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SOLO TEXTO Algo Nuevo para Entrar
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Pág. 6
Reynaldo el rey lo tenía todo. Al menos eso él pensaba: juguetes, ropas,
golosinas... Fuera lo que fuera, él lo quería tener.
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Pedro el pobre también lo tenía todo. Al menos eso él pensaba: una
numerosa familia, amigos y mucho, muchísimo espacio para jugar y correr.
Fuera lo que fuera, él lo quería hacer.
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Un día, Reynaldo se despertó y fue a buscar algo para jugar, pero no
encontró nada que le llamara la atención.
- Así es. Tengo todo lo que un rey de mi edad pueda desear. Todo,
menos algo nuevo.
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Reynaldo pensó y pensó y fue cuando se le ocurrió un plan para terminar
con su aburrimiento…
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Mandó a construir una fortaleza en la entrada de la ciudad. Después, ordenó
que se informara a todos los habitantes del reino la nueva ley:
- A partir de ahora en adelante –dijo el vocero– todo aquel que
quiera entrar a la ciudad tiene que traer algo que el rey no tenga.
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El reino entero se sorprendió con la noticia. Todos conocían la gran
imaginación del rey, pero nunca esperaron algo como esto.
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- ¡Qué vamos a hacer! –exclamó uno de los ciudadanos.
- ¿Quién puede tener algo que el rey no tenga? –preguntó otro- ¡Él
lo tiene todo!
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Así que cuando quiso volver a su casa, se encontró con una gran puerta en
medio de su camino.
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Mientras tanto, del otro lado de la puerta, Reynaldo prestaba mucha
atención. Ya casi no podía aguantar sus ganas de tener algo nuevo.
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Nuevamente, Reynaldo estaba ansioso.
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- ¡Pingüino! –gritó el esquimal.
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Llamó a todos sus súbditos para preguntarles si él tenía algún pingüino, pero
para sorpresa de todos, esto era algo que el rey no tenía.
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- ¡Por fin! -exclamó Reynaldo muy contento, dirigiéndose a la
caravana- Nunca vi uno. ¡Pueden pasar!
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Y así fue como el esquimal y su gente pudieron pasar. Inmediatamente, el
guardia cerró la puerta.
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Reynaldo, por tercera vez, estaba ansioso.
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- ¡Tambores! –gritó el líder.
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Rápidamente fue a su armario para ver si tenía un tambor entre sus juguetes,
pero para sorpresa de todos, había otra cosa que el rey no tenía.
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- ¡Increíble! -exclamó Reynaldo muy contento, dirigiéndose a la
caravana- Tampoco vi nunca uno de esos. ¡Pueden pasar!
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Y así fue como el africano y su gente pudieron pasar. Inmediatamente, el
guardia cerró la puerta.
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- Prácticamente hacemos lo mismo. Sin embargo, él es el que está
allá adentro y yo acá afuera… ¿No existirá algo que yo le pueda
dar…?
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[ILUSTRACIÓN DE CIENTOS DE PALABRAS]
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- ¡Ya sé!
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[ILUSTRACIÓN CON LA “O” POR TODA LA CIUDAD]
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- ¿Qué dijo? –preguntó Reynaldo- ¿Acaso dijo amigo? ¿Tendré
amigos…?
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- Me parece que tampoco tengo uno de esos. –dijo Reynaldo-
Pero… ¡No puedo creer que por fin voy a tener un amigo! ¡Puedes
pasar!
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Y como ahora Reynaldo tenía un amigo, le dijo al guardia:
Y así fue como nació la amistad de Reynaldo, un rey que creía que no le
faltaba nada y Pedro, un pobre que pensaba que no tenía algo para dar…