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EL FRACASO DE LA “'SEMIDEMOCRACIA” ¥ SUS LEGADOS 19 ta, como principales fuentes de las dificultades que enfrentaba el pats. Si cos opuestos de la crisis econdmica argentina, El perfilamiento d diagnésticos se tradujo en la formulaci iris lacién de recomendaciones alternativas acerca del curso a seguir en materia de politica econémica. Cea : vo Le ‘emergiendo gradualmente tres posiciones di- desarrollistay la fie epee la del populismo reformista, la desarolista yl liberal, La primera no cuestions ls remiss bisicas de sr i en poe década peronista.' Por el contrario alent6 la as aie atin ‘de promover simulténeamente los intereses y la burguesfa urbana, y propuso una politica nacionalis- tamoderada, que impidiera, o al menos limitara, la presencia del capital ex- tranjero en sectores tales como energia, comunicaciones, y la produccién de bienes de capital. Esta posicién combinaba elementos reformistas y po- Pulistas y, en realidad, s6lo formulé dos criticas importantes a las politicas econémicas del gobierno peronista. Por una parte, el populismo reformista sostuvo que las politicas de Perén habjan desalentado la produccién agro- pecuaria, acusacién que quedaba corroborada por el estancamiento de la produccién en esa drea a lo largo del gobierno peronista. Por otra parte, es- ta posiciGn argument6 que se habia fracasado en la promocisn de la indus- tria pesada y el desarrollo de la infraestructura econémica, y que el Estado habfa expandido desproporcionadamente sus gastos corrientes, retrasando la inversién en obras piblicas.? Las consignas del populismo reformista fueron promovidas por el r calismo, que se habfa transformado en la nica oposicién partidaria organi- zada después de 1946.3 En 1956 el partido se dividié; un ala, la Radical In- transigente o frondizista, era partidaria de una gradual legalizacién del peronismo; la otra, los Radicales del Pueblo, permanecieron cercanos a la posicidn proscriptiva, més dura, de los militares. En todo caso, las faccio- nes mayoritarias de los dos nuevos partidos mantuvieron su adhesin al pro- ‘grama de Avellaneda, que proponfa en lo econdmico una serie de medidas de carécter nacionalista y reformista. ‘Sin embargo, cuando el lider de los Intransigentes, Arturo Frondizi, fue clegido presidente en 1958, redefini6radicalmente la orientacién econémi- ca del partido, aticulando una posicin enteramentedistnta, la desarvolis- ta. fue la ottafraccién, es decir los Radicales del Pueblo, quienes mantu- -vieron su apoyo a los postulados de! populismo reformista. Los desarrollistas, en cambio, sostuvieron que el estancamiento eco- némico de la Argentina se debia principalmente a un retardo en el creci- miento de las industrias de base. Tal debilidad, segiin esta postura, s6lo po- dfa superarse mediante un proceso de “profundizacién” que abarcara la texpansién de los sectores productores de bienes de capital ¢ intermedios, AUTORITARISMO Y DEMOCRACIA 20 \émica. Asimismo, la posicién de, infraestructura econ’ ‘ : ia, 9 deta pe| modelo de conciliacin de clases del pertodo 1945. 1921 P tu ae en el corto plazo, una contradiceién ineludible, La mies at ja ser resulta disminuyendo el salario real de los trabajadores 808 Pater la renta de los industriales; tal aumento era, a su ver, raay. un requisito indispen: sable para una elevaci6n significativa del nto version. Finalmente, los desarrollistas abogaron por un cambio sana ts politias relacionadas con el capital extanjro, apieadas nse desde e finde la Segunda Guerra Mundial. El desarrollismo sostuyg dado que los recursos locales de eapital eran insufcientes para lopr¢ deseada “profuncizaciGn”, se requerfa una incorporacién masiva decay, tal extranjero a la economia. El desarrollismo recién se terminé de artcufy en 1958, cuando Frondizi cambis de curso y tiré por la bord el program, “nacional y popular” que habia contribuido significativamente a genera los apoyos sociales que le permitieron alcanzar la victoria en las eleccio. nes de ese afio.* Como hemos visto, el desarrollismo no presté un apoyo irrestricto al modelo de conciliacién de clases, sino que propugné la introduccién desi. nificativos ajustes del mismo. Tales modificaciones tuvieron por objeto inducir un cambio en la correlaci6n de fuerzas en favor de la burguesta ur. bana. A pesar de ello, el programa desarrollista no cuestioné los aspectos centrales del proceso de industrializacién sustitutiva inaugurado en los aiios treinta. Por el contrario, los politicos desarrollistas impulsaron tanto la ace- leracién como la ampliacién cualitativa del proceso de industrializacién. Comparativamente, la,iltima de las posiciones, la liberal, fue mucho mis lejos en la critica del proceso de industrializaci6n iniciado en la déca- da de 1930 y de las practicas sociales y politicas asociadas al mismo. Los liberales no s6lo criticaron el modelo de conciliacién de clases; cuestiona- ron también la premisa segtin la cual el desarrollo industrial debfa const tuir el nticleo dinémico de una economfa cerrada. Argumentaron en este sentido, que desde los afios treinta —y particularmente desde 1946—Ia Ar- gentina se habfa enfrentado con dos problemas criticos; el progresivo de- terioro de la disciplina de los trabajadores y la ineficacia de amplias fran- jas de la burguesia industrial. Tales problemas tenfan su raiz, desde le Perspectiva liberal, en las politicas que habjan cerrado la economia, favo- reciendo la proliferacién de industrias “artificiales”, y en el excesivo cre cimiento del Estado. La imagen del mercado pas6 a constituir, en un doble sentido, la piedra fundamental de la posicién liberal. Por una parte, impli- caba la apertura de la economfa argentina y su reintegracién al mercado in- ternacional, mediante la reduccién de los aranceles y 1a eliminaci6n otras “distorsiones” que protegian a los sectores artificiales. Por otf pat ‘e, suponfa una drdstica reduccién de Ia intervenciGn del Estado en Ia eco” EL FRACASO DE LA “SEMIDEMOCRACIA” Y SUS LEGADOS 21 nomia y la restauracién, del sector privado. Como fuera ya sefialado, cada un: politicas econémicas disfmiles y, mediante adecuados incentivos, de la iniciativa 'a de estas tres posiciones abogaba por 0 con frecuencia, antag6nicas. Obviamen- te, tales politicas tenfan la capacidad potencial de afectar de manera dife. rente los intereses de las principal les clases de la sociedad argentina. Sin em- bargo, la politica de ese perfodo se caract teriz6 por una circunstancia muy Poco comiin: los clivajes y alineamientos politicos no respondieron sola- mente a los caleulos que se hicieron del impacto que las politicas econémi- cas producirfan en cada clase social. Exi: i stid, ademis, otro factor que estuvo vinculado s6lo en forma indirecta, cuando no contradictoria alas respect vas evaluaciones de los intereses econdmicos particulares; ese factor no fue otro que la cuestién del peronismo. La presencia del proscripto movimien. to peronista se expres6 de un modo muy especial en la escena politica. Di- cha presencia, si bien implicita, fue uno de los factores determinantes de los. ‘modos en que las organizaciones politicas y sociales que encamaron las tres posiciones descriptas mis arriba definieron y resolvieron los conflictos sur. gidos durante este perfodo. A pattir de 1955, los partidos politicos, organizaciones corporativas y corrientes ideoldgicas, a través de los cuales se expresaron el reformismo opulista, el desarrollismo y el liberalismo, entraron en numerosas alianzas y conflictos. Como se adelantaba anteriormente, tanto los apoyos que tales partidos y organizaciones recibieron, como las oposiciones que suscitaron, tuvieron que ver con dos factores: 1) las predicciones de las consecuencias que previsiblemente tendria la implementacién de las politicas econémicas alternativas en relacién con los intereses econémicos de cada clase o sector social, y 2) el modo en que la ret6rica, las plataformas y la ideologia de ca- a partido 0 corriente aludieron a la cuestién del peronismo. Tales alusio- nes, a su vez, hacfan referencia a las dos principales manifestaciones poli- tico-institucionales de la identidad peronista de los sectores populares, la exclusién politica que sufrfan como ciudadanos, y su renovada adhesin a lun movimiento sindical que continué definiéndose como parte del peronis- mo y no meramente como una red de organizaciones corporativas de la cla- se obrera.> La complejidad de la politica argentina del perfodo 1955-1966 se debié en gran medida a que las adhesiones y oposiciones politicas generadas, por una parte, por las predicciones acerca de los efectos que tendrfa la apli ci6n de las politicas econdmicas alternativas sobre lo que cada grupo per- cibfa como “sus” intereses, y, por otra parte, las reacciones de los distintos, ‘grupos con respecto a las estrategias alternativas de exclusién o reincorpo- racién del peronismo a la escena politica legal, estaban relacionadas pero no fueron totalmente coextensivas. La légica de esta compleja interrelacién a [AUTORITARISMO Y DEMOCRACIA ada principalmente por las oscilaciones pendula fe 20 nzacOnes empresarias y sectores militares aueess ee Prfeularon la posicién liberal. 7 : PFeSaroq y “A qué se debieron, ¥ de qué modo ocutieron ls oscilaciones pe tae dos iverales? Dichas oscilaciones en parte respondieron gfe canstancia reltivamente contingente: 10s programas concreto qe ae fartdos que dieron cuerpo alas posiciones del populismo ref Usarolisnno —es deci, los Radicales del Pueblo y os Radicales na genies—combinaon la poltia y Ta economia de una manera conta J, desde la perspectva dels liberales, totalmente insatistactoria, Ya ues 1986 sectors signifiativos del Radicalismo del Pueblo haban dete politicas econémicas reformistas y nacionalistas que poco se diferencias, de las aplicadas durante la primera etapa del régimen peronista. Sin ema. 0, con respecto al peronismo, los Radicales del Pueblo tendieron a asum posiciones cercanas al “gorilismo”; mas especfficamente, apoyaron apr, cripcidn electoral cel peronismo hasta principios de la década del sesenmy abogaron por el establecimiento de un sistema de afiliaciGn sindical queh. biera tenido como consecuencia la atomizaci6n de la organizacin corpo. rativa de la clase obrera. Esto iltimo, naturalmente, desperté la oposicién de la conduccién sindical, predominantemente peronista. La frmula dl Radicalismo Intransigente era, practicamente, el reverso exacto dela pos- cién de sus viejos correligionarios. Luego de la asuncién de Frondizi como presidente, en 1958, los Radicales Intransigentes adoptaron un programa econémico orientado a la expansin de las industrias productoras de bienes deconsumo durable y de capital y la modernizaci6n y privatizacin creien- te de los sectores de energfa, transportes y comunicaciones. Este program reserv6 un papel estratégico al capital extranjero e impuso inicialmente una dréstica reduccién del salario real. Los Radicales Intransigentes, sin emba- g0, nunca abandonaron los objetivos “integracionistas” que anunciaron des- de 1956, Trataron de reforzar el predominio peronista en el movimiento sit dical, pero, al mismo tiempo, indujeron (e incluso forzaron) a los lieres sindicales a actuar “responsablemente”, lo cual significaba: a) contenet ts “excesivas” demandas salariales de las bases y b) distanciarse del lidera2- 80 ejercido por Perén. Exeluido el peronismo, los dos partidos Radicales agotaban el espe

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