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I.

[...]

Recuerda el día que todo comenzó, estaba parcialmente nublado y


las hojas del gran roble frente a él caían con lentitud. Había salido
a caminar un rato rumbo a la casa de su abuelo, como hacía un poco
de frío su madre optó por hacer chocolate caliente y enviárselo a su
ex suegro.

El padre de KyungSoo había fallecido hace cuatro años de cáncer, él


sentía que poco a poco se ahogaba dentro de sus propios
pensamientos.

—Gracias hijo.

El anciano tomó la pequeña olla que su nieto traía en manos, y con


una sonrisa abrió paso para dejarle entrar.

Por lo general todo ahí era silencioso y muy tranquilo, KyungSoo


tomó una goma de máscar que estaba situada en el mueble del
televisor y posteriormente formó una burbuja con ella.

—¿Y la abuela?—preguntó.
—Oh, ella está al otro lado de la calle, acaba de salir para entregar
una tarta casera a los nuevos vecinos de la setenta.

KyungSoo formó una burbuja más pequeña y dejó que explotará.

—¿Nuevos vecinos?—frunció el ceño. Hundió su mirada en la venta


de la cocina y observó con detención la casa número setenta, formó
la última burbuja y sacó el chicle sin sabor de su boca— Iré a ver.

—Kyung, no por favor.—su abuelo se aproximó a él y tomó su mano,


conocía a su nieto y la facilidad con la que podría causar una mala
impresión.

—No te preocupes abuelo, regresaré junto con Mary.

El chico terminó tirando el chicle sobre la grama del jardín


delantero, miró para ambas direcciones de la calle y cruzó con
distinción.

Su abuela Mary estaba saliendo de la puerta principal con una


sonrisa y reposando su pierna izquierda sobre el bastón de madera
que el padre de Kyungsoo le había hecho, metió ambas manos en sus
bolsillos hasta tocar otra barrita de goma de mascar en el fondo del
bolsillo derecho, sonrió de lado al ver como su abuela abrió los ojos
con sorpresa al verlo ahí de pie.
—Soo... —sonrió— ¿Qué haces aquí?

—Hola, vine por ti. —respondió y miró al chico que estaba detrás de
ella con un gesto de confusión— También quería conocer a los
nuevos vecinos. Pareces de mi edad así que te hablare informal, mi
nombre es Kyungsoo. ¿Tú eres?

—Y-Yo...—tragó saliva y parpadeó— Ji Seo. Kim Ji Seo, un placer.

—El placer es mío.

—Señora aquí tiene la bandeja, muchas gracias por la tarta. Es


usted realmente amable. —se escuchó una voz decir acercándose a
la puerta. Kyungsoo parpadeó tranquilo sin ningún tipo de
preocupación, hasta que el hombre se acercó por completo
mostrándose ante él.

¡Qué hombre tan malditamente atractivo! Traía una camisa manga


larga formal con las mangas dobladas hasta los codos y sus brazos
ejercitados se pegaban a la tela haciéndolo ver tan jodidamente
sexy.

—Oh, hola. —dijo el hombre, KyungSoo sacó la barrita de chicle.


—Hola. —dijo en el mismo tono y metió el chicle dentro de su boca,
pronto hizo una burbuja color rosa que explotó en sus labios.

—Gracias por todo señor Kim fue muy lindo conocerlo a usted y a su
hijo. —le dio un pequeño empujón con disimulo a su nieto para que se
presentara, pero este se limitó a mirarla y fruncir el ceño—
Disculpe usted a mi nieto por no presentarse, él es Kyungsoo.

—KyungSoo. —dijo el hombre y sonrió al mismo tiempo en que lo


pronunciaba. Soo masticaba la goma haciendo el ruido más alto—
Soy el señor Kim, pero puedes decirme JongIn si quieres.

Sonrió otra vez, maldita sea.

Kyungsoo lo miró fijamente y lo observó después de pies a cabeza.

—¿Cuántos años tiene?

—Tiene treinta y cuatro—respondió Ji Seo apretando el botón de


su suéter situado en las orillas de las mangas color negro—, yo
tengo dieciséis.

KyungSoo ladeó una sonrisa.

—Somos de la misma edad. —miró a JongIn— Papá a temprana edad.


¿No es así?
—KyungSoo. —lo regañó su abuela.

El menor rodó los ojos, hizo una última burbuja con su goma de
máscar la cual explotó pegándose en sus labios.

JongIn lo miró y no pudo evitar sentirse culpable al reconocer los


pensamientos que tenía al ver como el menor que tenía frente a él,
removía los pedazo de goma de sus labios y pasaba la lengua con
delicadeza para quitar los que eran más difíciles.

—¿Te gustan los videojuegos?—preguntó el otro chico entrando en


confianza.

La abuela Mary se sentía tan feliz por qué su nieto tendría con
quien finalmente poder distraerse y no pensar mucho, no estaría
sumergido en un cuadro dentro del cual él mismo se había puesto.

—Me encanta jugar. —sonrió mirando a su nuevo amigo, y luego


desvió la mirada a JongIn quién fruncía el ceño.

Un silencio se apoderó entre las cuatro personas que estaban ahí.

—Bueno, si ya no hay más que decir es tiempo que nos vayamos.


Realmente espero que disfruten de la tarta, hasta pronto.
JongIn hizo una reverencia sonriendo.

—Sí, lo haremos.

Ji Seo alzó la mano y la batió para despedir a KyungSoo.

—Tal vez quieras venir después. —comentó tímido.

—Mmm, sí claro. —se despidió y caminó al lado de su abuela, pero se


detuvo de forma precipitada y se volteó.

—¿Sucede algo?—preguntó su abuela.

—Pueden llamarme para cuando tengan ganas de jugar. —sonrió pero


de una forma tan inesperada, de esas sonrisas de las cuales no
puedes descifrar si son con doble intención o no.

Ji Seo se rió pero el gesto de su papá se endureció.

— ¿Tengan? —cuestionó aún riendo—. Quieres decir, cuando yo


tenga ganas de jugar.
—Sí, como sea, hasta pronto.

Ji Seo formó una sonrisa aún más amplia y agachó la cabeza. En su


primera semana ya había hecho un nuevo amigo, ¡eso era genial!

El chico espero hasta que ya no pudo ver más a Kyungsoo al lado de


la señora Mary, fue entonces cuando abandonó su posición pegado al
marco de la puerta.

—Él se ve muy genial, ¿verdad papá?

JongIn asintió sonriendo y tragó saliva, agarró la manija


empujándola al mismo tiempo para cerrar la puerta.

—¿Puedo invitarlo a venir este fin de semana? —preguntó


caminando al lado de su papá.

—¿Tan pronto?

—Sí.—sonrió, su padre lo pensó por unos segundos hasta que asintió


en silencio, el chico lo abrazó— Gracias.

JongIn pensó que había tomado una decisión inofensiva, una


decisión que con el paso del tiempo no sabría si fue para bien o,
todo lo contrario.
II.

Se observó en el espejo al mismo tiempo en que mantenía un lollipop


sabor a fresa en su boca.

Su pantalón negro con dobleces en la parte que toca sus tobillos,


unos tenis blancos y una camisa a rayas acompañada de una
chaqueta jeans azul era su outfit favorito para los fines de semana.
Generalmente pasaría toda la tarde en su habitación viendo el
catálogo completo de películas en DVD que su papá había guardado
como reliquias, pero este fin de semana sería diferente, tomó la
patineta del cobertizo y salió para andar en ella por todo el
vecindario.

Sus grandes audífonos púrpura se situaban en su cuello y la delgada


línea que conectaba sus audífonos al aparato que contenía canciones
clásicas de los ochenta se enredó por su cintura. La patineta se
movía en zig zag por toda la acera desde la casa doce hasta la
veinticinco, la música estaba a todo volumen y su lollipop parecía que
pronto se terminaría.

El Chevrolet impala dobló en la esquina justo cuando estaba a punto


de cruzar para la otra punta, JongIn desvió su mirada unos
segundos para cambiar la estación de radio y al subir su mirada
frenó de golpe.

—¡Maldita sea!—Kyungsoo quedó lejos del parachoque por doce


centímetros. Bajó un pie de la patineta mientras el otro se mantenía
sobre ella, y miró a JongIn sin inmutarse. El hombre apurado se
bajó del automóvil aún con el mal sabor de un susto en la boca—
¿Estás bien? Jesús, ¿cómo puedes andar por ahí con esos grandes
audífonos? Si no fuese por mis buenos reflejos esto pudo haber
sido peor.

Kyungsoo sacó el lollipop de su boca.

—¿Como puede andar por ahí sin percatarse de las cosas que
suceden a su alrededor?—atacó con voz tranquila— Debió haberme
visto desde esa esquina si es que venia concentrado. ¿Qué hacía?

JongIn tragó saliva, estaba consciente de que ese pequeñito detalle


de cambiar la estación de radio pudo haberle costado la vida a ese
niño que tenía en frente.

—Mira niño lo siento ¿sí? Tienes razón también tengo la culpa en


esto.

—No soy un niño, tengo dieciséis y medio. Mi nombre es Kyungsoo.

—Tienes la edad de mi hijo y para mi, mí hijo sigue siendo un niño.

Alzó una ceja y lamió su lollipop, JongIn observó detenidamente el


acto. —Pues es su problema. No soy un niño, no me trate como tal.
Puso ambas manos en su cintura y suspiró. —Bien lo siento. Solo
Kyungsoo, ¿de acuerdo?

El chico asintió mirándolo de forma retadora. JongIn mordió su


lengua al interior de su boca y miró para todos lados, las calles del
vecindario por ser fin de semana estaban solas, las personas o iban
a un bosque a las afueras o se quedaban en sus casas todo el día
viendo televisión y compartiendo en familia —era lo que creía—.
Kyungsoo metió el lollipop en su boca y lo dejó ahí.

—Veo que te gustan los dulces. —comentó tratando de ser amistoso


antes de despedirse para ir al supermercado.

—Me gusta meter cosas a mi boca—respondió cuando sacó el


bombón que ya era solamente una pequeña bolita roja—, la mantengo
ocupada.

—Me tengo que ir.

—Yo también. —contestó alineando su posición con la patineta—


Adiós JongIn.

Dijo, y empujó la patineta con su pierna derecha para alejarse de


ahí.
—¡Soy señor Kim para ti!—alcanzó a decir gritando.

—Como sea. —dijo soltando en tono elevado.

El mayor resopló, regresó a su auto molesto de la actitud que había


tenido con él, pero no importaba, no le daría tantas vueltas al
asunto.

Después de todo era solo un niño.

[...]

—Soosie. ¿Cuantas veces tengo que decirte que bajes la tapadera


del inodoro después de ir al baño?—lo regañó su abuela— Tu abuelo
casi se va dentro cuando entró a leer el periódico.

— ¿Va al baño solo para leer el periódico? Eso es muy raro.

—Tú entras para revisar tu celular, eso es mucho más raro. —alzó
ambas cejas y le golpeó con suavidad el hombro.

—Touché.
—Ven ayúdame a clasificar la despensa, estoy pensando pedirle a tu
madre que me ayude para hacer una cena.

—¿Segura que lo has pensado bien?—se encaminó detrás de su


abuela hasta la cocina donde habían muchas bolsas con diferentes
tipos de productos— Mamá no cocina desde nunca. Si lo hace
posiblemente quiera poner veneno en mi comida.

—No seas grosero. Tu madre te ama y hace todo lo que puede para
lograr mantenerte a ti y la casa.

—También a los otros hombres que tiene y siempre llega a altas


horas de la madrugada.

Su abuela suspiró. —Ella no es perfecta, pero hace lo que puede


para sobrellevar todo esto después de lo qué pasó con tu padre.

—¿Y yo que?—elevó un poco la voz— Yo también he luchado para


sobrellevar esto. Maldita sea, estoy muriendo por dentro todos los
días. ¿Y la que merece paciencia y atención es solo ella?

Mary su abuela lo abrazó con fuerza y una lágrima rodó por su


mejilla.
—Hijo, mereces todo el amor del mundo mi vida. Mereces ser feliz,
ya verás. —se apartó y posó una mano sobre la mejilla de su nieto—
Tal vez puedas lograr tener una familia unida otra vez, un nuevo
padre, un nuevo hermano.

Kyungsoo frunció el ceño. — ¿De qué estás hablando?

—Pienso qué tal vez el hacer esta cena, logre juntar a tu madre con
el señor Kim. Ambos han pasado por pérdidas de personas que aman,
y se sienten solos, tal vez puedan llegar a estar juntos.

—¿El señor Kim? ¿Hablas de JongIn?

—Más respeto muchachito, es Señor Kim, no JongIn.

Oh no. Todo menos eso.

¿También su madre debía quedarse con todo lo que a él le gustaba?


¡A la mierda la puta vida que le ha tocado vivir! No permitiría que
eso sucediera, su mamá no podía quedarse siempre con las mejores
cosas.

Él no lo iba a permitir, no.

No sabía cómo iba a hacerlo, pero lograría tener a Kim JongIn para
él y solo para él.
—¿Cuándo dices que será la cena?

—No lo sé aún.

Podía empezar por el lado que era más seguro, podía acercarse a Ji
Seo y hacerlo su mejor amigo, ganar su confianza y por último
lograr acercarse más a Kim JongIn. Y era algo que empezaría a
hacer ese mismo día.

—Iré a jugar con Ji Seo, no me esperes.

Su abuela sonrió. —Está bien, no lo haré. Diviértete.


III.

—Te he dicho por milésima vez que no le subas todo el volumen a


esos malditos audífonos.—con brusquedad los retiró de su cabeza
empujándolos hacia adelante.

El muchacho resopló y tiró los audífonos al suelo en forma de


berrinche. —Deja de ser tan pesada conmigo maldita sea.

Su madre se llevó una mano a la cintura y la otra impactó


directamente en la mejilla del chico tez pálida. —Soy tu madre, no
me hablarás así hoy ni nunca.

— ¿Mi madre? —elevó las cejas y soltó una ligera risa burlona—
Solo cuando te conviene.

Tomó con rabia sus destrozados audífonos del suelo y furioso se


dirigió a su habitación. Se tiró a la cama estirando todo su cuerpo
con frustración, ¿ahora que podía hacer?

No tenía otros audífonos para seguir escuchando música y su madre


seguiría molestando si la ponía a todo volumen en la computadora,
tampoco tenía mucho dinero ahorrado.

Movió su cuerpo un poco hasta llegar a la mesita de noche y tomó el


frasco de vidrio donde guardaba sus ahorros, tenía por lo menos
para ir a comprar otro lollipop de cereza.
La puerta cerrándose hizo sonar las campanillas que colgaban arriba
de ella, tenía ya un lollipop de cereza entre sus labios así que
estaría bien por un rato.

—¿KyungSoo?—elevó la mirada.

Ji Seo lo abrazó rodeando su cintura con ambas manos y


sosteniéndolas fuerte una con la otra pegadas a su espalda. Al inicio
frunció el ceño, pero pocos segundos después golpeó los hombros de
su nuevo amigo con suavidad, diciéndole de forma sutil que debía
terminar el abrazo.

—Te lo dije —dijo mirando a su papá—, papá pensó que no eras tú y


por eso no quería venir a saludar.

Kyungsoo elevó las cejas con sorpresa, sacó el dulce de su boca y se


cruzó de brazos.— ¿Hice algo malo para que usted quiera evitarme?

JongIn ladeó el gesto y negó con la cabeza al instante.

—No, simplemente no te reconocí.

—Ah, ya veo.—lo miró de pies a cabeza y alzó la ceja izquierda—


¿Qué están haciendo por estos lados?
JongIn no podía entender cómo todo lo que hacía o decía podía
verse claramente con toques sutiles de coqueteo y malicia.
Posiblemente era cosas que su cabeza inventaba, y ese muchacho no
tenía la menor intención de hacer comentarios o acciones de doble
sentido.

—Quería venir a comprar unos dulces con papá, pronto será mi


cumpleaños.

—¿Dulces?—sonrió de lado, pensó que era tierno tener una fiesta


aún a esta edad. Desde que su papá murió, Kyungsoo odia su
cumpleaños— ¿Harás una fiesta de cumpleaños?

—No, no —contestó apenado— los dulces son para ti, quería


dartelos con la invitación a mi cumpleaños, pero ya que estás aquí
creo que no es necesaria una invitación en papel.

KyungSoo se mantenía serio, pensativo. JongIn metió ambas manos


en sus bolsillos y suspiró con desesperación, tenía miles de cosas
por hacer y aquí estaba en medio de una conversación de dulces y
cumpleaños.

— ¿Te puedo proponer una idea más divertida? —cuestionó con una
sonrisa oreja a oreja.
—Claro puedes hacerlo con total libertad.

—¿Qué tal una pijamada?—la sonrisa curva en los labios carnosos


del pelinegro, daban mucho en qué pensar.

—Absolutamente, ¡es una idea perfecta! Yo puedo llevar mis


videojuegos y mi papá me dará permiso desde luego.

JongIn se mantenía ocupado revisando los correos que su jefe le


había mandado recordándole la importante reunión que tenía el
próximo viernes por la tarde.

En esos pocos minutos de conversación Kyungsoo ya había empezado


a planear todo lo que debía hacer para tener a su atractivo vecino.

—Oh no. No en mi casa, sería mejor hacerlo en la tuya.

El mayor dejó de teclear en la pantalla pero siempre mantuvo la


mirada fija en su celular, sería solamente una pijamada, un juego de
niños, donde comerían dulces y jugarían videojuegos hasta altas
horas de la noche, no podía dejar que otra clase de pensamientos
rondarán por su cabeza.

—¿Papá, puede quedarse en mi casa para celebrar mi cumpleaños


con una pijamada? —Ji Seo lo miró suplicándole con sus ojos.
Kyungsoo soltó una pequeña risa.

—Si papi, será divertido.

JongIn tomó a Ji Seo de la mano y miró con rudeza a Kyungsoo.

—Te lo diré una última vez, soy señor Kim para ti. ¿Queda claro? —
Soo alzó una ceja y metió el lollipop en su boca— ¿Es que acaso no
respetas a tus mayores?

—¿Por qué eres tan grosero con él?

El chico suspiró y dejó caer el dulce de cereza al suelo.

—Perdón señor Kim. Hace tiempo perdí a mi padre y quería recordar


que se sentía decir esa palabra. —agachó la cabeza, y mordió su
lengua para evitar reírse a carcajadas— Lo siento no iré a la
pijamada, y si me disculpan, me voy.

JongIn se quedó parado, atónito por lo que acababa de escuchar.


¡Claro que todo este tiempo se había equivocado con él! Y ahora se
sentía un horrible monstruo por haber sido tan severo con él.
—Idiota. —murmuró al doblar la esquina sacando otro lollipop de su
bolsillo trasero, este lo había tomado mientras el cajero hablaba
con la señora Thomas sobre el canal del clima, el sabor era un menta
explosivo con uva y lo mejor era que con ese podía hacer una bomba
de chicle aún más grande.

Ji Seo soltó la mano de su padre y frunció el ceño furioso. —


¡Gracias por nada!

JongIn tragó saliva, debía arreglar dos problemas, el primero con


su hijo y el segundo con Kyungsoo. No sabía porque pero tenía la
leve sensación de que el segundo sería el más complicado de todos.

Llegado a el vecindario, miró sus zapatos negros de vestir y dio un


último suspiró profundo, su mano se alzó para que el dedo índice
pudiese tocar el pequeño hueco donde estaba el timbre.

Toco una, dos, hasta tres veces.

Y esperó.

Sus pies se movían con desesperación sobre la madera crujiente de


la entrada principal. Miró su reloj y decidió que sería la última vez
que insistiría en esperar que alguien abriera la puerta.

Cinco segundos después la puerta se abrió. Kyungsoo traía unos


jeans desgarrados que dejaban ver las mayas que traía puestas,
unas botas negras altas de cordones y una camisa rosa transparente
con ligas a los lados, su cabello alborotado y un perfume tan
encantador que hizo querer hundir la nariz en esa camisa, traía
también una cadena que enrollaba su cuello y bajaba por el pecho
hasta perderse entre los botones que terminaban en su cintura.

—Hola, y-yo...—el joven se apoyó sobre la puerta y frunció el ceño,


seguro estaba molesto— quería disculparme y hacerte la invitación
de qué por favor asistas a la pijamada con mi hijo.

—¿Por qué debería aceptar?

—Eres el único amigo que Ji Seo tiene desde que nos mudamos.

Kyungsoo formó una línea recta con sus labios.

—Bien. Pero quiero algo a cambio.—dijo con una sonrisa de lado


parpadeó con picardía un par de veces y cruzó sus brazos
mostrando que no aceptaría ir a esa pijamada si JongIn no aceptaba
lo que estaba por pedirle.

—¿Qué quieres?

—¿Puedo pedir cualquier cosa?


Compuso su postura poniéndose más recto y firme. ¿Se arriesgaría
a complacer lo que sea este niño estuviera por pedirle?

La respuesta era sí, todo por su hijo.

—Lo que sea.

Kyungsoo sonrió amplio y soltó una pequeña risa traviesa. Era hora
de pedir su regalo.
IV

¿Podría ser esta su oportunidad? ¿Debería aprovecharla? ¿Sería lo


ideal?

Por más que quisiera apresurar las cosas, sabía muy bien que todo
juego debía tener sus estrategias y tener siempre algo bajo la
manga. Y era algo que seguramente podría necesitar después, así
que lo guardaría.

—Tiene suerte. No guardo resentimientos, iré sin condición alguna,


me conformo con la disculpa sincera que me ofrece. —sonrió y se
acercó un poco más a él— Es un gusto saber que tengo un vecino tan
educado y responsable.

JongIn sonrió un poco incómodo por la cercanía y asintió levemente.

—De nada supongo... —no pudo terminar de decir la palabra cuando


se percató de que el chico estaba aferrado a él, dándole un fuerte
abrazo mientras enrollaba sus brazos sobre su cintura.

—Nos vemos más noche. —dijo en voz baja mientras al mismo


tiempo intentaba terminar con el abrazo, pero no pudo librarse—
¿Q-qué estás haciendo?

—Lo siento, mi cadena se atoró en los botones de su camisa. No se


mueva por favor, intentaré removerlo con calma, ¿de acuerdo?
—De acuerdo hazlo rápido.

Kyungsoo sonrió con su cabeza gacha y subió sus dedos despacio por
el pecho de JongIn hasta llegar al primer botón.

—Tan cómodo. —susurró el joven.

— ¿Qué dijiste?

—Tan incómodo.

—Mucho. —elevó la mirada intentando concentrarse en otra cosa


que no fuese el tacto del chico sobre su pecho— ¿Te falta mucho
para terminar?

—No. Solamente deme unos segundos más y... ¡listo! —jaló


bruscamente la cadena haciendo que la camisa de su vecino se
rasgara por completo de la parte delantera— Oh por Dios.

JongIn se quedó congelado con una expresión de asombro y


vergüenza, el menor había logrado lo que quería, la cadena no se
había enredado, él lo fingió con el único propósito de ver ese torso
al desnudo; y vaya que había valido la pena.
—¡Oye!—dijo en tono molesto.

—Lo siento muchísimo. ¿Era cara? —frunció sus cejas con falsa
preocupación y llevó sus manos al pecho de JongIn intentando
juntar las piezas rotas de la camisa— ¡P-puedo pagarla!

JongIn lo miró y agachó su mirada al instante, observando la


posición de las manos del menor justo en su pecho, las quitó de
inmediato.

—Descuida. —bajó el tono de voz y suspiró profundo— Todo está


bien.

Se dio la vuelta y como pudo cruzó sus brazos para disimular su


pecho al desnudo hasta llegar a su casa, Kyungsoo se paró de
puntillas hasta ver cómo su amor platónico entraba con el gesto
serio a través de la puerta principal de su casa, mordió su labio
ligeramente contiendo una risa traviesa.

Oh señor JongIn, este calvario estaría a punto de solamente dar su


comienzo.

—Mamá ya te dije, no quiero que me acompañes.


—Iras a dormir a otra casa, tengo que asegurarme te van a tratar
bien.

Ojalá y más que bien. —pensó el chico mientras elegía la ropa que
llevaría puesta.

—No es para tanto, el verano pasado me quedé en la casa de Seung


Hwa y no dijiste nada. —comentó molesto.

Su madre rodeó los ojos. — ¡Era un caso completamente diferente!

Ah sí, muy diferente. Diferente porqué en esta ocasión quería


quedarse con el padre atractivo y soltero de la vecindad, pero su
madre no contaba con el hecho de que él ya había puesto los ojos en
ese hombre primero.

Así que ella estaría lejos de conseguir algo con él, muy lejos.

—¿Sabes qué? Ya no me apetece ir, puedes quedarte tranquila y


ahorrarte la molestia de acompañarme.

Su madre abrió la boca en señal de protesta, pero no quería ser tan


obvia para demostrarle a su hijo el constante interés que mantenía
sobre el nuevo vecino.
Kyungsoo empezó a sacar la ropa que había empacado.

—Es tu decisión. Buenas noches cariño, descansa.

—Buenas noches.

Su madre salió de la habitación apagando la luz del pasillo al mismo


tiempo, puso ambas manos en su cintura y se observó en el espejo
rectangular que tenía frente a él, esbozó una sonrisa.

—Él será solo mío.

Cambió sus jeans rotos por un pantalón negro con dobles en los
tobillos y parches militares, un centro blanco un poco ajustado con
el logo de su película favorita y una chaqueta jeans oscura que le
quedaba un poco grande.

Miró por la ventana y con cuidado empezó a abrirla para salir por
ahí, observó la maleta de ropa en su cama y alzó los hombros.

¿Llevar más ropa a la casa del señor Kim? No, lo mejor era llevar lo
menos posible hasta lograr quedar sin nada.

—¡Mierda!—se quejó cuando por error tropezó con una piedra y


cayó al asfalto raspando su pierna. Mordió sus labios con fuerza y
se puso de pie, esto no debía verse como una pérdida más bien,
debía utilizar la situación a su favor.

El dolor le pasó rápido, llegó a la puerta principal de la casa de su


nuevo amigo y tocó dos veces. Al instante Ji Seo abrió con una
sonrisa de oreja a oreja la cual desapareció al ver el rostro de su
amigo, y el raspón en su rodilla.

—¡Papá!—gritó.

Kyungsoo colocó la palma de la mano en su boca para no dejar


escapar un quejido. JongIn con cuidado observaba la herida y
aplicaba alcohol para evitar alguna infección, Ji Seo sostenía la
lámpara con cuidado.

—Listo, todo está bien.

—Muchas gracias, usted es genial.

—De nada niño.

Niño, le había dicho niño, tragó saliva y sonrió forzado.


—Seoni, ¿Puedes traerme un vaso con agua por favor? —le pidió
Kyungsoo con cariño a su nuevo amigo, quien aceptó con una cálida
sonrisa.

—De inmediato.—salió de la habitación.

—Entonces, ¿te asaltaron y por eso no traes ropa y tienes estos


golpes?

—Sí.

—¿Pero, seguro que estás bien? ¿Recuerdas como eran ellos? Así
puedo llamar a la policía.

—De hecho me duele un poco aquí. —señaló con su dedo una parte
de su muslo, un poco arriba de su rodilla.

— ¿A dónde? —tocó con suavidad el lugar dónde el chico le


señalaba— ¿Aquí?

—A-ah—dejó escapar un gemido que estremeció por completo a


JongIn— Mjm, ahí me duele.
No podía ser, no podía ser. ¡Quería escucharlo nuevamente, maldita
sea! Suspiró profundo y tragó saliva.

—¿O te duele aquí?—cuestionó con la voz baja.

—¡Ah-ah!—gimió más alto dejando caer su cuello hacia atrás y


cerrando los ojos—. Señor Kim, me está lastimando.

—Y-Yo.

— ¿Papá que le haces? Ten cuidado, no le hagas más daño.

Ji Seo llegó con un vaso de cristal lleno de agua. JongIn se


sobresaltó y se paró de inmediato desviando la mirada y pensando
en cualquier otra excusa que su mente pudiese provocar.

—Estoy bien, tu padre tiene manos mágicas estoy seguro de eso.


Gracias por el agua, quisiera un último favor, que me prestes algo de
ropa solo por hoy, quiero tomar una ducha.

El mayor salió de inmediato de la habitación para ir directo a la


suya. Se sentó a la orilla de la cama y comenzó a reflexionar sobre
lo que había sucedido.
—Soy un idiota. ¡Él apenas es un niño! —susurró para sí mismo.

La regadera se escuchó y su impaciencia aumentó de forma


acelerada, debía decirle a Kyungsoo que lamentablemente tendría
que irse de su casa, no podía pensar con claridad cuando ese niño
estaba cerca.

Se escabulló con cuidado por la puerta de su habitación hasta llegar


a la del baño, que al parecer había dejado medio abierta.

Miró para todas las direcciones en busca de Ji Seo y al escuchar los


ruidos de la televisión pudo tranquilizarse un poco, sus ojos iban y
venían por lo poco que podía ver con la puerta del baño
entreabierta.

Hasta que lo vio a él.

El pálpito comenzó a aumentar, y no solamente el de su corazón.


Kyungsoo estaba de espaldas mirándose al espejo mientras
reclinaba su trasero hacia afuera, tenía un cuerpo perfecto, JongIn
sintió su respiración fallar cuando vio como la mano del chico pasó
de estar sobre el lavabo a estar al parecer en sus genitales,
pequeños quejidos se escucharon. Se acercó un poco más pero su
torpeza lo hizo tropezar y empujar levemente la puerta causando un
ruido.
Kyungsoo paró y JongIn salió corriendo a su habitación, cerró la
puerta con llave y corrió al baño para lograr desestresarse. Bajó su
pantalón y la erección salió disparada, comenzó a frotar su pene
cerrando los ojos y recordando todo lo que había visto y escuchado,
en pocos minutos logró venirse tan plácidamente.

Se había masturbado pensando en su vecino que apenas era un niño.

Esto, estaba mal.


V.

Delicioso, exquisito y exótico.

El platillo marinado en salsa de piña acompañado con un poco de


caviar y un salmón con hojas verdes a los lados definitivamente era
su favorito. JongIn mordió su labio inferior e inhaló el aroma de la
comida que tenía frente a él. Tenía muchos días de haber deseado
comer este platillo, pero lo había dejado hace tiempo cuando su
esposa falleció.

—¿Desea algo de tomar?—preguntó el camarero con una toalla


blanca de tela lisa en las manos.

—Vino, el mejor que tengan.

El camarero asintió y haciendo una leve reverencia se retiró.


JongIn miró la copa vacía en la mesa y sus pensamientos
comenzaron a atacarlo nuevamente; parecía que nada podría sacar a
ese chico de su mente.

La noche anterior podía recordar cada detalle a la perfección, cada


movimiento, sonido y mirada que Kyungsoo había hecho dentro de su
casa. Jamás en toda su vida había pensado que una maldita pijamada
podía ser tan peligrosa para él.
—Con permiso. —el camarero comenzó a llenar la copa de vino,
observó el color uva que pintaba ahora el vaso de cristal y recordó
las paletas redondas que el muchacho metía a su boca y chupaba con
fuerza cada vez que la sacaba— ¿Más, señor?

JongIn parpadeó y asintió al mismo tiempo en que sus manos se


colocaban arriba de sus piernas cruzadas.

—Gracias.

Dio un vistazo al lugar mientras dejaba escapar un suspiro.

—Lo siento por tardar el baño estaba lleno.

La otra persona tomó asiento justo al otro lado de la mesa cuadrada


y sonrió.

—Veo que pediste vino. —alzó ambas cejas, tomó una copa y bebió
un poco— Está delicioso.

—Me alegro que te guste.

—Entonces. —tragó saliva con disimulo, acercando su silla un poco a


la mesa—¿Para qué querías que nos viéramos?
¿Para qué? Ni siquiera él lo sabía.

¿Qué quería?

—Hablar.

—¿Venimos a este lujoso restaurante para hablar? De acuerdo,


supongo que debe ser de algo importante.

¿Pues que más se podía hacer?

—Sí. —contestó con simplicidad.

—¿De qué quieres hablar?

—De tu hijo.

La mujer frunció el ceño desconcertada. — ¿Por qué quieres hablar


de él?

—Porqué me interesa. —tomó un trago de vino y miró a su plato


mientras con el tenedor tomaba un poco del salmón y lo metía a su
boca.
—¿Estás diciendo que te interesa mi hijo?

—Desde luego, él se junta con mi hijo, lo más lógico es que me


interese saber las amistades que Ji Seo tenga. ¿Tú como madre no
te interesas por las amistades de tu hijo?—la mujer se quedó sin
palabras y desvió su mirada a la comida— Ya veo.

—¿Qué quieres saber de él?

JongIn tragó el bocado y limpió con delicadeza las comisuras de sus


labios con la servilleta. ¿Qué quería saber? Todo.

—¿Por qué es así?

—No entiendo.

—Tan expresivo, tan ingenioso, tan misterioso y al mismo tiempo tan


transparente.

—No lo sé, yo lo veo normal.

JongIn se rió un poco y la mujer tragó saliva, de verdad no conocía


a su hijo en lo absoluto.
—Tienes un hijo con bastante potencial deberías saberlo.

—¿Potencial en qué?—se rió con sinceridad, no sabía las intenciones


sobre la inesperada conversación, pero aún así, su hijo parecía la
persona más desconectada del mundo— Solo pasa viendo televisión,
escuchando música, ocupa su boca solo para meter lollipops y decir
groserías.

JongIn pensó en el potencial de Kyungsoo. ¿Cuál sería su mayor


potencial entonces? ¿Lamer y chupar? ¡Dulces, los dulces!

—Deberías preguntárselo.

—Él no habla mucho conmigo, desde que su padre falleció, ha cambio


demasiado. —suspiró— Se ha encerrado en su propio mundo y no
deja entrar a nadie, a menos que él quiera.

—Dime, ¿has intentado entrar?

La mujer pensaba que podía contestar a esa pregunta, sabiendo


perfectamente que la respuesta era no.

—Con él, es por decir imposible.


—Entiendo—la miró e intentó hacer el gesto de que la comprendía
por completo, pero no era así—, por favor disfruta la comida.

—Gracias, comeré bien.

—De nada.

[...]

Ni siquiera todos los algodones de azúcar o paletas en forma de


corazón rojas podrían hacer que se tranquilizara.

—¿Qué sucede?—preguntó Ji Seo.

—Nada, estoy bien.

—No lo estás.

—Qué sí lo estoy maldita sea.—respondió alzando un poco el tono de


su voz.

—Ves, no lo estás.
Kyungsoo resopló. ¿Cómo podría estar bien después de enterarse
que JongIn había invitado a su madre a un restaurante lujoso?

—Perdón, es que a veces realmente me pongo de mal humor de la


nada.

—¿A veces dices?—cuestionó levantando ambas cejas con un gesto


divertido.

Kyungsoo sonrió.— ¡Sí, eso dije a veces!

Ji Seo levantó ambos hombros y tomó el último sorbo de soda que


quedaba en el vaso. Kyungsoo lo miró detenidamente, su amigo no
era feo, tenía bonitas facciones y claramente se veía que más
grande sería todo un rompecorazones, bastante atractivo justo
igual que su padre.

—¿Puedo preguntarte algo?

—Sí claro.

—¿Eres virgen?
Al escuchar la pregunta Ji Seo empezó a toser con fuerza, sus
mejillas se tornaron un poco rosadas y divagó unos segundos
mientras jugaba con el vaso que tenía en manos.

—¿Por qué la pregunta?

—Tengo curiosidad.

—¿T-tú eres v-virgen?—preguntó con la mirada gacha y muerto de


nervios.

—No.

Ji Seo asintió y decidió evadir la pregunta. —¿Ella era virgen


también?

Kyung sonrió y rodeó los ojos.

—¿Ella? ¿Quién dijo que era una ella?

Dicen que la primera experiencia sexual es la peor, y Kyungsoo


estaba demasiado seguro de eso. Su primera vez no había sido
exactamente un bello recuerdo con tonos rosados y llenos de
brillitos dorados.
— ¿Quisieras que tu primera vez sea con una chica o... —hizo una
pequeña pausa— un chico?

Si esa pregunta hubiese sido la primera, entonces Ji Seo


respondería que chica sin lugar a dudas, pero después de escuchar
la confesión de su mejor amigo, ponía en duda sus verdaderos
deseos.

Había algo en Kyungsoo, algo que era tan atrayente, cualquier


persona podría darse cuenta de la carisma y ese no sé qué del chico
amante de los lollipops de cereza.

—No tengo preferencias.

Kyungsoo sonrió, y escuchó el sonido algo lejano de un carro


estacionándose frente a su casa, Ji Seo estaba tan entretenido con
la conversación que no podía concentrarse en ninguna otra cosa.

—Interesante.

Un silencio los acompaño por unos minutos hasta que la puerta de la


habitación de Kyungsoo se abrió.

—Hola he traído comida por si tienes hambre y... —miró a Ji Seo—,


tu padre acaba de llegar a casa. ¿Hace rato estás aquí?
—Desde que se fueron a su cita.

La mujer no pudo evitar sonreír al escuchar la palabra "cita" salir


de la boca del hijo de su guapísimo vecino.

—No fue una cita. ¿Cierto mamá?

El timbre sonó.

—Ese debe ser tu padre, él también trae algo para ti.

—Yo voy. —dijo de inmediato.

Se puso de pie y corrió bajando las escaleras hasta llegar a la


puerta, se paró y respiró profundo intentando recobrar el aliento.
Con una cara de indiferencia abrió la puerta, la reacción de JongIn
lo decía todo.

—Kyungsoo.

—Señor Kim. ¿Viene por otra cita?


—¿Otra? —frunció el ceño— Ah, te refieres a la salida que tuve con
tu madre hoy. Eso no fue una cita, solo fue una pequeña reunión
improvisada.

—No necesita darme explicaciones señor Kim. —sonrió— Sea lo que


sea, no me molesta la idea de que sea mi nuevo papi, es más, me
encantaría que lo fuese.

JongIn tragó saliva.

—Hola papá. —dijo Seo llegando al lado de Kyungsoo.

—¿Nos vamos?—apartó la mirada con rapidez mientras extendía la


mano hacia su hijo.

—Adiós. —se despidió su amigo dándole un fuerte abrazo— ¿Puedes


llegar mañana a casa para que sigamos hablando?

—¿Te parece en la tarde? No tengo problema alguno de ir a las


cinco.

—Perfecto, mi papá estará solo desde el mediodía, tengo un reunión


con unos amigos que hice. —sonrió de lado— Llegaré hasta tarde, te
lo digo desde ya por si piensas que no quiero que llegues antes.
—¿Tu papá estará solo?—preguntó Kyungsoo y Ji Seo asintió, la
mirada de JongIn chocó con la de él— Que tristeza, de verdad.

—Ya vámonos.

—Hasta mañana Soo.

Dio una última mirada, Kyungsoo estaba cruzado de brazos con una
sonrisa estampada en el rostro y alzando una ceja. Dejó de mirar
justamente después de leer lo que sus labios habían dicho en voz
baja.

«Hasta mañana»

Definitivamente ambos, no iban a perder la oportunidad.


VI

Humo entraba por su boca cada vez que succionaba con fuerza lo
expulsaba por los orificios de su nariz.

—Pensé que no vendrías.

El chico alzó las cejas y con un gesto divertido tomó uno de los
puros que estaban bien organizados dentro de la caja de madera.

— ¿Crees que no sé lo que estoy haciendo?

—No dije eso.

—Tengo la sensación de que eso es lo que piensas. —se acercó a él y


prendió el puro. De igual forma inhaló profundo y dejó escapar el
humo formando una sonrisa curva— Te sorprenderías de lo que soy
capaz.

—Lo sé —confesó suspirando— lo sé perfectamente.

—Entonces deja de pensar idioteces.

El hombre frunció el ceño y mordió su labio inferior, intentando no


protestar o decir algo que pudiese alejar al muchacho.
—Eres malo. ¿Lo sabes verdad? ¿Estás consciente de las
consecuencias que esto podría traernos? —continuó el más joven—
Ya estoy cansado de fingir, de ocultarme, tan cansado de esperar.

—Yo también.

—No te creo.

El mayor se puso de pie y acorraló contra la pared al chico, sacó el


puro de su boca y lo miró fijamente por unos segundos para después
posar su mirada en sus labios.

— ¿Tienes miedo? —cuestionó con voz ronca.

—N-no.

— ¿Por qué estás tan nervioso? —sonrió.

—No lo estoy. Desde el momento que puse un pie dentro de ésta


casa estoy demostrando que estoy tan dispuesto como tú lo estas.

—Eres peligroso—murmuró cerca de sus labios—, muy peligroso


para mí.
— ¿Podrías darme mi espacio?

— ¡Maldita sea Ji Seo! —gritó el hombre molesto— He venido desde


muy lejos por ti, lo sabes a la perfección, ya han pasado más de dos
años.

—Ling, dame mi espacio. —frunció el ceño— No olvides que solo


somos socios.

—Socios mis pelotas tú me perteneces.

—No te pertenezco ni a ti ni a mi padrastro.

— ¿Leíste el documento que te envié?

Ji Seo asintió. —Completo.

— ¿Qué piensas hacer?

—No lo sé, escapar tal vez. —suspiró y cerró los ojos por un
momento— No puedo creer que me haya mentido durante tanto
tiempo, él y mi madre.
— ¿Estas considerando el plan que te mencioné la vez pasada?

—No, no lo haré, no es mi papá biológico pero eso no quita el hecho


de que lo quiero.

—Ya veo. —alzó una ceja— ¿Entonces empiezo a planear el escape?

—Un escape, y un secuestro.

Ling formó un gesto de confusión.

— ¿Secuestro? ¿De quien?

—De algo que quiero. —sonrió— Y mi papá también.

— ¿Y qué es eso?

—No un que, un quién. —tiró el puro al suelo— Do Kyungsoo.

Ji Seo parecía ante todos como alguien estúpido y fácil de engañar


pero no era así, estaba muy lejos de serlo.
Cuando perdió a su madre JongIn pasó más tiempo ocupado
tratando de cubrir los gastos de la casa, escuela y otras cosas, se
dio cuenta que debería cuidar por sí mismo de ahora en adelante.

¿Y cómo no pensar en la repentina muerte de su madre al saber que


no fue un accidente sino un intento de robo fallido? No pudo
soportarlo y por eso contrató a Ling por línea, con su ayuda pudo
tomar justicia por mano propia.

—Solo no olvides de lo que hemos hecho juntos, lo que me debes.

—Adiós Ling.

Su reloj marcaba las dos en punto, seguro su papá tendría la


diversión que estaba esperando desde hace un rato.

Ji Seo abrió la puerta del lugar y la dejó ir de golpe, haciendo que


Ling rodara los ojos, se tiró de golpe al sofá y desgastado.

—No sabes lo que está por venir mi pequeño. —susurró para sí


mismo.

Si había logrado engañar al chico sobre el asesinato de su madre,


podría engañarlo con cualquier otra cosa, se tiró una carcajada y
negó con la cabeza.
[...]

1:30 pm.

JongIn asomó despacio su cabeza por la tela que cubría la ventana,


no había señales de Kyungsoo por ningún lado.

¿Raro, verdad?

Estaba completamente seguro de que escuchó como Ji Seo


mencionó que estaría solo desde el mediodía, y el mediodía empieza
desde las 12 en punto.

¿Cierto?

¿Entonces por qué no está aquí?

Por su culpa se le dificultaba conciliar el sueño por sus


pensamientos que lo inundaban de imágenes de ese chico sudado,
cansado, con la mirada clavada en sus ojos y sus mejillas rosadas
debido a la continua succión que ejercían sus simétricos labios.

¡La octava maravilla del mundo debería considerársele!


Se dirigió a su escritorio con frustración, dobló su cuello lado a lado
haciendo un pequeño ruido que logró calmar un poco sus ansias.

2:05 pm.

Un golpecito en la puerta logró que se pusiera de pie tan rápido y


corriera por las escaleras hasta llegar y esperar un poco más —solo
para hacer pensar que no estaba tan al pendiente de su llegada—,
suspiró hondo intentando controlar el latido frenético en su pecho.

Tomó la perilla con la mano y lentamente abrió la puerta.

¡Y ahí estaba! ¡La octava maravilla del mundo! Tal como lo había
imaginado por las noches antes de ir a dormir.

—Señor Kim. —dijo un poco jadeante, parecía que había estado


haciendo ejercicio, por eso gotitas de sudor se veían bajar de su
frente.

—Octav... —hizo una pausa— Kyungsoo.

— ¿Puedo pasar? —preguntó.


JongIn se hizo a un lado dejando que el chico entrara con
tranquilidad. ¿Sería el único con esos pensamientos tan perversos?

— ¿Me puede regalar algo para tomar? Me siento sediento.

— ¿Qué quieres? —se encaminó con Kyungsoo detrás de él a la


cocina.

¿Qué podía darle para tomar? Tenía agua helada, soda, te, su
semen.

—¡Sí! Digo, no, ¿tal vez? —pensó y justo al instante quiso darse un
golpe en la cabeza. Definitivamente estaba perdiendo la cordura.

— ¿Quieres agua? —preguntó el hombre con la garganta seca.

El menor asintió con una sonrisa.

JongIn repetía en su mente la palabra «tranquilo» mientras vertía


de la botella con agua helada al vaso que le daría al muchacho.

Unas manos empezaron a enrollar su cintura y sintió como la cabeza


de Kyungsoo se pegaba a su espalda, sus manos pasaron a jugar con
la hebilla de su cinturón.
— ¿Sabe que otra cosa quiero más que un vaso con agua? —sus
dedos hábilmente empezaron a quitar el seguro de la hebilla y abrir
el botón del pantalón que traía— A usted.

JongIn sintió un gran alivio al darse cuenta que no era el único que
deseaba llegar a ese punto. Sus ojos se abrieron de golpe y
reaccionó al tacto del menor debajo de su bóxer.

—Creo que usted también siente lo mismo—susurró—, señor K...

Tomó a Kyungsoo del rostro y lo besó, fue una sensación tan


placentera.

Sabia malditamente bien, es como si en la vida jamás sentiría algo


igual a esto.

Mordió el labio del menor y sin que este lo esperase lo subió sus
brazos a lo que recibió una respuesta en segundos, Kyungsoo abajo
de su trasero pudo sentir la fuerte erección restregándose en él.

—Ah-h.

Lo sentó sobre el desayunador y le quitó la camiseta de botones con


agilidad, besando su cuello y bajando hasta llegar a sus pezones.
Se detuvo y regresó toda su atención hacia un Kyungsoo con el
pecho acelerado, respirando entrecortado con el cuello hacia atrás.

La octava maravilla, su octava maravilla. Estaba a punto de bajar la


tela que cubría la pequeña montaña atrapada entre sus piernas,
JongIn mordió su labio pícaro e impaciente por jugar.

— ¿JongIn? —se escuchó decir desde la puerta.

Kyungsoo de inmediato lo empujó y se escondió debajo del


desayunador que permitía cubrir más arriba de la cintura.

— ¿Ji Nae? —cuestionó sobresaltado.

—Perdón por interrumpir así en tu casa pero la puerta estaba sin


llave y pues solamente pase para ver si estabas bien o necesitabas
algo, tú sabes, cualquier cosa. —dijo, el menor frunció el ceño y con
su mano cubrió el miembro de JongIn.

—A-ah, ¿cualquier cosa? —elevó las cejas, Kyungsoo se arrodilló


haciendo el menor ruido posible y sacó su miembro del pantalón.

—Debes sentirte muy solo desde hace tiempo, sé lo que se siente.


Ser padres solteros a veces nos hace parecer que no necesitamos
más acción. ¿Sabes a lo que me refiero cierto?
JongIn tragó saliva y cerró fuerte los ojos al sentir la lengua
húmeda de Kyungsoo en la punta de su pene erecto.

—Tienes razón, suele suceder. —logró decir entrecortado.

— ¿Estás bien? —preguntó la mujer mientras desabrochaba un


botón de su camisa transparente.

— ¡Detente! —pidió jadeante ante los continuos toques sutiles que


Kyungsoo le daba.

— ¡Pero no me grites! —exclamó la mujer asustada.

Kyungsoo se detuvo y tapó su boca para evitar soltar una carcajada.

—No te lo decía a... —frunció los labios y suspiró—. Lo siento, ¿que


decías?

—Olvídalo, nos vemos otro día.

La mujer tenía las mejillas rojas de lo avergonzada que se sentía


ante el rechazo de su vecino, tal vez este no había sido su día. Pero
algún día lo tendría.
Kyungsoo se puso de pie y se cruzó de brazos. — ¿Esperabas a
alguien más?

—No es lo que piensas.

— ¿Cómo sabes lo que estoy pensando?

Bajo la mirada hacia su pene aún erecto y con unas gotitas pequeñas
de semen en la punta. — ¿Piensas dejarme así?

Kyungsoo lo miró a los ojos y luego con una sonrisa bajo la mirada.

—No lo sé, ¿quieres que lo haga?

—Ni se te ocurra. —colocó ambas manos sobre su rostro


atrayéndolo a él y depositando besos desde su frente hasta llegar a
su boca— ¿Subimos?

[...]

Ji Seo se aferró a la mochila azul que colgaba en sus hombros, su


mirada se perdió entre las pinturas que estaban puestas en lo alto
de las paredes del museo.
— ¿Puedo saber que es lo que quieres? Nos vimos hace una dos
horas.

—Tengo noticias que creo te van a interesar.

— ¿Ahora que?

—Es sobre la muerte de tu madre. —dijo el hombre con la voz


ronca.

Ji Seo sintió como la piel se le puso de gallina, no le gustaba


recordar ese momento y tenía en claro que ya era pasado. —Te dije
que no quería saber nada eso, no me gusta hablar del tema.

— ¿Qué pasa si te digo que no solo fue un intento de robo fallido?


¿Qué pasa si te digo que fue algo que alguien planeó?

— ¿De que estás hablando? Han pasado dos años Ling.

—Nada de eso, tengo pruebas, pruebas que recibí hace una hora.
¿Quieres saber de que me enteré?

— ¿Qué?
—Creo que tu papi adoptivo tiene algo que ver y no es tan inocente
como lo parece.

—Estás mintiendo.

Ling sacó de su mochila unos papeles dentro de un sobre naranja.

—Léelos, espero tu llamada.

Ji Seo frunció el ceño y tomó el sobre, las posibilidades, los


pensamientos comenzaron a acumularse dentro de su cabeza. Y una
cosa podía jurar, que si JongIn terminaba siendo culpable él mismo
lo mataría con sus manos.

Así vengaría la muerta de la persona que más amo en el mundo, a su


madre.
VII

La risa tierna pero traviesa lograba inundar el pequeño espacio de


las escaleras, el menor mantenía sus piernas enrolladas en la cintura
de JongIn mientras sus brazos descansaban en el cuello del hombre
y sus manos jugaban traviesas despeinando ese horrible estilo que
traía ese día.

JongIn subía las escaleras mientras lo cargaba en sus brazos,


sintiéndose completamente listo para lo que estuviera a punto de
pasar.

Llegando a su habitación, la gran recámara principal con cama king


size apretó los glúteos del joven y con brusquedad lo lanzó a la
cama.

— ¿Así que te gusta jugar conmigo? —sonrió de lado mientras


desabotonaba su camisa manga larga— ¿Te gusta ser malo? Veamos
si lo sigues siendo conmigo, justo aquí.

Sus manos comenzaron a correr el cinturón del pantalón hasta


dejarlo caer al suelo y se acercó hasta él.

— ¿Por qué sigues con el bóxer? —murmuró el menor pasando su


mano sobre el ya apretado bulto que escondía el bóxer color azul—
¿Está siendo malo conmigo en estos momentos?
—Hoy lo seré contigo por mucho tiempo pequeño. —susurró con
suavidad en su oreja, sus manos se deslizaron suavemente por la
cara de Kyungsoo, con delicadeza metió el pulgar a su boca y al
instante este comenzó a succionarlo, pasaba su lengua juguetona
por la yema del dedo y cuando lo sacó le regaló una brillante sonrisa.

—No sabes cuánto amo que hagas eso.

— ¿Chupar?

—No. Que sonrías.

Lo empujó de nuevo y se sentó a la orilla de la cama mientras le


ayudaba a quitar su ropa, acomodo su erecto pene que palpitaba
deseoso de embestir a ese dulce niño que sonreía con picardía.

—Tardas demasiado. —se quejó y JongIn solo pudo soltar una


pequeña risa.

—Entonces ayúdame.

—Lo haré en todas las formas posibles.


JongIn mordió su labio inferior ocultando una sonrisa traviesa, sus
manos hábiles bajaron por completo su bóxer quedando justo como
había venido al mundo; al desnudo.

El pulgar de Kyungsoo jugaba con la cabeza del pene del mayor, este
cerró los ojos al sentir nuevamente ese tacto, lo estaba haciendo
sentir tanto ardor en el pecho. Sus ojos se encontraron por
segundos, él era bastante parecido a esos cuadros que cuelgan en
las grandes e importantes galerías de arte, puedes apreciarlo y con
el solo hecho de verlo unos segundos puedes quedarte sin palabras,
la octava maravilla en el mundo, para JongIn la primera.

— ¿Dónde habías estado toda mi vida?

Kyungsoo hundió su nariz en el cuello del mayor mientras este se


acercaba a él tomando posición arriba de su delgado cuerpo, aspiró
el aroma embriagante del perfume que utilizaba.

JongIn no paraba de pensar si debía ser brusco o no con él, si el


chico con cara angelical que estaba gimiendo debajo suyo era
virgen, o ya no.

—No lo piense mucho, estoy bien, estaré bien.

No es vírgen, mordió su labio inferior y frunció el ceño al


imaginarse al idiota del que le arrebató la virginidad a tal maravilla.
—No lo estoy pensando mucho. —mintió acomodando un mechón del
cabello del menor— Lo estoy disfrutando.

Continuo moviéndose encima de Kyungsoo haciendo que sus penes se


rozaran constantemente, su boca se mantenía unida con aquellos
preciosos labios con sabor a cereza debido a tanto comer lollipop de
ese sabor.

—Hágalo ya no aguanto más, no se preocupe por el dolor. Yo ya no


soy...

No dejó que terminara la oración y le dio un beso corto para


después mirarlo fijamente a los ojos, recordaría este momento toda
su maldita existencia y eso lo hacía feliz.

Se quitó de encima y lo jaló del brazo con fuerza para darle la


vuelta y dejar a la vista esa bonito trasero redondo y blanco, no
pudo evitar darle una fuerte palmada que resonó en la habitación.
Ninguno de los dos podía contenerse más, con un movimiento firme
tomó las caderas de KyungSoo y las pegó contra él.

El menor elevó un poco su trasero para lograr desplazar sus manos


hacia su pene y acariciarlo desde abajo, logrando masturbarse y
jugar con el vello que desciende desde su ombligo hasta sus partes
íntimas, cada segundo de espera dolía en su parte íntima que
punzaba con ardor, trago en seco, había una vena sobresaliente
palpitante sobre su pene que incitaba a ser lamida por todo lo largo,
la sensación de las manos de JongIn dándole golpes en sus glúteos
hicieron que se sonrojará un poco.

— ¿Por qué tarda tanto en..? —su boca dejó de pronunciar palabras
y en lugar de ellas, soltó un gran quejido al sentir como el miembro
entró de golpe en él.

Comenzó a empujar una y otra vez, su cuerpo se estremecía


arqueando la espalda, tenía su respiración entrecortada y sus ojos
abiertos de par en par, quería estar presente por completo en este
momento.

No pensó jamás que esto sería tan malditamente placentero,


recuerda haberse masturbado un par de veces con el simple
pensamiento de tener las manos de JongIn en su pene,
imaginándose cómo serían las expresiones de su perfecto rostro a
punto de alcanzar un orgasmo, el sexo con JongIn se sentía
fantástico, ahora todos aquellos pensamientos se habían hecho
realidad y estaba completamente agradecido con quién fuese
encargado del destino, al ponerlo en su camino.

Quería que fuese solo él y solamente él.

JongIn continuaba con su ardua labor, metiendo y sacando su


miembro sin parar, los gemidos del muchacho estaban siendo
contenidos por el mismo.
— ¿Por qué muerdes tus labios? —se detuvo inclinándose hacia él,
con su mano derecha tocó el rostro del muchacho con suavidad—
¿No me dejarás escuchar esa voz tan angelical gimiendo?

Kyungsoo cerró los ojos con fuerza y dejó de morder su labio


inferior.

—Eso es. —su dedo pulgar tocó el labio rojo y palpitante por la
fuerza que habían puesto sobre el al ser mordido—Date la vuelta y
abre las piernas.

Las sensación de ser penetrado por un hombre tan perfecto eran


tan placentero e indescriptible, KyungSoo no quería gemir alto, pero
sabía que no podría resistirlo por más tiempo hasta que por fin no
pudo soportarlo más y dejó salir todo lo que habían estado
reteniendo.

—Ah-h...— un simple gemido corto pero ronco, permitiría que


JongIn pudiese masturbarse con tan solo recordarlo en los
próximos días.

Ninguno de los dos quería que este encuentro terminará, pero


parecía que todas sus fuerzas estaban siendo consumidas a prisa.
Kyungsoo puso su mano en el pecho de JongIn haciendo que este se
detuviera.

— ¿Qué haces?

—Cállate y dame tu pene.

JongIn se tiró una pequeña carcajada ronca, tenía el cabello


alborotado, gotitas de sudor en su frente y unas que recorrían su
definido abdomen, obedeció a la orden del chico y se apoyó sobre el
respaldo de la cama dejando su miembro libre de ser manipulado al
gusto.

KyungSoo deslizó los dedos hasta solo tocar la punta y la acarició


haciendo círculos con solamente un dedo, sus miradas chocaron por
unos cortos segundos, se inclinó un poco haciendo que su lengua
recorriera toda la extensión desde los testículos hasta la punta
rosada, JongIn contrajo su abdomen y arqueando la espalda soltó un
pequeño gemido de placer, todo eso por solo una pequeña y ligera
lamida.

El menor envolvió el glande entre sus labios un instante antes de


comenzar a bajar y meter todo el miembro poco a poco dentro de su
boca, lo toma todo, estaba feliz de escucharlo retorciéndose de
placer y saber cómo se mantenía apuñando las sábanas entre sus
manos. Su boca succionaba constantemente de arriba abajo, aflojó
la mandíbula por un instante, JongIn lo tomó del pelo y lo jaló hacia
él uniendo sus bocas, con sus lenguas enredadas y uno que otro
mordisco.

—Quiero tenerte otra vez.

—Aquí me tienes para siempre.

Retomaron la posición anterior, las embestidas fueron cada vez


subiendo y subiendo de nivel, ambos sabían que el orgasmo estaba
pronto a llegar, KyungSoo seguía gimiendo en alto una, otra y otra
vez ya sin miedo de quién pudiese estar escuchando, lo que a JongIn
lo hacía sentir enloquecer y no podía parar de introducir y sacar su
pene en él, el orgasmo ahora estaba tan cerca que curvo su espalda
un poco.

—Me fascinas.

El orgasmo finalmente llegó para ambos, los dos se sentían plenos,


habían conseguido al fin lo que tanto habían deseado en secreto.

Se sentían agotados, pero con el mismo deseo de repetir lo que


apenas habían iniciado.

[...]
— ¿Él está aquí no es cierto?

La mujer lo miraba aterrorizada.

—N-no. Ya déjanos en paz, ¡no tienes derecho de meterte en


nuestras vidas, ya no más!

El hombre tenía un aspecto horrible. Barba larga, un cigarrillo entre


los dedos, parecía que no se había duchado en dos días y una gorra
en la cabeza que cubría las cicatrices en su frente.

—Ji Nae sigues tan bonita como siempre. Escuché que tu marido
murió hace unos años atrás, lo siento mucho.

—No te atrevas a mencionarlo, él fue el doble de hombre de lo que


eres. Incluso más.

—Pero no te dejó nada. —se tiró una carcajada— En cambio, yo te


dejé un hijo.

La mujer tragó saliva.

—Kyungsoo no es tu hijo. ¡Ningún verdadero padre haría lo que tú


hiciste con él!
— ¿No? —alzó una ceja—. Ya veremos si no lo es. Además debes
saber que lo pasado es pasado, he cambiado.

— ¡Vete o llamo a la policía!

El hombre tiró el cigarro a los pies de la mujer. —Has lo que quieras


perra loca, que no me interesa nada que tenga que ver contigo. Solo
una cosa te diré, me llevaré a mi hijo porque es mío. A las buenas o
a las malas, tú sabes de lo que soy capaz de hacer así que no me
hagas enojar.

La mujer soltó una lágrima, y su garganta atacó con unos deseos de


vomitar al recordar la escena tan asquerosa que había pasado hace
unos años, cuando Kyungsoo era aún un pequeño.

— ¿Sigue siendo tan bonito como recuerdo que lo era? —dijo en voz
ronca el hombre, mirándola seriamente— ¿sigue siendo así de
suave?

—Eres un asco. No te acercarás a él, no le hablarás ni siquiera


podrás verlo otra vez, vete y nunca vuelvas.

Cerró la puerta con fuerza y corrió al baño de su cuarto, en el


gabinete sacó unas pastillas y se tomó cuatro de golpe.
Era una madre terrible, no pudo protegerlo cuando era pequeño y
ahora, tampoco podría hacerlo. Porque el miedo seguía
apoderándose de ella cada vez que un recuerdo de él y de lo que
hizo venía a su cabeza.
VII (2)

Sus pequeños ojitos se abrieron, sentía que había sido golpeado


hasta que cada parte de su cuerpo doliese con tan solo pensar en
moverse.

Tenía los ojos vidriosos, la boca reseca y el pelo alborotado, su ropa


estaba mal puesta y sus manos contenían pequeños rasguños que él
mismo se había dado al intentar detener lo que le había hecho tanto
daño.

Realmente sentía mucho dolor y no entendía porque le habían hecho


esto a él. Definitivamente era un juego que no quería jugar nunca
más en toda su vida.

—¿Pero que te han hecho mi vida? —la mujer había estado llorando
por dos largas horas suplicándole a su esposo que dejara a su hijo
en paz, pero no pudo hacer nada al respecto.

Su ojo tenía un gran moretón color morado y combinado con un azul


que al cabo de unos días terminaría siendo verde, sus manos
también estaban llenas de moretones y rasguños.

Kyungsoo frunció el ceño y lo único que pudo hacer fue decir una
palabra.
—Duele. —dijo débil, una lágrima bajo del lado de su mejilla
derecha.

—Lo sé mi amor, descuida mami te va a proteger. No dejaré que


nadie te haga daño de nuevo, así me toque dar mi vida por eso.

El hombre se encontraba tirado en el sofá, ebrio y con un polvito


blanco que salía de su nariz. En su camiseta tenía un fardo de dinero
que había obtenido del trato llevado acabo con un señor
aparentemente perteneciente a una importante mafia.

—Shhh. —susurró la mujer— Mami necesita que te quedes callado


un ratito, mientras busca sus cosas para irnos. ¿Puedes hacer eso
mi pequeño?

El niño con la poca fuerza que le quedaba asintió. Ji Nae le dio una
sonrisa rápida y se escurrió por la sala para llegar hasta la
habitación dónde su esposo la había mantenido encerrada por un día
y medio, sin comida, sin bebida, sin poder defender a su hijo de tal
monstruo con el que había pasado tantas cosas.

Sacó lo más necesario de las gavetas superiores y un dinero que


había estado guardando debajo del piso de madera, este plan de
escape lo tenía desde hace un año y medio, desde que su esposo
cambió por completo al entrar en un mundo del que pocas personas
pueden salir, el mundo de las drogas.
— ¿A dónde crees que vas? —se escuchó una voz ronca, la mujer
soltó la maleta que tenía en mano y palideció por completo.

—Y-Yo... —tartamudeó.

— ¿Estás pensando en dejarme? —soltó una risa burlona—. Eres una


maldita perra malagradecida, ¿lo sabías mi amor?

— ¡Tú eres una basura de persona y de padre, un hijo de puta! —


gritó con furia, el hombre enojado se acercó a ella y la tomó de la
boca con fuerza.

—Cuidado con las cosas que salen de tu boca mi amor, algún día
podrían matarte.

—No me pongas tus sucias manos en mi cara, eres un asco.

—Un asco que nos saca de las deudas.

La mujer apartó la mano de su esposo de golpe.

—Vendiendo a tu hijo a otros hombres para que ellos puedan... —su


voz sé quebró y las lágrimas empezaron a salir sin parar.
—Oye, oye. —sonrió— No es mi culpa que nos saliera un hijo tan
bonito, ¿quién no quisiera pagar por él?

—Hijo de puta.

Un solo golpe directo a la cara, la mujer cayó al suelo,

— ¿Mami ya vamos? —Kyungsoo tenía la cara pálida y apenas podía


mantenerse en pie, cerró los ojos con fuerza y dio un grito al ver
como su mamá se encontraba inconsciente en el suelo.

—No, no, no. No llores mi pequeño, papi tiene una sorpresa especial
para ti. Un amigo vendrá con muchos juguetes para ti, ¿no es eso
genial? —sus manos se colocaron sobre el rostro del pequeño y
secaron las lágrimas— todo estará bien, papi está aquí. Papi está
aquí contigo y para siempre.

...

Su corazón latía con fuerza mientras de un empujón se sentó en la


cama, tenía la frente sudada y en cualquier momento su corazón
abandonaría su pecho.

Algo no estaba bien, podía sentirlo.


— ¿Qué pasó? —preguntó JongIn dándose la vuelta y colocando su
mano sobre la de Kyungsoo— ¿Estás bien?

—S-solo fue una pesadilla, estoy bien.

Ya habían pasado dos semanas y media desde la primera vez que


Kyungsoo y JongIn habían estado juntos, con Ji Seo ocupado en
reuniones con sus "amigos" y la siempre falta de presencia de Ji
Nae, ahora era mucho más fácil para ambos estar juntos.

— ¿Seguro que estás bien? —lo miró fijamente y alzó las cejas—
Puedes decírmelo, puedes decirme cualquier cosa que te moleste o
preocupe, estoy aquí para ti.

Kyungsoo por primera vez sentía como esas palabras hacían sentirlo
tan bien, tan seguro, tan protegido. Esas palabras que hace mucho
tiempo no había escuchado para él.

—Lo sé. Gracias. —se acercó a él y le dio un beso con delicadeza.

— ¿Por qué no descansas otro rato? Iré a preparar un bocadillo. —


dijo y acto seguido se puso de pie

— ¿Estás intentando impresionarme?


JongIn sonrió. — Algo así.

—Bien, está bien. Espero que seas tan bueno cocinando así como lo
eres para moverte.

JongIn se sorprendió del comentario pero solo se puso a reír y


negar con la cabeza.— ¿Bromeas? ¡Soy un experto en la cocina!

Kyungsoo rodó los ojos y se acostó.

— ¿Vas a pedir algo verdad?

— ¡Listo en menos de treinta minutos!

—Lo sabía.

JongIn abandonó la habitación dejando una sonrisa en el rostro del


menor, pero eso no quitaba el horrible sabor que tenía en su boca al
recordar esos días, al recordar todo lo que había pasado, todos sus
recuerdos después de once largos años, aún seguían ahí, como si
solo hubiesen sido ayer.
VIII

— ¿Quieres fuego?

—Por supuesto, ¿Quieres fumarte uno para el gusto? —alzó una


ceja y le ofreció el porrito doblado con su mano derecha.

Ji Seo lo miró y negó con la cabeza.

—No gracias, tengo que llegar a casa. temprano. Además de que el


olor se quedará en mi boca por mucho tiempo, así estoy bien.

—Marica.

Ling continuaba afilando el cuchillo en un pedazo de piedra rocosa


que había en el patio de esa horrible casa abandonada. Parecía
mentira que hace unos años atrás tenía acumulado en banco una
cantidad que sobrepasaba los tres millones de dólares, y ahora aquí
estaba, mendigando con un chico de dieciséis años que tenía una
mente enfermiza trastornada con un desorden bipolar.

Suspiró hondo de su puro dejándose librar por el estrés acumulado


en todo su cuerpo, quería recordar los buenos tiempos, aquellos
buenos tiempos dónde podía tener lo que quisiera o a quien quisiera.
— ¿Cómo vas planeando el trabajo de secuestro? Dudo que tu padre
deje solo a ese chico por más de una hora según lo que me dices. No
lo deja ni respirar.

Ji Seo ladeó el gesto. —No exageres. Claro que lo deja respira, al


menos cuando yo estoy cerca.

—Tan inesperado. —se burló el hombre.

—Kyungsoo siente algo por mi, lo sé. El problema es que no quiere


admitirlo por mi padre, pero eso pronto no será ningún problema.

—Cada vez que hablas de ese muchacho me da curiosidad por


conocerlo. ¿Cómo es él? ¿Qué tal esta? ¿Está bueno?

— ¿Está bueno? —frunció el ceño— Eres asqueroso.

Ling tiró el puro y se tiró una carcajada.

— ¿Y qué esperas? ¡Soy un hombre hecho y derecho! —sus brazos


se tiraron hacia atrás permitiendo a su cabeza reposar sobre
ellos— No soy como tú, seguro te has masturbado pensando en cómo
sería besarlo o tenerlo tan cerca de ti. Estoy completamente
seguro que te excitas solo con ver un poco de su piel.
—Basta.

— ¡Chiquillo virgen!

—Cállate o te juro que... —no pudo terminar la oración cuando el


hombre musculoso estaba frente a él apretando su cuello, con
fuerza pero dejando de ser brusco.

— ¿Me juras que enano? ¿Matarme?

Ji Seo cerró los ojos con fuerza y apartó con dificultad la mirada.

—Es lo que creí. —el hombre soltó su agarre y poco a poco su


respiración agitada regresó a la normalidad.

— ¿Quieres que te deje cerca de casa? Pronto va a llover y


pescarás un resfriado.

Ji Seo no quería aceptar su oferta, pero tenía razón, no debía estar


enfermo estas próximas semanas que faltaban para llevar adelante
el plan que tenía diseñado para escapar, robar parte del dinero de
JongIn y llevarse a Kyungsoo con él. Todo debía salir a la
perfección.
— ¿Nos vamos? —cuestionó dándose la vuelta de inmediato a la
puerta más cercana.

—Después de ti princesa.

Mordió fuertemente su labio inferior para evitar soltar una que


otra grosería y terminar de hacer más tenso el ambiente, subió a la
parte trasera de la moto y se agarró de los lados.

Era obvio para él que Kyungsoo y su padrastro habían estado


teniendo sexo estas últimas semanas que habían pasado, mientras él
solo se limitaba a guardar silencio y dibujar en su habitación.
Ninguno de los dos sabía que estaba ahí, escuchando todo,
absolutamente todo y lentamente esos gemidos lo mataban.

Kyungsoo tenía una voz angelical, y Dios sabe que cualquier persona
que tenga un par de oídos estaría más que fascinado al escuchar esa
dulce melodía brotar desde el fondo de la garganta de su amigo y
salir por esos simétricos labios tono rosa que lo volvían loco.

—Llegamos justo antes de la medianoche cenicienta. —bromeó el


hombre de nuevo.

Ji Seo sonrió y se cruzó la calle, no sin antes mirarlo y decir:


—Lastima que en lugar de lagartijas en el carruaje me tocó un cerdo
apestoso.

— ¡Ven aquí mocoso! —se levantó de la motocicleta, sin importarle


quien estuviera cerca y comenzó a caminar hacia Ji Seo—. Hoy si
voy a...

— ¿Seo? —dijo una voz detrás de él. Ling no tuvo más remedio que
soltarlo y actuar con toda la naturalidad que tenía en su cuerpo.

— ¡Kyungsoo! —soltó con emoción.

Así que la persona tras él era ese chico del que pasaba hablando día
y noche, por fin iba a conocerlo y podría decir si valía la pena o no.

— ¿Qué haces aquí a esta hora? Pensé que te quedarías en casa de


unos amigos, al menos tu papá eso fue lo que me dijo.

—Ah, estabas con mi papá.

—N-no, solo fui a preguntar por ti.

—Si claro.
Ling se volteó y pellizco sutilmente a Ji Seo para que dejara de ser
tan evidente con los celos.

Sus ojos se toparon con los ojos de Kyungsoo y vaya sorpresa,


definitivamente era el chico más lindo que había visto hace
muchísimo tiempo, sus ojos, su voz y sus labios, al primer instante
quedó fascinado, ahora entendía la obsesión de su pequeño juguete.

—Bueno yo los dejo, regresaré a casa con mi hermano menor que su


amigo, dónde tú sabes, se iba a quedar y todo eso.

Ji Seo pellizco a Ling.

— ¿Usted quién es?

—Mi nombre americano es Johnny, pero puedes llamarme Ling. Es un


gusto. —extendió su mano para estrecharla con el muchacho.

—Kyungsoo, un placer conocer a los amigos de mi amigo. —acepto la


mano y la estrechó con un pequeño apretón, Ling frunció el ceño,
Kyungsoo tenía una piel suave, muy suave.

Lo observó detenidamente, estaba seguro que lo había visto antes


en algún lugar, pero no estaba seguro dónde.
— ¿Nos hemos visto antes? Puedo jurar que tus ojos se me hacen
tan familiares.

—Yo no...

— ¿Seo? ¿Kyungsoo? —se escuchó la voz de JongIn— ¿Qué hacen a


esta hora de la noche aquí con este hombre?

En pocas palabras la pregunta de Kim JongIn era: «Kyungsoo, ¿que


diablos haces con otro hombre tan cerca tuyo preguntado si ya se
conocían? Deberías irte a casa ya». O algo así.

—Ling solo vino a dejar a Ji Seo, es el hermano mayor del amigo


donde se iba a quedar. —contestó de inmediato.

A Ji Seo le enfermaba esta escena de celos controladores, más si


era por parte de su padre a la persona que le gusta.

—¿Podemos entrar? Me siento cansado.

—Claro, pero primero iré a dejar a Kyungsoo a la puerta de su casa.

Ji Seo abrió los ojos un poco mirando a Ling.


—Oh no se preocupe yo lo puedo acompañar, así aprovecho y
termino de presentarme. —comentó de inmediato.

JongIn no estaba feliz, para nada feliz. Había algo raro en ese
sujeto que no le gustaba para nada, le daba mala espina.

Al parecer había desarrollado ese sexto sentido de las mujeres al


ser por tanto tiempo mamá y papá para Ji Seo.

—Yo estoy de acuerdo con eso, buenas noches. —Kyungsoo sonrió y


se despidió con una ligera reverencia mientras el hombre se dispuso
a posicionarse a su lado y terminar la conversación que tenía
pendiente con él.

— ¿Estas seguro que no nos hemos visto antes? —Soo alzó una ceja
y negó con la cabeza dos veces—. Tu cara me resulta tan familiar
que me da escalofríos.

—No lo sé.

—Está bien fue un gusto. Espero verte otra vez pronto.

—Es muy amable de su parte gracias, feliz noche. —dijo y abrió la


puerta para entrar a casa, estaba exhausto y quería después de un
largo día, solo llegar a dormir.
La puerta se cerró y Ling tenía aún esa inquietud dentro de él.
¡Maldita sea! Comenzó a andar hasta regresar a la motocicleta,
introdujo las llaves nuevamente y encendió el motor.

—Veo que te sigue gustando lo bueno, no has cambiado en nada.

Ling dejó su mano pegada al acelerador, podía reconocer esa voz en


cualquier lugar del mundo; y no era algo de lo que estaría orgulloso,
o feliz.

—Maldito y condenado seas malnacido.

—Bueno, no esperaba rosas o chocolates para el día en que volvería


a verte. Pero aquí estás dejando a mi hijo en la puerta, ¿no es un
mundo demasiado pequeño?

—Choi.

—Eso es, ya vamos avanzando con las formalidades. Me gusta.

— ¿Por qué tengo que encontrarte justamente aquí y justamente


hoy?
—Es lo que yo digo. —metió ambas manos a sus bolsillos— ¿Vienes
por más de mi hijo?

Ling tragó saliva, ahora recordaba de dónde lo conocía. Él era el


culpable de la mayor parte del sufrimiento qué Kyungsoo pasó
durante su infancia.

— ¿Está muy bonito no? —susurró Choi mientras se acercaba a él—


Bien formado.

—Déjame en paz. Tengo planes que terminar.

—Oh si, te vi—comentó burlón—, con el hijo del vecino, el niño al


que tú y yo dejamos sin madre. ¿Lo recuerdas? Estás muy cerca de
él. ¿Remordimiento tal vez o es algo más? Según veo, le has
montado toda un teatro falso engañándolo por completo, ¿no lo sabe
verdad?

— ¡Te dije que cierres la puta boca!

—Cuidado, me llegas a tocar un pelo y estás acabado.

Ling bufó y tronó su cuello, si Choi estaba así de tranquilo y


entablado una conversación por tanto tiempo, solo podía estar
seguro de dos cosas, la primera es que tenía un truco bajo la manga
y la segunda es que le pediría su ayuda para completarlo.

—Verás, no estoy en mis mejores momentos como podrás notarlo.


Pero mi hijo sí y lo quiero de regreso.

— ¿Qué tiene que ver eso conmigo?

—Tú me lo darás.

— ¿Y si no qué pasa?

Choi sonrió. —Te hundirás y será junto a ese chico que te gusta
pero estoy seguro que jamás vas a admitir, Kim Ji Seo.
IX

Sus ojos se abrieron con dificultad, sentía que todo su cuerpo


estaba en un estado de parálisis y no hablar de la alta temperatura
que tenía.

— ¿Cariño ya tomaste la pastilla de las nueve? —preguntó su abuela


con preocupación, tocó la cabeza prendida en llamas— Esto no está
bien, sigues con fiebre. Tendremos que llevarte al hospital.

— ¿Tendremos? —cuestionó, no sabía si su abuela se estaba


refiriendo a JongIn, si fuese el caso, estaría más que feliz de estar
a su lado aunque sea en momentos como el que estaba pasando.

—Sí, tu madre, tu abuelo y yo. Tu familia.

El chico apartó la mirada y la fijó en las puntas de sus pies que


sobresalían de las sábanas.

—¿Desde cuando le importo a mi madre?

Su abuela rodó los ojos y le puso una toalla helada en la cabeza para
intentar bajar la temperatura.

— ¿Quién crees que condujo toda la noche buscando una farmacia


abierta para comprarte las medicinas? —le dio un beso en la
mejilla— Las personas cariño, son impredecibles, nunca creas que
conoces todo sobre alguien o vas a terminar lastimado.

Su abuela tenía razón. Pero JongIn no sería el caso, estaba


completamente seguro de que lo conocía a la perfección, sabía todo
lo que era y todo lo que había sido.

No tendría porque salir lastimado con él.

— ¡Mujer el desayuno! —gritó el viejo desde abajo.

—Abuela. —murmuró— ¿Por qué dejas que el abuelo te exija tanto


como lo está haciendo ahora?

Su abuela rió un poco.

— ¿Por el desayuno? ¡No querido no me lo está pidiendo! Me está


avisando que ya está listo. Por eso me casé con él, porque es un
amor recíproco y verdadero.

Kyungsoo sonrió de lado.

—Quisiera encontrar algo parecido.


—Lo harás cariño, lo harás. —le dio otro beso en la mejilla—Ahora
trata de descansar.

—Lo haré. Gracias abuela, te amo.

—Yo a ti mi amor.

La puerta se abrió y al segundo se cerró, no podía dejar de pensar


en que estaría haciendo JongIn. ¿Por qué no lo ha llamado? Debe
estar muy ocupado para ponerle atención.

¡La siguiente señorita es Cherryl señores! Anunció el hombre por los


parlantes.

JongIn desvió la mirada hacia la pista que estaba en medio del


lugar, decorada con luces color neón y un tubo largo y grueso en el
medio, frunció los labios y bebió de su vaso.

—¿No le gusta el show de esta noche señor Kim? —preguntó el


hombre sentado a su lado— Cherryl es la mujer más preciosa de
este lugar, sus senos son enormes y tiene un trasero que dejaría
poner en mi cara toda la noche.

Los cuatro hombres se rieron, menos él.


— ¿Te pasa algo? —preguntó el otro hombre, este estaba al otro
lado de la mesa con un cigarrillo en sus dedos.

Ni un mensaje, ni una llamada. Nada. Absolutamente nada. La noche


anterior, justamente esa noche en que ese hombre que no conocía lo
acompañó hasta la puerta de su casa, esa noche las cosas habían
cambiado —según él—, no lo ha contactado desde entonces.

¿Ya no quiere nada con él?

El mero hecho de que ese pensamiento rondara por su cabeza lo


hacía desconectarse de todo lo demás.

Sus amigos y uno que otro compañero de trabajo, estaban


constantemente embriagandose y desperdiciando dinero en ese
burdel tan aburrido, solamente podía tener su cabeza en un solo
lugar, en su cama con Kyungsoo.

¡Y con ustedes señores, la preciosa Cherryl!

Los silbidos y gritos inundaron el lugar, todos parecían salvajes e


inmaduros al decir cosas obscenas, solo quería irse.

Se puso de pie y tomó su abrigo.


— Solo mírala antes de irte, no te vas a arrepentir.

Puso los ojos en blanco y asintió, ¿que más daba si solo miraba por
un segundo? No es que se quedaría el resto de la noche por ella. No
él.

Su cuerpo giró un poco, y sus ojos regresaron nuevamente a la pista


ahora ocupada por una mujer que daba giros en el gran tubo
metálico, suspiró un poco y sus ojos se hicieron más grande al ver el
rostro de la mujer.

— ¡Oh mierda! —dijo exaltado, sus amigos se pusieron a reír.

—Te dije que era una preciosura.

No podía creer lo que estaba viendo, no podía dejar de ver, era


totalmente extraño. La mujer terminó de dar la última vuelta y
girándose hacia su público chocó la mirada con la de JongIn.

Es la mamá d-de Kyungsoo. —pensó para sus adentros.

Ji Nae al instante salió corriendo de la pista, dejando a todos


mirándose unos a otros preguntándose qué había ocurrido.
—Ya regreso.

— ¡Ve con todo tigre!

JongIn frunció el ceño pensando en las cosas asquerosas que


pasaban por la mente de sus compañeros pero no dejaría que eso lo
desconcentrase de lo que estaba por hacer: indagar; se suponía que
ella viajaba largos días para hacer negocios, que no se dedicaba a
esto. Podía ser lo que ella quisiera pero al fin del día era la mamá de
la persona que ama, y no podía permitirse simplemente dejarlo
pasar.

— ¡Ji Nae! —dijo alzando la voz, el ruido de la música era


insoportable. Sin mencionar las constantes manos sobre él
invitándolo a jugar un rato— ¡Tengo que hablar contigo!

—No tengo nada que hablar contigo, por favor vete. —respondió la
mujer.

Apresuró el paso y la agarró del hombro justo a tiempo antes de


escapar dentro del cuarto donde estaban las demás mujeres
arreglándose.

— ¿Puedes dejarme hablar?


La mujer agachó la mirada avergonzada, esto no era lo que ella
quería, no lo era ni por cerca, pero necesitaba el dinero.

— ¿Qué quieres?

— ¿Por qué estás así? —alzó una ceja y la miró de arriba para bajo,
se quitó su saco y se lo puso encima sin siquiera preguntarle— ¿Te
despidieron o algo por el estilo? Yo puedo ayudarte si quieres
conseguir otro trabajo, uno mejor.

—Renuncié, necesito conseguir mucho dinero y rápido. —susurró


mirando para todos lados— Solo no digas nada por favor.

— ¿Dinero rápido? —frunció el ceño—. Yo podía prestarte la


cantidad que necesitaras Ji Nae, sin verte en la necesidad de hacer
estas cosas.

—No lo entiendes, después no podría regresarte el dinero porque no


volveré nunca más por estos lados.

— ¿Te vas? —tragó saliva, pensó en el dolor que Kyungsoo tendría al


saber que su madre también lo abandonó— ¿Lo dejarás?

— ¿Qué? —frunció el ceño y negó con la cabeza— ¡No! Lo llevaré


conmigo, nos iremos de esta ciudad para siempre.
Para siempre.

Esa noticia lo dejó sin palabras, congelado y muy, muy asustado.

— ¿T-te l-lo llevarás lejos? —tosió— ¿p-por qué?

—Quiero por una vez en mi vida protegerlo.

JongIn se rió.

— ¡Pero si jamás has estado en su vida, a ti te importa una mierda lo


que pase con él! ¿Por qué te lo quieres llevar? ¿Por qué ahora?

Ji Nae abrió la boca sorprendida de la actitud de JongIn y quitó la


mano del hombre que estaba empezando a apretarla con fuerza.

— ¿Que mierda sucede contigo? No me estoy llevando a tu hijo ni


nada por el estilo. Es mi maldita decisión, es mío.

— ¡No puedes llevártelo!

—Claro que puedo. —gritó la mujer— ¿Por qué no podría hacerlo?


— ¡Por qué lo amo! —confesó con el semblante furioso, al darse
cuenta lo que había hecho tragó saliva y con el cuerpo temblando
dio un paso hacia atrás. Al fin, lo había admitido.

— ¿Has tocado a mi hijo? —preguntó con un nudo en la garganta.

JongIn no pudo responder, agachó la cabeza y apretó los ojos un


segundo. Ji Nae tenía su quijada temblando, tiró el saco de JongIn
al suelo y le dio una fuerte cachetada.

—No quiero que te acerques a él, ni hoy ni nunca. Considera que


jamás existió en tu vida. Nos iremos, quieras o no.

La mujer sentía un dolor indescriptible en el pecho, definitivamente


era una madre horrible y no podía lidiar con el hecho de que con
facilidad le había abierto las puertas a otro hombre para que se
aprovechara de su hijo, su pecho ardía del dolor. Con una mueca de
dolor regreso a su puesto en el camerino y tomó su celular para
hacer una llamada.

El compañero de JongIn se acercó al señor de rara apariencia y un


sombrero negro anticuado.

—Quiero mi dinero, traje a JongIn tal como me lo pidió.


El hombre sonrió y dejó a la vista la horrible dentadura que tenía.
Levantó su mano y le dio un paquetito doblado de billetes.

—Vete.

Ling mantenía su cabeza mirando para otra dirección, no podía creer


que se había metido en esto otra vez.

— ¿Que quieres lograr? —preguntó después de que el compañero de


trabajo de JongIn se había ido con una sonrisa en el rostro— ¿Cómo
conseguiste tanto dinero?

—Primero amigo mío, son billetes falsos. —se tiró una carcajada—
Segundo, ahora que mi querida ex esposa le dijo a JongIn que
planea llevarse a Kyungsoo tal como lo imagine, ¿crees que él va a
permitir que se lo lleven lejos de?

—No lo sé.

—Estoy seguro que no—respondió con un poco de tos—, lo vi el día


que le hablaste a mi hijo, su postura, el tono de voz, todo apunta a
una cosa.

— ¿Qué? —preguntó Ling.


— ¿Eres tan estúpido que no puedes sacar tus propias conclusiones?
—puso los ojos en blanco— Esta enamorado de mi hijo.

— ¿Dónde aprendiste a planear las cosas de esta forma?

—Una vez que estás en la carcel por tanto tiempo, aprendes algo
nuevo. —tomó de golpe el vaso de vodka que tenía en la mesa del
centro— Y yo amigo, era el maestro.

Ling decidió ya no decir otra palabra, desde lejos observaron a


JongIn como de forma apresurada abandonaba el lugar.

—Qué comience la acción. —prendió un cigarro y lo puso en su boca


que formaba una gran sonrisa de oreja a oreja.
X

El aire acondicionado de la habitación permitía que se mantuviera


relajado con los ojos cerrados y las piernas descansando sobre lo
largo de la cama, JiSeo por lo general disfrutaba mucho de su
soledad, pero este día había sido el más solo en comparación de
todos los demás.

Ni una llamada de Ling, no sabía nada de Kyungsoo, su papá no dejó


ninguna nota y tampoco un mensaje.

¿A dónde habían ido todos?

Se sentó a la orilla de la cama y clavó su mirada sobre los papeles


que Ling le había entregado el día anterior. No sabía con exactitud
cómo es que había olvidado leerlos, si según su compañero de
crímenes eran documentos que contenían información sobre la
muerte de su madre.

Tal vez tenía miedo.

Se suponía que dentro habían pruebas que relacionaban a su


padrastro con la muerte, y eso lo asustaba.

Quería mucho a JongIn pero amaba a su madre y le dolía


inmensamente pensar que alguien tuviese el corazón tan frío para
dejar a un niño sin madre.
Sin prisa regó los documentos por el escritorio y comenzó a
inspeccionar uno por uno con cuidado de detalle. El primer papel
arrugado y sucio tenía algo escrito con lapicero rojo y varios
rayones que resaltaban las palabras:

¿Creíste que habíamos atrapado a todos los culpables de la muerte


de tu madre? Estás equivocado.

Esa letra Ling la había escrito, podía estar seguro de eso. Tiró la
nota al suelo y siguió con la siguiente hoja color caqui.

Tenía unas imágenes impresas que habían sido pegadas con cinta
transparente, las fotografías estaban sucias y parecían haber
estado guardadas por un tiempo.

Podía sentir como su corazón latía con fuerza, sus ojos se


cristalizaron y su quijada temblaba a medida en que leía y veía lo
que contenían esas hojas.

Llegó a el final de la penúltima hoja, el miedo terminó de llenar su


cuerpo por completo, su mano temblaba, no sentía tener el
suficiente valor de tirar la hoja y quedarse con la última.

Suspiró hondo rezando internamente para que no fuese lo que él


estaba pensando. La penúltima página cayó al suelo, dejando a la
vista la última hoja, la que lo hizo sentir como si el mundo se
detuviese y todo absolutamente todo, fuese una vil mentira; su
corazón estaba roto.

—No, no puede ser cierto.

[...]

Las sombras pasaban una tras otra por la ventana del auto que
conducía a alta velocidad, pisó el acelerador con desesperación
haciendo unas maniobras de las cuales él mismo estaría sorprendido
después.

Pero no importaba, nada de eso importaba en estos momentos, lo


único que tenía en mente era Kyungsoo. ¿Cómo es que todo esto
terminó así? ¿Como pudo enredarse de una forma en la que no podía
imaginarse un futuro sin él?

La próxima calle era la última que faltaba para por fin estar en
casa, el sonido de las llantas chillando sobre el pavimento cuando
presionó el freno con fuerza se escuchó por toda la cuadra.

Las luces estaban apagadas, JongIn salió del auto con prisa y
desesperadamente tocó varias veces el timbre; pero nadie
respondió.
¿Abría llegado demasiado tarde?

—No hay nadie en casa. —dijo una voz detrás de él.

JongIn se dio la vuelta de inmediato, frunció el ceño y lo primero


que se le vino a la mente fue preguntar sobre Kyungsoo, ni siquiera
le interesaba quien era él.

— ¿Sabes a dónde fueron?

—No. —respondió y se acercó un poco más— ¿No quieres saber


quién soy?

—Lo siento pero sinceramente no tengo tiempo para esto.

Lo miró con un gesto de cansancio y se dirigió a la otra casa que


tenía en mente; la casa de los abuelos de Soo. No estaba tan lejos,
así que iría a pie y dejaría el auto estacionado.

—Pronto lo sabrás de todas formas. —susurró cuando JongIn ya


estaba lejos de él.

Corrió y pudo ver cómo un pequeño humo salía de nariz ya roja por
el frío de la noche, pudo sentir como su corazón se relajaba y
regresaba a la cantidad de latidos normales por segundo, las luces
de la casa estaban encendidas.

— ¿Señor Kim? —dijo sorprendida la abuela de Soo al ver a su


vecino cansado, sudado y con poco aire para tan siquiera decir una
palabra. JongIn se apoyó en el marco de la puerta y suspiró hondo
recobrando el aire que le faltaba— ¿Se encuentra bien?

— ¿Dónde está?

— ¿Quién es cariño? —el esposo se acercó y posicionó su mano


sobre el hombro de ella— Señor Kim, ¿que lo trae por aquí a estas
horas de la madrugada?

—Kyungsoo. —logró decir, tragó saliva con dificultad— Quiero


hablar con él.

— ¡Claro, adelante! Debe estar muriéndose de frío, no puedo creer


que esté aquí en estos momentos. —dijo la señora Do— Soosie está
arriba hace poco bajo la fiebre que tenía. ¿Quisiera tomar una taza
de café? ¿O, tal vez un té?

JongIn negó con la cabeza frotando sus manos una con la otra para
calentarlas.
—No gracias señora Do, señor Do. Si me disculpan tengo algo muy
importante para decirle a Kyungsoo, con permiso.

—Adelante.

Ahora que estaba tan cerca a pocos segundos, sintió en el pecho una
punzada que logró detenerlo por un segundo nada más. Subió las
escaleras y se dirigió a la habitación con la puerta abierta y con la
débil luz de una lámpara que iluminaba el pasillo.

Ahí debía estar él.

De puntillas entró a la habitación, si él estaba dormido no lo


despertaría. Incluso verlo dormir podía relajarlo por un rato, pero
al ver cómo el joven formó una cálida sonrisa en el rostro cuando
sus miradas se encontraron no le permitió calmarse como tenía en
mente, se emocionó tanto que no aguanto las ganas y se acercó para
darle un gran beso en los labios.

— ¿Estás loco? —lo apartó de golpe y le dio un ligero golpe— Aquí


están mis abuelos podrían venir y verte, no quiero imaginar qué
pasaría si lo descubren.

Oh, pero ya lo habían descubierto, su secreto había sido revelado y


él era culpable. JongIn tomó asiento al lado de Kyungsoo en la cama,
junto sus manos con las de él y sonrió al ver lo pequeñas y suaves
que eran.

—Tuve tanto miedo esta noche, no puedo describir lo que mi


corazón sintió. Fue horrible.

Kyungsoo frunció el ceño.

— ¿Qué pasó? ¿Está todo bien?

¿Qué podía decirle? ¿Que entró en pánico y terminó revelando el


amor que sentía por él a su madre? ¿Que planeaban llevárselo lejos
de él? ¿Que todo estaba por irse a la mierda por su culpa? Agachó
la cabeza y la puso en el pecho de Kyungsoo, la giró un poco pegando
su oreja derecha justo donde podía escuchar a la perfección los
latidos de su corazón.

—Tu corazón late fuerte. —dijo en un susurro.

—Es porque estás aquí conmigo, tan cerca de mi. Es inevitable. —


respondió también en un susurró.

Inevitable, sí que lo era.

Las lágrimas en el rostro de JongIn comenzaron a descender poco a


poco, de verdad que no quería una vida sin la que Kyungsoo estuviese
a su lado, sin ver su sonrisa tímida cuando lo mira fijamente, sin ver
sus ojos llenos de vida, sin probar su labios, no podía y
definitivamente no quería.

— ¿Oye, p-porque estás llorando? ¿Qué sucede? —tragó saliva


asustado— Me estás asustando.

—Pensé que iba a perderte, y eso me asustó mucho.

—Eso es ridículo. —sonrió dulce y le dio un beso tierno en la


cabeza— No lograrás deshacerte de mi con tanta facilidad. ¿Lo
sabes verdad?

—Amén. —dijo con la voz ronca y soltando una pequeña risa— Oye,
¿puedo quedarme a dormir contigo esta noche?

— ¿Qué hay de Seo? —preguntó—. Vi por la ventana que regresó a


casa hace un par de horas, deberías ir y hablar con él.

—Está bien, hablé con él esta mañana. Todo está perfecto solo
quiero asegurarme que esta noche sigues siendo mío.

— ¡No podemos hacer esas cosas aquí!


JongIn abrió los ojos y se tiró una carcajada.

— ¡No me refería a eso pequeño pervertido! —negó con la cabeza y


se cruzó de brazos— ¿De verdad estas enfermo? ¿Como puedes
pensar en esas cosas estando así?

—Contigo no es difícil pensar en esas cosas. —confesó apenado pero


con una sonrisa pícara en el rostro.

Estaba a punto de responderle cuando sintió como su celular vibró


en su bolsillo. Se levantó del pecho de Soo y colocó el pin para abrir
las notificaciones; era un mensaje de texto nuevo.

«Cuídalo por mí, no confíes en...»

JongIn frunció el ceño, era un mensaje de Ji Nae. El mensaje


estaba incompleto, podía ser un error de ella o algo peor.

— ¿Quién es?

—Tu mamá. —respondió con el ceño fruncido. Se puso de pie,


inquieto buscó en sus contactos y marcó el número.
El teléfono comenzó a llamar al otro número, mordió su labio
inferior, no estaba seguro de lo pasaba pero definitivamente no era
algo que lo dejaría estar tranquilo. Ese mensaje le daba escalofríos.

Hasta que por fin la llamada se conecto.

— ¿Ji Nae? —preguntó— ¿Estas bien? No entendí tu mensaje


estaba incompleto, porque me dices que cuide de él. ¿De Kyungsoo?

Lo primero que llegó a su mente fue que al final se iría ella sola y
nuevamente lo dejaría. Pero sonaba tan convencida cuando dijo que
lo cuidaría esta vez. ¿Entonces por qué?

—Ji Nae no está disponible —se escuchó en la otra línea— y ya no lo


estará nunca más.

Una risa horrible comenzó a resonar por la salida de audio del


teléfono, y segundos después un sonido de disparo lo hizo
congelarse por completo.

— ¿J-ji, J-ji...?

—Hubieses preguntado por mi nombre.


Y colgó.

— ¿Que dijo? —preguntó Soo poniéndose de pie y mirándolo con


unos ojos que, podía jurar, estaban llenos de felicidad.

JongIn no podía hablar, no podía decir una sola palabra dejó caer el
celular al suelo. No creía lo que estaba pasando.

¿La mamá de Kyungsoo estaba muerta? ¿Quién y por qué lo había


hecho?

Muchas preguntas atacaron sus pensamientos, pero lo que se


mantenía al centro de todo fueran las palabras "Cuídalo por mi".

Y si de algo está seguro, es que lo iba a cumplir.


XI

En sus adentros odiaba el hecho de recordar a la perfección el


aroma de ese perfume barato que siempre le gustó, sabía con quién
estaba tratando. Lo sabía perfectamente y le asqueaba de forma
increíble saber que lo tenía a su lado.

Sus risas inundaban la pequeña habitación que alquiló en el motel de


mala muerte justo al lado de la carretera poco transitada.

— ¡Te juro que se quedó sin palabras! No puedo creerlo. —se tiró
una última carcajada—. ¿Escuchaste eso? Fue totalmente
sensacional, debería considerar participar en algún teatro o
empezar con la actuación. ¿No crees?

Ling puso los ojos en blanco y no respondió.

— ¿No crees que tu ex esposo es todo un genio muñeca preciosa? —


Choi se acercó a su ex esposa, quién tenía una venda en los ojos y
una mordaza en la boca.

—Choi. —soltó Ling.

JiNae dio un pequeño pujido y movió con brusquedad la silla donde


la tenían amarrada. Ling sabía quién era, lo sabía a la perfección,
ese asqueroso olor y esa petulante voz que le ponía la piel de gallina.
¿Por qué? ¿Por qué estaba haciendo todo esto? No podía entender
el porque no la había matado; aunque muy en sus adentros daba
gracias por eso.

La cabeza enferma y retorcida de su ex no era algo facil de


resolver.

—Tengo sueño. ¿Vamos a dormir un rato?

Ling se cansó de guardar silencio y querer ignorar todo lo sucedido,


dentro de él, se sentía muy arrepentimiento de las cosas que le hizo
a JiNae, no era la mejor persona del mundo, por definitiva no; pero
una pobre mujer y un pequeño niño no merecían lo que él les había
hecho.

— ¿Por qué no la dejas ir? ¿No se supone que el plan era diferente?
—murmuró con la cabeza gacha, frente de donde JiNae se retorcía
y soltaba lágrimas de dolor.

—Definitivamente eres un inútil. —dijo con voz ronca y el ceño


fruncido— Pero esta bien, por eso yo soy el cerebro de esta
operación y tú eres el idiota de la fuerza bruta.

—No soy idiota. —bufo— No lo soy.


—Entonces—sonrió y buscó un cigarrillo de su bolsillo, tomó el
encendedor y prendió fuego. Inhalo profundo y exhalo todo el humo
en la cara de su ahora molesto y ofendido compañero—,
demuéstralo. Demuéstrame, ¿por qué crees que hago lo que hago en
estos momentos?

Ling tragó saliva, pensando en darse un golpe en la cara por ser tan
imbécil y no saber que responder a esa pregunta. Después de dos
minutos de silencio Choi se tiró una carcajada y negó con la cabeza.

— ¿No aprendes cierto? —se rió y bajó la mano que tenía el


cigarrillo. Con su otra mano libre tocó el rostro de su compañero y
le dio una amistosa palmada.

—Por favor. Quiero saber.

—Esta bien, te lo diré. —retrocedió un poco y de golpe apretó el


cigarrillo contra el brazo de la mujer, ella dio un grito apenas
audible, Ling se sorprendió un poco e incluso se movió para evitarlo
pero al instante se retractó y se limitó a quedarse quieto
observando— ¿Por qué no maté a esta maldita perra mentirosa?
¿Eso te preguntas?

Ling asintió. —Sí.


— ¡Estrategias mi buen amigo! ¡Se llaman estrategias! —se sentó en
un sofá polvoso y lleno de moho— ¿Alguna vez has jugado con
hormigas en el suelo o has observado su forma de trabajar?

Ling se preguntaba si cuando lo conoció había estado así de


enfermo, o si los años qué pasó en la carcel afectaron alguna parte
de su cerebro.

—No.

—Pues deberías. Es divertido, era mi pasatiempo favorito en la


cárcel. —comentó— Pero en fin, las hormigas siguen un patrón. Una
línea, tienen algo particular que me llamó la atención mientras
jugaba en el patio de esa asquerosa cárcel y es que cuando me
entrometía en esa fila las hormigas se volvían locas. ¡Locas!

—Interesante. —comentó sarcástico.

—Puede que pienses que es una tontería pero vamos a aplicarlo en la


vida real. JongIn y JiNae se encontraron, cuando ella le dijo que se
llevaba a Kyungsoo inmediatamente el cerebro de JongIn reaccionó
haciéndolo pensar en un plan, ir hasta donde mi hijo y evitar que se
lo llevasen. ¿Cierto?

—Creo... —contestó no muy seguro.


—Ahora bien, JongIn y su cerebro crearon un plan, un patrón, ir con
Kyungsoo y evitar que su madre se lo lleve. Pero con la supuesta
muerte de JiNae la quitamos de la ecuación y ahora JongIn tiene
que pensar en un nuevo plan, reaccionar a lo desconocido. Y eso mi
amigo, hace que las personas dejemos puntos ciegos.

—No sé si aplaudir por la impresionante forma en que armas las


cosas, o asustarme porque eres más inteligente de lo que pensé.

—Puedes hacer ambas, no me ofende en lo absoluto. —sonrió— En


algún momento dejara un punto ciego, se creerá muy responsable en
la seguridad de mi hijo y dejara algo de lado, algo que nos servirá
como carta bajo la manga. Algo o mejor dicho, alguien.

Ling de inmediato entendió a que se refería.

—Ji Seo.

— ¡Eso es! Al fin estamos hablando el mismo idioma. ¿Le diste los
documentos falsos ciertos, con las fotografías? —Ling asintió y
mordió su labio inferior— Perfecto, soy un genio.

La idea no la compartía para nada, podía ser cierto lo que Choi le


dijo unas noches atrás.

"—Te hundirás,y será junto a ese chico que te gusta pero estoy
seguro que jamás vas a admitir, Kim Ji Seo".
Recordó las palabras que hasta hoy no han parado de dar vueltas en
su cabeza. No era posible, ¿verdad? Después de todos estos años
no podía ser cierto que tuviese sentimientos por un chiquillo virgen
como JiSeo —¿o si?— aunque así fuese, tenía muy en claro sus
prioridades y en la lista, la número uno era él mismo.

—Ahora si vamos a dormir, mañana será otro día y otra sorpresa


estará lista.

Choi se levantó del sofá y se tiró esa desgastada y sucia cama del
motel, Ling miró a JiNae quien tenía la piel roja e inflamada por el
contacto que tuvo con el cigarro encendido. Aún después de todo lo
que le había hecho hace años atrás, se aseguró que esta vez sería
diferente.

Buscó en su mochila un poco de pomada que él guardaba siempre en


casos de emergencia, podía ser rudo y tener fachada de tipo malo
todo el tiempo, pero una parte de él aún guardaba ese trato con los
demás.

La mayoría del tiempo se encontraba fingiendo.

—Te pondré algo que te ayudará a sanar esa quemadura, y quitaré la


mordaza. Por lo que más quieras no grites. —susurró cerca de su
oído— Si lo haces Choi despertara y nos ira mal a los dos. ¿De
acuerdo?

Ji Nae asintió.

Ling removió primero la mordaza con cuidado, la mujer soltó un


suspiro de alivio al ya no sentir la presión de la mordaza entre sus
labios.

—No sabía que ya no seguías siendo un bastardo.

—No te equivoques, lo soy. —confesó, tomó un pedazo de papel


higiénico remojado con agua que tenía una botella cerca de ahí y
limpió la quemadura con suavidad en los lados— Claro que lo soy.
Pero no todo el tiempo, y no con todas las personas.

— ¿Pero si con una madre que sufría de abuso familiar y con un


pequeño niño que... —tragó saliva.

—Yo nunca toqué a tu hijo.

—Pero dejaste que otros le pagaran a mi ex esposo para hacerlo. —


dijo en voz alta, en segundos la mano de Ling se encontraba tapando
su boca.
— ¿Estas loca? —murmuró— De verdad lo siento. Lo siento
muchísimo, tenía los ojos cegados por todo el dinero que recibía de
las drogas, que... —hizo una pequeña pausa y poco a poco quitó su
mano del rostro de la mujer— No te preocupes, ¿sí?

— ¿Qué no me preocupe? ¿Como quieres que no lo haga? —ahora su


voz era más suave.

—Tengo un plan.

Ling le diría a Choi que conocía a alguien que podría darles un buen
paquete de droga por un bajo precio, conociéndolo con facilidad le
daría el dinero que utilizaría en realidad para conseguir un teléfono
desechable y confesarle todo al chico, confesarle que en realidad él
había sido el culpable de la muerte de su mamá.

Ji Nae aún tenía la venda puesta en los ojos.

— ¿Puedes por favor quitarme esto del rostro? —preguntó con


suavidad.

—Por supuesto.

El nudo desistió y la tela se deslizó por su rostro hasta tocar el


suelo, JiNae abrió y cerró los ojos con rapidez un par de veces para
poder ubicarse, en cuestión de segundos su mirada se perdió en la
sombra oscura que se proyectaba a espaldas de Ling, frunció los
ojos queriendo hacer más clara la imagen.

— ¿Con que tienes un plan?—murmuró alguien a sus espaldas— Eso


nos complica las cosas.

El tiempo no fue suficiente para que Ling pudiese dar la vuelta y


evitar que la bala penetrara en su cuerpo. Ji Nae soltó un grito.

— ¡Eres un maldito hijo de puta!

—Y tú eres una puta —sonrió y le dio en la cabeza con el arma que


tenía en manos—, de verdad no entiendo porque todos quieren morir
esta noche. Soy lo suficientemente bondadoso para no darles un
tiro en la cabeza desde la primera vez que me los encontré. ¿Y así
es como me pagan?

Choi negó con la cabeza, miró a su alrededor y se dio cuenta de algo,


al fin y al cabo, podía hacer las cosas que quería por su cuenta sin
necesitar de alguien más, eso lo puso feliz.

Lo único que necesitaba hacer ahora, es esperar el punto ciego de


JongIn, y según sus cálculos no esperaría mucho por ello.
JongIn por su lado no sabía que pensar ni qué decirle a Kyungsoo.

¿Debía llevárselo con él? ¿Debía pedirle a Ji Seo ayuda? Pero si lo


hacía tendría que confesarle a su hijo las cosas morbosas que había
hecho con su amigo, era más que seguro terminaría enojándose con
él y no le ayudaría.

— ¿Qué pasó? —sonrió el chico, tenía un poco rosadas sus mejillas


por la calentura que hace poco había tenido—¿Por qué tienes esa
cara?

JongIn tragó saliva.

—Bueno, y-yo... —tartamudeó, no encontraba las palabras


adecuadas.

La puerta de la habitación se abrió de golpe.

—Hijo. —dijo su abuela—Te buscan abajo en la puerta.

De inmediato una alarma se activó dentro de JongIn y tomó a


Kyungsoo por el hombro.

— ¿Quién es?
La abuela frunció el ceño al notar un aire de autoridad que JongIn
tenía sobre su nieto. Y no le agrado para nada el tono que uso con
ella, así que lo ignoro por completo.

— ¿Iras a ver? —preguntó su abuela.

Kyungsoo asintió y se soltó del agarre.

—Sí, voy contigo.

El mayor los siguió unos pasos atrás, bajaron las escaleras y se


encontraron con su abuelo hablando con alguien en la puerta
principal.

—Kyungsoo.

— ¿Ji Seo?

JongIn frunció el ceño y vio como su hijo traía lágrimas en los ojos.

—Tengo algo importante que decirte. —miró a su padre unos


segundos para luego regresar su mirada a Soo— Es sobre la muerte
de mi madre.
El arma que Ji Seo guardaba atrás en su espalda, empezaba cada
vez más a sentirse como una carga, pero dentro de poco ya no sería
un problema.

Ya no más.
Final.

Balanceaba de lado a lado, teniendo equilibrio en su mano derecha y


la suficiente valentía para sostener el arma entre sus dedos y
disparar sin titubear.

—Hijo. —soltó con suavidad mientras despacio intentaba acercarse


a él.

—No me toques. —sus mirada estaba endurecida y sus ojos rojos


delataban el llanto que había tenido momentos atrás. Se sentía
traicionado, utilizado y manipulado.— Ya no más por favor.

Kyungsoo tomó a JongIn del brazo y lo empujó hacia atrás, dándose


paso libre frente a su supuesto mejor amigo.

¿Qué podría decir él para calmarlo y evitar que cometa un error que
traería consigo muchas malas consecuencias?

—Hablemos, por favor.

— ¿Hablar? —se tiró una carcajada mientras negó con la cabeza—.


¿Ahora si tienes tiempo para mí no es así? Al parecer solo de esta
forma puedo llamar tu atención.

—No es así.
Ji Seo levantó el arma apuntándole justamente al centro de la
cabeza, JongIn se apresuró en acercarse pero Kyungsoo se lo
impidió.

— ¿Lo quieres tanto como para recibir una bala por él? —miró a su
padre y con una sonrisa en el rostro bajó el arma— Estoy seguro
que no harías lo mismo por mí.

—Por supuesto que lo haría. Eres mi hijo y te amo.

—No soy tu hijo, no lo soy. —una lágrima bajo por su mejilla— Deja
de mentirme por una puta vez en la vida.

— ¿Cómo te enteraste? —su tono de voz se volvió tenso, pensó que


se había encargado de eliminar cualquier rastro que pudiese ser
encontrado.

—Sé que tienen muchas cosas por hablar pero por favor Seo, deja
el arma a un lado. —suplicó Soo.

— ¡Definitivamente hay muchas cosas de que hablar! ¿Y sabes por


qué cosa deberíamos empezar? —abrió los ojos por completo y se
tiró una carcajada burlona—. Debemos hablar que tú y yo somos
hermanos, ¡eres mi hermano!
Todos quedaron en silencio y en corto estado de shock que no duró
mucho tiempo debido a los quejidos de Ji Seo mientras golpeaba su
pecho porque le dolía con fuerza.

Sí, hermanos, y de alguna extraña forma se reunieron otra vez.


Podría ser casualidad o una estúpida broma del destino, una muy
cruel y perversa broma.

—No, eso no puede ser, no es posible. Mi padre... —tragó saliva y


miró a JongIn con el ceño fruncido.

—No sé si eres estúpido o solo finges serlo, así como fingiste ser mi
amigo solo para acercarte a JongIn, mi padrastro. Déjame darte un
pequeño adelanto de toda esta retorcida historia mi amigo. —
dispuesto en hacer las cosas con más prisa después de ver la hora
en el reloj de su muñeca, guardó el arma detrás de la camiseta en su
espalda, haciendo que JongIn y Kyungsoo se tranquilizaran—. Tú
padre biológico es mi padre biológico y el muy maldito está de
regreso. Supongo que lo sabías sino, ahora lo sabes, el muy hijo de
puta mató a mi madre. ¿Y sabes por qué lo hizo?

Kyungsoo tenía los ojos llenos de lágrimas, negó con la cabeza.

— ¡Por qué mi madre escapó de él y se negó a prostituirme! —elevó


la voz un poco— Por qué mi mamá no permitió que hicieran conmigo
lo que hicieron contigo.
Ese momento en el que tal devastadoras palabras brotaron de la
boca de Seo, todo cobró sentido, las pesadillas, las marcas, los
recuerdos difusos. Todo, ahora estaba más que claro.

La abuela de Soo soltó a llorar mientras se apoyaba en el pecho de


su esposo.

—Por más que me duela justo al fondo de mi corazón, voy a terminar


toda esta espantosa situación por mi cuenta. Cueste lo que cueste,
empezando por...

Tomó el arma de su espalda nuevamente, JongIn sin pensarlo dos


veces corrió hacía su hijo derribandolo con su cuerpo. Kyungsoo
empujó un poco a sus abuelos para que lograrán escapar por el lado
de la cocina y escuchó la explosión abrupta acompañada de un
sonido intenso que duraría dos millonésimas de segundos hasta
desaparecer por completo, fue entonces que cada parte de él sintió
pánico.

El motel no estaba nada lejos del vecindario, pero con un peso


menos al parecer era mejor acelerar las cosas un poco. Tomó
abruptamente el brazo de la mujer que lloraba inconsolable la
muerte de la persona que solamente intentaba ayudarla.
— ¿Ves lo que ocasionas perra inútil? Podría seguir viviendo si no
fuera por ti. Míralo, míralo bien, porque será lo único que vivirá en
tus sueños para siempre. —se rió.

Con sumo cuidado subió a Ji Nae al auto y arrancó. Iría


directamente por su hijo, ya no podría perder.

Ji Nae por su lado, pensó en todas aquellas veces que no pudo estar
del lado de su hijo, las veces que no pudo hacer nada por miedo, por
el maldito miedo.

¿De que le había servido? Su hijo sufrió por mucho tiempo, no era
para nada justo de que siguiera haciéndolo otra vez, antes el
horrible sentimiento de pánico había causado en ella debilidad. Y
aunque sus condiciones no fuesen las mejores en estos momentos,
no le importaría morir para salvar a su hijo.

Como pudo y con mucho dolor doblo sus manos atadas de forma en
que pudiese pasar sus brazos hasta el asiento del copiloto y apretar
con todas sus fuerzas la garganta de Choi.

Justo estaban por pasar un puente, esta debía ser su oportunidad.

— ¿Recuerdas lo que me dijiste la última vez cuando no habías


perdido la cabeza? —susurró la mujer, Choi se tiró una carcajada—
Hasta que la muerte nos separe hijo de perra.
Sus brazos ágilmente rodeaban el cuello del hombre, inclinó su
cuerpo sobre el respaldo impidiendo que tuviese una vista clara del
camino. Recordó rápidamente la primera vez que vio a Kyungsoo, lo
feliz que estaba de cargarlo en sus brazos, lo feliz que era al
escucharle llamarle mamá

Esperaba más que nadie que su hijo fuese feliz. El carro traspasó
las barreras de precaución del puente, y desde una gran altura cayó.

Poco a poco sintió como la vida se escapaba de su cuerpo, sus ojos


vidriosos solo podían anhelar ver a su hijo una última vez más, pero
eso ya no podría ser posible.

Miedo, furia, desesperación, todas esas emociones estaban siendo


mezcladas en una sola habitación. Parecía que esto era solamente un
mal sueño que pronto iba a terminar. Pero no.

El miedo era real, las balas eran reales, la sangre era real.

— ¡Ji Seo! —gritó JongIn desesperado al ver como la bala había


impactado en un costado de su hijo— Hijo.

Kyungsoo se acercó de inmediato, haciendo presión en la herida


para detener un poco el sangrado.
— ¿No te parece curioso? —murmuró con suavidad— Cómo nos
encontramos, y como nos despedimos.

—Resiste. —dijo con lágrimas sobre sus mejillas. JongIn salió a


buscar ayuda a la casa más cercana, no sabía dónde había puesto su
celular, todo parecía estar saliendo mal— Vas a sobrevivir.

— ¿Y luego que? —sonrió un poco— ¿Tendré que verte con mi


padrastro sabiendo que tengo sentimientos por ti?

Las últimas palabras fueron difíciles de decir para él, sentía que se
quedaba sin aire. Las sirenas de la ambulancia se escuchaban a lo
lejos.

JongIn regresó al lugar corriendo, lleno de sudor y sangre.

—Ya viene la ayuda, por favor quédate conmigo. —tomó su mano


derecha y la apretó con suavidad sobre su mejilla.

—De verdad —tosió— lo siento, papá.

De todas las casas en la ciudad, en el país, en el mundo, justamente


tuvieron que mudarse en el vecindario, de todos los días de la
semana, tuvieron que encontrarse ese día, dicen que las cosas pasan
por algo, que mejores razones están detrás de cada acto sucedido
en la realidad, pero Kyungsoo no podía pensar un solo motivo de que
todo lo pasó fuese para bien.

¿Eran o no casualidad?

JongIn llegó a su vida para cuidarlo cuando pensaba que no podía


más, llegó para hacerlo ver lo fuerte que realmente era, llegó para
hacerlo sentir amado. ¿Valió la pena?

El ruido de las sirenas ya no importaba, era tarde, muy tarde.

Fin.
Epilogo.

Sus ojos escurridizos se paseaban en cada esquina de la habitación,


a pesar del gran entusiasmo que quería proyectar en su cara, no lo
conseguía. Y es que no era nada fácil para él, ni para nadie, paso la
mayor parte de su vida deseando este momento, ahora que lo había
conseguido simplemente, no sabía como reaccionar.

La casa era pequeña; la sala y la cocina se conectaban, arriba en el


segundo nivel, habían dos habitaciones más que podría usar como
oficina, y habitación de huéspedes.

—¿No te gusta?—preguntó el hombre con la voz baja mientras


apretaba en sus manos el manojo de llaves con moho— Puedes hacer
los cambios que desees, si piensas en alquilar, será más difícil.
Deberías aprovechar la oferta, es un buen lugar.

—¿Hay alguna tienda que venda dulces cerca?—preguntó echándole


un vistazo a los muebles.

El hombre apretó sus labios, la venta de esta casa lo ponía nervioso,


y él era un cliente potencial, debía hacer las cosas bien.

—No... —contestó con una risa nerviosa— ¿Acaso es eso importante


para usted?
Sus dedos se deslizaron suavemente por la textura sobresaliente
del recuadro colgado sobre la chimenea. Era una pintura muy
hermosa, digna de ser apreciada.

—Compraré la casa.—sonrió y batió sus manos para retirar el polvo


que quedó en ellas. El agente de bienes y raíces soltó una bocana de
aire lleno de felicidad por tener su primera venta exitosa en meses.
El comprador sacó de su chaqueta una pequeña paleta lolipop y se la
entregó con una sonrisa de lado— Usted la necesita más que yo.

Colocó las gafas sobre su cabeza y estrechó con fuerza las manos
de su eficiente agente, que había logrado conseguir la casa de sus
sueños. ¿Saben el esfuerzo que tuvo que hacer para lograr hacer
crecer su marca de ropa en los últimos seis años? Kyungsoo suspiró
reclinando el asiento del auto, estaba agotado física y mentalmente.

Todo un pequeño descanso de su apretada agenda, e hizo un


recuento de las cosas que habían ocurrido los últimos años.

Su madre falleció, sus abuelos fallecieron, Ling falleció, Ji Seo con


la herida de bala quedó invalido de por vida, la trayectoria afectó su
columna y JongIn, pues al enterarse de la condición de su hijo
decidió que era mejor para ambos darse un pequeño tiempo uno del
otro. Kyungsoo quedó por su cuenta, solo, y así había logrado
triunfar.

Su celular vibró, era su asistente.


Reunión importante con futuro accionista, hoy por la tarde, en su
casa, cuatro en punto. No lo olvides, necesitamos su inversión.
Señor Kyungsoo, por favor, no falte esta vez. Es la tercera en un
mes.

Enviado a las 3:23 p.m

Suspiró frustrado mientras encendía el motor de su mercedes, no


quería ser irresponsable con sus deberes pero es que se sentía
cansado de lo mismo, de la vida, de estar solo. Había tenido un par
de amantes pero ninguno lo hacía sentir como lo hizo ese hombre.
¡Maldito Kim JongIn! Si hubiese sabido de que arruinaría su vida
sexual de esta forma, tal vez habría disfrutado más de él.

La casa del accionista era impresionante, de verdad que sí. Las


decoraciones, la estructura, todo, absolutamente todo parecía ser
extremadamente caro. ¿Quién diablos habría de querer invertir en
una pequeña empresa de moda teniendo todo eso a su nombre?

Un valet lo esperaba en la entrada, KyungSoo bajo del auto y


entregó las llaves. Ahora una chica con vestido negro, como esos
que salen en las películas, se acercó a él para llevarlo con su jefe.

— ¿Puede esperar aquí unos segundos por favor? —dijo con


amabilidad— Mi jefe, bajará en unos segundos.
—Por supuesto. —respondió.

El contraste era tan marcado de la casa que había comprado para


él, y la casa en la que estaba como invitado especial. Las pinturas
parecían ser todas originales, no copias, de verdad que todo lo
dejaba sin palabras, por las escaleras visualizó una figura que
bajaba con un traje negro, buenos zapatos y en su muñeca derecha
traía un reloj de oro, sus miradas se cruzaron cuando finalmente el
hombre llegó a la sala donde era esperado.

—Kyungsoo. —dijo el hombre.

—Señor Park, es un placer. —se levantó e hizo una reverencia.

—No por favor, dejemos las formalidades de lado, solo dime


JinMyeong.—Kyungsoo asintió y tomo asiento nuevamente, solo que
estaba vez el hombre se sentó muy cerca de él— Es un verdadero
honor verte de nuevo.

Kyungsoo tomó la taza que le habían llevado con un poco de té frió,


y la bebió. — ¿Me había visto antes?

—Claro, por supuesto, te conozco muy bien.


—¿Ah sí? —respondió con un tono incómodo, intentó regresar la
taza a la mesa del centro cerca de los demás sofás, pero sus manos
temblaban así que derramó un poco en la alfombra blanca de
terciopelo— Mierda, mierda. Lo siento muchísimo, en serio no sé en
que estaba pensando.

—No te preocupes ya vendrá alguien que lo limpié. —comentó e hizo


una señal a la chica que lo había atendido para que alguien limpiara
con prisa el desastre— Como te decía, te conozco desde que eras
muy pequeño, tal vez no te acuerdes de mi. Pero yo sí de ti, eras mi
favorito.

Una parte de Kyungsoo quería convencerse de que no se refería a lo


que él estaba pensando, no debía ser eso. ¿Era posible?

—Perdón, no lo recuerdo.

—Oh vamos. ¿Sigues siendo... así de suave? —JinMyeong rozó su


pierna mientras acortaba el espacio que los dividía a ambos— De
verdad que tengo mucha curiosidad sobre como eres ahora.

Kyungsoo chilló al sentir la mano del hombre sobre su mejilla,


estaba congelado, completamente inmóvil.

—Déjelo en paz, por favor. —soltó una voz ronca, cuando el


accionista elevó la mirada no pudo evitar soltar una carcajada.
— ¿Te has vuelto loco? Solo vuelve a trabajar, e ignora todo lo que
está por suceder, si escuchas gritos, no es de tu incumbencia.

La mandíbula de Kyungsoo comenzó a temblar, la mano del hombre


bajó de su cuello a lo largo de su espalda. Trago saliva, e intentó
imitar lo que había hecho cuando era un niño, si cerraba los ojos
todo esto pasaría rápido y no tendría de que preocuparse. Si no veía
no le afectaba.

—Kyungsoo levántate. —la voz ronca se aclaró. Fue como un


chasquido para que su cerebro le permitiese responder a lo que
realmente quería hacer; huir del lugar. Levantó la mirada y se
encontró con esa persona que había destrozado su corazón— Vete.

—JongIn. —sollozó, traía un traje de limpieza. ¿JongIn trabajaba


para este tipo? Sin pensar empujo al viejo de su lado y se acercó
para darle un fuerte abrazo, si esto era un sueño, lo iba a abrazar
tan fuerte para no dejarlo ir nunca más— Te he extrañado tanto.

— ¡Como te atreves maldito bueno para nada! ¡Esta es mi casa, mis


reglas yo soy el amo!

JongIn frunció el ceño y tomó la bandeja que traía en manos.


— ¿Ah sí? Pues él es mío. —con brusquedad golpeó al hombre en la
cabeza con la bandeja de plata ocasionando que cayera al suelo, un
poco de sangre comenzó a salir de él. Era hora de huir antes de que
se recuperara por completo.

Kyungsoo se sentía atrapado dentro de una película, todo parecía


ser tan irreal, JongIn, se veía tan perfecto como hacía seis años
atrás. Corrieron con más prisa al escuchar el grito del viejo
enfurecido: ¡Atrápenlos! pedía con desesperación mientras la
mucama intentaba detener la sangre que salía por el golpe
ocasionado.

JongIn condujo a Kyungsoo habitación por habitación, hasta llegar


al jardín, en su bolsillo sacó la llave del auto que Kyungsoo había
traído al lugar. Los perros comenzaron a seguirlos también, pero
justo a tiempo ambos lograron subir, sin esperar arrancó y traspaso
las débiles rejas de seguridad que daban salida a la carretera.

— ¿Por qué tenías las llaves de mi auto? —gritó, se sentía enojado,


feliz, triste, y ansioso. Era una impactante mezcla de sentimientos.

—Te explicaré todo cuando lleguemos. —anunció JongIn mirando


por el retrovisor, pendiente de cualquier extraño movimiento de
autos que pudiesen acercarse. Presiono el acelerador con fuerza.

— ¿A dónde vamos?
La ciudad parecía quedar muy atrás de ellos, los grandes edificios,
las transitadas calles, las personas, poco a poco comenzaban a
desaparecer, JongIn no se había detenido ni un segundo desde que
comenzó a manejar, pasó todos los semáforos con prisa aún incluso
cuando estaban a punto de ponerse en rojo. Definitivamente esto
debía ser un sueño.

—Llegamos. —dijo apagando el motor. Kyungsoo se cruzó de brazos,


manteniendo la mirada fija hacia adelante— Perdón.

—¿Te puedo hacer una pregunta? —mordió su labio inferior, él


asintió— ¿Todo este tiempo has sabido sobre mí, lo que hago, como
vivo? Y nunca, te acercaste a mi.

—Lo supe hasta hace poco, no dije nada porqué te vi muy feliz
saliendo de ese lujosos restaurante con otro tipo de la mano. —
confesó— Si eras feliz, te iba a dejar serlo.

—Eres un maldito hijo de puta. —dijo con la voz entrecortada,


recordando todos esos días que lloró amargamente su ausencia,
todas las veces que se sintió insuficiente, se sintió solo,
desesperado— Te odio.

—Lo siento... —su voz se quebró— Desde que Ji Seo murió... —


Kyungsoo ablando su gesto, y sintió un dolor en el pecho, JongIn
comenzó a llorar desesperadamente— no he podido dejar de pensar
en lo estúpido que fui. Perdí todo, mi casa, mi auto, mi hijo, te perdí
a ti. Soy un fracaso, un idiota, merezco que me odies.

Lágrimas resbalaron por sus mejillas, Kyungsoo puso una mano en el


rostro del amor de su vida y lo miró con ternura. —No sabes como
odio no poder odiarte, porque todo este tiempo solo te he amado a
ti. Solo a ti.

—Te amo... —susurró en su cara antes de besarlo. El sentimiento


que creció en él, era inexplicable, había pasado tanto tiempo
deseando este momento que por fin había llegado.

La puerta de la habitación en el motel se abrió de golpe. JongIn se


dejó llevar y permitió que Kyungsoo introdujera su lengua dentro de
su boca, había extrañado el sabor tan dulce, un viejo recuerdo de
los constantes dulces que el chico metía a su boca, habían cosas que
no cambiaban. Su pecho subía y bajaba con rapidez, era un maldito y
jodido placer tener a Kyungsoo encima de él, frotando con lentitud
su erección con su trasero, tenerlo a tan pocos centímetros de él,
con su respiraciones agitada y apretando su cuello de esa forma tan
dominante lo ponía tan duro.

La ropa comenzó a ser un problema, deseaba sacarla lo más rápido


que podía para de esa forma por fin disfrutar de la piel lisa y dulce
del menor. Pero fue Kyungsoo quién empezó a tomar la iniciativa
retirando su chaqueta, camiseta y pantalones, para luego ayudarle a
él. La ropa desapareció en medio de los besos húmedos y los jadeos
ahogados, recorrió la espalda de Kyungsoo con su dedo índice.

—Te amo, de verdad lo hago. —Kyungsoo en respuesta procuró


dejarle muchas marcas alrededor de su cuello— Escapemos juntos
de todo esto.

El menor sonrió de lado y se acercó a su oído, mordió con suavidad


el lóbulo y entre risas traviesas logró decir. —Primero, muéstrame
cuanto me amas.

JongIn gimió y lo apretó contra él. Ambos se encontraban desnudos


sobre la cama dándose besos salvajes, empezó a bajar beso por
beso hasta llegar al ombligo, le dedicó una sonrisa pícara de lado.
Joder, como lo había extrañado,

Comenzó a masturbarlo muy lentamente, Kyungsoo aferró sus


piernas sobre los hombros del mayor, respiraba con dificultad e
intentaba mantener sus gemidos ahogados mordiendo sus labios, el
motel era de mala muerte, y seguro todo ruido, por más mínimo que
fuese, sería escuchado por todo el lugar.

Jugo un poco con el, se agacho un poco para lamer la vena que
recorría todo el pene de Kyungsoo, siempre lento, su lengua paso
desde abajo hasta punta. Las caderas de Kyungsoo se movían en su
dirección pidiendo más, lo tomó del cabello y lo apartó un poco,
seguramente estaba a punto de tener un orgasmo y no quería
hacerlo hasta que él estuviese igual de excitado. Se estremeció al
pensar en lo dominante que se había convertido, e hizo palpitar la
erección que traía entre sus piernas.

—Estaba a punto de venirme, no es justo. —se quejó como niño


pequeño, tenía las mejillas ruborizadas.

JongIn se acercó a él para darle un beso en la frente, y hundió su


nariz en el cuello de KyungSoo, aspirando el aroma embriagante del
perfume que utilizaba.

—Te necesito, te he necesito por seis putos años, por favor. —


suplicó.

JongIn bajo de nuevo, sus dedos recorrieron la entrada de


Kyungsoo, los llenó un poco de saliva, metió uno primero sacándole
gemidos que tanto había estado intentando guardar. Se sentía tan
bien hacerlo sufrir, se levantó y lo jaló del pelo, para después con
fuerza plantarle un beso mordiendo sus labios, sus dientes
apretaron su labio inferior.

Con brusquedad logró darle vuelta y dejar toda su parte trasera


visible solo para él, preparada para el momento en que sería
penetrada. KyungSoo se encontraba boca a bajo con la respiración
agitada, sus manos extendidas enrollando las sábanas entre sus
dedos.
—Abre un poco más las piernas amor. —ordena suave, KyungSoo
obedeció de inmediato. JongIn posicionó la cabeza de su pene en la
entrada, rozándola, jugando con ella, lo penetró poco a poco, hasta
que de golpe entró en el interior del más pequeño.

— ¡Santo Dios! —gimió, empujaba una y otra vez, su cuerpo sentía


estremecerse, arqueó la espalda, con su respiración entrecortada y
sus ojos cerrados, podía afirmar que estar así era la imagen del
paraíso para él.

Las sensaciones de la penetración eran tan intensas, placenteras e


indescriptibles, KyungSoo de verdad que no quería gemir alto, pero
es que simplemente ya no podía resistirlo por más tiempo hasta que
por fin sus labios no soportaron más y dejaron salir todo lo que
habían estado reteniendo. Sus gemidos, sus malditos gemidos eran
como el canto de los ángeles.

—Ahora, termina conmigo. —murmuró sin aliento, KyungSoo se


derrumbó con sus palabras, con su voz, JongIn al mismo tiempo
terminó dentro de él, ambos llegaron al clímax derramando el
espeso líquido sobre la cama.

—Ah... —jadeó, el mayor salió de KyungSoo y se apoyó sobre sus


codos para no presionar al chico con su peso— Te quiero para
siempre en mi vida. Para siempre. Te amo.
—Es bueno saberlo. —sonrió— Yo te amo más.

Ambos se acurrucaron en la cama tras limpiar el resto de semen, se


dieron un corto beso, JongIn soltó un largo suspiró. Ojalá esto
nunca tuviera fin.

El motel barato era demasiado llamativo para el auto que estaba


estacionado afuera en el parqueo, la recepcionista jugaba aburrida
con un juego en su celular cuando sintió un ligero ruido y una
presión sobre su frente.

— ¿En que habitación están? —preguntó el hombre con restos de


sangre en su camiseta, la mujer nerviosa le entregó la llave de
repuesto de la habitación.

Tal vez, solo tal vez, el único final no trágico posible entre ellos
hubiera sido no haberse conocido nunca. Pero, aún así lo hicieron,
ambos coincidieron a pesar de las muchas dificultades que se
encontraron en el camino.

Porque no hay ni una sola historia de amor real que tenga un final
feliz. Si es amor, no tendrá final. Y si lo tiene, no será feliz.

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