Está en la página 1de 1

INTRODUCCIÓN

La hipertensión arterial (HTA) es una de las enfermedades crónicas más frecuentes


en los países desarrollados. Se estima que aproximadamente un 1% de los
pacientes con hipertensión arterial presentan durante su evolución un episodio de
crisis hipertensiva, definida como una elevación aguda de la PA sobre los niveles
basales1,2. La terminología aplicada a las situaciones clínicas asociadas con
elevaciones agudas de la PA ha sido confusa y, en ocasiones, inadecuadamente
empleada. La mayoría de los autores coinciden en que las elevaciones agudas de la
PA sistólica (PAS) o diastólica (PAD), asociadas con daño agudo de órgano diana
(cardiovascular, cerebrovascular o renal), se definen como emergencia
hipertensiva3-6. Por el contrario, las elevaciones agudas de la PAS o PAD sin
demostración de lesión de órgano diana se definen como urgencia hipertensiva 4,5.
La presencia de lesión de órgano diana, y no el valor absoluto de la PA, es el
elemento diferenciador entre la urgencia y la emergencia hipertensiva. Esta
diferenciación es fundamental, debido a que la presencia de lesión de órgano diana
dictará la intensidad de la evaluación y el tratamiento (figura 1). Las emergencias
hipertensivas son consideradas como condiciones en las que la PA debe ser
reducida en un corto intervalo de tiempo a niveles considerados como seguros,
dependiendo de la patología acompañante, con drogas por vía parenteral y con
monitorización intensiva. En las urgencias hipertensivas, el control de la PA puede
alcanzarse con drogas por vía oral en intervalos de tiempo más largos (24-48
horas), y el manejo puede ser ambulatorio4,5.

También podría gustarte