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HISTORIOGRAFÍA:

El debate Bartolomé Mitre - Vicente Fidel López

La visión que nos deja la impronta de Vicente Fidel López, al momento de


encarar su tarea como historiador, es su particular estilo de entender la misma
desde una concepción íntimamente relacionada con los aportes que le
brindaran las variadas disciplinas a las que, desde su práctica filosófica y
política, se remitió para la construcción de su obra mayor: la “Historia de la
República Argentina”, sin dejar de lado la compilación de documentos que
atesoraran la misma, pero con un sesgo de carácter secundario, ya que según
éste, “...solo sirven para sustentar una filosofía política del Estado”.
Rescató las tradiciones y los hechos esenciales, las descripciones de las
personalidades relevantes, enfocándolas bajo su concepción filosófica, que
difiere de la encarada por Mitre, ya que éste habría de respaldar toda su obra
bajo los condicionamientos que imponen los documentos (oficiales), para
demostrarlo le imputaría en su conocida polémica lo siguiente:
“La obra del Sr. López encierra todo, pero no es un historiador, ni por su
estructura ni por su contextura, ni como fuente de informaciones útiles y
seguras...(...) “...lástima que con tan bellas dotes de historiador escriba sin
documentos, y asegure con tanta frecuencia lo contrario de lo que los
documentos dicen y prueban”.(1)
Vicente F. López, sería junto a Bartolomé Mitre, uno de los creadores de la
Escuela Histórica Argentina. Su análisis de la historia tenía visos de
construccionesabstractas, ya que fundamentaba el comportamiento de los
órdenes que la rigen en relación al mundo de la filosofía:
“Hay dos ordenes de verdades: La verdad ideal y la verdad real. La primera es
en donde giran los hechos y las teorías especulativas (religión, poesía,
filosofía), abarcan el pasado y el porvenir. La segunda, está relacionada con el
presente, ya que éste es real, práctico, palpable. La esfera donde giran los
hechos y las teorías de aplicación: La práctica administrativa y todo hecho
práctico que hacen al hombre y la sociedad”… “La filosofía de las sensaciones
es falsa por que es incompleta, un trabajo intelectual que solo alcanza a los
sentidos. Sería completa si la filosofía abraza las percepciones: el recuerdo, la
memoria, la observación metafísica – el mundo visible- y por la conciencia y la
razón.” (2).
Concepciones que derivaba hacia el dominio de los fenómenos sociales y
políticos de las comunidades civilizadas, auxiliado por la historia.
Su filiación intelectual como historiador fue concebida como un reclamo
vocacional, ya que para él escribir la historia sería una pasión, reflejada en sus
cartas, sus polémicas, sus libros, todas construidas poniendo su acento en
exposiciones de tendencias filosóficas, acuñadas en el romanticismo de su
época, en los maestros del liberalismo, afirmando que la misión del historiador
es específicamente política.
Desde ese punto de partida, López realza la figura del historiador, remitiéndose
a fundamentar la misión de éste desde la imparcialidad, que, como un
deber(político) debe realizar al momento de la construcción histórica.
“ Si se entiende por imparcialidad el indeferentismo para con uno y otro lado
de estos debates y de estas luchas, que son la materia fundamental de la
historia política...(...)...la impasibilidad del criterio moral en el choque de los
intereses y la ambigüedades del juicio moral entre el crimen y la virtud, entre
los grandes patriotas y los egoístas o los criminales que hayan conculcado en
aquellas luchas, las leyes del honor, del deber, de la libertad y el patriotismo,
declamamos desde luego, que no somos imparciales. Tenemos partido y
tenemos opiniones liberales. Amigos decididos del gobierno libre, creemos que
no hay otra forma que pueda otorgarlo que aquella en que el Poder Ejecutivo
esté orgánicamente “limitado” por el influjo de la opinión pública concentrada
en un alto cuerpo intermediario, ya sea Gabinete, ya Consejo de Estado...
(...)...no será posible jamás un gobierno presidencial que no sea esencialmente
personal y sagrado para hacer su santa voluntad en el período de su
institución”. (3)
En referencia a su obra máxima, se inicia con la “Historia de España”,
remitiéndose a la Historia Colonial de América, desde donde parte para
establecer una teoría que lo encaminara a la constitución de la nacionalidad
sobre la base del desarrollo político de aquella sociedad en ciernes, decía que:
“...nuestra obra, si bien trata hechos modernos y contemporáneos, cuyos
elementos están todavía en la tradición de los vivos y en los impresos de
reciente fecha, esnueva por el plan, por el método y por el paralelismo riguroso
con que hemos estudiado en ella aquellos acontecimientos europeos que ...
(....)...fueron las causas que en las orillas del Rio de la Plata determinaron la
marcha de las evoluciones internas que forman nuestra historia política en el
período colonial...(...)...comprobando aquello tan sabido de que : EL PRESENTE,
HIJO DEL PASADO, ES SIEMPRE PADRE DEL PORVENIR”.(4)

López se reconoce como un sujeto vehemente imbuido del calor que emana de
sus reflexiones: “El historiador, lo mismo que el abogado y que el médico son
siempre parte: parte paciente unas veces, y otras triunfadora, pero indiferente.
¡Jamás¡ ”(5), una forma de ensayar sus aproximaciones filosóficas al momento
de presentar la historia frente al lector.
En dicho sentido se referiría al historiador inglés Tomás Macaulay (1800/1859):
“La historia es una obra de poesía y filosofía; debe dejar en el espíritu las
verdades generales que presenten al vivo, los caracteres y los sucesos
particulares...(...)...Hacer que el PASADO viva como el PRESENTE, aproximar lo
lejano (...)...dar la realidad de la carne y de la sangre a los personajes históricos
que pudieran presentársenos como personificaciones ideales y alegóricas de la
leyenda...(...)...introducirnos en sus casas, sentarnos en sus mesas, explicar sus
costumbres...todas estas peculiaridades del dominio del historiador ha ido a
parar a manos de la novela histórica, mientras que al extraer la filosofía que se
desprende de la historia, el formularnuestra opinión sobre los sucesos y los
hombres, el establecer las relaciones de las causas con sus efectos, y sacar de
la vida pasada lecciones de sabiduría moral y política, son cosas que han
venido a ser la tarea de una clase distinta de escritores”(6). He allí su
diferencia con la concepción de la construcción histórica abonada por B. Mitre.
Una definición de su percepción del hecho histórico, en la que hace un
apuntalamiento de conceptos que remiten a su mandato historiográfico, donde
el autor y el lector no pueden perder su tiempo en copiar o transcribir
documentos como si se tratará de una discusión sin sentido.
“Lo que se requiere es recomponer el movimiento de los sucesos que se quiere
narrar. Es necesario hacer una diferencia entre la erudición del literato y la
exhibición inútil de la erudición del pedagogo, y creemos que, una vez bien
informado, el escritor ante todo, debe ser artista y compositor, y manejar los
colores de su paleta de manera que su obra reproduzca el drama del pasado
por la adaptación y por la oportunidad de su estilo, dejando la documentación
como se dejan debajo de tierra los cimientos de todos los monumentos”(7).
Una formulación que dista de ser viable en su totalidad, ya que los cimientos
no cumplen una función estética, sino que son el sostén de las obras que
proporcionan estabilidad y resistencia a los embates del tiempo (una
continuidad), mientras que la obra documentada (comprobada
fehacientemente) podrá fragmentarse, destruirse si no hubiera sido escrita
bajo adjetiveroscarentes de fuentes fidedignas. No obstante, cuando se
empeña en escribir la historia de la República, lo hace no como una salida
espontánea, sino como parte de la conclusión de su larga y dilatada trayectoria
como figura política de su época. En 1859 ya le escribía a Marcos Paz, al
comentarle sobre su intención de realizar su obra.
“Quiero consagrar 2 años a la tarea de escribir la historia porque solo así
llegaremos al fallo sobre los hombres y las miras con que han obrado, sólo así
podremos salvar el criterio moral con que debemos ser juzgados...(...)...Tu te
hallas en una posición en que puedes servirme mucho, haciéndome sacar
copias de documentos...(...)...sobre el régimen colonial...(...)...sobre el
movimiento de los partidos interiores desde 1810 a 1824; anécdotas, dichos,
apuntes, batallas, todo, todo”. (8)
Podría darse a entender que entonces López también recurriría a las fuentes
documentales, que criticadas, las toma al igual que historiadores del presente,
pero que no espera que lleguen a él sino que va en su búsqueda, pero a las
que les deberá sumar sin embargo, una tarea heurística.
El menoscabo que tuviera, en principio, por el documento en la reconstrucción
del hecho histórico, como así el desprecio en la elección de las fuentes, lo
llevaron a tomar como insuficiente la preocupación erudita, por cuanto su
abordaje a la labor heurística era atravesada por un hábito que frecuentemente
ofrecía errores de interpretación, conceptualizaciones y anacronismos, tal como
historiadores contemporáneos lo hanseñalado.
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“Ensayos históricos”, de B. Mitre: A la hora de analizar su obra, podemos


interpretar que éste hace una alabanza epopéyica del Gral. Manuel Belgrano,
sobre quien monta una imagen solemne e inmaculada.

Mitre forja una historiografía bajo el tratamiento de una literatura narrativa en


la que pondría en evidencia su carga ideológica, en alianza con las
ponderaciones morales de quienes impusieron un Estado Nacional en
concordancia con la épica de los héroes de la Independencia: San Martin y
Belgrano; útiles a la hora de garantizar la organización política que les
permitiera construir una nacionalidad formada desde la elite, separada de un
conglomerado social mayoritario: el indígena, el gaucho, el jornalero...la plebe
urbana.

Una exclusión necesaria para establecer una “sociabilidad” que permitiría


poner en marcha una modernización adecuada a los intereses de los sectores
terratenientes por sobre el resto de esa sociedad. Para aseverar reproducimos:

“Según Mitre, la guerra contra las provincias – contra la mayoría de la Nación-


habría de decidir el siguiente problema: “Quién ha de gobernar. ¿Los más
capaces? ¿O las más bestias? ¿Debemos ser gobernados por leyes y principios?
¿Debemos ser gobernados a lanza seca, según el sistema de Saa?” (...) “...El
triunfo de Buenos Aires permitió que el país fuera gobernado por los agentes
liberomitristas de la oligarquía porteña, es decir, porel conjunto de políticos
más inescrupulosos y capaces de convertirse en bestias para aplastar a la
mayoría del país con que se contaba por entonces en estas latitudes. Permitió
que la República Argentina pasara a ser gobernada de acuerdo a las leyes y los
principios de la oligarquía portuaria y asentadora de vacas, que le permitían
aplastar a la mayoría del país a plomo y bayoneta tan luego como menease,
obstaculizando los planes del mitrismo.
En Cañada de Gómez, la oposición santafecina a Buenos Aires fue
científicamente convencida a lanza seca por los agentes de Mitre, con
elocuencia tan liberal que un general uruguayo que dirigió la acción no quiso
decir detalladamente lo ocurrido (Saldías II, 182). Y la cuenta no termina aquí,
Mitre, el prócer del liberalismo de la oligarquía porteña ascendió a la
presidencia de la República degollando a todos sus opositores del Interior del
país. Así la República Argentina quedó pacificada a entera satisfacción de los
Anchorena, de Baring Brothers, sus socios menores y lo pretorianos del partido
liberal”(9)

El trazado del relato literario del primer Presidente Constitucional, no dejaría


escapar del escenario montado, a otras personalidades de la historia
destinados al bronce. La dimensión que éstos alcanzaron desde la pluma de
Mitre, como lo fueran San Martin, Güemes, Alvear y otros, también puede
sustentar cierto paralelismo con López, quien no desentona con el biógrafo de
Belgrano cuando advertimos las palabras que el editor de su “Historia de la
República...”, CarlosCasavalle le dijera:
“Los retratos que de los personajes que V. F. López toca en su historia, están
esbozados con mano maestra, lo que no deja de ser trivial desde que V. Escribe
en ella”. Le sugiere “...al revisar los de Rivadavia, Funes, Agüero, Paso...no se
decirle otra cosa mejor que ellos me han encantado, y me ha hecho pensar en
que una recopilación de todos en un elegante volumen, sería el libro más
buscado y estimado” (10).
Abundando, para poder interpretar la forma en la que Mitre concibe la historia,
nos parece necesario ubicar sus ideas en el contexto de una Argentina que
necesitaba legitimarse, justificando su política en aras del orden y el progreso.
Para reafirmar este paradigma, Mitre recurre a la historia oficial como elemento
sostenedor y legitimador de este modelo; para ello utiliza dos posturas, una
que el país fue gestado por grandes hombres, todos por nacimiento o
inclinación; la segunda que la historia Argentina, comienza luego de la
Revolución de Mayo.
“el Miguel Ángel de la Revolución de Mayo, que apoderándose del hecho
consumado, como de un magnífico trozo de mármol, le dio forma y vida, y
presentó a los ojos atónitos del pueblo una estatua en las que todos vieron
concretadas sus aspiraciones de independencia y libertad. Firme en su
propósito y fuerte por los medios, en pocos meses de trabajo destruyó el
antiguo edificio colonial por medio del pensamiento y la acción, y echó los
fundamentos de una sociedad nueva a la que dotó de instituciones propias y
de ideas esencialmente democráticas… Talesejemplos no son comunes en
nuestra historia, pero se han repetido más de una vez, y ellos por sí solos han
impregnado con su perfume todo el camino que hemos atravesado, y mucho
del que nos resta aun por recorrer. Las ideas que Moreno sembró ayudado por
una ilustrada minoría, han sido cultivadas luego por la comunidad, luchando
siempre contra el torrente de la barbarie. Cuando todos las creían extirpadas
bajo las patas de los caballos de los Atilas de la pampa, han aparecido hombres
como Rivadavia que las han vivificado con el soplo fecundante de la
civilización.” (OC, XII, 380-381) (11)
No solo elabora una idea recortada o parcial de la historia cuando coloca como
actores a los “grandes hombres”, sino que despoja a los procesos de
continuidades.

En primer lugar, porque parafraseando a Braudel, no tiene en cuenta las


multicausalidades, es decir, podría haber sido Moreno, o cualquier otro actor
político; el proceso se estaba gestando y ver solo en una persona el hacedor de
la Revolución, ésta hubiese llegado de la mano de cualquiera que se pusiese la
causa en los hombros. Crítica que no pretende quitarle mérito a la labor de
Moreno. La otra cuestión es ver esta disciplina como una recopilación de
hechos sin continuidades ni contextos, por ejemplo, avalar la idea de que
mágicamente surge del cosmos un ser que cambió la historia. Negar a Mayo de
1810 como un hecho ineludible sería necio, pero es necesario destacar que
está dado por un proceso de larga data.

“Esta sociabilidad naciente, con instintos democráticos, entrañabaempero


todos los vicios esenciales y de conformación de la materia originaria y del
molde colonial en que se había vaciado, a la par de los que provenían de su
estado embrionario y de su propia naturaleza.

Los desiertos, el aislamiento, la pereza, la despoblación, la falta de cohesión


moral, la corrupción de las costumbres en la masa general, la ausencia de todo
ideal, y sobre todo la profunda ignorancia del pueblo, eran causas y efectos
que, produciendo una semi barbarie al lado de una civilización débil y
enfermiza, concurrirían a viciar el organismo en la temprana edad en que el
desarrollo se iniciaba, y cuando el cuerpo asumía las formas externas que
debía conservar.” (12)
La descalificación al caudillismo es en realidad un ataque velado a Urquiza.
Éste alentaba la necesidad de una Constitución, pensamiento que la elite
porteña no avalaba, es por ello que Mitre recurre a la construcción de
estereotipos, a saber, Urquiza era sinónimo de barbarie y la elite porteña
heredera de los ideales de Mayo, es decir, la civilización. Una historia funcional
a sus intereses, que le permite legitimar el presente y dar forma al futuro.
Civilización-barbarie, unitarios –federales, superior-inferior, Buenos Aires-
Interior, un marcado maniqueísmo, que dista mucho de cómo debería
formularse esta disciplina. Se impone transitar por todos los matices que ofrece
la realidad social, para aproximarse a la validez de aquello que se postula. En
realidad no tiene en cuenta que esa “barbarie” que el rechaza ha sido el motor
o la defensorade lo que sería el germen de una nación más identitaria.
Otro elemento legitimador de nuestra historia lo notamos en la idea del criollo
como raza superior, producto de la fusión de elementos autóctonos con la raza
europea.
“Tres razas concurrieron desde entonces al génesis físico y moral de la
sociabilidad del Plata: la europea o caucasiana como parte activa, la indígena o
americana como auxiliar y la etiópica como complemento. De su fusión resultó
ese tipo original en que la sangre ha prevalecido por superioridad,
regenerándose constantemente por la inmigración, y ha cuyo lado ha crecido
mejorándose esa otra raza mixta del negro y del blanco, que se ha asimilado
las cualidades físicas y morales de la raza superior.”(13)
Posteriormente establece una antinomia entre este concepto y el caso
paraguayo, en donde resalta el retroceso de esta región cuando hace hincapié
en la nefasta influencia que produjeron las misiones jesuíticas en este
territorio. El sostenía que la ausencia de la corriente “civilizadora europea” no
permitió la mezcla con el indígena y por consiguiente su atraso. Agregando la
marcada influencia de un gobierno teocrático, que no fue permeable a las ideas
progresistas y que provocó su estancamiento.
“Mientras tanto el Paraguay, aislado, reducido a sus propios elementos, privado
de las corrientes vivificadoras de la inmigración y del intercambio de
productos, se inmovilizó y dejó de ser el centro de una civilización expansiva y
fecunda.…(…)…Concurrió simultáneamente a esta decadencia otro elemento
dedescomposición, el cual, aunque condenado a eterna esterilidad, se inoculó
por entonces a su sociabilidad. Nos referimos a las famosas Misiones jesuíticas,
que en aquel tiempo (1617) ya constituían un imperio teocrático, compuesto
exclusivamente de elementos indígenas, sujetos a un régimen comunista y a
una disciplina monástica.”(14)
No sólo refuerza las ideas de la Ilustración como único modelo posible, sino que
introduce un concepto absolutamente anacrónico.
Ahora bien, volviendo a la idea que él tiene del criollo como raza superior, al
interpretar esta cita, nos resulta complicado y contradictorio enlazar este
concepto con la forma nefasta de concebir a la gente de campo.; ya que el
criollo es ni más ni menos que producto en parte de éste. En resumen, legitima
al criollo en la medida que surja la idea de Europa como único elemento
civilizador, el campo es la barbarie. Lo cual lleva a la conclusión de que para
Mitre el criollo es ni más ni menos que una construcción funcional al modelo
dominante y solo tenía validez en la medida que su imagen se ajustara a la del
Viejo Continente.
“Pero tenemos otro género de celebridades, que aunque no merezcan como los
anteriores las bendiciones de la posteridad agradecida, se presentarán a sus
ojos con el resplandor siniestro de aquella soberbia figura de Milton, que
pretendía arrastrar en su caída las estrellas del firmamento. Estos hombres
verdaderamente célebres bajo otros aspectos, ejercieron una grande influencia
sobre los destinos de los pueblos del Río de la Plata: su vidaestá rodeada de
incidentes más dramáticos, son los representantes de las tendencias
dominadoras de la barbarie, y sus acciones llevan el sello de la energía de los
tiempos primitivos. Pueden servir de lección para los venideros…He ahí otra
serie de retratos históricos, retratos terribles y ceñudos que inspiran horror,
pero que sirven para realzar las hermosas figuras de los que se han hecho
célebres por sus servicios, sus virtudes o sus trabajos intelectuales (Galería iii).
(15)
Su marcado elitismo anula la participación del pueblo y lo va a ubicar en una
posición incómoda. ¿Cómo resolver la ausencia de la voluntad popular en sus
escritos? ¿Podía abstenerse de estos actores políticos? Él resuelve este
problema de la siguiente manera:
“Como todas las grandes revoluciones, que, a pesar de ser hijas de un
propósito deliberado, no reconocen autores, la revolución argentina, lejos de
ser el resultado de una inspiración personal, de la influencia de un círculo o de
un momento de sorpresa, fue el producto espontáneo de gérmenes fecundos
por largo tiempo elaborados, y la consecuencia inevitable de la fuerza de las
cosas. Una minoría activa, inteligente y previsora dirigía con mano invisible
esta marcha decidida de todo un pueblo hacia destinos desconocidos.
Ella fue la primera que tuvo la inteligencia clara del cambio que se preparaba,
la que contribuyo a imprimirle una dirección fija y a darles formas regulares el
día en que la revolución se manifestó en todo su esplendor, sin dejar por esto
de representar un solo instantelas necesidades y las aspiraciones colectivas de
la mayoría, que a su vez le comunicaba su impulso y le inoculaba su espíritu
varonil (OC, XI, 102-103). (16) Es llamativo, en la primera cita, coloca a Mariano
Moreno en parte como uno de los precursores de esta gesta. En este caso
desdibuja a los “grandes hombres”, diciendo que las revoluciones son producto
de gérmenes profundos y no reconocen autores; para luego volver a resaltar a
esta minoría, la que recoge estos elementos emancipadores, únicos capaces de
traducir la voluntad del pueblo, dejándolos en una actitud pasiva, como meros
impulsores de esta elite. No solo refuerza el consenso del pueblo, sino también
la forma de ejercer el poder, no hay interlocutor entre esta minoría y el pueblo,
es decir, un gobierno personalista.
Se contradice cuando pretende instalar en el imaginario colectivo a la ausencia
de elitismo, ya que al considerar al pueblo como una minoría inteligente, y no
una masa en general, no hace más que reforzar su propio pensamiento.
Por último, esta cita resume su forma de entender la historia, herramienta
funcional para la construcción de un pasado que le permita legitimar el
presente y avizorar un futuro en aras del progreso.

“La raza criolla en la América del Sur, elástica, asimilable y asimiladora, era un
vástago robusto del tronco de la raza civilizadora indoco-europea a que está
reservado el gobierno del mundo. Nuevo eslabón agregado a la cadena
etnológica, con su originalidad, sus tendencias nativas y su resorte moral
propio, es una razasuperior y progresiva a la que ha tocado desempeñar una
misión en el gobierno humano en el hecho de completar la democratización del
continente americano y fundar un orden de cosas nuevo destinado a vivir y
progresar. Ellos inventaron la independencia sudamericana y fundaron la
república por sí solos, y solos la hicieron triunfar, imprimiendo a las nuevas
nacionalidades que de ellas surgieron su carácter típico. Por eso la revolución
de su independencia fue genuinamente criolla. Cuando estalló en 1810, con
sorpresa y admiración del mundo, se dijo que la América del Sur sería inglesa o
francesa, y después de su triunfo, presagióse que sería indígena y bárbara. Por
la voluntad y la obra de los criollos fue americana, republicana y
civilizada.”(17)

Influenciado por el darwinismo, los criollos, raza superior a la que le ha tocado


cual presagio divino, dirigir los destinos de la patria, necesarios para establecer
el orden y el progreso. No solo eso, sino los mentores de la república americana
y civilizada.
En 1810 no se puede hablar de república, es un término anacrónico. Además, si
bien los movimientos independentistas iban surgiendo en toda América, no se
dieron de manera homogénea, ni podemos aventurarnos a hablar de una
conciencia americana.

Para Mitre, los criollos son los inoculadores de la civilización; por lo tanto,
entiende que solo él y la elite es la única heredera y capaz de promoverla. En
definitiva la única capaz de portar el poder.

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