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Universidad Central del Ecuador

Facultad de Arquitectura y Urbanismo


Historia y Teoría de la Arquitectura II

Melany Saldaña
S4P4

Reflexión sobre lectura de Manuel Delgado – Jane Jacobs.

El nombre de Jane Jacobs es la herida que en algún momento debilitó la desmesurada e


incongruente práctica de la planificación urbana y la reorganización de las ciudades en la utópica
búsqueda del “mejoramiento” de la vida de sus habitantes.

Las buenas intenciones de los planificadores de la década de los 50 en la que, bajo el


contexto, Robert Moses es su abanderado, se escribe en un discurso hostil del que solo transparenta
la reorganización de los barrios como desinfección de una ciudad, como si de plagas se trataran sus
individuos.

¿La eliminación de las plagas garantiza el orden del territorio? La urbanización a través de
los ojos de Jacobs se traduce a la eliminación de la vida misma de los barrios, que son los propios
individuos. Aquellos, son la unidad mínima de la compleja organización espontánea y diversa que
responde al contexto en el que habita, recorre, trabaja o se recrea, siendo el barrio, la calle y la
acera el principal escenario en el que incluso cuando esta vaciada, le pertenece a la colectividad. Sin
embargo, la calle desde el punto de vista urbanístico se desarraiga de su naturaleza social adoptando
la etiqueta de peligro, inseguridad y funcionalidad a favor del vehículo, desplazando irónicamente
al individuo como unidad mínima. Y a su vez, diseñando los espacios públicos como centros de libre
acceso para ser y estar, utópicamente, centros de reunión donde se desarrollen las principales
relaciones humanas, como si de máquinas configuradas se tratase. En palabras de Manuel Delgado,
el individuo se despoja de su naturaleza de usuario para convertirse en consumidor o un elemento
más de esta organización escueta y estandarizada, inherente a la relación barrial.

Aunque hace varias décadas las reflexiones de Jane Jacobs estremecían a los planes
urbanísticos, es sorprendente como en la actualidad, la mayoría de los barrios ubicados en los
centros urbanos pierden esa descripción diversa y compleja que redactaba. La nueva residencia de
la clase media es implantada en sectores alejados al ruido y el flujo de la ciudad, alejada de los
ruidosos donde abunda el comercio informal y la “vida desordenada y caótica”. En ciudades más
densas, la verticalidad de la vida residencial mira lejana las periferias urbanas, en la que la tipología
comercial es prioritaria y pierde su dinámica fuera de su horario.

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