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Una piedra, unos hinchas

La noticia aparecida en el diario matinal da cuenta que “abundante lluvia de piedras, de


formas mil, de tamaños sin fin, silbaron sin dirección, el aire como canal, recorriendo la
calle contigua a la Avenida que conduce al Estadio, obligando a cerrar, a toda prisa las
puertas de los locales y negocios que siempre están abiertos en espera de clientes
dominicales”.

Como los que salían del estadio sabían lo que hacían, corrieron; veloces los unos, como
rayos, los otros, lanzando y esquivando, al tiempo, pedruscos zumbones y belicosos; el
único descalabrado, quien no era de ninguna de las barras tirapiedras, fue un menor de
edad, estudiante de la Concentración de Quintos, quien no pudo esquivar a tiempo aquel
pedrusco que casi acaba con sus “sueños de llegar a ser todo Un Pibe”.

Fue en la clase del lunes que se supo, en detalle lo que de verdad ocurrió: El
enfrentamiento pedernalino fue una disputa entre barras futboleras, cuyos
seguidores estaban dispuestos a exhibir moretones y chichones como abnegadas
muestras de amor por sus equipos del alma. 

El profesor que cuida las escalas durante el recreo, mostró, a los compañeros de clase
del herido, la página del sensacionalista medio que daba cuenta de los sucesos, cuyo pie
de página, resaltado, indicaba: “Testigos señalan que alias la Chinga, flacuchento y
pequeño diablillo, buscapleitos y guasón (sic), lanzó el primer guijarro. El detonante que
desencadenó a fenomenal gresca”.

El desafortunado Andrés Escobar, escolar y practicante, quien “regresaba, rumbo a su


casa, luego de entrenar en la cancha auxiliar, estará hospitalizado una semana más, con
la cabeza vendada, pero hay un detalle que a todos los hinchas del equipo del alma
conmociona; Sus amigos han dibujado, sobre las abundantes vendas, el escudo del
equipo que lleva en su corazón, porque asegura, el también fanático hincha:

<<El escudo me ayuda a sanar más rápido de la herida>>. 

En las noticias de las siete, los periodistas deportivos señalaron que “Algunos jugadores
han ido hasta el centro asistencial a alentar al muchacho, a tomarse una foto y para
invitarlo, cuando se haya repuesto del accidente, a pasar una tarde en los entrenamientos
con el equipo”.

La camiseta que el chicho exhibe en la foto publicada en la revista del domingo, tiene el
recuerdo autografiado de los principales ídolos, haciendo la V.
 
En una entrevista radial, las autoridades de policía señalaron que “luego de una
exhaustiva investigación, en la cual revisaron las cámaras de seguridad, consultaron con
testigos presenciales y encontraron evidencias que no pueden publicar por motivos de
reserva de la investigación sumaria, llegaron a concluir que una piedra decomisada en
una requisa en los alrededores del estadio, tiene forma de corazón de Jesús, adornada
con los colores de uno de los equipos de la ciudad, cosa por demás inusual, pues la gente
que va al escenario deportivo se caracteriza por sus modales y buen comportamiento”.
Achacaron la acción a los vándalos, como eso de la llamada “Primera Línea”, grupo
infiltrado por toda clase de fascinerosos y subversivos. Para fortuna, unos cuantos
desadaptados sociales”.

Concluyeron señalando, en lo que hubo unanimidad: “Por suerte, en esta ciudad, los
buenos somos más”.

El sacristán de una parroquia de barrio, escuchando por radio las noticias del mediodía,
cayó en cuenta que la piedra es la misma usada desde años atrás para cuñar la puerta de
la iglesia, que se encuentra desaparecida desde hace ya varios días.

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