EL SUJETO, EL SINGULAR Y LA INDIVIDUALIDAD
EN LALOGICA DE HEGEL,
Romén Cuartango
I. UNA LOGICA CONCRETA
‘LO singular constituye por fuerza un elemento decisivo de una légica en la que
como sucede en el caso de Hegel— impera el mandato de que la esencia ui
versal del concepto Ilegue a concretarse. Sin embargo, parece que, al mismo
tiempo, hay algo en Ia individualidad caracteristica de lo singular que no termi
na de precisarse y cobrar determinacién en el proceso l6gico, pero que, avin hur-
tindose, se manifiesta sintométicamente en cierto desencaje (movilidad, inquic~
tud, etc.) que impide cuadrar completamente las cuentas. Esto comporta, como
se ha sefialado a menudo, desastrosas consecuencias para el individuo, que no
halla su sitio y oscila vacilante entre la soltura descuadrada (el resto, lo que sobra)
y la posibilidad de significar la realizacién verdaderamente concreta de un con-
Cepto pleno. En todo caso, se supone que, como consecuencia de su indole escu-
rridiza, él resulta preterido en el seno de esta enorme y poderosa Igica metafi-
sica. {Qué sucede realmente? La sospecha es que con el fin de reabsorberlo en
lo absoluto, la lgica hegeliana termina excluyendo esa inasible y desencajada
finitud que es propia de la individualidad, la mas genuina.
Por otra parte, la individualidad parece ser también un atributo primordial del
sujeto (sobre todo del humano). En efecto, lo subjetivo se presenta siempre de
manera singular (como el transcurrir idiosincrasico de cada uno). Pero hay aqui
otro aspecto que deberfa tenerse asimismo en cuenta; a saber: una subjetividad
que podrfamos llamar “metafisica”. Ella consuma su despliegue en la I6gica y
se convierte en su asunto 0 sujeto: lo absolut. Se presenta de entrada como el
simple y puro concepto que debe perfeccionarse hasta concluir en la idea que se
piensa a si misma, poniendo de manifiesto, a la vez, que se trata del principio
met6dico de la ciencia fundamental.’ Y aunque a este sujeto le corresponda el
CI. K. Dissing, Das Problem der Subjesivita in Hegels Logik, Bonn, Bouvier, 1976.23.
119120 RomAw Cuakranco
atributo de lo ab-soluto, su soltura no es la misma de la individualidad, puesto
que si excluye cualquier relacién —y es, por tanto, ilimitado--, ello se debe a que
es capaz de interiorizar lo extrafio y no a que reste inconexo en una suerte de
otredad indefinida.
Asf pues, la I6gica representa un gran movimiento en cuya estela el sujeto (el
concepto) se pone y se concibe a sf mismo. Y, en este sentido, constituye un trans-
currir, una historia, que exhibe el modo de estructurarse que es peculiar del Selbst;
es decir: una forma subjetiva. Esta queda definida, ademéds, en términos de auto-
conciencia, lo que significa que el saber de sf forma parte integral de su en si?
Pero no puede tratarse de la certeza propia de un conciencia inmediata: el desa-
rrollo l6gico, en tanto origina y narra la formacién de su sujeto, el concepto,
ha de proporcionar un saber mediado (probado) y, apurando su sentido, absolu-
to -no esto frente a lo otro, sino esto como compendio y asuncién de su propia
otredad.
Este proceso de autoconsumacién subjetiva de la Igica especulativa se desen-
vuelve de la siguiente manera:
Al comienzo de la Légica, el concepto se presentaba como ser inmediato. Eso
significa que adn no estaba sentado como tal (cf. Enz. § 238), que le faltaba, entre
otras determinaciones, el saber de sf. En el transcurso del progreso dialéctico,
esa su determinidad (la inmediatez, indeterminada) inicial se verd negada, de
‘manera que se ird revelando su esencia subjetiva y apareceré, finalmente, como
el “concepto del concepto” o el “concepto puro”. En cuanto igualdad consigo
mismo, se trata por supuesto de algo universal, pero de ninguna manera inerte
cso que, simplemente, todos comparten-’ sino més bien de una realidad dind-
mica que, a su vez, se determina y particulariza. No obstante, para que el con-
‘cepto puro llegue a ser comprendido como la unidad de lo universal y de lo par-
ticular, esta Gitima negatividad tiene que ser también negada. Es entonces cuando
comparece en el pensamiento la singularidad. Sin embargo, esta Gitima no debe
ser considerada como una tercera determinacién al lado de las dos anteriores;
representa ante todo la reunién especulativa del obrar productivo correspondiente
al concepto puro, que se reconoce y conserva como universal en lo otro de sf
mismo, es decir, en el carscter “particular” de sus particularizaciones. Asf pues,
la subjetividad debe ser entendida como la singularizaci6n de lo universal. Con
otras palabras: el concepto es el sujeto que se manifiesta como universalidad con-
creta realizada en un individuo: éste.
Tal es el aspecto panordmico que presenta. Pero si se atiende al detalle sisté-
-0, entonces el concepto deberd ser visto como el resultado de la transforma-
2CE.R.Brandom, “Sefbabwusstein und Selb Konstiuton” en: C. Halbg, M. Quant, L Sip (eds), Hegels
Ene, Princfrt del Meno, Subrkamp, 200, p46,
La mis baja epresetacién posible defo universal, al como se da en la referencia a lo singular, es esta rela.
in exterior dl universal mismo como algo merameateen coma” (GW 12, 5).El sujeto, el singular y l
lividualidad en la Légica de Heget 121
cién reflexiva de la sustancia en sujeto que, al darse una existencia libre, adop-
ta la forma del yo, de “la pura conciencia de sf mismo”. Y¥ Hegel insiste en que,
aun cuando lo que se suele entender y enunciar es que yo tengo conceptos, el yo
resulta ser también el concepto mismo, que ha alcanzado la existencia en tanto
que tal. Asf pues, el “pensar subjetivo” (una reflexidn extrinseca a la cosa) cons-
tituye el primer momento del concepto. La ulterior reuni6n de lo subjetivo con
a objetividad es lo que dard lugar a un concepto objetivo que contenga més que la
‘mera representacién interior. Y en esa medida ya no se referiré a algo sélo obje-
tivo, es decir, distinto y contrapuesto al sujeto, sino que seré lo sustancial com-
prendido.
En este movimiento de libre configuracién reflexiva del concepto puro -que
aleanza la forma de una subjetividad transformada en idea se produce la con-
crecién, Tal diferenciarse inmanente aporta aquello que faltaba en el universal
abstracto y que lo convertia en un concepto -en realidad—carente de concepto.
En tanto que concreto, resulta ahora lo més determinado y complejo, ya que se
trata del fundamento en el que quedan asumidas la totalidad de las categorfas del
ser, asf como las determinaciones reflexivas. Esa forma, a la ver reflexiva la
vuelta del concepto sobre sf mismo que incluye su propio ser otro~ y compren-
siva el concepto puesto como concepto-, comparece en su expresidn plena en
la singularidad: la (autorreferida) determinacién determinada o negatividad abso-
uta, puesta por sf misma. El concepto debe tener, por tanto, los caracteres de lo
universal, lo particular y to individual.
Pese a todo, Hegel insiste en que la individualidad no representa tnicamen-
te el retorno del concepto a sf mismo, sino que constituye también, y de inme-
diato, su extravfo. Ella incita el fuera de sf del concepto, su penetrar en la reali-
dad (¢f. GW 12, 51). Lo individual, en tanto que negatividad reflexiva, se convierte
en algo existente por si. Y, precisamente a causa de ello, se termina producien-
do el contraste entre la propia universalidad, sin la que lo individual careceria de
concepto, y éste mismo. En cierto modo, los individuos son indiferentes respecto
de lo universal, de lo cualitativo que el concepto expresa‘ y que ellos simple-
‘mente comparten, aun cuando tinicamente de una manera impropia o extrinse-
ca. Entonces lo universal es entendido meramente como lo comiin (aquello en
lo que se hace abstraccién, precisamente, de cualquier rasgo singular). Pero en
la individualidad se halla contenida asimismo la radical singularidad de éste,
algo que no puede ser compartido. ¥ dado que, de tal forma, hay un universal
que subsiste frente a la individuatidad, resulta que la esfera del concepto se ve
afectada en parte por la inmediatez caracteristica del ser.
*Poreso se dice n cto lugar que el individuo tiene que perccer, ya no esl univers o infin (ef Enz.
375). Peo és xl inividuonstral: no se rata adel singular Kpico mide individuoexpistal (qu esl de
Fa forma de aguéh,122 ROMAN CUARTANGO,
En resumen: la unidad intrinseca de los aspectos universal y particular lo
singular representa la referencia del concepto a sf mismo y, al mismo tiempo,
su reflexionar hacia fuera, dando lugar entonces a su originaria y peculiar part
ci6n, Las determinaciones correspondientes (universalidad, particularidad, indi
vidualidad) se han independizado, aunque eso no puede significar que se man-
tengan como la simple ¢ inconexa pluralidad de lo indiferente, pues eso llevarfa
de regreso -como se ha insinuado hace un momento—a la repeticién de las con-
diciones que imperaban en la esfera del ser (uno al lado de otro, enlazados s6lo
negativamente: uno no es lo otro). Ast que el diferenciar propio del concepto, a
pesar de excluir lo universal, debe referirse también de una manera esencial a él;
afin de cuentas, se trata de un momento del concebir mismo. Pero esta contra-
diccién afecta en lo més fntimo al concepto, ya que, al individuarse, ha queda-
do puesto como juicio (Ur-teil; proto-particién). En este dltimo se experimenta
la disgregaci6n reflexiva de lo general y de lo individual.
LA INDIVIDUALIDAD INGOBERNABLE
Anteriormente fue mencionada la sospecha de que Hegel sit al individuo
(humano) en una posicién subordinada respecto del sujeto absoluto, Los repro-
ches suelen centrarse en el empleo que hace de esa nocién que ~como se dijo
harfa coincidir al sujeto Iégico con la totalidad autodeterminante del concepto.
Ella es la que hace posible la convergencia entre necesidad y libertad, cuya con-
secuencia es precisamente esa sujeciGn del individuo real al todo. Aqui resulta
también decisiva la nocién (“positiva”) de libertad que Hegel maneja. Para algu-
nos, dicho concepto no es sino el resultado de una operacién en Ia que se leva
a cabo la hipdstasis del yo “verdadero” —{16gico?-, imagen no desvirtuada de la
esencia humana, capacitada para perseguir algin fin ideal, algo por completo
diferente de Ia voluntad arbitraria que impulsa al yo empfrico, el cual, por eso
mismo, carece de consistencia ontol6gica. Y el problema se agranda por el hecho
de que aquel sujeto es susceptible de ser hinchado hasta convertirlo “en alguna
centidad superpersonal -un Estado, una clase, una naci6n o la marcha misma de
la historia, considerada como sujeto de atributos més ‘verdaderos” que el yo
empirico”.* De esa manera, la concepcién “positiva” de Ia libertad implica la de
autodominio (y, con ello, la de un ser humano dividido que lucha contra si mismo).
Sin embargo, en otro sentido, esta idea de un yo “verdadero” compromete la
nocién misma de la “verdadera” libertad, la negativa, propia de la soltura carac~
teristica de un yo que no se somete a un (pre)determinado concepto de bien.
1. Bertin, Cuatro ensayos sobre libertad. dB. Urrtia, J. Baya y N, Rodriguer Salmones, Madi,
Alianza, 1996, 204EL sujeto, el singular y la individualidad en la Légica de Hegel 123
Algo de lo anterior sucede posiblemente. Y, no obstante, la concepcién hege-
liana no se agota en ello, es mucho més compleja y rica. Con el fin de aprehen-
derla adecuadamente, convendria distinguir entre el singular l6gicamente dedu-
cido (lo universal que resplandece al concretarse) y Ia individualidad® genuina
que, dada su soltura caracterfstica, escapa inevitablemente a la presentaci6n l6gi-
ca o se manifiesta como fisura, facticidad y ausencia. Pero lo principal aqui es
‘que esta ultima se interpone en el camino del primero, precisamente como con-
secuencia de la necesidad que tiene lo universal de abandonar la indiferenciada
noche de la abstraccién. A partir de ese momento, debe ser concebido como una
suerte de obrar reflexivo; y en esa medida, tiene por fuerza que realizarse de
‘manera individual, lo que significa que habré de acaecer libremente. Esto quie~
re decir que no podré ser prescrito en todos sus términos. Un resto suelto del pro-
cceso quedars (lo veremos) sin integrar. Manifestaciones de lo que estamos diciendo
son, por ejemplo, la inquictud y el vacfo de la c6pula en el juicio o la imposil
lidad de que el sujeto comparezca como sujeto, o también la contingencia his-
t6rica, entendida como el diferir de la presencia. En la medida en que la I6gica
€ una operacién de saber, maneja y controla su asunto. Pero al mismo tiempo
constituye el desarrollo de la cosa misma. Y entonces ha de enfrentarse con ese
acaecer libre que acompafia la realizacién sistémica y en el que, por lo demas,
radica su gran potencia ontol6gica.
Podria hablarse, pues, de una hendidura que hace imposible la plena identi:
dad a lo largo del entero movimiento de configuracién l6gica o de acaecimien-
to de Ia idea. A ella se debe la inquietud que impulsa el proceso mismo de con-
creci6n de lo absoluto. Pero la abertura a la que se halla sometido dicho proceso
comporta, entre otros fenémenos, lo siguiente: 1) la individualidad que persiste
reflexivamente como diferencia entre lo presupuesto y lo puesto; 2) la necesi-
dad de formar la individualidad para que sea comprendida y comparezca como
concepto’ (algo que tiene también consecuencias por lo que respecta al indivi:
duo humano: mientras que la Bildung de este Gltimo recorre un camino de uni.
versalizacién, la l6gica explora la senda de la individuaci6n); 3) el peligro, ya
‘mencionado, de que el singular resultante (I6gico) se convierta en un universal
quieto y abstracto (lo simplemente comiin)..
Que sera a aversria directa dla dented. Un acontece individual impde qu la esrcturaooincda com
‘igo misma, Como indica M. rank: “Coincdi consigo misma significa estar presente. Ahora bin, una esc
10 unsigno nunca pueden coincdir consigo mismos: primero porque la idea del diferencia de fos ignossupo-
ne In idea de tiempo; y, segundo, porque cada empleo de un signo supone Ia idea de a repetibilidad —xa no
‘contemporancidd” (La peda de toque dela indviduaidad t. de. C. Gancho, Herder, Barcelo, 1995, p. 154).
“of ser singular es un cierto aspect del idea y para ser esto necesita todavia, portant, de otras realidad
fectvas que igualmenteaparecen como paricularmentesubsisentes de prs solamente en el conjunto de elas
yen si eferencia muti] est realizado el concepo. Lo singular nose coresponde de suyo con concept; eta
limitncion de su exisencia constitye u fina y su oes” (Enz. $213, A)124 RoMAw Cuakranco
Sin embargo, no se trata de algo que Hegel desconozca. Todo Io contrario,
En cierto modo, su metafisica tendrfa como objetivo administrar Ia contribucién
ine6moda de la individualidad. Lo anterior se evidencia en la concepeién, desa-
rrollada por él, de la idea como una realidad vital no compacta, de la sustancia
como sujeto, del concepto realizado como silogismo, en cuyo seno la identidad
especulativa incorpora la reflexién bajo la forma de “vida” (negatividad pro-
ductiva).
IIL. EL CONCEPTO QUE SE SABE A s{ MISMO
‘Segiin se dijo, la I6gica representa un gran movimiento categorial que se con-
creta singularmente en el concepto, lo que significa que se perfecciona como
reunién de ser y de saber. De ahf que le corresponda el modo ontolégico propio
de un Selbst que se constituye mediante el saber de sf. La otredad resulta asu-
mida e incorporada en el formarse del ser como concepto. Tal es es significado
de la afirmacién de que este tiltimo constituye Ia unidad absoluta del ser y de la
reflexi6n; en otras palabras: que el concepto es el sujeto, Ia cosa misma o la sus-
tancia, que llega a comprenderse. Ademés, el sujeto absoluto distingue su sub-
|jetividad de la que es propia de la reflexién externa (del entendimiento), asf como
de aquella otra que corresponde al individuo accidental e inesencial. Las par-
tes de la Ciencia de Ia Légica representan los diferentes modos, necesariamen-
te encadenados, de este concebir(se).
Al final, cuando se transparenta “la cosa misma”, y adopta la figura tanto de
objeto (cl quid) cuanto de sujeto (lo en todo caso supuesto a lo largo del reco
rrido), se comprende aquello que regfa el encadenamiento de los pasos efectua-
dos: el método. La forma se torna entonces contenido: “el concepto que se sabe
a si mismo” (GW 12, 238). Y en ese sentido, no se trata de un “método para...”
sino “solo [d]Jel movimiento del propio concepto”. Pero lo anterior no significa
que se alcance una identidad compacta y simple entre ser y pensar; 0 dicho de
otra manera: el saber (incluso absoluto) exige, en tanto que procedimiento pen-
sante, cierta distancia frente al quid de la reflexién (que lo distinga de la inme-
diatez. que harfa imposible ésta).
En cualquier caso, la aspiracién ltima es que “lo légico” halle, por fin, efec-
tivo cumplimiento, Entonces habré de tornarse manifiesto precisamente como
saber de sf, i. de aquello de lo que se trata(ba), de lo supuesto en el sucesivo
“La determinidad de lida |... constiuido, aoa, el objeto dela ccna igen; a partir de exe decuso
com la idea absouta mista ha brotad para ah; para emer, se ha mostrado como est ge I dtr
minidad no tien la figura de un contenido, sno que ets seneillamente como formar qe la idea et agi, segn
‘to, como Ia idea sencillamente universal. Lo que viene al, pues, todavia‘ consideracién no es, con eto, un
contenido en cuanto tal, sino lo universal desu forma: exo, el metodo” (GW 12,237).BI sujeto, el singular y la individualidad en la Logica de Hegel 125
encadenarse de las determinaciones que conforman un sistema, Ahora ese suje-
to se ha hecho explicito y, en tanto que saber que no tiene ya un objeto ajeno, se
constituye como idea. La cuestién reside en si dicho cumplimiento no deja res-
quicio alguno. Porgue eso representarfa una suerte de detenci6n de la dinémica
I6gico-sistémica. Esta se originaba justamente porque, en cada momento del
recorrido, alguna particularidad impedfa que la totalidad se concretara, con Io
que permanecfa como un presupuesto cuya manifestacidn sintomiitica adoptaba
una forma negativa: “no es esto”, “no encaja”, “no tiene verdad”. Incluso la sus-
tancia, que era ya un elemento central de la l6gica de la esencia, aparecfa y se de-
terminaba en ese lugar como fundamento, con lo que carecfa de algo que tinica-
mente se manifiesta en la idea: el lado subjetivo (saber, autoposicién y actividad).
Esta dificultad para la consumaci6n de la identidad tiene que ver con el hecho
de que ésta habria de ser resultado de la reflexi6n, lo que significa que se trata-
rfa necesariamente de la unidad diferenciada y, por consiguiente, concebible, un
saber. Si se otorga crédito a la critica hélderliniana,’ entonces el concepto, con-
cretado como sujeto de la logica, no Hega a coincidir sin més con el uno-todo.
Bien es verdad que Hegel sc propone transformar la reflexi6n del entendimien-
to en otra absoluta como modo de superar la particién reflexiva, pero queda la
duda de si eso es posible siquiera. Por lo que acabamos de decir: Ia identidad del
saber implica cierta toma de distancia imprescindible para fijar un uid, etc. Pero
cabe asimismo contraargumentar que la reflexién absoluta conlleva el hundi-
miento de la proposicién limitada y, més que darse en la forma de un enunci
do, se manifiesta como totalidad sistémica. En ese sentido, no es otra cosa que
la verdad exhibiéndose, el elemento del pensar puro en el que siempre se esta,
pero que resulta ahora “deducido”. EI método no es mas que la reflexién abso-
luta de la que surgiré la identidad especulativa, Ella deduce incluso su propio
elemento y lo concibe como sustancia activa, efectuada, Entendida como deter-
minaci6n, como categoria reflexiva, Ia sustancia presuponia ya el concepto y,
por tanto, representaba un nuevo impulso para la actividad negativa. El concep-
to constituye, pues, una reflexi6n renovada, que tiene lugar por causa de la falta
de acabamiento que afecta al resultado de la esencia -o, si se quiere ver asf, a la
légica objetiva en general."
*CI.F. Holerin, “Jucio y se, en: Bnsays, tr. de F. Martinez Marzo, Mati, Miperi, 1983, p. 25,
"Fata infinta reflexiénen sf misma, a saber: que el seen y paras lo es por ver primera pore hecho de que
les ser pest, ese acabanen de la sustancla. Peo este scabsamiento 90 ey It sustancia misma, sno wna
esa mis ata: el concepto, el sujeto” (GW 12, 14),126 ROMAN CUARTANGO
IV. EL REINO DE LA LIBERTAD O EL. ESPACIO DE LAS CONDICIONES DEL CONCEPTO
Con todo, también es cierto que este espacio adecuado para la consideracién
“metédica” Gnicamente puede cobrar sentido si es entendido, al mismo tiempo,
como soltura. No se tratarfa entonces de la reflexién que describe Ia necesidad
ciega, sino de aquella otra que es propia de lo subjetivo, cuya actividad concep-
tual recibe su impulso de la totalidad y no del subsistiz, mis o menos firme, que
caracterizaba a las determinaciones reflexivas de la esencia. El ambito de la ver-
dad coincide asf con el reino de la libertad, donde lo universal constituye “die
Jreie Macht”. Entre los hitos reflexivos y las relaciones conceptuales hay, por
tanto, similitudes -el movimiento de fa negatividad-, pero también diferencias
~el que se trate de una negatividad asumida, de la que resulta una estructura esta-
ble (no meramente reflexiva, como en la esencia)-. Algo necesario, puesto que
deducido y que fundamento, pero a la vez libre, ya que se entra en la l6gica del
concepto que constituye, como se acaba de indicar, el “reino de la subjetividad
o de la libertad” (GW 11, 409).
Lo anterior podria formularse atin, de acuerdo con la exigencia hegeliana, de
la siguiente manera: la libertad es la verdad de la necesidad (y no su contrario).
Eso significa que en aquélla no desaparece ésta, sino que se torna patente Ia iden-
tidad entre el ser y la esencia (cf. GW 11, 409). Lo que sucede es que se desct
bre como el obrar propio de la sustancia-sujeto, es decir, del concepto: la mani
festacién de su determinar, que ya no transita ni parece en otro, sino que sc
duto-determina. En la libertad no se encuentra lo que causa por un lado y lo cau-
sado por otro, sino que aquello se pone en el causar y se efectiia a si mismo en
la realizacién de esa actividad. La relaci6n causa-efecto es concebida como un
todo (especulativo), es decir, como una identidad concreta en Ia que los térmi-
nos diferentes son s6lo momentos de un tinico operar: la necesidad eliminada 0
libertad."?
En cuanto existente, la mencionada liberacién se llama yo, espiritu libre (Enz.
§ 159). Este posee la potencia negativa y semoviente de la sustancia en su dife-
renciarse. El yo comprende esa estructura para la que la diferenciacién no com-
porta un transitar ni un parecer (con lo que se mantiene idéntica en su propia
otredad). Sin embargo, para que no sea confundido con la determinacién de simi-
lar nombre propia de la “filosofia de la reflexién”, Hegel lo caracteriza como
"Lo universal es, por consiguicnt la poencia libre; les él mismo y se expande sobre su eto; per no coma
tun algo violent, sino que mis bie se aquicta yest cabe sf mismo enc fra mismo, Asf como sk ha denomi-
nado potenca ibe, también poda ser denominado libre amor y bead iimitada, ps es wn relcionase con
lo diferente solo como consgo mismo en lo diterete mismo ka retomnado hasta llegar as” (GW 12,35),
"2>[. Jes Cosa onginaria en cuanto qu lla no es sno la causa de misma tle a sustanci,liberada
asta Megat al concepto” (GW 12,16),EL sujeto, el singular y la individuatidad en la Légica de Hegel 127
“personalidad individual” (GW 12, 17; ese elemento idiosincrésico que no enca-
ja sin problemas en la figura desvafda de lo simplemente comtin)."
Al tratarse de una totalidad, el concepto incluye tanto las determinaciones
tomadas en su diferencia relativa cuanto el elemento en que ellas pueden existir
‘como tales. De ahf que aquélla no se pliegue por entero sobre sf misma (no hay
identidad plena); o, dicho de otra manera: que deba realizarse de manera indivi-
dual (lo que comporta cierto desajuste). Cuando se considera especulativamen-
te, los momentos del concepto aparecen como el determinarse del principio
mismo, un complejo de implicaciones inferenciales que resulta aprehendido de
forma unitaria, No obstante, aqui aparece de nuevo la pregunta: jes efectiva dicha
identidad? Se proyecta entonces sobre la escena la sombra inquietante del anhe-
lo frustrado a causa de la imposibilidad de articular una proposicién que logra-
ra enunciar la identidad especulativa. Pues lo tinico que se halla a disposicién
son determinados conceptos. Y su concretarse tiene lugar en Ia forma de un indi-
viduarse (y separarse) que proviene del hecho de que se trata de determinacio-
nes en las que la negaci6n aparece como elemento clave,
Hay, por lo dems, una cierta ambigtiedad en el hecho de que “concepto” sea
el nombre que recibe la esfera completa y, al mismo tiempo, una determinacién
de esta tiltima, que habré de desarrollarse en el juicio y, mas tarde, en el silogis-
mo. En ella se hace manifiesta la diferencia (que tiene lugar en el contexto de
cierta identidad l6gica) entre la posibilidad de un abordaje estitico de las rela
ciones conceptuales y la de una explicacién dindmica del proceso de configura-
cidn de dichos contenidos. Es a esto a lo que Hegel denomina, respectivamente,
“entendimiento” y “raz6n” (y por lo que ambos son momentos de “lo Iégico”;
Enz. § 79). Lo que la Ciencia de la Logica debe engendrar es justamente un sis-
tema de conceptos (metafisicos) mediante el cual se tornen expresos todos los
aspectos implicitos de nuestros usos de las nociones comunes o empfricas, aque~
los compromisos sin los cuales un concepto no funcionarfa como tal. Hegel se
propone precisamente “deducir™ dicha trama; o expresado de otra manera: que
se convierta en sujeto explicito del saber aquella articulaci6n siempre supuesta
en la constitucién de los contenidos conceptuales. Brandom, por ejemplo, ha
sefialado que los vinculos que permiten el paso inferencial de unas categor
tras se basan en ciertas relaciones materiales de consecuencia e incompatibi
dad, que se corresponderfan con lo que Hegel llama “mediaci6n” (Vermittlung)
y “negacién determinada” (bestimmte Negation).
"in esto reside la verdad clave de lo subjetvee eoncepto de yo tene que ser apreheaid a pati el con-
«expo de concepto-como unidad de aprebensia trascendental-. No sirve una simple Vortellung dl yo, como ap
rece en una concencia comin,
“Vease R. Brandom, WiedeverinnerterIdealisnus,t de F. Hamann y A. Shoihet, Frinefot del Meno,
Suhkamp, 2015128 RoMAN CuaKtanco
En la constatacién de este sentido problemitico, y no unfvoco, de “concep-
to” reside la necesidad de distinguirlo de la idea, asf como la de entender que la
subjetividad, el primer momento de fa esfera del concepto, debe hallar su ver-
dad en aquélla. El concepto inmediato se presenta como la actividad (dialécti-
ca) por medio de la cual la separacién y la multiplicidad tienden hacia la identi-
dad, lo que se expresa en el juicio.
Como sucede justamente que en cada una de las determinaciones del con-
cepto se manifiesta el todo de la reflexién, la unilateralidad en dicha esfera ven-
dra dada por la absolutizacién y separacién de lo subjetivo con respecto a lo su:
tancial. De manera inmediata, “concepto” significa una cierta posicién parcial ¢
incompleta de Ia subjetividad que concibe. En ese sentido, lo que Henrich deno-
miné la “operacin fundamental” metédica de la légica (la doble negacién que
origina la determinacién ontol6gica de la otredad y que, en la esfera de ser, resul-
ta externa: ser-otro) sigue activa, pero ahora de un modo interiorizado (se ha
vuelto sobre sf misma). En la medida en que aqut las determinaciones constitu-
yen (otalidades, cada una de ellas exige el concurso de las demés. De entrada, lo
{que aparece es la actividad diferenciadora de un sujeto que tiende, no obstante,
a Ia eliminaci6n de esa diferencia y a la posici6n de la identidad especulativa. El
Jo, la sustancia activa, no pudo constituir el comienzo inmediato de la Wissenschaft,
puesto que presuponia ya un distinguir reflexivo (que opone a sujeto y objeto).
‘A causa de esto mismo habfa sido rechazado por Hélderlin como principio de la
filosofia.
En tanto que determinaci6n separada -es decir, sin tener en cuenta el tejido
inferencial que necesariamente presupone-, el concepto resulta formell. Arrastra
atin en cierto modo la negatividad propia del ser y de la esencia, pero ahora pues-
tas como particularidades de lo universal. Por eso mismo, la relacién entre ellas
debe convertirse en este punto en un proceso de desarrollo. Esto implica que la
determinidad del concepto es, en cierto modo, diferente de la de las esferas ante-
riores, y en cierto modo también la misma que en aquéllas. El transitar (ser) y el
parecer (esencia) podran mostrarse ahora (desde la perspectiva del completo
saber) como formas unilaterales de la verdadera y tinica determinidad impulso-
ra de la Wissenschaft, que se hallaba presupuesta en el pulso negativo que con-
ducfa de una esfera a la siguiente, y que se revelaré como el verdadero tema (suje~
to) de la l6gica especulativa. A consecuencia de todo ello, la marcha determinativa
que tiene lugar en esta esfera no comienza con una inmediatez pura, sino que
avanza en una direcci6n opuesta a la de la l6gica objetiva: las categorfas de la
metafisica son conducidas a su fundamento conceptual.
"5D, Henrich, “Hegels Grundoperation. Fine Hinlctung in dic, Wiseascaft der Logik, en: Ute Guzzoni eral
(eds), Der Idealism und seine Gegenvar.Fesischri flr Weer Mars, Hamburg, Meine, 1976, p. 208-230.EL sujeto, el singular y la individualidad en la Légica de Hegel 129
V. EL SUIETO AUSENTE DEJA SU HUELLA EN LA COPULA
Ademés, los conceptos no pueden entenderse como algo independiente de Ia
facultad de formar juicios o silogismos. De ser asf, inicamente habria represen-
tacién determinativa (limitadora) y no verdadero concepto (comprehensivo). Este
tiene que aparecer, pues, como la absoluta identidad, que resulta de su compor-
tarse como negaci6n de la negaci6n o unidad infinita de la negatividad consigo
‘misma, Pero esta tiltima se despliega, a su vez, como una reflexién absoluta. Y
por eso se afirma que en “el concepto se ha configurado progresivamente la iden-
lad en universalidad, la diferencia en particularidad, la contraposicién ~que
regresa al fundamento— en singularidad” (GW 12, 46). No obstante, la cuestion
pendiente aqui tiene que ver con el hecho de que, por mucho que se conciba de
manera absoluta, aquella reflexién no deja de ser tal; es decir: el desarrollo de la
determinidad del concepto universal constituye un movimiento reflexivo que, si
bien cancela la separacién de las determinaciones que lo integran -y en ese sen-
tido es plenamente interior-, no elimina del todo cierta relacién de otredad entre
los hitos del movimiento auto-determinativo. Y entonces, ,puede sostenerse que
el fundamento es ahora algo definitivo de lo que ha desaparecido la inquietud
que afecta a lo que no encaja bien? Pues, como se vio, ya el acto de la autocon-
ciencia, que representa el planteamiento de la cuestién del método, supone un
desplazamiento y, con ello, una reflexién. O dicho de otra manera: el concepto
realizado, la idea, no constituye un simple fondo quieto. La identidad se mani-
fiesta en todo caso en la diferencia del acto individual, sin el cual, por otra parte,
el sistema no podrfa considerarse subjetivo, sino meramente un artefacto caren-
te de idea. No otra cosa es lo que sucede, para los autores del llamado Mds anti-
uo programa de sistema,’ con el Estado, razén por la cual seré imprescindible
{que este tiltimo pueda Ilegar a probarse como la realizacién de la idea misma del
derecho 0 del espiritu objetivo.
Hegel insiste en que la oposicién y la contradiccién, que constitufan las con-
secuencias del movimiento de las determinaciones reflexivas, alcanzan en esta
esfera un sentido, son sabidas; esto es: no s6lo se van al fondo (hundiéndose
como consecuencia de su falta de verdad) y se quedan alli depositadas, sino que
ese fundamento surge como una estructura subjetiva. Las determinaciones de (la
reflexién de) un sujeto se transforman asf en la “vida conceptual”. Eso quiere
decir que un concepto determinado adopta la forma de una reflexién asumida:
no resulta ya unilateral, fijo y separado. Se trata, pues, de una estructura com-
pleja.
En definitiva: el concepto “eflexiona” desde la universalidad hasta la singu-
laridad, en la cual halla su “fundamento”. ¥ pese a que se indique una y otra vez,
C.F. Helden, Hasayas, de F Martinez Marzoa, Mar, Hiperén, 1983, pp.27-29.130 RoMAN Cuarrango
que en esta esfera los hitos determinativos constituyen totalidades (reflexién asu-
), 10 cierto es que, en cuanto a lo que al movimiento de las categorias se
refiere, no se ha ido mas alld del dominio procedimental de la reflexién. No obs-
tante, también es cierto que esta titima no es aqui un “parecer”, sino un “mani-
festar”, lo que significa que no se establece una diferencia real entre el poner y
Jo puesto, la reflexién y lo reflejado. En esto consiste el carcter de “conerecién”
que les corresponde a las determinaciones de la esfera del concepto.
‘Asi pues, como se esta viendo, la reflexidn solo puede ser asumida, a su vez,
de manera “reflexiva”. ¥ ello se experimenta como juicio (el lugar en el que
deberfa consumarse 1a identidad, algo que, sin embargo, se frustra siempre). Ya
Jo hemos formulado anteriormente: el sujeto no logra ser sujeto. Se impone enton-
ces la necesidad de que ta c6pula (en la que se encuentra supuesto aquél) efec~
te lo que ella misma presupone. Pero, de entrada, la c6pula no es otra cosa que
Ja mera relacién formal entre los extremos, que apunta (en una remisi6n negati-
va) al fundamento ausente; a saber: el concepto, que resta como una suerte de
promesa atin incumplida.” En primer lugar, se produce un desplazamiento de la
estructura (representada por el vacfo de la cépula) hacia el predicado, de mane-
ra que el ser es conducido a su esencia y fundamento; y mas tarde, aquél aban-
dona asimismo su posici6n de extremo para tender hacia el sujeto: la esencia se
transforma en concepto concreto.
Esa identidad desvanecida que ha dejado su resto formal en la cépula cons-
tituye la “originaria unidad del concepto” (GW 12, 55). Su referencia, bien que
problemética, no es otra que el ser del comienzo. Sin embargo, ahora no puede
tratarse exactamente de la “inmediatez, indeterminada”, puesto que en la esfera
del concepto la historia esta ya cumplida: el ser se hundié en su fundamento esen-
cial y este tiltimo se ha visto envuelto en una reflexién que, a su vez, ha queda-
do eliminada. De ahi que el ser se encuentre aqui como el resto del concepto 0
Jo que en este Ambito representarfa la inmediatez. del ser: la universalidad iner-
te, de la que lo concreto o ta intima identidad han huido. De ese modo, la con-
ficién originaria que le corresponde a la c6pula serfa més bien la propia de la
Anfanglichkeit, y no precisamente la Urspriinglichkeit;" esta tiltima deberfa adve-
nir ~cuando se colme el vacfo que aquélla representa como concepto concreto
o idea,
"nex condicin insatisfactoria de Ia cpula debe buscase, por lo den, la raza misma de que Hegel haga
‘continua referencia al moviniento de os conceptos algo que se lea eprocad. Habla de “movimiento” es neo
sario cuando se tiene una concepein inferencialisia e lo ico. En todo caso, como ha sefalado Brando, par.
‘ul a minima unidad que cuenta con contenido conceptual no esl proposicin (luo, sino la ttaidad del
‘stema holst de dterminacionesinferencialmente relacionadas cf. R. Beandom, La avtclacn dels zones.
Una inroduccn linferencialism, de. de Bustos y E. Pérez Sedo, Maid, Siglo XIX, 2002.43).
"Anfang: “comienz0”; Ursprang: “igen”. Bajo la comsidracién especulaiva -auc la reflexin del método
‘consume “comien7o” no es ota cosa qué el autodterminarse de Ta ide, ka cual pone as misma, en su abso
Tota negatvidad, como un oto, como sex. Fa ese sentido, a primera nega en la pica posee el significado de
“ta partcidnoriginaria [Ure de a ideaEl sujeto, el singular y la individualidad en la Ldgica de Hegel 131
Hegel indica que si el “es” vacfo de la c6pula estuviera ya puesto como la
unidad determinada y plena de los extremos, no nos encontrarfamos en el dmbi-
10 del juicio, sino en otra estructura que resulta de la reflexi6n de la anterior: el
silogismo. Este se origina en el movimiento de Henado de la c6pula. Juicio
y silogismo desemperian, pues, diferentes funciones."” Mientras que el primero
sustituye a la reflexién lo suyo es el poner que muestra lo que ya se encuentra
presente en los extremos-, el segundo serfa el movimiento de negaciGn de lo
puesto en ese poner, que conduce al fundamento, Pero el silogismo tampoco se
‘est quieto —no enuncia una simple identidad-; por el contrario, realiza asimis-
‘mo una suerte de jugada reflexiva. El poner que tiene lugar en el juicio impulsa
‘un movimiento que describe todos los hitos de la reflexin, Sin ésta no serfa posi-
ble disolver 1a contradiccién que la literalidad de la c6pula impone.
Lo que define a esta nueva reflexién es que sus determinaciones constituyen,
‘en todos los respectos, momentos del concepto. Por eso se habla de desarrollo.
Lo que surge en ese movimiento se encuentra ya, en cierto modo, presente en él,
por lo que Hegel sefiala que no hay propiamente una demostracion, sino Gnica-
‘mente un mostrar que no transita entre cada determinaci6n y el fundamento. Pero,
en cualquier caso, e! movimiento que tiene lugar no puede entenderse més que
como la reflexién resuelta, que se ha visto conducida a su verdad. En la esfera de
Ta esencia se trataba de una actividad ciega e implacable, que arrasaba incluso sus
propios productos, mientras que ahora representa el autodeterminarse de un fun-
damento que comprende la negatividad actuante a lo largo de todo el proceso.
Todo ello significa que la verdad presupuesta en la c6pula s6lo puede cum-
plirse si se rebasa el juicio mismo y se elimina la forma que impedia la exposi-
cin del contenido especulativo (st identidad). Pero el modo de eliminar carac-
teristico de la Wissenschaft es la Aufhebung. Por tanto, ha de quedar siempre un
resto (la negaci6n de la negaci6n no es aquella reduccién al absurdo de la que
nada se sigue). En efecto: se trata de la c6pula, aunque ya no en lo que tiene de
forma vacfa, sino como la imy nn contenida en el “es” ahora pleno de sen-
tido. A partir de ella debe desarrollarse una estructura que haga posible la pre-
sentaciGn especulativa; a saber: el silogismo, entendido como unidad y verdad
del concepto y del juicio. Su relevancia sistémica proviene de la capacidad para
conservar la diferencia entre los extremos que era propia del juicio, pero tam-
bién la unidad de ambos, sintomdticamente compareciente en ef vacio de la cépu-
la, El silogismo desempeiia dicho papel precisamente porque resulta de la refle-
xi6n del propio término medio. Por eso constituye el lugar de la mediaci6n
realizada de lo I6gico (ef. Enz. § 79): todo lo racional es un silogismo (cf. GW
12, 90). Al restaurar la unidad del concepto, le proporciona determinacién y dife-
renciacién; por tanto, verdad.
La raz6n se expone en la forma de una estructura de indole reflexiva, cuyo
impulso proviene de la dialéctica de las formas abstractas del entendimiento.
CM. Theunssen, Sein und Schein, Frincfor del Meno, Subskamp, 1980, pp. 424s132 RoMAN CUARTANGO
Resulta, asf, la combinacién (reflexiva) de dialéctica y especulacién o, también,
el movimiento dialéctico de la proposicién elevado a concepcién especula
VL. TAMBIEN LA IDEA POSEE CARACTER REFLEXIVO
‘Como hemos visto, aunque el asunto al que atiende el saber especulativo se
desvanezca en la particién reflexiva que produce el juicio, asimismo en él deja
noticia de su ausencia la unidad, el fundamento conceptual. Este constituye el
sujeto de la actividad légica o del movimiento del pensar que, no obstante, Gni-
camente alcanza a cobrar presencia a través de una serie determinativa que da
Tugar a la l6gica entera. Ser y reflexién resultan, asf, imprescindibles en esta
acci6n que consiste en venir hacia st del sujeto (0 del concepto especulativo). Y,
en cierta forma, se mantienen como huella o impresiGn en el recuerdo de aque-
Ila movilidad. Pero como sucede, en general, con la memoria, ésta no s6lo hace
referencia a algo pasado que queda atrés y se va borrando poco a poco. En rea-
lidad, sobreviene en el presente, se va actualizando en cada momento, Tal es, por
lo dems, la razén de que el sistema alcance la pretendida altura especulativa;
‘en caso contrario, s6lo tendrfamos una serie de datos cuyo impulso deductivo
permaneceria apegado a la forma de determinar propia de la esfera del ser: el
transito de un pensamiento a otro mediante la otredad externa. La cualidad espe-
culativa (0 espiritual) especttfica del concepto se percibe precisamente en el pro-
‘ceder rememorativo, para el que lo pasado (el orden de las categorfas superadas)
contintia activo como lo sido que adviene en el pensar (pues supone la condicién
de todo paso inferencial). Y todo ello tiene un reconocible sabor hist6rico: ade-
més de las implicaciones entre los momentos temporales -de lo sido, el advenir
yeel presentarse-, tampoco hay causacién estricta, sino motivacién y libre desem-
peiio. De ahf proviene tanto el peso que cobra el acontecer individual cuanto la
impronta reflexiva que impera en la forma sistémica.
Lo anterior queda reflejado, por ejemplo, en el hecho de que a lo absoluto 0
al infinito no les corresponde la forma ontolégica que es caracteristica de la sim-
ple relacién de otredad; se trata de totalidades diferenciadas, que conticnen
momentos y, por ello mismo, una negatividad que se ha visto eliminada median-
te Aufhebung (lo que significa que conserva asimismo su potencia). Pero, como
decimos, ellas Gnicamente pueden presentarse como saber si resultan de un pro-
ceso de reflexi6n interiorizante (in sich) de los extremos de la proposicién, o de
tun movimiento o plenificacién de la c6pula, Eso es lo que significa su caricter
conceptual (que supone asumidas tanto la inmediatez del ser como la mediacién
reflexiva de la esencia). Pierden entonces su cardcter definitorio, que las aseme-
2-10 lgco ten, sep la form, tes lads: ) el abstractoo del entendmiento, 8) e dialectic 0 megatv
‘racionl, 7) especultivo 0 posiv-raciona (Enz. § 79)EL sujeto, el singular y la individualidad en la Ldgica de Hegel 133
jaa figuras enrocadas en la determinacién que las afsla de lo externo (por medio
del Ifiite que detinea su contorno). Pero al mismo tiempo conservan lo necesa-
rio y universal (el concepto sin el cual no cobraban sentido), que antes se expre-
saba unilateralmente 0 en la forma de algo simplemente comtin que muchos com-
partfan.
EI silogismo constituye, en el ambito proposicional, esa reflexién en la que
se manifiesta el poder del concepto, pero siempre bajo las condiciones de la indi-
viduaci6n. Y, por eso, el resultado del proceso completo de desarrollo concep-
tual-ideal habré de ser inevitablemente “lo singular, concreto, sujeto” (GW 12,
248). No obstante, siempre teniendo en cuenta ese aspecto de la cuestién en el
{que venimos insistiendo: no hay otra forma de concrecién que aquella que asume
las condiciones individuales y, por lo tanto, una cierta reflexividad y deriva, Bs
decir, las atrae a si, aceptandolas al mismo tiempo que las transforma (pero no
las hace desaparecer sin dejar rastro).
Por otra parte, esto que decimos constituye la exclusiva y perfecta manera en
{que “el sujeto es sujeto por primera vez [...]” (Enz. § 182). Sin embargo, tam-
poco asf se apacigua y fija del todo. No sélo es que la reflexién deje un resto,
gracias al cual se produce la experiencia especulativa; también mantiene una
inquietud que origina el que la completitud del sistema no pueda adoptar la for-
‘ma de una tinica proposicién y requiera un silogismo de Ia totalidad que coinci-
de con el desarrollo completo de aquél. La misma exigencia de desarrollo con-
eva, como se ha visto, las de evolucién e historia, es decir, las de acontecer aqui
y ahora; la dependencia de la senda en ta que impera la compulsién de Io indi-
vidual (que no encaja y difiere en su advenir).
En cualquier caso, si la idea debe ser concebida esencialmente como proce-
so —identidad absoluta y libre del concepto en tanto que absoluta negatividad
(Enz. § 215)-, entonces se ve obligada a comparecer de manera que haga honor
a su forma conceptual desarrollada —universalidad que es singularidad-; lo que
significa: ni como sujeto compacto ¢ inerte (Io que serfa contradictorio), ni como
concepto comtin distributivo, sino como “vida”, “actividad”, “movimiento”
“inguietud”, que se encomienda, pues, a la apertura y desplazamiento caracte-
risticos del acontecer individual.