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La tarea del alma, por supuesto, consiste en

hacer que escojáis la grandeza - que


seleccionéis lo mejor de Quienes Sois -, sin
condenar aquello que no seleccionáis.
Se trata de una gran tarea, que requiere de
muchas vidas, puesto que estáis habituados a
aventurar juicios, a llamar a algo <<equivocado>>
o <<malo>>, o <<insuficiente>>, en lugar de
bendecir aquello que no elegís.
Hacéis algo peor que condenarlo: en realidad,
tratáis de dañar aquello que no elegís; tratáis
de destruirlo. Si hay alguna persona, lugar o
cosa con los que no estéis de acuerdo, los
atacáis. Si hay algún pensamiento que os
contradice, lo ridiculizáis. Si hay alguna idea
distinta de la vuestra, la rechazáis. En esto os
equivocáis, puesto que creáis sólo la mitad del
universo. Y no podréis entender nunca vuestra
mitad en tanto rechacéis completamente la
otra.

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