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La justicia distributiva en la concepcion libertariana de Nozicle y Hayek Mauricio Uribe Lépez Universidad Nacional de Colombia y Viva la Ciudadania En 1954, uno de los més influyentes filésofos de la ciencia en este siglo, el profesor Karl Popper, enuncié un conjunio de principios a los que consideraba como las tesis fundamentales del liberalismo. El primero de estos principios plantea que el Estado es un mal nece- sario, y que por tanto debe aplicarsele la navaja liberal de forma andloga a la navaja de Ockham, en el sentido de ewitar que se extien- da mas alld de lo apenas indispensable Este principio de Popper refleja fielmente la postura libertariana sobre el papel del Estado, de la cual se desprende, casi como corola- rio, el cercenamiento de cualquier idea de justicia distributiva que pueda amparar el activismo estatal asociado a las tareas propias de | la redistribucién De hecho, los enunciados de Popper coinciden con un momen- to propicio para la reaccién adversa del liberalismo radical o libertarianismo frente a la intervencién estatal en la vida econémica, que fue precisamente el del auge expansivo de la actividad del Esta- do en el mundo occidental, a la luz del proceso de consolidacion de los “estados de bienestar” En ese proceso de consolidacién, el capitalismo resultaba com- patible con amplias funciones estatales, dentro del esquema fordista * Agradezco los comentarios de Jorge Iban Gonadiler, Andrés Heméndes y Oscar Mejia Quintana. 151 agendp\ 152 de produccién y consumo, en el que la produccién centralizada va gran escala se asociaba, por un lado, a la “regulacién del proceso de proletarizaci6n” o de “transformacién duradera de obreros no asala- tiados en asalariados” mediante la politica social, y por otro, a la ampliacién interna de los mercados a través de politicas expansivas de gasto gubernamental tendientes a asegurar una demanda amplia para los productos en serie’. Para Friedrich Hayek, esa expansidn de la esfera ptiblica es la gran tragedia de nuestro tiempo*, Las politicas del Welfare State ha- bfan consolidado un modelo intervencionista, predominantemente en Jas instituciones democraticas liberales, que a los ojos de Hayek, con- | ducia a la sociedad libre hacia un sistema totalitario, planificado y orien- tado hacia el servicio de algunas coaliciones de intereses organizados. Desde esta perspectiva critica radical del liberalismo, toda con- cepcidn particular de justicia distributiva sobre la que se pretenda avalar la extensién del Estado mas alla de lo requerido para evitar la anarquia, conduce a la violacién de los derechos de las personas, Lo justo para los libertarianos no va mas alld del respeto a los derechos individuales de los cuales hacen parte fundamental las pertenencias que las personas tienen en su poder como resultado de procedimien- tos legitimos, de forma que usar el poder coercitivo del Estado para transferir pertenencias de unos hacia otros, es cometer una injusticia real en nombre de una justicia metafisica. Mas adelante se discutira acerca de cudles son esos procedimientos legitimos Otra razén por la que el libertarianismo sefiala que la busqueda de la justicia social equivale a ir tras un espejismo, es que la distribu- cién de los recursos a través del mecanismo de precios es tan moral- mente neutral como la trayectoria de un huracdn o la direecién de los vientos. Incluso, asi como la seleccién natural ha sido un proceso optimizador en tanto que ha dado lugar a organismos cada vez mas sofisticados, la competencia en el mercado empujara a los indivi- duos a actuar racionalmente para generar situaciones Optimas. La definicién “antinatural” o arbitraria de una pauta o criterio de distribucién, para este liberalismo radical, no sélo interfiere con los derechos de los individuos, sino que obstruye el camino del “or- den espontaneo” hacia la optimizacién. El libertarianismo considera que la biisqueda de criterios de dis- tribucién se sustenta en la falsa concepcidn de que el estado de las * Claus Offe, “La politica social y ta teoria del estado”, en Contradieciones en el Estado de bienestar, John Keane (com. y edt), México, Alianza Editorial, 1991 * Friedrich Hayek, Law, Legislation and Liberty, Vol. I, Rules and Order, The University of Chicago Press, 1973. cosas en la sociedad es el resultado inequiveco de un propdsito deli- berado. Para esta corriente radical del liberalismo, esa concepcién ha sido inspiradora de miiltiples aventuras voluntaristas y teleolagicas que se basan en la idea de que el estado de cosas en el mundo es el resultado de un diserio perverse que debe ser sustituide por un dise- fio mas “justo”, mas “perfecto” o mas “igualitario”. En palabras de Popper: En Homero, la envidia y la célera de los dioses eran responsables de la mayoria de cosas terribles que sucedieron en el campo situado ante Troya: y fue Poseidén el responsable de las desgracias de Ulises. En el bensamiento cristiano posterior, el Diablo es el responsable del mal: en el marxismo vulgar, lo que impide el advenimiento del socialismo y la implantacién del cielo sobre la tierra es la conspiracién de capitalis: tas codiciosos. La teoria que concibe la guerra, la pobreza y el desem- pleo como resultado de una intencién perversa, de algin designio siniestro, forma parte del sentido comtin, pero es acritica’, El estado de cosas en una sociedad libre, particularmente la dis- tribucion de las pertenencias, depende, desde la éptica libertariana, de la accién descentralizada y voluntaria de todos, y no de una su- puesta conspiracién del capital o de quienes ostentan el poder eco- nomico. Esta concepcién es un punto de partida fundamental en la revision que aqui se propone de las ideas criticas de los que proba- blemente son los dos mas destacados pensadores libertarianos acer- ca del sentido de la justicia distributiva; Robert Nozick y Friedrich Hayek’ Las implicaciones de la posicion libertaria para la teorfa de la eleccién colectiva, una de las ramas de la teorfa econémica con ma- yores implicaciones sobre la filosofia y la teoria politica -y que mas desarrollos ha tenido en los tiltimas cincuenta afios a partir de la formulacién pionera por parte de Kenneth Arrow del teorema de la posibilidad general, mas conocido como el teorema de la imposibili- dad— son desafiantes, en la medida en que el objeto de la eleccion social es el de evaluar en qué sentido puede construirse una idea del ° Karl Popper, “Mi concepelén de la filosofia”, en En busca de un mundo mejor, Barcelona, Paidds, 1994, p, 232. * “Esta critica radical de todas las tearias de la justicia tradicionales, desde ef u tarisme hasta el igualitarismo, es de hecho el componente més radical de este magma heterogéneo que constituye el pensamiento Hlamado “neoliberal”: la posicién libertartana, Su representante académicamente més respetado es el filésofo Robert Nozick. Pero algunas de sus rasgos han sido popularizados por diferentes econamistas, sobre toda por varios miembros de la escuela llamada “austriaca” (Friedrich Hayek, Israel Kirzner, Murray Rothbard)”, Philippe Van Parijs, (Qué es una sociedad justa?, Barcelona, Ariel, 1998, p. 147. ou fen) on bien comun en una sociedad, a partir de las ideas que del mismo tengan todos y cada uno de sus miembros. Los esfuerzos por resolver este interrogante estén asociados a la preocupacién de los econe- mistas por “decir algo util acerea de la evaluacién de las distribucio- nes del ingreso”®. Si se considera, como lo hace el libertarianismo, que la distribu- cién de las pertenencias o del ingreso en una sociedad es tan moral- mente inobjetable como la fotosintesis, entonces no habria razén alguna para dedicar mayores esfuerzos académicos a la biisqueda de alternativas al teorema de la imposibilidad, que nos permitan obte- ner procedimientos légicamente plausibles para juzgar el estado de cosas en el mundo, particularmente la distribucion de les bienes o del ingreso, En ese sentido, la teoria de la eleccion colectiva tendria el desafio de justificar primero la pertinencia de la evaluacién de los estados sociales, antes que proseguir en la busqueda de salidas con- ceptuales y formales al problema planteado por Arrow. En términos de politica, el libertarianismo constituye un desafio a toda politica redistributiva, ya sea desde el Ambito mds reducido de la politica social, como combate a la pobreza, o desde el Ambito més amplio de la politica econémica, como el de fijacién de esquemas de tributacién progresiva sobre la renta con miras a mejorar la distribu- cién del ingreso. 1. El orden espontaneo En el primer volimen de Derecho, legislacién y libertad, referi- do a las “reglas y el orden”, Hayek se ocupa de los arreglos constitu- cionales apropiados en el sentido legal, conducentes a la preservacion de la libertad individual. Alli plantea ampliamente sus ideas a favor de la concepcidn naturalista del orden espontaneo. Para el Nobel, la preservacién de la libertad la cual entiende como “un estado en el cual cada uno puede usar su conocimiento para sus propésitos”*— se basa en la regla del orden esponténeo o de autegeneracién, en la medida en que la libertad viene del mercado, y éste a su vez es el escenario de la evolucién optimizadora. En el mercado se es libre porque en él, a diferencia de la politica, no se esta sometido al poder de otros sino a la btisqueda de los propios objetivos, busqueda que conlleva comportamientos individuales maximizadores. ® Amartya Sen, “La eleccién social y Ia justicia”, en El Trimestre Econémico, No 215, FCE, México, juli-sep. de 1987, p. 439. © Hayek, op. cit, p. 56 En una sociedad libre, es un despropésito el establecimiento de una regla de intervencién sobre el mercado a partir de consideracio- nes distributivas, puesto que el mercado, come la naturaleza, estan por fuera de la moral. Ademas, dado el caracter descentralizado de la informacion que existe en el mercado, ninguna intervencién tenta- tiva de ingenieria social, contaria con informacién suficiente como para predecir los resultados de su accién. No hay mente en la que quepan todas las necesidades de la sociedad, habia sentenciado ya Hayek en 1944. Por oposicién a la idea del orden espontaneo que es compatible con la libre aplicacién de los derechos individuales, lo que se reconoce como justicia social o distributiva —dice Hayek— sdlo es significativo para la regla de la organizacién. La regla del orden espontaneo y la de la organizacion corres- ponden a dos escuelas racionalistas bien diferenciadas: el evolucionarismo © racionalismo critico de Popper, y el racionalismo constructivista que esta en la base de las concepciones organicas u organicistas de la sociedad. El primero es el que resulta valido desde el punto de vista de la ausencia de “actos de voluntad” colectiva, en tanto que considera el caracter provisional de la verdad, y en conse- cuencia se asocia a la libre y permanente discusién. De manera que sino hay “verdades” no tiene por qué haber “disefios deliberados” que procuren ajustar la realidad a determinada “verdad”. El racionalismo constructivista propio de la ingenieria sacial es conside- rado como erréneo por Hayek, puesto que segtin él la sociedad no es el resultado de un diseno deliberado. Por su parte, sin usar el lenguaje naturalista de Hayek, y sin ha- cer referencia directa a la idea de orden espontaneo, Nozick compar- te con el primero la idea de que la distribucién global de las pertenencias en una sociedad, es “el resultado total de muchas deci- siones que los diferentes individuos tienen el derecho de hacer"®, Asi mismo, Nozick considera que ni aun el surgimiento del Estado requiere suponer un acto fundacional deliberado a partir del cual se abandona el estado de naturaleza, sino que éste va surgienclo de las deficiencias de las asociaciones privadas de proteccién en tanto que carecen de poder monopélico para anunciar una sancién a quien haga un uso no autorizado de la fuerza. De manera que en Nozick, ni siquie- ra como recurso expositivo, la idea de que un proceso social resulte de un disefio completo en la mente de alguien, parece plausible La negaci6n del orden espontaneo mediante la intervencién del Estado en la vida econémica mas alla de lo que el Estaclo de derecho * Friedrich Hayek, Camino de servidumbre, Madrid, Alianza Editorial, 1990, ® Robert Nozick, Anarquia, Estado y utopia, México, FCE, 1974, p. 32. on on 156 | requiere en términos de la proteccién de la propiedad y los contratos en funcién de algtin ideal de “bien comtin” o de “justicia distributiva”, es para Hayek y también para Nozick, una violacién de los derechos de los individuos, 0 de “sus esferas auténomas dentro de las cuales son supremos los fines de los individuos”®. 2. Bien comin y totalitarismo La idea de bien comtin es vaga en tanto que su significado es anénimo. Este incluye una variedad enorme de significanies posibles, abriendo asi las puertas a cualquier definicién arbitraria, o a cual- quier intervencién arbitraria en los derechos individuales, sin ningu- na definicion previa. El bien comtin es incompatible con la concepcién libertaria de la justicia. El apellido “distributiva” de ésta sufre de la misma vaguedad, y por tanto de la misma vulnerabilidad frente a cualquier definicién o accién arbitraria, que la idea de “bien comin’. La intervencién del Estado a nombre de alguna idea de bienes- tar social o de bien comtn, conlleva, segtin Hayek, la destruccién de la libertad individual, asi esta intervencién se limite al control de una porcién importante de la actividad econdémica y no a toda. La | tecnodemocracia, para usar la expresi6n de Maurice Duverger, que acomete en el siglo XX la planificacién de parte de la actividad eco- némica en las democracias occidentales, resultaba, a los ojos de Hayek, una sustitucién del orden espontaneo por un diserio delibe- rado de ingenieria social, ajustado a determinada idea de bien co- min o de justicia distributiva, definida, obviamente, sélo por algunas y no por todas las personas, dado que una asamblea democratica que reuniera a todos no podria llegar a un verdadero acuerdo en razon de la enorme cantidad de intereses que habria de conciliarse. Por consiguiente, “es inevitable que ellos (los técnicos), impongan su escala de preferencias a la comunidad para la que planifican”? cuan- do “el bienestar y la felicidad de millones de gentes no puede medir- se con una sola escala de menos y mas"!!, 3. Hayek y el Estado de derecho Ese intervencionismo es, segtin Hayek, fuente de violacién de los derechos de las personas, y por tanto origen de la destruccién del * Hayek, op. cit., p. 87. * Tid, p. 96, 4 Ibid., p. 87, Estado de derecho”. En el Estado de derecho, regido por normas | formales de largo plazo, conacidas de antemano por todos, el Estado fija las condiciones bajo las cuales los individuos pueden hacer uso de los recursos disponibles, siendo éstos los que deciden sobre los fines de tales recursos. Entre tanto, bajo la planificacién de la actividad econdémica, que involucra necesariamente medidas de cardcter contingente, los indi- viduos son interferidos en sus fines y son, por tanto, violentados en sus derechos, con el agravante de que la intervencién estatal, bus- | cando la igualacién material o sustantiva entre las personas en fun- cién de un criterio o pauta de justicia definida necesariamente al margen de todos y cada uno, conlleva una politica de discriminacién a favor de unos y en contra de otros, en tanto que las narmas formales del Estado de derecho tienen destinatarios anénimos (su definicién es. a priori), mientras que las normas sustantivas del intervencionismo. planificador implican la eleccién entre individuos y fines concretas (su eleccién es ad hoc). “No puede dudarse que la planificacién en- vuelve necesariamente una discriminacién deliberada entre las ne- cesidades particulares de las diversas personas y permite a un hombre hacer lo que a otro se le prohibe”®. Dos son entonces los argumentes centrales de Hayek a favor de la idea de Estado de derecho como la vigencia de normas formales El primero, de caracter econdémico, sefiala que cuanto mas planifica el Estado, mas dificil le hace al individuo su propia planificaci6n en virtud de la imprevisibilidad de la accidn estatal asociada al intervencionismo. El segundo argumento es de caracter moral, y tie- ne que ver con la pareialidad del Estado frente a los individuos, que se deriva necesariamente del hecho de que cuando se planifica, se conocen los resultados particulares de la intervencién, y en conse- cuencia ésta se adelanta proponiéndose justamente estos efectos par- ticulares. En esas condiciones el. Estado se vuelve una institucién moral, al imponer a sus ciudaclanos las propias opiniones morales de quienes lo dirigen. El propio Hayek es enfatico al afirmar en todo caso, que de lo que se trata no es de la inhibicién de la actividad del Estado, y que quien asimile el laissez faire al liberalismo, es preso de una confusion. ® Hayek define el Estado de derecho, sin tecnicismos, como el hecho de que “el Estado esté sometido en fodas sus acciones a normas fifas y conocicdas de antemano; normas que permiten a cada uno prever con suficiente certidumbre emo usard la | autoridad en cada circunstancia sus poderes coercitivos, y disponer los prapios asuntas | individuales sobre la base de este conocimienta”. Ibid., pp. 103-104. "9 Ibid., p. 110. ‘158 porque el dilema de si el Estado debe intervenir o no, es un falso dilema. Lo relevante para el liberalismo de Hayek es que la interven- cién del Estado sea previsible para los individuos, de manera que ésta no se dirija hacia individuos 0 grupos de individuos en particu- lar. Por ello, las leyes (normas formales) deben ser de largo plazo. Surge en este punto un problema para el Estado de derecho, que Hayek deja en suspenso: éQué ocurre con los efectos que sobre individuos concretos se generan en el corto plazo, al momento de formular regulaciones de largo plazo? Hayek semiala: “...en esta clase de leyes los efectos a corto plazo no son (por lo menos no deben ser), en general, la consideracién orientadora. Cuando estos efectos in- mediatos y previsibles ganan importancia en comparacién con los efectos a largo plazo, nos aproximamos a la frontera donde la distin- cidén, clara en principio, se hace borrosa en la practica”™. Esta aseveracién podria relacionarse con casos como los de las medidas de liberalizacién y ajuste que tienen pretensiones de largo plazo, pero que sin embargo han podido o pueden generar efectos negativos sobre grupos concretos de la sociedad, quedando poco claro alli el sentido del Estado de derecho en los términos aqui enun- ciados. 4. Nazick y las pautas de distribucidn En el capitulo séptimo de Anarquia, Estado y utopia, Nozick for- mula tres principios de justicia bajo los cuales no es cuestionable la distribucién, y por tanto no es pertinente la redistribucién. Estos tres principios constituyen el nticleo de lo que el filésofo de Harvard de- nomina la “teoria retributiva” de la justicia de las pertenencias, y son: ¢ Principio de justicia en la adquisicién ¢ Principio de justicia en la transferencia * Principio de rectificacién de injusticia El primer principio, consiste en que “cada uno puede apropiar- se legitimamente de una cosa que anteriormente no ha pertenecido a nadie con tal que por este hecho no resulte disminuido el bienestar de algtin otro individuo", En este principio, subyace la idea de que quien se apropia de algo debe compensar al excluido (clatisula lockeana). De acuerdo con Locke, el trabajo es el origen de la propiedad, de manera que con su trabajo, las personas se apropian de bienes, apropiacion que es legitima siempre y cuando ésta no vaya mas alla de lo que las "Ibid, p. 114. +8 P Van Pari, op. cit, p. 23. personas pueden gozar y trabajar, restringiendo el derecho de los otros, a menos que lo apropiado permita aumentar la riqueza de la sociedad a través del mercado. De manera que en Nozick como en Locke, “una apropiacién es legitima si no deja peor a los excluidos de la propiedad” !*. Ovejero sefiala que puede haber empeoramiento del excluido en la medida en que éste prefiera la situacién original previa a la apropiacién. El excluido puede preferir haber sido quien se apropia- se del bien, en lugar de recibir compensacién por la apropiacién aje- na. La critica mas fuerte de Ovejero tiene que ver con el hecho de que en la teoria deontoldgica de Nozick -de defensa de los principios independientemente de sus resultados— no parece consistente que se formule una defensa de la apropiacién originaria, en funcién de sus resultados, es decir, una defensa consecuencialista. “El criterio de evaluacion no es la satisfaccién subjetiva -la utilidad, si se quiere del excluido, el grado de realizacién de sus deseos, sino algun tipo de valoracién objetiva, que permite reconocer una situacién, una apro- piacién, como ‘no peor’ y concede legitimidad a la actuacién que trata de procurarla”’”. Una valoracién objetiva concede mas impor- tancia a los resultados que a los procedimientos. El segundo principio establece que “cada uno puede convertir- se en el propietario legitimo de una cosa adquiriéndola mediante una transaccién voluntaria con la persona que era antes su propieta- tia legitima”™*, Arrow presenta una objecién al principio de justicia en los inter- cambios en el sentido de que, mediante transacciones plenamente voluntarias, un individuo puede acceder, por ejemplo, a ventajas de tipo monopdlico, maxime cuando se esta en presencia de circunstan- cias en las que la informacién es asimétrica, circunstancias que de hecho pueden ser mas la regla que la excepcidn, en la medida en que la incertidumbre acompatia inevitablemente a los intercambios, al darse éstos en el tiempo". Por su parte, Amartya Sen hace una critica consecuencialista a la visién de Nozick, en el sentido de que la defensa deontoldgica libertariana del mercado en funcién de los principios de transferen- cia y propiedad independientemente de sus resultados, puede ser © Félix Quejero Lucas, “Las defensas morales del mercado”, en Isegoria, No. 9, Madrid, abril de 1994, p. 52 * Ibid., p. 53. * Van Paris, op. cit, p. 23. ? Incertidumbre ne sdle asociada a las posibilidades del fraude, sino a la variabi- lided de las preferencias. Ovejera, op. cit, 159 compatible con resultados moralmente inquietantes, sobre los que Nozick no es indiferente, cosa que lo obliga a introducir otros dere- chos fundamentales irreductibles a los derechos de propiedad, aun- que él mismo “confiesa no saber demasiado cual seria el contenido y el estatus de esos derechos”*”. “Ciertamente, es posible que ocurran hambrunas generalizadas sin que se violen los derechos de nadie y sin que deje de operar un mecanismo de mercado libre" El tercer principio, tiene que ver con el caracter histérico de la teoria retributiva: “La existencia de injusticias pasadas (anteriores vio- laciones a los dos primeros principios de pertenencias) da origen al tercer tema principal de la justicia de pertenencias: la rectificacién de las injusticias en las pertenencias. éHasta dénde tiene uno que re- montarse para limpiar el registro histérico de injusticia? No sé de ningdn tratamiento completo o teéricamente refinado de tales cues- tiones”® Nos encontramos, como con los efectos de corto plazo de las normas formales de Hayek, con un punto borroso del enfoque sobre justicia de Nozick: “Estas cuestiones son muy complejas y conviene dejarlas a un tratamiento completo del principio de rectificaci6n”™™. Este tercer principio de la teoria retributiva abre la puerta a inter- venciones del Estaclo mas alla del Estado minimo, asi sea por un determinado periodo de tiempo mientras se corrigen las injusticias pasadas. No obstante —sostiene Nozick-, aunque las injusticias del pasado fuesen muy protuberantes, castigamos con el socialismo se- ria, a todas luces, excesivo**. Segtin Van Parijs, el pensamiento libertariano puede ser compa- tible con una redistribucién de rentas, “cuya amplitud potencial es considerable”. Al respecto sefiala: Un libertariano plenamente coherente no es, pues, sdlo un adversario incondicional de cualquier represion moralizante, de cualquier restric- cién a la inmigracién y de cualquier agresion imperialista. También es favorable a una redistribucién masiva y obligatoria de las rentas, en ® Van Parijs, op. cit, p. 100. = Amartya Sen, Bienestar, justicia y mercado, Barcelona, Paidés-ICE-UAB, 1997, p. 134, ® Robert Nozick, op. cit, pp. 155-156. 2 Ibid, p. 227. * En un pats como Colombia, leno de ventajas no merecidas resultantes de la explotacién precapitalista de gran parte de la poblacién durante un periodo significative de nuestra historia, y de las priicticas enganosas de un mercado precaria, concentrado, poco libre ¢ patrimonialista, asf como de foriunas obtenidas a traués cle métodes gangs- teriles, seguramente la aplicacién del principio de rectificacién de Nozick condkrciria a un agresivo momento de redistribucién. detrimento de los beneficiaries del funcionamiento del mercado y a favor de sus victimas. Y, sin embargo, reclama con vehemencia una reduccién radical de las activicades del Estado, éCamo evitar, en esas condiciones, que la bella simplicidad del eje derecha-izquierda resulte pulverizada?®. En contraste con el cardcter histérico de la teoria retributiva, la justicia distributiva es, segdn Nozick, una justicia de “porciones ac- tuales” que desconoce la forma como se produjo la distribueidn, ra- z6n por la que denomina a los principios de redistribucién como principios de “estado final”. Para la justicia distributiva, dos distribu- ciones iclénticas son igualmente justas, con independencia de quién. tiene qué cosa en ambas situaciones. En otras palabras, la justicia de “porciones actuales” es indiferente respecto de la historia individual que produce determinada distribucién de pertenencias, y juzga sdlo la distribucién en sf misma’, Nozick ilustra esto con un ejemplo: si un socialista prefiere la distribucién D a A, pero ambas tienen una distribucién idéntiea, s6lo que en D los propietarios del capital reciben lo que los trabajadores reciben en A (o sea poco), entonces el socialista no podré aceptar come igualmente justos A y D. Esto, sin discutir la idea sobre los derechos (merecimientos) propia del socialismo. La economia del bienestar, en tanto que busca formular criterios © pautas de justicia distributiva, es la teoria de la justicia de “porcio- nes actuales”. Esas pautas de justicia distributiva pueden ser una es- cala de intervalos del mérito moral, la utilidad para la sociedad, o una combinacién con igual peso de todas estas dimensiones. Hayek sefiala que deben objetarse todas las pautas de distribu- cidn deliberadamente propuestas, ya sean éstas un arden de desi- gualdad o de igualdad. Sin embargo, Nozick sefala la presencia en Hayek, de una pauta distributiva: el valor, en el sentido de que la gente recibe en la proporcién en que otros han juzgado que han sido beneficiados par ella. Esta, dice Nozick, es una pauta fundamental de la sociedad libre, pero no constituye la pauta completa de un sistema de derechos que es mas amplio, en la medida en que incluye la caridad, las herencias, etc. * Van Parijs, op. cit, p. 104. % Podriamos decir que lo importante no es quién en particular es duerio de qué casa, sino la distribucién en sf misma de fos bienes, En la distribucién A, Pedro tiene 100, Juan tiene 50 y Luis tiene 10. En Ja cistribucién B, Pedro tiene 10, Juan tiene 50 y Luis tiene 100, Ambas distribuciones son idénticas y por tanto, segtin ia justicia de por- ciones actuales, igualmente justas, independientemente de cémo obtuvieron Pedro, Juan y Luis sus pertenencias. 161 162 En tanto la pauta de Hayek es una pauta débil y no un impera- tivo de distribucién, es un principio regular de la sociedad libre que resulta compatible con el sistema retributive. En contraste, una pauta de disiribucién igualitaria en un sentido particular de igualitarismo no es compatible con una sociedad libre, en la medida en que es “derrocable” por las decisiones de los individuos a lo largo del tiem- po, es decir, por el orden espontaéneo Nozick acude al resultado de la intransitividad del esquema pre- sente en Collective Choise and Social Welfare de Amartya Sen, para reafirmar que el establecimiento de pautas distributivas, requiere, para mantener sus resultados, una intervencién continua sobre los fines de los individuos. Es decir, que la imposicién de un ordenamiento social, necesariamente, interfiere con los fines supremos de cada per- sona. Tenemos a dos individuos, Pedro y Juan, donde Pedro tiene el derecho sobre las pertenencias X y Y, y Juan, sobre Z y W. En el caso de que pudieran elegir entre todas las alternativas, su orden de prefe- rencias es: Para Pedro: W es preferido a X que es preferido a Y que es prefe- ridoaZ Para Juan: Y es preferido a Z que es preferido a W que es prefe- | rido aX Entonces, por la condicién de unanimidad en el ordenamiento social: W es preferido socialmente a X, y X es preferido socialmente a Y de modo que: W es preferido socialmenie a X, X es preferido socialmente a Y. y Y es preferido sacialmente a Z. Pero dado que Juan sélo tiene derecho a escoger entre Z y W, entonces se debe tener que Z es preferido socialmente a W, de lo que | se deduce que no hay. un ordenamiento social transitivo, en virtud de los limites que imponen los derechos sobre las pertenencias. Nozick hace uso del argumento de Sen para sefialar que los de- rechos no determinan un ordenamiento social, pero si le impone sus limites, es decit, que los derechas sobre pertenencias limitan la for- mulacion de pautas distributivas. La defensa de una pauta particular requeriria transgredir esos limites en forma reiterada, lo que en tér- minos de Hayek significa una violacién del Estado de derecho. 5. Inquietudes finales La diferencia que sefiala Hayek entre laissez faire y la politica liberal resulta muy esclarecedora del tipo de Estado compatible con la proteccién de las “esferas individuales”: un Estado en el que la intervencién esté guiada por reglas generales (no dirigidas ni a indi- viduos ni a fines particulares), conocidas por todos con suficiente anticipacién. Sin embargo, el punto ciego que presentan los efectos de corto plazo de las normas formales abre la puerta a preguntas complejas sobre las caracteristicas del momento funcional de las re- glas, presente también en otros enfoques como los de la economia constitucional. Finalmente, digamos sdélo que el cuestionamiento de Hayek y de Nozick a la idea del bien comin y de la justicia social o distributiva es inmensamente sugerente, y plantea un enorme ctimulo de interro- gantes sobre cuestiones éticas fundamentales, que van mucho mas alla del usual simplismo de los neoliberales de panfleto, en tanto que abren la posibilidad de considerar momentos de redistribucién fuerte como en el caso del principio de rectificacién, e inquietan necesaria- mente a toda mente abierta que indaque sobre estas cuestiones. 163

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