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Light of my life (2019)

Si has visto Children of Men (2006), The Road (2009) y Leave No Trace (2018), te sucederá que la primera
película que Casey Affleck escribe, dirige y actúa, tiene sabor a casi nada. Porque no puedes, en tu primer
intento, querer copiar a Alfonso Cuarón, a Debra Granik, o una historia de Cormac McCarthy, sin ser
golpeado por el contraste. En esas tres obras, por aquí y por allá, se encuentran todos los ingredientes de
Light of my life: escenario apocalíptico de supervivencia, el personaje adulto que custodia la inocencia de su
hija, un ambiente hostil frente al que solo se puede engañar o huir. Lo específico es que esta vez la
epidemia se llevó a todas las mujeres, menos a la pequeña Rag. Más allá de si se trata o no un relato-
autojustificación de Affleck ante las acusaciones que enfrenta por acoso, está lo no-hipotético: con un par
de líneas de diálogo sobre la perversidad de los hombres no se soluciona ni un problema social ni se levanta
una película. No puedes ser ese gran actor en alza que, el día que escogió mal sus papeles, resulta que fue
en su propia obra.

Rag: ¿Y por qué los hombres no pudieron mantener el equilibrio?

Dad: Porque estaban asustados y tristes y solos. Y eso les causaba enojo. Y cuando estaban enojados
perdieron de vista todo lo que era importante en la vida.

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