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TERCERA

IDENTIDAD SEXUAL
Y DE GÉNERO
Las hormonas, siempre presentes, han de
transmitir sus mensajes químicos al cuerpo en
esta última etapa de la vida que
denominamos, en términos generales,
senectud.

¿Qué deberá hacer la


reflexividad al respecto?

¿Qué se puede hacer con este cuerpo


transformado?
¿Se vive de forma semejante en todos los casos
de heterosexualidades?
¿Son diferentes las vivencias para las lesbianas
que para sus compañeras heterosexuales?
¿Es posible para la persona que ha
desarrollado durante su vida la
dimensión instrumental intentar ser
básicamente ahora expresiva?
Los mismos mecanismos han de ser utilizados
por los varones, tanto por lo que atañe
a la realidad del género como por lo que respecta
a la realidad del sexo, aunque en este último
caso no nos sea posible hablar de andropausia
como el equivalente a la menopausia
de las mujeres.
Lo que sí es posible afirmar es que también su
cuerpo sufre cambios, algunos de ellos asociados
al ámbito de lo sexual. Ante estos cambios, la
reflexividad ha de
actuar siempre dentro del contexto, para bien o
para mal, de los sistemas de creencias de
cada sociedad

Todavía en nuestros días,


dentro incluso del denominado primer mundo, la
ignorancia campa por sus respetos, ha-
ciendo que muchas de estas cuestiones que surgen
con total normalidad a lo largo del ci-
clo vital de cada persona –ambiguo, mujer, varón,
bisexual, homosexual, heterosexual,
«asexual», bigenérico, homogenérico,
heterogenérico, agenérico.

Se conviertan en problemas que pueden ocasionar


innecesariamente disfunciones, que requerirían la
intervención de los especialistas –sexólogos o
generólogos, según se les viene considerando desde
el enfoque propuesto.

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