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Introduecién El periodista chileno Sergio Marras, a propdsito 4e La celebracién del Quinto Centenario, investigs, redact6 y public6 en 1992 un conjunto de entrevistas distintos eseritores continentales que titulé Améri- ca Latina, marea registrada’. El objetivo del libro consisti6 en indagar sobre la posibilidad de existen- ciade la latinoamericanidad, esa suerte de trade mark que ostentamos al sur del Rio Grande. Por sus piigi- fas desfilaron las muy diversas opiniones de Carlos Fuentes, José Donoso, Mario Vargas Llosa. Jorge Amado, Guillermo Cabrera Infante, Roberto Ferndndez Retamar, Adolfo Bioy Casares, René Depestre y otros valores de nuestras letras. Por Ve~ nezuela silo ofrecié sus ideas Arturo Uslar Pietr Por gué Marras eligié alos escritores para hablar de [a latinoamericanidad, 1a cual muchos de ellos re~ cchazaron como concepto? El periadista y docums talista parti de Ia siguiente premisa: América Latina historicamente ha carecido de filésofos, Ante tama- fia ausencia, el rol del fil6sofi To han asumido sus escritores, Nuestros narradores no s6lo narran sino «que también piensan nuestras realidades, Son los pen- sadores del continente, Huelga decir que el libro es interesantisimo. Es interesante traspasar ese esquema interpretati- vo al campo venezolano y al plano cinematogritico, En Ia edicidn aniversaria de E? Nacional de 1987 es- cenbi sobre nuestro cine de cura al siglo XXL. El ner- vio central del articulo se refirié a las necesidades que los historiadores y cientificos sociales del veni- dero siglo habsian de satisfacer de miiltiples formas. No sélo causando dato a los ojos. fatigados frente a Jos monitores del ordenador, sino encerrindose en salas oscuras para ver, discutir y volver a ver las pe- liculas venezolanas correspondientes al periodo que se inicia en 1973, Desde entonces la produccién na- ional ha venido cincelando un perfil claramente tes- ‘timonial, de fuerte tono realista, de transparente di- mensidn colectiva, que delata su afin de expresién de nuestra realidad. Ello explica por qué no tenemos un cine de ciencia-ficcién 0 uno de musicales. Hay, si, una definida vocacién social Se puede afirmar que, sialguna manifestaci6n ar- tistica y comunicacional venezolana ha pensado y casumido el pais en una medida tan grande y tan di- fundida, ha sido nuestro cine. Una prueba irrefutable de ello es la doble condicién de productor y director que ha ostentado la mayoria de nuestros realizado- Cine nacional: 1973-1993 Memoria muy personal del largometraje venezolano res, Es decir, la intencién industrial y la proposicién ccultural han coexistide como una via distinta ala de la televisi6n, por ejemplo, que nacis siendo un nego- cio y seguira siendo. por encima de todo, un gran negocio, En cambio, ha permanecido en nuestros ci nneastas una marcada tendencia a vincularse con la realidad del pais ya tratar de manifestaria en las pan- tallas de los circuitos comerciales. Las estadisticas de este periodo sefialan que varias de nuestras peli- cculas figuran entre las mas taquilleras de distintos Quizis haya que buscar las raices de esta vooa- cidn en Is tendencia tremendamente ideologizada que se adueii6 del cine latinoamericano durante los afios sesenta, al amparo de un heterogéneo cuerpo de ideas elaborado indistintamente por realizadores y te6ri- 05 tan diversos como el cubano Julio Garcia Espi- rosa, los argentinos Fernando Ezequiel Solanas y Octavio Getino, el boliviano Jorge Sunjings y hasta <1 propio Glauber Rocha con su Brasil a cuestas, El ‘cine cubano se convirtié en el gran paradigma para cel resto de nuestros cineastas. El documentalismo se ‘extendié por doguier. La realidad social especifica ‘de cada puchlo se vio, de pronto, representada en una pantalla, Se fiecionaron los contlietos hist6ricos so- ciales. Fue una influencia decisiva que a mediados y finales de los sesenta se manifest6 en los primeros cortometrajes venezolanos que realizaron Jess En- rigue Guédez, Carlos Rebolledo, Nelson Arrietti Alfredo Anzola y Donald Myerston, entre un pufiado de creadores incipientes. Esta actitud del cortometraje pronto encontré eco ‘en los primeros largometrajes del perfodo 1973-1993, ‘con el aitadido de un estigma: el cine yenezolano, ‘como muchos otros latinoamericanos, apenas rena cid tras 70 aos de existencia irregular y espasmédi- ‘ea, Las industrias de México y Argentina, que domi- naron por décadas el mercado latinoamerieano, ha- ban comenzado sus respectivos declives y la pre- sencia masiva del cine estadounidense se encontraba en su apogeo, Algo llama la atencién con alarma: la poca pre- sencia de tres temas que han sido, son y sera funda- ‘mentales para comprender Ia sociedad venezokana: el petréleo, la niflez y el trabajo. El destino de este is, a lo largo del siglo XX, ha estado signado de ‘muchas maneras por la industria de los hidrocarbu: 10s. En rigor, el cortometraje se ha ocupado mas del asunto que el largo. Pero esta ausencia no es exclusi- ‘Alfonso Molina ‘va del cine, También se evidencia en otras formas de expresign, como la literatura y el teatro, Apenas Ofi- de Miguel Otero Silva, y alguna otra no- ‘ela que la memoria esconde, De la misma forma, los nifios euentan muy pocas peliculas venezolanas a su favor, aunque un par de ellas son remarcables. Fi- ralmente, el tema laboral ha sido ignorado de forma ‘mayoritaria y s6lo un manojo de filmes lo ha aborda- do desde diferentes perspectivas, Ausencias que, quiz, traduzcan los temores que ppadecemos los venezolanos como ciudadanos de un pais que se desperts de un largo sueno sin saber don- de estaba. Pero ésos y otros temores no impiden offe= cer esta memoria niuy personal del reciente | metraje Venezolano. No se trata de un inventario del largo venezolano ni tampoco de una cronologia, Me he permitido elegir (segtin mi muy subjetive erite- tio) Los titulos mais importantes para hablar de este proceso ereador y eontradictorio y compart mis re- fexiones. Con la perspectiva que me brinda el tiem- 1po. he alterado mi visin sobre algunas de las obras, He encontrado nuevas virtudes en determinados fil ‘mes que antes no habia pereibido, pero también vie~ jos defectos en otros que antes haba admirado, Eso ro importa tanto como parece a primera vista. Lo central es que el proceso que auranes en 1973 no sélo ro ha muerto, sino que hoy se encuentra en uno de (os crucial. ina N? 1 Los setenta: los aiios del «renacimiento», ‘Saldar cuentas con la histori El proceso irregular y heterogéneo, aunque tam bién sostenido e ireductible, que se inicis en nuestra produecién a partir del exitoso estreno de Cuando quiero Horar no Horo (1973). ha cobrado un cuerpo cde obras que si bien hoy manifiestan su ampliud te- iitica y su diversidad de tendeneias. en un monten= to dado cohesioné un tipo de eine especitico gue se levant6 sobre supuestos muy definidos. El cineasta, de origen mexicano Mauricio Walerstein? inicié. su larga filmogratia venezolana con Ia adaptacion de la entonces mas reciente novela de Miguel Otero Silva, lun auténtico éxito de critiea y ventas en el pais. Nues- eller nacional encontrs quien le diera la di ‘mensidn de Ia imagen, el sonido ¥ el ritmo, aunque yael original literario se estructuraba de forma cine Imatogrifiea, sobre Ia base del destino de wes ‘muchachos que nacieron el mismo dia, respondian al mismo nombre de Victorino y representaban tres cla ses sociales de aquella Venezuela previa al boom pe- ‘rolero. EI hijo de la burguesia ejercia la violencia del ocio, el hijo de la clase media aswna ta violen: ia guerrillera y el hijo del barrio vivia la violencia de la marginalidad Filmada en pantalla ancha y en colores, Cuando quiero Morar no Horo mareé un definide punto ini cial en nuestro cine. En primer lugar, demostré que se podia producir una pelicula venezolana con ca racteristicas industriales. Si tro bes ‘ptica autoral gue combiné un carsecter cultural ‘una proposicién con esas caracteristicas. Tercera, y 4quiza lo mas importante, el filme de Walerstein pr picid el primer gran encuentro entre el cine venezo- ano y su publica natural. Es decir, establecié una relacién de identidad entre el espectador y lo que su- cedia en la pantalla. Una forma de hablar, de actuar y. en definitiva, una forma de ser venezolana. Por primera vez los ojos nacionales vel ora, lun proceso dramético y unos personajes que les per- ‘enecian. La respuesta fue inmediata: reeaudé un poco mais de un millon de bolivares (unos 240 mil délares para Ia época) y se situé como la segunda pelicula ‘mas taguillera de nuestro mercado ese a. Las expectativay ereadas por Cuando quiero Ho- rar no Horo se reprodujeron un aio después con el estreno de La quema de Judas, tercer largo de Romén Chalbaud?. ya entonces un hombre de teatro, cine y televisién de prestigio, quien adapts su propia pieza teatral con 1a eolaboracidn de José Ignacio Cabrujas, otro intelectual del teatro y la television reconocido. De nuevo se cumplié la efectividad del tripode anterior: una pelicula con aspiraciones indus- triales realizada con una éptica autoral que, a Su vez, reafirmé los vinculos emocionales del espectador con, su propia realidad. El filme de Chalbaud indags en las expresiones de la violencia que se desplaza en las, ccapas populares, ya por la via de la accién guertille- 1a, ya por la policial, también por la delictiva, pero siempre con un caricterilegal. Lo de la violencia no fue un mero pretexto de taquilla, como cualquier pro- duceidn comercial, sino un ingrediente fundamental en la comprensidn del devenir de este pais, Plato uer- te (Ja violencia) de nuestro ment cinematogritico que alin perdura con éxito, La quema de Judas se ubicé ‘como Ta décima del ranking en 1974, Un decenio antes, en 1964, el gobierno de Rail Leoni afirmaba la derrota del movimiento guerrille- ro. Un hecho hist6rico inocultable. Durante su pri- mer periodo de gobierno, a partir de 1969, Rafael Caldera pacified los restos de la subversién pero no pudo acallarlos ecos de esa violencia, No parece gra ‘ito, desde esta condicidin, que nuestros cineastas Se nutvieran de situaciones dramiticas surgidas ala som- bra de Ia violencia politica, El segundo largo vene: zolano de Walerstein, Crénica de un subyersivo latinoamericano (1975), recres el eélebre secuestro dde un militar norteamericano en Jos tempranos se semta por un grupo guerrillero venezolano que exigia solidaridad con Ta lucha de Vietnam, Mis alld de la ‘mera pretensidn de la recreaciGn, el realizador inten. {6 dibujar los conflictos personales de aguellos hom- bres y mujeres que participaron en un proceso cole tivo, complejo, fracasado y contradictorio, Introdu- jo, entonces, una necesidad de comprender aquel pro- {6e80, tanto en sus Suefios como en sus frustraciones y desde un plano ms fntimo, Una postura similar se manifest6 en Compafiero Augusto (1976), en la cual Enver Cordido narré el proceso de reincorporacién sovial de un antiguo mi= Titante, de un «compafiero» converso, asf como en Caneién mansa para un pueblo bravo (1976) de Giancarlo Carrer, filme que permitié el surgir de ka picaresca provincians al lado de! malandraje urbano. Enesta tendencia Chalbaud propuso Sagrado y obs- ‘eeno (1976), tambign sobre una de sus piezas tear les, para mostrar, entre otras muchas cosas. las an~ siedades propias de un ajuste de cuentas mis perso: nal que politico. Es notable la forma como al final de Ja pelicula Zambrano, el personaje que protazoniza Migueldngel Landa, arroja al piso la ametralladora coon la cual ejecuté su venganza. Saldar cuentas, que Haman, La violencia social como forma de encontrar el pais De esa manifestacion de la violencia politica sur- 6 el parentesco con la violencia eriminal de origen Social, el cual abrié las puertas al gran fenémeno det cine de los setenta: Soy un delineuente (1976), de Clemente de la Cerda, Sobre la base testimonial det libro de José Antonio Brizuela, el filme convocs a tuna sorprendente asistencia masiva de expectadores ¥ definis un estilo personal que alguna vez denomi- hamos entre ambos como sla estética del balurde». El submundo de Ta delincuencia dentro de ta margi nalidad social fue mostrado con erudeza, Una narra~ cid direeta, sin mucha elaboracién, mostré lo que et espectador ya sabia pero necesitaba reafirmar: fa des- igualdad social genera criminales irrecuperables en ur pats dominado por la injusticia. El esquema repi- 1i6 su efectividad con El reineidente (1977) una se~ cuela previsible y comercial que. si bien no afadis ementos ala obra de De lt Cerda, si estandariz6 un tipo de hacer eine y de ver cine en el pais: aquel que define la violencia como un discurso propio e ilus- trativo del desequilibrio social venezolano. Con el envidiable récord de ser el cincasta més taquilleto, De la Cerda abri¢ otros eaminos menos rentables con El erimen del penalista (1979), suer te de reconstruccién del asesinato del abogado Pedro Carmona que bubo de ser filmada en Republica ‘minicana por los riesgos que implicaba su rodaje en Venezuela, Mas que valores cinematogrificos. Eleri- ‘men del penalista posee otras virtudes en el campo dela icin masiva, A mi entender, esta pi 2a consolidé una postura en nuestfo cine segin la cual nuestras peliculas dicen lo que otros medios de in no pueden terminar de decir. La pren= sa eserita, por ejemplo, puede cubrir una noticia (el asesinato de Carmona), inieiar una investigacion pe: rodistica reveladora, denuneiar en sus paginas con plicidades en el sistema judicial y los aparatos poli- ciales, pero no puede estublecer una sentencia prt bilica. El lector presume lo que sucedié. Incluso lo segura a pie juntillas, pero nunca encontrar un ti- ‘ular definitivo al respecto. En cambio, el eine si pue- die hacerlo, Amparado bajo el escudo protector de la ‘iceién, los filmes de denuneia venezolanos han con- tado las historias de la corrupeién, la marginalidad y Jas complicidades politicas y econémicas. Quiz en este factor resida la razén del respaldo que el publico ofrecid a este tipo de ps sabia pero que nadie se habia atrevido a confesar alas: encontrar To que ya La violencia de la historia y el olvido ‘Venezwela ha sido un pais violento a to largo de toda su existencia. La Sangre ha cubietto nuestra tra- gedias por centurias, es cierto, pero también ha fla~ ‘meado como una bandera de orgullo, raro orgullo patrio. Desde Ia cruenta gesta independentista hasta ‘nuestros das, pasando por la Guerra Federal, el sur- simiento del caudillismo y la centralizacién del po- ‘der, a principios del actual siglo y en un pais des- ‘membrado, por Juan Vicente Gémez. Nuestro deve nir historico ostenta la mancha de la muerte y ta de- La barbarie ha existido con nosotros. ‘A mediados del dacenio, la figura del dictador ve- nezolano (y por extensisn latinoamericano) aduiti6 ‘una expresisn directa, testimonial y heterogénea con Juan Vieente Géme7 y su época (1975).el excelen- te documental de Manuel de Pedro que redimensio- 1 las imagenes de archive de Bolivar Films para convertirse en el primer [y unico) largometraje de este género que se ha estrenado (con éxito, ademis) cen las salas del circuito comercial. Por primera vez las imagenes y las acciones del tirano de Maracay y los diversos testimonios de sus comtemporiineos se revelaron a su publica natural, En la pantalla estuvo cl personaje principal de ese largo period de la his- toria que nos mares como habitantes de un pais ma: rnejado al antojo del personalismo. En el mismo campo tematico, Juan Santana es- trend su version del emblema literario de la Genera~ cién del 28: Fiebre (1976). De nuevo Ia escritura de Otero Silva funcions como soporte argumental para tun intento de comprender nuestro proceso histérieo. ‘Santana mares una distaneia frente ala tendenci ‘e consolidabs en el cine de fiecién y propuso una ‘mirada retrospectiva para sume! gomecismo. La épica de un grupo de estudiant as de espontaneismo romantico que de fortaleza ideol6giea, cubri la pantalla para mostraros el ros tro de lo que fuimos a principios de siglo y la manera ‘como fuimos influidos como nacidn a lo largo de este siglo que agoniza, Drama sentimental, evocador, in~ ‘luso nostilgica, que pretendi hacer cine de época ‘partir de nosotfos mismos. ‘La amarga significacién de la dietadura y el auto- ritarismo tuvo otra expresisn alrededor de una etapa historica casi olvidads por nuestto cine: el perez~ jimenato, Sobre la base de la novela testimonial de José Vicente Abreu, el cineasta Luis Correa (coguionista de De la Cerda en Soy un delincuente) albrié las puertas de la memoria colectiva hacia Tos militantes comunistas y adecos que hicieron la resis- tencia durante la mis reciente de muestras dictadu- ras, con Se Hamaba SN (1977). La temible Seguri- Se dad Nacional se revel6 como ta larga y terible som= bra oprobiosa del régimen de Mateos Pérez Jiménez, Un homenaje hacia esos hombre y mujeres qu won su vida por a democracia, pero Sobre todo por 1 suetios, EL Cabito (1978), de Daniel Oropezet, si ‘tro aporte para comprender nuestra historia de prin- cipios de siglo alrededor de la figura de Cipriano Castro y de su sucesor Juan Vicente Gémez, aungue el diseurso se limitara al campo de lo aneedtico y evadiera la reflexién, Eva vertiente historica aleanzé su cima con Pal Portitil (1979), a través de la cual Antonio Llerandi ¢ Ivin Feo adaptaron la poderosa novela de Adriano Gonziilez Ledn. Obra multitemporal y compleja sit estructura natrativa, fue concebida como Ia sag de los Baruzarte para expresar la larga tradicidn de violencia que 1 Una mirada retrospectiva que acompaiia con angus- tia laaccidn guerrillera de Andrés Barazarte, un hom bre que ya no tiene tiempo para esperar porguc es cl ‘ltimo de esa familia tujilana signada por ka rebe lin y la lucha, Los fantasmas de una larga guerra inconelusa se alternan en un dificil montaje que lo 6 mantener Ia coherencia y la significacién de sus iniliples historias y personajes, hasta un memora ble y conmovedor final, Asi como Gonzilez Leon nos dio la gran novela venezolana de la segunda mi tad del siglo, Llerandi y Feo le una de sus mejores peliculas ‘orre nuestra historia republicana, La otra violencia Resulta elocuente que un realizador venido desde tun pafs que conté con un e haya preferidoasentarse en un cine balbuceante comoel ve nezolano para partiipar de su proceso de crecimiento, Ademiis, definié su interés en explorar nuevas des temiéticas. Le correspondié a Mauricio Walerst fundizar el esquema intimo de a violencia para explo rar a otra violencia, aguella quese ese ude en losentre 1 adaptacién de una satral de Rodolfo Santana, el realizador mexi- ceano (completamente ineorporado a nuestro medio) replante6 el tema de las elaciones de poder a través npresa perdo- ‘na un momento de locura (1977) Se tata de la mis valiosa entre las pocas peliculas venezolanas que han trabajado cl tema laboral. La agresién, Ia manipul- cin y la explotacidn que se establecen como norma de vida constituyeron su entral y, de muchas maneras, esa médula espinal express el clima de «paz. Inboral» que ea as de la democracia. El sentido oculto de la farsa colectiva de un pais que no se atreve « mirarse en el espejo Porque teme encontrar una imagen distit nocidla pero muy propia, El dramaturgo Santana, uno de los mas significativos del pais, fue e! rador de Clemente de la Cerda en lo peliculas ms exitosas, pliegues de la cotidianidad, Cé cobra de la enajenacién del trabajo en Ls deseo- gran colabo- diecisét Chala La mujer como sintesis del pecado y la virtud En 1977 Chalbaud estrens su obra mas conocid, dius, taquillera_y premiada: BI pez que fuma Suerte de blassn del universo chalbaudiano, que tam bign provenia de su trayectoriateatral, el filme mos- 116 una madurez expresiva notable que se evidenci escena con ribetes fellinianos, un e manejo del zempo narrativo y un guién eir- cular y apasionadlo (coescrito, de nuevo, por Cabrujas) (que establecié una gran pardbola sobre el poder y sus manifestaciones efimeras, através de los perso~ rnajes y acciones de un eélebre prostibulo de La Guaira, Con su quinto lay etapa de los setenta). Chalbaud redondes su vision ometraje (tercero en st de Venezuela como prioritaria preocupacidn en su trabajo ereador. Pero, mas alli de su paribola sobre clpoder, en ella so su Gptica sobre el personaje femenino, Como un mezelade pecado y virud. de vicioy temura, la mujer ccaracteri76 un orden matriarcal que centraliza las re laciones de su entorno aunque no puede permanecer ajena a Tos vaivenes de su fortaleza, De La Garza a Selva Maria tan slo media la alternancia del poder (representado en dos generaciones de prostitutas) en una clara alusion al sistema politico bipartidista ve- nezolano, Los personajes pasan, son transitorios mientras el dominio permanece y se eterniza, El pez que fuma mareé un bito en quesira produceidn y re umbign perfilé con detatle minueio- afirmé que ya tenfamos un autor completo, Por aiia- dlidura, fue la pelicula mas taquillera del aio, Dos afios mais tarde, Chalbaud se deshizo de st propia tradicisn dramatirgica y entrenté el reto de adaptara Prospero Mérimee con su Carmen, la que contaba dieciséis afios (1978). en la cual la volup- tuosidal femenina, envueltaen la elarada de os amo~ Fes contradictorios ¥ caprichosos, vuelve a conver- tirse en el centro de la tragedia, No obstante su crio~ Hlismo, la representacidn de esta Carmen tan lejana de Sevilla transits los mismos caminos de la villania y lacondena. Ella erael pecado, Su belleza. a perdi- tin. Carmen no puede ser de otto modo, Ya liberado en el cine de su pasado teatral, Chalbuud diversities su ptica y se sumergis en las aguas de una anodina comedia de clase media, Bo- das de papel (1979), que contrastaria abiertamente ccon su posterior BI rebaiio de los dngeles (1979), ccon fa cual el realizador meridefio ampli su mirada hhacia el inestable terreno del drama social y juvenil, Arreir, sefiores, que la muerte ronda Cosa extrafa: el humor, tan comin en la vida de Jos venezolanos, ha tenido pocas manitestaciones en nuestro cine. S6lo un atado de filmes ha trabajado las claves de la comedia para organizar sus discursos cinematogrificos. Pero esa escasez no conduce a afir: ‘mar que no exista. De hecho, algunos de nuestros mas destacados reatizadores iniciaron sus filmogra- ‘fas con trabajos de husmor, aunque es importante se- falar que su uso no ha estado despravisto de una ‘mirada de mayor aliento, ‘Alfredo Lugo" perfilé con su primer largo, Los muertos sf salen (1976), una vertiente de autor que se fandamenta en el recurso del humor negro y en el esbozo de una vision eritica sobre las relaciones de poder en la sociedad venezolana (y latinoamericana, cen general) a través de microcosms que reproducen la sumision y ta rebeldfa, la miseria y la dignidad. Por la via de las desventuras de tres misicos de cé- ‘mara analfabetos (una paradoja comun en el eine de Lugo, guionista de sus filmes). Los muertos sf salen \deygranaria los mecanismos de Ia insubordinacin, Su escena final es particularmente emocionante, ra- cias a una carga postiea que permite a sus héroes to- car sus instrumentos (por fin) en medio de los restos de un orden destruido. Este planteamiento adquiris un tono ms fresco en Los tracaleros(1977), suerte de novela de aventuras de otto trfo de marginales que enftenta a una organizacién transnacional misterio- samente poderosisima, De nuevo Lugo echa mano de los recursos de lo fantéstico, del humor negro y de cierta postica eruita para establecer una propuesta autora Su tercer intento en esta direccién, El recone ‘mio (1979), no logrs superar los limites de una pieza nercial (proclucida en escasas semanas) a partir de un viejo como suyo inconcluso, Asesinato en el Bloque 1 (1971), rodado en blanco y negro y 16 mun, que elabors alrededor de la enajenaciéin de Ja clase ‘media urbana y del asesinato de una espos inade- cuadamente exigente. Con todo. estos tres largos con- forman una postura autoral que tendria un nevo apor- teen la década siguiente (Otra gran presencia del humor en el cine venezo- Jano de aquel decenio (que tambign definié un estilo autoral) se encuentra en Se solicita muchacha de buena presencia y motorizado con moto propia (1977), largo titulo que traduce el tono de peripecia on que Alfredo Anzola” habria de teflir su visin del ‘mundo popular frente a las directrices de una socie- dad signada por los de arriba, Escrita por Gustavo Michelena, se centr alrededor de personajes del bax tio que abandonaron la condicién de eriminales 0 de marginales (en las peliculas de De la Cerda, por ejemplo) para encarnar una cierta picaresca eriolla capaz de burlarse de si misma y de quienes mantie- nen el poder. Anzola provenia del cortometraje do- ‘cumental de denuncia de finales de los sesenta, lo ‘cual evidentemente constituyé su plataforma temti- cca.en el salto hacia el largometiaje El asunto fue mas complejo que una simple co: media en Manuel (1979), su segundo largo, através del cual Anzola se interna en el dificil universo del amor, la religién, el sentido del pecado y la fuerza de Ja liberacién, a través de una historia ireverente insolita que unio afectivamente a un cura provincia ‘no con Ia exposa de su amigo, en medio de la lucha ‘que libra un pueblo de la costa contra una urbaniza- dora que pretende despojar @ los pescadores de sus viviendas, El filme generé polémica e, incluso, fue prohibida su exhibicién en Maracaibo, por presuntas Cofensas a a religion y la familia, Luego de haberse desempefiado como camari- grafo y director de fotografia, César Bolivar debuts en la direceién como acto de emancipacién y adere- 26el drama social con cierta dosis de humoren Juan Topocho (1978), uns evocacién del éxodio rural ha- cia la capital que ha caracterizado el desarrollo des- igual de las sociedades latinoamericanas. De nuevo el personaje popular y sus desventuras constituyeron el punto de partida de una comedia con mucho de amargura e ingenuidad. ‘arlos Rebolledo' y Thaclman Urgelles unieron sus estverzos para adaptar un libro de Edmundo Aray ¥y propusicron Alias El Rey del Joropo (1978). so- bre las aventuras de Alfredo Alvarado, otro singular personaje que pertenece a la picaresca criolla y que no sélo funcioné como inspirador del filme sino tam bign como protagonista. Rebolledo y Urgelles logra- ron articular un discurso que se nuiri6 tanto del hu- ‘mor como de la poesia para rendir un homenaje a la La figura del soero venezolano aparecié dignificada porla magia de lo ins6lito en El cine soy ‘yO (1978), primer largo de ficeién de Luis Armando Roche’ eoncebido como una road movie criolla y ” selvitca, a través de la cual se manifiestan tres per- sonajes muy distintos (el zoev0, una aventurera fran: ccesay un nifio) pero unidos por el viaje, el cine y los La «otra eara» del cine nacional Después de una reconocida traycetoria como fo- de mods el Hlorentino Franco Rubartelli vino construir una nueva y la para quedarse cexitosa carrera, esta vez en el cine publicitario. Pero no contento con filmar spors para televisién con sv peculiar estética, enfients las tendencias bisicas del no social de los etenta y sorprendi a muchos ‘con el éxito de piblico de Simplicio (1978). un his. mental e improbable entre Un a Fue la «otra cara» de la produceién nacional de esa década que se express de nuevo, con el mismo esti= Jo, en Ya Koo (1985), a mediados de Ia siguiente dé cada, Mérida: hacer y premiar el cine nacional Desde Mérida surg figura importante del Departamento de Cine de la Universidad de Los Andes, presents Los Nevados 2979), un fa cotta sorpresa. Freddy Siso rometraje documenta que atraps Tas vivencias y las esper jn abandons dda de Dios. EI Departamento de Cine de Ia ULA hat bia sido fundado en 1968, eon el eoncurso de Carlos Rebolledo, Edmundo Aray y otros eineastas, para cubrir un decenio de trabajo sostenido y fructifero desde Ia provincia, Cortos, documentales, filmes de aanimacién constituyeron su cosecha mas notable, al amparo de una concepeidn rural de ltexistenca, hasty ue Siso estrens su opera prima que vino a dispatar tun sitio entre las grandes peliculas nacion. Fu alli, en Mérida. donde se hizo el gran balan. ce de Jos setenta, La primera edicign del Festival de Cine Nacional, organizado por la Universidad de Los Andes, convocs en 1980 a todas las mianifestaciones tales, unimacin y experimentacisn, Fue la gran fiesta cde un eine que podia afirmar que ya eNistia, que esta- ba vivo, que habia renacido después de un largo ste fin de siete decenios. Por primera vez se manejs el cconcepto de cine nacional como una realidad cons tatable por sus obras, sus autores, sus leyendas. La Suerte estaba echada, Ya conkibamos no sélo con una remota Araya (1959), sino también con un Pez que fuma. un Pafs portitil, un Rey del Jorepo, unos Nevados, un Domador (corto de Joaquin Cortés que recibid el mximo Gran Premio Simén Bolivar), un Yo hablo a Caraeas y una Empresa perdona un ‘momento de locura, De agi ras dos cosas con respecto & este et mero, que el desarrollo creative de nuestro cine en. ccontré una herramienta fundamental (aunque no la gran encuentro, adlemés, quedaron ela icimiento. Pri \inica) en las piezas de nuestra dramatuegia y litera tura, No es azaroso que la mayoria de sus obras mis importa ro Sily es se haya estructurado sobre novelas (Oe Abreu, Gonzilez Lesn, Mérimée, Brizuela) asi como en piezas teatrales (Chalbaud y Santana fundame tenerse toda la década si aquella génesis participé un grupo de actores muy importantes: Miguelingel Landa, Orlando Urdaneta Asdribal Meléndez, Rafael Briceno, Toco Gémez, Victor Cuica (todos atin actives) al ado de los des- aparecidos Hilda Vera (Ia gran actriz del cine vene Dy Arturo Caldersn, almente), tendencix que habria de man- nte. Segundo, que en zo Los ochenta: altos de dudas y retos. Comienza la década perdida Pas6 Ia eutoria inicial, Se deshizo el suefio de reconocer un cine nacional. Ese manicomio dor tenia vida propia y con {que no querian salit del manicomio, Casi de forma paralela, los ochenta configuraron la gran crisis del pais, sus moradores, sus valores culturales y, desde naa Teno de locos nego, su cine. De la misma forma como América Latina arrastr6 su gran depresin econsmica y so: perdida, Venezuela ex- periment su primera devaluacidin monetaria desde dos décadas atris, se reflejs en el espejo de la noamericanidad econémis cial a lo largo de la décc ¥ social, se identifi con paises donde la inflacicn y el dese maban parte del paisaje Eline Amand Compan Clemene so verdadero y brutal al universo de la pobreza con. tinental Pero hay algo mis, Cuando comenzaton los ochenta, Venezuela ofecia el rostro de una demo- cracia estable, sin regimenes militares ni golpes de Estado, Mientras muchos cineastas argentinos, chi- Tenos, brasilefios y bolivianos realizaban clandesti- rhamente sus obras, nuestro cine gozabs de una envi- Liable institucionalidad. Esta condicién permitié el crecimiento rpida cle nuestra proxluccisn en Tos se- tenta, incluso con el apoyo Tinanciero y crediticio del Estado, Esta democracia deficiente, subdesarrollada y manipolada, tantas veces condenada, fue la mejor fliada para contar nuestros grandes problemas y ex- traer los temas nacionales mis significativos. El cine continué trabajando nuestras grandes contradiccio: ries y emprendi una década de dudas y retos. La continuidad de Ia violencia De la Cerda abris los fuegos del decenio con una pileza que alter6 su peculiar forma de hacer y com: pprender el cine, Estrené uns coproduccién con Espa- +a, Compaiiero de viaje (1980), a partir del hermo- so libro de Orlando Araujo, gracias al cual emergio la magica belleza de la tragedia andina en las image res de una pelicula rural y sangrienta. Otro ritmo. tra mirada, otra escritura que expuso la sensibilidad de un director que se habia convertido en la vietima {de su propio cine de éxito, Compaiiero de viaje tue tuna obra incomprendida por la critica, los cineastas y el mismisimo piblico, El fracaso taguillero de su iiniea piesa de autor cestimulé su retorno x la violencia urbana y buscé de nuevo la colaborucidin de Rodolfo Santana para adap: ‘ar Ta propia obra teatral de este dltimo: Los erimi nnales (1983). Obviamente la ecuacién funci precision digital, Le siguié con igual éxito y violen- cia Retén de Catia (1984), aunque sin muchos apor- {es estiisticos. Pero he agui que su ditima pelicula, Agua que no has de beber, estrenacls también ese ‘mismo allo, fue su inica incursidn en el eampo de Ia comedia, Fallida, claro, Definitivamente, Clemente uso liberarse de la violencia pero no pudo, La muer- fe se lo impidis, Daniel Oropeza habria de recoger el lezado de De la Cerda al realizar su muy comercial La gra- uacién de un delineuente (1985), suerte de colo- fon torpe y utilitario de un estilo de eine que ya tenia duefo. Chalbaud: el universo de un autor Con su prestigio a cuestas, Chalbaud comenz6 a eruzar la década con Cangrejo (1982), inspirado en tuno de ls textos del éxito de libreria Cuatro crime nes, cuatro poderes, del ex director de la PT] Fermin Marmol Le6n, quien reconstruys easos sin solucién nicastigo. El secuestro de aquel nifio Vegas que tuvo ‘un trigico final) en los aos setenta moviliz6 las fuer- 2s policiales hacia una red de jvenes delincuentes de la bonne société caraquefia y manifest el dete tioto de los valores de una clase dirigente, No obs- tunte este contexto, el filme no cobr6 cuerpo defini- do y ferminé como la historia real que le dio inicio: inconelusa y no resuelta, Luego el director lograria un trabajo mejor desarrollado y cle condicién mis au- {oral en Cangrejo TT (1984), con la eolaboracin de César Miguel Rondén en el guign, El recordado eri- ‘men de Ia hermana del padre Biaggi (y las extrafias relaciones entre ambos) adquiris un cardctery un tono narrativo de verdadero policial, en la que es una de las peliculas mejor estructuradas de este cineasta. Entre ambos Cangrejos Chalbaud intents regre- sara una temvitica que domina con amplitud y est 6 La gata borracha (1983), pieza que se mueve ‘con comodidad en su estilo, aunque la verdad es que siempre pendid sobre ella Ia sombra de El pez que fuma, Acometié Juego Raton en ferreteria (1985) sobre su propia obra teatral y segtin el guidn de Thsen ‘Martinez, Ia cual no pas6 de ciertos balbuceos intrascendentes. En plan mis serio, Manén (1986) Ie permitig re- tomar otro de sus filmes (Carmen, la que contaba dieciséis afios) aunque esta vez prefirié al abate Prévost a Mérimée para dibujar, de nuevo, a la mujer como fuente del amour fou pero también del pecado, ‘La fatiica figura femenina que tienta, seduce y con- duce a la perdicion a un hombre (sacerdote para col- mo} adguitié la voluptuosa femineidad de una Mayra Alejandra (la misma actriz de Carmen) en plan de femme fatale zuliana, Chalbaud cerns temprano Ia década con su obra mas hermosa aunque menos celebrada: La oveja ne- gra (1987), Con el guidn de David Suirez, elabora una visin redonda, rica y expresiva alrededor de un microcosmos que expone de nuevo las relaciones de poder de una sociedad, a través de personajes simbo- Tos qute no renuncian a sus propias especificidades, Una atmésfera intima, personal, nutrida de diversas ‘acompaia el desarrollo del drama, Se trata dde una gran pelicula, que trasciende del cine venezo~ Tano y se ubica en lo mejor de Ia produceisn latinoa- ‘merieana contemporsnes. fuente El barrio, la justicia, la corrupeién Con Manoa (1981), historia de un viaje que atra- viesa una amistad, Solveig Hoogesteijn esboz6 un estilo personal para indagar en los personajes que viven al margen de la normalidad, pero fue seis aos ‘mas tarde cuando Macu, la mujer del policfa (1987), se convirtis en uno de los filmes de todos los tiem- pos mis vistos por los venezolanos y en un genuino fendmeno de publico. El caso verdadero del distin. guido Ledezma, policia asesino de los tres amigos de su adolescente esposa, conmovis la opinién del pais. De nuevo una pelicula nacional interprets un historia real, brutalmente real, paradecira cabalidad lo que otros medios de comunicacién denunciaron, Junto con ta guionista Milagros Rodriguez transfor: mo en fieciGin aguel relato de desamor y sordidez, con un gran respeto hacia sus personajes, A la hora de su estreno, Macu, a mujer del policia tue percibida, de forma epidérmica, como una expresién Inds del cine de Ia violencia social, con su profusién de barrios, miserias, malandros y policias. No obs ‘ante, a violencia que reside en el filme eorresponde is ala expresidin de sentimientos que al montaje de escenas de aceién, En rigor, es una obra intensa, de matica y dolorosa, cuya fuerza se encuentra en la eevidencia del miedo y la desesperanza Seis afios antes, Luis Correa habia acometide Ledezma, el caso Mamera (1982), la misma histo ria que inspiré Macu y cubrié las paginas rojas de Jos diarios y los noticieros de televisiGn por mis de lunao, pero desde una perspectiva distinta y con con- secuencias lamentables para su realigador y para la lucha contra la censura. Correa enfild sus baterias hacia la corrupeién polieial que habia mantenido la imponidad del distinguido Ledezma y puso en tela de juicio a todo el Poder Judicial. Censura de corte politico, edreel para su director y confiscacién de la pelicula acallaron Ia fuerza de su denuncia pero no pudieron evitar las voees de protesta por todo el pai Ledezma, el caso Mamera se estrené 12 atios des- pues. cuando habia pasado su momento ester De vuelia al burio, otra realizadora, Matilda Vera, cexplor6 en su primer largo un tema que nos pertene= ce pero preferimos evitar: la inmigracién ilegal co- Jombiana y 1a supervivencia de los indocumentados, Por los caminos verdes (1984), también coeserita por Milagros Rodriguez, tradujo el melodrama del ‘arrimado, el ciudadano de segunda, el natural de ka ‘hermana repiiblica, el diseriminado en una sociedad terriblemente hipécrita. En cietto modo, el tema del colombiano indocumentado, tan presente en nuestra ‘ida cotidiana, ha sido usualmente marginado del cine, la literatura y el teatro venezolanes, Vera tuvo cn su haber el tino de escoger un tema rehuido y de dotarlo de un tratamiento digno, Otra injusticia judicial inspirs Aguasangre, eré- nica de un indulto (1987), de Julio Bustamante ‘quien elabor6 una denuncia muy personal (pero tam- bien muy valida) en torno a un indulto prisidencial que amparéa un criminal y que involucré en su tiem- po al mismisimo Primer Mandatario, ef mismo que ‘amparé la corrupcién judicial en el caso Mamera y que propici6 la prisién de Correa Carlos Oteyza tomé las riendas briosas del pri- ‘mer largo con El esendato (1987) para insertar su ‘mirada eritica en otro caso de la vida real: la corrup. cid registrada y denunciada en Ia sacrosanta indus. Iria petrolera venezolana, Los petroespias saltaron de las primeras planas de los diarios a la gran panta- Ila, a través de Ia reinterpretacién del guidn de Cabrujas y de una puesta en escena que apuntaba a ‘un cine comercial com dignidad creativa, Es uno de Jos pocos filmes venezolanos que abordaron el tema del petr6leo, aungue lo hizo de una forma tangencial referida a la corvupeién de sus gerentes y ala quiebea Ue los valores éticos de la ckise media, elementos ‘dramsticos que muy bien podrian ser aplicados a otro sector industrial EL asunto del petroleo, tambien de forma tange. cial, habja surgido dos aos antes en el primer largo de Eduardo Barberena, La hora Texaco (1985), pirada en la pieza teatral de Tbsen Martinez, coautor del guidn cinematogrifico, Memorias de un adoles- Cente en un campo petrolero a quien la vida le ju ‘una mala pasada, Nostalgia pura aderezada con eri- sis de la treintena y un cierto amor por el beisbol. ‘Tras su debut en Alias ef Rey del Joropo en la «década anterior, Thaelman Urgelles emprendié su ‘camino individual a través de un filme de gran ambi- cin que pretendié establecer una interpretacisn glo- bal de nuestra historia contemporsnea y Ia crisis ins- titucional del pais. La boda, segin el guidn de Edilio Pena, se estrend en 1982 y mostr6 un multiple cus dro dramitico enraizado en las tendencias politics y sociales que movieron y expresaron a Venezuela des- de los aos de la dictadura perezjimenista, Obra en- volvente. sit un personae central definido, que pre- firi6 el camino de tx complejidad para taducir el _manojo de suefios y frustraciones que ba nav Ja democracia, Tras esta su mejor peli : regres6 con dos piezas considerablemente mis débi les: El atentado (1985), reconstruccién del asesina- to de un eélebre penalista, y La generacién Halley (1986), mero ejercicio comercial La personalidad cinematogritica de César Bo var desarrollé sus vinculos con la comedia en st se ‘undo largo Domingo de Resurreccién (1982), una Sitira sobre los valores sociales y culturales de una capa de nuestra sociedad, eserita por Gustavo Michetena, Pero Homicidio culposo (1984), se con- vittié en su mejor pelicula y. adem, en un genuino éxito de publico. A partir, de nuevo, de un drama de la vida real, Bolivar elabors un policial con matcado acento venezolano que ademis de expresar lus an- austias de un oficial de policfa supo exponer kis con- ‘radieeiones del conjunto sovial que lo alberga. Boli- var regresé tanto al policial como al eseudriaamien- to del alma en dos peliculas posteriores. Colt Co- ‘mando (1987), trabajo de accién sobre un guién por Rodolfo Santana, y Reflejos (1988), blsqueda en los laberintos de la intimidad, aunque con suerte bastan- te desigual en ambos casos. Los distintos caminos de la afectividad ‘Mauricio Walerstein continud demostrando su ca- paciclad y talento para iniciar tendencias y movimien- tos. Después de consolidarse como uno de los auto: res mis importantes del cine venezolano, prefitié buscar otras opciones, otros campos temsiticos, otros ‘caminos, en particular uno que habia sido desdefiado repetidas veces: Ia afectividad. La mirada intros- pectiva, la bisqueda de satisfaceiones personales, ka nevesidad de trascender Io social, lo extemo, para vincularse con lo intime haba sido un tema casi tabi Water 6 en La maxima felicidad (1982), obra teatral de Isaae Chocrén, para explorar Jos laberintos de Ia pasi6n a través de un tringulo peculiar entre dos hombres y una mujer, tratando de descifrar los rincones dela soledaad y la necesidad de eslablecer una afectividad satistactoria, mas alli de Jas normas aceptadas. Un filme denso, muy pensado, narrado a pulso, con dominio de la historia, Fue una ‘obra incomprendida a la hora de su estzeno, pero el tiempo le ha brindado un sabor de buen cine, con cuerpo y redonde?, Esa misma intensidad se manifest res tarde en Macho y hembra (1986), sein el guidn ccoescrito com Iraida Ty as, una de Sus mejores pe! Manoa de Sol Hoogestsin (1981 a Borrachs Je Ronn Chala 1983) Foto Nelson Gari Cangrejo 1 de culas, a través de la cual profundiza la bisqueda en | \ articulacién complicada de su discurso, lo cual le rest Jos entramados de la relacién de pareja y en laimpo- vigor e impacto. sibilidad definitiva del tkinguto sentimental. Esta vez dos mujeres y un hombre tratan de legitimar la trans gresi6n de las convenciones amorosis Lo mis importante de ambas realizaciones, ald incluso de sus especificas valores expresivos, eS las vertientes sexuales de la afectividad y sus conflictos entraron a formar parte del cine nacional, bastante conservadoren este plano, Walerstein se are sordar que habia otras sexualidades. otras po- sibilidades amatorias, oteas opciones de pareja En cambio, el drama de Eva, Julia, Perla (1983), una coproduccidn con Espaiia, navegé sin rumbo de- nido alrededor del destino incierto de tres mujeres. De mujer a mujer (1986) cedi6 ante la presin fieil cnsniea roja de la sexualidad primaria, esquema {que repitis con evidentes resultados comerciales en Con el corazén en ta mano (1988). para satisfacciGn fc los admiradores de Maria Conchita Alonso, Esta exploracion de la afectividad encontré otra sspresi6n interesante en el primer y nice largo de Haydée Ascanio, Unas son de amor (1987), un i nto algo confuso de comprender los vericuetos del amor. la identidad personal y las relaciones de de pendencia en la pareja. Filme intimista y sutil q uscd una mayor comprensién de los seres hum os. Sin embargo. resbalé por las tentaciones de una {Cine de autor? Si, de autor El decenio de los ochenta observ el desarrollo de los realizadores que iniciaron sus trabajos en la ddécada pasada, tanto en el corto como en el largo, en ly ficeidn y el documental. De esa camada de nue- Vos, no tat nuevos y veteranos cineastas surgieron propuestas mucho mis que interesantes, aungue irre _gulares y presurosas, Lo comin en tka ellas reside en la busqueda de un Tenguaje personal La Unica pelicula que Alfredo Lugo films en es- 10s diez aiios reafirms y extendis sus proposiciones {nales por la via de un humor poco tradicional y ‘un tono que escaps al realismo a secas. La hora del tigre (1985) retorné al campo de los personajes ma siempre con la musica y la muerte presen- se rebelan ante poderes desmesurados, Un ivo no convencional. un conjunto de n estilo ferencias cercanas a la erudici6n y el manejo de ci tas claves imaginativas le permitieron erear una obra personal, con claro corte autoral, que sin embargo no Togrd engancharse con el pablico, Cine de bisqued cine de riesgos, que alin nos debe una obra maestra, EI poeta y realizador barings Jestis Enrique Gusde2" propuso El iluminado (1986), su nico lar- -g0 de ficcién, para escudrifiar los entrepliegues del Chala (1983) Foto Nelson Gard personaje popula en ambiente rural y sus relaciones con Ja picaresca y lo migico-religioso, A pesar de su vision ampliay totalizadora, a obra no cubrié las expestativas que gener, lisicamente por razanes de gui Los aitos del miedo (1985), la tinica pelicula di: sida por Miguelingel Landa, uno de los actores es- tandartes del cine nacional, intent6 rescatar la me mori tiperezjimenista durante los alos de la dictadura, De nuevo el guisn se convirtié en uuno de nuestros mayores problemas. El filme no lo- Je la lucha a ‘2t6 cobrar Vuelo y se mantuvo en un nivel aceptable apenas. Una figura proveniente del cortometraje y del Super 8 artojé una propuesta personal e intransferi ble en el campo del largometaje. Diego Risquez torns ;porasalto a muchos con su Bolivar, sinfonia tropikal iniciada en 1979, ampliada de Si Final laen 1981, La iconografia cde nuestra histori irrumpié de pronto en la pantalla ‘para mostrar una interpretacién poco académica del héroe americano, Grandes valores plisticos, una ban dda musical envolvente, la transgresién de las tadi- cciones narrativas del realismo y, sobre todo, La au sencia de dislogas, fueron los factores que atrajeron Ta atenci6n hacia un cineasta que habia de construir un estilo propio. De la sorpresa surgié la aceptacién de Risquez, quien se encaminé por los terrenios de Orinoko, Nuevo Mundo (1984) y Amérika, Terra Incégnita (1988). los dos largometrajes que comple- tan su célebre trlogia dedicada a la magia de la his toria del continente. De pronto, los despachos informatives anuncia- ron que Oriana (1985), una desconocida coprodue- mien rer 8 a 35 mm y cidn franco-venezolana realizada por una entonces desconosida Fina Torres, habfa sido premia- da en Cannes, repitiendo la hazaiia de Margot Benacerraf.a finales de los cincuenta, con Araya. El publice y los eriticos encontraron una obra pena de memorias y sentimientos que permitié apreciar una cestética aparentemente serena, ubicada entre el mun- do europeo y el Venezolano, signada por la presencia femenina y dotada de una rara sensibilidad, Cons. truida de forma multitemporal. con alternancia de momentos y personajes, Oriana signifies u aire en nuestro cine, un aliento estilistico de calidad internacional, una esperanza de renovacién y un afin de buisqueda personal, Pero sobre todo hay en la obra de Fina un sentido ckisico del cine adaptado a los avatares de un pais que consoliduba una cinemato- agrafia apenas renaeida una década atrés. Torres lo- gr6 inscribir su pelicula en el campo de los clisicos venezolanos y se convirtié en una autora diferent. Tacobo Penzo, proveniente del campo del corto- rmetraje, escruté los caminos de la imaginacién del poeta suerense Cruz Salmerén Acosta en La easa de ‘agua (1984), segtin el guicn de Tomas Eloy Martine2, Fue una manifestaciéin no usual en nuestra produc cin que definis el camino de un autor comprometi- docon un cine de rebeldia. Lamentablemente, Penzo cerni la senda en Miisiea nocturma (1988), ms cer- ccano a un mero ejercicio narrativo en el terreno del abierta a la confrontacién y filowe noir que 2 La obs Ta dsqueda de nuevas formas expresivas, Desde Mérida, Freddy Siso volvi6 a sorprender ‘con Diles que no me maten (1984), su primer largo ue extrajo Ia esencia narrativa de un rel to del eseritor mexivano Juan Rulfo. Concebido bajo el manto del cine latinoamericano y Jatinoane~ ricanista, con un marcado carcter rural, el filme de Siso manifesté una personalidad fuerte, postica y personal que le definis como autor y como la fig creaxlora mis importante del Departamento de Cine de la ULA. Otro Siso, Roberto, her cn la escena tambi bajo largo por la via de la comedia, El eompromiso (1988) mares su preferencia por el drama que sobre vive en el uso del humor satirico y en la burla de las ‘convenciones, a tavés de personajes que desdicen de su pasado, Uno de los precursores del cine nacional. Carlos Rebolledo, prefiri6 mirarse en el espejo de la re- flexidn, de la memoria y de la critica para iniciar Profesidn vivir (1985), un dramético testimonio per- sonal con una profuunda carga depresiva que no pudo adguirir cuerpo ni presencia, Fue su timo y defini- tivo trabajo, Su gran confesion antes de morit ode Freddy, aparecis lesdle Mérida com su tno te Refteos (988), Joaquin Cortés salto al largometraje de fiecn (des- Je haber consolidado una brillant carrera como eantalista) con Caballo salvaje (1983). drama er) que reuni6 elementos rurales con factores urbae ‘ord en demasia las atmésf ana tram que re ne mediometraje El domador.premiado.en les festivles internacionales y venezolanos. Su secesiad de constr una filmografia de fcciGn lo con- rabajarel filme noir como soporte dramitico en Asesino nocturno (1986), coescrita con el crtico Omar Mowzakis. Sus evidentes desaciertose inseguridades pa 2 confirma que Joaguin es sobre todo un estu- peado documentalista, como pocos en America Latina una Iejana inspiracion en un texto de Julio x, Mayela Roncayolo despleas Pacto de sangre esforzadointento de hacer un cin inimista. rasa interior, gue trascendiera Ios conven ssmos. Con todo, el intento present6 varios hala tambign miles fragilidades, especialmente plano del guisn, ‘que ha firmado Abraham Pulido Lily (1983), perfilé un estilo pero no aleanzé a desa- ». Su vision sobre dos chicas de la vida de del peca de cierto romanticismo impreciso y no recerles vida propia, Sherlock Holmes en Caracas (1989) es una de las sticulas mas insdlitas hechas en Venezuela. Su autor. el sens grifico y creative public ntino Juan in, convini6 sureinterpretacbn de lo del suspenso en una abierta provocacin de los estilos 1es. Sinembargo, nunca fe etrenada pero si m0s- 1a enel Festival de Mérida, con uno de les premio y .cha poksmica. Juan ya no vive en Venezuela y se ha idicado masa su obra grea en Espafia y Argentina. sesidad de contarnos puss del éxito de eritica, festivales y piblico i Pais portaitil, Antonio Llerandi e Ivan Feo inici sus eaminos individuales. El primero atacs ei 1983 el proyecto de Adis Mian wen torno a la cule tura de la clase media acomodada, con aderezo del fo de 1983. cuando se desplomé el sueiio de riqueza de los venezolanos. amoso viernes negro de febr quel momento justo cuando nos latinoamericaniza- ‘mos en medio de la écada perdidda, como dicen los ‘economists. funcioné como catapult para una pro- Aunque el re silado no tuvo la dimension de aquel primer y cele brado largo, Llerandi explor6 las posibilidades de un cine comercial distinto al de la violencia erinvinal posicidn en el campo de la come Un tanto recuperado del revés, se refugi6 en Ta Jramaturgia de José Ignacio Cabrujas y adapts Pro- indo en 1988. con la participacién del propio Cabrujas en el proyecto, Obra rics en matices y signi ficaciones, dotada de un sentido del humor muy ve- nerolano, fue, no obstante, subestimada en su apre~ EI ituminade de Jesus La hora del tigre de iacidn eritica, Hoy valdria la pena revisarla De su parte, Ivin Feo alargé hasta 1987 el estre node su acariciado proyecto de adaptar If mia. cli sigo literario Venezolano de Teresa de Ia Parra, eon produccidn de la Universidad Central de Venezuela Feo ambicioné una obra grande. desmesurada, que rho quedara supeditada a 1a dimension eldsica de la novela, Descubrié a Marialejandra Marti, retomo a tun Jean Carlo Simancas en su mejor trabajo y se co oes a si mismo al frente y detris de las cdmaras (como lo habfa hecho en Pais portiti), pero no al- ceanaé la grandeza sofiada, De nuevo, el teatro de José Ignacio Cabrujas se cconvintis en Ia inspiracién del cine venezolano, Una noche oriental (1986) mare6el debut de Miguel Curiet en la direccidn, secundado en el guidn por el mismo Cabrjas, para narrar una historia de amor en Tos titi- _mos aos del perezjimenato, con la presencia inefable ddl mismisimo Felipe Pirela, el bolerista de América. La otra gran tentacién de nuestra letras, Rémulo Gallegos, ha padecido un temor desigual entre nues- tos cineastas. Sélo Enver Condido proyeets( ‘uosamente) levara la pantalla Dovia Barbara y ereo «que nadie ha pretendido agus adaptaral cine Cunaima © Pobre negro, pero Rodolfo Restifo tuvo la osadia de adaptar una obra galleguiana mucho menos cono- cida con Reinaldo Solar (1986), cuya mixima vir- tud consistis en recrear con fidelidad las atmdsferas propias del novelist EL humor nunca muere En época de crisis de la economia y de los valo- res éticos de la sociedad venezolana, el humor siguié siendo Ia herramienta de Alfredo Anzola. Con st hi bitual desparpajo presents Coctel de camarones en 1 Dia della Seeretaria (1983), suerte de comedia de cenredos que ironiz6 una de las tradiciones sociales mejor establecidas en el pais y fuente divertida de un cconjunto de historias ligeras que expres6 la hipoere- siade cierta clase media frente ala pureca del perso- nae popular. Fiela su estilo y asus postulados, Anzola devolvi6 la pelota al eampo del juego en 1986 con ‘De c6mo Anita Camacho quiso levantarse a Ma ‘no Méndez, una nueva comedia de corte urbano en ta cual repitié su esquema preferido: Ia clase media versus el personaje popular. Ya sabemos quién gans, Luis Armando Roche planific6 su regreso ala co. media con El seereto (1988), una trama ligera, di recta y romantica, eserita por César Miguel Rondén, que carecié de ambiciones de trascendencia pero sostuvo una postura de reseate del humor. Aventurera (1989) mostré el primer trabajo to- talmente venezolano del realizador chileno Pablo de la Barra!" Historia romantica y disparatada que se ambient6 en los primeros tiempos de la democracia, fen un marco de conspiraciones, aventuras y amores desesperalos. El atentado contra Rémulo Betancourt cen Los Préceres sirvi como telén de fondo para una comedia inteligente. grata, bien hecha. La pantalla para los nifios Son pocos nuestros filmes que abordan el tema de Ia infancia, Los nifios casi siempre aparecen como simples referencias. No suclen ser los protagonistas, José Alcalde rompié esa auseneia y sedujo a buens parte del pablico con Operacién Chocolate (1984), comedia sobre las aventuras de unos nifios que tra- bajan en un supermereado y encuentran el valor de a amistad, el amor y la solidaridad. Después del éxi- to de su film, Alcalde pr montaje y la fotografia al servicio de otros cineastas y actualmente labora como director de televisién, En el mismo campo surgié Pequefia revaneha, (1985), opera prin de Olegario Barrera, quien pro- venia del montaje y de la realizaci6n de cortometra- jes. Inspirado en un cuento del chileno Antonio Skirmeta, el filme de Barrera atrapé la esencia de un relato rural y revelador del universo de los nifios (18 amistad, la Solidaridad, la familia) condicionado por cel mundo de los adultos (la politica. la represi6n, la lucha contra la dictadara) en una rara pero efectiva ‘mezcla creadora, Galardonada en muchos festivales Internacionales, manifests la sensibilidad de Barrera y preliguré sus préximas obras: Operacién Billete (1987) y Un domingo feliz (1988). La primera de cllas se fundament6 en los dramas de la vejez (en -contraposicién a losnifios de Pequedia revancha) a tra- vvés de un grupo de aneianos dispuestos a todo en un momento extremo. La segunda, Ia. mas floja de sus ‘obras, defraud6 como adaptacisn de uno de los Doce ‘cuentos peregrinos, de Gabriel Gare‘a Marquee, segun un proyecto iberoamericano de Televisi6n Es paola, TVE. Ya se sabe que el Gabo no tiene mucha suerte en el cine En Sabana Grande siempre es de dia (1988) rmostr6 el interés de Manuel de Pedro por el asunto infantil, vinculado con el tema de la marginalidad social y el drama familiar. aunque en rigor la pelicu la noaleanz6 a cohesionarse ni a establecer una rea. cién con su piblico natural ri6 tomar el camino del Cuestién de prejuicios La década perdida en la economia de los paises Jatinoamericanos se enraiz6 en nuestra vida pero, & {iuzgar por las pruebas en la pantalla, no fue tan per- dida para el cine venezolano, Por el coniratio, las cdudas, inseguridades y retos con los cuales comenz el decenio generaron una produceién que permitig apreciar a nuevos realizadores. consolidar distintas proposieiones, desarrollar otras visiones alternas. De la misma forma como en 1989 comenzé a mori el cepalismo, el proteccionismo y el rentismo petrolero (amén de otros ismos mis internacionales y conoci- dos} en un pafs que se abri6 a otras modelos, nuestra cinematograiia obtuvo un saldo altamente positive, a pesar de nuestras quejas. El manicomio cinemato- grdfico mantuvo su eapacidad para enfrentar esos retos y continus produciendo, sun contra las condi ciones mis adversas de comercializacién y difusién, Con todo, Ia conclusidn mas importante que pue- de extraerse se refiere a la consolidacicin de un grart rejuicio que se construyé alrededor del cine nacio- nal: sdlo peliculas de putas, Ningiin prejuicio es desinteresado y menos éste, A pesar de que Ia diversidad temtica y de tratamiento demostr6 la Vocacién amplia y abieria de nuestra pro- uerrilleros y ladrones 86

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