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RECUERDOS
DE
^REIOTA AÑ(B
(1810-1840) '
I'OR
JOSÉ ZAPIOLA
Q [TINTA EDICIÓN
GUILLERMO MIRANDA
EDITOR
SANTIAGO, AHUMADA 5 1
.1902
BIBLIOTECA DE AUTORES C H I L E N O S — V O b
DE
TBEIOTA AÑOS
(1810-1840)
POR
JOSÉ ZAPIOLA
QUINTA E D I C I Ó N
GUILLERMO MIRANDA
EDITOR
SANTIAGO, AHUMADA 5 1
5839—Imp. Mejla, Santiago, Nataniel 65
ADVERTENCIA DE LA CUARTA EDICIÓN
razones siguientes:
L a primera p a r t e , casi en su totalidad, se publicó
en La Estrella de Chile dos veces, con intervalo d e
seis años, i por tercera vez en un v o l u m e n a g o t a d o
hace tiempo.
L a segunda parte, publicada t a m b i é n en La Estre-
lla, i en seguida en El Independiente, fué por últi-
mo d a d a a luz en otro volumen s e p a r a d o . A m b a s
publicaciones, pues, cuentan tres ediciones h a s t a la
fecha.
A l contenido d e esos dos volúmenes reducidos
a uno en esta edición, h e m o s añadido cinco capítu-
los nuevos d e alguna estension.
S e ha dado también m a y o r amplitud i claridad a
ciertos datos, i añadido un considerable número d e
otros que h a b í a m o s omitido. Piemos completado, por
último, en lo posible las «Noticias Locales,» que dan
fin a este volumen; para lo que h e m o s contado con
— 4 —
9
D á n d o n o s el placer de dedicar algunas líneas a
este libro, llenamos dos c o m p r o m i s o s .
Cuando era necesario decidir a su autor a e n t r e -
garlo a la prensa, exijió de nosotros que esplicára-
m o s su significado. A c c e d i m o s gustosos, como se
recibe un honor, i por cierto que lo es servir d e in-
troductor en la sociedad del señor T o d o el Mundo a
un galante i digno caballero.
¿I cómo no decir algo sobre él? D e aquí surjió un
nuevo compromiso, contraído con los editores, i que
nos proporciona la ocasión de hacer justicia, tribu-
tando elojios.
P a r a ello no necesitamos hacer g r a n d e s esfuerzos;
coordinar algunos recuerdos es t o d o . Ni habria p o -
sibilidad d e escribir sobre un libro compajinado con
tantas viejas m e m o r i a s , sin recojer otras, que, aun-
que no sean d e antigua fecha, sirvan para indicar la
fuente d e v e r d a d de d o n d e saca su importancia, el
— 8 —
S a n t i a g o , Diciembre 13 de 1 8 7 2 .
VENTURA BLANCO.
El Presidente Carrasco
La P o l i c í a d e A s e o i S a l u b r i d a d
La E s c u e l a P r i m a r i a
s á b a d o s en la t a r d e . El público concurría en g r a n
número, aplaudiendo a los niños que lo hacian mejor.
L a s planas de escritura se presentaban diariamen-
te, i el maestro e s t a m p a b a en ellas las siguientes
anotaciones: S. siga; I. L. M. imitar la muestra; B.
buena; M. mala. E s t a s clasificaciones daban lugar a
correcciones proporcionadas. Venia, por fin, la t e m i -
ble A . azotes. E s t e calificativo era mui raro, como
lo era efectuar su consecuencia.
L o s sábados se p r e s e n t a b a n las mejores planas
escritas en la s e m a n a . El maestro escojia dos o tres
alumnos d e cada banda i m a n d a b a a los mismos
contendores a las tiendas d e comercio para que fue-
ran calificadas por los comerciantes, a quienes s e
suponía jueces idóneos e imparciales en la m a t e r i a .
E l juez d a b a el fallo con su firma al pié. L o s t e n d e -
ros p r e s t a b a n gustosos este servicio porque su n e g o -
cio no era tan activo que se lo impidiera.
E n t o n c e s no eran, ni con mucho, tan frecuentes
los calduchos, palabra nueva; pero la guerra d e la
independencia en los años 13 i 14 nos proporciona-
ba gran abundancia d e ellos.
Como, según los p a r t e s de nuestro ejército, t o d o s
los encuentros i batallas eran para nosotros otras
t a n t a s victorias, al llegar a Santiago esas noticias,
las c a m p a n a s nos advertían que mui l u e g o se p r e s e n -
taría un soldado en la escuela con ¡a orden p a r a el
maestro d e dar asueto a los niños. Cuando, en estos
casos, el soldado t a r d a b a o no venia, algunos a l u m -
nos se lo proporcionaban m e d i a n t e cierto espediente.
O r d i n a r i a m e n t e dos o tres dias después, e m p e z a -
b a n por lo bajo a circular rumores que ponían en
duda la certidumbre de 3a victoria, i antes d e una
s e m a n a , los sarracenos, mas bien servidos q u e el
— 35 —
V I I I . — P a r a t e r m i n a r ( i y a es tiempo) p o n d r e m o s
T
* A c e v e d o , don D o m i n g o . .
* Camaño, don C a y e t a n o .
* Correa d e Saa, don D o m i n g o .
* C o r r e a d e Saa, d o n j u á n d e Dios.
* Gandariilas, don S a n t i a g o .
* Gandariilas, don Juan José.
Gandariilas, don Juan d e la Cruz.
* Marin, don Ventura.
* Sessé, don José María.
* Vicuña, don Pedro Félix.
El autor d e este artículo.
I X . — A n t e s de despedirnos de nuestro maestro i d e
nuestros condiscípulos, haremos saber a nuestros p a -
cientes lectores que, al organizarse por primera v e z
el Instituto, fué n o m b r a d o aquél ¡qué horror! cate-
drático de primeras letras!! U n motilón s e n t a d o en
fila con el senador Ruiz T a g l e , con seis d o c t o r e s ,
entre los cuales se contaba el Siéyes de esa é p o c a ,
don Juan E g a ñ a . ¡I esto sucedía en t i e m p o en que
nadie habia oido pronunciar la palabra democracia!
Si ahora se repitiera aquel escándalo, es seguro
que nuestros flamantes doctores harían coro a tos
niños del Instituto para maldecir al Arzobispo, a los
clérigos i a los inevitables jesuitas, que nosotros d e -
nunciamos como autores de la s e q u e d a d del t i e m p o
i como introductores de la viruela. ¿Por qué no h a n
d e tener también la culpa d e estos males que nos
aquejan, ellos que tienen la culpa de todo?
Cafees, F o n d a s i C h i n g a n a s
« E n un a h u m a d o aposento
A n e g a d o en porquería,
H e visto en un solo dia
L o que no vería en ciento.»
Música, Teátr o i B a i l e
X X V . — E s t o escribíamos en 1 8 5 2 . L a s p e r s o n a s
que quieran saber cómo procedió Guizot, d e quien
quizá podría decirse sin temeridad, que n a d a ignora,
p u e d e n consultar en la Biblioteca el periódico ci-
tado.
Salió del Ministerio el señor Tocornal. L a política,
la pequeña política, metió su cola. S e hizo un e m -
brión del Conservatorio i el acuerdo del S e n a d o no
se t o m ó ni siquiera en consideración. El favor i los
e m p e ñ o s hicieron los n o m b r a m i e n t o s . N u e s t r o s lec-
tores por lo d e m á s , no nos a g r a d e c e r í a n una lección
que saben m a s bien que nosotros: que esta es la his-
— 90 —
X X X . — H a b i e n d o llegado io q u e h e m o s escrito
sobre música a la. época presente, que p a r a nuestros
lectores es t a n conocida c o m o para nosotros, sus-
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E n seguida se p r e s e n t ó en la prisión un e d e c á n
del Gobierno i después de saber de boca del p r e s o
q u e él era el autor, le dijo:
—¿Podrá usted escribirlo de nuevo?
—Sí, señor.
—¿Qué necesita usted?
— T i n t e r o , papel i una botella de ron.
T o d o le fué e n t r e g a d o al m o m e n t o , i s e g ú n el s e -
ñor edecán, el periódico fué r e d a c t a d o , e n t e r o , i con
una que otra diferencia insignificante.
E s t o , sin e m b a r g o , no libró al sueco de que se le
hiciera salir de Chile, sin que h a s t a ahora se h a y a
sabido p a r a d o n d e . El Gobierno sospechaba d e otras
personas, pero n a d a pudo sacar en limpio.
A la publicidad de este negocio, se a ñ a d e p a r a
nosotros, haberlo oido referir al mismo comisionado,
el c o m a n d a n t e de prisioneros don D o m i n g o A r t e a -
ga, edecán del gobierno.
Suplicamos a nuestros lectores g u a r d e n su a d m i -
ración, tanto sobre este hecho como sobre otros d e
que h e m o s hablado, para cuando, mas adelante,
p o n g a m o s a su vista la conducta de ciertos gobier-
nos posteriores, bautizados como adelantados i libe-
rales, i juzguen c o m p a r a n d o las épocas i las circuns-
tancias...
D e un CUÍCO el m a s d e t e s t a d o ,
Q u e su ruin asociación
H a minado la opinión
D e un chileno majistrado,
Q u e en el pais no ha figurado
I todos saben por qué.
. Libera nos, Domine!
X V I . — S i e m p r e i en t o d a s p a r t e s , a las t r o p a s que
se mantienen largo t i e m p o en guarnición, sobre
— 122 —
Manuel Robles
V I L — L u e g o q u e l l e g a m o s a Buenos Aires e n t r a m o s
a formar p a r t e de la magnífica orquesta del t e a t r o , di-
rijida por el célebre violin Massoni. Robles, que con-
t a b a con otros recursos, no se incorporó en ella por
entonces.
Era insigne j u g a d o r de billar. E n Chile no habia
tenido mas que dos competidores: don Francisco
Iglesias i el coronel español Acosta, que hizo escue-
la en este j u e g o . E n Buenos A i r e s no los contó en
m a y o r n ú m e r o , estos eran Collao i el ñ a t o González.,
a m b o s sujetos decentes. A n t e s de m u c h o t i e m p o .
R o b l e s habia d a d o en tierra con ellos; p e r o esta cir-
cunstancia le perjudicó p a r a sus cálculos, p u e s en
vista d e esto, nadie s e atrevía a j u g a r con él sin pe-
dirle ventajas imposibles d e conceder.
Por ese tiempo, entró a formar p a r t e d e Ja cuques-
— 147 —
Su voz p o d e r o s a i a g r a d a b l e , su acción p r o p i a i
natural i su pronunciación clara i correcta, le con-
quistaron las simpatías del público, n a d a induljente,
de aquella capital.
Pocos años después de h a b e r s e exhibido en públi-
co Morante, llegó a Buenos A i r e s , Cubas, actor e s -
pañol mui notable i del que Morante a p r o v e c h ó t o d o
lo bueno que la escuela española tenía en esa é p o c a .
El ejército de S a n Martin i los emigrados chilenos
que con él habían vuelto a Chile dieron a conocer la
fama d e que gozaba Morante en Buenos A i r e s .
L a falta absoluta que habia en el teatro d e Santia-
go d e un actor modelo que dirijiera la enseñanza d e
los prisioneros españoles, que el c o m a n d a n t e de ellos,
don D o m i n g o A r t e a g a , empresario d e esa época,
habia dedicado a esa carrera, hacia desear un artista
de la capacidad de Morante^
E n los dos años que hasta entonces llevábamos d e
teatro permanente, no habian tenido estos actores
improvisados m a s maestro ni director de escena q u e
el coronel L a T o r r e , prisionero también, i fanático
aficionado al teatro. El fué el primer maestro que
tuvieron C á c e r e s , Peso i d e m á s actores que d e s p u é s
h e m o s conocido.
Escribió un cuaderno que llamó Alcorán del
Teatro, en d o n d e habia consignado algunos p r e c e p -
tos sobre la declamación, a c o m p a ñ a d o s d e trozos
sacados d e las trajediasi comedias y a r e p r e s e n t a d a s .
E l estudio del tal cuaderno habia servido d e bien
poco a los actores, i eran éstos tan escasos en c o n o -
cimientos profesionales, que a veces decían en alta
voz, dirijiéndose al público o los actores, los apartes.
D e los trajes nada diremos. L a s trajedias g r i e g a s
o r o m a n a s eran las únicas en que habia alguna v e r o -
— 151 —
I I I . — L l e g ó a Santiago el i.° d e N o v i e m b r e d e
1822. Habia sido compañero d e viaje, hasta Men-
doza del doctor Lafinur, su m a s entusiasta a d m i r a -
dor; pero éste no llegó hasta fines del mismo m e s .
Su sueldo por contrata, era d e 60 pesos m e n s u a -
les, comida i casa en la del empresario. E s t a s dos
últimas ventajas las tuvo Morante sobre Camilo H e n -
riquez, que con la misma dotación vino a Chile, poco
m a s o menos, en ese mismo tiempo d e M o n t e v i d e o ,
llamado por el Director O ' H i g g i n s p a r a r e d a c t a r EÍ
Mercurio de Chile.
Henriquez p r o m e t i ó a sus amigos Benavente, Gan-
darillas i Vial, emigrados como él, que se serviría d e
ese mismo periódico para echar abajo a O'Higgins.
El antiguo hijo de San Camilo ofrecía mas d e lo
que podía cumplir, pues ni O'Higgins era h o m b r e
para dejarse hacer la guerra con sus mismas a r m a s ,
ni Henriquez tenia la mala fé i el valor necesario
p a r a intentarlo.
Morante dio por primera r e p r e s e n t a c i ó n El Du-
que de Viseo, trajedia en tres actos d e Quintana. E s -
ta trajedia, en b o g a de t o d a la A m é r i c a entonces,
habia sido r e p r e s e n t a d a m u c h a s veces por Cáceres
con g r a n éxito. Morante haciendo como Cáceres d e
protagonista, tenia que luchar con la opinión de que
— 152 —
I V . — D e s p u é s d e El Duque de Viseo, r e p r e s e n t ó
M o r a n t e El hombre agradecido, comedia de costum-
b r e d e mediano mérito, p e r o cuyo protagonista,
simpático para el publicó, fué caracterizado por Mo-
r a n t e a d m i r a b l e m e n t e . E n esta vez fué aplaudido
varias v e c e s . M o r a n t e quedó contento, pero rao sa-
tisfecho.
S e anunció en seguida El abate de L'Epée, c o m e -
dia seria, nueva en Chile, pero que el público c o n o -
cía por los elojios q u e los arjentinos residentes en
S a n t i a g o hacían d e él, i sobre todo por la fama que
M o r a n t e habia adquirido haciendo el papel de a b a t e .
A p e n a s a s o m ó a la escena fué saludado por un
largo i no interrumpido aplauso. Vestía como era d e
— 154 — '
X I I I . — L a s representaciones dramáticas e s t a b a n
en decadencia en Buenos A i r e s al llegar Morante, a
consecuencia d e funcionar allí una compañía lírica,
diminuta, pero que como h e m o s dicho contaba con
cantantes d e mérito, Anjela T a n i i Rosquellas, e n t r e
ellos. A mediados de 1825 aquella compañía se com-
pletó. L a música d e Rossini, que recien e m p e z a b a
a oirse, contribuyó mas que t o d o a que el público
prefiriera los espectáculos líricos a los d e m á s d r a -
máticos.
M o r a n t e no podia luchar solo contra este torrente;
p u e s el resto de la compañía d r a m á t i c a era d e mui
escaso mérito. E n estas circunstancias llegó Cáceres
a Buenos A i r e s . E n t r e él i M o r a n t e y a no cabía r i -
validad racional. Aquel, en todo el vigor d e la e d a d
í el talento, debia n e c e s a r i a m e n t e ejecutar los gala-
nes d e trajedias i comedias, Morante, en decadencia
por su edad i sus achaques, era llamado a d e s e m p e -
ñar los barbas i a dirijir la escena, en lo que no con-
t a b a con ningún competidor. E s t o los unió en e s t r e -
cha amistad h a s t a la m u e r t e , q u e para a m b o s tuvo
lugar en el mismo año i p o r decirlo asi a pocos dias
d e distancia, i en Chile.
X V . — C u a n d o el 20 d e A g o s t o d e 1820, se abrió
aquel t e a t r o , lo hizo con una compañía d r a m á t i c a
— 165 —
SEGUNDA ESTROFA
La revolución de 1810
PEQUEÑOS INCIDENTES
D o n J o s é M i g u e l Carrera
VIRUTAS HISTÓRICAS
(Contestación)
LEKORMANT.
E n ¡a biblioteca se encuentra el c o m p r o b a n t e d e
lo que decimos. A don Manuel Renjifo i a otros aun
se les trataba peor; pero el señor Lastarria p a r e c e
creer que solo El Hambriento insultaba.
APÉNDICE
L o s c h i s m e s i la h i s t o r i a
« T o d a b u e n a critica histórica
descansa sobre dos fundamen-
tos: los testimonios j. la verosi-
militud.
THIERS.
ADVERTENCIA
oportuno constituirse m e d i a d o r e s e n t r e el g o b i e r n o
i los revolucionarios. R e u n i d o s , al efecto, en p r e s e n -
cia del pueblo, en la sala d e la asamblea, con comi-
sionados d e los amotinados, uno d e éstos principió
su discurso diciendo que no podia haber tratados en-
t r e v e n c e d o r e s i vencidos. I n s t a n t á n e a m e n t e fué
interrumpido por el ciudadano don P e d r o Palazuelos
A s t a b u r u a g a , que con esfuerzo poderoso esclamó:
«—¡El pueblo jamas es vencido! ¡Grito sublime d e
la inspiración! ¡Arranque espontáneo i jeneroso del al-
m a , que haciendo eco en todos los corazones i tocando
sus fibras m a s delicadas i sensibles, fué repetido in-
m e d i a t a m e n t e con profundo entusiasmo por millares
d e voces! E s e grito elocuente i solemne interrumpió i
p u s o fin a la reunión, saliendo el pueblo d e la Sala a
las aclamaciones a r d o r o s a m e n t e repetidas: ¡Elpueblo
no está vencido! ¡El pueblo jamas es vencido!»
T o d o este ditirambo está fundado en un hecho o
m a s bien en una palabra i n v e n t a d a por los a m i g o s
d e aquel gobierno al dia siguiente del suceso. Y a que
la falta d e atención no ha hecho sospechar al escri-
tor el embuste, nosotros que e s t á b a m o s p r e s e n t e s , r e -
feriremos el hecho tal como fué.
bajo la p e n a d e p e r d i m i e n t o d e la i m p r e n t a , si lo
contrario se hiciere.»
A este decreto q u e haria honor a R o s a s i a Mel-
garejo, al notificárselo a don R a m ó n Renjifo, d u e ñ o
d e imprenta, contestó con una protesta, i n v o c a n d o
los artículos siguientes d e la Constitución: «Art. 10.
L a nación a s e g u r a a todo h o m b r e , como derechos
imprescriptibles e inviolables, la libertad, la seguri-
d a d , la propiedad, el derecho d e petición i la facul-
tad de publicar sus opiniones.»—«Art. 18. T o d o
h o m b r e p u e d e publicar por la i m p r e n t a sus pensa-
mientos i opiniones. L o s abusos cometidos por e s t e
medio serán juzgados en virtud d e una lei particular
i calificados por un tribunal de jurados.-»
L o s amigos del Gobierno, como es natural, se so-
metieron i encabezaban o concluían sus papeles con
estas palabras: con la revisión necesaria. E s t o era
una gran mentira, pues siendo los escritores p a r t i d a -
rios del Gobierno, era escusado ese t r á m i t e .
L a imprenta del señor Renjifo, aunque con m e n o s
frecuencia, contestaba a estas provocaciones, sin la
revisión; lo que le valió un asalto, en la noche, d e
una partida d e policía. Como este asalto se supo con
anticipación, al llegar la fuerza, se e n c o n t r ó con una
numerosa i respetable reunión dispuesta a impedir
este atropello, i efectivamente lo impidió. P e r o , y a
s a b e m o s que esto i la persecución anterior al r e d a c -
tor d e El Verdadero Liberal, etc., etc., no son m a s
que pretendidas infracciones..
O c h o meses d e s p u é s , las célebres ordenanzas s o -
b r e i m p r e n t a que, c o m p a r a d a s con el decreto q u e
h e m o s citado, eran liberalisimas, dieron en tierra con
Carlos X . E r a natural: en Chile m a t a b a la p r e n s a el
243 —
S a n t i a g o , los Talaveras i S a n B r u n o
DOCE DE FEBRERO DE 1 8 1 7
U
E1 mayor patriotismo es la
verdad".—MONTALEMBERT.
La c a í d a d e O ' H i g g i n s
28 DE ENERO DE [ 8 2 3
IT
— 258 —
V I L — L a conducta hipócrita i de a p a r e n t e p r e s -
cindencia d e aquel Gobierno no lo libró d e la r e s -
ponsabilidad que sobre él r e c a y ó por los abusos
cometidos por sus partidarios. Algunos meses d e s -
pués, partidarios i Gobierno vinieron a tierra para n o
levantarse m a s .
E l t e m o r a una revolución en esos tiempos no e r a .
— 264 —
D o n Manuel Harbin
I LA MONEDA DE COBRE
V I . — P p c o después a p a r e c i ó en E L MERCURIO el
primer artículo sobre la urjencia d e sellar m o n e d a d e
cobre. E s t e artículo fué seguido a largos intervalos
d e otros. Fácilmente se calcula que la intermitencia
d e estos escritos no tenia otro motivo que los escasí-
simos recursos del que los escribía, que no era otro
que Harbin, a costa d e increíbles sacrificios.
N o r e c o r d a m o s si e n c o n t r ó contradictores en la
prensa; p e r o sí e s t a m o s ciertos d e que en el Gobierno
los tuvo tenaces i p o d e r o s o s . Se r e c o r d a b a lo suce-
dido algunos años antes en el Perú al emitir esa cla-
s e d e m o n e d a , sin fijarse en el g r a n desacierto que
— 269 —
Noticias menudas
V I . — L a s m o d a s no cambiaban e n t o n c e s , ni cois
m u c h o , con la frecuencia que ahora. E n t r e esas mo-
das las habia mui incómodas: citaremos dos de
ellas.
L a primera fué la d e usar dos chalecos d e distinto
color, que si para el invierno podia ser conveniente,
p a r a el verano era insoportable. D e l chaleco de
abajo solo debia v e r s e la orilla de la p a r t e d e arriba.
E s t a m o d a no debió venir d e Buenos A i r e s , como
las otras, p o r q u e cuando en Chile estaba en toda
su fuerza, año 2 4 , nos p r e s e n t a m o s con ella e n ese
— 275 —
' M
Libertad e independencia,
De Chaca buco herencia.
número 4 5 .
VIEL don Benjamín, oficial del primer imperio; llegó
a Chile en 1 8 1 7 i se incorporó a nuestro ejército, d i s -
tinguiéndose en él por su gran valor, lo que le valió
para llegar hasta el grado d e jeneral d e brigada, a
que no habia llegado en Chile ningún europeo en la
guerra d e la independencia; el segundo fué R o n d i -
zzoni.
Vivió en sus últimos años en la calle d e las R a -
m a d a s , número 8.
.VILLEGAS don Hipólito, arjentino d e nacimiento,
Ministro de Hacienda en el gobierno de O ' H i g g i n s .
Fué uno de los tres ministros que firmaron en C o n -
cepción la declaración de la independencia en 18 >8.
A g u s t i n a s , número 60.
Alcalde. Maroto.
A l d u n a t e don J. A . Mena.
A l d u n a t e don J. J. Meneses.
Bello. O ' H i g g i n s , palacio presi-
Beauchef. dencial.
Borgoño. Pinto.
— 307 —
RECTIFICACIÓN
S o b r e el j e n e r a l O ' H i g g i n s
El historiador B e n a v e n t e h a c e d e Jil g r a n d e s e n -
comios.
E s t e m i s m o , poco a m i g o d e ios arjentinos, i c o m o
testigo en esa c a m p a ñ a , refiere lo que sigue en la
tercera edición d e su libro:
«El siguiente rasgo d e valor personal no d e b e se-
pultarse en el olvido. Un cabo del cuerpo d e auxi-
liares d e Buenos Aires, Manuel A r a y a , viendo a un
oficial enemigo que, con ,suma intrepidez, a n i m a b a
su tropa, m a r c h a sobre él, mátalo i vuélvese m o n t a -
do en el caballo del enemigo a su formación.»
Í N D I C E
Pájs.
Advertencia , , 3
Introducción 7
E l Presidente Carrasco 19
L a P o l i c í a de A s e o i Salubridad 23
L a E s c u e l a Primaria 29
Cafées, Fondas i Chinganas 39
Música, Teatro i Baile 49
P o l i c í a de Seguridad i Garantías Individuales 97
Manuel Rubíes 138
Luis Ambrosio Morante 149
L a revolución de 1810 177
L o s dos sarjemos 179
D o n L u i s Carrera 183
D o n J o s é M i g u e l Carrera 186
E n t r e C h a c a b u c o i Maipo 189
Don Diego Portales 208
L o s chismes i la historia 229
Santiago, los TaUweras i San B r u n o . . 244
L a caida de O ' H i g g i n s 253
L a s últimas elecciones 258
Don Manuel Harbin 265
N o t i c i a s menudas 2
7 r
N o t i c i a s locales de S a n t i a g o . . . . 2
79
Rectificación a un hecho contenido en el libro del señor
c a n ó n i g o A l b a n o sobre el jeneral O ' H i g g i n s 307
Biblioteca de Autores Chilenos
G U I L L E R M O E. M I R A N D A , EDITOR
S a n t i a g o , A h u m a d a 51
I B. Vicuña M a c k e n n a — L o s Jirondi-
nos Chilenos... .• ,.... $ O 5
II B. Vicuña Mackenna. — El Jeneral
O'Brien..' .... o 5.
III B. Vicuña M a c k e n n a . — L a s calles
de Santiago.. , o $<
IV José. Zapiola.—La Sociedad de la
Igualdad o 5
V P. Ruiz A l d e a . — L o s A r a u c a n o s — ¡ o
VI B . Vicuña Mackenna. — E l Oríjen
d e los V i c u ñ a s . . o 3.
VII B. Vicuña M a c k e n n a . — V i d a del j e -
neral San Martin 2 o
VIII Domingo Santa M a r í a . - - V i d a de
don José M. Infante... 2 o;
IX M. L . A m u n á t e g u i . — E l Diario de
la Covadongá o 5.?
X B . Vicuña Mackenna. — V i d a del
jeneral don Juan M a c k e n n a . . . . . . . 2 or
XI José Z a p i o l a . — R e c u e r d o s d e T r e i n -
ta Años . 3 o--
BIBLIOTECA NACIONAL
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