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El Pontífice ha observado que muchas veces en el Evangelio Jesús hace el contraste entre ricos
y pobres: Basta pensar en el rico Epulón y Lázaro o en el joven rico, ha propuesto, un contraste
que hace que el Señor diga: “Es muy difícil para un rico entrar en el reino de los cielos”.
“Parece ser gente buena que va al templo y da la ofrenda”, ha explicado. “Es, por lo tanto, un
contraste diferente”. El Señor quiere decirnos algo más cuando dice que la viuda tiró más que
nadie porque dio “todo lo que tenía para vivir”.
Ella actuó así “porque confiaba en Dios, era una mujer de las bienaventuranzas, era muy
generosa”. En esta línea, el Pontífice ha llamado a “dar todo porque el Señor es más que todo.
El mensaje de este pasaje del Evangelio es una invitación a la generosidad”.
Hay quien puede etiquetar a Cristo como “comunista” –ha dicho el Papa–, “pero el Señor,
cuando dijo estas cosas, sabía que detrás de las riquezas siempre estaba el mal espíritu: el
señor del mundo”. Por eso dijo una vez: “No se puede servir a dos señores: servir a Dios y
servir a las riquezas”.
El Papa, así, hace una llamada a la generosidad: “La generosidad ensancha el corazón y
conduce a la magnanimidad”. La generosidad es algo cotidiano –asegura– es algo en lo que
debemos pensar: “¿cómo puedo ser más generoso, con los pobres, con los necesitados….
cómo puedo ayudar más?”.
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Enfermedad del consumismo
En este contexto, el Santo Padre ha advertido contra la enfermedad del consumismo: “Siempre
comprar cosas, tener…”. Es una gran enfermedad hoy, ha comentado. “No digo que todos
hagamos esto, no. Pero el consumismo, gastar más de lo necesario, la falta de austeridad en la
vida: es enemigo de la generosidad”.
Y la generosidad material – pensar en los pobres, “Yo puedo dar esto para que coman, para
que se vistan” –, estas cosas tienen otra consecuencia: ensancha el corazón y te lleva a la
magnanimidad”.
Debemos rezar al Señor “para que nos libere” de ese mal tan peligroso que es el consumismo,
que nos hace esclavos, una dependencia del gasto: “es una enfermedad psiquiátrica”.
“Pidamos –exhortó– por esta gracia del Señor: la generosidad, que ensancha nuestros
corazones y nos lleva a la magnanimidad”.
PREGUNTAS: