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El diario de Ana Frank

Hay historias que son muy difíciles de digerir. Tú, que te crees un lector experimentado, sientes
que la narración de unas palabras impresas en papel te está superando. Libros que llegan a tus
manos y no sabes cómo tratarlos, que no tienes la seguridad de respetarlos tal y como merecen.
Así, después de muchos años queriendo hacerlo, por fin me he atrevido a leer El diario de Ana
Frank.

Se trata de una historia real. La narración propia de una niña judía que vivió uno de los peores
momentos de esta religión. Escondida del nazismo alemán, se atrevió a ser valiente a partir de las
letras y hoy en día podemos viajar a través de sus emociones gracias a que las convirtió en eternas
a partir de las palabras. Solo de teclear ya tengo la piel de gallina. Hora de discurrir por esta
narración.

El contexto de la obra

El diario de Ana Frank es el título que se le ha dado en España al compendio de los tres diarios
personales que una niña de trece años escribió entre el 12 de junio de 1942 y el 1 de agosto de
1944. Última fecha en la que registró parte de sus pensamientos antes de ser detenida por las
autoridades de la Alemania Nazi tras ser delatados el 4 de agosto por unos vecinos. Como
curiosidad, Ana Frank, que siempre estuvo necesitada de cariño en su infructífera ocultación,
llamó a sus diarios Kitty y los trató en todo momento como si siempre hubiera alguien al otro lado
anhelando leer lo que plasmaba en forma de letras.

Una vez capturada, tanto ella como su hermana acabarían en el campo de concentración de
Bergen-Belsen. Ese lugar fue el último que vieron, pues entre febrero y marzo de 1945 fallecerían
a causa de una epidemia de tifus provocada por la extremada falta de higiene con la que tenían
que vivir.

Durante el tiempo que dura la narración rescatada del cuaderno, tanto ella, como dos familias
más, permanecieron ocultas en una buhardilla de Ámsterdam. Allí aguardaron más de dos años a
que la Segunda Guerra Mundial terminara, con el anhelo de que Hitler fuera derrotado lo más
pronto posible. Su escondite fue posible gracias a la ayuda de varios empleados de la oficina.

Además de su famoso diario, Ana Frank también escribió una serie de cuentos que fueron
publicados de manera paulatina. Asimismo, se conoce que su hermana, Margot Frank, también
trabajó en su propio diario, pero nunca se ha encontrado rastro del mismo.

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