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Diseño y formación:
Joel Ossorio
Edición:
Zel Cabrera
Giselle Ruiz
TUVIMOS LA CARNE 27
CUSTOMER SERVICE 28
Ariana Ibáñez
ESTE ANIMAL QUE SOY 37
DECLARACIÓN PARA NO INVITAR A LXS VECINXS A CASA 38
Andrea Muriel
EX 42
CÓMO SABER SI UN CACTUS HA MUERTO 44
FUI AL OFTALMÓLOGO CON MI EX Y HUBIERA SIDO MEJOR SEGUIR SIN VER BIEN 45
Lucía Cornejo
MIOPÍA 48
SHIITAKE 50
Valeria List
GLENN COLQUHOUN 54
LOS SENDEROS QUE SE BIFURCAN 56
CARRETE 57
Ana Velarde
YA ESTOY 76
ESCRIBIR 77
SIEMPRE 78
Frydha Victoria
¿SUEÑAN LOS BEBÉS CON OVEJAS ELÉCTRICAS? 100
COSAS QUE QUIERO DECIRLE A MI ABUELA PERO QUE NUNCA VOY A PODER 101
Katia Rejón
YOBAÍN 105
SUR DE NOCHE 107
Moriana Delgado
PARA LA CHICA QUE NO ME QUIERE EN VERANO, O LAS ESTRELLAS NO DICEN MUCHO ÚTIMAMENTE 111
CÀ PHÊ CỘNG 112
Irma Torregrosa
PIÉLAGO (tres poemas; Cuadrivio Ediciones, 2020) 119
EL PEZ QUE SE TRAGÓ A JONÁS 121
Argentina Linares
A PESAR DE LA LLUVIA 124
RETORNO 125
Nicté Toxqui
ERRATA [en todos los puntos de bordado] 128
Mariel Damián
ESCRIBIR 137
CADA LIBRO ES UN GEN 138
EL MAR DE LAS IDEAS 139
AQUA MÍA 141
Priscila Palomares
CONTRACCIONES 145
AREOLAS 146
LA OTRA OTREDAD 147
NO ES CULPA DE DIOS 148
HUEVOS ESTRELLADOS 149
Cristina Bello
HAY QUE CAMBIAR EL AGUA DE LAS PECERAS CADA CIERTO TIEMPO 152
FALDA PLISADA 155
Estefanía Arista
ANA ME CORTA EL PELO 159
Lucía Rueda
TUMBAS PARA MECEDORAS 168
Cindy Hatch
CONTRADICCIONES 173
SHH, SHH, MI RATITA DUERME 175
PLEGARIAS 177
Silvia Castelán
BXH/2 180
BESTIARIO 181
RESPIRAS IGUAL QUE UNA PIEDRA AFILADA 182
Hacer una selección para una antología, de poesía o de cualquier otro género
literario, siempre es un asunto arbitrario, controversial, polémico, difici-
lísimo, sobre todo en un país como el nuestro en el que la tradición de las
letras mexicanas está llena de grandes antologías tales como Poesía en movimiento
(Siglo XXI Editores, 1966), el Ómnibus de poesía (Siglo XXI Editores, 1971) y la
Antología general de la poesía mexicana (Océano, 2014) solamente por mencionar
algunas de las más recientes. Tales antologías han marcado generaciones tanto
de escritores como de lectores, han definido nombres y corrientes estéticas.
En ellas, se han recogido innumerables poemas con los que podemos trazar el
mapa de la poesía mexicana, el canon de ésta.
No obstante, mi intención al seleccionar a las autoras que forman parte
de Novísimas. Reunión de poetas mexicanas (1989 – 1999), no es situar a las mismas
dentro de un canon personal o una simpatía sino de proponer una ruta lectora,
disponer de 28 nuevas posibilidades en tiempos en los que se ha hecho necesario
hablar también en femenino, sumar y no restar, y en todo caso, cambiar la
óptica con la que se solían hacer las selecciones en las lecturas en voz alta, en
los festivales de poesía, en las publicaciones editoriales y de medios impresos
y digitales, en las antologías en las que la disparidad en cuanto al género que
predomina es evidente, es decir, tenemos que por cada 5 autores, hay dos
autoras, cuando hay suerte y la mano que selecciona tiene un poco de criterio
para incluir poemas escritos por mujeres.
Entre los criterios con los que invité a estas novísimas autoras a ser parte
de esta antología, estuvo el intentar incluir mujeres de diversos estados de
la República Mexicana y no solamente poetas originarias de la Ciudad de
12
México, como también sucede con frecuencia en el ambiente literario, por lo
que en Novísimas. Reunión de poetas mexicanas (1989 – 1999) podemos encontrar
escritoras nacidas en Aguascalientes, Sonora, Veracruz, Guerrero, Jalisco,
Nuevo León, Sinaloa, Baja California Norte, Baja California Sur, Nayarit,
Yucatán, Oaxaca, Puebla, Estado de México, Michoacán y Chihuahua, que
forman desde hace algunos años del amplio panorama de la poesía mexicana
actual y cuyos nombres y trabajo vale la pena rescatar y ponerlos en la mesa
para su estudio desde ahora.
En Novísimas. Reunión de poetas mexicanas (1989 – 1999) podemos encontrar
diferentes alientos, obsesiones, búsquedas, intenciones, y es en esta diversidad
de voces en la que sostengo la presente antología, más allá de los reconoci-
mientos, las becas de creación literaria o las publicaciones, no menos meritorias,
pero sí no importantes a la hora de leer a estas autoras, es decir, leer la poesía
por la poesía misma.
En esta antología, que desde su concepción fue pensada para distribuirse
gratuitamente y estar al alcance de cualquiera a través del sitio web del sello
editorial de Los libros del perro, convergen poemas inéditos lo mismo que
publicados ya sea en libros impresos o en medios digitales bajo el precepto de
que un poema siempre es inédito.
Les dejo, pues, a estas novísimas poetas mexicanas que seguramente ya
están siendo el devenir de la poesía nacional.
Zel Cabrera
Compiladora y editora
13
14
Anaclara Muro Chávez
(Michoacán, 1989)
Tengo 12 años
a todas mis amigas ya les bajó
yo solo quiero formar parte del grupo
pertenecer.
Deseo eso que te hace mujer
eso que causa las risas, los cuchicheos
la complicidad.
¿Y si nunca me baja?
¿Y si en realidad no soy una mujer?
¿Sería tan malo?
Pero sí
un día me baja.
Tengo 12 años, mi mamá no está
¿decirle a mi papá? Imposible.
Entro al baño
me pongo papel en los calzones
descubro que esta forma de pertenecer es asquerosa y duele
descubro que mancha todo, sábanas, calzones, ¡no!
la falda del uniforme.
Hay que aguantar con el suéter amarrado hasta la salida
mi destino es sacarle la sangre a la tela
16
mes con mes.
Un ciclo de enjuagar tallar enjuagar tallar.
Si lo dejas al sol con tantito jabón se le quita la mancha
me recomienda mi abuela.
La mancha.
El destino.
El suéter amarrado hasta que se acabe el día
o la vida
por lo menos hasta la menopausia
esa libertad que viene con arrugas y bochornos.
Entro al baño
en el bote: papeles manchados
la sangre a la vista.
Una mujer antes que yo estuvo aquí.
Una mujer menstrúa
como yo.
Una mujer no dobla cuidadosamente los papeles de baño como yo
un doblez, otro doblez
un papel que envuelve a otro papel
si acaso fuera necesario.
Que no quede rastro
la sangre nunca existió.
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ELLA
Así es ella
odia
odia mucho.
Ella / no es una
pero sí de alguien
pero no
cuando lo dijo el intruso vociferante
sino cuando ella.
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Andrea González Aguilar
(Ciudad de México, 1989)
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Junto a ellos también van los muertos
y una que otra monja
se arrodilla en la carretera
para pedir a Dios un aventón.
De carro en carro hasta Tijuana,
lo demás, a pie.
Vamos unos sobre otros,
cuchicheados en las piernas,
dormimos en círculo,
para proteger a las niñas.
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Giselle Ruiz
(Aguascalientes, 1989)
para ti
La luz el gas
la muerte sobre el mundo
el valiente que pasea
la araña tejiendo un hilo
la dama vuelta sirena
quitan dos frijoles
la mugre el gas
sueltan otro peso
un niño pierde el sol
nadie grita ¡buenas!
el pájaro abre su jaula
el gallo a mitad de tarde
la carne el gas
el soldado en rondín
el borracho de banqueta
la luna tras el pino
el músico hambriento
el remate que viene
el infierno el gas
la muerte
la muerte
la muerte
una a una sus cartas
se repiten en esta lotería
que anticipamos desierta.
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CUSTOMER SERVICE
La voz en la contestadora
duermes con ella en mente
y despiertas queriendo generar
un cambio de modulación,
el estímulo que haga chirriar
su tono gélido
contra el auricular:
sigo con usted, señorita
no me vaya a colgar
por el momento es todo
¿Hay algo más en lo que yo
le pueda ayudar?
quieres licuarle la lengua,
quemar su garganta,
bañar esa robótica garganta
en té de azares
hasta relajar e impedir
el grito frustrado
la sensación de clase media
incomprendida.
La voz es cada enchufe de tu casa
cada tenedor que temblorosa
sostienes hasta el borde,
tono que afirma a tus espaldas
para nosotros usted
es muy importante
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pero no importa,
ya elevas un pie
hacia la nada y los vecinos
te miran parada en la orilla.
Eres una con la elevación
tropezando tantas veces
con la opción errónea
forzada a llamar de nuevo
mientras caes al punto
en que la voz pregunta
¿Sigue ahí?
señorita, le ruego
no me cuelgue.
29
30
Julia Piastro García
(Ciudad de México, 1989)
1.
2.
Mi abuelo trabajó
en una fábrica de espejos.
Lo veo caminando
32
temprano en la mañana:
detenerse un momento
cerca de algún mercado;
escuchar los pregones,
las pláticas y risas.
Después seguir su ruta
con paso de fantasma.
Nunca lo conocí.
Sólo guardo mis conjeturas,
y una foto en que posa junto al mar.
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ORACIÓN A JANIS JOPLIN
Cósmica chamana
ayúdanos a huir un rato de este siglo
ahora que se han gastado todas las utopías.
Patrona de los viajes
danos un aventón.
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35
Ariana Ibáñez
(Estado de México, 1990)
la dificultad
para decir las cosas que lastiman
también las que al placer se refieren
a mí me gusta bailar
besar a mis amigas
y encontrar eso que se llama hogar
en su abrazo en su aliento
soy aquella que
cuida plantas
como cualquier otra
que quiere que la casa
no se desordene por un día
me gusta que me regalen flores
por varios años
lo negué categóricamente
y admito
que miré con envidia a mi hermana
cada vez que llegaba a casa
con un ramo que apenas
le cabía en las manos
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DECLARACIÓN PARA NO INVITAR A LXS VECINXS
A CASA
desde la cocina de este departamento amarillo ubicado en una calle del centro
del edificio número seis cuyo piso es el techo del departamento de abajo
donde me acusan de ruidosa y salvaje por las noches
no negaré el calificativo de escandalosa que no se calla
es lo que me ha mantenido viva
sin embargo
no ha sido suficiente para impedir
el golpe el abuso la omisión
desde este departamento de pocos metros cuadrados que me ha visto
maldecir cuando no tengo amigos a quién llamar
ha abierto conmigo las puertas de la ternura
a quien se presente en la entrada
incluyendo a los hombres que reparten garrafones
pero excluyendo a los vecinos
al que me infantiliza y mira mis piernas
el que se refiere a mis amigas como porquerías
y a mis amigos como personas de mala muerte
desde el día que le pedí que no me dijera “chiquita”
el que me pide no hacer ruido ni siquiera con mis pies
el que me sugirió no usar zapatos dentro de casa
ni mover los muebles
ni tener accidentes como que se rompan las tazas
dejarlo pasar sería un accidente
nadie le abrirá la puerta aunque siga golpeando
escribo desde la colonia centro de la ciudad más conservadora del país
desde una habitación cuyas ventanas sólo me permiten ver
un par de tinacos grises y un letrero que dice le perfum
una azotea de un piso más abajo que el mío que impide ver
a los hombres que lavan los autos por cincuenta pesos
a las señoras que van al mercado de este barrio antiguo
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a ti te abro las puertas y las ventanas y toda mi casa
bajaré las cortinas para evitar las miradas inquietas de la vecina del edificio contiguo
guardaremos tu bicicleta en esta habitación donde apenas caben nuestras manos
tus manos adentro
tú todo adentro tocando las orillas
contigo guardo silencio
para escuchar cómo fluye tu sangre
y decir que te amo y sea el único ruido
nuestro frío o sudor crujiendo según sea el caso
para esconderme en tu nariz o en tus orejas
sólo busco un lugar donde dormir
como el espacio entre tus dedos chuecos del pie izquierdo
o la línea negra que se te ha formado en la uña
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Andrea Muriel
(Ciudad de México, 1990)
P piensa que lo corté para poder escribir poemas sobre nuestra ruptura
F piensa que me falta saber más de la vida para estar con él
D me dijo que en diez años volveríamos a encontrarnos
D cortó con su novia y quiso volver a buscarme
D decía que al saber lo que estoy leyendo podía prepararse para saber mi humor
que no le gustaba que fuera tan influenciable
aunque mi mayor influencia era él
todas las D son diferentes nombres
P era tan dramático que me decía lo mismo que a sus ex que eran mis amigas
los P también son distintos
A a veces me busca y yo no estoy segura de su intención
L me dijo que me va a esperar toda la vida
L no existe
no estoy segura de si D existe
tal vez P y F se harían buenos amigos si no hubieran tenido que ver conmigo
o si F no se hubiera muerto
me refiero a otro F
ojalá estuviera aquí ese F
o el otro
quizá si P dice esas cosas de mí es porque me conoce o quiere pensar que me conoce
porque así configura lo que él es
me gustaría que A supiera hablar español
porque es muy raro tener sexo sin hablar
absolutamente nada
aunque a veces es mejor eso
que tener sexo sin querer
y fingir que sí quieres
y decir cosas que no quieres
no voy a decirles con quien hice eso alguna vez
o si lo hice con todos
en realidad quisiera usar más letras J R L
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pero no quiero escribir sobre ellos
¿cómo puedes saber si realmente me refiero a ti? o si cambié tus iniciales por las de él
mi ex del que menos quieres saber
tal vez hago lo mismo con todos
las mismas bromas en las mismas películas
los mismos gestos en la cama
¿por qué crees que eres tan importante?
¿y si no?
a veces confundo a P con G
todos saben que me gusta la pizza
aunque tal vez le gusta más a D
al segundo D
¿y si...?
a veces no recuerdo nuestra última noche juntos ¿y qué?
¿a poco tú sí?
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CÓMO SABER SI UN CACTUS HA MUERTO
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FUI AL OFTALMÓLOGO CON MI EX Y HUBIERA
SIDO MEJOR SEGUIR SIN VER BIEN
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Lucía Cornejo
(Sonora, 1990)
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SHIITAKE
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Valeria List
(Puebla, 1990)
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LOS SENDEROS QUE SE BIFURCAN
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CARRETE
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Brianda Pineda Melgarejo
(Veracruz, 1991)
Venus de Milo escapa del invierno de su estatua. Toda ella un derrumbe, avan-
za entre los sauces del parque. Ahí va, la errante voluptuosa, la sensual hasta
el tuétano de piedra, oscilando entre pasos que le devuelven sangre y piel. An-
hela, desde hace tiempo, volver al refugio mortal donde el fuego salvaguarda y
la calma es un simulacro equívoco como la inmovilidad de los objetos cuando
nadie los usa.
Atraviesa el pueblo hasta encontrar la vieja cantina donde conoció las mie-
les del servir y la danza de astucias y voces trémulas por el aguardiente. Entre
vidrios rotos, sillas por los suelos, rockolas en ruina y botellas envenenadas por
el tiempo se mueve hasta llegar a la habitación final de un oscuro pasillo. En
ese lugar durante una temporada soñó, de día como los búhos, no ser la mujer
rota en estremecimientos: la vendida a hombres desconocidos que sofocaban
su boca por obtener una dosis del éxtasis sin dueño que a todos habita. Piedra
transformada en dulce y perecedera materia carnal, reconoce las manchas de
sangre que hay en el colchón como un retrato suyo, el último. Una dolorosa
ráfaga proyecta en su memoria la tortura, el escándalo de filos en manos de un
hombre sin rostro.
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UN HOMBRE
A los perros y Vladimir Arzate
Cuando en silencio
se queda a solas
halla frente a él
un espejo de carne.
La historia en mí se repite
no sé quién soy, ni qué terror
mueve a máscara en mi sangre.
II
No eres nada
y antes de conocer ese vacío
toda una ciudad
dirá tu nombre
despedazando tréboles
angustiando paredes
riendo en cada puñalada
aplaudiendo mientras lloras
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sabrás que te llaman
aunque no los conozcas.
III
Sueño de carne
Rutina de carne
Desesperación de carne
Acoso de carne
Carcajadas de carne
Fracaso de carne
Prostitución de carne
Violencia de carne
Espejos de carne
Arrepentimiento de carne
Celebración de carne
Rezos de carne
Cinismo de carne
Embriaguez de carne
Vómito de carne
Suicidio de carne
Ficción de carne.
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DESHACE EL DOLOR SUS TRENZAS
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Xel-Ha López Méndez
(Jalisco, 1991)
Hace poesía, arte y traducción. Estudió Letras. Publicó Crónicas de un nuevo siglo
(ámbar, cooperativa editorial, 2016) disponible gratis en pdf, Cartas de amor
para mi amigo cerdo (Letour1987, 2015), hizo fanzines y autoediciones chiquitas
como ¡AH! y lacasacomoforma. Ganó los premios de Poesía Joven Jorge Lara en
2012, el Elías Nandino en 2014 y Punto de Partida en 2016. Algunos poemas
suyos están traducidos al portugués, italiano e inglés. Es cofundadora de los
proyectos La Cigarra, La jardinera guarrior y En Esta Esquina Fanzine. Becaria
del Programa de Jóvenes Creadores del FONCA (2017-2018) en Medios
alternativos y de la Fundación para las Letras Mexicanas en el área de poesía
(2018-2019). Tiene una gatita.
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MI ABUELA DE PODER RECORDAR ALGO DEJARÍA
DE SER TAN CONTEMPORÁNEA
Mi abuela
está siempre actualizándome
Me reta
Me pregunta
Me asusta
¿Dónde estoy?
Inquisitiva
Me reclama
Me dice
Me duele
Mi abuela regresa
Se sienta
Sonríe
Dice que sí
Pero no está satisfecha con mi respuesta
Yo sé
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¿Dónde estoy?
¿Quién eres?
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MI ABUELA ES MÁS PEQUEÑA
más frágil
y huele a viejito
Soy adulta
lo sé
y decir viejito
puede ser
solo
anticiparse
Pero mi abuela
es igual frágil
igual huele a viejito
y es pequeña
Un día
lo sé
yo seré vieja.
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MI GATA TIENE NOVIO
ha venido a buscarla
Mi abuela
de tener tiempo ahora para pronunciar algo
diría que en sus tiempos alguna cosa parecida a esto
un macho cantando
una hembra mirando desde la ventana
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ME HE VUELTO HORMONAL Y SUPERFLUA, SI ES
QUE AMBAS PUEDEN SER POSIBLES JUNTAS
aunque a veces
contemplo cosas
como si no existieran
más allá de estos muros.
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PERDÍ EL ÚNICO DOCUMENTO OFICIAL EN EL QUE
ME VEÍA BONITA
y es una lástima
que alguien lo utilice para hacer daño
y es una lástima que ya no cruce los países sintiéndome bella
o que ya no los cruce
o que ya no sea bella
porque una cicatriz me haya partido
en dos la cara
y porque todos los demás días
de mi vida fotográfica
esté tremendamente triste
Yo quise mi pasaporte
mucho
porque parecía ser feliz en cualquier viaje
y me parecía también
que todas las aduanas me amarían
aunque estuviera enojada
Ahora
que las cosas serán más difíciles
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porque además de la vida
en el papel parezco peligrosa
me he sentido más triste que nunca
de haber sido robada por todos
de haber perdido
mi bello retrato
mi pase de viaje
mi sonrisa
genuina y rosa
ante un reflector extranjero
mi genuino semblante
impreso para siempre
en algún sitio.
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Ana Velarde
(Ciudad de México, 1991)
no puedo
dejar
de pensar metáforas
pero ya estoy cansada
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ESCRIBIR para hablar de la sangre
se ha hecho tantas veces
tantas veces se han secado las flores y se ha condensado el agua
y hemos llorado y repetido las mismas rutinas
pero
en realidad
las manchas de sangre casi nunca se quitan
al menos yo no sé quitarlas
siempre queda un rastro
siempre
queda
una forma de la sangre
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SIEMPRE queda una mancha de sangre
no roja
más bien café
cómo podría nombrarlo en otra lengua
me pregunto
al rojo o al café
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Nadia López García
(Oaxaca, 1992)
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HORMIGA NEGRA
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Elizabeth Camacho Lara
(Baja California Sur, 1992)
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EN AGUAS
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LA SOLA CAFETERA
Es domingo.
El eco del café filtrado atormenta a la cafetera.
Siente cómo el río vaporoso la ha cruzado
sabe que no pasó solo,
sabe que ella dio paso;
deseaba volver a ser introducida al tomacorriente
prenderse
sentir la conductividad
—eléctrica—
no sabía que era un experimento
un quitar y poner
esto:
el amor.
No dio paso sola,
debió escuchar promesas:
Eres la única cafetera para mí.
No todas hacen igual el café.
Servir o no servir;
ser vida.
La funcionalidad del alma
se pone en entredicho
cuando es
pasada
por el
pasado
y es entonces
una cafetera traspasada
regalada
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ofrecida
cualquiera.
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Clyo Mendoza
(Oaxaca, 1993)
Definían la muerte con los pequeños finales que hay a lo largo de una vida:
las cenizas del fuego,
todas las flores recién cortadas.
aullando No.
Alejaron a la comitiva que cargaba el cuerpo en una caja, era lo más parecido
a un ataúd que reluciría en el pueblo en muchos años y circulaba excesivo junto
a su pequeño cortejo. Y es que ahí se entierran desnudos o sólo con la mortaja;
las mujeres empiezan a bordar la suya después de casarse porque corren el riesgo
de morir de parto. Todas tienen un pedazo de tela qué bordar: encajes, flores y
animales de hilo para caer en la tierra.
Por las tardes se sientan juntas a coser en silencio, siempre en silencio, un vestido
fresco para su muerte.
Para cada idioma hay una idea de la muerte. No muy convencidos, los campesinos
gritaban: la suicida no merece la tierra bendecida. ¿Qué tierra bendecida? Estaban
enfurecidos, atravesados siempre por el hambre, temerosos de las sequías, del
ritmo extraño de las lluvias. Estaban confundidos porque en su idioma materno la
muerte no distinguía voluntad de naturaleza. No había una palabra para designar
a aquél que corta de tajo su camino y decide despeñarse a la nada como las cabras.
Gritaban con rabia y casi con envidia. Tanto, tanto habían insistido en recalcar en
el templo la existencia del infierno, durante cuántos años, cuántas generaciones
se habían reunido ahí para escuchar que habían piras esperándolos después de su
94
muerte si se rendían ante las cosas que los abuelos decretaron como suyas. Todos lo
sabían: a veces sólo había confort en el idioma de acero y hierba. Ahí había un lugar
para estar a salvo de las procesadas ideas y conclusiones del mundo de los otros. Si
volvían al mundo de su propio idioma la muerte no daba tanto miedo, la muerte
ahí era el fin natural, fuese cual fuese la vía. Su definición no implicaba una hoguera
infinita, ni la claridad suprema de un Dios con vestido.
La muerte: indefinible, se limitaba en ese idioma sólo a ser descrita con los eventos
simples de una vida: la ceniza después del fuego, el abono fértil que deja el cuerpo
de un animal que estuvo herido y ha muerto.
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CABALLO ROJO CON SACRAS DE COLOR ISABELO
El rojo es el primer color que vemos ¿Cómo podríamos prescindir de él? Si nacemos
a través de ese río de placenta y al nacer la sangre nos llena los ojos. Hombres y
caballos somos bestias coronadas por la sangre en la abertura, coronados por la luz
y el aire desde el momento en que el cuerpo llega. Pero ellos, los hombres, aman y
son amados.
Soy Caballo, nací animal y tengo la sensación de ser yo mismo como todo. No
sé qué es el amor de los hombres porque siento lo mismo por cada ser y cosa que
ocupan un lugar en este mundo. Obedezco al soldado no porque le deba, sino
porque le temo y porque para mí él es una parte mía y yo soy suyo.
Puedo oler en los hombres esa sustancia a la que somos ajenos, la sustancia que los
atrae y los separa, la que los hace decir: él, el otro. Ella, la otra. Esto: lo que es mío.
Para éste, para Caballo, el amor es igual al odio: preserva la memoria más allá de
la apariencia, más allá de la enfermedad y los confines del mundo. El amor de
los hombres es una sencilla fruta de la tierra, el banquete incomible, la barca y el
esquife. Aman como los perros ladran, los gatos maúllan, como la lluvia cae y los
caballos relinchan. Y es lo más duro de la tierra. Veo que el amor es la más natural
de las resistencias y que, como mis ojos saben hacer por sí solos, los deja asomarse
en la sensación del gran vacío.
Caballo, me dicen, y yo puedo oler en ellos el deseo agresivo de ser uno y no dos, y
no millones. Caballo, me dice el soldado, mientras acaricia mi crin como al cabello
de alguien que le falta. Huelo su agrio sueño de hacer una alianza. Pero los hombres
sufren y gozan para hacer su historia. Necesitan decir: lo mío, lo otro, yo. Viven para
contarse a sí mismos. Siempre, siempre algo que contarse mientras pasan de ser
niños a ser adultos, mientras pasan de ser adultos a ser niños y alrededor las cosas
nacen en las cosas que se mueren. Su dolor es proporcional a la alegría que estuvo
y se fue. Su alegría es proporcional al dolor de perder lo que todavía no se ha ido.A
los caballos se nos demanda ser ecuánimes, pero a veces las patas se nos vencen
y caemos impávidos ante la muerte de pequeños fragmentos de nosotros: niños,
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árboles, otros caballos. No puedo nombrar lo que describo, no puedo llamarlo amor
o explicarlo, sólo puedo decir: no podemos permanecer inmutables a los trechos de
nosotros que se van muriendo.
97
98
Frydha Victoria
(Nayarit, 1993)
ambas atestiguamos
cómo crecen sus dientes
o se le asoma el pelo
y vemos en ese gesto la bondad del mundo
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COSAS QUE QUIERO DECIRLE A MI ABUELA PERO
QUE NUNCA VOY A PODER
II
al fondo
un reloj dicta la hora de la cena
III
No lo sabes
pero compartimos el llanto
y el miedo a la memoria
IV
Todavía me pregunto
si pasaré los días cargando hijos y nietos
si voy a sacrificar el cuerpo por mi familia
si también voy a llorar
a lágrima tendida
bajo las sábanas
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Katia Rejón
(Yucatán, 1993)
Pero sé leerte,
cuando desclavas los recelos
y eres tú, amplísimo:
Yoremito, un baile norteño,
un grito en la marcha,
la paz, la verdadera paz, de una iglesia.
Son surcos de ti que ignoras.
De todas formas
no hay nada que decirte que no sepas
vas dejando huellas, siempre
para que alguien te siga.
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SUR DE NOCHE
II
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Moriana Delgado
(Ciudad de México, 1993)
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CÀ PHÊ CỘNG
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Selene Ángeles Díaz
(Ciudad de México, 1993)
Y adentro,
en el ocaso de un esplendor,
la desesperanza.
La imposibilidad
de salir
girando la perilla
de alguna puerta.
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NOCHES
y el halo se enciende:
mi cuerpo solitario
empieza a flotar.
II
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Irma Torregrosa
(Yucatán, 1993)
Una foto con la cara de mi padre trozada por una tijera. Había otra
quemada por una de las esquinas. De mi padre quedaba lo que hay después
de un vaso roto en la cocina. Astillada con su nombre, mi madre desangró
sus mejores años en una tarde, mirando hacia la única ventana que había en
nuestra casa.
Antes de irse, mi padre puso sus ojos en mis cuencas y la boca torcida de
cuando se enoja.
Fui, entonces, luz acurrucada en los brazos de mi madre. Después, como él,
los restos de un vaso roto que ella buscaba unir todas las noches, inútilmente.
Los buenos tiempos quebrados por el llanto de una niña que grita porque
sueña que se ahoga. Mi madre hurgaba dentro de mis ojos, buscándolo. Cal-
maba mi llanto y cerraba los ojos mientras se imaginaba desnuda nadando
en las cascadas chiapanecas, a donde dice que fueron cuando se casaron.
antes de mí.
119
Tenía diez años la primera vez que quise besar a un niño. Se llamaba
José Carlos o Jorge Carlos. Después de mancharnos los dedos con pintura
moldeamos un beso de plastilina atrás de una palmera durante el recreo.
Mamá nunca supo de mi obra maestra. Conservé el beso tanto como pude
hasta que un día lo perdí por romperle la boca una niña que me dijo tarta-
muda.
120
EL PEZ QUE SE TRAGÓ A JONÁS
Temiéndole a mi propio abismo
salí huyendo
convencida de que lo mejor
era abandonarme a la suerte.
Habiendo desobedecido,
recé hasta que mi voz fue tormenta,
recé para que me tiraran al mar
convencida de que lo mejor
era dejarme llevar por las olas.
Tomé aire.
Respiré.
: lo vencí.
121
122
Argentina Linares
(Guerrero, 1994)
124
RETORNO
para Azul C
He construido,
en la desembocadura de aquello que aún nos pertenece,
un ruido de movimientos grises
flanqueando lo ganado;
deseo traído a fuerza de no confundirse en estallido.
Y si existe la posibilidad del retorno
—timón a babor—
la tomaré sin duda
y encenderé ciertas luces.
125
126
Nicté Toxqui
(Veracruz, 1994)
en el fondo
capaz de
amarme
y llorar
cuando
miro el espejo
(los pies
con braqui
metatarsia)
son feos
pero me caminan
erecta o encorvada
según sienta
rechazo
arrinconada
mis inseguridades
en lencería negra
130
en una cama sola
me pertenezco
desenvuelta
caminando
por las arenas
que me arden
como propia
cuando no puedo
saltar hacia el vacío
que me construye
y me voy queriendo
sin saber quién
soy
realmente
un matiz de obscenidad
que conoce sus estrías
en la regadera
sin seda que me cubra
al mirar por la ventana
sí me falta carne
tengo la oportunidad
de fingirme una
entonces pienso :
braquimetatársica
peculiar
en su forma
como ese instante donde concilié
mi evidente apetito de convulsa
identificada en el cuerpo
avergonzado
de privilegios
compleja
estoy cansada
de ser paciente
en realidad el dolor
a veces se torna insoportable
me miran completa
133
un problema similar
a muchos problemas similares
se vuelven
de fácil compostura
la haza de convertirse
hacerme trizas
para entender
la compostura
mi piel es un retazo
de otras mujeres
primitiva
carente
134
135
Mariel Damián
(Ciudad de México, 1994)
138
EL MAR DE LAS IDEAS
140
AQUA MÍA
Ven
náufraga de noches ajenas
yo soy el Mar
el agua
y la isla
141
soy la orilla donde los barcos
llegan y se quedan
ven aquí,
aqua mía,
yo soy tu puerto.
142
143
Priscila Palomares
(Nuevo León, 1994)
Veo los pinos que rozan las nubes. Enfrente de mí: unos ojos negros. Recues-
to al lobo en la tierra. Le arranco los pelos, uno por uno, para verlo calvo,
comprenderlo desnudo.
145
AREOLAS
A Dana Espinosa
146
LA OTRA OTREDAD
Éramos iguales.
147
NO ES CULPA DE DIOS
Desperté pensando que Dios era machista; que cuando creó el mundo nos dio
la capacidad de un orgasmo, pero nos escondió el clítoris; nos dio un cuerpo,
pero nos obligó a ocultarlo porque induce al error; nos puso de modelo a una
mujer virgen y madre a la vez.
148
HUEVOS ESTRELLADOS
La aprieto un segundo.
Se quiebra vulnerable
entre mis yemas.
149
150
Cristina Bello
(Michoacán, 1995)
Mi nombre entonces
es tan sólo la carnada de los pececillos, ella dice:
hay que cambiar el agua de las peceras cada cierto tiempo,
hay que cambiar la voz cada cierto tiempo,
hay que inventarnos nombres
152
escribirlos con gis blanco en el pizarrón,
el gis blanco puede borrarse fácilmente,
puede reescribirse
en el prado
el agua
la costilla de mi padre.
154
FALDA PLISADA
Abuela me explica
los colores dicen mucho,
casi como los anillos
que detectan sentimientos;
azul para la tristeza,
rojo para la pasión,
verde para la envidia.
156
157
Estefanía Arista
(Baja California Norte, 1995)
159
Aquí fui digna de nuevas cicatrices
que se hacen las niñas que pintan,
bailan y meriendan descalzas,
ensuciándose la falda
en el lodo de amarillos inmaduros
mientras pintan casetas de feria,
beben rebujito
y dan vueltas en los columpios de la lluvia
hasta abrirse la cabeza.
Volvemos siempre a los instantes
en los que dejamos de ser felices
buscando lo que nos han quitado:
los pavorreales que forman el nombre de Ana,
la taquicardia que tienen mis piernas,
los meses donde las sillas de oficina
sí fueron para traer la infancia
a casa.
160
161
Rebeca Favila Montana
(Chihuahua, 1995)
163
CREER EN DIOS
164
LAS LOCAS
Déjalas,
que el mundo necesita caerse
para que todos vean desde abajo
el reguero de cuerpos sin nombre
que hay en todas las calles.
165
166
Lucía Rueda
(Ciudad de México, 1996)
169
ni para las casas. Pero yo guardé las lentejas
porque no quería vomitar en la mecedora,
pero me salieron todas las vocales y las paredes se ofendieron
y supe que vomitar es el estado más vulnerable,
y comer sin hambre es fingir
tener un estómago, así como un nombre,
un sexo, o un gusto distinto al guiso de las ocho,
como vomitar sólo verdades
En la cena
escuchaba cómo el chirrido de la mecedora
se internaba en mi voz para que dijera
que la casa,
que yo,
que no podía callarme,
que a veces era una mujer
y otras una quimera
y que las mujeres y yo.
Y la casa
era un rechinido constante de todo lo que no se decía.
Quién iba a decir, mamá, que quemarían la mecedora
el día que me fui. Mis bolsillos se rompieron
y perdí las lentejas para regresar a casa.
170
171
Cindy Hatch
(Jalisco, 1997)
II
173
Un volcán guarda todas las memorias para luego expulsarlas de golpe.
III
174
SHH, SHH, MI RATITA DUERME
175
Ahora caen las hojas, ¡ay! El verde, verde estéril.
Y nuestro establo sucio y lejos tu voluntad de amamantar.
176
PLEGARIAS
Es que no puedo dormir porque se me suben los insectos, hay hormigas por
toda la casa y además, oigo su respiración como cuando estuvo en el hospital,
lento. Anoche se metió el agua por el patio. Mi colchón está empapado. Ábreme
y por favor, dile que se vaya, tú sabes quién es. Préndele una vela y dile que se
vaya. Que descanse en paz ya. No tenemos nada más para decir. Reza como
cuando eras niña: angelito de mi guarda, mi dulce compañía…
Pero si no ha llovido, papá, ¿cómo que se metió el agua? ¿Agua de dónde?
Hace mucho que no rezo, no sé ya ni cómo pedirle favores al cielo. Él ya no
está, lo que pasa es que no has dejado de pensar en él y lo imaginas. Mira,
estaba despierto, te juro que ni siquiera estaba dormido y vi una sombra de
un cabrón como de mi vuelo, parado frente a mí. Cerré los ojos y me los tallé,
porque a lo mejor tenía lagañas o no sé, pero cuándo los abrí, ahí seguía. Le
grité, le dije que se fuera y no me hizo caso. Yo creo que no ha encontrado
descanso, tenía que pedir perdón por cosas que nunca dijo, se fue con sus
secretos a la tumba y yo no soy nadie para contarlos. Bueno, prendo una vela,
pero no sé si eso funcione.
177
178
Silvia Castelán
(Estado de México, 1997)
Silvia opina que las paletas más ricas son las que dejan llagas en el paladar
y en las comisuras de la boca y admite ser adicta al gerundio. Silvia tiene
el sueño guajiro de cambiar la afirmación: “Tengo un cuerpo” por “soy un
cuerpo” porque está convencida de que el abuso del adjetivo posesivo nos
hace pensar que, desde el lenguaje, podemos tomar y tener aquello que nos
plazca. Defensora aguerrida del uso de elementos como el tazo metálico, los
tostiesquites y los cheetos de colmillito en la poesía.
Blog: https://cuijabesucona.wordpress.com/
179
BXH/2
Palpita ternura en el deseo de tocarte la boca pero traigo los dedos re anzuelo
Traigo el ánimo canino y no deja de perseguirse la cola
Cuando grande seré palo santo pero mientras tanto soy la arista con la que magullas la
piñata
Palpita ternura en el deseo de que me toquen pero traigo las astillas agudas, re agudas,
agudísimas
(re graves, re esdrújulas)
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BESTIARIO
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RESPIRAS IGUAL QUE UNA PIEDRA AFILADA
Entrecierras los ojos y me miras como se mira un arroyo al apuntarle para hacer patitos (cuac
cuac cuacs)
(No sé si respiras igual que una piedra afilada o si las piedras afiladas emplean todo su tiempo
libre en memorizar la coreografía de tu esternocleidomastoideo)
Hipótesis uno: tú, más filo que roca te quedas en la orilla y ninguna mano te elige para saciar
el inagotable apetito del estanque.
Hipótesis dos: una escuincla con las hormonas fieras sostiene tu cuerpo para grabar en el
torso de una jacaranda un corazón que albergue en el centro la inicial de su nombre y la del
muchacho de bigote neonato cuyo nombre es Ramón o Reynaldo (o algo que empieza con
eRRe de raíz).
Hipótesis tres: Antes de comenzar a inhalar tu cuerpo hecho polvo y mezclarlo con fernet,
Charly García escribe canciones para las piedras que ansían ser rasguñadas. Cosechó lágri-
mas en su teclado y sembró mi piel que ahora quiere que la traspasen con rasguños mientras
tu filo pide adentrarse rápido en un orificio nasal (y yo comienzo a amarte con toda la piel).
Hipótesis cuatro: impertinente como eres, el cincel lame tu mármol y las cosquillas que te
provoca logran que escupas cachitos filosos al ojo del escultor.
Hipótesis cinco: te escabulles para dormir la siesta en la suela del zapato deformado por un
pie sin arco, y los inquilinos (son cinco) te corren del departamento por babear en filo agudo
.
182
Hipótesis seis: eres el amuleto de ámbar en collar trenzado que un gringo equis compra en
San Gentrificación de las Casas para (según él) dejar de verse como un gringo equis.
Hipótesis siete: te huelen las axilas a volcán y cierras los ojos para pedir un deseo, como si
apretar la mandíbula incrementara la posibilidad de que se cumpla y aumente tu tempera-
tura corporal: Ojalá fuera magma, dices (y es que nunca te dijeron que no hay nada malo con
ser solo roca parcialmente caliente).
Hipótesis ocho: te dicen “la piedrita del encendedor”, qué falta de respeto, tú le diste el fuego
a Prometeo y le prendiste un boro a María Félix.
Hipótesis nueve: el peso de tu cuerpo atravesó el parabrisas del Aveo azul nuevo que un
padre acababa de bendecir y empapar en agua bendita.
Hipótesis diez: tanto mineral, tanta piedra caliza para que termines deseando ser la efímera
y efervescente roca que truena, vive y muere en bocas como la mía que trituran, muerden y
matan a dentelladas la paleta que nunca sabremos porqué tiene forma de pie.
Hipótesis once: la facilidad de adaptación: un día una horda de pies te encuentran cara
de balón y al otro existes para delimitar el espacio que tendrá una portería improvisada de
fútbol.
Hipótesis doce: traes el cuerpo escurriéndose en verde fosforescente y nomás eres un elemen-
to decorativo del círculo cromático dentro de la pecera de un pez beta (¿o alfa? ¿u omega?)
.
Hipótesis trece: las malas lenguas hablaron y dijeron que en momentos de extrema sequía,
lamer una piedra pequeña y porosa puede hacerte salivar y aliviar, incluso, mi sed.
Hipótesis catorce: el 28 de marzo de 1951, Virginia Woolf hizo de sus bolsillos casa para
piedras como tú (lisas, filosas, pesadas) y caminó en zigzag a donde el agua abrió su bolsillo
para que ella pudiera reposar, al fin, en una habitación propia.
183
184
Melissa del Mar
(1999)
186
Ya la leña verde cruje cuando le echan fuego y no quiere arder,
cuando quien da voces, nos llama
en ecos risueños de una habitación vacía.
Nuestro suelo no nació en la tierra,
hoy en remansos
lo sabemos:
su voz, la nuestra, es el ruido del chorro de
agua
que cae sobre otro.
Somos agua,
como la lengua,
fluyendo y viva.
187
TIERRAMADRE
Me sé en tu mirada,
fractal en donde existen nuestros entramados,
que saben cómo las raíces tuyas y mías
se trenzan en donde el tiempo no pasa.
Ahí en donde puedo
ser tú
al mismo tiempo que tú eres.
Tu tronco fragmentado
en quienes te somos
irradia sueños nutridos
y nos crecemos entre tus palabras,
188
pronunciadas desde
el calor que fluye por tu palma que nos
entreteje.
189
HOY, COMO ENTONCES
191
Y si enterrar nuestras ramas pretenden,
vaporserpiente saldrá de nuestros robles
para decir nunca más en silencio, que
hoy, como entonces,
seguiremos brotando.
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Novísimas
Reunión de poetas mexicanas (1989 - 1999).
194
Novísimas
Reunión de poetas mexicanas (1989 - 1999).
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