La casa del juez
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grin sitio donde pudiera estudiar tranquilo.
Empacé una maleta con algo de ropa y todos sus
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‘Al cabo de tres horas de viaje descendi6 en
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esa noche en la tinica posada que habia y al dia
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vieja casona llena de recovecos, de construccién
pesada, rodeada por un alto muro.
El abogado que se la alquilé confesé el placer
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en vivir alli, Habfa estado vacia durante tanto
tiempo que en el pueblo habia ido creciendo una
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porque muchos afios antes habia sido la morada’ de
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hostilidad hacia los presos en el tribunal, Pero qué
era lo que habia contra la casa, ella no lo sabia.
Stoker (1847-1912) 4
Abraham pritsnico de ocgen ilante
‘conocido por su seudénimo Bram
Stoker, Publicé novelas y relatos breves. MN
Fjerci6 la critica teatral en numerosos
periédicos y revistas londinenses. Se lo
recuerda, sobre todo, por su. conocida \
novela Drécula (1867).
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Ella lo ayudé a acomodar todo.
—Le diré de qué se trata, sefior. Los duendes son toda
clase de cosas, jsalvo duendes! Ratas y ratones, escara
bajos, puertas que crujen, tejas sueltas y paneles rotos
que se caen en la mitad de la noche.
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yse dispuso a estudiar. A eso de las once se in-
terrumpié para arreglar el fuego y la lampara, y
prepararse una taza de té, Durante su vida univer-
sitaria se habfa acostumbrado a quedarse levanta-
do hasta tarde dedicado al estudio. Fue entonces
‘cuando noté por primera vez el ruido de las ratas.
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Malcolmson se sobresalté. Alli, sobre la gran silla
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siguiente, el correteo de las ratas em-
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jterrumpi6, como la noche anterior.
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lagran silla al lado del hogar, estaba
rata enorme, mirandolo con furia,
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tatadioun chillido, aterrorizada, y dirigiéndole
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hasta la'soga de la campana de alarma y subi6
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Maleolmson la vio desaparecer a través de un
agujero en uno de los grandes cuadros que colga-
ban de la pared cubiertos de polvo.
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—Ahora, jechemos una ojeada al libro que le ha dado!
Al hacerlo, se estremecié:
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Al dia siguiente por la tarde decidié visitar ala
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cho y deseaba que el médico conversara con él.
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Thornhill— y piensa que usted toma demasiado té fuer-
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—Prometo no volver a tomar té fuerte, nada de té en ab-
soluto, hasta que usted me lo permita, y me iré a la cama
esta noche a mds tardar a la una en punto. jEsté bien asi?
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ocurrido en las dos tiltimas noches.
‘Supongo que usted sabe —dijo el médico tras una
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verdugo para colgar a todas las victimas del juez!
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bia dicho eso con el tinico propésito de Hamarle la
atencién sobre la soga de la campana. Asi, si por la
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miedo, tiraria de la soga y ellos acudirian por él.
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ratas ces6, pero solo por unos minutos, Durante
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ya se habia desencadenado una tormenta. Sintié
ruidos en la soga de la campana y, levantando la
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venia bajando lentamente hacia él, mirandolo
furiosa, clavandole los ojos, Entonces, el animal
corrié hacia arriba y desaparecié como la noche
anterior detras del cuadro, La seiora Dempster
habia quitado el polvo que cubria la obra y lo que el
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rapid: toga: tinicaq
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Iuderecha de una gran chimenea de piedra don
de, enel rincén, colgaba una soga Cg ies
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Inhabitacién tal como estaba ahora, y mir6 a st
alrededor, sobrecogido, como si esperara encon-
rar alguna extrafa presencia detras de él, Desde
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tun trago fuerte, un vaso de brandy” con agua, y se
senté resueltamente a proseguir con su trabajo.
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Mientras 61 miraba, el roedor concluyé su trabajo
yel extremo de la cuerda cayé al piso. Enfureci-
do, espanté a la rata que nuevamente desapare-
cié detris del cuadro. Un miedo tremendo em-
pez6 a apoderarse de Malcolmson. El centro del
cuadro era una gran mancha irregular de lienz
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locado en el bastidor’ . El fondo era el mismo de
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gir6 y ya no pudo moverse. Solo podia ver y oir,
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Lenta y deliberadamente, el juez tom6 el pedazy
de soga de la campana de alarma que estaba try
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Jo. El juez volvi6 a levantar el lazo y traté deatra
parlo, siempre manteniendo sus jos siniestros
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de la desesperacién, Malcolmson eché un rapido
vistazo a su alrededor. Vio que la soga de la gran
campana de alarma se Ienaba de mas y mas ratas
Con su peso, la campana empez6 a oscilar y pronto
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lugar de arrojar el lazo, se acercé a su victima
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sintié los dedos helados del juez que le tocaban la
garganta al ajustar la soga. El lazo se apreté..., se
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sus brazos y lo puso de pie sobre la silla de roble
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Malcolmson, lo até a la soga que colgaba de la
campana, luego descendié y sacé la silla.
Cuando la campana de alarma de la casa del juez
empe26 a sonar aparecieron huces y antorchas, yen
seguida una silenciosa multitud se precipité hacia
el lugar, Llamaron a la puerta con fuertes golpes,
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arrojaron dentro, con el médicoala cabeza,
Alli, del extremo de la soga de la gran campal®
de alarma, colgaba el cuerpo del estudiante, ye
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| rostro del juez, en el cuadro, habia una sont
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ida de alta graduaci6n alcohdlica
pintan los cuadros.
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el que se coloca el lienzo para pintar.
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Escaneado con CamScanner