Está en la página 1de 195

Novísimas

Reunión de poetas mexicanas (1989 - 1999).


Primera edición: Septiembre de 2020

© Anaclara Muro Chávez © Andrea González Aguilar © Giselle Ruiz


© Julia Piastro García © Ariana Ibáñez © Andrea Muriel © Lucía Cornejo
© Valeria List © Brianda Pineda Melgarejo © Xel-Ha López Méndez © Ana Velarde
© Nadia López García © Elizabeth Camacho Lara © Clyo Mendoza © Frydha Victoria
© Katia Rejón © Moriana Delgado © Selene Ángeles Díaz © Irma Torregrosa
© Argentina Linares © Nicté Toxqui © Mariel Damián © Priscila Palomares
© Cristina Bello © Estefanía Arista © Rebeca Favila Montana © Lucía Rueda
© Cindy Hatch © Silvia Castelán © Melissa del Mar.

© Los Libros del perro


www.loslibrosdelperro.com

Diseño y formación:
Joel Ossorio

Edición:
Zel Cabrera

Hecho en México para su descarga dígital gratuita.


Novísimas
Reunión de poetas mexicanas (1989 - 1999).
Selección de Zel Cabrera.
Índice
ANTOLOGAR POEMAS EN MÉXICO 12
Anaclara Muro Chávez
PARA LAS MUJERES QUE DEJAN PAPELES CON SANGRE EN LOS BOTES DE BASURA 16
ELLA 20

Andrea González Aguilar


ENTREVISTA 23

Giselle Ruiz
TUVIMOS LA CARNE 27
CUSTOMER SERVICE 28

Julia Piastro García


FABRICANTES DE ESPEJOS 32
ORACIÓN A JANIS JOPLIN 34

Ariana Ibáñez
ESTE ANIMAL QUE SOY 37
DECLARACIÓN PARA NO INVITAR A LXS VECINXS A CASA 38

Andrea Muriel
EX 42
CÓMO SABER SI UN CACTUS HA MUERTO 44
FUI AL OFTALMÓLOGO CON MI EX Y HUBIERA SIDO MEJOR SEGUIR SIN VER BIEN 45

Lucía Cornejo
MIOPÍA 48
SHIITAKE 50

Valeria List
GLENN COLQUHOUN 54
LOS SENDEROS QUE SE BIFURCAN 56
CARRETE 57

Brianda Pineda Melgarejo


FUGA 60
UN HOMBRE 62
DESHACE EL DOLOR SUS TRENZAS 64

Xel-Ha López Méndez


MI ABUELA DE PODER RECORDAR ALGO DEJARÍA DE SER TAN CONTEMPORÁNEA 67
MI ABUELA ES MÁS PEQUEÑA 69
MI GATA TIENE NOVIO 70
ME HE VUELTO HORMONAL Y SUPERFLUA, SI ES QUE AMBAS PUEDEN SER POSIBLES JUNTAS 71
PERDÍ EL ÚNICO DOCUMENTO OFICIAL EN EL QUE ME VEÍA BONITA 72

Ana Velarde
YA ESTOY 76
ESCRIBIR 77
SIEMPRE 78

Nadia López García


CHOKO NCHA´I 81
HORMIGA NEGRA 83

Elizabeth Camacho Lara


RETORNO DEL HÉROE 87
EN AGUAS 89
LA SOLA CAFETERA 90
Clyo Mendoza
SILENCIO (fragmentos; FOEM, 2018) 94
CABALLO ROJO CON SACRAS DE COLOR ISABELO 96

Frydha Victoria
¿SUEÑAN LOS BEBÉS CON OVEJAS ELÉCTRICAS? 100
COSAS QUE QUIERO DECIRLE A MI ABUELA PERO QUE NUNCA VOY A PODER 101

Katia Rejón
YOBAÍN 105
SUR DE NOCHE 107

Moriana Delgado
PARA LA CHICA QUE NO ME QUIERE EN VERANO, O LAS ESTRELLAS NO DICEN MUCHO ÚTIMAMENTE 111
CÀ PHÊ CỘNG 112

Selene Ángeles Díaz


CÁRCEL 115
NOCHES 116

Irma Torregrosa
PIÉLAGO (tres poemas; Cuadrivio Ediciones, 2020) 119
EL PEZ QUE SE TRAGÓ A JONÁS 121

Argentina Linares
A PESAR DE LA LLUVIA 124
RETORNO 125

Nicté Toxqui
ERRATA [en todos los puntos de bordado] 128

Mariel Damián
ESCRIBIR 137
CADA LIBRO ES UN GEN 138
EL MAR DE LAS IDEAS 139
AQUA MÍA 141

Priscila Palomares
CONTRACCIONES 145
AREOLAS 146
LA OTRA OTREDAD 147
NO ES CULPA DE DIOS 148
HUEVOS ESTRELLADOS 149

Cristina Bello
HAY QUE CAMBIAR EL AGUA DE LAS PECERAS CADA CIERTO TIEMPO 152
FALDA PLISADA 155

Estefanía Arista
ANA ME CORTA EL PELO 159

Rebeca Favila Montana


BIG BANG 163
CREER EN DIOS 164
LAS LOCAS 165

Lucía Rueda
TUMBAS PARA MECEDORAS 168

Cindy Hatch
CONTRADICCIONES 173
SHH, SHH, MI RATITA DUERME 175
PLEGARIAS 177
Silvia Castelán
BXH/2 180
BESTIARIO 181
RESPIRAS IGUAL QUE UNA PIEDRA AFILADA 182

Melissa del Mar


DELENGUASVIVAS 186
TIERRAMADRE 188
HOY, COMO ENTONCES 190
ANTOLOGAR POEMAS EN MÉXICO

Hacer una selección para una antología, de poesía o de cualquier otro género
literario, siempre es un asunto arbitrario, controversial, polémico, difici-
lísimo, sobre todo en un país como el nuestro en el que la tradición de las
letras mexicanas está llena de grandes antologías tales como Poesía en movimiento
(Siglo XXI Editores, 1966), el Ómnibus de poesía (Siglo XXI Editores, 1971) y la
Antología general de la poesía mexicana (Océano, 2014) solamente por mencionar
algunas de las más recientes. Tales antologías han marcado generaciones tanto
de escritores como de lectores, han definido nombres y corrientes estéticas.
En ellas, se han recogido innumerables poemas con los que podemos trazar el
mapa de la poesía mexicana, el canon de ésta.
No obstante, mi intención al seleccionar a las autoras que forman parte
de Novísimas. Reunión de poetas mexicanas (1989 – 1999), no es situar a las mismas
dentro de un canon personal o una simpatía sino de proponer una ruta lectora,
disponer de 28 nuevas posibilidades en tiempos en los que se ha hecho necesario
hablar también en femenino, sumar y no restar, y en todo caso, cambiar la
óptica con la que se solían hacer las selecciones en las lecturas en voz alta, en
los festivales de poesía, en las publicaciones editoriales y de medios impresos
y digitales, en las antologías en las que la disparidad en cuanto al género que
predomina es evidente, es decir, tenemos que por cada 5 autores, hay dos
autoras, cuando hay suerte y la mano que selecciona tiene un poco de criterio
para incluir poemas escritos por mujeres.
Entre los criterios con los que invité a estas novísimas autoras a ser parte
de esta antología, estuvo el intentar incluir mujeres de diversos estados de
la República Mexicana y no solamente poetas originarias de la Ciudad de
12
México, como también sucede con frecuencia en el ambiente literario, por lo
que en Novísimas. Reunión de poetas mexicanas (1989 – 1999) podemos encontrar
escritoras nacidas en Aguascalientes, Sonora, Veracruz, Guerrero, Jalisco,
Nuevo León, Sinaloa, Baja California Norte, Baja California Sur, Nayarit,
Yucatán, Oaxaca, Puebla, Estado de México, Michoacán y Chihuahua, que
forman desde hace algunos años del amplio panorama de la poesía mexicana
actual y cuyos nombres y trabajo vale la pena rescatar y ponerlos en la mesa
para su estudio desde ahora.
En Novísimas. Reunión de poetas mexicanas (1989 – 1999) podemos encontrar
diferentes alientos, obsesiones, búsquedas, intenciones, y es en esta diversidad
de voces en la que sostengo la presente antología, más allá de los reconoci-
mientos, las becas de creación literaria o las publicaciones, no menos meritorias,
pero sí no importantes a la hora de leer a estas autoras, es decir, leer la poesía
por la poesía misma.
En esta antología, que desde su concepción fue pensada para distribuirse
gratuitamente y estar al alcance de cualquiera a través del sitio web del sello
editorial de Los libros del perro, convergen poemas inéditos lo mismo que
publicados ya sea en libros impresos o en medios digitales bajo el precepto de
que un poema siempre es inédito.
Les dejo, pues, a estas novísimas poetas mexicanas que seguramente ya
están siendo el devenir de la poesía nacional.

Zel Cabrera
Compiladora y editora

13
14
Anaclara Muro Chávez
(Michoacán, 1989)

Estudió letras hispánicas en la UNAM. Publicó No ser la Power Ranger Rosa


(Editorial Montea, 2017) y Princesas para armar (Editorial El Humo, 2017).
Estudia la maestría de Estudios Históricos en la UAQ y es editora de
Palíndroma.
15
PARA LAS MUJERES QUE DEJAN PAPELES CON
SANGRE EN LOS BOTES DE BASURA

Tengo 12 años
a todas mis amigas ya les bajó
yo solo quiero formar parte del grupo
pertenecer.
Deseo eso que te hace mujer
eso que causa las risas, los cuchicheos
la complicidad.

Por un momento pienso en la posibilidad de tener órganos sexuales


masculinos internos
como me enseñaron en la escuela que se podía.

¿Y si nunca me baja?
¿Y si en realidad no soy una mujer?
¿Sería tan malo?

Pero sí
un día me baja.
Tengo 12 años, mi mamá no está
¿decirle a mi papá? Imposible.

Entro al baño
me pongo papel en los calzones
descubro que esta forma de pertenecer es asquerosa y duele
descubro que mancha todo, sábanas, calzones, ¡no!
la falda del uniforme.
Hay que aguantar con el suéter amarrado hasta la salida
mi destino es sacarle la sangre a la tela
16
mes con mes.
Un ciclo de enjuagar tallar enjuagar tallar.
Si lo dejas al sol con tantito jabón se le quita la mancha
me recomienda mi abuela.
La mancha.
El destino.
El suéter amarrado hasta que se acabe el día
o la vida
por lo menos hasta la menopausia
esa libertad que viene con arrugas y bochornos.

Entro al baño
en el bote: papeles manchados
la sangre a la vista.
Una mujer antes que yo estuvo aquí.
Una mujer menstrúa
como yo.
Una mujer no dobla cuidadosamente los papeles de baño como yo
un doblez, otro doblez
un papel que envuelve a otro papel
si acaso fuera necesario.
Que no quede rastro
la sangre nunca existió.

Cada mes soy un fantasma


la sangre que mancha mis calzones
es apenas un soplo de brisa de verano.
Soy ligera y luminosa
porque uso mi copita.

A veces, claro, no logro ponérmela bien


17
es un arte difícil
en el que una se entrena a ciegas
exige destreza, arrojo, pero también paciencia y tacto
sobre todo tacto
pero cómo se le hace para lidiar con una cavidad misteriosa
que no podremos conocer nunca
pero traemos debajo.

Cómo se explora ese territorio


que nos pertenece
pero permanece lejano, desconocido
cuando otres te cuentan todo lo que allá se encontraron
todas las maravillas y secretos
como viajeros de siglos pasados
y tú te deslumbres y con suerte
te enorgulleces.

Pronuncio la palabra menstruación frente a mi padre


pronuncio cólicos toallas copa menstrual
todas las palabras prohibidas
prohibidas por quién cuándo
no sé
pero me cuesta.
Se que es una obligación política para conmigo
sé que creo que podríamos tener esa libertad
ahora lejana.
Que hablar de nuestro cuerpo
tendría que ser completamente natural
que no tendría que darle vueltas
para dejar los papeles manchados porque
ni modo que no se manchen
18
que no tendría que fingir que no pasa
si pasa cada 28 días
que no tendría que aparentar estar bien
que tendría que tener valor
para decir me siento mal
hoy no quiero hacer nada
manché todo
y qué.

19
ELLA

Así es ella
odia
odia mucho.

El deseo ajeno posee


un cuerpo dos cuerpos tres cuerpos
que no son más que uno
una persona / que no es / ni odia / pero no ríe.

Está rota / se reconstruye.

Ella / no es una
pero sí de alguien
pero no
cuando lo dijo el intruso vociferante
sino cuando ella.

El odio no es triste ni feliz / el odio es escaso


se esconde detrás de los muebles
en las orillas de las ventanas
detrás del cuerpo que pertenece.

El odio descansa / pero nunca duerme.

20
21
Andrea González Aguilar
(Ciudad de México, 1989)

Estudió Antropología en University College London. Becaria de la Fundación


para las Letras Mexicanas en el área de poesía período (2018 - 2020). Ha
escrito cuentos infantiles para Cambridge University Press. Sus textos han
sido publicados en Opción y Este País.
22
ENTREVISTA

Una mujer carga dioses bajo el brazo,


pasaportes y actas de nacimiento,
lo necesario para no volver
al lugar donde adiós cabe en un bolso
pero ya no en la memoria.

Sus ojos llevan el nombre


de quien la trajo hasta aquí:
Javier Alexander Caballero.

En Honduras tenemos derecho


a dos nombres y dos apellidos.
Yo llamo compañero
a aquel que me acompaña.

Brillan sus ojos amarillo miel,


aún más miel por la sal,
aún más amarillos son
los de mi hermana,
nuestro padre era francés.

Si hay un Dios es porque cabe en su bolsa,


la que antes usaba los domingos.
No separa de su abrazo los papeles,
ni a los hombres que la acompañan.

Cuando caí con fiebre,


él me regaló una cobija.
Desde entonces me sigue a todas partes,
dice que soy su madre.

23
Junto a ellos también van los muertos
y una que otra monja
se arrodilla en la carretera
para pedir a Dios un aventón.
De carro en carro hasta Tijuana,
lo demás, a pie.
Vamos unos sobre otros,
cuchicheados en las piernas,
dormimos en círculo,
para proteger a las niñas.

El pavimento guarda el dolor del mundo,


hierve hasta cubrir sus hombros,
mi piel era más blanca,
se ha ido quemando en el camino.

¿Cómo murió tu esposo?


Los Mara, me dijo,
su recuerdo
me sigue a todas partes,
en círculo
para proteger a las niñas,
compañero,
aquel que me acompaña.

24
25
Giselle Ruiz
(Aguascalientes, 1989)

Licenciada en Ciencias Ambientales. Es autora de Crónica de fracasos


(Editorial Montea, 2018) y coautora del poemario Amor 2.0 (Bitácora de
vuelos, 2016). Fue becaria del Festival Cultural Interfaz 2016. Obtuvo
mención honorífica en el Premio Internacional Caribe-Isla Mujeres 2016.
Co-creadora del proyecto “The expectation club” (2016). Productora
de los cortometrajes “D/V” (2018), “Antes mía” (2019) e “In situ” (2020)
y becaria PECDA en 2019 por el proyecto “Jaulas: Poemas para signi-
ficar barrotes”. Ha publicado narrativa y poesía en diversas anto-
logías, revistas y sitios web como Golfa, DigoPalabra.txt, VICE, entre otros.
26
TUVIMOS LA CARNE

para ti

La luz el gas
la muerte sobre el mundo
el valiente que pasea
la araña tejiendo un hilo
la dama vuelta sirena
quitan dos frijoles
la mugre el gas
sueltan otro peso
un niño pierde el sol
nadie grita ¡buenas!
el pájaro abre su jaula
el gallo a mitad de tarde
la carne el gas
el soldado en rondín
el borracho de banqueta
la luna tras el pino
el músico hambriento
el remate que viene
el infierno el gas
la muerte
la muerte
la muerte
una a una sus cartas
se repiten en esta lotería
que anticipamos desierta.

27
CUSTOMER SERVICE

Creyéndote muerto si te retrasas,


muriéndome por creer que estás muerto.
Jean Cocteau

La voz en la contestadora
duermes con ella en mente
y despiertas queriendo generar
un cambio de modulación,
el estímulo que haga chirriar
su tono gélido
contra el auricular:
sigo con usted, señorita
no me vaya a colgar
por el momento es todo
¿Hay algo más en lo que yo
le pueda ayudar?
quieres licuarle la lengua,
quemar su garganta,
bañar esa robótica garganta
en té de azares
hasta relajar e impedir
el grito frustrado
la sensación de clase media
incomprendida.
La voz es cada enchufe de tu casa
cada tenedor que temblorosa
sostienes hasta el borde,
tono que afirma a tus espaldas
para nosotros usted
es muy importante
28
pero no importa,
ya elevas un pie
hacia la nada y los vecinos
te miran parada en la orilla.
Eres una con la elevación
tropezando tantas veces
con la opción errónea
forzada a llamar de nuevo
mientras caes al punto
en que la voz pregunta
¿Sigue ahí?
señorita, le ruego
no me cuelgue.

29
30
Julia Piastro García
(Ciudad de México, 1989)

Poeta, traductora, cronista y editora de fanzines. Estudió la carrera en


Letras Francesas, y la maestría en Letras Latinoamericanas, ambas en la
UNAM. Becaria en la Fundación para las Letras Mexicanas en el área de
Poesía (2017-2018). Es autora de Pies en la tierra (Editorial Literal, 2016).
Ha publicado en las revistas Punto de Partida, Punto en línea, la Revista de la
Universidad, Periódico de Poesía, Este País y Tierra Adentro, entre otras, y en los
suplementos culturales Confabulario y Viernes Cultural.
31
FABRICANTES DE ESPEJOS

1.

Mis primas buscan su raíz


al otro lado del océano.
Aprendieron a hablar
lenguas dulces como dátiles;
se miran al espejo
con ojos almendrados,
y practican de nuevo viejos ritos
que las unen a un pasado incierto.

De este lado del mar,


mis ojos beben acertijos
en los cristales de las dulcerías,
en las puertas del metro,
o en el opaco brillo
de la Torre Latino.

Somos retazos
de ciudades y pueblos
zurcidos al azar.
Nos cubrimos el pelo
con paisajes prestados.
Cualquier gajo de tierra
es amargo y ajeno.

2.

Mi abuelo trabajó
en una fábrica de espejos.
Lo veo caminando
32
temprano en la mañana:
detenerse un momento
cerca de algún mercado;
escuchar los pregones,
las pláticas y risas.
Después seguir su ruta
con paso de fantasma.

Nunca lo conocí.
Sólo guardo mis conjeturas,
y una foto en que posa junto al mar.

No sé si él podría explicarme cuándo


el pasado se convirtió
en un oleaje de vidrio y por qué
si me quito la máscara
el rostro se me quiebra en pedazos.

33
ORACIÓN A JANIS JOPLIN

Diosa de ronca voz y lisérgica mirada


eléctrica heredera de los campos de algodón
fiera predicadora del regocijo
de ocultar la timidez tras la melena,

ten piedad de nosotros, mortales


que sólo nos inyectamos antibióticos
y en la noche apagamos las bocinas
para no despertar a nuestros roomies.

Madre de todos los ávandaros y woodstocks


ten compasión de nuestras guitarras
maltratadas por los camiones
y afónicas ya de tanto esmog.

Cachondísima virgen del blues


perdónanos
porque ya cumplimos veintiocho
y no hemos muerto.

Cósmica chamana
ayúdanos a huir un rato de este siglo
ahora que se han gastado todas las utopías.
Patrona de los viajes
danos un aventón.

34
35
Ariana Ibáñez
(Estado de México, 1990)

Sus primeras letras se encuentran en un poemario bajo la editorial Cosa


Nostra Cartonera en 2012. Ganó el primer lugar en el XXIX Concurso
de Creación Literaria del ITESM en la categoría de poesía. Ha publicado
Autorretrato de perfil izquierdo (El Humo, 2017). Forma parte de la colectiva
Graveolens, donde imparte talleres de escritura y gestiona eventos artísticos y
culturales para promover los DSyR de las mujeres.
36
ESTE ANIMAL QUE SOY

la dificultad
para decir las cosas que lastiman
también las que al placer se refieren
a mí me gusta bailar
besar a mis amigas
y encontrar eso que se llama hogar
en su abrazo en su aliento
soy aquella que
cuida plantas
como cualquier otra
que quiere que la casa
no se desordene por un día
me gusta que me regalen flores
por varios años
lo negué categóricamente
y admito
que miré con envidia a mi hermana
cada vez que llegaba a casa
con un ramo que apenas
le cabía en las manos

37
DECLARACIÓN PARA NO INVITAR A LXS VECINXS
A CASA

desde la cocina de este departamento amarillo ubicado en una calle del centro
del edificio número seis cuyo piso es el techo del departamento de abajo
donde me acusan de ruidosa y salvaje por las noches
no negaré el calificativo de escandalosa que no se calla
es lo que me ha mantenido viva
sin embargo
no ha sido suficiente para impedir
el golpe el abuso la omisión
desde este departamento de pocos metros cuadrados que me ha visto
maldecir cuando no tengo amigos a quién llamar
ha abierto conmigo las puertas de la ternura
a quien se presente en la entrada
incluyendo a los hombres que reparten garrafones
pero excluyendo a los vecinos
al que me infantiliza y mira mis piernas
el que se refiere a mis amigas como porquerías
y a mis amigos como personas de mala muerte
desde el día que le pedí que no me dijera “chiquita”
el que me pide no hacer ruido ni siquiera con mis pies
el que me sugirió no usar zapatos dentro de casa
ni mover los muebles
ni tener accidentes como que se rompan las tazas
dejarlo pasar sería un accidente
nadie le abrirá la puerta aunque siga golpeando
escribo desde la colonia centro de la ciudad más conservadora del país
desde una habitación cuyas ventanas sólo me permiten ver
un par de tinacos grises y un letrero que dice le perfum
una azotea de un piso más abajo que el mío que impide ver
a los hombres que lavan los autos por cincuenta pesos
a las señoras que van al mercado de este barrio antiguo
38
a ti te abro las puertas y las ventanas y toda mi casa
bajaré las cortinas para evitar las miradas inquietas de la vecina del edificio contiguo
guardaremos tu bicicleta en esta habitación donde apenas caben nuestras manos
tus manos adentro
tú todo adentro tocando las orillas
contigo guardo silencio
para escuchar cómo fluye tu sangre
y decir que te amo y sea el único ruido
nuestro frío o sudor crujiendo según sea el caso
para esconderme en tu nariz o en tus orejas
sólo busco un lugar donde dormir
como el espacio entre tus dedos chuecos del pie izquierdo
o la línea negra que se te ha formado en la uña

39
40
Andrea Muriel
(Ciudad de México, 1990)

Es poeta y traductora. Estudió la licenciatura en Lingüística y Literatura


Hispánica en la BUAP y la maestría en Letras Modernas – Inglesas en
la UNAM. Ha traducido varios libros del inglés y del italiano entre los
que destacan el poemario Dímelo de Kim Addonizio (Valparaíso, 2016)
y la novela La imperfecta maravilla de Andrea de Carlo (Seix Barral, 2018).
Becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas en el área de poesía
(2015-2016). Es autora de A veces el amor es un cactus (Osa menor, 2019).
41
EX

P piensa que lo corté para poder escribir poemas sobre nuestra ruptura
F piensa que me falta saber más de la vida para estar con él
D me dijo que en diez años volveríamos a encontrarnos
D cortó con su novia y quiso volver a buscarme
D decía que al saber lo que estoy leyendo podía prepararse para saber mi humor
que no le gustaba que fuera tan influenciable
aunque mi mayor influencia era él
todas las D son diferentes nombres
P era tan dramático que me decía lo mismo que a sus ex que eran mis amigas
los P también son distintos
A a veces me busca y yo no estoy segura de su intención
L me dijo que me va a esperar toda la vida
L no existe
no estoy segura de si D existe
tal vez P y F se harían buenos amigos si no hubieran tenido que ver conmigo
o si F no se hubiera muerto
me refiero a otro F
ojalá estuviera aquí ese F
o el otro
quizá si P dice esas cosas de mí es porque me conoce o quiere pensar que me conoce
porque así configura lo que él es
me gustaría que A supiera hablar español
porque es muy raro tener sexo sin hablar
absolutamente nada
aunque a veces es mejor eso
que tener sexo sin querer
y fingir que sí quieres
y decir cosas que no quieres
no voy a decirles con quien hice eso alguna vez
o si lo hice con todos
en realidad quisiera usar más letras J R L
42
pero no quiero escribir sobre ellos
¿cómo puedes saber si realmente me refiero a ti? o si cambié tus iniciales por las de él
mi ex del que menos quieres saber
tal vez hago lo mismo con todos
las mismas bromas en las mismas películas
los mismos gestos en la cama
¿por qué crees que eres tan importante?
¿y si no?
a veces confundo a P con G
todos saben que me gusta la pizza
aunque tal vez le gusta más a D
al segundo D
¿y si...?
a veces no recuerdo nuestra última noche juntos ¿y qué?
¿a poco tú sí?

43
CÓMO SABER SI UN CACTUS HA MUERTO

Primero habría que fijarse en la rigidez de sus espinas,


luego en la consistencia de su cuerpo
que debe ser firme y robusto,
más tarde habría que pensar en el clima
o en cada cuánto se le puso agua.
Un cactus muere tres meses antes de que nos demos cuenta
y es imposible saber si las pequeñas señales:
los bordes amarillos, el encogimiento,
son indicios de la muerte o tan sólo parásitos.
Los expertos dicen que sólo existe un signo
inequívoco de la putrefacción:
hay que pinchar su carne
para ver si brota algo y confirmar
que el hedor ha comenzado a formarse
desde dentro.
Dicen que el amor es de todos los días
pero yo no sabía que los cactus pueden llegar a ahogarse.
Pensé que cuidarlo era ponerle más agua.
Siempre me ha costado entender cuánto es suficiente.

44
FUI AL OFTALMÓLOGO CON MI EX Y HUBIERA
SIDO MEJOR SEGUIR SIN VER BIEN

¿alguna molestia en su cotidianidad?


¿ojos rojos?
¿le lastima la realidad?
cierre los ojos
abra el izquierdo
¿hasta dónde logra ver con este lente?
¿es todo más claro ahora?
¿cómo se siente?
¿es más cómodo así?
¿o prefiere cómo eran las cosas antes?
veo que sufre de lagrimeo
ahora el derecho
¿está mejor así?
podemos intentarlo de nuevo
¿dije algo que le molestara?
le mandaré unas gotas
¿ve alguna área oscura que no está realmente?
¿puede caminar sin que el mundo se mueva
a su alrededor?
ya casi terminamos
tan sólo dígame
¿es mejor ahora
o era mejor antes?

45
46
Lucía Cornejo
(Sonora, 1990)

Maestra en Traducción por El Colegio de México. Ha publicado en revistas


nacionales como Punto de partida, Periódico de poesía y Este País. Su trabajo como
traductora se centra en la obra de la poeta Lucille Clifton. Becaria de la Fun-
dación para las Letras Mexicanas en el área de poesía período (2018 -2020).
47
MIOPÍA

Si te alejas te vuelves borradura.


Un conocido en un sueño de cara distinta.

El objeto que se forma antes de tiempo,


curvado y diluido,
velocidad que no termina de aclararte.

Si te alejaras demasiado fallaría


al confundirte con otros en la acera.

No podría colocar tu rostro en las ventanas,


caminaría desdibujándome,
dando vuelta en las esquinas
sin miedo a las apariciones.

Estoy rodeada de imágenes que se adelantan


y se convierten en bruma.

El mundo llega y me abandona


atrapado en dos círculos de vidrio.

Me quedo ciega en cada lugar


donde decido detenerme. Dependo del tacto.
El presente es una superficie, una huella.
Ni siquiera el paisaje
contiene toda la hojarasca.
Hace falta tentar el crujido.

Para conservarte en la memoria


habría que someter tu imagen
a cuidados extremos.
48
Hacer retratos fieles del poro
donde acaba la sien y nace la ceja.

Pero tarde o temprano


también olvido
lo que he visto con detalle.

Me apego por igual


a cualquier bruma o destello.

Para eso no importa


no existe una idea de distancia.

49
SHIITAKE

Otra vez estoy ahí, llevándome


una seta a la boca. El hombre a mi lado
come felizmente, ignora que la piel del shiitake
en mis papilas te trajo de vuelta. A ti
y a tu espalda contra la luz de mediodía,
guiándome hacia tu nuca, una parte
que no habría observado con detalle,
si no hubiera estado contigo un jueves,
sacando fideos de una bolsa.
Vuelvo al edificio chueco y frío,
a tu cocina sin platos y mosaicos
delineados de verde. Él no sabe
que dejaste reposar los hongos
en agua, que al probar el caldo
sentí el sabor a madera y algas marinas
que habías prometido. No sabe
de mi odio a su carne resistente,
al cuenco de fideos lacios
y sombreros de nadie a la deriva
en un edificio a miles de kilómetros de casa.
El hombre a mi lado pregunta,
cuándo fue la primera vez que los probaste.
Yo respondo, el shiitake es de China,
algunos se cultivan aquí, otros viajan,
los encuentras deshidratados. Colócalos
en agua muy caliente y déjalos
por una hora. No quiero que sepa
que yo conocí esos hongos contigo.
Tú eras para mí una seta misteriosa y desconocida
y eso era suficiente, en ese entonces,
recorrer de un sorbo una región llena de bruma,
50
que llegaran las aguas de otro Pacífico,
aunque sólo pudiera soportar un regusto
y permanecer ahí
con los ojos cerrados.

51
52
Valeria List
(Puebla, 1990)

Estudió Letras Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM,


donde actualmente estudia la Maestría en Letras Españolas. Trabaja
en el departamento de Publicaciones del Instituto de Investigaciones
Bibliotecológicas de la UNAM. Es cofundadora de la agencia de diseño
y servicios editoriales Ahuehuete. En 2019 fue becaria de la T.S. Eliot
Summer School de la Universidad de Londres, y del programa Elipsis para
jóvenes escritores y editores del British Council. Escribe en su blog, www.
huellademyo.wordpress.com. Su primer libro, La vida abierta, recibió el
Premio de Poesía Joven de la UNAM en 2019. En 2020 publicará Calgary en
Editorial Sombrario.
53
GLENN COLQUHOUN

Hoy en la tarde fui a escuchar poemas.


No quería ir porque en verdad
no me gustan las lecturas de poesía.
Al llegar, los organizadores hablaban de sus méritos organizativos.
Y yo me decía, te lo dije, y pensaba en irme
pero vi hacia abajo
donde estaban sentados los poetas
y pensé en mi cuerpo respirando
y esperé.
Los poetas eventualmente empezaron a leer.
Una poeta nigeriana se balanceaba de un lado a otro con los ojos cerrados
mientras la traductora leía sus poemas en español.
Me daban ganas de llorar al verla.
Esto no quiere decir que la emoción fuera intensa
sino conmovedora.
Desde arriba, sus clavículas se veían
como canoas meciéndose.
Otros leyeron poemas con palabras autóctonas
que son las mejores
por su fonética, su uso ancestral
y su polisemia.
Un poeta leyó la misma enumeración de cada año.
Pero cuando Glenn Colquhoun se paró en medio del escenario
cada cosa que dijo fue extraordinaria.
Primero señaló hacia arriba para indicar que al nivel del cielo
estaban los sonidos de la Ciudad de México.
Luego se tocó el pecho para decir que a ese nivel
estaban las palabras de sus habitantes.
Y luego cantó en maorí para estar a la altura de lo señalado.
Entre los sonidos que describió (todos del Centro Histórico),
estaba el niño que toca la guitarra con la espalda encorvadísima en Madero.
54
Ese niño parece un sándwich
y canta muy fuerte y horrendo,
supongo que así le dan más monedas.
Glenn hizo unos ruidos y una mímica que lo describían muy bien.
Ese nivel de detalle y memoria me emocionaron.
Pero lo más importante fue el segundo poema que leyó.
Era sobre un hombre que pierde a su amor
y su amor es como un barco
y todas las partes del barco están rotas, separadas en el mar
y el hombre trata de sostenerlas todas al mismo tiempo
al grado de que sus manos están engarrotadas.
Y yo recordé el amor que perdí
pero no sé si lo recordé porque en realidad
nunca lo olvido.
Ese hombre una noche me dijo que su corazón era marítimo
y yo le dije que mi corazón era boscoso.
Ese hombre una vez me dijo que mis lunares en los senos
son rojos porque están junto al corazón
y que mi corazón es un pájaro muy ávido.
Y sí lo es porque no puedo dejar de amarlo.
Y tampoco puedo dejar de pensar en el bote
ni en las manos de Glenn Colquhoun
que hoy, engarrotadas, señalaban el cielo.

55
LOS SENDEROS QUE SE BIFURCAN

Discuto con amigos sobre Borges


(acaso más bien discuten ellos
y yo hago intromisiones).
El diálogo fluye rápido
me siento como una niña
esperando el momento indicado para
saltar a una cuerda en movimiento.
El primero habla del Borges joven,
que salió con Norah Lange
(dice que en una fiesta llegó Girondo
y se la llevó para siempre.
Se dice Yirondo, le corrige el otro).
Asegura que ése es el gran Borges.
Yo estoy de acuerdo con el otro,
el que dice que el segundo Borges es el grande.
Mi salto es decir:
ése es el grande. Borges pudo ver lo que vio
porque se quedó ciego.
Seguimos hablando sobre lo profundo tras los ojos y las palabras.
Luego pagamos, nos despedimos y pido un taxi.
Me tranquiliza que el chofer
siga la ruta hasta mi casa
en vez de secuestrarme antes de llegar.

56
CARRETE

Me llegan fotos de gente muerta.


No me doy cuenta de cuándo
aparecen sus rostros en mi celular:
entro a buscar alguna imagen
y me topo de frente con un desconocido. 
Siempre está tranquilo,
como cualquier otra persona,
no sabe que se va a morir
(mira a cualquier persona:
no sabe que se va a morir).
Así salimos todos en las fotos 
con la certeza de estar vivos
explotando en los ojos.
Es tal el brillo que no me percato
que la persona retratada ya no vive
hasta que entro al chat de mi sangha
y veo que alguien la mandó al grupo
para pedirnos a todos
que mencionemos al desconocido
en las dedicatorias de nuestra meditación.
Mientras leo ese mensaje
la persona retratada está en el aire
atravesando su tránsito
para volver con otra cara.
Entonces comprendo quién es y casi
siento que la conozco 
(quizá la conozca después).

57
58
Brianda Pineda Melgarejo
(Veracruz, 1991)

Estudió Lengua y literatura hispánicas en la UV. Ha publicado reseñas y


artículos en La Palabra y el Hombre, comentarios sobre cine en la revista F. I. L.
M. E. y traducciones y ensayo en Liberoamérica. Becaria de la Fundación para
las Letras Mexicanas en el área de poesía (2016-2017). Actualmente cursa la
maestría en Literatura Mexicana en la Universidad Veracruzana. 
59
FUGA

Venus de Milo escapa del invierno de su estatua. Toda ella un derrumbe, avan-
za entre los sauces del parque. Ahí va, la errante voluptuosa, la sensual hasta
el tuétano de piedra, oscilando entre pasos que le devuelven sangre y piel. An-
hela, desde hace tiempo, volver al refugio mortal donde el fuego salvaguarda y
la calma es un simulacro equívoco como la inmovilidad de los objetos cuando
nadie los usa.

Atraviesa el pueblo hasta encontrar la vieja cantina donde conoció las mie-
les del servir y la danza de astucias y voces trémulas por el aguardiente. Entre
vidrios rotos, sillas por los suelos, rockolas en ruina y botellas envenenadas por
el tiempo se mueve hasta llegar a la habitación final de un oscuro pasillo. En
ese lugar durante una temporada soñó, de día como los búhos, no ser la mujer
rota en estremecimientos: la vendida a hombres desconocidos que sofocaban
su boca por obtener una dosis del éxtasis sin dueño que a todos habita. Piedra
transformada en dulce y perecedera materia carnal, reconoce las manchas de
sangre que hay en el colchón como un retrato suyo, el último. Una dolorosa
ráfaga proyecta en su memoria la tortura, el escándalo de filos en manos de un
hombre sin rostro.

Venus comprende que ha llegado tarde a su ausencia. Escapó del homenaje


mutilado y apócrifo que durante siglos le ha rendido la historia para descubrir
que ahí donde se quería viva la han humillado, una y otra vez, hasta matarla
a luces prostibularias, a obscenas fantasías dirigidas por ejércitos de hombres
que exigen a su deseo sacrificios siniestros en bosques, calles, habitaciones y
botes de cáustica. En el hogar, lupanárico hogar, existe tan solo el rojo aullido
de su sombra pero ella, impasible, contempla la escena a través de las cuencas
del olvido y no perdona.

El infierno de la casa no logrará evitar su fuga y resurrección. Venus será


como la serpiente y los intentos por asfixiarla en sus escamas no dejarán que
cese su fascinación metamórfica. Con los ojos abiertos abandona el burdel
60
mientras la voz de sus paredes manchadas va recordándole que no hay nada
nuevo en los confines de nuestro mundo mas todo clama por ser habitado en
un instante irrepetible y lejano al anterior, como la máscara que atrapada tras
la vitrina del museo más antiguo muda de un gesto a otro, imperceptiblemente
y sin testigos, logrando hacer creer a la eternidad que continúa siendo la mis-
ma.

61
UN HOMBRE
A los perros y Vladimir Arzate

En mi interior hay un búnker


donde mi cuerpo se encierra
y desesperado ahuyenta voces
provenientes de la calle.

Cuando en silencio
se queda a solas
halla frente a él
un espejo de carne.

La historia en mí se repite
no sé quién soy, ni qué terror
mueve a máscara en mi sangre.

Mire a donde mire


siempre hay otro.

II

No eres nada
y antes de conocer ese vacío
toda una ciudad
dirá tu nombre
despedazando tréboles
angustiando paredes
riendo en cada puñalada
aplaudiendo mientras lloras
62
sabrás que te llaman
aunque no los conozcas.

III

Sueño de carne
Rutina de carne
Desesperación de carne
Acoso de carne
Carcajadas de carne
Fracaso de carne
Prostitución de carne
Violencia de carne
Espejos de carne
Arrepentimiento de carne
Celebración de carne
Rezos de carne
Cinismo de carne
Embriaguez de carne
Vómito de carne
Suicidio de carne
Ficción de carne.

63
DESHACE EL DOLOR SUS TRENZAS

Esta noche llega con bien a casa,


sonríe ante un espejo umbral,
sus dedos desenredan la sabia cabellera.
Ondulan largas hebras blancas.
Un minuto de supervivencia, no sin angustia.
Un descanso en medio del crimen, no sin odio.
El rezo es invocación…
líbralas del mal
aún si para eso, padre, has de ser castrado.
Cuando degollaste a la paloma con tu mirada lasciva
todas abrimos los ojos,
ahora tememos tus milagros
y exigimos tu caída.
Di a tu ejército de violadores y asesinos
que levanten la cara curtida por las espinas
de las rosas que gritaron al ser destrozadas
sin ver más la luz
que afronten el vacío al que ponen tu nombre
y acudan a su castigo.
Es cierto. No existes.
Pero ellos temen sus escamas
y a la frialdad de su corazón
nombran tu ley.
Deshace el dolor sus trenzas
no cree en rosarios
mas sí en plegarias,
la rodean sus muertas
le dan fuerza sus vivas.

64
65
Xel-Ha López Méndez
(Jalisco, 1991)

Hace poesía, arte y traducción. Estudió Letras. Publicó Crónicas de un nuevo siglo
(ámbar, cooperativa editorial, 2016) disponible gratis en pdf, Cartas de amor
para mi amigo cerdo (Letour1987, 2015), hizo fanzines y autoediciones chiquitas
como ¡AH! y lacasacomoforma. Ganó los premios de Poesía Joven Jorge Lara en
2012, el Elías Nandino en 2014 y Punto de Partida en 2016. Algunos poemas
suyos están traducidos al portugués, italiano e inglés. Es cofundadora de los
proyectos La Cigarra, La jardinera guarrior y En Esta Esquina Fanzine. Becaria
del Programa de Jóvenes Creadores del FONCA (2017-2018) en Medios
alternativos y de la Fundación para las Letras Mexicanas en el área de poesía
(2018-2019). Tiene una gatita.
66
MI ABUELA DE PODER RECORDAR ALGO DEJARÍA
DE SER TAN CONTEMPORÁNEA

Mi abuela
está siempre actualizándome

¿Quién eres tú?

Me reta
Me pregunta
Me asusta

¿Dónde estoy?

Inquisitiva
Me reclama

¿Quién eres tú?

Me dice
Me duele

Mi abuela regresa
Se sienta
Sonríe
Dice que sí
Pero no está satisfecha con mi respuesta

Yo sé

Aunque sea la misma


Aunque cambie

67
¿Dónde estoy?
¿Quién eres?

68
MI ABUELA ES MÁS PEQUEÑA
más frágil
y huele a viejito

Soy adulta
lo sé
y decir viejito
puede ser
solo
anticiparse

Pero mi abuela
es igual frágil
igual huele a viejito
y es pequeña

Un día
lo sé
yo seré vieja.

69
MI GATA TIENE NOVIO
ha venido a buscarla

Mi abuela
de tener tiempo ahora para pronunciar algo
diría que en sus tiempos alguna cosa parecida a esto

un macho cantando
una hembra mirando desde la ventana

mi abuela de ser más sincera


diría que la primera vez se siente horrible
que la primera vez es horrible
pero luego uno se acostumbra
al dolor
hasta que muere
pero luego
nos gusta

nadie ha podido dormir por el ruido de los gatos.

70
ME HE VUELTO HORMONAL Y SUPERFLUA, SI ES
QUE AMBAS PUEDEN SER POSIBLES JUNTAS

Hablo por ejemplo


de arte
y no sé nada de arte

y nunca he estado en el Prado


y nunca he salido
a decir verdad
de mi casa

aunque a veces
contemplo cosas
como si no existieran
más allá de estos muros.

71
PERDÍ EL ÚNICO DOCUMENTO OFICIAL EN EL QUE
ME VEÍA BONITA
y es una lástima
que alguien lo utilice para hacer daño
y es una lástima que ya no cruce los países sintiéndome bella
o que ya no los cruce
o que ya no sea bella
porque una cicatriz me haya partido
en dos la cara
y porque todos los demás días
de mi vida fotográfica
esté tremendamente triste

Yo quise mi pasaporte
mucho
porque parecía ser feliz en cualquier viaje
y me parecía también
que todas las aduanas me amarían
aunque estuviera enojada

Pero no lo quise tanto


por haberme expuesto ante tres policías
desnuda
en un salón frío algunas horas
sin ninguna sonrisa parecida a mí
en mi pasaporte
aún sabiendo
que seguramente habían mirado
de dónde venía
pero no mi foto

Ahora
que las cosas serán más difíciles
72
porque además de la vida
en el papel parezco peligrosa
me he sentido más triste que nunca
de haber sido robada por todos
de haber perdido
mi bello retrato
mi pase de viaje
mi sonrisa
genuina y rosa
ante un reflector extranjero
mi genuino semblante
impreso para siempre
en algún sitio.

73
74
Ana Velarde
(Ciudad de México, 1991)

Licenciada en Letras Hispánicas y profesora de literatura. Ha realizado


estudios de posgrado en literatura comparada y arte. Ha participado en
diversas antologías y revistas nacionales e internacionales. Es autora de La
luz cuando amanece (Ediciones Simiente, 2012).
75
YA ESTOY cansada
de las metáforas
del aire en las grietas

las gotas caen en el pavimento


y explotan
como granos de sal

no puedo dejar de mirarlas

no puedo
dejar
de pensar metáforas
pero ya estoy cansada

76
ESCRIBIR para hablar de la sangre
se ha hecho tantas veces
tantas veces se han secado las flores y se ha condensado el agua
y hemos llorado y repetido las mismas rutinas
pero
en realidad
las manchas de sangre casi nunca se quitan
al menos yo no sé quitarlas
siempre queda un rastro
siempre
queda
una forma de la sangre

77
SIEMPRE queda una mancha de sangre
no roja
más bien café
cómo podría nombrarlo en otra lengua
me pregunto
al rojo o al café

creo haberlo leído en muchos poemas


en cursivas

palabras que no sé pronunciar


y que por eso evito
con muchas consonantes juntas
palabras que no me sirven
que no me nombran
que nombran quizá el color
pero no la mancha

porque la mancha no se nombra


nunca
porque lo interior no se nombra
dicen
no puede nombrarse
es inefable inalcanzable incomprensible

por eso nadie la ve


nunca la digas

déjala remojando durante la noche


y habrá desaparecido

78
79
Nadia López García
(Oaxaca, 1992)

Ha participado en distintos recitales, talleres y festivales tanto en México,


India, Colombia, Estados Unidos, Guatemala y Puerto Rico. Fue Becaria
de la Fundación para las Letras Mexicanas en el área de poesía (2015-2017).
Recibió el Premio a la Creación Literaria en Lenguas Originarias Cenzontle
2017, el Premio Nacional de la Juventud 2018 y el Premio de la Juventud
Ciudad de México 2019. Considerada como parte de los “Mexicanos más
creativos del 2018” en la categoría de Literatura por la Revista Forbes. Desde
2018 es miembro de Latin American Studies Association (LASA). Autora de
los poemarios Ñu´ú Vixo /Tierra mojada (Pluralia Ediciones, 2018) Tikuxi Kaa/
El Tren (Almadia, 2019) e Isu ichi / El camino del venado, (UNAM, 2020). Su
obra ha sido traducida al árabe, inglés, francés, bengalí, hindi y catalán.
80
CHOKO NCHA´I

Yu’ú íín nùù


mee koi kunchee.

Íín katsu nùù ra yu´u tu ´un.

Koi ntuku’un ini tu ´un,


kata ra yee ìì.

Yu’ú nchá’i ichi


iì ntuchinuu
ra chikatu tu´unku.

Koi ntuku’un ini nchanùù maa


koi kunchee
ntuchinuu si’i,
koi tu´va
nchii kuaku tuisiku.

Koi ntuku’un ini saá me patsa´nu


ra matsa´nu kachi kua’an ñu ´úku
ra stuva tachi
saa koi ntaka’an.

Koi ntuku’un ini kukana


ntí’o ñuu
koi íín ntusu
ra kù’ù kan’cha
ra ntìì nikanchii.

Mee mà’na choko ncha´i,


káka ichi ntika
81
ra kana yu’ú ñu´ú
niì yava.

Mee mà’na choko ncha´i,


ntí’ì ñu´ú

82
HORMIGA NEGRA

El miedo tiene rostros


que aún no conocemos.

Tiene maneras distintas


de comernos la cara
y la voz.

Te hace olvidar palabras,


voces
y lugares sagrados.

El miedo es un lodo seco


que nos duele en los ojos
y nos amarra la lengua.

Te hace olvidar el llanto de las madres


que no han vuelto a mirar
los ojos de sus hijos,
que todavía no encuentran
dónde poner
su dolor.

Te hace olvidar la rabia de los abuelos


que fueron despojados de sus tierras
y derribados por el viento
como pájaros
sin memoria.

Te hace olvidar la tristeza


de todos los pueblos
que fueron silenciados
83
y que fueron como hierba que se corta
y muere al sol.

He soñado hormigas negras,


caminan en procesión
y aúllan el miedo
que siente la tierra
por tanta sangre vertida.

He soñado hormigas negras


que presagian el final.

84
85
Elizabeth Camacho Lara
(Baja California Sur, 1992)

Es egresada de la licenciatura de Lengua y Literatura de la UABCS y el Di-


plomado en Creación Literaria del INBAL. En 2018 obtuvo la Beca “Inés
Arredondo”, para asistir al Encuentro Internacional de Literatura: “13 ha-
bitaciones propias”. Su poemario Grietas, con el que ganó el Premio Estatal
de Poesía Joven 2017, se encuentra incluido en la antología Altares, memoria
gráfica y literaria publicada por el Instituto Sudcaliforniano de Cultura (ISC).
86
RETORNO DEL HÉROE
Vi cómo mi madre partió tu cabeza en dos.
Ese día quedé huérfana.
Desde entonces, lloro y lucho.
Te enterré y a ella también:
en rencor y en culpa.
Latidos negros bombearon
dilataciones de odio
por años.
(Fuerte, fuerte
romper en débil
corazón).
Río de lava fluída
no pude sino imitar tu imagen:
piedra que es lanzada para
juzgar a la mujer del diablo
y jugar en el río, mientras observa
ahogada, hundida
cómo la familia feliz se va a su verdadera casa.
Piedra que no tendrá casa ni será casa
ni sabrá qué se siente ser la mano
que la lanza.
Siempre interpretaste tu papel de héroe:
los héroes no son cuestionados
ni piden perdón.
Todos sus actos son justificados.
Y yo juzgué al héroe muerto,
me atreví a retarlo
a causar deshonra
porque fui dos de tus hijas:
Electra o Ifigenia,
la primogénita y la última;
87
la que se condenó y
la que se resistió a morir
a ser sacrificio para tu beneficio.
En realidad nunca regresaste.

Los verdaderos héroes regresan


cuando el viaje los ha cambiado.

88
EN AGUAS

El agua se anida en mi casa.


Alfombras líquidas y techos azules
fluyen las ventanas.
El azul me abraza.

¿Qué es tan vivo como un río?

El río que cruza mi puente pudo ser.


Pero tiene ahora una serpiente blanca.
Blanca y pura, el agua.
El agua debe fluir,
ser cristal y vapor,
llover;
iniciar
de nuevo todo.

Pero este nido


ahoga hormigas,
abejas
y pequeñas plantitas.

89
LA SOLA CAFETERA

A María Ángeles Pérez

Es domingo.
El eco del café filtrado atormenta a la cafetera.
Siente cómo el río vaporoso la ha cruzado
sabe que no pasó solo,
sabe que ella dio paso;
deseaba volver a ser introducida al tomacorriente
prenderse
sentir la conductividad
—eléctrica—
no sabía que era un experimento
un quitar y poner
esto:
el amor.
No dio paso sola,
debió escuchar promesas:
Eres la única cafetera para mí.
No todas hacen igual el café.
 
Servir o no servir;
ser vida.
La funcionalidad del alma
se pone en entredicho
cuando es    
              pasada
 por el
              pasado
 y es entonces
una cafetera traspasada
                        regalada
90
                         ofrecida
                      cualquiera.

91
92
Clyo Mendoza
(Oaxaca, 1993)

Es autora Anamnesis (Cuadrivio, 2016) y Silencio (FOEM, 2018; Premio Inter-


nacional Sor Juana Inés de la Cruz, 2017). Sus textos se encuentran en revis-
tas como Tierra Adentro, Crítica, y Air France Magazine. Algunos de sus poemas se
encuentran traducidos al inglés, al francés, al rumano, al catalán, el italiano y
el gallego. Ha sido escritora invitada en el Festival Internacional de Trois-Ri-
vières, en Québec y en la Feria Internacional del libro de La Habana. Fue
becaria del Programa de Jóvenes Creadores del FONCA (2015-2016) y de la
Fundación Antonio Gala, en Córdoba, España (2018-2019). Ha participado
en proyectos teatrales con la compañía escénica interdisciplinaria LA URBA
y parte de su tiempo lo dedica a la pintura, la fotografía y el collage sonoro.
93
SILENCIO (fragmentos; FOEM, 2018)

Definían la muerte con los pequeños finales que hay a lo largo de una vida:
las cenizas del fuego,
todas las flores recién cortadas.

El sacerdote acababa de llegar hacía unos meses de la ciudad. A sus


oídos llegó el rumor de que la muerta que se velaba, rodeada apenas
por un par de niños, era una suicida. Organizó un grupo silencioso de
gente que cerró para ella el panteón imitando el poder de una masa.
Él al frente, ellos detrás: todos sostenían sus brazos en el aire imaginando al diablo,
gritando rezos,

aullando No.

Alejaron a la comitiva que cargaba el cuerpo en una caja, era lo más parecido
a un ataúd que reluciría en el pueblo en muchos años y circulaba excesivo junto
a su pequeño cortejo. Y es que ahí se entierran desnudos o sólo con la mortaja;
las mujeres empiezan a bordar la suya después de casarse porque corren el riesgo
de morir de parto. Todas tienen un pedazo de tela qué bordar: encajes, flores y
animales de hilo para caer en la tierra.
Por las tardes se sientan juntas a coser en silencio, siempre en silencio, un vestido
fresco para su muerte.

Para cada idioma hay una idea de la muerte. No muy convencidos, los campesinos
gritaban: la suicida no merece la tierra bendecida. ¿Qué tierra bendecida? Estaban
enfurecidos, atravesados siempre por el hambre, temerosos de las sequías, del
ritmo extraño de las lluvias. Estaban confundidos porque en su idioma materno la
muerte no distinguía voluntad de naturaleza. No había una palabra para designar
a aquél que corta de tajo su camino y decide despeñarse a la nada como las cabras.
Gritaban con rabia y casi con envidia. Tanto, tanto habían insistido en recalcar en
el templo la existencia del infierno, durante cuántos años, cuántas generaciones
se habían reunido ahí para escuchar que habían piras esperándolos después de su
94
muerte si se rendían ante las cosas que los abuelos decretaron como suyas. Todos lo
sabían: a veces sólo había confort en el idioma de acero y hierba. Ahí había un lugar
para estar a salvo de las procesadas ideas y conclusiones del mundo de los otros. Si
volvían al mundo de su propio idioma la muerte no daba tanto miedo, la muerte
ahí era el fin natural, fuese cual fuese la vía. Su definición no implicaba una hoguera
infinita, ni la claridad suprema de un Dios con vestido.
La muerte: indefinible, se limitaba en ese idioma sólo a ser descrita con los eventos
simples de una vida: la ceniza después del fuego, el abono fértil que deja el cuerpo
de un animal que estuvo herido y ha muerto.

95
CABALLO ROJO CON SACRAS DE COLOR ISABELO

El rojo es el primer color que vemos ¿Cómo podríamos prescindir de él? Si nacemos
a través de ese río de placenta y al nacer la sangre nos llena los ojos. Hombres y
caballos somos bestias coronadas por la sangre en la abertura, coronados por la luz
y el aire desde el momento en que el cuerpo llega. Pero ellos, los hombres, aman y
son amados.

Soy Caballo, nací animal y tengo la sensación de ser yo mismo como todo. No
sé qué es el amor de los hombres porque siento lo mismo por cada ser y cosa que
ocupan un lugar en este mundo. Obedezco al soldado no porque le deba, sino
porque le temo y porque para mí él es una parte mía y yo soy suyo.

Puedo oler en los hombres esa sustancia a la que somos ajenos, la sustancia que los
atrae y los separa, la que los hace decir: él, el otro. Ella, la otra. Esto: lo que es mío.
Para éste, para Caballo, el amor es igual al odio: preserva la memoria más allá de
la apariencia, más allá de la enfermedad y los confines del mundo. El amor de
los hombres es una sencilla fruta de la tierra, el banquete incomible, la barca y el
esquife. Aman como los perros ladran, los gatos maúllan, como la lluvia cae y los
caballos relinchan. Y es lo más duro de la tierra. Veo que el amor es la más natural
de las resistencias y que, como mis ojos saben hacer por sí solos, los deja asomarse
en la sensación del gran vacío.

Caballo, me dicen, y yo puedo oler en ellos el deseo agresivo de ser uno y no dos, y
no millones. Caballo, me dice el soldado, mientras acaricia mi crin como al cabello
de alguien que le falta. Huelo su agrio sueño de hacer una alianza. Pero los hombres
sufren y gozan para hacer su historia. Necesitan decir: lo mío, lo otro, yo. Viven para
contarse a sí mismos. Siempre, siempre algo que contarse mientras pasan de ser
niños a ser adultos, mientras pasan de ser adultos a ser niños y alrededor las cosas
nacen en las cosas que se mueren. Su dolor es proporcional a la alegría que estuvo
y se fue. Su alegría es proporcional al dolor de perder lo que todavía no se ha ido.A
los caballos se nos demanda ser ecuánimes, pero a veces las patas se nos vencen
y caemos impávidos ante la muerte de pequeños fragmentos de nosotros: niños,
96
árboles, otros caballos. No puedo nombrar lo que describo, no puedo llamarlo amor
o explicarlo, sólo puedo decir: no podemos permanecer inmutables a los trechos de
nosotros que se van muriendo.

97
98
Frydha Victoria
(Nayarit, 1993)

Egresada de la licenciatura en Comunicación y Medios de la Universidad


Autónoma de Nayarit. Es autora de Ánforas de oporto (Consejo Estatal para la
Cultura y las Artes de Nayarit/CONACULTA, 2013) y Traslúcidos (Funda-
ción Julián Gascón Mercado/Universidad Autónoma de Nayarit, 2015). Fue
ganadora del XXXVIII Premio Estatal Anual de Poesía “Trapichillo” en el
año 2015 y del Concurso Literario Los Dones de la Tierra, Xala – 2017. Ha
sido becaria del Festival Interfaz ISSSTE-Cultura “Los signos en rotación”
(Guanajuato, 2014) y del 7° Curso de Creación Literaria de la Fundación
para las Letras Mexicanas y la Universidad Veracruzana (Xalapa, 2015).
99
¿SUEÑAN LOS BEBÉS CON OVEJAS ELÉCTRICAS?

La barriga de mi amiga se desinfló esta semana


su lugar fue ocupado por un altoparlante
que a veces sonríe

los pechos de ella lloran cuando su bebé lo hace


con las manos acuna
ese cuerpo que emergió del suyo
ennegrecido
lleno de sueños donde hay ovejas
o ruidos eléctricos que salen del vientre

la recién nacida balbucea mientras duerme


y el acontecimiento es inaudito

ambas atestiguamos
cómo crecen sus dientes
o se le asoma el pelo
y vemos en ese gesto la bondad del mundo

100
COSAS QUE QUIERO DECIRLE A MI ABUELA PERO
QUE NUNCA VOY A PODER

Te miro tejer un mantel para mi mesa


con las manos dibujas
círculos que rompen el aire
y entran
uno detrás del otro
hasta formar un bloque de tela
que sostendrá mi alimento

nunca dijiste te quiero


pero hay cosas que hablan por sí mismas

II

Extiendo las manos hacia ti


¿Quieres verlas? te pregunto
mientras niegas este retrato de tu carne
esta cara que es tuya

al fondo
un reloj dicta la hora de la cena

III

No lo sabes
pero compartimos el llanto
y el miedo a la memoria

compartimos el mismo cuerpo enfermo


101
nuestros engranes genéticos
diseñados para el dolor

IV

Perdón si tardé en quererte


si mi cuerpo pequeño
no entendió la acidez de tus palabras
años cruzaron entre nosotras
luego miré tus ojos
y ahí solo estaba
tu cuerpo de mujer marchita

Todavía me pregunto
si pasaré los días cargando hijos y nietos
si voy a sacrificar el cuerpo por mi familia
si también voy a llorar
a lágrima tendida
bajo las sábanas

102
103
Katia Rejón
(Yucatán, 1993)

Dirige la revista de periodismo cultural Memorias de Nómada. Integrante


de la Red Latinoamericana de Jóvenes Periodistas de Distintas Latitudes.
Ha publicado reportajes y artículos de opinión en Malvestida, Pie de Página,
Animal Político, Sin Embargo MX, Verificado, La Jornada, entre otros; y poesía en
Círculo de Poesía, Carruaje de Pájaros y Efecto Antabús. Tiene dos premios estatal
y peninsular, ambos por opinión. Autora de Notas de Jardinería (Cuadrivio
Ediciones, 2020).
104
YOBAÍN

Ayer oí una voz que no era tuya


y venía de adentro.

Diría que te conozco


pero eres agua dulce en el mar,
la sombra de otro cielo nunca visto.

Te nombraría con tantas palabras


que no eres: ternura, finitud, miedo.

Pero sé leerte,
cuando desclavas los recelos
y eres tú, amplísimo:
Yoremito, un baile norteño,
un grito en la marcha,
la paz, la verdadera paz, de una iglesia.
Son surcos de ti que ignoras.

Y si te leo, aunque a veces no te entienda


es porque llevas escrito
poesía en braille
para las ciegas como una.
(Si te dejaras tocar,
haría un libro y no un poema de ti).

Yo nací un lustro después de tu ruta,


y tardé cuatro para alcanzarte,
para compartir con alguien
un planeta diferente al mío
105
un dolor bilingüe.

De todas formas
no hay nada que decirte que no sepas
vas dejando huellas, siempre
para que alguien te siga.

106
SUR DE NOCHE

Tan poco me pertenezco


que pudiera yo seguir viviendo
si un día me muero.
Lote baldía, me guardo.
Pero hay noches que me encuentro
guarecida o presa
y vuelvo a apedrearme.

Por ejemplo, yo lloré en un avión


Guadalajara–Mérida
a diez mil metros sobre el mar,
de coraje
de decir “por qué no soy más aventada”.

Donde no esté nunca


ahí me quiero.

II

Detesto con la vida


las cosas grandes y
las ciudades en crisis.

No soy mujer, soy archipiélago,


y salgo a navegar así
disimulándome.

Nunca sufrí realmente


eso es lo malo
107
que no tengo pretextos
para hacer del miedo mi consigna.

Aún así no pude dormir en un hotel


de Calzada Independencia Sur
porque era 22 de abril
y me llegaba el olor
de las muertes de Analco y Quinta Velarde
apenas hacía 26 años
estranguladas.

Hasta la piel del perro de la calle


me entristecía.

La ventana del hotel era un álbum


de edificios moribundos y metálicos.

Recordé que en la televisión dijeron


que mataron a diez mientras dormía.
El sueño es un albergue
para los heridos de mi memoria,
mas no detiene los taladros de la noche.

Quise huir de esa ciudad grande


en el vuelo 686
y lo perdí.

108
109
Moriana Delgado
(Ciudad de México, 1993)

Estudió Letras Inglesas en la UNAM. Fue becaria de la Fundación para las


Letras Mexicanas en el área de poesía (2017-2018) y del Programa de Jóvenes
Creadores del FONCA (2018-2019). Además de escribir poesía en su habita-
ción, le interesa el mandarín en su forma simplificada.
110
PARA LA CHICA QUE NO ME QUIERE EN VERANO, O
LAS ESTRELLAS NO DICEN MUCHO ÚTIMAMENTE

Las palabras son cosas y algunas ya no las uso


Me siento presbítera para decir patética
Me siento lago y musgo sobrepuesta en el escenario
constelaciones que nunca dijeron mucho más que una tarde
jugué ajedrez con una chica y era verano
No digo es tarde para llegar tarde
aunque haya algo de lago en las cosas que se esperan
Digo hace mal tiempo que las estrellas no se buscan
ni se dicen verano Digo las cosas son palabras
y no me dicen mucho.

111
CÀ PHÊ CỘNG

Después de que degollaron al cerdo


no quedó más que el jugo escarlata
en el concreto.
Estábamos arriba, en la terraza.
Nuestros cafés fríos en el verano de Hànội.
Era cuestión de tiempo
dejar algunos đồngs sobre la mesa
observar la temática de las paredes:
fotografías del Việt Cộng, y reconocer
en el blanco y negro, la misma taza de peltre
en la que tomamos nuestro café con leche
condensada, sentir
que teníamos algo en común con la guerra
y preguntar: how much this mug
para descender, salir a la calle y pensar
que también fuimos parte de esa ofensiva
cuidando no mancharnos los zapatos de sangre.

112
113
Selene Ángeles Díaz
(Ciudad de México, 1993)

Es redactora y traductora. En 2019 fue becaria del III Encuentro Interna-


cional de Literatura “13 Habitaciones Propias”. Participó en el Festival In-
ternacional Poesía Caracol (2017 y 2019) y el encuentro Poesía en Tijuana
(2019). Sus textos han sido publicados en las revistas Timonel, Gramanimia y
Círculo de Poesía.
114
CÁRCEL

Esta ventana no es falsa:


el muro inmutable
forma parte del paisaje.

Una parvada pasa


dos, tres veces.
Presumen, pienso,
su vuelo, su libertad.

El ruido de los cuervos


es augurio:
la misma tarde perdida de hoy
será la de mañana.

Los tonos imposibles


ya no llegan a este encierro.
El lila de antaño
se ha vuelto oscuridad.

Y adentro,
en el ocaso de un esplendor,
la desesperanza.
La imposibilidad
de salir
girando la perilla
de alguna puerta.

115
NOCHES

Las noches largas


me trascienden.
Son un puñado de ideas,
semillas que no brotan
ni se pierden para siempre.
Me estorban el paso,
me estorban el silencio,
murmullan,
membranan,
penetran,
rompen las horas

y el halo se enciende:
mi cuerpo solitario
empieza a flotar.

II

La Tierra está sola


y ulula
a lo largo de la galaxia,
sin esperar respuesta
irradiando
su gusto
de soledad.

116
117
Irma Torregrosa
(Yucatán, 1993)

Licenciada en Comunicación Social por la Universidad Autónoma de Yuca-


tán. Obtuvo el Premio Peninsular de Poesía José Díaz Bolio 2012 y Premio
Hispanoamericano de Poesía San Román 2017. Profesora en el Centro Estatal
de Bellas Artes, en Yucatán. Es autora de Piélago (Cuadrivio Ediciones, 2020).
118
PIÉLAGO (tres poemas; Cuadrivio Ediciones, 2020)

Una foto con la cara de mi padre trozada por una tijera. Había otra
quemada por una de las esquinas. De mi padre quedaba lo que hay después
de un vaso roto en la cocina. Astillada con su nombre, mi madre desangró
sus mejores años en una tarde, mirando hacia la única ventana que había en
nuestra casa. 

Antes de irse, mi padre puso sus ojos en mis cuencas y la boca torcida de
cuando se enoja. 

: eres como él.

Fui, entonces, luz acurrucada en los brazos de mi madre. Después, como él,
los restos de un vaso roto que ella buscaba unir todas las noches, inútilmente.

Los buenos tiempos quebrados por el llanto de una niña que grita porque
sueña que se ahoga.  Mi madre hurgaba dentro de mis ojos, buscándolo. Cal-
maba mi llanto y cerraba los ojos mientras se imaginaba desnuda nadando
en las cascadas chiapanecas, a donde dice que fueron cuando se casaron.

A donde dice que fueron cuando eran felices, 

antes de mí.

119
Tenía diez años la primera vez que quise besar a un niño. Se llamaba
José Carlos o Jorge Carlos. Después de mancharnos los dedos con pintura
moldeamos un beso de plastilina atrás de una palmera durante el recreo.
Mamá nunca supo de mi obra maestra. Conservé el beso tanto como pude
hasta que un día lo perdí por romperle la boca una niña que me dijo tarta-
muda.

Llamaron a mis padres y no fueron. Mi abuela llegó a hablar con la maes-


tra y con la directora, mientras yo buscaba –inútilmente– mi beso entre los
juegos de chácara y le declaraba la guerra a mi peor enemigo que nunca tuvo
el nombre de un país. 

No volvería esa semana a clases. La abuela miró todo el desorden y levantó


mi mochila con ligereza. Vente, dijo. Caminamos, entonces, hacia la salida
tratando de sortear una hilera de flores rojas, que aún frescas, cruzaban el
patio de la escuela.

120
EL PEZ QUE SE TRAGÓ A JONÁS
Temiéndole a mi propio abismo
salí huyendo 
convencida de que lo mejor
era abandonarme a la suerte.

Habiendo desobedecido,
recé hasta que mi voz fue tormenta,
recé para que me tiraran al mar
convencida de que lo mejor
era dejarme llevar por las olas.

Tomé aire.

La primera letra de tu nombre abrió la boca


como el pez que se tragó a Jonás.

Respiré.

Aprendí a pronunciarme dentro de ti


me atravesé el corazón con uno de tus dientes
y palpité en la humedad de tu carne dicen 
que tres días y tres noches
yo no sé
si la promesa de Dios fue la vida
o ponerme en tierra

pero tu nombre era vida y era tierra


abismo de luz donde pude fundar mi casa
la tierra prometida
las doce tribus de Israel

porque las letras de tu nombre 


eran mi apuesta con el mar

: lo vencí.

121
122
Argentina Linares
(Guerrero, 1994)

Licenciada en Literatura Hispanoamericana por la Universidad Autónoma


de Guerrero. Recibió mención honorífica en el género de poesía en el III
Premio Estatal de Cuento, Poesía y Ensayo literario joven 2014. Becaria del
Curso de Creación Literaria de la Fundación para las Letras Mexicanas y la
Universidad Veracruzana (2015 y 2016). Algunos de sus poemas se encuen-
tran publicados en el periódico de la ciudad de Colima El comentario Semanal,
en la Revista Asalto y en la Revista de Literatura Mexicana Contemporánea.
123
A PESAR DE LA LLUVIA

Este derroche de agua,


alianza forjada en años
de ver nuestro cuerpo
lavándose,
resbala por cavidades.

No como Jesús se inclinó para lavar


los pies de sus discípulos,
no como Él nuestras manos de tierra,
enteras y tibias permanecen.

Será por el calor de lámina


o la lengua desértica,
olor rancio de guardarse.

Edifico la palabra agua


dónde beberla,
volumen en la boca.
No hay más vaso.

Hemos amanecido secos,


despejado de nubes
su luz nos pareció otra ir/reverencia.

124
RETORNO
para Azul C

Te daré sobre la arena


un lugar de reposo.
No zarparán barcas amarradas.
Son más los bellísimos mares,
las playas sin nuestras huellas.
Serán muchos los istmos,
océanos cruzados por barcos de asoleados mástiles.

He construido,
en la desembocadura de aquello que aún nos pertenece,
un ruido de movimientos grises
flanqueando lo ganado;
deseo traído a fuerza de no confundirse en estallido.
Y si existe la posibilidad del retorno
—timón a babor—
la tomaré sin duda
y encenderé ciertas luces.

125
126
Nicté Toxqui
(Veracruz, 1994)

Es autora de Errata (Sangre Ediciones, 2017) y Melamina (IMAC, 2015). Ob-


tuvo los premios de poesía Dolores Castro 2015 y Carlos Fuentes 2017.
Sus textos aparecen en revistas nacionales impresas y digitales. Becaria de la
Fundación para las Letras Mexicanas en el área de poesía (2018-2020).
127
ERRATA [en todos los puntos de bordado]
fragmentos

soy una chica de veinte


y cinco años
(SIC)
Completamente
Feliz (casi)

en el fondo
capaz de
amarme
y llorar
cuando
miro el espejo

capaz de ser formal


en femenino
nudista

Supongamos por ejemplo


que me exaltan por
el ideal bello que compone
una coincidencia de ADN
sin errata
unos pies hermosos
de manicura francesa
caminando por las
costas de tu deseo

pero son feos,


se declara,
los pies grandes
128
y vigorosos

(los pies
con braqui
metatarsia)

son feos
pero me caminan
erecta o encorvada
según sienta

rechazo

no tengo el pie chiquitito


como un alfiletero
estoy calzada por la expresión
de la elegancia
que posee todas
las características
con las que se define
a un instrumento
de tortura

en unos años me impondrán


la intervención necesaria
del ejército de hilos rusos
las mangueras frías
colándose entre mi grasa
la bichectomía o el aparato
inquisitorio de los fierros
que me hagan menos corta

¿pero quién, sino las muchachas


129
de pies normales se atreven
a usar unos zapatos
cómodos, tacones de estilo
flats abiertos y agudos
que respeten y no las
leyes de la anatomía?
entre la norma de cabello largo
también soy ridiculizada

mi dolor tiene una cartografía

en la parte más angosta


arde hasta la rajadura
en su extremo superior
termina en sangre seca
a la que dedos y uñas se
contagian, tiñen
someten

mis pies no son la base


de sustentación para él
cuerpo sino para él
ojo que me mira y hace
precario el equilibrio
fácil la caída
el terror
la sombra
la esquina

arrinconada

mis inseguridades
en lencería negra
130
en una cama sola
me pertenezco

Rosario asegura que existen


lugares donde hay títulos
para la belleza extraña

Pero yo vivo aquí


a costa

desenvuelta

caminando
por las arenas
que me arden
como propia
cuando no puedo
saltar hacia el vacío
que me construye

y me voy queriendo
sin saber quién
soy
realmente

un matiz de obscenidad
que conoce sus estrías
en la regadera
sin seda que me cubra
al mirar por la ventana

averiguo que mi insuficiencia


tiene que ver más con
131
la falta de una plantilla
para apoyar bien
las pisadas entre caca

sí me falta carne
tengo la oportunidad
de fingirme una

colocar una extensión


a mis partes tristes
borrando mis tejidos
de abuelas recientes
me incorporo a los fenómenos
no naturales de lo que me rodea

entonces pienso :

4. yo braquimetatársica siempre tiendo a ser

braquimetatársica

para qué gastar la pólvora en infiernitos


y querer inculcar donde es imposible
y superfluo
y cambias de canal
porque no te gusto
pese a todas las técnicas
y cirugías y estrategias
en cualquier país o casa
soy tendida
a ser persona
de organismos
en mutilación
132
constante

peculiar
en su forma
como ese instante donde concilié
mi evidente apetito de convulsa
identificada en el cuerpo
avergonzado
de privilegios

compleja

me pongo a pensar qué sería


si antes de una
todo estuviera bien

¿cuánto tiempo me tengo que tirar sin andar


o salir a la calle?
¿de pintarme el pie rojo
con un moño en el defecto?

estoy cansada 

de ser paciente

en realidad el dolor
a veces se torna insoportable

yo siempre pensé que todo el mundo miraba


los pies todo el tiempo

me miran completa

133
un problema similar
a muchos problemas similares
se vuelven
de fácil compostura

la haza de convertirse

en esas falsas imágenes que los falsos espejos


ofrecen en las perfectas zapaterías

donde la vida transcurre

hacerme  trizas
para entender
la compostura
mi piel es un retazo
de otras mujeres

primitiva

carente

encontrada en las respuestas


de las revista de moda
en los rompecabezas
y tests que puedan
darme más preguntas

como el pequeño tacto de saberse


prolongada
precoz en mis definiciones

134
135
Mariel Damián
(Ciudad de México, 1994)

Poeta y Bióloga. Fue ganadora del III Premio Internacional de Poesía de la


ciudad de Almuñécar (España) con el poemario La chica que se ha quedado sola.
Es conductora del programa de radio PoiesisFEM Participa en las presenta-
ciones de #LibroEnCorto en escuelas de nivel medio superior y superior del
IPN.
136
ESCRIBIR

Escribir sin miedo al alba o al ocaso.


Escribir por las mañanas el frío, la soledad tranquila y un café. Escribir el aliento de
las aves que cantan de madrugada y tomar su canto como un himno, como bandera.
Escribir a todas horas la ausencia que nos hace sentir lo que deseamos, el amplio
hueco en que se acuesta la infancia de los sueños.
Escribir para crear vida más allá de lo vivido y para invocar la paz de los muertos.
Escribir como una guerra sin muerte en donde se reconcilia el sentir con el pensa-
miento.
Escribir porque estoy sola. Escribir porque no estoy sola. Escribir lugares llenos
de memoria sembrada, de calles y de gente. Escribir porque hay abismos que se
confunden con edificios y personas.
Escribir refugios con los ojos bien abiertos a la noche, abrir la boca para expulsar
suspiros de polilla o mariposa, pensar que sí, que no, y luego, lanzarse hacia uno
mismo.
Ya en la fosa profunda de los adentros, descubrir el cenote del llanto ahogado de las
vocales, sumergirte en el primer sonido humano de las palabras y mover las manos
como aletas hasta hallar de nuevo la superficie. Flotar y escribir entonces, la revela-
ción líquida del cuerpo.
Escribir.
Escribir.
Y pensar.
Escribir.
Escribir.
Sintiendo
Escribir un fósil entre los versos cámbricos de un poema, Escribir un estromatolito
vivo lleno de bacterias a mitad de una hoja, imaginar en el idioma de la lluvia, la
temperatura más alta de la tierra primitiva.
Escribir pensando en la imposibilidad de lo que ya es posible, sentir que el corazón
no avanza sin la cabeza, ni el cerebro funciona mejor sin el alma. Escribir con la
intención de ser testigo de una época y de una especie que ha edificado sobre un
lago, la temblorosa ciudad en la que vivo.
137
CADA LIBRO ES UN GEN

cada libro es una secuencia de palabras nucleotídicas


un conjunto de libros es un cromosoma
todos los libros conforman la estructura infinita
del DNA cultural del universo
¿Será cada verso un aminoácido?
¿será cada palabra un átomo?
¿Será la poesía de Virgilio y los libros de Plinio
un registro fósil para la lectura molecular?
Sólo el tiempo puede fijar las ideas
como la naturaleza fija los alelos en la población
las ideas
tan infinitas y policromáticas
tan multiversas y polisemánticas
tan rebeldes con ojos de barcos y de nostalgia
tan diversas y mutantes como lenguas bífidas
todas varían según el individuo que las contenga
todas varían según el ojo que las medite
en el horizonte
varían según la palabra que les de nombre
y peso
varían según el puño y la garganta
de quien las defienda
son infinitas como el pulso inevitable de la vida
infinitas como la angustia de dios expulsado del cielo
infinitas como la muerte de Darwin que no se ha ido nunca

138
EL MAR DE LAS IDEAS

quiero escribir todo lo que pienso


pero apenas termino de escribir algo
cuando otro pensamiento llega
y lo desplaza

este pensar y repensar las ideas


es un viejo oficio de las olas
pues al recorrerse el agua
hacia su centro
la naturaleza exige otra ola
que nos cubra

no sé qué mortifica más la cabeza


si el ir y venir del pensamiento
o saber que aunque vaya y venga
jamás llegará a ninguna parte

en el fondo de mi mar sin patria


he sido fiel y firme a la creencia
de que caer y pensar sirven
para elevarse
y aunque pensar sea hundirse
en el mar de la abstracción y las preguntas
es también aprender a nadar y salir a flote

con el tiempo y la acumulación


de intentos
se llega a surfear o a acostumbrarse
al vaivén infinito del agua
por eso, yo espero algún día
139
poder ahondar en mis aguas
sin temer a la salida o a los bucles

en el fondo de mi mar sin prisa


tengo la certeza de que existe
un lugar donde mar y calma se unen
y es ahí donde finalmente descubro
que yo misma fui la respuesta
que me había dado el universo

140
AQUA MÍA

llena aún de primeras veces


busco el amor como si fuese
una experta
abro la puerta de mis piernas
y callo tiernamente sobre el deseo

quiero mi cuerpo frente al espejo


de tus ojos
¡mira qué playas tan redondas tengo
qué arena tan fina de coral molido
sobre mi vientre!

siente el mar que desbordan mis caderas,


siente mis algas, mis pecezones,
y mi caracola marina
siente cómo se rompen mis olas cuando
te acercas
y cómo enloquece el vaivén de mi ombligo
en presencia de tu luna-lengua

Ven
náufraga de noches ajenas
yo soy el Mar
el agua
y la isla

yo soy la espera matutina


de la espuma alborotada
soy la humedad de nuestros besos
en el lugar donde los faros te sueñan

141
soy la orilla donde los barcos
llegan y se quedan
ven aquí,
aqua mía,
yo soy tu puerto.

142
143
Priscila Palomares
(Nuevo León, 1994)

Es escritora y feminista. Publicó la novela Champú (UANL, 2017) y el poe-


mario Ecografías (Cuadrivio, 2019). Su obra explora los límites entre el sexo,
el género y la violencia. Con una fuerte vocación por las luchas sociales, es
co-fundadora de la A.C. #AcosoEnLaU su labor de activista ha sido pre-
miada por el Premio Mujer Tec.
144
CONTRACCIONES

Tengo prohibido entrar al bosque,


mamá dice que hay lobos hambrientos.

–Les quitan la ropa a las niñas


y prueban su carne.

Tiembla algo adentro de mí.

Veo los pinos que rozan las nubes. Enfrente de mí: unos ojos negros. Recues-
to al lobo en la tierra. Le arranco los pelos, uno por uno, para verlo calvo,
comprenderlo desnudo.

Su piel es igual a la mía.

145
AREOLAS

A Dana Espinosa

Mis areolas son las pinturas de un museo


y mi cuerpo las paredes.

146
LA OTRA OTREDAD

Hubo un tiempo donde el deseo era un embrión. Sin vida.


Como la tinta que se hace pasar por símbolos. Las líneas.
Nos mutilaron. Diseccionaron la carne. Mapa intangible.
Tinta que marca territorio. Países que separan la memoria
colectiva. Fragmentada. Dos sexos que comparten raíces.
No historias. Y pensar que de niña creí que éramos iguales.

Éramos iguales.

147
NO ES CULPA DE DIOS

Desperté pensando que Dios era machista; que cuando creó el mundo nos dio
la capacidad de un orgasmo, pero nos escondió el clítoris; nos dio un cuerpo,
pero nos obligó a ocultarlo porque induce al error; nos puso de modelo a una
mujer virgen y madre a la vez.

Me acerqué a mi maestro a compartir mis pensamientos. Este puso su mano en


mi pierna para decirme que era la alumna más brillante de la clase.

No, no es culpa de Dios.

148
HUEVOS ESTRELLADOS

La hombría es una dura


cáscara de huevo.

La aprieto un segundo.

Se quiebra vulnerable
entre mis yemas.

149
150
Cristina Bello
(Michoacán, 1995)

Ha sido becaria del Festival Interfaz (Guanajuato, 2018) y del 9° Curso de


Creación Literaria de la Fundación para las Letras Mexicanas y la Universi-
dad Veracruzana (Xalapa, 2017). Ha publicado sus poemas en medios digi-
tales e impresos. Obtuvo el Premio Nacional de Poesía Dolores Castro 2020
y una mención honorífica en el Premio Nacional Universitario de Poesía
Desiderio Macías Silva (2017).
151
HAY QUE CAMBIAR EL AGUA DE LAS PECERAS CADA
CIERTO TIEMPO

Imaginaba nombres: María, Yunuén, Alejandra,


los nombres salían desde la boca de mamá
pero ninguno era mío,
a veces pienso que mi nombre hallará otro cuerpo
o su cauce que es lo mismo
en algún río o en algún prado.

Entonces mamá me reconocería


porque mi voz es queda, inaudible como nunca antes,
porque tengo lunares que me distinguen
o por la cicatriz en mi rodilla derecha
cuando de niña caí, caí
y seguí cayendo.

Deletreo mi nombre, largo…


quisiera mejor no tenerlo / llamarme, por ejemplo, Anónimo
y depositar el otro en un buzón de quejas y sugerencias,
redactarían la carta y a los pocos días contestarían que sí
que puedo cambiarlo ahora
antes de primavera
porque vendrán insectos
a perforar sus propiedades
o los peces de agua dulce
comerían de él.

Mi nombre entonces
es tan sólo la carnada de los pececillos, ella dice:
hay que cambiar el agua de las peceras cada cierto tiempo,
hay que cambiar la voz cada cierto tiempo,
hay que inventarnos nombres
152
escribirlos con gis blanco en el pizarrón,
el gis blanco puede borrarse fácilmente,
puede reescribirse
en el prado
el agua
la costilla de mi padre.

Me presentaría en el salón al día siguiente,


mi nombre es Anónimo, me gustan los peces y andar en bicicleta
al salir tendría una amiga o dos,
después las invitaría a casa
para que escribieran sus nombres en pedacitos de papel
y luego los olvidarían,
no sabrían con qué letra empiezan
ni el trazo del abecedario,
todas seríamos Anónimo.

Anónimo caminaba sola por la calle


Anónimo vestía una falda corta
Anónimo tomó un taxi
Anónimo bebió cerveza
Anónimo salió de noche

Seríamos Anónimo unas semanas,


la escuela y las calles estarían plagadas de letreros
y gis blanco de caligrafía ilegible,
me enseñaron que los nombres llevan cargas,
inventamos significados como también inventamos destinos,
cuando supe el significado de mi nombre
descubrí que debía alzar oraciones
y besar los pies de una estatua
porque mi nombre lo pedía,
pensaba en las almas como humo contenido
153
en cajitas de madera
animales en cautiverio,
un día quise ver una
pero no contenía humo,
contenía una carta
tenía la palabra renuncia
y estaba firmada por A.

Corrí a casa con la carta en las manos


mamá dijo que conoció a Anónimo
un día un señor se la llevó en un taxi
y después la encontraron desnuda
en un prado o en un río.

El nombre de Anónimo salía de la boca de mamá


y no era el humo que cabía en cajitas de madera
o en un buzón de quejas y sugerencias
ni en un pizarrón que se borra fácilmente.

154
FALDA PLISADA

Aprendí el funcionamiento de las armas


dispuestas a hacer pequeños cortes en la ropa:
tijeras, hilo, aguja, cinta métrica y alfileres.
Tracé las medidas sobre el papel,
despegando el lápiz de la mesa
o reteniéndolo en los dientes
como retuve la granada
en espera por algo que teñir de rojo,
no elegí la tela.

Abuela me explica
los colores dicen mucho,
casi como los anillos
que detectan sentimientos;
azul para la tristeza,
rojo para la pasión,
verde para la envidia.

Abuela elige una tela lisa y rosa,


aún cree que soy una niña:
Mídete la cintura en tu parte más delgada,
no quiero responder
porque no sé si hallaré esa parte delgada en mi cuerpo,
estoy frente al espejo, ella frente a mí
y los alfileres están tan cerca,
se encajan, me ciñen,
a veces me pincho con ellos,
a veces disfruto pincharme las palmas de las manos
con ellos,
pero solo las manos
porque el dolor es agudo, momentáneo,
155
el dolor resultante de un metal no es frío,
es más bien cálido,
ojalá y yo fuera ese pedazo de metal
incidiendo en la piel de otro
ojalá.

La tela debe sobrepasar mi rodilla,


el largo de la falda debe ocultar mis círculos verdes y morados,
porque el verde les hará pensar que soy envidiosa
o que mi piel lo es,
y el morado en cambio les hará pensar
que me creo mucho porque mis piernas son rollizas.

Tomo la tela y me cubro,


mido los centímetros para asegurarme
que la granada no volverá,
y que su pulpa encontró un sitio
en mis costillas,
ahí me crece otro corazón,
revienta,
me quedo casi desnuda delante de la máquina,
la máquina de Abuela también revienta,
no tendré una nueva falda
o mi lección de costura,
habrá que esperar así, en estallido
por alguien que venga a repararla.

156
157
Estefanía Arista
(Baja California Norte, 1995)

Egresada de la licenciatura en Escritura Creativa y Literatura de la Univer-


sidad del Claustro de Sor Juana. Obtuvo la Beca Kyoto 2013 y la beca del
Festival Cultural Interfaz ISSSTE-Cultura “Los Signos en Rotación” en el
área de poesía y ensayo. Participó en el VII Encuentro de Escritores Jóvenes
“Jesús Gardea” y fue becaria de Talentos Artísticos: Valores de Baja California
en la categoría de literatura desde el 2009 hasta el 2015. En 2019, trabajó
en  Tierra Adentro como parte del equipo de redacción, editando y dictami-
nando textos para la revista digital. Fue residente de la XVIII promoción de
la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores.
158
ANA ME CORTA EL PELO

Antes de tomar el tren


le pido a Ana que me corte el fleco
y algo entre ella y yo
asemeja el ritual de quien va maquillando
el cuerpo de un muerto,
lo embalsama,
lo viste con la ropa que usaba en vida,
va peinándole con la esperanza
de que su familia lo reconozca.
Ella mide mi flequillo con sus dedos
así como hacía para cortar el suyo
y el de las otras con quienes hicimos
estéticas en el claustro,
con quienes fui digna de un yo
incomparablemente más sereno,
descubrí nísperos fríos que apremian
y permanecen tiernos
acelerando la primavera
hasta los treintayocho grados.

Intento no irme del convento


donde ha florecido
el cráneo que meses antes rapé,
cuento las pecas de Ana
y veo este instante
como si ya fuera un recuerdo.
El pelo cae sobre mi mejilla,
soplo,
imaginando una pestaña
y un deseo.

159
Aquí fui digna de nuevas cicatrices
que se hacen las niñas que pintan,
bailan y meriendan descalzas,
ensuciándose la falda
en el lodo de amarillos inmaduros
mientras pintan casetas de feria,
beben rebujito
y dan vueltas en los columpios de la lluvia
hasta abrirse la cabeza.
Volvemos siempre a los instantes
en los que dejamos de ser felices
buscando lo que nos han quitado:
los pavorreales que forman el nombre de Ana,
la taquicardia que tienen mis piernas,
los meses donde las sillas de oficina
sí fueron para traer la infancia
a casa.

Los días que se nos acaban


están lo suficientemente llenos,
agitan la hierba
donde cada cosa fue mía y siempre pude amar
a cada una de nosotras,
a los naranjos, los patos,
tus pecas.

Decir adiós es un cáncer


que extingue el cuerpo e impide formar
células nuevas más allá de la despedida:
por eso le pido a Ana que me corte el pelo
y no decimos ni una palabra.

160
161
Rebeca Favila Montana
(Chihuahua, 1995)

Licenciada en Letras españolas por la Universidad Autónoma de Chihuahua.


Fue coordinadora del Encuentro Nacional de Escritores Jóvenes Jesús Gar-
dea de 2016 a 2018. Publicó en la revista Metamorfosis de la Facultad de Fi-
losofía y Letras y es parte de las antologías No haremos obra perdurable (Sangre
ediciones, 2019) y Allá donde encontramos lo perdido (Sangre ediciones, 2020), así
como de otras que aún no ven la luz. Es parte del consejo editorial de la re-
vista Fósforo desde 2019. Actualmente escribe poesía y borda la mayor parte
del tiempo.
162
BIG BANG

Primero estaba la nada,


un punto vacío en el universo.
Luego el estruendo,
la unión de los elementos precisos.

Entre la oscuridad comenzó la luz,


un latido en el cosmos que mi madre cargaba.
La formación de huesos,
músculos,
órganos,
que darían paso a mi microscópica existencia.

Billones de años atrás solo se necesitó una chispa


existo a causa de ella
y del universo que creó mi madre en su vientre.

163
CREER EN DIOS

Creer en un ser omnipresente y todopoderoso


me parece una gran habilidad,
como lanzarte al barranco sin protección
y con los ojos cerrados.
Creer en un Dios sentado en el cielo
me parece una gran habilidad.
Yo no la practico desde que era niña,
cuando alguien me dijo al oído que al cielo
solo van los bondadosos.
Desde entonces comprendí
que no iba a ser buena para estar allá arriba,
porque nunca me lanzo al barranco
con los ojos cerrados.

Que terrible sería perderte la vista.

164
LAS LOCAS

Deja que derriben puertas,


que tiren muros,
que pinten las paredes.

Deja que salgan a la calle


envueltas en coraje
y con los puños en alto.

Deja que lloren,


que griten,
que enciendan antorchas
y lo quemen todo.

Déjalas,
que el mundo necesita caerse
para que todos vean desde abajo
el reguero de cuerpos sin nombre
que hay en todas las calles.

165
166
Lucía Rueda
(Ciudad de México, 1996)

Egresada de la Universidad del Claustro de Sor Juana en la licenciatura


Escritura Creativa y Literatura, ha participado en diversas lecturas de poesía
a través de la República Mexicana, en congresos como: Foro de Estudiantes
de Lingüística y Literatura, Sonora (2018); Congreso Nacional de Estudiantes
de Lingüística y Literatura, Michoacán (2018); Congreso Nacional de
Creadores Literarios, San Luis Potosí (2018); Congreso interuniversitario de
estudios literarios y lingüísticos, Yucatán (2018/ 19) y en el primer y segundo
encuentro Fronterizo de Literatura y lingüística, Tijuana (2018/19). Su
trabajo ha sido publicada en el Periódico de Poesía, Tierra Adentro y Sin embargo.
167
TUMBAS PARA MECEDORAS

Quién iba a decir, cuando se compró la mecedora,


que aquella sería la única en arrullar nuestra edad.
Verme llegar de la escuela con una boca manchada de chocolate,
para luego verme salir con una maleta.
 
En los bolsillos el recuerdo
del sueño donde mi mamá soñaba que me esperaba
para decirme que estaba soñando con el pasillo
donde al final no era ella, sino la mecedora
que se había aprendido su voz al final de las escaleras.
 
La mecedora se movía con los ecos
de quienes estuvimos ahí. Pero aun estando ya nadie es
quien era al pintar su altura en la pared, ¿verdad, mamá?
Sabíamos que esa línea me dispararía de la casa.
Al darme cuenta que no crecía más
la pared se llenó de estrías y luego yo.
 
Me mecía entre los brazos de la mecedora
para descifrar mi edad en su vaivén,
para que me contara la historia
de las niñas que salieron de su casa
y el pan que tiraban al suelo se volvía  rescoldo.
 
Un crujir de hojas y platos
en la casa tras oler el humo
de las lentejas que nadie cuidó,
porque nadie tiene la tarea de cuidar el fuego.
¿Verdad, mamá?, ¿verdad que fue el humo
cuando desconocí mis manos al tomar los cubiertos?
 
168
Y las personas de la mesa decían palabras inventadas
y se reían. Imitando el chirrido de la mecedora
yo corrí con el impulso de saltar,
salvar el rechinido que se volvía moho
 
el regreso a la casa que nunca era la casa
y me recibía con otro nombre.
Con el chirrido de la mecedora que sigue esperando
en el último peldaño a que las lentejas se terminen de soledad;
que la mesa se llene de la falta de plegarias. A la hora de la cena,
que la mecedora se lance a bruces por las escaleras, que se rompa la columna.
 
Pero no yo.
Ni tú.
 
Pues no hay tumba, mamá, para las mecedoras,
ni para su nimio movimiento que cargó con nuestro peso
de estaturas, de años, de nombres
que no me avisaban sobre la comida
porque ya sólo era pavesa
lo que guardé en mis bolsillos
para tener presente el horror de regresar
a lo que deja de ser mi casa,
mi mesa, mi  pared, mi diente.
 
Mamá, el día que llegué de la escuela
me dieron un chocolate porque perdí un diente.
Era el primero y supe que ahí inició
la necesidad de irnos, expulsarnos.
Que no hay tumba para las mecedoras,
porque no hay tumba para los dientes
 

169
ni para las casas. Pero yo guardé las lentejas
porque no quería vomitar en la mecedora,
pero me salieron todas las vocales y las paredes se ofendieron
y supe que vomitar es el estado más vulnerable,
y comer sin hambre es fingir
tener un estómago, así como un nombre,
un sexo, o un gusto distinto al guiso de las ocho,
como vomitar sólo verdades
 
En la cena
escuchaba cómo el chirrido de la mecedora
se internaba en mi voz para que dijera
que la casa,
que yo,
que no podía callarme,
que a veces era una mujer
y otras una quimera
y que las mujeres y yo.
Y la casa
era un rechinido constante de todo lo que no se decía.
 
Quién iba a decir, mamá, que quemarían la mecedora
el día que me fui. Mis bolsillos se rompieron
y perdí las lentejas para regresar a casa.

170
171
Cindy Hatch
(Jalisco, 1997)

Estudiante de escritura creativa por la Universidad de Guadalajara. Gana-


dora del Premio Luvina Joven 2019 en las categorías de ensayo y poesía. Be-
caria PECDA 2020 con el proyecto Microensayos frente al espejo. Dirige la pu-
blicación independiente Maremoto Fanzine. Su poemario Nos habrán cegado para
entonces será editado por Sangre Ediciones próximamente.
172
CONTRADICCIONES

Es esa la nube donde se perdieron mis diosas


ese el escalofrío que le partió el dorso.

La Tierra se agitaba en sus adentros y


los niños corrían desmañanados hacia la escuela.

El sol: un rescoldo tras el incendio.

La primera en parir fue la más valiente.


Pero Dios, a diferencia del hombre, no perdona.
Y nosotras, menos.

Sobre los rieles, las preguntas


¿Tu marido sabe?
Cómo iba a decir que precisamente su marido era el menos indicado para
saberlo.

Pasado el temor, llegaron las carcajadas.

II

Un cordero sin lana no conoce la misericordia.


Ella hubiese vivido feliz acurrucada entre los pies del padre.

Cuando su madre supo


se la llevó casi a rastras
era solo una niña : no supo defender su dignidad,
ni siquiera sabía que tenía que hacerlo.

173
Un volcán guarda todas las memorias para luego expulsarlas de golpe.

III

Miramos al gigante con su cima, con sus pizcas de nieve


y nosotras tan abajo, tan en el corral.

Dios y la naturaleza obran por contradicciones.

174
SHH, SHH, MI RATITA DUERME

Huelo mi puño y la carne que aprieta


rata negra sobre mi ombligo
badajo de los días en esta polaroid
es mi casa mi casa,
o quizá mejor, un cascarón.

Sigue la lluvia mientras tu faz amarillea


pero sonríes, tonta.

Eclosionar, palabra que aprendí después y su mano


de mariposa
sostiene una campana que colgará como timbre.

Mi madre de cereza y, ¿qué hago yo aquí?


Un día maman llegó a casa con una jaula.

En el pasto, la huella de un hombre vencido,


las piernas que lo condujeron hacia su propio sepulcro.
Un paso más antes de despeñarse.

Estará mejor a solas.


En cambio nosotras: siempre hemos sabido abrazarnos.

Shh, shh. Mi ratita… mi ratita duerme.


Si hay algo podrido en este lugar, que el cielo nos ayude.

Y era su barriga lila


Su barriga de terciopelo y espigas blancas
la brisa que baña torpe con su rocío gestante.

175
Ahora caen las hojas, ¡ay! El verde, verde estéril.
Y nuestro establo sucio y lejos tu voluntad de amamantar.

176
PLEGARIAS

Es que no puedo dormir porque se me suben los insectos, hay hormigas por
toda la casa y además, oigo su respiración como cuando estuvo en el hospital,
lento. Anoche se metió el agua por el patio. Mi colchón está empapado. Ábreme
y por favor, dile que se vaya, tú sabes quién es. Préndele una vela y dile que se
vaya. Que descanse en paz ya. No tenemos nada más para decir. Reza como
cuando eras niña: angelito de mi guarda, mi dulce compañía…
Pero si no ha llovido, papá, ¿cómo que se metió el agua? ¿Agua de dónde?
Hace mucho que no rezo, no sé ya ni cómo pedirle favores al cielo. Él ya no
está, lo que pasa es que no has dejado de pensar en él y lo imaginas. Mira,
estaba despierto, te juro que ni siquiera estaba dormido y vi una sombra de
un cabrón como de mi vuelo, parado frente a mí. Cerré los ojos y me los tallé,
porque a lo mejor tenía lagañas o no sé, pero cuándo los abrí, ahí seguía. Le
grité, le dije que se fuera y no me hizo caso. Yo creo que no ha encontrado
descanso, tenía que pedir perdón por cosas que nunca dijo, se fue con sus
secretos a la tumba y yo no soy nadie para contarlos. Bueno, prendo una vela,
pero no sé si eso funcione.

177
178
Silvia Castelán
(Estado de México, 1997)

Silvia opina que las paletas más ricas son las que dejan llagas en el paladar
y en las comisuras de la boca y admite ser adicta al gerundio. Silvia tiene
el sueño guajiro de cambiar la afirmación: “Tengo un cuerpo” por “soy un
cuerpo” porque está convencida de que el abuso del adjetivo posesivo nos
hace pensar que, desde el lenguaje, podemos tomar y tener aquello que nos
plazca. Defensora aguerrida del uso de elementos como el tazo metálico, los
tostiesquites y los cheetos de colmillito en la poesía. 
Blog: https://cuijabesucona.wordpress.com/
179
BXH/2

Traigo algo que aspira al filo enamorado de un quiste


Traigo la tinta re espesa y el grafito seco, reseco
Traigo la lengua engarrotada y el amuleto perdido
(se habrá quedado en el bolsillo trasero de este coágulo
que habito)

Palpita ternura en el deseo de tocarte la boca pero traigo los dedos re anzuelo
Traigo el ánimo canino y no deja de perseguirse la cola
Cuando grande seré palo santo pero mientras tanto soy la arista con la que magullas la
piñata
Palpita ternura en el deseo de que me toquen pero traigo las astillas agudas, re agudas,
agudísimas
(re graves, re esdrújulas)

Traigo la base por altura sobre dos


a veces despierto escaleno y palpita ternura en el deseo de escalar un olmo pero traigo las
palmas resbaladilla
Cuando me llamo isósceles pienso en arañar pizarras pero traigo las uñas creciendo
pa’dentro
Cuando grande quería ser equilátero y crecí equinoccio equívoco

Traigo la tinta re espesa hibernando dentro de un quiste gordo, re gordo, gordísimo

Y no sé con qué fórmula calcular el volumen de un quiste

180
BESTIARIO

Hay un bestiario dormitando en tu pecho


donde vacas lloran y becerros pastan glóbulos blancos

    Del techo de tu cueva dermis gotea miedo


             Drip drap drap drip
Hay que beber ahora que duele
Los focos de tus habitaciones están fundidos, pero a las polillas no les importa, quieren
recordar a qué sabe casa
Mayates papalote rasgan la furia del cielo  y zumban retumban matracosos, cómo te
recuerdan a tu madre 
Y te chupan los tábanos como chupas el hueso del mango, 
te sacan el significado atragantados, total te imaginaste siempre más cáscara que pulpa
Ya mija, come algo
Hay una bestia agazapada que ruge molesta y te rehúsas a probar bocado
Aves de carroña huelen la anemia en tu sangre, no te vayan a picotear la angustia

      Una mordida al aire dejó marcados los colmillos

Y es que todos sabemos que el aliento se le añeja hasta a los cachorros, 


no hay que ser perro viejo pa que se haga nata el alma. 
Hay un bestiario dormitando en tu pecho y mientras los canes huelen miedo, el miedo se
olfatea a sí mismo.

181
RESPIRAS IGUAL QUE UNA PIEDRA AFILADA

Y rasguña las piedras


hasta mí.
Sui Generis

Para Natalia y la ternura de su filo

Entrecierras los ojos y me miras como se mira un arroyo al apuntarle para hacer patitos (cuac
cuac cuacs)

(No sé si respiras igual que una piedra afilada o si las piedras afiladas emplean todo su tiempo
libre en memorizar la coreografía de tu esternocleidomastoideo)

Hipótesis uno: tú, más filo que roca te quedas en la orilla y ninguna mano te elige para saciar
el inagotable apetito del estanque.

Hipótesis dos: una escuincla con las hormonas fieras sostiene tu cuerpo para grabar en el
torso de una jacaranda un corazón que albergue en el centro la inicial de su nombre y la del
muchacho de bigote neonato cuyo nombre es Ramón o Reynaldo (o algo que empieza con
eRRe de raíz).

Hipótesis tres: Antes de comenzar a inhalar tu cuerpo hecho polvo y mezclarlo con fernet,
Charly García escribe canciones para las piedras que ansían ser rasguñadas. Cosechó lágri-
mas en su teclado y sembró mi piel que ahora quiere que la traspasen con rasguños mientras
tu filo pide adentrarse rápido en un orificio nasal (y yo comienzo a amarte con toda la piel).
 
Hipótesis cuatro: impertinente como eres, el cincel lame tu mármol y las cosquillas que te
provoca logran que escupas cachitos filosos al ojo del escultor.

Hipótesis cinco: te escabulles para dormir la siesta en la suela del zapato deformado por un
pie sin arco, y los inquilinos (son cinco) te corren del departamento por babear en filo agudo
.
182
Hipótesis seis: eres el amuleto de ámbar en collar trenzado que un gringo equis compra en
San Gentrificación de las Casas para (según él) dejar de verse como un gringo equis.

Hipótesis siete: te huelen las axilas a volcán y cierras los ojos para pedir un deseo, como si
apretar la mandíbula incrementara la posibilidad de que se cumpla y aumente tu tempera-
tura corporal: Ojalá fuera magma, dices (y es que nunca te dijeron que no hay nada malo con
ser solo roca parcialmente caliente).

Hipótesis ocho:  te dicen “la piedrita del encendedor”, qué falta de respeto, tú le diste el fuego
a Prometeo y le prendiste un boro a María Félix.

Hipótesis nueve: el peso de tu cuerpo atravesó el parabrisas del Aveo azul nuevo que un
padre acababa de bendecir y empapar en agua bendita.

Hipótesis diez: tanto mineral, tanta piedra caliza para que termines deseando ser la efímera
y efervescente roca que truena, vive y muere en bocas como la mía que trituran, muerden y
matan a dentelladas la paleta que nunca sabremos porqué tiene forma de pie.

Hipótesis once: la facilidad de adaptación: un día una horda de pies te encuentran cara
de balón y al otro existes para delimitar el espacio que tendrá una portería improvisada de
fútbol.

Hipótesis doce: traes el cuerpo escurriéndose en verde fosforescente y nomás eres un elemen-
to decorativo del círculo cromático dentro de la pecera de un pez beta (¿o alfa? ¿u omega?)
.
Hipótesis trece: las malas lenguas hablaron y dijeron que en momentos de extrema sequía,
lamer una piedra pequeña y porosa puede hacerte salivar y aliviar, incluso, mi sed.

Hipótesis catorce: el 28 de marzo de 1951, Virginia Woolf hizo de sus bolsillos casa para
piedras como tú (lisas, filosas, pesadas) y caminó en zigzag a donde el agua abrió su bolsillo
para que ella pudiera reposar, al fin, en una habitación propia.

183
184
Melissa del Mar
(1999)

Estudia la Licenciatura de Comunicación y Medios Digitales en el Tecno-


lógico de Monterrey. Cuenta con un diplomado en Literaturas Mexicanas
en Lenguas Indígenas (2019). Su trabajo ha sido publicado en Buenos Aires
Poetry, Mood Magazine, Campos de Plumas, MásCultura y El Universal. Es jefa de
difusión y comunicación de Cardenal, Revista Literaria y directora de arte y
cultura del periódico PICO Informativo. En el 2019 dio una charla Tedx
(https://youtu.be/xM7VUca2FFs) sobre poesía. Su trabajo se ha presenta-
do en México, Estados Unidos, Argentina y Costa Rica.
185
DELENGUASVIVAS

Se oyó de noche
a la casa desamparada que no se habita,
morada para la salvación de almas.

Era la escucha florida, el aliento de un dios


que aún no ha sido nombrado,
pero que desde años ayer se siente.

Flores carnales provocan cantos llanos,


hundidos como la sepultura del tiempo,
cuando el sol, que vino de otra parte, se queda
a dejar memoria de sí, ofrenda
para el Mar que nace.
Truena el hilo,
llora la tarde
y caminos vírgenes se forman;

ya vendrá el guijarro a señalar el cierzo


que habrá de parir nuestro encuentro.
Entonces,
se hinchan los carrillos, se adornan las narices, se echan suertes y sacrifican labios.

Así, brota la historia antigua tejida con todos los cantos


que se conciben ahora en tu vientre, palabra preñada,
sonar de lo que se huella.

186
Ya la leña verde cruje cuando le echan fuego y no quiere arder,
cuando quien da voces, nos llama
en ecos risueños de una habitación vacía.
Nuestro suelo no nació en la tierra,
hoy en remansos
lo sabemos:
su voz, la nuestra, es el ruido del chorro de
agua
que cae sobre otro.

Somos agua,
como la lengua,
fluyendo y viva.

187
TIERRAMADRE

Entre el cobijo algodón


que es tu voz,
encuentro lo que
me hicieron olvidar.
Veo en tus remansos, brotar
el fruto en donde me vivo con el miedo
único
de no encontrar sino tu silencio.

Me sé en tu mirada,
fractal en donde existen nuestros entramados,
que saben cómo las raíces tuyas y mías
se trenzan en donde el tiempo no pasa.
Ahí en donde puedo
ser tú
al mismo tiempo que tú eres.

Tu tallo es el pecho en el que lato,


palpito al ritmo de las voces nuestras.
Te vuelves el espacio sacro
en donde la muerte se desvanece
florida; y a pesar de todo estás,
con tu calma que es marea,
calmarea,
que todo lo regresa como recuerdos de agua tibia.


Tu tronco fragmentado
en quienes te somos
irradia sueños nutridos
y nos crecemos entre tus palabras,
188
pronunciadas desde
el calor que fluye por tu palma que nos
entreteje.

Semilla somos una,


nacida
de ti.

189
HOY, COMO ENTONCES

Enredadera de agua, habitada por la espiral


del mar
y la sombra, tierra fértil
que es tu boca
donde la palabra vuelve a nacer.

Nos soñamos planta


para entender las hablas
que el pasto emana
cuando lo escuchamos.

Revientan de ti los tallos,


que consigo trae la alborada,
y nos unen a todas como tus hijas,
hermanándonos a cada brote
bulbo, campo,
semilla.

Germinamos desde la raíz del tule


y entrenzamos ramajes
para sanar nuestras herencias
hierbas, heridas, y
hoy, como entonces,
nombrarnos una
frente a la muerte que nos plaga.

Somos verbo fundacional


en tu lengua que es placenta.
Aceite fecundo de arce emanas,
190
para darnos vida, viento
de tu vientre palabra.

Caminaremos senderos de abedul


para llegar al umbral que nos habita,
y así embelesadas,
plantar sus recuerdos
y cubrirlos de musgo,
para evitar que
hoy, como entonces,
los pises todos.

Nos reconocemos en tu lengualeche,


que es también
campiña, en donde
pese a la muerte habitada en tus sustratos,
sabremos cantar otras melodías
que no sean solo para
acompañar a la tristeza.

Agradezco al néctar que de tu mano escurre,


como líquenes de miel tibia,
hilos de luz,
pues, con ella nutres a la boca de piedra,
Aminoras, espiga, en el trigal de tu verso,
el desvarío de la vida que transcurre. Y
hoy, como entonces,
tus hebras nos tejen pasado, presente.
Y así, somos una en el polvo que nos recuerda,
somos todas
sobre el comal que nos reinventa.

191
Y si enterrar nuestras ramas pretenden,
vaporserpiente saldrá de nuestros robles
para decir nunca más en silencio, que
hoy, como entonces,
seguiremos brotando.

Y si quemarnos en hogueras buscan,


arderemos en llamas, que al cielo pinten,
para recordarles que nuestro incendio no se apaga con agua, y
hoy, como entonces, ´
resistiremos.

Y si a otra de nosotras arrancarla del suelo quieren,


usaremos de lluvia al llanto de las muertas que nos han dejado,
en camposantos sembraremos
en su memoria jacarandas y
hoy, como entonces,
cada vez más fuertes,
volveremos a nacer.

192
193
Novísimas
Reunión de poetas mexicanas (1989 - 1999).

Se terminó de editar y diseñar en el estado de Guerrero durante la primera


semana del noveno mes del veinteavo año del segundo milenio.

La compilación y el cuidado de la edición estuvo acargo de Zel Cabrera.

Esta edición digital es gratuita y de libre descarga.

Para su composición se utilizó la tipografía Baskerville.

194
Novísimas
Reunión de poetas mexicanas (1989 - 1999).

| Anaclara Muro Chávez | Andrea González Aguilar |


| Giselle Ruiz| Julia Piastro García | Ariana Ibáñez |
| Andrea Muriel |Lucía Cornejo | Valeria List |
|Brianda Pineda Melgarejo | Xel-Ha López Méndez |
| Ana Velarde | Nadia López García |
| Elizabeth Camacho Lara | Clyo Mendoza |
| Frydha Victoria | Katia Rejón | Moriana Delgado
| Selene Ángeles Díaz | Irma Torregrosa |
| Argentina Linares | Nicté Toxqui | Mariel Damián|
| Priscila Palomares | Cristina Bello | Estefanía Arista
| Rebeca Favila Montana | Lucía Rueda | Cindy Hatch |
|Silvia Castelán | Melissa del Mar |

195

También podría gustarte