbol
agotado.

Así pasaron los días mientras seguía practicando, hasta que...

203
Me reí victoriosamente mientras miraba el deprimido sendero de tierra
que había hecho durante los días de práctica de esta habilidad. Mientras que
el resto del suelo estaba plagado de hojas y ramitas rotas, el fino sendero
por el que había estado corriendo constantemente de un lado a otro estaba
pavimentado con claridad.

Intenté levantarme, pero mis piernas temblaban en señal de protesta,


demasiado agotadas para soportar mi peso. Aun así, me sentí bien por
primera vez desde que llegué a este bosque olvidado por Dios.

—Cazaré a estas malditas ardillas hasta que se extingan—declaré


triunfante.

204
Punto de Vista de Windsom

¿Qué estará planeando el chico? me pregunté, manteniendo una buena


distancia con él.

Lo había dejado desatendido durante dos semanas, pensando que sería


suficiente tiempo para que atrapara una ardilla rapaz.

No habría sido capaz de encontrarlo en este bosque sin la ayuda de la


campana que le había regalado, así que estaba claro que dominaba la
habilidad de borrar su presencia. A pesar de esto, Arthur aún no había
cazado ni una sola ardilla…

Las ardillas rapaces eran rápidas y muy perceptivas. Su vista era escasa,
así que dependían de su agudo sentido del olfato para buscar su comida y de
sus colas para percibir cualquier fluctuación de maná o movimiento en la
zona. Si sus colas detectaban una alta concentración de maná, o incluso un
mínimo cambio en los niveles de maná existentes en la zona, sería difícil
incluso para un Asura atraparlas.

Sin embargo, más allá de eso, las ardillas rapaces eran bastante simples.
Si el chico hubiera borrado su presencia y se hubiera quedado inmóvil con
algún cebo en las manos, le habría resultado fácil atrapar una. Pero, en
cambio, solo puso comida delante de él.

205
Al menos se dio cuenta de la habilidad que más quería que aprendiera.
Sin embargo, mi mirada seguía pegada al chico mientras esperaba que
ocurriera algo.

Se quedó inmóvil, esperando pacientemente a que una ardilla rapaz se


acercara.

En un abrir y cerrar de ojos, el chico desapareció de repente para luego


reaparecer frente a la ardilla rapaz con la mano extendida.

—Él...—me quedé con la voz entrecortada por el asombro.

Sin embargo, justo cuando estaba a punto de agarrar la ardilla rapaz, la


campana sonó y al instante la ardilla de rapiña se alejó corriendo, justo
fuera del alcance de Arthur.

El chico gritó, evidentemente frustrado y pateó el montón de comida que


había reunido para atraer a la ardilla rapaz.

Era imposible que se moviera a esa velocidad sin usar maná, pero... no
podía sentirlo.

Eso solo podía significar que no estaba simplemente borrando su


presencia al retirar su maná y ocultar su intención. Así que estuvo usando
efectivamente su maná mientras lo cubría con el maná atmosférico que lo
rodeaba

Mirage Walk.

Era una sombra bastante burda, pero Arthur definitivamente logró el


primer paso del Mirage Walk. Era una técnica de movimiento, por decirlo
de forma sencilla, pero es mucho más que eso. El Mirage Walk era la esencia

206
de lo que hacía que el clan Thyestes reinara sobre todos los demás clanes de
la raza del Pantheon, al menos en el combate físico.

Que un simple muchacho humano fuera capaz de comprender los


fundamentos de un arte del maná que incluso a mí me había costado un año
comprender...

Y eso que Kordri me enseñaba en secreto, a pesar del estricto secreto de


su clan en lo que respecta a sus artes del maná.

Para que pueda llegar tan lejos sólo observando a Kordri...

207
TRABAJOS DE UN SOLO PASO

114

Punto de Vista de Arthur Leywin

—Por fin—susurré en voz baja para que la pantera plateada no me oyera.

Allí estaba mi escurridizo objetivo, olfateando cautelosamente mientras se


acercaba a las ardillas rapaz que había matado y colocado cuidadosamente
para atraerla.

Mis ojos se fijaron en el gran gato gris.

Lo llamé ‘Garra’ por los cuatro cortes largos que tenía en el lomo. Garra y
yo nos hicimos cercanos durante el tiempo que pasé intentando cazar a las
panteras plateadas. Este gato de gran tamaño era, con diferencia, el más
astuto de las panteras plateadas con las que me había cruzado y el más
arrogante, por lo que decidí que sería mi objetivo.

La pantera plateada se detuvo a pocos metros de mí y miró a su alrededor


con recelo, dispuesta a escapar en cualquier momento.

Esperé pacientemente a que se acercara, asegurándome de mantener


oculto cualquier rastro de mi presencia. Preparé mi ataque combinando el
maná que me rodeaba con el maná purificado de mi cuerpo. Como él no
podía verme, reuní maná en mis piernas y en mi brazo derecho y bajé con

208
cuidado hasta una posición ideal, asegurándome de no hacer sonar la
campana.

Los músculos de mis pantorrillas y muslos se crisparon con la idea de


poder atrapar por fin a ese escurridizo gato. Justo cuando Garra se agachó
para continuar con su almuerzo, me impulsé hacia adelante y ataqué con
una velocidad que habría sorprendido a mi antiguo yo.

Cubrí la distancia de unos seis metros casi al instante, pero de alguna


manera Garra desapareció antes de que mi ataque pudiera conectarse; mi
puño aumentado se hundió profundamente en el suave suelo de tierra del
bosque, la pantera plateada no estaba a la vista.

—¡Maldición! ¿Otra vez?—maldije, levantando con impaciencia la mano


enterrada en el suelo.

¿En qué me equivoqué? ¿Cómo pudo reaccionar tan rápido?

Miré hacia atrás, hacia donde me había colocado al principio. La distancia


era lo suficientemente pequeña como para cubrirla instantáneamente. Me
había escondido bien entre los arbustos e incluso me había esforzado por
enmascarar cualquier olor de mi cuerpo que pudiera delatarme.

Debería haber sido perfecto.

Me arrodillé, inspeccionando las huellas de las patas de Garra y las mías.

Me falta algo, pero ¿qué?

Podía ver dónde había aterrizado en relación con la posición de Garra,


pero algo en las marcas del suelo no encajaba.

209
Me acomodé contra un árbol cercano y cerré los ojos, repitiendo la escena
en mi mente para ver si podía averiguar en qué me había equivocado.

—Windsom no me habría dicho que adquiriera un núcleo de bestia


pantera plateada a menos que tuviera la intención de enseñarme algo
diferente a lo que aprendí cazando ardillas rapaces—dije en voz alta.

—En términos de velocidad, una ardilla rapaz es definitivamente más


rápida que una pantera plateada. Entonces, ¿por qué no puedo matar una?

Decidí volver al campamento al no llegar a ninguna conclusión.

Mirando los restos de las ardillas rapaces con las que Garra se había dado
un festín, chasqueé la lengua con fastidio. No sólo no había logrado capturar
a Garra, sino que además apenas quedaban restos de carne de ardilla para
comer.

Después de recoger lo que quedaba de las ardillas destrozadas, me limpié


la suciedad y la sangre en un arroyo cercano. Sólo tenía una muda de ropa,
así que traté de mantenerme limpio, pero durante las semanas de caminata
y entrenamiento en estos bosques, mi vestuario se había hecho pedazos.

—Arthur, no eres fácil de mirar—dije burlonamente a mi reflejo en el


arroyo.

Tenía el pelo revuelto y mucho más largo, y el flequillo me llegaba hasta la


barbilla. Las bolsas de mis ojos se habían vuelto en un tono violeta por la
falta de sueño. En definitiva, poco quedaba de mi antiguo e higiénico ser; en
su lugar había un bruto con aspecto de vagabundo.

210
Era difícil creer que había pasado más de un mes desde que tuve alguna
interacción real con alguien que no fueran los animales que había cazado.

Windsom me había visitado la noche en que por fin había capturado una
ardilla rapaz. Llevaba su permanente expresión de desinterés y no había
dicho mucho, salvo que mi técnica, o más bien lo que apenas había
aprendido, se llamaba Mirage Walk.

Luego desapareció, dejándome solo para comer la carne magra de la pata


trasera de una ardilla rapaz.

A la mañana siguiente, salí en busca de la segunda presa de mi lista: Una


pantera plateada. Sin embargo, durante las semanas que pasé en el bosque
entrenando para cazar ardillas rapaces, había quedado bastante claro que
no había señales de bestias de maná más grandes.

Por lo tanto, decidí aventurarme más en el bosque, a pesar de los peligros


que podría encontrarme. Sólo después de unas tres semanas de adentrarme
en el bosque empecé a ver diferentes especies de bestias de maná, incluidas
las más grandes. Habría despejado más terreno en esas tres semanas si no
hubiera estado utilizando el propio viaje como una forma de entrenamiento.

Windsom me explicó que lo que había hecho para atrapar a la ardilla


rapaz era sólo un paso introductorio a la esencia real del Mirage Walk, pero
se negó a darme más información que eso. Sin embargo, cuando me di
cuenta de que hay varios pasos o niveles para alcanzar el pleno dominio de
la técnica, decidí llamar a este primer nivel ‘Burst Step’.

211
Durante mi viaje por el bosque, utilicé la abundancia de árboles como
carrera de obstáculos natural para practicar, con la esperanza de obtener
alguna información que me ayudara a mejorar la habilidad.

Este proceso de entrenamiento me hizo comprender lo mucho que se


necesitaba en términos de concentración, coordinación, reflejos, control y
agilidad para utilizar adecuadamente todo el potencial del Mirage Walk.
Logré capturar una ardilla rapaz con Burst Step sólo porque había hecho los
preparativos necesarios. Fue en un espacio llano y sin obstáculos que se
interpusieran en mi camino. La distancia era corta, y una vez a la vista, la
ardilla no tuvo tiempo ni de reaccionar.

Sin embargo, el hecho de utilizar sólo el Mirage Walk para viajar a través
de la exuberante vegetación, congestionada de árboles y terreno irregular,
me había hecho sentir como si fuera un niño de nuevo, excepto que esta vez
con los pies atados. Era terriblemente frustrante: tropezaba con el más
mínimo paso en falso, e incluso el más leve error de cálculo en la trayectoria
se traducía en una caída no muy elegante y una cara llena de barro. Lenta y
trabajosamente, me adentré en el bosque.

Hacía más de una semana que había llegado a esta parte del bosque. El
maná de esta zona era mucho más denso que el de donde había estado antes,
lo que probablemente era una de las razones por las que era tan atractivo
para las bestias de maná de nivel superior.

Y aquí estaba yo, todavía sin nada que mostrar, aparte de la cantidad de
desgarros en mi camisa y los agujeros en las suelas de mis botas.

212
Cuando terminé de lavarme, inspeccioné los restos de carne que había
traído.

—Esto no es suficiente—suspiré, mirando al cielo.

El crepúsculo bañó con un extenso fino velo de oscuridad sobre el bosque,


pero aún había suficiente luz para cazar. Coloqué algunas setas que había
recogido por el camino y esperé, agachándome debajo de una gran raíz a
ocho metros de distancia. Había dominado el Burst Step hasta el punto de
poder recorrer casi diez metros en un instante sin activar la campana.

Mientras esperaba, manteniendo mi presencia oculta, observé con


atención cualquier señal de movimiento. Se oyó un leve crujido, pero
provenía de encima de mí, en algún lugar de los árboles. Miré hacia arriba y
vi el último destello de luz solar reflejado en los ojos de una especie de
pájaro negro de gran tamaño.

El bosque se oscureció por completo mientras el pájaro y yo esperábamos,


con la esperanza de encontrar alguna señal de nuestra próxima comida.

Finalmente, vi la forma de una ardilla rapaz solitaria, pero antes de que la


ardilla se acercara lo suficiente como para que yo pudiera matarla, el pájaro
negro ya había decidido entrar en acción.

Apenas vislumbré la débil sombra del ave mientras se zambullía; no hizo


ningún ruido. No era anormalmente rápido como la ardilla rapaz o la
pantera plateada, pero de noche era casi imposible ver a esta ave
depredadora.

213
Cuando el borrón negro se acercó a su desprevenida presa, ocurrió algo
inesperado. El pájaro, casi invisible a simple vista, extendió sus alas y lanzó
un fuerte cacareo.

La ardilla saltó de inmediato, pero el pájaro parecía haberlo esperado: en


lugar de bajar en picado hacia donde estaba la ardilla, extendió sus garras
para atraparla mientras saltaba.

Toda la escena parecía como si la ardilla hubiera saltado a las garras del
pájaro, queriendo ser su próxima comida.

Perdí mi comida a manos del pájaro, pero gané algo mucho más valioso.
Esperé de nuevo con la esperanza de poder poner en marcha mi plan. Como
había adivinado, cuando el pájaro terminó su comida, se trasladó a otro
árbol y esperó pacientemente. La envergadura del pájaro era mayor que la
de mis brazos, así que sabía que una ardilla no sería suficiente.

Media hora había pasado antes de que saliera otra ardilla rapaz. Sus tres
colas en forma de antena examinaron el peligro mientras se acercaban
cautelosamente a la pequeña pila de setas.

En el momento oportuno, vi la rápida mancha negra por el rabillo del ojo.

Todavía no.

Una vez más, justo cuando el pájaro negro se abalanzó y extendió sus
garras, la ardilla rapaz apareció para saltar directamente a las garras del
pájaro.

¡Ahora!

214
Utilizando el Burst Step, despejé la distancia que nos separaba y, antes de
que el pájaro negro tuviera la oportunidad de reaccionar, le alcancé el cuello.

El cuervo soltó un chirrido de sorpresa y aleteó desesperadamente para


escapar de mi mano.

Sin embargo, para mi sorpresa, el ávido pájaro nunca soltó su comida, ni


siquiera cuando le rompí el cuello.

—¡Sí!

No podía borrar la sonrisa de mi cara mientras me dirigía a mi


campamento con mis dos trofeos. Me alegraba que pudiera tener algo más
sabroso para comer que la dura y magra carne de ardilla, pero me satisfacía
aún más el hecho de haber averiguado cómo habían estado escapando de mí
‘Garra’ y el resto de sus hermanos.

No tardé en volver a mi campamento, que no era más que un tronco


hueco que había cubierto con ramas y hojas para protegerme de la lluvia.

Después de desplumar al ave con entusiasmo, manteniendo intacta su


piel recubierta de grasa, la asé junto a la ardilla de rapiña desollada sobre el
fuego que había hecho. Masticando la tierna carne del muslo del ave, me
puse a pensar.

Descubrí dos cosas cuando vi al ave negra capturando a la ardilla de


rapiña:

En primer lugar, el pájaro era sigiloso y veloz, pero su velocidad no podía


compararse con la de una ardilla de rapiña. Sólo tuvo éxito porque sabía que

215
cuando se diera a conocer, la ardilla intentaría huir en una dirección
determinada.

La segunda cosa que deduje fue el significado de mi participación en esto.


Como espectador externo, pude ver al pájaro de antemano, y había sabido
inmediatamente cuáles eran sus motivos incluso antes de que atacara, algo
que la ardilla no tenía forma de saber.

—Pero esto todavía no me dice cómo atrapar a Garra—murmuré para mí,


dando otro bocado al ave asada.

Basándome en mis muchos intentos fallidos, ahora suponía que las


panteras plateadas tenían alguna intuición hiperaguda que les permitía
reaccionar casi instantáneamente cuando detectaban mi movimiento.
También sabía que, a diferencia del pájaro y la ardilla con los que me estaba
dando un festín, Garra era inteligente. En varias ocasiones se había
acercado lo suficiente como para que yo supiera que se burlaba de mí, pero
en cuanto adoptaba mi postura, huía, incluso antes de que pudiera ejecutar
el Burst Step. Era lo suficientemente inteligente como para saber que podía
evadirme pero no luchar contra mí cara a cara.

Después de terminar la última comida, me dirigí al lado de mi


campamento donde había despejado un espacio para entrenar.

Me situé en el borde del espacio abierto y me imaginé a Garra acechando


en el otro extremo.

—¿Cómo se supone que voy a atrapar a un gato que reacciona en cuanto


intento acercarme a él?

216
¿Acercarse... acercarse?

Eso es. ¡Era igual que el pájaro negro!

El pájaro había engañado a la ardilla exponiéndose intencionadamente,


haciendo una finta para que la ardilla se pusiera en el aire y no pudiera
cambiar de dirección.

Incluso cuando Kordri utilizó el Burst Step, seguía siendo esencialmente


un paso único. El utilizaba los músculos necesarios para impulsarse hacia
mí. Aunque la esencia del Mirage Walk era ocultar la fluctuación de maná
para despistar al oponente por completo, todavía tenía que mover los
músculos necesario de dar ese único paso, increíblemente rápido.

Pero, ¿y si pudiera deshacerme de eso?

¿Y si pudiera eliminar casi por completo el movimiento necesario para


dar ese paso?

Parecería como si realmente me teletransportara. Si pudiera hacer eso, en


teoría, podría fintar a Garra.

Pero, ¿cómo podría idear una forma de convertir el Burst Step en algo
que evitara la necesidad de controlar los músculos mecánicamente?

Si fuera cualquier otro mago o manipulador de maná de este mundo,


imagino que lo habría considerado imposible, pero yo tenía una ventaja
crucial: el conocimiento de mi vida pasada.

Gracias a mi mediocre centro de ki, pude estudiar a fondo el cuerpo


humano, es decir, la mecánica de funcionamiento necesaria para ponerlo en

217
movimiento. Gracias a estos conocimientos, podía utilizar plenamente el
poco Ki que poseía y convertirme en un rey.

Cerrando los ojos, utilicé toda mi concentración mientras esparcía el


maná por cada grieta de mi cuerpo por más pequeña que fuera.

Cuando abrí los ojos, el sol ya estaba en lo alto del cielo. El sudor y la
suciedad cubrían mi cuerpo. Me estiré lentamente, agotado por haber
estado parado durante horas. Pero estaba feliz y extasiado.

No sólo había hecho un gran avance que me llevaría a la cima de la etapa


amarillo claro, sino que también había encontrado la solución a mi
problema.

—Lo tengo—sonreí.

218
DOMINIO DEL PREDADOR

115

Los músculos cuádriceps, situados en la parte delantera de los muslos, eran


los responsables de empujar el muslo y la pierna hacia delante. Los
isquiotibiales eran los músculos opuestos a los cuádriceps, responsables de
doblar la pierna y moverla hacia atrás. Los músculos de los glúteos
trabajaban para completar el movimiento hacia atrás del paso. Los
músculos abdominales se contraían con cada paso hacia delante que daba el
cuerpo. Los músculos de la pantorrilla eran cruciales, a pesar de su menor
tamaño, para impulsar el cuerpo hacia delante cuando el pie se despegaba
del suelo.
Esos eran sólo los músculos primarios. Los músculos secundarios, que
también había que tener en cuenta, eran los músculos estabilizadores
situados alrededor de la pelvis. Esta serie de músculos formaba una corona
alrededor de la pelvis, que incluía los abductores internos y externos, los
músculos abdominales inferiores y los músculos espinales situados en la
espalda. El tibial anterior, las finas tiras de músculo que flexionaban el
tobillo, moviendo el pie hacia la rodilla, también evitaban que el pie se
aplanara, creando una mayor posibilidad de rozar el suelo o un objeto.
En resumen, el intrincado sistema muscular del cuerpo funcionaba por
pares, cada uno de ellos responsable de la mitad de un movimiento
completo. Los bíceps se flexionaban cuando el brazo se curvaba hacia el

219
hombro, mientras que los tríceps se activaban cuando el brazo se
enderezaba. Los mecanismos del cuerpo eran aún más complejos cuando el
cuerpo se ponía en movimiento, como al caminar, correr o saltar.
Este conocimiento no había sido tan útil hasta ahora, debido a mi más
bien excepcional en maná. Sin embargo, ahora necesitaba seguir
evolucionando la primera secuencia que había aprendido en el Mirage Walk.
Necesitaría utilizar todos estos conocimientos, e ir un paso más allá para
ponerlos en práctica.
Cuando me di cuenta de que el sol ya se había puesto, volví a mi
campamento y saqué unas tiras de carne de ardilla, que había ahumado
para poder concentrarme en el entrenamiento sin parar de cazar.
—Realmente me gustaría poder usar el orbe de éter para esto—murmuré,
mirando la carne medio carbonizada e insípida que tenía en la mano.
Había progresado mucho en la última semana, después de haber dejado
de cazar a Garra y haber dedicado todo mi tiempo y energía al
entrenamiento. Dividía mis días entre el entrenamiento del Burst Step y el
perfeccionamiento de mi núcleo de maná. Utilizaba las dos o tres horas
restantes para dormir.
Cuanto más practicaba, más ansiaba dominar esta técnica de movimiento.
Cuando fuera capaz de aplicar el ajuste que había hecho utilizando mis
conocimientos de anatomía humana, el Mirage Walk sería aún más refinado.
No sólo sería instantáneo y versátil, sino que sería tan mortal como elegante.
Cuando logré ejecutar el Burst Step por primera vez, me pareció casi un
gran salto increíblemente rápido. Esto se debía a que, aunque el maná no

220
podía percibirse bajo los efectos del Mirage Walk, todavía había una postura
y una serie de movimientos que eran necesarios para que mi cuerpo pudiera
dar ese paso. Incluso Kordri no podía ignorar los mecanismos de su cuerpo,
a pesar de su físico superior a pesar de ser un asura que utilizaba el Burst
Step en su forma humana.

Lo que pretendía era una manipulación consciente y deliberada de maná


en músculos específicos en una progresión concreta, con una sincronización
precisa, para desencadenar artificialmente una secuencia en mi cuerpo que
imitara el uso de los músculos sin necesidad de mover el cuerpo en absoluto.

Si conseguía controlar a la perfección la sincronización y la salida de


maná, sería capaz de algo que ni siquiera Kordri podía hacer: podría
ejecutar la Mirage Walk en posición de pie, pero sin limitarse a ella.

Incluso pensar en ello me resultaba confuso, pero confiaba en tenerlo


resuelto. Terminé la cena y me dirigí a la zona acampada que había
preparado toscamente la semana pasada.

Me situé a unos cinco metros del lecho de hojas que había hecho para
suavizar mi caída y me concentré. Hacer que el maná manipulara mis
músculos era muy parecido a utilizar mis pensamientos para hacer que un
maniquí se moviera. La mayoría de nuestros movimientos son automáticos;
no tenemos que pensar en qué músculos tenemos que usar para respirar.
Sin embargo, estaría utilizando una fuerza mediadora -el maná- para
generar una acción de mi cuerpo, y era como aprender a moverse de nuevo.

—¡Maldición!

221
Levanté los brazos para agarrarme mientras caía hacia delante sobre el
lecho de hojas que había formado. Escupí un bocado de hojas y me limpié la
lengua con la manga. Me levanté de nuevo, volví a mi posición inicial y me
concentré de nuevo.

Conseguí—hasta cierto punto, impulsarme con un pequeño movimiento,


pero llegar a detenerme correctamente era otro gran obstáculo, y me estaba
costando superarlo.

Al igual que un niño pequeño no podía controlar la distancia o la altura a


la que saltaba, era desesperadamente difícil controlar mi cuerpo cuando
utilizaba el maná para manipular su funcionamiento interno.

Sin embargo, al menos el paso inicial, y la base misma, del Mirage Walk
se me había hecho mucho más fácil.

En donde manipulaba el maná atmosférico para ocultar las


fluctuaciones de maná en mi cuerpo

Todavía tenía que equilibrar la capacidad de mis venas de maná con mis
canales de maná para controlar mejor el proceso, pero ahora no tenía
tiempo para eso.

Después de haber ocultado bien mi presencia, imaginé el sistema


muscular de mi cuerpo. Pensando en todos los músculos necesarios para
utilizar el Burst Step, lo intenté una vez más, y de nuevo me desplomé sobre
las hojas.

Dejando escapar un suspiro frustrado, continué practicando.

222
Cuando el sol se ocultó y la luna creciente se puso a la vista, me quedé
tumbado en el lecho de hojas con la mirada perdida en el cielo nocturno.
Levantando la mano, pellizqué donde parecía estar la luna. La luna parecía
tan pequeña desde aquí... ¿cómo de pequeña le parecía yo a la luna?

Me concentré en mi brazo izquierdo levantado, mirando la pluma de


Sylvia, que estaba envuelta en mi brazo como siempre. La pluma que se me
había dado para cubrir el huevo de Sylvie, ocultaba ahora la marca en forma
de ala de mi antebrazo, la marca de mi vínculo con Sylvie.

Esta pluma y mi vínculo eran todo lo que me quedaba del asura que me
había salvado, cuidado y protegido cuando era niña.

¿El entrenamiento me permitiría volver a saber de ella nuevamente?

Recordar el tiempo que pasé con ella me hizo extrañar a todos los demás.
A pesar de cómo nos habíamos separado, seguía extrañando a mi familia.

—Basta Arthur.

Me abofeteé las mejillas y me senté en el montón de hojas. El día tenía un


número limitado de horas y no podía permitirme perder más tiempo en este
bosque olvidado por Dios.

Respirando profundamente, reanudé el cultivo de mi núcleo de maná.


Había sido un proceso lento una vez que llegué a la fase amarilla clara. Me
sentía picando una montaña con una cuchara en la mano, pero sin duda
había progresos.

Estaba perdido en el engorroso proceso de absorber, purificar y refinar


cuando los familiares gorjeos de los pájaros de la mañana me sacaron de mi

223
meditación. Estaba sucio por las impurezas que había expulsado de mi
núcleo de maná, y también hambriento.

Al ver la cantidad de carne ahumada que me quedaba, supe que hoy


tendría que cazar. Tras roer el resto de mi ardilla ahumada, llené mi bolsa
de agua y partí.

Manteniendo mi mente plácida y mi presencia oculta con el Paseo del


Espejismo, me adentré lentamente en el denso bosque. Me había resultado
difícil encontrar vida salvaje cerca del campamento, por lo que cada vez que
cazaba, tenía que adentrarme un poco más.

Sin embargo, a pesar de la frecuencia con la que había venido aquí, esta
vez era diferente. El bosque se había vuelto mucho más tranquilo. Los
pájaros piaban a lo lejos, pero no había señales de ardillas rapaces u otras
bestias de maná en los alrededores.

—Hmm—murmuré, examinando la zona.

Concentré maná en mis oídos mientras liberaba el Mirage Walk.

Al principio no pude oír nada, pero al cabo de unos minutos capté un leve
ruido: Parecía un gruñido. No podía saber a qué distancia estaba, pero el
sonido me resultaba familiar; había una pantera plateada cerca.

Me acerqué un poco más, asegurándome de mantener mi presencia oculta.


Volví a potenciar mi oído y pude distinguir más ruidos. Pude oír el débil
gorgoteo del agua corriente un poco más al noreste y los sonidos distintivos
de dos panteras plateadas diferentes.

224
Qué raro… pensé. Tenía entendido que las panteras plateadas eran
bastante territoriales y cazaban solas.

Al principio pensé que tal vez se estaban peleando por el territorio, pero
eran demasiado silenciosas para estar peleando. En cualquier caso, tener
dos panteras plateadas en la zona explicaría la falta de presas.

Volviendo a poner en práctica el Mirage Walk, me dirigí rápidamente


hacia el origen de los sonidos, sonriendo por mi suerte.

Rastreé sigilosamente a las panteras plateadas por el sonido,


acercándome hasta que percibí sus característicos pelajes cerca de un
pequeño claro de árboles junto a un acantilado. Mi especulación había sido
casi correcta: las dos estaban dando vueltas, preparándose para enfrentarse.

Acercándome a los dos depredadores, me mantuve detrás de los arbustos


que bordeaban el acantilado para no ser visto. Un rápido vistazo hacia abajo
era todo lo que necesitaba para saber que si esas panteras plateadas se caían
durante el combate, me sería casi imposible recuperar sus cuerpos.

Me escondí detrás de un árbol cercano y observé. Los animales eran


claramente hostiles entre sí, pero me sorprendió ver que una de las panteras
plateadas era Garra; las claras cicatrices de su espalda lo hacían fácil de
identificar.

Su oponente, en cambio, me resultaba desconocido. Era claramente más


grande, pero a juzgar por las heridas frescas en su cara y costado, parecía
que Garra tenía la ventaja.

225
Las dos bestias de maná se rodearon lentamente, soltando gruñidos bajos
y mostrando sus afilados dientes.

El gato más grande fue el primero en hacer un movimiento. Lanzó un


gruñido feroz y se abalanzó con las garras en alto. Garra reaccionó al
instante, esquivando el golpe y contraatacando con sus dientes.

Estaba cautivado por su lucha.

Las panteras plateadas tenían garras afiladas que podían hacer fácilmente
cortes en las rocas, así como un grueso pelaje que las protegía como una
armadura, pero su fuerza radicaba en realidad en sus reflejos innatamente
acelerados y en su intuición. Fue revelador ver cómo estos dos se convertían
en un borrón de garras y colmillos mientras cada uno intentaba
desesperadamente asestar un golpe mortal en su incesante ráfaga de
continuos esquives y contraataques. Ninguno de los dos sufrió heridas
profundas, pero por cada corte que la pantera más grande hacía, Garra le
daba tres a cambio.

A medida que su batalla continuaba, mi corazón empezó a latir con fuerza.


Algo me inquietaba, tenía miedo. Había estado tan absorto en su duelo que
no me había dado cuenta de lo mortalmente tranquilo que se había vuelto el
bosque, casi silencioso. No había sonidos, ya no se escuchaba el canto de los
pájaros ni el movimiento de las bestias de maná; incluso el viento parecía
haberse calmado, las hojas dejaron de susurrar como si tuvieran miedo de
algo.

Garra también parecía haberse dado cuenta; su pelaje y su cola se


erizaban mientras olfateaba el aire. El gato más grande parecía no haberse

226
dado cuenta de la perturbación, aprovechó la oportunidad y se abalanzó
sobre Garra. Esquivando a su oponente, Garra se dio la vuelta y salió
corriendo.

No lo entendía. Algo estaba pasando, pero no podía percibir ninguna otra


presencia desde aquí.

¿Por qué Garra huyó así cuando iba ganando?

Dejando a un lado mi cautela, me centré en la pantera plateada que aún


quedaba. Estaba herida y sus vías de escape eran limitadas debido al
acantilado.

El felino más grande empezó a gruñir me vio, poniéndose en posición de


huida. Sabía instintivamente que estando herido no tenía ninguna
oportunidad contra mí.

El aire que nos rodeaba se hizo más pesado y me costó respirar, pero
mantuve mi postura.

¡Ahora!

En el momento en que levanté el pie, la pantera plateada saltó a un lado.

Ahora si te tengo

Ejecuté el Burst Step desde mi posición de pie, utilizando el paso falso


como una finta para que se moviera. Mi entorno se desdibujó y mis ojos se
centraron únicamente en el movimiento de la bestia de maná herida. Había
conseguido cortarle el paso, pero la distancia que había despejado era
insuficiente por poco más de un metro.

227
Perdí el equilibrio y caí, agarrándome desesperadamente al cuello de la
pantera. Mi cuerpo se sacudió violentamente mientras intentaba huir
conmigo aferrándome con todas mis fuerzas.

—¡Eres mía!

Siseé entre dientes mientras utilizaba el maná para reforzar mi agarre al


cuello de la bestia. Mi única esperanza era ahogarla.

La pantera plateada soltó un gruñido sibilante mientras giraba su cuerpo


hacia un lado, intentando despistarme, pero aguanté. Unas afiladas garras
me desgarraron la ropa y me hicieron nuevas heridas en los costados y las
piernas antes de que finalmente empezara a ceder débilmente por la falta de
aire.

Justo cuando creía que la pantera estaba a punto de ceder, se sacudió de


repente. Como si estuviera poseída, utilizó sus últimas fuerzas para lanzarse
hacia un costado. Cuando me di cuenta de lo que había pasado, ya
estábamos cayendo en picado por el escarpado desfiladero.

Al precipitarme por el aire, me acordé de una escena muy parecida de


cuando era un niño y me habían tirado por el borde de una montaña
mientras intentaba salvar a mi madre.

Mil escenarios pasaron por mi cabeza mientras luchaba por decidir cuál
era la mejor opción. La pantera plateada se quedó inmóvil al caer tras
desmayarse por mi asfixia. Pero no antes de que la muy puta me arrastre al
infierno con ella.

228
Pronunciando una retahíla 11de maldiciones me equilibré cuidadosamente
sobre la bestia de maná inconsciente y ejercí maná en mis piernas. La
escena que me rodeaba era un borrón por la velocidad a la que caíamos.

En ese momento tuve un recuerdo de la Cripta de la Viuda.

¿Caer por abismos profundos iba a ser una especie de tema recurrente
en mi vida?

Sabía que podía suspender mi propia caída de cabeza con bastante


facilidad, pero no estaba segura de qué hacer con la pantera plateada. Una
caída de esta distancia podría dañar el núcleo de bestia de la criatura,
inutilizándola y devolviéndome al punto de partida.

Sin tiempo para pensar, recurrí a mi experiencia y recogí una oleada de


viento en las palmas de las manos mientras agarraba a la pantera
inconsciente con mis piernas reforzadas con maná.

— "¡Windsom lo entenderá!"

Dije en voz alta mientras liberaba el hechizo ‘Typhoon Howl’, en ese


instante una ráfaga de viento surgió hacia el suelo con un chirrido
ensordecedor que resonó en todo el escarpado barranco.

Todo mi cuerpo se tambaleó por el latigazo, de repente la pantera se soltó


de mi mano, continuando su caída. Los dolores en mis brazos se llevaron la
peor parte del retroceso, fue espantoso, pero a pesar de eso seguí aplicando
maná al hechizo hasta que me quedé flotando lentamente. Una vez que me

11 Las retahílas son juegos de palabras que nombran sucesos generalmente en forma de rima, son
típicamente infantiles y son usadas tanto como un juego, así como un recurso lingüístico y de fluidez verbal, la
imaginación y ejercicios de memoria, para niños pequeños.

229
aseguré de que estaba a salvo, solté el Typhoon Howl y me dejé caer en los
pocos metros que me quedaban en el suelo, en el centro de la zona de una
explosión.

Una espesa nube de polvo se levantó al chocar mi hechizo con el suelo de


tierra, en ese momento mi visión estaba oscurecida. Tuve que taparme la
boca y la nariz por los restos que había en el aire mientras empezaba a salir
de la nube de polvo, pero me detuvo repentinamente el estrepitoso ruido de
un rugido que hacía temblar la tierra.

El estruendoso aullido se calmó, pero el suelo tembló con las pesadas


pisadas que se acercaban a mí.

La fuerza de cada pisada resonante fue suficiente para desequilibrarme,


así que me precipité hacia la pared del desfiladero, rezando a cualquier ser
divino que gobernara este reino para que me equivocara y esos sonidos
devastadores fueran sólo un terremoto.

230
LO QUE HAY EN EL INTERIOR

116

Me dirigía hacia la pared del barranco buscando desesperadamente un


lugar donde esconderme, cuando otro profundo golpe sacudió el suelo. Una
ráfaga de viento atravesó el valle, dispersando la nube de polvo y revelando
una figura ensombrecida, ahora totalmente a la vista.
Ya era demasiado tarde para esconderse. La presión asfixiante que había
sentido en la cima del acantilado se multiplicó por diez con la proximidad
de la criatura. Su peso me dejó sin palabras.
Con otro rugido devastador, dio un paso más hacia donde yo estaba.
—¿Dos comidas cayendo frente a mi casa y justo antes de mi profundo
sueño? Hoy estoy de suerte.
Nunca había imaginado encontrarme cara a cara con un oso titán, pero
estoy seguro de que nunca habría esperado que tuviera la mitad de mi
tamaño…. Creo que apenas llegaba un metro de altura.
“Oso titán" y una mierda, no había nada de "titán" en él. ¿Tal vez es sólo
un cachorro? En ese caso es una buena oportunidad. Espera un momento,
¿el oso habla?
Me mantuve firme sin saber qué hacer.
Hubiera preferido evitar un enfrentamiento directo con esta bestia de
maná hasta saber más sobre ella. La presión que emitía este oso no era

231
ninguna broma, independientemente de su aspecto. Si este oso titán era
sólo un cachorro, no me gustaría tener algo que ver con uno adulto.
¿O tal vez era un adulto y tenía la capacidad de alterar su tamaño como
Sylvie?
El oso titán miró a la pantera muerta que tenía delante antes de volver su
mirada hacia mí.
—Parece que esta comida no va a moverse. Debería empezar por ti—gruñó
la bestia, relamiéndose los labios.
No había forma de salir de esto sin luchar. Bajando mi postura, me
preparé para defenderme. Esperaba que el oso titán se lanzara contra mí,
pero se mantuvo en su sitio.
De repente, la bestia de maná lanzó un zarpazo en mi dirección,
impulsándome hacia atrás.
La campana atada a mi cintura sonó burlonamente mientras caía al duro
suelo. Respiré entrecortadamente, aliviada de que sólo fuera vómito lo que
acababa de ahogar y no sangre.
¿Qué demonios fue eso?
Sentí como si me hubieran disparado un cañón en el estómago. Volviendo
a ponerme en pie, me concentré en el oso titán, que estaba a unos diez
metros de distancia.
—¡Ooh! Una comida dura—resopló el oso.

232
Ver a un oso no más alto que mi codo, parado en dos patas y hablando
coherentemente, era un espectáculo ¿extraño? pero no tenía tiempo para
divertirme.
Su ataque había sido sin duda algún tipo de hechizo de largo alcance, pero
no entendía por qué no había sentido maná.
Como si se burlara de mí, el oso levantó lentamente su pata. Activé el
Mirage Walk y usé Burst Step en cuanto dio el zarpazo.
De repente, sentí un dolor agudo en la pierna izquierda. Al mirar hacia
abajo, pude ver cómo brotaba la sangre de un corte en la parte posterior de
mi pantorrilla. Esperaba que su ataque fuera como el anterior, pero este
hechizo invisible tomó la forma de algo afilado. Tampoco pude percibir la
firma de maná de este ataque.
El oso titán ya no sonreía. Seguro no esperaba que esquivara otro de sus
ataques.
—¡Ya deja de correr!—gruñó, volviendo a blandir su zarpa.
Inmediatamente me tiré al suelo y esquivé por poco el ataque; mechones
de pelo recién cortados me salpicaron la nariz.
Fue una apuesta arriesgada, pero después de ese último hechizo
finalmente lo descubrí. Cuando el oso lanza un tajo con su pata, el ataque
que se libera también es un tajo contundente. Cuando daba un puñetazo,
como había hecho en el primer movimiento, era como una bala de cañón
invisible.

El titán dio un puñetazo hacia mí, enviando otra bala de cañón invisible
hacia donde estaba yo. Incluso después de concentrar maná en mis ojos, no

233
fui capaz de ver el ataque, así que no tuve más remedio que lanzarme a
ciegas fuera del camino.

El hechizo de la bestia de maná golpeó mi costado, en ese instante sentí


que mis costillas se rompían. Sin darme tiempo a prepararme de nuevo, el
oso blandió su otra pata, liberando otro hechizo inmediatamente después
del primero.

El movimiento que había hecho para esquivar el ataque anterior fue muy
grande como para poder esquivar también éste.

Apretando los dientes, invoque más maná para proteger mi cuerpo,


esperando el impacto.

La fuerza del hechizo del oso titán me hizo caer al suelo. La sangre brotó
de mi pecho mientras se formaban cuatro cortes horizontales justo debajo
de la clavícula.

—Maldición—ahogué, reprimiendo el dolor abrasador.

Creo que no podré soportar más golpes directos.

Tenía que acercarme al oso, pero para ello tenía que ser capaz de esquivar
sus ataques.

El oso titán gruñó con confianza, claramente consciente de mi estado


vulnerable. No estaba seguro de cómo era capaz de manifestar esos hechizos
casi imperceptibles, pero había una forma de averiguarlo.

Volviendo a levantarme temblorosamente, esperé. Al oso titán le debió


parecer como que me había rendido: su sonrisa animal se hizo aún más
grande mientras se relamía de nuevo en señal de expectación.

234
Justo cuando el oso titán levantó la pata, pateé con firmeza el suelo
delante de mí, creando una nube de polvo y bloqueándome de su vista.

Cuatro garras atravesaron inmediatamente la nube de polvo que había


levantado entre la bestia y yo, permitiéndome apenas ver la amplitud del
ataque. Entonces utilicé el Paso de Ráfaga para esquivarlo.

—Maldita sea—escupí, apretando los dientes contra las agudas punzadas


de protesta de mis piernas.

Rodando por el suelo y poniéndome de nuevo en pie, me preparé de


nuevo. Ahora conocía la capacidad de impacto de uno de sus ataques, y
podía arreglármelas con eso. Sin embargo, tenía que ser capaz de esquivar
completamente el ataque con el mínimo movimiento posible si quería
esquivar todos sus ataques y reducir la distancia entre nosotros.

Sonreí sin ganas al recordar el entrenamiento de Kordri. O se trataba de


una increíble coincidencia, o Windsom era realmente un diablo calculador.

Cuando el impaciente oso titán lanzó otro ataque, esta vez con un golpe de
su pata, levanté otra nube de polvo. Reaccioné de inmediato ya que el
hechizo hizo un agujero en la nube de polvo, tuve que forzar otro Burst Step.

—Cuanto más corras, más doloroso será para ti y quedara menos para que
coma.

La risa depredadora de la bestia de maná fue seguida por un pulso de


presión asfixiante.

—De acuerdo, no correré más.

Me quedé quieto, con las manos en alto.

235
La expresión del rostro del oso fue casi triunfante, en ese momento soltó
despreocupadamente otro ataque cortante con el golpe de su pata.

Ahogué un grito de dolor mientras ejecutaba la maniobra modificada de


Burst Step en la que había estado trabajando.

Mi cuerpo se desplazó unos metros hacia la derecha y el golpe que debería


haberme hundido el pecho apenas me rozó el hombro izquierdo.

El profundo corte de mi pierna izquierda empezó a sangrar con más


fuerza por la repentina presión que había ejercido para utilizar el Burst
Step; se formó un pequeño cráter bajo mis pies por la fuerza del
movimiento. A pesar del éxito de mi nueva habilidad de movimiento, el
dolor en lo más profundo de mis músculos era cada vez más insoportable,
de repente me invadió la duda: ¿Encontré por fin un enemigo que me
superaba?

Recurriendo a la pura voluntad de mi propia terquedad, concentré más


maná en la parte inferior de mi cuerpo.

No luché durante dos vidas para morir en una zanja por las garras de
un animal salvaje...

El oso titán rugió su frustración y luego cargó hacia mí, cada paso
aplastante resonó dentro del barranco hasta que sonó como si todo un
escuadrón de caballería cargara hacia mí.

Burst

Mi visión se nubló mientras me impulsaba hacia la derecha. El suelo


volvió a crujir con la fuerza de mi aterrizaje, a unos dos metros de distancia.

236
El primer paso me dejó apretando los dientes de dolor; usar de nuevo el
Burst Step envió una explosión de agonía a través de la parte inferior de mi
cuerpo, mis piernas casi cedieron por la tensión.

El sonido la campana delató mi posición, al instante cerré la boca en un


gruñido y decidí tragarme los gritos de dolor que se acumulaban en mi
garganta. Ejecuté el Burst Step una vez más para alcanzar a mi oponente. La
cabeza del oso titán giró al oír mi campana, pero en ese momento ya había
acortado la distancia.

El oso titán se estremeció cuando aparecí a su lado, con los ojos oscuros
muy abiertos por la sorpresa. Ya había concentrado maná en mi puño hasta
tal punto que éste brillaba ligeramente. Mi puño aumentado se enterró en el
estómago del pequeño oso, provocando un fuerte golpe al impactar. El
cuerpo de la bestia de maná salió disparado hacia la pared del barranco,
estrellándose contra el lado del acantilado rocoso del que había caído.

Adormecido por el dolor, mis piernas finalmente se desplomaron y el frío


suelo no tardó en presionarme la mejilla. Concluidas mis tareas, con las
últimas fuerzas que me quedaban, me arranqué la campana de la cintura y
la aplasté en la mano antes de que mi visión se oscureciera y me
desvaneciera en la inconsciencia.

237
Punto de Vista de Windsom

Al llegar al desfiladero, inspeccioné la escena. Había una pantera plateada


muerta en el suelo empapado de sangre. Había cráteres en el suelo y en la
pared que rodeaba las rocas cercanas estaban marcadas con profundos
cortes.

¿Qué rayos pasó aquí?

Vi al chico en el suelo y un cráter hundido en la ladera del acantilado.

¿El niño llegó hasta aquí?

Arthur estaba en un estado lamentable. Al arrancarle los últimos jirones


de ropa, pude percibir que tenía al menos tres costillas rotas, y los cortes en
el pecho eran demasiado profundos para considerarlos una simple herida
superficial. Sin embargo, las heridas más preocupantes estaban en sus
piernas, que estaban manchadas de un enfermizo color púrpura y rojo,
aparentemente por una hemorragia interna. No podía evaluar
completamente la gravedad de sus heridas, pero sabía que debían ser
tratadas pronto.

¿Fue un error por mi parte haber dejado a Arthur solo de esta manera?

Lord Indrath me había ordenado que le diera al muchacho un poco de


espacio para crecer por sí mismo, pero al ver el estado en que se encontraba
ahora, me di cuenta de que podría haber muerto.

Después de tratar al niño lo mejor que pude, centré mi atención en la


criatura que estaba en el centro del cráter de la pared rocosa del barranco.

238
Parecía ser un cachorro de oso titán, pero eso no tenía sentido. Un cachorro
de ese tamaño ni siquiera tendría la fuerza necesaria para defenderse; no
debería haber sido capaz de herir así al chico.

Un oso titán adulto medía al menos tres metros, y su grueso pelaje le


ofrecía una defensa superior, pero ni siquiera uno adulto habría sido capaz
de causar tanta devastación.

A menos que...

Cuando me acerqué a ver al cachorro de oso titán, su cuerpo empezó a


retorcerse de forma antinatural. De repente, su estómago se abultó y un
tentáculo negro surgió del interior de la bestia de maná muerta,
retorciéndose frenéticamente antes de desplomarse, inmóvil.

—Por supuesto.

A pesar de la situación, una sonrisa de satisfacción se formó en mi rostro.


Eso lo explica todo, ¡y pensar que Arthur era capaz de derrotar a una!
suspiré.

Un demonio sanguijuela.

Era un espécimen realmente raro, tan inteligente como asqueroso, y


nativo sólo de Epheotus. Por sí misma, era débil, pero cuando se aferraba a
una bestia de maná, era capaz de poseer el cuerpo del huésped y fortalecer
su núcleo a un grado asombroso.

Teniendo en cuenta lo grande que había crecido la sanguijuela demoníaca


dentro del cachorro, estaba claro que este monstruo era definitivamente
mucho más fuerte que un simple oso titán.

239
El chico tuvo bastante suerte: el cuerpo del cachorro todavía era frágil. No
me quiero imaginar cómo hubiera terminado si la sanguijuela poseía a un
oso titán adulto...

Era inútil postular otras posibilidades. Estaba seguro de que Arthur no lo


sabía, pero había hecho bien en apuntar al estómago del cachorro, ya que
era allí donde residía la sanguijuela demoníaca. Si la sanguijuela hubiera
tenido la fuerza de abrirse paso hasta el cuerpo de Arthur mientras estaba
inconsciente, ni siquiera Lord Indrath habría podido salvar al muchacho sin
dejarlo lisiado.

Liberé la sanguijuela demoníaca del cadáver y aplasté el parásito en mi


mano.

—Aquí tienes.

Abrí la mano para ver un orbe blanco y brillante, que la sanguijuela


demoníaca había estado refinando dentro del oso titán.

Volví junto al niño y le coloqué el orbe blanco dentro de la boca.

—Tus dificultades han dado sus frutos, Arthur.

240
PASOS HACIA ADELANTE Y ATRÁS

117

Punto de Vista de Arthur Leywin

Fui consciente del suave chirrido de los pasos sobre la madera vieja
incluso antes de abrir los ojos. El eco de las tablas del suelo resonó en mis
oídos, dándome una vaga idea del tamaño de la habitación en la que me
encontraba.

Un conjunto de olores embriagadores, ricos en hierbas y especias


desconocidas bombardearon mis sentidos, distrayéndome de cualquier otra
cosa. Cuando por fin decidí abrir los ojos, lo primero que vi fue la parte
inferior del tejado de una casa de campo. Aparte de la sequedad de mi
lengua, me sentía bien o al menos eso creía, hasta que intenté moverme.

Una sensación de horror recorrió todo mi cuerpo en el momento en que


no hubo respuesta cuando intentaba levantar las piernas. No hubo
sensación de respuesta ni cuando intentaba mover algo de la cintura para
abajo. Inmediatamente levanté las mantas que cubrían la parte inferior de
mi cuerpo y vi que mis piernas estaban completamente vendadas y sujetas
con fuerza a una férula de madera.

—Tus piernas están bien niño. Sólo tuve que adormecerlas para que no
estuvieras despierto toda la noche por el dolor—dijo una voz amable aunque
ligeramente quebradiza, despertando mi atención.

241
Al volverme hacia la fuente de la voz amable, me encontré con una tierna
sonrisa de una mujer que ya había pasado su juventud, aderezada con los
signos de un envejecimiento refinado. Las arrugas marcaban su rostro, pero
no restaban valor a su comportamiento digno y elegante. Vestida con una
sencilla bata gris a juego con su pelo, que llevaba recogido en una trenza que
le caía por la espalda, mi cuidadora se acercó a mí con ojos brillantes.

Di un suspiro de alivio ante sus palabras y me hundí de nuevo en la cama.

—¿Cómo te sientes niño?—me dijo, poniendo una mano cálida en mi


frente.

Parpadeé, tratando de concentrar mis pensamientos. Lo último que


recordaba antes de desmayarme era haberle dado un buen golpe al oso titán.

Giré la cabeza observando mi entorno. Me encontraba en una habitación


grande, bien iluminada y caldeada por el fuego que crepitaba en una
chimenea de piedra. A su lado había una pequeña cocina sembrada de ollas
y sartenes de todos los tamaños, colgadas en la pared o apiladas unas
encima de otras. Aparte del desgastado sofá tapizado colocado alrededor de
la chimenea y una pequeña mesa de comedor cerca de la cocina, no había
mucho más dentro de esta casa de campo.

—¿Estás confundido?—se rió la anciana.

—Sí—respondí con voz ronca, lo que me provocó un ataque de tos.

La mujer cruzó rápidamente a la mesa de la cocina y volvió con una taza


de agua tibia.

242
Después de unos cuantos tragos profundos de lo que sabía a cielo líquido,
me sentí lo suficientemente seguro como para formar palabras coherentes.

—Gracias, eh...

—Myre. Puedes llamarme Myre, niño.

Terminó la señora por mí, tomando la taza vacía de mis manos.

Mientras estaba recostado, un dolor punzante empezó a subir por mis


piernas, como si estuvieran empapadas de fuego líquido.

Al confundir mi expresión de dolor con el miedo, Myre soltó una suave


risa.

—Tranquilo, no te comeré. Aunque, técnicamente, te robé de Windsom. Y


menos mal que lo hice…si no te hubiera revisado a tiempo, me temo que tus
piernas habrían necesitado mucho más tiempo para curarse.

Finalmente logré hablar entre dientes apretados.

—No es eso. Mis piernas...

—¿Ya ha perdido su efecto el masaje medicinal?

Tras dejar la taza en la mesilla de noche a mi lado, Myre tocó la sábana


que era lo único que me impedía estar completamente desnudo.

Me cubrí inmediatamente, lo que provocó otra suave risa de mi cuidadora.


Doblando con cuidado las sábanas para que sólo quedaran expuestas mis
piernas, empezó a desenvolver las vendas y finalmente pude ver las heridas
de mis piernas... lo que provocó que me quedara perplejo ante la visión.
Ambas piernas estaban cubiertas por una red de cicatrices, sobre todo

243
alrededor de las rodillas y los tobillos. Extrañamente, estas cicatrices
parecían muy viejas, como si las hubiera tenido durante años.

Un sudor frío comenzó a formarse en mi frente mientras el dolor de mis


piernas empeoraba.

Después de retirar todos los vendajes, Myre inspeccionó cuidadosamente


cada centímetro de mis piernas.

Asintiendo con satisfacción, trajo un balde lleno de un líquido de hierbas


muy penetrante. Observé sin palabras a mi cuidadora mientras cortaba y
empapaba diligentemente tiras de tela y vendaba mis piernas con mucha
agilidad. Sus rítmicos movimientos pronto me hicieron entrar en trance.

—Anciana Myre...

—Por favor Arthur, preferiría que me llamaras simplemente Myre—me


cortó, con su atención aún centrada en mis piernas.

—Eh, Myre, ¿cuánto tiempo he estado inconsciente?—pregunté.

Mirando mis piernas, aparentemente bien curadas, temía haber estado


inconsciente durante mucho tiempo.

—Algo más de dos noches, querido.

Terminó de colocar el último vendaje en mi pantorrilla izquierda y se


volvió hacia mí, con sus ojos verdes y brumosos estudiándome.

—Ahora, ¿cómo se siente?

—Mucho más cómodo, gracias—le aseguré agradecida.

244
El dolor ya estaba disminuyendo, un efecto del líquido frío y gelatinoso
con el que estaban empapadas las nuevas vendas.

Aceptando mi gratitud con una plácida sonrisa, recogió el paño usado y lo


vertió en una palangana llena de agua. Después de verter en ella un poco de
polvo salado, se levantó el vestido y se metió dentro, usando los pies para
lavar los paños sucios.

—Myre, debes estar agotada. Deja que lave eso por ti—me apresuré a decir.

Introduje el maná en mi mano y me preparé para manipular el agua de la


palangana.

—No, no, así está bien querido. Esto le da a estos viejos huesos la
oportunidad de hacer algo de ejercicio.

Ella me hizo un gesto para que no la ayudara con una mano, mientras que
con la otra seguía sujetando el dobladillo de su vestido.

La miré sin comprender mientras pisaba la tela empapada, y finalmente


pregunté:

—Myre, ¿todavía estamos en Epheotus?

—Por supuesto que sí niño. ¿En qué otro lugar habrías podido arreglar el
lamentable estado de tus piernas?—respondió Myre, manteniendo su paso
rítmico en la cuenca.

—Mis disculpas, es que...

Mis ojos se posaron en sus pies.

245
—Bueno, supongo que sería más fácil hacerlo todo con las artes del maná,
pero ¿qué gracia tiene eso? Incluso para los asuras, hay cosas que la magia
no puede simular; por ejemplo, la frialdad del agua entre los dedos de los
pies cuando los paños húmedos los envuelven. ¿Qué gracia tiene mover el
dedo y hacer que el agua se mueva por ti?.

Me hizo un guiño.

Sus palabras me desconcertaron, pero no podía esperar entender la


perspectiva de una raza antigua, especialmente una para la que la magia
estaba arraigada en su propio ser.

—Lo siento, es que despertar en este estado fue... bastante confuso para
mí. No es por ser grosero, y estoy muy agradecido por tu meticuloso cuidado,
pero pensé que tal vez el arte del maná curativo habría acelerado mi
recuperación.

—Si te hubiera lanzado un simple hechizo de curación, apenas estarías


cojeando, y tus huesos habrían adoptado una forma totalmente diferente—
se rió la anciana, queriendo tener una toalla en sus manos con un chasquido,
para luego secarse las piernas.

Me senté de nuevo, cubriéndome un poco mejor con la manta.

—Gracias por atenderme Myre, y por tu hospitalidad. Sé que no hay


mucho espacio aquí.

—Ni lo menciones. Además, en esta vieja cabaña no es donde vivo.


Simplemente uso este lugar para tener algo de paz y, de vez en cuando,
tratar a algún paciente.

246
Sonrió, entregándome un plato de sopa caliente.

—No atiendo a cualquiera, ya sabes, pero quería conocer al chico humano


que supuestamente es el salvador del mundo—declaró con grandilocuencia
antes de lanzarme otro guiño.

Solté una risa débil y luego tomé un sorbo cuidadoso del cuenco. Un
sabroso caldo, con sutiles toques de hierbas, me envolvió inmediatamente la
lengua, y tomé otro gran trago con avidez antes de dejarlo sobre la mesita de
noche.

—Ni siquiera intentes levantarte esta noche— advirtió Myre.

—Las heridas de tus piernas no fueron tan sencillas como los pequeños
cortes de tu pecho. He tardado horas en volver a unir tus piernas y
convertirlas en algo parecido a apéndices funcionales, así que descansa, esa
es tu mayor prioridad. Hay agua en la encimera al alcance de la mano, y si
tienes que hacer tus necesidades, hay un orinal justo al lado de la cama.

—Y, buenas noches, querido.

Myre me dejó con mis pensamientos con las llamas, la única fuente de luz,
retorciéndose en la chimenea. Me pareció que había cerrado los ojos
durante un segundo, pero entonces me despertó otra oleada de dolor
punzante. No era tan intenso como cuando Myre me había cambiado las
vendas, pero era lo suficientemente angustioso como para impedirme volver
a dormir. La cabaña estaba casi completamente a oscuras, aparte de los
pocos rayos de luz de la luna que atravesaban el techo de paja.

247
El fuego se había apagado hacía tiempo, dejando sólo un tenue aroma
ahumado. No estaba seguro de lo bien que habían cicatrizado mis heridas,
pero me inquietaba la idea de permanecer quieto durante dos días.

Abandonando la idea de volver a dormir, me senté y comencé a hacer lo


único productivo que podía hacer en este estado: meditar.

Cuando me concentré en el núcleo de maná que se arremolinaba en lo


más profundo de mi esternón, una ráfaga de energía desconocida me dio la
bienvenida. De repente, la montaña que había estado esculpiendo para
llegar a la etapa del núcleo de plata se convirtió en una llanura plana,
desplegada como un mapa para que la cruzara.

Empecé a refinarme tímidamente absorbiendo maná de mi entorno; la


energía desconocida succionaba con avidez el maná que absorbía y lo
fusionaba con mi núcleo de maná. El tono amarillo claro de mi núcleo brilló
mientras el maná se extendía por todo mi cuerpo, llenando mis venas,
músculos, huesos y piel con una energía ardiente.

Sentí que temblaba incontrolablemente y que mi núcleo empezaba a


brillar más hasta que dejó de ser amarillo y pasó a ser plateado.

La energía indómita que se había desbordado dentro de mi cuerpo seguía


desgastando las capas de mi núcleo, haciendo que mi núcleo plateado se
volviera más y más brillante con cada afluencia de energía. Contuve la
respiración, temiendo que el más mínimo movimiento detuviera la rápida
progresión de mi núcleo de maná. Finalmente, cuando la misteriosa fuente
de energía había refinado mi núcleo de maná hasta el punto máximo de la
etapa media de plata, se calmó.

248
Justo cuando creía que la transformación se había completado, un agudo
zumbido metálico llenó mis oídos. Como si un muro invisible hubiera
estado reteniendo mi mente, pero acabara de derrumbarse, mi cuerpo se
transformó a la fuerza en la segunda fase de la voluntad de dragón de Sylvia.

Al abrir los ojos, pude ver las runas doradas que emergían en mis brazos y
hombros. Para mi sorpresa, las runas brillantes empezaron a cambiar, y sus
diseños se volvieron más complejos a medida que se convertían en una
especie de lenguaje antiguo. Un mechón de mi desordenado cabello cayó
sobre mi cara y vi cómo cambiaba de color, de mi castaño natural a blanco y
luego de nuevo a castaño. Los muebles del interior de la cabaña de una sola
habitación temblaban mientras la paja y las astillas caían del techo,
llenando la habitación con más luz de luna. Sin embargo, a pesar de los
cacharros que chocaban entre sí, el sonido más destacado que llenaba mis
oídos seguía siendo el agudo timbre.

Los sonidos disminuyeron lentamente, y las runas recién formadas en mi


cuerpo brillaron con más intensidad a medida que el color comenzaba a
desaparecer del mundo. Pronto, los únicos colores que podía ver eran las
minúsculas partículas que flotaban a mí alrededor, pero algo había
cambiado. Las otras veces que había utilizado el Despertar del Dragón, sólo
pude ver cuatro colores, uno por cada uno de los cuatro elementos. Ahora,
sin embargo, había motas de color púrpura que salpicaban el conjunto de
azul, amarillo, rojo y verde.

249
Después de utilizar esta forma para matar a Lucas, sentí que mejoré en el
control de los duros impulsos que se producían al utilizar la segunda fase de
la voluntad de Sylvia.

O eso creía

Porque la voluntad ahora parecía rechazar mi cuerpo más que nunca,


hasta que ya no pude soportar la agonía de mi cuerpo desgarrándose.

Liberé el Despertar del Dragón.

Como si se hubiera arrojado un cubo de agua para apagar un fuego voraz,


toda la energía, el poder y el dolor que habían ido creciendo en mí interior
se desvanecieron abruptamente. Me rodeó un inquietante silencio haciendo
que me confuso, impotente y frágil, a pesar del progreso que había hecho mi
núcleo de maná.

250
EL VASO DE AGUA

118

—Así que es verdad.


Giré la cabeza para ver a Myre apoyada en la entrada.
—Realmente has heredado el Realmheart...
La voz del asura era solemne y sentimental a la vez mientras se
interrumpía.
—¿Perdón? ¿Realmheart?—repetí mientras se acercaba a mí con pasos
lentos.
—Las manifestaciones físicas que se muestran cuando aprovechas los
poderes de Sylvia, querido, el iris que brilla de color púrpura, esas
inconfundibles runas brillantes impresas en tu cuerpo. Es raro incluso
dentro del clan. El Realmheart es una habilidad que sólo la línea de sangre
Indrath puede poseer. Dime niño, ¿pudiste verlos?—preguntó el asura.
Sus ojos estaban clavados en las débiles marcas que ahora se desvanecían
en mis brazos, y alargó la mano y recorrió con ternura las runas.
—Lo siento, pero no lo entiendo. ¿Ver qué?—respondí, sacándola de su
aturdimiento.
—¿Has podido ver los cinco colores que componen el reino físico?
No pude descifrar su expresión mientras esperaba mi respuesta.
Pensé en la gama de colores que había flotado a mí alrededor en mi
segunda fase.

251
— Creo que sí.
—El ‘Realmheart Physique’ fue llamado así por los ancestros del clan
Indrath porque, en este estado, se dice que la sintonía del usuario con el
reino físico no tiene parangón. Aunque la habilidad no ofrece mucha fuerza
en sí misma en sí misma, el poder de activar el Realmheart permite al
usuario obtener un conocimiento y una perspicacia que los que carecen de
él nunca podrán esperar tener—explicó Myre.
—Es decir, que el conocimiento es realmente poder.
Recordé la primera vez que utilicé Realmheart contra el guardián de la
madera vieja. Había asumido que la forma era sólo un aumento de poder,
que me permitía acceder a más maná, pero por lo que Myre acababa de
explicar, parecía que el uso de Realmheart me permitía utilizar el maná de
forma mucho más eficiente.
—Hay una cosa que no entiendo del todo. Cuando usé la segunda fase la
última vez, sólo pude ver cuatro colores. ¿Por qué ahora puedo ver las
partículas púrpuras?
Myre reflexionó durante un momento.
—¿Tampoco puedes hablarme de esto? Parece que ninguno de los asuras
quiere que un ‘ser menor’ aprenda sus técnicas y secretos—suspiré,
decepcionada.
—Los asuras somos seres orgullosos. Incluso entre otros miembros de
nuestra raza, seguimos siendo reservados y codiciosos, especialmente el
clan Indrath.

Myre se rió, y luego me miró inquisitivamente.

252
—No diré que soy muy diferente a ellos, pero he vivido lo suficiente y he
experimentado demasiado como para preocuparme por esas frivolidades. Si
te conformas con una anciana como yo, estaré encantada de enseñarte un
par de cosas.

Sinceramente, no esperaba que llegara tan lejos como para ofrecerse a


enseñarme, pero no iba a correr riesgos. Inmediatamente asentí con la
cabeza antes de que pudiera cambiar de opinión.

—¡Bien! Ahora, las lecciones prácticas no serán posibles en tu estado


actual, pero creo que un enfoque más teórico podría ser bueno en cualquier
caso—dijo Myre, golpeando su barbilla con un dedo.

Comenzó a explicar los fundamentos del maná en sí y cómo afectaba al


mundo, o lo que ella denominaba "el reino físico". Gran parte de lo que dijo
eran cosas que yo ya sabía. Sin embargo, por la forma en que expresaba las
cosas, explicando todo de una manera tan fácil de digerir, era obvio que que
estaba mucho más informada que cualquiera de los profesores de la
Academia Xyrus.

Continuó aclarando que no era natural que los seres menores -o incluso
los asuras- manipularan el maná en bruto. Los magos con afinidad a un
determinado elemento lo tenían mucho más fácil para absorber el maná
atmosférico que coincidía con ese elemento. Sin embargo, al final, había que
absorberlo y refinarlo para poder utilizarlo.

Para alguien con el Realmheart Physique, un mago con afinidad al fuego


parecería estar absorbiendo sólo las partículas de maná rojo, pero una vez
completado el proceso de refinamiento, el maná aparecería blanco cuando

253
se utilizara por primera vez. Por ello, los hechizos de fortalecimiento del
cuerpo, que no requerían la absorción de un tipo específico de maná, podían
utilizarse independientemente de la afinidad del mago.

—Entonces, si al final el maná se vuelve blanco cuando se absorbe y se


refina, ¿por qué no es posible que utilicen diferentes elementos?—pregunté.

—Buena pregunta.

Myre parecía complacida por mi interrupción, más que molesta.

—Es imposible controlar el tipo específico de elemento que absorbe un


mago, por lo que es inevitable que éste tome de forma natural las partículas
de maná por las que su cuerpo se inclina más.

—Digamos que la afinidad de un mago es el agua. Durante el proceso de


refinamiento del maná crudo, la cantidad de elemento agua que su cuerpo
absorba será desproporcionadamente mayor que la de los otros elementos.
Así, aunque el resultado final sea un maná blanco purificado, mientras el
mago refinaba el maná elemental de agua que su cuerpo absorbía, el maná
crudo alteraba su cuerpo para que estuviera más predispuesto, y su mente
para que fuera más perspicaz con ese elemento en particular.

Debió de ser obvio que estaba confundido, porque empezó a explicarlo


con más detalle.

—¿Recuerdas cuando conjuraste tu primer hechizo a distancia? Ya fuera


un chorro de fuego o una esfera de viento, tuviste que concentrarte mucho
más de lo que estabas acostumbrado para que el hechizo se manifestara en
la forma adecuada, ¿verdad? Incluso a los niños asuras se les enseña a

254
cantar hechizos verbalmente para ayudarles a concentrarse y visualizar lo
que quieren. Sin embargo, después de pasar suficiente tiempo absorbiendo
y refinando un elemento específico, la necesidad de visualizar y cantar es
mucho menor, y viene más naturalmente.

—Volviendo al escenario del mago con afinidad al agua, ese mago tendría,
sin duda, que concentrarse en la forma, la proporción, la densidad e incluso
la velocidad de lanzamiento si tuviera que ejecutar una bola de fuego.

—Sin embargo, ese mismo mago no tendrá ningún problema para


levantar un chorro de agua, separarlo en múltiples orbes y lanzarlo para
bombardear a un enemigo con un simple movimiento de muñeca. ¿Por qué?

—Por la influencia que la absorción de la mayor parte del elemento agua


tuvo en el mago durante el proceso de refinamiento—respondí.

—¡Correcto! Después de estar expuesto a un elemento concreto durante


tanto tiempo, el mago sin duda ganaría en perspicacia durante su
meditación.

Myre siguió disertando sobre este tema, insistiendo mucho en que tanto
los asuras como los seres menores eran incapaces de manipular el maná
natural. Continuamos así durante horas en nuestra discusión sobre el maná
antes de que Myre finalmente sacara a relucir lo que más quería saber: el
éter.

En lugar de empezar por el principio, Myre preguntó:

—¿Puedes decirme qué sabes del éter?

255
Procedí a compartir lo poco que sabía sobre el éter y las veces que había
experimentado el fenómeno que producía el éter, cómo había sido capaz de
congelar el tiempo utilizando la primera fase de la voluntad de Sylvia y
cómo había entrenado utilizando el orbe de éter.

—El éter es fundamentalmente diferente del maná; esto está claro para
cualquiera. Ambas entidades conforman el mundo en el que vivimos, pero el
éter funciona de forma muy diferente al maná. Hasta qué punto, nadie tiene
una respuesta sólida. Algunos han especulado que el éter constituye los
bloques de construcción del mundo, mientras que el maná es lo que lo llena
de vida y sustento. Dicho de forma más sencilla, el éter sería el vaso, y el
maná el agua que lo llena.

Myre levantó un vaso, lleno hasta la mitad, para que lo viera.

—Es bastante fácil manipular el agua del interior sin maná, pero mucho
más difícil cambiar la forma de la copa sin romperla. Una analogía bastante
burda, lo sé.

La asura sonrió mientras empezaba a agitar lentamente la copa,


removiendo el agua de su interior.

Sacudiendo la cabeza, respondí:

—No, ayuda mucho.

—Bien. Bueno, a pesar de las muchas especulaciones y teorías, ni siquiera


el clan Indrath -alabado como el más hábil en la utilización del éter- tiene
una teoría sólida que justifique lo que son capaces de hacer. Lo que sí tenían,

256
que nadie más tenía, era la capacidad de detectar físicamente el éter
mediante el uso del Realmheart Physique.

Acercando el vaso a su cara, Myre mojó un dedo en el agua.

—Los del reino físico no pueden percibir el éter. Todos saben que hay
leyes que mantienen unido nuestro mundo, igual que este vaso mantiene el
agua. Sin embargo, les resulta imposible comprender los límites que existen
para mantener el orden en el mundo.

—Entonces las partículas púrpuras que vi cuando usé Realmheart...—dije,


interrumpiendo al final.

—Sí querido. Eso era éter.

Myre sonrió.

—Mediante el uso de Realmheart, eres capaz de ver el vaso de cristal


desde dentro de los límites de este mundo.

—Ahora, puedo seguir explicando la historia de cómo se ha estudiado el


éter, pero dudo que eso te sirva de algo. Sólo tienes que saber que posees
una habilidad por la que incluso los asuras matarían. Sin embargo,
sospecho que habrá ciertos límites, ya que tu cuerpo no es de la raza de los
dragones. Pero el verdadero poder de Realmheart radica en la capacidad de
obtener conocimientos mientras se está en la forma.

—Me di cuenta de que me vuelvo más fuerte cuando uso Realmheart. Al


principio, pensé que era una especie de aumento de poder que da la forma,
pero es más bien una gran mejora en el control—confirmé, con Myre
asintiendo como respuesta.

257
—Sí, especialmente para ti, como eres cuadra-elemental hay una gran
diferencia en la manipulación del maná usando Realmheart, pero dejemos
de lado el aspecto del maná por ahora. No quiero parecer parcial, pero el
control del maná es mucho más lineal que el éter. En el caso del maná,
cuanto mayor sea la capacidad de tu núcleo, más agua podrás manipular—
continuó, utilizando todavía la analogía del vaso de agua-.

—Tu perspicacia y tu aptitud mental determinan el número de formas en


que puedes manipular el agua de tu interior. Sin embargo, mediante la
manipulación del éter, podemos controlar el propio vaso. ¿Lo entiendes?

—¿Cómo se puede manipular el propio mundo?—presioné.

—Se ha convertido en costumbre decir 'manipular', pero en realidad, es


importante pensar en ello en lugar de influir en el éter. Y tú ya has probado
esto varias veces, querido. Windsom mencionó que eras capaz de detener el
tiempo por un breve momento.

Myre dejó la taza en el suelo y puso algo de distancia entre nosotros.

—¡Sí! De hecho, esa fue la primera habilidad que pude utilizar con la
voluntad de Sylvia—exclamé.

—El control sobre el tiempo ‘Aevum’, la autoridad sobre el espacio,


‘Spatium’ y la influencia sobre todos los componentes vivos, ‘Vivum’—recitó
Myre.

—Estos son los tres componentes que conforman el éter—continuó.

Era un conocimiento con el que tal vez no volvería a toparme, así que
absorbí con avidez cada palabra que el asura decía.

258
—Por muy poderoso, perspicaz o afortunado que sea un practicante, sólo
podrá dominar un camino. Algunos ancestros del clan Indrath pasaron toda
su vida tratando de obtener una visión de uno de los tres caminos, sólo para
darse cuenta de que no tenían la capacidad innata de dominarlo. Sin
embargo, con el tiempo, hemos descubierto una forma de que algunos
asuras disciernan dónde está su aptitud.

—¿Cómo?

Llegando al clímax de la historia yo ya estaba con una sed insaciable de


conocimiento.

—Las runas que aparecen en el cuerpo al usar Realmheart.

Myre cerró los ojos y se quedó en silencio.

Una fuerza palpable me empujó de repente sobre los hombros,


obligándome a bracear con los brazos para mantenerme sentado en la cama.
El aire se volvió espeso y pesado y miré a Myre con asombro.

La presión que ejercía no era ni violenta ni feroz como la de Kordri, pero,


en cuanto a su poder, era mucho más abrumadora. No confiaba en que
pudiera reunir la voluntad de luchar contra ella, eso estaba claro. Casi podía
ver cómo se transformaba en su forma de dragón.

Empezaron a aparecer runas doradas en su brazo desnudo, pero su


aspecto era muy diferente al mío. Mientras que mis runas parecían
complejas y detalladas, las suyas fluían como las ramas de un árbol élfico o
como corrientes de agua interconectadas que se entrelazan.

259
Myre finalmente abrió los ojos, que brillaban con un radiante color
lavanda.

—Las runas son diferentes para cada usuario de Realmheart, pero estas
marcas muestran que soy del camino Vivum. Por eso pude curarte.

Me vi incapaz de responder y me quedé mirando con asombro. Su


presencia era diferente a la mía cuando yo había utilizado ese profundo
poder. Las runas que recorrían su brazo eran mucho más brillantes y vívidas
en comparación con el apagado resplandor del mío, y sus ojos parecían ver a
través de mi carne y mis huesos hasta llegar a mi alma, mis entrañas se
retorcían cuando su gélida mirada me hacía sentir desnudo y expuesto.

La asura habló con suavidad, a pesar de su intimidante presencia.

—Ahora querido, activa tu Realmheart.

260
PORTADOR DE NOTICIAS SOMBRÍAS

119

Una sensación de frío indescriptible brotó de mi núcleo de maná cuando


activé Realmheart. La escarcha líquida corrió por mis venas, buscando
desesperadamente una forma de salir de mi cuerpo. Observé cómo las runas
doradas empezaban a formarse en mis brazos, brillando ardientemente
contra mi gélida piel mientras mi visión empezaba a acromatizarse.

—Antes sólo pude vislumbrar el aspecto de tus runas, pero es realmente


fascinante—murmuró Myre para sí misma mientras me estudiaba.

Mientras mi cuidadora inspeccionaba las marcas de mi cuerpo, cautivado


por lo que estaba experimentando, me quedé sentado e inmóvil. Era la
primera vez que daba un paso atrás para estudiar los cambios en mi
percepción mientras usaba Realmheart; ver cómo se movían las diferentes
partículas, como si cada una de ellas poseyera intelecto y tuviera un objetivo
en mente, me hizo comprender por qué la magia se describía más
exactamente como "manipulación del maná" en este mundo.

Probando una corazonada que tenía, hice aparecer una pequeña brasa en
la punta de mi dedo. Y, efectivamente, las partículas rojas que me rodeaban
empezaron a reaccionar cuando conjuré el fuego. A pesar de que había
utilizado el maná refinado de mi núcleo, las partículas que me rodeaban
reaccionaron de forma definitiva. Repetí esto, utilizando hechizos de

261
diferentes elementos para ver la respuesta en las partículas; en cada caso,
sólo las motas púrpuras permanecieron inalteradas.

—¿Nos estamos divirtiendo?

El asura también seguía en su forma Realmheart. Sus suaves ojos


púrpuras me miraban mientras las comisuras de sus labios se curvaban
hacia arriba con diversión.

—¿Cómo es que nunca me he dado cuenta de esto?—pregunté, más para


mí que para ella.

—Es comprensible que asumas que esta forma es algún tipo de poder en
lugar de un medio para observar y estudiar lo que normalmente no se puede
percibir". Terminó de examinar mi brazo y lo soltó, luego dio unos pasos
atrás. "No estoy seguro de cuánto tiempo podrás permanecer en esta forma,
pero hay algunas cosas que quiero que veas antes de liberar a Realmheart.

El asura levantó una mano delante de ella, atrayendo mi atención


mientras sus ojos se entrecerraban concentrados. De repente, las partículas
púrpuras que nos rodeaban y que se habían negado a acatar mi voluntad,
empezaron a moverse lentamente hacia Myre.

Cada pequeño destello de púrpura se movía de forma diferente a los


demás. Al parecer, el asura no estaba manipulando el maná, sino que estaba
dirigiendo una legión de pequeñas luciérnagas hacia su mano.

—Como he mencionado antes, el éter se comporta de forma


fundamentalmente diferente al maná. Si tratas de manipular el éter como lo
has hecho con el maná, sólo conseguirás el fracaso.

262
—Permíteme reiterar mi punto de vista con la analogía del vaso de agua,
ya que nos ha funcionado tan bien hasta ahora: Puedes beber, hacer
gárgaras y escupir agua siempre que sepas cómo hacerlo, pero serías un
tonto si intentaras lo mismo con la taza. El éter está presente a nuestro
alrededor, pero es la misma frontera que nos confina a ti y a mí a los límites
que tenemos.

Mientras hablaba, las partículas de éter empezaron a flotar alrededor de


la mano que ella sostenía, hasta que la envolvió por completo.

—Vivum, la influencia sobre todos los componentes vivos, es el poder que


utilicé para recomponer tus piernas destrozadas.

Activó algún tipo de hechizo, y pude ver la nube púrpura que rodeaba su
mano ahora que estaba en Realmheart. Sin embargo, cuando liberó su
influencia sobre el éter, las pequeñas partículas se dispersaron de vuelta a
su espacio original.

—Vi el éter reunirse en tu mano, pero ¿cómo se convierte en vivum?


¿Cómo ha curado mis piernas?

Un millón y más de preguntas pasaban por mi cabeza. Por un lado, era


realmente afortunado de poder presenciar este espectáculo, pero por otro
lado, verlo me llenaba de frustración por mi falta de comprensión.

—Después de saber que mi afinidad estaba en la rama de la vida, estudié


vivum durante siglos. Sin embargo, aun así, no estoy seguro de poder
explicarte lo que realmente deseas saber—confesó con solemnidad.

—Lo que puedo explicar con certeza es limitado.

263
—Quiero aprender.

La miré fijamente, decidido a captar lo que pudiera.

Sus ojos permanecieron solemnes, pero se formó una ligera sonrisa.

—Muy bien. Lo primero que debes saber es que no puedes absorber el


éter; sólo cambias su presencia e influencia en la realidad.

—¿Significa eso que no se necesita un núcleo para influir en el éter?

—El núcleo de un individuo es lo que conecta el cuerpo con el reino físico,


así que aunque el éter no se manipula directamente de la forma en que lo
hace el maná, el núcleo de maná es crucial—respondió.

Las palabras de Myre eran bastante sencillas, pero reflejaban una


sabiduría mucho más profunda que la mía.

—Te darás cuenta de tu camino cuando llegue el momento, pero como


aún estás en las primeras etapas de tu poder, es mejor no abrumarte con
conocimientos que aún no son necesarios—continuó, sonriéndome con
dulzura.

—Por ahora, sólo tienes que saber que, a partir de cierto momento, tu
cultivo ya no dependerá de tu habilidad memorística para refinar el maná,
sino de la adquisición de conocimientos que no se pueden transmitir.

Reflexioné sobre sus crípticas palabras. Me picaba el cerebro con


preguntas, pero sabía que no era el momento de hacerlas. Ella asintió
satisfecha mientras yo esperaba que continuara.

264
—No estoy segura de si esto es una mera coincidencia o el destino, pero
hay una razón por la que tienes la habilidad para utilizar el éter. ¿Puedes
adivinar cuál es?

—Pensé que era por la voluntad de Sylvia—respondí.

—En parte es por la voluntad de Sylvia que eres capaz de soportar la carga
del éter, pero no es la razón por la que eres capaz de manipularlo.

Sólo se me ocurrió otra respuesta.

—¿Es porque puedo manipular los cuatro elementos?

—¡Precisamente!—exclamó Myre.

—Fue la percepción de los cuatro elementos fundamentales lo que nos


permitió echar un vistazo más allá del agua y ser conscientes del vaso de
cristal en el que estamos metidos.

—¿La capacidad de influir el éter no significa que los dragones son mucho
más fuertes que las otras razas?—comenté.

Sacudiendo la cabeza, la asura aclaró.

—Ciertamente, tenemos una gran ventaja sobre las demás razas. Los
dragones tenemos la capacidad de controlar el éter, pero ¿hasta qué punto?
Incluso los dragones más poderosos sólo son capaces de arañar la superficie
de las ilimitadas posibilidades del éter. Sin embargo, las otras razas tienen
un conocimiento mucho más profundo del elemento al que están
predispuestos.

Había perdido la noción del tiempo mientras hablábamos, y ahora


empezaba a sentir que mis fuerzas me abandonaban por haber usado

265
Realmheart durante tanto tiempo. Al notar mi expresión tensa, Myre me
sugirió que retirara la habilidad.

El color comenzó a impregnar el mundo cuando liberé Realmheart; como


siempre, las runas fueron la última parte de la transformación en
desaparecer.

—Entonces, Myre, ¿pudiste decir para qué calidad de éter soy más
adecuada?—pregunté, dejando escapar un suspiro de alivio.

—Sí, pero antes de que te emociones demasiado, permíteme advertirte


que ni siquiera yo puedo predecir si serás capaz o no de controlar
conscientemente el éter como nosotros.

—Posees la capacidad de manipular los cuatro elementos y has obtenido


tanto la voluntad de un dragón como el Realmheart Physique, pero sigues
siendo un humano.

Su mensaje era duro, pero sus palabras no tenían ninguna pretensión ni


condescendencia.

—Ya veo—murmuré.

Habría mentido si hubiera dicho que no estaba decepcionado. En un


mundo donde los humanos convivíamos con otras razas más poderosas,
empezaba a ver que había un techo invisible para mi progreso, algo que
había ignorado en mi vida pasada.

—Como dije antes, no se puede comparar el éter con el maná. El éter


puede ser El éter puede ser considerado como un organismo, casi sensible,
que necesita ser engatusado y obligado a actuar. Por lo tanto, la

266
manipulación del éter supone una gran carga para el lanzador.
Probablemente has sentido esto cada vez que has usado la habilidad de
manipulación del tiempo.

—Tienes razón. Y no importa cuántas veces la haya usado, no se hace más


fácil—confesé, apoyándome en el cabecero de madera de mi cama.

—Y dudo que alguna vez lo sea. Querida, no sé por qué fuiste, aunque
brevemente, capaz de manipular el tiempo, pero nunca estuviste destinada
a seguir el camino del aevum.

Sacando una pluma y un pequeño pergamino del cajón de la mesita de


noche, comenzó a dibujar algunos símbolos.

—Arthur, fuiste capaz de aprovechar la manipulación del éter gracias a la


voluntad de Sylvia, pero imagino que no fuiste capaz de entender cómo
funciona.

—En términos de teoría, todavía no tengo ni idea—reconocí de mala gana.

El uso de la primera fase de la voluntad de Sylvia me había permitido


detener el tiempo durante un breve momento, pero cuando había utilizado
esa habilidad me parecía que simplemente estaba mirando un manuscrito
en un idioma extranjero: Podía ver su aspecto, pero no tenía ni idea de
cómo leerlo ni de lo que significaba.

—Esta es la razón.

Myre levantó el pequeño papel en el que había estado escribiendo,


revelando una serie de símbolos familiares.

267
—Al igual que Sylvia, estás destinada a controlar el tejido mismo de los
límites que mantienen el reino físico en su lugar. Eres del género spatium.

A pesar de la revelación, no estaba contento. En absoluto.

—Pero, como has dicho, a pesar de este conocimiento, todavía es posible


que no sea capaz de controlar conscientemente esta habilidad.

Myre me miró con solemnidad, pero no respondió.

—Por lo que me has contado hasta ahora, sólo pude utilizar la habilidad
de manipulación del tiempo porque estaba preincorporada en la voluntad
que Sylvia me impartió antes de ser asesinada.

Hacía lo posible por contener mi frustración, pero mi voz se hacía cada


vez más fuerte.

—Por favor, Myre. Dime lo que tengo que hacer…

—Hasta ahora, todo lo que sé sobre esta habilidad es que soy apto para
usarla, pero debido a las limitaciones físicas de mi especie, ¡no podré
soportar la carga!

El asura permaneció en silencio durante mucho tiempo, sin hacer nada


más que peinarme suavemente el pelo alborotado.

—Me das mucha pena niño. Tienes un potencial tan abrumador, pero tu
capacidad se ve obstaculizada por algo que no puedes controlar. La razón
por la que te he dicho todas estas cosas no es para burlarme de ti por algo
que nunca podrás lograr, sino para animarte a hacer algo más allá de lo
ordinario. Incluso cuando progreses en la etapa blanca y más allá, puede
que no seas capaz de controlar el éter como pueden hacer los dragones, pero

268
eso no significa que no tengas esa capacidad a tu disposición. El
conocimiento es una fuerza inconmensurable, y con él puedes encontrar un
camino más allá de los límites de tu nacimiento, algo que ni siquiera los
asuras ven todavía.

—Tienes razón… siento haber descargado mis frustraciones en ti. Sé que


sólo quieres lo mejor para mí—susurré.

—Sí hijo mío. Sólo lo que es mejor para ti—repitió ella.

Sin embargo, cuando levanté la vista hacia Myre, su rostro estaba


profundamente delineado con una expresión de tristeza.

—¿Qué pasa?

—Arthur, he roto muchas reglas al impartirte todo este conocimiento.


Estos conocimientos pueden ser utilizados contra la raza de los dragones si
caen en las manos equivocadas, así que créeme cuando te digo que
realmente quiero lo mejor para ti.

No podía entender por qué Myre había mostrado tanto interés por mí,
pero si algo había aprendido en mi vida anterior era a leer las intenciones de
quienes me rodeaban. El asura tenía buenas intenciones, a pesar de que
apenas nos conocíamos.

—Aunque el Realmheart no pueda ser utilizado en todo su potencial,


puede ser una ventaja para ti en las en las próximas batallas debido a sus
funciones sensoriales. Con Realmheart, tu habilidad para manipular los
cuatro elementos y tu notable destreza en el combate… realmente tendrás
muchas herramientas a tu disposición...

269
La voz de Myre La voz de Myre se interrumpió, llenándome de aprensión
por sus siguientes palabras.

—¿Pero?—pregunté.

Dejando escapar un profundo suspiro, se tomó un momento y me miró


fijamente a los ojos.

—Pero esta técnica de movimiento que has creado, la que te trajo a mi


casa en un estado tan horrible... no puede ser una de ellas.

Como si sus palabras no fueran ya lo suficientemente claras, habló una


vez más.

—No vuelvas a usar esa técnica.

270
OPORTUNIDADES DE APRENDER

120

Permanecí en silencio ante la extraña advertencia de Myre. Tuve el


presentimiento de que esto podría ser así después de acabar aquí, pero sus
palabras hicieron que mi situación fuera demasiado real.
Mi mente dio vueltas, tratando de encontrar una forma de refutar el
veredicto del asura. Sin embargo, no se me ocurrió nada.
Independientemente de la cantidad de maná que infundiera para
fortalecer mi cuerpo, lo que estaba haciendo con el Burst Step era estimular
directamente los músculos hasta tal punto que destrozaría mis huesos.
Siempre había pensado que este mundo ofrecía posibilidades ilimitadas,
con la magia en el epicentro de todo.
Pero ahora veía que, independientemente del lugar al que uno llegara,
siempre habría un techo que mantendría enjaulados a los que desearan
aventurarse en lo desconocido.
Suspiré, mirando el techo de madera que había sobre nosotros.
— Sé que has pasado mucho tiempo desarrollando este arte del maná, y es
una grosería por mi parte sonsacarte este secreto, pero ¿cómo funciona
exactamente tu técnica de movimiento?—preguntó Myre, con un brillo de
interés aparente en sus ojos verdes nebulosos.
Primero le conté cómo se me había ocurrido la idea de la habilidad. Myre
ya conocía los fundamentos del Mirage Walk, que el clan Thyestes diseñó,

271
así que eso me ahorró algo de tiempo. A continuación, le expliqué la
mecánica básica de cómo había mejorado el Mirage Walk desde su concepto
inicial.
En pocas palabras, Mirage Walk era una habilidad pasiva que se utilizaba
para ocultar la fluctuación de maná del usuario. Al recordar los meses que
pasé tratando de conseguir un manejo consistente del Burst Step, un dolor
me recorrió el pecho cuando finalmente me di cuenta de que todo ese
trabajo había sido en vano.
Fue la primera vez que desarrollaba un arte de maná que iba más allá de
los límites de este mundo, ya que sólo era posible con los conocimientos que
tenía de mi vida anterior. Pero no podía contarle eso. En cambio, le conté
cómo se me ocurrió la idea.
—Fascinante—dijo Myre, sumida en sus pensamientos.

—Utilizar los límites del cuerpo hasta tal punto... Nunca se me habría
ocurrido algo así. Al principio me sorprendió ver tu cuerpo en tal estado,
pero ahora, al escuchar cómo funcionaba esta técnica de movimiento, es
una maravilla que tus piernas no estuvieran permanentemente lisiadas—
continuó, todavía asombrada.

— Ahora no importa, ¿verdad? No puedo usar la habilidad sin destrozar


mi cuerpo y desgarrar mis músculos, así que tendré que pensar en alguna
otra forma de prepararme para esta guerra que se avecina—me encogí de
hombros, intentando que no se notara mi amargura.

—Siéntete libre de usarlo, Myre. Como agradecimiento por curar mis


piernas.

272
—Hijo mío, tengo que decir que tengo muy poca confianza en poder
replicar lo que me acabas de explicar. La gran cantidad de control y el
complicado ajuste que uno necesitaría para ejecutar este Burst Step
correctamente está más allá de mi alcance—confesó con una risa.

—Me he vuelto cómoda con la edad. Busque durante mucho tiempo los
misterios ocultos del vivum, hace tiempo que deje de lado los usos del mana.
Ten por seguro que tu habilidad secreta acabará conmigo.

—Gracias.

Pero sus palabras ofrecían poco consuelo, en mi actual dilema.

—Myre, me siento un poco somnoliento...

— Por supuesto querido—respondió inmediatamente el asura.

Lanzándome una última mirada compasiva, apagó las velas que


iluminaban la habitación y se marchó.

La cabaña se oscureció e inmediatamente mis ojos sólo pudieron


distinguir los delgados pilares de luz de luna que pasaban por el techo de
paja.

Las manchas, el polvo y las cenizas de los restos humeantes de la


chimenea danzaban en las corrientes de luz blanca y suave, llenando el
pequeño espacio con un ambiente seductor.

Decirle a Myre que quería dormir era una mentira. Dormir era lo último
que quería hacer.

Ya perdí bastante tiempo.

273
Cerré los ojos, analizando mi situación actual.

Mi avance hacia la etapa de núcleo de plata fue más que una agradable
sorpresa, ya que mi núcleo se refinó hasta la etapa de nivel medio. La
cantidad de maná que podía utilizar ahora gracias a este avance, junto con
la rotación de maná, era mucho más que antes.

Mis habilidades de combate cuerpo a cuerpo también habían dado un


gran salto gracias a Kordri; junto con mi dominio de la espada, me
colocarían fácilmente en la clase AA como aventurero incluso sin el uso de
la magia elemental.

Sin embargo, a pesar de todo esto, no tenía mucho que mostrar en cuanto
a la mejora de la magia o las artes del maná. Esperaba aprender un par de
cosas sobre cómo las asuras manipulaban el maná, pero hasta ahora no
había aprendido casi nada en ese ámbito. Las asuras me proporcionaron un
excelente entrenamiento en el mejor entorno posible para asegurarse de que
iba en la dirección correcta, pero no parecían dispuestos a compartir ningún
secreto sobre su fluidez en la manipulación del maná.

El Mirage Walk era la única técnica que conseguí aprender, y aunque era
un avance importante, tendría poco impacto en una batalla a gran escala.

La sensación de misterio y maravilla que sentía sobre la manipulación del


maná fue increíble, no tanto como en el éter, pero aun así. Dicathen es un
lugar de experiencias y posibilidades inimaginables en comparación con mi
mundo anterior, pero comparado con Epheotus o incluso Alacrya, mi
continente parecía un bebé en lo que respecta al conocimiento y la
comprensión del maná.

274
En Alacrya residían asuras reales y era seguro suponer que, a lo largo de
los años, habían compartido parte de sus conocimientos sobre el maná con
los habitantes.

Desde la perspectiva de un líder de guerra, si Agrona quería apoderarse


de Dicathen, necesitaba suficientes fuerzas no sólo para invadir con éxito
nuestro continente, sino también para proteger a su clan de los asuras de
Epheotus que, podía suponer con seguridad, estaban ansiosos por llegar.
Puedo suponer con seguridad que estaban esperando ansiosamente que los
Vritras mostraran algún signo de debilidad.

Pensé en la información que Cynthia Goodsky proporcionó al Consejo de


Dicathen y que Aldir había transmitido a los asuras.

Estaba seguro de que estaban tomando las medidas defensivas adecuadas,


pero hasta que no me informaran, tendría que preguntarme a ciegas sobre
las capacidades de las fuerzas enemigas.

Que pensamiento tan deprimente…

Mi mente se centró en las habilidades de los Cuatro Guadañas y sus


seguidores. El informe que Windsom transmitió afirmaba que un solo
retenedor era capaz de aniquilar a un equipo dirigido por un Lanza.

¿Seré capaz de matar a un retenedor con mi nivel de poder en este


momento?

No estaba muy seguro. Alea Triscan, la Lanza que fue asesinada, estaba en
la fase blanca. Aunque el desarrollo de su núcleo de maná se debió a los
artefactos otorgados a cada una de las Lanzas, todavía tenía una cantidad

275
considerable de poder para utilizar. Si podían matarla con tanta facilidad,
sabía que incluso con las habilidades que había aprovechado durante su
entrenamiento aquí no podía arriesgarse a subestimar a un retenedor.

El resto de la noche fue una mezcla indistinguible de vaga lucidez y de


momentos de sueño agitado. Antes de que me diera cuenta, la cabaña estaba
llena de la cálida luz del sol de la mañana.

Cogí el balde vacío que había junto a la cama y lo acerqué a mi regazo.


Utilicé el maná para recoger agua en las palmas de las manos y me salpiqué
la cara con la esperanza de despertarme.

La voz de Myre llegó desde el borde de la cabaña.

— ¿Supongo que has tenido una noche dura?

— ¿Se nota?—bromeé, sintiéndome refrescada por el agua fresca.

— Las sombras bajo tus ojos han llegado prácticamente a tu barbilla—dijo


con una risa mientras se acercaba.

Quitó la sábana que me cubría y empezó a desenvolver con cuidado las


vendas de mi pierna. Me inspeccionó detenidamente y vi que sus ojos
habían adquirido el mismo tono de lavanda que cuando usó Realmheart.

—Bien, los huesos de tus piernas se han asentado lo suficiente como para
que pueda tratarlos por completo ahora. Tuve que trabajar por etapas en
caso de que los huesos y los músculos decidieran empezar a curarse de
forma inadecuada.

Mientras hablaba, Myre pasó sus manos por mis piernas, dejando rastros
de niebla plateada. Poco a poco, la niebla empezó a penetrar en mi piel y a

276
hundirse en mis piernas, y luego unas finas volutas de fuego plateado
crepitaron a lo largo del tejido cicatricial.

Al principio, sólo sentí un ligero cosquilleo cuando mis piernas


empezaron a recuperar la sensibilidad. Sin embargo, no pasó mucho tiempo
hasta que ese leve cosquilleo se convirtió en un dolor insoportable que
parecía abrasar cada centímetro de mis piernas. Si no hubiera sabido que
Myre me estaba curando las piernas, habría tenido la tentación de
cortármelas allí mismo. Luchaba contra las ganas de orinar, lo que añadía
otra capa de incomodidad a las oleadas de dolor creciente.

No sentía que mis piernas estuvieran siendo curadas. Por el contrario,


parecía que el asura me estaba haciendo crecer un par de piernas nuevas de
la forma más dolorosa posible.

Dejé escapar un grito ahogado mientras arañaba la cama con la esperanza


de distraerme del dolor.

—Debería haberte advertido sobre el dolor.

Hizo una pausa.

—Básicamente, estoy obligando a tu cuerpo a curarse a sí mismo a un


ritmo hiperinflado. Los tendones y los músculos desgarrados están
intentando volver a unirse a los huesos, y por eso te sientes así.

El asura mantuvo su atención en mis piernas mientras se formaban gotas


de sudor sobre sus finas cejas.

Pasaron unos diez minutos antes de que el dolor empezara a remitir


lentamente. Al final del tratamiento, flexionaba con cautela los dedos de los

277
pies. Con el consentimiento de Myre, llevé las piernas al borde de la cama,
apoyando con cuidado primero un pie y luego el otro antes de intentar
ponerme de pie.

Mis piernas se doblaron inmediatamente bajo mi peso y caí de lado.

—Ten cuidado. Tus piernas están completamente curadas, pero has


perdido mucha musculatura en la parte inferior del cuerpo. Vas a estar más
débil de lo que crees—dijo Myre de manera uniforme.

—Al menos, no hay dolor ni molestias—respondí.

Mi emoción alejó momentáneamente bajo el oscuro manto de la


conversación de la noche anterior. Mis piernas se sentían más débiles, pero
eso sólo sería temporal. Tenía todo el control.

—Esto no cambia el hecho de que ya no puedas usar el Paso de Ráfaga.


Me resultaría más difícil curarlas cada vez, y no podré curarte en absoluto
cuando vuelvas a Dicathen.

—Lo entiendo.

Una vez más intenté la sencilla tarea de ponerme de pie; esta vez pude
mantenerme derecho, aunque me temblaban las piernas. Después de una
hora más o menos de andar cojeando por el interior de la casa, apoyándome
en los muebles y las paredes como soporte, supe lo que tenía que hacer.

Salí a la parte trasera de la casa para hacer mis necesidades, y luego pasé
unos minutos estirándome fuera, respirando el aire fresco de la mañana,
que olía a rocío.

He pensado en lo que dijiste ayer, querido—dijo Myre desde el porche.

278
—Sobre tu incapacidad para actuar con la información que compartí
contigo.

Sacudiendo la cabeza, respondí:

—Lo siento Myre, lo dije por frustración. Me contaste cosas que nunca
podría aprender en otro lugar. Me di cuenta de lo atrasado que está
Dicathen en lo que respecta al conocimiento del maná.

—Los habitantes de Dicathen han avanzado mucho, teniendo en cuenta el


poco tiempo que ha pasado desde que empezaron a experimentar con el
maná a través de los artefactos que les dimos.

Saliendo de la cabaña, me hizo un gesto para que la siguiera, dirigiéndose


hacia un césped perfectamente cuidado y recortado.

—Incluso yo estoy limitada en lo que se me permite revelar, pero como


este es un conocimiento que ya tienes, puedo darte un pequeño empujón en
la dirección correcta—dijo, parándose a unos metros de mí.

—No entiendo—respondí, mirando a nuestro alrededor.

No había nada cerca, excepto los densos grupos de árboles que se alzaban
sobre nosotros, haciendo que la casa de campo y el recortado césped
delantero parecieran muy fuera de lugar.

—No te preocupes. Ya le he dicho a Windsom que te voy a pedir prestado


un poco más de tiempo.

El aire cambió a nuestro alrededor cuando Myre activó su Realmheart.


Las runas doradas brillaron suavemente bajo sus mangas, y sus ojos verdes
nebulosos cambiaron a un radiante color lavanda.

279
—Ahora, muchacho, considera todos los hechizos mágicos que conozcas y,
usando la combinación que quieras, golpéame con todo lo que tengas.

Miré a Myre, de pie, frágil y delgada en el campo de hierba, y dudé en


seguir su orden. Sin embargo, de la asura de aspecto delicado brotó una
presión espantosa que anuló cualquier preocupación que tuviera por herirla.
Me sentí más bien como si fuera yo quien estuviera en peligro si no cumplía
sus instrucciones.

—Muy bien.

Reuní maná en mis manos, pero antes de que pudiera empezar a formar
el hechizo que pretendía conjurar, sonó la voz de Myre.

—En la palma de la mano derecha, prepara una esfera de agua


comprimida, mientras que la izquierda disparará una pequeña ráfaga de
viento. Niño, te he dicho que me golpees con todo lo que tengas.

Tiene toda la razón.

Ignorando sus burlas, disparé mis dos hechizos e inmediatamente me


concentré en la zona bajo sus pies.

—Piensas romper el suelo debajo de mí, lo cual es una idea inteligente,


pero preferiría que no arruinaras la hierba—dijo ella mientras esquivaba
casualmente mis hechizos de viento y agua.

Myre pisó suavemente el suelo, antes de que mi hechizo pudiera surtir


efecto, ella ya lo había anulado.

Me quedé con la boca abierta por un momento antes de recuperar la


compostura. Mi mente regresó al día de ayer, ella me explicó que

280
Realmheart podía usarse para aumentar la percepción, pero nunca esperé
que lo hiciera en ese grado.

—Como ya he dicho, es una habilidad que ya tienes—se rió, dándose un


golpecito en la sien.

—Simplemente te estoy dando un empujón en la dirección correcta.

281
EL ÚLTIMO MENTOR

121

—No te fijaste en el hechizo que había detrás de ti, querida—reprendió


Myre.
—La interpretación adecuada de la fluctuación del maná comienza con la
percepción de los hechizos justo cuando afectan al reino físico. Después se
utiliza el Realmheart para determinar con precisión la forma que adoptarán.
Incluso si tu oponente elige vocalizar su hechizo, es lo que está imaginando
lo que realmente afectará al tamaño, la forma y la duración de ese hechizo.
Algunos magos utilizan una proyección vocal como una finta para engañar a
su oponente.
Pude entender sus consejos, pero cada vez me resultaba más difícil
mantenerme consciente, estaba perdiendo mucha sangre por la herida
abierta en el hombro. El asura continuó informándome sobre el error que
me había provocado la herida mientras me curaba con éter.
No era la primera vez que me ocurría algo así desde que empecé mi
entrenamiento, ni siquiera la séptima. Ya había fracasado numerosas veces
en analizar adecuadamente el flujo de maná antes de que se materializara
en un hechizo, lo que me noté en la curación de Myre, mediante el uso del
éter, es que era fundamentalmente diferente a los hechizos de curación de
mi madre.

282
Los límites que se aplicaban a mi madre o a cualquier otro mago sanador
no existían para Myre. Era capaz de curar dolencias, cerrar agujeros, incluso
regenerar miembros perdidos, lo que me hizo preguntarme:
¿Por qué Myre no me había cortado las piernas y me había hecho crecer
unas nuevas?
Por lo que me había explicado, parecía que usar el éter más allá de un
cierto umbral tenía un coste. No ocurría con todos los hechizos que utilizaba,
ni siquiera con la mayoría. Sin embargo, utilizar el éter para hacer crecer
una extremidad nueva significaba que tenía que extraer el éter que sostenía
la vida de algo, o de alguien, más.
—Sé lo que piensas cuando te enfrentas a los hechizos, niño.
La voz del asura me hizo volver a centrarme.
—No te apresures y trata de contrarrestar el hechizo antes de que se
manifieste. Me llevó décadas conseguirlo, y eso se consideraba rápido entre
nosotros, los dragones.
—Ahora, ¿porque no damos por terminada la noche?
Miré al cielo.
Una fina capa de color naranja en el horizonte era todo lo que quedaba
del sol mientras la noche se imponía.
—Me parece bien—dije con una sonrisa, arrastrándome detrás de ella
hacia la pequeña cabaña.

Era sorprendente lo rápido que habían pasado las semanas, gracias al


interminable entrenamiento y a la compañía de la anciana asura. Sin

283
embargo, una cosa había quedado clara durante estas últimas semanas de
entrenamiento con Myre:

La personalidad sumisa y dulce que evidentemente fingía el asura


mientras me cuidaba era una mentira.

Era una compañía agradable, pero su verdadera personalidad quedaba al


descubierto en el campo de entrenamiento, era una entidad demoníaca que
hacía que incluso el entrenamiento de Kordri pareciera una sesión de niños.

Lo peor de todo es que, debido a su habilidad para curar a través del éter,
había poco que la retuviera. Tenía un refrán favorito y lo repetía con tanta
frecuencia que me perseguía en mis sueños:

—El mejor tratamiento para una lesión es evitar que se produzca en


primer lugar. Así que si no quieres que te haga daño, evítalo.

Decía eso cada vez con la misma sonrisa burlona justo antes de golpearme
con una colorida serie de hechizos, que me obligaba a leer y esquivar usando
Realmheart.

Sin embargo, no se trataba sólo de un entrenamiento teórico; ella me


enseñaba a qué debía prestar atención cuando un hechizo estaba a punto de
manifestarse.

Dependiendo del tipo de hechizo que se formara, las partículas de maná


empezaban a fluctuar de forma diferente, por lo que era crucial saber qué
era exactamente lo que estaba viendo en la breve ventana. No hace falta
decir que era muy parecido a aprender un nuevo idioma, salvo que tu vida
dependía de ello.

284
Al principio fue frustrante, hasta el punto de que incluso le pregunté si
podía pedirle a Windsom el orbe de éter para conservar el tiempo, pero ella
rechazó la idea; algo relacionado con que el orbe de éter no me permitía
tener una idea exacta de cómo funcionaba el maná en el reino físico.

Sin embargo, para sorpresa de Myre, fui capaz de progresar a pasos


agigantados en lo que denominé interpretación del maná. Según Myre, logré
en poco menos de un mes lo que a ella le había llevado medio año. No
estaba ni mucho menos preparada para usarlo en una batalla real, pero los
fundamentos estaban ahí. Al igual que con la lectura de un libro, aprendí las
palabras, pero la lectura rápida me llevaría meses, tal vez años.

285
.............

Seis semanas después…

Todas las mañanas comenzaban con un análisis de maná mientras Myre


lanzaba diferentes hechizos de distintos elementos al aire, y a veces
directamente hacia mí.

El uso continuado de Realmheart mientras entrenaba de este modo me


había permitido aumentar la duración de la habilidad, pero no mucho.

Por la tarde, me informaba de los errores que había cometido y me


indicaba los matices que debía tener en cuenta para predecir mejor en qué
podría convertirse el hechizo. Myre era meticulosa en sus explicaciones
acerca de por qué el maná se comportaba de la manera en que lo hacía, lo
que ayudaba al progreso de mi entrenamiento.

Después de eso, entrenaba por mi cuenta, repasando las diferentes formas


que Kordri me había inculcado mientras espiaba la sombra. Por la noche,
antes de irme a dormir, siempre me aseguraba de entrenar mi núcleo de
maná, pero después del último gran avance que había hecho, no había
habido ningún cambio drástico en mi núcleo.

Una noche, mientras los dos terminábamos de comer nuestra sencilla


cena de carne guisada, sonó un claro golpe en la puerta de madera.

286
— "Adelante", llamó Myre, dando un cuidadoso sorbo a su taza.

— "Disculpe mi intromisión", respondió la voz familiar al abrirse la puerta.

Era Windsom.

No podía decir que me alegrara de verlo, a pesar de que no había tenido


ningún contacto con el asura desde hacía meses. El asura, siempre tan
apuesto, con el pelo rubio platino cortado y recortado, se arrodilló
inesperadamente, haciendo una genuflexión 12 hacia Myre con evidente
respeto.

Había deducido que Myre tenía un cierto nivel de influencia dentro del
clan Indrath, dado sus poderes y el hecho de que fue capaz de mantenerme
con ella a pesar de que se suponía que estaba entrenando con Windsom. Sin
embargo, esta muestra de respeto a la anciana asura me planteó algunas
preguntas.

—Pido disculpas por venir sin avisar, pero Lord Indrath ya ha organizado
el próximo instructor de Arthur, y está esperando con bastante impaciencia
a su alumno.

Windsom bajó la mirada mientras hablaba.

—Muy bien. Deseo vigilar al niño, así que no habrá problema si me asomo
de vez en cuando, ¿correcto?

No era tanto una pregunta como una declaración irrefutable.

—Por supuesto que no. Ahora, debemos ponernos en marcha.

12Acción de doblar una rodilla, o ambas, hacia el suelo, generalmente en señal de reverencia, sumisión o
adoración.

287
La mirada de Windsom se dirigió a mí, indicando que debía prepararme.

—Si nos disculpan...

—Antes de irte Arthur. Recuerda seguir tu entrenamiento con Realmheart.

Myre me pasó los dedos por el pelo, que había crecido lo suficiente como
para considerarse una melena.

—Por supuesto. Lo tendré dominado para la próxima vez que nos


veamos—bromeé, dedicándole una sonrisa infantil.

Seguí a Windsom fuera de la cabaña y nos abrimos paso a través del


denso grupo de árboles que rodeaban la pequeña cabaña de Myre. Windsom
me miró con curiosidad mientras caminábamos.

—¿Pasa algo malo?—pregunté, pasando por encima de una raíz expuesta.

—Para que Lady Myre se tome el tiempo no sólo de curarte, sino también
de entrenarte... —Su voz se apagó y negó con la cabeza.

—Tu suerte sigue me sorprende.

Me agaché bajo una rama baja.

—¿Quién es exactamente Myre, por cierto?

—Lady Myre—subrayó Windsom—Y no estoy en condiciones de decírtelo


si ella misma no te lo ha dicho.

—Sabes, cuando te conocí, me pareció que estabas bastante arriba. Ahora,


no tanto—me reí mientras seguíamos adentrándonos en el bosque.

288
—Cuida tu lengua, humano. Aunque estuviera entre el rango más bajo de
los asuras, seguiría siendo más fuerte que cualquiera de ustedes, las razas
menores de Dicathen—replicó Windsom.

—Es culpa mía. Supongo que he dado en el clavo.

Levanté una mano en señal de concesión. Windsom se limitó a sacudir la


cabeza en señal de exasperación.

Pronto llegamos a la puerta de teletransporte que había colocado, que


brillaba con una luz radiante, reflejando el destino al que se dirigía.

—Recuérdame otra vez por qué pusiste la puerta tan lejos de la cabaña—
pregunté, acercándome a ella.

—El campo de protección de Lady Myre termina aquí—dijo simplemente


mientras su pie derecho entraba en el círculo luminoso.

—Ahora ven. Tu instructor no es de los que esperan.

El cuerpo de Windsom desapareció a través de la puerta, y yo le seguí


inmediatamente. Afortunadamente y con el paso de los años, me había
acostumbrado a la sensación de vértigo de viajar por las puertas.

Salí del círculo de teletransporte al suelo cubierto de arena y contemplé


con asombro el paisaje tan diferente al que habíamos viajado. Estábamos en
el fondo de lo que parecía ser un enorme cráter; se alzaban sobre nosotros y
por todos lados imponentes paredes talladas por la naturaleza. Parecía que
el agua había llenado este gigantesco agujero en algún momento, pero los
únicos rastros que quedaban ahora eran las fisuras plateadas en forma de
cinta que bordeaban las paredes a distintas alturas.

289
La vida vegetal parecía inexistente y el aire seco me picaba en la cara. El
suelo montañoso se extendía a lo largo de varias hectáreas y parecía estar en
constante movimiento, ya que el viento soplaba y hacía girar la arena sin un
ritmo o patrón particular.

—¿Así que mi próxima sesión de entrenamiento será aquí?—confirmé,


con la voz temblorosa ante la idea de pasar semanas o incluso meses aquí.

Como siempre me había teletransportado de un campo de entrenamiento


a otro, no tenía una idea clara del tamaño o la forma del continente de
Epheotus. Si hubiera llegado aquí en mejores circunstancias, habría querido
explorar la tierra de los asuras.

—Has pasado este último medio año entrenando principalmente en el


combate cuerpo a cuerpo aumentado, perfeccionando varias habilidades en
los aspectos clave necesarios para luchar en una guerra. Ahora, empezarás a
encajar todo en un estilo cohesivo que utilice tu magia elemental y tus
habilidades de combate cuerpo a cuerpo.

Windsom parecía estar buscando algo, sus ojos examinaban la distancia


mientras hablaba.

—¿Y qué instructor me ayudará a hacerlo?

Yo también inspeccioné la zona que nos rodeaba.

—Ah, está aquí—anunció Windsom, ignorando mi pregunta.

—¿Así que este es él? ¿Este es el niño que se supone que es el héroe que
llevara a Dicathen a la victoria contra los ejércitos de Vritra y sus asquerosos
pequeños Lessuranos?

290
Una voz grave reverberó claramente desde lo alto del desfiladero.

Quise preguntar qué significaba Lessuranos, pero me mordí la lengua.


Supuse que era un insulto degradante para los que no eran asuras.

Qué encantador.

Había una figura del tamaño de un insecto de pie en la cima del borde del
cráter, silueteada contra el sol que brillaba a su espalda. Entonces saltó
hacia abajo, haciéndose más grande mientras descendía como un meteorito
hacia nosotros.

Cuando aterrizó, Windsom y yo nos protegimos de la explosión de arena y


escombros que se produjo. Mientras esperábamos a que la nube de polvo se
despejara, una gran mano salió disparada del interior de la nube y me
levantó del suelo. Luché, incluso utilizando maná, pero el agarre de la mano
gigante alrededor de mi cintura se negó a ceder. Mientras me arrastraba
hacia la nube de escombros, resonó una voz firme y profunda que me
sacudió hasta el fondo.

—Hola cachorro.

291
WREN KAIN IV

122

En ninguna de mis vidas había visto una bestia como ésta. La criatura que
me había agarrado parecía estar hecha completamente de piedra pulida. En
lugar de ojos, dos cavidades huecas irradiaban un brillo pálido y me
estudiaban con inteligencia.
Con una mandíbula sobresaliente que me recordaba a la de un simio, la
bestia soltó un profundo estruendo que hizo temblar los propios órganos de
mi cuerpo. A juzgar por la altura a la que me tenía agarrado, medía
fácilmente más de cinco metros. Sin embargo, a pesar de la situación en la
que me encontraba y de la aterradora presencia que emitía mi captor, no
pude evitar mirar con asombro lo que contemplaba.
No había ningún defecto en la piel de piedra de la bestia. Era como si la
tierra hubiera pulido minuciosamente a este monstruo durante millones de
años, borrando cualquier defecto que pudiera tener. La piedra brillante que
formaba el cuerpo de la gigantesca bestia simiesca brillaba como el océano
bajo el sol de la tarde, envolviéndolo en un aura casi sagrada a pesar de su
forma grotesca.
De repente, empezaron a aparecer grietas en el cuerpo de la bestia, que se
astillaban en infinitas ramas mientras la misma luz pálida de sus ojos
brillaba a través de las delgadas fisuras.

292
La gigantesca mano que me envolvía se aflojó al tiempo que se
desmoronaba en fina arena, al igual que el resto del cuerpo de la bestia. Caí
de pie mientras veía cómo la figura de piedra se convertía en un montón de
arena que se extendía lentamente por el suelo.
En los restos del gólem artísticamente conjurado se encontraba un
hombre delgado y de aspecto frágil vestido con una raída bata blanca.
—Tsk, supongo que eso no te ha asustado, sólo te ha sorprendido en el
mejor de los casos—murmuró, chasqueando la lengua con fastidio.
—Arthur, me gustaría que conocieras a Wren. Va a ser tu instructor
durante un tiempo, así que llévate bien con él.
Hubo un brillo de diversión en los ojos de Windsom al decir esto.
De todos los asuras con los que me había cruzado, Wren era, con
diferencia, el más mediocre. Debajo de su abrigo sobredimensionado, tenía
la estructura corporal de un encerrado desnutrido, fuertemente encorvado.

Me miraba fijamente, y las profundas bolsas que caían bajo sus ojos
semicerrados eran casi tan oscuras como el grasiento pelo negro,
obviamente dejado sin lavar durante días, que caía sobre su cara como algas
mojadas. Junto con la barba incipiente que le cubría la barbilla y las mejillas,
daba la imagen de un hombre que sería despreciado hasta por el más sucio
de los vagabundos.

Sin embargo, sabía que no debía juzgar a un hombre, y mucho menos a


un asura, por su aspecto exterior.

Rayos, yo mismo no me había duchado ni cortado el pelo en meses, no


tengo derecho a decir nada.

293
Agachando la cabeza, me presenté formalmente a mi nuevo instructor.

—Encantado de conocerle. Me llamo Arthur Leywin. Estaré a su cargo.

El asura desplazó su mirada, ignorándome.

—Windsom, ¿qué consecuencias tiene la sociedad humana para quien


llega tarde?

—¿Perdón? ¿Consecuencias?—pregunté.

—¿Un dedo de la mano o del pie cortado, quizás? No, eso parece un poco
severo. El encarcelamiento o el aislamiento social parecen más apropiados—
murmuró el asura encorvado mientras se frotaba la barbilla llena de
barritos.

—¿De qué estás hablando? Esas son consecuencias ridículas por llegar un
poco tarde—espeté incrédulo.

—¿Qué? El asura parecía realmente sorprendido.

—¿Ninguna en absoluto? ¿No se toman medidas punitivas de ningún tipo


por ese comportamiento?

—Está mal visto, pero no, los humanos generalmente no se enfrentan a


cargos formales por llegar tarde—intervino Windsom.

—Qué extraño. Para una raza con una vida tan minúscula, imaginaba que
daban más importancia al tiempo que a cualquier otra cosa. Qué raza tan
atrasada son los humanos—murmuró.

294
A pesar de sus groseras palabras, había algo de verdad en ellas. Tuve que
reprimir una carcajada ante la aparente ironía de nosotros, las "razas
inferiores".

Mientras el asura, delgado y de aspecto desaliñado, seguía tomando notas


mentales, lancé una mirada interrogativa a Windsom.

—Independientemente de mi ignorancia respecto a los misterios sociales


de la conducta humana, deberíamos pasar a la razón por la que estás aquí y
por la que he venido a este cráter olvidado por los dioses en la punta de una
montaña.

Agitando una mano como si quisiera dispersar sus pensamientos de


distracción, el asura se acercó a mí.

—¿Arthur, no? —preguntó mi nuevo instructor.

—Sí, señor.

—Quiero que te desnudes.

La mirada del asura era implacable mientras golpeaba su pie con


impaciencia.

—Por supuesto que sí—murmuré en voz baja.

—¿Qué ha sido eso?—espetó.

—Nada. Nada.

Con un suspiro, me desnudé hasta la ropa interior.

—¿Esto es suficiente o quieres estudiar también las joyas de mi familia?

295
—El supuesto salvador de los seres inferiores tiene una gran boca—
respondió Wren con sorna.

Comenzó a rodearme, pinchándome con el dedo de vez en cuando.


Cuando vio la pluma blanca que Sylvia me había dejado enrollada en el
brazo, me la quitó.

—¡Eh!—exclamé.

—Pluma de dragón. Un material de artesanía demasiado raro para


desperdiciarlo como calentador de brazos, ¿no crees? —dijo el frágil asura.

—¿Material de artesanía?—repetí, curioso.

—Las plumas de nuestras alas son un tipo particular de escamas con


muchas propiedades únicas. Desde el día en que nacemos, nunca nos
desprendemos de las plumas de las alas, por lo que el hecho de que un
dragón regale deliberadamente sus plumas a alguien significa confianza y
afecto—respondió Windsom.

Wren me devolvió la pluma.

—No lo sabía—respondí, mirando la larga pluma blanca.

Se sentía sedosa entre mis dedos.

—¿Por qué Myre no me habló de esto?.

Me volví hacia Windsom.

—Debió de tener sus razones—respondió el asura con displicencia.

Wren reanudó su inspección, colocando de vez en cuando un dedo o dos


sobre las principales arterias de mi cuerpo y contando para sí mismo.

296
—Extiende los brazos—ordenó de repente Wren.

Hice lo que me dijo, esperando que seguir sus órdenes acelerara el


proceso. Intenté distraerme con el hecho divertido y ligeramente
embarazoso de estar casi completamente desnudo en medio de un cráter
viejo con dos asuras examinándome.

El asura encorvado siguió estudiándome, murmurando números al azar


para sí mismo. El sol de la tarde me cocinaba la piel mientras me
inspeccionaba como un ratón de laboratorio, hasta que Wren volvió a hablar.

—Empezaremos lanzando un hechizo básico de todos los elementos que


puedas conjurar. Usa sólo tu mano derecha para lanzar el hechizo.

El asura colocó su palma en mi plexo solar y me agarró la muñeca derecha.

—¡Comienza!

Disparé una serie de hechizos sencillos sin ningún orden concreto: fuego,
agua, hielo, rayo, viento y luego tierra. Cuando terminé, Wren volvió a
murmurar para sí mismo.

Seguimos probando con hechizos cada vez más complejos. Wren me dio
instrucciones sobre la forma precisa en que quería que conjurara el hechizo,
hasta el diámetro del pilar de piedra que debía erigir desde el suelo.

Windsom me observó en silencio durante todo el proceso, sin pronunciar


una sola palabra a menos que se lo pidiera. Cualquier incomodidad o
vergüenza que hubiera sentido durante el comienzo de este análisis en
profundidad había desaparecido cuando cayó el sol.

297
—Las mediciones y los cálculos básicos están terminados—anunció Wren
con un gemido mientras estiraba la espalda y el cuello.

—Pasamos al uso eficaz de las artes del maná en la batalla.

De repente, se dio la vuelta y me señaló con un dedo largo y pálido.

—¡Chico! Dispara un hechizo por ahí. Rápido.

La voz del asura crujió como un látigo mientras su dedo se movía,


señalando un pequeño gólem de tierra que acababa de conjurar a unos
veinte metros de distancia.

Sin dudarlo, me giré hacia el gólem como me había ordenado. Reuniendo


maná en la palma de la mano, lo manifesté en un rayo de electricidad y lo
disparé contra el objetivo. El gólem ficticio se hizo añicos con el impacto,
convirtiéndose en un pequeño montón de rocas.

Sin mostrar ningún cambio en su expresión, el asura de rostro pálido giró


su cuerpo en otra dirección y volvió a apuntar, erigiendo otro gólem a unos
treinta metros de distancia.

—¡Otra vez!

Conjuré otro hechizo en la palma de la mano, pero cuando me preparaba


para dispararlo, un fuerte golpe me golpeó en la parte posterior de la pierna
izquierda, haciéndome caer de rodillas. El hechizo que había manifestado
salió disparado de la palma de la mano hacia el cielo, sin que el gólem
saliera por completo.

Detrás de mí había otro gólem que Wren había erigido, con los brazos
cruzados. En la cabeza sin rostro del gólem se dibujó una sonrisa arrogante.

298
Mientras tanto, mi instructor miraba fijamente el rayo de fuego mientras
surcaba el cielo y se despedía de él con la mano.

—¡Has fallado!—jadeó fingiendo sorpresa, con los ojos semicerrados.

—Así que eres una de esas personas—maldije en voz baja.

Puse la palma de la mano sobre el gólem y me concentré; al cabo de unos


instantes, brilló con un color rojo intenso y luego se desmoronó en restos de
ceniza.

—Otra vez—repetí con los dientes apretados, poniéndome de nuevo en pie.

—Un duro—silbó, sacando un pequeño cuaderno y un bolígrafo de su


abrigo y garabateando algo.

Wren me pareció un raro desde el principio. Me recordaba mucho a


Gideon, pero ahora sabía que estaba en un nivel diferente de rareza que el
viejo científico de Dicathen.

—Mira, has estado haciéndome hacer tareas vergonzosas todo el día. Me


parece bien, pero ayudaría más si supiera realmente lo que estás tratando
de averiguar con todas tus mediciones y notas—señalé.

—Dudo que seas capaz de comprender lo que te digo.

Wren negó con la cabeza, agitando una mano despectiva hacia mí.

—Pruébame—le reté.

Me explicó que había estado haciendo cálculos y especulaciones


basándose en los milisegundos que tardaba el maná en moverse dentro de

299
mi cuerpo antes de manifestarse. Si ignoraba el tono arrogante que utilizó
durante toda su explicación, sus ideas eran brillantes.

—Sin embargo, aún hay muchas cosas que no has medido—le dije.

—Tenemos que tener en cuenta el entorno en el que nos encontramos


ahora. Me encuentro más cómodo usando hechizos elementales de fuego y
agua, pero el maná de afinidad con el agua es escaso en esta zona.

—Por supuesto que he tenido en cuenta todo eso. ¿Cuánto tiempo crees
que llevo haciendo esto?

Sin embargo, la mirada condescendiente de Wren se alteró al mirarme


con curiosidad.

—¿Cuántos años dijiste que tenías?

Calculé en mi cabeza cuánto tiempo había pasado desde que llegué aquí.

—Casi quince ahora—respondí.

—Supongo que no eres tan estúpido—dijo Wren encogiéndose de


hombros.

Conocía al asura desde hacía menos de un día, y ya sabía que aquello era
el mayor cumplido que iba a recibir de él.

—¿Y qué es lo siguiente?

—Más pruebas. Seguiremos con un análisis de manipulación de maná de


largo alcance—respondió Wren, mirando a su alrededor.

El cráter estaba en penumbra, y sólo la luz de la luna brillaba sobre


nuestras cabezas.

300
De repente, el suelo tembló bajo nosotros. En el borde del cráter, a
nuestra derecha, aparecieron más gólems. Incluso desde aquí, pude
distinguir cientos de criaturas de piedra de tamaño humano que se
acercaban a nosotros.

Los gólems, muy parecidos al gigante que había aparecido primero,


brillaban a la luz de la luna mientras marchaban en nuestra dirección.

—¿Cuántos golems puedes conjurar a la vez?—pregunté con asombro.

—Depende de la complejidad del gólem. De esos tipos puedo hacer unos


cuantos miles o más. Ahora, ¡a luchar!

Wren señaló a los gólems, indicándome que los hiciera explotar.

Cuando el ejército de gólems se acercó, activé el Realmheart. Sentí que


mis labios se curvaban en una sonrisa ante la sensación casi adictiva que
llenaba mi cuerpo: mis sentidos se integraban con el maná del mundo.

Desencadené todo mi arsenal y lancé una lluvia de hechizos mientras


Wren me examinaba.

Estos gólems eran mucho más resistentes que un gólem normal, pero en
menos de una hora había conseguido destruir los pocos cientos que Wren
había conjurado. Controlé mi respiración mientras mi pecho seguía
agitándose. Estaba cansado, pero destruir unos cientos de gólems era el
truco para aliviar parte de mi estrés.

—Es como has dicho, Windsom. Qué niño tan peculiar es, tener
Realmheart, así como un control decente sobre los elementos a su edad... Es
un excelente sujeto de pruebas.

301
Por primera vez, el rostro de Wren se contorsionó en algo parecido a una
sonrisa.

—¿Qué es lo siguiente?—pregunté, dejando escapar un profundo y


satisfecho aliento.

—¿Nos estamos divirtiendo? Empezará a ser menos divertido cuando


empiecen a devolver los golpes—dijo Wren con una risita.

—De todos modos, todavía tengo que tener en cuenta tus habilidades
físicas. Windsom me ha dicho que eres bastante hábil con la espada y que
has aprendido recientemente a combatir bajo las instrucciones de Kordri.
Así que tendré en cuenta esos hechos cuando comencemos nuestra
siguiente fase.

—Entiendo, pero ¿cuánto tiempo tengo que estar desnudo?—pregunté,


mirando el montón de mi ropa, que ahora estaba parcialmente enterrada en
los escombros.

—Estoy analizando cada movimiento que haces, así que es mejor que te
quedes sin ropa—respondió.

—No te preocupes, no me llena de placer mirar tu piel desnuda


precisamente.

Con una leve sonrisa, respondí:

—Muy reconfortante.

—Déjame ver el arma principal que usarías en una batalla.

Siempre guardaba mi espada en mi anillo de dimensión. Le había dado el


anillo a Windsom, pero él se lo había pasado a Myre mientras me cuidaba y

302
ella me lo había devuelto cuando me curé. Saqué de mi anillo la Dawn
Ballad’s que todavía estaba en su vaina y se la entregué a Wren.

No estaba seguro de lo que esperaba del delgado asura cuando le entregué


la espada, pero no esperaba que se echara a reír al ver mi arma.

La misteriosa espada con la que había tropezado parecía un palo negro


normal y corriente cuando aún estaba dentro de su funda. Pensé que Wren
podría haberla confundido con un juguete.

—Toma, déjame mostrarte...

—¡Ya sé lo que es, muchacho! Windsom, ¿sabías de esto cuando me


pediste que lo entrenara?

Wren se volvió hacia el asura de pelo blanco que estaba detrás de mí.

—Tenía un presentimiento—confesó.

Wren agarró la Dawn Ballad’s con ambas manos y empezó a tirar.

—No se va a desenvainar. Soy el único que puede...

Mi voz se interrumpió mientras observaba con los ojos muy abiertos,


cómo el delgado asura desenvainaba sin esfuerzo la espada... la espada con
la que me había unido, la hoja que sólo debía abrirse a mi orden.

Sin embargo, yo sólo había podido desenvainarla gracias a la voluntad de


dragón de Sylvia.

—¿Cómo...?—tartamudeé, antes de caer en la cuenta.

—¿Es porque eres un asura que puedes desenvainar la espada con la que
me he unido?

303
—No—contestó, sosteniendo mi espada mientras inspeccionaba su hoja
de color verde azulado translúcido.

—Es porque yo hice esta espada.

304
BATALLAS EN VARIOS ESCENARIOS

123

—Espera, ¿tú has hecho esta espada—repetí, con un escepticismo evidente.


Desde que encontré la misteriosa espada y vi la marca del fabricante, me
había preguntado a menudo quién era ese W.K. IV. Más de una vez había
rastreado la biblioteca de la Academia Xyrus con la esperanza de encontrar
al herrero con esas iniciales, sólo para encontrarme con una cantidad
vertiginosa de nombres reales y decepción.
—¿Estaba hablando un idioma extraño?
Respondió Wren con sequedad, mientras sus ojos seguían inspeccionando
la Dawn Ballad’s.
Ignorando su ocurrencia, cambié mi enfoque.
—Bien, suponiendo que hayas forjado esta espada, ¿qué hacía en
Dicathen?
Hasta ahora, había asumido que mi espada era de origen enano por su
especialidad en el oficio. Al imaginarme al fabricante de la Dawn Ballad’s,
siempre había pensado en un hombre oscuro, musculoso, con barba espesa,
brazos peludos y manos endurecidas con callos, el típico estereotipo
asociado a los herreros y otros trabajadores del metal.
En cambio, este hombre huesudo que parecía cansarse de sostener un
bolígrafo durante mucho tiempo me decía que había forjado esta espada.

305
—La Dawn Ballad’s fue una de mis armas experimentales, más o menos
un fracaso. La tiré en Beast Glades de tu continente en una de mis visitas
para recoger minerales, suponiendo que nadie sería capaz de decir que era
otra cosa que un palo negro y mucho menos de abrirlo. Pensar que, de
alguna manera, ha acabado en tu poder... ¿Cuáles son las probabilidades?
El asura comenzó a calcular las probabilidades antes de que lo
interrumpiera.
—¿Un fracaso? No he visto una espada de mejor calidad en mi vida. ¿Qué
hace que sea un fracaso?—le pregunté.
—Por muy elogiosas que sean tus palabras, comparar mis armas con las
herramientas primitivas que usan las razas inferiores sólo me insulta—
chasqueó la lengua.
—Forjé esta espada como un arma de talla única. Debía de estar borracho
cuando pensé que era una buena idea. Resultó ser una herramienta afilada,
ni más ni menos.
Wren finalmente apartó los ojos de la espada e intercambió miradas con
Windsom.
—Pero esto pone las cosas interesantes.
Mirando por encima de mi hombro, pude ver que el rostro estoico de
Windsom se rompía en una sonrisa.

—Pensé que podría—respondió.

—Entonces, ¿qué piensas, ahora que lo has conocido? ¿Lo harás?

—¿Qué está pasando?—interrumpí, confundido.

306
Empezaba a temer que el asura pudiera reclamar su arma o incluso
deshacerse de ella por completo en aras de su orgullo. No tenía ninguna
duda de que no volvería a encontrar una espada de esta calidad, a pesar de
que su fabricante la consideraba un "fracaso".

—Arthur, te he traído aquí a Wren para lograr dos cosas, la primera es lo


que he mencionado antes, aunque sus métodos son poco convencionales,
Wren tiene un ojo inusualmente agudo para el del combate. La segunda es
que esperaba que Wren creara una espada que se ajustara mejor a tu forma
de combate.

—¿Es eso cierto?—volví mi mirada hacia Wren—¿De verdad vas a forjar


una espada para mí?

—Yo no forjo espadas mocoso. Las creo. Y acepté entrenarte sólo porque
le debía un favor a Lord Indrath. Su favor no se extiende a que pierda mi
tiempo haciendo una espada para un ser inferior.

Wren deslizó la Dawn Ballad’s en su vaina.

—Voy a conservar esta espada por ahora.

—¿Por ahora? ¿Así que me la devolverás?—confirmé, todavía temeroso.

—Chico, la Dawn Ballad’s puede ser sólo una herramienta afilada, pero
aun así te eligió a ti. No estoy orgulloso de esta pieza en particular, pero no
voy a quitártela—respondió.

El asura extendió el brazo frente a él y de repente una espada surgió del


suelo. Agarrando la espada por la empuñadura, me la lanzó.

307
—Por ahora, puede usar esta para tu entrenamiento. La cree para medir
los movimientos que produce el usuario y la fuerza del impacto que recibe.

—Wow ¿Y puedes invocarlo desde el suelo en cualquier momento?—


pregunté, sosteniendo espada corta la aparentemente normal en mis manos.

—De todo lo que he hecho hasta ahora, ¿te sorprende eso?

Wren negó con la cabeza, señalando hacia mí con la mano.

—Permíteme también sujetar la pluma de dragón.

—¿Qué? ¿Por qué esto también?—retrocedí un paso, poniendo la mano


sobre el brazo para cubrir la pluma blanca.

—¿Tienes un impulso innato de cuestionar todo lo que hago?—dijo el


asura encorvado.

Le entregué la pluma blanca a Wren de mala gana, rascándome la cicatriz


que había recibido después de estar unido a Sylvie. Sin la pluma para
cubrirla, me sentía expuesto, como si me hubieran quitado la piel.

Wren guardó la pluma en su abrigo.

—Soy consciente de que los seres inferiores necesitan dormir mucho más
que nosotros, así que descansa un poco.

—Espera, ¿vamos a pasar la noche aquí en el centro de este cráter viejo?


—miré a mí alrededor con prensión.

—¿Quién ha dicho algo de ‘nosotros’? Windsom y yo tenemos asuntos que


atender. Y además, no siempre vas a tener una cama esperándote durante la
guerra, así que te ayudará.

308
Hubo una sonrisa malvada en el rostro del asura mientras Windsom
conjuraba una puerta de teletransporte.

—Arthur, intenta descansar—aconsejó Windsom, luego entró en la puerta.

Las runas brillantes que marcaban el círculo de teletransporte se


desvanecieron y se hizo un silencio espeluznante, siendo los silbidos
ocasionales del viento los únicos sonidos que se oían. Suspirando, volví a
ponerme la ropa polvorienta y conjuré dos placas de tierra para formar una
tienda de campaña improvisada.

Debí de quedarme dormido en cuanto apoyé la cabeza en el montón de


arena que había reunido, porque un violento temblor me hizo golpear la
cabeza contra la tienda de piedra, despertándome con dolor.

Bajé la barrera que había creado y me sorprendió la visión de


innumerables gólems que rodeaban mi campamento. Cada uno de ellos
blandía un tipo de arma diferente y todos levantaban sus armas por encima
de sus cabezas de piedra y las blandían al unísono.

Mi cuerpo actuó en piloto automático e instintivamente levanté una


cúpula de tierra para protegerme. Con un estruendo explosivo, la cúpula se
desmoronó y los escombros cayeron sobre mí. Todavía estaba aturdido por
la situación cuando la voz amplificada de Wren resonó desde arriba.

—Nunca estarás tranquilo mientras estés en medio de una guerra. Tienes


que acostumbrarte a luchar eficazmente en un estado óptimo. Ahora,
desnúdate y retoma la batalla.

—Ese maldito lunático—maldije.

309
Todavía podía oír los movimientos de los gólems a mí alrededor,
esperando que volviera a subir.

Esperé a que se acercaran mientras acumulaba maná. Una vez que sus
pasos estuvieron a mi alcance, lancé un hechizo ‘Gale Force’.

En lugar de apuntarles a ellos, apunté al suelo debajo de mí, creando una


gran nube de arena y escombros para cubrir mi movimiento y expulsarme
de los restos destrozados de mi barrera de cúpula.

Algunos de los gólems más cercanos fueron empujados a la fuerza hacia


atrás, lo que me dio suficiente espacio para maniobrar mientras la arena les
obstruía la visión.

Me abalancé hacia el gólem más cercano, levantando mi espada de


pruebas en un solo golpe fluido. Sabía que Wren quería imitar el ambiente
de la guerra, así que actué como si los gólems fueran humanos de verdad. Le
di un tajo en la yugular al gólem y, como esperaba, cayó al suelo, escupiendo
un líquido rojo de su herida.

Otro gólem, que empuñaba una gran alabarda, se abalanzó sobre mí por
detrás. Cuando bajó su postura para clavarme su arma, giré con mi espada
en posición de parar la cabeza de la alabarda. Sin embargo, a pesar de que
mi cuerpo se había fortalecido con la voluntad de Sylvia además del maná,
me desequilibré por la fuerza del golpe. Giré para descargar parte del
impulso del golpe, pero no tuve tiempo de respirar antes de que otro gólem
me empujara con su escudo de hierro.

Molesto, le di un puñetazo con el puño cubierto de rayos. El escudo


metálico se desmoronó y el gólem cayó al suelo.

310
Me aparté mientras el gólem que empuñaba la alabarda giraba su arma
hacia mi cabeza, pero no lo suficientemente rápido.

La hoja silbó al cortar el aire y luego repiqueteó con violencia hasta que
reboto en un escudo de hierro sostenido por otro gólem, éste de distinto
color, que había intervenido para bloquear el ataque.

—Arthur, tendrás aliados en la batalla. Como uno de los principales


protagonistas de la batalla, dependerá de ti si decides pasar a la ofensiva y
arrasar con el enemigo, o permanecer cerca de tu equipo, manteniéndolo
con vida.

Vi a Wren en lo alto, sentado en un trono de tierra que flotaba en el cielo.

La batalla continuaba y los cadáveres de los gólems seguían


amontonándose, apilados unos sobre otros por todo el campo de batalla.
Imaginé cuerpos humanos en lugar de las invocaciones antropomórficas
hechas de piedra; la escena de la mazmorra de la Cripta de la Viuda me vino
a la mente, dejándome un poco nauseabundo.

A medida que pasaban las horas, el simulacro de guerra que Wren me


hacía soportar empezaba a pasar factura. Comprendí claramente por qué
esta experiencia era tan crucial.

Hasta ahora, solo había vivido las guerras sólo desde la retaguardia,
elaborando estrategias para diferentes escenarios a nivel macro.

Ahora, en medio de un campo de batalla, había tantos factores que


diferían de los duelos a los que estaba acostumbrado en mi vida anterior: los
cadáveres y miembros cortados con los que uno podía tropezar, la sangre

311
que se acumulaba en el suelo y que formaba charcos en los que uno podía
resbalar... Incluso con los colores brillantes de los gólems, que indicaban de
qué lado estaban, era fácil golpear accidentalmente a un aliado en el climax
de la batalla.

El líquido rojo que sangraban los gólems era muy parecido a la sangre
humana; a medida que los cadáveres de enemigos y aliados se amontonaban
y el líquido rojo manchaba el suelo, un olor nauseabundo que no tardó en
desprenderse del campo de batalla.

Por mucho que odiara dar crédito al extraño asura, Wren había hecho un
buen trabajo creando un entorno de aprendizaje óptimo.

A medida que las horas de batalla se prolongaban, me di cuenta de lo


valiosas que eran mis reservas de maná. Incluso con mi núcleo de maná en
la fase media de plata y mi uso de la Rotación de Maná, tenía que saber
conservar mi uso de la magia. Los hechizos llamativos y de largo alcance era
mejor dejarlos para los conjuradores de la retaguardia; mi maná era mejor
para protegerme a mí y a los que me rodeaban.

A lo largo de la batalla, Wren me gritó indicaciones, como aconsejarme


que evitara que me arrinconaran mientras luchaba. De vez en cuando,
aparecían gólems inusualmente poderosos que me desconcertaban mientras
masacraban a mis aliados. Al ver cómo estas criaturas causaban estragos en
el campo de batalla, estaba seguro de que Wren podría haber conjurado
fácilmente un gólem capaz de matarme si hubiera querido.

Finalmente, conseguí abatir al último de los generales gólem, que Wren


había identificado con ayuda de coronas doradas sobre sus cabezas.

312
—Eso fue brutal—suspiré, tumbado en el suelo.

Estuve en un estado de batalla casi constante desde el momento en que


me despertaron bruscamente, sin poder comer, ni beber y ni siquiera orinar.

La cena la pasamos sentados alrededor del fuego y discutiendo el


entrenamiento del día, después de que Wren limpiara la escena de golems
muertos y sangre falsa con un golpe de mano. Windsom aún no había
regresado de donde fuera que se haya dio y Wren se va cuando anochece,
Wren solo se quedaba para señalar los errores que cometí, desde los
menores hasta los potencialmente fatales.

—El número total de bajas en tu bando fue de doscientos setenta y uno,


mientras que el otro bando tuvo quinientos doce—leyó Wren de sus notas.

—No es una victoria impresionante teniendo en cuenta el nivel en que


hice a los gólems del bando enemigo. Muchacho, dejaste morir a muchos de
tu bando.

—Quizá sea porque parecen gorilas de piedra. No siento ninguna empatía


por ellos, independientemente de que estén en mi equipo o no—contraataco,
mordiendo la sustancia parecida al tofu que Wren me había dado para
comer.

—Lo tendré en cuenta. Ahora vete a dormir. Mañana no va a ser más


fácil—respondió Wren mientras tomaba notas.

Me había acostumbrado a la forma cortante de hablar de Wren, como si


incluso sus palabras fueran un bien escaso. Apartándome, conjuré un lecho

313
improvisado de arena blanda y esperé que la próxima vez que me despertara
no fuera por un ejército de golems.

Mis pensamientos se desbocaron durante este periodo de descanso.


Aunque en mi vida anterior tuve muchos fallos en la forma de gobernar el
mundo, tenía que admitir que allí las cosas fueron más sencillas. Cuando el
resultado de casi todos los problemas dependía de una sola batalla, era
blanco o negro. Casi nunca había guerras, a menos que hubiera una disputa
entre varios países. Incluso entonces, las batallas a gran escala se llevaban a
cabo en entornos controlados para minimizar el número de muertes. Esta
próxima guerra no tendría eso. Había demasiados matices de gris que había
que tener en cuenta.

¿Cuáles serían las bajas en esta guerra?

¿Cuántos de los muertos serían civiles?

¿Y hasta qué punto el fin debería compensar esas bajas?

En mi vida anterior no tenía a nadie que me importara. Sin embargo, en


este mundo, ¿estaba dispuesto a sacrificar a mis seres queridos por un bien
mayor?

Sin duda, no.

No recordaba haberme dormido, rara vez lo hacía en estos días. Para mi


sorpresa, pude descansar bien por la noche. Cuando me desperté, me dolían
los brazos y las piernas por la larga batalla. No había gólems a la vista, pero
eso me hizo sospechar más que aliviarme.

314
De repente, un grito espeluznante proveniente de la espalda me hizo dar
la vuelta.

Lo que vi me dejó desconcertado y horrorizado.

Con sus dos cuernos negros brillando amenazadoramente bajo el sol de la


mañana, un asura del clan Vritra se encontraba a menos de veinte pasos de
mí. Cubierto del cuello para abajo con una armadura negra, este basilisco
con forma humana abrió los labios en una sonrisa triunfal para mostrar una
hilera de dientes mellados, y en sus manos había alguien que nunca pensé
ver aquí.

Apenas pude formar una palabra cuando otro grito desgarrador fue
arrancado del rehén de Vritra.

—¿Tess?

315
PREPARACIONES

124

—¡Arthur! por favor, ayuda!


Tess ahogó un grito desesperado mientras yo me quedaba de pie,
petrificado por el giro de los acontecimientos.
Realmente es Tessia Eralith.
Su largo pelo gris, sus brillantes ojos turquesa rebosantes de lágrimas...
Mi amiga de la infancia había sido arrastrada hasta aquí desde Dicathen.
Tess soltó una serie de toses dolorosas mientras el basilisco apretaba su
cintura.
No perdí más tiempo. Avancé contra el asura de cuernos negros con la
espada de práctica que me había dejado Wren. Las repercusiones de una
acción tan imprudente no fueron tenidas en cuenta cuando me acerqué, con
la espada en llamas y rápidamente invoqué a Realmheart.
La familiar sensación de ardor se extendió por mi cuerpo cuando activé la
habilidad de sangre de los dragones. Mi vista se transformó en una visión
mejorada y enfocada en el hombre, unas runas blancas y doradas brillaron
bajo mis ropas, mientras aprovechaba la energía desenfrenada de la
voluntad de dragón de Sylvia y lanzaba el Vacío Estático.
Era la primera vez que utilizaba la habilidad, que había desbloqueado con
la primera fase de la voluntad de Silvia. Pude ver cómo las motas púrpuras

316
de éter temblaban de repente a nuestro alrededor mientras zumbaban en
formación.
El mundo se detuvo a mí alrededor.
La cara de Vritra estaba congelada en una sonrisa amenazante y la de Tess
en medio de un grito con el pelo agitándose en la cabeza.
Podía sentir que mi energía se agotaba a medida que pasaban los
segundos... Me precipité hacia la Vritra. En cuanto estuve en posición de
golpear la mano que agarraba a Tess, liberé el Vacío Estático.
El asura con cuernos no tuvo tiempo de reaccionar a mi ataque, y la hoja
de mi espada le atravesó el antebrazo. Dejó escapar un rugido enfurecido
mientras se aferraba a la herida y se alejaba a trompicones de mí. Tess se
había desplomado en el suelo cuando la mano del demonio fue cortada,
aunque todavía se aferraba a ella con fiereza. Estaba inconsciente y
espantosamente pálida, pero aún estaba viva y respiraba. Observé al
basilisco con cuidado mientras liberaba la mano cortada y la arrojaba a la
arena.
Mientras observaba, el metal líquido brotó de la herida del basilisco,
formando una garra en forma de halcón. Me mantuve cerca de Tess, con la
mano derecha agarrando la espada y la izquierda preparando un hechizo.
Pude ver cómo las partículas amarillas y terrosas se acumulaban en la punta
de la mano falsa del basilisco. Utilicé todo el conocimiento que había
obtenido de Myre sobre la lectura del movimiento del maná y preparé mi
contraataque.

317
Como esperaba, las puntas de las garras metálicas del basilisco explotaron
hacia mí. Justo cuando las cinco lanzas dentadas se aceleraron, levanté la
mano y disparé una ráfaga condensada de electricidad. Tres de las lanzas se
hicieron añicos al impactar y esquivé una cuarta con la parte plana de mi
espada. Empecé a acumular maná en las piernas para cargar contra el
basilisco, pero una sensación inquietante se apoderó de mí.
La última lanza estaba demasiado desviada como para haber sido dirigida
a mí. Sin siquiera girarme para mirar, temiendo haber llegado ya demasiado
tarde, activé de nuevo el Vacío Estático.
Sentí como si alguien me clavara agujas en el corazón mientras corría
hacia Tess. Mi mente daba vueltas al miedo mientras consideraba cuál era
mi mejor curso de acción: Podía ponerme en la trayectoria de la lanza y
escudar a Tess con mi cuerpo, pero la herida que sufriría por el golpe me
dejaría incapaz de protegerla del basilisco después; o podía extender el
Vacío Estático para rodear a Tess y empujarla fuera de la trayectoria de la
lanza, pero incluir a otra persona en el Vacío Estático tendría un coste
enorme.
Opté por la tercera opción. Dejando caer mi espada, agarré la lanza, que
estaba detenida a medio vuelo, con ambas manos y me preparé mientras
liberaba el Vacío Estático.

Mi cuerpo se tambaleó hacia delante mientras intentaba detener con mis


propias manos el pincho de tierra, que era casi del tamaño de la propia
Tessia. Con un chorro de fuerza desesperado, conseguí sujetar la lanza a
toda velocidad el tiempo suficiente para desviarla de su curso.

318
La lanza se enterró en el suelo a pocos centímetros de donde yacía Tess,
creando una red de grietas por la fuerza del impacto. Tenía las manos
ensangrentadas y en carne viva por haber agarrado el proyectil a toda
velocidad y mi respiración era dolorosa e inestable.

Myre tenía razón.

Por mucho que practicara el Vacío Estático, siempre supondría un


enorme esfuerzo para mi cuerpo. Mi cuerpo no estaba diseñado para usar el
éter para afectar al tiempo.

Sin embargo, en mi nivel actual, tendría que utilizar todas las


herramientas a mi disposición para tener una oportunidad de luchar contra
el basilisco. La idea de que tanto Tess como yo quedáramos en el mismo
estado cruel en el que el retenedor de Vritra había dejado a Alea en la
mazmorra me llenó de temor.

Sentía como si hubiera fuego en mis pulmones con cada respiración,


mientras me posicionaba entre el basilisco que se acercaba y la inconsciente
Tess. Agarré mi espada, haciendo una mueca de dolor y vertí maná en ella.
A pesar de la tensión en mi cuerpo por haber activado Realmheart y haber
usado dos veces el Vacío Estático, mis reservas de maná seguían siendo
abundantes, gracias a mi uso constante de la Rotación de Maná.

Pensé que podría durar lo suficiente para que llegaran Wren o Windsom,
pero el problema era que, por la razón que fuera, ese basilisco estaba
centrado en dañar a Tess.

Estaba contemplando mi próximo curso de acción cuando todo encajó.

319
—¡Wren ya basta!—rugí, clavando mi espada en el suelo.

Al principio no pasó nada, y, por una fracción de segundo, temí haberme


equivocado, pero el imponente basilisco se detuvo bruscamente y se
convirtió en polvo.

Me giré para encontrar otro montículo de arena fina donde había estado
el gólem con forma de Tess.

—Te has dado cuenta bastante rápido. Esperaba dejar que la situación se
desarrollara un poco más, para ver cómo la manejabas.

Wren salió del suelo rocoso, quitándose el polvo de su abrigo blanco


desgastado.

—Te diste cuenta muy rapido. Esperaba que la situación continuara un


poco más, para poder ver cómo salías de ella—dijo Wren, emergiendo del
suelo empedrado y sacudiéndose el polvo.

—Wren, es fácil darse cuenta cuando el escenario es tan absurdo. Espero


que no estés haciendo esto para tomarme el pelo—le contesté, disgustado.

—¿Cómo es que tomaría tu pelo en un entrenamiento? ¿Métodos de


enseñanza mal hechos, quizás? ¿Será que es un método disciplinario entre
ustedes los seres bajos?

—No lo es, es un decir- olvídalo—suspire, meneando la cabeza por el


Asura confundido

—Independientemente de tu ilógica expresión, lo que hice fue para tu


beneficio. Mira el estado en el que te encuentras ahora: has gastado la

320
mayor parte de tu energía en un intento imprudente de salvar a esa elfa—
gruñó Wren.

—Mira. Sé que no fue el mejor método, pero hay personas que considero
más importantes que a mí.

Sostuve la mirada de Wren con firmeza mientras seguía estudiándome.

—Hmm. Bueno, los lazos familiares y los compañeros son importantes,


incluso para los asu-

—Espera, ¿qué? ¿Compañero? Tess no es una compañera.

—¿Oh? Por lo que me dijo Windsom y a juzgar por tu reacción, estaba


seguro de que su importancia para ti iba más allá del mero enamoramiento.
¿Aún no han tenido intimidad carnal?

—¡No! No me he comprometido a... Mira, esto no viene al caso, Wren.

Podía sentir que mi cara empezaba a arder mientras el asura reflexionaba


sobre su error de cálculo.

—Mis disculpas, entonces.

Wren se encogió de hombros, con una expresión tan apática como antes.

—Lo que quiero decir es que, en la guerra, llegará un momento en que tus
enemigos tratarán de explotar cualquier debilidad que puedan. Teniendo en
cuenta que tú serás una de las principales potencias del bando de Dicathen,
esto es aún más cierto.

—Créeme, lo sé.

321
Me vinieron a la mente flashes de mi vida anterior. Sabía que habría un
punto en el que los valores de esta vida llegarían a estorbarme.

Los valores que iban en contra de mis principios como Rey Grey.

—Entonces supongo que sería inútil que siguiera dándote lecciones.


Espera más entrenamiento y pruebas como estas, muchacho. Esta es una de
las razones por las que se me encomendó la tarea de sacarte de los pañales:
puedo crear por mí mismo todo tipo de escenarios—explicó el asura
encorvado.

Quise objetar su afirmación de que estaba en pañales…

Después de todo, tenía dos vidas de experiencia.

Pero entonces me di cuenta de que, incluso combinando ambas vidas,


seguía siendo mucho más joven que cualquiera de los asuras que había
conocido hasta entonces.

Respirando profundamente, me senté en el suelo.

—¿Así que puedes crear un maniquí de cualquier cosa usando la tierra?

—No cualquier cosa, no podría imitar las propiedades del agua usando la
tierra, por ejemplo, pero sobre todo, sí—respondió el asura, tomando
asiento en el extravagante trono dorado que acababa de conjurar sin
siquiera chasquear los dedos.

Volví a pensar en el falso basilisco.

Casi todos los detalles tanto del asura de cuernos negros como de Tess
habían dado en el clavo. Sin embargo, había dos cosas que deberían haberlo
delatado.

322
Una era que el gólem no podía emitir la cantidad de presión e intención
asesina que un asura real normalmente emitiría. Sin embargo, eso no fue lo
que me hizo sospechar. Fue que la probabilidad de que un basilisco
arrastrara a Tess hasta Epheotus era casi inexistente, bajo la influencia de
Realmheart fui capaz de ver la fluctuación de partículas de maná terrestre
amarillo por todo el cuerpo de ambos. No me di cuenta de inmediato porque
estaba demasiado concentrado en rescatar a Tess, pero a medida que
procesaba lo que estaba sucediendo, el rastro se hizo más evidente.

—¿Es imposible que los seres inferiores alcancen tal nivel como para
realizar artes del maná a los niveles que son capaces los asuras?—me
pregunté en voz alta.

—Va en contra de mi naturaleza considerar algo 'imposible', pero diré que


es altamente improbable. Pero tú más que nadie deberías preocuparte por
eso.

—¿Por qué no?—pregunté.

—Lo que pasa es que eres una colección andante de improbabilidades


estadísticas.

Hizo una breve pausa.

—Tienes una habilidad innata para comprender el funcionamiento de los


cuatro elementos principales, así como algunas de sus formas elementales
desviadas, coincidiendo perfectamente con el hecho de que la comprensión
de los cuatro elementos es necesaria para desvelar los misterios del éter,
que la mismísima princesa de los dragones te ha concedido amablemente.
Todo en ti es una excepción, muchacho—explicó Wren.

323
—Ni siquiera los asuras tienen tanto talento y suerte innatos.

—Si esa es tu manera de animarme, gracias—me reí, poniéndome de


nuevo en pie—Ahora, ¿qué es lo siguiente en nuestra lista de tareas?

—Antes de eso, dame tu mano dominante.

Wren se levantó de su trono improvisado y se acercó a mí.

Extendiendo la mano derecha con la palma hacia arriba, miré al asura con
curiosidad. Nunca pude leer su rostro; siempre tenía la misma expresión de
cansancio, como si fuera a caer al suelo roncando en cualquier momento.

Sacó del bolsillo de su abrigo un estuche negro del tamaño de un puño, lo


abrió y sacó una pequeña gema piramidal y opaca.

—Es un mineral llamado ‘acclorita’. Por sí mismo, es un trozo de roca


bastante raro pero inútil. Sin embargo, con el proceso de refinamiento y
síntesis adecuado -que me guardaré hasta la tumba, así que no te molestes
en preguntar- es capaz de algo notable.

—¿Cómo acelerar el proceso de entrenamiento de quien lo usa?—adiviné,


pensando en los elixires que Windsom le había dado a Tess.

—¿Recuerdas cuando dije que no forjo espadas, sino que las creo?—
preguntó el asura encorvado.

Asentí como respuesta.

—Con esta pequeña gema y las herramientas adecuadas, puedo


esencialmente hacer crecer un arma.

324
—¿Crecer? ¿Crecer como un árbol?—pregunté, estaba seguro de haber
escuchado mal.

—Sí—suspiró el asura, rascándose la cabeza—Y no, en realidad no así del


todo, pero si eso es lo que debes pensar para satisfacer tu mente inferior,
que así sea.

Con un gruñido de fastidio, le hice un gesto para que continuara.

—Normalmente, habría pasado años o incluso décadas observando


constantemente cómo luchas y luego habría analizado esa información para
crear un arma perfectamente adaptada a ti. Pero debido a las circunstancias
que rodean tu entrenamiento, me arriesgo un poco y lo hago de esta manera.

—¿Qué me...?—grité cuando un repentino y agudo dolor cortó mis


palabras; el asura había clavado de repente la gema en el centro de mi
palma.

—¿Qué estás haciendo?

Me estremecí cuando Wren me clavó la gema opaca en la carne, hasta que


quedó completamente sumergida bajo mi piel.

—Oh, lo siento, olvidé contar hasta tres—bromeó, frotando su dedo en mi


camisa para limpiar la sangre de mi herida.

—Reduje la ‘acclorita’ con una parte de la pluma de Lady Sylvia, así como
con una escama de Lady Sylvie.

Hizo una breve pausa antes de continuar.

325
—Ambos son componentes indispensables de lo que te hace ser quien eres.
Espero que esto explique algunos de los aspectos imprevisibles de tu
naturaleza.

—¿Qué podría ser tan impredecible?—pregunté, estudiando el pequeño


agujero en mi palma donde estaba enterrada la gema.

—Cada movimiento, acción, pensamiento y cambio en tu cuerpo influirá


en cómo se manifestará tu arma. Ni siquiera yo tengo idea de cómo
resultará—confesó el asura—Si es que llega a ser un arma.

—Lo siento, pero no te entiendo Wren. ¿Por qué hacerlo así si el resultado
es incierto? Aparte, pensaba que no ibas a hacer un arma para mí.

—Si vas a enfrentarte al clan Vritra y a cualquier engendro que conjuren,


vas a necesitar algo más que un palo afilado para salir adelante—refunfuñó.

El rostro del asura se tornó solemne antes de continuar.

—Ya que no tenemos tanto tiempo.

—Espera, creía que me quedaban unos dos años antes de que la guerra
comenzar?

Miré fijamente a Wren mientras una sensación de inquietud se deslizaba


desde la boca del estómago. Hubo una pausa vacilante mientras deliberaba
sobre qué decir a continuación.

—Chico, Windsom acaba de recibir noticias de Aldir con las últimas


novedades de Dicathen.

—¿Y?

326
—Antes de decir nada más, debes saber que te estoy diciendo esto en
contra de los deseos de Windsom y Lord Indrath. Quiero que tomes una
decisión lógica. Con la ayuda del orbe de éter durante algunas partes del
entrenamiento, todavía pasará un año antes de que la acclorita se manifieste
en un arma. Necesitarás al menos ese tiempo para fortalecerte para la
guerra.

El rostro de Wren se arrugó con algo parecido a la preocupación mientras


explicaba.

—Sólo dime—presioné.

—Arthur, aunque el ejército completo aún no ha llegado... la guerra ya ha


comenzado.

327
LA CALMA DE LA GUERRA

125

Punto de vista de Tessia Eralith

— ¡Puedo luchar abuelo! —grité, golpeando las palmas de mis manos


sobre la mesa.

—Y yo te digo que no puedes. —dijo, negándose a encontrar mi mirada


manteniendo los ojos clavados en el documento que tenía delante.

—Basta Tessia—interrumpió la voz de mando del maestro Aldir.

—Tu abuelo tiene razón. El riesgo de ponerte en el campo es demasiado


alto e innecesario ahora mismo.

— ¡Pero maestro! Incluso tú mismo has dicho que soy mucho más fuerte
de lo que era! —argumenté, ignorando a mi abuelo.

—Y eso sigue sin ser suficiente.

El tono del asura de tres ojos era muy serio. Podía sentir que mi cara se
calentaba mientras luchaba por contener mis lágrimas.

Salí furiosa del estudio mientras el abuelo me llamaba, negándome a que


me vieran llorar.

Avancé por el largo y estrecho pasillo, iluminado por antorchas muy


grandes que parpadeaban con fuerza contra las paredes empedradas. Giré a

328
la izquierda cerca del final del pasillo y llegué a dos sólidas puertas de hierro,
custodiadas por un aumentador blindado en un lado y un conjurador bien
vestido en el otro.

— ¿Princesa? ¿Qué te trae por aquí?—me preguntó la conjuradora con voz


preocupada.

—Abre las puertas por favor—le ordené, con la mirada fija en el frente.

Ni siquiera mi mal humor podía restarle importancia a mi admiración por


la belleza de las puertas que custodiaban este castillo. Cuando el profesor
Gideon las creó por primera vez, todos se habían sentido complacido por la
artesanía, incluyendo al maestro Aldir.

—Lo siento, no hemos recibido noticias del Comandante Virion o de Lord


Aldir de que alguien vaya a salir—murmuró el aumentador de armadura,
intercambiando miradas inseguras con su compañero.

—Abran las puertas. Trae un mensaje conmigo—resonó una voz familiar


desde atrás.

— ¡General Varay! —Ambos guardias saludaron al unísono antes de


inclinarse respetuosamente.

Al darme la vuelta, sonreí aliviada al ver a Varay, que se había convertido


casi en una hermana mayor para mí en estos dos últimos años.

Elegante y a la vez intimidante, se acercó a mí con paso firme y decidido,


con su abrigo azul marino arrastrándose con gracia tras ella. Su mano
izquierda estaba apoyada en el pomo de la fina espada que llevaba en la
cintura y me saludó con su habitual expresión fría.

329
Los dos guardias se pusieron inmediatamente a trabajar para abrir las
puertas de hierro. El conjurador murmuró un largo conjuro mientras el
aumentador se dedicaba a tirar de los distintos pomos y palancas que
cubrían las intrincadas puertas.

—Gracias Varay—Le apreté el brazo mientras nos dirigíamos a la sala.

Las puertas dobles de hierro se cerraron tras nosotros con un fuerte golpe.

Aunque la sala estaba fuertemente asegurada con un mecanismo único, la


puerta requería un complejo patrón de hechizos y una secuencia precisa de
cerraduras para abrirse, la zona que custodiaban las puertas no era tan
notable.

La pequeña y húmeda sala cilíndrica estaba casi vacía, excepto por una
única puerta de teletransporte y el guardián encargado de controlar el
destino de la puerta.

El anciano guardián se levantó al vernos y dejó caer el libro que estaba


leyendo.

—General Varay, Princesa Tessia, ¿qué puedo hacer por ustedes? —Varay
me miró, esperando que hablara.

—Ciudad Etistin, por favor—respondí.

— ¡Claro! —El guardián se puso a trabajar, murmurando sobre las


antiguas runas que permitían una magia tan compleja.

La puerta que estaba una plataforma de piedra con un complicado sigilo


en su centro brilló en varios colores diferentes antes de centrarse en el lugar
al que se dirigía.

330
—Todo listo y les pido por favor que lleven estos emblemas para
identificarlos cuando utilicen la puerta de Etistin. El guardia de allí no los
dejará volver al castillo sin ellos—dijo el anciano guardián mientras nos
entregaba a cada uno un pequeño medallón de metal con la insignia de las
tres razas.

—Seguro que saben quiénes somos—dije mientras guardaba el emblema


en el bolsillo interior de mi túnica.

El portero negó con la cabeza.

—La seguridad se ha reforzado en todo el continente desde que los


ataques externos son más frecuentes—Dirigió su mirada al portal—Aunque
Etistin está bastante lejos de los ataques de las Bestias, el Comandante
Virion implementó medidas más estrictas por si acaso.

—Ya veo.

Dejé escapar un suspiro mientras me acercaba a la plataforma donde


estaba la puerta de teletransporte.

— ¿Segura que quieres venir conmigo Varay?

—Acabo de terminar mis clases con la princesa Kathyln, así que un


pequeño descanso me parece bien— me contestó secamente, poniéndose
detrás de mí.

Nuestro entorno se distorsionó cuando entramos en la puerta, mi visión


se llenó de un montaje borroso de colores luminiscentes.

En unos instantes habíamos llegado a Etistin, antiguamente era la capital


de los humanos en el país de Sapin. Recordaba haber aprendido en la

331
escuela que la ciudad se había construido en la costa occidental del
continente para que estuviera fuera del alcance de los países enanos y elfos,
así como para mantenerla lo más alejada posible de las rutas de las Bestias.

Sin embargo, después de que se anunciara al público la noticia de la


inminente guerra, el rey Glayder derribó la ciudad y la volvió a construir
como una fortaleza blindada en previsión del inminente asalto del ejército
alacraniano, que muy probablemente llegaría directamente a través de
Etistin en caso de que cayeran las líneas del frente.

Los dos guardianes nos dieron la bienvenida con una profunda reverencia
sorprendidos por nuestra aparición.

—Relájense, no estamos aquí por misión—Sonreí a los guardias,


esperando aliviar sus expresiones de preocupación.

Salimos de la sala de seguridad que sostiene la puerta y salimos a una


calle concurrida. Ambas ocultamos nuestros rostros bajo las capuchas de
lana para no llamar la atención innecesariamente.

Fuera nos encontramos con un panorama de bullicio y ruido. Los


comerciantes hacían rodar sus carros por las grandes calles, mientras los
vendedores y los animadores regateaban 13 a las amas de casa desde las
tiendas y toldos que bordeaban la calle.

Desde que Etistin fue demolida y reconstruida como ciudad militar, su


economía dependía de los soldados estacionados aquí con sus familias. Los

13Discutir el comprador y el vendedor el precio de una mercancía o un producto, intentando el comprador


que este sea lo más bajo posible.

332
herreros y otros artesanos viajaban hasta aquí sabiendo que su trabajo sería
muy demandado.

Los comerciantes no tardaron en instalarse aquí debido a la creciente


población militar, por no hablar de los trabajadores, constructores y
artesanos que formaban parte del esfuerzo bélico.

Mientras avanzábamos por la calle, vimos a los soldados—aumentadores


gordos y conjuradores delgados por igual—marchando con sus armas en la
mano. Todos llevaban el mismo uniforme verde musgo y plateado bordado
con el emblema de la Triunión, que se había convertido en el símbolo oficial
de Dicathen.

— ¿Había algo específico que querías hacer?—preguntó Varay mientras


ralentizaba su paso para igualar el mío.

—No especialmente—Sacudí la cabeza—Sólo quería un poco de aire fresco


y estar lejos de todos en el castillo.

—Tessia, mantén tu espada preparada en todo momento—dijo Varay,


echando un vistazo a mi cadera, donde debería haber colgado mi arma.

Con un suspiro, respondí:

—Estás aquí conmigo ¿verdad? Y además, esta ciudad es el punto más


alejado de todos los combates.

Etistin fue reconstruida para ser la última línea de defensa contra el


ejército alacraniano, ya que era la ciudad más alejada de la batalla y en una
ubicación defensiva ideal, con tres de sus lados bordeados por el océano.

333
Cuando nuestras fuerzas fueron enviadas al Claro de las Bestias para
explorar las mazmorras—porque era de allí de donde habían salido las
fuerzas alacrianas—. El abuelo Virion había deducido que los sucesos
antinaturales de los últimos diez años—incluida la muerte de nuestra Lanza
Alea—eran un síntoma de la presencia de los Vritra en el lugar.

—En tiempos de guerra, es necesario estar preparado para el peor


escenario—afirmó Varay.

No quise discutir con ella así que saqué mi espada de mi anillo


dimensional y me la até a la cintura por debajo de mi capa de lana.

— ¿Contenta?

Ella asintió.

— ¿Y cómo van Kathyln y Curtis con su entrenamiento? —pregunté en voz


baja.

Me detuve junto a un puesto que vendía joyas artesanales hermosas.

—Bairon me dijo que Curtis es decidido y trabajador pero que su progreso


es lento. Su comprensión del maná es, en el mejor de los casos, media, a
pesar de ser un domador de bestias. La princesa Kathyln, en cambio, avanza
bien en su entrenamiento. Me han dicho que siempre fue un más apta que
los demás y después de estos dos últimos años, entiendo por qué—contestó
Varay, mirando con desinterés las joyas a las que claramente no les tenía
apreciación.

—Bueno, no más que los demás—corregí, con un dolor sordo que me


atenazaba el corazón.

334
—Tienes razón. A veces me olvido de que Arthur es de tu edad. Él es
anomalía de otro tipo, sin duda—Varay asintió para sí misma—Sólo puedo
imaginar cómo será cuando vuelva de entrenar con los asuras.

Incluso con su rostro inexpresivo, era fácil ver que Varay sentía envidia de
Arthur. Después de todo, entrenar con los asuras de Epheotus, que estaban
en un nivel superior incluso al del maestro Aldir, era algo con lo que la
mayoría de nosotros sólo podía soñar.

Sin embargo, sabía de primera mano lo duros que eran los asuras, por la
docena de lecciones que recibí del maestro Aldir en los últimos dos años.
Imaginarme a mí misma bajo la constante supervisión de Aldir me producía
escalofríos.

Mientras caminábamos por la calle principal, admiré las imponentes


murallas exteriores que rodeaban toda la ciudad. Desde mi posición, apenas
podía ver las pequeñas figuras de los guardias que patrullaban la parte
superior de la muralla. Etistin fue reconstruida de manera que los edificios
cercanos al centro de la ciudad eran los más altos, y toda la ciudad
descendía hacia las murallas exteriores. Esto permitía que los conjuradores
y los aumentadores de largo alcance en el corazón de la ciudad tuvieran un
tiro claro sobre sus enemigos desde la azotea de casi cualquier edificio. Por
supuesto, nuestros enemigos tendrían que atravesar primero los gruesos
muros reforzados con maná que rodean Etistin.

— ¿Crees que el ejército alacraniano será capaz de llegar hasta aquí? —


pregunté, sin dejar de mirar los muros exteriores—He oído decir al abuelo

335
que la directora Cynthia dijo que Alacrya está al oeste de Dicathen. ¿No
significa eso que Etistin es la ciudad más cercana a nuestro enemigo?

—Sí, pero también dijo que no tenían ninguna forma eficaz de transportar
un número significativo de soldados a través del océano, por lo que están
optando por un método más discreto, que es llegar a través de las puertas de
teletransporte que tienen escondidas por todo el Claro de las Bestias. Los
Vritra podrían traer una fuerza considerable y mantenerla oculta de forma
segura en el interminable laberinto de túneles y mazmorras hasta que estén
listos para atacar—respondió mientras se desviaba para mirar algunas de
las armas expuestas en una herrería cercana.

—Ya veo—murmuré.

Me sentí mal por la directora Cynthia, que había estado confinada


durante los dos últimos años. Aunque el maestro Aldir pudo romper
parcialmente la maldición que le impedía revelar cualquier información
sobre su tierra natal, permitiéndole aportar algo de inteligencia, la directora
Cynthia seguía en coma. Ahora la mujer que una vez había estado al frente
de la Academia Xyrus simplemente yacía en una habitación en algún lugar
oculto del catillo, apenas viva, bajo el cuidado constante de una enfermera.

El asunto de la guerra tensó la relación con mi abuelo. El siempre dio


miedo, pero en el fondo él es sólo un hombre amable y vergonzoso que
quiere lo mejor para mí. Sin embargo, después de haber asumido el mando
de las fuerzas militares combinadas de la Triunión con el maestro Aldir, que
solo operaba en las sombras, su personalidad se volvió más oscura y mucho
más estricta.

336
Odiaba que todo esto tuviera que suceder, pero no culpaba al abuelo, al
menos podía verlo a menudo, a diferencia de mi madre y mi padre. Los
miembros restantes del Consejo estaban trabajando en el frente social,
haciendo todo lo posible para animar a las distintas ciudades a prepararse
para la acción militar. Con el rey y la reina Greysunders muertos, los enanos
estaban en rebelión, por lo que el Consejo también estaba trabajando para
recuperar su lealtad.

— ¡Cuidado! —gritó alguien de repente mientras corría de cabeza hacia mí.

Mis pensamientos estaban en otra parte pero reaccioné instintivamente.


Agarré su muñeca girando mi cuerpo. Colocando mi pie delante del suyo, la
persona tropezó y yo la tenía inmovilizada con mi espada medio
desenvainada, presionada contra su garganta, antes de ver la cara de la
persona.

— ¿Emily? —Espeté.

337
LA CALMA DE LA GUERRA II

126

— ¿Princesa? —exclamó Emily, aún más sorprendida que yo.


Envainé rápidamente mi espada y solté a mi amiga. Emily Watsken era la
única chica de mi edad con la que pasé tiempo, aparte de Kathyln. Su amo
es Gideon que entra y sale del castillo constantemente, al menos cuando no
estaba enfrascado en nuevos artilugios e inventos que creía que podían
ayudar en la guerra.
—Lo siento mucho, Emily. Apareciste de la nada y mi cuerpo reaccionó
por sí solo—dije mientras la ayudaba a recoger las herramientas y los libros
que llevaba antes de tirarla al suelo.
— ¡No, yo debería haber tenido más cuidado! —Jadeó mientras se reía—
Llevaba demasiadas cosas y mis gafas se resbalaron, así que no pude ver
bien por dónde iba. Además, fue un poco divertido. Ya sabes, de una
manera abrupta y ligeramente alucinante.
Entonces, al notar que el moreno Lanza estaba a mi lado, se puso rígido
antes de hacer una reverencia. —Hola, General Varay.
—Saludos, señorita Watsken—asintió Varay, permaneciendo atenta a
nuestro entorno, apenas pareciendo haber notado las pertenencias de Emily
esparcidas por la calle.

338
Emily se ató el grueso y rizado cabello. Mientras apilaba varios libros en
los brazos de Emily, me fijé en los desgastados trozos de papel cubiertos de
garabatos que se habían caído de su cuaderno roto.
— ¿En qué están trabajando tú y el profesor Gideon ahora? Hace tiempo
que no los veo en el castillo—Asumí parte de la carga de Emily una vez que
la pila de libros le llegó a la cara.
—Ugh-no lo llames 'Profesor'. El loco de mi maestro difícilmente puede
ser considerado alguien normal y mucho menos un educador de futuras
generaciones—resopló Emily
—Bueno, fue profesor en Xyrus durante un tiempo antes de que todo esto
sucediera—señalé, caminando junto a ella.
—Sí, así que sabes tan bien como yo cuántos estudiantes fueron llevados a
la enfermería debido a las explosiones e incendios que provocó en ese
‘período de tiempo’—murmuró Emily.

Las gafas ya se le habían vuelto a resbalar, y utilizó la pila de libros que


sostenía para empujarlas hacia arriba.

—Lo has pasado mal, ¿verdad? —Me reí, golpeándola suavemente con el
hombro.

—Te juro que he perdido la cuenta de las veces que he tenido que sacar a
mi maestro de debajo de un montón de escombros y trastos inútiles después
de una explosión provocada por él. De todos modos, estas notas de
observación fueron escritas por un equipo de aventureros, y se supone que
debo llevárselas al maestro Gideon. ¿Quieres acompañarme?

339
—¿Puedo?—pregunté, girando la cabeza hacia Varay para pedirle su
consentimiento.

Me respondió con un gesto seco de aprobación y me dirigí con Emily.

—¿Cómo has estado estos días, princesa? —preguntó Emily mientras nos
abríamos paso por la calle principal.

—Emily, deja lo de 'princesa', sabes que lo odio—le regañé—y ando fatal.


No tienes ni idea de lo sofocante que es dentro del castillo.

—Oh, claro. Los pasillos son bastante grandes y los techos son demasiado
bajos para un castillo—dijo ella con sarcasmo, esquivando torpemente a un
transeúnte.

—Ja, ja. Te crees muy lista no?—Puse los ojos en blanco.

—¡Eh, soy un deleite!—dijo orgullosa—Además, prueba a estar pegada a


alguien como el Maestro durante horas todos los días y verás lo que hace a
tu sentido del humor.

—¡Oh, pobre de ti! En serio que necesitas salir afuera—le saqué la lengua.

Emily hizo lo mismo e instantes después estallamos en un ataque de risas.

—Pero lo digo en serio. No tienes ni idea de lo que es estar atrapada en un


castillo con un asura y un abuelo autoritario que puede hacer que tomar aire
parezca una actividad peligrosa.

—Ew, eso sí que suena asfixiante—dijo Emily, encogiéndose.

—Dímelo a mí—suspiré.

340
—Pero no seas tan dura con tu abuelo... quiero decir, con el comandante
Virion—enmendó, lanzando una rápida mirada a Varay—Después de cómo
te secuestraron y casi te matan, me imagino cómo deben preocuparse él y
tus padres.

—Lo sé. Intento no serlo, pero cuando me tiene enjaulada como un pájaro,
no puedo evitarlo. El entrenamiento es la única forma de aliviar mi estrés,
pero con cada vez que salen más avistamientos y ataques de las fuerzas
alacrianas del Beast Glades nadie tiene tiempo para entrenar conmigo.

Emily hinchó las mejillas, tratando de pensar en una respuesta. Al final


giramos hacia una calle menos concurrida, Varay se mantenía cerca de
nosotros como una sombra por si pasaba algo.

—¿Hay alguna noticia sobre Arthur? —preguntó Emily.

—¿Quieres decir además de las mismas noticias de siempre que el


señorito Aldir repite como un pájaro neurótico imitador?—Sacudí la cabeza.

—Está entrenando. Eso es todo lo que necesitas saber—recitó Emily con


voz grave, exactamente igual que cuando se lo había contado la última vez.

—¡Sí! —solté una risita.

Hubo otro vacío en nuestra conversación. Después de unos largos


momentos de silencio, Emily preguntó en un susurro:

—¿Y qué pasa con Elijah?

Una fuerte punzada me recorrió el pecho al mencionar ese nombre. No


podía imaginarme lo culpable que debía de sentirse Arthur por el secuestro

341
de su mejor amigo y que, sin embargo, no era capaz de hacer nada al
respecto.

—No hay noticias. Sinceramente, no tengo ni idea de por qué se llevaron a


Elijah vivo—confesé mientras agarraba los libros con fuerza.

En cierto modo, lo que le ocurrió a Elijah fue culpa mía. Apenas conocía al
tipo, aparte de que era el mejor amigo de Arthur, pero por lo que habían
descrito otros testigos de la escena, parecía hizo todo lo posible por
salvarme a mí cuando se lo llevaron.

Por lo que sabíamos, pudo haber sido torturado para obtener información
o tomado como rehén para atraer a Arthur a una trampa, o tal vez incluso
asesinado. Sabía que algunas de las posibilidades eran un poco exageradas,
pero era perturbador pensar que esto le había sucedido por mi culpa.

Aunque sentía pena por Elijah, me preocupaba más que Arthur me odiara
por lo que le había ocurrido a su mejor amigo. Creía haberme vuelto fuerte
desde que había asimilado al Guardian Elderwood con ayuda de Arthur, me
había sentido invencible, incluso cuando no podía controlarlo del todo.

Qué tonta e ingenua fui.

Debí haber escuchado a Arthur cuando me dijo que me acompañaría a


la escuela.

Debería haber esperado hasta estar mejor preparada.

Estos eran los pensamientos que hacía que no pudiera dormir de noche,
pero también estos eran los pensamientos que me motivaban a entrenar
más duro, quería entrenar para ser fuerte y no ser una carga para nadie.

342
—¿Tessia? ¿Tessia?—La voz de Varay me sacó de mis pensamientos.

—¿Sí?—Levanté la vista, de repente estaba cara a cara con la Lanza.

—¿Estás bien?—preguntó Emily que estaba al lado mío, con una voz
cargada de preocupación.

—¿Eh? Sí, por supuesto que lo estoy. ¿Por qué lo preguntas?—murmuré


mientras Varay me ponía sin palabras una mano en la frente.

—No estás enferma—dijo simplemente antes de dejarme un poco de


espacio.

—Parecía que estabas aturdida—dijo mientras nos acercábamos a un


edificio grande y cuadrado—De todos modos, ya llegamos.

Mientras nos acercábamos al lugar de trabajo del profesor Gideon y de


Emily, no pude evitar maravillarme ante la estructura.

No era impresionante en el sentido tradicional, pero realmente era un


espectáculo para ver. Con sus gruesos e imponentes muros, parecía más un
refugio para civiles que un centro de investigación. El edificio sólo tenía un
piso, pero había que bajar un tramo de escaleras para llegar a la entrada
principal, lo que indicaba que había al menos un nivel bajo tierra.

—Apúrense. Estos libros son cada vez más pesados—dijo Emily por
encima del hombro.

Las tres bajamos las escaleras y atravesamos una puerta metálica similar
a la que custodiaba la puerta de teletransporte dentro del castillo flotante.

Emily dejó sus cosas en el suelo y colocó ambas palmas en puntos


precisos de la puerta. No pude oír lo que murmuraba, pero de pronto

343
salieron chorros de luz brillantes de los lugares donde había colocado las
manos y la puerta se abrió con un fuerte clic.

Al entrar, mis sentidos se vieron abrumados.

Había un frenesí de movimientos de trabajadores y artífices, y el sonido


del metal chocando resonaban de todos lados. Toda la zona era un espacio
gigantesco separado únicamente por tabiques móviles que dividían los
diferentes proyectos que se estaban llevando a cabo simultáneamente. Me
pellizqué la nariz ante el olor indescriptiblemente.

—¿Qué es este olor? —Pregunté, mi voz salió nasal y extraña.

—¡Qué no es este hedor! —Emily sacudió la cabeza—Aquí se funden o


refinan tantos minerales y materiales diferentes que es difícil distinguir los
olores.

Incluso Varay se encogió mientras bajábamos las escaleras.

—¡Maldición Amil! ¿Cuántas veces tengo que meterte en esa cabezota


tuya que no puedes guardar esos minerales en el mismo recipiente? Se
sacarán las propiedades el uno al otro y me quedaré con dos trozos de roca
inútiles.

Los gritos estallaron desde la esquina trasera del edificio.

—Ah, ahí está la voz de mi encantador maestro—suspiró Emily,


indicándonos que la siguiéramos.

Mientras nos dirigíamos a la fuente de la voz áspera, nos topamos con


Amil, supuse que era él por su expresión agitada y el hecho de que sostenía
una caja llena de piedras.

344
—Perdonen—dijo con la voz entrecortada—Oh, hola Emily. Ten cuidado
con el señorito Gideon… hoy está un poco nervioso".

El pobre hombre nos hizo una rápida reverencia y apenas nos miró
mientras se apresuraba a arreglar su error.

Continuamos nuestro pequeño recorrido por el lugar de trabajo de Emily,


y vi a un anciano que hablaba con un grupo de varios hombres, que llevaban
las tradicionales túnicas marrones de los artífices. Se giró al oír que nos
acercábamos. Sus ojos se iluminaron y se dirigió hacia nosotros,
despidiendo bruscamente al grupo de hombres.

Teniendo en cuenta su atuendo, normalmente habría supuesto que era un


mayordomo, pero algo en su forma de comportarse y en el respeto que los
hombres le habían mostrado me decía que no era tan sencillo.

—Buenas tardes, princesa, general, señorita Emily. Me alegro de que


hayan vuelto tan rápido, el señorito Gideon los está esperando.

El caballero inclinó la cabeza en una pequeña reverencia y nos cargó por


nosotras los objetos que llevábamos, luego nos condujo más adentro del
taller.

—Gracias Himes. ¿El Maestro está de nuevo en esos estados de ánimo?—


preguntó Emily mientras seguíamos de cerca al mayordomo.

—Me temo que sí señorita Emily. Estoy seguro de que sólo está agitado
esperando esto—respondió, indicando la pila de cuadernos de cuero que
llevaba.

345
Nos abrimos paso a través del laberinto de tabiques hasta llegar a un
espacio en la esquina que estaba delimitado por altos tabiques. Cuando
entramos por una diminuta abertura entre ellos, nos recibió el profesor
Gideon, que prácticamente se abalanzó sobre los cuadernos que llevaba
Himes.

El genial artífice e inventor tenía el mismo aspecto de siempre, con el


mismo pelo relampagueante, los ojos saltones y las cejas que parecían
permanentemente fruncidas. Las arrugas de su frente parecían ser aún más
profundas que antes, al igual que las ojeras, que de alguna manera habían
seguido oscureciéndose.

—Yo también me alegro de verle… maestro—murmuró Emily. De repente


se volvió hacia mí y hacia Varay, encogiéndose de hombros.

Al principio quería explorar las instalaciones, pero viendo como el


profesor Gideon estaba concentrado en la pila de cuadernos a una velocidad
desenfrenada, prácticamente arrancando las páginas mientras las hojeaba,
hizo que mi curiosidad me llevara a quedarme y esperar. Parecía que Emily
y Varay pensaban lo mismo, porque también miraban atentamente al
profesor Gideon.

Finalmente, después de pasar por unos seis cuadernos, se detuvo de


repente en una página en particular.

—¡Mierda! —El profesor Gideon golpeó las manos sobre su escritorio.

Sin saber cómo responder, nos quedamos en silencio. Incluso Emily se


quedó mirando sin palabras esperando que su maestro dijera algo.

346
—General, ¿puede hacer un viaje conmigo? —Los ojos del profesor Gideon
estaban pegados al cuaderno mientras hablaba.

—En este momento estoy con la princesa—respondió simplemente.

—Llévela a ella también. Tú también vienes Emily—respondió Gideon


mientras recogía la pila de cuadernos y papeles dispersos de su escritorio.

—Maestro espere. ¿A dónde vamos?

—A la costa oriental, en la frontera norte del Beast Glades—respondió


secamente.

—El comandante Virion ha prohibido a la princesa Tessia aventurarse


fuera. Hacerla venir...

—Entonces déjala aquí. Sólo necesito que tú u otro general me


acompañen en caso de que ocurra algo, aunque es poco probable—dijo él,
cortándola mientras seguía recogiendo sus cosas—Tenemos que irnos
cuanto antes. Emily, tráeme mi equipo de inspección habitual.

Emily salió corriendo de la oficina improvisada de su amo. Varay sacó un


artefacto de comunicación de su anillo dimensional, pero rápidamente le
cogí la mano y la apreté.

—Varay, quiero ir—dije.

Ella negó con la cabeza

—No, tu abuelo nunca lo permitiría. Es demasiado peligroso.

347
—Pero Aya está en una misión y Bairon sigue ocupado entrenando a
Curtis. Por favor…escuchaste al profesor Gideon verdad? Dijo que no va a pasar nada,

verdad?—le insistí—Tiene bastante prisa además.

—Claro que sí. Ahora vamos. Necesito confirmar esto con mis propios
ojos. Volveremos antes de que acabe el día—nos tranquilizó el profesor
Gideon mientras se ponía un abrigo.

Podía ver que Varay dudaba, así que le tiré mi última carta.

—Varay, me has visto entrenar durante los dos últimos años. Sabes lo
fuerte que me he vuelto—dije, con mi mirada implacable.

Tras un momento de reflexión, Varay asintió secamente.

—Bien, pero debes obedecer todas mis órdenes mientras estemos en este
viaje. Si no lo haces, ésta será la última vez que te ayude a salir del castillo.

Acepté de inmediato, ansiosa por explorar una parte del continente que
nunca había visitado, sin importar lo corto que fuera el viaje. Nos pusimos
en marcha en cuanto Emily regresó cargando con una mochila negra.

348
PRESAGIO

127

La única parada que hicimos fue en un establo para elegir unos cuantos
caballos. Tuvimos que desviarnos un poco del camino para encontrar
caballos acostumbrados a atravesar puertas de teletransporte, lo que
provocó que el profesor Gideon se moviera con impaciencia. Durante todo
el viaje el tipo fue un dolor de cabeza. Al instante que atravesamos la puerta,
Gideon chasqueó las riendas de su corcel negro, insistiendo en ir más rápido.
Pronto llegamos a un estrecho sendero, con el bosque de Elshire a nuestra
izquierda. Una fina niebla se derramaba sobre nuestro sendero, haciendo
que el camino tuviera un aspecto espeluznante. A nuestra derecha había un
estrecho arroyo que hacía de cerca, marcando la frontera entre el Bosque de
Elshire y los Claros de las Bestias.
Emily se sentó detrás de Himes en un semental blanco mientras yo
cabalgaba con Varay en un caballo marrón extrañamente tranquilo.
Cabalgamos en silencio la mayor parte del trayecto; la atmósfera
inquietante y la ansiedad en el comportamiento del profesor Gideon
arrojaban una sombra sobre nuestra tropa.
Finalmente, el familiar y salado olor del océano llenó el aire, podía
saborear la sal en mi lengua por la brisa que me azotaba en la cara. Aunque
el tiempo era fresco, rápidamente se estaba volviendo mucho más húmedo.
Mi camisa empezó a pegarse a mi piel, dejándome incómoda y mugrienta.

349
—¡Ya casi llegamos! —El profesor Gideon gritó por encima del creciente
aullido del viento y el ruido de las grandes piedras.
Pronto, los árboles que formaban el denso bosque mágico empezaron a
achicarse y acabaron por desaparecer por completo, dejando al descubierto
una amplia llanura de hierba salvaje y arbustos.
El océano apareció a la vista, ampliándose rápidamente desde el
horizonte a medida que nos acercábamos a la orilla. Los vientos se hacían
más fuertes y rápidos cuanto más nos acercábamos a nuestro destino, y
pronto ahogaron el sonido del trote de nuestros caballos. El campo de
hierba se volvía cada vez más rocoso y traicionero hasta que nos detuvimos
en el borde de un escarpado acantilado que daba a la orilla.

Tuve que protegerme la cara con la capucha de mi capa contra los vientos
agudos y llenos de arena que me cortaban el cuerpo. Estaba a punto de
preguntar si habíamos llegado cuando vi algo extraño en la costa.

Era un barco enorme, o mejor dicho, lo que quedaba de él. Las olas
golpeaban su exterior metálico, y no pude evitar la sensación de haberlo
visto antes, y entonces me vino a la mente.

—Espera, ¿no es ese el Dicatheous?— Me asomé jadeando por debajo de


mi capa mientras me volvía hacia el profesor Gideon.

—No—dijo con su voz apenas audible contra el viento—Es peor...

—Espera, ¿no es el Dicatheous?—pregunté, echando otro vistazo a la


conocida nave para asegurarme.

350
No había visto la partida de la monumental nave ya que coincidió con el
inicio de mi segundo año en la Academia Xyrus, pero sí cuando se estaba
construyendo. Recordaba con claridad la primera vez que había puesto los
ojos en la misteriosa nave que escupía humo negro como una especie de
dragón metálico. Ser capaz de transportar a cientos de personas y atravesar
los peligros desconocidos del océano... era difícil de creer en aquel momento.

—¿Cómo que peor?—preguntó Varay.

Ella Observaba los alrededores con la mano apoyada firmemente en el


mango de la fina espada que llevaba en la cadera.

—Dejen los caballos aquí. Tendremos que ir a pie si queremos llegar a ese
lugar lleno de restos—dijo el profesor Gideon ignorándonos a ambas.

Balanceó la pierna sobre su caballo, desmontando con bastante torpeza.

—¡Emily, Himes! Agarren la bolsa.

Quise abrir la boca para volver a preguntar… estaba irritada por el hecho
que el profesor hacía constantemente las cosas a su estilo sin tener en
cuenta a los demás. Pero Emily me dio un tranquilizador apretón en el
hombro, así que dejé escapar un suspiro y seguimos al Profesor Gideon.

El viejo inventor ya estaba bajando la pendiente rocosa hacia la orilla,


moviéndose con bastante agilidad a pesar de lo mojadas que estaban las
rocas. Varay e Himes iban en la retaguardia, ambos atentos, buscando
cualquier señal de peligro mientras saltaban fácilmente de una piedra a otra.

351
—Voy a necesitar que el barco esté fuera del agua. ¿Quién quiere hacer los
honores? —Preguntó el profesor Gideon girando la cabeza mirándonos a
Varay y a mí, y viceversa.

Mi mano se levantó en el aire.

—Permítanme...—me ofrecí con entusiasmo antes de recordar las


constantes advertencias del maestro Aldir de que no me excediera—Quiero
decir que Varay debería hacerlo.

Varay me lanzó una mirada con simpatía antes de ponerse a trabajar. Fue
una tarea fácil para ella, bastó con un simple movimiento de la mano para
hacer retroceder las mareas lo suficiente como para dejar al descubierto
todo el barco, luego se tomó un momento para conjurar un muro de hielo
alrededor de los restos del barco para evitar que el agua volviera a entrar.
Finalmente, hizo una abertura en la fortaleza de hielo para que pudiéramos
entrar.

Cuando salimos al otro lado, me detuve a mirar con asombro.

Sólo había visto el Dicatheous durante su construcción, pero muchas de


las características que recordaba del barco, desde su gran armazón de metal
hasta los múltiples tubos cilíndricos, se parecían claramente a este gran
artilugio. Sin embargo, ni el Dicatheous ni esta monstruosidad metálica
similar se parecía en nada a los veleros de madera que estaba acostumbrada.

Una inspección más detallada de la gran embarcación mostró por qué


había quedado casi hundida. Aparte de las abolladuras más obvias que
deformaban la base del barco, también había muchas marcas de pinchazos.

352
—¿No parecen marcas de mordiscos?—Me maravillé, caminando hacia el
costado de la nave.

—Imagina lo grande que sería un monstruo para tener una boca que
pudiera dar un mordisco a esto—dijo Emily con asombro.

Mi curiosidad aumentaba cuanto más estudiaba el barco gigante. Si


realmente no era el Dicatheous, entonces ¿qué era? ¿Quién lo había
construido? ¿Con qué propósito había llegado a este continente?

Observé que, aunque la gruesa estructura metálica sufrió daños bastante


importantes, no parecía vieja. No había señales de óxido, que sabía que
pronto afectaría a la mayoría de los metales dejados en un lugar como éste.

—Bien, entonces vamos—gruñó el profesor Gideon, pasando por uno de


los agujeros más grandes de la parte inferior de la nave.

—Espera—Varay levantó el brazo para detener al profesor. Antes de que


pudiera el responder, envió un gran pulso de maná a través de la nave
abandonada.

—No hay señales de vida—confirmó.

—Una precaución innecesaria, pero gracias—gruñó el profesor Gideon,


subiendo al agujero de la base de la nave.

—¡No se adelante, maestro! —Emily entró corriendo tras él, con los ojos
prácticamente brillando de emoción.

Mirando a Varay, vi débiles rastros de preocupación en su rostro


normalmente inexpresivo. Aunque había comprobado que no había ningún
peligro potencial, todavía había algo que le preocupaba.

353
Entré en la nave después de Himes, al instante mi nariz percibió el olor
acre de la madera podrida. El aire era pesado, cálido y amargo lo que me
obligó a respirar por la nariz a pesar del aroma poco agradable de la madera
podrida.

Los niveles inferiores de la nave eran grandes pero no había mucho en su


interior, salvo las columnas de hierro que estaban rotas y otras dobladas
que habían sostenido el techo. En el suelo había restos de cajas de madera
destrozadas, pero todo lo que había dentro fue arrastrado por el océano.

El viejo inventor estudió los restos de lo que pudo encontrar mientras se


dirigía a las escaleras metálicas que llevaban al siguiente piso con Himes
tras de él. Esto nos dejó a mí, a Emily y a Varay para explorar la nave
abandonada por nuestra cuenta, pero no teníamos ni idea de qué estábamos
buscando, o por qué estábamos aquí en primer lugar.

Al no encontrar nada más de interés, nos metimos entre los montones de


algas y arena que se habían infiltrado en el barco y subimos tras el profesor
Gideon y su mayordomo al piso superior.

Era fácil ver que los niveles inferiores de este barco abandonado habían
sido utilizados principalmente como almacén, pero lo extraño era que todo
había sido destruido. Varay lo señaló, pero después de hacerlo quedó
bastante claro. Restos de objetos destrozados yacían esparcidos por los
suelos metálicos entre marcas ennegrecidas de lo que parecía hollín.
Alguien había limpiado deliberadamente la nave de todo lo que pudiera
parecer una pista sobre sus orígenes.

354
—Parece que quienquiera que estuviera en esta nave no quería que nadie
supiera quiénes eran—dije mientras pateaba algunos escombros con la
esperanza de encontrar algo de valor.

Varay también miraba a su alrededor pero se mantuvo cerca de Emily y


de mí en caso de peligro.

—Lo raro es que hasta los pisos superiores están empapados. ¿Cómo llegó
el agua hasta aquí cuando el barco estaba sólo medio hundido?—señaló
Emily, pasando la mano por el suelo de madera y trayéndola mojada.

—Eso es porque, hasta hace unas semanas, este barco estaba totalmente
sumergido en el océano—Todos miramos por encima del hombro para ver al
profesor Gideon y a Himes acercándose.

—Por eso nadie había visto esta nave, a pesar de su tamaño, hasta hace
poco—concluyó Varay.

El inventor se limitó a asentir.

—El diario que estaba leyendo antes fue escrito por un grupo de
aventureros que regresaban de una misión de exploración. Tomaron la
misma ruta para llegar a su destino, pero cuando regresaron, las mareas
retrocedieron lo suficiente como para revelar esto.

—Ya veo. Maestro ¿Qué crees que pasó a todos los miembros de la
tripulación que estaban en este barco?—Preguntó Emily— ¿Puede ser que se
hayan ahogado?

—No—El profesor Gideon negó con la cabeza—Quedarían al menos


algunos restos si eso hubiera ocurrido.

355
Emily y yo intercambiamos una mirada, sin entender lo que el viejo
inventor quería decir.

Suspirando dramáticamente, el profesor Gideon se puso en cuclillas


frente a la marca ennegrecida del suelo y la rascó con el dedo.

—Significa que tienes razón princesa. La tripulación definitivamente no


quería que nadie viera esta nave y mucho menos lo que fuera o quien fuera
que tuvieran dentro.

—Eso significa...

—Sí. O bien todos ellos escaparon y están ahí fuera en alguna parte, o tal
vez su capitán los mató y alimentó a las bestias del océano en lugar de
arriesgarse a ser descubiertos.

—Tuve una corazonada cuando vi el barco por primera vez, pero ¿significa
eso que...?—La pregunta de Varay se interrumpió mientras miraba
fijamente al profesor Gideon.

—Después de leer el informe, recé a cualquier ser divino que nos vigilara
para que mi suposición fuera errónea, pero no creo que lo sea—suspiró.

—¿Qué... qué es? ¿Qué está pasando?—interrumpí, sus tonos formales me


llenaron de inquietud.

—Asumí que la tripulación del Dicatheous pasó por algunos problemas


cuando perdimos el contacto con ellos hace unos años, así que cuando leí el
informe, pensé que tal vez -sólo tal vez- la tripulación había reparado de
alguna manera la nave y casi había logrado regresar. Pero los materiales
utilizados para construir esta nave y su diseño, son ligeramente diferentes.

356
Después de examinarla, estoy seguro de que esta nave no es, y nunca fue, la
Dicatheous…

Sombríamente, el profesor Gideon continuó

—Es un poco rara, pero la tecnología utilizada en la Dicatheous era de alto


secreto, conocida sólo por mí y por algunos de los diseñadores clave.

Emily respiró con fuerza y sus ojos se abrieron de par en par cuando la
horrible realidad empezó a asomarse.

—Maestro, no quiere decir que...

—Es exactamente lo que quiero decir—interrumpió el profesor Gideon—


¡Piensa en ello! No hay cadáveres, no hay objetos personales, casi no hay
rastros discernibles de que alguien haya estado aquí. ¿Por qué? Porque el
capitán de esta nave no quería que su enemigo supiera que es capaz de
hacer esto, y con razón; el hecho de que esto exista cambia la dinámica
fundamental de esta guerra.

—Y por guerra, te refieres a...—Mi voz se interrumpió en el silencio.

Miré fijamente a Varay y ella asintió, con ojos severos y graves. Me


temblaron las manos cuando me las llevé a la boca.

El profesor Gideon se levantó del suelo y le entregó su bolsa a Himes.

—Sí princesa. Significa que Alacrya tiene en su arsenal la capacidad de


construir barcos capaces de transportar pelotones enteros a través del
océano hasta Dicathen.

357
RESOLUCIÓN NECESARIA

128

Punto de Vista de Virion Eralith

—¡Maldición!—maldijo Glayder, golpeando con los puños la larga mesa


rectangular de la cual estábamos reunidos—¡Gideon! ¿Estás absolutamente
seguro de esto?

—Como dije Su Majestad, la parte de la nave que pertenece a los


alacrianos es una mera especulación de mi parte…—Hizo una breve pausa.

—Sin embargo, estoy absolutamente seguro de que la nave de la que


venimos no es la Dicatheous—respondió el viejo inventor.

Pasó alrededor de una hora desde que Gideon, Varay y mi nieta llegaron
al castillo. Todos fueron convocados después de que Varay explicara lo que
habían encontrado. Con la llegada del asura Lord Aldir, y mi hijo y su
esposa, que habían estado en negociaciones con los enanos, la reunión se
había puesto en marcha apresuradamente

—¿Qué te hace estar tan seguro?—presionó Blaine Glayder, mirando


seriamente al inventor.

Gideon dejó escapar un duro suspiro antes de responder.

—Porque durante la construcción del Dicatheous coloqué marcadores en


toda la base de la nave, una especie de firma, por así decirlo.

358
—¿Una firma? —se hizo eco mi hijo Alduin.

—El Dicatheous fue un invento del que me sentí muy orgulloso. Quería
que las generaciones futuras conocieran mi trabajo—confesó, rascándose la
nariz con vergüenza—Como sea, revisé todos los marcos de esta nave y
ninguna de ellas tenía la marca. De hecho, la estructura estaba construida
con materiales totalmente diferentes.

—¡Maldito sea todo!—Blaine Glayder maldijo otra vez, levantándose de su


asiento.

—Cálmate Blaine—dije con firmeza.

—¿Calmarme? ¿No acabas de escuchar las palabras de Gideon? Lo siento,


pero no puedo calmarme después de descubrir que nuestro enemigo es
capaz de enviar decenas, no, cientos de miles de soldados y magos a través
del océano. Ya es bastante malo que hayamos tenido problemas para
olfatear a esos cretinos desde el interior de las mazmorras del Beast Glades,
pero...

—Basta—dijo Lord Aldir, silenciando al rey humano de inmediato—Varay,


¿cuál es tu opinión sobre el asunto?

—Aunque no tengo grandes conocimientos sobre la construcción del


Dicatheous, estoy de acuerdo con el artífice. Sólo la falta de pruebas en la
nave es suficiente para decirnos que quienquiera que estuviera en ella no
quería que nadie descubriera quiénes eran—confirmó la Lanza, apoyándose
en la pared detrás de Priscilla Glayder.

359
—¿Cuál crees que es la probabilidad de que esto fuera una trampa o más
bien, una estrategia por su parte para hacernos creer que tienen la
tecnología necesaria para enviar naves llenas de soldados a Dicathen?

—Hm es posible. Puede ser—respondió Gideon, reflexionando sobre ello.

—¡Eso es!—Blaine volvió a la mesa, encantado con la idea de que el peor


escenario podría no ser el único futuro de esta guerra—Tiene sentido. Si los
alacrianos nos hicieran creer que tienen la capacidad de fabricar estas naves,
nos veríamos obligados a dividir nuestras tropas.

—Puede que sea así, pero el lugar donde apareció la nave me hace dudar.
Si el objetivo de los alaycranes era dividir nuestras fuerzas, tendría más
sentido que lo dejaran en algún lugar de la costa occidental, donde querrían
que pensáramos que iban a atacar. Además, el lugar donde se encontró el
barco es demasiado discreto para que esperen que tropezáramos con él.
Teniendo en cuenta los niveles de marea que cambian con tanta frecuencia y
el lecho de roca que se erosiona constantemente, es un milagro que
hayamos encontrado el barco en primer lugar—refutó Alduin.

La sala de reuniones permaneció en silencio durante un momento, hasta


que Lord Aldir tomó la palabra.

—Sea cual sea la probabilidad, la pregunta es si vale la pena el riesgo. La


alacriana, Cynthia, tenía la impresión de que su gente estaba intentando
formar un ejército con el tiempo en las profundidades de los Beast Glades,
pero sería una tontería creer que ese es el único movimiento que los Vritra
están planeando. He conocido a algunos del clan Vritra, son oponentes

360
inteligentes y astutos. No sería propio de ellos adoptar una estrategia tan
lineal.

—Así que no tenemos más remedio que prepararnos para un ataque a dos
bandas—concluí mientras me frotaba las sien—Alduin, Merial, ¿cómo van
las conversaciones con los enanos?

—Todavía se muestran escépticos ante la idea de cooperar, pero han


accedido a enviar a algunos de sus modeladores para que ayuden en la
fortificación de las murallas a lo largo de las Grandes Montañas"—
respondió Merial, entregándome un montón de papeles.

—Bien—asentí—Es un buen comienzo. Necesitaremos toda la ayuda que


podamos obtener de sus magos para reforzar los huecos que las Grandes
Montañas que no cubren entre Sapin y los Beast Glades.

Blaine Glayder tomó la palabra.

—Merial, por favor, permite que Priscilla y yo te acompañemos en tu


próxima visita al reino de Darv. Con estas noticias, necesitaremos la ayuda
de los enanos si queremos fortificar las ciudades de la costa occidental a
tiempo. Además, somos más cercanos los enanos que tú y Alduin. Quizá los
enanos estén más dispuestos a cooperar con nosotros allí.

Blaine y Priscilla parecían inquietos, sus miradas pasaban de mi hijo y su


esposa a Lord Aldir, que había matado al rey y la reina enanos traidores.

—Me parece una buena idea. Necesitaremos la ayuda de los enanos si


queremos ganar esta guerra. Creo que estarán más dispuestos a ayudarnos
cuando sepan que nuestros enemigos son capaces de enviar miles de

361
soldados a través del océano—dije—Ahora, si todos me disculpan, voy a
descansar un poco—Me incliné la cabeza a Lord Aldir y despedí a todos los
demás con un gesto.

Salí de la sala de reuniones y respiré profundamente. A pesar de que me


había acostumbrado a la presencia de Lord Aldir que llevaba dos años aquí,
aún seguía siendo sofocante estar cerca del asura.

El hizo mucho preparándonos para la guerra y fue táctico en su enfoque.


Apenas se dejaba ver en las reuniones, a menudo me enseñaba uno a uno
para que yo pudiera ser el que dirigiera oficialmente la guerra. Con su
conocimiento de las tácticas de batalla a gran y pequeña escala, habíamos
hecho un buen trabajo manteniendo la lucha alejada de los civiles. Sin
embargo, si las especulaciones de Gideon eran ciertas, no pasaría mucho
tiempo antes de que todo el mundo, soldado o no, se viera involucrado de
una forma u otra.

—Comandante Virion—dijo una voz suave detrás de mí.

Me giré para ver a Varay caminando hacia mí, con una expresión de
preocupación.

—Comandante, permítame disculparme por permitir que la princesa


Tessia venga. Sé que me dio órdenes específicas de mantenerla alejada del
peligro, pero...

Levanté la mano para detenerla.

—Está bien Varay. Sé cómo es ella y a decir verdad, esperaba algo así de.
Ahora vete, la princesa Glayder debe estar esperándote.

362
El rostro de la Lanza aún mostraba rastros de preocupación y
culpabilidad, pero bajó la cabeza en forma de reverencia y se alejó en
dirección a los campos de entrenamiento.

Girando a la izquierda por el largo pasillo, me detuve frente a una puerta


de roble. Después de respirar profundamente otra vez, levanté el puño y
golpeé tres veces.

—¿Quién es? —llamó desde dentro la voz apagada de mi nieta.

Me aclaré la garganta.

—Es tu abuelo.

—Quiero estar sola—respondió al instante.

—Vamos—suspiré—No digas eso.

Al principio sólo hubo silencio, pero al cabo de unos segundos, oí el débil


sonido de unos pasos que se acercaban. La puerta de madera reforzada se
abrió apenas una abertura y los ojos de mi nieta se asomaron desde el otro
lado.

—¿Me vas a regañar por ir al barco con Varay?—preguntó, con la boca


oculta tras la puerta.

—No, no lo haré.

La niña me miró en silencio, con la ceja levantada en señal de sospecha.

—Porque fui yo quien la obligó a llevarme.

Asentí con la cabeza.

—Sí, me lo imaginaba.

363
—Y no voy a disculparme por ello—continuó, tratando de mantener su
mirada severa.

—Estoy seguro de que no lo harás.

—Bueno, está bien—Su expresión vaciló, su confusión era clara.

Me alejé un paso de la puerta.

—Ahora, ¿quieres dar un paseo con tu abuelo?

La esperé mientras salía de la habitación, cerraba la puerta atrás de ella y


se arrastraba tímidamente detrás de mí como una sombra.

—Por aquí—Hice un gesto con la cabeza—Hay algo que quiero enseñarte.

Mientras caminábamos, empecé a tararear una pequeña melodía para


romper el silencio.

—Oye, esa es la canción que me cantaba papá—exclamó Tessia.

—Bueno, ¿quién crees que se la enseñó?—Me reí—Tu bisabuela me la


cantaba cuando no podía dormir por la noche. Se la cantaba a tu padre
cuando estaba demasiado asustado para dormirse, pero no le digas que te lo
he dicho.

La niña soltó una risita mientras asentía.

—De todas formas, ¿a dónde vamos, abuelo?

—Ya lo verás

Dimos otra vuelta y bajamos por unas escaleras en caracol, deteniéndonos


frente a un conjunto de puertas lo suficientemente grandes como para
admitir fácilmente a los gigantes.

364
Colocando una palma en el centro de la puerta, liberé una onda de maná.
Las cerraduras y los mecanismos que mantenían la seguridad de la
habitación chasquearon en rápida sucesión mientras decenas de intrincados
patrones se desenredaban y encajaban en su sitio. Cuando los sonidos
disminuyeron, la puerta se abrió para revelar un gran campo de tierra
rodeado de metal mejorado con maná. A un lado había otra puerta, que
estaba hecha del mismo material que las paredes que la rodeaban.

—Ya casi hemos llegado—dije, señalando la puerta.

—Nunca he estado aquí antes. ¿Para qué es esta habitación?—preguntó


Tessia mientras miraba a su alrededor.

—Aquí es donde los Lanzas, los líderes del gremio y yo recibimos nuestro
entrenamiento de Lord Aldir. El propio asura lo preparó para que pudiera
resistir incluso los ataques de los magos de núcleo blanco. Pero antes de que
sigas explorando, hay algo que debes ver.

Empujé la puerta de la sala que estaba dentro de la arena de


entrenamiento desierta.

La sala estaba vacía, salvo por unas cuantas sillas, un tablero de dibujo y
una pantalla en blanco con un artefacto de grabación visual frente a ella.

—Toma asiento, niñ...—me detuve mientras me ponía al lado del


artefacto—Toma asiento, Tessia.

Mi nieta se plantó en la silla frente a mí de cara a la pantalla blanca. Me


miró con ojos inseguros y por un momento sólo quise llevarla a su
habitación, donde estaría a salvo.

365
Dejando escapar una profunda respiración, encendí el artefacto de
grabación visual. Una luz brillante salió disparada de la parte delantera y
llegó a la pantalla, proyectando una imagen en movimiento que había sido
grabada en el campo de batalla.

—Mira Tessia, esto es la guerra—Me aparté y la dejé mirar.

Fue una batalla realmente brutal en las profundidades de una mazmorra


donde los soldados alacrianos estuvieron acampando. Hubo cientos de
magos y guerreros allí, esperando nuevas órdenes. Nuestros hombres no
tenían ni idea de lo que se iban a encontrar, mientras que el bando alacriano
ya había recibido el aviso de sus exploradores de que pronto llegarían
enemigos.

Pude ver el horror en los ojos de mi nieta mientras la masacre continuaba.


Nuestro bando había perdido más de la mitad de sus hombres en los
primeros segundos, pero incluso después de recuperarnos, la batalla fue
sangrienta e intensa. Los cadáveres frescos yacían esparcidos por todo el
suelo mientras los magos y los guerreros continuaban atacándose con
hechizos y armas por igual. Incluso sin sonido, podía imaginar claramente
los gritos de los heridos y moribundos.

El vídeo terminó abruptamente cuando el mago que sostenía el artefacto


murió por un hechizo perdido. Hubo un momento de silencio mientras mi
nieta y yo reflexionábamos sobre las imágenes de la pantalla.

—Esta fue una grabación real de una batalla de hace apenas cinco días.
Perdimos doscientos hombres y veinte magos, de los cuatrocientos que
envié a esa mazmorra. Fui yo quien les dio la orden de bajar y es sobre mis

366
hombros que están todos muertos—Clavé los ojos en mi nieta con una
mirada fría y dura.

—La guerra acaba de empezar, y yo ya he hecho cosas que nunca me las


perdonaré. Como tu abuelo, esto es de lo que quiero alejarte—dije,
señalando la pantalla—Es mi egoísmo como tu abuelo lo que me hace querer
mantenerte a salvo y lejos del daño, sin importar lo valiosa que puedas ser
en la batalla.

Tess bajó la mirada.

—Abuelo...

—Tessia. Eres una maga con tremendo talento y sumado el entrenamiento


que recibiste en estos últimos dos años, serías una fuerza a tener en cuenta
en la guerra. Pero no importa lo poderosa que seas, sólo eres una persona.
Todo lo que se necesita para morir es un error, una pequeña metedura de
pata, por eso te he prohibido participar en cualquiera de las batallas. Hasta
ahora.

—¿Hasta ahora?—Levantó la vista.

Sólo pude mirar su pequeño rostro. Parecía que hace una semana que
estaba sentada en mi regazo cantando "abuelo" con las manos en alto.

—Tessia, incluso después de haber visto sólo una parte de lo que tendrás
que soportar, ¿todavía quieres formar parte de la batalla?—pregunté,
caminando hacia el fondo de la sala.

La expresión de mi nieta se endureció mientras se levantaba.

—Sí.

367
Recogiendo dos espadas de entrenamiento desafiladas del estante, le
lancé una.

—Entonces demuéstrame tu determinación.

368
CARGAS OCULTAS

129

—¿Así que entiendes las reglas de esta batalla?—Confirmé, agarrando la


espada de práctica en mi mano derecha.
—Abuelo...
Los ojos de mi nieta se suavizaron mientras dudaba. Sin embargo, tal vez
respondiendo a mi implacable expresión, se endureció y levantó la espada.
—Lo entiendo.
Asentí con la cabeza.
—Integración.
Mi cuerpo ardía con una excitación indomable mientras liberaba la
segunda forma de mi voluntad de bestia. Mientras mi piel e incluso mi ropa
se oscurecían, envueltas en un velo de sombra, di un paso hacia Tessia.
Con mis sentidos agudizados, pude oír el ritmo acelerado de los latidos de
mi nieta mientras esperaba que hiciera un movimiento.
Por lo que a mí respecta, la batalla ya había comenzado.
Cerrando la brecha entre nosotros, clavé el pomo de mi espada en el
estómago de Tessia. Me tambaleé hacia delante, desequilibrado de repente,
y pude comprobar, por la fuerza del impacto, que ella había dado un paso
atrás a tiempo para disminuir la fuerza del golpe.

369
Cualquier rastro de incertidumbre se había borrado del rostro de la niña.
Sus ojos me miraban ahora como a un oponente mientras ponía distancia
entre nosotros.
—Bien—Dejé escapar un gruñido mientras la rodeaba lentamente. Los
latidos de Tessia se estabilizaron mientras se preparaba.
—Adquirir—murmuró mientras una fina capa de verde esmeralda la
envolvió como una segunda piel. El aura que la rodeaba estalló bajo sus pies
y se extendió por la hierba.
Salté hacia atrás a tiempo para evitar una raíz tan gruesa como un árbol
que surgió del suelo bajo mí. Toda la zona bajo el efecto del aura pronto se
convirtió en una red de densas enredaderas que se extendían alrededor de la
niña como serpientes protegiendo a su amo.
Tessia ya avanzaba hacia mí, corriendo sobre un rastro de enredaderas,
con su espada brillando de un verde intenso.
En esta forma, podía sentir su intención como la presión de una tormenta
eléctrica que se aproxima.
Levanté la espada y esquivé con facilidad otro grueso zarcillo. Utilizando
las raíces como peldaños, aumenté mi espada a tiempo para encontrarme
con la de Tessia. Nuestras armas chocaron, produciendo un grito mientras
las chispas salían despedidas por el aire. Caí hacia atrás, agarrando la mano
de su espada mientras le daba un pisotón en el pie delantero para impedir
que recuperara el equilibrio, utilizando su propio impulso hacia delante en
su contra.

370
Cayó hacia delante y me preparé para lanzarla, pero entonces una fina
liana se enroscó en la cintura de la niña, impidiendo su caída.
Utilizando la liana para mantenerse erguida, Tessia arremetió con ambos
pies para hacerme volar hacia atrás.
Bloqueé su patada con la parte plana de mi espada, pero no pude
contener mi emoción. Con una carcajada exclamé:
—¡Tu control sobre tu voluntad de bestia ha mejorado mucho!
Me habría impresionado si cualquier otra persona hubiera logrado
defenderse de su contraataque poco ortodoxo.
Liberando más maná en mis extremidades, salí disparado hacia Tessia,
evitando el aluvión de zarcillos que pretendía mantenerme a raya.
Intercambiamos golpes en un terreno siempre cambiante de raíces que se
retorcían y convulsionaban a instancias de mi nieta. Tessia se movía con
elegancia por encima de las lianas, utilizándolas fácilmente como
plataformas para maniobrar en todas las direcciones.
Su movimiento y su manejo de la espada, utilizando tanto su voluntad de
bestia como sus hechizos de atributos de viento, parecían una elegante
danza en el aire, como si cada paso, balanceo y embestida que ejecutaba
hubieran sido coreografiados.
No podía estar más orgulloso de mi nieta, maduró mucho como maga y
había llegado muy lejos. Sin embargo, dejarla ganar con demasiada facilidad
sólo la haría sentirse satisfecha.
Su habilidad transformó el área circundante a su favor. Sin embargo, si su
oponente era tan rápido y ágil como yo, también podría aprovechar las

371
lianas y utilizarlas como ruta para llegar a Tessia. Mi estilo de lucha,
especialmente, que consistía en un movimiento errático para utilizar todo el
potencial del sigilo innato de la pantera de las sombras, sobresalía en este
entorno. Pronto, tanto los zarcillos como Tessia tuvieron dificultades para
seguir mis movimientos mientras revoloteaba constantemente por encima
de las olas de lianas que mi nieta había conjurado.
La niña estaba casi al alcance de mi espada. Me había perdido la pista,
pero justo cuando estiré el brazo para blandirla, se hundió en las
profundidades de las lianas que había debajo de nosotros. Cuando Tessia
desapareció en el interior, los innumerables zarcillos que había debajo de
mí empezaron a retirarse, congregándose en un punto.
Me alejé rápidamente mientras las lianas verdes se reunían, formando
una esfera protectora alrededor de lo que supuse que era Tessia.
Por un momento, temí que hubiera perdido el control de nuevo. Pero
cuando el caparazón de lianas se rompió, silbé de admiración al ver a mi
nieta.

—¡Lo conseguiste!—exclamé, con la voz mucho más ronca de lo normal


debido a la integración.

Riendo, Tessia me apuntó con su espada con una gran sonrisa en la cara.

—¡Ten cuidado, abuelo!

Un aura esmeralda brilló sobre la piel clara de Tessia, que se había


aclarado hasta alcanzar un tono marfil, mientras que su pelo e incluso sus
cejas habían cambiado a un tono verde bosque. Sus ojos turquesa brillaban
más, con intrincadas marcas que se extendían alrededor de sus ojos y que la

372
hacían parecer de otro mundo, casi celestial. Ya sabía que la voluntad de
bestia de Tessia era mucho más poderosa que la mía, y que en el combate
directo, mi voluntad de bestia estaba en desventaja. Sin embargo, no pude
resistir el impulso de enfrentarme a mi nieta en su momento más fuerte.

A Tessia no le sirvió de nada la espada de entrenamiento, el aura verde


translúcida que la rodeaba se moldeó en dos hojas esmeralda en sus manos.
Cuando se lanzó a una ráfaga de golpes con sus espadas duales de maná, no
pude evitar verme abrumado por el interminable torbellino de ataques.

Ella cortaba y giraba sin cesar, a veces buscando aperturas, otras veces
creándolas. Tessia no era una maestra en el arte de las armas dobles y se
exponía a mis contraataques, pero cada vez que me acercaba para golpear,
el aura que la envolvía se convertía en otra arma para bloquear mi espada, y
Tessia podía continuar su bombardeo sin interrupción. Sus armas no eran
sólo las dos espadas que tenía en las manos, sino que era capaz de moldear
su aura en casi cualquier forma que considerase oportuna.

Aparecieron nuevas heridas y cortes por todo mi cuerpo, salpicando gotas


de sangre en la hierba que me rodeaba mientras me movía y esquivaba con
toda mi habilidad, preguntándome por qué había sido tan estúpido como
para pensar que sería una buena idea enfrentarme a ella de frente. Sin
embargo, parecía que la niña también estaba sufriendo daños; unas
manchas rojas se extendían por debajo de la blusa que llevaba para luchar.

El aura esmeralda que la rodeaba se desvanecía, ahora más fina y


transparente. Las runas brillantes que adornaban el rostro de la niña

373
retrocedieron y su expresión se arrugó hasta convertirse en una dolorosa
mueca.

Cuando sus movimientos se ralentizaron y sus ataques se debilitaron, la


agarré por el brazo y le doblé las piernas por detrás de la rodilla, llevándola
suavemente al suelo mientras el resto de su aura de voluntad de bestia se
disipaba.

—Yo... perdí. No pude hacerlo, abuelo. Ni siquiera pude dar un golpe


después de todo eso—dijo, jadeando.

Mientras mi nieta yacía tendida en el campo de hierba, cubierta de cortes


y magulladuras provocados no por mí, sino por la intensidad de su voluntad
de bestia, no pude evitar imaginarla en el campo de batalla. A qué estado se
vería reducida en la batalla, donde su oponente no tenía intención de velar
por su bienestar?

Despejando mi mente de estos pensamientos venenosos, me senté a su


lado y estudié el rostro de la niña en silencio por un momento, luego, con un
suspiro resignado, sacudí la cabeza.

—En el campo de batalla, debes dirigirte a mí como comandante, no como


abuelo.

Los ojos de Tessia se iluminaron, incluso más que cuando había liberado
su fase de integración.

—¿Eso significa...? Que...

—¡Pero!—interrumpí—Tengo algunas condiciones.

—Está bien—respondió ella con la mirada firme.

374
—Debes tener el consentimiento de tu madre y de tu padre. También
debes tener en cuenta la gravedad del asunto. Quien dirija tú equipo o
batallón lo mencionará sin duda, pero de ti depende no convertirte en un
estorbo. Si tus compañeros consideran que no puedes cuidarte, haré que te
retiren de los combates inmediatamente. ¿Está claro?

—¡Sí!—Tessia asintió febrilmente.

—Y procura que no te pillen en una situación en la que tengas que usar tu


segunda fase. Puede que sea porque no has aprendido a controlarla del todo,
pero esa forma te vuelve demasiado temeraria—añadí, pensando en aquel
loco torbellino de ataques y en cómo había confiado únicamente en su
voluntad de bestia para defenderse.

—El maestro Indrath también me dijo eso. Me dijo que la voluntad de


bestia con la que me he asimilado es diferente, aunque no pudo precisar por
qué—admitió.

Ambos nos levantamos y nos dirigimos de nuevo a la sala de


entrenamiento, pero la detuve para decirle una última cosa.

—Niñ…digo Tessia. A partir de ahora, ya no puedo ser tu abuelo. Las


acciones que he llevado a cabo y las decisiones que he tomado con respecto
a ti siempre han sido por tu seguridad y felicidad. Sin embargo, ahora que
eres un soldado, debo tratarte como tal. Tanto si soy yo quien te da una
orden directamente como si es otra persona la que está a cargo de tu equipo,
debes tener en cuenta que las órdenes dadas serán por el bien de Dicathen,
no por tu seguridad personal. Esta es mi última advertencia para ti.

375
Mi nieta me miró, estudiando mi expresión de dolor, luego enterró su
cara en mi pecho mientras me abrazaba.

—Está bien abuelo, quiero decir, comandante. Dicathen es mi hogar y


haré lo que sea necesario para protegerlo y a la gente que quiero.

—Sí, lo sé—murmuré—Eso es lo que temo.

Después de espantarla, me dirigí a los niveles más bajos del castillo.

En el interior del castillo, incluso debajo de los sótanos y las mazmorras,


el fuerte olor de varias hierbas medicinales llenaba los pasillos.

Encontré una puerta sencilla al final de un pasillo largo y estrecho, y la


abrí de un empujón.

—¡Comandante Virion! Mis disculpas, no esperaba la visita de nadie—dijo


la enfermera de mediana edad mientras se levantaba frenéticamente de su
silla.

—No hace falta que te disculpes Anna, he venido por capricho. ¿Cómo
está ella?—pregunté, bajando la mirada a la mujer que yacía inconsciente en
la cama.

—Acabo de terminar de administrarle los suplementos necesarios para


mantener su cuerpo sano. Físicamente está muy bien, pero por más que lo
intentemos, no conseguimos que se despierte—suspiró Anna, poniendo una
mano suavemente sobre el brazo de Cynthia.

—¿Lo mismo de siempre, entonces?—Esbozo una leve sonrisa—Anna, ¿te


importaría dejarme un rato a solas con ella?.

376
—Por supuesto. Quiero decir, en absoluto. Me quitaré de encima. Tómese
su tiempo comandante—contestó ella apresurándose hacia la puerta.

Me dejé caer en la silla de madera junto a la cama y cerré los ojos. No era
ni mucho menos la primera vez que venía aquí. Parecía que, en estos días,
venía a esta habitación cada vez que quería un tiempo a solas o necesitaba
alejarme de la asfixiante presión de la guerra.

—Mi vieja amiga. ¿Cómo va tu sueño? No estoy seguro de que lo sepas,


pero creo que el ejército de Alacryan es capaz de construir barcos de vapor y
es muy probable que los utilice para transportar decenas de miles de
soldados a nuestras costas. Estoy seguro de que no lo sabías. Después de
todo, ya estabas aquí cuando comenzamos la construcción del Dicatheous—
Suspiré, con la mirada perdida en el apacible rostro de Cynthia.

—Sabes? acabo de dar permiso a Tessia para luchar en la guerra ¿Puedes


creerlo? jajaja—Me reí sin humor—Estoy seguro de que se sorprendió por
mi decisión.

—Pero... tenía miedo. Sé lo mucho que quiere marcar la diferencia y


formar parte de esta lucha, y sé lo testaruda que es…

—Pero tenía miedo de que hubiera huido para ir a luchar sin mi


consentimiento. Así que decidí que si iba a participar en esta guerra, debería
ser al menos bajo supervisión.

Me incliné hacia delante, apoyando los codos en las rodillas.

377
—Eso es probablemente una mentira. Siendo honesto, no quería que siga
odiándome… Pft Encima le dije que la voy a tratar como a un soldado y no
como a mi nieta. Bonita tontería ¿verdad?—Me burlé, sacudiendo la cabeza.

—Pero aun así… es difícil hacer todo esto Cynthia, quiero decir. Dejé de
ser rey porque quería evitar hacer lo que estoy haciendo ahora. Y lo que
estoy haciendo ahora es a una escala mucho mayor. Tengo un asura que se
asegura de que esté en forma tanto emocional, mental y físicamente para
liderar esta guerra, mientras que todos los Lanzas y líderes de gremios están
a mi disposición. ¿Acaso es patético por mi parte no querer nada más que
sentarme en mi jardín en paz mientras veo crecer a mi nieta? ¿Qué clase de
broma cruel es enviar a mi propia nieta a la batalla?

—Alduin y su esposa, Blaine y Priscilla... todos hacen lo que pueden para


ayudar, pero al final, acuden a mí para recibir órdenes ahora que Lord Aldir
me ha declarado el único líder apto de las fuerzas militares conjuntas de la
Triunión.

Dejé escapar otra respiración profunda y temblorosa mientras me


arrastraba las manos por la cara.

—Cynthia, ya he sobrevivido a lo de mi esposa. No quiero vivir más que


mi hijo y mi nieta. No creo que pueda soportarlo.

Extendí una mano hacia Cynthia, temiendo que se desmoronara ante mi


contacto. Finalmente, me armé de valor y puse mi mano sobre la suya.

—Nunca me he disculpado contigo. Tuve la sensación de que algo iba mal


incluso después de que Lord Aldir te quitara la maldición. Lo sabías,
¿verdad? Sabías que no se había eliminado del todo, que podrías morir si

378
revelabas información sobre Alacrya y sobre los Vritra, ¿no es así? Creo que
yo también lo percibí, pero no te detuve. Por una oportunidad de ganar el
terreno más alto en esta guerra, te permití llegar a este estado...

Dejé de hablar por un momento, tratando de mantener la voz firme.

—Y lo siento por eso. No debería haber dejado que te hicieras eso. Puede
que haya gente que te rechace por ser espía, pero yo nunca lo haría. Elegiste
enfrentarte a tu propia gente para ayudar a la nuestra. Tomar esa decisión
te hace más fuerte que cualquiera de este continente.

Me levanté de la silla, frotándome rápidamente los ojos con las mangas.

—La verdadera guerra va a empezar pronto. No podré bajar aquí durante


un tiempo, amiga mía, pero te prometo que cuando esta guerra termine,
haré lo que sea necesario para volver a despertarte.

379
DE PRINCESA A SOLDADO

130

3 meses después

Punto de Vista de Tessia Eralith

—¡Darvus, cambia de posición con Stannard!

Giré mi espada, creando un arco de viento que derribó al gnoll acorazado


-una desagradable bestia de maná que era más bien un perro bípedo y
rabioso- que había tratado de atraparme desprevenida.

—¡Cuidado líder! Si mueres antes que nosotros, tu abuelo nos asesinará a


todos—advirtió Darvus, con una gran sonrisa visible bajo su casco abollado.

—Cállate—resoplé, esquivando el golpe del hacha de otro mago de


asalto—¿Quieres que cuente todas las veces que te salvé el culo?

—¡Darvus! No empieces otra pelea que no vas ganar!—se burló Caria


mientras esquivaba ágilmente un garrote con púas, y seguía con un
uppercut 14 a la mandíbula de un orco con colmillos—Stannard, ¿has
encontrado ya al líder de la manada? Estos gnolls 15 siguen saliendo de la
nada.

14El uppercut es un golpe utilizado en el boxeo que viaja a lo largo de una línea vertical en la barbilla o el
plexo solar del oponente. Es, junto con la cruz, uno de los dos golpes principales que cuentan en las
estadísticas como golpes de poder.

380
Darvus hizo girar dos hachas antes de lanzarlas contra un gnoll cercano.

—Todavía no—llamó nuestro mago de pelo rubio desde atrás.

—Oye, líder, creo que deberíamos retroceder. Son demasiados para que
nuestro equipo pueda ocuparse de ellos despreocupadamente.

Darvus desenganchó sus dos grandes hachas de batalla de su espalda y


decapitó a un gran orco.

—Creo que tienes razón. Se suponía que esto era una excursión de
exploración, no un asalto en toda regla. Deberíamos volver al campamento.
Los conjuradores se encargarán de cualquier rezagado que nos siga.

Clavé mi fina espada bajo la costura de la coraza del gnoll acorazado. Su


cara de perro rabioso se contorsionó de dolor mientras se desplomaba en el
suelo.

—Esos suertudos de la varita, sentados detrás de las líneas y disparando


hechizos mientras cotillean entre ellos—refunfuñó Darvus mientras
utilizaba el extremo romo de su hacha para abrir el pecho de un gnoll.

—¡Oye!—exclamó Stannard—¡Eso es asqueroso!

Ignorando las bromas de los miembros de mi equipo, retrocedí de un


salto colocándome al lado de Stannard.

—Stannard, voy a sujetarlos. Ve con todo ¿entendido?

—Entendido—aceptó.

—Darvus, Caria ¡Quítense del medio!

381
Enfundando mi espada, liberé la primera fase de mi voluntad de bestia
para fortalecer mi hechizo. Con las palmas de las manos en el suelo,
susurré:

—Prisión de Hiedra.

Una oleada de lianas salió disparada desde el suelo, enredando tanto a los
grandes orcos como a los gnolls que entraban por la abertura del otro lado
de la caverna.

Stannard apuntó con un artefacto que parecía una estrecha ballesta a la


horda de bestias de maná que ahora estaban arraigadas en el suelo. Sus ojos
azul pálido se entrecerraron concentrados mientras introducía un pequeño
orbe en la punta del artilugio.

La gema incrustada brillaba en rojo intenso mientras esperaba el


momento adecuado. En cuanto Darvus y Caria se alejaron de la línea de
fuego, al instante Stannard desencadenó su ataque: Ráfaga de Propulsión.

Bueno se parece más a un cañón que a una ballesta.

De repente una ráfaga ardiente explotó desde el extremo del arma de


Stannard, casi haciendo volar al pequeño mago.

Todos miramos con gravedad la escena que teníamos delante; la primera


oleada de orcos y gnolls ardía como cerillas, atrapando a sus compañeros
tras un muro de fuego.

—¿Otro nuevo hechizo que has mezclado?—preguntó Darvus, con los ojos
fijos en el ardiente fuego que había a una docena de metros.

382
—Sí—contestó Stannard, colocando su arma en el hombro—Aunque el
retroceso es un poco doloroso.

—Por eso te digo que deberías entrenar más conmigo—Caria le señaló con
su dedo enguantado.

—Y yo te digo que de ninguna manera entrenaría con una salvaje—replicó


Stannard—Todavía tengo pesadillas sobre ese día.

—Chicos, dejemos las bromas para cuando volvamos con los otros
equipos—interrumpí—Ese fuego no los retendrá por mucho tiempo.

Con eso, nos dirigimos por el estrecho pasillo por el que habíamos
entrado, asegurándonos de que no había ninguna bestia de maná
siguiéndonos.

No tardamos en ver la luz púrpura parpadeante que indicaba la base


principal, el lugar al que había llamado hogar durante los últimos meses.

—Me pregunto qué habrán preparado para la cena—reflexionó Darvus,


relamiéndose los labios—Siempre es la misma tortilla de siempre, y sin
embargo siguen llamándola 'comida'. Juro que los cocineros la hacen lo
menos comestible a propósito para que nadie quiera repetir—refunfuñó
Stannard.

—¿Hay alguna posibilidad de que nuestra líder, a la que tanto queremos y


apreciamos y que además resulta ser una princesa, pueda ofrecer a sus
preciados compañeros algo de comida de verdad?—preguntó Darvus, con
los ojos brillantes.

383
—¡Eres asqueroso!—Caria se encogió a mi lado—Si quieres pedir favores,
es mejor que te cubras la cara mientras lo haces.

—No me odies porque soy hermoso, enana—Darvus sacó la barbilla.

Con su rostro rugoso pero afilado, podía considerarse objetivamente


guapo a pesar de su aspecto desaliñado y su ego inflado.

—No soy bajita, soy un poco pequeña no más—le espetó Caria—Y también
soy hermosa. ¿Verdad Tessia?—Se volvió hacia mí y me agarró del brazo.

—Oh por favor. Stannard es pequeño. Podría hacerse pasar por un niño
de diez años. Tú en cambio, eres bajita y salvaje—Darvus sonrió.

—¿Realmente es necesario que me incluyas en tu discusión?—Stannard


sonó ofendido.

Siempre fue sensible con su altura y se oponía a que alguien lo llamara


bajo o pequeño.

—¡Chicos! ¿A quién le importa si somos bonitos o enanos? Estamos en un


calabozo, cubiertos de sangre, sudor y mugre. ¿Realmente hay necesidad de
parecer atractivos aquí abajo?— Suspiré con frustración cuando llegamos al
muro de hierro que protegía el campamento.

—Como era de esperar de alguien que ha sido bendecido con la verdadera


belleza. Nunca entenderías las dificultades que tienen que pasar las chicas
normales para encontrar un hombre—dijo Caria haciendo un puchero.

—Basta—me burlé, sacudiendo la cabeza—Qué belleza verdadera?

384
—Es cierto—dijo Darvus—Si no fuera porque eres la preciada nieta del
comandante Virion y porqué también podrías darme una paliza fácilmente,
ya me habría lanzado a por ti.

—Si no dejas tus bromas, aún podría darte una paliza... otra vez—repliqué.

—Por desgracia, nuestro amor no está destinado a ser. Prefiero a mis


mujeres coquetas y divertidas—dijo Darvus, suspirando con exagerado
anhelo.

—Que asco—Que asco—dijimos Caria y yo al unísono.

Golpeamos la pared de hierro reforzada por los soldados y se abrió una


rendija en el centro. Un par de ojos afilados nos miraron por un momento.

Cuando los ojos se posaron en mí, se ensancharon.

—¡Princesa Tessia!

—Sí. Ahora por favor, abre la puerta—respondí, mirando la luz púrpura


parpadeante que salía de la linterna atornillada al techo.

La rendija metálica se cerró y la luz púrpura cambió a roja,


advirtiéndonos que nos apartáramos.

La pared oscura se abrió en la costura del centro. El desagradable chirrido


del metal sobre la piedra resonó en las paredes de la estrecha caverna
cuando las puertas se abrieron lo suficiente para hacernos entrar.

Cuando atravesamos la puerta en fila india, nos recibió el calor de las


hogueras encendidas de varios pozos de tierra y el olor de hierbas y carne
indiscernibles. El estrecho pasillo en el que habíamos estado se abrió a una
enorme caverna con un techo abovedado naturalmente en lo alto. En lo alto,

385
cerca del techo, había grandes agujeros excavados en las paredes, y en su
interior había arqueros y conjuradores, listos para disparar a cualquier
intruso.

La luz artificial de los orbes se alineaba en las paredes para iluminar la


inmensa caverna en la que más de cien soldados y magos habían acampado.
Un arroyo subterráneo corría a lo largo de un lado de la caverna,
proporcionando agua fresca para todos los soldados estacionados aquí.

—Bienvenida princesa.

El guardia que custodiaba la puerta se inclinó. Lo saludé con una rápida


inclinación de cabeza. Mis compañeros me siguieron de cerca mientras nos
dirigíamos a nuestro pequeño campamento. Cuando llegamos, entré
directamente en la tienda que Caria y yo compartíamos y recogí un nuevo
juego de ropa y una toalla.

Al abrir la solapa de la tienda, pude ver a Darvus intentando encender


una fogata mientras Caria observaba a Stannard que desarmaba y limpiaba
su ballesta. Pensé en lo lejos que habíamos llegado los cuatro en estos
últimos tres meses y sonreí.

Me presentaron a este grupo fue poco después de obtener la aprobación


de mi abuelo para salir a luchar. Darvus, el cuarto hijo de la Casa Clarell, era
un imbécil perezoso, mimado y arrogante, pero también era un prodigio con
un talento excepcional en el control del maná y tenía los reflejos necesarios.

El informe de la misión que había recibido sobre Darvus fue muy


interesante. Los Clarell fueron una familia distinguida durante siglos,
conocida por su estilo único y reservado de hachería aumentada.

386
A pesar de su historial de tonterías y de saltarse el entrenamiento, Darvus,
de pelo salvaje, seguía siendo mucho mejor hachero y luchador que
cualquiera de sus hermanos mayores. Su padre, cansado de la actitud
egocéntrica de su hijo hacia todo, envió a Darvus a la batalla tan pronto
como alcanzó la etapa de núcleo amarillo sólido.

Al principio fue una pesadilla; Darvus me había echado un vistazo y


decidió que era una carga, alguien a quien había que despreciar. Incluso
después de que recurriera a mi voluntad de bestia para derrotarle en un
duelo, seguía considerándome incapaz como líder y hacía lo que quería.
Sólo le importaban dos cosas: coquetear con las mujeres y cuidar a su amiga
de la infancia, Caria.

—¿Tessia? ¿Qué estás haciendo? Pareces bastante tonta con sólo tu


cabeza asomando por la tienda—dijo Caria, sonriendo.

—Ya me iba. Voy a darme un baño—respondí, algo nerviosa.

—No tardes mucho princesa. Recuerda que esto es un campamento de


guerra, no un spa— exclamó Darvus con pereza, tumbado de lado junto al
fuego.

—Tal vez no, pero no hay nada malo en lavarse. Deberías intentarlo
alguna vez—bromeé, llevando mi ropa y la toalla al hombro.

—¿Puedes dejar tus estúpidas burlas?

Caria soltó un chasquido mientras daba una patada al brazo en el que


Darvus había estado apoyando la cabeza, haciendo que ésta se estrellara
contra el duro suelo de piedra.

387
—¡Gah! ¿No podemos recurrir siempre a la violencia, ratoncito vicioso?—
gritó Darvus, frotándose el costado de la cabeza.

—Tu te lo buscaste—dijo Stannard mientras reía desde su asiento,


bajando el arma—Darvus, ¿dónde pusiste los núcleos de bestia que
recogimos?

—Allí—refunfuñó, señalando la bolsa junto a su tienda.

Mientras me dirigía hacia el arroyo, miré por encima del hombro para ver
a Caria frotando la cabeza de su amigo de la infancia, asegurándose de que
estaba ileso.

Me pregunto cuándo tendrá el valor de confesarse a Darvus…

Caria Rede era tan testaruda como Darvus, si no más, pero también es
brillante y optimista, a pesar del duro entorno en el que se había criado. La
familia Rede había servido a la familia Clarell durante muchas generaciones,
pero cuando la madre de Caria no había tenido hijos varones.

Caria es la mayor de las hijas, fue criada como si fuera un varón y


entrenada para luchar con un artefacto único que tenía la apariencia de un
par de guantes. Sin embargo, cuando se activan, se transforman en
guanteletes que le llegan hasta los hombros. Con el tiempo se le asignó la
protección de un miembro de la familia Clarell: Darvus.

Esta chica, que parecía una niña de trece años pero que en realidad tenía
unos cuantos más que yo, fue el pegamento que mantenía unido al equipo.
Caria era alegre y sensible a su entorno, y había sido de gran ayuda para
mantener a Darvus a raya. Sólo al cabo de un mes, más o menos, me había

388
hecho una confesión, y fue ahí cuando me enteré de que estaba
perdidamente enamorada de su pervertido y vago amigo de la infancia. Al
principio me escandalicé, por supuesto, pero como alguien que sentía algo
por un chico que sólo la veía como una niña pequeña que necesitaba
protección, me hizo empatizar con ella.

Aparte de su papel como mediadora en nuestro grupo, realmente brillaba


en el campo de batalla. Incluso después de más de tres meses luchando en
las mazmorras, aún no había visto a nadie tan ágil y flexible como Caria.

Entrando en una de las casetas que habían sido conjuradas al borde del
arroyo, me despojé de mis mugrientas ropas, con cuidado de no irritar los
arañazos y magulladuras que me había hecho en nuestra última batalla.
Sumergiendo mi cuerpo en el frío arroyo que fluía en el extremo más
alejado de la sala cerrada, me limpié apresuradamente con la hierba
limpiadora que había traído. Tuve que moverme constantemente para
combatir el frío del agua. Después de lavarme y de lavar la ropa con la que
había luchado, me sequé y me puse un traje nuevo, manteniendo la toalla
alrededor de la cabeza.

Al llegar a nuestro campamento, me acurruqué junto al fuego,


descongelándome con cautela tras el tortuoso baño. Darvus no estaba en
ninguna parte, seguramente estaba coqueteando con alguna de las
conjuradoras asignadas a la vigilancia de la base principal. Pude ver el
trasero de Caria asomando por nuestra tienda mientras rebuscaba entre sus
pertenencias, dejándonos sólo a Stannard y a mí junto al fuego.

389
—Tú también deberías lavarte. No querrás que se te infecten las heridas—
le aconsejé, dándole la espalda al fuego para que mi cuerpo se secara bien.

—Paso, prefiero luchar contra las bestias de maná que es menos doloroso
que bañarse en ese arroyo casi congelado—Stannard hizo una mueca—
Aunque supongo que debería hacerlo. Déjame terminar primero con este
núcleo de bestia.

Observé al muchacho de pelo rubio mientras agarraba con fuerza un


núcleo de bestia que habíamos extraído de uno de los gnolls y recitaba un
hechizo sobre él.

Stannard Berwick, el último miembro de nuestro equipo, causó una


impresión muy clara durante su evaluación. Fue presentado a mi abuelo por
el profesor Gideon. Cuando el muchacho de aspecto delicado, que no
parecía mayor que Caria, había entrado en el campo de entrenamiento, los
tres tuvimos nuestras preocupaciones. Fue un prestigioso mago de núcleo
amarillo oscuro en ese momento y tenía una doble afinidad con el fuego y el
viento. Todo esto iba muy bien, pero Stannard también tenía una
deficiencia en su núcleo que le impedía almacenar la cantidad de maná que
un mago de núcleo amarillo debería poder almacenar normalmente.

Al principio, debido a su condición, pensé que sería mejor tener a


Stannard en las líneas traseras, con los otros "varits", como los llamaba
Darvus. Sin embargo, Gideon había garantizado que sería útil tener al chico
como compañero en la primera línea. Resultó que Stannard era un tipo de
desviado muy peculiar.

390
Tenía la capacidad única de almacenar hechizos reales en núcleos de
bestia. Sin embargo, era el único que podía activar el hechizo preparado; de
lo contrario, todos habríamos llevado bolsas con núcleos de bestia cargados.

Al ver que Darvus regresaba a nuestro campamento, lo llamé.

—Asi que es el hijo de la Casa Clarell… regresando solo a su fría cama del
campamento?

—Ah, a la princesa elfa protegida se le da mejor el sarcasmo—resopló—Y


no es que no pudiera. Es que no había ninguna chica digna de mí.

—Se me ocurre una—suspiré, tratando de no mirar a propósito a Caria


que seguía dentro de la tienda.

—Lo siento princesa. Realmente no eres mi tipo—dijo Darvus, sonriendo.

Sacudí la cabeza.

—No importa, idiota.

Caria salió de la tienda en ese momento con frutos secos y carne en los
brazos.

—¡Por fin he encontrado dónde los escondí!

Darvus dejó escapar un grito de entusiasmo mientras miraba la comida.

—¿Por qué has escondido esto?

—Para que nuestro sexy y salvador compañero de equipo deje de llorar de


una vez—dijo Stannard, dejando a un lado el núcleo de bestia que acababa
de imbuir.

—Tú también no—gimió Darvus.

391
Todos nos reímos mientras Caria nos entregaba a cada uno un trozo de
cecina. Mientras daba un mordisco a la carne masticable y salada, una voz
familiar me llamó desde atrás.

—¡Princesa!

Cuando me di la vuelta, se me escapó una sonrisa ante la inesperada


sorpresa.

—¿Helen?

392
REUNION

131

Al ver la cara familiar de Helen Shard, la saludé con entusiasmo. Ella es la


líder de los Cuernos Gemelos, el grupo que el padre de Art había liderado
una vez.
Cuando llegué a saludarla me di cuenta de que el resto de los Cuernos
Gemelos estaban detrás de ella.
—¡Hola a todos!
Le di un gran abrazo a Helen y luego saludé al resto de su grupo.
—Equipo, quiero que conozcan a Helen Shard, Durden Walker, Jasmine
Flamesworth, Adam Krensh y Angela Rose de los Cuernos Gemelos. Ya le
hablé de ellos, ¿verdad?—Presenté a mis compañeros, señalándolos por
turnos—Y estos son Caria Rede, Darvus Clarell y Stannard Berwick.
—Es un placer conocerla, señorita
Darvus se apresuró a estrechar la mano de Angela, la conjuradora de los
Cuernos Gemelos.
—Darvus Clarell, cuarto hijo de Darius Clarell, debo decir que eres un
espectáculo para estos doloridos ojos míos.
—Típico—susurró Caria—Va directamente a la que tiene las tetas grandes.
—Princesa, ¿Cuánto tiempo llevas aquí?—preguntó Helen, desviando mi
atención de Darvus y sus payasadas.

393
—Creo que llevamos aquí unos tres meses—respondí—Y llámame Tessia,
por favor.
—Lo siento. Sólo nos hemos visto un par de veces y todas fueron breves,
así que no quería ser grosera—dijo con una risita.
—¿Acabas de llegar?—pregunté, tratando de seguirle la corriente e ignorar
a Stannard y Darvus, que estaban tratando de coquetear con Angela.
Le indiqué que tomara asiento a mi lado, junto a nuestro crepitante fuego.
—Esta tarde. Estuvimos en el Muro durante unos cuatro meses, pero
nuestro grupo ha sido enviado aquí para ayudar en la exploración—dijo.
“El Muro" era lo que todo el mundo llamaba al tramo de fortalezas que se
había construido a lo largo de las Grandes Montañas para asegurarse de que
la batalla no llegara a las zonas más pobladas de Sapin. Aunque sabía que
las fuerzas de Alacryan podrían invadir desde la costa occidental, el abuelo
dijo explícitamente a todos los que tenían conocimiento del barco hundido
que lo mantuvieran en secreto hasta que se hicieran los preparativos
adecuados.
Afortunadamente, las comunicaciones con los enanos habían ido bien
durante los últimos meses; accedieron a que los humanos y los elfos se
refugiaran en su reino subterráneo si era necesario.
Todos esperábamos que no se llegara a ese punto, especialmente los elfos,
porque la distancia entre los reinos de Darv y Elenoir significaba que el
teletransporte era el único medio de viajar. Por ahora, muchas de las tribus
de la mitad sur de Elenoir habían emigrado a través del Bosque de Elshire y
las Grandes Montañas, cerca de las ciudades centrales de Sapin. El plan

394
actual consistía en alejar al mayor número posible de civiles de la costa
occidental y de los Beast Glades.
—Helen ¿Cómo es la lucha del Muro? —Pregunté, con curiosidad por la
zona de guerra principal—¿Has luchado realmente contra los magos
alacrianos?
—Sí—contestó ella con tristeza—Las fuerzas alacrianas son fuertes. En el
Muro, no sólo tenemos que luchar contra los soldados alacrianos, sino
también contra las bestias de maná que han puesto bajo su control.
—Ya veo—Dije mientras miraba mi espada.
Estaba descontenta por el hecho de que los únicos combate que
participaba desde que me uní a la guerra había sido contra las bestias de
maná que arrasaban las mazmorras.
Al ver mi cara, Helen añadió:

—Pero las batallas que se libran aquí son igual de importantes, incluso
más, créeme. Cuantas más bestias de maná matemos aquí, menos habrá en
la superficie. Y si encontramos y matamos a un mutante, las fuerzas de
Alacryan pierden cientos de sus marionetas.

Asentí en silencio.

Sabía que ganar la lucha aquí abajo era crucial para la guerra. La principal
tarea de los soldados aquí reunidos era encontrar a los mutantes en las
profundidades de la mazmorra. Los mutantes son bestias de maná
controladas por los alacrianos, en su mayoría son jefes de sus propias
mazmorras. A través de los mutantes, el enemigo era capaz de controlar los
cientos de bestias de maná que le servían. Mientras estos mutantes

395
existieran, otras bestias de maná de su especie les seguirían, luchando junto
a los soldados alacrianos.

Había docenas de escuadrones por ahí, en las profundidades de varias


mazmorras, tratando de encontrar y matar a los mutantes antes de que
reunieran un número significativo de bestias de maná y comenzaran a
avanzar hacia el Muro.

—Como el mutante que se esconde aquí es supuestamente una bestia de


maná de clase S, tu abuelo envió más magos y por eso estamos aquí—dijo el
hombre grande llamado Durden al escuchar nuestra conversación.

Yo ya lo sabía por supuesto, normalmente no habría tantos soldados


dentro de una mazmorra.

—Gracias al cielo por eso. Y gracias al querido abuelo por traer a un ángel
tan hermoso a mis brazos—añadió Darvus, pasando un brazo por la espalda
de Angela.

Ángela se limitó a soltar una risita, al parecer estaba considerando a


Darvus nada más que una linda mascota.

De repente Caria golpeó a Darvus en la cabeza y lo arrastró a una


distancia segura.

Stannard parecía avergonzado cuando Ángela le había arrullado y


acariciado la cabeza como si fuera un niño, él se colocó junto a Durden.
Jugueteando con su arma y con el ceño fruncido.

Me volví hacia el líder de los Cuernos Gemelos.

—Helen, cuéntame más sobre las peleas que están ocurriendo en el Muro.

396
—Mira princesa—espetó Adam Krensh—Las peleas en el Muro no son
cuentos que tu niñera te lee en tu lujosa cama. Es una guerra. La gente
muere en ambos lados.

Adam tenía una cabellera pelirroja que parecía el fuego ardiente


alrededor del cual estábamos acurrucados, y me miró como si estuviera
regañando a una colegiala. Estaba a punto de decir algo cuando Durden se
interpuso entre nosotros.

—No hagas caso a las palabras de Adam. Si lo hiciéramos, todos lo


habríamos matado mientras dormía... más de una vez.

Ni siquiera me había dado cuenta de que ya estaba de pie, pero la


intervención de Durden y sus palabras despectivas calmaron mi ira lo
suficiente como para evitar que explotara. Volví a sentarme, pero seguía
mirando al larguirucho cabeza de ascua. Arthur mencionó cómo podía ser
Adam cuando me habló sobre los Cuernos Gemelos, pero no me había dado
cuenta de lo mucho que se quedaban cortas sus palabras.

—Adam, busca un lugar para nuestra fogata y ve a montar nuestras


tiendas—ordenó Helen, con una sorprendente cantidad de autoridad en su
voz, que no había estado presente cuando hablaba conmigo—Angela,
¿puedes ir a ayudarle?

Con un alegre saludo, Ángela alejó al gruñón Adam de nuestro


campamento. Eso dejó sólo a Helen, Durden y Jasmine, que habían
permanecido en silencio desde que llegaron.

—A pesar de cómo salieron las palabras de ese músculo defectuoso que


llama lengua, Adam sólo dijo eso porque no quería que lo supieras—suspiró

397
Helen—Estás aquí luchando contra bestias, pero los soldados alacrianos son
mucho más monstruosos que cualquier bestia de maná de aquí. Al menos
las criaturas con las que luchas aquí lo hacen por instinto de supervivencia.
Ellos en cambio, luchan para matar y hasta cierto punto, eso es piadoso.

—¿Qué quieres decir con ‘piadoso’?—preguntó Stannard.

La expresión de Helen fue vacilante y sabía que estaba pensando en una


forma de endulzar lo que fuera a decir. Entonces Jasmine se adelantó y
respondió por ella.

—La información es lo más importante en una guerra—dijo de manera


limpia—Ambos bandos intentan sacarse información mutuamente. Eso
significa secuestrar... torturar.

Todos guardamos silencio por un momento e incluso la expresión


habitualmente distante de Darvus se endureció.

—Las batallas aquí abajo son blancas y negras, las bestias son malas, tú
eres bueno. Pero cuando luchas contra otros humanos, como los elfos y
enanos que pueden hablar, gritar de dolor y suplicar clemencia... las cosas
se vuelven más grises. Es más difícil distinguir entre el bien y el mal—
continuó Jazmín, con un rostro de piedra a pesar de los horrores que estaba
describiendo.

El ambiente de la reunión, antaño animado, se había vuelto tenso, y yo


intercambiaba miradas con mis compañeros.

De repente, una serie de fuertes ruidos de choque nos hizo girar la cabeza
hacia una de las entradas que se adentraban en la mazmorra.

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—¡Por favor, deprisa, déjenme entrar!—gritó una voz apagada desde
detrás de una de las puertas.

El centinela a cargo de la entrada verificó rápidamente la identidad del


hombre, luego descerrajó la puerta y la abrió de un tirón.

Toda la caverna estaba en un silencio sepulcral. Todo el mundo, tanto si


estaba en el interior como si descansaba después de una excursión, estaba
de pie, con las manos agarrando sus armas y la mirada fija en la entrada.

Cuando las dos pesadas puertas se abrieron, el hombre que había estado
gritando al otro lado cayó al suelo, aparentemente inconsciente.

—¿Sucede esto a menudo?—preguntó Helen, con el arco preparado y la


mano libre en el carcaj.

—No, no ocurre—respondí, con la mano apoyada en el pomo de mi espada.


El centinela hizo entrar inmediatamente al explorador antes de cerrar las
puertas.

—¡Llamen a un médico!—rugió el centinela, levantando al explorador


ensangrentado sobre sus hombros. Aquí no había ningún emisor; la
mayoría estaba en el Muro, curando allí a los heridos. Sin embargo, siempre
había algunas personas de guardia que eran expertas en tratamientos
médicos.

—¿Quieres ver de qué se trata?—Stannard me miró

—¿Tenemos autorización para entrar?—preguntó Helen, estirando el


cuello para ver.

399
—Ser una princesa es una especie de autorización, ¿no?—Darvus se
encogió de hombros, ansioso por saber qué pasaba.

Me levanté.

—Pero no vengan todos.

Helen y Stannard se ofrecieron para acompañarme. Cuando llegamos a la


tienda de campaña con techo blanco situada en la pared opuesta a las
entradas, la más cercana a la salida de vuelta a la superficie, dos guardias
nos impidieron entrar, hasta que reconocieron quién era yo.

—Princesa. ¿Qué la trae por aquí? ¿Está herida?—El más grande de los
dos guardias con armadura agachó la cabeza para verme mejor.

—No. Conozco al explorador que acaba de llegar—mentí, dirigiéndole una


mirada formal—y estoy preocupada por él. ¿Le importa dejarnos pasar?.

Los dos guardias intercambiaron entonces miradas con duda, pero


finalmente abrieron la lona desmontable que hacía de puerta.

Esperaba que hubiera mucho más ruido dentro, sobre todo teniendo en
cuenta la impactante entrada del explorador, pero en la tienda no había más
pacientes. La médica, su ayudante y el jefe de nuestra expedición estaban
alrededor del explorador que yacía inconsciente en la cama.

Cuando entramos, el líder de la expedición, un aumentador de pecho


llamado Drogo Lambert, se levantó de su asiento, junto con su asistente.

—¿Princesa? ¿Pasó algo? ¿Está herida?" preguntó Drogo, con la


preocupación grabada en su rostro. Miró a Stannard, y luego su rostro se
iluminó al ver quién estaba con nosotros.

400
—¿Helen Shard?

—Me alegro de verte, Drogo... o supongo que debería llamarte 'líder', ¿no?
—Helen se acercó y estrechó la mano del corpulento hombre, cuya
armadura parecía diseñada para contener sus músculos más que para
protegerlos.

—Por favor, eres más que apto para ocupar mi lugar—Su sonrisa se
desvaneció mientras nos miraba con preocupación—¿Qué los trae por aquí?
¿Va todo bien?

Asentí con la cabeza.

—No te preocupes Líder, todo está bien".

—La princesa probablemente está aquí para saber qué noticias trajo
nuestro pequeño príncipe dormido, ¿tengo razón?—dijo la médica, una
mujer mayor con una joroba y un rostro naturalmente fruncido.

—Parece que no puedo ocultarle nada, anciana Albreda—Dije, sonriendo


torpemente.

—¡Bah! ¿Acaso esta pobre excusa de centro de tratamiento le parece un


ala de chismes?—refunfuñó mientras se volvía hacia la estantería llena de
hierbas y plantas que tenía detrás, empezando a ordenarlas.

—Por supuesto que no—dijo Helen—Pero me trajeron aquí con mi equipo


para ayudar a encontrar a la bestia de clase S que se convirtió en mutante, y
debo enviar actualizaciones a mis superiores en el Muro periódicamente.
Pensé que la forma más rápida de averiguar lo que estaba pasando sería
hablar con este hombre—dijo, indicando al explorador inconsciente.

401
—Tienes razón al pensar eso, pero por desgracia, puede pasar un tiempo
antes de que podamos sacarle alguna respuesta—refunfuñó Drogo.

Stannard se acercó con cuidado al hombre.

—¿Qué le ha pasado?

—Deshidratación y fatiga masiva. El muchacho no tiene heridas que yo


haya encontrado todavía, pero parece que no ha comido ni bebido nada en
uno o dos días. Y por el estado de sus pies, diría que ha estado corriendo sin
parar durante bastante tiempo.

La anciana Albreda levantó las sábanas para mostrar los pies


ensangrentados del explorador y comenzó a limpiar las heridas rápida pero
minuciosamente.

—Ya veo—respondió Helen—Drogo, ¿puedes avisarnos en cuanto se


levante?

Asintió con la cabeza.

Nos dimos la vuelta para salir de la tienda, pero un agudo jadeo nos hizo
volvernos. El explorador luchaba por incorporarse y tosía secamente.

—¿Cuánto tiempo he estado fuera?—logró preguntar.

—Cálmese soldado. Uno de los centinelas dijo que tu nombre es Sayer, ¿es
así?—Drogo deslizó su brazo detrás de la espalda de Sayer, apoyando al
explorador.

—Sí… señor—contestó con una voz débil y entrecortada.

402
El asistente médico le entregó un pequeño vaso de agua, que se tragó de un
solo trago.

—Bueno Sayer, han pasado unos diez minutos más o menos. ¿Qué ha
pasado? ¿Dónde está el resto de tu equipo? —Preguntó Drogo.

—Muertos, señor. Me había quedado atrás…—El explorador dudó—Tuve


un desacuerdo con mis compañeros y me quedé atrás.

—¿Desacuerdo?

—Me sentí mal por dejar que se adentraran solos, así que me quedé detrás
de ellos después de que se fueran—dijo Sayer, con la culpa prácticamente
grabada en la frente—Pero habían caído en una emboscada de gnolls,
mucho más mortíferos que los de aquí arriba, señor.

Todos en la tienda guardaron silencio mientras procesábamos las palabras


de Sayer.

—Debían haber cientos de ellos señor, y-y había una puerta enorme
detrás de ellos, como si estuvieran protegiendo lo que fuera que había al
otro lado—tartamudeó—Creo que lo hemos encontrado, señor. Creo que
hemos encontrado la guarida del mutante.

403
DIBUJANDO MÁS CERCA

132

Punto de Vista de Stannard Berwick

Mi estómago se revolvió ante las premonitorias palabras del explorador.

Esto es… pensé. ….la razón de porque estamos aquí abajo.

Cuando esto termine por fin podré volver a casa, dormir en una cama de
verdad, comer una comida bien cocinada y condimentada a mi gusto, no
para sobrevivir.

Pero….

¿Por qué tengo tanto miedo?

—Pero lo hice, líder—El explorador dejó escapar otra respiración dolorosa.


—Conseguí colocar la puerta de teletransporte masivo cerca de la entrada,
tal y como nos habían indicado.

—Sayer, lo hiciste bien—Drogo apretó el brazo del explorador, y luego se


dirigió a la salida de la tienda.

—Vamos, nosotros también debemos prepararnos—La mujer de pelo


corto, Helen Shard, se giró y salió detrás de él.

Tessia asintió con firmeza en respuesta, y me hizo un gesto para que la


siguiera. Pero no pude….

404
Sentía que mis piernas estaban ancladas al suelo, como si mi propio
cuerpo protestara contra el hecho de que seguirlas podría llevarme a la
muerte.

—¿Stannard? ¿Estás bien?

Tessia inclinó la cabeza y me miró a los ojos mientras levantaba la solapa


de la tienda.

—Sí, estoy bien.

Lo dije más para convencerme a mí mismo que para otra cosa. Tessia
transmitió las noticias del explorador cuando llegamos a nuestro
campamento.

—¡Por fin! —Darvus gimió aliviado—Puedo tomar un baño caliente


cuando todo esto termine.

—¿Puedes al menos intentar no sonar como un niño mimado?

Caria sacudió la cabeza mientras se dirigía a su tienda.

—¿Qué? Todo el mundo piensa lo mismo ¿no?—Darvus se volvió hacia


mí—Díselo, Stannard. ¿No te apetece un baño caliente después de esto?,
¿verdad?

—Eh, sí. Claro—respondí inexpresivamente mientras me sentaba, con mi


lanzador de maná sostenido débilmente en mis manos.

—¿Pasa algo, Stan?—preguntó Darvus, levantando una ceja.

Con un suspiro molesto, respondí:

—No, estoy bien. Sólo quiero que esto termine.

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No tenía sentido decir nada. Darvus, Caria y Tessia eran magos y
combatientes geniales. No necesitaban sentir miedo en situaciones como
estas. No lo entenderían.

—Muy bien. Bueno, nos dirigiremos a nuestro campamento y nos


prepararemos también. Samantha y Adam no tienen ni idea de lo que está
pasando, después de todo—anunció el líder de los Cuernos Gemelos.

El resto de su equipo la siguió mientras se marchaban.

Unos minutos después de que los Cuernos Gemelos se fueran, la voz de


Drogo resonó en la gran caverna, alertando a todos del mensaje del
explorador. Pronto, todo el lugar se llenó de un frenesí de movimiento
mientras más de cien soldados se apresuraban a prepararse para la
inminente batalla.

A mi lado, Caria ya se había puesto su equipo de combate, que consistía


en una ligera armadura de cuero que cubría sus partes vitales sin dificultar
su movilidad. Estaba tumbada a mi lado, estirando su ágil cuerpo de formas
que habría creído imposibles si no las hubiera visto con mis propios ojos.

Sentado frente a mí, junto al fuego, Darvus hacía malabares con las
hachas más pequeñas que utilizaba para lanzar. El mimado cuarto hijo de la
familia Clarell había perdido su expresión relajada habitual, sustituida por
la máscara tranquila y concentrada que llevaba durante una batalla seria.

Me volví hacia Tessia, que en realidad era la más joven de nuestro equipo
-yo era mayor por sólo un año-, pero la más serena. Ella ya se había
equipado para la batalla. Llevaba un chaleco de cuero negro ajustado bajo
una cota de malla para proteger su pecho. En el hombro de su brazo

406
dominante llevaba un espaldar elegantemente curvada, decorado con un
intrincado diseño de ramas. Sus brazaletes tenían el mismo diseño que la
armadura de placas de un solo hombro y las faldas que protegían sus
caderas y muslos.

Tessia se ató el pelo hacia atrás, dejando al descubierto la nuca de color


crema, y tuve que apartar la mirada. Sentí que se me calentaba la cara
cuando la imagen de su elegante figura se me grabó en el cráneo.

Contrólate Stannard. Está fuera de tu alcance. Además, está enamorada


de ese tal Arthur.

Sacudí la cabeza mientras intentaba concentrarme en contar las


municiones que tenía. No saldríamos hasta dentro de unas horas, lo que me
daba algo de tiempo para cargar más núcleos de bestia con hechizos.

Tenía veinticinco cartuchos de bajo daño y ocho cargados con hechizos de


alto daño. Tras unos cálculos aproximados, concluí que unos cinco
cartuchos más de bajo daño y dos más de alto daño deberían ser suficientes.

Mirando hacia arriba, observé cómo los magos empezaban a preparar la


conexión entre las puertas de teletransporte para que pudiéramos llegar
justo donde el explorador había colocado el artefacto. Mientras el portal
brillante se ampliaba, sentí que mi cuerpo se volvía más pesado a cada
segundo.

Lo había hecho bien durante los tres meses que llevábamos aquí. Sin
embargo, esto era de verdad. Había luchado contra bestias de maná antes
de todo esto, pero esta sería mi primera vez luchando contra un mutante.

407
—Vamos, Stannard. Tú también deberías estirarte. Será malo que te
acalambres en la batalla.

La voz de Caria me sacó de mi aturdimiento. Sus ojos brillantes me


miraban desde el lado del fuego mientras me tendía la mano.

Una sonrisa logró escapar de mis labios cuando acepté su mano.

—No te preocupes por mí.

Después de unas dos horas, la puerta estaba lista y los equipos se dirigían
hacia ella, ansiosos por ser los primeros en pasar. Agarré con fuerza el
mango de mi lanzador de maná para que no me temblaran las manos.

—Vamos—anunció finalmente Tessia.

Un nuevo fuego ardía en sus ojos, la determinación prácticamente


rezumaba de sus poros.

—Si capitán—respondió Darvus, con una sonrisa sarcástica en el rostro.

Nos acercamos a la masa de gente reunida frente a la puerta de


teletransporte, que era capaz de transportar unas cuantas docenas a la vez.

—¿Están listos?—La voz de Helen Shard sonó desde la izquierda.

—Todo lo preparados que podemos estar—respondió Tessia, con los ojos


puestos en el portal.

—Equipos de Vanguardia, prepárense al llegar. No estamos seguros de


cuántas bestias de maná habrá al otro lado—gritó Drogo junto al portal.

Eligió específicamente ciertos equipos para liderar la carga, despejando el


camino para el resto. Era peligroso adentrarse en medio de un campo de

408
batalla activo a través de un teletransportador, no sabíamos qué había al
otro lado y los que habían pasado no podían dar la vuelta al resto si las cosas
se ponían feas.

—¡A la carga!—rugió Drogo, desenvainando su espada larga y tomando la


delantera.

La multitud comenzó a disminuir mientras los equipos cargaban a través


de la puerta, con las armas preparadas.

Tessia nos miró por encima del hombro.

—Saldremos todos vivos de esto y comeremos una buena y deliciosa


comida después. ¿De acuerdo?

—¡De acuerdo!—gritamos al unísono, y luego atravesamos la puerta


resplandeciente.

Dejé escapar un grito enloquecido al atravesar la puerta, justo a tiempo


para ver cómo un aumentador de uno de los equipos que nos precedían era
acribillado por un par de gnolls con cara de hiena.

—¡Grannith!—gritó desesperadamente la mujer que estaba a su lado,


antes de que los gnolls se volvieran contra ella.

Mi arma estaba cargada con un núcleo de bajo daño, pero Darvus ya había
entrado en acción. Con un poderoso salto, superó la distancia y aterrizó
entre los gnolls, con sus dos hachas cortas girando. El aire que lo rodeaba se
arremolinó, uniéndose a las hachas, y las cabezas de ambos gnolls fueron
cortadas limpiamente. La sangre brotó de sus cuellos un segundo después,
pero Darvus ya estaba revisando al conjurador.

409
—¡Maldita sea!—maldijo, haciendo que uno de los cuerpos decapitados
cayera con una firme patada—Está muerta.

—¡Sigan moviéndose y manténganse juntos!—ordenó Tessia mientras


miraba a nuestro alrededor.

Parecía que un grupo bastante numeroso de gnolls y orcos nos había


estado esperando; los equipos que nos precedían estaban todos enzarzados
en una batalla con bestias de maná.

La caverna en la que nos encontrábamos era aproximadamente la mitad


del tamaño del campamento principal. Por un segundo, creí que habíamos
llegado frente a las imponentes puertas -donde el explorador había
especulado que estaba el mutante-, pero al mirar hacia adelante, sólo había
una estrecha entrada a un pasillo oscurecido por las sombras.

—¡Stannard, a tu izquierda! —llamó Caria desde atrás.

Inmediatamente, me giré, dando un paso atrás justo a tiempo para


esquivar la tosca cabeza de una alabarda. Levantando mi lanzador de maná,
apunté al pecho del orco y disparé, haciendo un agujero en el centro del
corazón de la criatura.

El monstruo se desplomó en el suelo, dejando caer su arma con un fuerte


golpe, pero no tuve tiempo de descansar; otro gnoll cargó temerariamente
hacia nosotros.

—Lo tengo—gritó Caria, ya en movimiento.

Se lanzó hacia delante, cerca del suelo, con los dos puños pegados al
pecho, lista para atacar.

410
En el último momento, levantó una pequeña plataforma de tierra para
maximizar su aceleración y, con un grito, explotó a una velocidad
vertiginosa. Caria llevó los brazos por encima de la cabeza, con los dedos
apuntando como la punta de una lanza, como si quisiera lanzarse
directamente contra el gnoll que se acercaba, que la doblaba en tamaño.

Con un ruido sordo, el guante de Caria atravesó el estómago del gnoll. El


gigantesco monstruo con cara de perro vaciló, con su grotesco rostro
arrugado por la conmoción, y le asesté el golpe final con otro núcleo de bajo
daño entre los ojos.

Caria aterrizó hábilmente sobre sus pies, sin perder el equilibrio, y se


sacudió la sangre de sus guanteletes metálicos antes de salir corriendo en
otra dirección.

Un gruñido agónico detrás de mí me llamó la atención. Al darme la vuelta,


vi a Tessia derribando a un par de orcos y a un gran gnoll. Era una ráfaga de
espadas mientras pasaba de bestia en bestia. Cada paso, cada golpe, tenía
un propósito, ya que lanzaba cortes y se abalanzaba sobre los gnolls como si
se tratara de una danza coreografiada.

Me asombraba cada vez que la veía luchar. Siempre había sentido envidia
de Darvus y Caria por sus talentos innatos en la manipulación del maná y la
destreza en la lucha, pero la habilidad y la gracia de Tessia estaban a un
nivel que sólo podía reverenciar.

—Ya es hora de que te hagas útil, ¿verdad, Stannard?—llamó Darvus


mientras arrancaba un hacha del cráneo de un orco muerto.

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—¡Cállate!—repliqué con una sonrisa—¿Qué tal si empezamos a
acosarlos?—Saqué un gran núcleo de bestia que irradiaba un brillo rojo
anaranjado.

—¡Conjurador fuego cruzado!—gritó Darvus, una advertencia para los


demás soldados que estarían a su alcance mientras empezaba a arrear a un
grupo de orcos.

El resto de los soldados sabían qué hacer. Algunos empezaron a


retroceder, mientras otros dirigían a sus oponentes hacia mi línea de fuego.

Un gran conjurador se acercó a mí, haciéndome una señal con la cabeza


mientras levantaba su bastón para prepararse. Unos cuantos conjuradores
más se unieron y preparamos nuestros ataques mientras nuestros
compañeros conducían a más y más orcos y gnolls hacia el centro de la
oscura caverna. Los pocos extraviados que consiguieron separarse del grupo
fueron rápidamente abatidos por los aumentadores que nos protegían.

Respirando profundamente, cargué el núcleo de bestia brillante en mi


lanzador de maná. Al fijar la punta de mi arma y apuntar al centro de la
masa de gnolls y orcos que custodiaban su caverna, esperé la señal.

Una voz profunda y de barítono sonó desde el borde del grupo mientras
un soldado daba un hachazo y empujaba a un gnoll extraviado hacia el
grupo de bestias.

—¡Todo despejado!

Los conjuradores situados a mi alrededor dispararon sus hechizos más


potentes contra la masa, mientras yo esperaba con calma el momento

412
adecuado. Cuando el último de sus hechizos fue disparado hacia los
monstruos, lancé el mío: Prisión del Infierno.

El retroceso del lanzamiento de una esfera de fuego tres veces mayor que
la mía me hizo caer contra la pared de la caverna. El orbe en llamas se
multiplicó por tres mientras volaba hacia la muchedumbre, y el fuego los
envolvió a ellos y a los hechizos que los conjuradores habían lanzado.

Cuando la esfera en llamas se extinguió, dejó al descubierto los restos


carbonizados de las pocas docenas de bestias de maná que habían quedado
atrapadas en su interior y el resto de los soldados lanzaron una oleada de
vítores. Las pocas bestias de maná dispersas que quedaban fueron
eliminadas fácilmente por los aumentadores, lo que me dio unos minutos
para respirar.

—Buen trabajo, mago rarito—Darvus me guiñó un ojo mientras me


ayudaba a ponerme en pie.

Había habido el doble de bestias de maná que de soldados, pero al final de


la batalla habíamos sufrido menos de diez muertes.

—Ha sido un triunfo abrumador, a pesar del ataque sorpresa del ejército
de bestias de maná—La voz firme y dominante de Drogo resonó en toda la
caverna—Seguiremos adelante: ¡las muertes de nuestros camaradas no
serán en vano!"

Los soldados, incluidos Darvus y Caria, lanzaron una ferviente ovación.


Tess se limitó a limpiar su espada y la devolvió a su funda con un rostro
firme. Sus ojos turquesa observaron con ojos vacíos cómo sacaban a un elfo

413
a través del portal. Miró fijamente la lanza dentada que sobresalía de la
espalda del elfo sin vida.

No sabía si Tessia conocía a ese elfo, pero empatizaba con ella. ¿Era
realmente una victoria si, para algunas personas, el peso de esas diez
muertes significaba mucho más que un simple número?

414
MÁS ALLÁ DE LA PUERTA

133

La atmosfera de la caverna era tensa y sombría, esta batalla nos tomó a


todos por sorpresa. Normalmente deberíamos haber sido capaces de pelear
batalla sin problemas, pero estar durante estos últimos meses de
excursiones repetitivas sin éxito al encontrar alguna señal de que un
mutante que pudiera estar cerca, nos dejó descuidados.

Algunos equipos ya se habían reagrupado, otros estaban descansando


mientras los heridos y los fallecidos eran enviados de vuelta para ser
atendidos adecuadamente. Algunos de los aumentadores afilaban sin
descanso sus espadas, mientras los conjuradores meditaban para estar en
plena forma para lo que nos esperaba.

Nuestra líder observaba el campo de batalla como una zombi, hasta que
finalmente la llamé para que se uniera a nosotros.

—¿Qué pasa Tessia? ¿Estás bien?"

Volvió su mirada hacia nosotros y mostró una sonrisa débil y obviamente


forzada.

—No es nada. Es bueno que hayamos ganado... pero aun así hemos
perdido diez soldados.

—Nuestra siempre compasiva princesa derrochando bondad y gracia


hacia nosotros los campesinos—gritó Darvus—¡No somos dignos!

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—Cállate—dijo Tessia, con una voz más suave que la habitual.

—Hicimos lo mejor que pudimos y ganamos—dijo Caria en tono


consolador, acariciando suavemente su espalda.

—Ella tiene razón Tessia. Todos sabemos lo que nos jugamos cada vez que
entramos en combate. Es imposible salvar a todos los soldados—añadí.

Sin embargo, en lugar de reconfortarla, mis palabras parecieron tener el


efecto contrario, ya que su expresión se desplomó.

—Supongo que tienes razón. No puedo salvar a todos—repitió sin ganas.

—Bien hecho—susurró Darvus a mi lado.

—¡Eh! Fue mejor que tu estúpido comentario sarcástico—le respondí con


un siseo.

—A este paso, sólo lo haré caer—continuó Tessia, con su voz demasiado


baja para que la oyéramos.

—Con él, ¿Te refieres a ese tipo? ¿Arthur?— preguntó Caria, inclinándose
hacia ella.

—Uh no otra vez él—gimió Darvus—Princesa, ¿cuándo vas a salir de ese


engaño tuyo? Además, ¿no tenemos cosas más importantes que hacer?

Tessia negó tranquilamente con la cabeza.

—No es así, y yo...

Pero Darvus continuó:

—Lo describes como si fuera un tipo todopoderoso e inhumanamente


carismático sin un solo defecto.

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—Oh, por favor. Sólo estás celoso porque Arthur es todo lo que tú
desearías ser, además de ser más lindo—dijo Caria acusadoramente. Luego
se volvió hacia Tessia con los ojos brillando—¿Es realmente tan lindo y
encantador?

—Creo que sí—dijo Tessia—Fue bastante popular en la academia, aunque


dudo que él lo supiera.

—Cada vez odio más al tipo—refunfuñó Darvus.

Tessia negó con la cabeza.

—Aun así, él no es perfecto. Honestamente me dio un poco de miedo


cuando lo conocí.

—Dijiste que te salvó de los traficantes de esclavos después de que te


escaparas de casa, ¿verdad?—preguntó Caria.

—Sí—La cara de Tessia se enrojeció ante el embarazoso recuerdo.

—Aunque para ser honesta… sentí que no lo hizo realmente por la


bondad de su corazón, sino por algún esquema lógico. Por supuesto, yo era
sólo una niña, así que podría estar equivocada, pero Arthur siempre ha
tenido ese lado aterrador en el que parece frío a veces... sin corazón, incluso.

—Ooh, un chico malo—Caria arrulló.

—Voy a vomitar—refunfuñó Darvus—No me parece un gran tipo. Es decir,


te dejó sola y en peligro varias veces, ¿no? Y se fue por su cuenta después de
que te secuestraran cuando ese mago alacriano invadió la Academia Xyrus.
Ni siquiera se aseguró de que estuvieras bien, sólo se fue a quién sabe dónde.

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—Se puso en contacto con el abuelo para asegurarse de que estaba bien,
pero tenía prisa—dijo Tessia, bajando la cabeza.

—Ah claro, para ir a 'entrenar' a algún lugar en secreto—Darvus puso los


ojos en blanco—En mi opinión, solo huyó de la guerra porque tenía miedo
de morir.

Esperaba que Tessia se enfadara, pero parecía tranquila cuando


respondió.

—Te equivocas Darvus. Puede que Arthur sea un poco despistado a la


hora de expresar sus emociones y un poco idiota en otras cosas—Tessia se
sonrojó ligeramente—pero no es alguien que huya por miedo. Su deseo de
proteger a sus seres queridos es demasiado fuerte para eso.

—Sí, sí. Arthur será el héroe que nos salve de la ira de los alacrianos—
Darvus levantó las manos, rindiéndose ante la mirada decidida de Tessia.

—Pero no puede ser tan fuerte, ¿verdad? —pregunté.

A lo largo de los últimos meses, había aumentado mi curiosidad por ese


chico al que Tessia apreciaba tanto. A pesar de nuestra situación actual,
quería saber más sobre él.

Ella sonrió mientras miraba a lo lejos

—Es fuerte.

—Bueno, no puedo esperar a conocerlo—dijo Caria—Nos presentarás,


¿verdad?

—Sí—La sonrisa de Tessia se atenuó—Espero que sea pronto.

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Darvus sacudió la cabeza.

—Blech. No cuentes conmigo. Me parece que ya sé demasiado sobre el


tipo. Además, llevas tanto tiempo luchando a mi lado que apuesto a que te
parecerá un mago de segunda categoría cuando lo vuelvas a ver.

—¿Hay un límite para lo pretencioso que puedes ser?—Caria negó con la


cabeza y yo me reí.

El resto de los equipos se habían reorganizado, así que nos levantamos.


Drogo hizo un recuento de los líderes de los equipos, y luego salimos por el
oscuro corredor del extremo de la caverna.

Los equipos comenzaron a marchar hacia el estrecho pasillo, engullidos por


las sombras uno tras otro. Finalmente, nuestro equipo entró.

El ambiente cambió drásticamente una vez que entramos en el pasillo. El


aire era seco, quieto y algo agrio, el único sonido que resonaba a lo largo de
estas paredes era el de las pisadas.

Apenas pude distinguir las figuras de los soldados que nos seguían, una
pequeña luz que se balanceaba en la distancia.

Miré hacia atrás, confundido; la luz de la caverna que acabábamos de


abandonar parecía retirarse del pasillo.

—Esto es una mierda espeluznante—resonó la voz silenciosa de Darvus


desde detrás de mí.

—Dímelo a mí—dije.

Unos conjuradores que iban delante de nosotros intentaron iluminar el


pasillo con un hechizo, pero su luz pronto fue devorada por la oscuridad.

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—Parece que en este lugar sólo funciona el artefacto iluminador del
frente—dijo Caria a mi lado.

Todo el mundo caminaba en silencio o hablaba en susurros, prestando


mucha atención a nuestro paso y al orbe de luz que nos guiaba.

Después de lo que parecieron horas de marcha, apareció otra mancha de


luz. La luz anaranjada del artefacto iluminador dejó de moverse cuando los
conjuradores se detuvieron, y Drogo llamó nuestra atención.

Habló en voz baja, quizá temiendo que la bestia de maná captara nuestra
conversación a pesar de la distancia.

—Pronto llegaremos al punto donde Sayer y su equipo fueron emboscados


por las bestias de maná. Según su informe, deberíamos esperar al menos
unos cientos de gnolls y orcos, algunos más grandes que los que hemos
enfrentado hasta ahora. Recen para que los dioses estén con nosotros.

Empezamos a trotar de forma constante, la luz blanca se hacía más


grande a medida que avanzábamos por el oscuro pasillo. Afortunadamente,
el camino era liso; si alguien de la parte delantera tropezaba, sin duda se
produciría una reacción de dominó.

La velocidad de la luz anaranjada que se balanceaba delante de nosotros


aumentaba a medida que aumentábamos el ritmo hasta que, finalmente, la
luz iluminadora estaba casi sobre nosotros.

Mis ojos necesitaron un momento para adaptarse cuando salí del oscuro
pasillo y entré en la caverna. Blandí mi lanzador de maná, listo para hacer
volar cualquier cosa que se cruzara en mi camino.

420
Sin embargo, mi preparación para la batalla era innecesaria. En la
caverna no había nada más que los cuerpos de los orcos y gnolls tendidos en
el suelo.

Hubo cientos que fueron masacrados. Tuve que vigilar mis pasos para no
pisar accidentalmente un miembro cortado o un cadáver mientras me
adentraba en la caverna, intentando deducir lo que había ocurrido aquí.

Miré a mi alrededor, reconfortado por el hecho de que todos los demás


parecían tan confundidos como yo.

—¿Pero qué demonios?—La cabeza de Drogo giró mientras recorría la


caverna, con las manos agarrando su espada larga.

—No sé si sentirme aliviado o asustado—dijo Darvus, mirando a su


alrededor con desconfianza.

Drogo salió de su aturdimiento.

—¡A la puerta!

Todas las cabezas se giraron para mirar las imponentes puertas situadas
en el otro extremo de la caverna circular. El metal que las cubría era grueso
y estaba cubierto de abolladuras y arañazos, lo que las hacía parecer viejas y
amenazantes.

La tensión comenzó a aumentar a medida que nos dirigíamos hacia lo que


suponíamos que era la guarida del mutante. Nadie habló mientras
tomábamos nuestras posiciones en un semicírculo alrededor de las enormes
puertas. Éramos un centenar de personas, todas preparadas para atacar o
defenderse, diez aumentadores se posicionaron para abrir la entrada.

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—La puerta—dijo uno de los hombres—No está completamente cerrada.

Todos nos miramos unos a otros, inquietos, pero Drogo hizo que todos
prestaran atención con un firme pisotón.

—¡Ábranla!—ordenó, preparándose para el combate con lo que fuera que


estuviera al otro lado.

El áspero chirrido de las puertas metálicas al chocar con el suelo de piedra


resonó hasta que se separaron por completo.

Durante un breve momento, no se pronunció ni una sola palabra. Toda la


banda de soldados dispuestos a luchar por sus vidas se quedaron
congelados con las bocas abiertas.

Una colina de cadáveres se alzaba por encima de nosotros con un hombre


solitario sentado en su cima. Sus brazos descansaban sobre el mango de una
delgada espada verde azulada. Brillaba tenuemente bajo una capa de sangre,
aparentemente del cuerpo del orco en el que estaba incrustada la espada. Al
pie de esta montaña de cadáveres había más cuerpos de orcos y gnolls,
algunos congelados, otros quemados y otros simplemente mutilados.

A primera vista, la pila de cadáveres parecía mezclarse con restos


indiscernibles de bestias de maná, pero al mirar más de cerca, vi una figura
cerca de la cima que destacaba entre las demás. Con la cabeza de un león
gigante y un monstruoso cuerpo de escamas grises, yacía desparramado con
sangre por todos lados. Estaba sin vida y los cuernos que brotaban de su
cabeza estaban destrozados. No había ninguna duda. El mutante de clase S
por el que nos habíamos aventurado hasta aquí, por el que habíamos dado
nuestras vidas… ya estaba muerto.

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Centré mi mirada en el hombre, sentado cansadamente sobre un trono de
cadáveres, y finalmente levantó la cabeza.

Ni siquiera me miraba directamente, pero podía sentir la presión de su


presencia dominante sobre mi alma. Cada fibra de mi cuerpo me gritaba
que huyera, que me alejara lo más posible de este hombre. La sensación de
temor se magnificó cuando sus ojos azules brillaron de forma amenazadora
desde arriba. Esto no era nada parecido al pequeño miedo que sentí en la
tienda, no, esto es el verdadero miedo. Lo sabía, y muy probablemente
todos los presentes también lo sabían… que la ventaja en número no se
aplicaba a alguien como él.

Desde mi lado, vi una figura que avanzaba. Estuve a punto de arremeter


contra ella, temiendo por su vida, pero entonces me di cuenta de que era
Tessia. El temor que me invadía se hizo aún más fuerte mientras
permanecía impotente, congelado en los grilletes irrompibles del terror
mientras observaba a Tessia dar otro paso adelante.

El propio tiempo pareció ralentizarse cuando nuestra líder dejó caer la fina
espada que tenía en la mano.

Una sola lágrima rodó por la mejilla de Tessia mientras su rostro se


contorsionaba de emoción. Entonces pronunció una sola palabra que me
dejó más abrumado que el hombre sentado en la cima de la montaña de
cadáveres.

—¿Art?

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424
PRIMERA VENIDA

134

Tessia dio otro paso hacia adelante, esta vez menos vacilante.
—¿Arthur? ¿Eres tú? —volvió a preguntar, con la voz que se le atascaba en
la garganta.
Todos los soldados, aumentadores y conjuradores por igual se volvieron
para observar a nuestra líder mientras se acercaba al hombre sentado en la
cima de la colina de cadáveres.
Entonces, el silencio que había llenado la caverna se rompió con un
brillante chirrido. Como salido de la nada, un rayo blanco salió disparado
hacia Tessia y se posó en sus brazos. Parecía una especie de zorro blanco en
miniatura.
—¡Sylvie!—exclamó Tessia, abrazando a la criatura antes de volver a mirar
a la figura de la colina de cadáveres.
—¡Tú! ¡Di tu nombre!—La voz habitualmente segura de Drogo se
tambaleó ante el espectáculo que tenía delante.
El hombre de ojos azules lo miró en silencio durante un momento y Drogo
dió un paso atrás. Finalmente, respondió con una sonrisa arrogante:
—Arthur Leywin.

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Sacando su espada ensangrentada del cadáver en el que estaba incrustada,
saltó hábilmente al suelo de piedra, deteniéndose frente a la gran puerta.
Salió de la sombra y por fin pude distinguir sus rasgos, que habían estado
envueltos en la oscuridad.
Parecía joven a pesar del aura que emanaba de él. El pelo castaño
despeinado hasta los hombros contrastaba con sus ojos brillantes, que
parecían tranquilos incluso en esta situación. Las salpicaduras de sangre y
suciedad que oscurecían su cara y su ropa no disminuían su aspecto.
No era glamuroso.
Nada que ver con los nobles que había visto, que llevaban el pecho afuera
y la nariz apuntando tan alto que bien podrían haber estado mirando al
cielo. No, detrás de su mirada despreocupada y sus labios ligeramente
curvados había un aire de soberanía que trascendía a cualquiera de esos
nobles pavos reales que agitaban su poder como un plumaje colorido.
Enfundando su espada azulada en una vaina negra sin adornos, dio un
paso hacia nosotros con las manos levantadas.
—Estoy de su lado—dijo con cansancio.
Todos los soldados intercambiaron miradas inseguras mientras Tessia
daba otro paso adelante. Entonces varios miembros de los Cuernos Gemelos
se acercaron corriendo con gritos de:
—¿Arthur?.
Tessia, sin embargo, permaneció donde estaba. Tessia y Arthur se
miraron fijamente durante un breve instante y me pareció ver incluso que él
dio una leve sonrisa, pero ninguno de los dos se acercó al otro.

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El comportamiento de Tessia me tomó desprevenido, pero las acciones de
los Cuernos Gemelos parecían disipar la tensión y la sospecha que habían
llenado la caverna. Al mismo tiempo, me planteó más preguntas en la
cabeza.
Suponiendo que éste fuera realmente el Arthur Leywin del que tanto nos
había hablado Tessia, ¿qué estaba haciendo aquí? ¿Cómo había llegado
hasta aquí? ¿Había matado él solo al mutante de clase S?
Me giré para mirar a Darvus. Por sus cejas fruncidas y su mirada perpleja,
parecía que tenía la misma curiosidad. Caria, por su parte, tenía una sonrisa
bobalicona pegada a la cara mientras miraba al hombre rodeado por los
Cuernos Gemelos, aparentemente ignorando el hecho de que había una pila
gigante de cadáveres ensangrentados y apestosos justo detrás de ellos.
—Aunque odio interrumpir su reunión, hay asuntos más urgentes—dijo
Drogo en voz alta—¿Qué pasó aquí exactamente? No se me informó de que
nadie se uniría a nosotros en esta operación.
—Estoy seguro de que no se informó a nadie, ya que llegué hace menos de
una hora—respondió Arthur, alejándose de la multitud de amigos que lo
habían rodeado—Realmente no esperaba aterrizar en medio de un enjambre
masivo de bestias de maná, pero supongo que es algo bueno que hice.
—¿Dices que has matado tú solo a todas esas bestias de maná que tienes
detrás, incluido un mutante de clase S?—tartamudeó un soldado.

—¿Ves a alguien más por ahí?—Arthur ladeó la cabeza.

—¡Eso es imposible!—gritó otro soldado—¿Cómo puede un simple


muchacho hacer solo lo que todo un batallón de magos se propuso hacer?

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Arthur se limitó a levantar una ceja, sin parecer afectado.

—Realmente no importa si me crees o no. El hecho es que el mutante que


te ordenaron matar está muerto.

Más soldados comenzaron a gritar preguntas y acusaciones, pero el


hombre misterioso los ignoró a todos. Extendió una mano a Drogo y dijo:

—Parece que eres el líder de esta expedición. ¿Te importa que me quede
en tu campamento esta noche? Estoy bastante agotado y me gustaría
descansar una noche antes de partir.

Drogo parecía estupefacto, pero se limitó a aceptar el apretón de manos y


a asentir sin decir nada.

—¿Y todos los núcleos de bestia?—preguntó un conjurador con barba,


señalando la montaña de bestias de maná.

Una vez más, todos intercambiaron miradas con la esperanza de


encontrar alguna respuesta. Normalmente, los núcleos de bestia se recogían
después de una batalla y se repartían entre los soldados. Viendo el gran
número de cadáveres apilados en aquella colina, hasta el más poco
ambicioso babearía ante el potencial que se podía obtener.

—Todos se han ido—respondió Arthur en voz baja—Lo siento, pero mi


vínculo tiene un gran apetito por los núcleos de bestia—Señaló al peludo
zorro blanco que se limpiaba a los pies de Tessia.

—¿Dices que esa cosita acaba de devorar cientos de núcleos de bestia?—


preguntó incrédulo un fornido aumentador mientras agarraba con fuerza el
mango de su espada.

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—Si— respondió Arthur con naturalidad.

—¿Y el núcleo de bestia del mutante de clase S? ¿Qué pasó con eso?—
preguntó Drogo, recuperando la compostura.

—Yo lo tengo—Arthur dejó escapar un suspiro—¿Alguna otra pregunta?


Estaré encantado de informar más tarde, pero quedarnos parados
respondiendo a las preguntas de todos no es precisamente el mejor uso de
nuestro tiempo.

—Lo escoltaremos de vuelta a la base, Líder—dijo Tessia, y todos los


miembros de los Cuernos Gemelos asintieron.

—Muy bien. Por ahora, quiero que algunos equipos se queden atrás para
buscar a los muertos y recoger todo lo que valga la pena vender. El resto
volveremos al campamento y esperaremos nuevas instrucciones—ordenó
Drogo, aplacando a los soldados descontentos.

El viaje de vuelta al campamento principal fue casi tan tenso y sofocante


como el viaje de bajada. Caria, Darvus y yo nos mantuvimos en silencio,
pero el humor agrio de casi todos los soldados presentes pesaba sobre
nuestros hombros. Incluso Tessia y los Cuernos Gemelos mantuvieron sus
conversaciones con Arthur en voz baja, en susurros indiscernibles.

Detrás de mí, podía oír a los soldados hablar entre ellos. Algunos se
alegraban de que no hubiera habido batalla, otros se sentían decepcionados
por el hecho de que no se fueran a llevar núcleos de bestia u otras
recompensas; unos pocos estaban francamente enfadados por no haber
podido luchar contra una fuerte bestia de maná. Sin embargo, a pesar de los

429
sentimientos encontrados que todos tenían respecto a la aparición de
Arthur, todos compartíamos una emoción: el miedo.

Al llegar al campamento principal, Arthur se dirigió directamente a los


puestos de baño junto al arroyo, mientras que Tessia y los Cuernos Gemelos
siguieron a Drogo a su tienda personal.

—Bueno, eso fue anticlimático—suspiró Darvus mientras se desplomaba


junto a los restos humeantes de nuestra fogata.

—Yo diría que ha sido bastante agitado—replicó Caria—¿Viste ese montón


de bestias de maná? ¿Y ese mutante gigante? Incluso con todos nosotros
juntos, dudo que hubiéramos salido ilesos de una pelea como esa.

—¡Exactamente! —exclamó Darvus—Ese tipo, Arthur, ¿cómo demonios


fue capaz de matarlos a todos... si es que realmente los mató en primer
lugar?

Sacudí la cabeza.

—¿Qué, crees que el tipo estaba sentado ahí, posando, esperando a que
apareciéramos para poder llevarse el mérito?

—Bueno, no estoy seguro de eso, pero quiero decir... no es natural. Tessia


dijo que tenía más o menos su edad, lo que significa que es un poco más
joven que nosotros. ¿En qué clase de pozo de fuego tuvo que crecer para
convertirse en un monstruo así?

Darvus suspiró y miró el par de hachas que había estado manejando a


tientas.

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—Si realmente fue capaz de matar sin ayuda a todas esas bestias de maná,
junto con un mutante de clase S, ¿para qué se necesitan tipos como
nosotros?

—¿Huelo una pizca de celos?—Caria sonrió, pinchando ligeramente a


Darvus con el codo.

—Querrás decir envidia, Caria—corregí por impulso.

Ella se volvió hacia mí.

—¿Cuál es la diferencia?

—Los celos son lo que sientes cuando te preocupa que alguien te quite
algo que posees. La envidia es anhelar algo que otro tiene—Sacudí la
cabeza—¿Sabes qué? No importa.

Caria se limitó a encogerse de hombros y a poner una mano en el hombro


de su amiga de la infancia.

—De todos modos, sólo es una persona, Darvus. Por muy fuerte que sea,
no puede ganar la guerra él solo. Viste el estado en el que estaba. No estaba
realmente herido, pero parecía bastante agotado.

Darvus puso los ojos en blanco.

—Gracias. Al menos estaba cansado después de haber aniquilado sin


ayuda a un ejército de bestias de maná y a un mutante de clase S.

—No hace falta que te pongas sarcástico conmigo, Darvus. Sólo intento
ayudar—dijo Caria, con las mejillas enrojecidas.

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—¡Pues no lo hagas! No necesito tu compasión. Además, ese tipo no es
normal. No tiene sentido compararme con un fenómeno de la naturaleza
como él.

—No sé, a mí me parece bastante normal—comenté—Dejando de lado su


fuerza, parecía una persona decente mientras hablaba con los Cuernos
Gemelos.

—Sí, incluso le vi una sonrisa cuando vio a Tessia—añadió Caria,


sonriendo—Aunque esperaba algo más, como un abrazo apasionado o algo
así.

—Por favor, ya viste cómo hablaba con todo el mundo. Es un imbécil—dijo


Darvus, negando con la cabeza.

—Bueno, todo el mundo fue un poco imbécil con él—repliqué.

No sabía por qué defendía a Arthur, pero a veces Darvus me molestaba


mucho. Cuando una situación no le salía bien, siempre señalaba con el dedo
y hacía suposiciones para sentirse mejor.

Los ojos de Darvus se entrecerraron.

—¿Por qué te pones de su lado?

—Técnicamente, no me pongo de su parte—Sacudí la cabeza—Sólo creo


que es estúpido suponer algo de él sin ni siquiera haberlo conocido. Has
oído cómo Tessia siempre habla de él. ¿No crees que deberíamos darle el
beneficio de la duda?

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—Probablemente la mente de Tessia esté nublada por sus recuerdos de la
infancia—se burló Darvus—Ya viste la tensión entre ellos. Oye, quizá por fin
tengas una oportunidad con ella.

No pude soportarlo más.

—¿Tan miserable eres? Suenas como un niño metiéndome en esto. Estás


sacando conclusiones sobre Arthur basándote en qué exactamente?

—Chicos, chicos, no nos peleemos—dijo Caria, sus ojos pasaron de mí a


Darvus.

—¡Me baso en mi instinto, imbécil!—siseó Darvus, poniéndose de pie—


Quizá eso es algo que no puedes hacer debido a tu núcleo de maná
deformado.

Sentí que la sangre se me subía a la cabeza ante el insulto.

—¡Bueno, al menos no necesito convencerme a mí mismo y a todos los


demás de que alguien mejor que yo debe ser un monstruo sólo para poder
mantener intacto mi inútil orgullo!—escupí.

La cara de Darvus también se puso roja y tembló de rabia. Tiró al suelo el


hacha de guerra que había estado empuñando, se dio la vuelta, se dirigió a
nuestra tienda y se metió dentro.

—Stannard...—Caria se acercó a mí después de ver a su mejor amigo irse—


Sabes que no quiso decir eso, ¿verdad? Ya sabes cómo se pone cuando se
enfada.

Con un suspiro, reuní una débil sonrisa para ella.

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—Estoy bien. No es la primera vez que tenemos una de estas peleas. No
me peleo con él tan a menudo como lo hace Tessia, pero eso es
principalmente porque me aguanto. Pero a veces no puedo soportarlo y
exploto.

—Sin embargo, tienes razón—respondió Caria tras un momento de


silencio—Darvus es mucho mejor de lo que era entonces, pero al haber
nacido en la nobleza, se le entregó todo: riqueza, recursos, atención...
incluso talento.

—De nada le sirve eso si sigue siendo un imbécil—Puse los ojos en


blanco—Mira, Caria, no estoy enfadado contigo, ni siquiera estoy enfadado
por lo que dijo Darvus. Sólo estoy cansado de su narcisismo, de ese ego que
aflora por mucho que intentes quitártelo de encima.

Caria soltó una risita.

—Dímelo a mí. Lo conozco desde hace más de doce años y apuesto a que
una bestia de maná rabiosa podría madurar más rápido que Darvus. Pero ha
mejorado mucho desde que te conoció a ti y a Tessia. Eso es un hecho.

—Sí, lo sé.

Asentí, pensando ya en una forma de romper el hielo con mi egocéntrico


compañero de equipo.

Caria y yo prendimos la fogata y nos sentamos alrededor de él un rato más,


simplemente hablando. Nos levantamos cuando notamos que dos figuras
sombrías se acercaban al campamento.

—Hola chicos—sonó la voz de Tessia.

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A medida que las figuras se acercaban, pude distinguir su forma y la del
hombre que estaba a su lado.

—Quiero que conozcan a mi amigo de la infancia, Arthur—dijo una vez


que llegaron a nosotros, poniendo una mano en su brazo.

Al acercarme a ella, noté que sus ojos estaban un poco rojos.

Con el pelo aún húmedo por el baño, Arthur agachó la cabeza.

—Stannard Berwick y Caria Rede, ¿verdad? Encantado de conocerlos, y


gracias por cuidar de mi amiga. Sé que puede ser bastante complicado.

Esto provocó una risita de Caria y al instante Tessia le clavó un codo en


las costillas. Verlos a los dos así me hizo cuestionar la sensación que tuve al
ver a Arthur por primera vez. Sin la sangre que cubría la mayor parte de su
rostro, era seguro decir que Arthur era realmente el enemigo de todos los
hombres solteros. Sus rasgos eran afilados, pero no demasiado, con un sutil
encanto que iba más allá del estándar de libro de texto de "guapo". Su pelo
castaño rojizo era largo, como si no se hubiera recortado en años, pero sólo
servía para resaltar la cualidad indómita y salvaje que tenía.

Era una cabeza más alta que Tessia, lo que lo hacía bastante alto para su
edad, nuestra líder era apenas unos centímetros más bajo que Darvus.
Aunque llevaba una túnica holgada, me di cuenta de que su físico era el de
un luchador.

Viendo el modo en que Arthur se comportaba, la forma en que caminaba


y la manera en que sus ojos parecían absorber todo lo que lo rodeaba
confirmaban que el aura que emanaba no era sólo mi imaginación.

435
Mientras Tessia y Arthur se preparaban para tomar asiento alrededor de
nuestro fuego, Darvus salió furioso de su tienda. Cuando pasó a mi lado, me
lanzó la mirada avergonzada que siempre llevaba cuando estaba a punto de
disculparse, pero lo detuve con una mano. Con una sonrisa de oreja a oreja,
le dije:

—Está bien, imbécil.

Darvus se frotó la nuca mientras me dedicaba una sonrisa irónica, pero


luego su mirada se endureció al encarar a Arthur.

Tessia, Caria y yo lo miramos, preguntándonos qué podría decir.

Entonces Darvus levantó un dedo y dijo en voz alta:

—Arthur Leywin. Yo, Darvus Clarell, cuarto hijo de la Casa Clarell, te reto
formalmente a un duelo.

436
EL CORAZÓN DE UN GUERRERO

135

Punto de Vista de Tessia Eralith

La imágen de Arthur en la cima de aquella montaña de cadáveres,


empapado de sangre y viéndonos con una mirada fría, se grabaron a fuego
en mi cabeza desde hacía horas. Lo había reconocido casi de inmediato,
pero la voz se me había atascado en la garganta. No podía llamarle, tenía
miedo de hacerlo. Incluso después de haber reunido el valor para decir
finalmente su nombre, él permaneció en silencio.

El miedo y la preocupación de que algo pudiera haber cambiado en él


durante su entrenamiento llenaron inmediatamente mi mente cuando se
enfrentó a nosotros. Me alegré cuando Sylvie apareció, pero no pude
deshacerme de la inquietud que sentía en el pecho, ni siquiera cuando
Arthur habló por fin.

Verle salir a la luz hizo que mi corazón se retorciera en un nudo. Estaba


sucio y el agotamiento era evidente en sus ojos, pero realmente era él. Quise
abrazarlo allí mismo, como estaban haciendo los Cuernos Gemelos, pero
algo me contuvo. Percibí una clara distancia que iba más allá de los pocos
metros que nos separaban mientras miraba a mi amigo de la infancia. Así
que me quedé quieta, anclada, y me limité a dedicarle una sonrisa vacilante
que ni siquiera llegó a mis ojos.

437
Él me devolvió la sonrisa, pero sólo fue un momento. Entonces los soldados
empezaron a interrogarle.

Durante todo el viaje de vuelta al campamento principal, Arthur


permaneció relativamente silencioso mientras los Cuernos Gemelos
charlaban a nuestro alrededor. Todos estaban emocionados de tenerlo de
vuelta, a pesar del evidente descontento de los soldados. Arthur sonreía
cuando le hablaban y respondía, pero sus respuestas eran breves y no
iniciaba ninguna conversación. En cuanto llegamos al campamento, vio el
arroyo y fue a lavarse con Sylvie. Fui directamente a la tienda principal con
Drogo y los Cuernos Gemelos, con la esperanza de disipar la tensión que
nuestro líder y el resto de los soldados sentían hacía Arthur.

Llegó a la tienda principal después de lavarse, pero incluso sin la sangre y la


suciedad que lo cubría, era igual de inaccesible. Sólo me informó de lo
necesario, y por lo demás dijo que informaría directamente a mi abuelo.
Permanecí en silencio durante la breve reunión, mientras Drogo y los
Cuernos Gemelos lo bombardeaban con preguntas.

Drogo se fue primero para informar al resto de los soldados de su próximo


curso de acción. Los Cuernos Gemelos aceptaron de mala gana dejar
descansar a Arthur solo después de que se les prometiera un relato más
detallado de la batalla más tarde. Entonces Arthur y yo fuimos los únicos
que quedamos en la tienda.

Permanecí tensa, mirando mis pies y sintiendo la mirada de Arthur clavada


en mí. No sabía qué decir, ni cómo actuar, ni siquiera cómo sentirme.

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Cualquier confianza que pudiera tener se esfumó al considerar mi
lamentable estado.

Aquí estaba yo… vestida como un hombre, con suciedad por todos lados y
hollín de pies a cabeza. Lo peor de todo es que mi pelo era un nido de
pájaros y olía a basura.

¿Cómo podía acercarse a mí...? ¿Y cómo podía acercarme a Arthur en este


estado?

Se acercó a mí, cada una de sus pisadas hizo que mi corazón latiera más
rápido, pero me negué a levantar la vista. Podía oler el ligero aroma de las
hierbas que le acompañaban mientras se acercaba.

No te acerques por favor, recé.

Seguramente te repugnaría mi olor y no quiero!

Sus pies se detuvieron justo delante de los míos, pero mis ojos
permanecieron pegados al suelo y me retorcí torpemente.

Por un momento, ambos estuvimos en silencio. El único sonido que podía


oír era el latido de mi corazón que no cooperaba.

—¡Tanto tiempo, Tess!—dijo finalmente—. Te extrañé mucho…

Ante esas palabras, el hielo que había endurecido mi cuerpo se derritió. Mi


visión se volvió borrosa, pero aun así me negué a mirar nada más que mis
pies. Apreté los puños para no temblar. Entonces mis ojos me traicionaron
cuando vi las gotas de lágrimas que oscurecían el cuero de mis botas.

La cálida mano de Art me tocó suavemente el hombro y una parte de mí se


maravilló de lo grande que era. Lo conocía desde que era más bajo que yo,

439
pero ahora, el simple contacto de su palma me llenaba de una sensación de
seguridad.

Me sentía… protegida.

Me esforcé por mantenerme firme, pero me encontré moqueando


incontroladamente mientras mi cuerpo empezaba a temblar.

No sabía exactamente qué era lo que me había reducido a tal estado. Tal vez
fuera el hecho de que por fin volví a ver a mi amigo de la infancia. Tal vez
fuera que sus palabras me habían confirmado que seguía siendo el mismo y
no el frío asesino en el que creía que se había convertido. O puede que no
tuviera nada que ver con eso…

No puedo explicar sinceramente por qué todas las barreras que había
levantado inconscientemente para ayudarme a soportar estos tres últimos
años se habían derrumbado. Lo único que sentí fue una oleada de alivio al
saber que todo estaba bien ahora, que ya no tenía que preocuparme. De
repente sentí que todo por lo que el abuelo, el maestro Aldir y todos los
demás se habían estado preocupando estaría bien ahora que Art estaba aquí.
Era curioso cómo una persona podía hacerte sentir realmente segura.

—Art… tú… ¡Idiota!—hipé entre mocos.

Levanté los puños para golpearle, pero para cuando llegaron a su pecho, ya
no había fuerza detrás de ellos.

Debí de escupirle todas las blasfemias que conocía, gritándole por casi todo:
su actitud fría, su pelo insípidamente largo que daba miedo, su falta de
contacto hasta ahora y cómo mi estado mental actual era culpa suya.

440
Y Art se quedó allí, aguantando en silencio mientras sus grandes manos
seguían calentando mis pequeños hombros.

Estaba enfadada, frustrada y avergonzada, pero me sentía aliviada.

El aluvión de emociones me convirtió en un charco de lágrimas mientras


seguía agrediendo a Art, pero a pesar de todo eso… me odiaba a mí misma
por cómo estaba actuando en este momento.

Lloré hasta quedar exhausta, luego apoyé la cabeza contra su pecho,


mirando sus pies que también se habían manchado con mis lágrimas, hasta
que disminuyó el hipo y los mocos.

Finalmente, cuando los dos estuvimos en silencio durante un minuto, me


armé de valor para mirarle a la cara, sólo para ver que me devolvía la
mirada.

Estuve a punto de apartar la vista para ocultar mi rostro, pero su sonrisa me


detuvo. No era como la sonrisa que me había dedicado cuando nos vimos en
la entrada de la guarida de los mutantes. Sus ojos se arrugaron en dos lunas
crecientes y sus labios se separaron ligeramente.

—Sigues siendo una llorona, ¿verdad?—bromeó, pasando su mano de mi


hombro al cuello y luego al rostro, para limpiar una lágrima perdida que se
aferraba a mi mejilla.

—Cállate…—respondí con voz ronca.

Con una suave risa, me indicó con la cabeza que le siguiera.

—Vamos. Tus amigos deben estar esperando.

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Le hice un gesto con la cabeza y agarré a Sylvie, que se había frotado contra
mi pierna y tarareaba suavemente, casi como el ronroneo de un gato.
Mientras caminábamos, mi mirada cambiaba constantemente entre la
dormida Sylvie y Art.

—Has crecido—le dije.

—Siento no poder decir lo mismo de ti—se burló Art con una cansada
sonrisa.

Le saqué la lengua

—Soy lo suficientemente alta.

Vi a Caria y a Stannard hablando alrededor de nuestro fuego y aceleramos el


paso mientras yo hacía lo posible por ocultar cualquier signo de haber
estado llorando.

Después de presentar a Art, nos estábamos situando alrededor del fuego


cuando Darvus salió de repente pisando fuerte con una expresión decidida.

—Arthur Leywin. Yo, Darvus Clarell, cuarto hijo de la Casa Clarell, te reto
formalmente te reto a un duelo—anunció.

En su rostro no se apreciaba ningún tipo de enfado o rencor; simplemente


parecía decidido.

—¿Qué?—exclamamos todos al unísono… menos Art.

Mi mirada se dirigió inmediatamente a él para ver cómo reaccionaría. Dado


que estaba agotado física y mentalmente por las últimas horas, no sabía
cómo respondería a tal confrontación. Sin embargo, para mi alivio, observé
una expresión divertida en el rostro de mi amigo.

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—Encantado de conocerte Darvus Clarell, cuarto hijo de la Casa Clarell.
¿Puedo preguntar el motivo de este duelo?—contestó Art sin levantarse.

Caria ya había saltado y sostenía a Darvus por el brazo.

—No le haga caso, señor Leywin-

—Por favor, solo llámame Arthur.

—Arthur—enmendó ella—. Solo se está comportando como un idiota.

—Estoy bien, Caria. No estoy enfadado ni nada.

Darvus la apartó de un manotazo antes de volver a enfrentarse a Art. Era


extraño ver a Darvus hablándole a Art de manera tan formal y respetuosa,
ya que Arthur era unos años más joven que él.

—En cuanto a mi razón…—hizo una pausa y luego dijo—Con todas las


excusas aparte: ¡El orgullo de un hombre!

Su respuesta me desconcertó por completo, y a juzgar por las expresiones de


asombro en los rostros de Caria y Stannard, ellos también.

Sin embargo, Art se tapó la boca para reprimir la risa. Sus hombros
temblaron al intentar contenerla, pero finalmente soltó una carcajada.

Nos miramos unos a otros con expresiones de mayor confusión; incluso


Darvus parecía desconcertado.

Los soldados, atraídos por la risa incontenida de Art, se reunieron en torno


a nuestra hoguera, tratando de entender qué estaba pasando.

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—Lo siento… lo siento… no quería ofenderte—dijo finalmente Art,
ahogando su risa—. Es solo que después de pasar lo que parecía toda una
vida con esos viejos cretinos, lo que dijiste fue bastante refrescante.

—¿Gracias?—respondió Darvus, tratando de decidir si se sentía ofendido


o complacido por el comentario de Art.

—De todos modos, acepto, mientras no haya vidas en juego, me parece


bien un duelo—dijo Art con una sonrisa satisfecha, levantándose del tronco
en el que estaba sentado.

Los dos hombres empezaron a dirigirse hacia la pared sur de la caverna,


mientras el grupo de soldados curiosos los seguía ansiosamente.

—¿Saben por qué lo hizo?—le pregunté a Caria mientras los tres los
seguíamos.

Mi pequeña compañera suspiró y negó con la cabeza.

—Creo que se siente inseguro porque Arthur es más joven que él, pero
supuestamente más fuerte.

—También está bastante amargado porque Arthur es más guapo que él—
añadió Stannard.

—¿Qué? ¿Así que a eso se refería con 'orgullo de un hombre'?—solté,


estupefacta.

—Sí, lo sé—Caria asintió—. Ha tocado un nuevo fondo. Me pregunto si


todos los hombres son así.

Nos volvimos hacía Stannard, que nos devolvió la mirada con una ceja
levantada, claramente sin diversión.

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—En nombre de los hombres, permítanme decir que no todos somos así

—Quizá no todos, pero tiene que ser una mayoría, ¿no?—preguntó Caria,
haciéndome soltar una risita.

Stannard asintió y dejó escapar un suspiro derrotado.

—Probablemente.

Llegamos a un campo improvisado de duelos justo a tiempo para verlos


comenzar. Parecía que todo el campamento dejó de hacer lo que estaba
haciendo para ver cómo se enfrentaban. Podía entender que los soldados
sintieran curiosidad por la fuerza de Art, ya que sólo habíamos visto las
secuelas de su pelea, pero no esperaba ver a Drogo al frente, esperando
ansiosamente junto a los Cuernos Gemelos.

Su líder, la habitualmente imparcial Helen, apoyaba con entusiasmo a Art


junto con el resto de su grupo. Los soldados de nuestra expedición, que
habían visto a Darvus en acción y conocían su fuerza, le animaban con
silbidos y abucheos.

A mi lado, Caria gimió.

—¿A quién se supone que tengo que animar?

—Obviamente a tu amor de la infancia—bromeé, riéndome al ver a Darvus


recibiendo los vítores con el pecho hinchado de forma egocéntrica.

Sylvie, que se había quedado dormida en mis brazos, se removió ante el


ruido de la multitud, echando un rápido vistazo antes de decidir que su
sueño era más importante.

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—No siempre tenemos que estar del lado de nuestros amigos—replicó
Caria, sacudiendo la cabeza ante la indecorosa actitud de Darvus.

—Más o menos—resopló Stannard, y luego volvió la mirada hacia Sylvie—


No quería preguntarlo antes, pero no deja de darme curiosidad ¿qué clase
de bestia de maná es el vínculo de Arthur?

—No me creerías aunque te lo dijera—dije con una sonrisa, centrándome


en el duelo.

Art estaba de pie tranquilamente, con la mano izquierda apoyada en el


pomo de su espada, mientras Darvus empezaba a hacer malabares con sus
hachas, ofreciendo un espectáculo a la multitud.

—Justo antes de que llegaras, Tess, estaba de muy mal humor. Ahora
míralo. Dios, te juro que tiene la estabilidad emocional de un niño de cuatro
años—refunfuñó Caria.

—Probablemente ni eso—me reí, recordando lo maduro que había sido


Art a esa edad.

Uno de los soldados que fue un experimentado aumentador, se ofreció como


árbitro.

Se colocó entre Darvus y Art con la mano levantada.

—Estoy seguro de que el consenso es que nos gustaría mantener esta


caverna es no matarse, así que quiero que ambos mantengan el uso del
maná estrictamente a los aumentos corporales. ¿Está claro?—preguntó el
soldado, mirando a Drogo en busca de confirmación. Drogo asintió en señal
de aprobación. Cuando Darvus y Art asintieron, el soldado dijo:

446
—El primero que se rinda o quede incapacitado pierde. ¡Empiecen!

447
TAN RÁPIDO COMO APARECIÓ

136

Punto de Vista de Stannard Berwick

El partido comenzó a la señal del árbitro.


Todo rastro de seguridad que tenía Darvus antes desapareció al rodear
cuidadosamente a Arthur. El amigo de Tessia no cambió de posición y
Darvus lo rodeó, buscando con cautela un hueco.
Darvus sostenía dos hachas, casi idénticas entre sí; sólo se diferenciaban
por el color. Estas dos armas eran preciosas reliquias de la familia Clarell y
se habían transmitido de generación en generación al practicante más fuerte
de su particular estilo de manejo del hacha. Parecían más bien espadas
deformes, con las hojas fijadas justo encima del mango, no cerca de la parte
superior. Las caras planas de las hojas estaban grabadas con extrañas
marcas que no coincidían con las sencillas empuñaduras sin adornos de las
armas.
Sabía que Darvus hablaba en serio sólo por el hecho de haber sacado estas
armas. Sólo había visto este par de hachas una vez, y eso fue sólo porque
Caria le había rogado que nos las enseñara.
Darvus siguió rodeando lentamente a Arthur, manteniendo siempre una
posición firme, sin cruzar las piernas entre paso y paso. Arthur, por su parte,
permanecía completamente inmóvil incluso cuando Darvus se acercaba a él.

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El sudor corría por los costados de la cara de Darvus cuando se detuvo
directamente detrás de Arthur, de cara a su espalda expuesta. La multitud
parecía estar conteniendo la respiración, el único sonido dentro de la
caverna era el tenue correr del agua del arroyo. Todos miraban con ansiedad
a los dos oponentes. A pesar de su posición ventajosa, nadie cuestionó la
razón de la vacilación de Darvus.
Tras otro lento paso lateral, Darvus bajó su postura y se lanzó a la espalda
de Arthur. No podía apartar los ojos de la escena mientras Darvus cerraba la
brecha de cinco metros en sólo dos rápidos pasos.

Darvus sostenía sus dos hachas a la derecha preparándose para lo que


parecía un golpe ascendente, pero justo cuando estaba a punto de alcanzar
su objetivo, cambió bruscamente de rumbo. Alejándose del aparentemente
inmóvil Arthur, Darvus retrocedió a su posición original. Tenía la frente
empapada de sudor y el pecho le pesaba.

—¿Qué fue eso, Darvus?—gritó un soldado.

—¡Deja de ser un llorón!—gritó otra voz.

Tessia, Caria y yo intercambiamos miradas, sin saber qué pasaba con


Darvus. Apenas había pasado un minuto desde que empezó el duelo y sin
embargo, parecía estar en peores condiciones de las que le había visto
después de estar enfrascado en una batalla durante varias horas. Debería
haber sido imposible que Darvus se fatigara tan rápidamente, pero eso no
era lo único que me preocupaba.

Estuve junto a Darvus mientras mataba sin piedad a las bestias de maná
de clase A con cruel eficacia. Le había visto abatir a aventureros de su

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misma clase, incluso a los del doble de su tamaño con una sonrisa de
satisfacción en el rostro.

Ahora, no podía creer lo que estaba viendo. Incluso desde aquí, podía
distinguir las marcas distintivas de una emoción de la que había pensado
que el hambriento de batalla Darvus carecía: el miedo.

Después de algunos gritos de descontento de algunos soldados más,


Darvus gritó a la multitud, diciéndoles que se callaran.

Respirando profundamente, bajó su centro de gravedad. En sus ojos


había un renovado fervor mientras miraba fijamente a Arthur, que a estas
alturas bien podría haber sido una estatua.

Los filos de ambas hachas brillaron en ámbar cuando Darvus las bajó
hasta que las puntas tocaron el suelo. Dio un pisotón con el pie derecho
como si estuviera a punto de saltar hacia su oponente, pero se quedó
clavado en el sitio, blandiendo ambas hachas hacia arriba en forma de cruz.
Una estela de arena se elevó en el aire detrás de sus cuchillas antes de salir
disparada en un ataque en forma de cruz, dirigiéndose a toda velocidad
hacia Arthur.

Era un hechizo extraordinariamente eficaz, mientras que los granos de


arena normales no infundían miedo en mi corazón, a una velocidad tan
vertiginosa podían hacer docenas de pequeños agujeros en oponentes
desprevenidos.

El aluvión de tierra llegó a su objetivo casi al instante, pero en lugar de


agujerear o incluso rozar su piel, los finos granos rebotó en Arthur de forma
inofensiva, como si un niño pequeño le hubiera lanzado arena.

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Al principio pensé que Darvus no lanzó bien el hechizo. Fue entonces
cuando el resto del chorro de granos de arena que no cayeron
inofensivamente sobre Arthur, se clavaron en la pared de la caverna detrás
de él con una explosión de choques consecutivos. Por suerte, el ataque no
alcanzó a ninguno de los espectadores que estaban cerca, porque la zona
donde había impactado el hechizo de Darvus era ahora una capa
desmoronada de la pared de la caverna.

La mirada de todos se desplazó de un lado a otro, conmocionada, desde


Arthur que recibió la peor parte del ataque sin sufrir ningún daño hasta la
pared, donde se transformó una pequeña nube de polvo por la fuerza del
impacto.

Toda la caverna estaba congelada en una muestra silenciosa de sorpresa y


asombro, todos menos Darvus. Éste tenía una mueca de resignación en el
rostro, como si hubiera sabido que algo así iba a suceder.

Arthur, por su parte, se giró finalmente para mirar a su oponente. Se


quitó el polvo de la manga donde el hechizo de Darvus había rebotado en él.

Ni siquiera su ropa resultó dañada.

Con un chasquido molesto de la lengua, Darvus saltó hacia atrás,


clavando sus hachas en el suelo para otro intento de azotar a su oponente
con arena. Sin embargo, mientras Darvus blandía sus valiosas armas,
Arthur levantó una mano.

De repente, el rastro de granos que se arrastraba tras las cuchillas de mi


compañero cayó al suelo en lugar de manifestarse completamente en un
hechizo. Los ojos de Darvus se abrieron de par en par y supe que, de alguna

451
manera, Arthur había invalidado su hechizo o quizás incluso había
impedido que se formara.

La frustración de Darvus era evidente, ya que se mordió con fuerza el


labio inferior y sus cejas se fruncieron en un ceño. Siguió intentando
conjurar sus hechizos, pero desde aquí parecía que estaba agitando sus
hachas contra un fantasma que tenía delante.

—¡Maldita sea!—aulló finalmente Darvus, cruzando miradas con Arthur,


cuyos labios se curvaron un poco en las comisuras.

Mi amigo de pelo salvaje finalmente renunció al intento de atacar desde


lejos y se acercó. Cerró la brecha y atacó salvajemente a Arthur con las
manos desnudas. Sus hachas brillantes dejaban rastros de maná detrás de
ellas, pero su oponente las esquivó fácilmente con el dorso de la mano.
Darvus volvió a golpear, esta vez con ambas hachas simultáneamente, con la
esperanza de pillar a su oponente desprevenido, pero Arthur se limitó a
cambiar el ángulo de su postura para que ambos ataques fallaran por un
pelo.

Mi compañero mantuvo la compostura. Hizo una mezcla, amagando hacia


su izquierda antes de girar, con su otra hacha levantándose para golpear
rápidamente desde la derecha. Arthur esquivó el ataque perfectamente,
manteniendo un equilibrio estable mientras su cuerpo se sumergía y tejía en
un trance rítmico.

La ráfaga de ataques de Darvus, mezclada con patadas y codos fuera de


tiempo, era implacable. Todo el público, incluido yo mismo, contemplaba en
silencio el espectáculo: uno atacando con una velocidad y un control

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monstruoso y el otro esquivando o parando todo a la perfección sin ni
siquiera dañar su ropa suelta.

Mi atención estuvo muy centrada en los dos luchadores durante todo el


duelo, así que cuando Darvus soltó de repente sus hachas y cayó de rodillas,
no le encontré sentido.

Parece que mi testarudo y orgulloso amigo se rindió sin más, pero por su
mirada aturdida y desorbitada me di cuenta de que no era tan sencillo.

Todavía de rodillas, Darvus se esforzó por levantar el hombro izquierdo,


como si quisiera balancear el brazo, pero éste permaneció inerte, colgando a
su lado. Luego trató de levantarse, pero sus piernas sólo temblaron, luego
cedieron y cayó de espaldas.

La multitud murmuraba entre sí, intercambiando cejas alzadas y miradas


de confusión.

—¿Qué está pasando? ¿Por qué no puedo moverme?—tartamudeó Darvus,


todavía tendido de espaldas.

De repente.

—Te pondrás bien chico—le dijo una voz ronca para tranquilizarlo—
¿Verdad Arthur?—La voz que provenía de detrás de nosotros estaba llena de
poder, Darvus se calló de inmediato mientras el resto de nosotros se giraba
hacia su fuente.

Dejé escapar un grito asustado antes de arrodillarme inmediatamente.

La voz de Drogo, cargada de sorpresa y aprensión, resonó entre la


multitud.

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—Le saludamos, comandante Virion.

Mantuve la mirada fija en el suelo, sin atreverme a levantar la vista hasta


tener permiso.

Ese era el tipo de figura que era para todos nosotros.

Había leído sobre Virion Eralith en libros de texto y documentales de la


época de la antigua guerra entre humanos y elfos. Fue rey en aquella época,
y por lo que leí, uno excepcional. Fue gracias a su liderazgo y astucia que el
ejército humano, a pesar de tener la ventaja en número, se vio finalmente
obligado a retirarse. No era de extrañar que el Consejo, formado por los
actuales reyes y reinas de sus respectivas naciones, hubiera recurrido al
comandante Virion para que le guiara en esta guerra.

Tuve el honor de conocerle una vez, cuando me eligieron por primera vez
para que me colocaran en el mismo equipo que su nieta. En aquel momento,
me había imaginado que sería una niña malcriada y maleducada que quería
perseguir algún cuento de hadas lunático. Pero estaba equivocado. Era más
fuerte, más madura y más dedicada a la guerra de lo que yo jamás sería. Si
ésta era la chica que había criado, sólo podía imaginar qué clase de persona
debía ser el comandante Virion.

Todos permanecimos donde estábamos, haciendo una genuflexión, pero


mantuve los oídos abiertos y escuché dos pares de pasos que se acercaban.

—Tiene razón—oí decir a Arthur desde detrás de mí—Pronto volverás a la


normalidad.

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Eché un breve vistazo pero no reconocí al hombre de aspecto peculiar que
estaba al lado del

El tipo detrás del comandante Virios tenia la mayor parte de su rostro


cubierto bajo una capucha de lana, pero su cara estaba bien afeitada y
afilada, un par de labios finos y fruncidos que ocultaban cualquier signo de
emoción.

—Arthur, Tessia—sonó de nuevo la áspera voz del comandante Virion—


Vengan conmigo.

Unas pisadas -de Arthur, supuse- se acercaron a mí por detrás, mientras


Tessia se dirigía hacia su abuelo.

Al cabo de unos instantes, el jefe de la expedición nos dijo que nos


levantáramos. El comandante, su acompañante, Tessia y Arthur se habían
ido.

—¿Qué fue todo eso?—le pregunté a Caria en voz baja.

Ella negó con la cabeza.

—No tengo ni idea. Nunca he visto al comandante Virion en el campo, ¿y


venir hasta aquí sólo por una persona?.

—Parece que así es—coincidí—Incluso los líderes de alto rango en el Muro


rara vez se comunican directamente con el comandante Virion.

—Bueno, tiene sentido… su nieta está aquí, ¿no?

—No creo que esté aquí por Tessia—murmuré.

Entonces me acordé de mi amigo herido.

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—¡Darvus!

Caria y yo nos dirigimos apresuradamente hacia nuestro compañero que


seguía tumbado de espaldas. Caria se arrodilló junto a él, le levantó la
cabeza y la colocó en su regazo.

—Darvus, ¿estás bien?

—Sí—resopló—Ahora puedo mover los dedos de las manos y de los pies,


por lo menos. ¿Qué ha pasado? Me ha parecido oír una voz familiar. ¿Quién
era?

—Era el comandante Virion—dije, subiendo las mangas de Darvus para


evaluar su estado.

—¿Qué?—gritó.

Luchó por levantarse antes de caer de nuevo en el regazo de Caria con un


gemido.

—Quédate quieto idiota. Estás herido—le reprendió Caria—De todos


modos, ya has oído al comandante Virion. Dijo que te pondrás bien. No creo
que Arthur te haya golpeado con la intención de lisiarte.

—Gracias—Darvus puso los ojos en blanco—Porque lo único que un tipo


quiere oír después de que lo hayan humillado es que su oponente ni siquiera
lo estaba intentando.

Me fijé mejor en su brazo y noté un extraño moretón entre la muñeca y el


interior del codo. Más extraño aún fue el rastro de maná que sentí provenir
de los moretones enrojecidos.

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Sin mediar palabra, le abrí la camisa a Darvus, provocando un grito de
protesta de mi amigo y un chillido de Caria. Tal y como había esperado, más
moretones rojos le marcaban el torso.

—Darvus, ¿no sentiste que te golpeaban mientras atacabas?—pregunté.

—No. No sentí nada—respondió—¿Por qué? ¿Es tan grave?

—No es eso—Sacudí la cabeza—Pero estos moretones que tienes están


situadas en lugares muy importantes.

—¿Qué quieres decir?—preguntó Caria, echando un vistazo por debajo de


la camisa de Darvus.

—He leído unos cuantos libros sobre anatomía del flujo de maná, ya sabes,
la teoría sobre el movimiento del maná dentro del cuerpo de un mago. Hay
zonas en las que se sabe que se unen grupos de canales de maná. Estas áreas
están naturalmente están más protegidas cuando un aumentador fortalece
su cuerpo, pero un golpe bien dirigido puede inhibir el flujo de maná hacia
esa región en particular.

—¡Ah, cierto!—exclamó Caria—Yo también estudié eso. Mi entrenador me


lo enseñó. Pero no podía ser capaz de golpear esos, ¿verdad? Mi entrenador
dijo que era casi imposible apuntar a ellos en la batalla debido a lo pequeños
y protegidos que son estos puntos.

—Es cierto—dije—y he leído que la ubicación de estos puntos de coalición


difiere de una persona a otra. Aun así, no puedo evitar pensar que estas
marcas están relacionadas con eso.

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—Bueno, eso explicaría las marcas, pero no explica por qué Darvus cayó
de repente como un muñeco roto-.

—¡Oye!—Darvus miró fijamente desde el suelo.

—Exceso de descarga de maná—dije, mirando las heridas de Darvus que


se desvanecían

—¿Te refieres a la reacción? ¿No es eso cuando un mago usa demasiado


su maná?—preguntó Caria—He visto a Darvus utilizar hechizos con mucho
más maná durante períodos más largos que éste.

—Bueno, si Arthur fue capaz de golpear todos estos puntos de coalición, la


fuga de maná de estas áreas podría potencialmente causar un retroceso. Por
supuesto, esto es sólo suponiendo que de alguna manera fue capaz de
localizar estos puntos minúsculos—dije, preguntándome cómo diablos
Arthur logró golpearlo sin que nadie se diera cuenta.

Ni siquiera el propio Darvus se dio cuenta de los golpes…

—¿Qué tal si dejamos de admirar al hombre que me dejó en este estado y


me ayudamos a levantarme? Creo que ya puedo caminar con un poco de
ayuda—interrumpió Darvus, moviendo las piernas con cautela.

Caria y yo ayudamos a nuestro amigo a ponerse en pie y nos dirigimos


lentamente hacia la tienda en la que se encontraba el comandante Virion,
con Arthur y Tessia. Esperábamos ser de los primeros en escuchar cualquier
novedad.

Pero cuando nos acercamos a la gran tienda blanca, Tessia salió furiosa,
con el ceño fruncido.

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—¡Tessia! Por aquí—llamó Caria, pero la princesa la ignoró.

Momentos después, el comandante Virion y Arthur salieron de la tienda,


junto con el misterioso acompañante del comandante.

El encapuchado levantó un brazo y una puerta de teletransporte se


materializó en el espacio que tenía delante. Los soldados que permanecían
cerca, probablemente también esperando escuchar alguna noticia, saltaron
ante la repentina manifestación de la puerta.

—¿Se van?—preguntó Darvus, con los brazos rodeando nuestros cuellos.

Mis ojos se fijaron en las tres figuras que se acercaban a la puerta. El


comandante Virion fue el primero en pasar y la figura encapuchada lo siguió.
Llevando su vínculo, Arthur atravesó la puerta, pero sólo después de
dirigirnos una mirada arrepentida, casi de disculpa.

No pude oír su voz desde tan lejos y ni siquiera estaba seguro de que
hubiera hablado en voz alta, pero entendí claramente las palabras que se
perfilaban en sus labios:

"Cuida de ella hasta que vuelva"

Desapareció en la luz mientras la puerta de teletransporte se cerraba tras él.

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LLEGADA

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Punto de Vista de Arthur Leywin

Entré en la gran carpa blanca e inmediatamente el abuelo Virion me abrazó.


—¡Maldito seas, muchacho! ¿Por qué no me avisaste que volvías?
Aflojó su agarre sobre mí, manteniéndome a distancia para poder ver mejor.
—Me alegro de verte de nuevo, abuelo.
Me giré para reconocer al asura encapuchado.
—Aldir.
—Arthur, Lady Sylvie—respondió—. Mucho ha cambiado en ambos.
—Eso espero—me reí.
Sylvie asintió ligeramente en respuesta. Me volví hacía Virion.
—¿Cómo te has enterado de que he llegado tan rápido?
—Lord Aldir recibió un mensaje de Lord Windsom—respondió Virion—
Dijo que te habían enviado a algún lugar, así que vine de inmediato.
—Y pensar que te enviaron a donde estaba Tessia… Dime, ¿esto fue obra
de Wren?—intervino Aldir, con un tono divertido en su voz.
Asentí, mirando a mi silenciosa amiga mientras respondía.
—¿Su sentido del humor siempre ha sido tan… excéntrico?

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—Wren siempre se ha considerado caprichoso a pesar de su actitud a
menudo indiferente—respondió el asura.
—Me sorprendió mucho ver a Arthur cuando esperábamos luchar contra
un mutante—dijo Tessia, sacudiendo la cabeza.
—Sí. Ni bien llegue y ya había una horda de bestias de maná que nos
atacaron a mí y a Sylv. Ni siquiera tuvimos tiempo de recuperar el aliento
hasta después de haberlos matado a todos—dije, rascándome el lazo detrás
de las orejas.
—¿Pero qué pasa con la puerta? Cuando llegamos a la escena, las bestias
de maná que estaban fuera de la habitación en la que estabas habían muerto
todas—insistió Tessia.
Sabía que sintió curiosidad por mil cosas desde mi llegada, pero teníamos
poco tiempo.
—Ahora no, Tessia—dijo Virion, poniendo una mano en el hombro de su
nieta—Hay cosas que debo discutir con Arthur y este no es el lugar
adecuado para hacerlo.
—¿Nos vamos?—preguntó Tessia, mirando de su abuelo a Aldir.
El asura negó con la cabeza—Tú no Tessia. Debes quedarte aquí.
—¿Qué? ¿Arthur acaba de llegar hace unas horas y ya te lo llevas?—replicó
Tessia, con un miedo evidente en sus ojos.
—Tess—interrumpí—No te preocupes. Volveré enseguida después del
interrogatorio.

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—Además, tienes que cuidar a tu equipo. Con esta mazmorra despejada,
estoy seguro de que todos se irán pronto. Tienes tus propias batallas de las
que ser responsable ¿verdad?—añadió Virion—Eso es lo que acordamos
cuando te permití participar en esta guerra.
—Sí, "Ábrete camino en las batallas con tu propia fuerza"—citó Tessia con
un suspiro derrotado.

Si tuviera una cola, se le habría caído de pena ante esta noticia, pero sabía
que lo que Virion tenía que decirme era importante.

—Entonces salgamos de inmediato. Tessia, te has hecho más fuerte estos


últimos meses. Las batallas por las que pasaste ciertamente te están
moldeando bien—dijo Aldir, dándole un asentimiento de aprobación.

—Gracias, maestro.

Tessia bajó la cabeza, pero su expresión de amargura no cambió.

Me sorprendió oírla referirse a Lord Aldir como Maestro. Nunca habría


esperado que el asura de tres ojos tomara a Tessia bajo su ala, pero me
guardé esos pensamientos.

Tessia hizo una rápida reverencia a su abuelo y a su maestro antes de salir


de la tienda. Cuando levantó la lona, volvió a mirarme con una mirada que
contenía un sinfín de emociones.

—Nos vemos pronto—le dije con una sonrisa mientras se marchaba.

—¿Nos vamos?—preguntó Aldir, y seguimos a Tessia fuera de la tienda.

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Estando afuera antes de entrar en la puerta de teletransporte que Aldir
había conjurado, clavé los ojos en el compañero de equipo de Tessia,
Stannard y murmuré para que se ocupara de ella por mí.

Sabía que no podía oír las palabras, pero Stannard pareció entender y
asintió con la cabeza.

Momentos después de atravesar la puerta, llegamos al castillo flotante que


el Consejo lo convirtió en su base. La fortaleza voladora se movía
constantemente a kilómetros de altura, sin patrón ni destino, para evitar la
intrusión incluso de los espías de Vritra.

Cuando nuestro entorno distorsionado se enfocó, vi que habíamos llegado al


interior de una pequeña sala cilíndrica. No había ventanas, sólo un juego de
puertas dobles de hierro.

'¿Por qué no hablaste con Tess ahí atrás?'. Le pregunté a mi vínculo


mientras ella correteaba a mi lado.

En algún momento de los últimos dos años, Sylvie había adquirido la


capacidad de hablar en voz alta, pero por alguna razón, prefería no hablar a
menos que no hubiera nadie más cerca.

'Una dama necesita tener un secreto o dos'. Respondió Sylvie.

'¿Ahora eres una dama?'. Negué con la cabeza.

'La próxima vez sorprenderé a Tessia con eso'. Dijo con una risita.

Virion y Aldir miraron hacia atrás, quizás percibiendo mi comunicación no


verbal con Sylvie. Les guiñé un ojo.

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El habla no era la única habilidad que Sylvie adquirió a lo largo de su
entrenamiento, pero debido a su corta edad, la mayor parte del tiempo lo
había dedicado a fortalecer su cuerpo para que sus habilidades de maná y
éter no destrozaran su forma física.

Lord Indrath le enseñó personalmente a fortalecer su cuerpo, una habilidad


única de la raza de dragones asuras. Al parecer, casi todos los jóvenes asuras
se enfrentaban al peligro de que su cuerpo fuera incapaz de soportar sus
habilidades innatas.

—Bueno, ya que estamos todos aquí, salgamos—anunció Virion con una


sonrisa.

A la señal del guardián, las grandes puertas de hierro chasquearon y


chirriaron al liberarse el mecanismo de cierre.

El gemido y el raspado del metal sobre la grava llenaron mis oídos cuando
las gruesas puertas se abrieron desde el centro.

Esperaba que hubiera un guardia o dos al otro lado de las puertas, pero en
su lugar había un gran oso oscuro se alzaba sobre mí. Me miraba con
maldad, las dos marcas blancas que tenía sobre los ojos le daban una
expresión de ceño fruncido. Medía unos tres metros de altura, con las patas
traseras pegadas al suelo y el pecho al descubierto para mostrar un mechón
de pelo blanco justo debajo del cuello. A pesar de sus ojos de aspecto
enfadado, sus dientes expuestos daban la impresión de una sonrisa, con dos
hileras de dagas blancas que sobresalían dentadas de su boca.

—¡Hermano!—chirrió una voz melodiosa.

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Por una fracción de segundo, pensé que era el oso el que había hablado,
pero entonces Ellie, mi hermana pequeña, apareció de detrás de la bestia
con una sonrisa tonta en la cara. Definitivamente mi hermana cambió,
aunque de forma sutil, en los últimos años. En lugar de las coletas que
llevaba cuando era más joven, su pelo castaño ceniza caía libremente sobre
sus hombros. Aunque sus ojos oscuros seguían brillando con inocencia, su
mirada reflexiva contenía una notable madurez.

—¡Ellie!—Levanté a mi hermana en un abrazo y la hice girar en el aire


mientras ella me rodeaba el cuello con sus brazos.

—¡Arthur!—gritaron otro par de voces.

Eran mis padres.

Tras dejar a Ellie en el suelo, me volví hacia mi madre y mi padre. Me quedé


quieto y tenso. Los sentimientos de incertidumbre y remordimiento me
impedían darles un abrazo. No sabía cómo saludarlos después de como nos
habíamos separado.

—¡Ven aquí, hijo!

Mi madre y mi padre corrieron hacia donde estaba yo, envolviéndome en


sus brazos mientras me apretaban con fuerza.

—N-No entiendo—balbuceé, sorprendido por su saludo—. Pensé que…

—Pensaste… ¿Qué?—mi padre me cortó—. ¿Pensabas que por tener


recuerdos de alguna supuesta vida anterior podrías dejar de ser mi hijo?

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—Lo siento, pero he invertido demasiado tiempo y esfuerzo en criarte
para que seas la persona que eres hoy. Todavía estoy esperando que regrese
mi inversión—añadió mi madre.

Aunque intentó bromear con la situación, su voz temblorosa la delató.

—Tienes razón—dije, conteniendo las lágrimas—. Todavía no te he dado


todo lo que realmente mereces.

Sentí como si una coraza de piedra alrededor de mi cuerpo se hubiera hecho


pedazos, una oleada de felicidad y alivio me inundó al aceptar su abrazo.

—¡Hermano! ¡Hermano!—dijo mi hermana abrazando a Sylvie—¡Saluda a


Boo!

Cuando mis padres me soltaron de su agarre, volví a mirar fijamente a la


gigantesca bestia de maná.

—¿B-Boo?—repetí incrédulo, mirando a mis padres y a Virion y Aldir.

Sabía que la bestia de maná no era un enemigo, pero no me había dado


cuenta de que pertenecía a mi familia.

—Si—dijo Ellie con un movimiento de cabeza—Boo, saluda a mi hermano.

Boo y yo cruzamos miradas durante un segundo, y luego la bestia de maná


me sonrió. Levantando una pata gigante, Boo se abalanzó sobre mí.

Levanté un brazo y de inmediato introduje maná en mi cuerpo. El suelo bajo


mis pies crujió con la fuerza del ataque de Boo.

Miré a mi hermana conmocionado, mientras la pata del oso seguía pesando


sobre mi brazo.

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—Veo que Boo tiene bastante temperamento.

Agarré la muñeca de la bestia y tiré de ella, poniéndola a la altura de mis


ojos.

—Solo quería ver si eras tan fuerte como le dije que eras. Es así de
competitivo—dijo encogiéndose de hombros mientras su vínculo luchaba
por liberarse de mi agarre—. ¡Boo malo!

—Espera Ellie, ¿puedes hablar con esta bestia? ¿Estás vinculada a ella?—
espeté.

La fuerza de la bestia me había sorprendido, pero el hecho de que mi


hermana fuera capaz de conversar con ella mentalmente significaba que
Boo era una bestia de bastante nivel.

—¿Lord Windsom no te dijo?—preguntó Virion por detrás de nosotros—


Le dio esta bestia de maná a tu familia como regalo antes de que partieras
hacia Epheotus.

—No, no me dijo nada de eso—respondí aturdido—¿Así que Windsom


acaba de entregar este animal de peluche gigante a mi hermana para que lo
monte en la batalla?

Boo soltó un bufido de disgusto ante mis palabras.

—Sí, te llamé peluche—repliqué, aun agarrando su pata.

—No, solo era un bebé cuando Windsom nos lo regaló—dijo mi madre con
una sonrisa—Aunque tengo que decir que Boo ha crecido rápidamente en
los últimos dos años.

—Es verdad jajaja—aceptó mi padre, riéndose para sí mismo.

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—Estoy seguro de que te gustaría ponerte al día con tu familia, Arthur,
pero tendrá que esperar hasta después de nuestra discusión—dijo Aldir en
tono serio—Tu familia está viviendo aquí por el momento, ya que pensé que
sería lo mejor para ti.

—Bien. Gracias—asentí, volviéndome hacía mi familia—Hablaremos


pronto, ¿de acuerdo?

Les di un abrazo a todos, excepto a Boo, y luego seguí a Virion y Aldir por el
estrecho pasillo hasta la sala de reuniones.

Sylvie trotó cerca, echando otra mirada a Boo.

'¿Quieres que lo golpee por ti?'

'Puedo ocuparme de él yo mismo'. Pensé con una sonrisa de oreja a oreja,


luego me agaché para acariciar a mi vínculo.

Pasamos junto a dos guardias apostados a ambos lados de una discreta


puerta de roble y nos sentamos alrededor de una gran mesa circular en la
sala de reuniones escasamente decorada. Solo éramos nosotros tres, así que
había bastantes sillas vacías.

—¿Sólo nosotros?—Miré a mi alrededor—¿Y los reyes y los Lanzas? Pensé


que al menos vería a la Directora Goodsky aquí.

El asura Aldir retiró la capucha que le cubría la mayor parte del rostro,
revelando el ojo púrpura que brillaba en el centro de su frente. Se volvió
hacía Virion y lo animó con la cabeza.

Cuando el abuelo de Tess comenzó a hablar, me di cuenta de lo cansado y


agobiado que estaba a comparación de antes de la guerra.

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—Cynthia se encuentra actualmente en un estado de letargo autoinducido
para hacer frente a los efectos de la maldición que activó cuando reveló
información sobre los alacrianos.

—¿Tan malo es?—exclamé.

El informe que Windsom me mostró mencionaba el estado de la directora,


pero no me había dado cuenta que estaba realmente en coma.

El anciano elfo asintió firmemente.

—Te mostraré dónde descansa más tarde, estoy seguro de que hay muchas
otras cosas por las que tienes curiosidad.

Asentí y comencé a bombardear a los dos líderes con todas las preguntas
que tenía. Ellos respondieron pacientemente a cada una de ellas. Me enteré
que, mientras mi familia estaba retenida aquí para su protección, la familia
Helstea se había ido a otra parte. Vincent utilizó sus recursos en el comercio
para ayudar a los esfuerzos de guerra. Era un poco preocupante pensar que
podían estar en peligro, pero los Helstea parecían mantenerse en un
segundo plano, sin involucrarse directamente en la guerra y manteniéndose
lejos de las batallas.

En cuanto a los antiguos Reyes de Sapin, informaban al castillo de vez en


cuando, pero en realidad centraron la mayor parte de sus esfuerzos en el
Reino de Darv, con la esperanza de recuperar la lealtad de los enanos,
mientras Curtis y Kathyln Glayder hacían lo mismo que Tess: formaban o se
unían a un equipo para adquirir experiencia real en el frente de batalla.

—¿Han pensado mi padre o mi madre en luchar también?—pregunté.

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—Tu padre sí—dijo Virion—. Pero le dije que se contuviera hasta que tú
volvieras o Eleanor fuera un poco mayor. Insistió en ayudar, pero le di un
argumento sólido.

—Gracias. No puedo imaginar cómo me habría sentido si mi padre


hubiera muerto en la guerra mientras yo no estaba aquí.

Virion continuó discutiendo el estado de la guerra y las estrategias


implementadas para mantener a los ciudadanos a salvo, mientras yo
escuchaba en silencio, mirando ociosamente a mi vínculo, que también
prestaba mucha atención.

—¿Pasa algo, muchacho?—preguntó Virion—. Estás muy callado.

—No es nada—dije—Solo estoy un poco ansioso por saber la razón por la


que me trajiste aquí, ya que querías mantener a tu propia nieta en la
oscuridad. Y sé que no me has traído aquí sólo para que pueda reunirme con
mi familia.

—Si, bueno, Tessia es ambiciosa y entrenó con diligencia para poder


contribuir en esta guerra…—La voz de Virion se interrumpió.

—Pero te sigue preocupando su seguridad más que nada—terminé por


él—¿Así que todo ese discurso que aparentemente le diste sobre el trabajo
para llegar a la batalla principal fue solo una forma de ganar tiempo?

Dejando escapar un suspiro, Virion asintió.

—¿Puedes culparme?

Sacudí la cabeza.

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—Yo habría hecho lo mismo. De todas formas, ¿qué tan mala es esta
'batalla principal'?—pregunté, mirando de un lado a otro entre Virion y
Aldir.

—La lucha principal está en el Muro por ahora, se ha construido una


fortaleza que abarca las Grandes Montañas. Ni un solo mutante o soldado
alacriano ha podido salir del Beast Glades hasta ahora gracias a esa línea
defensiva.

A pesar de las buenas noticias, Virion dejó escapar un profundo suspiro.

—Me gustaría que opinaras al respecto en base a lo que te hemos contado


hasta ahora—dijo Aldir, en un tono que sugería que me estaba poniendo a
prueba.

Me quedé pensando un momento.

—A ver si lo he entendido bien. Por lo que has contado hasta ahora,


parece que el plan del ejército alacriano es infectar de algún modo a ciertos
jefes de las bestias de maná para obligarlas a dirigir sus propias hordas a
luchar en lugar de ellos. Además, los magos alacrianos han estado
utilizando puertas de teletransporte ocultas creadas por espías para
aumentar el número de sus soldados aquí en Dicathen, lo que hace que la
fuerza de combate sea bastante peligrosa.

—Estoy de acuerdo—dijo Aldir.

—Pero es sospechoso—dije, estudiando las caras de Aldir y Virion—. Es


decir, entiendo que el Beast Glades son el lugar perfecto para que se
establezcan, especialmente si tienen unas cuantas bestias de maná de clase

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S o SS bajo su control, pero parece demasiado sencillo. Si ninguno de ellos
pudo atravesar esta defensa, significa que nuestro bando es mucho más
fuerte, o que están ganando tiempo. Y por tu cara, Virion, yo diría que es lo
segundo.

—Recientemente han salido a la luz pruebas que han confirmado nuestras


sospechas—dijo Virion con simpatía—. Ahora, Arthur, no puedo permitir
que te culpes por lo que voy a contarte.

—¿De qué se trata?—Levanté las cejas.

Aldir sacó unos objetos de debajo de la mesa y me los acercó.

Eran fotos de un barco abandonado. Mirando su estructura y su marco,


estaba seguro de haber visto algo así antes.

—No es el Dicatheous por si te lo estás preguntando—dijo Aldir—Después


de ver esto, Gideon admitió de dónde sacó la ingeniosa idea de la llamada
'máquina de vapor' de la que estaba tan orgulloso.

Miré por encima de las imágenes una vez más, tratando de convencerme de
que lo que mi cerebro ya había deducido era erróneo.

—Esa era una nave construida por los alacrianos… utilizando sus
diseños—dijo Virion con voz sombría.

Antes de que tuviera la oportunidad de responder, la puerta de la sala de


reuniones se abrió de repente, luego un soldado con armadura entró a
corriendo en la habitación.

—Comandante, Señor—dijo el soldado apresuradamente, aun tratando de


recuperar el aliento.

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—¿Qué ocurre?—espetó Virion.

—Han sido avistados, comandante, acercándose a la costa occidental—La


voz del soldado temblaba de miedo contenido—. ¡B-barcos alacrianos!

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PARA CORREGIR MI ERROR

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Me levanté de mi asiento ante la noticia del soldado.


—¿Dónde los has visto exactamente?
—A pocos kilómetros al sur de Etistin… señor—respondió, pareciendo no
saber cómo dirigirse a mí, quizá por mi edad.
Me apresuré a salir por la puerta pasando por delante del guardia.
—Vamos, Sylvie.
—¡Espera, Arthur! ¿En qué estás pensando?—llamó Virion, con una voz
cargada de preocupación.
—Quiero ver exactamente qué clase de lío he hecho—respondí sin girarme.
Sylvie y yo nos dirigimos a toda velocidad hacia la sala de la puerta de
teletransporte, esquivando a varios trabajadores y guardias sorprendidos.
Al llegar a las puertas dobles de hierro que habíamos atravesado antes, vi a
dos guardias, un hombre y una mujer a ambos lados de las puertas. No
habían estado allí antes.
—Por favor, abran las puertas—dije impaciente.
El guardia masculino que estaba vestido con una armadura pesada, con una
espada larga atada a la espalda y dos espadas más pequeñas atadas a ambos
lados de la cintura se adelantó con expresión severa.

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—Todas las entradas y salidas deben ser autorizadas por el comandante
Virion o por Lord Aldir. No hemos sabido nada de ninguno de ellos, así que
no se puede hacer, chico.
—Acabo de llegar a este castillo con Virion y Aldir. Saben que voy a salir.
Insisto en que me dejen pasar—argumenté.
—Comandante Virion y Lord Aldir, niño—dijo el guardia—. No importa lo
agrandado que se crean los niños de la realeza, tienen que aprender a
respetar a sus mayores.

La otra guardia era una conjuradora que parecía de mediana edad y que
llevaba una lujosa túnica con una capucha que le cubría el pelo, intervino
rápidamente, quizá con la esperanza de calmar la situación. Habló con voz
suave, como si se dirigiera a un niño.

—Es peligroso que salgas solo en estos tiempos. Si tienes un guardián,


tú…

Dejó de hablar al atragantarse con sus últimas palabras. Los dos guardias
cayeron de rodillas y se agarraron desesperadamente la garganta. Jadeaban
como peces fuera del agua mientras yo daba otro paso adelante, mirándolos
con una sonrisa inocente.

—Sería prudente que no fueran indulgentes conmigo.

—Arthur.

Me giré para ver a Aldir de pie en el pasillo. La fría desaprobación en su


tono fue suficiente para que retirara la presión que estaba liberando, y
ambos guardias jadearon de alivio.

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A los guardias, Aldir les dijo:

—Arthur es libre de irse si lo desea—volvió su ojo púrpura hacia mí—.


Pero no hagas ninguna tontería. Sería una pena haber hecho perder el
tiempo a Windsom.

Los guardias se pusieron en pie y se dirigieron hacia la puerta para liberar la


cerradura. Las pesadas puertas gimieron contra el suelo de grava, y me
apresuré a ir al centro de la sala.

—Señor, ponga la puerta en Etistin, por favor—dije.

Al mirar a Aldir que no se había movido, me sentí culpable por haber sido
tan duro con esta gente que sólo cumplía con su deber.

El anciano guardián intercambió miradas de preocupación con los


desaliñados guardias, pero rápidamente obedeció. El portal resplandeciente
zumbó y silbó, y Etistin apareció.

Sin mediar palabra, Sylvie y yo atravesamos el portal, mi corazón latía con


más fuerza cuanto más cerca estaba de mi destino.

Llegué al otro lado hubo a una sala desconocida llena de guardias. Bajé de la
plataforma elevada que sostenía la puerta con Sylvie a pocos pasos detrás.

—¿Quién ha dejado pasar a un niño por las puertas de seguridad?—le


ladró el jefe de barriles al portero.

—Viene del castillo, señor—respondió, mirándome con curiosidad.

Fue molesto que todo el mundo me considerara un niño a pesar de que ya


había pasado la adolescencia. Era más alto que muchos de los guardias

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presentes, pero mi pelo largo y revuelto y mi aspecto juvenil parecían
impedir que los soldados me tomaran en serio.

Me falta paciencia para explicar mi situación.

Me dirigí hacia la salida, pasando por delante del gran soldado.

—¡Chico! ¿Qué haces aquí? ¿No sabes que esta ciudad está en estado de
emergencia?

El soldado con armadura era al menos una cabeza más alto que yo, y me
agarró del brazo con fuerza, haciéndome retroceder.

—Me envía el comandante Virion. Ahora, por favor, abre las puertas antes
de que lo haya yo—dije.

El líder se burló, poniendo los ojos en blanco.

—Sí, claro. El comandante Virion ha enviado a este chico guapo y delgado


aquí. Apuesto a que no eres más que un mocoso noble fugitivo que tuvo una
pelea y pensó en escaparse. Bueno, momento equivocado, lugar equivocado.
Lest, Scraum, lleva al chico de vuelta a través de las puertas. No necesito
más civiles de los que ocuparme aquí.

Burlándome, hice salir el maná de mi cuerpo como había hecho en el


castillo.

Muchos de los soldados presentes eran aumentadores, así que sabían


exactamente lo que estaba ocurriendo mientras todos caían al suelo sin
poder hacer nada. El aire de la sala pareció congelarse mientras los soldados
se miraban unos a otros con los ojos muy abiertos. El guardián era un civil
normal por lo que no pudo soportar la presión y quedó inconsciente.

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'Salgamos de aquí, Sylvie'.

'Pero la puerta…'

Mirando alrededor de la sala, vi que algunos de los magos más capaces ya


pedían refuerzos.

'Hagamos una'. Respondí secamente, sin querer crear una escena aún
mayor.

'Suena bien'.

El cuerpo del zorro blanco de mi vínculo comenzó a brillar hasta que se vio
completamente envuelto en un manto de luz dorada. Un estruendoso
estallido de maná irradió de su cuerpo cuando la forma de Sylvie se
transformó en la de un dragón negro como el carbón.

En los últimos años, su forma se había vuelto mucho más distinguida y


madura. Pequeños detalles como la forma de sus cuernos y sus escamas,
que ahora parecían miles de pequeñas piedras preciosas pulidas, se
combinaban para hacerla parecer temible y a la vez etérea.

Los soldados que aún estaban conscientes profirieron gritos ahogados, pero
no perdí tiempo en sentirme culpable por su angustia.

Levantando la mano, condensé y di forma al maná acumulado en mi palma


y lancé una oleada de rayos. Una descarga de rayos azules atravesó el techo
por encima de nosotros, sacudiendo toda la habitación. Salté encima de
Sylvie mientras sus alas batían, elevándonos.

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Volamos a través del agujero que había creado, los jadeos y gritos de los
civiles y soldados que estaban debajo de nosotros se desvanecieron a
medida que nos elevábamos en el cielo.

El aire fresco del invierno me mordió las mejillas y ascendimos por encima
de las nubes hasta que pudimos ver el sol poniente anaranjado en el
horizonte. La belleza de Dicathen estaba a la vista, despejado como una
pintura.

Me tomé un breve momento para disfrutar de la tranquilidad de la vista,


desde las montañas nevadas y las llanuras cubiertas de hierba hasta el
océano brillante y el frondoso bosque, luego dirigí a Sylvie hacia el sur.

'Lleguemos allí antes de que anochezca'. Envié, apoyándome en la gran


espalda de Sylvie.

'No te caigas'. Respondió ella, con una voz alegre a pesar de su aspecto
intimidatorio.

Durante un tiempo, las nubes se despejaron y la tierra pasó por debajo de


nosotros en un borrón de colores, como si el mundo fuera solo un fondo que
se alejaba por debajo de nosotros. Sin embargo, al final nos envolvieron
unas espesas nubes de invierno pesadas con nieve no caída. Encorvé los
hombros y engrosé la capa de maná que me rodeaba para protegerme a mí y
a mi ropa de los fuertes vientos.

'Bajemos, Sylvie. Ya deberíamos estar cerca de Trelmore'.

Metiendo sus enormes alas, mi vínculo cayó en picada. Atravesamos las


nubes que oscurecían nuestra visión descendiendo como un meteorito

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negro. A medida que descendíamos, el mar resplandeciente apareció a la
vista, y junto con él, el efecto directo de mi irreflexivo error.

Maldije en voz alta la visión de pesadilla que teníamos delante, pero mis
palabras se perdieron en el viento. Sylvie aterrizó en un gran precipicio
cubierto de nieve en el borde del bosque que daba a Trelmore City y al
océano. Salté de mi vínculo, maldiciendo una vez más, y esta vez mi voz
resonó a nuestro alrededor, como si se burlara de mí.

Solo pude mirar con rabia silenciosa e impotente.

Cientos de barcos se acercaban desde el horizonte resplandeciente, a no más


de unas decenas de millas de la orilla, haciendo que sus fuerzas
estacionadas en los Beast Glades no parecieran más que una mancha.

El último consejo de Virion me vino a la cabeza en ese momento. Me había


dicho que no me culpara, pero esto no podría haber ocurrido sin mi
interferencia. Al ser mi segunda vida, tenía una visión y un conocimiento
que la gente de este mundo no tenía. A pesar de ese conocimiento y de mi
sabiduría, no había pensado en las consecuencias que podría tener la
introducción de una tecnología completamente nueva en el mundo; solo
pensé en cómo un acto aparentemente inofensivo beneficiaría a los que me
rodeaban. Los recuerdos del día en que le entregué a Gideon los planos de la
máquina de vapor eran demasiado claros y angustiosos. Gracias a mis
consejos se construyó un barco capaz de atravesar el océano, y que
obviamente había acabado en las manos equivocadas.

¿Fue el Clan Vritra, quienes tenían en sus manos esta tecnología, lo que
permitió la aceleración de la guerra?

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—Esto no tiene muy buena pinta—murmuró Sylvie mientras miraba a la
flota que se acercaba.

—No, no la tiene… y es culpa mía—apreté los dientes con una mezcla de


temor y culpa que se agitaba en la boca del estómago.

Millones de pensamientos pasaron por mi mente al mirar al frente.


Derramé lágrimas, sudor y sangre estos tres últimos años para proteger esta
tierra y a sus habitantes, todo para impedir que los Vritra se apoderaran de
todo mi continente.

Ya no es tan simple supongo.

Volviendo a subirme a mi vínculo, le di unas suaves palmaditas en el cuello.

—Volvamos, Sylvie. No hay nada que podamos hacer aquí—dije con los
dientes apretados.

Yo no soy el héroe justiciero que viene a salvar el mundo. Mierda, ni


siquiera puedo llamarme a mí mismo un buen soldado que hará todo lo
posible para luchar por su gente. Pero es mi culpa que la guerra llegara a
este estado. Es mi culpa que esa flota de barcos estuviera sobre nosotros. Y
será mi culpa cuando esas naves llegaran y desataran una horda de
magos alacrianos.

Ahora tengo una razón para luchar, y no es solo para proteger a las pocas
personas que aprecio.

Es para corregir mí error.

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Punto de Vista de Cynthia Goodsky

Parece que me encuentro en una especie de habitación

Una especie de espacio envuelto en la más absoluta oscuridad, con un único


rayo de luz que me iluminaba.

—Es imperativo que nos des toda la información posible—dijo una voz
profunda desde las sombras.

Sentí que mis labios se movían y mi lengua formaba palabras, pero mi voz
no salía. En su lugar, un zumbido agudo atravesó mi cerebro.

—Directora, sus conocimientos pueden hacernos ganar esta guerra—


murmuró otra voz, esta vez fina y ronca—. Piense en los millones de vidas
que puede ayudar a salvar cooperando.

Estuve de acuerdo. Quise hablar, pero no pude producir ningún sonido. Caí
de rodillas cuando el zumbido se hizo insoportable, las voces ocultas en las
sombras continuaron molestándome.

Querían respuestas a cualquier precio. Estaban desesperados pero yo


también lo estaba.

—No pasa nada si mueres por las secuelas de la maldición. Mientras


consigamos las respuestas que necesitamos, tu trabajo está hecho—arrulló
una voz especialmente melódica.

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Creía que Lord Aldir había levantado la maldición quise decir, aunque
sabía en el fondo que mi vida siempre estuvo en peligro. Sin embargo, mi
voz me traicionó y el tortuoso sonido se apoderó de mis sentidos. Mi visión
se volvió blanca mientras el dolor disminuía.

Entonces así se siente la muerte—pensé—la recibiré de todo corazón. Cerré


los ojos, pero mi visión seguía completamente cubierta por un destello
blanco.

Me pregunto que pasará a continuación…

Fue entonces cuando una figura oscura se acercó a mí. La figura se acercaba
cada vez más, pero seguía sin poder distinguir sus rasgos. Mi único consuelo
era que su silueta parecía humana.

Finalmente, la figura sin rasgos llegó frente a mí, se inclinó y extendió una
mano para ayudarme a levantarme. La verdad es que me sentía desconfiada,
incluso en la fase de muerte que seguro estaba experimentando. Sin
embargo, mi curiosidad superó mi desconfianza y le tendí la mano,
esperando que la tomara. Nuestras manos se tocaron y el velo de sombra
que había envuelto a mi misterioso ayudante desapareció. Apreté más fuerte,
dándome cuenta de que era la mano de Virion la que tenía.

Su mano es tan cálida.

Quise estirar la mano y abrazarlo, pero mi cuerpo no me hizo caso. En lugar


de eso, me quedé en el suelo con su mano encima de la mía. Me sujetaba la
mano con tanta delicadeza, como un pollito recién salido del cascarón, como
si mis dedos fueran a desmoronarse a la menor presión.

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Quise agarrarlo con la otra mano, pero seguía sin poder moverme.

—Nunca me he disculpado contigo…—empezó.

Murmuró en voz baja sobre cómo no me detuvo, incluso cuando se dio


cuenta de lo que podía pasarme. La voz de Virion normalmente es tan fuerte
y segura, pero ahora se quebraba y vacilaba mientras hablaba.

Aparté la mirada de su mano y miré el rostro borroso de mi viejo amigo. No


podía distinguir lo que sus ojos estaban enfocando, pero podía ver
claramente las lágrimas en ellos.

De repente, Virion soltó su agarre y volvió a quedar envuelto en la oscuridad.


Se alejó y yo le grité que volviera, pero no salió ninguna voz. Virion ahora
estaba envuelto en una sombra sin rasgos de nuevo y se detuvo un momento
y habló. Era difícil de oír y no pude distinguir muchas de las palabras, pero
me sentí reconfortada. Cuando reanudó la marcha, ya no intenté gritar para
que volviera… acepté su marcha.

Cuando su figura desapareció en el abismo blanco, la escena cambió a un


recuerdo en el que a menudo me había reconfortado.

Fue justo después del final de la guerra entre humanos y elfos. Ambos
bandos sufrieron pérdidas tremendas y habían acordado un tratado. Un
Virion mucho más jóven caminaba a mi lado. Todo era exactamente como lo
recordaba, hasta el campo de tulipanes marchitos que se extendía a nuestra
izquierda. Caminamos por el sendero pavimentado, mi cuerpo se movía solo,
pero no me importaba.

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—¿Qué piensas hacer ahora que la guerra ha terminado?—preguntó
Virion, con la mirada fija hacia delante.—Planeaba observar tranquilamente
el estado del continente una vez terminada la guerra, después de todo, ése
era mi deber. Pero no podía decírselo al rey de los elfos, así que me encogí
de hombros misteriosamente y esperé que mis encantos lo distrajeran y me
permitieran cambiar de tema—. Te conozco desde hace bastante tiempo.
Durante algunos de esos años fuimos enemigos, y durante otros no, pero
siempre pensé en una cosa—Levantó un dedo para enfatizar su punto.

—¿Oh?—Mi voz salió sola—¿Y qué era eso? ¿Tu amor eterno por mí?

—Lo siento, pero no— se rió—¿Olvidaste que estoy casado?

—Eso no ha detenido a ninguno de los nobles humanos todavía—Me


encogí de hombros, fingiendo inocencia.

—Los elfos somos leales—replicó, negando con la cabeza—Pero divago. Lo


que pensaba era que serías una gran mentora e inspiración. Demonios,
podría verte como director de alguna prestigiosa academia, guiando a los
jóvenes prometedores hacia un futuro mejor.

—Bueno, eso salió de la nada—respondí, genuinamente sorprendida—


¿Qué te llevó a esa conclusión?

—Muchas cosas—dijo—. Pero, en serio, deberías pensar en convertirte en


profesora. Sé que te encantará.

—Tal vez abra una academia propia—dije, sonriendo—Me gusta la ciudad


de Xyrus.

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—Una academia para magos en lo alto de una ciudad flotante—dijo
pensativo—¡Me gusta!—dejé de caminar, observando a Virion mientras
continuaba

—¿Qué te parece si abrimos la escuela juntos?

Mirando hacia atrás por encima de su hombro, reprimió una carcajada.

—Sí, podemos llamarla Escuela de Magos Goodsky y Eralith.—sentí que


mi cara se sonrojaba de vergüenza—. No—dijo—pero tal vez envíe a mis
hijos, o quizá a mis nietos cuando sean mayores de edad. Es decir, si tu
escuela es lo suficientemente buena para ellos—me guiñó un ojo antes de
darse la vuelta.

—Realmente voy a hacerlo, no lo dudes—resoplé—Sólo espera y veras que


La Academia Xyrus se convertirá en la mayor academia para magos que el
mundo haya visto jamás.

—¿Academia Xyrus? ¿En la ciudad de Xyrus?—Virion ladeó la cabeza—No


es muy original.

—Bueno, no puedo llamarla Escuela de Magos Goodsky y Eralith, ¿o sí?—


repliqué, hinchando las mejillas—Y tendrás mucha suerte si dejo asistir a
alguno de tus descendientes.

—Ouch—Se rió—Bueno, espero que la Academia Xyrus tenga éxito—


Virion levantó una mano con una copa imaginaria en un brindis.

—Aquí está la esperanza…

Lo recordaba con claridad. Deseaba que este momento no terminara nunca.


Un claro y frío arrepentimiento corrió por mis venas mientras veía a Virion

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caminar delante de mí. Si hubiera conocido a este hombre antes, tal vez mi
lealtad a Alacrya y a los Vritra habría decaído. Nada más pensar esto, la
realidad me golpeó como una ola que se estrellaba, mi corazón vaciló, ya no
era de los Vritra para controlar.

—Yo soy el viejo aquí—dijo Virion desde adelante—Sígueme el ritmo.

Me adelanté para alcanzarle, pero un dolor punzante me perforó el pecho.


El paisaje lleno de flores se tiñó de rojo. Miré hacia abajo y vi un pico negro
que sobresalía de mi cuerpo con mi corazón en la punta.

—Date prisa—volvió a llamarme Virion y esta vez su voz era más distante.

Me acerqué a él, le llamé, pero seguí anclada por la lanza negra que
sobresalía de mi pecho. Como si la lanza me atrajera, la escena que antes
había revivido fue absorbida por mí. Mi mundo se desvaneció en la
oscuridad y la visión de Virion alejándose fue lo último que vi antes de que
me envolviera una garra helada. Mientras me hundía más en las
profundidades del abismo, podría jurar que oí la voz familiar de un niño
disculpándose conmigo.

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Punto de Vista de Virion Eralith

Un grito espeluznante me despertó. No sabía cuándo me había dormido,


pero me levanté inmediatamente de la silla del escritorio. Salí corriendo de
mi estudio y evité por los pelos chocar con un guardia que corría en
dirección al grito.

—Comandante Virion—saludó y se detuvo.

—¿Qué está pasando?—Miré a mi alrededor, observando a los demás


guardias, todos en la misma dirección.

—No estoy seguro comandante. El grito parecía venir de un piso más


abajo.

—No debería haber nadie… ¡Anna! —jadeé.

La única habitación ocupada inmediatamente debajo de este nivel era la de


Cynthia, y Anna quien estaba cuidando de ella.

Los ojos del guardia se abrieron de par en par mientras se daba la vuelta y
bajaba las escaleras. Siguiendo inmediatamente detrás de él, me abrí paso
entre la horda de guardias blindados. La familia de Arthur estaba de pie
frente a la puerta, pero todos miraban hacia adentro.

Volví mi mirada hacia la sala, pero mis ojos se congelaron en la escena que
había a pocos metros.

—No—murmuré mientras me acercaba cojeando, sin poder creer lo que


veían mis ojos—. ¿Cómo? ¿Quién?—tartamudeé, pero Anna se limitó a
negar con la cabeza, tan sorprendida como yo.

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Mi cabeza dio vueltas, todo el ruido y los murmullos a mi alrededor se
apagaron. Di otro paso, pero las piernas me fallaron y tropecé con la cama.

Un grito sin palabras fue arrancado de mi garganta mientras me hundía de


rodillas, agarrando con fuerza la mano fría y sin vida de mi vieja amiga.

FIN DEL VOLUMEN 5

Convergence

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FUENTE DE TRADUCCION: [WEBNOVEL][PDF][EPUB] The Beginning After The End By


GOLDENAGATO

Traducción: Vansneider

Corrección: Guido

Agradecimientos a MatistaT3 por ayudar con la traducción y a Enryu


que me dio una mano con las jergas.

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