Areté (en griego antiguo, ἀρετή aretḗ 'excelencia')1 es uno de los
conceptos cruciales de la Antigua Grecia. En su forma más general, para algunos sofistas la areté es la «excelencia» o prominencia en el cultivo de la elocuencia. Es un concepto vago que implica un conjunto de cualidades cívicas, morales eintelectuales. El fin de la enseñanza era lograr la areté, que significa capacitación para pensar, para hablar y para obrar con éxito. las llamadas Virtudes cardinales: la prudencia, la fortaleza y la templanza se corresponderían con las tres partes del alma, y la armonía entre ellas engendraría la cuarta, la justicia. En cierto modo, la areté griega sería equivalente a la virtus, dignidad, honor u hombría de bien romana. Para los primeros griegos guerreros de hace más de tres mil años el único camino de alcanzar la areté era mediante hazañas en la batalla. El ejemplo clásico es Aquiles, quien prefiere morir en combate antes que cualquier otra forma de vida. Resumen texto “Historia de la pedagogía”
Los sofistas y sócrates
En efecto, la educación tradicional ya no era suficiente en el período de
máxima expansión del la democracia, en que gran parte de las pofis, inclusive las sicilianas, se habían librado de los tiranos o habían superado en otra forma definitivamente la fase del predominio aristocrático. Hasta ese momento el areté se había sintetizado en el concepto de la kalokagathia, vocablo intraduciible que significa unión de belleza y fuerza física y de valor y armonía espiritual
En general, se puede considerar a los sofistas como los fundadores de la
educación “liberal” tal y como seguirá impartiendose por milenios en Occidente: es de subrayar a este propósito que a ellos se remonta la introducción del curriculum educativo de las disciplinas que más adelante se denominarán precisamente las siete “artes liberales”, divididas en el trivio (gramatica, dialecta, y retórica) y el cuadrivio ( arimética, geometría, astronomía y música)
Sócrates de Atenas, hijo de un escultor y una comanda, fue el hombre que
reaccionó con todas sus energías contra la perversión de la sofistica, no en defensa de la ética aristócrata, ni tampoco de la democracia, en la forma como se había constituido históricamente, sino de los que hoy llamaríamos los derechos de la libre conciencia individual que considera con seriedad casi religiosa sus deberes morales y políticos. .