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En el campo del arte,

se ha dado un antes y un después, una cesura, un cambio profundo desde el Renacimiento, hasta
el impresionismo, si bien en las representaciones teatrales en Atenas o en la Edad Media, las
masas no influían directamente sobre la marcha del arte, solo cuando han pagado por su disfrute,
dentro de este marco el elemento tensión entre calidad y popularidad en el arte, siempre ha
existido. Una dicotomía que va recorriendo todo el campo del arte moderno. Cubismo y
constructivismo,por una parte, y expresionismo y surrealismo, por la otra, encarnan tendencias
estrictamente formales o respectivamente destructoras de la forma, las cuales aparecen ahora por
primera vez juntas en tan violenta contradicción.

El nuevo siglo está lleno de profundos antagonismos, y la unidad de su visión de la vida está tan
profundamente amenazada que la combinación de los más remotos extremos, la unificación de las
más grandes contradicciones, se convierte en el tema principal, muchas veces el único, de su arte.
La destrucción del arte y el retorno al caos, por otro lado, los surrealistas expresan la creencia de
una nueva ciencia, que una nueva verdad y un nuevo arte surgirían del caos, lo irracional, de los
sueños, es decir esperan la salvación del arte. Se refugian en la racionalización de lo irracional. y
en la metódica reproducción de lo espontáneo, siendo la única diferencia que su método es
incomparablemente más pedante, dogmático y rígido que el modo de creación artística en el que
lo irracional y lo intuitivo son vigilados por el juicio estético.

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