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La economía del Antiguo Egipto era ante todo una economía agrícola, que se veía fuertemente

influida por los caudales del río Nilo. Por otra parte, la artesanía, el comercio y la ganadería,
venían a complementar la economía de esta civilización.

La economía del Antiguo Egipto se desarrolló aproximadamente entre los años 1350
a.C. y 31 d.C.

El comercio no tuvo la importancia que alcanzó en Mesopotarnia y Siria, aunque es necesario


matizar este juicio, porque Egipto desarrolló, no obstante, una viva actividad de intercambio
exterior e interior. Egipto era deficitario en madera de construcción, cobre y oro, perfumes y
maderas nobles. Tenía abundantes excedentes de cereales, papiro y algunas manufacturas. El
comercio exterior estaba en manos estatales y durante el Imperio Antiguo se dirigía a Biblos, a
Nubia y al Punt

 Del Líbano se traía madera de cedro (en algunos casos se movieron flotas de hasta 40 barcos).
Se empleaba para toda clase de construcciones, tanto en tumbas como en casas y para
carpintería. Es posible que a través de Biblos llegase también el lapislázuli, que tanto abunda
en la joyería egipcia y sabemos que su foco más importante de producción estaba en el lejano
Afganistán.

 Las expediciones saqueaban pueblos enteros y se apoderaban del ganado, de la gente y de las
cosechas. Durante toda la historia de Egipto, a Nubia se iba a despojar impunemente. Después
de la interrupción del comercio exterior en parte del I Período Intermedio, el Imperio
Medio continúa las mismas directrices del Antiguo, y en los mismos sitios, pero a una escala
mucho mayor, especialmente en Siria, Líbano y Nubia, donde la presencia egipcia es más
fuerte militarmente y, por tanto, el saqueo más eficaz. Durante mucho tiempo se creyó que el
establecimiento de Kerma era una especie de emporion para el intercambio de productos con
el país de Cush, pero actualmente se piensa con cierta razón que debió ser la capital de este
mismo reino, que de un modo o de otro fue un buen lugar para los egipcios en busca de
provecho. De lo que no cabe duda alguna es de su importancia comercial.
Los antiguos mitologistas conceptúan a los egipcios como los inventores del comercio y los
navegantes más antiguos, pues dicen que su dios Thoith es el autor de la navegación, y que su
otro dios Osiris ensena a los hombres el arte de comprar y vender. 

Divídase el pueblo egipcio en dos castas superiores, formadas respectivamente por los
sacerdotes y los militares, y una casta inferior constituida por los industriales; esta última se
subdivida en cinco clases: de labradores y artesanos, de pescadores, de pastores, de
comerciantes y de intérpretes; siendo la más numerosa e importante de ellas la de los
labradores, ocupando la mayoría de los brazos juveniles y mereciendo grandes
consideraciones, pues sabido es que la principal riqueza de Egipto se debe a los
desbordamientos anuales del rio Nilo, los cuales inundan los terrenos en una vasta extensión,
depositan sobre ellos un limo fertilizante, producen inmensas cantidades de cereales y hacen a
este territorio eminentemente agrícola.

Entre sus productos vegetales sobresalían el lino, el algodón, las maderas, las gomas, los
bálsamos y los granos; pero sobre todos ellos aparecía el trigo, hasta el extremo de convertir
este país en uno de los cuatro graneros del mundo. También tenían algunas minas, buenas
pesqueras y excelentes manufacturas, entre las que se distinguían las telas, tintes, esencias,
pomadas, cristales y objetos vidriados.

Su población era considerable y su comercio extenso, aunque no tanto como podía haberlo
sido si no hubiera estado contenido por los obstáculos que le oponían el fanatismo religioso, la
aversión a los extranjeros y el horror a la marina, al considerar a las aguas del mar como un
líquido impuro, no permitiéndose consumir el pescado y la sal. Sin embargo, tenía importantes
depósitos mercantiles en Mero, Tebas y Armónium; poseían un puerto comercial frecuentado
por muchas naves, que era el de Alejandría; contaba con buenos caminos para sostener el
tráfico interior, que se extendían hasta el Fizó y la Etiopia; y eran dueños de numerosos
canales que contribuían al desarrollo de sus riquezas, como los abiertos para el riego y la
navegación.

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