La industria hotelera tal cual como la conocemos en la actualidad es el resultado de todas
las experiencia vividas por todas aquella personas que estando fuera o lejos de sus casa necesitaban un lugar adecuado para pernoctar. En la antigüedad las personas que se trasladaban de un lugar a otro, por diversas razones, al no contar con un lugar donde hospedarse montaban sus tiendas en el lugar de su preferencia para pasar la noche. Poco a poco fueron apareciendo posadas y hospedaje donde los viajeros podían alojarse y quedarse por un periodo de tiempo necesario. Los primeros viajeros intercambiaban mercancías por hospedaje, obviamente habían personas que podían pagar más dinero que otras y por lo tanto las condiciones sanitarias y calidad de servicio eran diferentes. La revolución industrial y sobre todo la evolución de la industria del transporte permitió que más personas pudieran viajar distancias más largas a distintos destinos en el mundo, surgiendo la oportunidad por los grandes visionarios de aprovechar esta circunstancia para crear instalaciones y ofrecer los servicios de hospedaje. Es así como se empiezan a innovar y mejorar la calidad del servicio y atención al cliente ofreciendo una variedad beneficios como sabanas limpias, agua caliente, desayunos, televisor, teléfono, aire acondicionado, etc. Esta actividad fue realizada por personas que se dedicaron a esta rama comercial tal es el caso de César Ritz quien fuera el décimo tercer hijo de una familia de ganaderos que, paradojas de la existencia, habría de convertirse en el padre de la hostelería moderna. Ritz conoció al fundador del Gran Hotel Nacional de Lucerna, quien se lo llevó de regreso a Suiza en calidad de gerente cuya profesión innovó siendo el primero en instalar cuartos de baño en las habitaciones para que sus huéspedes no tuvieran que pasearse en bata por los pasillos en busca de un retrete receptor del exceso de champán, además de pionero en la atención personalizada y emisor de la ya célebre frase de «el cliente siempre tiene razón».