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[...]
—Gracias hijo.
—¿Y la abuela?—preguntó.
—Oh, ella está al otro lado de la calle, acaba de salir para entregar
una tarta casera a los nuevos vecinos de la setenta.
—Hola, vine por ti. —respondió y miró al chico que estaba detrás de
ella con un gesto de confusión— También quería conocer a los
nuevos vecinos. Pareces de mi edad así que te hablare informal, mi
nombre es Kyungsoo. ¿Tú eres?
—Gracias por todo señor Kim fue muy lindo conocerlo a usted y a su
hijo. —le dio un pequeño empujón con disimulo a su nieto para que se
presentara, pero este se limitó a mirarla y fruncir el ceño—
Disculpe usted a mi nieto por no presentarse, él es Kyungsoo.
El menor rodó los ojos, hizo una última burbuja con su goma de
máscar la cual explotó pegándose en sus labios.
La abuela Mary se sentía tan feliz por qué su nieto tendría con
quien finalmente poder distraerse y no pensar mucho, no estaría
sumergido en un cuadro dentro del cual él mismo se había puesto.
—Sí, lo haremos.
—¿Tan pronto?
—¿Como puede andar por ahí sin percatarse de las cosas que
suceden a su alrededor?—atacó con voz tranquila— Debió haberme
visto desde esa esquina si es que venia concentrado. ¿Qué hacía?
[...]
—Tú entras para revisar tu celular, eso es mucho más raro. —alzó
ambas cejas y le golpeó con suavidad el hombro.
—Touché.
—Ven ayúdame a clasificar la despensa, estoy pensando pedirle a tu
madre que me ayude para hacer una cena.
—No seas grosero. Tu madre te ama y hace todo lo que puede para
lograr mantenerte a ti y la casa.
—Pienso qué tal vez el hacer esta cena, logre juntar a tu madre con
el señor Kim. Ambos han pasado por pérdidas de personas que aman,
y se sienten solos, tal vez puedan llegar a estar juntos.
No sabía cómo iba a hacerlo, pero lograría tener a Kim JongIn para
él y solo para él.
—¿Cuándo dices que será la cena?
—No lo sé aún.
Podía empezar por el lado que era más seguro, podía acercarse a Ji
Seo y hacerlo su mejor amigo, ganar su confianza y por último
lograr acercarse más a Kim JongIn. Y era algo que empezaría a
hacer ese mismo día.
— ¿Mi madre? —elevó las cejas y soltó una ligera risa burlona—
Solo cuando te conviene.
—¿KyungSoo?—elevó la mirada.
— ¿Te puedo proponer una idea más divertida? —cuestionó con una
sonrisa oreja a oreja.
—Claro puedes hacerlo con total libertad.
—Te lo diré una última vez, soy señor Kim para ti. ¿Queda claro? —
Soo alzó una ceja y metió el lollipop en su boca— ¿Es que acaso no
respetas a tus mayores?
Y esperó.
—Eres el único amigo que Ji Seo tiene desde que nos mudamos.
—¿Qué quieres?
Kyungsoo sonrió amplio y soltó una pequeña risa traviesa. Era hora
de pedir su regalo.
IV
Por más que quisiera apresurar las cosas, sabía muy bien que todo
juego debía tener sus estrategias y tener siempre algo bajo la
manga. Y era algo que seguramente podría necesitar después, así
que lo guardaría.
Kyungsoo sonrió con su cabeza gacha y subió sus dedos despacio por
el pecho de JongIn hasta llegar al primer botón.
— ¿Qué dijiste?
—Tan incómodo.
—Lo siento muchísimo. ¿Era cara? —frunció sus cejas con falsa
preocupación y llevó sus manos al pecho de JongIn intentando
juntar las piezas rotas de la camisa— ¡P-puedo pagarla!
Ojalá y más que bien. —pensó el chico mientras elegía la ropa que
llevaría puesta.
Así que ella estaría lejos de conseguir algo con él, muy lejos.
—Buenas noches.
Cambió sus jeans rotos por un pantalón negro con dobles en los
tobillos y parches militares, un centro blanco un poco ajustado con
el logo de su película favorita y una chaqueta jeans oscura que le
quedaba un poco grande.
Miró por la ventana y con cuidado empezó a abrirla para salir por
ahí, observó la maleta de ropa en su cama y alzó los hombros.
¿Llevar más ropa a la casa del señor Kim? No, lo mejor era llevar lo
menos posible hasta lograr quedar sin nada.
—¡Papá!—gritó.
—Sí.
—¿Pero, seguro que estás bien? ¿Recuerdas como eran ellos? Así
puedo llamar a la policía.
—De hecho me duele un poco aquí. —señaló con su dedo una parte
de su muslo, un poco arriba de su rodilla.
—Y-Yo.
—Gracias.
—Veo que pediste vino. —alzó ambas cejas, tomó una copa y bebió
un poco— Está delicioso.
¿Qué quería?
—Hablar.
—De tu hijo.
—No entiendo.
—Deberías preguntárselo.
—De nada.
[...]
—No lo estás.
—Ves, no lo estás.
Kyungsoo resopló. ¿Cómo podría estar bien después de enterarse
que JongIn había invitado a su madre a un restaurante lujoso?
—Sí claro.
—¿Eres virgen?
Al escuchar la pregunta Ji Seo empezó a toser con fuerza, sus
mejillas se tornaron un poco rosadas y divagó unos segundos
mientras jugaba con el vaso que tenía en manos.
—Tengo curiosidad.
—No.
—Interesante.
El timbre sonó.
—Kyungsoo.
—Ya vámonos.
Dio una última mirada, Kyungsoo estaba cruzado de brazos con una
sonrisa estampada en el rostro y alzando una ceja. Dejó de mirar
justamente después de leer lo que sus labios habían dicho en voz
baja.
«Hasta mañana»
Humo entraba por su boca cada vez que succionaba con fuerza lo
expulsaba por los orificios de su nariz.
El chico alzó las cejas y con un gesto divertido tomó uno de los
puros que estaban bien organizados dentro de la caja de madera.
—Yo también.
—No te creo.
—N-no.
—No lo sé, escapar tal vez. —suspiró y cerró los ojos por un
momento— No puedo creer que me haya mentido durante tanto
tiempo, él y mi madre.
— ¿Estas considerando el plan que te mencioné la vez pasada?
— ¿Y qué es eso?
—Adiós Ling.
1:30 pm.
¿Raro, verdad?
¿Cierto?
2:05 pm.
¡Y ahí estaba! ¡La octava maravilla del mundo! Tal como lo había
imaginado por las noches antes de ir a dormir.
¿Qué podía darle para tomar? Tenía agua helada, soda, te, su
semen.
—¡Sí! Digo, no, ¿tal vez? —pensó y justo al instante quiso darse un
golpe en la cabeza. Definitivamente estaba perdiendo la cordura.
JongIn sintió un gran alivio al darse cuenta que no era el único que
deseaba llegar a ese punto. Sus ojos se abrieron de golpe y
reaccionó al tacto del menor debajo de su bóxer.
Mordió el labio del menor y sin que este lo esperase lo subió sus
brazos a lo que recibió una respuesta en segundos, Kyungsoo abajo
de su trasero pudo sentir la fuerte erección restregándose en él.
—Ah-h.
Bajo la mirada hacia su pene aún erecto y con unas gotitas pequeñas
de semen en la punta. — ¿Piensas dejarme así?
Kyungsoo lo miró a los ojos y luego con una sonrisa bajo la mirada.
[...]
— ¿Ahora que?
—Nada de eso, tengo pruebas, pruebas que recibí hace una hora.
¿Quieres saber de que me enteré?
— ¿Qué?
—Creo que tu papi adoptivo tiene algo que ver y no es tan inocente
como lo parece.
—Estás mintiendo.
— ¿Chupar?
—Entonces ayúdame.
El pulgar de Kyungsoo jugaba con la cabeza del pene del mayor, este
cerró los ojos al sentir nuevamente ese tacto, lo estaba haciendo
sentir tanto ardor en el pecho. Sus ojos se encontraron por
segundos, él era bastante parecido a esos cuadros que cuelgan en
las grandes e importantes galerías de arte, puedes apreciarlo y con
el solo hecho de verlo unos segundos puedes quedarte sin palabras,
la octava maravilla en el mundo, para JongIn la primera.
— ¿Por qué tarda tanto en..? —su boca dejó de pronunciar palabras
y en lugar de ellas, soltó un gran quejido al sentir como el miembro
entró de golpe en él.
—Eso es. —su dedo pulgar tocó el labio rojo y palpitante por la
fuerza que habían puesto sobre el al ser mordido—Date la vuelta y
abre las piernas.
— ¿Qué haces?
—Me fascinas.
[...]
— ¿Él está aquí no es cierto?
—Ji Nae sigues tan bonita como siempre. Escuché que tu marido
murió hace unos años atrás, lo siento mucho.
— ¿Sigue siendo tan bonito como recuerdo que lo era? —dijo en voz
ronca el hombre, mirándola seriamente— ¿sigue siendo así de
suave?
—¿Pero que te han hecho mi vida? —la mujer había estado llorando
por dos largas horas suplicándole a su esposo que dejara a su hijo
en paz, pero no pudo hacer nada al respecto.
Kyungsoo frunció el ceño y lo único que pudo hacer fue decir una
palabra.
—Duele. —dijo débil, una lágrima bajo del lado de su mejilla
derecha.
El niño con la poca fuerza que le quedaba asintió. Ji Nae le dio una
sonrisa rápida y se escurrió por la sala para llegar hasta la
habitación dónde su esposo la había mantenido encerrada por un día
y medio, sin comida, sin bebida, sin poder defender a su hijo de tal
monstruo con el que había pasado tantas cosas.
—Y-Yo... —tartamudeó.
—Cuidado con las cosas que salen de tu boca mi amor, algún día
podrían matarte.
—Hijo de puta.
—No, no, no. No llores mi pequeño, papi tiene una sorpresa especial
para ti. Un amigo vendrá con muchos juguetes para ti, ¿no es eso
genial? —sus manos se colocaron sobre el rostro del pequeño y
secaron las lágrimas— todo estará bien, papi está aquí. Papi está
aquí contigo y para siempre.
...
— ¿Seguro que estás bien? —lo miró fijamente y alzó las cejas—
Puedes decírmelo, puedes decirme cualquier cosa que te moleste o
preocupe, estoy aquí para ti.
Kyungsoo por primera vez sentía como esas palabras hacían sentirlo
tan bien, tan seguro, tan protegido. Esas palabras que hace mucho
tiempo no había escuchado para él.
—Bien, está bien. Espero que seas tan bueno cocinando así como lo
eres para moverte.
—Lo sabía.
— ¿Quieres fuego?
—Marica.
— ¡Chiquillo virgen!
Ji Seo cerró los ojos con fuerza y apartó con dificultad la mirada.
—Después de ti princesa.
Kyungsoo tenía una voz angelical, y Dios sabe que cualquier persona
que tenga un par de oídos estaría más que fascinado al escuchar esa
dulce melodía brotar desde el fondo de la garganta de su amigo y
salir por esos simétricos labios tono rosa que lo volvían loco.
— ¿Seo? —dijo una voz detrás de él. Ling no tuvo más remedio que
soltarlo y actuar con toda la naturalidad que tenía en su cuerpo.
Así que la persona tras él era ese chico del que pasaba hablando día
y noche, por fin iba a conocerlo y podría decir si valía la pena o no.
—Si claro.
Ling se volteó y pellizco sutilmente a Ji Seo para que dejara de ser
tan evidente con los celos.
—Yo no...
JongIn no estaba feliz, para nada feliz. Había algo raro en ese
sujeto que no le gustaba para nada, le daba mala espina.
— ¿Estas seguro que no nos hemos visto antes? —Soo alzó una ceja
y negó con la cabeza dos veces—. Tu cara me resulta tan familiar
que me da escalofríos.
—No lo sé.
—Choi.
—Tú me lo darás.
— ¿Y si no qué pasa?
Choi sonrió. —Te hundirás y será junto a ese chico que te gusta
pero estoy seguro que jamás vas a admitir, Kim Ji Seo.
IX
Su abuela rodó los ojos y le puso una toalla helada en la cabeza para
intentar bajar la temperatura.
—Yo a ti mi amor.
Puso los ojos en blanco y asintió, ¿que más daba si solo miraba por
un segundo? No es que se quedaría el resto de la noche por ella. No
él.
—No tengo nada que hablar contigo, por favor vete. —respondió la
mujer.
— ¿Qué quieres?
— ¿Por qué estás así? —alzó una ceja y la miró de arriba para bajo,
se quitó su saco y se lo puso encima sin siquiera preguntarle— ¿Te
despidieron o algo por el estilo? Yo puedo ayudarte si quieres
conseguir otro trabajo, uno mejor.
JongIn se rió.
—Vete.
—Primero amigo mío, son billetes falsos. —se tiró una carcajada—
Segundo, ahora que mi querida ex esposa le dijo a JongIn que
planea llevarse a Kyungsoo tal como lo imagine, ¿crees que él va a
permitir que se lo lleven lejos de?
—No lo sé.
—Una vez que estás en la carcel por tanto tiempo, aprendes algo
nuevo. —tomó de golpe el vaso de vodka que tenía en la mesa del
centro— Y yo amigo, era el maestro.
Esa letra Ling la había escrito, podía estar seguro de eso. Tiró la
nota al suelo y siguió con la siguiente hoja color caqui.
Tenía unas imágenes impresas que habían sido pegadas con cinta
transparente, las fotografías estaban sucias y parecían haber
estado guardadas por un tiempo.
[...]
Las sombras pasaban una tras otra por la ventana del auto que
conducía a alta velocidad, pisó el acelerador con desesperación
haciendo unas maniobras de las cuales él mismo estaría sorprendido
después.
La próxima calle era la última que faltaba para por fin estar en
casa, el sonido de las llantas chillando sobre el pavimento cuando
presionó el freno con fuerza se escuchó por toda la cuadra.
Las luces estaban apagadas, JongIn salió del auto con prisa y
desesperadamente tocó varias veces el timbre; pero nadie
respondió.
¿Abría llegado demasiado tarde?
Corrió y pudo ver cómo un pequeño humo salía de nariz ya roja por
el frío de la noche, pudo sentir como su corazón se relajaba y
regresaba a la cantidad de latidos normales por segundo, las luces
de la casa estaban encendidas.
— ¿Dónde está?
JongIn negó con la cabeza frotando sus manos una con la otra para
calentarlas.
—No gracias señora Do, señor Do. Si me disculpan tengo algo muy
importante para decirle a Kyungsoo, con permiso.
—Adelante.
Ahora que estaba tan cerca a pocos segundos, sintió en el pecho una
punzada que logró detenerlo por un segundo nada más. Subió las
escaleras y se dirigió a la habitación con la puerta abierta y con la
débil luz de una lámpara que iluminaba el pasillo.
—Amén. —dijo con la voz ronca y soltando una pequeña risa— Oye,
¿puedo quedarme a dormir contigo esta noche?
—Está bien, hablé con él esta mañana. Todo está perfecto solo
quiero asegurarme que esta noche sigues siendo mío.
— ¿Quién es?
Lo primero que llegó a su mente fue que al final se iría ella sola y
nuevamente lo dejaría. Pero sonaba tan convencida cuando dijo que
lo cuidaría esta vez. ¿Entonces por qué?
— ¿J-ji, J-ji...?
JongIn no podía hablar, no podía decir una sola palabra dejó caer el
celular al suelo. No creía lo que estaba pasando.
— ¡Te juro que se quedó sin palabras! No puedo creerlo. —se tiró
una última carcajada—. ¿Escuchaste eso? Fue totalmente
sensacional, debería considerar participar en algún teatro o
empezar con la actuación. ¿No crees?
— ¿Por qué no la dejas ir? ¿No se supone que el plan era diferente?
—murmuró con la cabeza gacha, frente de donde JiNae se retorcía
y soltaba lágrimas de dolor.
Ling tragó saliva, pensando en darse un golpe en la cara por ser tan
imbécil y no saber que responder a esa pregunta. Después de dos
minutos de silencio Choi se tiró una carcajada y negó con la cabeza.
—No.
—Ji Seo.
— ¡Eso es! Al fin estamos hablando el mismo idioma. ¿Le diste los
documentos falsos ciertos, con las fotografías? —Ling asintió y
mordió su labio inferior— Perfecto, soy un genio.
"—Te hundirás,y será junto a ese chico que te gusta pero estoy
seguro que jamás vas a admitir, Kim Ji Seo".
Recordó las palabras que hasta hoy no han parado de dar vueltas en
su cabeza. No era posible, ¿verdad? Después de todos estos años
no podía ser cierto que tuviese sentimientos por un chiquillo virgen
como JiSeo —¿o si?— aunque así fuese, tenía muy en claro sus
prioridades y en la lista, la número uno era él mismo.
Choi se levantó del sofá y se tiró esa desgastada y sucia cama del
motel, Ling miró a JiNae quien tenía la piel roja e inflamada por el
contacto que tuvo con el cigarro encendido. Aún después de todo lo
que le había hecho hace años atrás, se aseguró que esta vez sería
diferente.
Ji Nae asintió.
—Tengo un plan.
Ling le diría a Choi que conocía a alguien que podría darles un buen
paquete de droga por un bajo precio, conociéndolo con facilidad le
daría el dinero que utilizaría en realidad para conseguir un teléfono
desechable y confesarle todo al chico, confesarle que en realidad él
había sido el culpable de la muerte de su mamá.
—Por supuesto.
— ¿Quién es?
La abuela frunció el ceño al notar un aire de autoridad que JongIn
tenía sobre su nieto. Y no le agrado para nada el tono que uso con
ella, así que lo ignoro por completo.
—Kyungsoo.
— ¿Ji Seo?
JongIn frunció el ceño y vio como su hijo traía lágrimas en los ojos.
Ya no más.
Final.
¿Qué podría decir él para calmarlo y evitar que cometa un error que
traería consigo muchas malas consecuencias?
—No es así.
Ji Seo levantó el arma apuntándole justamente al centro de la
cabeza, JongIn se apresuró en acercarse pero Kyungsoo se lo
impidió.
— ¿Lo quieres tanto como para recibir una bala por él? —miró a su
padre y con una sonrisa en el rostro bajó el arma— Estoy seguro
que no harías lo mismo por mí.
—No soy tu hijo, no lo soy. —una lágrima bajo por su mejilla— Deja
de mentirme por una puta vez en la vida.
—Sé que tienen muchas cosas por hablar pero por favor Seo, deja
el arma a un lado. —suplicó Soo.
—No sé si eres estúpido o solo finges serlo, así como fingiste ser mi
amigo solo para acercarte a JongIn, mi padrastro. Déjame darte un
pequeño adelanto de toda esta retorcida historia mi amigo. —
dispuesto en hacer las cosas con más prisa después de ver la hora
en el reloj de su muñeca, guardó el arma detrás de la camiseta en su
espalda, haciendo que JongIn y Kyungsoo se tranquilizaran—. Tú
padre biológico es mi padre biológico y el muy maldito está de
regreso. Supongo que lo sabías sino, ahora lo sabes, el muy hijo de
puta mató a mi madre. ¿Y sabes por qué lo hizo?
Ji Nae por su lado, pensó en todas aquellas veces que no pudo estar
del lado de su hijo, las veces que no pudo hacer nada por miedo, por
el maldito miedo.
¿De que le había servido? Su hijo sufrió por mucho tiempo, no era
para nada justo de que siguiera haciéndolo otra vez, antes el
horrible sentimiento de pánico había causado en ella debilidad. Y
aunque sus condiciones no fuesen las mejores en estos momentos,
no le importaría morir para salvar a su hijo.
Como pudo y con mucho dolor doblo sus manos atadas de forma en
que pudiese pasar sus brazos hasta el asiento del copiloto y apretar
con todas sus fuerzas la garganta de Choi.
Esperaba más que nadie que su hijo fuese feliz. El carro traspasó
las barreras de precaución del puente, y desde una gran altura cayó.
El miedo era real, las balas eran reales, la sangre era real.
Las últimas palabras fueron difíciles de decir para él, sentía que se
quedaba sin aire. Las sirenas de la ambulancia se escuchaban a lo
lejos.
¿Eran o no casualidad?
Fin.
Epilogo.
Colocó las gafas sobre su cabeza y estrechó con fuerza las manos
de su eficiente agente, que había logrado conseguir la casa de sus
sueños. ¿Saben el esfuerzo que tuvo que hacer para lograr hacer
crecer su marca de ropa en los últimos seis años? Kyungsoo suspiró
reclinando el asiento del auto, estaba agotado física y mentalmente.
—Perdón, no lo recuerdo.
— ¿A dónde vamos?
La ciudad parecía quedar muy atrás de ellos, los grandes edificios,
las transitadas calles, las personas, poco a poco comenzaban a
desaparecer, JongIn no se había detenido ni un segundo desde que
comenzó a manejar, pasó todos los semáforos con prisa aún incluso
cuando estaban a punto de ponerse en rojo. Definitivamente esto
debía ser un sueño.
—Lo supe hasta hace poco, no dije nada porqué te vi muy feliz
saliendo de ese lujosos restaurante con otro tipo de la mano. —
confesó— Si eras feliz, te iba a dejar serlo.
Jugo un poco con el, se agacho un poco para lamer la vena que
recorría todo el pene de Kyungsoo, siempre lento, su lengua paso
desde abajo hasta punta. Las caderas de Kyungsoo se movían en su
dirección pidiendo más, lo tomó del cabello y lo apartó un poco,
seguramente estaba a punto de tener un orgasmo y no quería
hacerlo hasta que él estuviese igual de excitado. Se estremeció al
pensar en lo dominante que se había convertido, e hizo palpitar la
erección que traía entre sus piernas.
Tal vez, solo tal vez, el único final no trágico posible entre ellos
hubiera sido no haberse conocido nunca. Pero, aún así lo hicieron,
ambos coincidieron a pesar de las muchas dificultades que se
encontraron en el camino.
Porque no hay ni una sola historia de amor real que tenga un final
feliz. Si es amor, no tendrá final. Y si lo tiene, no será feliz.