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El intento més claro y més completo de analizar el concepto de derecho en términos de los elementos aparentemente simples de mandatos y habitos, fue el que realizé Austin en The Pro- vince. of Jurisprudence Determined. En este capitulo y en les dos proximos expondremos y criticaremos una posicién que, en lo substancial, es igual a la doctsina de Austin, pero que probable- mente se diferencia de ella en ciertos puntos. Porque nuestro interés principal no esti en Austin, sino en las exedenciales de ciexto tipo de teoria que ejerce una atraccién perenne cuales- quiera puedan ser sus defectos. Por tal razén, en los casos en que el significado de Austin es dudoso 0 cuando sus opiniones pate- cen contradictorias, no hemos vacilado en prescindir de uno w otras, y en enunciar una -posicién clara y coherente, Ademés, cuando Austin se limita a sugeric Jas maneras de responder a las ctiticas, las hemos desarrollado Cen parte segun las lineas se- guidas por teéricos posteriores tales como Kelsen) para asegurar gue la doctrina que consideraremos y criticaremos sea enuncia- da en su forma mis fuerte, -B- situaciones soc Tes en que nos 0 a Jos demés en forma imperativa son di- vversas al extremo; sin embargo incluyen algunos tipos principales que se repiten, cuya importancia est sefialada por ciertas clasi- ficaciones familiares. Las variedades de situacién social en que las formas impera- ivas del Jenguaje se usan caracteristicamente, aunque no en for- ma invariable, no sélo son numerosas sino que no se distinguen entre si con precisin; y palabras tales como “suplica”, “pedido” o “advertencia” sirven sélo para hacer unas pocas discriminaciones, tales casos pueden surgir ‘cuestiones lingiifsticas: po- =m sfamos decir con propiedad que el asaltante ordend al emplea- do entregarle el dinero y que el iltimo le obedecié, pero serfa en alguna medida equivoco expresar que el asaltante dio una orden al empleado, puesto que esta frase, que tiene resonancias mi fares, sugiere que hay agin derecho 0 autoridad para dar drde- nies, cosa que falta en nuestro caso, Serfa completamente na~ tural, empero, decir que el asaltante dio a uno de sus secuaces Ia orden de que vigilara la puerta No es necesario que nos detengamos aqui en estas sutilezas. in embargo, es importante ad- vertir, aunque més no sea que por la gran influencia que sobre Jos juristas ha tenido la definicién de Austin de la nocién de mandato command), que la situacién simple en que se emplea Ja amenaza del dafito, y nada més que ella, para forzar la obedien- cia, no ¢s la situacién en que naturalmente hablamos de “man- datos" commands"), Esta palabra, que en inglés no es muy comtin fuera de los contextos militares, leva consigo implicacio- nes muy fuertes de que existe una organizacién jecérquica de hombres, relativamente estable, como un ejército 0 un cuerpo de discipulos, en la que el "comandante” ocupa una posicién de preeminencia, * Tipicamente es el general (y no el sargento) quien comanda y da mandatos, aunque se usan’ estos tér- minos para aludir a otras formas de preeminencia especial, co- mo cuando en el Nuevo Testamento se dice que Cristo manda a sus discipulos. Més importante —porque ésta es una distincién crucial entre formas diferentes de “imperativos’— es el punto de que 1. quo de,» clea impicaones de In palm ingle command, ‘que he traducido por ‘mandato". No parece que esta dltima pl expadiol, el mismo halo de sugerencias. CN. del T.), Sos aunque cuenta las distinciones hechas en el ihtimo pérrafo, lama equi- vvocamente ‘or lo tanto no podemos usat prove- .osamente la nocién de mandato en la elucidacién del derecho, pues elle también implica dicho, elemento, Es ciertamente una virtud del anélisis de Austin, cualésquiera sean sus defectos, que a diferencia del elemento de autoridad, los elementos de la situa- cién del asaltante no son en sf oscuros ni precison mucha explica- cién; por ello-es que seguiremos a Austin en un intento de cons- tnuir a partir de alli Ja idea de derecho, No esperaremos, sin embargo, como esperaba Austin, tener éxito, sino, en cambio, sacar una leccién de nuestro fracaso, ‘Aun en una sociedad grande y compleja, como la de un es- tado modemo, hay ocasiones en las que un funcionario, cara a cata con un individuo, le ordena hacer algo. Un policia ordena detenerse a un determinado conductor, o moverse aun detecmi- nado mendigo, aqui que la forma #ipica, incluso de ley criminal (que de todas las variedades de normas juridicas es Ja que més se asemeja a una orden respaldada por amenazas), zeneral de dos maneras tun inspector de impuestos, 0 la desobediencia puede identificar- se y documentarse oficialmente, y el castigo amenazado ser im- puesto por un tribunal, Esta es la primera catacterstica qui tenemos que afadir al modelo simple del asaltante, para que re- produzea las caracteristicas del derecho, El campo de las. perso- nas afectadas y la manera en que dicho campo es establecido pue- den variar con los distintos sistemas juridicos y aun con normas diferentes. En un estado moderno se entiende usualmente que a falta de indicaciones especiales que amplien o reduzcan la clase, sus normas juridicas generales se aplicen a todas las personas que se encuentren dentro de sus limites territoriales. En el dere- cho canénivo. se entiende, de modo semejante, que normalmente todos os miembros de la Iglesia se encuentran sometidos a sw derecho, salvo cuando se indica una clase mds limitada, En to- dos los casos el campo de aplicaci6n de una norma es una cues- tidn de intexpretacién de Ia regla particular, sobre la base de dichos entendimientos generales. Vale la pena hacer notar aqui que amngue Tos jurists, cote ellos Qi eeee aR a denar a los demas que hagan ciertas cosas es una forma de comunicacién e implica realmente irigitse a ellos, es decir, atéaer su atencién o hacer Jo necesario para atraerla, pero dictar normas juridicas para los demés, no. ‘Asi el asaltante, mediante una tinica expresién, “Entrégueme ex0s billetes", expresa su deseo de que el empleado haga algo, y 2 la vez se dirige efectivamente a éste, es decir, hace lo que normal- mente basta para levar esa expresién a la atencién del timo. Si no hiciera lo segundo y se limitara 2 decir Jas mismas pala- bras en una habitacién vacta, no se habria ditigido al empleado fen modo alguno, y no le habria ordenado hacer algo: podriamos escribir la situacién expresando que el asaltente se ha limitado a decir las palabras “entrégueme esos billetes”. En este aspecto, in aus reglas espe- ciales en contrario, las normas juridicas son vélidamente creadas atin cuando las personas afectadas por las mismas tengan que averiguar por su cuenta qué normas han sido dictadas y quiénes son Tos afectados 2 "Dirigidas toda Je comunidad”, Austin, op. cit, p. 22. = 2- i usamos aqui la palabra “dirigidas’, podemos pasar por portante entre dictar una norma dca y dar una orden cata a cara, y a la vez podemos confun- die estas dos preguntas diferentes: “ga quién se aplica la norma? y "Za quién se ha hecho conocer Ia norma?” ‘Ademés de la intcoduccién de la caracterfstica de generali- dad, es menester intcoducir un cambio més fundamental en la situacién del asaltante, si es que hemos de tener un modelo plau- sible de la situacién en que hay derecho. Es verdad que en cierto sentido el asaltante tiene un ascendiente 0 superioridad sobre el oficinista; el mismo radica en su temporaria posibilidad de for- mular una amenaza, que puede muy bien ser Suficiente para ha- cer que el oficinista realice el acto particular que se le ordena, No hay otra forma de selacién de superioridad e inferioridad en- tré los dos hombres, salvo esta brevisima relacién coercitiva. P x0 para los fines del asaltante esto puede bastar: porque la sim- ple orden cara a cara “entrégueme esos billetes 0 disparacé’ se agota con la emergencia, El asaltante no da al oficinista (aun- que bien puede darselas a los secuaces de su banda) érdenes per- manentes a set seguidas de tiempo en tiempo por clases de per- le decirse que esta creencia continua en las consecuencias de la desobediencia mantiene vivas o."en pie” las érdenes originales, aunque, como veremos més tarde, el andlisis de la nota de per-. sistencia del derecho en estos técminos simples presenta dificulta- oo des, Por supuesto, para que existe una creencia general de este tipo en Ia probabilidad continuada de la ejecucién de la amena- za, puede exigirse de hecho la concurrencia de muchos factores 1 ién del asaltant Cualquiera sea el fundamento de esta creencia general en la probabilidad de la ejecucién de las amenazas, tenemos que distinguitla de una caracteristica necesaria adicional que hay que agregar a la situacién del asaltante para que ella se aproxime a Ia situacién estable en que indiscutiblemente hay derecho. advertiremos, con dicho autor, que, al igual que muchos otros as- pectos del derecho, ésta es una nocién esencialmente vaga o im- in embargo en este hecho de a o} cuentra una distincién crucial entrelas normas juridicas y el caso simple originario de Ja orden del asaltante. Lamera ascendencia temporaria de una persona sobre otra es naturalmente concebida comola antitesis polar del derecho, que tiene un cardcter relativa- mente permanente y establecido; por cierto que en la mayor parte de Jos sistemas juridicos ejercer un poder coercitivo tan breve co- mo el ejercido por el asaltante constituirin un delito del derecho ctiminal. Queda por ver, en verdad, si esta nocién simple, aun- — 30— que confesadamente vaga, de la obediencia general habitual a las Grdenes generales respaldadas por amenazas, basta realmente para reproducir el carécter estable y la continuidad que los sistemas ju- sidicos poseen, El concepto de drdenes generales respaldadas por amenazas dadas por alguien que generalmente es obedecido, que hemos construido mediante adiciones sucesivas a la situacién simple del caso del asaltante, se aproxima obviamente més a una ley penal sancionada por la legislatura de un estado modemo, que a cual- ier otra variedad de derecho. ples como pue- den parecer, pero lo esencial de ellas desde el punto de vista del sentido comin que quizés no resulte adecuado) puede ser ex- presado como sigue: el derecho inglés, el derecho francés, el de~ echo de cualquier pais moderno, regula la conducta de pobla- ciones que habitan territorios con limites geogréficos bastante bien definidos. Dentso del territorio de cada pais puede haber muchas diferentes personas 0 conjuntos de personas que dan 6r- denes generales respaldadas por amenazas y que reciben obedien- ct hab Peo demos ding algunas de ee peony _@uerpes por ejemplo, el London County Council o un ministro ‘que ejerce To que lamamos poderes de legislacién delegados) €o#)) a aa Sa expresar esta relacién en Ia simple ter- mola dels ibis, dled, qu'misnsar que sl ean) = de obedecer a la Reina en Parlamento, y cualquier cosa que la ‘iltima sancionara sobre los asuntos soviéticos Caungque podria constituir parte del derecho de Inglaterra) no seria parte del de- echo de la Unién Soviética. Lo serfa tinicamente si la Reina en Parlamento fuese habitualmente obedecida por Ja legislatura de Ja Unién Soviética, En esta versiOn simple, que més tarde examineremos en for: Se

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