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LECTURA 23: Sasamiauels, Rodolfo M., “Las religiones incaica y araucana. anteén y cosmovisién: coherencias ~y novedades intepetativas» en Mayin Cervantes (Coord), Mesoamérica los Andes, CIESAS, México, 1996: 289-303. » Las religiones incaica y araucana. Panteén y cosmovisi6: coherencias y novedades interpretativas Rodolfo M. Casamiquela La religién incaica: panteén y cosmovision Para comenzar he de seguir las exégesis de otros autores, como Larchanr (1929), Mason (1961), Imbelloni (1979), Tarra Grasso (1980) y Canals Frau (1958); este tltimo nos dice (p- 366): Ila‘Ties Huiracocha Pachayachic “Eaplendor Originaria, Sefior, Macy” Toa Mando’ 0, simplemente, Huiracoha, como lo lamaron abre- te ee aangmbre, era la divinidad principal en el Imprerio de fox Tite craror, transparencia”, explica el documentado diccionario ke” ae oe Lara (1944: 273), Del que tomo (p. 1002}: “Treks, funda chua dc Jaiento, base. T’ekksi wirakko'cha: Sefior fundamental, ¢t dios base de los dioses. FS'sor llamado Int, era el primero de los dioses activos creados peor Huibstocha, Era masculino,y la Luna, divinidad femenina conoctds Quite, ra sus mujer, Blirueno, en quichua Mapa, segula en lar portancia al Sol y fa Luna”. Apréciese et panteén reconocide por el cronista Polo de Onde. gardo (1571; v. 1916, fide Latcham, 1929: 368} “Después ‘del Viraco- BNG/ del Sol, la tercera Huacal y de més veneraci6n era ct Wusnos al ch2/ Tamnaban por tres nombres, Chuquilla, Catilla y Totillapa: fre giendo que es un hombre que esté en el cielo con una honda y una Porra y que ests en su mano de lover y granizar y toner ” Respecto Parra 7 Ove “generalizada de que la cumbre de la jerarquia, crus ‘ccupada por el Sol, Latcham (1929: 161) ¢ Ibarra Grasso, (1980: 325- $36), la devealifican expresamente, éste gitimo en términos cortarr 289 tes, pues habla de “una invencién del cronista mestizo el Inca Garci- azo.” Imagino que esta posicién critica surge de informacién como la que agradecemos al cronista Arriaga (fide Latcham, 1920; 145): “En muchos lugares (especialmente la Sierra) adoran al sol con el nombre de Punchao, que quiere decir ‘dia’ y también con su propio nombre Inti. ¥ también la luna (Quilla) [..] El adorar estas cosas no 8 de todos los dias.” En cuanto a Huiracoha, el propio Ibarra Grasso, seftala (1980: $26) el doble cardcter de su figura, de creador del mundo (cfr. Sar- miento de Gamboa, citado por é! mismo, pp. 330-831) y de héroe cultural, “encargado de la creacién del hombre y protagonista de di- versas aventuras humanas.” Pero ese cardcter resulta compartido por otra deidad principal de rango equivalente, aunque de diferente localizacién geografica: Pa- chacamac, figura propia de la costa pacifica. Y es que —Latcl-am, 1929: 160, 401— ni éste, ni en Huiracocha (Viracocha) eran de ori- gen incaico. Se trataria de “entidades independientes”, propia: del Sustrato —un mosaico étnico— incorporadas por Ia re mediante un sistema de sincretismos basados en sus rasgos comu- fies. De este modo no sélo ambas deidades resultan en definitiva una ‘misma, con sendos nombres, sino que Huiracocha, por su parte, habria de identificarse con el dios del trueno (cfr. Latcham, 1929: 235). Quiero hacer aqui un punto y aparte para tratar sobre la figura de este dios uraniano, que por muchos motivos presenta titulos de deidad de fa zona andina antigua por excelencia, como bien lo sefia- ta Latcham (1929: 367): “Las supersticiones del trueno en la regi6n andina son iguales 0 parecidas desde Panamd hasta Chiloé. Pilléf, el nombre genérico que entre los araucanos correspondia al pacarina de los quechuas, era también el dios del trueno y manejaba a su an- tojo los temblores y erupciones volednicas, de la misma manera en que lo hacfa viracocha.” Ibarra Grasso ha recordado (1980: $42) la “adoracién” del trueno ¥ el rayo por los indigenas diagutashistéricos del noraeste de Ar gentina, dato aportado por otro cronista, el P. Techo, quien subor- dina éstos al Sol, “como divinidades menores.” Aquél autor explica esta inversin como “un resto del dominio incaico”, lo que parece correcto. En el nombre conservado del alto dios incaico, Ila T’ekksi Wirak- kécha, la primera voz —lo vimos— significa “claror (sic), transparen- ia”, vor que emparenta con illapa, “chispa eléctrica que fulgura en los descargues atmosféricos. ReKmpago 0 fulgor deslumbrador the produce el rayo” (Lira, 1944) E illapay, que es “relampaguear, de~be- dir rayos de fuego, chispear. Tronar, atronar o retumbar el rayo én- tre luces, haber rayos y relimpagos.” Por lo demés, el mismo autor 290 forma denomina illa igualmente a las rocas destruidas por Soave ceeio que no me asombra que Ilapa resulte una mera va fiante de Illa (T’ekksi Wirakkécha), 0 a la inversa: con mucha mayor ‘babilidad a la inversa. Mas adelante veremos cémo toda esta rela- Ei6n resulta valida en el caso det Pilldit de los araucanos. ‘Vayan algunas consideraciones complementarias para referirme la imago mundi de los incas. Dado que los cronistas no han de noticias explicitas al respecto, y dicha cosmovisién, privilegio de los Gmautas y sacerdotes, parece no haber trascendido al pueblo y, por ende, no se ha conservado, hay que acudir a reconstrucciones idea- les; de éstas, la mis acabada es la de Imbelloni. Transcribo de é1 (1979: 44-45): Divi del epcio horzontl encanto cudnt, por medio de sete Monte cardiac, Se conibe fx wid dei mundo, o del se ian gn cova, ino canoe space een como 1 fern tn So ble acre, mse, hone of ees tra fron or crpartin coneqpo det uidad cl cr vente del Mundo que aque sib ore te i feral Med que ee cones Tee agar donde se coloca cl obserador, mirando facia los Etatro puntos cardinales, Naturalmente, el ‘centro’ ofcaliado <> fe Pa ness Cadadestn, ene rasa Sa creo ms scat de oem, wn mn Sere tt ot cine: cys ven un dion ura e5 imeolor, uno de fos cuatro elementos ele espacio horizontal, dividido en cuatro sectores por dos diago- Bro dcteraian cot panto perilcosuno cana Me dio’, se pasa a Ia Sn del espacio de tres dimensiones, as figuras solidas de 8 octantes, de los cuales cuatro yacen certo merior ale nopericie terrae y entra consteyen et espacio subterrénco. reconstruccién aparece icamente en Ia figu. rade un cube, Sa ipa dra ocupascl centro, entre el delo y cl Sjnfierno” 2 En principio, parece demasiado simplista, y por lo pron- to deja de tomar en cuenta un elemento fundamental, al que luego tne referiré. Ibarra Grasso (1980: $28) sindica al modelo imbellonia no como importado de México, de los aztecas: pero, Tament da una imagen alternativa. . ee en a rena ide las construcciones arquitecténicas, como los templos y “en es- Pedal” Ia vivienda doméstica, Ia casa familiar. Como es sabido, en Todos los pueblos (“etnogréficos") del mundo, ésta responde a la 291 imago mundi de sus moradores y, por lo tanto, conforma una pista —prueba insoslayable. Lo que no quiere decir que en la prictica no sea soslayada universalmente, en ese cardcter, tanto por los arqueé- Jogos como por los etnohistoriadores y etnégrafos. ___ ¥ como sabemos, la vivienda incaica era Tectangular y con techo ‘a dos aguas” (cfr. Canals Frau, 1955; $49, mina Li; Mason, 1961: 158), y este modelo, herencia de una Jarga tradicién andina (cfr. ‘Ma- son, 1961: 67, 78, 102). Con lo que ésta ~y no otra— debié ser la imagen fisica del universo de los amautas y sacerdotes incas. Por otra parte, una imagen relativamente coherente con la reconstruida por tell Py que cambiar en ella, en su cuadrangularidad, cubo por paralepipedo rectangular, y superponerle un prisma triangu lar to. En su ciispide, centro, debié estar vPrcaramado Huiracocha. me La religién araucana: panteén y cosmovisién En mi libro de 1965 dediqué una buena parte a la demostraci de, por un lado, la singularidad —unitariedad— del Alto Dios, ms foro, la identificacién de su figura actual, invocada bajo diver-os nombres, 0 apelativos, con la de Pills el sefior del rayo, el vulca tno y los temblores. A pesar de que en el tiempo transcurrido deide su acion fue fecundo en estudios y publicaciones, dicha doble in- retacién no s6lo permanece incSlume, sino que se ha fortalecido.$ El nombre pills —a primera vista carente de traduccién en el araucano actual se inscribe en una larga lista de voces andinas giré, para no comprometer por ahora extracci6n lingifstica preci- tinsparendl ‘ae viii Apréciense, en kechua, illa, claror, t cia; illapa, rayo, rel 70; Iiuliy, retdmpages killa, luna; illakk, fulgente, fulgurante; illachi Bei actoty lay, chispear;ilarikk, Juz del alba, alborada; illarichiy, casar a lug; illariy, alborada (Lira, 1a assim) hapuy, vader Ta candela, encender las brasas ¢ iar su calor”; jap'iy, jap'ichik, prender, prender velas (Urios! Herrero, 1955: 824); y ent sraucanoy slit, anaparente, 9 iodo: lig, lig, argénteo; ldmitiim, brillo;ldfke, reldmpagoy liwén, claridad, aurora —y vida, espiritu-; ailef, awin, brasa; tin, arder; ale, claridad (lunar); alen. alumbrar; wiliin, relumbrante; wilel, adivino (vid. in- fra), en fin, pill ian. ‘Como se advierte en esta tiltima voz que prodria ser traducida ~en araucano— por “el fulgurante” 0 conceptos similares,5 el tema 202 ill ex precedido por una pe. Y ella ha de reencantrarse, Com regia, ten péyel, rayo, centella; pelom, adivino —esto ditite cof relacién a. Te tsnacién mistica de la practica méntica. De ali, en fin, pews. augurar; » sonar, ensofar y extasiarse; y pen, simplemente aaa geade que “ver” implica de alin modo ihaminar (c) paisaje). or Goede Mave del nombre y la signifcacién de la figura del Ty Mh dios unitario, celestial y uraniano, versién araucana de una vie- {ja deidad pan-andina: sefor del rayo yl trucne, el vulcanismo y los mblore®, Man comin en Ia historia de los Altos Dioses, su facets de castigador habria de provocar su descenso, en un procese inicia- do probablemente antes del momento hispénico, pero aU conti- fais hasta el presente, Y ello porque en algunas ‘comunidades adit atin conserva parte de sus atributos originales, Al vempe so largo y ancho del mundo araucano y desde los documentet jos primeros cromistas, aparece como negativo, maligno, & ratos identificado con el diablo cristiano. El lugar es oportuno para comentar que desde que e912 tiltima f- eee ana: ni ella ni su reino chtonico, el infierno, existieron Fane eri ncanos primitivos; y por enide, no hay panteén, en el ex tricto sentido de la palabra. Porque NGunehcen, y una serie de nombres, que Figuran et bu gar de Pilla en el presente, no son sino meros ‘apodos, tan caracte- Be ees de lor Altos Dioses, que sélo cumplen el enfatizy vm rate ar otro de los propios de aquel. El aludido, “dominador de ia gente”? figura al lado del “dominador del universo”, “padre”, ee erie Ibs hombres", “aplastador del rio" (por la Via Lactea) y algunos més. ‘Algo mds veremos sobre este tema; pero cabe agregar dN Ia pista que Rabria de conducirme a su filiacién como dios panandino em- Farentado con Mla‘Tics-Huiracocha incaico, me fue dada por la pre- Parca cotfos araucanos de la Conquista, de otros elementos de ‘its significacign religiosa inscritos en el mismo circulo: asi, los nom alta sige Goly de Ia Luna, anti y kiyen, claramente vinculados ¢°% ores ae Sechuas inti hil, Piénsese que fa lengua araucana no df pone de otros equivalentes, lo que resulta indicio de ‘aculturacion de Fito grado (en este caso, de procedencia directamen'e incaica). Sin Embargo, acreditar este hecho no significa decir qué dichas voces hrayan ingresado a la araucania en su cardcter de deidades, ya que no figuran como tales, més alld de rasgos aislados que hablan de su sacralidad 0, en el e250 ‘del sol, de una aprente solarizacin del Alto Dios: Baste con lo dicho para esta breve sintesis. Invito ahora a paste al correlacionado de la cosmovisi6n araucana.° Un importante trabajo 293, dcgnpecaicad por Grebe, Pace Seu, (1972; cfr. Grebe, 1078 y 1985) en ios chamanes (en arauca’ 0 ma- Ch femeninos para el caso), les permite legar 3 conclisony + que, samp cin cc iii oer aa st ita ary spam not a ase a ilo iar a vent de tow dens Crentores. De see heir mee ute Sos SB ca meeps cuca ne tee cite gtr pone Steps cian eee ae Oe tem: a tpn ep a tap 9 meh fom sm at Ee a Sk nite ered pace SETA Lah unten reba at los hombres enanos o pigmeos (laftrache) (1972: 4). (wekute)y Vayan algunos ios i pal algunos comentarios antes de seguir con el equema pro- cane be canister metodolégico: la observacién de que aceptar acriti- camente ls interpretacionss de fs informants actuals (sean he- chiceros w ros, de expec versacién) es quedarse en la mera fenomena ogi. Falta ol pato siguiente, en que ‘el investigador toma aliza erficamente los testimonios lo hago a 1 2 Correlacionadamente, no 42 advierte en ia aceplaon de aque las, ue en lengua araucana no existe, prima facie, ‘liferenria' tre ls varias formas de cuadrngulos, es decir, para ef “caso srecangule” 9 andro" qu cere dl mo modo: meli mapu el ‘ina, castellano, es una de I: one Grebe) significa’ ‘los cuatro confines del Universo”. forma en la oe map es tanto “Universo” como “Mundo”, “Tera”. ¥ que roca iment la concpeién geomrca del Universo orm rectan tary no sdrada (eno basal, como se vers en ‘el préximo item). ery ne . Porque la invocacién del Alto Dios como sit 0 sa eanaa fogtte ae meepl le cielo” (wechuh wenu meu). Y i i do results incompatible con tino plano, pre gee poe sion de plataformas cchadrangulares ne eee Ge la yuxtapost wall Aided, ac explicacin misma de “plataforma” en castellano re- yn grosera, materializada de i tim concepts que en araucano se expresa por el ermino | an que 204 cenverdad expresa “parte”, “categoria”, “suerte”, De eof modo meli fom wenu no significa “cielo de cuatro pplataformas”, sino “cielo io", smpuesto, “de cuatro categorias” ue, sdf cuaternario” caste tas verticalmente, podrian traducirse mejor POF “tranjas”, “ni veles” 0 “estadios” (que por “plataformas"). de los arauca- 5. En cuanto al mimero—cuatro, guarisino = nose mo me opongo, en principio, a su veracidad. ‘Mi propio cami. ro de investigacién es etimoldgico en lo ‘esencial, a través del no de Tinguisucosemantico de fos textos sagrados, (Tuck ‘canta- Jos y afines), transmitidos de generacién em igeneracin, de manera dow J aica, por los machis 0 personas especialmen’é ‘versadas.10 Porque a pesar de que en tales textos No apareee ‘explicitada esta concepsién cuatripanita, y tanto el Alto Dios forte, sus atributos cae Per evocados en el epu fiom went, es decir, ‘cielo dual” 0 cJualided del cielo”, algunos de ellos registran un dualidad de cie- saa tnallos u otra de ciclos azules, que (si es que 0 resultan los Wismos, evocados de dos modos simbélicos diferentes) pueden ‘componer el niimero cuatro.!! Maer apecto al ndmero y cardcter de estas plataforma (nive- teas estadios) en conjunto, un primer comentario 6 GUE anka (ang: Eo venu en araucano significa “medio ciclo” tal vez, estirando el Concepto, y por ende la asi denominada, no puede estar fuera del plano celeste (v. nota 2). Par fin, Grebe, Pacheco y Segura afiaden a su esquema (972: 6: Contra ocho testimonios, que mencionan la existencla de 6 plata Comer Cbuimicas, hay siete que coinciden en sefalas a [presencia de formas ceemmatarorma, el minche mapa ["Mundo de abajo, Dicha Plstaforma es una region subierrines que ree ‘varias denominacio- Platafore mapu (errs de las cenizas) laftrache Mapu (Sf, dela ente pequeta)y kofkeche mapu (terra de fs Borie ‘de pan). Los mis- gente Peas sehalan la posbilidad de que provengs d= 00 préstamo aoe a Cristiano de origen reciente", pero tienden a 26eD/%t reali a contrastar la imagen con fa “forma del rebue, at (sie)? de ta Mr ponte ya sea cuatro o sete escalones, segsn 121° fon ya reduectn. Bs evidente que sus esalones representan bas pla- Eiformas del Arbol eésmico” Lo que rewulta correcto, pero no ast el niimere de escalones con- tadce Anvdistinias versiones del rewe, segiin el regisye Ne Te mis: rat hiciera en mi libro de 1965 (p. 83, nota 1), Pues ‘oscila entre y mueve, Incluso cinco aparecen cn una ilustracién de la obra de Loving (1973, Bg. 5: 64) siete en otra fig. 6: 75; Co” To que el nie pene de: peldafios no resulta probatorio en absolute y la sospecha aoe as dinacion cristiana vuelve al primer plano Y en el mismo 295 sentido hablan, para el miche mapu, las designaciones kiitral mapu “mundo de fuego” (no consignada por los autores resefiados) y truf- ken mapu, “mundo de cenizas", que resultan inspiradas de la idea del infierno cristiano. En cambio, con respecto a aquella de la “gen- te pequefia”, propongo otro enfoque y un anilisis etimolégico dife- rente: primero, partir de la tradicién de la existencia de una humanidad anterior, integrada por enanos, segiin se ha recogido en ciertas dreas de la araucan(a (cfr. Bullock, 1955: fide Menghin, 1959. 1960: 61), denominados kofkeche o “gente-pan” (en tanto que laf- trache es “gente Petia’) Segundo, recordar que por Io menos un autor (Sergio Nuiicz y Alvaro Barros, 1983: 266)!3 da para kofke, que domésticamente significa “pan”, Ia acepci6n de “lobo marino”. De lo que resultarfa que, a la manera de los tehuelches de la Patago- nia, de los que bien pudo ser tomada la aludida tradici6n,14 se trata- de una primera humanidadotariedad, con relacién al “pecado original”, y para la cual resultaria natural un destino de castigo in- fernal. Para completar esta parte permitaseme fundamentar br ve- mente mi propio esquema en cuanto a la imago mundi de los visjos araucanos: 1. Primero y principal: la forma de la casa, curiosamente no teni- da en cuenta en cuanto prucba —decisiva— por los estudiosos del te- ma entre los araucanos.!5 Dedico a él un trabajo especial, en elaboraci6n; pero puedo anticipar aqui que a despecho de las obser- vaciones aparentes en contrario (cfr. Joseph, 1981: 14-15), su mode- lo fue y es el propuesto para Ia morfologia del cosmos: la yuxtaposicin de un prisma cuadrangular y un prisma triangular, asentado sobre aquél por su cara lateral tinica, rectangular, de la fi ura geoméirica idea, alterada por truncadura diagonal © secagada las bases triangulares (que en la casa resultan apicales, anterior y posterior). Como puede aprecirse, un modelo précticamente idénti- €0 al de la casa incaica,16 que a su vez se inscribe en un arcaico mo- delo andino. En arucano se denomina a este prisma triangular superior, o 4n- gulo triedro, willoliin (De Augusta, 1966: 278), willo (Cofia, en: Moesbach, 1980: 176), ullotun (Joseph, 1981; 28), en combinacién con Ia palabra ruka, “casa”, o lolo, “agujero”, y se traduce por “hu- mero", “la abertura del techo por la cual pasa el humo” —que ascien- de desde el centro de la casa, como de regla, y de este modo sale Por ambos extremos. Los autores no caen en la cuenta de que en verdad el nombre alude pristinamente a la forma “piramidada”, De este modo, tenemos: wilo, “forma eliptica” (De Augusta, 1916: 277); ulloullot “cénico, abovedado” (1916: 255); wiyutro “forma de pd. ide, de huevo" (1916: 283); wiwutro “6valo”; wiyo “la coronilla-de la cabeza’, Y la serie emparentada: lipush “tridngulo” (en los faji- 206 Hepa “aventador”, de forma de fuente circular en técnica este eerlate rincon, eonine, dingo" ole “nasa” oko “plato” y for a ‘pi 2 Hlodko “mortero hondo”; longko ee oriape oll, ear penn tener hondura’; uwe “taza”; “cabeza”; Ilupu “olla, cazuela’ "ener honduras Mate as Yerizo *; Hollon (piru-gusa WPS carne” (mermar), Ya ye werd el porqué de dar aqui toda esta ee earns del ep en principio con relacién a la ce- 2, La forma del espacio sagrado, cpio con reasons a remonia religions central tc Po Dios, Aprécese su deinicion seg Giolubos cbscrvadores Semejante relwie hemos visto en Rucacurs eeguecién ubieada entre Toltén y Bajo Imperial Alena mare do unos 15 por 4 metros c¢ os de trecho eee ‘el cual indtuta el Manguillangui y el ree bane tbo escala"17 (De Augusta, 1916: 197). Dicho espacio estd destina- rae Tiosacrificios”, segin otra informacion de este versado autor tiosa: 23). Latcham (1924: $77) lo define asi: “Se eencerraba con He cee cahas plantadas de irecho en trecho, un espacio ecangult Ge unos 15 2.20 m de largo por 5 6 6 de ancho, den do ableto tuno de sus extremos. Dentro de este espacio sagrado [=] s¢ el | rehue”. En la versién de Zamorano, en una beaberethrts soy ten del lado oriental (Argentina) de la cordillera, aprecié ( ‘ ): a Ee 1 nguillatun levado a cabo en la Angonturs de les Aluming, en {or a 1945, se el ul a oe en oe i eee aclados® espacio sagrado” [J Que re Sr nombre de llongoll ~completa este autor (longoll o Hongo, fon fide Latcham, 1929). Véase ahora la fista

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