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Agentes antipsicóticos
Por Carol Tamminga
, MD, UT Southwestern Medical Dallas
Última modificación del contenido may. 2020
Antipsicóticos convencionales
Los antipsicóticos convencionales (véase tabla Antipsicóticos convencionales) actúan primariamente
bloqueando el receptor 2 de dopamina (bloqueantes de la dopamina-2).
Los antipsicóticos convencionales pueden clasificarse según su potencia alta, intermedia o baja. Los
antipsicóticos de alta potencia tienen una afinidad mayor por los receptores de dopamina y menor por los
receptores alfa-adrenérgicos, muscarínicos e histamínicos. Los antipsicóticos de baja potencia, que se
utilizan en pocas ocasiones, tienen menor afinidad por los receptores alfa-adrenérgicos, muscarínicos e
histamínicos.
Existen diferentes fármacos en comprimidos, soluciones y preparados IM de acción larga y corta. Un
medicamento específico se selecciona principalmente basándose en lo siguiente:
Perfil de efectos adversos
Vía de administración requerida
Respuesta previa del paciente a la droga
Los antipsicóticos convencionales pueden causar importantes efectos adversos, sobre todo algunos
relacionados con trastornos de la cognición y del movimiento extrapiramidal (p. ej., distonía, temblor,
discinesia tardía).
)
Alrededor del 30% de los pacientes con esquizofrenia no responden a los antipsicóticos convencionales.
Pueden responder a clozapina, un antipsicótico de segunda generación.
CALCULADORA CLÍNICA:
Los antipsicóticos de segunda generación más modernos son muy parecidos entre sí en cuanto a su
eficacia, pero difieren respecto las reacciones adversas, de modo que la elección del fármaco se basa en la
respuesta individual y en las características de cada fármaco. Por ejemplo, la olanzapina, que tiene una
tasa relativamente alta de sedación, puede prescribirse en aquellos pacientes que tienen agitación o
insomnio graves y los fármacos menos sedantes pueden ser preferibles en los pacientes que tienen
somnolencia. Habitualmente, es necesaria una prueba durante 4-8 semanas para evaluar la eficacia
completa y el perfil de efectos adversos. Una vez estabilizados los síntomas agudos, comienza el
tratamiento de mantenimiento, en el cual se utiliza la dosis más baja del fármaco que prevenga la
recurrencia de los síntomas. El aripiprazol, la olanzapina y la risperidona están disponibles en formulación
inyectable de acción prolongada.
El aumento de peso, la hiperlipidemia y el incremento del riesgo de diabetes tipo 2 son los principales
efectos adversos de los antipsicóticos de segunda generación. Por lo tanto, antes de comenzar el
tratamiento con estos fármacos debe descartarse la presencia de estos factores de riesgo, incluidos los
antecedentes personales o familiares de diabetes, el peso, el perímetro de la cintura, la tensión arterial y la
glucemia y el perfil de lípidos en ayunas. Aquellos que presentan un síndrome metabólico o que tienen un
riesgo importante de tenerlo pueden ser tratados mejor con ziprasidona o aripiprazol que con otros
antipsicóticos de segunda generación. Debe educarse al paciente y la familia sobre los signos y síntomas
de diabetes, que incluyen poliuria, polidipsia, pérdida de peso y cetoacidosis diabética (náuseas, vómitos,
deshidratación, respiración rápida, deterioro del sensorio). Además, se darán consejos nutricionales y
sobre la actividad física a todos los pacientes que comienzan a recibir un antipsicóticos de segunda
generación. Todos aquellos que reciben un antipsicóticos de segunda generación necesitan un control
periódica del peso, el índice de masa corporal y la glucemia en ayunas, derivándose para la evaluación
especializada aquellos casos que desarrollan hiperlipidemia o diabetes tipo 2.
En ocasiones, es beneficioso combinar un antipsicótico con otro fármaco (1). Estos medicamentos incluyen
Antidepresivos/inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina-noradrenalina
Otro antipsicóticos
Litio
Benzodiazepinas
En la actualidad se investigan nuevos fármacos antagonistas del receptor de dopamina, incluidos ABT-925,
BL1020, ITI 007, JNJ-37822681 y otros(2).
La discinesia tardía es un trastorno involuntario del movimiento que se caracteriza por fruncimiento de
los labios y la lengua o retorcimiento de los brazos o las piernas. Para los pacientes que toman
antipsicóticos convencionales, la incidencia de discinesia tardía es un 5% cada año de exposición al
fármaco. En el 2%, la discinesia tardía provoca alteraciones graves. La discinesia tardía es menos común
con los antipsicóticos de segunda generación. En algunos pacientes persisten indefinidamente, aunque se
interrumpa la administración del fármaco. Debido a este riesgo, los pacientes que reciben terapia de
mantenimiento a largo plazo deben ser evaluados al menos cada 6 meses. Se pueden utilizar instrumentos
de evaluación, como la Abnormal Involuntary Movement Scale (Escala de Movimientos Involuntarios
Anormales), para cotejar con mayor precisión los cambios a través del tiempo. Los pacientes con
esquizofrenia y que siguen necesitando un fármaco antipsicótico pueden ser tratados con clozapina o
quetiapina, que son ASG. La valbenazina, un inhibidor del transportador vesicular de monoamina-2, ha
sido aprobada recientemente para el tratamiento de la discinesia tardía. La dosis inicial es de 40 mg una
vez al día y, en ausencia de disfunción hepática, después de 1 semana se aumenta a 80 mg 1 vez al día. Los
efectos adversos más importantes son hipersensibilidad, somnolencia, prolongación del intervalo QT, y
parkinsonismo.
El síndrome neuroléptico maligno, una reacción adversa poco frecuente pero potencialmente letal, se
caracteriza por rigidez, fiebre, inestabilidad autónoma y elevación de la creatina cinasa.
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