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Caperucita roja, su amigo el lobo, y el malvado 

cazador
Caperucita era una niña que quería mucho a su abuelita. Un día su madre le dio una cesta llena de comida para
que llevara la merienda a la abuelita, que vivía en una casa en medio del bosque, pues estaba enferma.
 Cuando se adentró en el bosque, se encontró con el lobo, quien le preguntó hacia dónde iba. Caperucita le
contestó que iba a casa de su abuelita, que estaba enferma, a llevarle la merienda; y le dijo al lobo todo lo que
llevaba en la cesta.

   Al lobo le dio pena la ancianita y se ofreció a ayudar a Caperucita con la merienda recogiendo para ella moras,
frambuesas y ricos arándanos. Con ellos prepararían un sabroso pastel.

 Cuando lograron llenar la cesta, el lobo retó a Caperucita a correr una carrera hacia la casa de la anciana. Le
dijo que había dos caminos, uno largo y uno corto, y le pidió a Caperucita que tomara el camino corto mientras
que él tomaría el largo, pero el lobo, que era algo travieso y quería darle a Caperucita una sorpresa, le enseñó
los caminos al revés y Caperucita, sin saberlo, tomó el camino más largo.
El lobo, llegó antes a la casa, y golpeando la puerta preguntó si podía pasar. La abuela le dijo que pasara, que la
puerta estaba abierta. El lobo entró y empezó a hablar con quien creía que era la abuelita (que en realidad era
un cazador malvado que se quería hacer pasar por la anciana para matar al lobo, ya que escondido tras unos
matorrales, había escuchado la conversación de éste con Caperucita)
Lobo: ¡Qué ojos tan grandes tienes, abuelita!
Cazador disfrazado de abuelita: ¡Para verte mejor!
Lobo: ¡Qué orejas más grandes tienes, abuelita!
Cazador disfrazado de abuelita: ¡Para oírte mejor!
Lobo – ¡Qué nariz más grande tienes, abuelita!
Cazador disfrazado de abuelita: ¡Para olerte mejor!
Lobo – ¡Qué manos más grandes tienes!
Cazador disfrazado de abuelita: ¡Para disparar la escopeta mejor! ¡PIM, PAM, PUM!

El cazador saltó de la cama, disparando su escopeta

El pobre lobo, asustado, huyó corriendo a todo correr. Por el camino, se topó con Caperucita, que había
encontrado a su abuelita en medio del bosque, también asustada, pues había huido del temerario cazador que
entró en su casa a la fuerza.

   Ya lejos del malvado cazador, los tres fueron en busca de ayuda y alertaron a las autoridades sobre el intruso
cazador que pretendía disparar contra el lobo. Las autoridades no tardaron en llegar, llevándose preso al
cazador por allanamiento de morada y por intentar matar al lobo, una especie que en el país estaba protegida.

   Más tarde, cuando hubo pasado el susto, Caperucita, su amigo el lobo y la abuelita se sentaron en un verde
prado a disfrutar de un día soleado y merendaron felices comiendo cacahuetes, arándanos y maíces.

   Y colorín, colorado, este cuento se ha cambiado. Y colorín, colorete, el malvado cazador está en un brete.

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