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Jaden Diamondknight
Un agradecimiento profundo:
A mi madre Cornelia,
a mi abuela Graciela,
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Prólogo
Lo que tienes en tus manos es una novela que dialoga en diferentes niveles con la
Sin duda alguna la cultura pop japonesa está presente, pero también lo está la
Los referentes y paralelismos que encontramos en esta novela con series, películas y
simples guiños decodificables para el ojo experto y casi indetectables para el lector ajeno a
la cultura pop japonesa de los últimos -cuando menos- 30 años. Esto no implica que la
Cristal. De inicio la historia misma transcurre en un universo ficcional bajo la lente del
Steampunk, lo cual podemos reconocer en la descripción de las ciudades y reinos, así como
en las armas, maquinaria y tecnología, que aun cuando no se alejan del todo de la época
sociales y éticas del medievo, como la idea de ciudades estado, la magia, el feudalismo
monárquico como sistema político, inclusive cuando los héroes enfrentan, literalmente, a
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hiperbólicas, escudos y lanzas mágicas, es difícil ignorar el referente de los caballeros
siglo XIX que continúan vigentes en la literatura actual y que ha ido mutando de
Por todo esto y más, Reinas de Cristal tendrá diferentes lecturas como lectores. Esta
lectura atrapará al lector joven sin duda alguna, pero el lector adulto tendrá también la
oportunidad de disfrutar la lectura, porque aun con los guiños a la cultura pop
Ángel Orozco
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Capítulo 1
Una señorita de cabellera de lava y piel chocolate corría por la banqueta de las
calles de Pralvea, la capital del reino de Kartina. Desde lo alto de los edificios se veían
estatuas de ángeles y gárgolas hechas de piedra caliza y cubiertas por un manto de seda
helada. Un hedor a gasolina, proveniente de los coches, impregnaba las paredes de piedra
mientras se escuchaban las risas de los niños que jugaban a las guerras de nieve en el
parque. La damisela cargaba consigo una espada de madera detrás de su chaleco rojo,
mientras comía un pastelillo de frambuesa y evadía a la gente con la que se cruzaba. Los
ancianos le reclamaban enfurecidos ante esa audacia, pero la espadachina solo volteó a
Un rato después la joven esgrimista llegó a su casa. Una mansión en la cima de una
gran colina. Los vidrieros se encargaban de colocar los nuevos vitrales que los padres de la
señorita encargaron, mientras los pintores remodelaban los muros de sangre azul. Lo
primero por lo que la espadachina fue recibida fue el aroma de las rosas que crecían afuera
señorita inclinó su cuerpo y le acarició la cabeza devolviendo una carcajada con una voz
grave y resonante, pero también gentil. Intercambiaron palabras por un rato y hablaron
sobre el entrenamiento más reciente. Pronto serían los combates en parejas. La doncella se
sentía lo suficientemente confiada como para alcanzar el triunfo, pero también cautelosa
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para no subestimar a sus contrincantes. Victoria terminó su conversación con el jovencito y
morado con azul y fue a sentarse junto al sofá carmesí frente a la chimenea donde solía
darse tiempo para leer libros de mitología y elegías heroicas. Antes de que pudiera llegar a
la repisa junto a las escaleras y el fogón, un adulto mayor llegó con la damisela. Él trapeaba
cabellera plateada por el tiempo, pero aún con cierto vigor adolescente a pesar de su cuerpo
delgado y desgastado.
— ¿Y mis papás, Rogelio? —preguntó la espadachina y subió sus piernas sobre el sofá.
Al decir esto Victoria se levantó del asiento y fue a su cuarto para arreglarse.
pantalones carmín que portaba Victoria le daban una refinación digna de su clase social. De
reojo uno podría pensar que ella era un muchacho de belleza exuberante, especialmente con
su cabello recogido en una coleta y por el fuerte aroma de la colonia que portaba.
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tiernamente. Su vestido, cual océano y rayos del sol, encajaba armoniosamente con su
cabello y su contorno grande pero delicado. La espadachina se incomodó un poco ante este
ya diezmado y fuera de forma por el paso del tiempo y los combates, tenía muy pocos
cabellos plateados en su cráneo. Su barba y bigote lo hacían ver más viejo de lo que
realmente era, así como esas cejas encrespadas que limitaban su vista. El traje, blanco como
la nieve, lo hacía resaltar del resto de la gente que andaba por la calle a esas horas. Cuando
familia real.
viviendas. Se escuchaba el bullicio y las pisadas de la gente que se dirigía a sus hogares con
bolsas de comida, así como el aroma de cerveza que salía de las tabernas. Otros coches
recogían escoltas y algunos transeúntes entraban a los burdeles entre risas pícaras.
Mientras tanto, en un castillo a las afueras de la ciudad, una joven dama, de piel tan
blanca como la nieve, una cabellera larga y negra como el cielo nocturno, y unos ojos
una señorita de su edad. Las paredes y el techo daban la ilusión de un cielo nocturno. Las
cortinas y las sabanas de su cama eran de un rosa seductor. En otras repisas de abedul se
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Al terminar de ajustarse su nuevo vestido, la joven dama se revisó en el espejo. De
ahí, dio una hojeada a una revista con imágenes de mujeres en exquisitos vestidos que
bastante bien. Una sonrisa se dibujó en su rostro, al notar cómo es que se parecía, aunque
—Señorita Katalina… sus padres les hablan—comentó una sirvienta, desde el otro lado de
donde tenía otras revistas de moda, así como libros sobre mujeres que, a través de la
historia, han sido reconocidas por su belleza y su manejo para encantar a las audiencias.
Katalina bajó al vestíbulo y se reunió con sus padres, dispuesta a ir a la fiesta de la princesa
Leonhardt, con la esperanza de, tan siquiera, conocer a alguien con quien fraternizar.
Mientras tanto, los Hosenfeld avanzaron por la avenida principal hasta que
finalmente llegaron al castillo. Había edificaciones que servían como cuartos de huéspedes
o albergue en caso de que pasara una catástrofe. Otros edificios servían como almacenes y
Una pequeña laguna se encontraba en el extenso jardín del castillo mientras que las torres
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—Su Majestad se siente honrado con su presencia, señor Homero. Esperamos que disfruten
Al estacionarse la familia salió del carruaje y entró al recinto. Lo primero que los
Hosenfeld visualizaron fue una fuente con una estatua de la reina Istia, posada en el medio
con una vasija que derramaba agua. Había armaduras posicionadas en las paredes
realeza y la nobleza, así como con músicos, científicos, miembros del ejército, entre otros
ciudadanos de renombre. Los padres no dudaron en saludar a los invitados, pero la joven
Victoria se agitaba por el bullicio, así como por el fuerte aroma a vino y champaña.
Justo antes de que pudieran ir a la oficina del rey, una voz atrapó por sorpresa a la
dama. Ella volteó hacia él rápidamente y se topó con un compañero de esgrima: el marqués
Saúl Giesler.
El joven noble era un poco más alto que ella y de un tono de piel más oscuro que la
del resto de los invitados, esto debido al intensivo entrenamiento. Debajo de ese traje de
seda y esa corbata azabache que acentuaban su sangre azul se ocultaba un cuerpo fuerte y
—Joven Saúl, qué linda sorpresa verle por aquí. ¿Acaso vino solo o lo acompañaron sus
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—En un rato más llegarán. Me sorprende que Victoria viniera a la fiesta.
— ¿Y tus modales? —respondió Saúl con una mirada lacerante. La muchacha se cruzó de
brazos al escucharlo.
—Mucho mejor.
El grupo se dirigió arriba para hablar con los reyes y la princesa. Durante el
atención de los demás asistentes, quienes los miraron con soslayo e inclusive soltaron
Homero abrió la puerta y les sonrió a las damas. Ya adentro se encontraron con
otros integrantes de la nobleza Kartiniana. Algunos conversaban, leían los libros que
estaban colocados en los gabinetes de serbal, tomaban vino y otros platicaban con su
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La familia y el marqués se toparon con el rey Fernando Alfonso Leonhardt, quien
era alto y muy fornido pese a su avanzada edad, tenía el cabello rojo como el fuego y unos
ojos grisáceos que aún ardían con la pasión de un bardo. El rey alguna vez usó una espada y
una armadura, pero ahora solo portaba un bastón dorado para caminar y un traje de gala que
cubría sus heridas de batalla mientras hablaba con los archiduques Federico y Belinda
Gallows Montesco. La señora era toda una belleza que presumía su melena que caía como
una cascada azabache y en sus ojos color esmeralda mostraba confianza y quizá un poco de
arrogancia. El archiduque estaba a unos pocos años de alcanzar la adultez mayor, algo que
se apreciaba por su cabellera dorada con algunos mechones platinados, con un rostro
robusto y tosco, pero con una mirada azul como los zafiros que expresaba una paz interior
inmutable.
colindaba con el país natal de Federico: el Reino de Ucilia. Los poblados cerca del Bosque
de Alcani entraron en alerta roja, pues los aldeanos temían por sus vidas.
mismo.
— ¡Homero, Adelaida! —Replicó su majestad— ¡Los estaba esperando desde hace horas!
Puedo ver que Victoria vino también. Tan sagaz como un zorro rojo.
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—Buenas noches, caballeros. ¿Con quién tengo el placer? —dijo la archiduquesa y después
madame.
—Una belleza tan exótica como usted no es muy común por estos lares de Celes.
—Muy dulce halago, señor Montesco. Soy del reino de Grumore, al norte del continente de
El tono de piel de Adelaida y de Victoria era notoriamente más oscuro que el de los
de Federico, Homero le preguntó al archiduque por su familia. Ahí fue cuando Federico
comentó que su difunto padre era Luis Felipe Montesco, el rey anterior de Ucilia. El
archiduque también les dijo que su hermano menor, Luis Enrique Montesco, fue coronado
inmediatamente: “me gusta la nieve, después de todo”, fue su respuesta. Saúl comenzó a
Pero alguien se aproximó por la espalda del muchacho y le cubrió los ojos.
— ¡Adivina!
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Una dama de cabello castaño y ojos color miel (que irradiaban alegría y
despreocupación) fue quien le cubrió los ojos a Saúl, sonriendo siempre como una niña. El
marqués pudo sentir y reconocer esa piel de bronce, delicada como los pétalos de una rosa
— ¡Eres un aguafiestas!
— ¡Manzanita!
salir al balcón a conversar con ella. Victoria solo se cubrió la frente. El rey aceptó la
apresuradamente de la oficina. El marqués las siguió a un paso más lento. Ya afuera, Saúl y
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la princesa tuvieron un breve intercambio de palabras con respecto a algo que el caballero
quería hacer más tarde en la velada. Al final de esta plática la dama solo dijo: “se puede
ver, pero no se puede tocar”. El joven asentó con la cabeza y se fue molesto de ahí, pero la
noche ella pensaba que su la princesa jamás se enamoraría de alguien tan engreído.
Victoria le preguntó inmediatamente a su alteza sobre esa situación. Ella le respondió que
se habían comprometido y pensaban casarse. Esta noticia hizo que Victoria cayera sentada
al suelo de la sorpresa, mientras su amiga continuaba con el relato. Unos cuantos días atrás,
los Leonhardt buscaron a alguien con quien Fabiola se pudiera casar y ambos muchachos se
conocían desde hacía mucho tiempo. Cuando la princesa descubrió que el marqués estaba
enamorado, le pidió a su padre que arreglara el matrimonio: “Vaya manera de asegurar que
el chico que te gusta, eh”. Terminado el relato la princesa se rio a carcajadas llamando la
Victoria no supo cómo responderle a su amiga y balbuceó un rato. Antes de esa noche, a la
señorita jamás se le había cruzado esa pregunta por la cabeza. “Jamás había pensado en
cielo se nubló por completo: copos de nieve danzantes caían sobre el jardín y el
estacionamiento del castillo. La nieve destellaba con fuerza por las lámparas de gas
—Manzanita, en unos días más iré al Templo del Loto de Cuarzo Rosa en el Glaciar
de Olgany.
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Cuando Fabiola comentó esto Victoria se cruzó de brazos sin entender de lo
que hablaba.
—Mis padres quieren hacerme una Ceremonia de Ascensión, para que me vuelva la
palabras.
— ¿No planeas volverte una campeona de leyenda, como la princesa Illyana, verdad?
La mirada de Fabiola se volvió más seria y con su puño golpeó el barandal del
balcón.
morir.
apaciguar a su amiga, pero tampoco soportó verla tan nerviosa. Lo único que pudo hacer
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Fabiola la abrazó más fuerte. Victoria simplemente asentó con la cabeza y le frotó la
cabellera. Al ver esta respuesta, la joven princesa se secó las lágrimas de su cara e intento
vestíbulo, cuando de pronto se toparon con otra dama; con la señorita Katalina, para ser
más precisos.
Algo que cautivó la atención de la espadachina al cruzar la mirada con Katalina fueron sus
ojos verdes, que imploraban cariño. Sin que ella lo notara, los pies de Victoria se movieron
por sí solos con dirección hacia la damisela, hasta que de pronto se posó enfrente de ella.
— ¿Sucede algo?
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—Soy la duquesa Katalina Montesco. Un placer conocerles. ¿Con quién tengo el
placer de hablar?
retrocedió un poco intimidada por la osadía de la princesa, pero justo después de ello asentó
con la mirada.
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La princesa estrechó la mano y le sonrió juguetonamente. El rostro de Katalina
palideció.
—Pero… usted también es, técnicamente, una princesa. ¿O no? —Respondió la soberana—
¿Y a qué se dedica?
señoritas.
—Apurémonos, Manzanita.
entonces, algo dentro del pecho de Victoria se desprendió y no le permitió dejar a la joven
duquesa desamparada. Victoria tomó un respiro profundo y entrecerró los ojos para luego
decir:
Al comentar esto, Fabiola las miró de reojo y se retiró a la sala principal. Katalina se
sonrojó y dijo:
Katalina titubeó por un rato al darse cuenta que Victoria no se había presentado.
Un minuto después las chicas llegaron a la entrada del jardín de la familia real. La
nieve cubría algunas de las rosas, lirios y orquídeas, pero aun así estas despedían un
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Entonces, Katalina empezó a cantar y apartó la nieve enfrente de ella, abriendo un
camino a una sección donde crecían lirios blancos. La espadachina saltó impresionada al
—La magia es el arte que se encarga de manipular el mundo que nos rodea usando la fuerza
alrededor…
titubear. Entonces el rostro de la duquesa se sonrojó como una fresa y se rio nerviosamente.
—Lo siento, señorita Hosenfeld. Pero se me olvidó. Hace mucho que no repaso las
La hechicera entonces cerró los ojos y cantó otra vez. Un poco de agua del estanque
llegó hacia donde estaban las doncellas. Rápidamente se movió por el aire. La señorita
aceleró y disminuyó el ritmo de su sonata mientras el agua tomaba distintas formas hasta
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— ¡Eso fue genial! ¿¡Puede enseñarme!? —exclamó Victoria.
—No… no… no me siento con suficiente experticia para enseñarle magia a alguien más.
Lo siento.
inmediatamente.
—Desearía que mis padres no me forzaran a la alquimia. A veces me siento muy sola por
ello.
Victoria se detuvo al ver esta reacción de la duquesa. Esos mismos ojos que
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porqué. Sin darse cuenta, Victoria se acercó a ella y le secó la lágrima de su cara con la
melancolía.
Entraron al vestíbulo donde estaban los demás invitados. Fabiola estaba en medio de la sala
La princesa se sentó en frente del piano y empezó a tocar. Aun cuando por dentro
sentía nauseas por los nervios, Fabiola sabía que debía tranquilizarse y concentrarse en su
actuación. Los demás invitados tomaron a una pareja y empezaron a bailar el vals.
Victoria contempló brevemente la multitud danzando en el medio del cuarto sin darse
cuenta que su cabeza se mecía al ritmo de la canción, pero cuando volteó a ver a la duquesa
notó que se veía un poco desanimada. Aunque era una buena bailarina le daba un poco de
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vergüenza la idea de bailar con otra chica, pero Victoria sintió compasión por la damisela.
—E… está bien, señorita Hosenfeld. Es un lindo detalle, para alguien quien apenas conocí
hoy.
la duquesa y lentamente marcó el compás para su compañera. Katalina no era muy adepta
para bailar, pero con ayuda de la experiencia de su acompañante empezaron a mover sus
pies en sincronía con la música. La duquesa se sonrojó y sintió una corriente de energía
recorrer su espalda. Ambas percibieron una inmensa tranquilidad y sus cuerpos se movían
al unísono. Era como si las dos estuvieran en una pequeña dimensión ajena del resto del
mundo. La pieza musical aceleró su ritmo y las damas se movieron más rápido, llamando la
atención del resto de los invitados, impresionados ante la imagen de dos mujeres bailando
el vals. Algo que era visto como un amor prohibido se presenciaba en la pista de baile, pero
eso no les importaba. Ellas disfrutaban ese bello momento como para distraerse con las
miradas ajenas. Solo deseaban que el baile durara mucho más. Victoria pudo oler el aroma
del perfume de la duquesa. Una exquisita combinación de moras silvestres. Las favoritas de
la doncella después del aroma de chocolate. Katalina olfateó una fragancia de lirios de su
compañera y quedó hipnotizada por esa extraña mezcla entre fuerza y sutileza que, antes de
esa noche, jamás había presenciado. Sus cuerpos se sintieron cada vez más cálidos por la
melodía. Al terminar la balada la doncella acercó a la duquesa hacia ella y sus rostros
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quedaron muy cerca. Algo dentro de la guerrera deseó besarla, pero la ilusión se quebró
—Eso fue divertido, señorita Mon… Katalina. ¿No… no te molesta si te llamo Katalina,
también me divertí mucho. No me esperaba que supiera bailar tan bien. Usted es tan amable
—Y puedo ver que le gustan los lirios. —recalcó la dama y Victoria rio también.
amablemente ella les preguntó por sus padres. Homero y Adelaida le dijeron que se
encontraban conversando con el rey Fernando sobre las recientes desapariciones. La dama
asentó con la cabeza mostrando cierta decepción. La charla terminó de golpe, cuando
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Fabiola les preguntó a los condes si es que Victoria podía acompañarla a su
recámara para conversar un rato. Los Hosenfeld aceptaron a la brevedad. Ante esto la joven
pintadas de color rosa pálido. Parecía un cuarto de juegos para niños y no el de una
princesa. Las tres fueron a sentarse en la cama matrimonial que estaba cubierta por sabanas
y cortinas de algodón lavanda, cuando de pronto su alteza tomó una bandeja con buñuelos y
chocolate y se les ofreció a sus acompañantes. Las chicas aceptaron sin chistar. Durante el
transcurso de la velada las muchachas probaron perfumes y vestidos del estante de roble,
pero también hablaron sobre una junta que la madre de Fabiola tuvo con un empresario de
la República de Astrid, al oeste del reino. Sin que se dieran cuenta los minutos pasaron
noche las señoritas no paraban de reír de los chistes y hasta de sus puntos de vista.
— ¡Por las reinas! ¡Ustedes dos son lo máximo! —dijo Fabiola acostada en su cama
rodando de la risa. —Me encantaría que conviviéramos más, muchachas. ¿Qué les parece si
habitación.
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—Su alteza, los condes Hosenfeld están buscando a la señorita Victoria. —proclamó un
—Bueno, ya me tengo que ir, chicas. Las veré después. —dijo la espadachina y asentó con
la cabeza. Katalina entonces ayudó a Victoria a levantarse del suelo. Ese gesto de
Las tres damas se abrazaron mutuamente antes que Victoria se retirara. Unos
— ¿Te divertiste esta noche, Victoria? —preguntó el conde. La espadachina afirmó con la
velada.
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Capítulo 2: una princesa, una diosa; una responsabilidad divina.
El día de los combates en pareja había llegado. El poco tiempo que Victoria tuvo
desvelarse e inclusive saltarse comidas. Esto preocupó a sus padres, quienes tuvieron que
llevarse a la desfallecida dama a su cuarto para dormir. La derrota no era una opción.
Victoria conversaba con un compañero suyo a las afueras del barracón donde
entrenaba esgrima.
— ¡Y la moraleja es que jamás le des de comer a un caballo con una cuchara, si es que no
quieres que te muerdan! —dijo el muchacho. Su larga cabellera cobriza le cubrió sus ojos
—Conocí a la duquesa Montesco y conversé mucho con ella y con Fabiola. ¡Jamás pensé
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Victoria sonrió radiante al mencionar esto.
— ¿La señorita Montesco?, ¿conociste a la duquesa Montesco?, ¿es tan linda como lo dicen
los rumores?
—Pésimo, Victoria. Pésimo. Desde que mi padre nos dejó por otra mujer yo me encargo de
todo en mi casa. Lo único que quiero es convertirme en caballero e irme a trabajar para
Victoria no pudo evitar sentir compasión por las palabras de su compañero. Ella se
—Cuenta conmigo.
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—Es el maestro Álvaro.
Se retiraron de ahí para continuar con el entrenamiento. Los reclutas pasaron con
sus armaduras un poco desgastadas por los combates. Las pocas ventanas daban una luz
tenue y lúgubre que combinaba abrumadoramente con las repisas donde estaba el
anciano maestro. A pesar de su edad, el tutor estaba fornido y eclipsaba por mucho a cada
uno de los jóvenes por al menos dos cabezas. Su armadura oscura como la obsidiana y ese
bigote enroscado lo hacían ver como un titán. Victoria inmediatamente pasó adelante donde
Saúl la esperaba.
—A las damas le gustan los músculos —dijo el joven marqués para luego posar
para el combate.
luchar. Saúl se lanzó hacia Victoria y balanceó su espada horizontalmente, pero ella
retrocedía moviéndose hacia los lados, cuando de pronto la dama aprovechó un descuido
para atacarlo con una ráfaga de estocadas. El marqués las bloqueó firmemente y después
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sacudió rápido su mano derecha para recobrar la sensibilidad. Esos embistes lo
entumecieron. Fue ahí cuando aprendió que no debía de fiarse al ser más grande que su
retroceder un poco. No la derribó, pero fue tan fuerte que Victoria casi soltaba la espada de
madera de los calambres que sintió. Entre más tiempo duraba el combate más agitada se
volvía la respiración de ambos. Dentro de su cabeza la doncella se sentía algo aterrada. Esa
fue la primera vez en mucho tiempo en la que se encontraba en una situación como esa.
Debía pensar rápido. Una ola de adrenalina transitó dentro de ella erizándole los vellos de
hizo hacia adelante y trató de empujarla con su arma, pero ella retrocedió solo un poco,
después saltó hacia adelante y lanzó un tajo feroz golpeando su pecho. El marqués exclamó
— ¡Es suficiente!
—Fuerte y linda. El sueño de todo hombre —comentó Saúl con una sonrisa en su cara.
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—No te atrevas a decirme eso otra vez.
Faltaban pocos días para la ceremonia. Entre más pasaba el tiempo más nerviosa se
ponía la joven princesa. Si había algo que no quería revelar a sus padres y a sus conocidos
era el hecho que mentía como bellaca respecto a sus intenciones de volverse una campeona.
Era de noche en el castillo real. Fabiola se encontraba en la oficina de los reyes platicando
La joven sintió mariposas en el estómago todo el tiempo que duró la conversación. Ellos se
mostraron agradecidos por la “noble decisión” de su hija de hacer un pacto con una Reina,
pero la muchacha no estaba de humor para escuchar nada sobre el tema. La situación solo
se volvería más tensa cuando de pronto el rey le dijo que los monjes ya tenían listo el ritual
esto, pero solo respondió con una sonrisa fingida disimulando su desagrado.
—Estamos muy orgullosos de ti, cariño. Esperemos que las reinas bendigan a este reino. —
dijo la monarca Leonhardt, mientras le tomaba de las mejillas. La señora era tan alta como
el mismo Fernando aunque de tez más oscura que su esposo; en ella resaltaba
Fabiola cortó la conversación con esta pregunta. Sus padres simplemente asentaron
con sus cabezas y salió de la oficina dispuesta a dirigirse a su cuarto. Al entrar Fabiola se
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Llegó el día de la ceremonia en el Glaciar de Olgany. Los reyes Leonhardt y las dos
doncellas se encontraban en el Templo del Loto de Cuarzo Rosa, conversando con uno de
los monjes del recinto. El santuario se encontraba en una colina en medio de un frondoso
bosque de pinos. Este decoraba el paisaje con un vívido color verde. Las paredes de cedro
mantenían el interior del pequeño edificio lo suficientemente cálido para aguantar el frío y
ángeles hechas de ébano y runas inscritas en las ventanas protegían el local de cualquier
tipo de espíritu demoniaco que intentase atacar. El interior estaba tapizado por murales de
una época antigua, algunos de ellos con papiros de sortilegios de distintos tipos.
—Nos halaga mucho que vinieran para la Ceremonia de Ascensión, su alteza. —dijo uno de
los monjes del templo mientras prendía varias veladoras que daban una iluminación carmín
a la habitación.
Los sacerdotes vestían trajes ceremoniales negros como las plumas de un cuervo. En
sus espaldas se apreciaba un muy peculiar emblema: un loto rosa. Este resaltaba el
—Antes de comenzar con el ritual hay algo que necesito decirle, princesa Leonhardt. Es
solo para que tenga un entendimiento más amplio, si es que se convierte en una campeona.
—Hace millones de años una guerra se desató en el Paraíso. Un bando compuesto por
dioses deseaba gobernar sobre nuestro mundo, mientras que el otro se opuso, demandando
que los humanos fueran libres de forjar sus destinos. El conflicto se llevó incontables vidas
y se prolongó por treinta años. El ejército de Irgellaan estaba a punto de alzarse victorioso
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cuando de pronto un grupo de diosas lo derrotó a él y a sus generales. Como castigo las
diosas exiliaron a los traidores a una dimensión de caos. Conforme pasó el tiempo la
Pasaron siglos de armonía desde el final de esa guerra, pero poco sabían las diosas sobre los
caótica de esa dimensión para usar magia poderosa. Solo tomó un día para que el ejército
de Irgellaan abriera un portal a esta dimensión y lanzaran un ataque a gran escala. Sin
dudarlo, las diosas bajaron de Paraíso y retuvieron el ataque. Aunque lograron repeler a los
exiliados el combate provocó más estragos de los esperados. Sus poderes mágicos casi
destruyeron Valzarios en su afán de salvarnos. Sabían bien que esos atacantes volverían
tarde o temprano, pero usar sus habilidades sin restricción produciría más daño del debido.
Las diosas buscaron una manera de auxiliarnos sin llegar a esos extremos. Ahí fue cuando
idearon un plan. La mejor opción era conceder sus poderes a unos cuantos capaces de
portarlos creando las exopiedras. Reliquias fabricadas con gemas preciosas que otorgan
parte de su poder a aquellos que consideren dignos de portarlas. Desde entonces, historias
brotar. De ahí fue donde nació el término Reinas de Cristal, para referirse a este grupo de
Fabiola escuchó todo el relato y asentó la cabeza una y otra vez. El chamán era un
adulto cercano a la tercera edad. Su cráneo carecía de cabello y su barba parecía una
telaraña de lo descuidada que se encontraba. Unas cejas encrespadas le cubrían sus ojos
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—Si usted desea volverse una campeona debe aceptar que se volverá el blanco de muchos
dama sacudió sus piernas un poco y quiso salir despavorida rumbo a su castillo, justo
después de escuchar que podría perecer. En el peor de los casos sería devorada por esos
“exiliados”, pero la señorita sabía que sus padres no le perdonarían si es que se detractaba
ahí mismo. Dentro de su cabeza la damisela solo deseaba que el ritual fallara, pero por más
Al escuchar estas palabras de su amiga, Victoria se levantó del piso, se acercó a ella,
estaban en medio de la sala principal. Los monjes encendieron un dulce incienso reservado
princesa regresó al salón después de ponerse la ropa ceremonial: un vestido largo y blanco
como la leche, especialmente usado por las sacerdotisas de Loto. Los monjes del lugar
tocaron a un ritmo tranquilo. Fabiola caminó lentamente al estanque. Entre más se acercaba
ella a su sitio los monjes aceleraban el ritmo y oraban. Barkhorn encendió las veladoras a
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—Reinas de Cristal, esta joven doncella está aquí para volverse la campeona de una de
iluminaron de una en una y envolvieron a la princesa en un halo de luz. Por más que
deseaba retirarse la damisela aceptó que era demasiado tarde para retractarse. Aunque no le
gustase del todo lo que pasaba, Fabiola permaneció serena y respiró profundamente.
Victoria se cubrió los ojos encandilada por el sortilegio. El destello se atenuaba poco a poco
cuando de pronto una gema de color aguamarina apareció justo en frente de su majestad.
poder?”. La princesa asentó con la cabeza y luego preguntó: “¿Quién es usted?”. La gema
respondió: “Soy Eridione, reina de las nubes”. La princesa estiró su brazo lentamente hacia
la gema cuando de repente esta emitió un brillo que abarcó todo el cuarto. Un grito
Al abrir sus ojos la damisela se vio a si misma flotando en el cielo muy arriba de las
nubes. Por un momento pensó que iba a caer. No pudo contener su pavor y gritó
horrorizada, pero luego se dio cuenta que no había peligro alguno. Fabiola permaneció
taciturna por un rato y observó el panorama debajo de ella, desde los frondosos valles que
se extendían como una marea esmeralda hasta las colosales montañas glaseadas por un
manto de crema batida y los riachuelos resplandecientes, luciendo una sangre tan azul como
la misma señorita. Todo parecía relativamente tranquilo, cuando de pronto las nubes se
tornaron oscuras y provocaron estruendosos relámpagos. Estos surcaban los cielos a una
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velocidad inverosímil. Aterrorizada por el repentino cambio de clima la muchacha se
acurrujó en posición fetal y gritó tan fuerte como le era posible temblando de miedo.
Entonces una dulce voz le dijo: “no tengas miedo, estos son nuestros dominios”. Al subir su
mirada la doncella se topó con una mujer de cabello rojo lacio, el cual caía como una
cascada de sangre, ojos amatista y un vestido color verde con rosa y con alas violeta
dándole un aire de nobleza y refinamiento, pero que también expresaba un amor por la
naturaleza.
esmeraldas. La dama contempló ese artefacto místico por un momento maravillada por la
belleza de la reliquia. No sentía deseo alguno de comprometerse a una ardua tarea que
podría poner su vida en riesgo, pero sus ojos no pudieron despegar su vista de ese
accesorio.
—Recita esta oración, pequeña. —dijo la Reina, para luego continuar con: “Yo, Fabiola
Sin darse cuenta Fabiola recitó esta frase y colocó la diadema en su cabeza. De
pronto la princesa sintió un dolor punzante en su corazón. Por un instante pensó que iba a
morir. Una ola de energía transcurrió por su cuerpo. La dama se arrodilló y convulsionó
violentamente. Sintió que su cabeza iba a explotar. En eso la envolvió un rayo luminoso y
de las corrientes de viento se formó una armadura rosada con encajes de oro
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un par de alas plateadas de mariposa y brillantes como la luz de la luna; estas revoloteaban
recuerda recitar las palabras que te otorgué. Ahora, ve con paz, y que el amor de las reinas
Aquel halo de luz duró unos segundos. Cuando se disipó, los reyes y Victoria
suelo.
— ¡Fabiola!
tomó entre sus brazos. La damisela recobró lentamente la conciencia y lo miró con un
—Fabiola, mi niña.
acarició su cabeza para reconfortarlo. Victoria permaneció muda por un segundo. Su cabeza
inclinó ante su amiga y le besó la mano diciendo: “Es un honor, su alteza. Le deseo suerte
en este viaje”.
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—No seas tan formal, Manzanita —respondió la princesa.
Terminada la ceremonia los reyes agradecieron entre sonrisas a los monjes por su
hospitalidad, extasiados por el hecho de que su hija fuera bendecida. Barkhorn entonces
mencionó que necesitaban ayuda de parte de Fabiola, con respecto a las desapariciones.
También hablaron sobre un misterioso grupo que podría estar vinculado con este problema.
El rostro de los reyes se tornó pálido cuando escucharon estas palabras. La princesa sintió
que su corazón se detuvo y casi se desmoronó en medio de la sala. Dentro de su cabeza ella
sabía que no estaba ni remotamente lista para una tarea de ese nivel. Sus ojos se vieron
vidriosos por un momento, pero sacudió su cabeza y asentó con su cabeza. Al finalizar la
ensalada. La doncella comió de muy mala gana sin deseo alguno de saborear sus alimentos,
se lo tragó tan rápido como le fue posible y lo acompañó con un poco de agua para no
ahogarse.
La dama les platicó a sus padres sobre la ceremonia de Fabiola. Homero paró de
comer y golpeó la mesa de la impresión. Victoria rara vez hablaba de mitología, mucho
menos de las reinas. Adelaida tomó las manos de su esposo para tranquilizarlo. El conde
platicó una anécdota sobre un ancestro: sobre una maga guerrera que luchó en la Gran
Guerra Continental, en aquellos tiempos donde los gremios de mercenarios combatían por
los contratos más fructuosos, y cuando Kartina y los demás reinos de Celes eran naciones
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minúsculas. Los cuatro gremios más grandes del continente fueron, y aún son, la Legión del
Reyes de Metal y la Orden del Loto de Cuarzo Rosa. Jaden Hosenfeld fue la campeona de
Lumina, la reina de la luz. Los abuelos de Homero le contaron que ella obtuvo este favor al
haber salvado una villa de un nigromante. Desde ese entonces la familia ha venerado a las
reinas y ha buscado formar un pacto con una. Desde entonces nadie de la familia Hosenfeld
ha tenido ese privilegio. Victoria permaneció callada por un instante. Poco conocía sobre
salvo por los relatos de los libros de historia que leía en la escuela. Por mucho que le
dijeran sus familiares que su antepasada fue bendecida por las reinas, ella no lo creía. Solo
eran cuentos de hadas que no tenían peso alguno. Pero ahora que ha presenciado una
resto de la familia. La joven balbuceó un poco y trató de encontrar las palabras correctas.
Eso le pareció muy repentino. Apenas si había presenciado una Ascensión y ahora su padre
Entonces agachó la mirada, se cubrió la cara y respondió: “me encantaría, padre, pero no
comiendo.
Mientras tanto, en el castillo Leonhardt, Fabiola conversaba con sus padres sobre
los eventos del día. Los reyes abrazaban y felicitaban a su retoño. La princesa se sintió
derrumbada y vacía por dentro, pero trató de disimular su disgusto a base de sonrisas falsas.
Lo que menos deseaba recién acababa de ocurrir: una responsabilidad con el Paraíso que ya
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no podía rechazar. Sin deseo alguno de escuchar más sobre el tema, la dama solicitó
marcharse a su cuarto. Sus padres le respondieron con un beso en las mejillas y la dejaron
irse. Su alteza salió de la oficina y fue a su habitación tan rápido como le fuera posible.
Algunos guardias le saludaron, pero ella los ignoró. Al llegar a su recámara entró y cerró la
puerta fuertemente y se tiró sobre la cama cubriéndose con una almohada el rostro y
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Capítulo 3: la bruja noble y la aprendiz de caballero: una amistad florece entre la
nieve
Estas últimas semanas todo fue un inusual ajetreó para la joven duquesa. Con lo que
pasó en la fiesta y sus estudios arcanos, ella tuvo muy poco tiempo para adaptarse. A pesar
de estar mentalmente drenada por este súbito cambio, Katalina no podría sentirse más
contenta. Han pasado dos años desde que llegó a Kartina. Sin contar a una de sus sirvientas,
Victoria y Fabiola fueron las primeras chicas con las que había fraternizado.
magia, piedras rúnicas, probetas con brebajes medicinales y cuadernos con observaciones y
notas importantes eran apenas la superficie de todo lo que tenía almacenado en su cuarto,
muros de piedra grisáceos y el aroma de los muebles de roble daban un aspecto más añejo
— ¿Qué sucede?
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—Tenemos que hablar sobre tus clases de alquimia, cariño —dijo su padre, mirándola de
soslayo.
—Cariño, por favor, escucha a tu padre. Él solo quiere lo mejor para ti —replicó Belinda
—Pero…
—Has cambiado mucho desde que te encariñaste con la princesa, la señorita Kournikova y
“No otra vez con eso. ¿Por qué tiene que jugar siempre esa carta?”, pensó la
—Y recuerda, Katalina, por favor regresa tan temprano como puedas de tu cita con la
princesa Fabiola. Solo es para que te pongas al corriente con las prácticas de alquimia.
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Al terminar de decir esto ambos padres salieron de la casa y se dirigieron a su
reunión. Katalina se limpió su rostro lloroso y fue a su cuarto para prepararse para ir con la
princesa.
— ¿Señorita Katalina?
Expresó una voz femenina, algo más aguda que su propia voz, pero también dulce y
suave.
— ¿Nadia?
— ¿Puedo entrar?
Al decir esto la joven sirvienta entró al cuarto. Nadia era una dama de cabellera que
caía como una cascada de sangre sobre su piel pecosa y ojos ambarinos como la miel
—Estoy harta que mis padres no me apoyen en mis metas y que me obliguen a dedicarme a
La sirvienta ayudó a su ama a ponerse sombra en los ojos, una sombra oscura como
—Sus avances podrían servir de ayuda para las futuras generaciones de magos, su
Una hora después Katalina terminó de arreglarse y escuchó una voz familiar desde
afuera. Al asomar su cabeza por la ventana visualizó a Fabiola y a Saúl. La joven duquesa
se levantó de su tocador, extasiada, y salió a su encuentro tan rápido como sus tacones se lo
—Buenas tardes, Fabiola, ¿le acompañó el marqués Saúl esta vez? —dijo Katalina mientras
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—Puede llamarme Katalina, si lo desea—respondió la duquesa y después volteó a mirar a
su criada. —Ven conmigo, Nadia, que necesito quien me diga cuando se acerque la hora
camino al bazar, al norte de la capital. Nadia se sintió tremendamente cohibida por el hecho
que acompañaba a Katalina junto a dos nobles de alta notoriedad. La duquesa le acarició la
cabeza y le sonrió cálidamente para animarla. Y así los muchachos continuaron con su
Mientras tanto, Victoria y Geraldo salían también al mercado para reunirse con los
demás. Ambos espadachines caminaban a través de las tiendas del local. La nieve de la
taiga y las cabañas de madera le daban un aspecto rustico único. Los vendedores mostraban
sus pancartas y ofrecían su mercancía a los transeúntes entre risas y halagos. Al sur se
casi parecía estar hecho de diamantes mientras algunos niños jugaban con bolas de nieve
poco por el camino y tarareó entre dientes, mientras que Victoria solo se dedicó a
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todas y cada una de las ofertas de matrimonio de no pocos nobles. O eso es lo que él había
origen dudoso: “¡me gusta saber acerca de las doncellas más hermosas del reino! Me topé
con esa información de la duquesa Montesco, cuando escuché las noticias que ella rechazó
a un marqués del reino de Ucilia. Nada ilegal ¡Lo juro!”, fue su respuesta. La dama se
Unos minutos después los muchachos se encontraron con el resto del grupo quienes
Entonces Geraldo se arrodilló ante Katalina y Fabiola. Esta acción incomodó a las
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El joven agachó su mirada de la pena.
—Su gesto de aprecio es bastante admirable, joven Kruger, pero le pido que lo mantenga en
con nosotros, joven Kruger. Solo prometa que esta situación no se repetirá.
—Muy bien, con este incomodo momento de lado, ¡vamos a divertirnos, chicos!
bazar. Fabiola compró una colección de perfumes y unos cuantos muñecos de peluche para
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mantequilla y crema de chocolate (la duquesa y su criada los habían preparado para la cita,
— ¡Esto sabe muy bien, Kat! ¿Lo hiciste tú? —dijo Victoria.
—Junto con Nadia, pero los hice. Me tomó toda la mañana y se me pasó arreglar mi
Rato después los dos muchachos cargaban consigo unas cuantas cajas y bolsas con
las cosas que Fabiola compró. Los rostros de los caballeros se veían cansados y algo
enfadados. Inclusive Saúl refunfuñaba entre dientes. La joven princesa se detuvo en seco al
toparse con una cabaña que tenía un anuncio interesante: una estética que se dedicaba a
teñir el color de cabello. Su majestad volteó a mirar a sus amigos y les dijo que quería
hacerse unos mechones rosas, más su prometido objetó, pero la damisela insistió. Viendo
que no iba a ceder el marqués aceptó de mala gana. Fabiola preguntó a sus amigas si iban a
rotundamente. Katalina dijo que quería salir a caminar con Victoria por un rato, solo para
conocerla mejor. Victoria no comentó, pero la sonrisa de su cara habló por sí sola. Después
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Durante la caminata hablaron sobre el reino natal de Katalina: Ucilia. Galecia era
una ciudad que se regocijaba en colores que decoraban las colinas de los alrededores
contrastando con el mármol. Estas se extendían hasta donde alcanzaba la vista. El blanco y
atractiva para los visitantes. Las calles de piedra simbolizaban la fortitud de una ciudad que
ha aguantado el paso del tiempo, mientras las estatuas resguardaban la villa como soldados
La duquesa le comentó a Victoria sobre la belleza de las playas del noreste del
reino. Le platicó de cuán blanca era la arena durante Crimsonhigh, casi al punto de parecer
nieve. El extenso océano era una rareza en el continente, algo que atraía a turistas alrededor
del mundo. Se decía que sus aguas le otorgaban un poder mágico y curativo inigualable a
aquellos que nadaban en ellas, aguas que colindaban con la frontera de Kartina, al norte del
Bosque de Alcani. La duquesa también mencionó una celebración anual. Se daba cada
con millares de viajeros extasiados por las festividades. Los ciudadanos reciben a las
multitudes mientras decoran las calles con banderas y linternas. Abunda el dulce aroma del
chocolate y galletas de almendras, algo que siempre abre el apetito de los invitados.
La espadachina prometió que algún día iría con ella a nadar un poco en ese mar.
Ante esta promesa Katalina respondió con un abrazo. Victoria simplemente se sonrojó un
poco y continuaron con su plática. Un rato después se toparon con una tienda. La duquesa
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—Khur, Metherl, Opalsi, Barhtek.
Katalina leía los grabados cuando de pronto una venerable mujer, desgastada por el
—Tenga cuidado, jovencita, ¿o acaso quiere invocar una ventisca? —comentó la ancianita
—Puedo ver que tienes buen ojo para la joyería, damita. Este collar proviene del norte del
en un templo que le pertenecía a la familia Asimov, esto después la Gran Guerra. Se dice
que este amuleto posee un potencial mágico increíble que solo un pequeño grupo de magos
—Mi esposo era uno de los excavadores que fue a ese templo. Él me trajo el collar como
regalo de bodas. Han pasado tres años desde que falleció en una tormenta de nieve. Atesoro
este collar como mi propia vida, pero necesito el dinero para alimentar a mis nietos ¿Me
comprendes, señorita?
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—Serán diez monedas de oro como mínimo, señorita.
tornó taciturna.
gesto de cariño.
Victoria pagó por el collar e hizo una reverencia a la ancianita. La señora les
—Muchísimas gracias, señorita. Me alegra haber conocido a alguien con tanta pasión la
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—Espero que nuestros caminos se vuelvan a cruzar, al menos una vez más.
cabeza.
—Adelante, Victoria.
—Permíteme.
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— ¿Y cómo fue que decidiste volverte una maga?
Galecia tomé un libro que tenía registros de acontecimientos arcanos, como la Gran Guerra.
Algo dentro de mí me impulsaba a saber más. Todos esos relatos fantásticos, todas esas
personas famosas. Fue algo que conectó conmigo de manera casi instantánea, pero mi padre
se negó rotundamente. Por suerte, mi tía Brenda, la esposa de mi tío Enrique, era una maga
muy habilidosa, por lo que le pedí que me instruyera a escondidas. ¿Muy interesante, no?
cielo.
— ¡Algún día me convertiré en la maga más poderosa del mundo!, ¡la archimaga de Celes!
— ¿Hablas en serio? Por… por supuesto. No… no pensé que querrías que te enseñe magia.
—Muchas gracias por comprarme el collar, Victoria. Prometo que lo protegeré con mi
vida.
La doncella observó la mirada de la joven duquesa hipnotizada por esos ojos verdes
que imploraban cariño como en aquella noche en que se conocieron. Lo mismo pasaba con
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—Eres muy bonita, Kat.
El trance de las dos doncellas acabó cuando un conejo blanco se posó en el regazo
de Victoria.
— ¡Conejo!
—Adelante, Vic.
La duquesa bajó el conejo al suelo y se puso el collar. Estaba lista para volver con el
resto. Minutos después ambas llegaron a la estética. Afuera los chicos conversaban.
—Entonces pasé el resto del día en cama con dolor de cabeza y la boca reseca. Desde esa
ocasión tengo más cuidado con comer cosas que parezcan chocolate.
Geraldo platicaba con la joven sirvienta sobre algo que le pasó en el establo de su
remotamente impresionado y continuó con el regaño. Le dijo que los reyes los matarían a
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ambos en cuanto estos vieran a la princesa. La damisela lo ignoró completamente cuando
avistó a sus amigas y le preguntó a Katalina por su nuevo collar. Katalina le comentó que
Victoria se lo regaló. Al terminar de escuchar esto, la princesa les preguntó si les gustaba su
atuendo de su amiga con una sonrisa. Repentinamente un aldeano llegó a donde estaban los
sus compañeros que continuaran sin ella. Los muchachos aceptaron y siguieron con su
paseo.
muchachos llegaron a resguardarse en una posada y hacer algo de tiempo para esperar a los
amantes.
Katalina subió por la escalinata junto con Victoria y Geraldo ayudó a Nadia a subir.
Ya frente de la posada la sirvienta abrió la puerta y el grupo se topó con una pila de
escena. Había sangre y órganos esparcidos por el suelo. Aún no olía a podrido. Al parecer
el ataque era reciente. Fuera quien fuera, no tuvo piedad ni a mujeres ni a niños. Katalina,
junto a Nadia, también gritó horrorizada ante la grotesca escena, cuando de pronto apareció
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Uno de ellos sacó un puñal de sus mangas.
jóvenes.
—Esa información es confidencial. Captúrenla y no dejen testigos. Esas fueron las órdenes.
sortilegio e invocó un considerable número bolas de hielo y las lanzó contra varios de los
encapuchados directo a sus rostros. Uno de los atacantes dibujó un circuito mágico en el
suelo y lanzó una ráfaga de energía hacia Victoria. La espadachina fue derribada y se
estampó contra uno de los muros. Antes que el encapuchado pudiera apuñalarla Katalina lo
congeló.
— ¡Victoria!
Otro atacante lanzó una onda de choque logrando impactarla contra la barra
mientras Geraldo noqueaba a uno de ellos dándole tiempo a Nadia para invocar una runa
mágica y formó un pilar de tierra. Este sortilegio golpeó a unos cuantos y destrozó el techo.
Los encapuchados que se encontraban debajo fueron enterrados por los escombros y
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Justo cuando parecía que la balanza estaba de su lado más asaltantes aparecieron de
entre la maleza.
—Un poco…
La espadachina tomó un puñal del suelo y atacó a uno de los agresores. La dama
aún no asimilaba del todo lo que acontecía. Lo que había empezado como un día cualquiera
dio un giro muy crudo. Esto ya no era un combate de práctica. Ahora peleaba por su vida y
la de sus seres amados. Una mala movida le costó un tajo en su pecho, pero inmediatamente
se reincorporó y clavó el cuchillo sobre el estómago del contrincante. En eso, una onda
eléctrica la golpeó por la espalda. Esto la hizo caer retorciéndose del dolor. Las piernas de
la doncella se paralizaron. Victoria, aterrada por lo que le pasaba, se arrastró por el suelo y
buscó algo con qué levantarse. Katalina estuvo a punto de ir en su ayuda, pero también una
onda eléctrica la detuvo. Si continuaba peleando podría morir y lo que menos deseaba
Katalina en ese momento era morir y abandonar sus sueños, pero tampoco quería
Por más que le dolía, la duquesa decidió huir por auxilio, pero uno de los
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— ¡Maestra! —Exclamó Nadia para después dibujar una combinación de runas en el suelo,
con lo que logró lanzar una ráfaga de trozos de arcilla y golpeando a varios atacantes.
Sin que ella pudiera darse cuenta uno de los enemigos se lanzó sobre la sirvienta.
Geraldo se puso enfrente de ambos y fue apuñalado en el estómago. Con las últimas gotas
a auxiliarlo inmediatamente y formó una cúpula de arcilla para protegerlo tanto a él y como
puso en frente de ellos. Al presenciar la escaramuza Fabiola se transformó, estaba lista para
luchar. Saúl inmediatamente se lanzó contra varios de ellos y los noqueó de uno en uno con
solo su fuerza bruta. La princesa tomó un palo del suelo y se movió rápidamente derribando
mirada adentro de la posada sintió una nausea punzante. Fabiola cayó de rodillas y vomitó
ante la desalentadora escena. Victoria recogió una extraña insignia del suelo: un ojo en
medio de tres triángulos mientras los soldados de la armada se llevaron a los atacantes y
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ayudaron a los jóvenes a volver a sus casas. Katalina se encontraba inconsciente, pero fuera
Después de ese día los muchachos jamás olvidarían las capuchas rojas como las
llamas del sol que usaron sus atacantes. Pasaron dos semanas desde el ataque. No fue fácil
para los muchachos recuperarse de la tragedia. Atender sus heridas emocionales fue
necesario. Victoria y Saúl continuaron con sus clases de esgrima; Geraldo pasó los últimos
días en reposo para recuperarse de sus heridas; Katalina salió del hospital a la brevedad y
continuó secretamente con sus investigaciones al lado de Nadia; y Fabiola regresó a atender
asuntos reales con respecto a la nueva ruta comercial. Además, a la princesa le fue
encomendado, por la Orden del Loto, investigar sobre el paradero y origen de los
encapuchados.
Victoria no estaba muy cómoda con la situación. Fueran quienes fueran esos
asaltantes existía la probabilidad de que regresaran. Ponerse alerta era lo recomendable, por
lo que Victoria y Geraldo, ya recuperado, fueron a casa de Katalina para entrenarla en artes
marciales.
observar la nueva adquisición de su maestra. La joven bruja le comentó que había sido un
regalo de Victoria y que lo encontró atractivo por las runas grabadas en los diamantes
azules y que, según su antigua dueña, tenía cierto potencial mágico, o al menos eso fue lo
que le habían relatado. Cuando tenga tiempo investigaré más sobre él, se dijo la dama.
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Desde el otro lado de la puerta la voz de Victoria se escuchó, quien solicitó entrar a
la recámara. Deseaba hablar sobre el asalto: “no podemos permitir que vuelva a pasar algo
caballero la mucama se posó frente a él, lo abrazó y le agradeció por salvarle la vida. El
frío y seco. La doncella comentó que la visita de su amigo y ella se debía a que buscaban
entrenarla en artes marciales: combate cuerpo a cuerpo, para ser más específicos. La
mínimo la idea de luchar con sus propios puños; le parecía algo de salvajes. Ni siquiera
inclinó hacia atrás. Pero le resultaba vergonzoso el haber abandonado a sus amigos.
—Perdónenme, chicos. Prometo que jamás volveré a huir de la misma manera que lo hice.
hombro y le devolvió una sonrisa para animarla. Ante este gesto de cariño la duquesa
aceptó la invitación de sus amigos. El grupo salió entonces del castillo para comenzar las
clases.
colina tapizada por una gran variedad de flores. La tranquilidad de ese lugar se acentuaba
cada vez más debido al cantar a las cigarras y los grillos. Los frondosos árboles eran tan
altos que obstruían la vista hacia las calles. El viento soplaba con fuerza y movía los
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arbustos de los alrededores empujando a las hormigas que cargaban consigo fragmentos de
hojas. Ya en la cima, Geraldo le mostró una pose de combate y le pidió a Katalina que la
replicara. La dama hizo lo mismo, pero el caballero notó un fallo esencial. La posición de
los pies le daba un inestable centro de gravedad. Una barrida era todo lo que tomaría para
que la dama quedara fuera de combate. El espadachín la ayudó para corregir su postura. La
patadas, llaves y derribos. Todo esto le pareció tan ajeno para la duquesa. El tiempo que
invirtió en sus estudios arcanos, el escaso ejercicio y todas las golosinas que tanto adoraba
comer cobraron factura en el cuerpo de la damita. Le costaba seguir el ritmo de sus tutores.
Unas horas después y ya casi cayó rendida al suelo. Jadeaba por aire y sus finos ropajes
ahora estaban impregnados con sudor, pero Kat se rehusó a tirar la toalla.
— ¡Ataca!
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— ¡Geraldo!
—Nada mal… pero no piense que tiene la ventaja solo porque acertó el primer ataque.
—Gracias.
Katalina le devolvió una sonrisa para luego caer sentada en el suelo por la fatiga.
—El entrenamiento apenas ha comenzado, Kat. A partir de este punto solo se volverá más
difícil. Pero si en alguien tengo fe en que aprenda artes marciales, esa eres tú — Expresó
—Gracias, Victoria.
ese momento dentro del corazón de Katalina. Ese mismo sentimiento de alegría que tuvo la
primera vez que logró realizar un encantamiento se revivió en ese momento con la primera
sesión de combate. La dama no pudo contenerse más y sollozó de felicidad sobre el hombro
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Capítulo 4: Una cena, una celebración. La maestría de la espada se ha completado
Han pasado cinco años desde que Victoria y Fabiola fraternizaron con la duquesa.
Durante este tiempo la espadachina continuó entrenando a Katalina, quien proseguía con
Victoria se encontraba acostada divagando: “aún no puedo creer que mañana sea el
día. No lo sentí venir. Además, aún no sé qué quiero hacer con mi vida. Fabiola y Saúl
pronto serán los reyes… algún día. Geraldo irá a enlistarse en el ejército… y Kat… no
parece que hayan pasado cinco años desde aquella fiesta de Fabiola. Antes de esa noche, no
recuerdo haber conocido a otra chica como Kat… tan inteligente, refinada, amable y
bonita”. Se levantó de golpe de la cama y sintió un ardor en el pecho, lo cual no detuvo sus
divagaciones: “momento… ¿en serio dije que ella era bonita? Yo…bueno… no es que ella
no sea bonita, pero jamás había visto a otra chica de esa manera en mi vida. Además, ella se
ha puesto muy linda desde que empezó con el entrenamiento. Nunca me he sentido tan feliz
al estar junto a alguien… no de esa manera. Me pregunto si ella siente lo mismo… ¿en qué
estoy pensando? Necesito algo de aire fresco”. Victoria salió al balcón. Durante el resto de
la noche no pudo sacarse a la duquesa de la cabeza y siguió confundida. Una fuerte llama se
encendía entre más pensaba en ella. Si no fuese porque ya estaba agotada por el último día
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Para la suerte de Victoria, ella no era la única en vela, pensando en una persona
diario. “Ahora que pronto será la fiesta del papá de Fabiola, me muero de ganas de estrenar
ese exquisito vestido que me compré especialmente para la ocasión. Solo espero que a
Victoria le guste ese estilo, tanto como a mí. Ella ha sido tan amable y dulce conmigo.
Yo… solo espero que este sentimiento que tengo por ella sea recíproco. Le confesaría, pero
tengo tanto miedo… Solo puedo rezar porque sea ella quien dé el primer paso… Tranquila,
Katalina. Ten algo de fe. ¡Tengo una idea! Me le declararé la noche de mi graduación. Pero
me gustaría que estuviéramos a solas. Solo ella y yo… Mañana la invitaré a mi graduación.
Solo espero que acepte.” Al terminar de escribir estas reflexiones, Katalina fue a acostarse.
estacionado afuera del castillo de los Montesco esperando a Katalina y a Nadia. Las dos
duquesa compartió en voz alta algunas observaciones con respecto a su tesis: “un poco más
Entonces, la maga preguntó por los padres de la espadachina: “salieron a la frontera con
Ucilia. Los años pasan y las desapariciones solo empeoran”, fue su respuesta.
Nadia entonces preguntó si era probable que los asaltantes de hace cinco años
mientras los muchachos al recordar aquel fatídico día. Victoria golpeó su asiento de la rabia
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En eso, el coche se topó con Geraldo. Fabiola detuvo al conductor y le dio permiso
al espadachín de subir. Cuando el vehículo retomó el camino el joven preguntó sobre lo que
sus amigos platicaban. Victoria fue breve y al punto, y directamente dijo que hablaban
sobre el atentado que vivieron cinco años atrás. Geraldo se cruzó de brazos y agachó la
mirada al escuchar esto. Aún tenía la cicatriz física y mental de ese acontecimiento. Lo que
más deseaba desde ese día era ver la sangre de los atacantes en sus manos. También
comentó que iba a unirse al ejército para ganar algo de dinero para su familia y de paso
lejos del asunto. Su tono de voz se sintió crudo y cortante y su mirada mostró una profunda
molestia.
terminar. Solo faltaban Saúl, Geraldo y Victoria. Estaban con el resto de sus compañeros y
—Saúl Giesler, pase y escoja su arma, por favor —dio Fabiola la indicación al marqués
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El joven pasó adelante para luego tomar lo que parecía ser un berdiche. Un hacha de
—Escojo el berdiche.
—Sí, su alteza.
sueños Saúl pensó que su propia novia lo nombraría caballero. Sintió un cosquilleo en el
—Fabiola.
—Gracias, su alteza.
zweihanders, estoques y demás. Continuó caminando por unos segundos, pero de pronto se
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—Que así sea. Pase enfrente, por favor.
—Gracias, su alteza.
nerviosa. Aún no podía creer que iba a volverse una Dama. “Cálmate, Victoria. Puedes
—Escoge tu arma, Victoria Hosenfeld. El arma que escojas no solo define tu futuro estilo
detuvo sobre un estoque. La dama escuchó una voz en su cabeza: “escógeme a mí”, fue lo
que creyó escuchar. La doncella contempló el sable por un breve instante. Le fascinó la
sutileza y belleza que mostraba el arma, la cual por alguna razón le recordaba a una
—Perfecto. Si esa es el arma que te acompañará por el resto de tu vida como espadachina,
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A Katalina le pareció un poco encantadora la escena al ver que su maestra de
defensa personal se volvía una Dama. La duquesa se cubrió la boca y se sonrojó un poco
sin poder evitar reírse pícaramente. Victoria escuchó a su amiga y volteó a mirarla. “Has
crecido mucho desde que nos conocimos, mi Dama en armadura brillante”, susurró Kat.
—Gracias, su alteza.
—Desde este momento ustedes ya no son mis alumnos. Con todo el orgullo del mundo, los
declaro espadachines oficiales. Que el camino de la espada los dirija al futuro que deseen.
El maestro Álvaro hizo una reverencia final y sus alumnos devolvieron la cortesía.
—Como princesa y campeona de la Reina Eridione, les doy una bendición y mi protección
en su camino de vida.
resonante ovación.
Cuando Fabiola fue con sus amigos los tres caballeros se quebraron en un llanto de
alegría y se dieron un abrazo grupal. Desde ese momento, Victoria, Geraldo y Saúl se
quería hacer algo especial para su amante y sus amigos, como muestra de cariño por su
conmemoración. Algo que a ella le fascinaba eran las cenas extravagantes y lujosas. Lo más
que podía hacer era pagar una velada en el restaurant más fino de Pralvea. Al proponerles
esto a los muchachos aceptaron inmediatamente, pero la joven sirvienta se vio cohibida.
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“Supongo que esto va a ser una fiesta solo para ellos. Alguien de mi status social no tiene
negocio alguno en esas celebraciones”, pensó. Al ver a su amiga taciturna, Katalina le frotó
la espalda y la invitó a la cena. Nadia se negó varias veces, pero Geraldo la persuadió con
Victoria aún tenía la intención de preguntarle a Fabiola el por qué se encontraba tan
distraída en la mañana, pero deseaba hacer eso a solas. La dama le pidió a la princesa
conversar lejos del grupo. Fabiola vio con cautela ese rostro serio de su amiga. Algo no le
gustaba en esa mirada. Un escalofrío cruzó su nuca a la velocidad de un rayo. “Está bien”,
pudiera escucharlos.
La princesa retrocedió un poco. Victoria tocó un tema del cual Fabiola no quería
hablar.
—No me mientas, Fabiola. Sé bien cuando alguien me oculta algo. ¿Por qué estuviste tan
insistente en que nos alejáramos del asunto de las desapariciones?, ¿qué tanto sabes?
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La princesa respiró profundamente y colocó sus manos en su regazo. Le dolía que
tener que afrontar a su amiga de esa manera, pero tampoco quería enfurecerla.
—Está bien. Te lo diré. Pero prométeme que no hablarás de esto con otra gente. No se lo
—He estado ayudando al ejército y al comandante Luttenberg a investigar más sobre las
desapariciones. Unos meses atrás estuve recolectando información de los monjes del
Templo del Loto. Pero hace poco encontramos restos de cuerpos humanos a las afueras de
—Es por esto por lo que no quiero involucrarlos, Victoria. Hay algo merodeando este reino,
¿podemos volver con los demás, por favor? No quiero seguir hablando sobre esto.
—Qué seas una campeona no quiere decir que puedas con esto tu sola. ¿Lo sabes, verdad?
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—Esta es mi responsabilidad como princesa, como campeona. Por favor mantente fuera de
Fabiola tembló del miedo y comenzó a sollozar. Victoria frotó la melena bronceada
—No quieras hacerte la valiente si las cosas empeoran. Es todo lo que tengo que decir.
—Gracias.
cara.
—Adelante, Fabio.
Cuando Saúl dijo esto, Katalina, Nadia, Geraldo y Victoria subieron a la carroza
listos para marcharse. Un rato después el coche llegó a la casa de Victoria. La espadachina
se despidió de sus amigos, no sin antes susurrarle al oído a la princesa: “no hagas una
— ¿Puedo quedarme un rato contigo, Victoria? Hay tanto que quiero conversar —dijo
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Vic se sonrojó fuertemente y asentó con la cabeza. Katalina tomó de la mano a su
amiga y ambas bajaron del coche para dirigirse adentro de su mansión. Al entrar ambas se
toparon con Rogelio. Estaba barriendo el piso. Lo saludaron y Victoria preguntó por el
paradero de sus padres. El mayordomo dijo que habían salido con el comandante
Luttenberg para tratar algo relacionado con las desapariciones. También le preguntó sobre
galletas de chocolate. “¿Qué más hay de comer, señor Rogelio?”, preguntó Katalina. El
sirviente dijo que había pastel de frambuesa y crema de chocolate. Al escuchar esto la
duquesa pidió amablemente que trajera un trozo y un café con crema. El mayordomo se
levantó del sillón y se fue a la cocina mientras las dos jóvenes se sentaban. Al estar tan
cerca de su amiga Victoria captó un dulce aroma familiar. “es extraño, Katalina se puso su
perfume de moras silvestres. Ella no suele usarlo a menos que sea para ocasiones
especiales. Aun así, huele bien. Y ese labial negro no se le ve mal. ¿En qué estoy
pensando? ¡No debería ver de esa manera a una amiga, a una chica!”, pensó la espadachina,
—No es necesario…
73
Entonces Katalina colocó su mano en la cabeza de Victoria y la enfrió un poco. La
doncella balbuceó unas palabras sin sentido… no encontró las palabras justas para ese
—Gracias.
Minutos después Rogelio regresó a la sala. Cargaba una bandeja con las órdenes de las
señoritas.
— ¿Interrumpo, señoritas?
—Victoria tiene jaqueca. Quise bajarla con mi magia, señor Rogelio. Es todo —replicó
Katalina.
Sin más qué decir, Rogelio soltó una sonrisa y se sentó con las chicas. Algo dentro
—Disculpe, señor Rogelio, ¿le molesta si le pregunto sobre cómo conoció a su primer
amor?
El sirviente les sonrió de nuevo a las damas y comenzó a relatar sus orígenes: “fue
hace cuarenta y un años, cuando Ernesto Leonhardt aún era el rey. La conocí cuando mi
familia vivía en el sur del reino, en Fellberg. Ella era una bella campesina. Cabello dorado
cual trigo, ojos azules como el cielo y una sonrisa de ángel que me dejó cautivado de por
vida”. Seguido de eso Rogelio comentó que su esposa murió dos años atrás. El rostro de la
bruja se sonrojó al escuchar esto. “Que horror, no debí preguntar eso”, pensó la dama.
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Como maniobra de defensa ella desvió el tema y le preguntó desde qué edad se dedicó a
servir a los Hosenfeld. “Tenía 22 años. Los abuelos de Victoria murieron y la leucemia de
mi padre empeoró. Los condes me ofrecieron trabajar para ellos cuando asistí al funeral de
era demasiado tarde. Él murió unos años después de sus abuelos”. La dama se sonrojó aún
más al escuchar esto. “¡Por las Reinas, justo cuando pensé que podía mejorar la
señorita Montesco. Me alegra que pueda conversar esto con ustedes. Me sirve para
de la espadachina. El cuarto parecía estar quemado por el gris de los muros. No había
mucha decoración. Solo una cama cubierta con sábanas moradas y una estantería de abedul
donde reposaba una lámpara de oro. El gabinete estaba retacado con anotaciones de los
—Lo lamento, Victoria. Quedé como una inepta en frente del señor Rogelio. Debí
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La duquesa se acercó a su amiga y le tomó de las manos, con una sonrisa de perlas.
Katalina apretó las manos y agachó la cabeza. Era obvio que no quería decirle la
razón exacta.
Katalina se quedó callada por un momento. Viendo que Victoria no iba a quedarse
—Eres mi mejor amiga. Este evento significa demasiado para mí. Y quiero compartirlo con
Los ojos de Victoria se abrieron con intriga al escuchar estas palabras. Jamás pensó
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La espadachina rio un poco.
—De nada.
—Bueno, ya me tengo que ir, Victoria. Tengo que terminar mi tesis —comentó Katalina y
después abrazó a la doncella. Victoria sintió su cuerpo más cálido ante esta muestra de
cariño. La damisela titubeó un poco antes de devolver la cortesía y luego dijo: “hasta luego,
Kat”.
Unas horas después los condes llegaron a la casa, listos para cenar. Durante la cena
poco mientras comía reaciamente su filete. Entonces, Homero le dijo a Victoria que
necesitaba ayuda en investigar una serie de desapariciones a las faldas del Glaciar de Nizen.
El rostro de Victoria se tornó pálido al escuchar esto. Solo apenas unas horas atrás Fabiola
le advirtió de que se alejara de ese caso y ahora su padre le pedía ayuda. No quería romper
la promesa de su amiga, más se rehusaba arriesgar la vida del conde. Victoria se cubrió el
rostro y respiró profundamente. “Está bien, papá”, fue su respuesta. La damisela se levantó
de la mesa y se retiró a su cuarto tan rápido como le fue posible. “¿Con qué cara le voy a
decir a Fabiola sobre esto?”, pensó una y otra vez durante el camino a su recámara. Ya
adentro se tiró a la cama, se cubrió el rostro con una almohada y refunfuñó entre dientes.
restaurante. Era de noche. Las lámparas de las carrozas y postes regalaban una iluminación
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—Muchachos, creo que no debería estar aquí —comentó Nadia, mientras jugaba con las
—Yo me sentía así cuando empecé a acoplarme con las chicas. Pero ya me acostumbre.
—Ese es el problema. He vivido con la señorita Katalina por mucho tiempo, y aun así todo
—Mi familia es del sur de Elbea, en la frontera con el reino de Alduain. ¿Por qué
preguntas?
— ¡Vaya sorpresa! En unos cuantos meses saldré con mis padres al reino de Elbea para
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—Por supuesto que sí, Nadia. Los amigos de mis amigos son mis amigos. ¿Era así como
iba la frase?
compañero.
— ¿Y quién, Copito?
—La mujer a la cual Victoria le compró mi collar. Hay tantas cosas que quiero hablar con
— ¡Me encantaría conocerla, de ser así! —exclamó Fabiola con una sonrisa en su rostro.
Victoria permaneció callada y reflexionó sobre lo que su padre le había dicho días
atrás. Ella temía que su amistad se pusiera en peligro, más odiaba la idea de mentirle a su
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— ¡Por supuesto!
—No te tardes mucho, Fabiola. El viaje a la frontera oeste es en la mañana —recalcó Saúl.
Cuando Victoria y Fabiola salieron del balcón, Katalina les miró un poco
preocupada.
—Tengo unos asuntos con el secretario Samuel Ford. Es sobre el proyecto de las nuevas
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—Porque Luttenberg le asignó el caso de las desapariciones, ¿verdad?
—Luttenberg me avisó sobre ello hace unos días atrás. Me imagino que querías “pedirme”
—Mi padre me pidió que fuera con él. No quiero que sea devorado por sea lo que sean esas
cosas, Fabiola.
— ¡Y tú mejor que nadie debería saber cuán asustada estoy por perderlos a ustedes! Te pido
esto, no como la princesa o la campeona de Eridione. Sino como tu amiga. Mantente fuera
dama sintió a la princesa temblar del miedo. Odiaba ver a su amiga en un estado tan
vulnerable como en el que estaba, más tampoco podía desamparar a su padre. Aunque le
doliera hacerlo, la espadachina se mordió la punta de la lengua y cruzó sus dedos detrás de
su espalda.
—Lo prometo.
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La princesa no la soltó. Victoria no quiso molestarla. Simplemente se quedaron así
Al salir del baño se toparon con un caballero. Victoria se quedó contemplando esa
figura andrógina. Por un momento no podía descifrar si era un hombre o una mujer. Ese
cabello largo como oro, una piel de seda y ojos chocolates no parecían serle siquiera
humanos.
muchacho.
alteza?
—Un placer, señorita Hosenfeld. He escuchado sobre los logros de su familia, así como los
de la familia real.
—Su nombre me suena familiar. ¿Conoce a los duques Montesco, de pura casualidad?
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—Manzanita.
—Por supuesto que sí, señorita Victoria. Ellos han ayudado mucho, con la ruta comercial
—Tengo una reunión con él en la frontera de Astrid. ¿Qué lo trae por aquí, señor Russbell?
—Vine a reunirme con un cliente mío y a comer algo. Escuché que el filete miñón de este
—He escuchado también que usted es la campeona de una diosa, su alteza. ¿Es eso cierto?
— ¿Y por qué se empujó a ese extremo, su alteza? Ser una vasija conlleva más
—Porque quiero ayudar a este reino con cuanto pueda. Y si puedo aspirar a algo mucho
más que solo ser una típica princesa, que así sea. Para mí es un honor servir como ejemplo
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— ¿Está haciendo esto porque usted siente que es lo correcto?, ¿o solo lo hace porque
Fabiola retrocedió un poco. Esa pregunta atacó un punto débil que la dama no
quería aceptar. Su fachada no iba a durar mucho tiempo. Todos sus esfuerzos por disimular
—No. No fui obligada a volverme una vasija, fue por el bien de Kartina. Esa fue la decisión
—Muy bien, me alegra saber que ese fue el camino que decidió seguir. Solo recuerde elegir
correctamente el lado que va a tomar cuando la hora de la verdad legue. La historia solo
cliente me espera.
Al decir esto Russbell hizo una reverencia y se alejó dejando solas a las damas.
Victoria no pudo evitar sentirse inquieta por esas últimas palabras del empresario, pero no
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Geraldo relataba una anécdota a los demás, quienes respondieron con una carcajada.
— ¿Y qué te hizo pensar que podrías cazar una marmota con una espada? —preguntó
Katalina.
—Si puedo derrotar a una persona con una espada, por supuesto que puedo contra una
continuaron con la celebración, listos para dar el siguiente paso en su vida adulta. La
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Capítulo 5: Más que una amistad. La llama de la pasión arde.
Dos días después de la cena, Fabiola se encontraba en su reunión con Samuel Ford,
ruta ferroviaria. Ésta empezará desde la ciudad de Seger, en Astrid, se extenderá por las
Reino de Zouffitis. “Estamos muy agradecidos por su ayuda”, comentó Ford. “Esperemos
que esto inaugure una nueva era de prosperidad entre nuestros países”.
Fabiola aún se sentía muy preocupada por la situación actual. Lo más que deseaba
era retirarse de ese sitio y volver a la capital, para continuar con su investigación. Fuera lo
que fuera que estaba raptando a toda esa gente, tenía que ser detenida, lo antes posible. Al
salir de la reunión, Fabiola conversó con su padre, para que la dejara volver a Pralvea “es
con respecto a las desapariciones”, fue su explicación. “Ten mucho cuidado”, fue la
Pralvea, sin avisarle al resto. “Llegaré más rápido a la capital si voy volando”, fue lo que
pensó la princesa, en ese momento. “Mamá… Saúl… perdónenme por tener que irme así…
ambiente se sentía muchísimo más frío y quieto que de costumbre, especialmente tomando
en cuenta la época del año. Aquel lago congelado donde los pescadores salían a trabajar
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estaba desolado. Ni siquiera se veían o escuchaban animales pasar por la taiga al oeste. El
— ¡Sí, señor! —Respondió Rogelio con un rifle en las manos— Ayúdeme con este tronco,
señorita Victoria.
— ¡Enseguida!
rasguños. Las marcas de garras en aquella camisa no parecían ser de cualquier animal
salvaje.
Un aldeano llegó hacia donde estaban. Estaba cubierto por sangre con el rostro
pálido.
— ¿¡Que sucede!?
—Mi familia y yo recogíamos leña en el bosque cercano al glaciar. Fui a tomar un poco de
jugo. Solo fueron unos segundos… y escuché los gritos de mi padre y mi esposa. Cuando
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—Está bien. Guíanos al lugar donde sucedió el ataque y nosotros nos encargaremos. Ya
estamos en el caso.
Sin dudar más, el grupo se dirigió al Bosque de Nizen al oeste del Glaciar. Minutos
después los cuatro llegaron a donde el aldeano dijo que ocurrió el ataque y plagio
El viejo aldeano cayó sentado al suelo claramente aterrado ante los comentarios.
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—Está bien, señor.
Victoria notó marcas rojizas en los lirios que crecían cerca de los árboles en los
Los tres vieron esa horripilante escena. Una pila de cadáveres humanos que se
descomponía en el bosque. A algunos de esos cuerpos les faltaban extremidades, a otros sus
cabezas… además de los que estaban con los intestinos y órganos expuestos y regados por
el suelo.
— ¡Sigámosle!
escucharon los gritos del aldeano atenuándose rápidamente en un posterior silencio mortal.
Cuando el conde gritó esto se toparon de nueva cuenta con esa silueta. Esta goteaba
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— ¡Cuidado!
Justo cuando la bestia iba a atacar a los Hosenfled la voz de Fabiola se dejó
escuchar. Ella bajó transformada rápidamente en frente del grupo y le cortó el paso al
— ¿¡Fabiola!?
— ¡Cuidado, Victoria!
hacia ella. La princesa empezó a tocar una melodía y una espesa neblina cubrió el área.
Fabiola tomó a su amiga de la mano y, justo cuando el ataque de la bestia iba a impactarlas,
Rogelio.
el combate. Cuando se dio cuenta que no estaba a la altura de su amiga la espadachina dejó
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— ¿Es esa su alteza Leonhardt? —preguntó Rogelio.
Victoria y materializó una lanza: su filo brillaba con la fuerza de mil estrellas y poseía un
mango cubierto con incrustaciones de runas, lo cual atrajo la atención de Victoria. Sin
perder la concentración Fabiola lanzó varios tajos con su lanza, pero de pronto recibió un
golpe en las costillas. El impacto fue tan fuerte que fue proyectada contra un árbol.
retiró del lugar rápidamente. Al presenciar esto, Fabiola volteó a ver a los muchachos con
un rostro preocupado para luego irse de ahí. Antes de que Victoria le siguiera su padre la
detuvo.
situación actual!
Terminada la desventura el grupo fue por sus caballos para dirigirse a la capital.
Real hablando con el comandante. En las paredes de los pasillos estaba impregnado el
emblema del reino de Kartina. La situación había llegado a un estado crítico. No había
—Y eso fue lo que pasó, comandante Luttenberg. Sea lo que sea esa cosa, si es eso lo que
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El conde le explicó esto al comandante. Luttenberg había perdido aquella figura de
mármol que lo caracterizaba de joven. Ahora solo era un adulto mayor algo pasado de peso
y con más barba que músculos y cabello. Un parche dorado cubría la cuenca del ojo
derecho que perdió décadas atrás y su armadura fue reemplazada por un traje militar color
sangre.
pelotones en las próximas 36 horas. Pueden retirarse. Les avisaré cuando necesite sus
servicios.
Luttenberg anotó la información en su libreta. Minutos después los tres salieron los
Más tarde, esa misma noche, Fabiola llegó a la ciudad fronteriza, donde Saúl y su
familia la esperaban. Saúl y la reina le regañaron por haberse ido tan súbitamente, más el
rey prefirió no comentar. Fernando quería comentar sobre por qué fue que Fabiola se fue
así. Pero este era un secreto entre ella y él. Era mejor evadir el pánico colectivo.
Faltaban dos días para el cumpleaños del rey Fernando. Victoria no dejó de tener
pesadillas relacionadas con lo que pasó. Constantemente soñaba que corría por los pasillos
del castillo Leonhardt y que esas bestias se comían a sus seres queridos. Dentro de su
cabeza aún escuchaba los gritos de horror y clemencia. Preocupada por lo que le había
pasado decidió visitar a Katalina para decirle lo que había pasado en el glaciar.
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preguntó por el paradero de su amiga. Federico le dijo que Katalina se encontraba en su
cuarto. También comentó que iban apurados pues tenían cita con un empresario. Victoria
asentó y dejó pasar a los nobles. Los archiduques respondieron con una reverencia y se
marcharon. Sin más que hacer, la señorita subió al segundo piso y llegó a la habitación de
la duquesa.
— ¿Kat?
costumbre. Hojas de papel y libretas tapizaban el piso. En estas había anotaciones y dibujos
Sinergia Arcana.
—Dime más.
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La duquesa sacó un diagrama y lo presentó a su amiga.
—La Sinergia Arcana se produce cuando dos magos tienen una alta afinación etérea. Por lo
común, esto se da entre dos o varias personas con un poderoso vínculo emocional.
— ¿Recuerdas que se usa éter para realizar hechizos? La afinación etérea es lo que
determina cuan dispuesta está una persona para aprender un tipo de magia. Hay personas
que pueden aprender más fácilmente que otras, dependiendo de su personalidad, pero
—La afinación etérea no solo sirve para interactuar con un tipo de magia en específico,
también se manifiesta en personas. Entre más fuerte es la afinación etérea entre dos o varias
personas, más probabilidad existe de realizar un hechizo combinado. Se dice que dos
magos con un alta afinación mágica son capaces de comunicarse entre sí sin siquiera
hablar.
— ¡Eso suena impresionante! ¿Pero cómo fue que quisiste investigar sobre ello?
—Fue cuando era niña. Recuerdo que en este libro leí que la reina, en ese entonces princesa
Illyana de Irvivea, salvó el planeta de una lluvia de meteoritos con ayuda del entonces
príncipe Hayden. Se dice que ellos hicieron un hechizo que destruyó los meteoritos y les
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Victoria se quedó pensando un rato, con respecto a esa historia: “Debió haber sido
un sortilegio muy poderoso como para tomar tanto tiempo para canalizarse”.
sintió el calor de su amiga. Tenía miedo por lo que podría pasarle después de lo que
aconteció en el glaciar.
—Katalina, estoy muy asustada. Sea lo que sea esa cosa… y si es que hay más de ellas,
—Es como lo que pasó hace cinco años. No sé qué problema tendrían esos tipos conmigo,
pero creo saber cuáles fueron sus intenciones. Cuando eres la segunda en fila para
busque poder de manera fácil va a optar por ese camino moralmente borroso —comentó
Katalina.
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—Pero tus padres harían hasta lo imposible por rescatarte, ¿O no?
—Victoria, cuando nos asaltaron estaba muy aterrada por lo que podría pasar. No por lo
que podría pasarme a mí, sino por lo que les pasaría a ustedes. Tengo miedo de perderlos.
No quiero volver a esa horrenda oscuridad en la cual estaba antes de conocerles. No quiero
Sin darse cuenta Victoria le tomó el rostro y secó sus lágrimas. Aquella mirada que
la espadachina presenció hacía cinco años se volvió a dar y ahora con más fuerza que
—Juro por las Reinas que yo te protegeré con mi vida. Prometo que me volveré más fuerte,
—Victoria.
—Kat.
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su cuerpo buscaba por más, pero al darse cuenta de lo que hacía separó sus labios
lentamente y se sonrojó.
—Kat… yo…
el momento en que Victoria tuviera la osadía de dar el primer paso, no iba a dejar que se
Deseando más de ese dulce néctar de Victoria la duquesa puso su mano en la nuca
labios de la educada y amable Katalina se volvían amenazantes ante los de Victoria. Estos
Luego de separar sus labios la hechicera le sonrió y después de una pequeña pausa la besó
de nuevo.
Victoria jugueteó un rato con la blusa del vestido de Katalina, quien hacía lo mismo
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Al darse cuenta de lo que hacía Victoria no pudo evitar sentirse avergonzada por
su casa.
— ¡Victoria!
reflexionando sobre todo lo que había pasado, pero ambas damas solo tenían una cosa en su
El día de la fiesta del rey había llegado, pero Victoria y Katalina no se sentían
preparadas. Desde temprano en la tarde sus cabezas se llenaron de dudas y sus corazones de
miedo. Faltaba poco para que se fueran al castillo. Ambas damas, en sus respectivas casas,
—Por las Reinas. No quiero ir a la fiesta. No sé con qué rostro voy a mostrarme ante
duquesa: “no puedo creer que haya besado a Katalina. Ni siquiera lo pensé. Mi cuerpo me
incitó a hacerlo… pero se sintió tan bien…. no imaginé que sus labios supieran tan bien…
¿En qué estoy pensando? ¡Ella es mi amiga! Cuando me encuentre con ella en la fiesta le
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pediré disculpas por ese incidente”. La espadachina hiperventiló un poco mientras se ponía
su perfume de lirios.
“Por las Reinas, estuve esperando ese momento por muchísimo tiempo y Victoria se
acobardó de esa manera. Me pregunto si fue demasiado pronto el haberla besado así.
Supongo que no está lista para comprometerse de esa manera conmigo… o quizá
simplemente no le gusto… ¡No es tiempo para pensar así, Katalina! Si no le gustara ella no
después maquillarse.
“Aún si yo le gustara a ella, mis padres me matarían antes de aceptar que tenga una
relación amorosa con otra mujer. ¿Por qué sigo pensando en esto? Ese beso solo fue un
creo que pueda seguir siendo su amiga… no quiero perderla. No quiero separarme de ella
después de haberle mostrado lo que en verdad siento… y entre más pasa el tiempo, más
pienso en ella”.
Victoria seguía también dándole vueltas al asunto: “si ella en verdad estuviera enamorada
de mí, ¿desde cuándo fue eso?, ¿debería preguntárselo?, ¿y sí ella no siente eso por mí?,
¿en verdad este será el final de nuestra amistad?”. Entonces, sin saberlo, ambas chicas
dijeron al mismo tiempo: “¡tengo que descubrir que siente ella por mí!”
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La fiesta había empezado. El castillo estaba hasta el tope de invitados. Todos ellos
se encontraban extasiados por la fiesta del rey Fernando. En la sala principal la princesa
Fabiola y un grupo de bardos famosos tocaban canciones con partituras mágicas. Unos
orbes de luz danzaban al ritmo de la melodía. La familia de Victoria llegaba a la entrada del
—Kat, ¿Co… cómo estás? Me… me sorprende que Nadia y Geraldo te hayan acompañado.
El espadachín iba vestido con una armadura de gala. La joven sirvienta iba vestida
—Yo estoy sorprendido que su majestad me haya dejado entrar —intervino Geraldo.
Cuando Victoria dijo esto sus padres se miraron por unos segundos para luego
100
—Está bien, cariño. Cuando tengas la oportunidad de ir con el rey Fernando, adelante.
Esperaremos en la oficina.
Fabiola.
disimuló.
—El secretario Samuel y nosotros atendimos una nueva ruta ferroviaria. En unos meses,
—Me encantaría ver ese nuevo prototipo en marcha —comentó Geraldo. Victoria se quedó
—Victoria.
— ¿Podemos hablar a solas un momento? —Victoria se quedó callada por unos segundos.
101
Ambas muchachas se retiraron con dirección al jardín.
Victoria hiperventiló un poco. No se sentía mentalmente preparada para hablar con ella en
privado.
Caminaron por un rato hasta que llegaron a la laguna del castillo donde no había
nadie alrededor.
Entonces la duquesa tomó varios lirios del suelo y se los presentó a Victoria.
—En muchas culturas los lirios simbolizan belleza y elegancia, así como relaciones
—Aquel día que nos atacaron… y aquel día donde me topé con esa bestia, lo único que
podía pensar era en ti. Tenía miedo de perderte para siempre. Debía luchar si quería
continuar a tu lado.
102
La espadachina tomó a su acompañante de la mano tan fuerte como pudo.
—Y pensar que han pasado cinco años desde ese entonces. ¿Sabes? antes de esa noche
—Pensé que tenías momentos igualmente divertidos con Fabiola antes de conocerme.
—Por más que me agrade estar con ella, Fabiola me ha metido en más problemas que
situaciones genuinamente divertidas. Antes de conocerte no solía juntarme con otras chicas.
Y si te soy sincera, me sentía muy sola. Por mucho tiempo olvidé lo que se sentía actuar
—Victoria… yo… yo también añoro ese día en el que te conocí. Antes de eso Nadia era mi
única confidente, pero jamás la he visto más allá de como una compañera y alumna…
jamás pensé que conocería a una dama con la que pudiera conectarme. Pero ahora, después
de cinco años, me alegra saber que ya no estoy sola. Me alegra saber que le importo a
alguien.
—Esa melodía…
Victoria se dejó cautivar por el aroma de fresas silvestres del perfume de la duquesa,
— ¿¡Victoria!?
103
Katalina se estremeció al ver la osadía de su compañera.
—Disfrutemos de la melodía.
Katalina seguía impresionada por lo que acontecía. Si bien quería que sus
sentimientos por Victoria fueran recíprocos, jamás pensó que, esa misma noche, pudieran
llegar tan lejos. Pese a lo súbito que se dio ese cortejo, a Katalina le encantaba cada
segundo en que Victoria pasaba sus manos sobre su piel y como rosaban sus cuerpos. La
amiga. Su mente decía no, pero su corazón decía sí. En eso, la duquesa se dio la media
Katalina frotó la mejilla de Victoria y le sonrió sin dejar de mover sus caderas
aún más.
104
“Si bien es mi amiga, es muy bonita… quiero sentir ese mismo fuego que ella siente
ahora mismo, quiero dejarme llevar por la melodía silenciosa que solo nosotras
sonrisa pícara, le dio la media vuelta a su acompañante para verla directamente a la cara.
—Adelante, madame.
cada vez más y más. Este fervor dentro de ambas muchachas las consumió rápidamente
provocando que sus mentes se nublaran. Para ese punto, solo movían sus cuerpos por mero
era el único combustible que necesitaba. El que sus padres, los de la duquesa o el resto del
mundo pensara de ellas ya no importaba. Ella solo quería deslizar sus manos sobre su
cuerpo para complacerla lanzando más leña sobre ese fuego que las carcomía. Entonces,
—Dejemos que esta llama nos consuma por completo, Kat. No te contengas.
Después de decir esto ambas se encontraban bajo la luz de la luna añil y sintieron una
llamarada devorar sus cuerpos, sus mentes y, sobre todo, sus almas. El ritual fue tan intenso
que terminaron rendidas en el piso. Las dos damiselas se miraron directamente a los ojos
con complicidad y comenzaron a reírse. Para ese punto ya no les importaba lo que sus
padres, sus amigos y el mundo entero pensaran de ellas. Se tenían la una a la otra en un lazo
espiritual más potente que cualquier magia. No les importó el frío. Sus cuerpos desnudos
105
Capítulo 6
Un rato después ambas se encontraron acostadas entre las flores de una solitaria
colina. La luna Astorias las bañaba con su luz de zafiros como única testigo. La sonata
Cuando Victoria volteó a ver a Katalina, una ráfaga de recuerdos cruzó su cabeza
como una parvada de cuervos: veladas donde salían a tomar chocolate caliente con pasteles
de moras, las tardes de patinaje en la Laguna de Feperd y las escapadas al Bosque de Nizen,
lo que de pronto parecían de tiempos lejanos a pesar de haber ocurrido apenas unos años
atrás. Para ese punto, ni la espadachina ni mucho menos la hechicera, podían verse como
—Eso fue extrañamente divertido, Victoria. Jamás me había sentido tan feliz en mi vida.
Katalina se regocijaba en una alegría interior. La persona que más amaba en todo el
mundo aceptó y consumó sus sentimientos por ella. Unas pocas lágrimas cristalinas
cruzaron el rostro de la bruja y su corazón latía con tanta fuerza que parecía que se le iba a
El tiempo se desvaneció para ellas, igual que se desvanecieron las dudas que tenían.
Solo había una cosa que era clara: ambas damas estaban perdidamente enamoradas.
—Kat, hay algo que quiero decirte, pero tengo un asunto que resolver con Fabiola.
106
Victoria se levantó del suelo lista para vestirse.
con una gentil sonrisa. Al regresar Nadia las recibió muy preocupada por su ausencia. La
sirvienta comentó que ambas damas se tardaron una hora en desocuparse de su “tango”.
Cuando Victoria notó que Fabiola se había retirado del vestíbulo le preguntó a Nadia a
dónde se había ido. La mucama le explicó que se encontraba hablando con un empresario
llamado Leonard. La espadachina abrió los ojos de la impresión y comentó que la princesa
y ella lo conocieron la noche de la cena. Victoria entonces propuso a las otras dos chicas ir
a la sala del trono. Katalina y Nadia asentaron con la cabeza y se dirigieron a donde se
Las chicas entraron a la sala del trono, donde los reyes hablaban con Leonard, y los
—Me alegra que entienda cuánto significa este proyecto para mí y para Samuel, su
majestad.
—Nuestro reino es quien debería estar agradecido por su ayuda, señor Russbell. Con la
nueva ruta ferroviaria nuestras naciones se encaminarán a una nueva época de prosperidad.
El rey le sonrió.
—Nosotros estamos más que contentos por ayudar a su reino a salir adelante después de su
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—Sí, prosperidad es lo que todos buscamos en la vida, ¿No lo cree, su majestad Cornelia?
—Muy bien. Muchísimas gracias por preguntar. Debo retirarme, sus majestades. Tengo que
Después de decir esto el caballero hizo una reverencia y se retiró de la sala. Victoria
Sus brazos dudaron un poco cuando se acercó a la princesa y le preguntó por lo que había
pasado hacía días, cuando de repente se escucharon estruendosos gritos de horror y agonía.
— ¡Sus majestades, es una emergencia! ¡El castillo está siendo atacado! ¡Criaturas
— ¿¡Qué dice!?
La princesa corrió hacia donde estaba el soldado cuando de pronto su padre le tomó
del brazo.
108
Los llantos y gritos se intensificaron y esto provocó que Fabiola se sacudiera la
— ¡Fabiola!
Justo después que el rey exclamara esto, al abrir la puerta, el grupo se encontró con
una escena horrenda. Bestias grotescas asesinaban y devoraban a los invitados y a los
soldados. Los pocos sobrevivientes que escapaban de la sala tenían heridas muy graves.
Al escuchar las órdenes de Cornelia, Victoria tomó de la mano a Katalina y a Nadia, listas
para rescatar a los demás. Pieles de cuero tan negro y pegajoso como el alquitrán, navajas
de plata oxidada como fauces y garras, cuernos que sobresalían como estalagmitas de
sangre y ojos que ardían con la furia de miles de estrellas, eran sus características
primordiales. En eso, uno de esos monstruos se colocó entre ellas y dejó ver sus enormes y
monstruo.
Nadia escribió unas runas en el suelo y fabricó una muralla de granito para contener
a los agresores. Los otros soldados ayudaron a desalojar a los invitados, pero eran
109
sangre lentamente impregnó a las damas, quienes se quedaron a auxiliar a los
sobrevivientes.
deseaba salir despavorida de ahí había vidas que dependían de ella y no tenía intención de
Victoria tomó una espada del suelo y rápidamente lanzó su ataque hacia la bestia,
pensando que eso bastaría para distraerlo o confundirlo un poco, pero simplemente se
sacudió y le escupió en la cara. La saliva que hedía a podrido obstruyó la vista de Victoria y
bajó su guardia por unos segundos. Eso fue todo lo que ese adefesio necesitó para golpearla
fuertemente con una de sus patas lanzándola contra un pilar de la sala. Victoria quedó
paralizada y lloró del miedo. Desde su infancia fue entrenada para no mostrarle miedo a la
muerte, pero ella no quería perder a Katalina, no ahora que se dio cuenta que la amaba.
dar el golpe de gracia, cuando de pronto una púa de hielo golpeó el estómago del agresor.
La duquesa le había salvado la vida. Ella y Nadia se acercaron a Victoria y Nadia invocó
En eso Katalina cubrió con hielo a Victoria para detener la hemorragia. Una
sensación refrescante circuló por la espalda de Victoria y lentamente recobró las fuerzas
para levantarse.
110
Las dos chicas asentaron con la cabeza y la cúpula se rompió; la dama volvió a
tomar la espada preparada para darle muerte a ese monstruo; Nadia atrapó las patas del
adefesio con su magia; Katalina lanzó una ráfaga de púas de hielo y Victoria saltó por el
aire para apuñalar la cabeza de la bestia. Borbotones de sangre bañaron los cuerpos de las
chicas al dar el golpe final. El monstruo soltó un último rugido antes de caer inerte al suelo.
al edificio. Un fétido olor despedía de esa piel podrida. Por un momento las damas sintieron
ganas de vomitar. Parecía ser una mosca gigante, pero algo en la apariencia de esa bestia
era desconcertante. Garfios de carnicero como patas, un millar de ojos ensangrentados, alas
de mosca hechas de jade y una boca con un centenar de cuchillas oxidadas despertaron las
al agresor.
cuando de pronto la bestia rompió el hielo y atrapó a Fabiola con sus garras. El adefesio ni
siquiera se inmutó.
— ¡Fabiola!
111
El marqués entonces se lanzó sobre la bestia.
El agresor lanzó a Fabiola contra un muro para luego aplastar a Saúl con sus patas.
Al ver a su amado caballero en peligro, la princesa se levantó rápidamente del suelo y tocó
una melodía con su teclado, invocando la misma neblina de la otra ocasión. La damisela
tomó la mano del marqués para sacarlo de las garras del monstruo. Saúl no parecía estar en
—Fa-Fabiola…
La princesa asentó con la cabeza y ambas amigas salieron a combatir ese monstruo.
— ¡Manténganse dentro de la neblina! ¡Mientras esta dure, ese demonio no podrá tocarnos!
Fabiola dio esta indicación y las dos chicas se dirigieron a atacar a la bestia.
Entonces Fabiola cambio de melodía y sacó su lanza mágica. Ambas atacaron las
extremidades de la bestia, pero las armas rebotaron sobre la piel. El monstruo entonces sacó
púas de huesos de sus costados y atizó a ambas. El golpe que había recibido Fabiola rompió
atacante lanzó otro zarpazo y penetró la armadura de Fabiola. La princesa trató de pararse
112
de vuelta, pero la herida que recibió la dejó fuera de combate. El monstruo entonces posó
— ¡Lárgate, bastardo!
de Istia.
— ¡Geraldo!
La sirvienta fue a donde cayó su amado y se cubrieron con una burbuja de tierra.
Victoria, con la poca fuerza que le quedaba, caminó hacia donde Katalina y se puso en
La dama perdía mucha sangre, pero no le importaba. Lo único que quería era
— ¡Victoria!
— ¡Victoria!
113
La duquesa continuó gritando de la desesperación y entró al mismo tiempo con la
—Kat…
Lo que Victoria más temía desde ese día en el glaciar había pasado: se llevaron a la
mujer que ella amaba. Lentamente la dama perdió la conciencia debido a la pérdida de
sangre.
Había pasado una semana desde el atentado en el castillo. El reino no fue el mismo
desde aquel día. Victoria se encontraba en el centro médico reposando en una cama. La
dama despertó de su coma lentamente encandilada por la luz del sol, cuando de pronto
Nadia se dirigió a ella. La sirvienta solicitó a la doncella que no se moviera. “Las heridas de
Al levantar la sábana, Victoria notó un vendaje que cubría todo su torso. Nadia
entonces le pidió que la dejara cambiar las gasas. La doncella asentó con la cabeza y la
sirvienta prosiguió.
— ¿Y por qué me atiendes? ¿No deberías de estar con los archiduques? —preguntó la
dama.
Nadia le explicó a Victoria que les pidió a los archiduques permiso para cuidar de
ella hasta que se despertara. “Era lo más que podía hacer por la mejor amiga de mi
maestra”, fue su explicación. Estas palabras punzaron el corazón de Victoria. Ahora que sus
sentimientos por Katalina se aclararon, la damisela se sintió devastada por lo que aconteció.
114
De pronto recordó que Fabiola fue herida esa misma noche. Su rostro se tornó
pálido ante la idea de que su amiga estuviera muerta. La doncella chasqueó sus dientes por
“Las cosas no han mejorado desde el día del asedio. Esos monstruos se llevaron a su
vieron forzados a esposarse para tomar el trono”. Cuando la sirvienta terminó de decir esto
Katalina, sino también al rey. “Y todo por mi culpa. Me acobardé cuando mi maestra y
usted más me necesitaban”. Nadia dejó caer las gasas ensangrentadas en el suelo y
comenzó a llorar. El corazón de la dama se desmoronó. Lo peor era que Victoria no sabía
— ¡Victoria! ¡Gracias a las Reinas que estás bien! Los doctores nos dijeron que era muy
quiso hacer lo mismo pero sus brazos no respondieron. “¡Mis padres! ¡Ni siquiera hablé
con ellos, antes del ataque!”, pensó la espadachina. Entonces, Victoria les preguntó a
ambos muchachos qué había pasado con sus progenitores. Nadia le ofreció ir a donde
ayudaron a su amiga a sentarse en una silla de ruedas dispuestos a ir a donde los condes.
115
Durante el camino a la recámara de sus padres, Victoria pensaba: “papá, mamá,
espero que estén bien. No quiero perderlos a ustedes, también”. El aroma a medicinas y los
nervios le agitaban el estómago a la dama. Quería vomitar, pero no debía. Un rato después
los muchachos llegaron a un cuarto y Nadia tocó la puerta. Del otro lado, la voz de Rogelio
dejó escucharse.
El mayordomo no tardó en abrir cuando escuchó estas palabras. Adelaida volteó a observar
a la espadachina y con lágrimas en los ojos abrazó a su hija tan fuerte como le fue posible.
La mirada de Victoria captó una escena que le desmoronó el corazón aún más: su padre
posaba en la cama con un parche en el ojo derecho, además de haber perdido su brazo
— ¿¡Papá!?
esposo y abrazó su nuca para besarle la frente. “Me defendiste hasta el final y es lo que más
me importa, cariño. No te entristezcas”, fueron sus palabras. Esa escena solo empeoraba la
—Mi trabajo aquí ha terminado, sus excelencias Hosenfeld. Debo retirarme con mis
maestros.
Entonces, Nadia sacó el collar de Katalina de una bolsa que cargaba consigo.
116
—La señorita Katalina perdió esto, antes de ser raptada por esos monstruos—comentó la
damisela—. Lo encontré después de que el resto de la armada los ahuyentara. Lo más que
esperanza se encendió dentro de ella. Nadia se inclinó ante la familia e intentó devolver una
sonrisa antes de volver al castillo de los archiduques. Al ver esto, Geraldo abrazó a la
cicatrizar pero al menos ya podía caminar con muletas. Se sentía desbastada, pues sentarse
y esperar a que todo volviera a la normalidad no era para ella la mejor opción. Si quería que
casa, cuando de pronto su madre se dirigió a ella y la sacó de su trance. Victoria fue directo
al grano y sin vacilar le dijo a sus padres que iba a ir a rescatar a Katalina y al rey
Fernando. Homero objetó inmediatamente y señaló que sería demasiado riesgoso que ella
peleara en esas condiciones. La espadachina comentó que entendía que su cuerpo no estaba
El conde fue con ella y le abrazó tan fuerte como le era posible.
117
Con un par de lágrimas en los ojos la espadachina abrazó de vuelta a su padre.
Homero le iba a avisar a Rogelio que Victoria saldría al castillo Leonhardt. La damisela
entonces les devolvió una sonrisa a sus padres y continuó con su comida. “¿Qué fue esa
cosa que nos atacó?, ¿qué está pasando con este reino?”, estos pensamientos atraparon a la
guerrera.
veía derrotada y vacía. Su mirada alegre y despreocupada carecía del brillo que la
caracterizaba. Su rostro se encontraba marchito por las lágrimas. “Me pregunto si esto
hubiera pasado si no me hubiera vuelto una vasija. No quería que esto pasara. Lo único que
quería era que me dejaran en paz. Solo quiero una vida tranquila, que nadie me diga qué
tengo que hacer. No debí haber mentido tanto. Debí haber rechazado el pacto con Eridione
¿Pero eso hubiera cambiado lo que pasó en lo más mínimo? De no haber sido una
campeona, ¿Esos demonios me hubieran dejado tranquila?, ¿o es algo que estaba destinado
a pasar? Tantas mentiras, tantas sonrisas falsas, todo para nada”. La melodía
progresivamente se volvía más y más sombría, hasta que de pronto Fabiola tocó una tecla
— ¿Me permite entrar? Quiero hablar con Fabiola, por favor —expresó la espadachina y el
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Victoria no pudo evitar tener un recuerdo del ataque. Para ella ese momento aún
estaba latente. Aún escuchaba los llantos de desesperación y ese olor de sangre coagulada
que impregnaba las pareces. Hasta la estatua de la Reina Istia tenía marcas escarlata en su
rostro. Vitoria le pidió a Rogelio que la dejara conversar a solas con la ahora reina. El
mayordomo dudo al principio, pero igualmente se retiró de ahí dejando a las dos señoritas.
— ¿Fabiola?
Victoria se acercó lentamente hacia su amiga. La reina volteó a ver a la dama con
una mirada vacía. El corazón de la damisela se paralizó por unos segundos al observar la
condición actual de la reina. La joven reina se levantó del piano y caminó hacia Victoria.
—Victoria… mi papá…
respondió. No supo cómo animarla. Toda la frustración y la tristeza que sentía por la
acicalaba el cabello.
—Fabiola, tenemos que hablar. Es respecto a lo que pasó en el glaciar… a esos monstruos.
— ¿Qué son esas cosas?, ¿qué hacías ese día en el glaciar?... ¿no se suponía que tenías una
119
—Victoria… perdóname. Perdóname por haberte mentido todo este tiempo. Perdóname por
ser una horrible amiga. Tenía tanto miedo. Solo quería que nuestra vida continuara igual.
Solo Katalina, Saúl, Geraldo, Nadia, tú y yo, divirtiéndonos hasta el atardecer. Pero ya no
puedo ocultártelo. Es necesario que lo sepas, puesto que ya lo viste con tus propios ojos.
—Seis meses atrás recibí una carta de los monjes del Templo del Loto, solicitando que
fuera lo antes posible. Cuando llegué, ellos me dieron información sobre el estado de las
cosas. Un grupo de demonios estaban raptando y comiendo a los aldeanos. Los monjes
solicitaron mi ayuda para darle caza a esos adefesios. Soy la campeona del reino. No tenía
otra opción.
Victoria se levantó del suelo tan rápido como le fue posible y retrocedió un poco.
—Quise mantener la situación en bajo perfil. Mi padre decidió resolver esto sin crear
Reinas. ¿Demonios? No. No te asustes, Victoria. Puedes hacer esto. Todo lo que sea por
— ¿Qué?
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La dama le mostró el collar de Katalina.
—Tenemos que ir a rescatar a tu padre y a Katalina, aunque eso signifique tener que ir al
mismo infierno.
— ¡Esta se volvió mi guerra desde el momento que esos bastardos se llevaron a Katalina de
mi lado!
La joven reina se quedó muda por unos segundos analizando lo que ella dijo. Por
una parte, no quería poner a su amiga en la línea de fuego, pero por otra, esa terquedad fue
lo que la llevó a ese punto. Solo había una opción para que Victoria la ayudara.
—Hay una cosa que puedo hacer. Vayamos al Templo del Loto para que realicen una
Ceremonia de Ascensión para ti. Si logras volverte una campeona vendrás conmigo. Pero si
La espadachina se quedó callada por un rato. Antes de ese día jamás pensó que
tendría que surcar el mismo camino que la reina. Las posibilidades de volverse una
campeona eran escasas, si no es que casi inexistentes, pero no perdía nada intentándolo, de
nada.
121
—Está bien, Fabiola.
La voz de Saúl pudo escucharse desde el segundo piso. El ahora joven rey y
—Lo escuché todo, Fabiola. No tenías que ocultármelo, cariño. Somos esposos. Puedes
confiar en mí.
—No me pongas esa cara larga, este reino no necesita una princesa mimada, sino una reina
osada.
Cuando Cornelia comentó esto, Fabiola los abrazó fuertemente y su madre le frotó
la cabeza.
—Muy bien, iré a llamar a Geraldo y a Nadia para que nos acompañen al templo. Esta vez
Victoria se rio un poco al escuchar esto. La valentía de su amiga volvió por un breve
momento.
—Esa es la Fabiola que conozco. Tengo que irme, muchachos. Aún necesito reposar.
122
— ¡Espera!
— ¿Qué pasa?
—Olvidé decirte sobre lo que pasó en el glaciar. Ese día, cuando terminó la reunión con el
secretario Ford, me fui hacia la capital para continuar con la cacería de demonios. Me
mansión.
— ¿Papá, mamá?
—Victoria…
—Mi pequeña semilla ha madurado en toda una rosa silvestre. Estoy tan orgulloso de ti.
123
Al escuchar estas palabras la doncella lo abrazó.
—Por favor, cuídate mucho, Victoria. Recuerda que por más duro que se vea el camino, no
estás sola.
—Su padre me encargó que le diera esto, señorita Victoria. Es la posesión más valiosa de la
familia,
brillaba como el magma. Por un momento la damisela pensó que solo tocarlo le derretiría la
—Es Fulgor; el estoque que su antepasada, Jaden Hosenfeld, usó en la Gran Guerra
Continental. Según sus antepasados este estoque fue bendecido por las Reinas y emana un
increíble poder.
124
— ¿¡Es para mí!?
Una onda de energía golpeó el pecho de la señorita. Para ese punto, jamás pensó que
—Tenga cuidado, señorita Victoria. El estoque es mágico y solo responde a una afinación
— ¿Afinación etérea?
mayordomo.
—Prometo que tendré cuidado con esto, señor Rogelio. No pensaba que también había
afinaciones etéreas para las armas. Pero eso ya viene en parte con forjar un arma diseñada
para solo un tipo de persona, ¿No? Solo unos pocos pueden usarla.
—Me alegra saber que ya sepa de esto, su grandeza. Solo espero que el estoque la acepte.
Pero antes de que se vaya, necesito darle un consejo que le puede salvar la vida, uno que su
antepasada tuvo que aprender a la fuerza durante la guerra, pero le ayudó a volverse una
125
— ¿De qué se trata?
—Su antepasada fue asignado por el entonces rey de Dualian a una misión de escolta a un
poblado cercano. Cuando su pelotón llegó la villa ardía en llamas con todos sus habitantes
asesinados. El culpable fue un topo dentro de su grupo, Johan Drakengard. Cuando Jaden le
preguntó a Johan por qué lo había hecho… para este punto, el muchacho no era más que
una vasija para el general Og'thoch. Le fue fácil al demonio poseer el cuerpo del muchacho.
Ambos compartían los mismos ideales fatalistas que el demonio. La misma visión que el
mundo solo era una ilusión, y que, al final del día, nada de lo que hiciéramos tendría
consecuencias.
—Lo que quiero decir es que no se puede razonar con todos. A algunas personas solo les
importa un resultado ideal, aun cuando eso implique caminar sobre cualquiera que se
interponga en su meta. Si por alguna razón te topas con alguien así, cuando hayas
encontrado a la señorita Montesco, no quieras razonar con esa persona. Por más que duela,
Rogelio se acercó hacia ella. Al sentir el calor de las viejas manos de su mayordomo
—Prometo que volveré con vida, Rogelio. Un último favor, cuida bien de mis padres, ¿está
bien?
126
Victoria salió de la mansión y se reunió con Fabiola y los demás muchachos. De
entre las nubes un halo de luz se colocó por un momento sobre el grupo.
Al escuchar las órdenes de la joven reina el grupo asentó con la cabeza y subieron a la
carroza.
127
Capítulo 7
El carruaje se acercaba al glaciar de Olgany. El grupo veía las colinas cubiertas por
nieve. Había demasiadas carrozas del ejército patrullando los alrededores. Con el ataque al
decirles sobre esto, pero ahora que lo saben no hay vuelta atrás. El reino depende de todos
—Geraldo…
—Bajemos, muchachos.
128
Saúl cargó unas cuantas maletas y las colocó en el suelo. El joven espadachín asentó
—Yo a usted sí la recuerdo, señorita Hosenfeld. ¿Y exactamente por qué es que usted desea
altura de la situación.
El monje se quedó callado por un rato. A Victoria no le gustó ese silencio. Su labio
129
Al escuchar esto Victoria sintió un gran alivio en su pecho y el grupo entró al templo.
—Está bien.
— ¿Está consciente de las responsabilidades que conlleva ser una campeona?, ¿está
Victoria solo asentó con la cabeza. “Con tal de rescatar a Katalina”, pensó en ese
momento.
—Muy bien, se aprecia su osadía, señorita Hosenfeld, pero hay una línea muy delgada entre
la valentía y la estupidez. Y entre más valiente se quiere aparentar menos uno se da cuenta
Al terminar de decir esto el monje se retiró a una de las puertas del recinto.
habitaciones del templo. Horas después la ceremonia estaba lista. Los monjes cantaban la
espadachina se le acalambraron los brazos al escuchar la canción. Antes de ese día la dama
—Reinas de Cristal, esta joven doncella está aquí para volverse la campeona de una de
130
Terminada la oración un rubí se posó enfrente de la espadachina y emanó un haz de
Cuando la dama abrió los ojos se encontró en lo que parecía ser el interior de un
volcán.
— ¿Dónde estoy?
Los ríos de lava teñían el suelo de un escarlata infernal. El cielo retumbaba en una
nube de alquitrán. Pilares de fuego brotaban del suelo como borbotones de sangre.
De pronto, una delicada voz de mujer se escuchó desde lo alto. Una mujer con alas
de fuego bajó del cielo: piel de roca volcánica, cabello de fuego, ropajes de oro y ojos
—Tú… ¿Tú sabes donde se encuentra Kat? No solo quiero rescatarla. Quiero volver a
caminar junto a ella. Quiero volver a reír junto a ella. ¡Quiero volver a estar junto a ella!
La diosa se volvió una flama blanca y entró al cuerpo de la dama. Entonces Victoria
explotó en una llamarada. La espadachina gritó del miedo hasta quedar casi afónica, pero
131
— ¿Qué está pasando?
recita junto a mí estas palabras: yo, Victoria Hosenfeld, acepto ser su campeona. Usted,
Amydia, es mi Reina.
armadura como los diamantes, con encajes de coronas de estrellas. Su cabello también
sintió un alivio inmenso por el hecho de que podrá ir a rescatar a su amada Katalina.
ante ella.
132
La espadachina titubeó por un rato.
—Ahora tenemos algo de ventaja contra esos desgraciados. Cuando termine esto voy a
— ¡Esos tipos no dudarán en degollarnos! No hay lugar para la piedad en esta guerra.
—Vayamos a entrenar, Victoria. Te enseñaré lo más básico que necesitas saber sobre
magia.
transformó e invocó su lanza y los muchachos sacaron sus nuevas armas. El joven
espadachín sacó un enorme escudo de carbón con bordes filosos y Saúl mostró un berdiche
—Este es Lykofos; un escudo que fue portado por el guardián del Oráculo de Heloshka.
133
—Saluden a Seele Plündere: el arma de un legendario gladiador kartinés. Se dice que,
cuando su usuario muere, el berdiche absorbe su alma. Pero esos son solo rumores.
Al ver la nueva arma del joven rey Victoria sacó su nuevo estoque de su estuche.
de la última ocasión.
pellejo.
Astrid. Es un teclado mágico hecho por Industrias Armstrong. Especialmente diseñado para
conjurar encantamientos y demás. Lo uso para mis hechizos y para controlar esta lanza.
134
—Enfóquense en el combate, señoritas —comentó socarronamente Saúl.
hechizos de Magia Fuego que te pueden servir”; “da la luz en mí, Amydia”, respondió la
explicaré con más detalle sobre lo más básico de las Artes Arcanas”. Sin que se lo esperara
Victoria la joven reina corrió hacia ella y lanzó varias estocadas. Al notar esto la doncella
esquivó sus ataques y se alejó de ella. “Lo primero que tienes que hacer es relajar tu cuerpo,
hasta que lo sientas ligero”; “¿estás loca? ¡Cómo me va a ayudar eso a usar magia!”
Victoria solo refunfuñó entre dientes y cerró los ojos al intentar relajar su cuerpo.
No le fue fácil. Victoria se alejó lo más posible de Fabiola y despejó su mente de cualquier
distracción. Conforme meditaba, la damisela sintió sus extremidades más ligeras, como si
ella fuera una muñeca de trapo. Segundos después Victoria se sintió completamente
relajada y su mente entró en trance. Su conciencia llegó al mismo valle volcánico dónde
realizó su pacto con Amydia. “¡Perfecto! ahora que conectaste con tu centro, te enseñaré
unos cuantos trucos que te ayudarán a realizar hechizos”; “apúrate, Amydia. Que me van a
hacer brochetas.”, respondió Victoria. “Primero que nada, ¿sabes algún tipo de arte?”,
Preguntó Amydia. “Sé bailar. ¿Pero cómo me ayudará eso?”, contestó Victoria. “Puedes
La joven reina aceleró el tempo y atacó a Victoria más rápido. La doncella solo se
dispuso a esquivar los ataques. Sus movimientos eran como las ondas en un río. Evadía los
135
tajos como si se tratara de una balada en lugar de un duelo, como una libélula cazando a su
presa. Entonces Amydia se comunicó con la dama una vez más: “¡El hechizo está listo,
dispara!”. “¡Hagámoslo!”.
—Es eso…
—A bailar, su majestad.
de saliva y continuó con la justa. Ahora era el turno de Victoria. La doncella atizó a su
compañera un poco, pero Fabiola inmediatamente tocó la misma melodía del ataque en
Nizen e invocó una espesa neblina. Los golpes de la dama traspasaron por completo a la
joven reina, casi como si ni siquiera hubiera conectado. “Esa bruma la vuelve intangible,
tardó mucho tiempo en darse cuenta que su amiga aprendió cómo es que su niebla
funcionaba.
“No. ¿Qué voy a hacer ahora que sabe lo que hace mi sortilegio?”. La joven reina
expondría a Victoria.
136
Fabiola paró de tocar y se inclinó ante su amiga reconociendo su derrota. Antes que
Victoria pudiera devolver la cortesía un peso enorme se dejó sentir en sus hombros y cayó
en el suelo. Jadeó por aire, sintió hervir su cuerpo. No de la misma manera que ardía
cuando enlazó su alma con la de Katalina, sino como una fiebre que parecía no tener cura.
— ¡Victoria!
Geraldo corrió hacia la dama y la tomó entre sus brazos. Entonces él notó que las
presenciar esto.
—Volvamos al templo a descansar y a atender a Victoria. Tenemos solo una semana para el
rescate.
Cuando Saúl dijo esto los demás asentaron la cabeza y se dirigieron de vuelta al
santuario. De pronto, Fabiola se acercó a su amiga y le tomó del brazo. Algo dentro del
corazón de la joven reina le punzó por un momento. Desde mucho tiempo ella sola había
combatido la amenaza demoniaca y pensó que sus amigas solo la estorbarían. Pero ahora
que Victoria ha demostrado cuan fuerte era su resolución, una espina venenosa fue
removida de su alma.
137
Fabiola la abrazó fuertemente y sollozó un poco.
prepararon lo mejor posible para su viaje al infierno. Pero aún existía la incertidumbre de lo
que podría pasar. Antes del ataque en el castillo jamás pensaron que se iban a enfrentar a
“Qué horror. Ni parece que pasaron dos semanas desde el ataque”. Esos fueron los
pensamientos de una incrédula Victoria, quien contemplaba el mar de nubes y recordaba los
gritos de dolor y lamentación de esa fatídica noche, así como el olor a azufre. “Momento,
138
Fabiola soltó un grito y se cayó al suelo de la sorpresa.
— ¿Qué te pasa? ¡Ten más cuidado! —respondió Fabiola muy molesta y se levantó del
Victoria se cruzó de brazos en ese momento. Fabiola se quedó muda por un instante
cuando de pronto su cabeza fue golpeada por una onda eléctrica que le sacudió la melena.
La joven reina soltó una carcajada del nerviosismo en ese instante. Victoria solo se
idea, ¿Verdad?
139
— ¿Les doy una recomendación?
—Hay una bola de cristal en la ciudad de Fellberg. Unos arqueólogos la encontraron en las
— ¿Heloshka? Eso queda al suroeste de Rivor, de donde mamá viene —dijo Fabiola.
—Les recomiendo que vayan a la iglesia de Fellberg y pidan el orbe —Barkhorn se levantó
discutieron con sus amigos sobre el nuevo plan de acción. Al principio Saúl tuvo sus dudas
sobre el orbe, pero Fabiola le insistió que esta podría ser la única manera factible para
encontrar a su padre y a Katalina. “Es eso o deambular el Infierno por el resto de nuestras
vidas”, fueron las palabras de la joven reina. A pesar de sus inquietudes Saúl no objetó más,
pero Geraldo y Nadia no estaban seguros de quién usaría la bola de cristal. “¿Quién la va a
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El silencio se dejó presenciar por unos cuantos minutos. Justo cuando habían salido
las Artes Arcanas. “Si ninguna de nosotras puede usar la bola de cristal buscaremos a
alguien”, comentó Fabiola. Los guerreros guardaron silencio por un rato hasta que Nadia lo
rompió.
Los muchachos asentaron justo después de que Saúl proclamara esto. Victoria solo
Mientras tanto, en un calabozo húmedo y devastado, donde la luz del sol se ausentó
como en un eclipse y un hedor a sangre penetraba y carcomía los muros, desde los oscuros
estaba en pésima condición. Sus ojos se encontraban vacíos de vida, tenía heridas de golpes
y cortadas en los brazos y las piernas, perdió el sentido del gusto y del olfato después de
Le faltaba aire para respirar. Ambos estaban encadenados a unos grilletes que suprimían el
flujo de éter en sus cuerpos. Katalina fue arrebatada de sus Artes Arcanas.
141
El viejo rey observó que Katalina cabeceaba y sollozaba un poco. La joven duquesa
fue como una segunda hija para él desde que empezó a juntarse con Fabiola. No podía
—Has aguantado esta tortura más que cualquier otra persona de tu edad que he conocido,
mi niña.
—Cuando era joven y era parte de la armada, mi escuadrón fue capturado por un grupo de
abuso. Algunos de ellos inclusive se suicidaron con tal de no sufrir más. Cuando el
escuadrón de rescate llegó por nosotros, de los trece que éramos, solo cuatro quedábamos.
142
En eso, Katalina pensó en todas las cosas que iba a abandonar si es que moría ahí
archimaga y su vida con Victoria como pareja. La joven duquesa golpeó y arañó el
aquel día cuando Katalina fue asaltada. Dos de ellos cargaban capuchas doradas.
inmediatamente. Como un animal salvaje, Fernando mostró sus dientes y empujó las barras
de hierro.
El hombre misterioso sacó una runa y una corriente eléctrica golpeó a Fernando. El
añejo rey gritó y se retorció del dolor, hasta que el encapuchado detuvo el sortilegio y lo
—Le estamos dando la oportunidad de hacer esto por las buenas, pero no nos lo ponen muy
143
—Hagan lo que quieran conmigo, pero si se atreven a ponerle una mano encima a Katalina
y a mi hija…
— ¡Su majestad!
Katalina se pegó a los barrotes y le observó con horror. Casi vomitaba de lo que
había presenciado. Deseaba huir por su vida, pero tampoco quería abandonar al antiguo rey
a su suerte.
destino con todo el orgullo que le quedaba. Katalina solo observó la figura del rey
desvanecerse entre las puertas oxidadas y después volteó a mirar con desprecio al
encapuchado rechoncho.
—Si fuera tú, yo también me rendiría —comentó el encapuchado y se dio la media vuelta
dispuesto a irse— ¿qué ganas luchando contra nuestra voluntad? Nadie va a venir al
Infierno a salvarte.
Katalina le mostró los dientes como señal de agresión y empujó los barrotes con
144
El encapuchado agachó la mirada al escuchar esto.
—Las Reinas…
El agresor guardó silencio por unos segundos y después negó con la cabeza.
—Lástima que no vivirás mucho tiempo para ver tu amada ideología derrumbarse en frente
de tus ojos.
Terminado de decir esto el caballero se retiró del local y dejó sola a Katalina. La
joven dama entonces tomó una piedra del suelo y golpeó las cadenas: “prometo que saldré
de aquí, aunque sea lo último que haga”, fue su última frase. A pesar de no tener su magia
145
Capítulo 8
Al día siguiente, cerca del mediodía, la tropa llegó en una carroza a la ciudadela de
Fellberg. Aunque fuera más pequeña que la capital, la ciudad era tan colorida como las
plumas de un pavorreal, desde los colores celestes hasta los nocturnos. En las calles se
escuchaban a los comerciantes ofrecer sus productos y la risa de los niños que jugaban. Se
podía sentir el aroma a robles desde las montañas y las galletas de canela en los puestos.
La carroza circuló un rato más por las avenidas, hasta que de pronto se detuvo.
catedral irradiaba un aire a divinidad, con vitrales y estatuas de ángeles en la base de sus
pilares. A Victoria le picó la nariz el aroma a yerbabuena y menta que crecía afuera del
templo. Los muchachos bajaron del coche a la brevedad listos para entrar.
— ¡Sí, madame!
El caballero saludó a Fabiola y se retiró de ahí con dirección a Pralvea. Sin más
chistar, el grupo se dirigió a la entrada y Saúl tocó la puerta de abedul. Se escuchó un eco
desde el otro lado de la puerta, casi como si el interior estuviera vacío. Por un momento los
146
muchachos pensaron que el templo estaba solo, cuando de pronto, una monja joven abrió.
— ¡Sus majestades!
—Es un divino placer recibirlos en estos tiempos oscuros. ¿Han venido por consuelo?
—Venimos por el orbe de cristal que les trajeron de Rivor —comentó Fabiola— ¿sabe
dónde está?
La sacerdotisa los dejó pasar a la iglesia y el grupo entró a la brevedad. Una vez
adentro una onda eléctrica golpeó la espina de Victoria y Fabiola. El aroma de incienso de
vainilla y canela, así como de los muebles de cedro, era demasiado fuerte y casi las hizo
estornudar. Las pinturas y las estatuas de los reyes los observaban, como si se tratara de un
Fabiola y Saúl se miraron entre sí por un momento para después confirmar con la
cabeza.
147
—Queremos ir al Infierno para rescatar a mi suegro y a la duquesa Montesco.
A la joven monja se le hizo un nudo en la garganta con tan solo escuchar eso.
—Ya veo. De ser así, con gusto les ayudaremos. Tardaremos en encontrar el orbe entre
podía morir en cualquier segundo. Sin darse cuenta la joven guerrera se posó delante de sus
reyes.
148
La joven reina se acomodó el cabello y le devolvió una sonrisa a la sacerdotisa.
—Pero cariño…
— ¡Pero nada, Saúl! Entre más pronto la encontremos más pronto nos iremos al Infierno.
—Está bien.
el orbe. Al bajar por las escaleras de un pasillo la monja prendió una veladora y abrió la
puerta del sótano. Un olor a humedad impregnaba las repisas y las paredes. Solo se
escuchaba las diminutas y veloces pisadas de las cucarachas. De entre las pinturas rupestres
de tiempos milenarios hasta las conmemoraciones de las anteriores dinastías nobles, iba a
Horas después Victoria abrió una repisa y observó un brillo extraño desde el fondo. Cuando
estiró la mano para alcanzar esa cosa luminosa una sensación punzante se sintió en la
149
Cuando iluminó el interior de ese gabinete lo primero que vio fue una bola de color
magenta.
— ¡Encontré algo!
— ¡Qué pasa! ¿Te mordió algo? —respondió la joven reina y examinó la mano de Victoria.
En eso, Nadia escuchó una voz en su cabeza susurrando algo que la sirvienta no
— ¿Alguien más escucha una voz, muchachos? —comentó Nadia y colocó la mano en su
pecho.
Geraldo llegó con las chicas y posó su mano sobre el hombro de la joven sirvienta.
Nadia solo recitó un “Iliakó-fos” una y otra vez sin comprender lo que eso significaba.
Cuando la joven reina examinó la mano de Victoria lo primero que notó fue una
quemadura en la palma.
150
—Solo metí la mano y algo me electrocutó.
— ¡La encontramos!
La joven sirvienta tuvo una breve conversación con la esfera hasta que de pronto
Cuando Fabiola exclamó esta orden los muchachos fueron a donde la monja y le
dijeron lo acontecido.
151
—Muchísimas gracias por su ayuda, señorita… mmm…
Terminada la charla los muchachos salieron del templo y conversaron entre sí.
Cuando Saúl proclamó esto el grupo exclamó con un sonoro: “¡Sí!” y se retiraron
Justo cuando pasaron por la plaza los muchachos escucharon la voz de un hombre mayor y
152
se toparon con un hombre muy alto, calvo y con un bigote muy espeso. Su traje carmín
—Perdone por haberme ido tan rápidamente de la reunión. Tenía cosas que hacer.
—No se preocupe, su alteza. Si tuvo otro asunto político que atender, entiendo —comentó
Samuel con una sonrisa en el rostro— ¿o debería decir “su majestad”? Escuché lo que pasó
abrumador.
— ¿El tren?, ¿podemos acompañarlo, señor?—dijo Fabiola y dio un paso adelante un poco
153
En eso, el grupo afirmó con la cabeza y Samuel los escoltó a la estación. Un rato
trabajaban. Los chicos fueron recibidos por un denso aroma a aceite y cemento, así como el
martilleo de los obreros. Samuel entonces se dirigió a la entrada e invitó a los muchachos a
pasar. No lo pensaron dos veces y pasaron a las instalaciones. Ya adentro, Samuel los llevó
a la cocina y les ofreció un bufet. Se les hizo agua la boca con tan solo ver los manjares. El
dulce aroma de las frutas provenientes del centro de Edenia, región conocida mejormente
como Mesodenia, el chasqueo de la carne que se cocinaba con salsa, lo suculento que se
veía los postres. “Provecho, jóvenes”, fue el único comentario que Samuel hizo y les
permitió comer a los jóvenes guerreros. Después de la merienda Samuel llevó al grupo a un
chicos observaron algo que estaba cubierto por un manto negro. El rostro de Victoria se
tornó pálido de la emoción por un momento. Solo podía imaginarse a ella misma
Samuel jaló el manto y mostró la locomotora. La cabina relucía como azabache. Por
un momento Victoria y Fabiola pensaron que estaba hecho de gemas de lo mucho que
brillaba.
—Adelante.
— ¿Qué es eso?
154
Fabiola caminó hacia el dispositivo, pero antes que pudiera tocarlo Samuel la
detuvo tranquilamente.
—Este es el motor de arranque. Aquí es donde se enciende el tren. El vehículo funciona con
Armstrong.
azules.
—Armstrong nos dejó usar sus nuevas baterías de cristales que desarrolló en su última
investigación. Nos tomó mucho tiempo para fabricar uno que funcionara correctamente,
pero lo logramos.
— ¡Increíble, señor Ford! ¿Ya está lista? —comentó Fabiola, casi con la quijada en el suelo
del asombro.
—En cuanto esté lista la ruta completa, su majestad —respondió el secretario con una
sonrisa.
— ¡No puedo esperar por ver qué tan rápido es esta belleza!
Cuando Victoria dijo esto los demás voltearon a verle de soslayo, casi con rareza.
155
—Muchas gracias por mostrarnos esto, secretario Ford. Pero debemos retirarnos. Andamos
cortos de tiempo.
— ¿Sucede algo?
—No es por desanimarlos, pero saben bien del riesgo al que se exponen, ¿verdad?
La joven reina se exaltó por un momento cuando dijo esto. El secretario retrocedió
—Aun si tienen una manera de localizar a su padre y a Montesco, ¿qué les garantiza que los
encontrarán con vida?... si los demonios no los han matado, el hambre seguro lo hará.
—Este reino la necesita con vida y aquí mismo, su majestad. No tire su vida a la basura. Se
156
Samuel tomó las manos de Fabiola y le miró como un perrito abandonado. La joven
reina se conmovió un poco por las palabras del añejo caballero. Aún se sentía muy insegura
de ir al Infierno, pero le aterraba aún más la idea de perder a su padre. Fabiola tomó un
“Estoy harta de huir. Estoy harta que las cosas me salgan mal”, fueron los únicos
hubiera gustado lo que escuchó. El secretario afirmó con la cabeza y devolvió una sonrisa.
—Lo entiendo. De ser así, les deseo mis más sinceras bendiciones.
—Fue un placer hablar con usted, señor Ford —replicó Saúl—; con su permiso, nos
su paseo. Sin darse cuenta las horas pasaron en un suspiro. El crepúsculo se encontraba en
su apogeo. Se veían los postes de luz iluminarse de uno en uno como una constelación. Ya
casi era hora de irse a dormir. Los muchachos se dirigieron a un hotel cerca del centro de la
ciudad para pasar la noche. Las paredes y los muebles rústicos despedían un aroma a cedros
y pinos. Desde lo lejos de los pasillos se escuchaban los carritos que cargaban comida e
entrada.
157
—Buenas tardes. ¿Cuánto cuesta la noche?
El joven rey entonces sacó dos monedas de oro y las puso sobre la repisa. El
jóvenes. Los muchachos subieron al segundo piso y cada uno se estableció en una
habitación distinta. Una para los jóvenes reyes, otra para Geraldo y Nadia y una más para
Victoria.
—No pierdan su tiempo en tonterías. Nos levantaremos mañana lo más temprano posible.
Cuando Saúl dio esta orden los demás muchachos replicaron con una afirmación y
entraron a sus recámaras dispuestos a conseguir cuantas horas de sueño le fueran posibles.
Pasaron las horas, era casi la media noche y Victoria no podía dormir. Al ver al cielo solo
pensaba en aquellas noches donde ella y Katalina salieron a ver las estrellas en el
observatorio. Después de lo que el secretario Samuel dijo solo podía recordar los días de
antaño cuando salían al bazar a comer pasteles de chocolate, o aquella noche cuando
Victoria se entregó por completo a ella. La joven espadachina sollozó un poco con el miedo
en el pecho, pensando que jamás volvería a revivir esos momentos de paz y tranquilidad.
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— ¿Victoria?
Fabiola tocó la puerta del cuarto y rompió con el trance melancólico de Victoria.
reina.
Fabiola tenía la cara más larga que podía tener en ese momento. Era como si
hubiera revivido la tragedia del castillo. Al ver este semblante sombrío, Victoria
— ¿A dónde iremos?
del hotel.
— ¿Fabiola?
Al llegar fueron recibidas por una fresca neblina que olía a violetas y lirios.
Fabiola se sentó en el suelo y levantó la mirada para observar las lunas en el cielo.
Un tinte lapislázuli se dejó ver con la luna Astorias en su apogeo. Victoria se sentó a un
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—Manzanita, perdóname. Perdóname por haber sido una horrible amiga.
el pecho de Victoria en ese momento. Aunque no tenía las palabras adecuadas para decir lo
que sentía lo más que pudo hacer fue abrazarla y frotarle de la cabeza para consolarla.
—Eres mi mejor amiga, Fabiola. Y nada podrá quitar lo que siento por ti.
—Sé que quisiste lo mejor para nosotros, Fabiola; no puedes cargar con todo el peso de tu
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Fabiola restregó su rostro un poco más en el hombro de Victoria.
Al decir esto Victoria devolvió una sonrisa. Después ambas chicas disfrutaron un
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Capítulo 9
acompañados por un escuadrón de la armada. Algunos soldados rezaban a las Reinas por su
propia seguridad. Otros preparaban sus armas. A Victoria se le revolvió el estómago de los
nervios que sentía ante la idea de que Katalina podría estar muerta. Geraldo y Saúl
—En menos de diez minutos entraremos en territorio enemigo. Si necesitan preguntar algo
Saúl soltó a Fabiola y posó en frente del altar del templo. Victoria y sus amigos solo
Cuando Verónica señaló esto el grupo se alejó un poco de la enorme runa de sangre
en el suelo.
—Muchas gracias.
reunidos. Victoria, Fabiola y Nadia sintieron una onda eléctrica transitar por su columna
cuando Verónica arrojó una mezcla que hedía a podrido. Entre más se prolongaba el canto
las jóvenes guerreras sentían una energía que les carcomía los brazos.
162
— ¿Soy la única que siente picazón? —comentó Victoria mientras se rascó los brazos.
Fabiola volteó a mirarla en ese instante. Las monjas entonaban su canto cuando de
pronto un vendaval se soltó desde adentro de la runa y empujó un poco a los ahí reunidos.
Ni siquiera había ventanas abiertas y parecía que se encontraban en medio de una ventisca
polar. Entonces una esfera negra apareció en medio del pentagrama. La corriente de aire
que emanaba del orbe movía los asientos y los inciensos del recinto.
— ¡Solo tendrán unos pocos segundos para entrar al portal! ¡Cuando encuentren a los
desaparecidos usen este cristal de transporte! Esta piedra lleva consigo las coordenadas de
este templo, así podrán volver inmediatamente aquí. ¡Solo recita lo que está escrito en la
portal para al Infierno. Ya adentro vieron un panorama muy distinto al mundo humano. A
donde quiera que veían había cosas que no tenían sentido alguno: cascadas de sangre que
fluían hacia arriba, pedazos de tierra que palpitaban como un corazón, un viento que hedía
163
Inclusive el suelo en el que estaban parados retumbaba estrepitosamente. Era como si
El cuerpo de Nadia temblaba de horror y asco. Por un momento pareció que tendría
Fernando.
— ¿¡Pero qué!?
su celda.
Uno de los secuestradores lanzó al antiguo rey, quien estaba inconsciente, en su recámara y
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Los encapuchados se retiraron de las jaulas y mostraron un emblema familiar para
— ¡Esa marca! ¡Es la de los tipos que nos atacaron! —Exclamó Victoria— ¡No perdamos
Cuando preguntó esto la esfera dibujó una ilusión en el suelo y mostró un mapa de
sureste.
Mientras tanto, con Katalina, la duquesa posaba contra un muro de su celda. Las
yemas de sus dedos se encontraban callosas y ensangrentadas. Pese a todos sus esfuerzos
por romper sus cadenas, apenas si logró estropearlas. Cuando pensó que la situación no
empeoraría aún más, una sombra circuló los pasillos de la prisión. Solo se escuchaban
aleteos de mosca. Katalina levantó la mirada y olió un fétido aroma que le asqueaba.
165
— ¿Está aquí?
Una gran sombra se posó enfrente de las puertas que daban a las celdas. El
mastodonte se acercó lentamente hacia la celda de Katalina. La joven dama reconoció ese
repugnante aroma. Ese mismo hedor fétido que se dio la noche del asalto. Fue el mismo
— ¡No!
banquete. Tres horas después el grupo colocó un campamento a unos pocos cientos de
—Es aquí.
Victoria observó con detalle la prisión. Desde donde estaban se podía escuchar los
rugidos de los demonios. Eran como clavos oxidados penetrantes para los oídos, como lo
—Pecosa, ¿no se te hace extraño que no nos topáramos con un solo demonio desde que
—Da gracias que tuvimos suerte. Pudimos haber muerto en cuanto pisamos tierra en este
chiquero.
166
—Nos dividiremos en grupos. Uno se encargará de atacar a los demonios y el segundo se
sus soldados.
—Nadia, Victoria y Fabiola irán con el grupo de rescate; Geraldo y yo nos encargaremos de
Fabiola tomó un poco de aire, se dio la media vuelta y miró al resto del grupo.
Sin dudarlo más, los pelotones corrieron hacia la mazmorra y derribaron la entrada,
Al entrar, el hedor a podrido y sangre coagulada se intensificó a tal punto que algunos
—Por las Reinas—Victoria notó que los muros y las paredes agrietadas estaban decorados
con órganos humanos. Algunos de ellos ni siquiera tenían más de doce horas. De pronto,
— ¡Lo sabía!
167
Justo cuando el joven rey dio la orden Nadia formó una cúpula de arcilla y los
asaltantes chocaron contra la pared. Al caer al suelo los jóvenes lograron apreciar la
apariencia de sus atacantes. Los garfios en sus patas rastrillaron el suelo y provocaron un
chirrido filoso para los oídos humanos. Expedían un aroma a morgue, sus ojos brillaban
como una laguna de sangre, su boca chasqueaba como cuchillas afiladas y de su espalda
— ¡Nos emboscaron!
Al escuchar las órdenes de su marido, Fabiola se quedó muda por un rato, pero
luego asentó la cabeza. Sin dudarlo más las tres damas salieron con su grupo para rescatar a
Katalina y a su excelencia Fernando. Geraldo sacó su escudo y se preparó para luchar; Saúl
golpeó el suelo con su berdiche y el filo absorbió la sangre impregnada y disparó balas
escarlata hacia uno de los monstruos. La bestia retrocedió un poco y lanzó sus tentáculos
hacia los muchachos. El joven rey y Geraldo fueron derribados ante el impacto. El demonio
los levantó de las piernas y los jaló hacia sus fauces dispuesto a devorarlos.
Saúl entonces cortó los tentáculos con su arma y los muchachos se zafaron. Los dos
para luego soltar un zarpazo empujándolos contra una pared. Inmediatamente el monstruo
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atrapó a un grupo de soldados y se los comió de un golpe. Los gritos de horror y
Antes que pudieran hacer algo, el demonio emitió otro potente chirrido. Seguido de
esto, el monstruo se abalanzó sobre ambos cuando de pronto Geraldo sacó su escudo e
invocó una burbuja mágica protegiéndolos a ambos. Saúl notó un poco de piel flácida
— ¡Ataca a mi señal!
alistó para soltar otro chirrido y Geraldo colocó una barrera mágica sobre él y el joven rey.
— ¡Ahora, Geraldo!
rey absorbió sangre con su arma y envió una onda cortante al estómago de la bestia
Cuando Geraldo dijo esto el grupo observó la entrada, mientras más demonios
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Con esta información el grupo de ataque continuó en la batalla. Saúl y Geraldo
podrido se fortaleció y las chicas casi cayeron de rodillas del asco. El grupo llegó a un
— ¡Ahí está!
encontraba en otra celda también desmayado. Los ojos de Victoria se vieron cristalinos por
— ¡Papá!
Fabiola fue a auxiliar a su padre con lágrimas en los ojos. Victoria y Nadia fueron a
ayudar a Katalina.
despertarla. Pasó un breve momento de silencio hasta que de pronto Katalina gimió y
recuperó la consciencia.
— ¿Victoria?
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— ¡Papá!
Al escuchar esto Nadia sacó una pieza de pan para Katalina y para Fernando.
Cuando la joven duquesa tomó pieza entre sus manos la devoró como un animal salvaje. El
Antes que Victoria pudiera terminar la frase la joven duquesa hendió sus dientes
sobre la piel de la joven espadachina. Victoria bufó del dolor e intentó apartar a Katalina
— ¡Detente, Kat!
171
— ¿Qué te pasa?
Cuando Fabiola dijo esto su tono de piel pasó de una exquisitez de leche a un blanco
pútrido. Venas amarillentas brotaron del cuerpo de Katalina y sus ojos se tornaron dorados.
Katalina convulsionó fuertemente y retorció su cabeza de un lado al otro. Entre más bufaba,
más agua se le hacía la boca. Katalina lamió la sangre que tenía en su rostro y avanzó
— ¡La señorita Katalina fue poseída por uno de esos desgraciados! —Exclamó Fernando—
— ¡Pero, papá!
De pronto un bloque de hielo golpeó a las tres y salieron disparadas contra una de
las paredes. La joven duquesa entonces lanzó una ráfaga de estalactitas. Nadia se
conversación que tuvo con Katalina antes del ataque al castillo: “se dice que dos magos con
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— ¡Tengo una idea!
— ¡No me iré de aquí sin Katalina! ¡Ustedes dos distráiganla hasta que pueda entrar en su
mente!
Las dos señoritas miraron a Victoria preocupadas por lo que podría pasar. Pero aun
así prosiguieron con el plan. Fabiola y Nadia salieron de la barrera de granito mientras
—Perdóneme, maestra.
Nadia dibujó varias runas en el suelo y pilares de tierra brotaron como raíces
afiladas. Katalina recibió repetidos golpes pero se reincorporó como si nada le hubiera
pasado. Fabiola cambió de melodía y sacó su lanza, lista para combatir a su amiga.
Mientras tanto, dentro de la mente de Victoria, una ilusión de Amydia apareció en frente de
ella.
— ¿Intentas aterrizar?
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Victoria levantó la ceja derecha y observó de reojo al escuchar esto.
— ¿Qué es eso?
Victoria negó con la cabeza aún sin entender del todo lo que Amydia le dijo.
—Déjame ayudarte.
— ¿Qué haces?
—Ten cuidado, Victoria. Al entrar al centro de una persona poseída corres el riesgo de ser
Fabiola y Nadia continuaron con el combate. La joven sirvienta dibujó más runas en
el suelo para atrapar a Katalina en una cúpula de tierra. Fabiola continuó con su melodía y
174
esta protegía a ambas damas con su niebla. La joven reina le dio la orden a Nadia de
Fabiola paró de tocar y la bruma se disipó, pero justo cuando las chicas pensaron
— ¡Imposible!
las manos. Nadia trató de contener la ráfaga con un muro de tierra, pero no tuvo tiempo de
reaccionar y fue congelada de golpe. Fabiola tuvo un ataque de pánico en ese momento a
tal punto de dejar caer su piano. Jamás había visto un nivel de maestría arcana. Ella apenas
si podía mantener la neblina con su piano, mientras que Katalina realizaba sortilegios con
una destreza inhumana. “¿¡Qué voy a hacer!? ¡No puedo ganarle!”, fue lo único que
días tranquilos que pasó junto a su amada duquesa. El valle de lava lentamente se
piedra, pero se veía el cansancio en su rostro. Le dolía la cabeza y de su nariz brotó una
gota de sangre.
175
— ¡No te sobre esfuerces, Victoria!
etéreo.
— ¡Ya casi!
castillo construido de diamantes. A lo lejos una luna de vino iluminaba el escenario con un
tinte rojizo.
—Lo logré.
— ¡Victoria!
Amydia corrió hacia la espadachina y la levantó del suelo. Victoria jadeó por aire y
abrir las puertas del castillo el interior se encontraba cubierto por una sustancia pegajosa.
176
— ¡Kat!
Al presenciar esto Victoria se quitó a Amydia de encima y corrió hacia Katalina con
lágrimas en el rostro.
ella sintió miedo de no estar ahí para Katalina si es que terminaba pervertida por la energía
demoniaca, pero Victoria tomó un gran suspiro y respondió al comentario de Amydia con
—Kat, perdóname por demorarme tanto en entender lo que siento por ti. Pero ahora que te
Victoria arrancó la materia viscosa del cuerpo de Katalina con sus propias manos.
lágrimas. Ya no le importaba lo que pasara con ella, todo con tal de salvar a su amada
duquesa.
— ¡Te amo Katalina Montesco! ¡Por favor, regresemos juntas a ver los lirios en el lago!,
¡bailemos una vez más!, ¡salgamos con los chicos a divertirnos como en los viejos tiempos!
Sin darse cuenta, el légamo subió por los brazos de Victoria cuando de pronto los
—Victoria…
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Al recuperar la conciencia la joven duquesa observó a Victoria y notó cómo es que
ella la salvaba de su prisión. Ante esto, Katalina estiró su mano y le acarició la mejilla
sonriendo de alegría.
— ¡Victoria!
Antes que Amydia se moviera, una explosión gélida empujó y congeló el lodo rojo.
Katalina se veía muy furiosa y su ira no se iba a sosegar sino hasta que expulsara al
demonio.
— ¡Sal de mi cuerpo!
al acecho lista para matarla. La joven reina entró en pánico y se restregó a la pared. Pero
antes que pudiera hacer algo el cuerpo de Katalina cayó de rodillas y empezó a gritar y
convulsionar.
— ¿Copito?
Una espuma roja brotó de la boca de Katalina hasta que vomitó un líquido escarlata
178
Fabiola fue con Katalina y la tomó entre sus brazos para despertarla. De vuelta en el
regresar del centro de Katalina, Victoria sintió una punzada en su cráneo, pero aun así
—Lo logré.
“¡Excelente trabajo, Victoria! ¡Vámonos de aquí, antes que vengan más demonios!”,
refugio para dirigirse con las demás. Katalina se levantó lentamente y lo primero que
— ¡Kat!
felicidad.
— ¿Señorita Katalina?
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Antes que pudieran hacer cualquier cosa un gruñido estruendoso se escuchó en la
habitación y el grupo volteó hacia donde estaba el vómito rojo. La masa roja se sacudió de
un lado a otro y comenzó a tomar una forma familiar para las señoritas. Una silueta que
— ¡Es Bragmomur!
— ¿Quién?
— ¡Uno de los Generales del Infierno! ¡Lacayo del Emperador Demonio Irgellaan!
Fabiola enfureció al escuchar estas palabras y se posó en frente del grupo. Grandes
— ¡Es el bastardo de la otra vez! —comentó Saúl y mostró la dentadura como un animal
— ¡Geraldo, Saúl, ustedes protejan a papá, nosotras nos encargaremos de ese desgraciado!
181
— ¡Voy a comer campeonas de cena!
Bragmomur se relamió la boca y lanzó una ráfaga de espinas de ella. Ante esto,
Justo cuando Katalina comentó esto el demonio dio un zarpazo y derribó la muralla.
Las señoritas evadieron el ataque y se dispersaron por la recamara. Katalina lanzó una
ráfaga de dagas de hielo, pero el demonio ni siquiera los sintió. El demonio procedió a
soltar una andada de púas hacia la duquesa. Katalina logró fabricar una barrera de hielo,
pero varios ataques le alcanzaron. Fabiola creó su pantalla de niebla y rescató a Victoria de
entre los escombros. Nadia colocó un par de runas y formó un pilar de tierra para aplastar al
estrellándolas contra la puerta esquelética. De la muralla unos brazos tomaron a las damas y
las retuvieron.
Los cráneos y garras del muro esquelético las mordieron y cortaron lentamente.
sirvienta formó una cúpula de granito y ahí mismo las señoritas discutieron un plan de
ataque.
182
Bragmomur no era el único a quien se le agotaba la paciencia. Geraldo y Saúl se
— ¡Cúbreme!
Cuando Saúl exclamó esto Fernando volteó a verlo con un rostro pálido del miedo.
— ¡Qué haces!
espalda. “Condenado loco”, pensó Geraldo en ese momento y se puso delante de Saúl listo
para luchar.
— ¡Aléjate de mi esposa!
Bragmomur iba a traspasar al joven rey con una lanza de huesos, Geraldo se colocó delante
— ¡Tenemos que quitarle esa armadura! —Comentó Fabiola dentro del domo de arcilla—
¿alguna idea?
golpe letal.
183
Las damas asentaron con la cabeza y salieron de su refugio listas para continuar con
el combate. Entonces, fue ahí cuando las señoritas se toparon con Geraldo y Saúl luchando
contra Bragmomur.
— ¿Saúl?
Saúl saltó tan alto como pudo y hendió su arma en la coraza de huesos de
Bragmomur. Ya encima del demonio disparó una ráfaga de balas de sangre y perforó la
armadura. Bragmomur rugió y se retorció para zafarse de Saúl. Justo cuando el rey atacó
lomo del demonio, este lanzó una cuchillada con una navaja de huesos. Un golpe fue todo
— ¡Saúl!
—Fabiola, me hubiera encantado haber tenido una apropiada luna de miel, pero temo que
eso no pasará.
Ante la fatídica idea de que no volvería a ver a su amada reina, Saúl robó un último
184
—Perdóname, mi reina…
Expresando sus últimas palabras el brazo del joven rey cayó en el suelo. Saúl
Giesler había muerto. Fabiola no pudo contenerse más y quebró en llanto mientras abrazó
el cuerpo de su amado. El demonio se levantó y devoró la mitad inferior del difunto rey.
— ¡Siguen ustedes!
— ¡Cuidado!
Geraldo invocó su burbuja mágica y protegió a las señoritas. Pese a lo mucho que le
doliera despedirse de su amigo, pese a lo mucho que quería llorar en ese momento, Victoria
Katalina y Nadia sollozaron, pero se secaron las lágrimas e hicieron lo mismo que
Victoria. Fabiola levantó la mirada y vio el apoyo de sus amigas. Se veía en los ojos de las
damas la devastación del evento, mas no se rendirían. Fabiola se levantó del suelo y se secó
Las cuatro damas entonces voltearon hacia Bragmomur, listas para continuar el
— ¡Cúbreme!
185
Cuando Victoria exclamó esta orden, Fabiola tomó su teclado y volvió a invocar la
quiebre en la armadura. Victoria avistó una grieta en el costado derecho donde Saúl había
atacado. “Condenado idiota. Te debemos una”, pensó al ver el punto vulnerable. Victoria le
dio una indicación visual a Katalina para atacar a Bragmomur, quien entendió
El demonio cayó víctima de la mofa de Victoria e hizo brotar lanzas de huesos del
suelo. Bragmomur no se dio cuenta que Victoria canalizaba un hechizo. Cuando Katalina
contra la armadura tal y como Victoria quería, pero esto dejó fuera de combate a Katalina,
quien cayó de rodillas ante el esfuerzo. Justo cuando Bragmomur se dio cuenta de lo
— ¡Te tengo!
Victoria invocó una muralla de fuego debajo del demonio. Bragmomur no tuvo
tiempo de reaccionar y fue atrapado en el vórtice. El demonio se retorció y gritó del dolor.
186
Al escuchar las órdenes de Fabiola, Nadia dibujó una runa en el suelo e invocó una
ráfaga de bloques de arcilla. El hielo debilitó la integridad del hueso y el fuego junto con
— ¡Ahora!
y ambas chicas se prepararon para el golpe final. Victoria y Fabiola hendieron sus armas en
se retorció del dolor nuevamente e intentó golpearlas, mientras que de sus ojos y su boca
brotaba sangre a borbotones. Su aleteó paró en seco y su cuerpo inerte cayó en el suelo. Sus
entrañas decoraron el piso con un aire macabro y repulsivo. El combate había terminado.
Fernando entonces corrió hacia los muchachos y abrazó a Fabiola. La joven reina
abrazó de vuelta a su padre y sollozó un poco sobre su hombro. Mientras tanto, del rostro
de Victoria se vieron caer lágrimas al ver el cuerpo inerte de Saúl. Su compañero, su rey, su
amigo, había muerto. Cuando Katalina vio la ansiedad en el rostro de Victoria, ella la
abrazó para consolarla. El rescate fue un éxito pero el costo fue muy alto y doloroso.
187
Capítulo Final
Después del combate el grupo volvió al campamento y contaron las bajas totales.
Los muchachos se encontraban comiendo en la fogata recuperando las fuerzas, pero no era
Victoria bajó su plato y fue a la tienda de campaña donde estaba Fabiola. Los
arrodillada en la cama dónde posaban los restos del difunto rey. Fabiola volteó su mirada
hacia Victoria y lo único que la espadachina pudo observar en la cara de su amiga fue una
tristeza marchita en lágrimas. Fabiola se levantó del suelo y lloró aún más fuerte sobre el
pecho de Victoria.
Victoria le frotó la nuca a Fabiola para reconfortarla. Rato después la joven reina se
188
—Muy bien, vámonos ya, capitán.
El capitán se retiró de la tienda y Victoria tomó de la mano a Fabiola para salir con
los demás. Cuando llegaron con el resto de los sobrevivientes Fernando abrazó fuertemente
a su hija.
—Mi niña, te has convertido en toda una mujer. Estoy tan orgulloso de ti.
—Gracias, papá. Volvamos a casa, por favor. Suficientes desventuras por hoy.
Fabiola le dio la gema rúnica a Nadia y ella recitó la inscripción. Un halo de luz cubrió al
grupo entero en ese instante. En cuestión de segundos todos los presentes fueron
Entonces, la joven clériga observó la cama donde yacían los restos de Saúl.
nosotros.
189
— ¡Lamento mi falta de educación, su alteza! Mi nombre es Verónica Watson. Soy solo
— ¿Podemos irnos a descansar, Fabiola? Ando muy cansado —dijo Fernando mientras se
Cuando la monja comentó esto la joven reina permaneció callada por unos
segundos.
Fabiola hizo una señal con su cabeza y los guerreros salieron del monasterio. El
rescate fue un éxito, pero tuvo un alto costo. Ya en la noche, Katalina y Victoria
Katalina se entristeció.
190
—Perdóname. Perdóname por haberles hecho pasar por un literal infierno solo para
salvarme.
— Saúl ya sabía a lo que nos ateníamos… al igual que el resto del grupo. Aun así… yo
tenía tanto miedo de morir, de jamás volver a verte, de quedarme con un sentimiento
Al decir esto la cara de Victoria mostró una lágrima y abrazó a Katalina por la
espalda.
—Victoria… cuando estuve enjaulada, pensé que moriría ahí dentro. Jamás pensé que le
— ¡Por supuesto que me importas! ¡Eres la persona que más amo en este mundo!
felicidad. Mientras tanto, la joven reina se encontraba acostada en su cama. Su mano quiso
buscar la calidez de su amante, pero solo sintió la frialdad de la soledad. Al día siguiente
los muchachos se reunieron en el cementerio para el funeral de Saúl. Vieron el ataúd del
difunto rey descender a su tumba mientras un grupo de soldados levantaron sus espadas.
191
—Fabiola…
se descompuso más y más justo en el momento donde la tierra caía en su tumba, Fabiola
soltó a su amiga e intentó irse con su difunto amante, cuando de pronto su padre la tomó de
la cintura.
— ¡Por favor, Saúl! ¡Despierta! ¡Por favor, dime que puedes escucharme!
El rostro del espadachín se llenó de lágrimas y Nadia las secó rápidamente. Victoria pensó
excluyera a Fabiola de la celebración. Lo que Fabiola necesitaba más en ese momento era
el apoyo de la gente que la amaba. De repente Victoria tomó a Katalina del brazo y le
emocional”. La joven duquesa tragó saliva y asentó con la cabeza: “quería aprovechar la
velada para solo nosotras dos, pero ella nos necesita más que cualquier otra persona en este
mundo”.
Terminado con esto, Victoria y Katalina se retiraron de vuelta al hotel para empacar
Pasaron varias semanas después del rescate. Con Fernando de vuelta, Fabiola cedió
el trono de vuelta a sus padres y optó por tomarse un tiempo para reflexionar y sanar las
192
heridas emocionales que su abrupta separación provocaron. No pasó mucho tiempo antes
que Victoria, Fabiola, Nadia, Geraldo y Saúl fueran reconocidos como héroes nacionales
por ese mérito legendario. A Geraldo le llovieron las propuestas de trabajo que incluían a
inmediatamente volverse un guardia real, y con el dinero que obtuvo pagó una
remodelación para la casa de su familia, así como una para él y para Nadia. Victoria se
abstenía de aceptar peticiones de trabajo hasta que encontraba algo que le atrajera. Como
campeona, su familia celebró la ocasión. Después de tantos años los Hosenfeld fueron
auditorio de la capital, donde los magos y las brujas egresados iban a practicar sus mejores
demás invitados la callaron con miradas lacerantes. Victoria solo se llevó la mano a la
“¡Y para concluir la velada tenemos una presentación especial de nuestra duquesa, Katalina
su demostración de Artes Arcanas. La joven bruja se sintió con mucha confianza cuando
avistó a sus amigas en las filas superiores. La duquesa tomó un poco de aire y se preparó
para recitar su encantamiento. Katalina subió la mirada y comenzó a cantar. Una escarcha
193
se formó en el escenario y bailó al compás de la voz de la joven bruja. Victoria se quedó
embobada por la sonata cuando de pronto su conciencia fue llevada de vuelta a su centro.
—Con que es esto a lo que mi tesis se refería al hablar de “magos de alto nivel que pueden
La joven bruja soltó una risa pícara y le guiñó el ojo a la espadachina. Victoria se
Victoria estiró su brazo y esperó por la respuesta de su amante. La noble bruja rio
un poco y la tomó de la mano para comenzar el baile. Entonces la sonata que Katalina
cantaba en el mundo carnal se dejó escuchar en ese valle de magma, mientras ambas
señoritas se movían al unísono. Sin que se dieran cuenta, el centro de Victoria lentamente
se mezclaba con el de Katalina. Los ríos de lava ahora recorrían montañas gélidas en lugar
puente de mármol y delante de las damas apareció el castillo de diamantes del centro de
Katalina. La canción de Katalina estaba por terminar en el mundo “real”. Antes que la
hechicera alcanzara la estrofa final las dos señoritas pegaron sus frentes y se sonrieron
194
tiernamente antes de besarse. Justo cuando Katalina paró de cantar el público se levantó de
—Muchísimas gracias.
Fabiola se levantó de su silla y felicitó a Katalina cuando de pronto los demás invitados la
vieron con desdén. Ante esta muestra de repulsión Fabiola se sentó de vuelta y se cruzó de
Minutos después de la presentación las tres damas se reunieron a las afueras del
Victoria y Fabiola la abrazaron tan fuerte como les fue posible. Katalina lloró de la
felicidad y abrazó de vuelta a sus amigas. Lo que había comenzado como una pesadilla en
el castillo Leonhardt, terminó como un dulce sueño. Después de ese momento alegre a las
Continuará…
195