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Sobre el tema de Nord Stream.

Los medios occidentales funcionan por mantras. No son libres. Reciben unas directrices y las
cumplen. No son reporteros vagando por ahí en búsqueda de la noticia, son enormes cadenas
mediáticas que reciben y publican las noticias que alguien ya eligió por y para ellas.

El conflicto de Ucrania lo ha puesto de manifiesto más y mejor que nunca.

Han contado historias. Muchas y muy parecidas. Que, por otra parte, nada tenían que ver con la
realidad.

Primero los rusos iban a invadir el mundo, acción que por supuesto traería consigo la tercera
guerra mundial. Los telediarios se llenaron de botones rojos. Toda declaración de los
propagandistas más estruendosos de Rusia terminaba tomándose como una declaración de
intenciones, cosa que hace años que ya no se hace ni en la propia Rusia. Así consiguieron que los
ciudadanos europeos se sintieran en guerra para terminar exigiéndoles que se sacrificaran para
ganar la misma. Ningún país de la UE a todo esto estaba entonces ni está ahora en guerra con
Rusia. Pero eso no era lo importante. Lo importante era reactivar la economía estadounidense vía
inversiones millonarias en las empresas armamentísticas. Y se hizo. Y se sigue haciendo.

Luego vino el cuento de la pronta victoria. Rusia no tenía ni pan ni gasolina. Solo había que enviar
más armas para materializar cuanto antes la victoria de Ucrania. ¿Cuántos días hace de eso? Otro
cuento que nos intentaron colar.

Seguimos para bingo y tras centenares de titulares a cada cual más propagandístico, ha llegado el
turno del Nord Stream. Más miedo e incertidumbre para la población europea que es lo único que
los medios pretenden conseguir con noticias tipo: “Rusia no sabe si el Nord Stream se podrá
reabrir”. Más miedo, más armas. Más armas, más muertes. Más muertes más miedo. Y vuelta a
empezar.

Pues bien, como lo que siempre obvian los propagandistas es la realidad, aquí estamos para
acordarnos de ella. Rusia jamás ha roto ninguno de sus compromisos comerciales. Si lo firma, lo
hace. De lo contrario sería un estado cuya palabra no valiese nada. Ningún país quiere provocar
semejante impresión. Rusia menos aún. Pero eso no interesa contarlo. Porque un ciudadano sin
miedo ni preocupación es un ciudadano sin control.

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