EL DOLOR Y LA MUERTE La vida humana, a través del dolor, se halla en un estado de profunda indigencia, pendiente siempre de la exploración de la vía del sentido de su propia existencia. Ciertamente el mal quiebra la existencia del hombre. El pasado se recuerda tantas veces dramático; el presente se nos presenta angustioso; y el futuro se presagia incierto, dominado por un miedo que amenaza con apoderarse del alma humana y de su libertad. dolor, como experiencia humana, no es un simple hecho de la naturaleza, sino más bien una experiencia altamente simbólica, un hecho de la cultura. El ser humano tiembla con el dolor, además, cada dolor es un preludio de la futura e ineludible muerte del hombre, de la humanidad, que consiste en el mal extremo y último de su vida. El hombre muere. La humanidad muere individuo tras individuo. La generación humana comporta tantas muertes como vidas generadas. En la tierra existen tantas cruces plantadas, como vidas ha visto nacer. Y es que el dolor, el sufrimiento y la muerte no solamente nos dicen algo de la vida humana; sino también de aquel en quien se objetiva, para la generalidad de los seres humanos, la trascendencia: Dios mismo. Es aquí donde la irracionalidad del dolor y la muerte se eleva de una forma abrumadora.