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Siete Ensayos de Interpretación

de la
Realidad Peruana

José Carlos Mariátegui


INDICE

ADVERTENCIA

ESQUEMA DE LA EVOLUCION ECONOMICA


I. LA ECONOMÍA COLONIAL
II. LAS BASES ECONÓMICAS DE LA REPÚBLICA
III. EL PERÍODO DEL GUANO Y DEL SALITRE
IV. CARÁCTER DE NUESTRA ECONOMÍA ACTUAL
V. ECONOMÍA AGRARIA Y LATIFUNDISMO FEUDAL
REFERENCIAS

EL PROBLEMA DEL INDIO


-SU NUEVO PLANTEAMIENTO
-SUMARIA REVISIÓN HISTÓRICA
-REFERENCIAS

EL PROBLEMA DE LA TIERRA
-EL PROBLEMA AGRARIO Y EL PROBLEMA DEL INDIO
-COLONIALISMO = FEUDALISMO
-LA POLÍTICA DEL COLONIAJE: DESPOBLACIÓN Y ESCLAVITUD
-EL COLONIZADOR ESPAÑOL
-LA "COMUNIDAD" BAJO EL COLONIAJE
-LA REVOLUCIÓN DE LA INDEPENDENCIA Y LA PROPIEDAD
AGRARIA
-POLÍTICA AGRARIA DE LA REPÚBLICA
-LA GRAN PROPIEDAD Y EL PODER POLÍTICO
-LA "COMUNIDAD" BAJO LA REPÚBLICA
-LA "COMUNIDAD" Y EL LATIFUNDIO
-EL RÉGIMEN DE TRABAJO.p; SERVIDUMBRE Y SALARIADO
-"COLONIALISMO" DE NUESTRA AGRICULTURA COSTEÑA
-PROPOSICIONES FINALES
-REFERENCIAS

EL PROCESO DE LA INSTRUCCION PUBLICA


I. LA HERENCIA COLONIAL Y LAS INFLUENCIAS FRANCESA Y
NORTEAMERICANA
II. LA REFORMA UNIVERSITARIA: IDEOLOGÍA Y -
REIVINDICACIONES
-POLÍTICA Y ENSEÑANZA UNIVERSITARIA EN LA AMÉRICA
LATINA
-LA UNIVERSIDAD DE LIMA
-REFORMA Y REACCIÓN
III. IDEOLOGÍAS EN CONTRASTE
REFERENCIAS

EL FACTOR RELIGIOSO
I. LA RELIGIÓN DEL TAWANTINSUYO
II. LA CONQUISTA CATÓLICA
III. LA INDEPENDENCIA Y LA IGLESIA
REFERENCIAS

REGIONALISMO Y CENTRALISMO
I. PONENCIAS BÁSICAS
II. REGIONALISMO Y GAMONALISMO
III. LA REGIÓN EN LA REPÚBLICA
IV. DESCENTRALIZACIÓN CENTRALISTA
V. EL NUEVO REGIONALISMO
VI. EL PROBLEMA DE LA CAPITAL
REFERENCIAS

EL PROCESO DE LA LITERATURA
I. TESTIMONIO DE PARTE
II. LA LITERATURA DE LA COLONIA
III. EL COLONIALISMO SUPÉRSTITE
IV. RICARDO PALMA, LIMA Y LA COLONIA
V. GONZÁLEZ PRADA
VI. MELGAR
Vil. ABELARDO GAMARRA
VIII. CHOCANO
IX. RIVA AGÜERO Y SU INFLUENCIA. LA GENERACIÓN
"FUTURISTA"
X. "COLÓNIDA" Y VALDELOMAR
XI. NUESTROS "INDEPENDIENTES"
XII. EGUREN
XIII. ALBERTO HIDALGO
XIV. CÉSAR VALLEJO
XV. ALBERTO GUILLÉN
XVI. MAGDA PORTAL
XVII. LAS CORRIENTES DE HOY. -EL INDIGENISMO
XVIII. ALCIDES SPELUCÍN
XIX. BALANCE PROVISORIO
REFERENCIAS
“Ich will keinen Autor m ehr lesen, dem man
anmerkt, er wollte ein Buch machen: sondern
nur jene, deren Gedanken unversehens
ein Buch wurden. ”
NIETZSCHE, D er W a n d e re r und sein Schatten.
ADVERTENCIA

Reúno en e ste libro, organizados y anotados en siete ensayos, los


escritos q u e he p u b licad o en "Mundial" y "Amauta" s o b re algunos
asp ecto s sustantivos d e la re a lid a d p eru an a. Com o LA ESCENA
CONTEMPORÁNEA, no es éste, p u es, un libro orgánico. M ejor
así. Mi trab ajo se d esen v u elv e se g ú n el q u e re r d e N ietzsche, que
no am ab a al autor contraído a la p ro d u cció n inten-cional,
d e lib e ra d a , d e un libro, sino a aquél cuyos pen sam ien to s
form aban un libro e sp o n tá n e a e inad v ertid am en te. M uchos
p ro y ecto s d e libro visitan mi vigilia; p e ro sé p o r anticipado que
sólo realizaré los que un im perioso m andato vital m e o rd en e . Mi
pen sam ien to y mi v id a constituyen una sola cosa, un único
p ro ceso . Y si algún m érito e s p e ro y reclam o q u e m e sea
reco n o cid o es el d e -tam bién conform e un principio d e N ietzsche-
m eter to d a mi s a n g re e n mis ideas.

P ensé incluir en e ste volum en un ensayo so b re la evolución


política e id eo ló g ica d el Perú. Mas, a m ed id a q u e avanzo e n él,
siento la n e c e sid a d d e d a rle d esarro llo y autonom ía en un libro
ap arte. El núm ero d e p ág in as d e estos 7 ENSAYOS m e p a re c e ya
excesivo, tanto que no m e consiente co m p letar algunos trab ajo s
com o yo q u isiera y d e b ie ra . Por otra p a rte , está b ien que
ap a re z ca n antes q u e mi nuevo estudio. De e ste m odo, el público
q u e m e le a se h a b rá fam iliarizado o p o rtunam ente con los
m ateriales y las id ea s d e mi esp ecu lació n política e ideológica.
V olveré a estos tem as cuantas v e c e s m e lo indique el curso d e mi
investigación y mi polém ica. Tal vez hay en cad a uno d e estos
ensayos el esq u em a, la intención d e un libro autónom o. Ninguno
d e estos ensayos está acab ad o : no lo e sta rán m ientras yo viva y
p ien se y te n g a algo que añ ad ir a lo p o r mí escrito, vivido y
p en sad o .

Toda esta lab o r no es sino una contribución a la crítica socialista


d e los p ro b le m as y la historia d el Perú. No faltan q u ien es m e
su p o n en un eu ro peizante, ajeno a los hechos y a las cuestiones d e
mi país. Q ue mi o b ra se e n c a rg u e d e justificarm e, contra esta
b a ra ta e in te re sa d a conjetura. He hecho e n E uropa mi m ejor
ap ren d izaje. Y creo q u e no hay salvación p a ra Indo-A m érica sin la
ciencia y el pen sam ien to e u ro p e o s u occidentales. Sarm iento que
es todavía uno d e los c re a d o re s d e la arg en tin id ad , fue en su
é p o c a un eu ro p eizan te. No encontró m ejor m odo d e ser
argentino.

O tra vez rep ito que no soy un crítico im parcial y objetivo. Mis
juicios se n u tren d e mis id ea les, d e mis sentim ientos, d e mis
pasiones. T engo una d e c la ra d a y e n é rg ic a am bición: la d e
concurrir a la creació n d el socialism o peru an o .
Estoy lo m ás lejos p o sib le d e la técnica p rofesoral y d el espíritu
universitario.

Es todo lo q u e d e b o a d v ertir lealm ente al lecto r a la e n tra d a d e mi


libro.

Lima 1928
ESQUEMA DE LA EVOLUCION ECONOMICA

I. LA ECONOMIA COLONIAL

En el plano d e la econom ía se p e rc ib e m ejor q u e e n ningún otro


hasta q u é punto la C onquista e scin d e la historia d el Perú. La
C onquista a p a re c e e n e ste terren o , m ás n etam en te q u e en
cu alquiera otro, com o una solución d e continuidad. Hasta la
C onquista se desenvolvió en el P erú una econom ía que b ro ta b a
esp o n tá n e a y lib re m e n te d el suelo y la g e n te p eru an o s. En el
Im perio d e los Inkas, ag ru p ació n d e com unas agrícolas y
se d en tarias, lo m ás in te resa n te e ra la econom ía. Todos los
testim onios históricos co inciden en la aserció n d e q u e el p u e b lo
inkaico -laborioso, disciplinado, p an teísta y sencillo- vivía con
b ie n e sta r m aterial. Las subsistencias a b u n d ab an ; la p o b lación
crecía.
El Im perio ignoró rad icalm en te el p ro b le m a d e M althus. La
organización colectivista, re g id a p o r los Inkas, h a b ía en e rv a d o en
los indios el im pulso individual; p e ro h a b ía d e sarro llad o
e x trao rd in ariam en te e n ellos, e n p ro v ech o d e e ste rég im en
económ ico, el hábito d e una hum ilde y relig io sa o b e d ie n c ia a su
d e b e r social. Los Inkas sa ca b a n to d a la utilidad social p o sib le d e
esta virtud d e su p u eb lo , valorizaban el vasto territorio del
Im perio construyendo cam inos, canales, etc., lo ex tendían
som etiendo a su a u to rid ad tribus vecinas. El trab ajo colectivo, el
esfuerzo com ún, se e m p le a b a n fructuosam ente e n fines sociales.
Los con q u istad o res esp añ o les d estru y ero n , sin poder
naturalm ente reem plazarla, e sta form idable m áquina de
producción. La so c ie d a d indígena, la econom ía inkaica, se
d e sco m p u siero n y an o n ad aro n com pletam ente al g o lp e d e la
conquista. Rotos los vínculos d e su unidad, la nación se disolvió
en com u n id ad es d isp e rsas. El trab ajo in d íg e n a cesó d e funcionar
d e un m odo solidario y orgánico. Los co n q u istad o res no se
ocuparon casi sino d e d istrib u irse y d isp u ta rse el p in g ü e botín d e
g u e rra . D espojaro n los tem plos y los palacios d e los teso ro s que
g u a rd ab an ; se re p a rtie ro n las tierras y los ho m b res, sin
p re g u n ta rse siq u iera p o r su p o rv en ir com o fuerzas y m edios d e
producción.
El V irreinato señ ala el com ienzo d el difícil y com plejo p ro ce so d e
form ación d e una nueva econom ía. En e ste p e río d o , E spaña se
esforzó p o r d a r una organización política y económ ica a su
inm ensa colonia. Los e sp añ o le s e m p ezaro n a cultivar el suelo y a
explotar las m inas d e oro y plata. S obre las ruinas y los resid u o s
d e una econom ía socialista, e c h aro n las b a se s d e una econom ía
feudal.
Pero no envió E spaña al Perú, com o d el resto no envió tam poco a
sus otras p o sesio n es, una d e n sa m asa colonizadora. La d e b ilid a d
del im perio esp añ o l resid ió p rec isam e n te en su c a rá c te r y
estru ctu ra d e e m p re sa m ilitar y eclesiástica m ás q u e política y
económ ica. En las colonias e sp añ o las no d e se m b a rc a ro n com o en
las costas d e N ueva In g laterra g ra n d e s b a n d a d a s d e pioneers. A
la A m érica E spañola no v inieron casi sino v irre y es, cortesanos,
aventureros, clérigos, d o cto res y soldados. No se formó, p o r esto,
en el Perú una v e rd a d e ra fuerza d e colonización.
La po b lació n d e Lima e sta b a com puesta p o r una p e q u e ñ a corte,
una bu ro cracia, algunos conventos, inquisidores, m erc a d e re s,
criados y esclavos (1). El pioneer español carecía, adem ás, d e
aptitud p a ra c re a r núcleos d e trabajo. En lu g ar d e la utilización
del indio, p a re c ía p e rs e g u ir su exterm inio. Y los colonizadores no
se b a sta b a n a sí m ism os p a ra c re a r una econom ía sólida y
orgánica. La organización colonial fallaba p o r la b a se. Le faltaba
cim iento dem ográfico. Los e sp añ o le s y los m estizos e ra n
d em asiad o pocos p a ra explotar, en vasta escala, las riquezas del
territorio. Y, com o p a ra el tra b a jo d e las h a c ie n d a s d e la costa se
rec u rrió a la im portación d e esclavos n eg ro s, a los elem en to s y
características d e una so c ie d a d feudal se m ezclaron elem entos y
características d e una so c ie d a d esclavista.
Sólo los jesuítas, con su orgánico positivism o, m ostraron acaso, en
el Perú com o en otras tierras d e A m érica, aptitud d e creació n
económ ica. Los latifundios q u e les fueron asignados p ro sp e ra ro n .
Los v estigios d e su organización resta n com o una huella
d u ra d e ra . Q uien re c u e rd e el vasto ex p erim en to d e los jesu ítas en
el P araguay, d o n d e tan háb ilm en te a p ro v ech aro n y explotaron la
ten d e n c ia natural d e los in d íg en as al com unism o, no p u e d e
s o rp re n d e rs e ab so lu tam en te d e q u e esta c o n g re g a c ió n d e hijos
d e San Iñigo d e Loyola, com o los llam a Unam uno, fuese capaz d e
c re a r en el suelo p e ru a n o los centros d e trab ajo y p ro d u cció n que
los nobles, d o cto res y clérigos, e n tre g a d o s e n Lima a una vida
m uelle y sensual, no se o c u p aro n nunca d e form ar.
Los colonizadores se p re o c u p a ro n casi únicam ente d e la
explotación del oro y la plata p eru an o s. Me h e referid o m ás d e
una vez a la inclinación d e los e sp añ o le s a in stalarse en la tie rra
baja. Y a la m ezcla d e re sp e to y d e desconfianza q u e les
in sp iraro n sie m p re los A ndes, d e los cuales no lle g a ro n jam ás a
sen tirse rea lm e n te señ o res. A hora bien. Se d e b e , sin duda, al
trab ajo d e las m inas la form ación d e las p o b lacio n es criollas d e la
sierra. Sin la codicia d e los m etales e n c e rra d o s e n las en trañ as d e
los A ndes, la conquista d e la sie rra h u b ie se sido m ucho m ás
incom pleta.
Estas fueron las b a se s históricas d e la nueva econom ía p eru an a.
De la econom ía colonial -colonial d e s d e sus raíces- cuyo p ro ce so
no ha term inado todavía. E xam inem os ah o ra los lineam ientos d e
una se g u n d a etap a. La e ta p a en que una econom ía feudal
d ev ien e, poco a poco, econom ía b u rg u esa . P ero sin c e sa r d e ser,
en el cu ad ro d el m undo, una econom ía colonial.

II. LAS BASES ECONOMICAS DE LA REPUBLICA

Com o la p rim era, la se g u n d a e ta p a d e e sta econom ía arra n c a d e


un hech o político y m ilitar. La p rim e ra e ta p a n ace d e la C onquista.
La se g u n d a e ta p a se inicia con la In d ep e n d e n c ia . Pero, m ientras
la C onquista e n g e n d ra totalm ente el p ro c e so d e la form ación d e
n u estra econom ía colonial, la In d ep e n d e n c ia a p a re c e
d e te rm in a d a y do m in ad a p o r e se p ro ceso .
He tenido y a -d e s d e mi p rim e r esfuerzo m arxista p o r fundam entar
en el estudio d el h echo económ ico la historia p e ru a n a - ocasión d e
ocu p arm e en esta faz d e la revolución d e la In d ep en d en cia,
sosten ien d o la siguiente tesis: "Las id ea s d e la revolución francesa
y d e la constitución n o rteam erican a en co n traro n un clim a
favorable a su difusión en Sudam érica, a causa d e q u e en
Sudam érica existía y a au nque fuese em b rio n ariam en te, una
b u rg u esía que, a causa d e sus n e c e s id a d e s e in te rese s
económ icos, p o d ía y d e b ía co n tag iarse d el hum or revolucionario
d e la b u rg u esía e u ro p e a . La In d e p e n d e n c ia d e H ispanoam érica
no se h a b ría realizado, ciertam ente, si no h u b iese contado con
una g e n e ra c ió n heroica, se n sib le a la em oción d e su ép o ca, con
c a p ac id ad y voluntad p a ra actuar en estos p u e b lo s una v e rd a d e ra
revolución. La In d ep e n d e n c ia , bajo e ste aspecto, se p re se n ta
com o una e m p re sa rom ántica. P ero esto no co n trad ice la tesis d e
la tram a económ ica d e la revolución em an cip ad o ra. Los
conductores, los caudillos, los id eólogos d e e sta revolución no
fueron an terio res ni su p e rio re s a las p rem isa s y razones
económ icas d e e ste acontecim iento. El hecho intelectual y
sentim ental no fue an terio r al hech o económ ico".
La política d e E spaña obstaculizaba y co n trariab a totalm ente el
desenvolvim iento económ ico d e las colonias al no p erm itirles
traficar con ninguna otra nación y re s e rv a rs e com o m etrópoli,
acap arán d o lo exclusivam ente, el d e re c h o d e todo com ercio y
e m p re sa en sus dom inios.
El im pulso natural d e las fuerzas p ro d u cto ras d e las colonias
p u g n a b a p o r ro m p e r e ste lazo. La nacien te econom ía d e las
em b rio n arias form aciones nacionales d e A m érica n e c esita b a
im p eriosam ente, p a ra co n seg u ir su desarrollo, d esv in cu larse d e
la ríg id a au to rid ad y e m a n c ip a rse d e la m edioeval m entalidad del
re y d e E spaña. El h o m b re d e estudio d e n u e stra é p o c a no p u e d e
d e ja r d e v e r aquí el m ás dom inante factor histórico d e la
revolución d e la in d e p e n d e n c ia sudam ericana, in sp irad a y
m ovida, d e m odo dem asiad o ev id en te, p o r los in te re se s d e la
po b lació n criolla y aun d e la española, m ucho m ás que p o r los
in te re se s d e la po b lació n indígena.
E nfocada so b re el plano d e la historia m undial, la in d e p e n d e n c ia
su d am erican a se p re s e n ta d e c id id a p o r las n e c e s id a d e s del
d esarro llo d e la civilización occidental o, m ejor dicho, capitalista.
El ritm o d el fenóm eno capitalista tuvo en la e lab o ració n d e la
in d e p e n d e n c ia una función m enos a p a re n te y ostensible, p e ro sin
d u d a m ucho m ás decisiva y p rofunda que el eco d e la filosofía y la
literatura d e los en ciclopedistas. El Im perio Británico, destin ad o a
re p re s e n ta r tan g en u in a y tra sc en d e n talm en te los in te re se s d e la
civilización capitalista, e sta b a en to n ces en form ación. En
Inglaterra, se d e del liberalism o y el protestantism o, la industria y
la m áquina p re p a ra b a n el p o rv en ir d el capitalism o, esto es del
fenóm eno m aterial del cual aquellos dos fenóm enos, político el
uno, religioso el otro, a p a re c e n en la historia com o la lev ad u ra
espiritual y filosófica. Por esto le tocó a In g laterra -con e sa clara
conciencia d e su destino y su m isión históricas a q u e d e b e su
h e g em o n ía en la civilización capitalista-, ju g a r un p a p e l prim ario
en la in d e p e n d e n c ia d e Sudam érica. Y, p o r esto, m ientras el
p rim e r m inistro d e Francia, d e la nación q u e algunos años antes
les h a b ía d a d o el ejem plo d e su g ran revolución, se n e g a b a a
rec o n o c e r a estas jó v en e s rep ú b lica s su d am erican as q u e po d ían
enviarle "junto con sus p ro d u cto s sus id ea s revolucionarias"(2),
Mr. C anning, trad u cto r y ejecu to r fiel d el in te rés d e Inglaterra,
c o n sag ra b a con e s e reconocim iento el d e re c h o d e estos p u e b lo s
a s e p a ra rs e d e E spaña y, anexam ente, a o rg an izarse rep u b lica n a
y d em ocráticam ente. A Mr. C anning, d e otro lado, se habían
a d elan tad o p rácticam en te los b a n q u e ro s d e Londres que, con sus
p réstam o s -no p o r usurarios m enos oportunos y eficaces-, hab ían
financiado la fundación de las nuevas rep ú b licas.
El Im perio esp añ o l tram ontaba p o r no re p o s a r sino so b re b a ses
m ilitares y políticas y, s o b re todo, p o r re p re s e n ta r una econom ía
su p e ra d a . E spaña no p o d ía a b a ste c e r a b u n d a n te m e n te a sus
colonias sino d e eclesiásticos, d o cto res y nobles. Sus colonias
sentían a p e te n c ia d e cosas m ás p rácticas y n e c e sid a d d e
instrum entos m ás nuevos. Y, e n consecuencia, se volvían hacia
Inglaterra, cuyos industriales y cuyos b a n q u e ro s, colonizadores
d e nuevo tipo, q u erían a su turno e n se ñ o re a rse en estos
m ercad o s, cum pliendo su función d e a g e n te s d e un im perio que
su rg ía com o creació n d e una econom ía m anufacturera y
librecam bista.
El in terés económ ico d e las colonias d e E spaña y el in terés
económ ico d el O ccid en te capitalista se c o rre sp o n d ía n
absolutam ente, au nque d e esto, com o o cu rre fre cu en tem en te en
la historia, no se d iese n exacta cuenta los pro tag o n istas históricos
d e una ni otra p arte.
A penas estas naciones fueron in d ep e n d ien te s, g u iad as p o r el
m ism o im pulso natural q u e las h a b ía conducido a la revolución d e
la In d ep e n d e n c ia , b u scaro n en el tráfico con el capital y la
industria d e O ccidente los elem entos y las relacio n es q u e el
increm ento d e su econom ía req u e ría . Al O ccid en te capitalista
em p ezaro n a enviar los p ro d u cto s d e su suelo y su subsuelo. Y del
O ccidente capitalista e m p ezaro n a re c ib ir tejidos, m áquinas y mil
p ro d u cto s industriales. Se e stab leció así un contacto continuo y
c re c ie n te e n tre la A m érica del Sur y la civilización occidental. Los
p aíses m ás favorecidos p o r e ste tráfico fueron, naturalm ente, a
causa d e su m ayor p ro x im id ad a Europa, los p a íse s situados
so b re el Atlántico. La A rgentina y el Brasil, so b re todo, atrajero n a
su territorio capitales e inm igrantes e u ro p e o s e n g ran cantidad.
F uertes y h o m o g én eo s aluviones occid en tales a c ele ra ro n e n estos
p aíses la transform ación d e la econom ía y la cultura que
ad q u iriero n g rad u alm en te la función y la estru ctu ra d e la
econom ía y la cultura e u ro p e a s. La d em o cracia b u rg u e sa y lib eral
p u d o ahí ec h ar raíc es seg u ras, m ientras en el resto d e la A m érica
del Sur se lo im p ed ía la subsistencia d e ten a c e s y extensos
resid u o s d e feudalidad.
En e ste p e río d o , el p ro ce so histórico g e n e ra l d el Perú en tra en
una e ta p a d e diferenciación y desvinculación d el p ro ce so
histórico d e otros p u e b lo s d e Sudam érica. Por su geografía, unos
e sta b a n destin ad o s a m arch ar m ás d e p risa q u e otros. La
in d e p e n d e n c ia los h a b ía m ancom unado en una e m p re sa com ún
p a ra se p ara rlo s m ás ta rd e e n e m p re sas individuales. El Perú se
en c o n trab a a una en o rm e distancia d e E uropa. Los b arco s
eu ro p eo s, p a ra a rrib a r a sus p uertos, d e b ía n av en tu rarse e n un
viaje larguísim o. Por su posición geográfica, el Perú resu lta b a
m ás vecino y m ás cercan o al O riente. Y el com ercio e n tre el Perú
y Asia com enzó com o e ra lógico a to rn a rse co n sid erab le. La costa
p e ru a n a recib ió aquellos fam osos contingentes d e inm igrantes
chinos d estin ad o s a sustituir en las h acien d as a los esclavos
n e g ro s, im portados p o r el V irreinato, cuya m anum isión fue
tam b ién en cierto m odo una co n secu en cia d el trab ajo d e
transform ación d e una econom ía feudal e n econom ía m ás o m enos
b u rg u esa. P ero el tráfico con Asia, no p o d ía concurrir eficazm ente
a la form ación d e la nueva econom ía p eru an a. El Perú e m e rg id o
d e la C onquista, afirm ado e n la In d ep e n d e n c ia , h a b ía m en e ster
d e las m áquinas, d e los m étodos y d e las id ea s d e los eu ro p eo s,
d e los occidentales.
III. EL PERIODO DEL GUANO Y DEL SALITRE

El capítulo d e la evolución d e la econom ía p e ru a n a q u e se a b re


con el descu b rim ien to d e la riqueza d el guano y d el salitre y se
c ie rra con su p é rd id a , explica totalm ente una se rie d e fenóm enos
políticos d e nuestro p ro ce so histórico q u e una concepción
an ecd ó tica y retó rica m ás b ien que rom ántica d e la historia
p e ru a n a se ha com placido tan superficialm ente en desfig u rar y
contrahacer. Pero e ste ráp id o esq u em a d e in terp retació n no se
p ro p o n e ilustrar ni enfocar esos fenóm enos sino fijar o definir
algunos rasg o s sustantivos d e la form ación d e n u estra econom ía
p a ra p e rc ib ir m ejor su c a rá c te r d e econom ía colonial.
C o nsiderem os sólo el hecho económ ico.
E m pecem os p o r constatar q u e al guano y al salitre, sustancias
hum ildes y g ro se ra s, les tocó ju g a r e n la g e sta d e la R epública un
rol que h a b ía p a re c id o re se rv a d o al oro y a la plata en tiem pos
m ás c a b alle re sc o s y m enos positivistas. E spaña nos q u e ría y nos
g u a rd a b a com o país p ro d u cto r d e m etales p reciosos. In g laterra
nos prefirió com o país p ro d u cto r d e guano y salitre. Pero este
diferen te g esto no acusaba, p o r supuesto, un móvil diverso. Lo
que c a m b iab a no e ra el móvil; e ra la ép o ca. El oro d el Perú
p e rd ía su p o d e r d e atracción en una é p o c a en que, en A m érica, la
v a ra del p io n e e r d e sc u b ría el oro d e California. En cam bio el
guano y el salitre -que p a ra an terio res civilizaciones h u b iera n
care c id o d e valor p e ro q u e p a ra una civilización industrial
adquirían un p rec io extraordinario- constituían una re se rv a casi
exclusivam ente nuestra. El industrialism o e u ro p e o u occidental -
fenóm eno en pleno d esarro llo - n e c e sita b a a b a ste c e rs e d e estas
m aterias en el lejano litoral del sur d el Pacífico. A la explotación
d e los dos pro d u cto s no se oponía, d e otro lado, com o a la d e
otros p ro d u cto s p eru an o s, el estad o rudim entario y prim itivo d e
los tra n sp o rte s te rre stre s. M ientras q u e p a ra e x tra e r d e las
en trañ as d e los A ndes el oro, la plata, el c o b re , el carbón, se tenía
q u e salvar á sp e ra s m ontañas y en o rm es distancias, el salitre y el
guano yacían e n la costa casi al alcan ce d e los b a rc o s q u e venían
a buscarlos.
La fácil explotación d e e ste rec u rso natural dom inó todas las otras
m anifestaciones d e la v id a económ ica d el país. El guano y el
salitre o c u p aro n un p u esto d e sm e su ra d o e n la econom ía p eru an a.
Sus ren dim ientos se convirtieron en la p rincipal re n ta fiscal. El
país se sintió rico. El E stado usó sin m ed id a d e su crédito. Vivió
en el d e rro c h e , hip o tecan d o su p o rv en ir a la finanza inglesa.
Esta es a g ra n d e s rasg o s toda la historia d el guano y del salitre
p a ra el o b se rv a d o r que se siente p u ram e n te econom ista. Lo
dem ás, a p rim e ra vista, p e rte n e c e al historiador. Pero, e n este
caso, com o e n todos, el hech o económ ico es m ucho m ás com plejo
y tra sc en d e n tal d e lo q u e p a re c e .
El guano y el salitre, ante todo, cum plieron la función d e c re a r un
activo tráfico con el m undo occidental en un p e río d o en que el
Perú, mal situado g eo gráficam ente, no d isponía d e g ra n d e s
m edios d e a tra e r a su suelo las co rrien tes colonizadoras y
civilizadoras que fecu n d ab an ya otros p a íse s d e la A m érica indo-
ib era . Este tráfico colocó n u estra econom ía bajo el control del
capital británico al cual, a co n secu en cia d e las d e u d a s contraídas
con la g aran tía d e am bos p roductos, d eb íam o s e n tre g a r m ás
ta rd e la adm inistración d e los ferro carriles, esto es, d e los
re so rte s m ism os d e la explotación d e nuestros recu rso s.
Las utilidades d el guano y d el salitre c re a ro n en el Perú, d o n d e la
p ro p ie d a d h a b ía co n serv ad o hasta en to n ces un cará c te r
aristocrático y feudal, los p rim ero s elem entos sólidos d e capital
com ercial y bancario. Los proíiteurs directo s e in d irecto s d e las
riquezas d el litoral e m p ezaro n a constituir una clase capitalista. Se
form ó e n el Perú una b u rg u esía, confundida y enlazada en su
o rig en y su estru ctu ra con la aristocracia, form ada p rincipalm ente
p o r los su c eso re s d e los en c o m e n d e ro s y te rra te n ie n te s d e la
colonia, p e ro o b lig a d a p o r su función a a d o p ta r los principios
fundam entales d e la econom ía y la política lib e rale s. C on e ste
fenóm eno -al cual m e refiero e n varios p a saje s d e los estudios
que com ponen e ste libro-, se relacionan las siguientes
constataciones: "En los p rim ero s tiem pos d e la In d ep en d en cia, la
lucha d e facciones y jefes m ilitares a p a re c e com o una
co n secu en cia d e la falta d e una b u rg u esía orgánica. En el Perú, la
revolución h allab a m enos definidos, m ás re tra sa d o s q u e en otros
p u e b lo s hispanoam ericanos, los elem entos d e un o rd e n lib eral
b u rg u és. Para q u e e ste o rd e n funcionase m ás o m enos
em b rio n ariam en te tenía q u e constituirse una clase capitalista
vigorosa. M ientras e sta clase se organizaba, el p o d e r e sta b a a
m e rc e d d e los caudillos m ilitares. El g o b iern o d e Castilla m arcó
la e ta p a d e solidificación d e una clase capitalista. Las concesiones
del E stado y los beneficios del guano y d el salitre c re a ro n un
capitalism o y una b u rg u esía. Y e sta clase, q u e se organizó luego
en el 'civilismo', se movió m uy pronto a la conquista total del
p oder".
O tra faz d e e ste capítulo d e la historia económ ica d e la R epública
es la afirm ación d e la nueva econom ía com o econom ía
p rev a len te m e n te costeña. La b ú sq u e d a del oro y d e la plata
obligó a los e sp añ o le s -contra su ten d e n c ia a in stalarse en la
costa-, a m an ten er y en san ch ar en la sie rra sus p u esto s
avanzados. La m inería -actividad fundam ental del rég im en
económ ico im plantado p o r E spaña en el territorio s o b re el cual
p ro sp e ró antes una so c ie d a d genuina y típicam ente agraria-,
exigió q u e se e sta b le c ie se n en la sie rra las b a s e s d e la Colonia. El
guano y el salitre v inieron a rectificar e sta situación. F ortalecieron
el p o d e r d e la costa. Estim ularon la sedim entación d el Perú nuevo
en la tie rra baja. Y acen tu aro n el dualism o y el conflicto que hasta
ahora constituyen nuestro m ayor p ro b le m a histórico.
Este capítulo d el guano y d el salitre no se deja, p o r consiguiente,
aislar d el desenvolvim iento p o ste rio r d e n u e stra econom ía. Están
ahí las raíc es y los factores d el capítulo que ha seguido. La g u e rra
del Pacífico, co n secu en cia del guano y del salitre, no canceló las
otras con secu en cias d el descu b rim ien to y la explotación d e estos
recu rso s, cuya p é rd id a nos rev e ló trág icam en te el p e lig ro d e una
p ro sp e rid a d económ ica apoyada o cim entada casi
exclusivam ente so b re la p o sesió n d e una riq u eza natural,
e x p u e sta a la codicia y al asalto d e un im perialism o e x tran jero o a
la d e c a d e n c ia d e sus aplicaciones p o r efecto d e las continuas
m utaciones p ro d u cid a s en el cam po industrial p o r los inventos d e
la ciencia. Caillaux nos h a b la con e v id en te actualidad capitalista,
d e la in estab ilid ad económ ica e industrial q u e e n g e n d ra el
p ro g re so científico (3).
En el p erío d o dom inado y caracterizad o p o r el com ercio del
guano y del salitre, el p ro c e so d e la transform ación d e n uestra
econom ía, d e feudal en b u rg u esa , rec ib ió su p rim e ra e n é rg ic a
propulsión. Es, a mi juicio, indiscutible que, si e n vez d e una
m ed io cre m etam orfosis d e la antigua clase dom inante, se h u b iese
o p e ra d o el advenim iento d e una clase d e savia y élan nuevos, e se
p ro c e so h ab ría avanzado m ás o rg án ica y seg u ram en te. La historia
d e n u estra p o sg u e rra lo d em u estra. La d e rro ta -que causó, con la
p é rd id a d e los territorios d el salitre, un largo colapso d e las
fuerzas p ro d u cto ras- no trajo com o una com pensación, siquiera
en e ste o rd e n d e cosas, una liquidación d el p asado.

IV. CARACTER DE NUESTRA ECONOMIA ACTUAL

El último capítulo d e la evolución d e la econom ía p e ru a n a es el d e


n u estra p o sg u e rra . Este capítulo em pieza con un p e río d o d e casi
absoluto colapso d e las fuerzas pro d u cto ras.
La d e rro ta no sólo significó p a ra la econom ía nacional la p é rd id a
d e sus p rin cip ales fuentes: el salitre y el guano. Significó, adem ás,
la paralización d e las fuerzas p ro d u cto ras n acientes, la d e p re sió n
g e n e ra l d e la p ro d u cció n y del com ercio, la d e p re c ia c ió n d e la
m o n ed a nacional, la ruina del créd ito exterior. D esangrada,
m utilada, la nación sufría una te rrib le anem ia.
El p o d e r volvió a caer, com o d e sp u é s d e la In d ep e n d e n c ia , en
m anos d e los jefes m ilitares, espiritual y o rg án icam en te
in ad ecu ad o s p a ra dirig ir un trab ajo d e reco n stru cció n económ ica.
Pero, m uy pronto, la cap a capitalista form ada en los tiem pos del
guano y del salitre, reasum ió su función y re g re s ó a su puesto. De
su e rte que la política d e reo rg an izació n d e la econom ía del país
se acom odó totalm ente a sus in te re se s d e clase. La solución que
se dio al p ro b le m a m onetario, p o r ejem plo, co rresp o n d ió
típicam ente a un criterio d e latifundistas o p ro p ietario s,
in d iferen tes no sólo al in te rés del p ro le taria d o sino tam b ién al d e
la p e q u e ñ a y m edia b u rg u esía, únicas cap as sociales a las cuales
p o d ía dam nificar la súbita anulación d el billete.
Esta m ed id a y el contrato G race fueron, sin duda, los actos m ás
sustantivos y m ás característicos d e una liquidación d e las
co n secuencias económ icas d e la g u e rra , in sp irad a p o r los
in te re se s y los co n cep to s d e la plutocracia terrate n ie n te.
El contrato G race, que ratificó el pred o m in io británico en el Perú,
e n tre g a n d o los ferro carriles del E stado a los b an q u e ro s in g leses
q u e hasta en to n ces h ab ían financiado la R epública y sus
d e rro c h e s, dio al m ercad o financiero d e Londres las p re n d a s y las
g arantías n e c esa ria s p a ra nuevas inversiones en negocios
p eru an o s. En la restau ració n d el créd ito d el E stado no se
obtuvieron los resu ltad o s inm ediatos. Pero inversiones p ru d e n te s
y se g u ra s em p ezaro n d e nuevo a a tra e r al capital británico. La
econom ía p e ru a n a , m ed ian te el reconocim iento p ráctico d e su
condición d e econom ía colonial, consiguió alguna ayuda p a ra su
convalecencia. La term inación del ferrocarril a La O roya ab rió al
tránsito y al tráfico industriales d el d e p a rtam e n to d e Junín,
p erm itien d o la explotación en vasta e scala d e su riq u eza m inera.
La política económ ica d e P ié rd a se ajustó p len a m en te a los
m ism os in te rese s. El caudillo dem ócrata, que d u ran te tanto
tiem po ag itara e stru e n d o sa m en te a las m asas contra la
plutocracia, se esm e ró en h a c e r una adm inistración "civilista". Su
m étodo tributario, su sistem a fiscal, d isipan todos los equívocos
q u e p u e d e n c re a r su frasearlo y su m etafisica. Lo q u e confirm a el
principio d e q u e en el plano económ ico se p e rc ib e sie m p re con
m ás c larid ad q u e en el político el sentido y el contorno d e la
política, d e sus h o m b re s y d e sus hechos.
Las faces fundam entales d e e ste capítulo en q u e n u estra
econom ía, con-valeciente d e la crisis p o stbélica, se organiza
lentam ente so b re b a se s m enos p in g ü es, p e ro m ás sólidas que las
del guano y d el salitre, pueden ser co n cretad as
esqu em áticam en te en los siguientes hechos:

1°- La aparición d e la industria m oderna. El establecim iento d e


fábricas, usinas, tran sp o rtes, etc. q u e transform an, s o b re todo, la
vid a d e la costa. La form ación d e un p ro le taria d o industrial con
c re c ie n te y natural ten d e n c ia a a d o p ta r un id ea rio clasista, que
sie g a una d e las antiguas fuentes d el proselitism o caudillista y
cam bia los térm inos d e la lucha política.

2°- La función d el capital financiero. El surgim iento d e bancos


nacionales q u e financian d iv ersas e m p re sas industriales y
com erciales, p e ro q u e se m ueven d en tro d e un ám bito estrecho.
en feu d ad o s a los in te re se s del capital e x tran jero y d e la g ran
p ro p ie d a d agraria; y el establecim iento d e sucursales d e bancos
extran jero s q u e sirven los in te re se s d e la finanza n o rteam erican a
e inglesa.

3°- El acortam iento d e las distancias y el aum ento del tráfico e n tre
el Perú y E stados Unidos y E uropa. A co n secu en cia d e la a p e rtu ra
del C anal d e Panam á, q u e m ejora n o tab lem en te n u estra posición
geográfica, se a c e le ra el p ro c e so d e incorporación d el Perú en la
civilización occidental.

4°- La g rad u al su p e ra c ió n d el p o d e r británico p o r el p o d e r


n orteam ericano. El C anal d e Panam á, m ás que a E uropa, p a re c e
h a b e r aproxim ado el P erú a los E stados Unidos. La participación
del capital n o rteam erican o en la explotación del c o b re y del
p e tró leo p eru an o s, q u e se convierten en dos d e nuestros m ayores
p roductos, p ro p o rcio n a una ancha y d u ra b le b a s e al c recien te
p redom inio yanqui. La expo rtació n a In g laterra q u e en 1898
constituía el 56.7% d e la exportación total, en 1923 no lle g a b a
sino al 33.2% . En el m ism o p e río d o la expo rtació n a los Estados
Unidos subía d el 9.5 al 39.7% . Y e ste m ovim iento se a c en tu ab a
m ás aún e n la im portación, p u e s m ientras la d e E stados Unidos en
dicho p e río d o d e veinticinco años p a s a b a d el 10.0 al 38.9% , la d e
la G ran Bretaña b a ja b a d el 44.7 al 19.6% (4).

5°- El desenvolvim iento d e una clase capitalista, d en tro d e la cual


c e sa d e p re v a le c e r com o antes la antigua aristocracia. La
p ro p ie d a d a g ra ria conserva su potencia; p e ro d eclina la d e los
ap ellid os virrein ales. Se constata el robustecim iento d e la
bu rg u esía.

6°- La ilusión d el caucho. En los años d e su a p o g e o el país c re e


h a b e r en co n trad o El D orado en la m ontaña, q u e a d q u ie re
tem p o ralm en te un valor ex trao rd in ario en la econom ía y, so b re
todo, e n la im aginación d el país. Afluyen a la m ontaña m uchos
individuos d e "la fuerte raza d e los aventureros". C on la baja del
caucho, tram onta esta ilusión b astan te tropical en su o rig e n y en
sus características (5).
7°- Las so b re u tilid a d e s del p e río d o eu ro p eo . El alza d e los
p ro d u cto s p e ru a n o s causa un ráp id o crecim iento d e la fortuna
p riv a d a nacional. Se o p e ra un reforzam iento d e la heg em o n ía d e
la costa en la econom ía p eru an a.

8°- La política d e los em préstitos. El restab lecim ien to d el crédito


p e ru a n o en el e x tran jero ha conducido n u evam ente al E stado a
re c u rrir a los p réstam o s p a ra la ejecución d e su p ro g ra m a d e
o b ras pú b licas (6). T am bién en e sta función, N orteam érica ha
ree m p la z a d o a la G ran Bretaña. Pletórico d e oro, el m erc ad o d e
N ueva York es el que ofrece las m ejo res condiciones. Los
b an q u e ro s yanquis estudian d ire c ta m en te las p o sib ilid a d e s d e
colocación de capital en p résta m o s a los Estados
latinoam ericanos. Y cuidan, p o r supuesto, d e q u e sean invertidos
con beneficio p a ra la industria y el com ercio norteam ericanos.

Me p a re c e q u e estos son los p rin cip ales a sp ecto s d e la evolución


económ ica d el Perú en el p e río d o q u e com ienza con n uestra
p o sg u e rra . No c a b e en esta se rie d e sum arios ap u n tes un exam en
prolijo d e las a n te rio re s co m p ro b acio n es o p ro p o sicio n es. Me he
p ro p u esto solam ente la definición esq u em ática d e algunos rasg o s
e sen c iale s d e la form ación y el d esarro llo d e la econom ía
peru an a.
A puntaré una constatación final: la d e q u e en el Perú actual
coexisten elem en to s d e tre s econom ías d iferentes. Bajo el
rég im en d e econom ía feudal nacido d e la C onquista su b sisten en
la sie rra algunos resid u o s vivos todavía d e la econom ía com unista
indígena. En la costa, s o b re un suelo feudal, c re c e una econom ía
b u rg u e sa que, p o r lo m enos en su d esarro llo m ental, d a la
im presión d e una econom ía re ta rd a d a .

V. ECONOMIA AGRARIA Y LATIFUNDISMO FEUDAL

El Perú, m antiene, no ob stan te el increm en to d e la m inería, su


c a rá c te r d e p aís agrícola. El cultivo d e la tie rra ocupa a la g ran
m ayoría d e la p o b lación nacional. El indio, que re p re s e n ta las
cuatro quintas p a rte s d e ésta, es tradicional y habitualm ente
agricultor. D esde 1925, a co n secu en cia del d e sce n so d e los
p rec io s d el azúcar y el alg o d ó n y d e la dism inución d e las
cosechas, las e x p o rtacio n es d e la m inería han so b re p a sa d o
larg a m e n te a las d e la agricultura. La exportación d e p e tró leo y
sus deriv ad o s, en ráp id o ascenso, influye p o d e ro sa m en te en e ste
suceso (De Lp. 1'387,778 en 1916 se ha elev ad o a Lp. 7'421,128 en
1926). P ero la p ro d u cció n a g ro p e c u a ria no está re p re s e n ta d a sino
en una p a rte p o r los p ro d u cto s ex portados: algodón, azúcar y
derivados, lanas, cueros, gom as. La agricultura y g a n a d e ría
nacionales p ro v e e n al consum o nacional, m ientras los p ro d u cto s
m ineros son casi ín teg ram en te ex p o rtad o s. Las im portaciones d e
sustancias alim enticias y b e b id a s alcanzaron en 1925 a Lp.
4'148,311. El m ás g ru eso ren g ló n d e estas im portaciones,
c o rre sp o n d e al trigo, q u e se p ro d u c e e n el p aís en can tid ad muy
insuficiente aún. No existe estadística com pleta d e la p ro ducción
y el consum o nacionales. C alculando un consum o diario d e 50
centavos d e sol p o r hab itan te en p ro d u cto s ag rícolas y p ecu ario s
del país se o b te n d rá un total d e m ás d e Lp. 84'000,000 so b re la
po b lació n d e 4'609,999 que arroja el cóm puto d e 1896. Si se
supone una po b lació n d e 5'000,000 d e habitantes, el valor del
consum o nacional su b e a Lp. 91'250,000. Estas cifras atribuyen
una eno rm e prim acía a la p ro d u cció n a g ro p e c u a ria en la
econom ía d el país.
La m inería, d e otra p arte, ocupa a un núm ero red u c id o aún d e
tra b a ja d o res. Conform e al E xtracto Estadístico, en 1926
tra b a ja b a n e n esta industria 28,592 o b rero s. La industria
m anufacturera e m p le a tam b ién un contingente m odesto d e brazos
(7). Sólo las h acien d as d e caña d e azúcar o c u p a b an e n 1926 en
sus faenas d e cam po 22,367 h o m b re s y 1,173 m ujeres. Las
h acien d as d e alg o d ó n d e la costa, en la cam paña d e 1922-23, la
últim a a q u e alcanza la estadística p u b licad a, se sirvieron d e
40,557 b racero s; y las h acien d as d e arroz, en la cam paña 1924-
p;25, de 11,332.
La m ayor p a rte d e los p ro d u cto s agrícolas y g a n a d e ro s que se
consum en en el país p ro c e d e n d e los valles y planicies d e la
Sierra. En las h acien d as d e la costa, los cultivos alim enticios están
p o r d e b a jo del m ínim um obligatorio q u e señala una ley e x p e d id a
en el p e río d o en que el alza del alg o d ó n y el azúcar incitó a los
te rrate n ie n tes a suprim ir casi totalm ente aquellos cultivos, con
g rav e efecto en el en carecim ien to d e las subsistencias.
La clase terrate n ie n te no ha lo g rad o transform arse en una
b u rg u esía capitalista, p atro n a d e la econom ía nacional (8). La
m inería, el com ercio, los tran sp o rtes, se en c u en tra n e n m anos del
capital ex tranjero. Los latifundistas se han co n tentado con servir
d e interm ed iario s a éste, en la p ro d u cció n d e alg o d ó n y azúcar.
Este sistem a económ ico, ha m antenido en la agricultura, una
organización sem ifeudal q u e constituye el m ás p e s a d o lastre del
d esarro llo d el país.
La supervivencia d e la feu d alid ad en la Costa, se tra d u c e en la
languidez y p o b re z a d e su vid a u rbana. El núm ero d e b u rg o s y
c iu d a d e s d e la Costa, es insignificante. Y la a ld e a p ro p ia m en te
dicha, no existe casi sino en los pocos retazos d e tie rra d o n d e la
cam piña e n c ie n d e todavía la a le g ría d e sus p a rc e la s e n m edio del
ag ro feudalizado.
En E uropa, la a ld e a d e sc ie n d e d el feudo disuelto (9). En la costa
p e ru a n a la a ld e a no existe casi, p o rq u e el feudo, m ás o m enos
intacto, subsiste todavía. La h a c ie n d a -con su casa m ás o m enos
clásica, la ran c h e ría g e n e ra lm e n te m iserab le, y el ingenio y sus
coicas-, es el tipo dom inante d e ag ru p ació n rural. Todos los
puntos d e un itinerario están señ alad o s p o r n o m b re s d e
h aciendas. La ausencia d e la aldea, la rare z a d el burgo, p ro lo n g a
el d e sie rto d en tro d el valle, en la tie rra cultivada y productiva.
Las ciu d ad es, conform e a una ley d e geo g rafía económ ica, se
form an reg u la rm e n te en los valles, en el punto d o n d e se
en trecru zan sus cam inos. En la costa p eru an a, valles ricos y
extensos, q u e o cupan un lu g ar conspicuo en la estad ística d e la
p ro d u cció n nacional, no han d a d o vida hasta ah o ra a una ciudad.
A penas si en sus c ru cero s o sus estaciones, m ed ra a v e c e s un
bu rg o , un p u e b lo e stag n ad o , palúdico, m acilento, sin salud rural
y sin traje urbano. Y, e n algunos casos, com o en el d el valle d e
Chicam a, el latifundio ha em p ezad o a sofocar a la ciudad. La
neg o ciació n capitalista se torna m ás hostil a los fueros d e la
ciu d ad q u e el castillo o el dom inio feudal. Le d isputa su com ercio,
la d e sp o ja d e su función.
D entro d e la feu d alid ad e u ro p e a los elem en to s d e crecim iento,
los factores d e vid a del bu rg o , eran, a p e s a r d e la econom ía rural,
m ucho m ayores q u e d en tro d e la sem ifeudalidad criolla. El
cam po n e c esita b a d e los servicios del bu rg o , p o r clausurado que
se m antuviese. D isponía, so b re todo, d e un rem a n en te d e
p ro d u cto s d e la tie rra q u e tenía que ofrecerle. M ientras tanto, la
h a c ie n d a co steñ a p ro d u c e algodón o caña p a ra m ercad o s lejanos.
A segurado el tran sp o rte d e estos p roductos, su com unicación con
la v e c in d a d no le in te resa sino secu n d ariam en te. El cultivo d e
frutos alim enticios, cuando no ha sido totalm ente extinguido po r
el cultivo del algodón o la caña, tien e p o r objeto a b a ste c e r al
consum o d e la h acienda. El burgo, en m uchos valles, no re c ib e
n a d a del cam po ni p o s e e n a d a en el cam po. Vive, p o r esto, en la
m iseria, d e uno q u e otro oficio urbano, d e los h o m b re s que
sum inistra al trab ajo d e las h aciendas, d e su fatiga triste d e
estación p o r d o n d e p a sa n anualm ente m uchos m iles d e toneladas
d e frutos d e la tierra. Una p o rció n d e cam piña, con sus h o m b res
lib res, con su com unidad hacen d o sa, es un raro oasis en una
sucesión d e feudos deform ados, con m áquinas y rieles, sin los
tim b res d e la tradición señorial.
La h acienda, e n g ran núm ero d e casos, c ie rra com pletam ente sus
p u e rta s a todo com ercio con el exterior: los "tam bos" tien en la
exclusiva del aprovisionam iento d e su población. Esta p ráctica
que, p o r una p a rte , acusa el hábito d e tratar al p e ó n com o una
cosa y no com o una p e rso n a , p o r otra p a rte im pide q u e los
p u e b lo s ten g a n la función que garantizaría su su b sisten cia y
d esarrollo, d en tro d e la econom ía rural d e los valles. La hacienda,
a c ap a ran d o con la tie rra y las industrias anexas, el com ercio y los
tran sp o rtes, priva d e m edios d e v id a al bu rg o , lo c o n d e n a a una
existencia só rd id a y exigua.
Las industrias y el com ercio d e las ciu d a d e s están sujetos a un
contralor, reg lam en to s, contribuciones m unicipales. La vid a y los
servicios com unales se alim entan d e su actividad. El latifundio, en
tanto, e sc a p a a estas re g la s y tasas. P u ed e h a c e r a la industria y
com ercio u rb an o s una co m p eten cia d esleal. Está e n actitud d e
arruinarlos.
El argum ento favorito d e los a b o g a d o s d e la g ran p ro p ie d a d es el
d e la im posibilidad d e c re a r, sin ella, g ra n d e s centros d e
producción. La agricultura m o d ern a -se arg u y e- re q u ie re costosas
m aquinarias, in g en te s inversiones, adm inistración e x p e rta. La
p e q u e ñ a p ro p ie d a d no se concilia con estas n e c e sid a d e s. Las
ex p o rtacio n es d e azúcar y algodón e sta b le c e n el equilibrio d e
n u estra balanza com ercial.
Mas los cultivos, los "ingenios" y las ex p o rtacio n es d e q u e se
e n o rg u llec e n los latifundistas, están m uy lejos d e constituir su
p ro p ia obra. La prod u cció n d e algodón y azúcar ha p ro sp e ra d o al
im pulso d e créd ito s ob ten id o s con e ste objeto, so b re la b a se d e
tie rra s a p ro p ia d as y m ano d e o b ra b arata. La organización
financiera d e estos cultivos, cuyo d esarro llo y cuyas utilidades
están re g id a s p o r el m ercad o m undial, no es un resu ltad o d e la
prev isió n ni la c o o p eració n d e los latifundistas. La g ran p ro p ie d a d
no ha hech o sino a d a p ta rse al im pulso q u e le ha v en id o d e fuera.
El capitalism o extranjero, en su p e re n n e b ú sq u e d a d e tierras,
brazos y m ercad o s, ha financiado y dirig id o el tra b a jo d e los
p ro p ietario s, p re stá n d o le s d in ero con la g aran tía d e sus
p ro d u cto s y d e sus tierras. Ya m uchas p ro p ie d a d e s c a rg a d a s d e
hip o tecas han e m p ezad o a p a sa r a la adm inistración d ire c ta d e las
firm as e x p o rtad o ras.
La e x p e rie n c ia m ás v asta y típica d e la c a p ac id ad d e los
te rra te n ie n te s d el país, nos la ofrece el d e p a rta m e n to d e La
L ibertad. Las g ra n d e s hacien d as d e sus valles se e n c o n trab a n en
m anos d e su aristocracia latifundista. El b alan ce d e larg o s años d e
d esarro llo capitalista se resu m e e n los hechos notorios: la
concentración d e la industria azu carera d e la reg ió n en dos
g ra n d e s centrales, la d e C artavio y la d e C asa G rande,
ex tran jeras am bas: la ab so rció n d e las neg o ciacio n es nacionales
p o r estas dos em p resas, p articu larm en te p o r la segunda; el
acap aram ien to del p ro p io com ercio d e im portación p o r esta
m ism a em p resa; la d e c a d e n c ia com ercial d e la ciu d ad d e Trujillo
y la liquidación d e la m ayor p a rte d e sus firm as im p o rtad o ras
( 10).
Los sistem as provinciales, los hábitos feudales d e los antiguos
g ra n d e s p ro p ie tario s d e La L ibertad no han p o d id o resistir a la
expansión d e las e m p re sas capitalistas ex tran jeras. Estas no
d e b e n su éxito exclusivam ente a sus capitales: lo d e b e n tam bién
a su técnica, a sus m étodos, a su disciplina. Lo d e b e n a su
voluntad d e potencia. Lo d e b e n , en g en eral, a todo aquello q u e ha
faltado a los p ro p ietario s locales, algunos d e los cuales h ab rían
p o d id o h a c e r lo m ism o q u e la e m p re sa alem ana ha hecho, si
h u b iese n tenido condiciones d e cap itan es d e industria.
P esan s o b re el p ro p ie tario criollo la h e re n c ia y ed u cació n
españolas, q u e le im p id en p e rc ib ir y e n te n d e r n etam en te todo lo
que distingue al capitalism o d e la feudalidad. Los elem entos
m orales, políticos, psicológicos d el capitalism o no p a re c e n h a b e r
en co n trad o aquí su clim a (11). El capitalista, o m ejor el
p ro p ie tario criollo, tie n e el co ncepto d e la re n ta antes que el d e la
producción. El sentim iento d e aventura, el ím petu d e creación, el
p o d e r organizador, q u e caracterizan al capitalista auténtico, son
e n tre nosotros casi desconocidos.
La concentración capitalista ha estad o p re c e d id a p o r una e ta p a d e
lib re concurrencia. La g ran p ro p ie d a d m o d ern a no surge, p o r
consiguiente, d e la g ran p ro p ie d a d feudal, com o los
te rra te n ie n te s criollos se im aginan p ro b a b le m e n te . Todo lo
contrario, p a ra q u e la g ran p ro p ie d a d m o d ern a su rg iese, fue
n e c esa rio el fraccionam iento, la disolución d e la g ran p ro p ie d a d
feudal. El capitalism o es un fenóm eno urbano: tien e el espíritu del
b u rg o industrial, m anufacturero, m ercantil. Por esto, uno d e sus
p rim ero s actos fue la lib eració n d e la tierra, la destru cció n del
feudo. El d esarro llo d e la ciu d ad n e c e sita b a n u trirse d e la
actividad lib re del cam pesino.
En el Perú, contra el sentido d e la em ancipación rep u b lican a, se
ha e n c a rg a d o al espíritu d el feudo -antítesis y n eg ació n del
espíritu d el b u rg o -la creació n d e una econom ía capitalista.

REFERENCIAS

1. Comentando a Donoso Cortés, el malogrado crítico italiano Fiero


Gohetti califica a España como "un pueblo de colonizadores, de
buscadores de oro, no ajenos a hacer de esclavos en caso de
desventura". Hay que rectificar a Gobetti que considera
colonizadores a quienes no fueron sino conquistadores. Pero es
imposible no m editar el juicio siguiente: "El culto de la corrida es un
aspecto de este amor de la diversión y de este catolicismo del
espectáculo y de la forma: es natural que el énfasis decorativo
constituya el ideal del haraposo que se da el aire del señor y que no
p u ed e seguir ni la pedagogía anglosajona del heroísmo serio y
testarudo, ni la tradición francesa de la fineza. El ideal español de la
señorilidad confina con la holgazanería y p o r esto com prende como
campo propicio y como símbolo la idea de la corte

2. "Si Europa es obligada a reconocer los gobiernos d e hecho de


América -decía el Vizconde de Chateaubriand- toda su política
debe tender a hacer nacer monarquías en el nuevo mundo, en lugar
de estas repúblicas que nos enviarán sus principios con los
productos de su suelo".

3. J. Caillaux, Oú va la France? Oú va lEurope?, pp. 234 a 239.

4. Extracto Estadístico del Perú. En los años 1924 a 26, el comercio


con Estados Unidos ha seguido aventajando más y más al comercio
con la Gran Bretaña. El porcentaje de la importación de la Gran
Bretaña descendía en 1926 al 15.6 de las importaciones totales y el
de la exportación a 28.5. En tanto, la importación de Estados Unidos
alcanzaba un porcentaje de 46.2, que compensaba con exceso el
descenso del porcentaje de la exportación a 34.5.

5. Véase en el sexto estudio de este volumen sobre Regionalismo y


Centralismo, la nota 4.

6. La deuda exterior del Perú, conforme el Extracto Estadístico de


1926, subía al 31 de diciem bre de ese año a Lp. 10'341,906.
Posteriormente se ha colocado en Nueva York un empréstito de 50
millones de dólares, en virtud de la le y que autoriza al Ejecutivo a la
emisión del Empréstito Nacional Peruano, a un tipo no m enor del
86% y con un interés no mayor del 6%, con destino a la cancelación
de los empréstitos anteriores, contratados con un interés del 7 al
8 %.

7. El Extracto Estadístico del Perú no consigna ningún dato sobre el


particular. La Estadística Industrial del Perú del Ing. Carlos P.
Jiménez (1922) tampoco ofrece una cifra general.
8. Las condiciones en que se desenvuelve la vida agrícola del país
son estudiadas en el ensayo sobre el problem a d e la tierra.

9. "La aldea no es -escribe Luden Romier- como el burgo o la


ciudad, el producto de un agrupamiento: es el resultado d e la
desmembración de un antiguo dominio, de una señoría, de una
tierra laica o eclesiástica en torno de un campanario. El origen
unitario de la aldea transparece en varias supervivencias: tal el
'espíritu de campanario', tales las rivalidades inmemoriales entre
las parroquias. Explica el hecho tan impresionante de que las rutas
antiguas no atraviesen las aldeas: las respetan como propiedades
privadas y abordan de preferencia sus confines" (Explication de
Notre Temps).

10. Alcides Spelucín ha expuesto recientemente, en un diario de


Lima, con mucha objetividad y ponderación, las causas y etapas de
esta crisis. Aunque su crítica recalca sobre todo la acción invasora
del capitalismo extranjero, la responsabilidad del capitalismo local
-por absentismo, p o r imprevisión y p o r inercia- es a la postre la que
ocupa el prim er término.

11. El capitalismo no es sólo una técnica; es además un espíritu. Este


espíritu, que en los países anglosajones alcanza su plenitud, entre
nosotros es exiguo, incipiente, rudimentario.

EL PROBLEMA DEL INDIO

SU NUEVO PLANTEAMIENTO

Todas las tesis so b re el p ro b le m a indígena, que ig noran o elu d en


a é ste com o p ro b le m a económ ico-social, son otros tantos estériles
ejercicios teo rético s -y a v e c e s sólo v e rb a les-, c o n d e n ad o s a un
absoluto d e scré d ito . No las salva a algunas su b u e n a fe.
Prácticam ente, to d as no han serv id o sino p a ra ocultar o desfig u rar
la re a lid a d d el p ro b lem a. La crítica socialista lo d e s c u b re y escla­
re c e , p o rq u e b u sca sus causas en la econom ía d el p aís y no en su
m ecanism o adm inistrativo, jurídico o eclesiástico, ni e n su
d u alid ad o p lu ra lid a d d e razas, ni en sus condiciones culturales y
m orales. La cuestión in d íg e n a arra n c a d e n u e stra econom ía. Tiene
sus raíc es e n el rég im en d e p ro p ie d a d d e la tierra. C ualquier
intento d e reso lv erla con m ed id as d e adm inistración o policía,
con m étodos d e enseñanza o con o b ras d e vialidad, constituye un
trab ajo superficial o adjetivo, m ientras subsista la feu d alid ad d e
los "gam onales" (1).
El "gam onalism o" invalida in ev itab lem en te to d a ley u o rdenanza
d e p ro tecció n indígena. El h a c en d a d o , el latifundista, es un señor
feudal. C ontra su autoridad, sufragada p o r el am b ien te y el
hábito, es im potente la ley escrita. El tra b a jo gratuito está
p ro h ib id o p o r la ley y, sin e m b a rg o , el trab ajo gratuito, y aun el
trab ajo forzado, sob rev iv en en el latifundio. El juez, el
su b p refecto , el com isario, el m aestro, el re c a u d a d o r, están
en feu d ad o s a la g ran p ro p ie d a d . La ley no p u e d e p re v a le c e r
contra los gam onales. El funcionario q u e se obsti-nase en
im ponerla, sería ab a n d o n ad o y sacrificado p o r el p o d e r central,
c e rc a d el cual son sie m p re om nipotentes las influencias del
gam onalism o, q u e actúan d ire c ta m en te o a trav és d el parlam ento,
p o r una y otra vía con la m ism a eficacia.
El nuevo ex am en del p ro b le m a indígena, p o r esto, se p re o c u p a
m ucho m enos d e los lineam ientos d e una legislación tutelar que
d e las co n secuencias d el rég im en d e p ro p ie d a d ag raria. El
estudio d el Dr. José A. Encinas (Contribución a una legislación
tutelar indígena) inicia en 1918 esta ten d en cia, q u e d e en to n ces a
hoy no ha c e sa d o d e a c en tu a rse (2). Pero, p o r el c a rá c te r mismo
d e su trabajo, el Dr. Encinas no p o d ía form ular en él un p ro g ra m a
económ ico-social. Sus p roposiciones, d irig id as a la tutela d e la
p ro p ie d a d indígena, tenían q u e lim itarse a e ste objetivo jurídico.
E sbozando las b a se s del Home Stead indígena, el Dr. Encinas
rec o m ie n d a la distribución d e tie rra s del E stado y d e la Iglesia.
No m enciona absolutam ente la e x p ro p iació n d e los g am onales
latifundistas. Pero su tesis se distingue p o r una re ite ra d a
acusación d e los efectos d el latifundism o, que sale
in ap e lab le m e n te co n d e n ad o d e e sta req u isito ria (3), que en cierto
m odo p relu d ia la actual crítica económ ico-social d e la cuestión
del indio.
Esta crítica re p u d ia y descalifica las d iv ersas tesis que c o n sid eran
la cuestión con uno u otro d e los siguientes criterios u nilaterales y
exclusivos: adm inistrativo, jurídico, étnico, m oral, educacional,
eclesiástico.
La d e rro ta m ás antigua y e v id en te es, sin d uda, la d e los que
re d u c e n la p ro tecció n d e los in d íg en as a un asunto d e ordinaria
adm inistración. D esd e los tiem pos d e la legislación colonial
española, las ord en an zas sab ias y prolijas, e la b o ra d a s d e sp u é s d e
concienzudas encuestas, se rev e lan totalm ente infructuosas. La
fecu n d id ad d e la R epública, d e s d e las jo rn a d a s d e la
In d ep e n d e n c ia , en d e c re to s, ley es y p ro v id en cias en cam inadas a
a m p a rar a los indios contra la exacción y el abuso, no es d e las
m enos c o n sid e rab le s. El gam onal d e hoy, com o el
"encom endero" d e ayer, tiene sin e m b a rg o m uy poco q u e tem e r
d e la teo ría adm inistrativa. S abe q u e la p ráctica es distinta.
El c a rá c te r individualista d e la legislación d e la R epública ha
favorecido, in cu estionablem ente, la ab so rció n d e la p ro p ie d a d
in d íg e n a p o r el latifundism o. La situación d el indio, a este
resp e c to , e sta b a co n tem p lad a con m ayor realism o p o r la
legislación española. Pero la reform a ju ríd ica no tien e m ás valor
práctico q u e la reform a adm inistrativa, frente a un feudalism o
intacto en su estru ctu ra económ ica. La ap ro p iació n d e la m ayor
p a rte d e la p ro p ie d a d com unal e individual in d íg e n a está ya
cum plida. La e x p e rien c ia d e todos los p a íse s q u e han salido d e su
evo feudal, nos d em u estra, p o r otra p a rte , q u e sin la disolución
del feudo no ha p o d id o funcionar, en ninguna p arte, un d e re c h o
liberal.
La suposición d e que el p ro b le m a in d íg e n a es un p ro b le m a
étnico, se n u tre d el m ás e n v ejecid o rep e rto rio d e id ea s
im perialistas. El co n cep to d e las razas inferiores sirvió al
O ccidente blanco p a ra su o b ra d e expansión y conquista. E sp erar
la em ancipación in d íg e n a d e un activo cruzam iento d e la raza
a b o rig e n con inm igrantes b lancos es una in g en u id ad
antisociológica, c o n c eb ib le sólo en la m ente ru d im en taria d e un
im p o rtad o r d e carn ero s m erinos. Los p u e b lo s asiáticos, a los
cuales no es inferior en un á p ice el p u e b lo indio, han asim ilado
a d m irab lem en te la cultura occidental, en lo q u e tien e d e m ás
dinám ico y c read o r, sin transfusiones d e sa n g re e u ro p e a . La
d e g e n e ra c ió n d el indio p e ru a n o es una b a ra ta invención d e los
leguleyos d e la m esa feudal.
La ten d e n c ia a c o n sid e rar el p ro b le m a in d íg e n a com o un
p ro b le m a m oral, en c arn a una co n cep ció n liberal, hum anitaria,
ochocentista, ilum inista, q u e en el o rd e n político d e O ccidente
anim a y m otiva las "ligas d e los D erechos d el H om bre". Las
conferencias y so c ie d a d es antiesclavistas, q u e en E uropa han
den u n ciad o m ás o m enos infructuosam ente los crím en es d e los
colonizadores, n a c en d e esta ten d en cia, q u e ha confiado siem p re
con ex ceso en sus llam am ientos al sentido m oral d e la
civilización. G onzález P rad a no se en c o n trab a exento d e su
e sp era n z a cuando e scrib ía q u e la "condición d el in d íg e n a p u e d e
m ejorar d e dos m aneras: o el corazón d e los o p re so re s se
co n d u ele al extrem o d e re c o -n o c er el d e re c h o d e los oprim idos,
o el ánim o d e los oprim idos a d q u ie re la virilidad suficiente p a ra
e sca rm e n tar a los o p reso res" (4). La A sociación P ro-Indígena
(1909-1917) re p re se n tó , ante todo, la m ism a e sp eran za, au nque su
v e rd a d e ra eficacia estu v iera en los fines co ncretos e inm ediatos
d e defen sa del indio q u e le asig n aro n sus d irecto res, orientación
q u e d e b e m ucho, seg u ram en te, al idealism o práctico,
característicam en te sajón, d e D ora M ayer (5). El ex p erim en to está
am pliam ente cum plido, en el P erú y en el m undo. La p ré d ic a
hum anitaria no ha d e te n id o ni em b arazad o en E uropa el
im perialism o ni ha bonificado sus m étodos. La lucha contra el
im perialism o, no confía ya sino en la so lid arid ad y en la fuerza d e
los m ovim ientos d e em ancipación d e las m asas coloniales. Este
co ncepto p re s id e e n la E uropa c o n tem p o rán ea una acción
antiim perialista, a la cual se a d h ie re n espíritus lib e ra le s com o
A lbert Einstein y Romain Rolland, y q u e p o r tanto no p u e d e se r
c o n sid e rad a d e exclusivo c a rá c te r socialista.
En el te rre n o d e la razón y la m oral, se situaba h ace siglos, con
m ayor en e rg ía, o al m enos m ayor autoridad, la acción religiosa.
Esta cruzada no obtuvo, sin em b arg o , sino ley es y p ro v id en cias
m uy sab iam en te in spiradas. La su e rte d e los indios no varió
sustancialm ente. G onzález Prada, q u e com o sab em o s no
c o n sid e rab a estas cosas con criterio p ro p ia o sectariam ente
socialista, b u sca la explicación d e e ste fracaso en la en trañ a
económ ica d e la cuestión: "No p o d ía su c e d e r d e otro m odo:
oficialm ente se o rd e n a b a la explotación d el v en cid o y se p e d ía
hum anidad y justicia a los e je c u to re s d e la explotación; se
p re te n d ía que hum anam ente se co m etiera in iq u id ad es o
equitativam ente se consum aran injusticias. Para ex tirp ar los
abusos, h a b ría sido n e c esa rio abolir los rep artim ien to s y las
mitas, en dos p a la b ra s, cam b iar todo el rég im en Colonial. Sin las
faenas d el indio am ericano se h a b ría n v aciado las arcas del tesoro
español" (6). Más e v id e n tes p o sib ilid a d e s d e éxito q u e la p ré d ic a
lib eral tenía, con todo, la p ré d ic a religiosa. Ésta a p e la b a al
exaltado y o p e ra n te catolicism o esp añ o l m ientras aquélla
in ten tab a h a c e rse e scu ch ar del exiguo y form al liberalism o
criollo.
Pero hoy la e sp era n z a e n una solución eclesiástica es
in discutiblem ente la m ás re z a g a d a y antihistórica d e todas.
Q uienes la re p re s e n ta n no se p re o c u p a n siquiera, com o sus
distantes -¡tan distantes!- m aestros, d e o b te n e r una nueva
d eclaració n d e los d e re c h o s del indio, con a d e c u a d a s a u to rid ad es
y ordenanzas, sino d e e n c a rg a r al m isionero la función d e m ediar
e n tre el indio y el gam onal (7). La o b ra q u e la Iglesia no pudo
realizar en un o rd e n m edioeval, cuando su c a p ac id ad espiritual e
intelectual p o d ía m ed irse p o r frailes com o el p a d re d e Las C asas,
¿con q u é elem en to s contaría p a ra p ro sp e ra r ahora? Las m isiones
adventistas, bajo e ste aspecto, han g a n a d o la d e la n te ra al clero
católico, cuyos claustros convocan c a d a día m enor sum a d e
vocaciones d e evangelización.
El co ncepto d e que el p ro b le m a d el indio es un p ro b le m a d e
educación, no a p a re c e sufragado ni aun p o r un criterio estricta y
autónom am ente p e d a g ó g ic o . La p e d a g o g ía tien e hoy m ás en
cuenta q u e nunca los factores sociales y económ icos. El
p e d a g o g o m o d ern o sa b e p erfe c ta m e n te que la ed u cació n no es
una m era cuestión d e escu ela y m étodos didácticos. El m edio
económ ico social condiciona in ex o ra b le m en te la lab o r del
m aestro. El gam onalism o es funda-m entalm ente ad v e rso a la
ed u cació n d el indio: su su b sisten cia tien e en el m antenim iento d e
la ignorancia d el indio el m ism o in terés q u e en el cultivo d e su
alcoholism o (8). La escu ela m o d ern a -en el supuesto d e que,
d en tro d e las circunstancias v ig en tes, fuera p o sib le m ultiplicarla
en p ro p o rció n a la po b lació n esco lar cam pesina- es incom patible
con el latifundio feudal. La m ecánica d e la serv id u m b re, anularía
totalm ente la acción d e la escuela, si e sta m ism a, p o r un m ilagro
in co n c e b ib le d en tro d e la re a lid a d social, co n sig u iera conservar,
en la atm ósfera d el feudo, su p u ra m isión p e d a g ó g ic a . La m ás
eficiente y g ran d io sa enseñ an za norm al no p o d ría o p e ra r estos
m ilagros. La e scu e la y el m aestro están irrem isib lem en te
co n d en ad o s a desn atu ralizarse bajo la p resió n d el am biente
feudal, inconciliable con la m ás elem ental co n cep ció n p ro g re sista
o evolucio-nista d e las cosas. C uando se c o m p re n d e a m edias
esta v e rd a d , se d e s c u b re la fórm ula salvadora en los in tern ad o s
indígenas. Mas la insuficiencia clam orosa d e esta fórm ula se
m uestra en toda su evidencia, ap e n as se reflexiona en el
insignificante p o rce n taje d e la po b lació n esco lar in d íg e n a que
resu lta p o sib le alojar en estas escuelas.
La solución p e d a g ó g ic a , p ro p u g n a d a p o r m uchos con p e rfe c ta
b u e n a fe, está ya hasta oficialm ente d e sca rta d a . Los
educacionistas son, repito, los q u e m enos p u e d e n p e n sa r en
in d ep e n d iza rla d e la re a lid a d económ ico-social. No existe, pues,
en la actualidad, sino com o una sugestión v a g a e inform e, d e la
q u e ningún cu e rp o y ninguna doctrina se h ace resp o n sa b le .
El nuevo planteam iento consiste en b u sc a r el p ro b le m a in d íg e n a
en el p ro b le m a d e la tierra.

SUMARIA REVISION HISTORICA*

La po b lació n d el Im perio Inkaico, conform e a cálculos p ru d en te s,


no e ra m enor d e diez m illones. Hay q u ien es la h a c en su b ir a d o ce
y aun a quince m illones. La C onquista fue, ante todo, una
tre m en d a carnicería. Los co n q u istad o res esp añ o les, p o r su escaso
núm ero, no p o d ían im p o n er su dom inio sino aterro rizan d o a la
po b lació n indígena, en la cual p ro d u je ro n una im presión
su persticiosa las arm as y los caballos d e los invasores, m irados
com o s e re s so b ren atu rales. La organización política y económ ica
d e la Colonia, q u e siguió a la C onquista, no puso térm ino al
exterm inio d e la raza in d íg en a. El V irreinato estab leció un
rég im en d e brutal explotación. La codicia d e los m etales
p reciosos, orientó la actividad económ ica e sp añ o la hacia la
explotación d e las m inas que, bajo los inkas, h ab ían sido
tra b a ja d a s e n m uy m o d esta escala, en razón d e no te n e r el oro y
la plata sino aplicaciones ornam entales y d e ig n o ra r los indios,
q u e com ponían un p u e b lo esen cialm en te agrícola, el em p leo del
h ierro. E stab leciero n los esp añ o les, p a ra la explotación d e las
m inas y los "obrajes", un sistem a a b ru m a d o r d e trab ajo s forzados
y gratuitos, q u e diezm ó la po b lació n ab o rig en . Esta no q u e d ó así
re d u c id a sólo a un estad o d e se rv id u m b re -com o h a b ría
acontecido si los e sp añ o le s se h u b iese n lim itado a la explotación
d e las tie rra s con serv an d o el c a rá c te r ag ra rio del país- sino, en
g ran p a rte , a un e sta d o d e esclavitud. No faltaron v o ces
hum anitarias y civilizadoras q u e asum ieron ante el Rey d e E spaña
la defen sa d e los indios. El p a d re d e Las C asas so b resalió
eficazm ente en esta defensa. Las Leyes d e Indias se in sp iraro n en
p ropósitos d e p ro tecció n d e los indios, rec o n o c ie n d o su
organización típica en "com unidades". Pero, prácticam en te, los
indios continuaron a m e rc e d d e una feu d alid ad d e s p ia d a d a que
destru y ó la so c ie d a d y la econom ía inkaicas, sin sustituirlas con
un o rd e n capaz d e organizar p ro g re siv a m en te la producción. La
ten d e n c ia d e los e sp añ o le s a e s ta b le c e rs e e n la C osta ahuyentó
d e esta reg ió n a los a b o ríg e n e s a tal punto que se care c ía d e
brazos p a ra el trabajo. El V irreinato quiso reso lv e r e ste p ro b le m a
m ediante la im portación d e esclavos n e g ro s, g e n te q u e resulto
a d e c u a d a al clim a y las fatigas d e los valles o llanos cálidos d e la
Costa, e in ap a ren te , e n cam bio, p a ra el trab ajo d e las m inas,
situadas en la S ierra fría. El esclavo n e g ro reforzó la dom inación
e sp añ o la q u e a p e s a r d e la d e sp o b la c ió n indígena, se h a b ría
sentido d e otro m odo d em o g ráficam en te d em asiad o d é b il frente
al indio, aunque som etido, hostil y enem igo. El n e g ro fue
d e d ic a d o al servicio dom éstico y a los oficios. El blanco se m ezcló
fácilm ente con el neg ro , p ro d u cie n d o e ste m estizaje uno d e los
tipos d e p o b lación co steñ a con características d e m ayor adhesión
a lo español y m ayor resiste n c ia a lo indígena.
La Revolución d e la In d e p e n d e n c ia no constituyó, com o se sab e,
un m ovim iento indígena. La p rom ovieron y usufructuaron los
criollos y aun los e sp añ o le s d e las colonias. Pero ap rovechó el
apoyo d e la m asa indígena. Y, adem ás, algunos indios ilustrados
com o Pum acahua, tuvieron en su gestació n p a rte im portante. El
p ro g ra m a lib e ral d e la Revolución co m p re n d ía ló gicam ente la
re d e n c ió n d el indio, co n secu en cia autom ática d e la aplicación d e
sus postulados igualitarios. Y, así, e n tre los p rim e ro s actos d e la
R epública, se contaron v arias ley es y d e c re to s favorables a los
indios. Se o rd en ó el re p a rto d e tierras, la abolición d e los trab ajo s
gratuitos, etc.; p e ro no re p re se n ta n d o la revolución en el P erú el
advenim iento d e una nueva clase dirig en te, to d as estas
disposiciones q u e d a ro n sólo escritas, faltas d e g o b e rn a n tes
c a p ac e s d e actuarlas. La aristocracia latifundista d e la Colonia,
d u eñ a d el p o d e r, conservó intactos sus d e re c h o s feudales so b re
la tie rra y, p o r consiguiente, so b re el indio. Todas las
disposiciones a p a re n te m e n te e n d e re z a d a s a p ro te g e rlo , no han
p o d id o n a d a contra la feu dalidad su b sisten te hasta hoy.
El V irreinato a p a re c e m enos cu lp ab le q u e la R epública. Al
V irreinato le c o rre sp o n d e, originalm ente, toda la resp o n sa b ilid ad
d e la m iseria y la d e p re sió n d e los indios. Pero, en e s e tiem po
inquisitorial, una g ran voz cristiana, la d e fray Bartolom é d e Las
C asas, defendió v ib ra n tem e n te a los indios contra los m étodos
b ru tales d e los colonizadores. No ha h ab id o e n la R epública un
d efen so r tan eficaz y tan porfiado d e la raza ab o rig en .
M ientras el V irreinato e ra un ré g im e n m edioeval y extranjero, la
R epública es form alm ente un ré g im e n p e ru a n o y liberal. Tiene,
p o r consiguiente, la R epública d e b e re s q u e no tenía el V irreinato.
A la R epública le to ca b a elev ar la condición d el indio. Y
contrariando e ste d e b e r, la R epública ha p a u p e riza d o al indio, ha
a g rav ad o su d e p re sió n y ha e x a sp e ra d o su m iseria. La R epública
ha significado p a ra los indios la ascensión d e una nueva clase
dom inante q u e se ha ap ro p ia d o sistem áticam ente d e sus tierras.
En una raza d e co stum bre y d e alm a ag rarias, com o la raza
indígena, e ste d esp o jo ha constituido una causa d e disolución
m aterial y m oral. La tie rra ha sido sie m p re toda la a le g ría del
indio. El indio ha d e sp o sa d o la tierra. Siente que "la vid a v ien e d e
la tierra" y v u elv e a la tierra. Por e n d e , el indio p u e d e ser
in diferente a todo, m enos a la p o sesió n d e la tie rra que sus m anos
y su aliento lab ra n y fecundan religiosam ente. La feudalidad
criolla se ha com portado, a e ste resp e c to , m ás ávida y m ás
d u ram en te q u e la feu d alid ad española. En g en eral, e n el
en c o m e n d e ro español h a b ía frecu en tem en te algunos hábitos
n o b les d e señorío. El en c o m e n d e ro criollo tien e todos los
defectos del p le b e y o y ninguna d e las v irtu d es d el hidalgo. La
se rv id u m b re d el indio, en sum a, no ha dism inuido bajo la
R epública. Todas las revueltas, to d as las te m p e sta d e s del indio,
han sido a h o g ad as en san g re. A las reivindicaciones
d e s e s p e ra d a s d el indio les ha sido d a d a sie m p re una re sp u e sta
m arcial. El silencio d e la puna ha g u a rd a d o luego el trágico
se cre to d e estas resp u e sta s. La R epública ha restau rad o , en fin,
bajo el título d e conscripción vial, el rég im en d e las mitas.
La R epública, adem ás, es re sp o n sa b le d e h a b e r a le targ a d o y
d eb ilitad o las e n e rg ías d e la raza. La causa d e la red e n c ió n del
indio se convirtió bajo la R epública, en una esp ecu lació n
d e m a g ó g ica d e algunos caudillos. Los p artid o s criollos la
in scrib iero n en su pro g ram a. D ism inuyeron así en los indios la
voluntad de luchar por sus reivindicaciones.
En la Sierra, la reg ió n h a b ita d a p rin cip alm en te p o r los indios,
subsiste a p e n as m odificada en sus lineam ientos, la m ás b á rb a ra y
om nipotente feudalidad. El dom inio d e la tie rra coloca en m anos
d e los gam onales, la su e rte d e la raza indígena, caíd a en un g rad o
extrem o d e d e p re sió n y d e ignorancia. A dem ás d e la agricultura,
tra b a ja d a m uy prim itivam ente, la S ierra p e ru a n a p re s e n ta otra
actividad económ ica: la m inería, casi totalm ente en m anos d e dos
g ra n d e s e m p re sa s n o rteam erican as. En las m inas rig e el
salariado; p e ro la p a g a es ínfima, la d efen sa d e la v id a d el o b re ro
casi nula, la ley d e a c cid e n te s d e trab ajo bu rlad a. El sistem a del
"enganche", q u e p o r m edio d e anticipos falaces esclaviza al
o b rero , coloca a los indios a m e rc e d d e estas e m p re sas
capitalistas. Es tanta la m iseria a q u e los co n d en a la feudalidad
ag raria, q u e los indios en cu en tran p refe rib le , con todo, la su erte
q u e les ofrecen las m inas.
La p ro p ag a c ió n e n el Perú d e las id ea s socialistas ha traído com o
co n secu en cia un fuerte m ovim iento d e reivindicación indígena.
La nueva g e n e ra c ió n p e ru a n a siente y sa b e q u e el p ro g re so del
Perú se rá ficticio, o p o r lo m enos no s e rá peru an o , m ientras no
constituya la o b ra y no signifique el b ie n e sta r d e la m asa p e ru a n a
q u e en sus cuatro quintas p a rte s es in d íg e n a y cam pesina. Este
m ism o m ovim iento se m anifiesta en el arte y e n la literatura
nacionales en los cuales se nota una c re c ie n te revalorización d e
las form as y asuntos autóctonos, antes d e p re c ia d o s p o r el
p redom inio d e un espíritu y una m en talidad coloniales españolas.
La literatura in d ig en ista p a re c e d e stin a d a a cum plir la m ism a
función q u e la literatu ra "mujikista" en el p e río d o p r e ­
revolucionario ruso. Los p ro p io s indios em piezan a d ar señ ales d e
una nueva conciencia. C re c e día a día la articulación e n tre los
diversos núcleos in d íg en as antes incom unicados p o r las enorm es
distancias. Inició esta vinculación, la reunión p e rió d ic a d e
c o n g reso s in d ígenas, p atro c in a d a p o r el G obierno, p e ro com o el
c a rá c te r d e sus reivindicaciones se hizo pronto revolucionario,
fue d esn atu ralizad a luego con la exclusión d e los elem entos
avanzados y la leva d e re p re se n ta c io n e s apócrifas. La co rrien te
in digenista p resio n a ya la acción oficial. Por p rim e ra vez el
G obierno se ha visto ob lig ad o a a c e p ta r y p ro clam ar puntos d e
vista indigenistas, dictando algunas m ed id as q u e no tocan los
in te re se s d el gam onalism o y q u e resu ltan p o r esto ineficaces. Por
p rim e ra vez tam b ién el p ro b le m a indígena, escam o tead o antes
p o r la retó ric a d e las clases dirig en tes, es p lan te ad o en sus
térm inos sociales y económ icos, identificándosele ante todo con
el p ro b le m a d e la tierra. G ada día se im pone, con m ás evidencia,
la convicción d e q u e e ste p ro b le m a no p u e d e e n co n trar su
solución e n una fórm ula hum anitaria. No p u e d e se r la
co n secu en cia d e un m ovim iento filantrópico. Los p atronatos d e
caciq u es y d e ráb u las son una befa. Las ligas d el tipo d e la
extinguida A sociación P ro-Indígena son una voz q u e clam a e n el
desierto . La A sociación Pro-Indígena no llegó en su tiem po a
co nvertirse en un m ovim iento. Su acción se red u jo g rad u alm en te
a la acción g e n e ro sa , a b n e g a d a , nobilísim a, p e rso n a l d e P edro S.
Zulen y D ora M ayer. Gomo ex perim ento, el d e la A sociación Pro-
In d íg en a sirvió p a ra contrastar, p a ra m edir, la insen sib ilid ad
m oral de una g e n e ra c ió n y de una época.

La solución d el p ro b le m a del indio tien e que se r una solución


social. Sus realizad o res d e b e n se r los p ro p io s indios. Este
co ncepto con d u ce a v e r en la reunión d e los co n g reso s in d íg en as
un hech o histórico. Los c o n g reso s in d ígenas, d esv irtu ad o s en los
últim os años p o r el burocratism o, no re p re s e n ta b a n todavía un
pro g ram a; p e ro sus p rim e ra s reu n io n es señ alaro n una ruta
com unicando a los indios d e las d iv ersas reg io n e s. A los indios les
falta vinculación nacional. Sus p ro te sta s han sido siem p re
reg io n ales. Esto ha contribuido, en g ran p arte, a su abatim iento.
Un p u e b lo d e cuatro m illones d e h o m b res, consciente d e su
núm ero, no d e s e s p e ra nunca d e su p orvenir. Los m ism os cuatro
m illones d e ho m b res, m ientras no sean sino una m asa inorgánica,
una m u ch ed u m b re d isp e rsa, son in ca p a c es d e d e c id ir su rum bo
histórico.

REFERENCIAS

1. En el prólogo de Tem pestad en los Andes d e Valcárcel,


vehem ente y beligerante evangelio indigenista, he explicado así m i
punto de vista:
"La fe en el resurgimiento indígena no proviene de un proceso de
'occidentalización' material de la tierra quechua. No es la
civilización, no es el alfabeto del blanco, lo que levanta el alma del
indio. Es el mito, es la idea de la revolución socialista. La esperanza
indígena es absolutamente revolucionaria. El mismo mito, la misma
idea, son agentes decisivos del despertar de otros viejos pueblos,
de otras viejas razas en colapso: hindúes, chinos, etc. La historia
universal tiende h oy como nunca a regirse p o r el mismo cuadrante.
¿Por qué ha de ser el pueblo inkaico, que construyó el más
desarrollado y armónico sistema comunista, el único insensible a la
emoción mundial? La consanguinidad del movimiento indigenista
con las corrientes revolucionarias mundiales es demasiado evidente
para que precise documentarla. Yo he dicho ya que he llegado al
entendimiento y a la valorización justa de lo indígena p o r la vía del
socialismo. El caso de Valcárcel demuestra lo exacto de mi
experiencia personal. Hombre de diversa formación intelectual,
influido p o r sus gustos tradicionalistas, orientado p o r distinto
género de sugestiones y estudios, Valcárcel resuelve políticamente
su indigenismo en socialismo. En este libro nos dice, entre otras
cosas, que 'el proletariado indígena espera su Lenin'. No sería
diferente el lenguaje de un marxista.
La reivindicación indígena carece de concreción histórica mientras
se mantiene en un plano filosófico o cultural. Para adquirirla -esto es
para adquirir realidad, corporeidad- necesita convertirse en
reivindicación económica y política. El socialismo nos ha enseñado
a plantear el problem a indígena en nuevos términos. Hemos dejado
de considerarlo abstractamente como problem a étnico o moral
para reconocerlo concretamente como problem a social, económico
Y político. Y entonces lo hem os sentido, p o r primera vez,
esclarecido y demarcado.
Los que no han roto todavía el cerco de su educación liberal
burguesa y, colocándose en una posición abstractista y literaria, se
entretienen en barajar los aspectos raciales del problema, olvidan
que la política y, p o r tanto la economía, lo dominan
fundamentalmente. Emplean un lenguaje seudoidealista para
escamotear la realidad disimulándola bajo sus atributos y
consecuencias. Oponen a la dialéctica revolucionaria un confuso
galimatías crítico, conforme al cual la solución del problem a
indígena no p u ed e partir de una reforma o hecho político porque a
los efectos inmediatos de éste escaparía una compleja multitud de
costumbres y vicios que sólo pu ed en transformarse a través de una
evolución lenta y normal.
La historia, afortunadamente, resuelve todas las dudas y desvanece
todos los equívocos. La Conquista fue un hecho político. Interrumpió
bruscamente el proceso autónomo de la nación quechua, pero no
implicó una repentina sustitución de las leyes y costumbres de los
nativos p o r las de los conquistadores. Sin embargo, ese hecho
político abrió, en todos los órdenes de cosas, así espirituales como
materiales, un nuevo período. El cambio de régim en bastó para
m udar desde sus cimientos la vida del pueblo quechua. La
Independencia fue otro hecho político. Tampoco correspondió a
una radical transformación d e la estructura económica y social del
Perú; pero inauguró, no obstante, otro período de nuestra historia, y
si no mejoró prácticamente la condición del indígena, p o r no haber
tocado casi la infraestructura económica colonial, cambió su
situación jurídica, y franqueó el camino de su emancipación política
y social. Si la República no siguió este camino, la responsabilidad
de la omisión corresponde exclusivamente a la clase que usufructuó
la obra de los libertadores tan rica potencialm ente en valores y
principios creadores.
El problem a indígena no admite ya la mistificación a que
perpetuam ente lo ha sometido una turba de abogados y literatos,
consciente o inconscientemente mancomunados con los intereses
de la casta latifundista. La miseria moral y material de la raza
indígena aparece demasiado netamente como una simple
consecuencia del régim en económico y social que sobre ella pesa
desde hace siglos. Este régim en sucesor de la feudalidad colonial,
es el gamonalismo. Bajo su imperio, no se p u ed e hablar seriamente
de redención del indio.
El término 'gamonalismo' no designa sólo una categoría social y
económica: la de los latifundistas o grandes propietarios agrarios.
Designa todo un fenómeno. El gamonalismo no está representado
sólo p o r los gamonales propiam ente dichos. Comprende una larga
jerarquía de funcionarios, intermediarios, agentes, parásitos, etc. El
indio alfabeto se transforma en un explotador de su propia raza
porque se pone al servicio del gamonalismo. El factor central del
fenómeno es la hegemonía de la gran propiedad sem ifeudal en la
política y el mecanismo del Estado. Por consiguiente, es sobre este
factor sobre el que se deb e actuar si se quiere atacar en su raíz un
mal del cual algunos se empeñan en no contemplar sino las
expresiones episódicas o subsidiarias.
Esa liquidación del gamonalismo, o de la feudalidad, podía haber
sido realizada p o r la República dentro de los principios liberales y
capitalistas. Pero p o r las razones que llevo ya señaladas estos
principios no han dirigido efectiva y plenam ente nuestro proceso
histórico. Saboteados p o r la propia clase encargada d e aplicarlos,
durante más de un siglo han sido im potentes para redim ir al indio
de una servidumbre que constituía un hecho absolutamente
solidario con el de la feudalidad. No es el caso de esperar que hoy,
que estos principios están en crisis en el mundo, adquieran
repentinamente en el Perú una insólita vitalidad creadora.
El pensamiento revolucionario, y aun el reformista, no p u ed e ser ya
liberal sino socialista. El socialismo aparece en nuestra historia no
p o r una razón de azar, de imita-ción o de moda, como espíritus
superficiales suponen, sino como una fatalidad histórica. Y sucede
que mientras, de un lado, los que profesam os el socialismo
propugnamos lógica y coherentemente la reorganización del país
sobre bases socialistas y -constatando que el régim en económico y
político que combatimos se ha convertido gradualmente en una
fuerza de colonización del país p o r los capitalismos imperialistas
extranjeros-, proclamamos que este es un instante de nuestra
historia en que no es posible ser efectivamente nacionalista y
revolucionario sin ser socialista; d e otro lado no existe en el Perú,
como no ha existido nunca, una burguesía progresista, con sentido
nacional, que se profese liberal y democrática y que inspire su
política en los postulados de su doctrina

2. González Prada, que ya en uno de sus prim eros discursos de


agitador intelectual había dicho que formaban el verdadero Perú
los millones de indios de los valles andinos, en el capítulo "Nuestros
indios" incluido en la última edición de Horas de Lucha, tiene juicios
que lo señalan como el precursor de una nueva conciencia social:
"Nada cambia más pronto ni m ás radicalmente la psicología del
hom bre que la propiedad: al sacudir la esclavitud del vientre, crece
en cien palmos. Con sólo adquirir algo el individuo asciende
algunos peldaños en la escala social, porque las clases se reducen a
grupos clasificados p o r el monto de la riqueza. A la inversa del
globo aerostático, sube más el que más pesa. Al que diga: la
escuela, respóndasele: la escuela y el pan. La cuestión del indio,
más que pedagógica, es económica, es social".

3. "Sostener la condición económica del indio -escribe Encinas- es


el m ejor modo de elevar su condición social. Su fuerza económica
se encuentra en la tierra, allí se encuentra toda su actividad.
Retirarlo de la tierra es variar, profunda y peligrosamente,
ancestrales tendencias de la raza. No hay como el trabajo de la
tierra para mejorar sus condiciones económicas. En ninguna otra
parte, ni en ninguna otra forma p u ed e encontrar m ayor fuente de
riqueza como en la tierra" (Contribución a una legislación tutelar
indígena, p. 39). Encinas, en otra parte, dice: "Las instituciones
jurídicas relativas a la propiedad tienen su origen en las
necesidades económicas. Nuestro Código Civil no está en armonía
con los principios económicos, porque es individualista en lo que se
refiere a la propiedad. La ilimitación del derecho de propiedad ha
creado el latifundio con detrimento de la propiedad indígena. La
propiedad del suelo improductivo ha creado la enfeudación de la
raza y su miseria " (p. 13).

4. González Prada, Horas de Lucha, 2^ edición, "Nuestros indios".

5. Dora Mayer de Zulen resume así el carácter del experimento Pro-


Indígena: "En fría concreción de datos prácticos, la Asociación Pro-
Indígena significa para los historiadores lo que Mariátegui supone
un experimento d e rescate de la atrasada y esclavizada Raza
Indígena p o r m edio de un cuerpo protector extraño a ella, que
gratuitamente y p o r vías legales ha procurado servirle como
abogado en sus reclamos ante los Poderes del Estado". Pero, como
aparece en el mismo interesante balance de la Pro-lndigena, Dora
Mayer piensa que esta asociación trabajó, sobre todo, p o r la
formación de un sentido de responsabilidad. "Dormida estaba -
anota- a los cien años de la emancipación republicana del Perú, la
conciencia de los gobernantes, la conciencia d e los gamonales, la
conciencia del clero, la conciencia del público ilustrado y
semiilustrado, respecto a sus obligaciones para con la población
que no sólo merecía un filantrópico rescate de vejámenes
inhumanos, sino a la cual el patriotismo peruano debía un
resarcimiento de honor nacional, porque la Raza Incaica había
descendido a escarnio de propios y extraños". El m ejor resultado
de la Pro-Indígena resulta sin embargo, según el leal testimonio de
Dora Mayer, su influencia en el despertar indígena. "Lo que era
deseable que sucediera, estaba sucediendo; que los indígenas
mismos, saliendo de la tutela de las clases ajenas concibieran los
m edios de su reivindicación ".

6. Obra citada.

7. "Sólo el misionero -escribe el señor José León y Bueno, uno d e los


líderes de la Acción Social de la Juventud'- p u ed e redim ir y restituir
al indio. Siendo el intermedia-río incansable entre el gamonal y el
colono, entre el latifundista y el comunero, evitando las
arbitrariedades del Gobernador que obedece sobre todo al interés
político del cacique criollo; explicando con sencillez la lección
objetiva de la naturaleza e interpretando la vida en su fatalidad y en
su libertad; condenando el desborde sensual de las muchedum bres
en las fiestas; segando la incontinencia en sus mismas fuentes y
revelando a la raza su misión excelsa, p u ed e devolver al Perú su
unidad, su dignidad y su fuerza" (Boletín de la A S. J., Mayo de
1928).

8. Es demasiado sabido que la producción -y también el


contrabando- d e aguardiente de caña, constituye uno de los más
lucrativos negocios de los hacendados de la Sierra. Aun los d e la
Costa, explotan en cierta escala este filón. El alcoholismo del peón y
del colono resulta indispensable a la prosperidad de nuestra gran
propiedad agrícola.

Esta "Sumaria revisión histórica " fue escrita p o r J. C.M. a p edido de


la Agencia Tass de Nueva York, traducida y publicada en la revista
The Nation (Vol. 128. 16 enero de 1929, con el título 'The N ew
Perú"). Reproducida en Labor (Año 1, N° 1, 1928) con el título "Sobre
el problem a indígena. Sumaria revisión histórica", fue precedida
p o r una Nota de Redacción, escrita p o r el autor, en la que señala
que estos apuntes "complementan en cierta forma el capítulo sobre
el problem a del indio de Siete ensayos de interpretación la realidad
peruana". Por este motivo los hem os agregado al presente ensayo
(Nota de los Editores).

EL PROBLEMA DE LA TIERRA
EL PROBLEMA AGRARIO Y EL PROBLEMA DEL INDIO

Q uienes d e s d e puntos d e vista socialistas estudiam os y definim os


el p ro b le m a del indio, em pezam os p o r d e c la ra r absolutam ente
su p e ra d o s los puntos d e vista hum anitarios o filantrópicos, en
que, com o una pro lo n g ació n d e la apostólica batalla del p a d re d e
Las C asas, se a p o y a b a la antigua cam paña p ro -indígena. N uestro
p rim e r esfuerzo tie n d e a e s ta b le c e r su c a rá c te r d e p ro b le m a
fundam entalm ente económ ico. Insurgim os prim eram en te, contra
la ten d e n c ia instintiva -y defensiva- del criollo o "misti", a
red u cirlo a un p ro b le m a exclusivam ente adm inistrativo,
p ed a g ó g ic o , étnico o m oral, p a ra e sc a p a r a toda costa d el plano
d e la econom ía. Por esto, el m ás ab su rd o d e los re p ro c h e s q u e se
nos p u e d e n dirig ir es el d e lirism o o literaturism o. C olocando en
p rim e r plano el p ro b le m a económ ico-social, asum im os la actitud
m enos lírica y m enos literaria p o sib le. No nos contentam os con
reiv in d icar el d e re c h o del indio a la educación, a la cultura, al
p ro g re so , al am or y al cielo. C om enzam os p o r reivindicar,
categ ó ricam en te, su d e re c h o a la tierra. Esta reivindicación
p erfectam en te m aterialista, d e b e ría b a sta r p a ra q u e no se nos
confundiese con los h e re d e ro s o re p e tid o re s del v e rb o
evangélico del g ran fraile español, a quien, d e otra p arte, tanto
m aterialism o no nos im pide adm irar y estim ar fervorosam ente.
Y e ste p ro b le m a d e la tie rra -cuya so lid arid ad con el p ro b le m a
del indio es d em asiad o evidente-, tam poco nos avenim os a
atenuarlo o adelgazarlo oportunistam ente. Todo lo contrario. Por
mi p a rte , yo trato d e plan tearlo en térm inos absolutam ente
inequívocos y netos.
El p ro b le m a a g ra rio se p rese n ta, ante todo, com o el p ro b le m a d e
la liquidación d e la feu d alid ad en el Perú. Esta liquidación d e b ía
h a b e r sido realizad a ya p o r el rég im en d e m o -b u rg u és
form alm ente esta b lec id o p o r la revolución d e la in d ep e n d e n c ia .
Pero en el Perú no hem os tenido e n cien años d e rep ú b lica, una
v e rd a d e ra clase b u rg u esa , una v e rd a d e ra clase capitalista. La
antigua clase feudal -cam uflada o disfrazada d e b u rg u esía
rep u b lica n a - ha co n serv ad o sus posiciones. La política d e
desam ortización d e la p ro p ie d a d a g ra ria iniciada p o r la
revolución d e la In d ep e n d e n c ia -com o una consecuen-cia lógica
d e su ideología-, no condujo al desenvolvim iento d e la p e q u e ñ a
p ro p ie d a d . La vieja clase te rra te n ie n te no h a b ía p e rd id o su
predom inio. La sup erv iv en cia d e un rég im en d e latifundistas
produjo, en la práctica, el m antenim iento d el latifundio. Sabido es
que la desam ortización atacó m ás b ien a la com unidad. Y el hecho
es q u e d u ran te un siglo d e rep ú b lica, la g ran p ro p ie d a d ag ra ria
se ha reforzado y e n g ra n d e c id o a d e sp e c h o d el liberalism o
teórico d e n u e stra C onstitución y d e las n e c e s id a d e s prácticas del
d esarro llo d e n u estra econom ía capitalista.
Las e x p re sio n es d e la feu dalidad sob rev iv ien te son dos: latifundio
y serv id u m b re. E xpresiones solidarias y consustanciales, cuyo
análisis nos conduce a la conclusión d e que no se p u e d e liquidar
la serv id u m b re, q u e p e s a s o b re la raza indígena, sin liquidar el
latifundio.
Planteado así el p ro b le m a a g rario del Perú, no se p re sta a
deform aciones equívocas. A p a re ce en to d a su m agnitud d e
p ro b le m a económ ico-social -y p o r tanto político- del dom inio d e
los h o m b re s q u e actúan e n e ste plano d e hechos e id eas. Y resu lta
vano todo e m p e ñ o d e convertirlo, p o r ejem plo, en un p ro b le m a
técnico-agrícola del dom inio d e los agrónom os.
N adie ig n o ra q u e la solución lib e ral d e e ste p ro b le m a sería,
conform e a la id eo lo g ía individualista, el fraccionam iento d e los
latifundios p a ra c re a r la p e q u e ñ a p ro p ie d a d . Es tan d e sm e su ra d o
el desconocim iento, q u e se constata a c a d a paso, e n tre nosotros,
d e los principios elem en tales d el socialism o, q u e no s e rá nunca
obvio ni ocioso insistir en q u e e sta fórm ula -fraccionam iento d e
los latifundios en favor d e la p e q u e ñ a p ro p ie d a d - no es utopista,
ni herética, ni revolucionaria, ni bolcheviq ue, ni v an g uardista,
sino ortodoxa, constitucional, dem ocrática, capitalista y b u rg u esa.
Y q u e tien e su o rig e n en el id ea rio lib eral en q u e se inspiran los
Estatutos constitucionales d e todos los E stados d e m o -b u rg u ese s.
Y q u e en los p a íse s d e la E uropa C entral y O riental -d o n d e la
crisis b é lic a trajo p o r tie rra las últim as m urallas d e la feudalidad,
con el consenso d el capitalism o d e O ccidente q u e d e s d e
en to n ces op o n e p rec isam e n te a Rusia e ste b lo q u e d e p a íse s anti­
bolcheviques-, e n C hecoslovaquia, Rumania, Polonia, Bulgaria,
etc., se ha sancionado ley es ag ra ria s q u e limitan, e n principio, la
p ro p ie d a d d e la tierra, al m áxim um d e 500 h ectáreas.
C o n g ru en tem en te con mi posición ideológica, yo p ien so q u e la
hora d e en say ar e n el P erú el m étodo liberal, la fórm ula
individualista, ha p a sad o ya. D ejando a p a rte las razones
doctrinales, co n sid ero fundam entalm ente e ste factor
inco n testab le y concreto q u e d a un c a rá c te r p ecu liar a nuestro
p ro b le m a agrario: la supervivencia d e la com unidad y d e
elem entos d e socialism o práctico en la agricultura y la vida
indígenas.
Pero q u ien es se m antienen d e n tro d e la doctrina d em o -lib eral -si
b u scan d e v e ra s una solución al p ro b le m a d el indio, que red im a a
éste, ante todo, d e su serv id u m b re-, p u e d e n dirig ir la m irada a la
e x p e rien c ia c h e ca o rum ana, d a d o q u e la m exicana, p o r su
inspiración y su p ro ce so , les p a re c e un ejem plo p elig ro so . Para
ellos es aún tiem po d e p ro p u g n a r la fórm ula liberal. Si lo hicieran,
logra-rían, al m enos, que en el d e b a te del p ro b le m a a g rario
p ro v o cad o p o r la nueva g en eració n , no estuviese d el todo
au sen te el pen sam ien to liberal, que, seg ú n la historia escrita, rig e
la vid a del P erú d e s d e la fundación d e la R epública.

COLONIAUSMO = FEUDALISMO

El p ro b le m a d e la tie rra e sc la re c e la actitud v an g u ard ista o


socialista, ante las supervivencias d el V irreinato. El
"perricholism o" literario no nos in te re sa sino com o signo o reflejo
del colonialism o económ ico. La h e re n c ia colonial q u e qu erem o s
liquidar no es, fundam entalm ente, la d e "tapadas" y celosías, sino
la d el rég im en económ ico feudal, cuyas e x p re sio n es son el
gam onalism o, el latifundio y la serv id u m b re. La literatura
colonialista -evocación nostálgica del V irreinato y d e sus fastos-,
no es p a ra mí sino el m ed io cre p ro d u cto d e un espíritu
e n g e n d ra d o y alim entado p o r e se rég im en . El V irreinato no
so b rev iv e en el "perricholism o" d e algunos tro v ad o res y algunos
cronistas. S obrevive e n el feudalism o, en el cual se asienta, sin
im p o n erle todavía su ley, un capitalism o larvado e incipiente. No
ren e g a m o s, p ro p iam en te, la h e re n c ia española; ren e g a m o s la
h e re n c ia feudal.
E spaña nos trajo el M edioevo: inquisición, feudalidad, etc. Nos
trajo luego, la C ontrarreform a: espíritu reaccionario, m étodo
jesuítico, casuism o escolástico. De la m ayor p a rte d e estas cosas,
nos hem os ido lib eran d o , p en o sam en te, m ediante la asim ilación
d e la cultura occidental, o b ten id a a v e c e s a trav és d e la p ro p ia
E spaña. Pero d e su cim iento económ ico, a rra ig a d o en los
in te re se s d e una clase cuya h eg em o n ía no canceló la revolución
d e la in d ep e n d e n c ia , no nos hem os lib e rad o todavía. Los raig o n es
d e la feu d alid ad están intactos. Su subsistencia es resp o n sa b le ,
p o r ejem plo, d el retard am ien to d e nuestro d esarro llo capitalista.
El rég im en d e p ro p ie d a d d e la tie rra determ in a el rég im en
político y adm inistrativo d e toda nación. El p ro b le m a ag rario -que
la R epública no ha p o d id o hasta ahora reso lv e r- dom ina todos los
p ro b le m as d e la nuestra. S obre una econom ía sem ifeudal no
p u e d e n p ro sp e ra r ni funcionar instituciones dem o cráticas y
lib erales.
En lo q u e con ciern e al p ro b le m a indígena, la su b ordinación al
p ro b le m a d e la tie rra resu lta m ás absoluta aún, p o r razones
e sp ec iale s. La raza in d íg e n a es una raza d e agricultores. El
p u e b lo inkaico e ra un p u e b lo d e cam pesinos, d e d ic a d o s
ord in ariam en te a la agricultura y el p asto reo . Las industrias, las
artes, tenían un c a rá c te r dom éstico y rural. En el P erú d e los Inkas
e ra m ás cierto q u e en p u e b lo alguno el principio d e que "la vid a
v ien e d e la tierra". Los trab ajo s públicos, las o b ras colectivas m ás
a d m irab le s d el Tawantinsuyo, tuvieron un objeto m ilitar, religioso
o agrícola. Los canales d e irrigación d e la sie rra y d e la costa, los
a n d e n es y terrazas d e cultivo d e los A ndes, q u e d a n com o los
m ejores testim onios del g ra d o d e organización económ ica
alcanzado p o r el Perú inkaico. Su civilización se caracterizab a, en
todos sus rasg o s dom inantes, com o una civilización agraria. "La
tie rra -e sc rib e V alcárcel estu d ian d o la v id a económ ica del
Taw antinsuyo- e n la tradición regnícola, es la m ad re común: d e
sus en trañ as no sólo salen los frutos alim enticios, sino el h o m b re
mismo. La tie rra d e p a ra todos los b ien es. El culto d e la Mama
Pacha es p a r d e la heliolatría, y com o el sol no es d e n a d ie en
particular, tam poco el p lan e ta lo es. H erm anados los dos
conceptos en la ideo lo g ía ab o rig en , nació el agrarism o, q u e es
p ro p ie d a d com unitaria d e los cam pos y religión universal del
astro d el d ía"(l).
Al com unism o inkaico -q u e no p u e d e s e r n e g a d o ni dism inuido
p o r h a b e rs e d esen v u elto bajo el rég im en autocrático d e los
Inkas-, se le d e sig n a p o r esto com o com unism o agrario. Los
c a ra c te re s fundam entales d e la econo-m ía inkaica -seg ú n C ésar
U garte, q u e define en g e n e ra l los rasg o s d e n u estro p ro c e so con
sum a pon d eració n -, e ra n los siguientes: "P ropiedad colectiva d e
la tie rra cultivable p o r el 'ayllu' o conjunto d e fam ilias
e m p a ren ta d a s, au nque dividida en lotes individuales
intransferibles; p ro p ie d a d colectiva d e las aguas, tierras d e pasto
y b o sq u e s p o r la m arca o tribu, o sea la fed eració n d e ayllus
e sta b lec id o s a lre d e d o r d e una m ism a aldea; c o o p eració n com ún
en el trabajo; ap ro p iació n individual d e las co sech as y frutos" (2).
La d estru cció n d e esta econom ía -y p o r e n d e d e la cultura q u e se
nutría d e su savia- es una d e las resp o n sa b ilid a d e s m enos
discutibles del coloniaje, no p o r h a b e r constituido la destrucción
d e las form as autóctonas, sino p o r no h a b e r traído consigo su
sustitución p o r form as su p e rio re s. El rég im en colonial
d esorganizó y aniquiló la econom ía a g ra ria inkaica, sin
reem p lazarla p o r una econom ía d e m ayores rendim ientos. Bajo
una aristocracia indígena, los nativos com ponían una nación d e
diez m illones d e h om bres, con un E stado eficiente y orgánico
cuya acción a rrib a b a a todos los ám bitos d e su so beranía; bajo
una aristocracia ex tranjera, los nativos se re d u je ro n a una
d isp e rsa y an árq u ica m asa d e un m illón d e h o m b res, caídos en la
se rv id u m b re y el "felahísmo".
El dato dem ográfico es, a e ste resp e c to , el m ás fehaciente y
decisivo. C ontra todos los re p ro c h e s que -en el n o m b re d e
conceptos lib erales, esto es m odernos, d e lib e rta d y justicia- se
p u e d a n h a c e r al rég im en inkaico, está el hecho histórico -
positivo, m aterial- d e q u e a se g u ra b a la su b sisten cia y el
crecim iento d e una p o b lació n que, cuando a rrib aro n al Perú los
co nquistadores, asce n d ía a diez m illones y que, en tre s siglos de
dom inio español, d e sce n d ió a un millón. Este hech o c o n d e n a al
coloniaje y no d e s d e los puntos d e vista ab stracto s o teóricos o
m orales -o com o q u iera calificárseles- d e la justicia, sino d e s d e
los puntos d e vista prácticos, co n creto s y m ateriales d e la utilidad.
El coloniaje, im potente p a ra organizar en el Perú al m enos una
econom ía feudal, injertó en é sta elem en to s d e econom ía
esclavista.

POLITICA DEL COLONIAJE: DESPOBLACION


Y ESCLAVITUD

Q ue el rég im en colonial esp añ o l resu lta ra incapaz d e organizar


en el P erú una econom ía d e p uro tipo feudal se explica
claram ente. No es p o sib le organizar una econom ía sin claro
entendim iento y s e g u ra estim ación, si no d e sus principios, al
m enos d e sus n e c e sid a d e s. Una econom ía indígena, orgánica,
nativa, se form a sola. Ella m ism a d eterm in a e sp o n tá n e am e n te sus
instituciones. P ero una econom ía colonial se e sta b le c e so b re
b a se s en p a rte artificiales y ex tran jeras, su b o rd in a d a al in terés
del colonizador. Su d esarro llo re g u la r d e p e n d e d e la aptitud d e
é ste p a ra a d a p ta rse a las condiciones am b ien tales o p a ra
transform arlas.
El colonizador español care c ía rad icalm en te d e e sta aptitud.
Tenía una id ea, un po co fantástica, del valor económ ico d e los
teso ro s d e la naturaleza, p e ro no tenía casi id e a alguna d el valor
económ ico del hom bre.
La p ráctica d e exterm inio d e la po b lació n in d íg e n a y d e
destru cció n d e sus instituciones -en contraste m uchas v e c e s con
las leyes y p ro v id en cias d e la m etrópoli- e m p o b re c ía y
d e s a n g ra b a al fabuloso país g an ad o p o r los con q u istad o res p a ra
el Rey d e E spaña, e n una m ed id a q u e éstos no e ra n c a p a c e s d e
p e rc ib ir y a p re c ia r. Form ulando un principio d e la econom ía d e
su ép o ca, un estad ista su d am erican o d el siglo XIX d e b ía d ecir
m ás tard e , im p resio n ad o p o r el esp ectácu lo d e un continente
sem idesierto: "G obernar es poblar". El colonizador español,
infinitam ente lejano d e e ste criterio, im plantó e n el Perú un
rég im en de d esp o b lació n .
La p e rse c u c ió n y esclavizam iento d e los indios d esh acía
velozm ente un capital su b estim ad o en g ra d o inverosím il p o r los
colonizadores: el capital hum ano. Los e sp añ o le s se en co n traro n
c ad a día m ás n ecesitad o s d e brazos p a ra la explotación y
ap rovecham iento d e las riquezas conquistadas. R ecurrieron
entonces al sistem a m ás antisocial y prim itivo d e colonización: el
d e la im portación d e esclavos. El colonizador ren u n c iab a así, d e
otro lado, a la e m p re sa p a ra la cual antes se sintió apto el
conquistador: la d e asim ilar al indio. La raza n e g ra tra íd a p o r él le
tenía q u e servir, e n tre otras cosas, p a ra re d u c ir el deseq u ilib rio
dem ográfico e n tre el blanco y el indio.
La codicia d e los m etales p rec io so s -absolutam ente lógica en un
siglo e n q u e tie rra s tan distantes casi no p o d ían m an d ar a E uropa
otros productos-, em pujó a los e sp añ o le s a o cu p arse
p re fe re n te m e n te en la m inería. Su in te rés p u g n a b a p o r convertir
en un p u e b lo m inero al que, bajo sus inkas y d e s d e sus m ás
rem otos o ríg en es, h a b ía sido un p u e b lo fundam entalm ente
agrario. De e ste hecho nació la n e c e sid a d d e im poner al indio la
d u ra ley d e la esclavitud. El trab ajo d el agro, d e n tro d e un
rég im en naturalm ente feudal, h u b iera hecho d el indio un siervo
vinculándolo a la tierra. El trab ajo d e las m inas y las ciudades,
d e b ía h a c e r d e él un esclavo. Los esp añ o le s estab leciero n , con el
sistem a d e las m itas, el tra b a jo forzado, arran can d o al indio d e su
suelo y d e sus costum bres.
La im portación d e esclavos n e g ro s q u e a b asteció d e b ra c e ro s y
dom ésticos a la po b lació n esp añ o la d e la costa, d o n d e se
en c o n trab a la se d e y co rte del V irreinato, contribuyó a que
E spaña no ad v irtiera su e rro r económ ico y político. El esclavism o
se arra ig ó en el rég im en , viciándolo y enferm ándolo.
El p ro feso r Javier Prado, d e s d e puntos d e vista que no son
naturalm ente los míos, arrib ó en su estudio s o b re el e sta d o social
del P erú del coloniaje a conclusiones q u e contem plan
p rec isam e n te un asp ecto d e e ste fracaso d e la e m p re sa
colonizadora: "Los n e g ro s -dice- co n sid erad o s com o m ercancía
com ercial, e im portados a la A m érica, com o m áquinas hum anas
d e trabajo, d e b ía n re g a r la tie rra con el su d o r d e su frente; p e ro
sin fecundarla, sin d e ja r frutos provechosos. Es la liquidación
constante sie m p re igual q u e h ace la civilización en la historia d e
los p u eblos: el esclavo es im productivo en el tra b a jo com o lo fue
en el Im perio Romano y com o lo ha sido en el Perú; y es en el
organism o social un c á n ce r q u e va co rro m p ien d o los sentim ientos
y los id e a le s nacionales. De e sta su e rte ha d e sa p a re c id o el
esclavo en el Perú, sin d e ja r los cam pos cultivados; y d e sp u é s d e
h a b e rs e v e n g a d o d e la raza blanca, m ezclando su sa n g re con la
d e ésta, y re b a ja n d o en e se contubernio el criterio m oral e
intelectual, d e los q u e fueron al principio sus cru eles am os, y m ás
ta rd e sus p adrinos, sus com p añ ero s y sus herm anos" (3).
La resp o n sa b ilid a d d e q u e se p u e d e a cu sar hoy al coloniaje, no es
la d e h a b e r traído una raza inferior -éste e ra el re p ro c h e esencial
d e los sociólogos d e h ace m edio siglo-, sino la d e h a b e r traído
con los esclavos, la esclavitud, d e stin a d a a fracasar com o m edio
d e explotación y organización económ icas d e la colonia, a la vez
q u e a reforzar un rég im en fundado sólo en la conquista y en la
fuerza.
El c a rá c te r colonial d e la ag ricultura d e la costa, q u e no consigue
aún lib ra rse d e esta tara, p ro v ie n e e n g ran p a rte del sistem a
esclavista. El latifundista costeño no ha reclam ad o nunca, p a ra
fecundar sus tierras, h o m b re s sino brazos. Por esto, cuando le
faltaron los esclavos n eg ro s, les b uscó un su c ed á n e o e n los culis
chinos. Esta otra im portación típica d e un rég im en d e
"encom enderos" co n trariab a y e n tra b a b a com o la d e los n e g ro s la
form ación re g u la r d e una econom ía lib e ral co n g ru e n te con el
o rd e n político esta b lec id o p o r la revolución d e la in d ep e n d e n c ia .
C é sa r U garte lo re c o n o c e en su estudio ya citado so b re la
econom ía p e ru a n a , afirm ando resu e lta m e n te q u e lo que el Perú
n e c e sita b a no e ra "brazos" sino "hom bres"(4).

EL COLONIZADOR ESPAÑOL

La in ca p a c id a d d el coloniaje p a ra organizar la econom ía p e ru a n a


so b re sus n aturales b a se s agrícolas, se explica p o r el tipo d e
colonizador q u e nos tocó. M ientras en N orteam érica la
colonización d epositó los g é rm e n e s d e un espíritu y una
econom ía q u e se p lasm ab an en to n ces en E uropa y a los cuales
p e rte n e c ía el porvenir, a la A m érica e sp añ o la trajo los efectos y
los m étodos d e un espíritu y una econom ía q u e d e c lin ab a n y a y a
los cuales no p e rte n e c ía sino el p asad o . Esta tesis p u e d e p a re c e r
d em asiad o sim plista a q u ien es co n sid e ran sólo su asp ecto d e tesis
económ ica y, su pérstites, au nque lo ignoren, d el viejo
escolasticism o retórico, m uestran e sa falta d e aptitud p a ra
e n te n d e r el hech o económ ico que constituye el defecto capital d e
nuestros aficionados a la histo-ria. Me com place p o r esto
e n co n trar e n el re c ie n te lib ro d e José V asconcelos Indoiogía, un
juicio q u e tien e el valor d e v e n ir d e un p e n s a d o r a quien no se
p u e d e atrib u ir ni m ucho m arxism o ni poco hispanism o. "Si no
h u b iese tantas otras causas d e o rd e n m oral y d e o rd e n físico -
e sc rib e V asconcelos- q u e explican p erfectam en te el esp ectácu lo
a p a re n te m e n te d e s e s p e ra d o d el eno rm e p ro g re so d e los sajones
en el N orte y el lento p aso d eso rie n ta d o d e los latinos d el Sur,
sólo la com paración d e los dos sistem as, d e los dos reg ím en e s d e
p ro p ie d a d , b astaría p a ra ex p licar las razones del contraste. En el
N orte no hubo re y e s q u e estuviesen d isp o n ien d o d e la tie rra
ajen a com o d e cosa p ro p ia. Sin m ayor g racia d e p a rte d e sus
m onarcas y m ás b ien en cierto estad o d e re b e lió n m oral contra el
m onarca inglés, los colonizadores d el n o rte fueron d esarro llan d o
un sistem a d e p ro p ie d a d p riv a d a en el cual c a d a quien p a g a b a el
p rec io d e su tie rra y no o c u p a b a sino la extensión q u e p o d ía
cultivar. Así fue q u e en lu g ar d e enco-m iendas hubo cultivos. Y en
vez d e una aristocracia g u e rre ra y agrícola, con tim b res d e turbio
ab o len g o real, a b o le n g o cortesano d e a b y ecció n y hom icidio, se
d esarro lló una aristocracia d e la aptitud q u e es lo q u e se llam a
dem ocracia, una d em o cracia q u e en sus com ienzos no reconoció
m ás p re c e p to s q u e los d el lem a francés: lib e rta d , igualdad,
fraternidad. Los h o m b re s d el n orte fueron conquistando la selva
virg en , p e ro no p erm itían q u e el g e n e ra l victorioso en la lucha
contra los indios se a p o d e ra se , a la m an era antigua nuestra, 'hasta
d o n d e alcanza la vista'. Las tie rra s re c ié n conquistadas no
q u e d a b a n tam poco a m e rc e d del so b e ra n o p a ra q u e las
re p a rtie se a su arbitrio y c re a se n o bleza d e d o b le condición
m oral: lacayuna ante el so b e ra n o e insolente y o p re so ra del m ás
d éb il. En el N orte, la R epública coincidió con el g ran m ovim iento
d e expansión y la R epública ap artó una b u e n a can tid ad d e las
tie rra s b u en as, creó g ra n d e s re se rv a s sustraídas al com ercio
privado, p e ro no las em p leó en c re a r ducados, ni e n p rem iar
servicios patrióticos, sino que las destinó al fom ento d e la
instrucción pop u lar. Y así, a m ed id a q u e una po b lació n crecía, el
aum ento del valor d e las tie rra s b a sta b a p a ra a se g u ra r el servicio
d e la enseñanza. Y c a d a vez q u e se lev an tab a una nueva ciudad
en m edio d el d e sie rto no e ra el ré g im e n d e concesión, el rég im en
d e favor el q u e p riv ab a, sino el rem a te público d e los lotes en que
p rev iam en te se subdividía el plano d e la futura u rb e . Y con la
lim itación d e q u e una sola p e rso n a no p u d ie ra ad q u irir m uchos
lotes a la vez. De e ste sabio, d e e ste justiciero ré g im e n social
p ro c e d e el g ran p o d e río norte-am ericano. Por no h a b e r
p ro c e d id o en form a sem ejante, nosotros hem os ido cam inando
tantas v e c e s p a ra atrás"(5).
La feu d alid ad es, com o resu lta d el juicio d e V asconcelos, la tara
q u e nos d ejó el coloniaje. Los p a íse s que, d e sp u é s d e la
In d ep e n d e n c ia , han co n seg u id o c u ra rse d e e sa tara son los que
han p ro g re sa d o ; los que no lo han lo g rad o todavía, son los
re ta rd a d o s. Ya hem os visto cóm o a la tara d e la feudalidad, se
juntó la tara del esclavism o.
El español no tenía las condiciones d e colonización del
anglosajón. La creació n d e los EE. UU. se p re s e n ta com o la o b ra
del pioneer. E spaña d e sp u é s d e la e p o p e y a d e la conquista no nos
m andó casi sino n o b les, clérig o s y villanos. Los co n q uistadores
e ra n d e una e stirp e heroica; los colonizadores, no. Se sentían
señ o res, no se sentían pioneers. Los q u e p e n sa ro n que la riqueza
del Perú e ra n sus m etales p recio so s, convirtieron a la m inería,
con la p rác tic a d e las mitas, en un factor d e aniquilam iento del
capital hum ano y d e d e c a d e n c ia d e la agricultura. En el p ro p io
re p e rto rio civilista encontram os testim onios d e acusación. Javier
P rado e sc rib e q u e "el estad o q u e p re s e n ta la agricultura en el
v irreinato d el P erú es d el todo lam en tab le d e b id o al a b su rd o
sistem a económ ico m antenido p o r los españoles", y q u e d e la
d e sp o b la c ió n d el p aís e ra cu lp ab le su ré g im e n d e explotación
( 6 ).
El colonizador, q u e e n vez d e e s ta b le c e rs e en los cam pos se
estab leció en las m inas, tenía la psicología d el b u sc ad o r d e oro.
No era, p o r consiguiente, un c re a d o r d e riqueza. Una econom ía,
una sociedad, son la o b ra d e los que colonizan y vivifican la tierra;
no d e los q u e p re c a ria m e n te e x tra en los teso ro s d e su subsuelo.
La historia d el florecim iento y d e c a d e n c ia d e no pocas
p o b lacio n es coloniales d e la sierra, d eterm in ad o s p o r el
descu b rim ien to y el a b a n d o n o d e m inas p ro n tam en te ag o ta d a s o
re le g a d a s, d e m u e stra am pliam ente e n tre nosotros esta ley
histórica.
Tal vez las únicas falanges d e v e rd a d e ro s colonizadores que nos
envió E spaña fueron las m isiones d e jesu itas y dom inicos. A m bas
co n g reg acio n es, e sp ec ialm en te la d e jesuitas, c re a ro n en el Perú
varios in te resa n te s núcleos d e producción. Los jesu itas asociaron
en su e m p re sa los factores religioso, político y económ ico, no en
la m ism a m ed id a q u e en el P araguay, d o n d e realizaron su m ás
fam oso y extenso ex perim ento, p e ro sí d e a c u erd o con los
m ism os principios.
Esta función d e las c o n g re g a c io n e s no sólo se conform a con toda
la política d e los jesu itas e n la A m érica española, sino con la
tradición m ism a d e los m onasterios en el M edioevo. Los
m onasterios tuvieron e n la so c ie d a d m edioeval, e n tre otros, un rol
económ ico. En una é p o c a g u e rre ra y m ística, se e n c arg a ro n d e
salvar la técnica d e los oficios y las artes, disciplinando y
cultivando elem en to s so b re los cuales d e b ía constituirse m ás
ta rd e la industria b u rg u esa . Jo rg e Sorel es uno d e los econom istas
m od ern o s que m ejor re m a rc a y define el p a p e l d e los
m onasterios e n la econom ía e u ro p e a , estu d ian d o a la o rd e n
b e n e d ic tin a com o el prototipo d el m o n asterio -em p resa industrial.
"Hallar capitales -apunta S orel-era en e se tiem po un p ro b le m a
m uy difícil d e resolver; p a ra los m onjes e ra asaz sim ple. Muy
ráp id a m e n te las do n acio n es d e ricas fam ilias les p ro d ig a ro n
g ra n d e s can tid ad es d e m etales preciosos; la acum ulación
prim itiva resu lta b a m uy facilitada. Por otra p a rte los conventos
g a sta b a n poco y la estricta econom ía q u e im ponían las re g la s
re c u e rd a los hábitos parsim oniosos d e los p rim e ro s capitalistas.
D urante largo tiem po los m onjes estuvieron en g ra d o d e h a c er
o p e ra c io n e s e x c ele n te s p a ra aum entar su fortuna". Sorel nos
expone, cóm o "d esp u és d e h a b e r p re sta d o a E uropa servicios
em inentes que todo el m undo reco n o ce, estas instituciones
declin aro n rápidam ente" y cóm o los b en ed ictin o s "cesaron d e ser
o b re ro s a g ru p a d o s en un taller casi capitalista y se convirtieron
en b u rg u e se s retira d o s d e los negocios, q u e no p e n s a b a n sino en
vivir en una dulce ociosidad e n la cam piña" (7).
Este asp ecto d e la colonización, com o otros m uchos d e n u estra
econom ía, no ha sido aún estudiado. Me ha co rre sp o n d id o a mí,
m arxista convicto y con-feso, su constatación. Juzgo e ste estudio,
fundam ental p a ra la justificación económ ica d e las m ed id as que,
en la futura política ag raria, co n cern irán a los fun-dos d e los
conventos y co n g re g a c io n e s, p o rq u e e sta b le c e rá
concluyentem ente la cad u cid a d p ráctica d e su dom inio y d e los
títulos re a le s e n q u e re p o sa b a .

LA "COMUNIDAD" BAJO EL COLONIAJE

Las Leyes d e Indias a m p a rab a n la p ro p ie d a d in d íg e n a y


reco n o cían su organización com unista. La legislación relativa a las
"com unidades" in d ígenas, se ad ap tó a la n e c e sid a d d e no atacar
las instituciones ni las co stu m b res in d iferen tes al espíritu
religioso y al c a rá c te r político del C oloniaje. El com unism o
ag ra rio d el "ayllu", una vez d estru id o el E stado Inkaico, no e ra
incom patible con el uno ni con el otro. Todo lo contrario. Los
jesu ítas a p ro v ech aro n p rec isam e n te el com unism o in d íg e n a en el
Perú, en M éxico y en m ayor e scala aún en el Paraguay, p a ra sus
fines d e catequización. El rég im en m edioeval, teó rica y
p rácticam en te, conciliaba la p ro p ie d a d feudal con la p ro p ie d a d
com unitaria.
El reconocim iento d e las com u n id ad es y d e sus costum bres
económ icas p o r las Leyes d e Indias, no acusa sim plem ente
sa g ac id ad realista d e la política colonial sino se ajusta
ab so lu tam en te a la teo ría y la p ráctica feudales. Las disposiciones
d e las ley e s coloniales so b re la com unidad, q u e m antenían sin
inconveniente el m ecanism o económ ico d e ésta, reform aban, en
cam bio, lógicam ente, las co stu m b res contrarias a la doctrina
católica (la p ru e b a m atrim onial, etc.) y ten d ían a convertir la
com unidad e n una ru e d a d e su m aquinaria adm inistrativa y fiscal.
La com unidad p o d ía y d e b ía subsistir, p a ra la m ayor gloria y
p ro v ech o d el Rey y de la Iglesia.
S abem os b ie n q u e esta legislación e n g ran p a rte q u ed ó
únicam ente escrita. La p ro p ie d a d in d íg en a no p u d o ser
suficientem ente a m p arad a, p o r razones d e p e n d ie n te s d e la
p ráctica colonial. S obre e ste hecho están d e a c u erd o todos los
testim onios. U garte h ace las siguientes constataciones: "Ni las
m ed id as p rev iso ra s d e Toledo, ni las q u e en d iferen tes
o p o rtu n id ad es trataro n d e p o n e rse e n práctica, im pidieron que
una g ran p a rte d e la p ro p ie d a d in d íg e n a p a sa ra leg al o
ileg alm en te a m anos d e los e sp añ o le s o criollos. Una d e las
instituciones q u e facilitó e ste d e sp o jo disim ulado fue la d e las
'Encom iendas'. C onform e al co n cep to leg al d e la institución, el
en c o m e n d e ro e ra un e n c a rg a d o d el c o b ro d e los tributos y d e la
ed u cació n y cristianización d e sus tributarios. P ero en la rea lid a d
d e las cosas, e ra un señ o r feudal, du eñ o d e vid as y h aciendas,
p u e s dis-ponía d e los indios com o si fueran á rb o le s del b o sq u e y
m uertos ellos o ausentes, se a p o d e ra b a p o r uno u otro m edio d e
sus tierras. En resu m en , el rég im en ag ra rio colonial d eterm in ó la
sustitución d e una g ran p a rte d e las com unidades ag rarias
in d íg en as p o r latifundios d e p ro p ie d a d individual, cultivados po r
los indios bajo una organización feudal. Estos g ra n d e s feudos,
lejos d e dividirse con el transcurso d el tiem po, se co n cen traro n y
consolidaron en p o cas m anos a causa d e que la p ro p ie d a d
in m u eb le e sta b a sujeta a in n u m erab les tra b a s y g rav ám en es
p e rp e tu o s que la inm ovilizaron, tales com o los m ayorazgos, las
capellanías, las fundaciones, los patro n ato s y d em ás vinculaciones
d e la p ro p ied ad " (8).
La feu d alid ad dejó an álo g am en te su b sisten tes las com unas
ru rales en Rusia, p aís con el cual es sie m p re in te resa n te el
p aralelo p o rq u e a su p ro c e so histórico se aproxim a el d e estos
p aíses agrícolas y sem ifeudales m ucho m ás q u e al d e los p aíses
capitalistas d e O ccidente. E ugéne Schkaff, estu d ian d o la
evolución del mir en Rusia, e scrib e: "Como los señ o re s
resp o n d ía n p o r los im puestos, q uisieron q u e c a d a cam pesino
tuviera m ás o m enos la m ism a superficie d e tie rra p a ra q u e cada
uno co n trib u y era con su trab ajo a p a g a r los im puestos; y p a ra que
la efectividad d e éstos estuviera a seg u ra d a , e sta b le c ie ro n la
resp o n sa b ilid ad solidaria. El g o b iern o la extendió a los dem ás
cam pesinos. Los re p a rto s tenían lu g ar cuando el núm ero d e
siervos h a b ía v ariado. El feudalism o y el absolutism o
transform aron poco a poco la organización com unal d e los
cam pesinos en instrum ento d e explotación. La em ancipación d e
los siervos no aportó, bajo e ste aspecto, ningún cam bio"(9). Bajo
el rég im en d e p ro p ie d a d señorial, el m ir ruso, com o la
com unidad p eru an a, exp erim en tó una com pleta
desnaturalización. La superficie d e tie rra s d isp o n ib les p a ra los
com uneros resu lta b a c ad a vez m ás insuficiente y su rep artició n
c ad a vez m ás defectuosa. El m ir no garan tizab a a los cam pesinos
la tie rra n e c e sa ria p a ra su sustento; en cam bio garan tizab a a los
p ro p ie tario s la provisión d e brazos in d isp e n sab le s p a ra el trab ajo
d e sus latifundios. C uando en 1861 se abolió la serv id u m b re, los
p ro p ie tario s en co n traro n el m odo d e su b ro g a rla red u c ien d o los
lotes co n ced id o s a sus cam pesinos a una extensión q u e no les
consintiese subsistir d e sus pro p io s p roductos. La ag ricultura ru sa
conservó, d e e ste m odo, su c a rá c te r feudal. El latifundista em pleó
en su p ro v ech o la reform a. Se h a b ía d a d o cuenta ya d e q u e e sta b a
en su in terés o to rg ar a los cam pesinos una p a rcela, sie m p re que
no b a sta ra p a ra la subsistencia d e él y d e su familia. No había
m edio m ás seg u ro p a ra vincular el cam pesino a la tierra,
lim itando al m ism o tiem po, al mínimo, su em igración. El
cam pesino se v eía forzado a p re s ta r sus servicios al pro p ietario ,
quien co n tab a p a ra obligarlo al trabajo en su latifundio -si no
h u b iese b astad o la m iseria a q u e lo c o n d e n a b a la ínfima p a rc e la -
con el dom inio d e p rad o s, b o sq u es, m olinos, aguas, etc.
La convivencia d e com unidad y latifundio en el Perú, está, pues,
p er-fectam en te explicada, no sólo p o r las características del
rég im en del C oloniaje sino tam b ién p o r la e x p e rien c ia d e la
E uropa feudal. P ero la com unidad, bajo e ste rég im en , no po d ía
se r v e rd a d e ra m e n te a m p a rad a sino a p e n a s tolerad a. El
latifundista le im ponía la ley d e su fuerza d esp ó tica sin control
p o sib le d el Estado. La com unidad sobrevivía, p e ro d en tro d e un
rég im en d e serv id u m b re. Antes h a b ía sido la célula m ism a del
E stado q u e le a se g u ra b a el dinam ism o n e c esa rio p a ra el
b ie n e sta r d e sus m iem bros. El coloniaje la petrificab a d en tro d e
la g ran p ro p ie d a d , b a se d e un E stado nuevo, extraño a su destino.
El liberalism o d e las ley es d e la R epública, im potente p a ra
d estru ir la feu dalidad y p a ra c re a r el capitalism o, d e b ía , m ás
tard e , n e g a rle el am p aro form al que le h a b ía co n ced id o el
absolutism o d e las ley e s d e la Colonia.
REVOLUCION DE LA INDEPENDENCIA Y LA
PROPIEDAD AGRARIA

E ntrem os a exam inar ahora cóm o se p re se n ta el p ro b le m a d e la


tie rra bajo la R epública. Para p re c is a r mis puntos d e vista so b re
e ste p e río d o , en lo q u e con ciern e a la cuestión ag raria, d e b o
insistir en un co ncepto q u e ya h e e x p re sa d o re sp e c to al cará c te r
d e la revolución d e la in d e p e n d e n c ia e n el Perú. La revolución
encontró al Perú re tra sa d o e n la form ación d e su b u rg u esía. Los
elem entos d e una econom ía capitalista e ra n e n nuestro p aís m ás
em b rio n ario s q u e e n otros p a íse s d e A m érica d o n d e la revolución
contó con una b u rg u e sía m enos larvada, m enos incipiente.
Si la revolución h u b iese sido un m ovim iento d e las m asas
in d íg en as o h u b ie se re p re s e n ta d o sus reivindicaciones, h a b ría
tenido n e c esa ria m e n te una fisonom ía agrarista. Está ya b ien
estu d iad o cóm o la revolución francesa benefició p articularm ente
a la clase rural, en la cual tuvo q u e ap o y a rse p a ra evitar el retorno
del antiguo rég im en . Este fenóm eno, adem ás, p a re c e p e c u liar en
g e n e ra l así a la revolución b u rg u e sa com o a la revolución
socialista, a ju zg ar p o r las co nsecuencias m ejor definidas y m ás
e sta b les d el abatim iento d e la feu d alid ad en la E uropa central y
del zarism o e n Rusia. D irigidas y actuadas prin cip alm en te p o r la
b u rg u esía u rb a n a y el p ro le taria d o urbano, una y otra revolución
han tenido com o inm ediatos usufructuarios a los cam pesinos.
Particularm ente e n Rusia, ha sido é sta la clase que ha co sech ad o
los p rim ero s frutos d e la revolución bolchevique, d e b id o a que en
e se p aís no se h a b ía o p e ra d o aún una revolución b u rg u e sa q u e a
su tiem po h u b ie ra liquidado la feu d alid ad y el absolutism o e
instaurado en su lugar un rég im en dem o-liberal.
Pero, p a ra q u e la revolución dem o -lib eral haya tenido estos
efectos, dos p rem isas han sido necesarias: la existencia d e una
b u rg u esía consciente d e los fines y los in te re se s d e su acción y la
existencia d e un e sta d o d e ánim o revolucionario en la clase
cam p esin a y, so b re todo, su reivindicación del d e re c h o a la tierra
en térm inos incom patibles con el p o d e r d e la aristocracia
terrate n ie n te. En el Perú, m enos todavía que en otros p a íse s de
A m érica, la revolución d e la in d e p e n d e n c ia no re sp o n d ía a estas
p rem isas. La revolución h a b ía triunfado p o r la o b lig ad a
so lid arid ad continental d e los p u e b lo s q u e se re b e la b a n contra el
dom inio d e E spaña y p o rq u e las circunstancias políticas y
económ icas d el m undo tra b a ja b a n a su favor. El nacionalism o
continental d e los revolucionarios hisp an o am erican o s se ju n ta b a a
e sa m ancom unidad forzosa d e sus destinos, p a ra nivelar a los
p u e b lo s m ás avanzados e n su m archa al capitalism o con los m ás
re tra sa d o s en la m ism a vía.
E studiando la revolución a rg en tin a y p o r e n d e , la am ericana,
E cheverría clasifica las clases en la siguiente forma: "La so c ie d a d
am ericana -dice- e sta b a dividida en tres clases o p uestas en
in te rese s, sin vínculo alguno d e so ciab ilid ad m oral y política.
C om ponían la p rim e ra los togados, el clero y los m andones; la
se g u n d a los en riq u ecid o s p o r el m onopolio y el cap rich o d e la
fortuna; la te rc e ra los villanos, llam ados 'gauchos' y 'com padritos'
en el Río d e la Plata, 'cholos' en el Perú, 'rotos' en Chile, 'léperos'
en M éxico. Las castas in d íg en as y africanas e ra n esclavas y tenían
una existencia extrasocial. La p rim e ra g o zab a sin p ro d u cir y tenía
el p o d e r y fuero del hidalgo. Era la aristocracia com puesta en su
m ayor p a rte d e e sp añ o le s y d e m uy p ocos am ericanos. La
se g u n d a gozaba, e je rcie n d o tranquilam ente su industria o
com ercio, e ra la clase m edia que se se n ta b a e n los cabildos; la
te rc e ra , única p ro d u cto ra p o r el trab ajo m anual, com poníase d e
artesan o s y p ro letario s d e todo g én ero . Los d e sce n d ien te s
am ericanos d e las dos p rim e ra s clases q u e rec ib ía n alguna
ed u cació n en A m érica o en la Península, fueron los que
levantaron el e sta n d a rte d e la revolución" (10).
La revolución am ericana, en vez d el conflicto e n tre la nobleza
te rra te n ie n te y la b u rg u esía com erciante, p rodujo e n m uchos
casos su colaboración, ya p o r la im p reg n ació n d e id ea s lib e rale s
que ac u sa b a la aristocracia, ya p o rq u e ésta en m uchos casos no
veía e n e sa revolución sino un m ovim iento d e em ancipación d e la
corona d e E spaña. La po b lació n cam pesina, q u e en el Perú e ra
indígena, no tenía en la revolución una p re se n c ia d irecta, activa.
El p ro g ra m a revolucionario no re p re s e n ta b a sus reivindicaciones.
Mas e ste p ro g ra m a se in sp irab a en el id ea rio lib eral. La
revolución no p o d ía p re sc in d ir d e principios q u e c o n sid e rab a n
ex isten tes reivindicaciones ag rarias, fundadas en la n e c e sid a d
p ráctica y en la justicia teó rica d e lib e ra r el dom inio d e la tierra
d e las tra b a s feudales. La R epública insertó en su estatuto estos
principios. El Perú no tenía una clase b u rg u e sa q u e los aplicase
en arm onía con sus in te re se s económ icos y su doctrina política y
jurídica. P ero la R epública -p o rq u e e ste e ra el curso y el m andato
d e la historia- d e b ía constituirse s o b re principios lib e rale s y
b u rg u ese s. Sólo q u e las con secu en cias prácticas d e la revolución
en lo que se rela cio n a b a con la p ro p ie d a d a g raria, no po d ían
d e ja r d e d e te n e rs e en el lím ite q u e les fijaban los in te re se s d e los
g ra n d e s p ro p ietario s.
Por esto, la política d e desvinculación d e la p ro p ie d a d agraria,
im puesta p o r los fundam entos políticos d e la R epública, no atacó
al latifundio. Y -aunque en com pensación las nuevas leyes
o rd e n a b a n el re p a rto d e tie rra s a los indígenas- atacó, e n cam bio,
en el n o m b re d e los postulados lib e rale s, a la "com unidad".
Se inauguró así un rég im en que, cu alesq u iera que fuesen sus
principios, e m p e o ra b a en cierto g ra d o la condición d e los
in d íg en as en vez d e m ejorarla. Y esto no e ra culpa del id ea rio que
in sp irab a la nueva política y que, rec tam e n te aplicado, d e b ía
h a b e r d a d o fin al dom inio feudal d e la tie rra convirtiendo a los
in d íg en as en p e q u e ñ o s p ropietarios.
La nueva política abolía form alm ente las "mitas", encom iendas,
etc. C o m p ren d ía un conjunto d e m ed id as q u e significaban la
em ancipación del in d íg e n a com o siervo. P ero com o, d e otro lado,
d e ja b a intactos el p o d e r y la fuerza d e la p ro p ie d a d feudal,
invalidaba sus p ro p ia s m ed id as d e p ro tecció n d e la p e q u e ñ a
p ro p ie d a d y d el tra b a ja d o r d e la tierra.
La aristocracia terrate n ie n te, si no sus privilegios d e principio,
c o n serv a b a sus p o siciones d e hecho. Seguía siendo e n el P erú la
clase dom inante. La revolución no h a b ía realm en te elev ad o al
p o d e r a una nueva clase. La b u rg u esía profesional y com erciante
e ra m uy d é b il p a ra g o b e rn a r. La abolición d e la se rv id u m b re no
p a sab a , p o r esto, d e se r una d eclaració n teórica. P orque la
revolución no h a b ía tocado el latifundio. Y la se rv id u m b re no es
sino una d e las c aras d e la feudalidad, p e ro no la feudalidad
misma.
POLITICA AGRARIA DE LA REPUBLICA

D urante el p e río d o d e caudillaje m ilitar q u e siguió a la revolución


d e la in d ep e n d e n c ia , no p u d o ló gicam ente d e sarro llarse , ni
e sb o za rse siquiera, una política lib e ral so b re la p ro p ie d a d
ag raria. El caudillaje m ilitar e ra el pro d u cto natural d e un p erío d o
revolucionario que no h a b ía p o d id o c re a r una nueva clase
dirig en te. El p o d e r, d en tro d e esta situación, tenía q u e ser
e je rcid o p o r los m ilitares d e la revolución que, d e un lado,
g o zaban d el p restig io m arcial d e sus lau re le s d e g u e rra y, d e otro
lado, e sta b a n en g ra d o d e m an te n erse en el g o b iern o p o r la
fuerza d e las arm as. Por supuesto, el caudillo no p o d ía su stra erse
al influjo d e los in te re se s d e clase o d e las fuerzas históricas en
contraste. Se a p o y a b a e n el liberalism o inconsistente y retórico
del dem os u rb an o o el conservantism o colonialista d e la casta
terrate n ie n te. Se in sp irab a en la clientela d e tribunos y a b o g a d o s
d e la d em o cracia citadina o d e literatos y ré to re s d e la
aristocracia latifundista. Porque, en el conflicto d e in te re se s en tre
lib e ra le s y c o n serv ad o res, faltaba una d ire c ta y activa
reivindicación cam pesina q u e o b lig ase a los p rim ero s a incluir en
su p ro g ra m a la red istrib u ció n d e la p ro p ie d a d agraria.
Este p ro b le m a b ásico h a b ría sido adv ertid o y a p re c ia d o d e todos
m odos p o r un estad ista su p erior. Pero ninguno d e nuestros
caciq u es m ilitares de e ste p e río d o lo era.
El caudillaje m ilitar, p o r otra p arte, p a re c e o rg án icam en te
incapaz d e una reform a d e esta e n v e rg a d u ra q u e re q u ie re ante
todo un avisado criterio jurídico y económ ico. Sus violencias
p ro d u c e n una atm ósfera a d v e rsa a la e x p erim en tació n d e los
principios d e un d e re c h o y d e una econom ía nuevos. V asconcelos
o b se rv a a e ste re sp e c to lo siguiente: "En el o rd e n económ ico es
constantem ente el caudillo el p rincipal sostén d el latifundio.
A unque a v e c es se p ro clam en en em ig o s d e la p ro p ie d a d , casi no
hay caudillo q u e no rem a te e n h a c en d a d o . Lo cierto es q u e el
p o d e r m ilitar tra e fatalm ente consigo el delito d e apropiación
exclusiva d e la tierra; llám ese el soldado, caudillo. Rey o
E m perador: despotism o y latifundio son térm inos correlativos. Y
es natural, los d e re c h o s económ icos, lo m ism o q u e los políticos,
sólo se p u e d e n co n serv ar y d e fe n d e r d en tro d e un rég im en d e
lib ertad . El absolutism o conduce fatalm ente a la m iseria d e los
m uchos y al boato y al abuso d e los pocos. Sólo la d em o cracia a
p e s a r d e todos sus defectos ha p o d id o a c erc arn o s a las m ejores
realizaciones d e la justicia social, p o r lo m enos la dem o cracia
antes d e q u e d e g e n e re en los im perialism os d e las rep ú b lica s
d em asiad o p ró sp e ra s q u e se v e n ro d e a d a s d e p u e b lo s en
d e c ad e n c ia . De to d as m aneras, e n tre nosotros el caudillo y el
g o b iern o d e los m ilitares han c o o p e ra d o al d esarro llo del
latifundio. Un ex am en siq u iera superficial d e los títulos d e
p ro p ie d a d d e nuestros g ra n d e s terrate n ie n tes, b a sta ría p a ra
d em o strar que casi todos d e b e n su h a b e r, e n un principio, a la
m e rc e d d e la C orona española, d e sp u é s a concesiones y favores
ilegítim os ac o rd a d o s a los g e n e ra le s influyentes d e nuestras
falsas rep ú b licas. Las m e rc e d e s y las concesiones se han
a c o rd ad o , a c a d a paso, sin te n e r e n cuenta los d e re c h o s d e
p o b lacio n es e n te ras d e in d íg en as o d e m estizos que c a re c ie ro n
d e fuerza p a ra h a c e r v a le r su dom inio" (11).
Un nuevo o rd e n jurídico y económ ico no p u e d e ser, en todo caso,
la o b ra d e un caudillo sino d e una clase. C uando la clase existe, el
caudillo funciona com o su in té rp re te y su fiduciario. No es ya su
arbitrio p erso n al, sino un conjunto d e in te re se s y n e c e sid a d e s
colectivas lo q u e d e c id e su política. El Perú care c ía d e una clase
b u rg u e sa capaz d e organizar un E stado fuerte y apto. El
m ilitarism o re p re s e n ta b a un o rd e n elem ental y provisorio, que
ap e n as d e ja se d e se r in d isp en sab le, tenía q u e se r sustituido po r
un o rd e n m ás avanzado y orgánico. No e ra p o sib le que
c o m p re n d ie se ni c o n sid e rase siq u iera el p ro b le m a agrario.
P roblem as rudim entarios y m om entáneos a c a p a ra b a n su lim itada
acción. C on Castilla rindió su m áxim o fruto el caudillaje m ilitar.
Su oportunism o sagaz, su m alicia aguda, su espíritu mal cultivado,
su em pirism o absoluto, no le consintieron p rac tic a r hasta el fin
una política liberal. Castilla se dio cuenta d e q u e los lib e ra le s d e
su tiem po constituían un cenáculo, una agrup ación, m as no una
clase. Esto le indujo a evitar con cautela todo acto seriam en te
opuesto a los in te re se s y principios d e la clase co n servadora.
Pero los m éritos d e su política re sid e n en lo q u e tuvo d e
refo rm ad o ra y p ro g re sista . Sus actos d e m ayor significación
histórica, la abolición d e la esclavitud d e los n e g ro s y d e la
contribución d e in d ígenas, re p re s e n ta n su actitud liberal.
D esd e la p rom ulgación del C ódigo Civil se entró en el Perú en un
p erío d o d e organización g radual. Casi no h ace falta re m a rc a r que
esto ac u sa b a e n tre otras cosas la d e c a d e n c ia d el m ilitarism o. El
C ódigo, in sp irad o en los m ism os principios q u e los p rim ero s
d e c re to s d e la R epública s o b re la tierra, reforzaba y continuaba la
política d e desvinculación y m ovilización d e la p ro p ie d a d agraria.
U garte, reg istra n d o las co n secu en cias d e e ste p ro g re so d e la
legislación nacional en lo q u e co n ciern e a la tierra, anota q u e el
C ódigo "confirm ó la abolición leg al d e las com unidades
in d íg en as y d e las vinculaciones d e dom inio; innovando la
legislación p re c e d e n te , estab leció la ocupación com o uno d e los
m odos d e adquirir los in m uebles sin dueño; en las re g la s so b re
sucesiones, trató d e favo-recer la p e q u e ñ a p ro p ie d a d " (12).
Francisco G arcía C ald eró n atrib u y e al C ódigo Civil efectos que
en v e rd a d no tuvo o que, p o r lo m enos, no rev istiero n el alcance
radical y absoluto q u e su optim ism o les asigna: "La constitución -
e sc rib e - h a b ía d estru id o los privilegios y la ley civil dividía las
p ro p ie d a d e s y a rru in ab a la ig u ald a d d e d e re c h o e n las familias.
Las co n secu en cias d e esta disposición eran, e n el o rd e n político,
la con d en ació n d e toda oligarquía, d e to d a aristocracia d e los
latifundios; en el o rd e n social, la ascensión d e la b u rg u e sía y del
m estizaje". "Bajo el asp ecto económ ico, la partición igualitaria d e
las su cesio n es favoreció la form ación d e la p e q u e ñ a p ro p ie d a d
antes e n tra b a d a p o r los g ra n d e s dom inios señoriales" (13).
Esto e sta b a sin d u d a e n la intención d e los codificadores del
d e re c h o e n el Perú. P ero el C ódigo Civil no es sino uno d e los
instrum entos d e la política lib e ral y d e la p rác tic a capitalista.
Com o lo re c o n o c e U garte, e n la legislación p e ru a n a "se v e el
p ropósito d e fav o recer la dem ocratización d e la p ro p ie d a d rural,
pero p o r m edios puram ente negativos ab o lien d o las tra b a s m ás
b ien que p resta n d o a los agricu lto res una pro tecció n
positiva" (14). En ninguna p a rte la división d e la p ro p ie d a d
ag raria, o m ejor, su redistribución, ha sido p o sib le sin leyes
e sp ec iale s d e e x p ro p iació n q u e han transferido el dom inio del
suelo a la clase que lo trabaja.
No ob stan te el C ódigo, la p e q u e ñ a p ro p ie d a d no ha p ro sp e ra d o
en el Perú. Por el contrario, el latifundio se ha consolidado y
extendido. Y la p ro p ie d a d d e la com unidad in d íg e n a ha sido la
única q u e ha sufrido las co n secuencias d e e ste liberalism o
deform ado.

LA GRAN PROPIEDAD Y EL PODER POLITICO

Los dos factores que se o p u siero n a q u e la revolución d e la


in d e p e n d e n c ia p lan te ara y a b o rd a ra en el P erú el p ro b le m a
a g rario -extrem a incipiencia d e la b u rg u esía u rb an a y situación
extrasocial, com o la define E cheverría, d e los indígenas-,
im pidieron m ás ta rd e q u e los g o b iern o s d e la R epública d e s a ­
rro llasen una política d irig id a en alguna form a a una distribución
m enos desig u al e injusta de la tierra.

D urante el p e río d o d el caudillaje m ilitar, en vez d e fo rtalecerse el


dem os urb an o , se ro b u steció la aristocracia latifundista. En p o d e r
d e ex tran jero s el com ercio y la finanza, no e ra p o sib le
económ icam ente el surgim iento d e una v ig o ro sa b u rg u esía
urb an a. La ed u cació n española, ex trañ a rad icalm en te a los fines y
n e c e sid a d e s del industrialism o y d el capitalism o, no p re p a ra b a
com erciantes ni técnicos sino a b o g a d o s, literatos, teólogos, etc.
Estos, a m enos d e sentir una e sp ec ial vocación p o r el jacobinism o
o la dem ag o g ia, ten ían q u e constituir la clientela d e la casta
p ro p ietaria. El capital com ercial, casi exclusivam ente extranjero,
no p o d ía a su vez h a c e r otra cosa q u e e n te n d e rs e y aso ciarse con
esta aristocracia que, p o r otra p a rte , tácita o explícitam ente,
c o n serv a b a su p red o m in io político. Fue así com o la aristocracia
te rra te n ie n te y sus ralliés resu ltaro n usufructuarios d e la política
fiscal y d e la explotación del guano y d el salitre. Fue así tam bién
com o e sta casta, forzada p o r su rol económ ico, asum ió en el Perú
la función d e clase b u rg u esa , au nque sin p e rd e r sus re sa b io s y
prejuicios coloniales y aristocráticos. Fue así, e n fin, com o las
categ o rías b u rg u esa s u rb an a s -profesionales, com erciantes-
concluyeron p o r se r a b so rb id a s p o r el civilismo.
El p o d e r d e esta clase -civilistas o "neogodos"- p ro c e d ía en b u e n a
cuenta d e la p ro p ie d a d d e la tierra. En los p rim ero s años d e la
In d ep e n d e n c ia , no e ra p rec isam e n te una clase d e capitalistas sino
una clase d e p ro p ietario s. Su condición d e clase p ro p ie taria -y no
d e clase ilustrada- le h a b ía consentido solidarizar sus in te rese s
con los d e los com erciantes y p restam istas e x tran jero s y traficar a
e ste título con el Estado y la riqueza pública. La p ro p ie d a d d e la
tierra, d e b id a al V irreinato, le h a b ía d a d o bajo la R epública la
p o sesió n d el capital com ercial. Los privilegios d e la C olonia
h ab ían e n g e n d ra d o los privilegios d e la R epública.
Era, p o r consiguiente, natural e instintivo e n esta clase el criterio
m ás c o n serv a d o r re sp e c to al dom inio d e la tierra. La subsistencia
d e la condición extrasocial d e los indígenas, d e otro lado, no
oponía a los in te re se s feudales d el latifundism o las
reivindicaciones d e m asas cam p esin as conscientes.
Estos han sido los factores p rin c ip ale s d el m antenim iento y
d esarro llo d e la g ran p ro p ie d a d . El liberalism o d e la legislación
rep u b lican a, in erte ante la p ro p ie d a d feudal, se sentía activo sólo
ante la p ro p ie d a d com unitaria. Si no p o d ía n a d a contra el
latifundio, p o d ía m ucho contra la "com unidad". En un p u e b lo d e
tradición com unista, disolver la "com unidad" no servía a c re a r la
p e q u e ñ a p ro p ie d a d . No se transform a artificialm ente a una
so cied ad . M enos aún a una so c ie d a d cam pesina, profundam ente
a d h e rid a a su tradición y a sus instituciones jurídicas. El
individualism o no ha tenido su o rig e n e n ningún país ni e n la
C onstitución d el E stado ni en el C ódigo Civil. Su form ación ha
tenido sie m p re un p ro c e so a la vez m ás com plicado y m ás
espontáneo. D estruir las com unida-des no significaba convertir a
los in d íg e n a s en p e q u e ñ o s p ro p ie tario s y ni siq u iera en
asalariados lib res, sino e n tre g a r sus tie rra s a los g am onales y a su
clientela. El latifundista en c o n trab a así, m ás fácilm ente, el m odo
d e vincular el in d íg e n a al latifundio.
Se p re te n d e que el re so rte d e la concentración d e la p ro p ie d a d
a g ra ria en la costa ha sido la n e c e sid a d d e los p ro p ie tario s d e
d isp o n e r pacíficam ente d e suficiente can tid ad d e agua. La
agricultura d e rieg o , en valles form ados p o r ríos d e escaso
caudal, ha determ in ad o , se g ú n esta tesis, el florecim iento d e la
g ran p ro p ie d a d y el sofocam iento d e la m ed ia y la p e q u e ñ a . Pero
esta es una tesis e sp e c io sa y sólo e n m ínim a p a rte exacta. Porque
la razón técnica o m aterial q u e superestim a, únicam ente influye
en la co ncentración d e la p ro p ie d a d d e s d e q u e se han
e sta b lec id o y d e sarro llad o en la costa vastos cultivos industriales.
Antes d e q u e estos p ro sp e ra ra n , antes d e q u e la ag ricultura d e la
costa a d q u iriera una organización capitalista, el móvil d e los
rie g o s e ra d em asiad o d é b il p a ra d e c id ir la co ncentración d e la
p ro p ie d a d . Es cierto que la e scasez d e las aguas d e reg a d ío , p o r
las dificultades d e su distribución e n tre m últiples reg a n tes,
favorece a la g ran p ro p ie d a d . Mas no es cierto q u e ésta sea el
o rig e n d e q u e la p ro p ie d a d no se haya subdividido. Los o ríg e n e s
del latifundio costeño se rem ontan al rég im en colonial. La
d e sp o b la c ió n d e la costa, a co n secu en cia d e la p rác tic a colonial,
he ahí, a la vez q u e una d e las consecuencias, una d e las razones
del rég im en d e g ran p ro p ie d a d . El p ro b le m a d e los brazos, el
único q u e ha sentido el terra te n ie n te costeño, tien e todas sus
raíc es en el latifundio. Los te rra te n ie n te s quisiero n reso lv erlo con
el esclavo n e g ro en los tiem pos d e la colonia, con el culi chino en
los d e la rep ú b lica . Vano em peño. No se p u e b la ya la tie rra con
esclavos. Y so b re todo no se la fecunda. D ebido a su política, los
g ra n d e s p ro p ie tario s tien en en la costa to d a la tie rra q u e se
p u e d e p o se er; p e ro en cam bio no tien en h o m b re s b astan tes p a ra
vivificarla y explotarla. Esta es la defen sa d e la g ra n p ro p ie d a d .
Mas es tam b ién su m iseria y su tara.
La situación a g ra ria d e la sie rra d em u estra, p o r otra p arte, lo
artificioso d e la tesis antecitada. En la sie rra no existe el p ro b le m a
del agua. Las lluvias ab u n d an tes p erm iten, al latifundista com o al
com unero, los m ism os cultivos. Sin e m b a rg o , tam b ién en la sie rra
se constata el fenóm eno d e concentración d e la p ro p ie d a d
ag raria. Este hech o p ru e b a el c a rá c te r esen cialm en te político-
social d e la cuestión.
El d esarro llo d e cultivos industriales, d e una agricultura d e
exportación, en las h acien d as d e la costa, a p a re c e ín teg ram en te
su b o rd in ad o a la colonización económ ica d e los p a íse s d e
A m érica Latina p o r el capitalism o occidental. Los co m ercian tes y
p restam istas británicos se in te resa ro n p o r la explotación d e estas
tie rra s cuando co m p ro b a ro n la p o sib ilid ad d e d e d ic a rla s con
v entaja a la p ro d u cció n d e azúcar p rim e ro y d e alg o d ó n d e sp u és.
Las hip o tecas d e la p ro p ie d a d a g ra ria las colocaban, en b u e n a
p arte, d e s d e é p o c a m uy lejana, bajo el control d e las firm as
ex tran jeras. Los h acen d ad o s, d e u d o re s a los com erciantes,
p restam istas extranjeros, servían d e interm ediarios, casi d e
yanacones, al capitalism o anglosajón p a ra a se g u ra rle la
explotación d e cam pos cultivados a un costo mínimo p o r b ra c e ro s
esclavizados y m iserab les, curvados so b re la tie rra bajo el látigo
d e los "negreros" coloniales.
Pero e n la costa el latifundio ha alcanzado un g ra d o m ás o m enos
avanzado d e técnica capitalista, aunque su explotación re p o s e
aún so b re prácticas y principios feudales. Los coeficientes d e
p ro d u cció n d e algodón y caña c o rre sp o n d e n al sistem a
capitalista. Las e m p re sas cuentan con capitales p o d e ro so s y las
tie rra s son tra b a ja d a s con m áquinas y pro ced im ien to s m odernos.
Para el beneficio d e los p ro d u cto s funcionan p o d e ro sa s plantas
industriales. M ientras tanto, en la sie rra las cifras d e p ro ducción
d e las tierras d e latifundio no son g e n e ra lm e n te m ayores a las d e
tie rra s d e la com unidad. Y, si la justificación d e un sistem a d e
p ro d u cció n está en sus resultados, com o lo q u iere un criterio
económ ico objetivo, e ste solo dato co n d en a en la sie rra d e
m an era irre m e d ia b le el rég im en d e p ro p ie d a d agraria.

LA "COMUNIDAD" BAJO LA REPUBLICA

H em os visto ya cóm o el liberalism o form al d e la legislación


rep u b lica n a no se ha m ostrado activo sino frente a la "com unidad"
indígena. P u ed e d e c irse q u e el co ncepto d e p ro p ie d a d individual
casi ha tenido una función antisocial e n la R epública a causa d e su
conflicto con la subsistencia d e la "com unidad". En efecto, si la
disolución y ex p ro p iació n d e é sta h u b iese sido d e c re ta d a y
realizad a p o r un capitalism o e n vigoroso y autónom o crecim iento,
h a b ría a p a re c id o com o una im posición del p ro g re s o económ ico.
El indio en to n ces h a b ría p a sa d o d e un rég im en mixto d e
com unism o y se rv id u m b re a un rég im en d e salario lib re. Este
cam bio lo h a b ría desnaturalizado un poco; p e ro lo h a b ría p u esto
en g ra d o d e organizarse y e m an cip arse com o clase, p o r la vía d e
los d em ás p ro letariad o s d el m undo. En tanto, la e x p ro p iació n y
ab so rció n g rad u a les d e la "com unidad" p o r el latifundism o, d e un
lado lo hundía m ás en la se rv id u m b re y d e otro d estru ía la
institución económ ica y ju ríd ica q u e sa lv a g u a rd a b a e n p a rte el
espíritu y la m ateria d e su antigua civilización (15).
D urante el p e río d o rep u b lican o , los e scrito res y leg isla d o res
nacionales han m ostrado una ten d e n c ia m ás o m enos uniform e a
co n d e n ar la "com unidad" com o un rezag o d e una so c ie d a d
prim itiva o com o una supervivencia d e la organización colonial.
Esta actitud ha resp o n d id o en unos casos al in terés del
gam onalism o te rra te n ie n te y en otros al pen sam ien to
individualista y lib e ral que do m in ab a autom áticam ente una
cultura dem asiad o v e rb a lista y estática.
Un estudio d el d octor M. V. Villarán, uno d e los intelectuales que
con m ás aptitud crítica y m ayor co h e re n c ia doctrinal re p re s e n ta
e ste pen sam ien to en n u estra p rim e ra centuria, señaló el principio
d e una revisión p ru d e n te d e sus conclusiones re sp e c to a la
"com unidad" indígena. El d octor V illarán m antenía teóricam ente
su posición liberal, p ro p u g n an d o e n principio la individualización
d e la p ro p ie d a d , p e ro p rácticam en te a c e p ta b a la p ro tecció n d e
las com unidades contra el latifundism o, reco n o cién d o les una
función a la q u e el E stado d e b ía su tutela.
Mas la p rim e ra defen sa o rg án ica y do cu m en tad a d e la com unidad
in d íg e n a tenía q u e in sp irarse en el pen sam ien to socialista y
re p o s a r e n un estudio co n creto d e su naturaleza, efectuado
conform e a los m étodos d e investigación d e la sociología y la
econom ía m odernas. El libro d e H ild eb ran d o C astro Pozo,
Nuestra Comunidad Indígena, así lo co m p ru eb a. C astro Pozo, en
e ste in te resa n te estudio, se p re s e n ta exento d e p rec o n c e p to s
lib erales. Esto le p erm ite a b o rd a r el p ro b le m a d e la "com unidad"
con una m ente ap ta p a ra v alo rarla y e n te n d e rla . C astro Pozo, no
sólo nos d e s c u b re que la "com unidad" in d íg en a, m alg rad o los
ataq u es d el form alism o lib e ral p u esto al servicio d e un rég im en
d e feudalidad, es todavía un organism o viviente, sino que, a p e s a r
del m edio hostil d en tro d el cual v e g e ta sofocada y deform ada,
m anifiesta e sp o n tá n e am e n te e v id e n tes p o sib ilid a d e s de
evolución y desarrollo.
Sostiene C astro Pozo, que "el ayllu o com unidad, ha conservado
su natural idiosincrasia, su c a rá c te r d e institución casi fam iliar en
cuyo seno continuaron subsistentes, d e sp u é s d e la conquista, sus
p rin cip ales factores constitutivos" (16).
En esto se p rese n ta, pues, d e a c u erd o con V alcárcel, cuyas
pro p o sicio n es re sp e c to del ayllu, p a re c e n a algunos
ex cesiv am en te dom inadas p o r su id eal d e resurgim iento
indígena.
¿Q ué son y cóm o funcionan las "com unidades" actualm ente?
C astro Pozo c re e q u e se les p u e d e distinguir conform e a la
siguiente clasificación: "Prim ero.p;C om unidades agrícolas;
S egundo.p; C om unidades agrícolas g a n a d era s; T ercero.p;
C om unidades d e p asto s y aguas; y C uarto.p; C om unidades d e
usufructuación. D eb ien d o te n e rs e e n cuenta q u e en un p aís com o
el nuestro, d o n d e una m ism a institución a d q u ie re diversos
c a ra c te res, seg ú n el m edio en q u e se ha d esarro llad o , ningún tipo
d e los q u e en esta clasificación se p resu m e se e n cu en tra en la
realid ad , tan p rec iso y distinto d e los otros que, p o r sí solo,
p u d ie ra o b jetiv arse en un m odelo. Todo lo contrario, en el p rim er
tipo d e las com unidades agrícolas se e n c u en tra n c a ra c te res
c o rre sp o n d ie n te s a los otros y en éstos, algunos co n cern ien tes a
aquél; p e ro com o el conjunto d e factores ex tern o s ha im puesto a
c ad a uno d e estos g ru p o s un d eterm in ad o g é n e ro d e vid a en sus
costum bres, usos y sistem as d e trabajo, en sus p ro p ie d a d e s e
industrias, p rim an los c a ra c te re s agrícolas, g a n a d ero s, g a n a d ero s
en pastos y aguas com unales o sólo los dos últim os y los d e falta
absoluta o relativa d e p ro p ie d a d d e las tie rra s y la usufructuación
d e éstas p o r el "ayllu" que, in d u d ab le m e n te, fue su único
propietario" (17).
Estas d iferencias se han ven id o ela b o ran d o no p o r evolución o
d e g e n e ra c ió n natural d e la antigua "com unidad", sino al influjo d e
una legislación d irig id a a la individualización d e la p ro p ie d a d y,
so b re todo, p o r efecto d e la ex p ro p iació n d e las tie rra s
com unales en favor del latifundism o. D em uestran, p o r e n d e , la
vitalidad d el com unism o in d íg e n a q u e im pulsa inv ariab lem en te a
los a b o ríg e n e s a v aria d as form as d e c o o p eració n y asociación. El
indio, a p e s a r d e las ley es d e cien años d e rég im en rep u b lican o ,
no se ha hech o individualista. Y esto no p ro v ie n e d e q u e sea
refractario al p ro g re so com o p re te n d e el sim plism o d e sus
in te resa d o s d e tra cto res. D ep en d e, m ás bien, d e que el
individualism o, bajo un rég im en feudal, no e n c u en tra las
condiciones n e c esa ria s p a ra afirm arse y d e sarro llarse . El
com unism o, e n cam bio, ha se g u id o siendo p a ra el indio su única
defensa. El individualism o no p u e d e p ro sp e ra r, y ni siq u iera
existe efectivam ente, sino d e n tro d e un rég im en d e lib re
concurrencia. Y el indio no se ha sentido nunca m enos lib re que
cuando se ha sentido solo.
Por esto, en las a ld eas in d íg en as d o n d e se a g ru p a n fam ilias e n tre
las cuales se han extinguido los vínculos d el patrim onio y del
trab ajo com unitarios, su bsisten aún, ro b u sto s y ten aces, hábitos
d e c o o p eració n y so lid arid ad que son la e x p re sió n em p írica d e
un espíritu com unista. La com unidad c o rre sp o n d e a e ste espíritu.
Es su órgano. C uando la ex p ro p iació n y el re p a rto p a re c e n
liquidar la com unidad, el socialism o in d íg e n a e n c u en tra sie m p re
el m edio d e reh a c e rla , m an ten erla o su b ro g arla. El trab ajo y la
p ro p ie d a d e n com ún son reem p lazad o s p o r la coo p eració n e n el
trab ajo individual. Com o e sc rib e C astro Pozo: "la co stu m b re ha
q u e d a d o re d u c id a a las "mingas" o reu n io n es d e todo el ayllu
p a ra h a c e r gratuitam ente un trab ajo e n el cerco, aceq u ia o casa
d e algún com unero, el cual q u e h a c e r efectúan al son d e a rp a s y
violines, consum iendo algunas a rro b a s d e a g u a rd ien te s d e caña,
cajetillas d e cig arro s y m ascadas d e coca". Estas co stu m b res han
llevado a los in d íg en as a la p ráctica -incipiente y rudim entaria
p o r supuesto- d el contrato colectivo d e trabajo, m ás b ien q u e del
contrato individual. No son los individuos aislados los que
alquilan su trab ajo a un p ro p ie tario o contratista; son
m ancom unadam ente todos los h o m b re s útiles d e la "parcialidad".

LA "COMUNIDAD" Y EL LATIFUNDIO

La d efen sa d e la "com unidad" in d íg e n a no re p o sa en principios


ab stracto s d e justicia ni e n sentim entales co n sid eracio n es
tradicionalistas, sino en razones concretas y prácticas d e o rd e n
económ ico y social. La p ro p ie d a d com unal no re p re s e n ta e n el
Perú una econom ía prim itiva a la q u e haya reem p lazad o
g rad u alm en te una econom ía p ro g re siv a fundada d e la p ro p ie d a d
individual. No; las com unidades han sido d e sp o ja d a s d e sus
tie rra s e n p ro v ech o del latifundio feudal o sem ifeudal,
constitucionalm ente incapaz de p ro g re so técnico (18).
En la costa, el latifundio ha evolucionado -d e s d e el punto d e vista
d e los cultivos-, d e la rutina feudal a la técn ica capitalista,
m ientras la com unidad in d íg e n a ha d e sa p a re c id o com o
explotación com unista d e la tierra. Pero en la sierra, el latifundio
ha co n serv ad o ín teg ram en te su c a rá c te r feudal, opon ien d o una
resisten cia m ucho m ayor q u e la "com unidad" al desenvolvim iento
d e la econom ía capitalista. La "com unidad", en efecto, cuando se
ha articulado, p o r el p aso d e un ferrocarril, con el sistem a
com ercial y las vías d e tra n sp o rte centrales, ha lle g a d o a
transform arse e sp o n tán eam en te, e n una cooperativa. C astro Pozo,
que com o jefe d e la sección d e asuntos in d íg en as del M inisterio
d e Fom ento acopió a b u n d a n te s datos so b re la v id a d e las
com unidades, señ ala y d e sta c a el sugestivo caso d e la p arcialid ad
d e M uquiyauyo, d e la cual d ice q u e p re s e n ta los c a ra c te re s d e las
cooperativas d e producción, consum o y crédito. "Dueña d e una
m agnífica instalación o planta e léctrica e n las orillas del M antaro,
p o r m edio d e la cual p ro p o rc io n a luz y fuerza motriz, p a ra
p e q u e ñ a s industrias a los distritos d e Jauja, C oncepción, Mito,
M uquí, Sincos, H uaripam pa y M uquiyauyo, se ha transform ado en
la institución com unal p o r excelencia; en la q u e no se han
relajad o sus co stu m b res in d ígenas, y antes b ien han a p ro v e ­
chado d e ellas p a ra llevar a cab o la o b ra d e la em p resa; han
sab id o d isp o n e r d el d in ero q u e p o seían em p leán d o lo en la
adquisición d e las g ra n d e s m aquinarias y ah o rrad o el valor d e la
m ano d e o b ra q u e la p a rc ialid ad ha ejecutado, lo m ism o que si se
tra tara d e la construcción d e un edificio com unal: p o r m ingas en
las q u e hasta las m u jeres y niños han sido elem entos útiles en el
a c a rre o de los m ateriales de construcción" (19)-
La com paración d e la "com unidad" y el latifundio com o e m p re sa
d e p ro d u cció n agrícola, es d esfav o rab le p a ra el latifundio. D entro
del ré g im e n capitalista, la g ran p ro p ie d a d sustituye y d esalo ja a
la p e q u e ñ a p ro p ie d a d agrícola p o r su aptitud p a ra intensificar la
p ro d u cció n m ediante el em p leo d e una técnica avanzada d e
cultivo. La industrialización d e la agricultura, tra e a p a re ja d a la
concentración d e la p ro p ie d a d agraria. La g ran p ro p ie d a d
a p a re c e en to n ces justificada p o r el in te rés d e la producción.
identificado, teó ricam en te p o r lo m enos, con el in terés d e la
so cied ad . Pero el latifundio no tien e el m ism o efecto, ni resp o n d e ,
p o r consiguiente, a una n e c e sid a d económ ica. Salvo los casos d e
las h acien d as d e caña -que se d e d ic a n a la p ro d u cció n d e
a g u a rd ien te con destino a la intoxicación y em brutecim iento del
cam pesino indígena-, los cultivos d e los latifundios serran o s son
g e n e ra lm e n te los m ism os d e las com unidades. Y las cifras d e la
p ro d u cció n no difieren. La falta d e estadística agrícola no p erm ite
e sta b le c e r con exactitud las d iferencias p arciales; p e ro todos los
datos d isp o n ib les autorizan a so ste n e r q u e los ren dim ientos d e
los cultivos d e las com unidades, no son, en su prom edio,
inferiores a los cultivos d e los latifundios. La única estad ística d e
p ro d u cció n d e la sierra, la d el trigo, sufraga e sta conclusión.
C astro Pozo, resu m ie n d o los datos d e esta estadística e n 1917-
p;18, e sc rib e lo siguiente: "La co sech a resultó, térm ino m edio, en
450 y 580 kilos p o r c a d a h e c tá re a p a ra la p ro p ie d a d com unal e
individual, resp ectiv am en te. Si se tien e en cuenta q u e las m ejores
tie rra s d e p ro d u cció n han p a sa d o a p o d e r d e los terrate n ie n tes,
p u e s la lucha p o r aquéllas en los d e p a rtam e n to s d el Sur ha
lle g a d o hasta el extrem o d e elim inar al p o s e e d o r in d íg e n a p o r la
violencia o m asacrándolo, y que la ignorancia del com unero lo
lleva d e p re fe re n c ia a ocultar los datos exactos relativos al m onto
d e la cosecha, dism inuyéndola p o r tem or d e nuevos im puestos o
ex acciones d e p a rte d e las a u to rid ad e s políticas su b altern as o
re c a u d a d o re s d e éstos; se co leg irá fácilm ente q u e la diferencia
en la p ro d u cció n p o r h e c tá re a a favor d el b ie n d e la p ro p ie d a d
individual no es exacta y que razo n ab lem en te, se la d e b e d a r p o r
no existente, p o r cuanto los m edios d e p ro d u cció n y d e cultivo,
en una y otras p ro p ie d a d e s, son idénticos"(20).
En la Rusia feudal del siglo p asado, el latifundio tenía
ren dim ientos m ayores que los d e la p e q u e ñ a p ro p ie d a d . Las
cifras en hectolitros y p o r h e c tá re a e ra n las siguientes: p a ra el
centeno: 11.5 contra 9.4; p a ra el trigo: 11 contra 9.1; p a ra la
avena: 15.4 contra 12.7; p a ra la ce b ad a : 11.5 contra 10.5; p a ra las
patatas: 92.3 contra 72 (21).
El latifundio d e la sie rra p e ru a n a resulta, pues, p o r d e b a jo del
e x e cra d o latifundio d e la Rusia zarista com o factor d e producción.
La "com unidad", en cam bio, d e una p a rte acusa ca p ac id ad
efectiva d e d esarro llo y transform ación y d e otra p a rte se
p re s e n ta com o un sistem a d e p ro d u cció n q u e m antiene vivos en
el indio los estím ulos m orales n e c esa rio s p a ra su m áxim o
rendim iento com o tra b a ja d o r. C astro Pozo h ace una o b serv ació n
m uy justa cuando e sc rib e q u e "la comunidad indígena conserva
dos grandes principios económico sociales que hasta el presente ni
la ciencia sociológica ni el empirismo de los grandes industrialistas
han podido resolver satisfactoriamente: el contrato múltiple del
trabajo y la realización de éste con m enor desgaste fisiológico y en
un ambiente de agradabilidad, emulación y compañerismo" (22).
D isolviendo o relajan d o la "com unidad", el rég im en d el latifundio
feudal, no sólo ha atacado una institución económ ica sino
tam bién, y so b re todo, una institución social q u e d e fie n d e la
tradición indígena, que co n serv a la función d e la familia
cam p esin a y que tra d u c e e se sentim iento ju rídico p o p u lar al que
tan alto valor asignan P roudhon y Sorel (23).

EL REGIMEN DE TRABAJO. -SERVIDUMBRE


Y SALARIADO

El rég im en d e trab ajo está d eterm in ad o prin cip alm en te, e n la


agricultura, p o r el rég im en d e p ro p ie d a d . No es p o sib le, po r
tanto, s o rp re n d e rs e d e q u e en la m ism a m ed id a e n q u e so b rev iv e
en el Perú el latifundio feudal, so breviva tam bién, bajo d iv ersas
form as y con distintos n om bres, la serv id u m b re. La diferencia
e n tre la agricultu ra d e la costa y la agricultura d e la sierra,
a p a re c e m enor en lo que c o n ciern e al tra b a jo q u e e n lo que
re s p e c ta a la técnica. La agricultura d e la costa ha evolucionado
con m ás o m enos prontitud hacia una técnica capitalista en el
cultivo d el suelo y la transform ación y com ercio d e los productos.
Pero, en cam bio, se ha m antenido d em asiad o estacionaria en su
criterio y conducta re sp e c to al trabajo. A cerca d el tra b a ja d o r, el
latifundio colonial no ha ren u n ciad o a sus hábitos feudales sino
cuando las circunstancias se lo han exigido d e m odo peren to rio .
Este fenóm eno se explica, no sólo p o r el hech o d e h a b e r
co n serv ad o la p ro p ie d a d d e la tie rra los antiguos señ o re s
feudales, q u e han ad o p tad o , com o interm ed iario s d el capital
extranjero, la práctica, m as no el espíritu d el capitalism o
m oderno. Se explica ad em ás p o r la m en talidad colonial d e esta
casta d e p ro p ietario s, aco stu m b rad o s a c o n sid e rar el tra b a jo con
el criterio d e esclavistas y "negreros". En E uropa, el señ o r feudal
en c arn a b a, hasta cierto punto, la prim itiva trad ición p atriarcal, de
su erte que re sp e c to d e sus siervos se sentía naturalm ente
sup erio r, p e ro no étnica ni nacionalm ente diverso. Al p ropio
te rra te n ie n te aristócrata d e E uropa le ha sido d a b le a c e p ta r un
nuevo co ncepto y una nueva p ráctica e n sus relacio n es con el
tra b a ja d o r d e la tierra. En la A m érica colonial, m ientras tanto, se
ha opuesto a esta evolución, la orgullosa y a rra ig a d a convicción
del blanco, d e la inferioridad d e los h o m b re s d e color.
En la costa p e ru a n a el tra b a ja d o r d e la tierra, cuando no ha sido el
indio, ha sido el n e g ro esclavo, el culi chino, m irados, si c a b e, con
m ayor d e sp re c io . En el latifundista costeño, han actuado a la vez
los sentim ientos d el aristócrata m edioeval y del colonizador
blanco, satu rad o s d e p rejuicios d e raza.
El yanaconazgo y el "enganche" no son la única e x p re sió n d e la
su b sisten cia d e m étodos m ás o m enos feudales en la agricultura
costeña. El am b ien te d e la h acien d a se m antiene ín teg ram en te
señorial. Las ley es del E stado no son válidas e n el latifundio,
m ientras no o b tie n e n el consenso tácito o form al d e los g ra n d e s
p ro p ietario s. La a u to rid ad d e los funcionarios políticos o
adm inistrativos, se e n c u en tra d e hech o som etida a la au to rid ad
del terrate n ie n te en el territorio d e su dom inio. Este c o n sid era
prácticam en te a su latifundio fuera d e la p o testa d del Estado, sin
p re o c u p a rse m ínim am ente d e los d e re c h o s civiles d e la
po b lació n q u e vive d e n tro d e los confines d e su p ro p ie d a d .
C o b ra arbitrios, o to rg a m onopolios, e sta b le c e sanciones
contrarias sie m p re a la lib e rta d d e los b ra c e ro s y d e sus familias.
Los tran sp o rtes, los neg o cio s y hasta las co stu m b res están sujetos
al control d el p ro p ie tario d en tro d e la h acienda. Y con frecuencia
las ran ch erías q u e alojan a la po b lació n o b rera , no difieren
g ra n d e m e n te d e los g alp o n es que a lb e rg a b a n a la p o b lación
esclava.
Los g ra n d e s p ro p ie tario s costeños no tien en leg alm en te este
o rd e n d e d e re c h o s feudales o sem ifeudales; p e ro su condición d e
clase dom inante y el acap aram ien to ilim itado d e la p ro p ie d a d d e
la tie rra en un territorio sin industrias y sin tran sp o rte s les p erm ite
prácticam en te un p o d e r casi incontrolable. M ediante el
"enganche" y el yanaconazgo, los g ra n d e s p ro p ie tario s re siste n al
establecim iento del ré g im e n d el salario lib re, funcionalm ente
n e c esa rio en una econom ía lib e ral y capitalista. El "enganche",
q u e priva al b ra c e ro d el d e re c h o d e d isp o n e r d e su p e rso n a y su
trabajo, m ientras no satisfaga las ob lig acio n es contraídas con el
p ro p ietario , d e sc ie n d e inequívocam ente d el tráfico
sem iesclavista d e culis; el "yanaconazgo" es una v a rie d a d del
sistem a d e se rv i-d u m b re a trav és d el cual se ha p ro lo n g ad o la
feu d alid ad hasta n u e stra e d a d capitalista en los p u eb lo s política y
económ icam ente re ta rd a d o s. El sistem a p e ru a n o d el yanaconazgo
se identifica, p o r ejem plo, con el sistem a ruso del
polovnischestvo d e n tro del cual los frutos d e la tierra, e n unos
casos, se dividían en p a rte s iguales e n tre el p ro p ie tario y el
cam pesino y en otros casos e ste último no re c ib ía sino una te rc e ra
p a rte (24).
La e sca sa p o b lació n d e la costa re p re s e n ta p a ra las em p re sas
agrícolas una constante am enaza d e caren cia o insuficiencia de
brazos. El yanaconazgo vincula a la tie rra a la p o ca población
regnícola, q u e sin e sta m ínim a g aran tía d e usufructo d e tierra,
te n d e ría a dism inuir y em ig rar. El "enganche" a seg u ra a la
agricultura d e la costa el concurso d e los b ra c e ro s d e la sie rra
que, si b ien e n cu en tran en las h acien d as costeñas un suelo y un
m edio extraños, o b tie n e n al m enos un trab ajo m ejor rem u n erad o .
Esto indica que, a p e s a r d e todo y aunque no sea sino a p a re n te o
p arcialm en te (25), la situación del b ra c e ro en los fundos d e la
costa es m ejor q u e en los feudos d e la sierra, d o n d e el feudalism o
m antiene intacta su om nipotencia. Los te rra te n ie n te s costeños se
v e n o b lig ad o s a adm itir, aunque se a restrin g id o y atenuado, el
rég im en d el salario y d el trab ajo libres. El c a rá c te r capitalista d e
sus e m p re sas los constriñe a la concurrencia. El b ra c e ro
conserva, au nque sólo sea relativam ente, su lib e rta d d e em ig rar
así com o d e re h u sa r su fuerza d e tra b a jo al p a tró n q u e lo oprim e
d em asiado. La v e c in d a d d e p u erto s y ciudades; la conexión con
las vías m o d ern as d e tráfico y com ercio, ofrecen, d e otro lado, al
b ra c e ro , la p o sib ilid ad d e e sc a p a r a su destino rural y d e en say ar
otro m edio d e g a n a r su subsistencia.
Si la agricultura d e la costa h u b ie ra tenido otro c arácter, m ás
p ro g re sista , m ás capitalista, h a b ría ten d id o a reso lv e r d e m anera
lógica, el p ro b le m a d e los brazos so b re el cual tanto se ha
declam ado. P ropietarios m ás avisados, se h a b ría n d a d o cuenta de
que, tal com o funciona hasta ahora, el latifundio es un a g e n te d e
d e sp o b la c ió n y d e que, p o r consiguiente, el p ro b le m a d e los
brazos constituye una d e sus m ás claras y lógicas co n secuencias
( 26 ).
En la m ism a m ed id a en que p ro g re s a en la ag ricultura d e la costa
la técnica capitalista, el salariado reem p laza al yanaconazgo. El
cultivo científico -em p leo d e m áquinas, abonos, etc.- no se aviene
con un rég im en d e trab ajo p ecu liar d e una agricultura rutinaria y
prim itiva. Pero el factor dem ográfico -el "p roblem a d e los
brazos"-, o p o n e una resisten cia se ria a e ste p ro c e so d e desarro llo
capitalista. El yanaconazgo y sus v a rie d a d e s sirven p a ra m an ten er
en los valles una b a se dem o g ráfica q u e garan tice a las
neg o ciacio n es el mínimo d e brazos n e c esa rio s p a ra las lab o re s
p e rm a n en te s. El jo rn a lero inm igrante no ofrece las m ism as
se g u rid a d e s d e continuidad en el trab ajo q u e el colono nativo o el
y anacón regnícola. Este último re p re se n ta , adem ás, el arraig o d e
una fam ilia cam pesina, cuyos hijos m ayores se en co n trarán m ás o
m enos forzados a alquilar sus brazos al h a cen d ad o .
La constatación d e e ste hecho, con d u ce ahora a los p ro p io s
g ra n d e s p ro p ie tario s a c o n sid e rar la conveniencia d e e sta b le c e r
m uy g rad u a l y p ru d en te m e n te, sin so m b ra d e ataque a sus
in tereses, colonias o núcleos d e p e q u e ñ o s p ro p ietario s. Una p a rte
d e las tie rra s irrig a d a s en el Im perial han sido re se rv a d a s así a la
p e q u e ñ a p ro p ie d a d . Hay el p ropósito d e ap licar el m ism o
principio en las otras zonas d o n d e se realizan trab ajo s de
irrigación. Un rico p ro p ie tario in telig en te y ex p e rim e n tad o que
co n v e rsa b a conm igo últim am ente, m e d e c ía q u e la existencia d e
la p e q u e ñ a p ro p ie d a d , al lado d e la g ran p ro p ie d a d , era
in d isp e n sab le a la form ación d e una po b lació n rural, sin la cual la
explotación d e la tierra, estaría sie m p re a m e rc e d d e las
p o sib ilid a d e s d e la inm igración o d el "enganche". El p ro g ra m a d e
la C om pañía d e Subdivisión A graria, es otra d e las e x p re sio n es
d e una política a g ra ria ten d ie n te al establecim iento paulatino d e
la p e q u e ñ a p ro p ie d a d (27).
Pero, com o esta política evita sistem áticam ente la expropiación,
o, m ás p rec isam e n te , la e x p ro p iació n e n vasta escala p o r el
Estado, p o r razón d e utilidad p ú b lica o justicia distributiva, y sus
restrin g id as p o sib ilid a d e s d e desenvolvim iento, están p o r el
m om ento circunscritas a pocos valles, no resu lta p ro b a b le q u e la
p e q u e ñ a p ro p ie d a d re e m p la c e oportuna y am pliam ente al
yanaconazgo en su función dem ográfica. En los v alles a los cuales
el "enganche" d e b ra c e ro s d e la sie rra no se a capaz d e a b a ste c e r
d e brazos, en condiciones ventajosas p a ra los h a c en d a d o s, el
yanaconazgo subsistirá, p u es, p o r algún tiem po, en sus d iv ersas
v a rie d a d e s, junto con el salariado.
Las form as d e yanaconazgo, a p a rc e ría o arren d am ien to , varían en
la costa y en la sie rra se g ú n las reg io n e s, los usos o los cultivos.
T ienen tam b ién d iv erso s n o m b res. Pero en su m ism a v a rie d a d se
identifican en g e n e ra l con los m étodos p recap italistas d e
explotación d e la tie rra o b se rv a d o s en otros p a íse s d e agricultura
sem ifeudal. V erb ig racia, e n la Rusia zarista. El sistem a del
otrabotki ruso p re s e n ta b a todas las v a rie d a d e s del a rren d am ien to
p o r trabajo, d in ero o frutos ex isten tes en el Perú. Para
co m p ro b arlo no hay sino que le e r lo que a c erc a d e e se sistem a
e sc rib e Schkaff en su d o cum entado libro so b re la cuestión a g ra ria
en Rusia: "Entre el antiguo trab ajo servil en que la violencia o la
coacción ju e g a n un rol tan g ra n d e y el trab ajo lib re en q u e la
única coacción q u e subsiste es una coacción p u ram en te
económ ica, a p a re c e todo un sistem a transitorio d e form as
ex tre m a d a m e n te v aria d as q u e un en los rasg o s d e la barchtchina y
del salariado. Es el otrabototschnaia sistem a. El salario es p a g a d o
sea en d in ero en caso d e locación d e servicios, sea en productos,
sea en tierra; en e ste último caso (otrabotki en el sentido estricto
d e la p alab ra) el p ro p ie tario p re s ta su tie rra al cam pesino a guisa
d e salario p o r el trab ajo efectuado p o r é ste en los cam pos
señoriales". "El p a g o del trabajo, e n el sistem a d e otrabotki, es
sie m p re inferior al salario d e lib re alquiler capitalista. La
retrib u ció n en p ro d u cto s h ace a los p ro p ie tario s m ás
in d e p e n d ie n te s d e las v ariacio n es d e p rec io s o b se rv a d a s en los
m ercad o s del trigo y d el trabajo. E ncuentran en los cam pesinos
d e su v e c in d a d una m ano d e o b ra m ás b a ra ta y gozan así d e un
v e rd a d e ro m onopolio local". "El a rren d am ien to p a g a d o p o r el
cam pesino rev iste form as diversas: a v e c es, ad em ás d e su
trabajo, el cam pesino d e b e d a r dinero y p roductos. Por una
deciatina q u e rec ib irá , se c o m p ro m eterá a tra b a ja r una y m edia
d eciatina d e tie rra señorial, a d ar diez huevos y una gallina.
E n treg ará tam b ién el estiércol d e su ganado, p u e s todo, hasta el
estiércol, se vuelve objeto d e p ago. F recu en tem en te aún el
cam pesino se obliga 'a h a c e r todo lo q u e ex ig irá el p ropietario', a
tra n sp o rta r las cosechas, a cortar la leña, a c a rg a r los fardos" (28).
En la ag ricultura d e la sie rra se e n cu en tran p articular y
ex actam en te estos rasg o s d e p ro p ie d a d y trab ajo feudales. El
rég im en d el salario lib re no se ha d e sarro llad o ahí. El h a c en d a d o
no se p re o c u p a d e la p ro d u ctiv id ad d e las tierras. Sólo se
p re o c u p a d e su ren tab ilid ad . Los factores d e la p ro d u cció n se
re d u c e n p a ra él casi únicam ente a dos: la tie rra y el indio. La
p ro p ie d a d d e la tie rra le p e rm ite ex p lo tar ilim itadam ente la
fuerza d e trab ajo d el indio. La usura p rac tic a d a so b re e sta fuerza
d e trab ajo -que se tra d u c e en la m iseria del indio-, se sum a a la
ren ta d e la tierra, calculada al tipo usual d e arren d am ien to . El
h a c en d a d o se re s e rv a las m ejo res tie rra s y re p a rte las m enos
productivas e n tre sus b ra c e ro s indios, q u ien es se ob lig an a
tra b a ja r d e p re fe re n c ia y gratuitam ente las p rim e ra s y a
co n ten tarse p a ra su sustento con los frutos d e las seg u n d as. El
a rren d am ien to del suelo es p a g a d o p o r el indio en trab ajo o
frutos, m uy ra ra vez en d in ero (por se r la fuerza del indio lo que
m ayor valor tien e p a ra el p ro p ietario ), m ás com únm ente en
form as com binadas o m ixtas. Un estudio del doctor Ponce d e
León, d e la U niversidad del Cuzco, que e n tre otros inform es tengo
a la vista, y q u e revista con docum entación d e p rim e ra m ano
todas las v a rie d a d e s d e a rren d am ien to y yanaconazgo e n e se
vasto d ep artam en to , p re s e n ta un cu ad ro b astan te objetivo -a
p e s a r d e las conclusiones d el autor, resp e tu o sa s a los privilegios
d e los p ro p ietario s- d e la explotación feudal. He aquí algunas d e
sus constataciones: "En la provincia d e P aucartam bo el
p ro p ie tario c o n c ed e el uso d e sus te rre n o s a un g ru p o d e
in d íg en as con la condición d e q u e h a g a n todo el tra b a jo que
re q u ie re el cultivo d e los te rre n o s d e la hacienda, q u e se ha
re se rv a d o el dueño o patrón. G e n eralm en te tra b a ja n tres días
alternativos p o r sem ana d u ran te todo el año. T ienen ad em ás los
a rre n d a ta rio s o 'yanaconas' com o se les llam a en esta provincia, la
obligación d e a c a rre a r e n sus p ro p ia s b estias la co sech a del
h a c en d a d o a e sta ciu d ad sin rem uneración; y la d e serv ir d e
p o n g o s en la m ism a h a c ie n d a o m ás com únm ente en el Cuzco,
d o n d e p re fe re n te m e n te re s id e n los propietarios". "Cosa igual
o cu rre e n C hum bivilcas. Los a rre n d a ta rio s cultivan la extensión
q u e p u e d e n , d e b ie n d o en cam bio tra b a ja r p a ra el p a tró n cuantas
v e c e s lo exija. Esta form a d e a rren d am ien to p u e d e sim plificarse
así: el p ro p ie tario p ro p o n e al arren d atario : utiliza la extensión d e
te rre n o q u e 'puedas', con la condición d e tra b a ja r e n mi pro v ech o
sie m p re q u e yo lo necesite". "En la provincia d e Anta el
p ro p ie tario c e d e el uso d e sus te rre n o s en las siguientes
condiciones: el a rre n d a ta rio p o n e d e su p a rte el capital (sem illa,
abonos) y el trab ajo n e c esa rio p a ra q u e el cultivo se rea lic e hasta
sus últim os m om entos (cosecha). Una vez concluido, el
a rre n d a ta rio y el p ro p ie tario se dividen p o r p a rte s iguales todos
los p roductos. Es d e c ir que c a d a uno d e ellos re c o g e el 50 p o r
ciento d e la p ro d u cció n sin q u e el p ro p ie tario haya hech o otra
cosa q u e c e d e r el uso d e sus te rre n o s sin ab o n arlo s siquiera. Pero
no es esto todo. El a p a rc e ro está o b lig ad o a concurrir
p e rso n a lm e n te a los trab ajo s d el p ro p ie tario si b ien con la
rem u n eració n a c o stu m b rad a d e 25 centavos diarios" (29).
La confrontación e n tre estos datos y los d e Schkaff, b a sta p a ra
p e rsu a d ir d e q u e ninguna d e las som brías faces d e la p ro p ie d a d y
el trab ajo precap italistas falta en la sie rra feudal.

"COLONIALISMO" DE NUESTRA AGRICULTURA COSTEÑA

El g ra d o d e d esarro llo alcanzado p o r la industrialización d e la


agricultura, bajo un ré g im e n y una técnica capitalistas, en los
valles d e la costa, tien e su p rincipal factor en el interesam iento
del capital británico y n o rteam erican o en la p ro d u cció n p e ru a n a
d e azúcar y algodón. De la extensión d e estos cultivos no es un
a g e n te prim ario la aptitud industrial ni la c a p ac id ad capitalista d e
los terrate n ie n tes. Estos d e d ic a n sus tierras a la p ro d u cció n d e
alg o d ó n y caña financiados o habilitados p o r fuertes firm as
ex p o rtad o ras.
Las m ejo res tie rra s d e los valles d e la costa están s e m b ra d a s d e
alg o d ó n y caña, no p rec isam e n te p o rq u e sean a p ro p ia d as sólo a
estos cultivos, sino p o rq u e únicam ente ellos im portan, e n la
actualidad, a los com erciantes in g le se s y yanquis. El crédito
agrícola -su b o rd in ad o absolutam ente a los in te re se s d e estas
firmas, m ientras no se estab lezca el Banco A grícola Nacional-, no
im pulsa ningún otro cultivo. Los d e frutos alim enticios, d estinados
al m ercad o interno, están g e n e ra lm e n te en m anos d e p e q u e ñ o s
p ro p ie tario s y a rren d atario s. Sólo en los valles d e Lima, p o r la
v e c in d a d d e m ercad o s u rb an o s d e im portancia, existen fundos
extensos d e d ic a d o s p o r sus p ro p ie tario s a la p ro d u cció n d e frutos
alim enticios. En las h acien d as a lg o d o n e ras o azucareras, no se
cultiva estos frutos, en m uchos casos, ni en la m ed id a n e c esa ria
p a ra el abastecim iento d e la p ro p ia po b lació n rural.
El m ism o p e q u e ñ o pro p ietario , o p e q u e ñ o a rren d atario , se
e n cu en tra em pujado al cultivo d el alg o d ó n p o r e sta co rrien te que
tan poco tiene e n cuenta las n e c e sid a d e s p a rticu la re s d e la
econom ía nacional. El desplazam iento d e los tradicionales
cultivos alim enticios p o r el del algodón en las cam piñas d e la
costa d o n d e subsiste la p e q u e ñ a p ro p ie d a d , ha constituido una d e
las causas m ás v isib les del en carecim ien to d e las subsistencias en
las p o b lacio n es d e la costa.
Casi únicam ente p a ra el cultivo d el algodón, el agricultor
e n cu en tra facilidades com erciales. Las habilitaciones están
re se rv a d a s, d e a rrib a a abajo, casi exclusivam ente al algodonero.
La p ro d u cció n d e alg o d ó n no e stá re g id a p o r ningún criterio d e
econom ía nacional. Se p ro d u c e p a ra el m erc ad o m undial, sin un
control q u e p re v e a en el in terés d e esta econom ía, las p o sib les
b ajas d e los p rec io s d eriv ad o s d e p erío d o s d e crisis industrial o
d e su p e rp ro d u c ció n algodonera.
Un g a n a d e ro m e o b se rv a b a últim am ente que, m ientras so b re una
co sech a d e alg o d ó n el créd ito q u e se p u e d e co n seg u ir no está
lim itado sino p o r las fluctuaciones d e los p recio s, so b re un re b a ñ o
o un criad ero , el créd ito es co m p letam en te convencional o
inseguro. Los g a n a d ero s d e la costa no p u e d e n contar con
p réstam o s b an cario s c o n sid e rab le s p a ra el desarro llo d e sus
negocios. En la m ism a condición, están todos los agricu lto res que
no p u e d e n o frecer com o g aran tía d e sus em p réstitos, co sech as d e
algodón o caña d e azúcar.
Si las n e c e s id a d e s del consum o nacional estu v iesen satisfechas
p o r la p ro d u cció n agrícola del país, e ste fenóm eno no ten d ría
ciertam en te tanto d e artificial. Pero no es así. El suelo d el p aís no
p ro d u c e aún todo lo q u e la p o b lación n e c esita p a ra su
subsistencia. El capítulo m ás alto d e n u estras im portaciones es el
d e "víveres y especias": Lp. 3'620,235, en el año 1924. Esta cifra,
d en tro d e una im portación total d e dieciocho m illones d e libras,
d enuncia uno d e los p ro b le m as d e n u estra econom ía. No es
p o sib le la su p resió n d e todas n u estras im portaciones d e v ív eres y
esp ecias, p e ro sí d e sus m ás fuertes ren g lo n es. El m ás g ru eso d e
todos es la im portación d e trigo y harina, q u e en 1924 a scen d ió a
m ás de doce m illones de soles.
Un in terés u rg en te y claro d e la econom ía p e ru a n a exige, d e s d e
h ace m ucho tiem po, q u e el país p ro d u zca el trigo n e c esa rio p a ra
el p a n d e su población. Si e ste objetivo h u b ie se sido alcanzado, el
Perú no ten d ría ya q u e seg u ir p a g a n d o al ex tran jero d o c e o m ás
m illones d e soles al año p o r el trigo q u e consum en las c iu d a d e s
d e la costa.
¿Por q u é no se ha resu elto e ste p ro b le m a d e n u estra econom ía?
No es sólo p o rq u e el Estado no se ha p re o c u p a d o aún d e h a c er
una política d e subsistencias. T am poco es, repito, p o rq u e el
cultivo d e la caña y el d e algodón son los m ás a d e cu a d o s al suelo
y al clim a d e la costa. Uno solo d e los valles, uno solo d e los llanos
interandinos -que algunos kilóm etros d e ferro carriles y cam inos
ab rirían al tráfico- p u e d e a b a ste c e r su p e ra b u n d a n te m en te d e
trigo, c e b ad a , etc., a toda la po b lació n d el Perú. En la m ism a
costa, los e sp añ o le s cultivaron trigo e n los p rim ero s tiem pos d e la
colonia, hasta el cataclism o que m udó las condiciones clim áticas
del litoral. No se estudió po sterio rm en te, en form a científica y
orgánica, la p o sib ilid ad d e e sta b le c e r e se cultivo. Y el
ex p erim en to p rac tic a d o en el N orte, en tie rra s del "Salam anca",
d e m u e stra que existen v a rie d a d e s d e trigo resiste n tes a las
p lag a s q u e atacan e n la costa e ste c e re a l y que la p e re z a criolla,
hasta e ste ex perim ento, p a re c ía h a b e r ren u n ciad o a v e n c e r (30).
El obstáculo, la resiste n c ia a una solución, se en cu en tra e n la
estru ctu ra m ism a d e la econom ía p eru an a. La econom ía del Perú
es una econom ía colonial. Su m ovim iento, su desarrollo, están
su b o rd in ad o s a los in te re se s y a las n e c e sid a d e s d e los m ercad o s
d e Londres y d e N ueva York. Estos m ercad o s m iran en el Perú un
d epósito d e m aterias prim as y una plaza p a ra sus m anufacturas.
La ag ricultura p e ru a n a o btiene, p o r eso, créd ito s y tra n sp o rte s
sólo p a ra los p ro d u cto s q u e p u e d e ofrecer con v entaja en los
g ra n d e s m ercados. La finanza e x tra n je ra se in te re sa un día p o r el
caucho, otro día p o r el algodón, otro día p o r el azúcar. El día en
q u e L ondres p u e d e rec ib ir un p ro d u cto a m ejor p rec io y en
can tid ad suficiente d e la India o d el Egipto, ab a n d o n a
in stantáneam ente a su p ro p ia su erte a sus p ro v e e d o re s del Perú.
N uestros latifundistas, nuestros terrate n ie n tes, c u alesq u iera que
sean las ilusiones q u e se h ag an d e su in d ep e n d e n c ia , no actúan
en re a lid a d sino com o in term ed iario s o a g e n te s d el capitalism o
extranjero.
PROPOSICIONES FINALES

A las p ro p o sicio n es fundam entales, ex p u estas ya en e ste estudio,


so b re los a sp ecto s p re s e n te s d e la cuestión a g ra ria en el Perú,
d e b o a g re g a r las siguientes:

1°- El c a rá c te r d e la p ro p ie d a d a g ra ria en el Perú se p re se n ta


com o una d e las m ayores tra b a s del p ro p io d esarro llo del
capitalism o nacional. Es m uy elev ad o el p o rce n taje d e las tierras,
ex p lo tad as p o r a rre n d a ta rio s g ra n d e s o m edios, q u e p e rte n e c e n
a te rra te n ie n te s q u e jam ás han m anejado sus fundos. Estos
terrate n ie n tes, p o r com pleto extraños y a u sen tes d e la agricultura
y d e sus p ro b lem as, viven d e su re n ta territorial sin d a r ningún
a p o rte d e trab ajo ni d e in teligencia a la actividad económ ica del
país. C o rre sp o n d e n a la c a teg o ría d el aristócrata o d el rentista,
consum idor im productivo. Por sus h e re d ita rio s d e re c h o s d e
p ro p ie d a d p e rc ib e n un arren d am ien to q u e se p u e d e c o n sid e rar
com o un canon feudal. El agricultor a rre n d a ta rio c o rre sp o n d e, en
cam bio, con m ás o m enos p ro p ie d a d , al tipo d e jefe d e e m p re sa
capitalista. D entro d e un v e rd a d e ro sistem a capitalista, la
plusvalía o b ten id a p o r su em p re sa, d e b e ría ben eficiar a este
industrial y al capital q u e financiase sus trabajos. El dom inio d e la
tie rra p o r una clase d e rentistas, im pone a la p ro d u cció n la
p e s a d a c a rg a d e so ste n e r una re n ta q u e no está sujeta a los
eventuales d e sce n so s de los p ro d u cto s agrícolas. El
a rren d am ien to no encuentra, g e n e ra lm e n te , e n e ste sistem a,
todos los estím ulos in d isp e n sab le s p a ra efectuar los trab ajo s d e
p e rfe c ta valorización d e las tie rra s y d e sus cultivos e
instalaciones. El tem or a un aum ento d e la locación, al
vencim iento d e su escritura, lo in d u ce a una g ran parsim onia en
las inversiones. La am bición d el agricultor a rre n d a ta rio es, p o r
supuesto, con v ertirse en p ropietario; p e ro su p ro p io em p eñ o
contribuye al en carecim ien to d e la p ro p ie d a d a g ra ria en
p ro v ech o d e los latifundistas. Las condiciones incipientes del
créd ito agrícola e n el P erú im p id en una m ás intensa exp ro p iació n
capitalista d e la tie rra p a ra esta clase d e industriales. La
explotación capitalista e industrialista d e la tierra, que re q u ie re
p a ra su lib re y p len o desenvolvim iento la elim inación d e todo
canon feudal, avanza p o r esto e n nuestro país con sum a lentitud.
Hay aquí un p ro b lem a, e v id en te no sólo p a ra un criterio socialista
sino, tam bién, p a ra un criterio capitalista. Form ulando un
principio q u e in te g ra el p ro g ra m a a g ra rio d e la b u rg u esía lib eral
francesa, E douard H erriot afirm a q u e "la tierra exige la presencia
real" (31). No e stá d em ás re m a rc a r q u e a e ste re sp e c to el
O ccidente no aventaja p o r cierto al O riente, p u esto que la ley
m ahom etana e sta b lec e , com o lo o b se rv a C harles G ide, q u e "la
tie rra p e rte n e c e al que la fecunda y vivifica".

2°- El latifundism o su b sisten te en el Perú se acusa, d e otro lado,


com o la m ás g rav e b a rre ra p a ra la inm igración blanca. La
inm igración q u e p o d em o s e s p e ra r es, p o r obvias razones, d e
cam pesinos p ro v en ie n te s d e Italia, d e E uropa C entral y d e los
Balcanes. La po b lació n u rb a n a occidental em ig ra e n m ucha
m enor escala y los o b re ro s industriales sab en , adem ás, que
tien en m uy poco q u e h a c e r en la A m érica Latina. Y bien. El
cam pesino e u ro p e o no v ien e a A m érica p a ra tra b a ja r com o
b ra c e ro , sino en los casos en que el alto salario le consiente
ah o rra r larg am en te. Y é ste no es el caso d el Perú. Ni el m ás
m iserab le la b ra d o r d e Polonia o d e Rum ania a c ep ta ría el ten o r d e
vid a d e nuestros jo rn a lero s d e las h acien d as d e caña o algodón.
Su aspiración es d e v e n ir p e q u e ñ o p ro p ietario . Para q u e nuestros
cam pos e sté n en g ra d o d e a tra e r e sta inm igración es indis­
p e n sa b le q u e p u e d a n b rin d a rle tierras d o tad as d e viviendas,
anim ales y h erram ien tas y com unicadas con ferro carriles y
m ercados. Un funcionario o p ro -p a g a n d ista del fascism o, que
visitó el Perú h ace apro x im ad am en te tre s años, d e c la ró en los
diarios locales q u e nu estro ré g im e n d e g ran p ro p ie d a d e ra
incom patible con un p ro g ra m a d e colonización e inm igración
capaz d e a tra e r al cam pesino italiano.

3°- El enfeudam iento d e la agricultura d e la costa a los in te rese s


d e los capitales y los m ercad o s británicos y am ericanos, se opone
no sólo a q u e se o rg an ice y d e sarro lle d e a c u erd o con las
n e c e sid a d e s específicas d e la econom ía nacional -esto es
a seg u ra n d o p rim e ra m e n te el ab astecim iento d e la población-
sino tam b ién a que e n say e y ad o p te nuevos cultivos. La m ayor
e m p re sa acom etida e n e ste o rd e n en los últim os años -la d e las
plantaciones d e tab aco d e T um bes- ha sido p o sib le sólo p o r la
intervención d el Estado. Este hech o ab o n a m ejor q u e ningún otro
la tesis d e q u e la política lib e ral d el laisser faire, q u e tan p o b re s
frutos ha d a d o en el Perú, d e b e s e r definitivam ente ree m p la z a d a
p o r una política social d e nacionalización d e las g ra n d e s fuentes
d e riqueza.

4°- La p ro p ie d a d a g ra ria d e la costa, no ob stan te los tiem pos


p ró sp e ro s d e que ha gozado, se m uestra hasta ah o ra incapaz d e
a te n d e r los p ro b le m as d e la sa lu b rid a d rural, e n la m ed id a q u e el
E stado ex ig e y q u e es, d e s d e luego, asaz m odesta. Los
req u erim ien to s d e la D irección d e S alubridad Pública a los
h a c en d a d o s no consiguen aún el cum plim iento d e las
disposiciones v ig en te s contra el paludism o. No se ha obtenido
siq u iera un m ejoram iento g e n e ra l d e las ran ch erías. Está p ro b a d o
que la po b lació n rural d e la costa arroja los m ás altos índices de
m ortalidad y m o rb ilid ad d el país. (E xceptúase naturalm ente los
d e las reg io n e s ex cesiv am en te m órb id as d e la selva). La
estadística dem ográfica d el distrito rural d e Pativilca a cu sab a
h ace tres años una m ortalidad su p e rio r a la natalidad. Las o b ras
d e irrigación, com o lo o b se rv a el in g en ie ro Sutton a prop ó sito d e
la d e Olm os, com portan p o sib le m e n te la m ás rad ical solución del
p ro b le m a d e las p a lu d e s o pantanos. Pero, sin las o b ras d e
ap rovecham iento d e las aguas so b ran tes d el río C hancay
realizad as en Huacho p o r el señ o r Antonio G raña, a q u ien se d e b e
tam b ién un in te resa n te plan d e colonización, y sin las o b ras d e
ap rovecham iento d e las aguas d el subsuelo p rac tic a d a s en
Chiclín y alguna otra neg o ciació n d el N orte, la acción del capital
p riv ad o en la irrigación d e la costa p e ru a n a resu ltaría
v e rd a d e ra m e n te insignificante en los últim os años.

5°- En la sierra, el feudalism o ag rario so b rev iv ien te se m uestra


del todo inepto com o c re a d o r d e riq u eza y d e p ro g re so .
E xcepción h e c h a d e las neg o ciacio n es g a n a d e ra s que ex p o rtan
lana y alguna otra, en los valles y p lanicies se rra n o s el latifundio
tien e una p ro d u cció n m iserab le. Los rendim ientos del suelo son
ínfimos; los m étodos d e trabajo, prim itivos. Un órgano d e la
p re n s a local d e c ía una vez q u e en la sie rra p e ru a n a el gam onal
a p a re c e relativam ente tan p o b re com o el indio. Este argum ento -
que resu lta com pletam ente nulo d en tro d e un criterio d e
relatividad- lejos d e justificar al gam onal, lo con d en a
in ap e lab le m e n te. P orque p a ra la econom ía m o d ern a -en te n d id a
com o ciencia objetiva y concreta- la única justificación del
capitalism o y d e sus cap itan es d e industria y d e finanza está en su
función d e c re a d o re s d e riqueza. En el plano económ ico, el señor
feudal o gam onal es el p rim e r re sp o n sa b le d el poco v alor d e sus
dom inios. Ya hem os visto cóm o e ste latifundista no se p re o c u p a
d e la p ro d u ctiv id ad sino d e la ren ta b ilid a d d e la tierra. Ya hem os
visto tam b ién cóm o, a p e s a r d e s e r sus tierras las m ejores, sus
cifras d e p ro d u cció n no son m ayores q u e las o b ten id as p o r el
indio, con su prim itivo eq u ip o d e labranza, en sus m agras tierras
com unales. El gam onal, com o factor económ ico, está, pues,
com pletam ente descalificado.

6°- Com o explicación d e e ste fenóm eno se d ice q u e la situación


económ ica d e la agricultura d e la sie rra d e p e n d e absolutam ente
d e las vías d e com unicación y tran sp o rte. Q uienes así razonan no
e n tie n d en sin d u d a la diferencia orgánica, fundam ental, que
existe e n tre una econom ía feudal o sem ifeudal y una econom ía
capitalista. No c o m p re n d e n q u e el tipo p atriarcal prim itivo d e
te rra te n ie n te feudal es sustancialm ente distinto d el tipo del
m oderno jefe d e em p re sa. De otro lado el gam onalism o y el
latifundism o a p a re c e n tam b ién com o un obstáculo h asta p a ra la
ejecución d el p ro p io p ro g ra m a vial q u e el E stado sigue
actualm ente. Los abusos e in te re se s d e los gam onales se opo n en
totalm ente a una re c ta aplicación d e la ley d e conscripción vial. El
indio la m ira instintivam ente com o una arm a d el gam onalism o.
D entro d el rég im en inkaico, el servicio vial d e b id a m e n te
e sta b lec id o se ría un servicio público obligatorio, d el todo
com patible con los principios del socialism o m oderno; d en tro del
rég im en colonial d e latifundio y serv id u m b re, el m ism o servicio
a d q u ie re el c a rá c te r odioso d e una "mita".

REFERENCIAS

1. Luis E. V alcárcel, D elñyllu al Imperio, p. 166.

2. C é sa r Antonio U garte, Bosquejo de la Historia Económica del


Perú, p. 9.

3. Javier Prado, "Estado Social d el Perú d u ran te la dom inación


española", en Anales Universitarios del Perú, tom o XXll, p p . 125 y
126.

4. U garte, ob. citada, p. 64.

5. José V asconcelos, Indoiogía.

6. Javier Prado, ob. citada, p. 37.

7. G e o rg e s Sorel, Introduction á l'economie m oderne, p p . 120 y


130.

8. U garte, ob. citada, p. 24.


9. E u g én e Schkaff, La Question ñgraire en Russie, p. 118.

10. E steb an E cheverría, Antecedentes y prim eros pasos de la


revolución de Mayo.

11. V asconcelos, conferencia so b re "El N acionalism o en la


A m érica Latina", en Amauta N° 4, p. 15. Este juicio, exacto en lo
que re s p e c ta a las relacio n es e n tre caudillaje m ilitar y p ro p ie d a d
a g ra ria en A m érica, no es igualm ente válido p a ra to d as las
é p o cas y situaciones históricas. No es p o sib le suscribirlo sin esta
p re c isa reserv a.

12. U garte, ob. citada, p. 57.

13. Le Pérou Contemporain, p p . 98 y 99.

14. U garte, ob. citada, p. 58

15. Si la ev id en cia histórica d el com unism o inkaico no a p a re c ie s e


incontestable, la com unidad, órgano específico d e com unism o,
b a sta ría p a ra d e s p e ja r cualquier duda. El "despotism o" d e los
inkas ha h e rid o sin e m b a rg o , los escrú p u lo s lib e rale s d e algunos
espíritus d e nuestro tiem po. Q uiero reafirm ar aquí la d efen sa que
hice d el com unism o inkaico o b jetan d o la tesis d e su m ás rec ien te
im pugnador, Augusto A guirre M orales, autor d e la novela El
Pueblo del Sol.
El com unism o m o d ern o es una cosa distinta d el com unism o
inkaico. Esto es lo p rim ero q u e n e c esita a p re n d e r y e n te n d e r, el
h o m b re d e estudio que ex p lo ra el Taw antinsuyo. Uno y otro
com unism o son un pro d u cto d e diferen tes e x p e rien c ia s hum anas.
P e rte n e ce n a distintas ép o c as históricas. C onstituyen la
e lab o ració n d e disím iles civilizaciones. La d e los inkas fue una
civilización agraria. La d e M arx y Sorel es una civilización
industrial. En aquélla el h o m b re se som etía a la naturaleza. En
ésta la naturaleza se som ete a v e c e s al ho m b re. Es ab su rd o , po r
e n d e , confrontar las form as y las instituciones d e uno y otro
com unism o. Lo único q u e p u e d e confrontarse es su in co rp ó rea
sem ejanza esencial, d en tro d e la diferencia esen cial y m aterial d e
tiem po y d e espacio . Y p a ra esta confrontación h ace falta un poco
d e relativism o histórico. De otra su erte se c o rre el rie sg o cierto
d e c a e r en los clam orosos e rro re s en q u e ha caído Víctor A ndrés
B elaunde en una tentativa d e e ste g é n e ro .
Los cronistas d e la conquista y d e la colonia m iraron el p anoram a
in d íg e n a con ojos m edioevales. Su testim onio in d u d ab le m e n te no
p u e d e se r acep tad o , sin beneficio d e inventario.
Sus juicios c o rre sp o n d e n inflexiblem ente a sus puntos d e vista
e sp añ o le s y católicos. P ero A guirre M orales es, a su turno, víctim a
del falaz punto d e vista. Su posición en el estudio d el Im perio
Inkaico no es una posición relativista. A guirre co n sid e ra y
exam ina el Im perio con apriorism os lib e ra le s e individualistas. Y
p ien sa q u e el p u e b lo inkaico fue un p u e b lo esclavo e infeliz
p o rq u e careció de lib ertad .
La lib e rta d individual es un asp ecto del com plejo fenóm eno
liberal. Una crítica realista p u e d e definirla com o la b a s e juríd ica
d e la civilización capitalista, (Sin el lib re arbitrio no h a b ría lib re
tráfico, ni lib re concurrencia, ni lib re industria). Una crítica
idealista p u e d e definirla com o una adquisición del espíritu
hum ano en la e d a d m oderna. En ningún caso, e sta lib e rta d cabía
en la v id a inkaica. El h o m b re d el Taw antinsuyo no sentía
absolutam ente ninguna n e c e sid a d d e lib e rta d individual. Así
com o no sentía absolutam ente, p o r ejem plo, ninguna n e c e sid a d
d e lib e rta d d e im prenta. La lib e rta d d e im p ren ta p u e d e servirnos
p a ra algo a A guirre M orales y a mí; p e ro los indios p o d ían ser
felices sin co n o cerla y aun sin concebirla. La vid a y el espíritu del
indio no e sta b a n atorm entados p o r el afán d e esp ecu lació n y d e
creació n intelectuales. No e sta b a n tam poco su b o rd in ad o s a la
n e c e sid a d d e com erciar, d e contratar, d e traficar. ¿Para qué
p o d ría servirle, p o r consiguiente, al indio esta lib e rta d inventada
p o r n u estra civilización? Si el espíritu d e la lib e rta d se rev e ló al
quechua, fue sin d u d a en una fórm ula o, m ás bien, en una
em oción d iferen te d e la fórm ula lib eral, jac o b in a e individualista
d e la lib e rta d . La rev elació n d e la lib ertad , com o la rev elació n d e
Dios, v aría con las e d a d e s, los p u e b lo s y los clim as. C onsustanciar
la id e a a b stra cta d e la lib e rta d con las im ág en es con cretas d e una
lib e rta d con go rro frigio -hija d el protestantism o y del
renacim iento y d e la revolución francesa- es d e ja rse c o g e r p o r
una ilusión q u e d e p e n d e tal vez d e un m ero, aunque no
d e sin te re sad o , astigm atism o filosófico d e la b u rg u esía y d e su
d em ocracia.
La tesis d e A guirre, n e g a n d o el c a rá c te r com unista d e la so c ie d a d
inkaica, d e sca n sa ín teg ram en te e n un concepto e rró n eo . A guirre
p a rte d e la id e a d e q u e autocracia y com unism o son dos térm inos
inconciliables. El rég im en inkaico -constata- fue d esp ó tico y
teocrático; luego -afirm a- no fue com unista. Mas el com unism o no
supone, históricam ente, lib e rta d individual ni sufragio pop u lar. La
autocracia y el com unism o son incom patibles en n u e stra época;
p e ro no lo fueron e n so c ie d a d e s prim itivas. Hoy un o rd e n nuevo
no p u e d e ren u n ciar a ninguno d e los p ro g re so s m orales d e la
so c ie d a d m oderna. El socialism o co n tem p o rán eo -otras é p o cas
han tenido otros tipos d e socialism o que la historia d e sig n a con
diversos n o m b res- es la antítesis d el liberalism o; p e ro n ace d e su
e n trañ a y se n utre d e su e x p erien cia. No d e s d e ñ a ninguna d e sus
conquistas intelectuales. No e sc a rn e c e y v ilip en d ia sino sus
lim itaciones. A precia y c o m p re n d e todo lo q u e e n la id e a lib eral
hay d e positivo: co n d en a y ataca sólo lo q u e en e sta id e a hay d e
negativo y tem poral.
T eocrático y d esp ó tico fue, ciertam en te, el rég im en inkaico. Pero
e ste es un rasg o com ún d e todos los re g ím e n e s d e la antigüedad.
Todas las m onarquías d e la historia se han ap o y ad o e n el
sentim iento religioso d e sus p u eb lo s. El divorcio d el p o d e r
tem poral y del p o d e r espiritual es un hecho nuevo. Y m ás que un
divorcio es una se p ara c ió n d e cu erp o s. Hasta G uillerm o d e
H ohenzollern los m onarcas han invocado su d e re c h o divino.
No es p o sib le h a b la r d e tiranía abstractam en te. Una tiranía es un
hecho concreto. Y es real sólo en la m ed id a en que oprim e la
voluntad d e un p u e b lo o en q u e contraría y sofoca su im pulso
vital. M uchas v e c e s, e n la an tig ü ed ad , un rég im en absolutista y
teocrático ha en c arn a d o y re p re se n ta d o , p o r el contrario, e sa
voluntad y e s e im pulso. Este p a re c e h a b e r sido el caso del
im perio inkaico. No creo en la o b ra taum atúrgica d e los Inkas.
Juzgo ev id en te su c a p ac id ad política, p e ro juzgo no m enos
e v id en te q u e su o b ra consistió en construir el Im perio con los
m ateriales hum anos y los elem entos m orales a lle g ad o s p o r los
siglos. El ayllu -la com unidad-, fue la célula d el Im perio. Los Inkas
h icieron la unidad, inventaron el Im perio; p e ro no c re a ro n la
célula. El Estado ju rídico organizado p o r los Inkas rep ro d u jo , sin
duda, el E stado natural p re-ex isten te. Los Inkas no violentaron
nada. Está b ien q u e se ex alte su obra; no q u e se d e s p re c ie y
dism inuya la g e sta m ilenaria y m ultitudinaria d e la cual e sa o b ra
no es sino una e x p re sió n y una consecuencia.
No se d e b e e m p e q u e ñ e c e r, ni m ucho m enos n e g a r, lo que en esa
o b ra p e rte n e c e a la m asa. A guirre, literato individualista, se
com place en ig n o ra r en la historia a la m u ch ed u m b re. Su m irada
d e rom ántico b u sc a exclusivam ente al h éro e.
Los vestigios d e la civilización inkaica d e c la ra n unánim em ente,
contra la req u isito ria d e A guirre M orales. El autor d e El Pueblo del
Sol invoca el testim onio d e los m illares d e huacos q u e han
desfilado ante sus ojos. Y bien. Esos huacos d ice n que el arte
inkaico fue un a rte pop u lar. Y el m ejor docum ento d e la
civilización inkaica es, acaso, su arte. La cerám ica estilizada
sintetista d e los indios no p u e d e h a b e r sido p ro d u cid a p o r un
p u e b lo g ro se ro y b á rb a ro .
Jam es G e o rg e F razer -m uy distante espiritual y físicam ente d e los
cronistas d e la colonia-, escrib e: "Rem ontando el curso d e la
historia, se en co n trará q u e no es p o r un p uro a ccid en te q u e los
p rim ero s g ra n d e s p aso s hacia la civilización han sido hechos bajo
g o b iern o s d espóticos y teocráticos com o los d e la China, del
Egipto, d e Babilonia, d e M éxico, d el Perú, p a íse s en todos los
cuales el jefe suprem o exigía y o b ten ía la o b e d ie n c ia servil d e
sus súbditos p o r su d o b le c a rá c te r d e re y y d e dios. Sería a p en as
una e x a g era ció n d e c ir que en e sa é p o c a lejana el despotism o es
el m ás g ra n d e am igo d e la hum anidad y p o r p a rad o jal q u e esto
p arezca, d e la lib e rta d . Pues d e sp u é s d e todo, hay m ás lib ertad ,
en el m ejor sentido d e la p a la b ra -lib e rtad d e p e n s a r nuestros
pen sam ien to s y d e m o d elar nuestros destinos-, bajo el
despotism o m ás absoluto y la tiranía m ás o p re so ra que bajo la
a p a re n te lib e rta d d e la v id a salvaje, en la cual la su e rte del
individuo, d e la cuna a la tum ba, es v a c ia d a en el m olde ríg id o d e
las co stu m b res h ered itarias" (The Golden Bough, Part. 1 ).
A guirre M orales d ice q u e en la so c ie d a d inkaica se desco n o cía el
ro b o p o r una sim ple falta d e im aginación p a ra el mal. Pero no se
d e stru y e con una frase d e ingenioso hum orism o literario un hecho
social que p ru e b a , p recisam en te, lo q u e A guirre se obstina en
neg ar: el com unism o inkaico. El econom ista francés C harles G ide
p ien sa que m ás exacta q u e la c é le b re fórm ula d e Proudhon, es la
siguiente fórmula: "El ro b o es la p ro p ie d a d ". En la so c ie d a d
inkaica no existía el ro b o p o rq u e no existía la p ro p ie d a d . O, si se
q u iere, p o rq u e existía una organización socialista d e la
p ro p ie d a d .
Invalidem os y anulem os, si h a c e falta, el testim onio d e los
cronistas d e la colonia. Pero es el caso q u e la teo ría d e A guirre
b u sca am paro, justam ente, en la in terp retació n , m edioeval en su
espíritu, d e esos cronistas d e la form a d e distribución d e las
tie rra s y d e los productos.
Los frutos d el suelo no son a te so rab le s. No es verosím il, p o r
consiguiente, que las dos te rc e ra s p a rte s fuesen a c a p a ra d a s p a ra
el consum o d e los funcionarios y sa ce rd o te s d el Im perio. Mucho
m ás verosím il es q u e los frutos q u e se su p o n e re se rv a d o s p a ra los
n o b les y el Inka, estuviesen destin ad o s a constituir los dep ó sito s
del Estado.
Y que re p re se n ta se n , en sum a, un acto d e p ro v id en cia social,
p ecu liar y característico en un o rd e n socialista.

16. C astro Pozo, Nuestra Comunidad Indígena.

17. Ibíd., p p . 16 y 17.

18. Escrito e ste trabajo, en cu en tro en el libro d e Haya d e la T orre


Por la emancipación de la América Latina, co n cep to s que
coinciden absolutam ente con los míos so b re la cuestión a g ra ria
en g e n e ra l y so b re la com unidad in d íg e n a e n particular. Parti­
m os d e los m ism os puntos d e vista, d e m an era q u e es forzoso que
n u estras conclusiones sean tam b ién las m ism as.

19. C astro Pozo, ob. citada, pp. 66 y 67.

20. Ibíd., p. 434.

21. Schkaff, ob. citada, p. 188.


22. C astro Pozo, ob. citada, p. 47. El autor tien e ob serv acio n es
m uy in te resa n te s s o b re los elem entos esp iritu ales d e la econom ía
com unitaria. "La e n e rg ía, p e rse v e ra n c ia e in te rés -apunta- con
que un com unero siega, gavilla el trigo o la c e b a d a , quipicha
(Quipichar: c a rg a r a la esp ald a. C ostum bre in d íg e n a ex te n d id a en
toda la sierra. Los c a rg a d o res, fleteros y e stib a d o re s d e la costa,
ca rg a n s o b re el hom bro) y desfila, a p aso ligero, hacia la e ra
a le g re, c o rrién d o le una brom a al co m p añ ero o sufriendo la del
q u e va d e trá s h alándole el extrem o d e la m anta, constituyen una
tan ho n d a y decisiva diferencia, co m p arad o s con la desidia,
frialdad, laxitud d el ánim o y, al p a re c e r, cansancio, con que
p re sta n sus servicios los yanaconas, en idénticos trab ajo s u otros
d e la m ism a naturaleza; que a p rim e ra vista salta el abism o que
diversifica el valor d e am bos estad o s psico-físicos, y la p rim e ra
in terro g ació n q u e se insinúa al espíritu, es la d e ¿qué influencia
e je rc e e n el p ro c e so del tra b a jo su objetivación y finalidad
co n creta e inm ediata?"

23. Sorel, q u e tanta atención ha d e d ic a d o a los co n cep to s d e


Proudhon y Le Play s o b re el rol d e la familia e n la estructura y el
espíritu d e la so cied ad , ha co n sid erad o con b u id a y sagaz
p en e trac ió n "la p a rte espiritual d el m edio económ ico". Si algo ha
e ch ad o d e m enos en Marx, ha sido un insuficiente espíritu
jurídico, au nque haya convenido e n q u e e ste asp ecto d e la
p ro d u cció n no e s c a p a b a al dialéctico d e Tréveris. "Se sa b e -
e sc rib e en su Introduction a l'econoinie moderna- q u e la
o b serv ació n d e las costum bres d e las fam ilias d e la p lan a sajona
im presionó m ucho a Le Play en el com ienzo d e sus viajes y ejerció
una influencia decisiva so b re su pensam iento. Me h e p reg u n ta d o
si M arx no h a b ía p e n sa d o e n estas antiguas co stu m b res cuando ha
acusado al capitalism o d e h a c e r d el pro letario un h o m b re sin
familia". C on relació n a las o b se rv a c io n e s d e C astro Pozo, quiero
re c o rd a r otro co ncepto d e Sorel: "El trab ajo d e p e n d e , en muy
vasta m edida, d e los sentim ientos q u e ex p erim en tan los o b re ro s
ante su tarea".

24. Schkaff, ob. citada, p. 135.


25. No hay q u e olvidar, p o r lo q u e toca a los b ra c e ro s serran o s, el
efecto extenuan-te d e la costa cálida e in salu b re en el organism o
del indio d e la sierra, p re s a s e g u ra d el paludism o, q u e lo
am enaza y p re d isp o n e a la tuberculosis. T am poco hay que olvidar
el profundo a p e g o d el indio a sus lare s y a su naturaleza. En la
costa se siente un exiliado, un mitimae.

26. Una d e las constataciones m ás im portantes a q u e e ste tópico


conduce es la d e la íntim a so lid a rid a d d e n u estro p ro b le m a
ag ra rio con nuestro p ro b le m a dem ográfico. La concentración d e
las tie rra s en m anos d e los gam onales constituye un freno, un
c á n ce r d e la d em ografía nacional. Sólo cuando se haya roto esa
tra b a del p ro g re so p eruano, se h a b rá a d o p ta d o rea lm e n te el
principio sudam ericano: "G o b ern ar es poblar".

27. El p ro y ec to co n ceb id o p o r el G o bierno con el objeto d e c re a r


la p e q u e ñ a p ro p ie d a d a g ra ria se inspira en el criterio económ ico
lib eral y capitalista. En la costa su aplicación, su b o rd in a d a a la
ex p ro p iació n d e fundos y a la irrigación d e tie rra s eriazas, p u e d e
c o rre sp o n d e r aún a p o sib ilid a d e s m ás o m enos am plias d e
colonización. En la sie rra sus efectos serían m ucho m ás
restrin g id o s y dudosos. Gomo todas las tentativas d e dotación d e
tie rra s q u e re g istra n u estra historia rep u b lican a, se caracteriza
p o r su p resc in d en c ia d el valor social d e la "com unidad" y p o r su
tim idez ante el latifundista cuyos in te re se s salv ag u ard a con
ex p resiv o celo. E stab lecien d o el p a g o d e la p a rc e la al contado o
en 20 anualidades, resu lta inap licab le en las re g io n e s d e sie rra
d o n d e no existe todavía una econom ía com ercial m onetaria. El
p ago, en estos casos, d e b e ría se r estipulado no en d inero sino en
productos. El sistem a d el Estado d e ad q u irir fundos p a ra
rep a rtirlo s e n tre los indios m anifiesta un ex trem ad o m iram iento
p o r los latifundistas, a los cuales ofrece la ocasión d e v e n d e r
fundos poco productivos o m al explotados, e n condiciones
ventajosas.

28. Schkaff, ob. citada, p p . 133, 134 y 135.


29. Francisco Ponce d e León, Sistemas de arrendamiento de
terrenos d e cultivo en el departamento del Cuzco y el problem a de
la tierra.

30. Los ex p erim en to s rec ien te m e n te practicad o s, en distintos


puntos d e la costa p o r la C om isión Im pulsora d el Cultivo del
Trigo, han tenido, se g ú n se anuncia, éxito satisfactorio. Se ha
obten id o a p re c ia b le s ren dim ientos d e la v a rie d a d "Kappli
Em mer" -inm une a la "roya"-, aun en las "lomas".

31. H erriot, Créer.

EL PROCESO DE LA INSTRUCCION PUSUCA


I. LA HERENCIA COLONIAL Y LAS INFLUENCIAS
FRANCESA Y NORTEAMERICANA

Tres influencias se su c e d e n en el p ro c e so d e la instrucción en la


República: la influencia o, m ejor, la h e re n c ia española, la
influencia fran cesa y la influencia n o rteam ericana. P ero sólo la
e sp añ o la lo g ra e n su tiem po un dom inio com pleto. Las otras dos
se in sertan m ed io crem en te en el cu ad ro español, sin alterar
d em asiad o sus líneas fundam entales.
La historia d e la instrucción p ú b lica en el Perú se divide así en los
tres p erío d o s q u e señalan estas tre s influencias (1). Los lím ites d e
c ad a p e río d o no son m uy p reciso s. Pero en el P erú é ste es un
defecto com ún a casi todos los fenóm enos y a casi to d as las cosas.
Hasta en los h o m b re s ra ra vez se o b se rv a un contorno neto, un
perfil categórico. Todo a p a re c e sie m p re un poco borroso, un
poco confuso.
En el p ro ce so d e la instrucción pública, com o en otros asp ecto s
d e n u estra vida, se constata la su p erp o sició n d e elem entos
extran jero s insuficientem ente com binados, insuficientem ente
aclim atados. El p ro b le m a e stá en las raíces m ism as d e e ste Perú
hijo d e la conquista. No som os un p u e b lo q u e asim ila las id ea s y
los h o m b re s d e otras naciones, im p reg n án d o las d e su sentim iento
y su am biente, y q u e d e e sta su e rte e n riq u ece, sin deform arlo, su
espíritu nacional. Somos un p u e b lo en el q u e conviven, sin
fusionarse aún, sin e n te n d e rs e todavía, in d íg en as y
co nquistadores. La R epública se siente y h asta se confiesa
solidaria con el V irreinato. Com o el V irreinato, la R epública es el
Perú d e los colonizadores, m ás q u e d e los regnícolas. El
sentim iento y el in te rés d e las cuatro quintas p a rte s d e la
po b lació n no ju e g a n casi ningún rol e n la form ación d e la
n acionalidad y d e sus instituciones.
La ed u cació n nacional, p o r consiguiente, no tien e un espíritu
nacional: tien e m ás b ien un espíritu colonial y colonizador.
C uando en sus p ro g ra m as d e instrucción p ú b lica el E stado se
refiere a los indios, no se refiere a ellos com o a p e ru a n o s iguales
a todos los dem ás. Los c o n sid era com o una raza inferior. La
R epública no se diferen cia en e ste te rre n o d el V irreinato.
E spaña nos legó, d e otro lado, un sentido aristocrático y un
co ncepto eclesiástico y literario d e la enseñanza. D entro d e este
concepto, q u e c e rra b a las p u e rta s d e la U niversidad a los
m estizos, la cultura e ra un privilegio d e casta. El p u e b lo no tenía
d e re c h o a la instrucción. La en señ an za tenía p o r objeto form ar
clérig o s y doctores.
La revolución d e la In d ep e n d e n c ia , alim entada d e id eo lo g ía
jaco b in a, p ro d u jo tem p o ralm en te la ad o p ció n d e principios
igualitarios. Pero e ste igualitarism o v e rb a l no ten ía en mira,
realm en te, sino al criollo. Ig n o rab a al indio. La R epública,
adem ás, nacía en la m iseria. No p o d ía p e rm itirse el lujo d e una
am plia política educacional.
La g e n e ro sa co n cep ció n d e C o n d o rcet no se contó e n tre los
pen sam ien to s tom ados e n p réstam o p o r nuestros lib e rale s a la
g ran Revolución. Prácticam ente subsistió, en ésta com o e n casi
todas las cosas, la m en talidad colonial. D ism inuida la
e ferv escen cia d e la retó ric a y el sentim iento lib e rale s, re a p a re c ió
n etam en te el principio d e privilegio. El g o b iern o d e 1831, que
d eclaró la g ratu id ad d e la enseñanza, fundaba e sta m ed id a que
no llegó a actuarse, en "la notoria d e c a d e n c ia d e las fortunas
p articu lares q u e h a b ía red u c id o a in n u m erab les p a d re s d e familia
a la a m arg a situación d e no se rle s p o sib le d a r a sus hijos
ed u cació n ilustrada, m alo g rán d o se m uchos jó v en e s d e talento"
(2). Lo q u e p re o c u p a b a a e s e g o b iern o , no e ra la n e c e sid a d d e
p o n e r e ste g ra d o d e instrucción al alcance d el p u eb lo . Era, seg ú n
sus p ro p ia s p a la b ras, la u rg en c ia d e reso lv e r un p ro b le m a d e las
fam ilias q u e h ab ían sufrido d e sm e d ro e n su fortuna.
La p e rsiste n c ia d e la orientación literaria y retó rica se m anifiesta
con la m ism a acentuación. F elipe B arreda y Laos señ ala com o
fundaciones típicas d e los p rim e ro s lustros d e la R epública las
siguientes: el C olegio d e la T rinidad d e H uancayo, la E scuela d e
Filosofía y Latinidad d e H uam achuco y las C á te d ra s d e Filosofía,
d e Teología dogm ática y d e Ju risprudencia d el C olegio d e
M oquegua (3).
En el culto d e las hu m an id ad es se confundían los lib e rale s, la
vieja aristocracia te rra te n ie n te y la jo v en b u rg u esía u rbana. Unos
y otros se com placían e n co n c eb ir las u n iv ersid a d e s y los
colegios com o unas fábricas d e g e n te s d e letras y d e leyes. Los
lib e ra le s no g u stab an m enos d e la retó ric a que los
c o n serv ad o res. No h a b ía q u ien rec lam a se una orientación
p ráctica d irig id a a estim ular el trabajo, a em p u jar a los jó v en e s al
com ercio y la industria (M enos aún h a b ía quien reclam ase una
orientación d em ocrática, d e stin a d a a fran q u ear el acceso a la
cultura a todos los individuos).
La h e re n c ia e sp añ o la no e ra exclusivam ente una h e re n c ia
p sicológica e intelectual. Era ante todo, una h e re n c ia económ ica y
social. El privilegio d e la educación persistía p o r la sim ple razón
d e q u e p ersistía el privilegio d e la riqueza y d e la casta. El
co ncepto aristocrático y literario d e la edu cació n co rre sp o n d ía
ab so lu tam en te a un rég im en y a una econom ía feudales. La
revolución d e la in d e p e n d e n c ia no h a b ía liquidado en el Perú
e ste ré g im e n y e sta econom ía (4). No p o día, p o r e n d e , h a b e r
can celad o sus id ea s p e c u liare s s o b re la enseñanza.
El Dr. M anuel V icente Villarán, q u e re p re s e n ta e n el p ro c e so y el
d e b a te d e la instrucción pú b lica p e ru a n a el pen sam ien to
d e m o b u rg u é s, d e p lo ra n d o esta h eren cia, dijo en su discurso
so b re las p ro fesio n es lib e rale s h a c e un cuarto d e siglo "El Perú
d e b e ría se r p o r mil causas económ icas y sociales, com o han sido
los E stados Unidos, tie rra d e la b ra d o re s, d e colonos, d e m ineros,
d e com erciantes, d e h o m b re s d e trabajo; p e ro las fatalidades d e
la historia y la voluntad d e los h o m b re s han resu elto otra cosa,
convirtiendo al país en centro literario, p a tria d e intelectuales y
sem illero d e b u ró cratas. Pasem os la vista en torno d e la so c ie d a d
y fijem os la atención en cu alq u iera familia: s e rá una g ran fortuna
si logram os hallar e n tre sus m iem bros algún agricultor,
com erciante, industrial o m arino; p e ro es in d u d ab le q u e h a b rá en
ella algún a b o g a d o o m édico, m ilitar o e m p lead o , m agistrado o
político, pro feso r o literato, p e rio d ista o p oeta. Som os un p u eb lo
d o n d e ha e n tra d o la m anía d e las naciones viejas y d e c a d e n te s, la
en fe rm e d a d d e h a b la r y d e e scrib ir y no d e o b rar, d e 'agitar
p a la b ra s y no cosas', d o lencia lam en tab le que constituye un signo
d e laxitud y d e flaqueza. Casi todos m iram os con h o rro r las
p rofesiones activas q u e ex ig e n voluntad e n é rg ic a y espíritu d e
lucha, p o rq u e no q u erem o s com batir, sufrir, a rrie sg a r y ab rirn o s
p aso p o r nosotros m ism os hacia el b ie n e sta r y la in d ep e n d e n c ia .
¡Qué p ocos se d e c id e n a s o te rra rse en la m ontaña, a vivir en las
punas, a re c o rre r nuestros m ares, a e x p lo ra r nuestros ríos, a
irrig a r nuestros cam pos, a a p ro v e c h a r los teso ro s d e n u estras
minas! H asta las m anufacturas y el com ercio, con sus riesg o s y
p reo c u p a c io n e s, nos atem orizan, y en cam bio contem plam os
e n g ro sa r año p o r año la m ultitud d e los q u e an helan a todo p rec io
la tranquilidad, la se g u rid a d , el sem i-reposo d e los em pleos
públicos y las p rofesiones literarias. En ello som os estim ulados,
em pujados p o r la so c ie d a d en tera. Todas las p refe re n c ia s d e los
p a d re s d e fam ilia son p a ra los a b o g a d o s, los d o cto res, los
oficinistas, los literatos y los m aestros. Así es q u e el s a b e r se halla
triunfante, la p a la b ra y la plum a están en su e d a d d e oro, y si el
mal no es c o rre g id o pronto, el P erú va a s e r com o la China, la
tie rra p ro m e tid a d e los funcionarios y d e los letrados" (5).
El estudio d e la historia d e la civilización capitalista, e sc la re c e
am plia-m ente las causas del e sta d o social p eru an o , co n sid erad o
por el d octor V illarán en el párrafo copiado.
E spaña es una nación re z a g a d a en el p ro g re so capitalista. Hasta
ahora, E spaña no ha p o d id o e m a n c ip a rse del M edioevo. M ientras
en E uropa C entral y O riental, han sido ab atid o s com o
co n secu en cia d e la g u e rra los últim os b astio n es d e la feudalidad,
en E spaña se m antienen todavía en pie, d efen d id o s p o r la
m onarquía. Q uienes ah ondan hoy en la historia d e E spaña,
d e s c u b re n q u e a e ste p aís le ha faltado una cum plida revolución
lib eral y b u rg u esa . En E spaña el te rc e r estad o no ha lo g rad o
nunca una victoria definitiva. El capitalism o a p a re c e c a d a vez m ás
n etam en te com o un fenóm eno consustancial y solidario con el
liberalism o y con el protestantism o. Esta no es, p ro p iam en te, un
principio ni una teoría, sino m ás bien, una o b servación
ex perim ental, em pírica. Se constata q u e los p u e b lo s e n los cuales
el capitalism o -industrialism o y m aquinism o- ha alcanzado todo su
d esarrollo, son los p u e b lo s anglosajones -lib e ra le s y p ro te sta n tes
(6). Sólo en estos p a íse s la civilización capitalista se ha
d e sarro llad o p len am en te. E spaña es e n tre las naciones latinas la
q u e m enos ha sab id o a d a p ta rse al capitalism o y al liberalism o. La
fam osa d e c a d e n c ia española, a la cual e x e g e ta s rom ánticos
atrib u y en los m ás diversos y extraños o ríg en es, consiste
sim plem ente en e sta incap acid ad . El clam or p o r la europeización
d e E spaña ha sido un clam or p o r su asim ilación a la E uropa dem o-
b u rg u e sa y capitalista. L ógicam ente, las colonias form adas p o r
E spaña e n A m érica tenían q u e re se n tirse d e la m ism a d eb ilid ad .
Se explica p erfe c ta m e n te el q u e las colonias d e Inglaterra, nación
d e stin a d a a la h e g em o n ía en la e d a d capitalista, re c ib ie s e n los
ferm entos y las e n e rg ías esp iritu ales y m ateriales d e un ap o g eo ,
m ientras las colonias d e E spaña, nación e n c a d e n a d a a la tradición
d e la e d a d aristocrática, re c ib ía n los g é rm e n e s y las taras d e una
d e cad en cia.
El esp añ o l trajo a la e m p re sa d e la colonización d e A m érica su
espíritu m edioeval. Fue sólo un conquistador; no fue rea lm e n te un
colonizador. C uando E spaña term inó de m andarnos
co nquistadores, em pezó a m andarnos únicam ente v irrey es,
clérig o s y doctores.
Se p ien sa ahora q u e E spaña e x p erim en tó su revolución b u rg u e sa
en A m érica. Su clase lib e ral y b u rg u esa , sofocada en la m etrópoli,
se organizó en las colonias. La revolución e sp añ o la p o r esto se
cum plió e n las colonias y no en la m etrópoli. En el p ro ce so
histórico ab ie rto p o r esta revolución, les tocó en co n secu en cia la
m ejor p a rte a los p a íse s d o n d e los elem en to s d e e sa clase lib eral
y b u rg u e sa y d e una econom ía co n g ru en te, e ra n m ás vitales y
sólidos. En el P erú e ra n d em asiad o incipientes. Aquí, so b re los
resid u o s d isp erso s, s o b re los m ateriales disueltos d e la econom ía
y la so c ie d a d inkaicas, el V irreinato h a b ía edificado un rég im en
aristocrático y feudal q u e rep ro d u c ía , con sus vicios y sin sus
raíces, el d e la d e c a íd a m etrópoli.
La resp o n sa b ilid ad d el estad o social d en u n ciad o p o r el doctor
V illarán e n su discurso académ ico d e 1900, c o rre sp o n d e, pues,
fundam entalm ente, a la h e re n c ia española. El doctor V illarán lo
adm itió e n su tesis, au nque su filiación civilista no le consentía
excesiva in d e p e n d e n c ia m ental frente a una clase, com o la
re p re s e n ta d a p o r su partid o , q u e tan inequívocam ente d e sc ie n d e
del V irreinato y se siente h e re d e ra d e sus privilegios. "La
A m érica -esc rib ía el d octor Villarán-, no e ra colonia d e tra b a jo y
poblam iento sino d e explotación. Los colonos e sp añ o le s ven ían a
b u sc ar la riq u eza fácil, y a form ada, d e scu b ie rta , q u e se o b tien e
sin la d o b le p e n a del tra b a jo y el ahorro, e sa riqueza que es la
a p e te c id a p o r el aventurero, p o r el no b le, p o r el soldado, p o r el
so b eran o . Y en fin, ¿p ara q u é tra b a ja r si no e ra necesario ? ¿No
e sta b a n allí los indios? ¿No e ra n num erosos, m ansos, diligentes,
sobrios, aco stum brados a la tie rra y al clim a? A hora bien, el indio
siervo p ro d u jo al rico ocioso y dilap id ad o r. Pero lo p e o r d e todo
fue q u e una fuerte asociación d e id ea s se estab leció e n tre el
trab ajo y la serv id u m b re, p o rq u e d e hech o no h ab ía tra b a ja d o r
que no fuera siervo. Un instinto, una re p u g n a n c ia natural m anchó
toda lab o r pacífica y se llegó a p e n s a r q u e tra b a ja r e ra m alo y
d eshonroso. Este instinto nos ha sido le g a d o p o r nuestros abuelos
com o h e re n c ia orgánica. Tenem os, pues, p o r raza y nacim iento,
el d e s d é n al trabajo, el am or a la adquisición d el d in ero sin
esfuerzo propio, la afición a la ociosidad a g ra d a b le , el gusto a las
fiestas y la ten d e n c ia al derro ch e" (7).
Los E stados Unidos, son la o b ra del p io n eer, el puritano y el judío,
espíritus p o se íd o s d e una p o d e ro s a voluntad d e po ten cia y
o rientados ad em ás hacia fines utilitarios y prácticos. En el Perú se
estableció, en cam bio, una raza q u e en su p ro p io suelo no pudo
se r m ás q u e una raza in d o len te y soñadora, p ésim am en te d o tad a
p a ra las e m p re sa s del industrialism o y d el capitalism o. Los
d e sc e n d ie n te s d e esta raza, p o r otra p a rte , m ás q u e sus virtu d es
h e re d a ro n sus defectos.
Esta tesis d e la deficiencia d e la raza e sp añ o la p a ra lib e ra rs e del
M edioevo y a d a p ta rse a un siglo lib e ral y capitalista resu lta cada
día m ás c o rro b o ra d a p o r la in te rp re ta c ió n científica d e la historia
(8). Entre nosotros, d em asiad o inclinados sie m p re a un idealism o
ram plón en la historiografia, se afirm a ahora un criterio realista a
e ste resp e c to . C é sa r A. U garte -en su Bosquejo d e la Historia
Económica del Perú- e sc rib e lo que sigue: "¿Cuál fué el
contingente d e en e r-g ía s q u e dio al Perú la nueva raza? La
sicología d el p u e b lo español d el siglo XVI no e ra la m ás
a p ro p ia d a p a ra el desenvolvim iento económ ico d e una tie rra
a b ru p ta e inexplorada. P ueblo g u e rre ro y c a b alle re sc o , que
a c a b a b a d e salir d e ocho siglos d e lucha p o r la reco n q u ista d e su
suelo y q u e se h allaba e n p len o p ro ce so d e unificación política,
care c ía en el siglo XVI d e las v irtu d es económ icas, esp ecialm en te
d e la constancia p a ra el trab ajo y d el espíritu d el ahorro. Sus
prejuicios nobiliarios y sus aficiones b u ro cráticas le ale jab a n d e
los cam pos y d e las industrias p o r juzgarlas o cu paciones d e
esclavos y villanos. La m ayor p a rte d e los co n q u istad o res y
d e sc u b rid o re s d el siglo XVI, e ra g e n te desvalida; p e ro no les
in sp irab a el móvil d e e n co n trar una tie rra lib re y rica p a ra
p ro sp e ra r en ella con su esfuerzo p aciente: guiábalos sólo la
codicia d e riquezas fáciles y fabulosas y el espíritu d e aventura
p a ra alcanzar gloria y p o d e río . Y si al lado d e e sta m asa ign o ran te
y aventurera, v en ían algunos h o m b re s d e m ayor cultura y valía,
im pulsaba a éstos la fe relig io sa y el p ropósito d e catequizar a los
naturales" (9).
El espíritu religioso e n sí, a mi juicio, no fue un obstáculo p a ra la
orga-nización económ ica d e las colonias. Más espíritu religioso
hubo en los puritanos d e la N ueva Inglaterra. De él sacó
p rec isam e n te N orteam érica la savia espiritual de su
e n g ran d ecim ien to económ ico. En cuanto a relig io sid ad , la
colonización e sp añ o la no p e c ó d e ex ceso (10).

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La R epública, q u e h e re d ó d el V irreinato, esto es d e un rég im en


feudal y aristocrático, sus instituciones y m étodos d e instrucción
pública, buscó en Francia los m odelos d e la reform a d e la
enseñanza tan luego com o, e sb o za d a la organización d e una
econom ía y una clase capitalistas, la g estión del nuevo Estado
adquirió cierto im pulso p ro g re sista y cierta aptitud o rd en ad o ra.
De e ste m odo, a los vicios originales d e la h e re n c ia esp añ o la se
a ñ ad iero n los defectos d e la influencia francesa que, en vez d e
v en ir a aten u ar y c o rre g ir el concepto literario y retórico d e la
enseñanza trasm itido a la R epública p o r el V irreinato, vino m ás
b ien a acentuarlo y com plicarlo.
La civilización capitalista no ha lo g rad o en Francia, com o en
Inglaterra, A lem ania y E stados Unidos, un cabal d esarrollo, e n tre
otras razones, p o r lo in ad ecu ad o d el sistem a educacional francés.
Todavía no se ha resu elto e n e sa nación -d e la cual hem os copiado
an acrónicam ente tantas cosas-, p ro b le m as fundam entales com o el
d e la escu ela única prim aria y el d e la enseñ an za técnica.
E studiando d e te n id am e n te esta cuestión en su o b ra Crear, H erriot
h ace las siguientes constataciones: "En v e rd a d , co nscientem ente
o no, hem os p e rm a n ec id o fieles a e se gusto d e la cultura
universal q u e p a re c ía a nuestros p a d re s el m ejor m edio d e
alcanzar la distinción d el espíritu. El francés am a la id e a g e n e ra l
sin s a b e r sie m p re lo q u e e n tie n d e p o r e se térm ino. N uestra
p ren sa , n u e stra elocuencia, se n u tren d e lu g are s com unes" (11).
"En p len o siglo XX no ten em o s aún un p lan d e educación
nacional. Las e x p e rien c ia s políticas a las q u e hem os estado
co n d en ad o s han reaccio n ad o c a d a una a su m an era s o b re la
enseñanza. Si se le m ira d e s d e un poco d e altura, la m ed io crid ad
del esfuerzo ten tad o a p a re c e lam entable" (12).
Y, m ás ad elan te, d e sp u é s d e re c o rd a r q u e Renán atribuía en p a rte
la resp o n sa b ilid ad d e las d esv en tu ras d e 1870 a una instrucción
pública cerrada a todo progreso, convencida d e haber dejado que
el espíritu d e Francia se malograse en la nulidad, H erriot a g reg a:
"Los h o m b re s d e 1848 h ab ían co n ceb id o p a ra nuestro p aís un
p ro g ra m a d e instrucción q u e no ha sido jam ás ejecu tad o y ni
siq u iera co m p ren d id o . N uestro m aestro C onstantino P ecqueur,
lam en tab a q u e la instrucción p ú b lica no fuese aún o rganizada
socialm ente, q u e el privilegio d e nacim iento se p ro lo n g a se en la
ed u cació n d e los niños" (13).
H erriot, cuya p o n d e ra c ió n dem o crática no p u e d e s e r contestada,
su scrib e a e ste re sp e c to juicios sustentados p o r los Compagnons
de l'Université Nouvelle y otros p ro p u g n a d o re s d e una radical
reform a d e la enseñanza. C onform e a su e sq u em a d e la Historia
d e la Instrucción Pública d e Francia, la revolución tuvo un am plio
y nuevo id eario educacional. "Con un v ig o r y una d ecisión d e
espíritu re m a rc a b le s, C on d o rcet rec lam a b a p a ra todos los
ciudad anos todas las p o sib ilid a d e s d e instrucción, la g ratu id ad d e
todos los g rad o s, la trip le cultura d e las facultades físicas,
intelectuales y m orales". Pero d e sp u é s d e C ondorcet, vino
N apoleón. "La o b ra d e 1808, e sc rib e H erriot, es la antítesis del
esfuerzo d e 1792. En a d e la n te los dos principios antagónicos no
c e sa rá n d e luchar. Los encontrarem os, así al uno com o al otro, en
la b a se d e n u estras instituciones tan mal co o rd in ad as todavía.
N apoleón se ocupó so b re todo d e la enseñ an za secu n d aria que
d e b ía d a rle a sus funcionarios y oficiales. N osotros lo estim am os
en g ran p a rte re sp o n sa b le d e la la rg a ignorancia d e nuestro
p u e b lo e n el curso del siglo XIX. Los h o m b re s d e 1793 habían
tenido otras esp eran zas. H asta en los colegios y los liceos, n a d a
q u e p u e d a d e s p e rta r la lib e rta d d e la inteligencia; hasta en la
enseñanza sup erio r, ninguna p a rte p a ra el culto d e sin te re sa d o d e
la ciencia o las letras. La te rc e ra R epública ha p o d id o d e s p re n d e r
a las u n iv ersid a d e s d e esta tutela y v olver a la tradición d e los
p re te n d id o s sectarios q u e c re a ro n la E scuela Norm al, el
C onservatorio d e A rtes y Oficios o el Instituto. Pero no ha po d id o
ro m p e r com pletam ente con la concepción e stre ch a ten d ie n te a
aislar la c o o p eració n universitaria del resto d e la nación. Ha
co n serv ad o d el Im perio una afición e x a g e ra d a a los g rad o s, un
re sp e to excesivo p o r los p ro ced im ien to s q u e h ab ían constituido
la fuerza p e ro tam b ién el p e lig ro d e la edu cació n d e los jesuítas"
(14).
Esta es, seg ú n un estad ista d e m o lib e ra l d e la b u rg u esía francesa,
la situación d e la enseñanza en la nación d e la cual, con
d e so rien tació n d e p lo ra b le hem os im portado m étodos y textos
du ran te larg o s años. Le d e b e m o s e ste d e sac ierto a la aristocracia
v irreinal que, disfrazada d e b u rg u e sía rep u b lican a, ha m antenido
en la R epública los fueros y los principios d e o rd e n colonial. Esta
clase quiso p a ra sus hijos, ya q u e no la ed u cació n a crem en te
dogm ática d e los colegios re a le s d e la M etrópoli, la educación
e le g a n te m e n te co n serv a d o ra d e los colegios jesuítas d e Francia
de la restauración.
El Dr. M. V. Villarán, p ro p u g n a d o r d e la orientación
n o rteam ericana, denunció en 1908, en su tesis s o b re la influencia
e x tran jera en la educación, el e rro r d e in sp irarse e n Francia.
"Con to d a su a d m irab le in telectu alid ad -d ec ía-e se país no ha
p o d id o aún m odernizar, dem ocratizar y unificar suficientem ente
su sistem a y sus m étodos d e educación. Los e scrito res fran ceses
d e m ás nota son los p rim ero s en reconocerlo" (15). Se ap o y a el
d octor V illarán en la opinión d e Taine, d e a u to rid ad incontestable
p a ra los intelectuales civilistas a q u ien es le to ca b a dirigirse.
La influencia francesa no está aún liquidada. Q u edan aún d e ella
d em asiad o s rezag o s en los p ro g ra m as y, so b re todo, en el
espíritu d e la enseñ an za se cu n d a ria y su p erio r. Pero su ciclo ha
concluido con la ad o pción d e m odelos n o rteam erican o s que
caracteriza las últim as reform as. Su b alan ce, p u es, p u e d e ser
hecho. Ya sab em o s p o r anticipado que arroja un pasivo enorm e.
Hay q u e p o n e r e n su cuenta la resp o n sa b ilid a d del p redom inio d e
las p rofesiones lib erales. Im potente p a ra p re p a ra r una clase
d irig e n te ap ta y sana, la enseñ an za ha tenido en el Perú, p a ra un
criterio rig u ro sam en te histórico, el vicio fundam ental d e su
in congruencia con las n e c e sid a d e s d e la evolución d e la
econom ía nacional y d e su olvido d e la existencia d el factor
indígena. Vale d e c ir el m ism o vicio q u e encontram os en casi todo
p ro ce so político d e la R epública.
it it it

El p e río d o d e reo rganización económ ica d el p aís s o b re b a ses


civilistas, inau g u rad o en 1895 p o r el g o b iern o d e Piérola, trajo un
p e río d o d e revisión d el ré g im e n y m étodos d e la enseñanza.
R ecom enzaba el trab ajo d e form ación d e una econom ía capitalista
in terrum pido p o r la g u e rra d el 79 y sus co n secuencias y, p o r
tanto, se p la n te a b a el p ro b le m a d e a d a p ta r g rad u alm en te la
instrucción p ú b lica a las n e c e sid a d e s d e esta econom ía en
desenvolvim iento.
El Estado, q u e en sus tiem pos d e m iseria o falencia ab an d o n ó
o b lig ad am en te la enseñanza p rim aria a los m unicipios, reasum ió
e ste servicio. C on la fundación d e la E scuela Norm al d e
P re c e p to re s se p re p a ró el cim iento d e la escu ela prim aria pú b lica
o, m ejor, popular, q u e hasta en to n ces no e ra sino rutinarism o y
diletantism o criollos. C on el restab lecim ien to d e la E scuela d e
A rtes y Oficios se d iseñó una ruta en o rd e n a la enseñanza
técnica.
Este p e río d o se caracteriza en la historia d e la instrucción pú b lica
p o r su p ro g re siv o orientam iento hacia el m odelo anglosajón. La
reform a d e la se g u n d a enseñanza e n 1902 fue el p rim e r p aso en
tal sentido. Pero, lim itada a un solo plano d e la enseñanza,
constituyó un p aso falso. El rég im en civilista re sta b le c id o p o r
Piérola no supo ni p u d o d a r una d irecció n s e g u ra a su política
educacional. Sus intelectuales, ed u c ad o s en un g árrulo e
hinchado verb alism o o e n un erudicionism o linfático y académ ico,
no tenían sino una m ed io cre h a b ilid a d d e tinterillos. Sus caciques
o c a p ataces, cuando se e le v a b a n so b re el nivel m ental d e un
m ero traficante d e culis y caña d e azúcar, p e rm a n ec ía n
d em asiad o a d h e rid o s a los m ás caducos p rejuicios aristocráticos.
El d octor M. V. Villarán, a p a re c e d e s d e 1900 com o el
p reco n izad o r d e una reform a c o h e re n te con el em brionario
d esarro llo capitalista del país. Su discurso d e e se año so b re las
p rofesiones lib erales, fue la p rim e ra req u isito ria eficaz contra el
co ncepto literario y aristocrático d e la en señ an za trasm itido a la
R epública p o r el V irreinato. Ese discurso c o n d e n ab a al g a seo so y
arcaico idealism o e x tran jero q u e hasta en to n ces h ab ía
p rev a lec id o en la enseñanza p ú b lica -re d u c id a a la ed u cació n d e
los jó v en e s "decentes"-, e n el n o m b re d e una concepción
francam ente m aterialista, o se a capitalista, d el p ro g re so . Y
concluía con la aserció n d e q u e e ra "urgente re h a c e r el sistem a
d e n u e stra edu cació n e n form a tal q u e p ro d u zca pocos
diplom ados y literatos y en cam bio e d u q u e h o m b re s útiles,
c re a d o re s d e riqueza". "Los g ra n d e s p u e b lo s e u ro p e o s -
a g re g a b a - reform an hoy sus p lan e s d e instrucción ad o p tan d o
g e n e ra lm e n te el tipo d e la e d u cació n yanqui, p o rq u e
c o m p re n d en q u e las n e c e s id a d e s d e la é p o c a ex ig e n ante todo,
h o m b re s d e em p re sa, y no literatos ni eruditos, y p o rq u e todos
esos p u e b lo s se hallan e m p e ñ a d o s m ás o m enos en la g ran o b ra
hum ana d e e x te n d e r a todas p a rte s su com ercio, su civilización y
su raza. Así tam b ién nosotros, siguiendo el ejem plo d e las
g ra n d e s naciones d e E uropa, d e b e m o s e n m e n d a r el equivocado
rum bo q u e hem os d ad o a la ed u cació n nacional, a fin d e p ro d u cir
h o m b re s prácticos, industriosos y e n é rg ico s p o rq u e ellos son los
q u e n e c esita la Patria p a ra h a c e rse rica y p o r lo m ism o fuerte"
(16).
La reform a d e 1920 señala la victoria d e la orientación
p reco n izad a p o r el d octor V illarán y, p o r tanto, el p redom inio d e
la influencia n o rteam ericana. De un lado, la ley org án ica d e
enseñanza, en convencional v ig o r d e s d e e s e año, tien e su o rig en
en un p ro y ec to e la b o ra d o p rim e ro p o r una com isión q u e p resid ió
V illarán y aseso ró un técnico yanqui, el d octor Bard, destilad o y
refinado lu eg o p o r otra com isión q u e en cab ezó tam b ién el doctor
V illarán y rectificado finalm ente p o r el doctor Bard, e n su calidad
d e jefe d e la m isión n o rteam erican a traído p o r el G o bierno p a ra
reo rg a n iz a r la instrucción pública. De otro lado, la aplicación d e
los principios d e la m ism a ley, fue confiada p o r algún tiem po a
e ste eq u ip o d e técnicos yanquis.
La im portación del m étodo no rteam erican o no se explica,
fundam entalm ente, p o r el cansancio del verb alism o latinista sino
p o r el im pulso espiritual q u e d e te rm in a b an la afirm ación y el
crecim iento d e una econom ía capitalista. Este p ro c e so histórico -
q u e e n el plano político p rodujo la caíd a d e la oligarquía
rep re sen ta tiv a d e la casta feudal a causa d e su ineptitud p a ra
d e v e n ir clase capitalista-, e n el plano educacional im puso la
definitiva ad o pción d e una reform a p e d a g ó g ic a in sp irad a en el
ejem plo d e la nación d e m ás p ró sp e ro d esarro llo industrial.
Se ab o rd a , pues, con la reform a d e 1920, una e m p re sa
c o n g ru en te con el rum bo d e la evolución histórica d el país. Pero,
com o el m ovim iento político q u e canceló el dom inio d el viejo
civilismo aristocrático, el m ovim iento educacional -p aralelo y
solidario a aquél- e sta b a d estin ad o a d e te n e rs e . La ejecución d e
un p ro g ra m a d em o lib eral, resu lta b a e n la p rác tic a e n tra b a d a y
sa b o te a d a p o r la subsistencia d e un rég im en d e feu d alid ad en la
m ayor p a rte d el país. No es p o sib le d em ocratizar la en señ an za d e
un país sin d em ocratizar su econom ía y sin dem ocratizar, p o r
e n d e , su su p e re stru c tu ra política.
En un p u e b lo q u e cum ple co n scien tem en te su p ro ce so histórico,
la reor-ganización d e la enseñanza tien e q u e esta r d irig id a p o r
sus p ro p io s ho m b res. La intervención d e esp ecialistas ex tranjeros
no p u e d e re b a s a r los lím ites d e una colaboración.
Por estas razones, fracasó el exp erim en to d e la m isión
n o rteam ericana. Por estas razones, s o b re todo, la nueva ley
org án ica q u e d ó m ás b ien com o un p ro g ra m a teórico q u e com o
una p au ta d e acción.
Ni la organización ni la existencia d e la enseñ an za se conform an a
la ley orgánica. El contraste, la distancia e n tre la ley y la p ráctica
no p u e d e n s e r aten u ad o s e n sus puntos capitales. El doctor
Bouroncle, e n un estudio q u e n a d ie su p o n d rá insp irad o en
p ropósitos negativos ni polém icos, apunta varias d e las fallas y
rem ien d o s q u e se han su ced id o en la ac cid e n ta d a historia d e esta
reform a. "Un lig ero análisis -esc rib e - d e las actuales
disposiciones le g a le s y reg la-m en tarias en m ateria d e instrucción
nos h ace v e r el g ran núm ero d e las que no han tenido ni p o d ían
te n e r aplicación en la práctica. En p rim e r térm ino, la organización
d e la D irección G en eral y del C onsejo Nacional d e en señ an za ha
sido refo rm ad a a m érito d e una autorización legislativa,
su p rim ién d o se las d ireccio n es reg io n a le s que e ra n las en tid a d es
ejecutivas con m ayores atribuciones técnicas y adm inistrativas en
el ram o. Las d ireccio n es y seccio n es han sido m odificadas y los
p lan e s d e estudio d e en señ an za prim aria y se cu n d a ria han tenido
que se r revisados. Las distintas clases d e e scu elas c o n sid e rad a s
en la ley no se han tom ado e n cuenta y los ex ám en es y títulos
p re c e p to ra le s han n e c esita d o ya una total reform a. Las categ o rías
d e e scu elas no se han c o n sid erad o , ni tam poco la com plicada
clasificación d e los colegios q u e preconizó el reg lam en -to d e
enseñanza secundaria. La Junta exam in ad o ra nacional ha sido
ree m p la -za d a en sus funciones p o r la D irección d e E xám enes y
Estudios y el sistem a total ha sido m odificado. Y p o r último, la
enseñanza sup erio r, la q u e con m ás d etalles organiza la ley, ha
d a d o sólo parcial cum plim iento a sus m andatos. La U niversidad
d e E scuelas Técnicas fracasó a las p rim e ra s tentativas d e
organización y las E scuelas S uperiores d e A gricultura, C iencias
P ed ag ó g icas, A rtes Industriales y C om ercio, no han sido
fundadas. El plan d e estudios p a ra la U niversidad d e San M arcos
no ha tenido total aplicación y el C entro Estudiantil U niversitario,
p a ra cuya direcció n se contrató p erso n a l esp ecial, no ha po d id o
ni siq u iera c re a rse . Y si exam inam os los actuales reg lam en to s d e
enseñanza p rim aria y secu n d aria v erem o s asim ism o un
sinnúm ero d e d isposiciones refo rm ad as o sin aplicación. Pocas
ley es y reg lam en to s d e los que se han d a d o en el Perú, han tenido
tan p ro n ta y d iv ersa m odificación al extrem o d e q u e los p r e ­
cep to s reform atorios y aquellos q u e no se aplican están hoy en
m ayor núm ero e n la p rác tic a esco lar q u e los q u e aún se
conservan en vig en cia en la ley y sus reglam entos" (17).
Esta es la crítica p o n d e ra d a y p ru d e n te d e un funcionario a quien
m ueve, com o es natural, un espíritu d e colaboración; p e ro no
h a c en falta otras constataciones, ni aun la d e q u e no se consigue
todavía d e d ic a r a la enseñ an za prim aria el 10 p o r ciento d e los
in g reso s fiscales o rd en a d o p o r la ley, p a ra d e c la ra r la q u ie b ra d e
la reform a d e 1920 (18). Por otra p arte, esta d eclaració n ha sido
im plícitam ente pro n u n ciad a p o r el C onsejo N acional d e
E nseñanza al a co m eter la revisión d e la Ley O rgánica.
A los q u e en e ste d e b a te ocupam os una posición id eo ló g ica
revolucionaria, nos toca constatar, ante todo, que la q u ie b ra d e la
reform a d e 1920, no d e p e n d e d e am bición excesiva ni d e
idealism o u ltram oderno d e sus postulados. Bajo m uchos aspectos,
e sa reform a se p re s e n ta re strin g id a en su aspiración y
co n serv a d o ra e n su alcance. M antiene en la enseñanza, sin la
m enor atenuación sustancial, todos los privilegios d e clase y d e
fortuna. No fran q u ea los g ra d o s su p e rio re s d e la enseñ an za a los
niños seleccio n ad o s p o r la escu ela prim aria, p u e s no e n c a rg a
absolutam ente a é sta dicha selección. Confina a los niños d e la
clase p ro le taria e n la instrucción prim aria dividida, sin ningún fin
selectivo, e n com ún y profesional, y conserva a la escu ela
p rim aria p rivada, q u e s e p a ra d e s d e la niñez, con ríg id a b a rre ra , a
las clases sociales y hasta a sus categ o rías. E stab lece únicam ente
la g ratu id ad d e la p rim e ra enseñanza sin sen tar p o r lo m enos el
principio d e que el acceso a la instrucción secundaria, que el
E stado ofrece a un p e q u e ñ o p o rce n taje con su antiguo sistem a d e
b ecas, está re se rv a d o e x p re sa m e n te a los m ejores. La ley
orgánica, en cuanto a las b e c as, se e x p re sa en térm inos
ex tre m a d a m e n te vagos, ad em ás d e q u e no rec o n o c e
p rácticam en te el d e re c h o d e se r sostenidos p o r el E stado sino a
los estudiantes q u e han in g re sa d o ya a los colegios d e se g u n d a
enseñanza. Dice, en efecto, el artículo 254: "Por disposición
reg lam en taria, p o d rá e x o n e ra rse d e d e re c h o s d e en señ an za y d e
p en sió n en los in tern ad o s d e los colegios nacionales, com o
prem io, a los jó v en e s p o b re s, q u e se distingan p o r su cap acid ad ,
m oralidad y d ed icació n al estudio. Estas b e c a s se rá n oto rg ad as
p o r el d irecto r reg io n al a p ro p u e sta d e la Junta d e P rofesores del
C olegio respectivo" (19).
Tantas lim itaciones im p id en c o n sid e rar la reform a d e 1920 aún
com o la reform a dem ocrática, p ro p u g n a d a p o r el doctor Villarán
en n o m b re d e principios d e m o b u rg u e ses.

II. LA REFORMA UNIVERSITARIA


IDEOLOGÍA Y REINVINDICACIONES

El m ovim iento estudiantil q u e se inició con la lucha d e los


estudiantes d e C órdoba, p o r la reform a d e la U niversidad, señala
el nacim iento d e la nueva g e n e ra c ió n latinoam ericana. La
in telig en te com pilación d e docum entos d e la reform a
universitaria en la A m érica Latina realizad a p o r G abriel d el Mazo,
cum pliendo un e n c arg o d e la F ed eració n U niversitaria d e Buenos
Aires, ofrece una serie d e testim onios fehacientes d e la un id ad
espiritual d e e ste m ovim iento (20). El p ro ce so d e la agitación
universitaria en la A rgentina, el Uruguay, Chile, Perú, etc., acusa
el mism o o rig e n y el m ism o im pulso. La chispa d e la agitación es
casi sie m p re un in cidente secundario; p e ro la fuerza q u e la
p ro p a g a y la d irig e v ien e d e e se e sta d o d e ánim o, d e esa
co rrien te d e id ea s q u e se d e sig n a -no sin rie sg o d e equívoco- con
el n o m b re d e "nuevo espíritu". Por esto, el anhelo d e la reform a
se p rese n ta, con idénticos c a ra c te res, e n to d as las u n iv ersid ad es
latinoam ericanas. Los estu d ian tes d e to d a la A m érica Latina,
aunque m ovidos a la lucha p o r p ro te sta s p e c u liare s d e su p ro p ia
vida, p a re c e n h a b la r el m ism o lenguaje.
De igual m odo, e ste m ovim iento se p re se n ta íntim am ente
co n ectad o con la re c ia m arejad a p o sb élica. Las esp era n z as
m esiánicas, los sentim ientos revolucionarios, las p asio n es
m ísticas p ro p ia s d e la p o sg u e rra , rep e rc u tían p articu larm en te en
la juv en tu d universitaria d e Latinoam érica. El co ncepto difuso y
u rg e n te d e q u e el m undo e n tra b a en un ciclo nuevo, d e s p e rta b a
en los jó v en es la am bición d e cum plir una función h ero ica y d e
realizar una o b ra histórica. Y, com o es natural, en la constatación
d e todos los vicios y fallas del rég im en económ ico social v igente,
la voluntad y el anhelo d e renovación e n c o n trab a n p o d e ro so s
estím ulos. La crisis m undial invitaba a los p u eb lo s
latinoam ericanos, con insólito aprem io, a rev isar y reso lv e r sus
p ro b le m as d e organización y crecim iento. L ógicam ente, la nueva
g e n e ra c ió n sentía estos p ro b le m as con una in te n sid a d y un
apasionam iento q u e las an terio res g e n e ra c io n e s no habían
conocido. Y m ientras la actitud d e las p a sa d a s g en e ra c io n e s,
com o c o rre sp o n d ía al ritm o d e su ép o ca, h a b ía sido evolucionista
-a v e c e s con un evolucionism o com pletam ente pasivo- la actitud
d e la nueva g e n e ra c ió n e ra esp o n tá n e am e n te revolucionaria.
La id eo lo g ía d el m ovim iento estudiantil careció, al principio, d e
h o m o g en e id ad y autonom ía. A cusaba dem asiad o la influencia d e
la c o rrien te w ilsoniana. Las ilusiones d e m o lib e ra le s y pacifistas
que la p red ic ac ió n d e W ilson puso en b o g a en 1918-19 circulaban
e n tre la juv en tu d latinoam ericana com o b u e n a m o n ed a
revolucionaria. Este fenóm eno se explica p erfectam en te. T am bién
en E uropa, no sólo las izquierdas b u rg u e sa s sino los viejos
p artid o s socialistas reform istas a c ep ta ro n com o nuevas las id ea s
d e m o lib e ra le s elo cu en te y apostólicam ente rem o zad as p o r el
p re s id e n te norteam ericano.
Ú nicam ente a trav és d e la co laboración c ad a día m ás e stre c h a con
los sindicatos o b rero s, d e la e x p e rien c ia d el com bate contra las
fuerzas co n serv a-d o ras y d e la crítica co n creta d e los in te re se s y
principios e n que se ap o y a el o rd e n estab lecid o , p o d ían alcanzar
las v a n g u a rd ias universitarias una definida orientación
ideológica.
Este es el co ncepto d e los m ás autorizados p o rtav o ces d e la nueva
g e n e ra c ió n estudiantil, al ju zg ar los o ríg e n e s y las co n secuencias
d e la lucha p o r la Reforma. Todos convienen en q u e este
m ovim iento, que ap e n as ha form ulado su p ro g ram a, dista m ucho
d e p ro p o n e rs e objetivos exclusivam ente universitarios y en que,
p o r su e stre ch a y c re c ie n te relació n con el avance d e las clases
tra b a ja d o ras y con el abatim iento d e viejos privilegios
económ icos, no p u e d e se r en ten d id o sino com o uno d e los
asp ecto s d e una p rofunda renovación latino-am ericana. Así
Palcos, a c ep ta n d o ín teg ram en te las últim as co n secuencias d e la
lucha em p e ñ a d a , sostiene q u e "m ientras subsista el actual
rég im en social, la Reform a no p o d rá tocar las raíc es recónditas
del p ro b le m a educacional". "H abrá llen ad o su objeto -a g re g a - si
d e p u ra a las u n iv ersid ad es d e los m alos profe-sores, q u e tom an el
carg o com o un e m p leo burocrático; si p e rm ite -com o su c e d e en
otros p aíses- q u e te n g a n acceso al p ro feso rad o todos los c a p ac e s
d e serlo, sin excluirlos p o r sus convicciones sociales, políticas o
filosóficas; si neutraliza en p arte, p o r lo m enos, el chauvinism o y
fom enta e n los e d u c an d o s el hábito d e las investigaciones y el
sentim iento d e la p ro p ia resp o n sa b ilid ad . En el m ejor d e los
casos, la Reform a rec tam e n te en te n d id a y aplicada, p u e d e
contribuir a evitar que la U niversidad sea, com o es en rig o r en
todos los p aíses, com o lo fue e n la m ism a Rusia -país d o n d e se
d ab a, sin e m b a rg o , com o en ninguna otra p arte, una
in telectu alid ad avanzada q u e en la hora d e la acción sab o teó
escan d alo sam en te a la revolución- una Bastilla d e la reacción,
esfor-zándose p o r g a n a r las alturas d el siglo" (21).
No co inciden rig u ro sam en te -y esto es lógico-, las d iv ersas
in te rp re ta c io n es del significado d el m ovim iento. Pero, con
e x cep ció n d e las q u e p ro c e d e n del secto r reaccionario,
in te resa d o e n lim itar los alcan ces d e la Reforma, localizándola en
la u n iv ersid ad y la enseñanza, todas las q u e se inspiran
sin ceram en te en sus v e rd a d e ro s id ea les, la definen com o la
afirm ación del "espíritu nuevo", en ten d id o com o espíritu
revolucionario.
D esd e sus puntos d e vista filosóficos, Ripa A lberdi se inclinaba a
c o n sid e rar esta afirm ación com o una victoria d el idealism o
novecentista so b re el positivism o del siglo XIX. "El renacim iento
del espíritu arg en tin o -decía- se o p e ra p o r virtud d e las jó v en es
g e n e ra c io n e s, que al cruzar p o r los cam pos d e la filosofía
c o n tem p o rán ea han sentido a le te a r en su frente el ala d e la
libertad". Mas el p ro p io Ripa A lberdi se d a b a cuenta d e que el
objeto d e la reform a e ra cap acitar a la U niversidad p a ra el
cum plim iento d e "esa función social q u e es la razón m ism a d e su
existencia" (22).
Julio V. González, q u e ha reu n id o en dos volúm enes sus escritos
d e la cam paña universitaria, a rrib a a conclusiones m ás precisas:
"La Reform a U niversitaria -esc rib e - acusa el a p a re c e r d e una
nueva g e n e ra c ió n q u e lle g a d esv inculada d e la anterior, que trae
sen sib ilid ad distinta e id ea les p ro p io s y una m isión d iv ersa p a ra
cum plir. No es aq uella un hech o sim ple o aislado, si los hay; está
vinculada e n razón d e causa a efecto con los últimos
acontecim ientos d e q u e fuera teatro nuestro país, com o
co n secu en cia d e los p ro d u cid o s e n el m undo. Significaría incurrir
en una ap reciació n e rró n e a hasta lo ab su rd o , c o n sid e rar a la
Reform a U niversitaria com o un p ro b le m a d e aulas y, aún así,
ra d ic a r to d a su im portancia e n los efectos q u e p u d ie ra surtir
exclusivam ente en los círculos d e cultura. E rror sem ejan te
llevaría sin rem ed io a una solución d el p ro b le m a q u e no
consultaría la re a lid a d en q u e él está plan tead o . D igám oslo
claram ente entonces: la Reform a U niversitaria es p a rte d e una
cuestión q u e el d esarro llo m aterial y m oral d e n u estra so c ie d a d
ha im puesto a raíz d e la crisis p ro d u cid a p o r la guerra" (23).
G onzález señala en se g u id a la g u e rra e u ro p e a , la revolución rusa
y el advenim iento d el radicalism o al p o d e r com o los factores
decisivos d e la Reform a en la A rgentina.
José Luis Lanuza indica otro factor: la evolución d e la clase m edia.
La m ayoría d e los estudiantes p e rte n e c e n a esta clase en to d as sus
g rad acio n es. Y bien. Una d e las co n secu encias sociales y
económ icas d e la g u e rra es la proletarización d e la clase m edia.
Lanuza sostiene la siguiente tesis: "Un m ovim iento colectivo
estudiantil d e tan v astas p ro y eccio n es sociales com o la Reform a
U niversitaria no h u b iera p o d id o estallar antes d e la g u e rra
e u ro p e a . Se sentía la n e c e sid a d d e ren o v ar los m étodos d e
estudio y se ponía d e m anifiesto el atraso d e la U niversidad
re sp e c to a las co rrien tes co n tem p o rán eas del p ensam iento
universal d e s d e la é p o c a d e A lberdi, en la q u e em pieza a
d e sa rro lla rse n u estra industria em brionaria. Pero en to n ces la
clase m edia universitaria se m antenía tranquila con sus títulos d e
privilegio. D esg raciad am en te p a ra ella, e sta h o lgura dism inuye a
m ed id a q u e c re c e la g ran industria, se a c e le ra la diferenciación
d e las clases y so b re v ie n e la proletarización d e los intelectuales.
Los m aestros, los p erio d istas y e m p le ad o s d e com ercio se
organizan g rem ialm ente. Los estu d ian tes no p o d ían e sc a p a r al
m ovim iento general" (24).
M ariano H urtado d e M endoza coincide sustancialm ente, con las
o b serv acio n es d e Lanuza. "La Reform a U niversitaria -escrib e-, es
antes q u e n ad a y p o r s o b re todo, un fenóm eno social q u e resu lta
d e otro m ás g e n e ra l y extenso, p ro d u cid o a co n secu en cia del
g ra d o d e d esarro llo económ ico d e n u estra so cied ad . Fuera
en to n ces e rro r estu d iarla únicam ente bajo la faz universitaria,
com o p ro b le m a d e ren o v ació n d el g o b iern o d e la U niversidad, o
bajo la faz p e d a g ó g ic a , com o ensayo d e aplicación d e nuevos
m étodos d e investigación en la adquisición d e la cultura.
Incurriríam os tam b ién en e rro r si la consideráram os, com o el
resu ltad o exclusivo d e una c o rrien te d e id ea s nuevas p ro v o cad as
p o r la g ran g u e rra y p o r la revolución rusa, o com o la o b ra d e la
nueva g e n e ra c ió n q u e a p a re c e y lle g a desv in cu lad a d e la
anterior, q u e tra e sen sib ilid ad distinta e id ea les p ro p io s y una
m isión d iv ersa p o r cum plir". Y, p rec isan d o su concepto, a g re g a
m ás adelante: "La Reform a U niversitaria no es m ás q u e una
co n secu en cia d el fenóm eno g e n e ra l d e p roletarización d e la clase
m edia q u e forzosam ente o c u rre cuando una so c ie d a d capitalista
lle g a a d e te rm in a d as condiciones d e su desarro llo económ ico.
Significa esto q u e en n u estra so c ie d a d se está p ro d u cie n d o el
fenóm eno d e p roletarización d e la clase m edia y que la
U niversidad, p o b la d a en su casi totalidad p o r ésta, ha sido la
p rim e ra en sufrir sus efectos, p o rq u e e ra el tipo id ea l d e
institución capitalista" (25).
Es, en todo caso, un hech o uniform em ente o b se rv a d o la
form ación, al calor d e la Reforma, d e núcleos d e estudiantes que,
en e stre ch a so lid arid ad con el p ro letariad o , se han e n tre g a d o a la
difusión d e avanzadas id ea s sociales y al estudio d e las teorías
m arxistas. El surgim iento d e las u n iv ersid ad es p o p u lares,
c o n c eb id a s con un criterio b ien div erso del q u e in sp irab a en
otros tiem pos tím idos tanteos d e extensión universitaria, se ha
efectuado e n toda la A m érica Latina e n visib le concom itancia con
el m ovim iento estudiantil. De la U niversidad han salido, e n todos
los p a íse s latinoam ericanos, g ru p o s d e estudiosos d e econom ía y
sociología que han p u esto sus conocim ientos al servicio del
p ro letariad o , dotando a éste, en algunos p aíses, d e una dirección
intelectual d e q u e antes h a b ía g e n e ra lm e n te carecido.
Finalm ente, los p ro p ag a n d ista s y fautores m ás entusiastas d e la
u n id ad política d e la A m érica Latina son, en g ran p a rte , los
antiguos líd e re s d e la Reform a U niversitaria que co n serv an así su
vinculación continental, otro d e los signos d e la re a lid a d d e la
"nueva generación".
C uando se confronta e ste fenóm eno con el d e las u n iv ersid ad es
d e la C hina y d el Japón, se c o m p ru e b a su rig u ro sa justificación
histórica. En el Japón, la U niversidad ha sido la p rim e ra c á te d ra
d e socialism o. En la China, p o r razones obvias, ha tenido una
función todavía m ás activa en la form ación d e una nueva
conciencia nacional. Los estu d ian tes chinos co m ponen la
v a n g u a rd ia d el m ovim iento nacionalista revolucionario que,
dan d o a la inm ensa nación asiática una nu ev a alm a y una nueva
organización, le asigna una influencia c o n sid e rab le e n los
destinos d el m undo. En e ste punto se m uestran co n c o rd e s los
o b se rv a d o re s o ccidentales d e m ás rec o n o c id a au to rid ad
intelectual.
Pero no m e p ro p o n g o aquí, el estudio d e todas las co n secuencias
y rela-ciones d e la Reform a U niversitaria con los g ra n d e s
p ro b le m as d e la evolución política d e la A m érica Latina.
C onstatada la so lid arid ad del m ovim iento estudiantil con el
m ovim iento histórico g e n e ra l d e estos p u eb lo s, tratem os d e
exam inar y definir sus rasg o s p ro p io s y específicos.
¿C uáles son las p ro p o sicio n es o postulados fundam entales d e la
Reforma?
El C o n g reso Internacional d e E studiantes d e M éxico d e 1921
p ropugnó: 1° la p articipación d e los estu d ian tes en el g o b iern o d e
las u n iversidades; 2° la im plantación d e la d o cen cia lib re y la
asistencia lib re. Los estudiantes d e C hile d e c la ra ro n su adhesión
a los sig u ien tes principios: 1° autonom ía d e la U niversidad,
en te n d id a com o institución d e los alum nos, p ro fe so re s y
diplom ados; 2° reform a del sistem a d o cen te, m ediante el
establecim iento d e la d o cen cia lib re y, p o r consiguiente, d e la
asistencia lib re d e los alum nos a las cáted ras, d e su erte q u e en
caso d e e n señ a r dos m aestros una m ism a m ateria la p refe re n c ia
del alum nado c o n sag re lib re m e n te la e x celen cia del m ejor; 3°
revisión d e los m étodos y del contenido d e los estudios; y 4°
extensión universitaria, actu ad a com o m edio d e vinculación
efectiva d e la U niversidad con la v id a social. Los estudiantes d e
C u b a co n cretaro n en 1923 sus reiv indicaciones e n e sta fórmula: a)
una v e rd a d e ra d em o cracia universitaria; b) una v e rd a d e ra
renovación p e d a g ó g ic a y científica; c) una v e rd a d e ra
popularización d e la enseñanza. Los estu d ian tes d e C olom bia
reclam aron, en su p ro g ra m a d e 1924, la organización d e la
U niversidad so b re b a se s d e in d ep e n d e n c ia , d e participación d e
los estu d ian tes e n su g o b iern o y d e nuevos m étodos d e trabajo.
"Que al lado d e la c á te d ra -dice e s e program a-funcione el
sem inario, se a b ra n cursos e sp ec iale s, se c re e n revistas. Q ue al
lado del m aestro titular haya p ro fe so re s a g re g a d o s y q u e la
c a rre ra d el m agisterio exista so b re b a se s q u e a se g u re n su
p o rv en ir y d e n acceso a cuantos sean dignos d e te n e r una silla en
la U niversidad". Los estu d ian tes d e v a n g u a rd ia d e la U niversidad
d e Lima, lea les a los principios p ro clam ad o s en 1919 y 1923,
sostuvieron e n 1926 las siguientes plataform as: d efen sa d e la
autonom ía d e las u n iversidades; particip ació n d e los estudiantes
en la direcció n y orientación d e sus resp e c tiv a s u n iv ersid a d e s o
escu elas esp eciales; d e re c h o d e voto p o r los estu d ian tes en la
elección d e re c to re s d e las u n iversidades; renovación d e los
m étodos p ed ag ó g ico s; voto d e honor d e los estu d ian tes e n la
provisión d e las cáted ras; incorporación a la u n iv ersid ad d e los
v alo res extrauniversitarios; socialización de la cultura:
u n iv ersid a d e s p o p u lares, etc. Los principios sostenidos p o r los
estudiantes arg en tin o s son, p ro b a b le m e n te , m ás conocidos, po r
su ex ten sa influencia en el m ovim iento estudiantil d e A m érica
d e s d e su p rim e ra enunciación en la U niversidad d e C órdoba.
P rácticam ente, adem ás, son a g ra n d e s rasg o s los m ism os que
pro clam an los estu d ian tes d e las d em ás u n iv ersid ad es
latin o am erican as.
Resulta d e e sta rá p id a revisión q u e com o postulados card in ales
d e la Reform a U niversitaria p u e d e co n sid erarse: primero, la
intervención d e los alum nos en el g o b iern o d e las u n iv ersid a d e s y
segundo, el funcionam iento d e c á te d ra s lib res, al lado d e las
oficiales, con idénticos d e re c h o s, a ca rg o d e e n señ a n tes d e
a c re d ita d a c a p ac id ad en la m ateria.
El sentido y el o rig e n d e estas dos reivindicaciones nos ayudan a
e sc la re c e r la significación d e la Reforma.

POLITICA Y ENSEÑANZA UNIVERSITARIA


EN AMÉRICA LATINA

El rég im en económ ico y político d eterm in ad o p o r el predom inio


d e las aristocracias coloniales -que en algunos p aíses
h ispanoam ericanos subsiste todavía au nque en irre p a ra b le y
p ro g re siv a disolución-, ha colocado p o r m ucho tiem po las
u n iv ersid ad es d e la A m érica Latina bajo la tutela d e estas
oligarquías y d e su clientela. C onvertida la enseñanza
universitaria en un privilegio del din ero , si no d e la casta, o p o r lo
m enos d e una c a te g o ría social ab so lu tam en te lig ad a a los
in te re se s d e uno y otra, las u n iv ersid a d e s han tenido una
ten d e n c ia inevitable a la burocratización académ ica. Era é ste un
destino al cual no p o d ían e sc a p a r ni aun bajo la influencia
ep isó d ica d e alguna p e rso n a lid a d d e excepción.
El objeto d e las u n iv ersid ad es p a re c ía ser, p rincipalm ente, el d e
p ro v e e r d e d o cto res o ráb u las a la clase dom inante. El incipiente
d esarrollo, el m ísero radio d e la instrucción pública, c e rra b a n los
g ra d o s su p e rio re s d e la enseñanza a las clases p o b re s (La m ism a
enseñanza elem ental no lle g a b a -com o no lle g a ahora- sino a una
p a rte del p u eblo). Las u n iv ersid ad es, a c a p a ra d a s intelectual y
m aterialm ente p o r una casta g e n e ra lm e n te d esp ro v ista d e
im pulso c re a d o r, no p o d ían a sp ira r siq u iera a una función m ás
alta d e form ación y selecció n d e c a p ac id ad e s. Su burocratización
las conducía, d e un m odo fatal, al em p o b recim ien to espiritual y
científico.
Este no e ra un fenóm eno exclusivo ni p ecu liar d el Perú. Entre
nosotros se ha p ro lo n g ad o m ás p o r la sup erv iv en cia o b stin ad a d e
una estru ctu ra económ ica sem ifeudal. Pero, aun e n los p a íse s que
m ás p ro n tam en te se han industrializado y dem ocratizado, com o la
R epública A rgentina, a la u n iv ersid ad es a d o n d e ha a rrib ad o m ás
ta rd e e sa co rrien te d e p ro g re so y transform ación. El Dr.
Florentino V. Sanguinetti resu m e así la historia d e la U niversidad
d e Buenos A ires antes d e la Reforma: "Durante la p rim e ra p a rte
d e la vid a argentina, movió m odestas iniciativas d e cultura y
form ó núcleos u rb an o s q u e d iero n a la m ontonera el p ensam iento
d e la u n id ad política y del o rd e n institucional. Su provisión
científica e ra m uy escasa, p e ro b a sta b a p a ra las n e c e s id a d e s del
m edio y p a ra im p o n er las conquistas lentas y so rd a s d el genio
civil. A firm ada m ás ta rd e n u estra organización nacional, la
U niversidad aristocrática y co n serv a d o ra creó un nuevo tipo
social: el doctor. Los d o cto res constituyeron el patriciad o d e la
se g u n d a rep ú b lica, substituyendo p o co a po co a las c h a rre te ra s y
a los caciq u es ru rales, en el m anejo d e los negocios, p e ro salían
d e las aulas sin la je ra rq u ía intelectual n e c e sa ria p a ra actuar con
criterio orgánico en la enseñanza o p a ra dirig ir el d e s p e rta r
im provisado d e las riquezas q u e re n d ía n la p a m p a y el trópico. A
lo larg o d e los últim os cincuenta años, n u estra nobleza
a g ro p e c u a ria fue desp lazad a, prim ero, del cam po económ ico p o r
la com p eten cia p ro g re sista del inm igrante, técn icam en te m ás
capaz, y lu eg o d el cam po político p o r el advenim iento d e los
p artid o s d e clase m edia. N ecesitando entonces e sce n a rio p a ra
m an ten er su influencia, se a p o d e ró d e la U niversidad q u e fue
pronto un ó rgano d e casta, cuyos d ire c to re s vitalicios tu rn ab an
los carg o s d e m ayor reliev e y cuyos do cen tes, reclu tad o s p o r leva
h ere d ita ria , im pusieron una v e rd a d e ra se rv id u m b re educacional
d e huella e stre ch a y sin filtraciones renovadoras" (26).
El m ovim iento d e la Reform a tenía ló gicam ente q u e atacar, ante
todo, e sta estratificación co n serv a d o ra d e las U niversidades. La
provisión arb itra ria d e las cáte d ra s, el m antenim iento d e
p ro fe so re s ineptos, la exclusión d e la en señ an za d e los
intelectuales in d e p e n d ie n te s y ren o v a d o re s, se p re s e n ta b a n
claram ente com o sim ples co nsecuencias d e la d ocencia
oligárquica. Estos vicios no p o d ían s e r com batidos sino p o r m edio
d e la intervención d e los estu d ian tes en el g o b iern o d e las
u n iv ersid ad es y el estab lecim ien to d e las c á te d ra s y la asistencia
lib res, d estin ad as a a se g u ra r la elim inación d e los m alos
p ro fe so re s a trav és d e una concu rren cia leal con h o m b re s m ás
aptos p a ra e je rc e r su m agisterio.
Toda la historia d e la Reform a re g istra invariab lem en te estas dos
rea c c io n e s d e las oligarquías co n servadoras: primera, su
so lid arid ad recalcitran te con los p ro fe so re s incom petentes,
tachados p o r los alum nos, cuando ha h ab id o d e p o r m edio un
in te rés fam iliar oligárquico; y segunda, su resistencia, no m enos
tenaz, a la inco rp o ració n e n la d o cen cia d e v a lo re s no
universitarios o sim plem ente in d ep e n d ien te s. Las dos
reivindicaciones sustantivas d e la Reform a resu ltan así
inconfutablem ente dialécticas, p u e s no arra n c an d e p u ras
co n cep cio n es d octrinales sino d e las re a le s y con cretas
enseñanzas d e la acción estudiantil.
Las m ayorías d o c e n te s ad o p taro n una actitud d e ríg id a e
im p e rm e a b le intran sig en cia contra los g ra n d e s principios d e la
Reform a U niversitaria, el p rim e ro d e los cuales h a b ía q u e d a d o
pro clam ad o teó ricam en te d e s d e el C o n g reso Estudiantil d e
M ontevideo, y así en la A rgentina com o en el Perú, lo g raro n el
reconocim iento oficial d e b id o a favorables circunstancias
políticas, cam biadas las cuales se inició, p o r p a rte d e los
elem entos co n serv a d o re s d e la docencia, un m ovim iento d e
reacción, q u e en el Perú ha anulado ya p rácticam en te casi todos
los triunfos d e la Reforma, m ientras en la A rgentina e n c u en tra la
oposición vigilante d el alum nado, seg ú n lo d e m u e stra n las
re c ie n te s agitaciones contra las tentativas reaccionarias.
Pero no es p o sib le la realización d e los id ea les d e la Reform a sin
la re c ta y leal acep tació n d e los dos principios aquí esclarecid o s.
El voto d e los alum nos -aunque no e sté d estin ad o sino a serv ir d e
contralor m oral d e la política d e los p ro feso res- es el único
im pulso d e vida, el solo elem ento d e p ro g re so d e la U niversidad,
en la q u e d e otra su e rte p re v a le c e ría n sin rem e d io fuerzas d e
estancam iento y reg re sió n . Sin esta prem isa, el seg u n d o d e los
postulados d e la Reform a -las c á te d ra s lib res- no p u e d e
absolutam ente cum plirse. Más aún, la "leva hereditaria", d e que
nos h a b la con tan ev id en te exactitud el Dr. Sanguinetti, to rna a ser
el sistem a d e reclutam iento d e nuevos catedráticos. Y el mismo
p ro g re so científico p ie rd e su p rincipal estím ulo, y a q u e n ad a
e m p o b re c e tanto el nivel d e la en señ an za y d e la ciencia com o la
burocratización oligárquica.

LA UNIVERSIDAD DE LIMA

En el Perú, p o r v arias razones, el espíritu d e la C olonia ha tenido


su h o g a r en la U niversidad. La p rim e ra razón es la pro lo n g ació n o
supervivencia, bajo la R epública, d el dom inio d e la vieja
aristocracia colonial.
Pero e ste hech o no ha sido d e se n tra ñ a d o sino d e s d e q u e la
ru p tu ra con el criterio colonialista -vale d e c ir con la historiografía
"civilista"-, ha consentido a la nueva g e n e ra c ió n enjuiciar
lib re m e n te la re a lid a d p eru an a. Ha sido n e c esa ria , p a ra su
entendim iento cabal, la q u ie b ra d e la antigua casta, d en u n ciad a
p o r el c a rá c te r d e "secesión" q u e quiso asum ir el cam bio de
g o b iern o d e 1919.
C uando el doctor V. A. B elaunde calificó a la U niversidad com o
"el lazo d e unión e n tre la R epública y la Colonia" -con la m ira d e
e n a ltec e rla cual único y esen cial órgano d e continuidad histórica-
, tenía casi el aire d e h a c e r un descu b rim ien to valioso. La clase
d irig e n te h a b ía sab id o hasta en to n ces m an ten er la ilusión
intelectual d e la R epública distinta e in d e p e n d ie n te d e la Colonia,
no ob stan te una instintiva inclinación al culto nostálgico d e lo
virreinal, que traicio n ab a con d e m a siad a evid en cia su v e rd a d e ro
sentim iento. La U niversidad que, seg ú n un co ncepto d e clisé, era
el alm a m ater nacional, h a b ía sido sie m p re oficialm ente definida
com o la m ás alta c á te d ra d e los principios e id e a le s d e la
R epública.
M ientras tanto, tal vez con la sola ex c ep c ió n d el instante e n que
Gálvez y Lorente, la tiñeron d e liberalism o, re sta b le c ie n d o y
continuando la orientación id eo ló g ica d e R odríguez d e M endoza,
la U niversidad h a b ía seg u id o fiel a su tradición escolástica,
co n serv a d o ra y española.
El divorcio e n tre la o b ra universitaria y la re a lid a d nacional,
constatado m elancólicam ente p o r B elaunde -p ero que no lo h ab ía
em b arazad o p a ra gratificar a la U niversidad con el título d e
encarn ació n única y s a g ra d a d e la continuidad histórica patria-,
ha d e p e n d id o exclusivam ente d el divorcio, no m enos cierto
aunque m enos reconocido, e n tre la vieja clase d irig e n te y el
p u e b lo peru an o . B elaunde e scrib ía lo q u e sigue: "Un triste destino
se ha cern id o so b re n u estra U niversidad y ha d eterm in ad o que
llene prin cip alm en te un fin profesional y tal vez d e esnobism o
científico; p e ro no un fin educativo y m ucho m enos un fin d e
afirm ación d e la conciencia nacional. Al re c o rre r ráp id a m e n te la
historia d e la U niversidad d e s d e su o rig e n hasta la fecha se
d e sta c a e ste rasg o d e s a g ra d a b le y funesto: su falta d e vinculación
con la re a lid a d nacional, con la v id a d e n u estro m edio, con las
n e c e sid a d e s y asp iracio n es del país" (27). La investigación d e
B elaunde no p o d ía ir m ás allá. V inculado p o r su educación y su
tem p eram en to a la casta feudal, a d h e re n te al p artid o que
acau d illab a uno d e sus m ás genuinos re p re se n ta n te s, B elaunde
tenía q u e d e te n e rs e e n la constatación d el d e sac u e rd o , sin b u sc ar
sus razones profundas. Más aún: tenía q u e co n ten tarse con
ex p licárselo com o la co n secu en cia d e un "triste destino".
La v e rd a d e ra q u e la colonia sobrevivía en la U niversidad p o rq u e
sobrevivía tam b ién -a p e s a r d e la revolución d e la In d ep e n d e n c ia
y d e la rep ú b lica dem oliberal-, en la estru ctu ra económ ico-social
del país, re ta rd a n d o su evolución histórica y e n e rv an d o su
im pulso biológico. Y que, p o r esto, la U niversidad no cum plía una
función p ro g re sista y c re a d o ra en la v id a p eru an a, a cuyas
n e c e sid a d e s profundas y a cuyas co rrien tes vitales resu lta b a no
sólo ex trañ a sino contraria. La casta d e te rrate n ie n tes coloniales
que, a trav és d e un agitado p e río d o d e caudillaje m ilitar, asum ió
el p o d e r en la R epública, es el m enos nacional, el m enos p e ru a n o
d e los factores que interv ien en en la historia del Perú in d e ­
p e n d ie n te. El "triste destino" d e la U niversidad no ha d e p e n d id o
d e otra cosa.
D espués del p e río d o d e influencia d e Gálvez y Lorente, la
U niversidad perm an eció , h asta el p e río d o d e agitación estudiantil
d e 1919, p e sa d a m e n te dom inada p o r el espíritu d e la Colonia. En
1894, el discurso académ ico d el doctor Javier P rado s o b re "El
estad o social d el Perú d u ran te la dom inación española" que,
d en tro d e su p ru d e n c ia y equilibrio, in ten tab a una revisión del
criterio colonialista, p u d o se r el punto d e p a rtid a d e una acción
que a c e rc a se m ás el trab ajo universitario a n u estra historia y a
nuestro p u eb lo . Pero el doctor Prado, e stre ch a m en te
m ancom unado con los in te re se s y sentim ientos que este
m ovim iento h a b ría contrastado p o r fuerza, prefirió e n c a b e z a r una
co rrien te d e m ed io cre positivism o que, bajo el signo d e Taine,
p re te n d ió justificar doctrinalm ente la función del civilismo
dotándolo d e un pen sam ien to político en ap a rien c ia m oderno, y
que no consiguió siq u iera im prim ir a la U niversidad, e n tre g a d a al
diletantism o v e rb a lista y dogm ático, la orientación científica que
ahora m ism o se e ch a d e m enos en ella. Más tard e , e n 1900, otro
discurso académ ico, el del doctor M. V. V illarán s o b re las
p rofesiones lib e rale s en el Perú, tuvo tam b ién la íntim a
significación d e una p o n d e ra d a requisitoria contra el colonialism o
d e la U niversidad, re sp o n sa b le p o r los prejuicios aristocráticos
q u e alim entaba y m antenía, d e una su p e rp ro d u c ció n d e d octores
y letrados. Pero igualm ente e ste discurso, com o to d as las
rea c c io n e s ep isó d icas del civilismo, e sta b a d estin ad o a no agitar
sino m uy superficialm ente las aguas d e esta quieta p a lu d e
intelectual.
La g e n e ra c ió n arb itra ria m e n te llam ada "futurista" d e b ió ser,
cronológicam ente, la que iniciara la ren o v ació n d e los m étodos y
el espíritu d e la U niversidad. A ella p e rte n e c ía n los estu d ian tes -
cated rático s luego- que re p re s e n ta ro n al P erú e n el C ongreso
Estudiantil d e M ontevideo y q u e organizaron el C entro
U niversitario, ech an d o las b a se s d e una so lid arid ad q u e en la
lucha p o r la Reform a h a b ía d e c o n cretar sus form as y sus fines.
Mas la direcció n d e Riva A güero -p o r b o c a d e quien habló
explícitam ente el espíritu colonialista en su tesis so b re literatura
p eruana-, o rie n tab a e n un sentido co n serv ad o r y tradicionalista a
e sa g e n e ra c ió n universitaria que, d e otro lado, p o r sus o ríg e n e s y
vinculaciones, a p a re c ía con la m isión d e m arcar una reacció n
contra el m ovim iento literario gonzález-pradista y d e re s ta b le c e r
la h eg em o n ía intelectual del civilismo, atacada, p articularm ente
en provincias, p o r la esp o n tá n e a p o p u lari-d a d d e la literatura
radical.

REFORMA Y REACCION

El m ovim iento estudiantil p e ru a n o d e 1919 recib ió sus estím ulos


id eológicos d e la victoriosa in su rrecció n d e los estudiantes d e
C ó rd o b a y d e la elo cu en te adm onición d el p ro feso r A lfredo L.
Palacios. Pero, e n su origen, constituyó p rin cip alm en te un
am otinam iento d e los estudiantes contra algunos cated rático s d e
calificada y o sten sib le incap acid ad . Los q u e ex ten d ían y e le v a b a n
los objetivos d e esta agitación -transform ando en rep u d io del
viejo espíritu d e la U niversidad el que, en un principio, h a b ía sido
sólo re p u d io d e los m alos p ro fe so re s y d e la disciplina arcaica-,
e sta b a n en m inoría e n el estudiantado. El m ovim iento co n tab a con
el apoyo d e estudiantes d e espíritu ortodoxam ente civilista,
q u ien es seg u ían a los p ro p u g n a d o re s d e la Reform a tanto p o rq u e
convenían e n la ev id en te ineptitud d e los m aestros tach ad o s com o
p o rq u e creían p a rticip a r en una a lg a ra d a e sco lar m ás o m enos
inocua.
Esto rev e la que si la o ligarquía d o cen te, m ostrándose celosa d e
su p restig io intelectual, h u b iera realizado a tiem po en la
U niversidad el m ínimum d e m ejoram iento y m odernización d e la
enseñanza n e c esa rio p a ra no c o rre r el rie sg o d e una situación d e
escan d alo sa insolvencia, h a b ría lo g rad o m an ten er fácilm ente la
intan g ib ilid ad d e sus posiciones p o r algunos años más.
La crisis q u e tan d e sairad a m en te afrontó e n 1919, fue p rec ip ita d a
p o r el p rolongam iento irritante d e un estad o d e visible
d eseq u ilib rio e n tre el nivel d e la c á te d ra y el avance g e n e ra l d e
n u estra cultura en m ás d e un aspecto. Este d e seq u ilib rio se hacía
particu larm en te deto n an te en el plano literario y artístico. La
g e n e ra c ió n "futurista" que, rea c c io n a n d o contra la g e n e ra c ió n
"radical" rom ántica y extrauniversitaria, tra b a ja b a p o r reforzar el
p o d e r espiritual d e la U niversidad, concen tran d o en sus aulas
todas las fuerzas d e direcció n d e la cultura nacional, no supo, no
quiso o no p u d o ree m p la z a r oportunam ente e n la d o cen cia d e la
Facultad d e Letras, la m ás v u ln era b le , a los viejos cated rático s
re tra sa d o s e incom petentes. El contraste e n tre la enseñanza d e
letras e n e sta Facultad y el p ro g re so d e la se n sib ilid ad y la
p ro d u cció n literarias d el país, se tornó clam oroso cuando el
surgim iento d e una nueva g en eració n , en a b ie rta ru p tu ra con el
academ icism o y el conservantism o d e nuestros parad ó jico s
"futuristas", señaló un instante d e florecim iento y renovación d e la
literatura nacional. La juventud q u e frecu en tab a los cursos d e
letras d e la U niversidad, h a b ía ad q u irid o fuera, esp o n tán eam en te,
un gusto y una ed u cació n estéticas b astan tes p a ra a d v ertir el
atraso y la in eptitud d e sus varios catedráticos. M ientras esta
juventud, com o vulgo, com o público, h a b ía su p e ra d o en sus
lecturas la estación d el "m odernism o", la c á te d ra universitaria
e sta b a todavía p risio n era d el criterio y los p re c e p to s d e la
p rim e ra m itad d el O chocientos español. La orientación
historicista y literaria del g ru p o que p resid ió el m ovim iento d e
1919 en San M arcos concurría a un p ro cesam ien to m ás se v ero y a
una co n d en a m ás in d ig n ad a e in ap e lab le d e los cated rático s
acusados de atrasad o s y anacrónicos.
De la Facultad d e Letras, la revisión se p ro p a g ó a las otras
facultades, d o n d e tam b ién el in te rés y la rutina oligárquicas
m antenían p ro fe so re s sin autoridad. Pero la p rim e ra b re c h a fue
a b ie rta en la Facultad d e Letras; y, hasta algún tiem po d e sp u és, la
lucha estuvo d irig id a contra los "malos p rofesores" m ás b ien que
contra los "malos m étodos".
La ofensiva d el estudiantado em pezó con la form ación d e un
cuadro d e tachas, en el cual se om itieron cuid ad o sam en te todas
las q u e p u d ie ra n p a re c e r sosp ech o sas d e p a rc ialid ad o
apasionam iento. El criterio q u e inform ó e n e sa é p o c a el
m ovim iento d e reform a fue un criterio d e valoración d e la
id o n eid a d m agistral, exento d e m óviles ideológicos.
La solid arid ad d el rec to r y el consejo con los p ro fe so re s tachados
constituyó una d e las resisten cias que ah o n d aro n el m ovim iento.
El estu d ian tad o in su rg en te com enzó a c o m p re n d e r q u e el
c a rá c te r oligárquico d e la docen cia y la burocratización y
estancam iento d e la enseñanza, e ra n dos a sp ecto s d el m ism o
p ro b lem a. Las reivindicaciones estudiantiles se en san ch aro n y
p recisaro n .
El p rim e r co n g reso nacional d e estudiantes, reu n id o en el Cuzco,
en m arzo d e 1920, indicó, sin e m b a rg o , q u e el m ovim iento p ro ­
reform a care c ía aún d e un p ro g ra m a b ien orien tad o y definido. El
voto d e m ayor tra sc en d e n c ia d e e s e C o n g reso es el q u e dio vida
a las u n iv ersid a d e s p o p u lares, d estin ad as a vincular a los
estudiantes revolucionarios con el p ro le taria d o y a d a r un vasto
alcance a la agitación estudiantil.
Y, m ás tard e, en 1921, la actitud d e los estudiantes ante el
conflicto e n tre la U niversidad y el G obierno, dem ostró que
re in a b a todavía en la juv en tu d universitaria una deso rien tació n
profunda. Más aún: el entusiasm o con que una p a rte d e ella se
constituía e n claque d e cated rático s reaccionarios, cautivada p o r
una retó ric a oportunista y d em ocrática-bajo la cual se tra ta b a de
h a c er p a s a r el c o n trab an d o ideológico d e las su p ersticio n es y
nostalgias del espíritu colonial-, acu sa b a una recalcitran te
re v e re n c ia d e la m ayoría a sus viejos dóm ines.
Era ev id en te, em p ero , que la d e rro ta sufrida p o r el civilismo
tradicional h a b ía co lab o rad o al triunfo alcanzado e n 1919 p o r las
reivindicaciones estudiantiles con el d e c re to d el 20 d e se tie m b re
q u e e sta b lec ía las c á te d ra s lib re s y la re p re se n ta c ió n d e los
alum nos en el consejo universitario y con las ley es 4002 y 4004,
en virtud d e las cuales el g o b iern o d e c la ró v acantes las c á te d ra s
o cu p ad as por los p ro fe so re s tachados.
R eab ierta la U niversidad -d e sp u é s d e un p e río d o d e re c e s o que
fortaleció los vínculos ex isten tes e n tre la d o cen cia y una p a rte d e
los estudiantes-, las conquistas d e la Reform a resu ltaro n
escam o tead as, en g ran p a rte , p o r la nueva organización. Pero, en
cam bio, el "nuevo espíritu" tenía y a m ayor arra ig o en la m asa
estudiantil. Y en las nuevas jo rn a d a s d e la juv en tu d ib a a n otarse
m enos confusionism o ideo ló g ico q u e en las an terio res a la
clausura.
La re a n u d a c ió n d e las la b o re s universitarias en 1922 bajo el
re c to ra d o d el doctor M. V. Villarán, significó, en p rim e r lugar, el
com prom iso e n tre el g o b iern o y los p ro fe so re s q u e ponía térm ino
al conflicto q u e el año an terio r condujo al re c e s o d e la
U niversidad. La ley o rg án ica d e enseñanza p ro m u lg ad a en 1920
p o r el Ejecutivo, en uso d e la autorización q u e rec ib ió del
C o n g reso en o ctu b re d e 1919 -cuando é ste votó la ley N° 4004
sancionando el principio d e la p articipación d e los alum nos en el
g o b iern o d e la U niversidad-, sirvió d e b a s e al avenim iento. Esta
ley reco n o cía a la U niversidad una autonom ía q u e d e ja b a
satisfecha a la docencia, m ás inclinada q u e antes p o r obvias
razones a un tem p eram en to transaccional, y q u e el G obierno,
inducido igualm ente a a c e p ta r una fórm ula d e norm alización, se
allanaba a ratificar e n todas sus p artes.
Com o es natural, el com prom iso ponía en p e lig ro las conquistas
del estu-diantado, g a n a d as en b u e n a p a rte al am paro d e la
situación q u e aquél v en ía a reso lv e r aunque no fuera sino
tem poralm ente. Y, en efecto, m uy p ronto se advirtió una mal
disim ulada tentativa d e anular poco a poco las reform as d e 1919.
Algunos cated rático s re s ta b le c ie ro n el abolido rég im en d e las
listas. P ero esta tentativa encontró alerta a los estudiantes, en
cuyo ánim o tuvieron profunda reso n an cia p rim e ro el C ongreso
Estudiantil d e M éxico y lu eg o el fervoroso m ensaje d e las
ju v en tu d es d el Sur d e que fuera p o rta d o r Haya d e la Torre.
El nuevo re c to r que, al asum ir sus funciones, h a b ía hecho con la
m od eració n p ro p ia d e su espíritu, sie m p re en cuidadoso
equilibrio, una profesión d e fe reform ista y hasta una crítica d e las
disposiciones d e la ley d e e n señ an za q u e sustituían la lib re
asociación d e los alum nos con un "centro estudiantil universitario"
d e organización ex trañ am en te autoritaria y burocrática,
c o h e re n te con estas d eclaracio n es, co m p ren d ió en se g u id a la
conveniencia d e e m p le ar tam b ién con el estu d ian tad o la política
del com prom iso, evitando to d a d e ste m p la d a v e le id a d
reaccio n aria que p u d ie s e excitar im p ru d en tem en te la
b e lig e ra n c ia estudiantil. El re c to ra d o d el doctor Villarán,
so b re p o n ié n d o se a los conflictos locales p ro v o cad o s po r
cated rático s co n serv ad o res, señaló así un p e río d o d e
co laboración e n tre la docen cia y los alum nos. El apoyo
d isp e n sa d o a la intelig en te y ren o v a d o ra acción d e Zulen en la
B iblioteca y la atención p re s ta d a a la opinión y sentim iento del
estudiantado, consultados frecu en tem en te sin e x a g e ra d a s
a p re n sio n es ideológicas, g ran je aro n a la política d el rec to r
extensas sim patías. El d e c an o d e la Facultad d e M edicina, doctor
C astañeta, q u e ad o p tó la m ism a línea d e conducta, in spirando sus
actos en un sagaz espíritu d e c o o p eració n con los estudiantes,
obtuvo un consenso aún m ás entusiasta. Y la lab o r d e algunos
cated rático s jó v en e s contribuyó a m ejorar las rela cio n e s e n tre
p ro fe so re s y estudiantes.
Esta política im pidió la renovación d e la lucha p o r la reform a. De
un lado, los p ro fe so re s se m ostraron disp u esto s a la actuación
solícita d e un p ro g ra m a p ro g re sista , renunciando, en todo caso, a
p ropósitos reaccionarios. De otro lado, los estudiantes se
d e c la ra ro n prontos a una e x p e rien c ia colaboracionista q u e a
m uchos les p a re c ía in d isp e n sab le p a ra la defen sa d e la autonom ía
y aun d e la su b sisten cia d e la U niversidad.
El 23 d e Mayo rev eló el alcance social e ideológico del
acercam ien to d e las v an g u ard ias estudiantiles a las clases
tra b a ja d o ras. En e sa fecha tuvo su bautizo histórico la nueva
g e n e ra c ió n que, con la co laboración d e circunstancias
ex cep cio n alm en te favorables, entró a ju g a r un rol en el desarro llo
m ism o d e n u estra historia, elev an d o su acción d el plano d e las
in q u ietu d es estudiantiles al d e las reivindicaciones colectivas o
sociales. Este hecho reanim ó e im pulsó en las aulas las co rrien tes
d e revolución universitaria, a c arrea n d o el p redom inio d e la
ten d e n c ia izquierdista e n la F ed eració n d e E studiantes,
reo rg a n iz a d a poco tiem po d e s p u é s y, so b re todo, en las
asam b leas estudiantiles q u e alcanzaron en to n ces un tono m áxim o
d e anim ación y vivacidad.
Pero las conquistas d e la Reform a, a p a rte d e la su p resió n d e las
listas, se red u c ían en v e rd a d a un contralor no form alizado del
estudiantado en el orien-tam iento o, m ás bien, la adm inistración
d e la enseñanza. E staba form alm ente adm itido el principio d e la
re p re se n ta c ió n d e los estu d ian tes e n el consejo universitario; m as
el alum nado, q u e disponía en to n ces d el rec u rso d e las asam b leas
p a ra m anifestar su opinión frente a c a d a p ro b lem a, d escu id ó la
d esig n ació n d e d e le g a d o s p e rm a n en te s, p refirien d o una
influencia p leb isc itaria y esp o n tá n e a d e las m asas estudiantiles en
las d e lib e ra c io n e s del consejo. Y au nque e n c a b e z a b a a estas
m asas una v a n g u a rd ia sin gularm ente a g u e rrid a y dinám ica, sea
p o rq u e las contingencias d e la lucha contra la reacció n in tern a y
e x te rn a a c a p a ra b a n d em asiad o su atención, sea p o rq u e su p ro p ia
conciencia p e d a g ó g ic a no se en c o n trab a todavía b ien form ada,
es lo cierto q u e no em p leó la acción d e las asam bleas, d e
am b ien te m ás tum ultuario q u e doctrinal, en rec lam a r y conseguir
m ejores m étodos. Se contentó, a e ste re sp e c to , con m odes-tos
ensayos y g a seo sa s p ro m e sa s d e stin a d as a d isip a rse ap en as se
a d o rm e cie ra o rela ja ra en las aulas el espíritu vanguardista.
La reform a universitaria -com o reform a d e la enseñanza- a p e s a r
d e la nueva ley o rgánica y d e la m ejor disposición d e una p a rte
d e la docencia, h a b ía ad elan tad o , en consecuencia, m uy poco. Lo
q u e e s c rib e A lfredo Palacios so b re p a re c id a fase d e la Reform a
en A rgentina, p u e d e ap licarse a n u estra U niversidad. "El
m ovim iento g e n e ra l que d e te rm in a la reform a universitaria, en su
p rim e ra e ta p a -dice Palacios-, se concretó sólo a la in g ere n cia
estudiantil en el g o b iern o d e la U niversidad y a la asistencia libre.
F altaba lo m ás im portante: la ren ovación d e los m étodos d e
enseñanza y la intensificación d e los estudios, y esto e ra d e muy
difícil realización e n las F acultades d e Jurisprudencia, q u e habían
p e rm a n ec id o p etrificadas en criterios viejos. Su enseñ an za había
conducido a extrem os in so sp ech ad o s. Puras teorías, p u ras
abstracciones; n a d a d e ciencias d e o b serv ació n y d e
ex p erim ento. Se creyó sie m p re que d e eso s institutos d e b ía salir
la élite social d estin ad a a se r 'clase gobern an te'; q u e d e allí
d e b ía n su rg ir el financista, el diplom ático, el literato, el político...
Salieron, e n cam bio, con una ig n orancia en ciclo p éd ica, p re c o c e s
utilitarios, c a p ac e s d e to d as las artim añas p a ra e n re d a r pleitos, y
que en la v id a fueron sostén d e to d as las injusticias. Los
estudiantes se c o n c re ta b a n a escu ch ar leccio n es o rales sin
cu riosidad alguna, sin ánim o d e investigar, sin p asión p o r la
b ú sq u e d a tenaz, sin lab o rato rio s q u e d e s p e rta ra n las en e rg ías
latentes, q u e fortalecieran el c arácter, q u e d isciplinaran la
voluntad y q u e e je rcitara n la inteligencia" (28).
Por h a b e r c a recid o n u estra u n iv ersid ad d e d ire c to re s com o el
d octor Palacios, c a p a c e s d e c o m p re n d e r la renovación re q u e rid a
en los estudios p o r el m ovim iento d e reform a y d e c o n sag ra rse a
realizarla con pasión y optim ism o, e ste m ovim iento q u ed ó
d e te n id o e n el Perú en la e ta p a a q u e p u d iero n llevarlo el im pulso
y el esfuerzo estudiantiles.

Los años 1924 a 27 han sido d esfav o rab les p a ra el m ovim iento de
reform a universitaria en el Perú. La expulsión d e 26 universitarios
d e la U niversidad d e Trujillo en N oviem bre d e 1923, p relu d ió una
ofensiva reaccio n aria que, poco tiem po d e sp u és, movilizó en la
U niversidad d e Lima a todas las fuerzas co n serv ad o ras contra los
postulados d e 1919 y 1923. Las m ed id as d e re p re sió n e m p le ad a s
p o r el G obierno contra los estu d ian tes d e v a n g u a rd ia d e San
M arcos, lib ra ro n a la docen cia d e la vigilante p re se n c ia d e la
m ayor p a rte d e q u ien es m antenían ale rta y d e sp ie rto en el
alum nado, el espíritu d e la Reforma. La m uerte d e dos jó v en es
m aestros. Zulen y Borja y G arcía, red u jo a un núm ero exiguo a los
p ro fe so re s d e aptitud ren o v ad o ra. El alejam iento d el doctor
V illarán trajo el ab an d o n o d e su ten d e n c ia a la c o o p eració n con el
alum nado. El re c to ra d o q u e d ó en una situación d e interinidad,
con to d as las co n secuencias d e inhibición y e ste rilid a d anexas a
un rég im en provisorio.
Esta conjunción d e contingencias ad v e rsa s tenía que p ro d u cir
in ev itab lem en te el resu rg im ien to d el viejo espíritu co n serv ad o r y
oligárquico. D ecaídos los estím ulos d e p ro g re so y reform a, la
enseñanza rec a y ó en su antigua rutina. Los re p re s e n ta n te s típicos
d e la m entalidad civilista resta u ra ro n su p a s a d a absoluta
h egem onía. El e x p e d ie n te d e la interinidad, aplicado c a d a día
con m ayor extensión, sirvió p a ra disim ular tem p o ralm en te el
restab lecim ien to del conservantism o en las p o siciones d e d o n d e
fuera desalo jad o en p a rte p o r la o lea d a reform ista.
En las e leccio n es d e d e le g a d o s d e 1920, se b o sq u ejó una
concentración d e las izquierdas estudiantiles. Las plataform as
e lecto rales sostenidas p o r el g ru p o q u e p rev aleció en la nueva
federación, reafirm ab an todos los postulad os e sen ciales d e la
Reform a (29). Pero n u ev am en te la re p re sió n vino e n auxilio d e los
in te re se s c o n serv ad o res.
El fenóm eno característico d e e ste p e río d o reaccio n ario p a re c e
se r el apoyo q u e en él han v en id o a p re s ta r a los elem entos
c o n serv a d o re s d e la U niversidad las m ism as fuerzas que,
o b e d e c ie n d o al im pulso histórico q u e d eterm in ó su victoria so b re
el "civilismo" tradicional, d e c id ie ro n e n 1919 el triunfo d e la
Reforma.
No son éstos, sin e m b a rg o , los únicos factores d e la crisis del
m ovim iento universitario. La juven tu d no está totalm ente exenta
d e resp o n sa b ilid ad . Sus p ro p ia s in su rreccio n es nos e n señ a n que
es, en su m ayoría, una juv en tu d que p ro c e d e p o r fáciles contagios
d e entusiasm o. Este, en v e rd a d , es un defecto d e q u e se ha
acusado sie m p re al hispanoam ericano. V asconcelos, en un
re c ie n te artículo, e scrib e: "El p rincipal defecto d e n u estra raza es
la inconstancia. In cap aces d e p e rd u ra r en el esfuerzo no p o d em o s
p o r lo m ism o d e sarro llar un plan ni llevar a d e la n te un propósito".
Y, m ás ad elan te, a g re g a : "En g e n e ra l hay q u e desconfiar d e los
entusiastas. E ntusiasta es un adjetivo al cual le d e b e m o s m ás
daños q u e a todo el resto del vocab u lario d e los calificativos. Con
el n o b le vo cab lo entusiasm o se ha aco stu m b rad o en cu b rir
nuestro defecto nacional: b u en o s p a ra com enzar y p a ra p ro m eter;
m alos p a ra term inar y p a ra cum plir" (30).
Pero m ás q u e la v e rsa tilid a d y la inconstancia d e los alum nos,
o b ran contra el avance d e la Reforma, la v a g u e d a d y la
im precisión d el p ro g ra m a y el c a rá c te r d e e ste m ovim iento en la
m ayoría d e ellos. Los fines d e la Reform a no están suficientem ente
esclarecid o s, no están cab alm en te en ten d id o s. Su d e b a te y su
estudio ad elan tan lentam ente. La reacció n c a re c e d e fuerzas p a ra
sojuzgar intelectual y espiritualm ente a la juventud. A sus
victorias no se les p u e d e atrib u ir sino un valor contingente. Los
factores históricos d e la Reforma, en cam bio, continúan actuando
so b re el espíritu estudiantil, e n el cual se m antiene intacto, po r
consiguiente, a p e s a r d e sus m om entáneos oscurecim ientos, el
anhelo q u e anim ó a la juventud e n las jo rn a d a s d e 1919 a 1923.
Si el m ovim iento ren o v a d o r se m uestra p re c a ria m e n te d e te n id o
en las u n iv ersid ad es d e Lima, p ro sp e ra , en cam bio, en la
U niversidad d el Cuzco, d o n d e la élite d el p ro fe so ra d o a c ep ta y
sanciona los principios sustentados p o r los alum nos. Testim onio
d e esto es el a n tep ro y ecto d e reo rganización d e la U niversidad
del Cuzco form ulado p o r la com isión q u e con e ste e n c arg o
nom bró el G obierno al d e c la ra r e n re c e so dicho instituto.
Este p royecto, suscrito p o r los pro feso res, se ñ o re s Fortunato L.
H errera, José G abriel C osío, Luis E. V alcárcel, J. Uriel G arcía,
Leandro Pareja, A lberto A raníbar P. y J. S. G arcía Rodríguez,
constituye in co n testab lem en te el m ás im portante docum ento
oficial p ro d u cid o hasta ahora so b re la reform a universitaria en el
Perú. A n o m b re d e la d o cen cia universitaria, no se h a b ía hab lad o
todavía, e n tre nosotros, con tanta altura. La com isión d e la
u n iv ersid ad cuzqueña ha roto la tradición d e rutina y m ed io crid ad
a que tan sum isam ente se ciñen, p o r lo g e n e ra l, las com isiones
oficiales. Su plan m ira a la com pleta transform ación d e la
U niversidad d el Cuzco en un g ra n centro d e cultura con aptitud
p a ra p re sid ir e im pulsar eficientem ente el d esarro llo social y
económ ico d e la reg ió n andina. Y, al m ism o tiem po, in co rp o ra en
su Estatuto los postulados card in ales d e la Reform a U niversitaria
en H ispanoam érica.
Entre las "ponencias básicas" d e la com isión, se cuentan las
siguientes: creació n d e la d o cen cia lib re com o co o p e ra n te del
p ro feso rad o titular; ad o p ció n d el sistem a d e sem inarios y
conversatorios; su p resió n d el exam en d e fin d e año com o p ru e b a
definitiva; co n sag ració n absoluta d el catedrático universitario a su
m isión educativa; p articipación d e los alum nos y ex-alum nos e n la
elección d e las a u to rid ad es universitarias; re p re se n ta c ió n del
estu d ian tad o e n el consejo universitario y en el d e c a d a facultad;
dem ocratización d e la enseñanza (31).
El dictam en co n c ed e , p o r otra p a rte , esp ec ial atención a la
n e c e sid a d d e organizar la U niversidad en m odo d e d arle, en
todos sus aspectos, una am plia aplicación p ráctica y una com pleta
orientación científica. La U niversidad d el Guzco asp ira a se r un
v e rd a d e ro centro d e investigaciones científicas, p u esto
ín teg ram en te al servicio d el m ejoram iento social.

Para c o m p ro b a r el c re c ie n te conflicto e n tre los postulados


card in ales d e la Reform a U niversitaria -tales com o los han
form ulado y suscrito las asam b leas estudiantiles d e los diversos
p aíses hispanoam ericanos-, y la situación d e la U niversidad d e
Lima, b asta la confrontación d e estos postulados con los
resp ectiv o s asp ecto s d e la enseñanza y del funcionam iento d e la
U niversidad. Ensayem os esqu em áticam en te esta confrontación.
Intervención de los estudiantes en el gobierno de la Universidad. La
rea c c ió n p u g n a p o r re s ta b le c e r el viejo y ríg id o co ncepto d e la
disciplina, e n te n d id a com o acatam iento absoluto d el criterio y la
au to rid ad d e la docencia. El consejo d e d e c an o s -o el rec to r en su
nom bre-, reh ú sa frecu en tem en te su perm iso a las asam b leas
d e stin a d as a e x p re s a r la opinión d e los estudiantes. El d e re c h o d e
los estudiantes d e reu n irse a d e lib e ra r en los claustros está, p o r
p rim e ra vez, sujeto a suspensión. Las d esig n a c io n e s d e
d e le g a d o s estudiantiles q u e no son g ratas a la docencia, no
o b tie n e n su reconocim iento. El último com ité d e la F ed eració n d e
E studiantes se encontró en la im posibilidad d e funcionar, y hasta
d e constituirse p len am en te, p o r falta d el V° B° d el C onsejo. La
crisis d e la F ed eració n d e p e n d e así d e un factor extraño a la
situación estudiantil. El sentim iento d el estu d ian tad o ha p e rd id o
no sólo su influencia en las d e lib e ra c io n e s del C onsejo sino
tam b ién los m edios d e m anifestarse lib re y disciplinadam ente. La
re p re se n ta c ió n estudiantil e n el g o b iern o d e la U niversidad,
d en tro d e esta situación, se ría una farsa.
Renovación de los m étodos pedagógicos. Si se e x c ep tú a las
innovaciones in troducidas e n la enseñ an za p o r uno q u e otro
catedrático, la subsistencia d e los viejos m étodos a p a re c e
absoluta. H ace poco, un alto funcionario d e E ducación Pública, el
doctor Luis E. G alván, se p re g u n ta b a en un artículo: ¿Q ué h ace
n u estra U niversidad p o r la investigación científica? (32). A p e s a r
d e sus sentim ientos d e adh esió n a San M arcos, el d octor G alván
se v e ía p re c isa d o a d a rs e una re s p u e s ta totalm ente desfavorable.
Los m étodos y los estudios no han cam biado sino en la m ínima
p ro p o rc ió n d e b id a a la e sp o n tá n e a iniciativa d e los pocos
p ro fe so re s con sentido austero d e su resp o n sa b ilid ad . En m uy
contados cursos se ha salido d e la rutina d e la lección oral. El
espíritu dogm ático m antiene casi intactas sus posiciones. A lgunas
reform as iniciadas en el p e río d o d e 1922-24 han sido d e te n id as o
m alogradas. Esta es, p o r ejem plo, la su e rte que ha tenido la o b ra
de Zulen en la biblioteca.
Reforma del sistema docente. La d o cen cia lib re, q u e aún no ha
sido ab so lu tam en te en say ad a, no e n c u en tra un am b ien te
a d e cu a d o p a ra su experim entación. Los in te re se s oligárquicos
q u e dom inan e n la enseñanza se o p o n en al funcionam iento d e la
c á te d ra libre. En la provisión d e las c á te d ra s continúa
ap licán d o se el viejo criterio d e la "leva h ereditaria" d enunciado
p o r el doctor Sanguinetti en la antigua U niversidad d e Buenos
Aires.
Todas las conquistas form ales d e 1919 se e n cu en tran d e este
m odo, frustradas. El p o rce n taje d e m aestros ineptos, no es m enor
ahora seg u ram en te, a p e s a r d e la d ep u ració n , elem ental y
m o d erad a, q u e co n siguieron en to n ces los estudiantes. La
Facultad d e Letras, d e la cual p artió e n 1919 el grito d e reform a,
se p re s e n ta p rácticam en te com o la q u e m enos ha g a n a d o en
cuanto a m étodos y docencia.
La p ro p ia p au ta d e reform a e sta b lec id a p o r la Ley O rgánica d e
1920 e stá todavía, en su m ayor p a rte , p o r aplicar. No se ad v ierte
p o r p a rte d el C onsejo U niversitario, ningún efectivo prop ó sito d e
avanzar en la ejecución d el p ro -g ram a trazado p o r dicha ley (33).
En la form ación d el tipo d e m aestro exclusivam ente co n sag rad o a
la enseñanza, tam poco se ha avanzado nada. El m aestro
universitario sigue siendo e n tre nosotros un d iletan te que
c o n c ed e un lu g ar m uy subsidiario e n su espíritu y e n su actividad
a su m isión d e e d u c ad o r. Este es, ciertam ente, en g ran p arte, un
p ro b le m a económ ico. La enseñ an za universitaria p e rm a n e c e rá
e n tre g a d a al diletantism o m ientras no se a se g u re a los p ro feso res
c a p ac e s d e d e d ic a rse absolutam ente a la investigación y al
estudio, el m ínim um d e ren ta in d isp e n sab le p a ra un m ediano
ten o r d e vida. Pero, aun d e n tro d e sus actuales m edios
económ icos, la U niversidad d e b e ría ya e m p ezar a b u sc arle una
solución a e ste p ro b le m a q u e no s e rá solucionado
autom áticam ente p o r una p a rtid a del p resu p u e sto universitario si
faltan com o hasta hoy los estím ulos m orales d e la investigación
científica y la especialización docente.
La crisis d e las u n iv ersid a d e s m en o res re p ro d u c e , en escen ario s
p e q u e ñ o s, la crisis d e San M arcos. A la m ás deficiente y aném ica
d e todas, la U niversidad d e Trujillo, le ha p e rte n e c id o la iniciativa
reaccio n aria, com o y a hem os visto. La expulsión d e veintiséis
alum nos, re v e la e n el espíritu d e e sa U niversidad el m ás
recalcitran te reaccionarism o, p o r s e r p rec isam e n te la falta de
estudiantes una d e sus p reo c u p a c io n e s específicas. Para q u e la
U niversidad no v e a d e sie rta s sus aulas, el p ro feso rad o d e Trujillo
tien e que d e d ic a rs e todos los años, se g ú n se m e refiere, a una
curiosa lab o r d e reclutam iento, e n la q u e se invocan razones d e
localism o con el objeto d e inducir a los p a d re s d e familia a no
enviar a sus hijos a las U niversidad d e Lima. Si no ob stan te la
ex ig ü id ad d e su alum nado, la d o cen cia d e Trujillo se d ecid ió a
p e rd e r veintiséis estudiantes, es fácil su p o n er hasta q u é extrem os
d e in tran sig en cia p u e d e lle g a r su c e rra d o conservantism o. La
U niversidad d e A requipa ha sido tradicionalm ente d e las m ás
im p e rm e a b le s a to d a ten d e n c ia d e m odernización. La atm ósfera
co n serv a d o ra d e la ciu d ad la p re s e rv a d e in q u ietu d es extrañas a
su rep o so . El elem ento ren o v ad o r, q u e en los últim os años ha
d a d o algunas señ ales sim páticas d e crecim iento y agitación, se
e n cu en tra aún en m inoría. Sólo la U niversidad d el Cuzco se
esfuerza v ig o ro sam en te p o r transform arse. Me h e refe rid o ya al
p ro y ecto d e reo rg an izació n p re se n ta d o al G o bierno p o r sus
p rin cip ales catedráticos, y que, evid en tem en te, constituye el
b o sq u ejo m ás avanzado d e reform a universitaria en el Perú.
El con cepto d e la Reforma, en tanto, ha g a n a d o c a d a día m ás
p recisió n y firm eza en las v a n g u a rd ias estudiantiles
hispanoam ericanas. La definición del p ro b le m a d e la ed u cació n
p ú b lica a que ha a rrib ad o la v a n g u a rd ia d e La Plata, así lo
d em u estra. He aquí los térm inos d e su declaración: l.p ; El
p ro b le m a educacional no es sino una d e las faces del p ro b le m a
social; p o r ello no p u e d e se r solucionado aisladam ente. 2.p; La
cultura d e toda so c ie d a d es la ex p re sió n id eo ló g ica d e los
in te re se s d e la clase dom inante. La cultura d e la so c ie d a d actual
es p o r lo tanto, la e x p re sió n id eo ló g ica d e los in te re se s d e la
clase capitalista. 3.p; La últim a g u e rra im perialista, ro m p ien d o el
equilibrio d e la econom ía b u rg u esa, ha p u esto e n crisis su cultura
correlativa. 4.p; Esta crisis sólo p u e d e su p e ra rse con el
advenim iento de una cultura socialista" (34).
M ientras el m ensaje d e la nu ev a g en eració n , confusam ente
anunciado d e s d e 1918 p o r la in surrección d e C ó rd o b a, alcanza en
la A rgentina tan nítida y significativa ex p re sió n revolucionaria, en
nuestro p an o ram a universitario se m ultiplican -com o creo h ab erlo
puntualizado en e ste estudio-, los signos d e reacción. La Reform a
U niversitaria sigue am enazada, p o r el e m p eñ o d e la vieja casta
d o c e n te en re sta u ra r p len a m en te su dom inio.

III. IDEOLOGIAS EN CONTRASTE

En la e ta p a d e tanteos p rácticos y e sc a rc e o s teóricos, q u e condujo


lentam ente a la im portación d e sistem as y técnicos
n o rteam ericanos, el doctor D eustua re p re s e n tó la reacció n del
viejo espíritu aristocrático, m ás o m enos orn am en tad a d e
idealism o m oderno. El d octor V illarán form ulaba en un lenguaje
positivista el p ro g ra m a d el civilismo b u rg u é s y, p o r en d e,
dem oliberal; el d octor D eustua en c arn a b a, bajo un indum ento
universitario y filosófico d e factura m oderna, la m entalidad del
civilismo feudal, d e los e n c o m e n d e ro s v irrein ales (Por algo se
d e sig n a b a con el n o m b re d e civilismo histórico a una fracción del
p artid o civil).
El v e rd a d e ro sentido del diálogo D eustua-V illarán esca p ó a los
g lo sa d o re s y al auditorio d e la ép o ca. Los se d ic e n te s e ineptos
p artid o s p o p u lare s d e entonces no su p iero n tom ar posición
doctrinal alguna frente a e ste d e b a te . El pierolism o no e ra capaz
d e otra cosa q u e d e una declam ación m onótona contra los
im puestos y em p réstito s -que e sta b a n lejos d e constituir to d a la
política económ ica del civilismo- a p a rte d e las p e rió d ica s pláticas
y proclam as d e su califa so b re los co n cep to s d e lib e rta d , o rd en ,
patria, ciudadanía, etc. El p re te n d id o liberalism o no se
d ife ren c iab a d el pierolism o, al cual p o r otra p a rte a n d a b a
acoplado, n a d a m ás q u e e n un e sp o rá d ico anticlericalism o
m asónico y una v a g a y rom ántica reivindicación fed eralista (La
p o b re z a ideológica, la ram p lo n ería intelectual d e e sta oposición
sin m ás p resta n cia q u e la gloria tra sn o c h ad a d e su caudillo,
perm itió al civilismo a c a p a ra r el d e b a te d e uno d e los m ás
sustantivos p ro b le m as nacionales).
Sólo ahora, p o r lo dem ás, es históricam ente p o sib le e sc la re c e r el
sentido d e e sa p o lém ica universitaria, frente a la cual Francisco
G arcía C ald eró n quiso asum ir una d e esas posiciones, eclécticas
y conciliadoras hasta lo infinito, en las cuales es m aestro su
prudentísim o y un poco e scép tico criticism o.
La posición id eo ló g ica d el doctor D eustua en el d e b a te d e la
instrucción pú b lica o ste n ta b a todos los atributos ornam entales
n e c esa rio s p a ra im p resio n ar el tem p eram en to h u ecam en te
retórico y declam atorio d e n u e stra g e n te intelectual. El doctor
D eustua se p re s e n ta b a en sus m etafísicas d isertacio n es s o b re la
ed u cació n com o un a serto r d e idealism o frente al positivism o d e
sus m esu rad o s y com placientes contradictores. Y éstos, en vez d e
d e sn u d a r d e su p aram en to filosófico el espíritu antidem ocrático y
antisocial d e la co n cep ció n d el doctor D eustua, p refe ría n d e c la ra r
su resp e tu o so acatam iento d e los altos id ea les q u e m ovían a este
catedrático.
Fácil h a b ría sido sin e m b a rg o d em o strar q u e las id eas
ed u cacio n ales del doctor D eustua no re p re s e n ta b a n , en el fondo,
una co rrien te d e idealism o co n tem poráneo, sino la vieja
m entalidad aristocrática d e la casta latifundista. P ero n a d ie se
e n c arg ó d e e sc la re c e r el v e rd a d e ro sentido d e la resisten cia del
doctor D eustua a una reform a m ás o m enos d em o crática d e la
enseñanza. El verb alism o universitario se p e rd ía en los
com plicados cam inos d e la ab stru sa d octrina d el reaccionario
p ro feso r civilista. El d e b a te , p o r otra p a rte , se desenvolvía
exclusivam ente d e n tro d el p artid o civil, en el cual se co n trastab an
dos espíritus, el d e la feu dalidad y el d el capitalism o, deform ado
y en e rv a d o el seg u n d o p o r el prim ero.
Para identificar el pen sam ien to d el d octor D eustua y p e rc ib ir su
fondo m edioeval y aristocrático, b asta estu d ia r los p rejuicios y
su p ersticio n es d e que e stá nutrido. El doctor D eustua sustenta
id ea s antagónicas no sólo a los principios d e la nueva educación,
sino al espíritu mism o d e la civilización capitalista. Su concepción
del trabajo, p o r ejem plo, está en a b ie rta p u g n a con la q u e d e s d e
h ace m ucho tiem po rig e el p ro g re so hum ano. En uno d e sus
estudios d e filosofía d e la educación, el doctor D eustua e x p re s a b a
so b re el trab ajo el m ism o co ncepto d e sd eñ o so d e los que en otros
tiem pos no c o n sid e rab a n c a rre ra s n o b les y d ignas sino las d e las
arm as y las letras.
"Valor y trabajo, m oralidad y egoísm o -escrib ía- son in se p a ra b le s
en el p ro ce so in teg ral d e la voluntad, p e ro su rol, m uy diferen te
en tal p ro ce so , lo es tam b ién ante el p ro c e so d e la educación. El
valor lib e rta d educa; la ed u cació n consiste en la realización d e
valores; p e ro el trab ajo no educa; el tra b a jo e n riq u ece, ilustra, d a
d e stre za con el hábito; p e ro e stá e n c a d e n a d o a m óviles egoístas
que constituyen la esclavitud d el alma; el m ism o móvil d e la
vocación p o r el trab ajo q u e in tro d u ce en él la felicidad y la
alegría, es eg o ísta com o los dem ás; la lib e rta d no n ace d e él; la
lib e rta d se la com unica el valor m oral y estético. La ciencia m ism a
q u e en cierto m odo e d u c a disciplinando la actividad cognoscitiva,
o rd en á n d o la con el m étodo deductivo o favoreciendo su función
intuitiva con sus inducciones, el llam ado v alor lógico no lleva al
trab ajo e s e elem ento d e lib e rta d q u e constituye la e sen c ia d e la
p e rso n a lid a d hum ana. P u ed e el trab ajo contribuir a la expansión
del espíritu m ed ian te la riqueza m aterial q u e p ro d u ce: p e ro esa
expansión p u e d e s e r m uchas v e c e s signo d el im pulso cieg o del
egoísm o; p o d ría d e c irse que lo es en la g e n e ra lid a d d e los casos;
y en to n ces no significa v e rd a d e ra lib ertad ; lib e rta d interior,
lib e rta d m oral o estética; la lib e rta d q u e constituye el fin y el
contenido d e la educación" (35).
Este co ncepto del trab ajo , au nque sostenido p o r el doctor
D eustua h ace unos pocos lustros, es ab so lu tam en te m edioeval,
n etam en te aristocrático. La civilización occidental re p o sa
totalm ente so b re el trabajo. La so c ie d a d lucha p o r organizarse
com o una so c ie d a d d e tra b a ja d o re s, d e p ro d u cto res. No p u e d e ,
p o r tanto, c o n sid e rar el trab ajo com o una serv id u m b re. T iene que
exaltarlo y enn o b lecerlo .
Y en esto no es p o sib le v e r un sentim iento in te resa d o y exclusivo
d e la Civilización d e O ccidente. Tanto las investigaciones d e la
ciencia, com o las intuiciones del espíritu, nos ilum inan
p len am en te. El destino d el h o m b re es la creación. Y el trab ajo es
creación, vale d e c ir liberación. El h o m b re se realiza e n su
trabajo.
D ebem os al esclavizam iento d el h o m b re p o r la m áquina y a la
destru cció n d e los oficios p o r el industrialism o, la deform ación
del trab ajo en sus fines y en su esencia. La req u isito ria d e los
refo rm ad o res, d e s d e John Ruskin h asta R abindranath T agore,
re p ro c h a v e h e m e n te m e n te al capitalism o, el em pleo
e m b ru te c e d o r d e la m áquina. El m aquinism o, y so b re todo el
taylorism o, han hecho odioso el trabajo. Pero sólo p o rq u e lo han
d e g ra d a d o y reb a jad o , d e sp o ján d o lo d e su virtud d e creación.
F ierre Ham p que ha escrito e n libros a d m irab le s la e p o p e y a del
trab ajo -La peine des hommes- ha dicho al resp e c to , p a la b ra s d e
rig u ro sa v e rd a d : "La g ran d e z a d el h o m b re se re d u c e a h a c er b ien
su oficio. El viejo am or al oficio, m algrado la so cied ad , es la salud
social. La h ab ilid ad d e las m anos d el h o m b re no c a re c e nunca d e
orgullo, ni siq u iera en las la b o re s m ás bajas. Si el d e s d é n del
trab ajo existiera en c a d a uno, com o lo sien ten las g e n te s d e
m anos blancas, y si los o b re ro s no continuasen e n su oficio m as
q u e p o r coacción, sin e n co n trar en su o b ra ninguna com placencia
del espíritu, la h a ra g a n e ría y la co rrupción aniquilarían al p u eb lo
d e se sp e ra d o " (36).
Tiene q u e se r é ste tam b ién el principio que a d o p te una so c ie d a d
h e re d e ra del espíritu y la tradición d e la so c ie d a d incaica en la
q u e el ocio e ra un crim en y el trabajo, cum plido am orosam ente,
la m ás alta virtud. El arcaico pen sam ien to d el doctor D eustua,
d e sca rta d o d e su id eo lo g ía hasta p o r n u e stra b u rg u esía p áv id a y
d e so rie n ta d a , d e sc ie n d e en cam bio, e n línea recta, d e e sa
so c ie d a d v irreinal q u e un p ru d e n te "civilista" com o el doctor
Javier P rado nos d e scrib ió com o una so c ie d a d d e sensual m olicie.
No sólo su co ncepto d el tra b a jo d enuncia el sentim iento
aristocrático y reaccio n ario del doctor D eustua y p re c isa su
posición id eo ló g ica e n el d e b a te d e la instrucción pública. Son,
ante todo, sus co n cep to s fundam entales d e la enseñ an za los que
definen su tesis com o una tesis d e inspiración feudalista.
El doctor D eustua, e n sus estudios, no se p re o c u p a b a casi sino d e
la e d u cació n d e las clases ele v a d a s o dirig en tes. Todo el
p ro b le m a d e la ed u cació n nacional resid ía p a ra él en la
ed u cació n d e la élite. Y, p o r supuesto, esta élite no e ra otra que la
del privilegio h ered itario . Por consiguiente, todos sus desvelos,
todas sus p rem u ras e sta b a n d e d ic a d a s a la enseñanza
universitaria.
N inguna actitud p u e d e se r m ás contraria y a d v e rsa q u e ésta al
pen sam ien to educacional m oderno. El doctor Villarán, d e s d e
puntos d e vista o rtodoxam ente b u rg u ese s, oponía con razón a la
tesis d el doctor D eustua el ejem plo d e los E stados Unidos,
re c o rd a n d o que "la escu ela p rim aria fue allí la p rem isa y
a n te c e d e n te histórico d e la secundaria; y el college, el p re c u rso r
d e la U niversidad" (37). Hoy p o dríam os o p o n erle, d e s d e puntos
d e vista m ás nuestros, el ejem plo d e M éxico, p aís que, com o dice
P edro H enríquez Ureña, no e n tie n d e hoy la cultura a la m anera
del siglo XIX. "No se p ien sa e n la cultura rein a n te -esc rib e
H enríquez U reña- en la é p o c a d el capital disfrazado d e
liberalism o, cultura d e diletantes exclusivistas, h uerto c e rra d o
d o n d e se cultivan flores artificiales, to rre d e marfil d o n d e se
g u a rd a b a la ciencia m uerta e n los m useos. Se p ien sa e n la cultura
social, ofrecida y d a d a realm en te a todos y fundada en el trabajo:
a p re n d e r es no sólo a p re n d e r a c o n o cer sino igualm ente
a p re n d e r a hacer. No d e b e h a b e r alta cultura, p o rq u e se rá falsa y
efím era, d o n d e no haya cultura popular" (38). ¿N ecesito d e c ir que
suscribo totalm ente e ste co n cep to e n a b ie rto conflicto con el
pen sam ien to d el doctor D eustua?
El p ro b le m a d e la e d u cació n e ra situado p o r el doctor D eustua en
un te rre n o p u ram en te filosófico. La e x p e rien c ia en señ a que, en
e ste terren o , con d e sd e ñ o sa p resc in d en c ia d e los factores d e la
re a lid a d y d e la historia, es im posible no sólo reso lv erlo sino
conocerlo. El doctor D eustua se m anifiesta in d iferen te a las
relacio n es d e la enseñanza y d e la econom ía. Más aún, re sp e c to a
la econom ía m uestra una incom prensión d e idealista absoluto.
Su recetario , p o r esto, ad em ás d e antidem ocrático y antisocial,
resu lta antihistórico. El p ro b le m a d e la enseñanza no p u e d e se r
b ien c o m p ren d id o en nuestro tiem po, si no es c o n sid e rad o com o
un p ro b le m a económ ico y com o un p ro b le m a social. El e rro r d e
m uchos refo rm ad o res ha e sta d o en su m étodo ab stractam en te
idealista, en su doctrina exclusivam ente p e d a g ó g ic a . Sus
p ro y ecto s han ig n o rad o el íntimo e n g ra n a je q u e hay e n tre la
econom ía y la enseñ an za y han p re te n d id o m odificar ésta, sin
co n o cer las ley es d e aquélla. Por e n d e , no han a c erta d o a
reform ar n a d a sino en la m ed id a q u e las m en o sp re cia d as, o
sim plem ente ig n o rad as ley e s económ ico-sociales, les han
consentido. El d e b a te e n tre clásicos y m odernos e n la enseñanza
no ha estad o m enos re g id o p o r el ritm o d el d esarro llo capitalista
q u e el d e b a te e n tre c o n serv a d o re s y lib e rale s en la política. Los
p ro g ra m as y los sistem as d e ed u cació n pública, en la e d a d que
ahora declina, han d e p e n d id o d e los in te re se s d e la econom ía
b u rg u esa . La orientación realista o m o d ern a ha sido im puesta,
ante todo, p o r las n e c e sid a d e s d el industrialism o. No en b a ld e el
industrialism o es el fenóm eno p e c u liar y sustantivo d e esta
civilización que, dom inada p o r sus consecuencias, reclam a d e la
escu ela m ás técnicos que id eó lo g o s y m ás in g en ie ro s q u e réto res.
La orientación anticientífica y antieconóm ica, e n el d e b a te d e la
enseñanza, p re te n d e re p re s e n ta r un idealism o superior; p e ro se
trata d e una m etafísica d e reaccionarios, op u esta y ex trañ a a la
d irecció n d e la historia y que, p o r consiguiente, c a re c e d e todo
valor concreto com o fuerza d e renovación y elevación hum anas.
Los a b o g a d o s y literatos p ro c e d e n te s d e las aulas de
hum an idades, p re p a ra d o s p o r una enseñanza retórica,
pseu d o id ealista, han sido sie m p re m ucho m ás inm orales q u e los
técnicos p ro v en ie n te s d e las facultades e institutos d e ciencias. Y
la actividad p ráctica y teo ré tic a o estética d e estos últim os ha
seg u id o el rum bo d e la econom ía y d e la civilización m ientras que
la actividad práctica, teo ré tic a o estética d e los p rim ero s lo ha
contrastado frecu en tem en te al influjo d e los m ás v u lg ares
in te re se s o sentim ientos co n serv ad o res. Esto a p a rte d e que el
valor d e la ciencia com o estím ulo d e la esp ecu lació n filosófica no
p u e d e s e r desco n o cid o ni subestim ado. La atm ósfera d e id ea s d e
esta civilización d e b e a la ciencia m ucho m ás seg u ra m en te q u e a
las hum anidades.
La so lid arid ad d e la econom ía y la ed u cació n se rev ela
concretam en te en las id ea s d e los e d u c a d o re s que
v e rd a d e ra m e n te se han p ro p u esto ren o v ar la escuela. Pestalozzi,
F roebel, etc., q u e han tra b a ja d o rea lm e n te p o r una renovación,
han tenido en cuenta q u e la so c ie d a d m o d ern a tie n d e a ser,
fundam entalm ente, una so c ie d a d d e p ro d u cto res. La E scuela del
T rabajo re p re s e n ta un sentido nuevo d e la enseñanza, un
principio p ecu liar d e una civilización d e tra b a ja d o res. El Estado
capitalista se ha g u a rd a d o d e ad o p tarlo y actuarlo p len am en te. Se
ha lim itado a in co rp o rar en la enseñ an za prim aria (enseñanza d e
clase) el "trabajo m anual educativo". Ha sido e n Rusia d o n d e la
E scuela del T rabajo ha sido e le v a d a al p rim e r plano en la política
educacional. En A lem ania la ten d e n c ia a e n say arla se ha apoyado
prin cip alm en te en el p redom inio social-dem ocrático d e la é p o c a
de la revolución.
Y la reform a m ás sustancial ha b ro ta d o así e n el cam po d e la
enseñanza prim aria, m ientras que, dom inadas p o r el espíritu
co n serv ad o r d e sus re c to re s, la en señ an za secu n d aria y la
universitaria, constituyen aún un te rre n o poco p ropicio a todo
intento d e renovación rad ical y poco sen sib le a la nueva rea lid a d
económ ica.
Un co ncepto m oderno d e la escu ela coloca e n la m ism a categ o ría
el tra b a jo m anual y el trab ajo intelectual. La v a n id a d d e los
rancios hum anistas, alim entada d e rom anism o y aristocratism o,
no p u e d e av en irse con e sta nivelación. En oposición al id ea rio d e
estos h o m b re s d e letras, la E scuela d el T rabajo es un p ro d u cto
genuino, una concepción fundam ental d e una civilización c re a d a
p o r el tra b a jo y p a ra el trabajo.

En el discurso d e e ste estudio no m e h e p ro p u esto e sc la re c e r sino


los fundam entales lineam ientos ideológicos y políticos del
p ro c e so d e la instrucción p ú b lica en el Perú. He p resc in d id o d e
su asp ecto técnico que, ad em ás d e no se r d e mi com petencia, se
e n cu en tra su b o rd in ad o a principios teóricos y a n e c e sid a d e s
políticas y económ icas.
He constatado, p o r ejem plo, q u e la h e re n c ia e sp añ o la o colonial
no consistía en un m étodo p e d a g ó g ic o sino en un rég im en
económ ico-social. La influencia francesa se insertó, m ás tard e , en
e ste cuadro, con la com placencia así d e q u ien es m iraban en
Francia la patria d e la lib e rta d jac o b in a y rep u b lica n a com o de
q u ien es se in sp irab a n e n el pen sam ien to y la p ráctica d e la
restauración. La influencia n o rteam erican a se im puso finalm ente,
com o una co n secu en cia d e nu estro d esarro llo capitalista al m ism o
tiem po q u e d e la im portación d e capitales, técnicos e id eas
yanquis.
Bajo el conflicto d e id eo lo g ías y d e influencias, se p e rc ib e
claram ente, en el último p erío d o , el contraste e n tre una c re c ie n te
afirm ación capitalista y la o b stin ad a reacció n feudalista y
aristocrática, p ro p u g n a d o ra la p rim e ra en la en señ an za d e una
orientación práctica, d efen so ra la se g u n d a d e una orientación
p seu d o id ealista.
C on el nacim iento d e una c o rrien te socialista y la aparición d e
una conciencia d e clase en el p ro le taria d o urbano, interviene
ahora en el d e b a te un factor nuevo q u e m odifica sustancialm ente
sus térm inos. La fundación d e las u n iv ersid a d e s p o p u lare s
G onzález Prada, la adh esió n d e la juven tu d universitaria al
principio d e la socialización d e la cultura, el asce n d ien te d e un
nuevo id ea rio educacional s o b re los m aestros, etc., in terru m p en
definitivam ente el erudito y académ ico diálogo e n tre el espíritu
d e m o lib e ra l-b u rg u é s y el espíritu latifundista y aristocrático (39).
El b alan ce d e la p rim e ra centuria d e la R epública se cierra, en
o rd e n a la ed u cació n pública, con un eno rm e pasivo. El p ro b le m a
d el analfabetism o in d íg e n a está casi intacto. El E stado no
consigue h asta hoy difundir la escu ela en todo el territorio d e la
rep ú b lica. La d e sp ro p o rc ió n e n tre sus m edios y el tam año d e la
e m p re sa, es enorm e. Para la actuación del m odesto p ro g ra m a d e
ed u cació n popular, que autoriza el p resu p u e sto , se c a re c e d e
núm ero suficiente d e m aestros. El p o rce n taje d e norm alistas en el
p erso n al d e la en señ an za p rim aria alcanza a m enos del 20 p o r
ciento. Los rendim ientos actuales d e las E scuelas N orm ales no
consienten d em asiad as ilusiones so b re las p o sib ilid a d e s d e
reso lv e r e ste p ro b le m a en un plazo m ás o m enos corto. La c a rre ra
d e m aestros d e p rim e ra enseñanza, sujeta todavía en el Perú a los
v ejám en es y las contam inaciones d el gam onalism o y el
caciquism o m ás estólidos y p re p o te n te s, es una c a rre ra de
m iseria. No les está aún a se g u ra d a a los m aestros una e sta b ilid ad
siq u iera relativa. La q u eja d e un re p re se n ta n te a congreso,
aco stu m b rad o a e n co n trar a los m aestros en su sum iso séquito d e
capituleros, p e s a e n el criterio oficial m ás que la foja d e servicios
d e un m aestro recto y digno.
El p ro b le m a del analfabetism o d el indio resu lta ser, e n fin, un
p ro b le m a m ucho m ayor, q u e d e s b o rd a d el restrin g id o m arco d e
un p lan m eram en te p e d a g ó g ic o . C ad a día se co m p ru e b a m ás que
alfabetizar no es ed u car. La escu ela elem ental no re d im e m oral y
socialm ente al indio. El p rim e r p aso real hacia su red e n c ió n , tiene
q u e se r el d e abolir su se rv id u m b re (40).
Esta es la tesis q u e so stien en en el Perú los autores d e una
renovación, e n tre los cuales se cuentan, en p rim e ra fila, m uchos
e d u c a d o re s jó v en es, cuyos puntos d e vista a p a re c e n y a distantes
d e los que, e n m esu ra d a au nque cate g ó ric a oposición a la
id eo lo g ía colonial, sustentó h ace veinticinco años el d octor M. V.
V illarán con los m ed io cres resu ltad o s q u e hem os visto al
exam inar la g é n e sis y desenvolvim iento d e la reform a d e 1920.
REFERENCIAS

1. La participación de educadores belgas, alemanes, italianos,


ingleses, etc. en el desarrollo de nuestra educación pública, es
episódica y contingente y no implica una orientación de nuestra
política educacional.

2. Circular del ministro don Matías León, fechada el 19 de abril de


1831.

3. "Las reformas de la Instrucción Pública ", discurso pronunciado en


la apertura del año universitario de 1919. En la Revista Universitaria
de 1919.

4. Véase en este volumen los estudios sobre la economía nacional y


el problem a de la tierra.

5. M. V. Villarán, Estudios sobre Educación Nacional, pp. 8 y 9.

6. Es interesante y expresivo el que los reaccionarios franceses


proclamen a Francia nación burguesa, más bien que capitalista.

7. Ib., p. 27.

8. España es el país de la Contrarreforma, y p o r ende el Estado


antiliberal y antimoderno p o r excelencia.

9. C. A. Ugarte, Bosquejo de la Historia Económica del Perú.

10. Véase el ensayo sobre el factor religioso.

11. Edouard Herriot, Créer, p. 95.

12. Ib., p. 125.

13.1b.,p. 127.
14.1b.,pp. 120, 123 y 124.

15. M. V. Villarán, oh. citada, p. 74.

16.1b.,p. 33.

17. Estudio del Dr. Bouroncle sobre "Cien años de política


educacional"publicado en La Prensa el 9 de diciem bre de 1924.

18. En 1926 los egresos fiscales del presupuesto sumaron Ip.


10'518,960, correspondiendo a la instrucción Lp. 1'000,184, pero
sólo Lp. 859,807 a la primaria.

19. Ley Orgánica de Enseñanza d e 1920. Edición Oficial, p. 84.

20. Publicaciones del Círculo Médico Argentino y Centro de


Estudiantes de Medicina. La Reforma Universitaria. 6 tomos, 1926-
27.

21. La Reforma Universitaria, tomo 1, p. 55.

22. Ib., p. 44.

23. Ib., pp. 58 y 86.

24. Ib., p. 125.

25. Ib., p. 130.

26.1b.,pp. 140 y 141.

27. V. A. Belaunde, La Vida Universitaria, p. 3.

28. Alfredo L Palacios, La Nueva Universidad.

29. Véase elN ° 3 deAm auta (noviembre de 1926).


30. En Repertorio Americano, tomo XV, p. 145 (1927).

31. En la Revista Universitaria del Cuzco, N° 56, 1927.

32. EnAmauta, N °7 (marzo de 1927).


33. En prensa esta obra, el Gobierno ha dictado, en uso de una
expresa autorización legislativa, un nuevo Estatuto de la Enseñanza
Universitaria, que entra en vigencia en el año d e estudios de 1928,
abierto, p o r este motivo, con retardo. Esta reforma concierne casi
exclusivamente a la organización de la enseñanza universitaria,
colocada bajo la autoridad de un consejo superior que preside el
Ministro de Instrucción. El carácter, el concepto de esta enseñanza
no ha sido tocado: no podría serlo sino dentro de una reforma
integral de la educación que hiciese de la enseñanza universitaria el
grado superior de la instrucción profesional, reservándola a los
capaces, seleccionados con independencia de todo privilegio
económico. La reforma, que es, sobre todo, administrativa, se
inspira, tendencialmente, en los mismos principios de la le y de 1920
aunque adopte, en ciertos puntos, otra técnica. El discurso del
Presidente de la República, al inaugurar el año universitario, asigna
a la reforma la misión de adecuar la enseñanza universitaria a las
necesidades prácticas de la nación, en este siglo de industrialismo,
Y acentuando esta afirmación, condena explícitamente la
orientación de los propugnadores de una cultura abstractista,
clásica, exenta d e preocupaciones utilitarias. Pero el rectorado de
la nueva era de la Universidad -que en sus aspectos esenciales se
parece tanto a la vieja- ha sido encargado al Dr. Deustua que, si es
entre nosotros un tipo de estudioso y universitario concienzudo, es
además el más conspicuo de los patrocinadores de la tendencia de
la cual hace justicia sumaria el discurso presidencial. Esta
contradicción no se explicaría fácilmente en ninguno de aquellos
países donde ideológica y doctrinalmente se tiene el hábito de la
coherencia. El Perú, ya lo sabemos, no es de esos países. El Estatuto
-cuya apreciación general no cabe en esta breve nota- establece los
m edios d e crear la carrera universitaria, la docencia especializada.
En este sentido, es un instrumento legal d e transformación técnica
de la enseñanza. La eficacia de este instrumento depende de su
aplicación.

34. Revista Sagitario de La Plata, N° 2, 1925.

35. "A propósito de un cuestionario sobre la reforma d e la le y de


instrucción". Colección de artículos, 1914. Imp. M. A. Dávila. Pág.
56. Véase también La cultura superior en Italia. Lima, 1912, E. Rosay
impresor. Pág. 145 y siguientes.

36. F. Lefevre, Une heure avec, D euxieme série, pág. 172.

37. M. V Villarán, ob. citada, p. 52.

38. P. Henríquez Ureña, Utopía de América.

39. Expresivas del orientamiento renovador de los normalistas son


las publicaciones aparecidas en Lima y provincias en los últimos
años: La Revista Peruana d e Educación, lima, 1926; Revista del
Maestro y Revista d e Educación, Tarma; Ideario Pedagógico,
Arequipa; El Educador Andino, Puno.

40. El Ministro de Instrucción Dr. Oliveira, en un discurso


pronunciado en el Congreso en la legislatura de 1927, ha
reconocido la vinculación del problem a de la educación indígena y
el problem a de la tierra, aceptando una realidad eludida
invariablemente p o r sus predecesores en ese cargo.
EL FACTOR RELIGIOSO

I. LA RELIGION DEL TAWANTINSUYO

Han tram ontado definitivam ente los tiem pos d e apriorism o


anticlerical, e n q u e la crítica "lib rep en sad o ra" se c o n ten tab a con
una estéril y sum aria ejecución d e todos los dogm as e iglesias, a
favor d el dogm a y la iglesia d e un "libre pensam iento"
ortodoxam ente ateo, laico y racionalista. El co ncepto d e religión
ha c re c id o en extensión y p rofundidad. No re d u c e ya la religión a
una ig lesia y un rito. Y re c o n o c e a las instituciones y sentim ientos
religiosos una significación m uy d iv ersa d e la que in g en u am en te
le atribuían, con radicalism o in ca n d e sce n te , g e n te s que
identificaban relig io sid a d y "oscurantism o".
La crítica revolucionaria no re g a te a ni contesta ya a las religiones,
y ni siq u iera a las iglesias, sus servicios a la h u m anidad ni su lugar
en la historia. W aldo Frank, p e n sa d o r y artista d e espíritu tan
p e n e tra n te y m oderno, no nos ha asom brado, p o r esto, cuando
nos ha ex p licado el fenóm eno no rteam erican o descifrando,
atentam ente, su o rig e n y factores religiosos. El pioneer, el
puritano y el judío, han sido, seg ú n la lum inosa v ersió n d e Frank,
los c re a d o re s d e los E stados Unidos. El pioneer d e sc ie n d e del
puritano: m ás aún, lo realiza. P orque e n la raíz d e la p ro te sta
puritana, Frank distingue p rin cip alm en te voluntad d e potencia.
"El puritano -esc rib e - h a b ía com enzado p o r d e s e a r el p o d e r en
Inglaterra: e ste d e se o lo h a b ía im pulsado hacia la au sterid ad , de
la cual h a b ía pronto d e scu b ie rto las dulzuras. He aquí que
d e sc u b ría lu eg o un p o d e r so b re sí m ism o, so b re los otros, so b re
el m undo tan g ib le. Una tie rra v irg e n y hostil d e m a n d a b a todas las
fuerzas q u e p o d ía aportarle; y, m ejor q u e ninguna otra, la vid a
frugal, la v id a d e renunciam iento, le p erm itía d isp o n e r d e esas
fuerzas" (1).
El colonizador anglosajón no encontró en el territorio
norteam erican o ni una cultura avanzada ni una p o b lació n p otente.
El cristianism o y su disciplina no tuvieron, p o r en d e, en
N orteam érica una m isión ev angelizadora. Distinto fue el destino
del colonizador ib ero , ad em ás d e se r diverso el colonizador
mismo. El m isionero d e b ía catequizar en M éxico, el Perú,
C olom bia, C entroam érica, a una num erosa población, con
instituciones y p rácticas relig io sas a rra ig a d a s y propias.
Com o co n secu en cia d e e ste hecho, el factor religioso ofrece, en
estos p u eb lo s, asp ecto s m ás com plejos. El culto católico se
su p e rp u so a los ritos in d ígenas, sin a b so rb e rlo s m ás q u e a
m edias. El estudio d el sentim iento religioso en la A m érica
e sp añ o la tiene, p o r consiguiente, que p a rtir d e los cultos
en co n trad o s por los conquistadores.
La lab o r no es fácil. Los cronistas d e la Colonia no p o d ían
c o n sid e rar estas co n cep cio n es y p rácticas relig io sas sino com o un
conjunto d e su p ersticio n es b á rb a ra s. Sus v e rsio n e s deform an y
em p añ an la im ag en d el culto ab o rig en . Uno d e los m ás singulares
ritos m exicanos -el q u e rev e la que en M éxico se conocía y
a p licab a la id e a d e la transubstanciación- e ra p a ra los esp añ o les
una sim ple tre ta d el dem onio.
Pero, p o r m ucho que la crítica m o d ern a no se haya p u esto aún d e
a c u erd o re sp e c to a la m itología p e ru a n a , se d isp o n e d e
suficientes elem entos p a ra s a b e r su p u esto en la evolución
relig io sa d e la hum anidad.
La relig ió n inkaica care c ía d e p o d e r espiritual p a ra resistir al
Evangelio. Algunos h isto riad o res deducen de algunas
constataciones filológicas y arq u eo ló g icas el p a re n te sc o d e la
m itología inkaica con la indostana. Pero su tesis re p o s a en
sim ilitudes m itológicas, esto es form ales; no p ro p iam en te
esp iritu ales o religiosas. Los rasg o s fundam entales d e la religión
inkaica son su colectivism o teocrático y su m aterialism o. Estos
rasg o s la diferencian, sustancialm ente, d e la religión indostana,
tan espiritualista e n su esencia. Sin a rrib a r a la conclusión d e
V alcárcel d e q u e el h o m b re del Taw antinsuyo carecía
virtualm ente d e la id e a del "más allá", o se conducía com o si así
fuera, no es p o sib le d e sco n o c e r lo exiguo y sum ario d e su
m etafísica. La religión d el quech u a e ra un código m oral antes que
una co n cep ció n m etafísica, hech o q u e nos aproxim a a la China
m ucho m ás que a la India. El Estado y la Iglesia se identificaban
absolutam ente; la religión y la política reco n o cían los m ism os
principios y la m ism a autoridad. Lo religioso se resolvía en lo
social. D esd e e ste punto d e vista, es ev id en te e n tre la religión del
Inkario y las d e O riente la m ism a oposición q u e Jam es G e o rg e
Frazer constata e n tre éstas y la civilización greco-rom ana. "La
so cied ad , en G recia y en Roma -e sc rib e Frazer- se fundaba so b re
la co n cep ció n d e la su b o rd in ació n del individuo a la so cied ad , del
ciudadano al Estado; colo cab a la s e g u rid a d d e la rep ú b lica, com o
fin dom inante d e conducta, p o r encim a d e la s e g u rid a d del
individuo, se a e n e ste m undo, sea en el m undo futuro. Los
ciudadanos, ed u c ad o s d e s d e la infancia en e ste id eal altruista,
c o n sag ra b a n su v id a al servicio del Estado y e sta b a n prontos a
sacrificarla p o r el b ien público. R etro ced ien d o ante el sacrificio
suprem o, sab ían m uy b ien q u e o b ra b a n b ajam en te p refirien d o su
existencia p e rso n a l a los in te re se s nacionales. La p ro p ag a c ió n d e
las relig io n es o rientales cam bió todo esto: inculcó la id e a d e que
la com unión d el alm a con Dios y su salud e te rn a e ra n los únicos
fines p o r los cuales valía la p e n a d e vivir, fines en com paración d e
los cuales la p ro sp e rid a d y aun la existencia del Estado
resu lta b a n insignificantes" (2).
Identificada con el ré g im e n social y político, la religión inkaica no
p u d o sobrevivir al Estado inkaico. Tenía fines tem p o rales m ás que
fines espirituales. Se p re o c u p a b a d el reino d e la tie rra antes que
del reino d el cielo. Gonstituía una disciplina social m ás que una
disciplina individual. El m ism o g o lp e hirió d e m uerte la teo cracia
y la teogonia. Lo q u e tenía q u e subsistir d e e sta religión, en el
alm a indígena, h a b ía d e ser, no una concepción m etafísica, sino
los ritos agrarios, las prácticas m ágicas y el sentim iento pan teísta
(3).
De todas las v e rsio n e s que tenem os so b re los m itos y cerem onias
inkaicas, se d e s p re n d e q u e la religión qu ech u a e ra en el Im perio
m ucho m ás que la religión d el E stado (en el sentido q u e esta
confesión p o s e e en nu estro evo). La ig lesia tenía el c a rá c te r d e
una institución social y política. La iglesia e ra el E stado m ism o. El
culto e sta b a su b o rd in ad o a los in te re se s sociales y políticos del
Im perio. Este lado d e la religión inkaica se d e lin e a n etam en te en
el m iram iento con q u e trataro n los inkas a los sím bolos religiosos
d e los p u e b lo s som etidos o conquistados. La ig lesia inkaica se
p re o c u p a b a d e avasallar a los dio ses d e éstos, m ás q u e d e
p e rse g u irlo s y condenarlos. El Tem plo d el Sol se convirtió así en
el tem plo d e una religión o una m itología un tanto fed eral. El
quechua, en m ateria religiosa, no se m ostró d em asiad o catequista
ni inquisidor. Su esfuerzo, naturalm ente dirig id o a la m ejor
unificación d el Im perio, tendía, en e ste in terés, a la extirpación d e
los ritos c ru e les y d e las prácticas b á rb a ra s; no a la p ro p ag a c ió n
d e una nu ev a y única v e rd a d m etafísica. Para los inkas se tratab a
no tanto d e sustituir com o d e elev ar la relig io sid a d d e los p u e b lo s
an ex ad o s a su Im perio.
La religión d el Tawantinsuyo, p o r otro lado, no v io len tab a
ninguno d e los sentim ientos ni d e los hábitos d e los indios. No
e sta b a h e c h a d e com plicadas ab straccio n es, sino d e sencillas
alegorías. Todas sus raíc es se alim entaban d e los instintos y
co stu m b res e sp o n tá n e as d e una nación constituida p o r tribus
ag rarias, sana y ru ralm en te panteístas, m ás p ro p e n sa s a la
c o o p eració n que a la g u e rra . Los mitos inkaicos re p o s a b a n so b re
la prim itiva y ru d im en taria relig io sid a d d e los a b o ríg e n es, sin
co ntrariarla sino e n la m ed id a en q u e la sentían o sten sib lem en te
inferior a la cultura inkaica o p e lig ro sa p a ra el rég im en social y
político d el Tawantinsuyo. Las tribus d el Im perio m ás que e n la
divinidad d e una religión o un dogm a, creían sim plem ente en la
divinidad d e los Inkas.
Los asp ecto s d e la religión d e los antiguos p e ru a n o s q u e m ás
in te resa e sc la re c e r son, p o r esto -antes que los m isterios o
sím bolos d e su m etafísica y d e su m itología m uy em brionarias-,
sus elem entos naturales: anim ism o, m agia, tótem s y tab ú es. Es
ésta una investigación que d e b e conducirnos a conclusiones
seg u ra s so b re la evolución m oral y relig io sa d e los indios.
La esp ecu lació n a b stra cta so b re los dio ses inkaicos ha em pujado
frecu en tem en te a la crítica a d e d u c ir d e la c o rre sp o n d e n c ia o
afinidad d e ciertos sím bolos o n o m b re s el p ro b a b le p a re n tesc o
d e la raza quech u a con razas que, espiritual y m entalm ente,
resu ltan distintas y diversas. Por el contrario, el estudio d e los
factores prim arios d e su religión sirve p a ra constatar la
un iv ersalid ad o sem iuniversalidad d e in n u m erab les ritos y
c re en cias m ágicas y, p o r consiguiente, lo av en tu rad o d e b u scar
en e ste te rre n o las p ru e b a s d e una hipotética com unidad d e
o ríg en es. El estudio co m p arad o d e las relig io n es ha hecho en los
últim os tiem pos en o rm es p ro g re so s, q u e im p id en se rv irse d e los
antiguos puntos d e p a rtid a p a ra d e c id ir re sp e c to a la
p a rticu larid ad o el significado d e un culto. Jam es G e o rg e Frazer, a
quien se d e b e n e n g ran p a rte estos p ro g re so s, sostiene que, en
todos los p u e b lo s, la e d a d d e la m agia ha p re c e d id o a la e d a d d e
la religión; y d e m u e stra la análoga o id én tica aplicación d e los
principios d e "similitud", "simpatía" y "contacto", e n tre p u e b lo s
totalm ente extraños e n tre sí (4).
Los dio ses inkaicos rein aro n so b re una m u ch ed u m b re d e
d ivinidades m en o res que, an terio res a su im perio y a rra ig a d a s en
el suelo y el alm a indios, com o elem en to s instintivos d e una
relig io sid a d prim itiva, e sta b a n d estin ad as a sobrevivirles. El
"animismo" in d íg e n a p o b la b a el territorio d el Taw antinsuyo d e
genios o dioses locales, cuyo culto ofrecía a la evangelización
cristiana una resisten cia m ucho m ayor q u e el culto inkaico del Sol
o d el dios Kon. El "totemismo", consustancial con el "ayllu" y la
tribu, m ás p e rd u ra b le s que el Im perio, se refu g iab a no sólo en la
tradición sino en la sa n g re m ism a d el indio. La m agia, identificada
com o a rte prim itivo d e curar a los enferm os, con n e c e s id a d e s e
im pulsos vitales, co n tab a con arra ig o b astan te p a ra subsistir po r
m ucho tiem po bajo cu alquiera c re e n c ia religiosa.
Estos elem entos n aturales o prim itivos d e relig io sid a d se avenían
p erfe c ta m e n te con el c a rá c te r d e la m onarquía y el Estado
inkaicos. Más aún: estos elem en to s exigían la divinidad d e los
inkas y d e su go b iern o . La teo cracia inkaica se explica en todos
sus detalles p o r el estad o social indígena; no es m en e ster la fácil
explicación d e la sab id u ría taum atúrgica d e los inkas (C olocarse
en e ste punto d e vista es a d o p ta r el d e la p le b e vasalla que se
qu iere, p rec isam e n te , d e s d e ñ a r y reb a jar). Frazer, q u e tan
m agistralm ente ha estu d iad o el o rig e n m ágico d e la realeza,
analiza y clasifica varios tipos d e rey e s-sa c e rd o te s, dioses
hum anos, etc., m ás o m enos próxim os a nuestros Inkas. "Entre los
indios d e A m érica -e sc rib e refirién d o se p articu larm en te a e ste
caso- los p ro g re so s m ás c o n sid e rab le s hacia la civilización han
sido efectuados bajo los g o b iern o s m onárquicos y teocráticos d e
M éxico y d el Perú, p e ro sab em o s m uy pocas cosas d e la historia
prim itiva d e estos p a íse s p a ra d e c ir si los p re d e c e s o re s d e sus
re y e s divinizados fueron o no h o m bres-m edicina. Podría
e n c o n trarse la huella d e tal sucesión en el juram ento que
p ro n u n ciab an los re y e s m exicanos al a sc e n d e r al trono; ju ra b a n
h a c er b rillar al sol, c a e r la lluvia d e las n u b es, c o rre r los ríos y
p ro d u cir a la tie rra frutos en ab undancia. Lo cierto es q u e en la
A m érica ab o rig en , el h e c h ic e ro y el c u ran d ero , nim bado d e una
au reo la d e m isterio, d e re sp e to y d e tem or, e ra un p e rso n a je
c o n sid e rab le y que p u d o m uy b ien co nvertirse en jefe o re y en
m uchas tribus, aunque nos falten p ru e b a s positivas, p a ra afirm ar
e ste último punto". El autor d e The Golden Bough, ex trem a su
p ru d en cia, p o r insuficiencia d e m aterial histórico; p e ro llega
sie m p re a esta conclusión: "En la A m érica d el Sur, la m agia
p a re c e h a b e r sido la ruta q u e condujo al trono". Y, e n otro
capítulo, p re c isa m ás aún su concepto: "La p rete n sió n d e p o d e re s
divinos y so b re n a tu ra le s q u e n u trieron los m onarcas d e g ra n d e s
im perios históricos com o el Egipto, M éxico y el Perú no pro v en ía
sim plem ente d e una v a n id a d com placiente ni e ra la e x p re sió n d e
una vil lisonja; no e ra sino una supervivencia y una extensión d e
la antigua co stum bre salvaje d e deificar a los re y e s du ran te su
vida. Los Inkas d el Perú, p o r ejem plo, q u e se d e c ía n hijos d el Sol,
e ra n rev e re n c ia d o s com o dioses; se les c o n sid e ra b a infalibles y
n a d ie p e n s a b a d a ñ a r a la p e rso n a , el honor, los b ien e s del
m onarca o d e un m iem bro d e su familia. C ontrariam ente a la
opinión g e n e ra l, los Inkas no v eían su e n fe rm e d a d com o un mal.
Era, a sus ojos, una m en sa jera d e su p a d re el sol q u e los llam ab a a
re p o s a r c e rc a d e él en el cielo" (5).
El p u e b lo inkaico ignoró to d a se p ara c ió n e n tre la religión y la
política, to d a diferencia e n tre E stado e Iglesia. Todas sus
instituciones, com o to d as sus creen cias, coincidían estrictam ente
con su econom ía d e p u e b lo agrícola y con su espíritu d e p u eb lo
sed en tario . La teo cracia d e sc a n sa b a e n lo ordinario y lo em pírico;
no e n la virtud taum atúrgica d e un p rofeta ni d e su v e rb o . La
Religión e ra el Estado.
V asconcelos, q u e su b estim a un poco las culturas autóctonas d e
A m érica, p ien sa que, sin un libro m agno, sin un código sumo,
e sta b a n c o n d e n ad a s a d e s a p a re c e r p o r su p ro p ia inferioridad.
Estas culturas, sin duda, intelectualm ente, no h ab ían salido aún
del todo d e la e d a d d e la m agia. Por lo q u e toca a la cultura
inkaica, b ien sab em o s ad em ás q u e fue la o b ra d e una raza m ejor
d o tad a p a ra la creació n artística q u e p a ra la esp eculación
intelectual. Si nos ha dejad o , p o r eso, un m agnífico arte popular,
no ha d e ja d o un Rig V eda ni un Zend A vesta. Esto h ace m ás
a d m irab le todavía su organización social y política. La religión no
e ra sino uno d e los asp ecto s d e e sta organización, a la q u e no
podía, p o r e n d e , sobrevivir.

II. LA CONSQUISTA CATOLICA

He dicho ya q u e la C onquista fue la últim a cruzada y q u e con los


con q u istad o res tram ontó la g ran d e z a española. Su c a rá c te r d e
cruzada define a la C onquista com o e m p re sa esen cialm en te
m ilitar y religiosa. La realizaron e n com andita soldados y
m isioneros. El triunvirato d e la conquista del Perú, h a b ría estado
incom pleto sin H ernando d e Luque. T ocaba a un clérigo el p a p e l
d e letrad o y m entor d e la com pañía. Luque re p re s e n ta b a la
Iglesia y el E vangelio. Su p re se n c ia re s g u a rd a b a los fueros del
dogm a y d a b a una d octrina a la aventura. En C ajam arca, el v e rb o
d e la conquista fue el p a d re V alverde. La ejecución d e A tahualpa,
aunque o b e d e c ie se sólo al rudim entario m aquiavelism o político
d e Pizarro, se revistió d e razones religiosas. V irtualm ente,
a p a re c e com o la p rim e ra co n d en a d e la Inquisición e n el Perú.
D espués d e la tra g e d ia d e C ajam arca, el m isionero continuó
dictando celo sam en te su ley a la C onquista. El p o d e r espiritual
in sp irab a y m an ejab a al p o d e r tem poral. S obre las ruinas del
Im perio, en el cual E stado e Iglesia se consustanciaban, se esboza
una nueva teocracia, en la que el latifundio, m andato económ ico,
d e b ía n a c e r d e la "encom ienda", m andato adm inistrativo,
espiritual y religioso. Los frailes tom aron solem ne p o se sió n d e los
tem plos inkaicos. Los dom inicos se instalaron en el tem plo del
Sol, acaso p o r cierta p red e stin a c ió n d e o rd e n tom ista, m aestra en
el a rte escolástico d e reconciliar al cristianism o con la tradición
p a g a n a (6). La Iglesia tuvo así p a rte activa, d irecta, m ilitante e n la
C onquista.
Pero si se p u e d e d e c ir que el colonizador d e la A m érica sajona
fue el p io n e e r puritano, no se p u e d e d e c ir igualm ente q u e el
colonizador d e la A m érica e sp añ o la fue el cruzado, el caballero.
El conquistador e ra d e esta e stirp e espiritual; el colonizador no.
La razón está al alcan ce d e cualquiera: el puritano re p re s e n ta b a
un m ovim iento e n ascensión, la Reform a p ro testan te; el cruzado,
el cab allero , perso n ificab a una é p o c a q u e concluía, el M edioevo
católico. In g laterra siguió enviando puritanos a sus colonias,
m ucho tiem po d e sp u é s d e q u e E spaña no tenía ya cruzados que
m andar a las suyas. La e s p e c ie e sta b a ag otada. La e n e rg ía
espiritual d e E spaña -solicitada p o r la rea c c ió n contra la Reform a
precisam en te-, d a b a v id a a un ex trao rd in ario renacim iento
religioso, d estin ad o a g astar su m agnífica po ten cia en una
intran sig en te reañ rm ació n ortodoxa: la C ontrarreform a. "La
v e rd a d e ra Reform a e sp añ o la -e sc rib e Unam uno- fue la m ística, y
ésta, q u e tan po co se p reo c u p ó d e la Reform a p ro testan te, fue en
E spaña el m ás fuerte v a lla d ar contra ella. Santa T eresa hizo, acaso
tanto com o San Ignacio d e Loyola, la contrarreform a, p o r m edio
d e la reform a española" (7).
La conquista consum ió los últim os cruzados. Y el cruzado d e la
conquista, e n la g ran m ayoría d e los casos, no e ra y a p ro p ia m en te
el d e las cruzadas, sino sólo su pro lo n g ació n espiritual. El no b le
no e sta b a ya p a ra e m p re sas d e caballería. La extensión y riqueza
d e los dom inios d e E spaña le a s e g u ra b a una existencia co rtesan a
y g au d en te. El cruzado d e la conquista, cuando fue hidalgo, fue
p o b re . En otros casos, p ro v en ía del E stado llano.
V enidos d e E spaña a ocu p ar tierras p a ra su Rey -en quien los
m isioneros reco n o cían ante todo un fiduciario d e la Iglesia
Romana-, los co n q u istad o res p a re c e n im pulsados a v e c e s p o r un
vag o presen tim ien to d e q u e los su c ed e ría n h o m b re s sin su
g ran d e z a y audacia. Un confuso y oscuro instinto los m ueve a
re b e la rs e contra la M etrópoli. A caso en el m ism o heroico
a rra n q u e d e C ortés, cuando m anda qu em ar sus naves, asom a
ind escifrab le esta intuición. En la re b e lió n d e Gonzalo Pizarro,
alienta una trág ica am bición, una d e s e s p e ra d a e im potente
nostalgia. C on su d e rro ta, term ina la o b ra y la raza d e los
co nquistadores. C oncluye la C onquista; com ienza el C oloniaje. Y
si la C onquista es una e m p re sa m ilitar y religiosa, el C oloniaje no
es sino una e m p re sa política y eclesiástica. La in au g u ra un
h o m b re d e iglesia, Don P ed ro d e la G asea. El eclesiástico
reem p laza al evangelizador. El V irreinato, m olicie y ocio sensual,
tra e ría d e sp u é s al P erú n o b les letrad o s y do cto res escolásticos.
g e n te ya toda d e otra E spaña, la d e la Inquisición y d e la
d e cad en cia.
D urante el coloniaje, a p e s a r d e la Inquisición y la
C ontrarreform a, la o b ra civilizadora es, sin em b arg o , en su m ayor
p arte, relig io sa y eclesiástica. Los elem entos d e ed u cació n y d e
cultura se co n c en tra b a n exclusivam ente e n m anos d e la Iglesia.
Los frailes con trib u y ero n a la organización virreinal no sólo con la
evangelización d e los infieles y la p e rse c u c ió n d e las herejías,
sino con la en señ an za d e a rtes y oficios y el establecim iento d e
cultivos y o b rajes. En tiem pos en q u e la C iudad d e los V irreyes se
red u c ía a unos cuantos rústicos solares, los frailes fundaron aquí
la p rim e ra u n iv ersid ad d e A m érica. Im portaron con sus d ogm as y
sus ritos, sem illas, sarm ientos, anim ales dom ésticos y
h erram ien tas. E studiaron las co stu m b res d e los naturales,
re c o g ie ro n sus tradiciones, a lleg aro n los p rim ero s m ateriales d e
su historia. Jesuítas y dom inicos, p o r una su erte d e facultad d e
ad ap tació n v asim ilación q u e caracteriza so b re todo a los jesuítas,
c ap taro n no p ocos se cre to s d e la historia y el espíritu in d ígenas. Y
los indios, explotados en las m inas, en los o b raje s y en las
"encom iendas" en co n traro n e n los conventos, y aun en los
curatos, sus m ás eficaces d efen so res. El p a d re d e Las C asas, en
quien florecían las m ejo res v irtu d es del m isionero, del
evangelizador, tuvo p re c u rso re s y continuadores.
El catolicism o, p o r su liturgia suntuosa, p o r su culto patético,
e sta b a dotado d e una aptitud tal vez única p a ra cautivar a una
p o b lació n q u e no p o d ía e le v a rse súbitam ente a una relig io sid ad
espiritual y abstractista. Y contaba, adem ás, con su s o rp re n d e n te
facilidad d e aclim atación a cualquier é p o c a o clim a histórico. El
trabajo, e m p ezad o m uchos siglos atrás e n O ccidente, d e
ab so rció n d e antiguos m itos y d e ap ro p iació n d e fechas pag an as,
continuó en el Perú. El culto d e la V irgen encontró en el lago
Titicaca -d e d o n d e p a re c ía n a c e r la teo cracia inkaica- su m ás
fam oso santuario.
Emilio Rom ero, intelig en te y estudioso escritor, tien e in te resa n te s
o b serv acio n es s o b re e ste asp ecto d e la sustitución d e los dioses
inkaicos p o r las efigies y ritos católicos. "Los indios v ib ra b a n d e
em oción -e sc rib e - ante la solem nidad d el rito católico. V ieron la
im ag en d el Sol en los rutilantes b o rd a d o s d e b ro ca d o s d e las
casullas y d e las c a p as pluviales; y los colores d el iris en los
ro q u ete s d e finísim os hilos d e se d a en fondos violáceos. V ieron
tal vez el sím bolo d e los quipus en las b o rlas m oradas d e los
a b a te s y en los co rd o n es d e los descalzos... Así se explica el furor
p a g a n o con que las m ultitudes in d íg en as cuzqueñas v ib ra b a n d e
esp an to ante la p re se n c ia d el Señor d e los T em blores en quien
v eían la im ag en tan g ib le d e sus re c u e rd o s y sus ad oraciones, muy
lejos el espíritu del pen sam ien to d e los frailes. V ib rab a el
p aganism o in d íg e n a en las fiestas religiosas. Por eso, lo vem os
llevar sus ofrendas a las iglesias, los p roductos d e sus reb a ñ o s,
las prim icias d e sus cosechas. Más tard e, ellos m ism os lev an tab an
sus ap arato so s altares d el C orpus Christi llenos d e e sp ejo s con
m arcos d e plata rep u ja d a, sus gro tesco s santos y a los p ies d e los
altares las prim icias d e los cam pos. B rindaban frente a los santos
con ho n d a nostalgia la m ism a jo ra d e las libaciones d el C ápac
Raymi; y finalm ente, e n tre los alaridos d e su devoción que p a ra
los curas e sp añ o le s e ra n gritos d e p en iten cia y p a ra los indios
gritos pánicos, b a ila b an las e stre p ito sas cachampas y las
gim násticas kashuas ante la sonrisa p etrificad a y vid rio sa d e los
santos" (8).
La e x terio rid ad , el p aram en to d el catolicism o, sed u jero n
fácilm ente a los indios. La evangelización, la catequización, nunca
lleg aro n a consum arse en su sentido profundo, p o r esta m ism a
falta d e resisten cia in d íg en a. Para un p u e b lo q u e no hab ía
distinguido lo espiritual d e lo tem poral, el dom inio político
co m p ren d ía el dom inio eclesiástico. Los m isioneros no
im pusieron el Evangelio; im pusieron el culto, la liturgia,
ad ecu án d o lo s sagazm ente a las co stu m b res in d ígenas. El
paganism o a b o rig e n subsistió bajo el culto católico.
Este fenóm eno no e ra exclusivo d e la catequización del
Tawantinsuyo. La catolicidad se caracteriza, históricam ente, p o r el
m im etism o con que, en lo form al, se ha am oldado sie m p re al
m edio. La Iglesia Rom ana p u e d e sen tirse legítim a h e re d e ra del
Im perio Rom ano en lo q u e co n ciern e a la política d e colonización
y asim ilación d e los p u e b lo s som etidos a su p o d e r. La in d agación
del o rig e n d e las g ra n d e s fechas d el calen d ario g reg o rian o ha
rev e lad o a los in v estig ad o res a so m b ro sas sustituciones. Frazer
analizándolas, e scrib e: "C onsideradas en su conjunto, las
coincidencias d e las fiestas cristianas con las fiestas p a g a n a s son
d em asiad o p rec isas y d em asiad o num erosas p a ra ser
accidentales. C onstituyen la m arca d el com prom iso que la Iglesia,
en la hora d e su triunfo, se halló forzada a h a c er con sus rivales,
vencidos, p e ro todavía p elig ro so s. El protestantism o inflexible d e
los p rim ero s m isioneros, con su a rd ie n te denunciación del
paganism o, h a b ía ced id o el lugar a la política m ás flexible, a la
tolerancia m ás cóm oda, a la ancha c a rid a d d e eclesiásticos
avisados q u e se p e rc a ta b a n b ien d e que, si el cristianism o d e b ía
conquistar al m undo, no p o d ría hacerlo sino aflojando un poco los
principios dem asiad o rígidos d e su fundador, e n san ch an d o un
poco la p u e rta e stre ch a que con d u ce a la salud. Bajo e ste aspecto,
se p o d ría trazar un p a ra lelo m uy instructivo e n tre la historia del
cristianism o y la historia d el budism o" (9). Este com prom iso, en
su origen, se e x tien d e d el catolicism o a toda la cristiandad; p e ro
se p re s e n ta com o virtu d o facultad rom ana, tanto p o r su c a rá c te r
d e com prom iso p u ram e n te form al (en el o rd e n dogm ático o
teológico la catolicidad ha sido e n cam bio intransigente), com o
p o r el hecho d e q u e en la evangelización d e los am ericanos y
otros p u eb lo s, sólo la Iglesia Rom ana continuó em p leándolo
sistem ática y eficazm ente. La Inquisición, d e s d e e ste punto d e
vista, a d q u ie re la fisonom ía d e un fenóm eno interno d e la religión
católica: su objeto fue la re p re sió n d e la h e re jía interior; la
p e rse c u c ió n d e los h e re jes, no d e los infieles.
Pero e sta facultad d e ad ap tació n es, al m ism o tiem po, la fuerza y
la d e b ilid a d d e la Iglesia Romana. El espíritu religioso, no se
tiem pla sino en el com bate, en la agonía. "El cristianism o, la
cristian d ad -dice Unam uno- d e s d e q u e nació en San Pablo no fue
una doctrina, aunque se e x p re s a ra dialécticam ente: fue vida,
lucha, agonía. La doctrina e ra el Evangelio, la Buena Nueva. El
cristianism o, la c ristian d ad fue una p re p a ra c ió n p a ra la m uerte y
la resu rrecció n , p a ra la vid a eterna" (10). La pasiv id ad con q u e los
indios se d e ja ro n catequizar, sin c o m p re n d e r el catecism o,
enflaqueció espiritualm ente al catolicism o en el Perú. El
m isionero no tuvo q u e v e la r p o r la p u rez a d el dogm a; su m isión
se red u jo a servir d e guía m oral, d e p a sto r eclesiástico a una g re y
rústica y sencilla, sin inquietud espiritual ninguna.
Com o en lo político, en lo religioso al p e río d o heroico d e la
C onquista siguió el p e río d o v irreinal -adm inistrativo y
burocrático-. Francisco G arcía C ald eró n enjuicia así, en conjunto,
esta época: "Si la conquista fue el reino d el esfuerzo, la é p o c a
colonial es un largo p e río d o d e extenuación moral" (11). La
p rim e ra etapa, sim bolizada p o r el m isionero, c o rre sp o n d e
espiritualm ente a la d el florecim iento d e la m ística en E spaña. En
la m ística, en la C ontrarreform a, com o lo sostiene Unamuno,
E spaña gastó la fuerza espiritual q u e otros p u e b lo s g astaro n e n la
Reforma. Unam uno define d e e ste m odo a los m ísticos: "R epelen
la v an a ciencia y b u scan s a b e r d e finalidad p rag m ática, conocer
p a ra am ar y o b ra r y gozar d e Dios, no p a ra co n o cer tan sólo. Son,
sab ién d o lo o no, anti-intelectualistas y esto los se p a ra d e un
Eckart, verhigratia. P ro p e n d e n al voluntarism o. Lo q u e b u sc an es
s a b e r total e integral, una sab id u ría e n q u e el conocer, el sentir y
el q u e re r se aú n en y aun fundan en lo p o sib le. Am am os la v e rd a d
p o rq u e es bella, y p o rq u e la am am os, creem o s, se g ú n el p a d re
Ávila. En esta sab id u ría sustancial se m ejen y cuajan, p o r así
decirlo, la v e rd a d , la b o n d a d y la belleza. Es, pues, natural que
e ste m isticism o culm inare en una m ujer, d e espíritu m enos
analítico q u e el d el ho m b re, y e n quien se d an en m ás íntimo
consorcio, o m ejor en una m ás prim itiva indiferenciación, las
facultades aním icas" (12).
Ya sab em o s que e n E spaña esta llam arad a espiritual, d e la cual
surgió la C ontrarreform a, en cen d ió el alm a d e Santa T eresa, d e
San Ignacio y d e otros g ra n d e s m ísticos; p e ro q u e lu eg o se agotó
y concluyó, trág ica y fú n eb rem en te, en las h o g u e ra s d e la
Inquisición. Pero e n E spaña contaba, p a ra reavivar su fuerza, con
la lucha contra la h erejía, contra la Reforma. Allá p o d ía ser
todavía, p o r algún tiem po, vivo y e n é rg ico resp la n d o r. Aquí,
fácilm ente su p e rp u e sto el culto católico al sentim iento p a g a n o d e
los indios, el catolicism o p e rd ió su v igor m oral. "Una g ran santa -
o b se rv a G arcía C alderón- com o Rosa d e Lima, está b ien lejos d e
te n e r la fuerte p e rso n a lid a d y la e n e rg ía c re a d o ra d e Santa
T eresa, la g ra n española" (13).
En la costa, en Lima s o b re todo, otro elem ento vino a e n e rv a r la
e n e rg ía espiritual d el catolicism o. El esclavo n e g ro p restó al culto
católico su sensualism o fetichista, su o scura superstición. El indio.
san am en te pan teísta y m aterialista, h a b ía alcanzado el g ra d o ético
d e una g ran teocracia; el n eg ro , m ientras tanto, tra su d a b a p o r
todos sus p o ro s el prim itivism o d e la tribu africana. Javier P rado
anota lo siguiente: "Entre los n eg ro s, la religión cristiana e ra
convertida en culto supersticioso e inm oral. E m briagados
com pletam ente p o r el abuso d el licor, excitados p o r estím ulos d e
sen su alid ad y libertinaje, p ro p io s d e su raza, ib an p rim e ro los
n e g ro s bozales y d e sp u é s los criollos danzando con m ovim ientos
o b scen o s y gritos salvajes, en las p o p u la re s fiestas d e diablos y
gigantes, moros y cristianos, con las que, frecuentem ente, con
aplauso g e n e ra l, a co m p añ ab an a las procesiones" (14).
Los religiosos g a sta b a n lo m ejor d e su e n e rg ía en sus p ro p ias
q u erellas internas, o en la caza d el h e re je, si no en una constante
y activa rivalidad con los re p re se n ta n te s d el p o d e r tem poral.
Hasta en el fervor apostólico del p a d re d e Las C asas, el profesor
P rado c re e e n co n trar el estím ulo d e esta rivalidad. Pero, en este
caso, al m enos, el celo eclesiástico e ra u sado en servicio d e una
causa n o b le y justa que, hasta m ucho tiem po d e s p u é s d e la
em ancipación política d el país, no volvería a e n co n trar tan
ten a c e s d efensores.
Si el suntuoso culto y la m ajestuosa liturgia disponían d e un
singular p o d e r d e sugestión p a ra im p o n e rse al paganism o
indígena, el catolicism o español, com o co n cep ció n d e la v id a y
disciplina d el espíritu, care c ía d e aptitud p a ra c re a r en sus
colonias elem en to s d e trab ajo y d e riqueza. Este es, com o lo he
o b se rv a d o en mi estudio so b re la econom ía p e ru a n a , el lado m ás
d é b il d e la colonización española. Mas, d el recalcitran te
m edioevalism o d e E spaña, causante d e su floja y m orosa
evolución hacia el capitalism o, se ría a rb itrario y ex trem ad o
su p o n e r exclusivam ente re sp o n sa b le al catolicism o que, en otros
p aíses latinos, supo ap ro x im arse sagazm ente a los principios d e
la econom ía capitalista. Las co n g reg acio n es, esp ec ialm en te la d e
los jesuítas, o p e ra ro n en el te rre n o económ ico, m ás d iestram en te
que la adm inistración civil y sus fiduciarios. La n obleza española,
d e s p re c ia b a el trab ajo y el com ercio; la b u rg u esía, m uy
re ta rd a d a en su p ro ce so , e sta b a co n tag iad a d e principios
aristocráticos. Pero, en g en eral, la e x p e rien c ia d e O ccidente
rev e la la so lid arid ad e n tre capitalism o y protestantism o, d e m odo
d em asiad o concreto. El protestantism o a p a re c e en la historia,
com o la lev ad u ra espiritual d el p ro c e so capitalista. La Reform a
p ro te sta n te contenía la esencia, el g e rm e n d el E stado liberal. El
protestantism o y el liberalism o co rre sp o n d ie ro n , com o co rrien te
relig io sa y ten d e n c ia política resp ectiv am en te, al d esarro llo d e
los factores d e la econom ía capitalista. Los hech o s a b o n a n esta
tesis. El capitalism o y el industrialism o no han fructificado en
ninguna p a rte com o en los p u e b lo s p ro testan tes. La econom ía
capitalista ha lle g a d o a su plen itu d sólo en Inglaterra, Estados
Unidos y A lem ania. Y, d en tro d e estos estados, los p u e b lo s d e
confesión católica han co n serv ad o instintivam ente gustos y
hábitos ru ra les y m ed io ev ales (Baviera católica es tam bién
cam pesina). Y en cuanto a los estad o s católicos, ninguno ha
alcanzado un g ra d o su p e rio r d e industrialización. Francia -que no
p u e d e s e r ju zg a d a p o r el m ercad o financiero cosm opolita d e
París ni p o r el Comité des Forges- es m ás agríco la que industrial.
Italia -aunque su d em ografia la ha em pujado p o r la vía del trabajo
industrial q u e ha c re a d o los centros capitalistas d e Milán, Turín y
G énova- m antiene su inclinación agraria. M ussolini se com place
frecu en tem en te e n el elogio d e Italia cam p esin a y provinciana y
en uno d e sus discursos últim os ha rec a lc a d o su aversión a un
urbanism o y un industrialism o excesivos, p o r su influjo d e p re siv o
so b re el factor dem ográfico. E spaña, el país m ás clausurado en su
tradición católica -que arrojó d e su suelo al judío- p re se n ta la m ás
re tra s a d a y aném ica estru ctu ra capitalista, con la a g rav an te d e
q u e su incipiencia industrial y financiera no ha estad o al m enos
c o m p en sad a p o r una g ran p ro sp e rid a d agrícola, acaso p o rq u e,
m ientras el te rra te n ie n te italiano h e re d ó d e sus a sce n d ien te s
rom anos, un a rra ig a d o sentim iento agrario, el hidalgo esp añ o l se
aferró al prejuicio d e las p ro fesio n es nobles. El diálogo e n tre la
c a rre ra d e las arm as y la d e las letras no reconoció en E spaña m ás
prim acía q u e la d e la c a rre ra eclesiástica.
La p rim e ra e ta p a d e la em ancipación d e la b u rg u esía es, según
E ngels, la reform a pro testan te. "La reform a d e Calvino -e sc rib e el
c é le b re autor del Anti D ühring- re sp o n d ía a las n e c e s id a d e s d e la
b u rg u esía m ás avanzada d e la ép o ca. Su doctrina d e la
p red e stin a c ió n e ra la e x p re sió n relig io sa del hecho d e que, en el
m undo com ercial d e la com petencia, el éxito y el fracaso no
d e p e n d e n ni d e la actividad ni d e la h ab ilid ad d el h o m bre, sino
d e circunstancias no su b o rd in a d a s a su control" (15). La reb e lió n
contra Roma d e las b u rg u esía s m ás evolucionadas y am biciosas
condujo a la institución d e iglesias nacionales d estin ad as a evitar
todo conflicto e n tre lo tem p o ral y lo espiritual, e n tre la Iglesia y el
Estado. El lib re exam en e n c e rra b a el em b rió n d e todos los
principios d e la econom ía b u rg u esa: lib re concurrencia, lib re
industria, etc. El individualism o, in d isp e n sab le p a ra el
desenvolvim iento d e una so c ie d a d b a s a d a en estos principios,
re c ib ía d e la m oral y d e la p rác tic a p ro te sta n tes los m ejores
estím ulos.
M arx ha e scla re c id o varios asp ecto s d e las relacio n es en tre
protestantism o y capitalism o. Singularm ente ag u d a es la siguiente
observación: "El sistem a d e la m o n ed a es esen cialm en te católico,
el d el créd ito em in en tem en te p ro testan te. Lo q u e salva es la fe: la
fe en el valor m onetario c o n sid e rad o com o el alm a d e la
m ercad ería, la fe en el sistem a d e p ro d u cció n y su o rd enam iento
p red e stin a d o , la fe e n los a g e n te s d e la p ro d u cció n que
personifican el capital, el cual tien e el p o d e r d e aum entar p o r sí
m ism o el valor. Pero así com o el protestantism o no se em ancipa
casi d e los fundam entos d el catolicism o, así el sistem a d el crédito
no se elev a s o b re la b a s e d el sistem a d e la m oneda" (16).
Y no sólo los dialécticos del m aterialism o histórico constatan esta
co n sanguinidad d e los dos g ra n d e s fenóm enos. Hoy mismo, en
una é p o c a d e reacción, así intelectual com o política, un escritor
español, Ramiro d e M aeztu, d e sc u b re la flaqueza d e su p u e b lo en
su falta d e sentido económ ico. Y h e aquí cóm o e n tie n d e los
factores m orales del capitalism o yanqui: "Su sentido del p o d e r lo
d e b e n , en efecto, los n o rteam erican o s a la tesis calvinista d e que
Dios, d e s d e to d a e te rn id a d , ha d estin ad o unos h o m b re s a la
salvación y otros a la m uerte eterna; q u e e sa salvación se conoce
en el cum plim iento d e los d e b e re s d e c a d a h o m b re en su p ropio
oficio, d e lo cual se d e d u c e q u e la p ro sp e rid a d consiguiente al
cum plim iento d e esos d e b e re s es signo d e la p o se sió n d e la
divina gracia, p o r lo que h ace falta conservarla a todo trance, lo
q u e im plica la m oralización d e la m an era d e g astar el dinero.
Estos postulados teológicos no son actualm ente m ás q u e historia.
El p u e b lo d e los E stados Unidos continúa p ro g re sa n d o , p e ro a la
m an era d e una p ie d ra lanzada p o r un brazo que ya no existe p a ra
ren o v ar la fuerza d el proyectil, cuando é sta se agote" (17). Los
neoescolásticos se e m p e ñ a n en contestar o re g a te a r a la Reform a
e ste inflinjo e n el d esarro llo capitalista, p re te n d ie n d o q u e en el
tom ism o e sta b a n ya form ulados los principios d e la econom ía
b u rg u e sa (18). Sorel ha reco n o cid o a Santo Tom ás los servicios
p re sta d o s a la civilización occidental p o r el realism o con que
trab ajó p o r a p o y ar el do g m a en la ciencia. Ha hech o resaltar
particu larm en te su concepto d e q u e "La ley hum ana no p u e d e
cam b iar la naturaleza ju ríd ica d e las cosas, naturaleza q u e deriva
d e su contenido económ ico" (19). Pero si el catolicism o, con Santo
Tomás, arrib ó a e ste g ra d o d e com prensión d e la econom ía, la
Reform a forjó las arm as m orales d e la revolución b u rg u esa,
fran q u ean d o la vía al capitalism o. La concepción neo-escolástica
se explica fácilm ente. El neo-tom ism o es b u rg u és; p e ro no
capitalista. P orque así com o socialism o no es la m ism a cosa que
p ro letariad o , capitalism o no es ex actam en te la m ism a cosa que
b u rg u esía. La b u rg u esía es la clase, el capitalism o es el o rd en , la
civilización, el espíritu q u e d e e sta clase ha nacido. La b u rg u esía
es anterior al capitalism o. Existió m ucho antes que él, p e ro sólo
d e sp u é s ha d a d o su n o m b re a to d a una e d a d histórica.
Dos cam inos tien e el sentim iento religioso se g ú n un juicio d e
Papini -d e sus tiem pos d e pragm atista-, el d e la po sesió n y el d e
la ren u n cia (20). El protestantism o, d e s d e su origen, escogió
resu e lta m e n te el prim ero. En el im pulso m ístico d el puritanism o,
W aldo Frank a c erta d a m en te advierte, ante todo, voluntad d e
potencia. En su explicación d e N orte A m érica nos d ice cóm o "la
disciplina d e la Iglesia organizó e hizo m arch ar a los h o m b re s
contra las dificultades m ateriales d e una A m érica indom ada;
cóm o el renunciam iento a los p la c e re s d e los sentidos p rodujo
m áxim a e n e rg ía d isp o n ib le p a ra la caza d el p o d e r y d e la riqueza;
cóm o estos sentidos, m ortificados p o r principios ascéticos,
a d a p ta d o s a las ru d as condiciones d e la vida, tom aron su
rev an ch a en una lucha hacia la fortuna". La u n iv ersid ad
n o rteam ericana, bajo estos principios religiosos, p ro p o rc io n a b a a
los jó v en e s una cultura "cuyo sentido e ra la san tid ad d e la
p ro p ie d a d , la m oralidad d el éxito" (21).
El catolicism o, en tanto, se m antuvo com o un constante
com prom iso e n tre los dos térm inos, p o sesió n y renuncia. Su
voluntad d e po ten cia se tradujo en e m p re sa s m ilitares y so b re
todo políticas; no inspiró ninguna g ran aventura económ ica. La
A m érica española, p o r otra p a rte , no ofrecía a la catolicidad un
am b ien te pro p icio al ascetism o. En vez d e m ortificación, los
sentidos no en co n traro n e n e ste continente sino goce, lasitud y
m olicie.

•k -k -k

La evangelización d e la A m érica esp añ o la no p u e d e ser


enjuiciada com o una e m p re sa relig io sa sino com o una e m p re sa
eclesiástica. Pero, d e sp u é s d e los p rim ero s siglos del
cristianism o, la evangelización tuvo sie m p re e ste c arácter. Sólo
una p o d e ro sa organización eclesiástica, ap ta p a ra m ovilizar
a g u e rrid a s m ilicias d e catequistas y sa ce rd o te s, e ra capaz d e
colonizar p a ra la fe cristiana p u e b lo s lejanos y diversos.
El protestantism o, com o y a h e apuntado, careció sie m p re d e
eficacia catequista, p o r una co n secu en cia lógica d e su
individualism o, d estin ad o a re d u c ir al mínimo el m arco
eclesiástico d e la religión. Su p ro p a g a c ió n en E uropa se d e b ió
invariab lem en te a razones políticas y económ icas: los conflictos
e n tre la Iglesia Rom ana y estad o s y m onarcas p ro p en so s a
re b e la rs e contra el p o d e r p a p a l y a in co rp o rarse en la co rrien te
secesionista; y el crecim iento d e la b u rg u esía q u e en c o n trab a en
el protestantism o un sistem a m ás cóm odo y se irrita b a contra el
favor d e Roma a los privilegios feudales. C uando el
protestantism o ha e m p re n d id o una o b ra d e catequización y
p ro p a g a n d a , ha ad o p ta d o un m étodo en el cual se com bina la
p ráctica eclesiástica con sa g a c e s ensayos d e servicio social. En la
A m érica del N orte, el colonizador anglosajón no se p reo c u p ó d e
la evangelización d e los a b o ríg e n es. Le tocó colonizar una tierra
casi v irg en , en á sp e ro com bate con una naturaleza cuya posesió n
y conquista exigían ín teg ram en te su e n erg ía. Aquí se d e s c u b re la
íntim a diferencia e n tre las dos conquistas, la anglosajona y la
española: la primera se presenta en su origen y en su proceso,
como una aventura absolutamente individualista, que obligó a los
hom bres que la realizaron a una vida de alta tensión
(Individualism o, practicism o y activism o hasta ahora son los
re so rte s prim arios d el fenóm eno n orteam ericano).
La colonización anglosajona no n e c e sita b a una organización
eclesiástica. El individualism o puritano, hacía d e cad a p io n e e r un
pastor: el p asto r d e sí m ism o. Al pioneer d e N ueva In g laterra le
b a sta b a su Biblia (Unamuno llam a al protestantism o, "la tiranía d e
la letra"). La A m érica d el N orte fue colonizada con g ran econom ía
d e fuerzas y d e ho m b res. El colonizador no e m p leó m isioneros,
p re d ic a d o re s, teólogos ni conventos. Para la p o sesió n sim ple y
ru d a d e la tierra, no le hacían falta. No tenía q u e conquistar una
cultura y un p u e b lo sino un territorio. La suya, d irán algunos, no
e ra econom ía sino p o b reza. T endrán razón; p e ro a condición d e
rec o n o c e r que d e esta p o b re z a su rg ie ro n el p o d e r y riq u eza d e
los E stados Unidos.
El sino d e la colonización e sp añ o la y católica e ra m ucho m ás
am plio; su misión, m ás difícil. Los co n q u istad o res en co n traro n en
estas tierras, p u eb lo s, ciu d ad es, culturas: el suelo e sta b a cruzado
d e cam inos y d e huellas q u e sus p aso s no p o d ían b o rra r. La
evangelización tuvo su e ta p a heroica, aquélla e n q u e E spaña nos
envió m isioneros e n q u ien es e sta b a vivo aún el fuego m ístico y el
ím petu m ilitar d e los cruzados ("Al m ism o tiem po q u e los
soldados -leo en Julien Luchaire- d e se m b a rc a b a n , en m ultitud, y
esco g id o s e n tre los m ejores, los curas y los m onjes católicos")
(22). P ero -v en c e d o r el p o m poso culto católico d el rústico
p aganism o indígena-, la esclavitud y la explotación d el indio y del
n eg ro , la ab u n d an cia y la riqueza, rela ja ro n al colonizador. El
elem ento religioso q u ed ó a b so rb id o y dom inado p o r el elem ento
eclesiástico. El clero no e ra una m ilicia h ero ica y ard ien te, sino
una b u ro cra c ia reg alo n a, b ien p a g a d a y b ien vista. "Vino
entonces -e sc rib e el d octor M. V. Villarán- la se g u n d a e d a d d e la
historia d el sacerd o cio colonial: la e d a d d e la vid a p lácid a y
tranquila en los m agníficos conventos, la e d a d d e las p re b e n d a s,
d e los fructuosos curatos, d e la influencia social, d el predom inio
político, d e las lujosas fiestas, q u e tuvieron p o r co n secuencias
inevitables el abuso y la relajación d e costum bres. En aquella
é p o c a la c a rre ra p o r e x celen cia e ra el sacerdocio. Profesión
honrosa y lucrativa, los q u e a ella se d e d ic a b a n vivían com o
g ra n d e s y h a b ita b an palacios; e ra n el ídolo d e los b u en o s colonos
que los am aban, los re sp e ta b a n , los tem ían, los o b se q u ia b a n , los
hacían h e re d e ro s y leg atario s d e sus b ien es. Los conventos e ra n
g ra n d e s y h a b ía en ellos c e ld a p a ra todos: las m itras, las
d ig n id a d e s, las canonjías, los curatos, las capellanías, las
cáted ras, los oratorios particu lares, los beneficios d e todo o rd en
a b u n d a b an . La p ie d a d d e los h ab itan tes e ra ferviente y ellos
p ro v eían con larg u eza a la sustentación d e los m inistros d el altar.
Así, p u e s 'todo hijo seg u n d o d e b u e n a familia e ra d estin ad o al
sacerd o cio ' (23).
Y esta Iglesia no fue ya siq u iera la d e la C ontrarreform a y la
Inquisición. El Santo Oficio no tenía casi en el Perú h e re jía s que
p e rse g u ir. D irigía m ás b ien su acción contra los civiles e n mal
p red ic am e n to con el clero; contra las su p ersticio n es y vicios que
so la p a d a y fácilm ente p ro sp e ra b a n en un am b ien te d e
sen su alid ad y d e idolatría, c a rg a d o d e sedim entos m ágicos; y,
so b re todo, contra aquello q u e ju zg a b a so sp ech o so d e insidiar o
dism inuir su p o d e r. Y bajo e ste último aspecto, la Inquisición se
co m p o rtab a m ás com o institución política que religiosa. Está b ien
av erig u ad o que en E spaña sirvió los fines d el absolutism o antes
que los d e la Iglesia. "El Santo Oficio -d ice Luchaire- e ra
p o d e ro so , antes q u e todo, p o rq u e el re y q u e ría q u e lo fuese;
p o rq u e tenía la m isión d e p e rs e g u ir a los re b e ld e s políticos igual
q u e a los innovadores religiosos; el arm a no e sta b a en las m anos
del P apa sino en las del rey: el re y la m an ejab a en su in te rés tanto
com o en el d e la Iglesia" (24).
La ciencia eclesiástica, p o r otra p arte, en vez d e com unicarnos
con las co rrien tes in telectu ales d e la ép o ca, nos s e p a ra b a d e
ellas. El p ensam iento escolástico fue vivo y c re a d o r en E spaña,
m ientras recib ió d e los m ísticos calor y ardim iento. P ero d e s d e
q u e se congeló e n fórm ulas p e d a n te s y casuistas, se convirtió en
y erto y ap e rg a m in a d o s a b e r d e erudito, e n anquilosada y retó rica
ortodoxia d e teólogo español. En la crítica civilista, no e sca se a n
las requisitorias contra esta fase d e la o b ra eclesiástica en el Perú.
"¿Cuál e ra la ciencia q u e sum inistraba el clero?-se p re g u n ta
Javier P rado en su d u ra d e ro y enjundioso estudio-. Una teología
v u lg ar -se resp o n d e -, un dogm atism o form alista, m ezcla confusa y
ab ru m a d o ra d e las doctrinas p e rip a té tic a s con el ergotism o
escolástico. S iem pre q u e la Iglesia no ha p o d id o sum inistrar
v e rd a d e ro s conocim ientos científicos, ha a p e la d o al rec u rso d e
d istrae r y fatigar el pensam iento, p o r m edio d e una gim nasia d e
p a la b ra s y fórm ulas y d e un m étodo vacío, ex trav ag an te e
infecundo. Aquí, en el Perú, se leía en latín d iscursos q u e no se
c o m p ren d ían y que, sin em b arg o , se arg u m e n ta b a n en la m ism a
condición; h a b ía sabios q u e tenían fórm ulas p a ra reso lv er, nuevos
Pico d e la M irándola, to d as las p ro p o sicio n es d e las ciencias; aquí
se solucionaba lo divino y lo hum ano p o r m edio d e la religión y
d e la au to rid ad del m aestro, au nque re in a ra la m ayor ignorancia
no sólo en las ciencias n aturales sino tam b ién e n las filosóficas y
aun en las enseñanzas d e Bossuet y Pascal" (25).
La lucha d e la In d ep e n d e n c ia -que ab rió un nuevo cam ino y
prom etió una nueva au ro ra a los m ejo res espíritus-, d e scu b rió
q u e d o n d e h a b ía aún relig io sid a d -esto es m isticism o, pasión- e ra
en algunos curas criollos e indios, e n tre los cuales, e n el Perú
com o en M éxico, la revolución lib e ral reclu taría algunos d e sus
a u d a ce s p re c u rso re s y d e sus g ra n d e s tribunos.

III. LA INDEPENDENCIA Y LA IGLESIA

La Revolución d e la In d ep e n d e n c ia , d el m ism o m odo q u e no tocó


los p rivilegios feudales, tam poco tocó los privilegios
eclesiásticos. El alto clero co n serv ad o r y tradicionalista, se sentía
naturalm ente fiel al re y y a la M etrópoli; p e ro igual que la
aristocracia terrate n ie n te, acep tó la R epública a p e n a s constató la
im potencia p ráctica d e ésta ante la estru ctu ra colonial. La
revolución am ericana, co nducida p o r caudillos ro m an cesco s y
napoleónicos y teo rizad a p o r tribunos dogm áticos y form alistas,
aunque se alim entó com o se sa b e, d e los principios y em ociones
d e la Revolución Francesa, no h e re d ó ni conoció su p ro b le m a
religioso.
En Francia com o en los otros p a íse s d o n d e no p re n d ió la Reforma,
la revolución b u rg u e sa y lib e ral no p u d o cum plirse sin
jacobinism o y anticlericalism o. La lucha contra la feudalidad
d e sc u b ría en esos p u e b lo s una solid arid ad co m p ro m eted o ra
e n tre la ig lesia católica y el rég im en feudal. Tanto p o r la
influencia co n serv a d o ra d e su alto clero com o p o r su resisten cia
doctrinal y sentim ental a todo lo que en el pen sam ien to lib eral
reco n o cía d e individualism o y nacionalism o pro testan tes, la
ig lesia com etió la im p ru d en cia d e v incularse d em asiad o a la
su erte d e la reacció n m onárquica y aristocrática.
Mas en la A m érica española, so b re todo en los p a íse s d o n d e la
revolución se detuvo p o r m ucho tiem po e n su fórm ula política
(in d e p e n d en c ia y rep ú b lica), la su b sisten cia d e los privilegios
feudales se a c o m p añ ab a ló gicam ente d e la d e los privilegios
eclesiásticos. Por esto en M éxico cuando la revolución ha ataca­
do a los p rim eros, se ha en co n trad o e n se g u id a en conflicto con
los seg u n d o s (En M éxico, p o r esta r e n m anos d e la iglesia una
g ran p a rte d e la p ro p ie d a d , unos y otros privilegios se
p re s e n ta b a n no sólo política sino m aterialm ente identificados).
Tuvo el P erú un clero lib e ral y p atriota d e s d e las p rim e ra s
jo rn a d a s d e la revolución. Y el liberalism o civil, e n m uy pocos
casos individuales se m ostró in tran sig en tem en te jaco b in o y, en
m enos casos aún, n etam en te antirreligioso. P ro ced ían nuestros
lib erales, en su m ayor p arte, d e las logias m asónicas, q u e tan
activa función tuvieron e n la p re p a ra c ió n d e la In d ep e n d e n c ia , de
m odo q u e p ro fe sa b an casi todos el deísm o q u e hizo d e la
m asonería, en los p a íse s latinos, algo así com o un su c ed á n e o
espiritual y político d e la Reforma.
En la p ro p ia Francia, la Revolución se m antuvo en bu en as
relacio n es con la cristiandad, aun d u ran te su estación jacobina.
A ulard o b se rv a sagazm ente que en Francia la o leada
an tirreligiosa o anticristiana o b e d e c ió a causas contingentes m ás
b ien q u e doctrinarias. "De todos los acontecim ientos -dice- que
con d u jero n al e sta d o d e espíritu d el cual salió la tentativa d e
descristianización, la in surrección d e la V en d ée, p o r su form a
clerical, fue la m ás im portante, la m ás influyente. C reo p o d e r
d e c ir q u e sin la V en d ée, no h a b ría h ab id o culto d e la Razón" (26).
R ecuerda A ulard el deísm o d e R o b esp ierre, quien sostenía que
"el ateísm o es aristocrático" m ientras q u e "la id e a d e un Ser
Suprem o que v e la p o r la inocencia oprim ida y castiga al crim en
triunfante es com pletam ente popular". El culto d e la diosa Razón
no conservó su im pulso vital sino e n tanto que fue culto d e la
Patria, am en azad a e in sid iad a p o r la reacció n ex tran jera con el
favor del p o d e r papal. A dem ás, "el culto d e la razón -a g re g a
A ulard-, fue casi sie m p re d eísta y no m aterialista o ateo" (27).
La revolución francesa arrib ó a la se p ara c ió n d e la Iglesia y del
Estado. N apoleón encontró m ás tard e , en el concordato, la
fórm ula d e la su b o rd in ació n d e la Iglesia al Estado. P ero los
p erío d o s d e R estauración com p ro m etiero n su obra, ren o v an d o el
conflicto e n tre el clero y la laicid ad en el cual Lucien Rom ier c re e
v e r resu m id a la historia d e la R epública. Rom ier p a rte del
supuesto d e q u e la feu dalidad e sta b a y a v e n c id a cuando vino la
revolución. Bajo la M onarquía, se g ú n Rom ier -y en esto lo
acom pañan todos los e scrito res reaccionarios- la b u rg u esía hab ía
ya im puesto su ley. "La victoria contra los se ñ o re s -dice- e sta b a
co nseguida. Los re y e s h ab ían m uerto a la feudalidad. Q u e d a b a
una aristocracia, p e ro sin fuerza p ro p ia y que d e b ía todas sus
p rerro g ativ a s y sus títulos al p o d e r central, cu e rp o d e
funcionarios g alo n ead o s con funciones m ás o m enos h ered itarias.
Restos frágiles d e una po ten cia q u e se d e rru m b ó a la p rim e ra
o lea d a rep u b lican a. C um plida esta d estru cció n fácilm ente, la
R epública no tuvo sino q u e m an ten er el hecho ad q u irid o sin
aplicar a esto un esfuerzo especial. Por el contrario, la M onarquía
h a b ía fracasado re sp e c to a la Iglesia. A p e s a r d e la dom esticación
secular del alto clero, a p e s a r d e un conflicto con la C uria que
ren a c ía d e rein a d o en rein ad o , a p e s a r d e m uchas am enazas d e
ruptura, la lucha contra la au to rid ad rom ana no h a b ía d a d o al
E stado m ás p o d e r so b re la relig ió n que en los tiem pos d e F elipe
el Bello. Así, es contra la Iglesia y el clero ultram ontano q u e la
R epública orientó su p rincipal esfuerzo p o r un siglo" (28).
En las colonias e sp añ o las d e la A m érica del Sur, la situación era
m uy distinta. En el Perú en particular, la revolución en c o n trab a
una feu dalidad intacta. Los choques e n tre el p o d e r civil y el p o d e r
eclesiástico no tenían ningún fondo doctrinal. T raducían una
q u e re lla dom éstica. D ep en d ían d e un estad o laten te d e
com petición y d e equilibrio, p ro p io d e p a íse s d o n d e la
colonización sentía s e r en g ran p a rte evangelización y d o n d e la
au to rid ad espiritual ten d ía fácilm ente a p re v a le c e r so b re la
au to rid ad tem poral. La constitución rep u b lican a, d e s d e el p rim e r
m om ento, proclam ó al catolicism o relig ió n nacional. M antenidos
d en tro d e la tradición española, c a re c ía n estos p a íse s d e
elem entos d e reform a p ro testan te. El culto d e la Razón h a b ría sido
m ás exótico todavía en p u e b lo s d e exigua actividad intelectual y
floja y rala cultura filosófica. No existían las razones d e otras
latitudes históricas p a ra el E stado laico. A m am antado p o r la
catolicidad española, el E stado p e ru a n o tenía q u e constituirse
com o Estado sem ifeudal y católico.
La R epública continuó la política española, en e ste com o e n otros
terren o s. "Por el patronato, p o r el rég im en d e diezm os, p o r los
beneficios eclesiásticos -dice G arcía C alderón- se estableció,
siguiendo el ejem plo francés, una constitución civil d e la Iglesia.
En e ste sentido la revolución fue tradicionalista. Los re y e s
e sp añ o le s tenían s o b re la Iglesia, d e s d e los p rim ero s m onarcas
absolutos, un d e re c h o d e intervención y protección: la defen sa
del culto se convertía en sus m anos e n una acción civil y
leg islad o ra. La Iglesia e ra una fuerza social, p e ro la d e b ilid a d d e
la je ra rq u ía p e rju d ic a b a a sus am biciones políticas. No podría,
com o en Inglaterra, realizar un pacto constitucional y delim itar
lib re m e n te sus fronteras. El re y p ro te g ía la Inquisición y se
m ostraba m ás católico q u e el Papa: su influencia tutelar im pedía
los conflictos, resu lta b a so b e ra n a y única" (29). Toca G arcía
G alderón e n e ste juicio, la p a rte d ébil, el contraste interno d e los
E stados latinoam ericanos que no han lle g a d o al rég im en d e
separación. El E stado Gatólico no p u e d e hacer, si su catolicism o
es viviente y activo, una política laica. Su co n cep ció n ap licad a
hasta sus últim as consecuencias, lleva a la teocracia. D esd e este
punto d e vista el pen sam ien to d e los c o n serv a d o re s
ultram ontanos com o G arcía M oreno a p a re c e m ás c o h e re n te que
el d e los lib e ra le s m o d erad o s, em p e ñ a d o s en arm onizar la
confesión católica d el E stado con una política laica, lib e ral y
nacional.
El liberalism o peru an o , d é b il y form al e n el plano económ ico y
político, no p o d ía d e ja r d e serlo en el plano religioso. No es
exacto, com o p re te n d e n algunos, q u e a la influencia clerical y
eclesiástica haya p u g n a d o p o r o p o n e rse una fórm ula jaco b in a. La
actitud p e rso n a l d e Vigil -que es la ap a sio n a d a actitud d e un
lib re p e n sa d o r salido d e los ran g o s d e la Iglesia- no p e rte n e c e
p ro p ia m en te a nu estro liberalism o, q u e así com o no intentó nunca
desfeudalizar el E stado, tam poco intentó laicizarlo. S obre el m ás
rep re sen ta tiv o y re sp o n sa b le d e sus líd eres, don José Gálvez,
e sc rib e fundadam ente Jo rg e G uillerm o Leguía: "Su ideo lo g ía
g ira b a en torno d e dos ideas: Igualitarism o y M oralidad. Y erran,
p o r consiguiente, quienes, al a p re c ia r sus doctrinas ad v e rsa s a los
diezm os eclesiásticos, afirm an que e ra jacobino. G álvez jam ás
desconoció a la Iglesia ni sus dogm as. Los re s p e ta b a y los creía.
E staba mal inform ada la a b a d e s a q u e el 2 d e m ayo exclam ó, al
te n e r noticia d e la funesta explosión d e la T orre d e la M erced:
'¡Qué p ólvora tan b ien gastada!'. Mal p o d ría se r anticatólico, el
dip u tad o q u e en el exordio d e la G onstitución in vocaba a Dios
trino y uno. Al a rre b a ta r G álvez a n u estra Iglesia los g ajes que
e n c a rn a b a n una sup erv iv en cia feudal, sólo tenía e n m ente una
reform a económ ica y dem ocrática; nunca un objetivo anticlerical.
No e ra Gálvez, seg ú n se ha supuesto, autor d e tal iniciativa, ya
lanzada p o r el ad m irab le Vigil" (30).
D esde que, forzada p o r su función d e clase g o b e rn a n te, la
aristocracia te rra te n ie n te adoptó id ea s y g esto s d e b u rg u esía, se
asim iló p arcialm en te los resto s d e e ste liberalism o. H ubo en su
vid a un instante d e evolución -el d el surgim iento d el Partido Givil-
en que una ten d e n c ia liberal, ex p re siv a d e su nacien te conciencia
capitalista, le en ajenó las sim patías del elem ento eclesiástico, que
coincidió m ás b ien -y no sólo en la red a c c ió n d e un perió d ico -
con el pierolism o co n serv ad o r y p lebiscitario. En e ste p e río d o d e
n u estra historia, com o lo anoto tam b ién en otro lugar, la
aristocracia tom ó un aire liberal; el dem os, p o r reacción, aunque
clam ase contra la argolla traficante, adquirió un tono co n serv ad o r
y clerical. En el estad o m ayor civilista figuraban algunos lib e rale s
m o d era d o s q u e ten d ían a im prim ir a la política del E stado una
orientación capitalista, desvinculándola e n lo p o sib le d e su
tradición feudal. Pero el p redom inio que la casta feudal m antuvo
en el civilismo, junto con el reta rd a m ie n to q u e a nu estro p ro ce so
político im puso la g u erra, im pidió a eso s a b o g a d o s y
jurisconsultos civilistas avanzar en tal dirección. Ante el p o d e r del
clero y la Iglesia, el civilism o m anifestó ord in ariam en te un
pragm atism o pasivo y un positivism o co n serv ad o r que, salvo
alguna e x cep ció n individual, no cesaro n luego d e caracterizarlo
m entalm ente.
El m ovim iento rad ical -que tuvo a su carg o la ta re a d e den u n ciar y
co n d e n ar sim ultáneam ente a los tre s elem en to s d e la política
p e ru a n a e n los últim os lustros d el siglo veinte: civilismo,
pierolism o y m ilitarism o-, consti-tuyó en v e rd a d la p rim e ra
efectiva agitación anticlerical. D irigido p o r h o m b re s d e
tem p eram en to m ás literario o filosófico q u e político, em p leó sus
m ejores e n e rg ía s e n esta batalla que, si produjo, so b re todo en
las provincias, cierto aum ento d el indiferentism o religioso -lo que
no e ra una ganancia-, no am enazó e n lo m ás m ínim o la estructura
económ ico-social e n la cual todo el o rd e n q u e anatem atizaba se
en c o n trab a h o n d am en te enraizado. La p ro te sta rad ical o
"gonzález-pradista" careció d e eficacia p o r no h a b e r a p o rtad o un
p ro g ra m a económ ico-social. Sus dos p rin cip ales lem as -
anticentralism o y anticlericalism o-, e ra n p o r sí solos insuficientes
p a ra am enazar los privilegios feudales. Ú nicam ente el
m ovim iento lib e ral d e A requipa, reiv in d icad o h ace poco po r
M iguel Á ngel U rquieta (31), intentó colocarse en el terren o
económ ico-social, au nque e ste esfuerzo no p a sa se d e la
e lab o ració n de un p ro g ram a.
En los p a íse s su d am erican o s d o n d e el pen sam ien to lib e ral ha
cum plido lib re m e n te su trayectoria, in sertad o en una norm al
evolución capitalista y d em ocrática, se ha lle g a d o -si b ien sólo
com o esp ecu lació n intelectual- a la preconización del
protestantism o y d e la ig lesia nacional com o una n e c e sid a d lógica
del Estado lib eral m oderno.
Pero, d e s d e q u e el capitalism o ha p e rd id o su sentido
revolucionario, esta tesis se m uestra s u p e ra d a p o r los hechos
(32). El socialism o, conform e a las conclusiones del m aterialism o
histórico -que conviene no confundir con el m aterialism o
filosófico-, co n sid e ra a las form as eclesiásticas y doctrinas
religiosas, p e c u liare s e in h ere n te s al ré g im e n económ ico-social
q u e las sostiene y p ro d u ce . Y se p re o c u p a p o r tanto, d e cam biar
é ste y no aquéllas. La m era agitación anticlerical es estim ada p o r
el socialism o com o un diversivo lib e ral b u rg u és. Significa en
E uropa un m ovim iento característico d e los p u e b lo s d o n d e la
reform a p ro te sta n te no ha a seg u ra d o la u n id ad d e conciencia civil
y relig io sa y d o n d e el nacionalism o político y universalism o
rom ano viven en un conflicto ya abierto, ya latente, q u e el
com prom iso p u e d e a p a cig u a r p e ro no c an celar ni resolver.
El protestantism o no consigue p e n e tra r e n la A m érica Latina po r
o b ra d e su p o d e r espiritual y religioso sino d e sus servicios
sociales (Y. M. C. A., m isiones m etodistas d e la sierra, etc.). Éste y
otros signos indican q u e sus p o sib ilid a d e s d e expansión norm al
se en cu en tran ag otadas. En los p u e b lo s latinoam ericanos, las
p erju d ica ad em ás el m ovim iento antiim perialista, cuyos vigías
re c e la n d e las m isiones p ro te sta n tes com o d e tácitas avanzadas
del capitalism o anglosajón: británico o norteam ericano.
El pen sam ien to racionalista d el siglo diecin u ev e p re te n d ía
reso lv e r la religión en la filosofía. Más realista, el pragm atism o ha
sab id o re c o n o c e r al sentim iento religioso el lugar d el cual la
filosofía ochocentista se im aginaba van id o sam en te desalojarlo. Y,
com o lo anunciaba Sorel, la e x p e rien c ia histórica d e los últim os
lustros ha co m p ro b ad o q u e los actuales mitos revolucionarios o
sociales p u e d e n o cu p ar la conciencia profunda d e los h o m b res
con la m ism a plen itu d q u e los antiguos mitos religiosos.

REFERENCIAS

1. Waldo Frank, Our America.

2. James George Frazer, The Golden Bough.

3. Antera Peralta insurge en un artículo publicado en el N° 15 de


Amauta contra la idea, corrientemente admitida de que el indio es
panteísta. Peralta parte de la cons-tatación de que el panteísmo del
indio no es asimilable a ninguno de los sistemas panteís-tas
conocidos p o r la historia de la filosofía. Habría que observar a
Peralta, cuyo aporte a la investigación de los elementos y
características de la religiosidad del indio confirma su aptitud y
vocación de estudioso, que su limitación previa del em pleo de la
palabra "panteísmo" peca d e arbitraria. Por m i parte, creo que
queda claramente expresado que atribuyo al indio del
Tawantinsuyo sentimiento panteísta y no una filosofía panteísta.
4. Frazer, oh. citada.

5.1b.

6. Los más celosos custodios de la tradición latina y del orden


romano -más paganos que cristianos-, se amparan en Santo Tomás
como en la más firme ciudadela del pensam iento católico.

7. Unamuno, La Mística Española.

8. "El Cuzco católico" en Amauta N° 10, Diciembre d e 1927.

9. Frazer, ob. citada.

10. Unamuno, L'ñgonie du Christianisme.

11. F. García Calderón, LePérou Contemporain.

12. Unamuno, La Mística Española.

13. García Calderón, ob. citada.

14. Javier Prado, Estado Social del Perú durante la dominación


española.

15. F. Engels, Socialismo utópico y socialismo científico.

16. Karl Marx, El Capital.

17. Ramiro de Maeztu, "Rodó y el Poder", en Repertorio Americano,


Tomo Vil, N° 6 (1926).

18. René Johannet, Eloge du bourgeois írangais.

19. Sorel, Introduction a TEconomie Moderne, p. 289. Santo Tomás,


secunda secundae.
20. Papini, Pragmatismo.
21. Waldo Frank, Our America.

22. Luchaire, L'Eglise et le seiziéme siecle.

23. M. V. Villarán, Estudios sobre Educación Nacional, págs. 10 y 11.

24. Luchaire, oh. citada.

25. Javier Prado, oh. citada.

26. A. Aulard, Le Christianisme etla révolution írangaise, p. 88.

27.1b.,p. 162.

28. Luden Romier, Explication d e notre temps, pp. 194 y 195.

29. García Calderón, ob. citada.

30. "La Convención de 1856 y don José Gálvez", Revista de Ciencias


Jurídicas y Sociales, N° 1, p. 36.

31. Véase el artículo "González Prada y Urquieta" en el N° 5 de


Amauta.

32. El líder de las Y.M. C.A. Julio Navarro Monzó, predicador de una
nueva Reforma, admite en su obra El problem a religioso en la
cultura latinoamericana que: "habiendo tenido los países latinos la
enorme desgracia de haber quedado al margen de la Reforma del
siglo XVI, ahora era ya demasiado tarde para pensar en convertirlos
al Protestantismo ".
REGIONALISMO Y CENTRAUSMO

I. PONENCIAS BASICAS

¿Cóm o se p lantea, en n u e stra ép o ca, la cuestión del


regionalism o? En algunos d ep artam en to s, so b re todo en los del
sur, es dem asiad o e v id en te la existencia d e un sentim iento
regionalista. Pero las asp iracio n es regionalistas son im precisas,
indefinidas; no se co n cretan en categ ó ricas y vig o ro sas
reivindicaciones. El regionalism o no es e n el Perú un m ovim iento,
una co rriente, un p ro g ram a. No es sino la e x p re sió n v a g a d e un
m alestar y d e un descontento.
Esto tien e su explicación e n n u estra re a lid a d económ ica y social y
en nuestro p ro ce so histórico. La cuestión del regionalism o se
p lantea, p a ra nosotros, en térm inos nuevos. No p o d em o s ya
co nocerla y estudiarla con la id eo lo g ía jac o b in a o rad ic alo id e del
siglo XIX.
Me p a re c e q u e nos p u e d e n o rientar en la exp lo ració n del tem a
del regionalism o las sig u ien tes proposiciones:
1®- La p o lém ica e n tre fed eralistas y centralistas, es una polém ica
su p e ra d a y anacrónica com o la controversia e n tre c o n serv a d o re s
y lib e rale s. T eórica y p rácticam en te la lucha se desp laza del
plano exclusivam ente político a un plano social y económ ico. A la
nueva g e n e ra c ió n no le p re o c u p a e n nuestro rég im en lo formal -el
m ecanism o adm inistrativo- sino lo substancial -la estructura
económ ica.

2®- El federalism o no a p a re c e e n n u e stra historia com o una


reivindicación popular, sino m ás b ien com o una reivindicación
del gam onalism o y d e su clientela. No la form ulan las m asas
indígenas. Su proselitism o no d e s b o rd a los lím ites d e la p e q u e ñ a
b u rg u esía d e las antiguas c iu d ad es coloniales.

3®- El centralism o se a p o y a e n el caciquism o y el gam onalism o


reg io n ales, dispuestos, interm itentem ente, a sen tirse o d e c irse
federalistas. La ten d e n c ia fed eralista reclu ta sus ad e p to s e n tre los
caciq u es o gam onales en d e sg ra c ia ante el p o d e r central.

4®- Uno d e los vicios d e n u estra organización política es,


ciertam ente, su centralism o. Pero la solución no re s id e e n un
federalism o d e raíz e inspiración feudales. N uestra organización
política y económ ica n ecesita se r ín teg ram en te rev isa d a y
transform ada.

5®- Es difícil definir y d e m a rc a r en el P erú re g io n e s existentes


históricam ente com o tales. Los d e p a rtam e n to s d e sc ie n d e n d e las
artificiales in ten d en cias del V irreinato. No tien en po r
consiguiente una tradición ni una re a lid a d g en u in am en te
em an ad as d e la g e n te y la historia p eru an as.

La id e a fed eralista no m uestra e n n u estra historia raíces


v e rd a d e ra m e n te profundas. El único conflicto ideológico, el único
contraste doctrinario d e la p rim e ra m ed ia centuria d e la
R epública es el d e co n serv a d o re s y lib erales, en el cual no se
p e rc ib e la oposición e n tre la capital y las re g io n e s sino el
antagonism o e n tre los e n c o m e n d e ro s o latifundistas,
d e sc e n d ie n te s d e la feu d alid ad y la aristocracia coloniales, y el
dem os m estizo d e las ciudades, h e re d e ro d e la retó ric a lib e ral d e
la In d ep e n d e n c ia . Esta lucha tra sc ie n d e , naturalm ente, al sistem a
adm inistrativo. La C onstitución co n serv a d o ra d e H uancayo,
suprim iendo los m unicipios, e x p re sa la posición del
conservantism o ante la id e a d el salígovernm ent. Pero, así p a ra los
c o n serv a d o re s com o p a ra los lib e rale s d e entonces, la
centralización o la d escentralización adm inistrativa no ocupa el
p rim e r plano d e la polém ica. Posteriorm ente, cuando los antiguos
"encom enderos" y aristócratas, unidos a algunos com erciantes
en riq u ecid o s p o r los contratos y negocios con el Estado, se
convierten e n clase capitalista, y rec o n o c e n que el id eario lib eral
se conform a m ás con los in te re se s y las n e c e s id a d e s del
capitalism o q u e el id ea rio aristocrático, la d escentralización
e n cu en tra p ro p u g n a d o re s m ás o m enos platónicos lo m ism o en
uno que e n otro d e los dos b a n d o s políticos. C o n serv ad o res o
lib erales, indistintam ente, se d e c la ra n relativam ente favorables o
contrarios a la descentralización. Es cierto que, e n e ste nuevo
p erío d o , el conservantism o y el liberalism o, que ya no se
d e sig n a n siq u iera con estos n o m b res, no c o rre sp o n d e n tam poco
a los m ism os im pulsos d e clase (Los ricos en e se curioso p erío d o ,
d e v ie n e n un poco lib erales; las m asas se vuelven, p o r el
contrario, un poco conservadoras).
Mas, d e to d a suerte, el caso es que el caudillo civilista M anuel
Pardo, b o sq u e ja una política d e scen tralizad o ra con la creació n en
1873 d e los concejos d e p a rtam e n ta les y que, años m ás tard e , el
caudillo dem ó crata Nicolás d e P iérola -político y estad ista d e
m entalidad y espíritu c o n serv ad o res, aunque, en aparien cia
insinúen lo contrario sus condiciones d e a g itad o r y dem agogo-,
in sc rib e o a c ep ta e n la "declaración d e principios" d e su p artid o
la siguiente tesis: "N uestra d iv ersid a d d e razas, lenguas, clim a y
territorio, no m enos q u e el alejam iento e n tre nuestros centros d e
población, reclam an d e s d e luego, com o m edio d e satisfacer
n u estras n e c e sid a d e s d e hoy y d e m añana, el establecim iento d e
la form a federativa; p e ro en las condiciones aco n sejad as p o r la
e x p e rien c ia d e e s e rég im en en p u eb lo s sem ejan tes al nuestro y
p o r las p e c u liare s del Perú" (1).
D espués d el 95 las d e c la ra c io n es anticentralistas se m ultiplican.
El p artid o lib e ral d e Augusto D urand se pronuncia a favor d e la
form a federal. El partid o rad ical no ah o rra ataq u es ni críticas al
centralism o. Y hasta a p a re c e , d e re p e n te , com o p o r ensalm o, un
p artid o federal. La tesis centralista resu lta entonces
exclusivam ente so sten id a p o r los civilistas q u e e n 1873 se
m ostraron inclinados a actuar una política descen tralizad o ra.
Pero to d a ésta e ra una esp ecu lació n teórica. En rea lid a d , los
p artid o s no sentían u rg en c ia d e liquidar el centralism o. Los
fed eralistas sinceros, ad em ás d e s e r m uy pocos, distribuidos en
diversos p artidos, no e je rcía n influencia efectiva s o b re la opinión.
No re p re s e n ta b a n un anhelo popular. Piérola y el p artid o
d em ócrata, h ab ían g o b e rn a d o varios años. D urand y sus am igos
h ab ían com partido con los d em ócratas, d u ran te algún tiem po, los
ho n o res y las re sp o n sa b ilid a d e s del p o d e r. Ni los unos ni los otros
se h ab ían ocupado, e n e sa oportunidad, del p ro b le m a del
rég im en ni d e refo rm ar la Constitución.
El partid o liberal, d e s p u é s d el d e c e so d el p rec a rio p artido
fed eral y d e la disolución e sp o n tá n e a d el radicalism o gonzález-
p rad ista, sig u e agitando la b a n d e ra del federalism o. D urand se da
cuenta d e que la id e a fed eralista -que en el p artid o d em ó crata se
h a b ía ag o tad o en una platónica y m esu rad a d e c laració n escrita-,
p u e d e serv irle al p artid o lib eral p a ra ro b u ste c e r su fuerza en
provincias, a tray én d o le a los elem en to s en em istad o s con el p o d e r
central. Bajo, o m ejor dicho, contra el g o b iern o d e José Pardo,
p u b lica un m anifiesto federalista. Pero su política ulterior
d em u estra, dem asiad o claram ente, q u e el partid o lib e ral no
ob stan te su profesión d e fe federalista, sólo e sg rim e la id e a d e la
fed eració n con fines d e p ro p ag a n d a . Los lib e ra le s form an p a rte
del m inisterio y d e la m ayoría p arlam en taria d u ran te el seg u n d o
g o b iern o d e Pardo. Y no m uestran, ni com o m inistros ni com o
p arlam entarios, ninguna intención d e re a n u d a r la batalla
federalista.
T am bién Billinghurst -acaso con m ás ap a sio n a d a convicción que
otros políticos que u sa b an esta plataform a- q u e ría la
descentralización. No se le p u e d e rep ro c h a r, com o a los
dem ó cratas y los lib e rale s, su olvido d e e ste principio e n el
p o d e r: su e x p erim en to g u b e rn a m en ta l fue d em asiad o b rev e .
Pero, objetiva e im parcialm ente, no se p u e d e tam poco d e ja r d e
constatar q u e con Billinghurst llegó a la p re sid e n c ia un enem igo
del centralism o sin ningún beneficio p a ra la cam paña
anticentralista.
A p rim e ra vista les p a re c e rá a algunos q u e e sta rá p id a revisión d e
la actitud d e los p artid o s p e ru a n o s frente al centralism o, p ru e b a
que, so b re todo, d e la fecha d e la d eclaració n d e principios del
p artid o d e m ó crata a la del m anifiesto fed eralista d el doctor
D urand, ha h ab id o en el Perú una efectiva y definida corriente
federalista. Pero sería co n ten tarse con la ap a rien c ia d e las cosas.
Lo q u e p ru e b a , realm en te, esta revisión, es q u e la id e a federalista
no ha suscitado ni ard o ro sa s y explícitas resisten cias ni e n é rg ica s
y ap asio n ad as ad h esio n es. Ha sido un lem a o un principio sin
valor y sin eficacia p ara, p o r sí solo, significar el p ro g ra m a d e un
m ovim iento o d e un partido.
Esto no convalida ni rec o m ie n d a absolutam ente el centralism o
burocrático. Pero ev id en cia q u e el regionalism o difuso d el sur del
Perú no se ha co n cretad o , hasta hoy, en una activa e intensa
afirm ación federalista.

II. REGIONAUSMO Y GAMONALISMO

A todos los o b se rv a d o re s agudos d e nuestro p ro c e so histórico,


cu alquiera q u e se a su punto d e vista particular, tien e que
p a re c e rle s igualm ente ev id en te el hech o d e que las
p reo c u p a c io n e s actuales del pen sam ien to p e ru a n o no son
exclusivam ente políticas -la p a la b ra "política" tiene en e ste caso
la acep ció n d e "vieja política" o "política bu rg u esa"- sino, so b re
todo, sociales y económ icas. El "problem a d el indio", la "cuestión
agraria" in te resa n m ucho m ás a los p e ru a n o s d e nuestro tiem po
q u e el "principio d e autoridad", la "so b eran ía popular", el
"sufragio universal", la "so b eran ía d e la inteligencia" y dem ás
tem as d el diálogo e n tre lib e rale s y co n serv ad o res. Esto no
d e p e n d e d e q u e la m entalidad política d e las an terio res
g e n e ra c io n e s fuese m ás abstractista, m ás filosófica, m ás universal-,
y d e que d iv ersa u o puestam ente, la m en talidad política d e la
g e n e ra c ió n c o n tem p o rán ea sea -com o es- m ás realista, m ás
peruana. D e p e n d e d e que la polém ica e n tre lib e rale s y
co n serv a d o re s se in sp irab a, d e am bos lados, e n los in te re se s y en
las asp iracio n es d e una sola clase social. La clase p ro le taria
care c ía d e reivindicaciones y d e id eo lo g ía propias. L iberales y
c o n serv a d o re s c o n sid e rab a n al indio d e s d e su plano d e clase
su p e rio r y distinta. C uando no se esforzaban p o r eludir o ig n o rar
el p ro b le m a d el indio, se e m p e ñ a b a n en red u cirlo a un p ro b le m a
filantrópico o hum anitario. En esta ép o ca, con la aparición d e una
id eo lo g ía nueva q u e tra d u c e los in te re se s y las asp iracio n es d e la
m asa -la cual a d q u ie re g rad u alm en te conciencia y espíritu de
clase-, su rg e una co rrien te o una ten d e n c ia nacional que se siente
solidaria con la su e rte d el indio. Para e sta co rriente, la solución
del p ro b le m a del indio es la b a se d e un p ro g ra m a d e renovación
o reco n stru cció n peru an a. El p ro b le m a d el indio c e sa d e ser,
com o en la é p o c a d el diálogo d e lib e rale s y c o n serv ad o res, un
tem a adjetivo o secundario. Pasa a re p re s e n ta r el tem a capital.
He aquí, justam ente, uno d e los hechos que, contra lo que
su p o n en e insinúan superficiales y se d ic e n te s nacionalistas,
d em u estran que el p ro g ra m a q u e se e la b o ra en la conciencia d e
esta g e n e ra c ió n es mil v e c e s m ás nacional q u e el que, en el
p asad o , se alim entó únicam ente d e sentim ientos y su persticiones
aristocráticas o d e co n cep to s y fórm ulas jaco b in as. Un criterio
que sostiene la su p rem acía d el p ro b le m a del indio, es
sim ultáneam ente m uy hum ano y m uy nacional, m uy id ealista y
m uy realista. Y su arra ig o en el espíritu d e nuestro tiem po está
d e m o strad o p o r la coincidencia e n tre la actitud d e sus
p ro p u g n a d o re s d e d en tro y el juicio d e sus críticos d e fuera.
E ugenio d'O rs, v e rb ig rac ia. Este p ro feso r español cuyo
pen sam ien to es tan estim ado y aun su p erestim ad o p o r q u ien es en
el Perú identifican nacionalism o y conservantism o, ha escrito con
motivo d el cen tenario d e Bolivia: "En ciertos p u e b lo s am ericanos
esp ecialm en te, creo v e r m uy claro cuál d e b e ser, es, la
justificación d e la in d ep e n d e n c ia , se g ú n la ley del Buen Servicio;
cuáles son, cuáles d e b e n se r el trabajo, la tarea, la o b ra, la
misión. C reo, p o r ejem plo, verlo s d e e ste m odo en su país. Bolivia
tiene, com o tiene el Perú, com o tiene M éjico, un g ran p ro b le m a
local -q u e significa a la vez, un g ran p ro b le m a universal-. T iene el
p ro b le m a d el indio; el d e la situación d el indio ante la cultura.
¿Q ué h a c e r con e sta raza? Se sa b e q u e ha habido,
tradicionalm ente, dos m étodos opuestos. Q ue el m étodo sajón ha
consistido e n h a c erla re tro c e d e r, en diezm arla, en, lentam ente,
exterm inarla. El m étodo español, al contrario, intentó la
aproxim ación, la red e n c ió n , la m ezcla. No qu iero d e c ir ah o ra cuál
d e los dos m étodos d e b e p re fe rirse . Lo q u e hay que e sta b le c e r
con franca e n te rez a es la obligación d e tra b a ja r con uno o con el
otro d e ellos. Es la im posibilidad m oral d e co n ten tarse con una
línea d e conducta q u e esquive sim plem ente el p ro b lem a, y to lere
la existencia y pululación d e los indios al lado d e la población
blanca, sin p re o c u p a rse d e su situación, m ás que e n el sentido d e
a p ro v ech arla -egoísta, avara, cruelm ente- p a ra las m iserab les
faenas o b scu ras d e la fatiga y la dom esticidad" (2).
No m e p a re c e e sta la ocasión d e c o n tra d ec ir el concepto d e
E ugenio d'O rs s o b re la oposición, re sp e c to d el indio, e n tre el
p resu n to hum anitarism o d el m étodo esp añ o l y la im placable
voluntad d e exterm inio del m étodo sajón (P ro b ab lem en te p a ra
E ugenio d'O rs el m étodo español está re p re s e n ta d o p o r el
g e n e ro so espíritu d el p a d re d e Las C asas y no p o r la política d e la
conquista y d el v irreinato totalm ente im p re g n a d a d e prejuicios
a d v erso s no sólo al indio sino hasta al m estizo). En la opinión d e
E ugenio d'O rs no q uiero señ alar m ás q u e un testim onio rec ien te
d e la ig u ald a d con q u e in te rp re ta n el m ensaje d e la é p o c a los
agonistas ilum inados y los e sp e c ta d o re s in teligentes d e nuestro
d ram a histórico.
A dm itida la p rio rid a d d el d e b a te d el "problem a d el indio" y d e la
"cuestión agraria" so b re cualquier d e b a te relativo al m ecanism o
del rég im en m ás que a la estructura d el E stado, resu lta
ab so lu tam en te im posible c o n sid e rar la cuestión d el regionalism o
o, m ás p rec isam e n te , d e la descentralización adm inistrativa,
d e s d e puntos d e vista no su b o rd in ad o s a la n e c e sid a d d e
solucionar d e m an era rad ical y org án ica los dos prim ero s
p ro b lem as. Una descentralización, q u e no se dirija hacia esta
m eta, no m e re c e ya se r ni siq u iera discutida.
Y bien, la descentralización en sí m ism a, la descentralización
com o reform a sim plem ente política y adm inistrativa, no
significaría ningún p ro g re so en el cam ino d e la solución del
"problem a indio" y d el "problem a d e la tierra", que, en el fondo,
se re d u c e n a un único p ro b lem a. Por el contrario, la
descentralización, actu ad a sin otro prop ó sito que el d e o to rg ar a
las reg io n e s o a los d e p a rtam e n to s una autonom ía m ás o m enos
am plia, aum entaría el p o d e r del gam onalism o contra una solución
in sp irad a en el in terés d e las m asas in d ígenas. Para ad q u irir esta
convicción, b a sta p re g u n ta rse qué casta, qué categoría, q u é clase
se op o n e a la red e n c ió n del indio. La re sp u e sta no p u e d e se r sino
una y categórica: el gam onalism o, el feudalism o, el caciquism o.
Por consiguiente, ¿cóm o d u d a r d e q u e una adm inistración
reg io n al d e gam onales y d e caciques, cuanto m ás autónom a tanto
m ás sa b o te a ría y rech azaría toda efectiva reivindicación
indígena?
No c a b e n ilusiones. Los g rupos, las cap as sanas d e las c iu d ad es
no co n seg u irían p re v a le c e r jam ás contra el gam onalism o en la
adm inistración regional. La e x p e rie n c ia d e m ás d e un siglo es
suficiente p a ra s a b e r a q u é a te n e rse re sp e c to a la p o sib ilid a d d e
que, en un futuro cercano, lleg u e a funcionar en el Perú un
sistem a dem ocrático q u e a seg u re , form alm ente al m enos, la
satisfacción del principio jaco b in o d e la "so b eran ía popular". Las
m asas ru rales, las com u n id ad es in d ígenas, en todo caso, se
m antendrían extrañas al sufragio y a sus resultados. Y, en
consecuencia, au nque no fuera sino p o rq u e los au sen tes no tienen
nunca razón -"les absents ont toujour tort"-, los organism os y los
p o d e re s que se c re a ría n "electivam ente", p e ro sin su voto, no
p o d ría n ni sa b ría n h a c erle s nunca justicia. ¿Q uién tien e la
in g en u id a d d e im ag in arse a las re g io n e s -dentro d e su rea lid a d
económ ica y política p re s e n te - re g id a s p o r el "sufragio
universal"?
Tanto el sistem a d e "concejos dep artam en tales" del P resid en te
M anuel P ardo com o la re p ú b lic a fed eral p reco n izad a en los
m anifiestos d e Augusto D urand y otros a se rto re s d e la federación,
no han re p re s e n ta d o ni p o d ían re p re s e n ta r otra cosa q u e una
aspiración del gam onalism o. Los "concejos dep artam en tales", en
la práctica, transferían a los caciq u es del d ep artam en to una sum a
d e funciones que d e te n ta el p o d e r central. La rep ú b lica federal,
aproxim adam ente, h a b ría tenido la m ism a función y la m ism a
eficacia.
T ienen p len a razón las reg io n e s, las provincias, cuando co n d en an
el cen-tralism o, sus m étodos y sus instituciones. T ienen p len a
razón cuando d enuncian una organización q u e co n cen tra en la
capital la adm inistración d e la rep ú b lica . Pero no tien en razón
ab so lu tam en te cuando, e n g a ñ ad a s p o r un m iraje, c re e n q u e la
descentralización b astaría p a ra reso lv e r sus p ro b le m as
esen ciales. El gam onalism o d en tro d e la re p ú b lic a central y
unitaria, es el aliado y el a g e n te d e la capital en las re g io n e s y en
las provincias. De todos los defectos, d e todos los vicios del
rég im en central, el gam onalism o es solidario y resp o n sa b le . Por
e n d e , si la descentralización no sirve sino p a ra colocar,
d irectam en te, bajo el dom inio d e los gam onales, la
adm inistración reg io n al y el rég im en local, la sustitución d e un
sistem a p o r otro no ap o rta ni p ro m e te el rem e d io d e ningún mal
profundo.
Luis E. V alcárcel está en el e m p e ñ o d e d em o strar "la
supervivencia d el Inkario sin el Inka". He ahí un estudio más
tra sc e n d e n te q u e el d e los su p e ra d o s tem as d e la vieja política.
He ahí tam b ién un tem a q u e confirm a la aserció n d e q u e las
p reo c u p a c io n e s d e n u estra é p o c a no son superficial y
exclusivam ente políticas, sino, p rincipalm ente, económ icas y
sociales. El em p e ñ o d e V alcárcel toca en lo vivo d e la cuestión del
indio y d e la tierra. Busca la solución no en el gam onalism o sino
e n el "ayllu".

III. LA REGION EN LA REPUBLICA

Llegam os a uno d e los p ro b le m as sustantivos del regionalism o: la


definición d e las reg io n e s. Me p a re c e q u e n u estro s regionalistas
d e antiguo tipo no se lo han p lan tead o nunca se ria y
realísticam ente, om isión que acusa el abstractism o y la
superficialidad d e sus tesis. N ingún reg io n alista in telig en te
p re te n d e rá que las reg io n e s están d e m a rca d a s p o r n u estra
organización política, esto es q u e las "regiones" son los
"departam entos". El d e p a rtam e n to es un térm ino político que no
d e sig n a una re a lid a d y m enos aún una un id ad económ ica e
histórica. El d e p artam en to , so b re todo, es una convención q u e no
c o rre sp o n d e sino a una n e c e sid a d o un criterio funcional del
centralism o. Y no concibo un regionalism o q u e co n d en e
a b stractam en te el rég im en centralista sin o b jeta r con cretam en te
su p e c u liar división territorial. El regionalism o se tra d u c e
ló gicam ente en fede-ralism o. Se p recisa, en todo caso, en una
fórm ula co n creta d e descentralización. Un regionalism o q u e se
contente con la autonom ía m unicipal no es un regionalism o
p ro p ia m en te dicho. Com o e sc rib e H erriot, en el capítulo q u e en
su libro Crear d e d ic a a la reform a adm inistrativa, "el regionalism o
su p e rp o n e al d e p a rtam e n to y a la com una un órgano nuevo: la
región" (3).
Pero e ste órgano no es nuevo sino com o ó rg an o político y
adm inistrativo. Una reg ió n no n ace d el Estatuto político d e un
Estado. Su biología es m ás com plicada. La reg ió n tiene
g e n e ra lm e n te raíc es m ás antiguas q u e la nación m ism a. Para
reiv in d icar un poco d e autonom ía d e ésta, n e c esita p rec isam e n te
existir com o región. En Francia n a d ie p u e d e contestar el d e re c h o
d e la Provenza, d e la Alsacia, Lorena, d e la Bretaña, etc., a
sen tirse y llam arse reg io n e s. No hablem os d e E spaña, d o n d e la
u n id ad nacional es m enos sólida, ni d e Italia, d o n d e es m enos
vieja. En E spaña y e n Italia las re g io n e s se d iferencian n etam ente
p o r la tradición, el carácter, la g e n te y h asta la lengua.
El Perú seg ú n la geo g rafía física, se divide en tres regiones: la
costa, la sie rra y la m ontaña (En el Perú lo único q u e se halla b ien
definido es la naturaleza). Y esta división no es sólo física.
T rascien d e a to d a n u e stra re a lid a d social y económ ica. La
m ontaña, sociológica y económ icam ente, c a re c e aún d e
significación. P u ed e d e c irse q u e la m ontaña, o m ejor dicho la
floresta, es un dom inio colonial del Estado Peruano. Pero la costa
y la sierra, en tanto, son efectivam ente las dos re g io n e s en q u e se
distingue y se p ara , com o el territorio, la p o b lació (4). La sie rra es
indígena; la costa es esp añ o la o m estiza (com o se p refiera
calificarla, ya q u e las p a la b ra s "indígena" y "española" a d q u ie re n
en e ste caso una acep ció n m uy am plia). Repito aquí lo que e scrib í
en un artículo so b re un libro d e V alcárcel: "La d u a lid a d d e la
historia y d el alm a p eru an as, en n u e stra ép o ca, se p re c isa com o
un conflicto e n tre la form a histórica q u e se e la b o ra en la costa y el
sentim iento in d íg e n a que so b rev iv e en la sie rra h o n d am en te
enraizado e n la naturaleza. El P erú actual es una form ación
costeña. La actual p e ru a n id a d se ha sed im en tad o e n la tie rra baja.
Ni el español ni el criollo su p ie ro n ni p u d iero n conquistar los
A ndes. En los A ndes, el esp añ o l no fue nunca sino un pioneer o un
m isionero. El criollo lo es tam b ién hasta q u e el am b ien te andino
extingue en él al co nquistador y crea, poco a poco, un indígena"
(5).
La raza y la len g u a in d ígenas, desalo jad as d e la costa p o r la g e n te
y la len g u a españolas, a p a re c e n hu rañ am en te refu g iad as en la
sierra. Y p o r consiguiente en la sie rra se conciertan todos los
factores d e una reg io n a lid a d si no d e una nacionalidad. El Perú
costeño, h e re d e ro d e E spaña y d e la conquista, dom ina d e s d e
Lima al Perú serrano; p e ro no es dem ográfica y espiritualm ente
asaz fuerte p a ra a b so rb e rlo . La un id ad p e ru a n a está p o r hacer; y
no se p re se n ta com o un p ro b le m a d e articulación y convivencia,
d en tro d e los confines d e un E stado único, d e varios antiguos
p e q u e ñ o s estad o s o c iu d a d e s libres. En el Perú el p ro b le m a d e la
u n id ad es m ucho m ás hondo, p o rq u e no hay aquí q u e reso lv er
una p lu ra lid a d d e trad icio n es locales o reg io n a le s sino una
d u alid ad d e raza, d e len g u a y d e sentim iento, n acid a d e la
invasión y conquista d el Perú autóctono p o r una raza ex tran jera
q u e no ha co n seg u id o fusionarse con la raza in d íg e n a ni
elim inarla ni a b so rb e rla .
El sentim iento regionalista, en las c iu d a d e s o circunscripciones
d o n d e es m ás profundo, d o n d e no tra d u c e sólo un sim ple
d esco n ten to d e una p a rte d el gam onalism o, se alim enta evidente,
aunque inconscientem ente, d e e se contraste e n tre la costa y la
sierra. El regionalism o cuando re s p o n d e a estos im pulsos, m ás
q u e un conflicto e n tre la capital y las provincias, d enuncia el
conflicto e n tre el Perú costeño y español y el P erú se rra n o e
indígena.
Pero, definidas así las reg io n a lid a d es, o m ejor dicho, las
reg io n e s, no se avanza n a d a en el ex am en concreto d e la
descentralización. Por el contrario, se p ie rd e d e vista esta m eta,
p a ra m irar a una m ucho m ayor. La sie rra y la costa, g eográfica y
sociológicam ente son dos reg io n es; p e ro no p u e d e n serlo política
y adm inistrativam ente. Las distancias in teran d in as son m ayores
que las distancias e n tre la sie rra y la costa. El m ovim iento
esp o n tán eo d e la econom ía p e ru a n a tra b a ja p o r la com unicación
trasandina. Solicita la p re fe re n c ia d e las vías d e p e n e trac ió n
so b re las vías longitudinales. El d esarro llo d e los centros
p ro d u cto res d e la sie rra d e p e n d e d e la salida al m ar. Y todo
p ro g ra m a positivo d e descentralización tien e q u e in sp irarse,
p rincipalm ente, en las n e c e s id a d e s y e n las d ireccio n es d e la
econom ía nacional. El fin histórico d e una descentralización no es
secesionista sino, p o r el contrario, unionista. Se d escentraliza no
p a ra s e p a ra r y dividir a las re g io n e s sino p a ra a se g u ra r y
p erfeccio n ar su u n id ad d en tro d e una convivencia m ás org án ica y
m enos coercitiva. Regionalism o no q u ie re d e c ir separatism o.
Estas constataciones conducen, p o r tanto, a la conclusión d e que
el c a rá c te r im preciso y n eb u lo so d el regionalism o p e ru a n o y de
sus reivindicaciones no es sino una co n secu en cia d e la falta d e
re g io n e s b ien definidas.
Uno d e los hech o s q u e m ás vig o ro sam en te so stien en y am p aran
esta tesis m e p a re c e el hecho d e q u e el regionalism o no sea en
ninguna p a rte tan sin c e ra y p ro fundam ente sentido com o en el
Sur y, m ás p rec isam e n te , en los d e p artam en to s del Cuzco,
A requipa, Puno y A purím ac. Estos d e p a rtam e n to s constituyen la
m ás definida y org án ica d e n u estras reg io n e s. Entre estos
d e p artam en to s el intercam bio y la vinculación m antienen viva una
vieja unidad: la h e re d a d a d e los tiem pos d e la civilización inkaica.
En el sur, la "región" re p o s a sólidam ente en la p ie d ra histórica.
Los A ndes son sus bastiones.
El sur es fundam entalm ente serran o . En el sur, la costa se
estrech a. Es una exigua y angosta faja d e tierra, en la cual el Perú
costeño y m estizo no ha p o d id o a sen ta rse fuertem ente. Los A ndes
avanzan hacia el m ar convirtiendo la costa en una e stre ch a
cornisa. Por consiguiente, las ciu d a d e s no se han form ado en la
costa sino en la sierra. En la costa d el sur no hay sino p u e rto s y
caletas. El sur ha p o d id o co n serv a rse serrano, si no indígena, a
p e s a r d e la conquista, d el v irreinato y d e la rep ú b lica.
Hacia el norte, la costa se ensancha. D eviene, económ ica y
dem ográficam ente, dom inante. Trujillo, Chiclayo, Piura son
c iu d ad es d e espíritu y tonalidad esp añ o les. El tráfico e n tre estas
c iu d ad es y Lima es fácil y frecuente. Pero lo q u e m ás las aproxim a
a la capital es la id en tid a d d e tradición y d e sentim iento.
En un m apa del Perú, m ejor q u e en cu alq u ier confusa o ab stracta
teoría, se e n c u en tra así ex p licado el regionalism o p eruano.
El rég im en centralista divide el territorio nacional en
dep artam en to s; p e ro a c ep ta o em plea, a v e c es, una división m ás
gen eral; la q u e a g ru p a los d e p artam en to s en tre s grupos: N orte,
C entro y Sur. La C o nfederación Perú-Boliviana d e Santa Cruz
seccionó el P erú en dos m itades. No es, en el fondo, m ás
arb itra ria y artificial q u e e sa d em arcació n la d e la rep ú b lica
centralista. Bajo la etiq u eta d e N orte, Sur y C entro se re ú n e
d e p artam en to s o provincias q u e no tien en e n tre sí ningún
contacto. El térm ino "región" a p a re c e aplicado d em asiad o
co n v en cio n alm en te.
Ni el E stado ni los p artid o s han p o d id o nunca, sin em b arg o ,
definir d e otro m odo las reg io n e s p eru an as. El p artid o d em ócrata,
a cuyo federalism o teórico ya m e he referido, aplicó su principio
fed eralista en su ré g im e n interior, colocando el com ité central
so b re tre s com ités reg io n ales, el del norte, el d el centro y el del
sur (Del federalism o d e e ste partid o se p o d ría d e c ir q u e fue un
federalism o d e uso interno). Y la reform a constitucional d e 1919,
al instituir los c o n g reso s reg io n ales, sancionó la m ism a división.
Pero e sta d em arcació n com o la d e los dep artam en to s,
c o rre sp o n d e característica y exclusivam ente a un criterio
centralista. Es una opinión o una tesis centralista. Los regionalistas
no p u e d e n a d o p tarla sin que su regionalism o a p a re z ca ap oyado
en p rem isas y conceptos p e c u liare s d e la m entalidad
m etropolitana. Todas las tentativas d e descentralización han
adolecido, p rec isam e n te , d e e ste vicio original.

IV. DESCENTRALIZACION CENTRALISTA

Las form as d e descentralización e n say ad as en la historia d e la


rep ú b lica han ad o lecid o d el vicio original d e re p re s e n ta r una
concepción y un d iseño absolutam ente centralistas. Los p artid o s y
los caudillos han ad o p tad o varias v e c es, p o r oportunism o, la tesis
d e la descentralización. Pero, cuando han intentado aplicarla, no
han sab id o ni han p o d id o m overse fuera d e la p rác tic a centralista.
Esta gravitación centralista se explica p erfectam en te. Las
asp iracio n es reg io n alistas no constituían un p ro g ra m a concreto,
no p ro p o n ían un m étodo definitivo d e descentralización o
autonom ía, a co n secu en cia d e traducir, en vez d e una
reivindicación pop u lar, un sentim iento feudalista. Los g am onales
no se p re o c u p a b a n sino d e a c re c e n ta r su p o d e r feudal. El
regionalism o e ra incapaz d e e la b o ra r una fórm ula p ro p ia. No
a c erta b a , e n el m ejor d e los casos, a otra cosa q u e a b a lb u c e a r la
p a la b ra federación. Por consiguiente, la fórm ula d e
descentralización resu lta b a un pro d u cto típico d e la capital.
La capital no ha d efen d id o nunca con m ucho ardim iento ni con
m ucha elocuencia, en el te rre n o teórico, el ré g im e n centralista;
p e ro , en el cam po práctico, ha sab id o y ha p o d id o co n serv ar
intactos sus privilegios. T eóricam ente no ha tenido d em asiad a
dificultad p a ra h a c e r algunas concesiones a la id e a d e la
descentralización adm inistrativa. Pero las soluciones b u sc ad a s a
e ste p ro b le m a han estad o v aciad as sie m p re e n los m oldes del
criterio y del in terés centralistas.
Com o el p rim e r ensayo efectivo d e descentralización se clasifica
el ex p erim en to d e los concejos d e p a rtam e n ta les instituidos p o r la
ley d e m unicipalidades d e 1873 (El ex p erim en to fed eralista d e
Santa Cruz, d em asiad o b rev e , q u e d a fuera d e e ste estudio, m ás
q u e p o r su fugacidad, p o r su c a rá c te r d e concepción
supranacional im puesta p o r un estad ista cuyo id eal era,
fundam entalm ente, la unión del P erú y Bolivia).
Los concejos d e p a rtam e n ta les d e 1873 a cu sab an no sólo en su
factura sino en su inspiración, su espíritu centralista. El m odelo d e
la nueva institución h a b ía sido b u scad o en Francia, esto es en la
nación del centralism o a ultranza.
N uestros leg isla d o res p re te n d ie ro n a d a p ta r al Perú, com o
reform a descen tralizad o ra, un sistem a d el estatuto d e la T ercera
R epública, q u e nacía tan m anifiestam ente a fe rra d a a los
principios centralistas d el C onsulado y d el Im perio.
La reform a d el 73 a p a re c e com o un d iseño típico d e
descentralización centralista. No significó una satisfacción a
p rec isas reiv indicaciones d el sentim iento regional. Antes bien,
los concejos d e p a rtam e n ta les co n trariab an o d esah u c iab a n todo
regionalism o orgánico, p u esto q u e refo rzab an la artificial división
política d e la re p ú b lic a en d e p a rtam e n to s o sea en
circunscripciones m antenidas en vista d e las n e c e sid a d e s del
rég im en centralista.
En su estudio s o b re el ré g im e n local, C arlos C oncha p re te n d e
q u e "la organización d a d a a estos cu erp o s, calcad a so b re la ley
francesa d e 1871, no re sp o n d ía a la cultura política d e la época"
(6). Este es un juicio esp ecíficam en te civilista s o b re una reform a
civilista tam bién. Los concejos d e p a rtam e n ta les fracasaron p o r la
sim ple razón d e q u e no co rre sp o n d ía n ab so lu tam en te a la
re a lid a d histórica del Perú. E staban d estin ad o s a transferir al
gam onalism o reg io n al una p a rte d e las ob lig acio n es d el p o d e r
central, la en señ an za prim aria y secu n d aria, la adm inistración d e
justicia, el servicio d e g e n d a rm e ría y g u a rd ia civil. Y el
gam onalism o reg io n al no tenía en v e rd a d m ucho in terés en
asum ir to d as sus obligaciones, a p a rte d e no te n e r ninguna aptitud
p a ra cum plirlas. El funcionam iento y el m ecanism o d el sistem a
e ra n adem ás, d em asiad o com plicados. Los concejos constituían
una e s p e c ie d e p e q u e ñ o s p arlam en to s e le g id o s p o r los colegios
e lecto rales d e c a d a d e p a rtam e n to e in te g rad o s d e las
m unicipalidades provinciales. Los g ra n d e s caciq u es vieron
naturalm ente e n estos parlam en to s una m áquina m uy em brollada.
Su in te ré s rec lam a b a una cosa m ás sencilla e n su com posición y
en su m anejo. ¿Q ué p o d ía im portarles, d e otro lado, la instrucción
pública? Estas p reo c u p a c io n e s fastidiosas e sta b a n b u en as p a ra el
p o d e r central. Los concejos d e p a rtam e n ta les no d e sca n sa b a n ,
p o r tanto, ni en el p u eb lo , extraño al ju eg o político, so b re todo en
las m asas cam pesinas, ni en los señ o re s feudales y en sus
clientelas. La institución resu lta b a com pletam ente artificial.
La g u e rra del 79 d ecid ió la liquidación d el ex perim ento. P ero los
concejos d e p a rtam e n ta les e sta b a n ya fracasados. Prácticam ente
se h a b ía y a co m p ro b ad o en sus cortos años d e vida, q u e no
p o d ían ab so lv er su misión. C uando p a s a d a la g u e rra , se sintió la
n e c e sid a d d e reo rg a n iz a r la adm inistración no se volvió los ojos a
la ley d el 73.
La ley d el 86, q u e creó las juntas d e p a rtam e n ta les, co rresp o n d ió
sin e m b a rg o , a la m ism a orientación. La diferen cia e sta b a en que
esta vez el cen-tralism o form alm ente se p re o c u p a b a m ucho
m enos d e una descentralización d e fachada. Las juntas
funcionaron hasta el 93 bajo la p re sid e n c ia d e los prefectos. En
g e n e ra l, e sta b a n su b o rd in a d a s totalm ente a la a u to rid ad del
p o d e r central.
Lo que rea lm e n te se p ro p o n ía e sta ap a rien c ia de
descentralización no e ra el establecim iento d e un rég im en
g rad u al d e autonom ía adm inistrativa d e los d ep artam en to s. El
E stado no c re a b a las juntas p a ra a te n d e r asp iracio n es reg io n ales.
De lo q u e se tra ta b a e ra d e re d u c ir o suprim ir la resp o n sa b ilid ad
del p o d e r central en el re p a rto d e los fondos d isp o n ib les p a ra la
instrucción y la vialidad. Toda la adm inistración continuaba
ríg id am en te centralizada. A los d e p a rtam e n to s no se les
reco n o cía m ás in d e p e n d e n c ia adm inistrativa q u e la q u e se p o d ría
llam ar la autonom ía d e su p o b reza. C ada d e p a rtam e n to d e b ía
conform arse, sin fastidio p a ra el p o d e r central, con las escu elas
q u e le consintiese so ste n e r y los cam inos q u e lo autorizase a ab rir
o re p a ra r el p ro d u cto d e algunos arbitrios. Las juntas
d e p a rtam e n ta les no tenían m ás objeto que la división po r
d e p a rtam e n to s d el p resu p u e sto d e instrucción y d e o b ras
públicas.
La p ru e b a d e q u e esta fue la v e rd a d e ra significación d e las juntas
d e p a rtam e n ta les nos la p ro p o rcio n a el p ro c e so d e su decaim iento
y abolición. A m ed id a q u e la h a c ie n d a p ú b lica convaleció d e las
co n secuencias d e la g u e rra d el 79, el p o d e r central com enzó a
reasu m ir las funciones e n c a rg a d a s a las juntas d ep artam en tales.
El g o b iern o tom ó ín teg ram en te en sus m anos la instrucción
pública. La au to rid ad d el p o d e r central creció en p ro p o rció n al
d esarro llo d el p resu p u e sto g e n e ra l d e la rep ú b lica. Las en tra d as
d e p a rtam e n ta les e m p ezaro n a re p re s e n ta r m uy p o c a cosa al lado
d e las en tra d as fiscales. Y, com o resu ltad o d e e ste deseq u ilib rio ,
se fortaleció el centralism o. Las juntas d ep artam en tales,
ree m p la z a d as p o r el p o d e r central en las funciones que
p re c a ria m e n te les h ab ían sido confiadas, se atrofiaron
p ro g resiv am en te. C uando ya no les q u e d a b a sino una q u e otra
atribución secu n d aria d e revisión d e los actos d e los m unicipios y
una q u e otra función bu ro crática e n la adm inistración
dep artam en tal, se p ro d u jo su supresión.
La reform a constitucional del 19 no p u d o a b s te n e rs e d e d a r una
satisfacción, form al al m enos, al sentim iento regionalista. La m ás
tra sc e n d e n te d e sus m ed id as d escen tralizad o ras -la autonom ía
m unicipal- no ha sido hasta ah o ra aplicada. Se ha in co rp o rad o en
la C onstitución d el E stado el principio d e la autonom ía m unicipal.
Pero en el m ecanism o y e n la estru ctu ra d el ré g im e n local no se
ha tocado nada. Por el contrario, se ha re tro g ra d a d o . El g o b iern o
n o m b ra las m unicipalidades.
En cam bio se ha q u erid o ex p erim en tar, sin dem ora, el sistem a d e
los c o n g reso s reg io n ales. Estos p arlam en to s d el norte, el centro y
el sur, son una e s p e c ie d e hijuelas d el parlam ento nacional. Se
in cu b an en el m ism o p e río d o y en la m ism a atm ósfera
eleccionaria. N acen d e la m ism a m atriz y en la m ism a fecha.
T ienen una m isión d e legislación su b sid iaria y adjetiva. Sus
p ro p io s autores están ya se g u ra m en te convencidos d e q u e no
sirven d e nada. Seis años d e e x p e rien c ia b a sta n p a ra juzgarlos,
en últim a instancia, com o una p a ro d ia a b su rd a de
descentralización.
No hacía falta, en rea lid a d , esta p ru e b a p a ra s a b e r a q u é a te n e rse
re sp e c to a su eficacia. La d escentralización a que a sp ira el
regionalism o no es legislativa sino adm inistrativa. No se co ncibe
la existencia d e una dieta o parlam en to reg io n al sin un
c o rre sp o n d ie n te órgano ejecutivo. M ultiplicar las leg islatu ras no
es descentralizar.
Los co n g reso s reg io n a le s no han ven id o siq u iera a
d e sco n g e stio n a r el c o n g re so nacional. En las dos cám aras se
sigue d e b a tie n d o m enudos tem as locales.
El p ro b lem a, en sum a, ha q u e d a d o ín teg ram en te en pie.

V. EL NUEVO REGIONALISMO

He exam inado la teo ría y la p ráctica d el viejo regionalism o. Me


toca form ular mis puntos d e vista s o b re la descentralización y
c o n cretar los térm inos e n que, a mi juicio, se plantea, p a ra la
nueva g en eració n , e ste p roblem a.
La p rim e ra cosa q u e conviene e sc la re c e r es la so lid arid ad o el
com prom iso a q u e g rad u alm en te han lleg ad o el gam onalism o
reg io n al y el ré g im e n centralista. El gam onalism o p u d o
m anifestarse m ás o m enos fed eralista y anticentralista, m ientras
se e la b o ra b a o m ad u ra b a e sta solidaridad. Pero, d e s d e q u e se ha
convertido en el m ejor instrum ento, en el m ás eficaz a g e n te del
rég im en centralista, ha ren u n ciad o a to d a reivindicación
d e s a g ra d a b le a sus aliados d e la capital.
C a b e d e c la ra r liq u id ad a la antigua oposición e n tre centralistas y
fed eralistas d e la clase dom inante, oposición que, com o he
rem a rc a d o en el curso d e mi estudio, no asum ió nunca un cará c te r
dram ático. El antagonism o teórico se ha resu elto en un
entendim iento práctico. Sólo los gam onales en disfavor ante el
p o d e r central se m uestran p ro p en so s a una actitud regionalista
que, p o r supuesto, están resu elto s a a b a n d o n a r ap e n as m ejore su
fortuna política.
No existe ya, en p rim e r plano, un p ro b le m a d e form a d e
g o b iern o . Vivimos en una é p o c a en que la econom ía dom ina y
a b s o rb e a la política d e un m odo d em asiad o evidente. En todos
los p u e b lo s d el m undo, no se discute y rev isa ya sim plem ente el
m ecanism o d e la adm inistración sino, capitalm ente, las b a ses
económ icas d el Estado.
En la sie rra su b sisten con m ucho m ás arra ig o y m ucha m ás fuerza
que en el resto d e la rep ú b lica, los resid u o s d e la feudalidad
española. La n e c e sid a d m ás angustiosa y p e re n to ria d e nuestro
p ro g re so es la liquidación d e e sa feu d alid ad q u e constituye una
supervivencia d e la Colonia. La red en ció n , la salvación del indio,
he ahí el p ro g ra m a y la m eta d e la renovación p eru an a. Los
h o m b re s nuevos q u ie re n que el P erú re p o s e s o b re sus naturales
cim ientos biológicos. Sienten el d e b e r d e c re a r un o rd e n m ás
peru an o , m ás autóctono. Y los en em ig o s históricos y lógicos d e
e ste p ro g ra m a son los h e re d e ro s d e la C onquista, los
d e sc e n d ie n te s d e la Colonia. Vale d e c ir los gam onales. A este
re sp e c to no hay equívoco posible.
Por consiguiente, se im pone el re p u d io absoluto, el desahucio
rad ical d e un regionalism o q u e rec o n o c e su o rig e n en
sentim ientos e in te re se s feudales y que, p o r tanto, se p ro p o n e
com o fin esen cial un acrecen tam ien to d el p o d e r del
gam onalism o.
El Perú tien e q u e o p tar p o r el gam onal o p o r el indio. Este es su
dilem a. No existe un te rc e r cam ino. P lanteado e ste dilem a, todas
las cuestiones d e arq u itectu ra d el ré g im e n p a san a seg u n d o
térm ino. Lo que les im porta p rim o rd ialm en te a los h o m b re s
nuevos es q u e el Perú se pro n u n cie contra el gam onal, p o r el
indio.
Com o una co n secu en cia d e las id ea s y d e los hechos q u e nos
colocan cad a día con m ás fuerza ante e ste in evitable dilem a, el
regionalism o em pieza a d istinguirse y a s e p a ra rs e en dos
ten d e n c ia s d e im pulso y direcció n totalm ente diversos. M ejor
dicho, com ienza a b o sq u e ja rse un nuevo regionalism o. Este
regionalism o no es una m era p ro te sta contra el rég im en
centralista. Es una e x p re sió n d e la conciencia se rra n a y del
sentim iento andino. Los nuevos reg io n alistas son, ante todo,
indigenistas. No se les p u e d e confundir con los anticentralistas d e
viejo tipo. V alcárcel p e rc ib e intactas, bajo el e n d e b le estrato
colonial, las raíces d e la so c ie d a d inkaica. Su o b ra, m ás que
regional, es cuzqueña, es andina, es quechua. Se alim enta de
sentim iento in d íg e n a y d e tradición autóctona.
El p ro b le m a prim ario, p a ra estos regionalistas, es el p ro b le m a
del indio y d e la tierra. Y en esto su pen sam ien to coincide del
todo con el pen sam ien to d e los h o m b re s nuevos d e la capital. No
p u e d e h a b la rse, en n u e stra ép o ca, d e contraste e n tre la capital y
las re g io n e s sino d e conflicto e n tre dos m entalidades, e n tre dos
idearios, uno que declina, otro q u e d e scie n d e, am bos difundidos
y re p re s e n ta d o s así en la sie rra com o en la costa, así en la
provincia com o en la u rb e.
Q uienes, e n tre los jó venes, se o b stinen en h a b la r el mismo
len g u aje v a -g am en te fed eralista d e los viejos, equivocan el
cam ino. A la nueva g e n e ra c ió n le toca construir, so b re un sólido
cim iento d e justicia social, la u n id ad p eru an a.
Suscritos estos principios, adm itidos estos fines, to d a p o sib le
d isc re p an c ia sustancial e m a n a d a d e egoísm os regionalistas o
centralistas, q u e d a d e sc a rta d a y excluida. La co n d en ació n del
centralism o se une a la co n d en ació n d el gam onalism o. Y estas dos
co n d en acio n es se ap oyan en una m ism a e sp era n z a y un m ism o
ideal.
La autonom ía m unicipal, el self government, la d escentralización
adm inistrativa, no p u e d e n se r re g a te a d o s ni discutidos en sí
m ism os. Pero, d e s d e los puntos d e vista d e una in teg ral y radical
renovación, tien en q u e se r co n sid erad o s y a p re c ia d o s e n sus
relacio n es con el p ro b le m a social.
N inguna reform a q u e ro b u stezca al gam onal contra el indio, po r
m ucho q u e p a re z c a com o una satisfacción del sentim iento
regionalista, p u e d e se r estim ada com o una reform a b u e n a y justa.
Por encim a d e cu alq u ier triunfo form al d e la d escentralización y la
autonom ía, están las reiv indicaciones sustanciales d e la causa del
indio, inscritas en p rim e r térm ino en el p ro g ra m a revolucionario
d e la van g u ard ia.

VI. EL PROBLEMA DEL CAPITAL

El anticentralism o d e los regionalistas se ha trad u cid o m uchas


v e c e s en antilim eñism o. Pero no ha salido, a e ste re sp e c to com o a
otros, d e la p ro te sta declam atoria. No ha intentado se ria y
razo n ad am en te el p ro c e so a la capital, a p e s a r d e q u e le h ab rían
so b ra d o m otivos p a ra instaurarlo y docum entarlo.
Esta era, sin duda, una ta re a su p e rio r a los fines y a los m óviles
del regionalism o gam onalista. El nuevo regionalism o p u e d e y
d e b e asum irla. M ientras en tra en esta fase positiva d e su misión,
m e p a re c e útil com pletar mi tentativa d e esclarecim iento d el viejo
tópico "regionalism o y centralism o", p lan tean d o el p ro b le m a d e
la capital. ¿Hasta q u é punto el privilegio d e Lima a p a re c e
ratificado p o r la historia y la g e o g rafía nacionales? He aquí una
cuestión q u e conviene dilucidar. La h e g em o n ía lim eña re p o sa a
mi juicio e n un te rre n o m enos sólido d el que, p o r m era inercia
m ental, se supone. C o rre sp o n d e a una ép o ca, a un p e río d o del
d esarro llo histórico nacional. Se ap o y a e n razones su scep tib les
d e envejecim iento y caducidad.

El esp ectácu lo d el d esarro llo d e Lima en los últim os años, m ueve


a n u e stra im presionista g e n te lim eña a prev isio n es d e d eliran te
optim ism o so b re el futuro cercan o d e la capital. Los barrio s
nuevos, las avenidas d e asfalto, re c o rrid a s e n autom óvil, a sesen ta
u ochenta kilóm etros, p e rs u a d e n fácilm ente a un lim eño -bajo su
ep id érm ico y risueño escepticism o, el lim eño es m ucho m enos
incrédulo d e lo q u e p a re c e -, d e que Lima sig u e a p risa el cam ino
d e Buenos A ires o Río d e Janeiro.
Estas prev isio n es p a rte n to d as d e la im presión física del
crecim iento del á re a u rb an a. Se m ira sólo la m ultiplicación d e los
nuevos se cto res u rbanos. Se constata que, se g ú n su m ovim iento
d e urbanización, Lima q u e d a rá pronto unida con M iraflores y la
M agdalena. Las "urbanizaciones", en v e rd a d trazan ya, e n el
p a p e l, la superficie d e una u rb e d e al m enos un millón d e
habitantes.
Pero en sí mism o el m ovim iento d e urbanización no p ru e b a nada.
La falta d e un censo re c ie n te no nos p erm ite c o n o cer con
exactitud el crecim iento dem ográfico d e Lima d e 1920 a hoy. El
censo d e 1920 fijaba en 228,740 el núm ero d e h ab itan tes d e Lima
(7). Se ig n o ra la p ro p o rc ió n d el aum ento d e los últim os años. Mas
los datos d isp o n ib les indican q u e ni el aum ento p o r n atalid ad ni el
aum ento p o r inm igración han sido excesivos. Y, p o r tanto, resu lta
d em asiad o e v id en te q u e el crecim iento d e la superficie d e Lima
su p e ra e x o rb itan tem en te al crecim iento d e la población. Los dos
p ro ceso s, los dos térm inos no coinciden. El p ro ce so d e
urbanización avanza p o r su p ro p ia cuenta.
El optim ism o lim eño re sp e c to al p o rv en ir próxim o d e la capital se
alim enta, en g ran p arte, d e la confianza d e q u e ésta continuará
usufructuando larg a m e n te las ventajas d e un rég im en centralista
que le a se g u ra sus privilegios d e s e d e del p o d e r, d el p lacer, d e
la m oda, etc. Pero el d esarro llo d e una u rb e no es una cuestión d e
privilegios políticos y adm inistrativos. Es, m ás bien, una cuestión
de privilegios económ icos.
En consecuencia, lo q u e hay q u e in vestigar es si el
desenvolvim iento orgánico d e la econom ía p e ru a n a garantiza a
Lima la función n e c esa ria p a ra q u e su futuro se a el que se p re d ic e
o, m ejor dicho, se augura.
Exam inem os ráp id a m e n te las ley es d e la biología d e las u rb e s y
veam os hasta q u é punto se p re se n ta n favorables a Lima.
Los factores e sen c iale s d e la u rb e son tres: el factor natural o
geográfico, el factor económ ico y el factor político. De estos tres
factores el único q u e e n el caso d e Lima co n serv a ín te g ra su
po ten cia es el te rc e ro .
Lucien Rom ier e scrib e, estudiando el d esarro llo d e las c iu d ad es
francesas, lo siguiente: "En tanto q u e las ciu d a d e s secu n d arias
g o b iern a n los cam bios locales, la form ación d e las g ra n d e s
c iu d a d e s supone conexiones y co rrien tes d e valor nacional o
internacional: su fortuna d e p e n d e d e una r e d d e activ id ad es m ás
vastas. Su destino d e sb o rd a , p u es, los cu adros adm inistrativos y a
v e c e s las fronteras; sig u e los m ovim ientos g e n e ra le s d e la
circulación" (8).
Y bien, en el P erú estas conexiones y co rrien tes d e valor nacional
e internacional no se co n cen tran en la capital. Lima no es,
g eo gráficam ente, el centro d e la econom ía p e ru a n a . No es, so b re
todo, la d e se m b o c a d u ra d e sus co rrien tes com erciales.
En un artículo s o b re "la capital d el esprit", pu b licad o en una
revista italiana, C ésar Falcón h ace in telig en tes o b serv acio n es
so b re e ste tópico. C onstata Falcón q u e las razones d el estu p e n d o
crecim iento d e Buenos A ires son, fundam entalm ente, razones
económ icas y geográficas. Buenos A ires es el p u e rto y el m ercad o
d e la agricultura y la g a n a d e ría argentinas. Todas las g ra n d e s vías
d e com ercio argentino d e se m b o c a n ahí (9). Lima, en cam bio, no
p u e d e s e r sino una d e las d e se m b o c a d u ra s d e los pro d u cto s
p eru an o s. Por diferen tes p u erto s d e la la rg a costa p e ru a n a tienen
que salir los p ro d u cto s d el norte y del sur.
Todo esto es d e una evid en cia in contestable. El C allao se
m antiene y se m an ten d rá p o r m ucho tiem po e n el p rim e r p u esto
d e la estadística a d u an era. Pero el aum ento d e la explotación del
territorio y sus rec u rso s no se reflejará, sin d uda, en pro v ech o
p rincipal d el C allao. D eterm inará el crecim iento d e varios otros
p u erto s del litoral. El caso d e Talara es un ejem plo. En pocos
años. Talara se ha convertido, p o r el volum en d e sus
ex p o rtacio n es e im portaciones, en el seg u n d o p u e rto d e la
R epública (10). Los beneficios d irecto s d e la industria p e tro le ra
e sc a p a n com pletam ente a la capital. Esta industria e x p o rta e
im porta sin em p le ar absolutam ente, com o in term ediario, a la
capital ni a su pu erto . O tras industrias q u e nazcan en la sie rra o en
la costa te n d rá n el m ism o destino y las m ism as consecuencias.
Al ec h ar una o jea d a al m apa d e cu alq u iera d e las naciones cuya
capital es una g ran u rb e d e im portancia internacional, se
o b serv ará, e n p rim e r térm ino, que la capital es sie m p re el nudo
céntrico d e la r e d d e ferro carriles y cam inos d el país. El punto de
en cu en tro y d e conexión d e to d as sus g ra n d e s vías.
Una g ran capital se caracteriza, en nu estro tiem po, bajo e ste
aspecto, com o una g ran central ferroviaria. En el m apa ferroviario
e stá m arcada, m ás netam en te q u e e n ninguna otra carta, su
función d e e je y d e centro.
Es e v id en te q u e el privilegio político d eterm ina, e n p arte, esta
organización d e la r e d ferroviaria d e un país. Pero el factor
prim ario d e la co ncentración no d e ja d e ser, p o r esto, el favor
económ ico. Todos los núcleos d e p ro d u cció n tie n d e n esp o n tá n e a
y ló gicam ente a com unicarse con la capital, m áxim a estación,
su p rem o m ercado. Y el factor económ ico coincide con el factor
geográfico. La capital no es un p ro d u cto d el azar. Se ha form ado
en virtud d e una se rie d e circunstancias q u e han favorecido su
h egem onía. Mas ninguna d e estas circunstancias se h a b ría d a d o si
geog ráficam en te el lugar no h u b ie se a p a re c id o m ás o m enos
d esig n a d o p a ra e ste destino.
El hecho político no basta. Se d ice que, sin el P apado, Roma
h a b ría m uerto en la E dad M edia. P u ed e s e r q u e se d ig a una cosa
m uy exacta. No vale la p e n a discutir la hipótesis. Pero, d e todos
m odos, no es m enos exacto que Roma d e b ió a su historia y a su
función d e capital d el m ayor im perio del m undo, el honor y el
favor d e h o sp e d a r al Papado. Y la historia d e la Terza Roma,
p rec isam e n te , nos e n se ñ a la insuficiencia d el privilegio político.
No ob stan te la fuerza d e gravitación del V aticano y el Quirinal, d e
la s e d e d e la Iglesia y la s e d e del Estado, Roma no ha po d id o
p ro sp e ra r con la m ism a v e lo c id ad que Milán (El optim ism o del
Risorgimento s o b re el p o rv en ir d e Roma tuvo, p o r el contrario, el
fracaso d e q u e nos h a b la la novela d e Emilio Zola. Las e m p re sas
u rb an izad o ras y constructoras q u e se en tre g aro n , con g ran
im pulso, a la edificación d e un b a rrio m onum ental, se arruinaron
en e ste em peño. Su esfuerzo e ra prem aturo). El desarro llo
económ ico d e la Italia sep tentrional ha a seg u ra d o la
p re p o n d e ra n c ia d e Milán, q u e d e b e su crecim iento, e n form a
d em asiad o ostensible, a su rol en el sistem a d e circulación d e esta
Italia industrial y com erciante.
La form ación d e toda g ran capital m o d ern a ha tenido un p ro ce so
com plejo y natural con hondas raíces e n la tradición. La g é n e sis
d e Lima, en cam bio, ha sido un poco arbitraria. F undada p o r un
conquistador, p o r un extranjero, Lima a p a re c e e n su o rig e n com o
la tien d a d e un capitán v en id o d e lejanas tierras. Lima no g a n a su
título d e capital, en lucha y en concu rren cia con otras ciudades.
C riatura d e un siglo aristocrático, Lima n ace con un título d e
nobleza. Se llam a, d e s d e su bautism o. C iudad d e los Reyes. Es la
hija d e la C onquista. No la c re a el ab o rig en , el regnícola; la c re a
el colonizador, o m ejor el conquistador. Luego, el V irreinato la
co n sag ra com o la s e d e d el p o d e r esp añ o l en Sudam érica. Y,
finalm ente, la revolución d e la in d e p e n d e n c ia -m ovim iento d e la
po b lació n criolla y española, no d e la po b lació n in d íg en a- la
p ro clam a capital d e la R epública. V iene un hecho q u e am enaza,
tem poralm ente, su hegem onía: la C o nfederación Perú-Boliviana.
Pero e ste E stado -que, re sta b le c ie n d o el dom inio d el A nde y d e la
Sierra, tien e algo d e instintivo, d e su b co n scien te ensayo d e
restau ració n d el Tawantinsuyo-, b u sca su e je d em asiad o al Sur. Y,
e n tre otras razones, acaso p o r ésta, se desplom a. Lima, a rm ad a d e
su p o d e r político, refren d a, d e sp u és, sus fueros d e capital.
No es sólo la riq u eza m ineral d e Junín la que, e n esta etapa,
inspira la o b ra del F errocarril C entral. Es, m ás b ien o so b re todo,
el in terés d e Lima. El Perú, hijo d e la C onquista, n e c esita partir
del solar del conquistador, d e la se d e del V irreinato y la
R epública, p a ra cum plir la e m p re sa d e e sca lar los A ndes. Y, m ás
tard e , cuando salvados los A ndes p o r el ferrocarril se q u iere
lle g a r a la m ontaña, se sueña igualm ente con una vía q u e una
Iquitos con Lima. El p re sid e n te del 95, -que e n su d eclaració n d e
principios h a b ía incluido p ocos años antes una profesión d e fe
federalista-, p e n só sin d u d a en Lima, m ás q u e e n el O riente, al
c o n c e d e r su favor a la ruta d el Pichis. Esto es, se portó, en ésta
com o en otras cosas, con típico sentim iento centralista.
Lima d e b e hasta hoy al F errocarril C entral una d e las m ayores
fuentes d e su p o d e r económ ico. Los m inerales del d ep artam en to
d e Junín, que, d e b id o a e ste ferrocarril, se e x p o rta n p o r el Callao,
constituían hasta h ace poco n u e stra p rincipal ex p o rtación m inera.
A hora el p e tró leo del norte la su p era. Pero esto no indica
absolutam ente un decrecim ien to d e la m inería d el centro. Y, po r
la vía central, b a ja n ad em ás los p ro d u cto s d e Huánuco, d e
A yacucho, d e H uancavelica y d e la m ontaña d e C hancham ayo. El
m ovim iento económ ico d e la capital se alim enta, en g ran p arte,
d e esta vía d e pen etració n . El ferrocarril al P achitea y el
ferrocarril a A yacucho y el Cuzco y, e n g e n e ra l, todo el d iseño d e
p ro g ra m a ferroviario d el Estado, tie n d e n a convertirla e n un g ran
tronco d e nuestro sistem a d e circulación.
Pero el p o rv en ir d e esta vía se p re s e n ta asaz am enazado. El
F errocarril C entral, com o es sabido, e scala los A ndes en uno d e
sus puntos m ás abruptos. El costo d e su funcionam iento resulta
m uy alto. Los fletes son caros. Por tanto, el ferrocarril que hay el
p ro y ecto d e construir d e Huacho a O yón está d estin ad o a
convertirse, hasta cierto punto, e n un rival d e esta línea. Por esa
nueva vía, q u e transform aría a Huacho en un p u erto d e p rim e r
o rd en , sald ría al m ar una p a rte co n sid e rab le d e la p ro d u cció n del
centro.
En todo caso, una vía d e pen etració n , ni aun siendo la principal,
b asta p a ra a se g u ra r a Lima una función ab so lu tam en te dom inante
en el sistem a d e circulación del país.
A unque el centralism o subsista p o r m ucho tiem po, no se p o d rá
h a c e r d e Lima el centro d e la re d d e cam inos y ferro carriles. El
territorio, la naturaleza, o p o n en su veto. La explotación d e los
rec u rso s d e la sie rra y la m ontaña reclam a vías d e pen etració n , o
sea vías q u e d arán, a lo larg o d e la costa, d iv ersas
d e se m b o c a d u ra s a n u estro s p roductos. En la costa, el tran sp o rte
m arítim o no d e ja rá sentir d e inm ediato ninguna n e c e sid a d d e
g ra n d e s vías longitudinales. Las vías longitudinales serán
interandinas. Y una ciu d ad costeña com o Lima, no p o d rá s e r la
estación central d e esta co m plicada re d que, n ecesariam en te,
b u sc ará las salidas m ás b a ra tas y fáciles.
it it it

La industria es uno d e los factores prim arios d e la form ación d e


las u rb e s m odernas. Londres, N ueva York, Berlín, París, d e b e n su
hipertrofia, en p rim e r lugar, a su industria. El industrialism o,
constituye un fenóm eno específico d e la civilización occidental.
Una g ran u rb e es fundam entalm ente un m ercad o y una usina. La
industria ha cre a d o , prim ero, la fuerza d e la b u rg u e sía y, luego, la
fuerza d el p ro letariad o . Y, com o m uchos econom istas ob serv an , la
industria en n u estro s tiem pos no sigue al consum o; lo p re c e d e y
lo d e sb o rd a . No le b asta satisfacer la n e c esid ad ; le p recisa, a
v e c es, crearla, d escu b rirla. El industrialism o a p a re c e
to d o p o d ero so . Y, au nque un poco fatigada d e m ecánica y d e
artificio, la hum anidad se d e c la ra a ratos m ás o m enos d isp u esta a
la vuelta a la naturaleza, n a d a au g u ra todavía la d e c a d e n c ia d e la
m áquina y d e la m anufactura. Rusia, la m etrópoli d e la n aciente
civilización socialista, tra b a ja febrilm ente p o r d e sa rro lla r su
industria. El sueño d e Lenin e ra la electrificación del país. En
sum a, así d o n d e d eclina una civilización com o d o n d e a lb o re a
otra, la industria m antiene intacta su pujanza. Ni la b u rg u esía ni el
p ro le taria d o p u e d e n co n c eb ir una civilización q u e no re p o s e en
la industria. Hay v o ces q u e p re d ic e n la d e c a d e n c ia d e la u rb e. No
hay ninguna q u e pro n o stiq u e la d e c a d e n c ia d e la industria.
S obre el p o d e r del industrialism o n a d ie d isc re p a. Si Lima
re u n ie se las condiciones n e c esa ria s p a ra d e v e n ir un g ran centro
industrial, no se ría p o sib le la m enor d u d a re sp e c to a su aptitud
p a ra transform arse e n una g ran u rb e. P ero o c u rre p rec isam e n te
q u e las p o sib ilid a d e s d e la industria en Lima son lim itadas. No
sólo p o rq u e, en g e n e ra l, son lim itadas e n el P erú -país q u e po r
m ucho tiem po todavía tien e q u e co n ten tarse con el rol d e
p ro d u cto r d e m aterias prim as- sino, d e otro lado, p o rq u e la
form ación d e los g ra n d e s núcleos industriales tien e tam b ién sus
leyes. Y estas ley es son, en la m itad d e los casos, las m ism as d e la
form ación d e las g ra n d e s u rb e s. La industria c re c e e n las
capitales, e n tre otras cosas, p o rq u e éstas son el cen tro del
sistem a d e circulación d e un país. La capital es la usina p o rq u e es,
adem ás, el m ercado. Una re d centralista d e cam inos y d e
ferro carriles es tan in d isp e n sab le a la co ncentración industrial
com o a la concentración com ercial. Y ya hem os visto e n los
an terio res artículos hasta q u é punto la geo g rafía física del Perú
resu lta anticentralista.
La otra causa d e gravitación industrial d e una ciu d ad es la
p roxim idad del lu g ar d e p ro d u cció n d e ciertas m aterias prim as.
Esta ley rig e , so b re todo, p a ra la industria p e sa d a , la sid eru rg ia.
Las g ra n d e s usinas m etalúrgicas su rg e n c e rc a d e las m inas
d estin ad as a a b a ste ce rla s. La ubicación d e los yacim ientos d e
ca rb ó n y d e h ierro d eterm in a e ste asp ecto d e la geo g rafía
económ ica d e O ccidente.
Y, en estos tiem pos d e electrificación d el m undo, una te rc e ra
causa d e gravitación industrial d e una localidad es la v e c in d a d d e
g ra n d e s fuentes d e e n e rg ía hidráulica. La "hulla blanca" p u e d e
o b ra r los m ism os m ilagros q u e la hulla n e g ra com o c re a d o ra d e
industrialism o y urbanism o.
No es n e c esa rio casi ningún esfuerzo d e in d agación p a ra d a rse
cuenta d e q u e ninguno d e estos factores favorece a Lima. El
territorio q u e la ro d e a es p o b re com o suelo industrial.
C onviene a d v ertir q u e las p o sib ilid a d e s industriales fundadas en
factores n aturales -m aterias prim as, riq u eza hidráulica- no
tendrían, p o r otro lado, valor c o n sid e rab le sino en un futuro
lejano. A causa d e las deficiencias d e su posición geográfica, d e
su capital hum ano y d e su ed u cació n técnica, al Perú le está
v e d a d o soñar en convertirse, a b re v e plazo, en un país
m anufacturero. Su función e n la econom ía m undial tien e q u e ser,
p o r larg o s años, la d e un e x p o rta d o r d e m aterias prim as, g é n e ro s
alim enticios, etc. En sentido contrario al surgim iento d e una
im portante industria fabril actúa, adem ás, p rese n tem e n te , su
condición d e p aís d e econom ía colonial, en fe u d a d a a los in te rese s
com erciales y financieros d e las g ra n d e s naciones industriales d e
O ccidente.
Hoy m ism o no se nota que el in cip ien te m ovim iento
m anufacturero d el Perú tien d a a c o n c en tra rse en Lima. La
industria textil, p o r ejem plo, c re c e d e sp arram a d a. Lima p o s e e la
m ayoría d e las fábricas; p e ro un alto p o rce n taje c o rre sp o n d e a las
provincias. Es p ro b a b le , adem ás, que la m anufactura d e tejidos
d e lana, com o d e s d e ahora se constata, e n c u en tre m ayores
p o sib ilid a d e s d e d esarro llo en las reg io n e s g a n a d era s, d o n d e al
m ism o tiem po, p o d rá d isp o n e r d e m ano d e o b ra in d íg e n a b arata,
d e b id o al m enor costo d e la vida.
La finanza, la banca, constituye otro d e los factores d e una g ran
u rb e m oderna. La re c ie n te e x p e rie n c ia d e V iena ha en señ a d o
últim am ente todo el valor d e e ste elem ento en la vid a d e una
capital. V iena, d e s p u é s d e la g u e rra , cayó e n una g ran m iseria, a
co n secu en cia d e la disolución del Im perio A ustro-H úngaro. Dejó
d e se r el centro d e un g ra n Estado p a ra re d u c irse a se r la capital
d e un E stado m inúsculo. La industria y el com ercio vien eses,
anem izados, d e san g ra d o s, en tra ro n en un p e río d o d e a g u d a
postración. Com o s e d e d e p la c e r y d e lujo, V iena sufrió
igualm ente una violenta d e p re sió n . Los turistas co n statab an su
agonía. Y bien, lo q u e en m edio d e esta crisis, defendió a V iena
d e una d e c a d e n c ia m ás definitiva, fue su situación d e m ercad o
financiero. La balcanización d e la E uropa central, q u e la
dam nificó tanto com ercial com o industrialm ente, la benefició, en
cam bio, financieram ente. Viena, p o r su posición en la geo g rafía
d e E uropa, a p a re c ía naturalm ente d e sig n a d a p a ra un rol
sustantivo com o centro d e la finanza internacional. Los b a n q u e ro s
internacionales fueron los proíiteurs d e la q u ie b ra d e la econom ía
austríaca. C a b a rets y cafés d e V iena, e n so m b re cid o s y
arruinados, se trasform aron en oficinas d e b a n c a y d e cam bio.
Este m ism o caso nos d ice q u e un g ra n m erc ad o financiero tiene
que ser, ante todo, un lugar e n q u e se cru cen m uchas vías de
tráfico internacional.
it it it

La capital política y la capital económ ica no coinciden siem pre.


He aludido ya al contraste e n tre Milán y Roma en la historia d e la
Italia d em ocrática-liberal. Los E stados Unidos han evitado e ste
p ro b le m a con una solución, q u e es acaso la m ás p ru d en te , p e ro
q u e p e rte n e c e típicam ente a la estru ctu ra co n fed eral d e e sa
rep ú b lica. W áshington, la capital política y adm inistrativa, es
ex trañ a a to d a oposición y concu rren cia e n tre N ueva York,
C hicago, San Francisco, etc.
La su e rte d e la capital está su b o rd in a d a a los g ra n d e s cam bios
políticos, com o e n se ñ a la historia d e E uropa y d e la m ism a
A m érica. Un o rd e n político no ha p o d id o afirm arse nunca en una
se d e hostil a su espíritu. La política eu ro p eizan te d e P ed ro el
G rande, d esp lazó d e M oscú a P etro g rad o la corte rusa. La
revolución b olchevique, p resin tie n d o tal vez su función en
O riente, se sintió m ás seg u ra, a p e s a r d e su id ea rio occidental, en
M oscú y el Kremlin.
En el Perú, el Cuzco, capital d el Im perio inkaico p e rd ió sus fueros
con la conquista e sp añ o la (11). Lima fue la capital d e la Colonia.
Fue tam b ién la C apital d e la In d ep e n d e n c ia , au nque los prim ero s
gritos d e lib e rta d p a rtiero n d e Tacna, del Cuzco, d e Trujillo. Es la
capital hoy, p e ro ¿será tam b ién la capital m añana? He aquí una
p re g u n ta q u e no es im p ertin en te cuando se ascie n d e a un plano
d e atrev id as y e scru tad o ra s p revisiones. La re sp u e sta d e p e n d e ,
p ro b a b le m e n te , d e que la prim acía en la transform ación social y
política del Perú to q u e a las m asas ru ra les in d íg en as o al
p ro le taria d o industrial costeño. El futuro d e Lima, en todo caso, es
in se p a ra b le d e la m isión d e Lima, vale d e c ir d e la voluntad d e
Lima.

REFERENCIAS

1. Declaración d e Principios del Partido Demócrata, Urna 1897, p.


14.

2. Carta d e Eugenio d'Ors con motivo del Centenario de la


Independencia de Bolivia. En Repertorio Americano.

3. Herriot, Créer, tomo 11, p. 191.

4. El valor de la montaña en la economía peruana -m e observa


Miguelina Acosta- no p u ed e ser m edido con los datos d e los últimos
años. Estos años corresponden a un período de crisis, vale decir a
un período de excepción. Las exportaciones de la montaña no
tienen h oy casi ninguna importancia en la estadística del comercio
peruano; pero la han tenido y m u y grande, hasta la guerra. La
situación actual d e Loreto es la de una región que ha sufrido un
cataclismo.
Esta observación es justa. Para apreciar la importancia económica
de Loreto es necesario no mirar sólo a su presente. La producción
de la montaña ha jugado hasta hace pocos años un rol importante
en nuestra economía. Ha habido una época en que la montaña
em pezó a adquirir el prestigio de un El Dorado. Fue la época en
que el caucho apareció como una ingente riqueza d e inmensurable
valor. Francisco García Calderón, en El Perú Contemporáneo,
escribía hace aproximadamente veinte años que el caucho era la
gran riqueza del porvenir. Todos compartieron esta ilusión.
Pero, en verdad, la fortuna del caucho dependía de circunstancias
pasajeras. Era una fortuna contingente, aleatoria. Si no lo
comprendimos oportunamente fue p o r esa facilidad con que nos
entregamos a un optimismo panglossiano cuando nos cansamos
demasiado de un escepticismo epidérmicamente frívolo. El caucho
no podía ser razonablemente equiparado a un recurso mineral, más
o m enos peculiar o exclusivo de nuestro territorio.
La crisis de Loreto no representa una crisis, m ás o m enos temporal,
de sus industrias. Miguelina Acosta sabe m u y bien que la vida
industrial de la montaña es demasiado incipiente. La fortuna del
caucho fue la fortuna ocasional de un recurso de la íloresta, cuya
explotación dependía, p o r otra parte, de la proxim idad de la zona -
no trabajada sino devastada- a las vías de transporte.
El pasado económico d e Loreto no nos demuestra, p o r consiguiente,
nada que invalide m i aserción en lo que tiene d e sustancial. Escribo
que económicamente la montaña carece aún de significación. Y,
claro, esta significación tengo que buscarla, ante todo, en el
presente. Adem ás tengo que quererla parangonable o proporcional
a la significación de la sierra y la costa. El juicio es relativo.
Al mismo concepto de comparación p u ed o acogerme en cuanto a la
significación sociológica de la montaña. En la sociedad peruana
distingo dos elementos fundamentales, dos fuerzas sustantivas. Esto
no quiere decir que no distinga nada más. Quiere decir solamente
que todo lo demás, cuya realidad no niego, es secundario.
Pero prefiero no contentarme con esta explicación. Quiero
considerar con la m ás amplia justicia las observaciones de
Miguelina Acosta. Una de éstas, la esencial, es que de la sociología
de la montaña se sabe m u y poco. El peruano de la costa, como el de
la sierra, ignora al de la montaña. En la montaña, o más
propiam ente hablando, en el antiguo departamento d e Loreto,
existen pueblos de costumbres y tradiciones propias, casi sin
parentesco con las costumbres y tradiciones de los pueblos de la
costa y la sierra. Loreto tiene indiscutible individualidad en nuestra
sociología y nuestra historia. Sus capas biológicas no son las
mismas. Su evolución social se ha cumplido diversamente.
A este respecto es im posible no declararse de acuerdo con la
doctora Acosta Cárdenas, a quien toca, sin duda, concurrir al
esclarecimiento de la realidad peruana con un estudio completo de
la sociología de Loreto. El debate sobre el tema del regionalismo no
p u ed e dejar d e considerar a Loreto como una región (Es necesario
precisar: a Loreto, no a la "montaña"). El regionalismo de Loreto es
un regionalismo que, más de una vez, ha afirmado
insurreccionalmente sus reivindicaciones. Y que, p o r ende, si no ha
sabido ser teoría, ha sabido en cambio ser acción. Lo que a
cualquiera le parecerá, sin duda, suficiente para tenerlo en cuenta.

5. En Mundial, setiem bre de 1925, a propósito de De la Vida


Inkaica.

6. Carlos Concha, El Régimen Local, p. 135.

7. Extracto Estadístico del Perú de 1926, p. 135.

8. Luden Romier, Explication de Notre Temps, p. 50.

9. En Le Vie d'ltalia dell'ñmerica Latina, 1925.

10. Conforme al Extracto Estadístico del Perú, las importaciones p o r


el puerto de Talara ascendieron en 1926 a Lp. 2'453,719 y las
exportaciones a Lp. 6'171,983, ocupando el segundo lugar después
de las del Callao.

11. En su libro Por la Emancipación d e América Latina (pp. 90 y 91)


Haya de la Torre opone y compara el destino colonial de México al
del Perú. 'En México -escribe- se han fundido las razas y la nueva
capital fue erigida en el mismo lugar que la antigua. La ciudad de
México y todas sus grandes ciudades están emplazadas en el
corazón del país, en las montañas, sobre las m esetas altísimas que
coronan los volcanes. La costa tropical sirve para comunicarse con
el mar. El conquistador de México se fundió con el indio, se unió a
él en el propio corazón de sus sierras y forjó una raza que, aunque
no sea absolutamente una raza en el estricto sentido del vocablo, lo
es p o r la hom ogeneidad de sus costumbres, p o r la tendencia a la
definitiva fusión d e sangres, p o r la continuidad sin soluciones
violentas del ambiente nacional. En el Perú no ocurrió eso. El Perú
serrano e indígena, el verdadero Perú, quedó tras de los Andes
occidentales. Las viejas ciudades nacionales: Cuzco, Cajamarca,
etc., fueron relegadas. Se fundaron ciudades nuevas y españolas en
la costa tropical donde no llueve nunca, donde no hay cambios de
temperatura, donde p u d o desarrollarse ese ambiente andaluz,
sensual, de nuestra capital alegre y sum isa". Es signiíicativo que
estas observaciones -a cuya altura nunca llegaron generalmente las
quejas y alardes del antilimeñismo- provengan de un hijo de
Trujillo, esto es de una d e "esas ciudades nuevas y españolas" cuyo
predom inio le parece responsable de muchas cosas que execra.
Este y otros signos de la revisión actual, m erecen ser indicados a la
meditación de los que atribuyen a la sierra la exclusiva del espíritu
revolucionario ypalingenésico.
EL PROCESO DE LA LITERATURA

I. TESTIMONIO DE PARTE

La p a la b ra p ro c e so tien e en e ste caso su acep ció n judicial. No


esco n d o ningún prop ó sito d e p a rticip a r en la ela b o rac ió n d e la
historia d e la literatura p e ru a n a . Me p ro p o n g o , sólo, a p o rtar mi
testim onio a un juicio que co n sid ero ab ierto . Me p a re c e q u e en
e ste p ro c e so se ha oído hasta ahora, casi exclusivam ente,
testim onios d e defensa, y que es tiem po d e q u e se oiga tam bién
testim onios d e acusación. Mi testim onio es convicta y
confesam ente un testim onio d e p arte. Todo crítico, todo testigo,
cum ple co n scien te o inconscientem ente, una m isión. C ontra lo
que b a ra tam e n te p u e d a so sp ec h a rse , mi voluntad es afirmativa,
mi tem p e ra m en to es d e constructor, y n a d a m e es m ás antitético
q u e el bohem io p u ram en te iconoclasta y disolvente; p e ro mi
m isión ante el p a sad o , p a re c e se r la d e votar e n contra. No m e
exim o d e cum plirla, ni m e excuso p o r su parcialid ad . Fiero
G obetti, uno d e los espíritus con q u ien es siento m ás am orosa
asonancia, e sc rib e en uno d e sus a d m irab le s ensayos: "El
v e rd a d e ro realism o tien e el culto d e las fuerzas q u e c re a n los
resultados, no la adm iración de los resu ltad o s
intelectualísticam ente contem plados a príorí. El realista sa b e que
la historia es un reform ism o, p e ro tam b ién q u e el p ro ce so
reform ístico, en vez d e re d u c irse a una diplom acia d e iniciados,
es pro d u cto d e los individuos e n cuanto o p e re n com o
revolucionarios, a trav és d e netas afirm aciones d e contrastantes
exigencias" (1).
Mi crítica renuncia a s e r im parcial o agnóstica, si la v e rd a d e ra
crítica p u e d e serlo, cosa q u e no creo absolutam ente. Toda crítica
o b e d e c e a p reo c u p a c io n e s d e filósofo, d e político, o d e m oralista.
C ro ce ha d e m o strad o lúcidam ente q u e la p ro p ia crítica
im presionista o h ed o n ista d e Jules Lem aitre, q u e se suponía
ex enta d e todo sentido filosófico, no se sustraía m ás q u e la d e
Saint Beuve, al pensam iento, a la filosofia d e su tiem po (2).
El espíritu del h o m b re es indivisible; y yo no m e duelo d e esta
fatalidad, sino, p o r el contrario, la reconozco com o una n e c e sid a d
d e p lenitud y co h eren cia. D eclaro, sin escrúpulo, q u e traigo a la
e x é g esis literaria to d as mis p a sio n e s e id ea s políticas, aunque,
d a d o el d e scré d ito y d e g e n e ra c ió n d e e ste v o cab lo e n el len g u aje
corriente, d e b o a g re g a r q u e la política en mí es filosofía y
religión.
Pero esto no q u iere d e c ir q u e co n sid e re el fenóm eno literario o
artístico d e s d e puntos d e vista extraestéticos, sino que mi
concepción estética se unim ism a, en la intim idad d e mi
conciencia, con mis co n cep cio n es m orales, políticas y religiosas,
y que, sin d e ja r d e se r concepción estrictam en te estética, no
p u e d e o p e ra r in d e p e n d ie n te o d iversam ente.
Riva A güero enjuició la literatura con ev id en te criterio "civilista".
Su ensayo so b re "el c a rá c te r d e la literatura d el Perú
in d ep e n d ien te " (3) e stá en to d as sus p artes, inequívocam ente
transido no sólo d e co n cep to s políticos sino aun d e sentim ientos
d e casta. Es sim ultáneam ente una p ieza d e historiografia literaria
y d e reivindicación política.
El espíritu d e casta d e los en c o m e n d e ro s coloniales, insp ira sus
e sen c iale s p ro p o sicio n es críticas q u e casi in v ariab lem en te se
resu e lv en e n españolism o, colonialism o, aristocratism o. Riva
A güero no p re sc in d e d e sus p reo c u p a c io n e s políticas y sociales,
sino en la m ed id a e n q u e juzga la literatura con norm as d e
p rec e p tista , d e académ ico, d e erudito; y en to n ces su
p resc in d en c ia es sólo a p a re n te p o rq u e, sin duda, nunca se m ueve
m ás o rd en a d a m e n te su espíritu d e n tro d e la ó rb ita escolástica y
co n serv ad o ra. Ni disim ula d em asiad o Riva A güero el fondo
político d e su crítica, al m ezclar a sus valo racio n es literarias
c o n sid eracio n es antihistóricas re sp e c to al p resu n to e rro r en que
in cu rriero n los fu n d ad o res d e la in d e p e n d e n c ia prefirien d o la
rep ú b lica a la m onarquía, y v e h e m e n te s im pugnaciones d e la
ten d e n c ia a o p o n er a los oligárquicos p artid o s tradicionales,
p artid o s d e principios, p o r el tem or d e q u e p ro v o q u en com bates
sectarios y antagonism os sociales. Pero Riva A güero no po d ía
confesar explícitam ente la tram a política d e su exégesis: prim ero.
p o rq u e sólo p o ste rio rm en te a los días d e su o b ra, hem os
a p re n d id o a ah o rrarn o s m uchos disim ulos e v id e n tes e inútiles;
seg u n d o , p o rq u e condición d e p redom inio d e su clase -la
aristocracia "encom endera"- era, p recisam en te, la ad o pción
form al d e los principios e instituciones d e otra clase -la b u rg u esía
liberal- y, au nque se sintiese íntim am ente m onárquica, esp añ o la y
tradicionalista, e sa aristocracia n e c e sita b a conciliar
anfibológicam ente su sentim iento reaccio n ario con la p rác tic a de
una política rep u b lica n a y capitalista y el re sp e to d e una
constitución d em o -b u rg u esa.
C oncluida la é p o c a d e in co n testad a au to rid ad "civilista" en la vida
intelectual d el Perú, la tab la d e v alo res e sta b lec id a p o r Riva
A güero ha p a sa d o a revisión con todas las piezas filiares y anexa
(4). Por mi p a rte , a su inconfesa p a rc ialid ad "civilista" o
colonialista enfrento mi explícita p a rc ialid ad revolucionaria o
socialista. No m e atribuyo m esura ni e q u id a d d e árbitro: d eclaro
mi pasión y mi b e lig e ra n c ia d e opositor. Los arb itrajes, las
conciliaciones se actúan e n la historia, y a condición d e q u e las
p a rte s se com batan con copioso y extrem o alegato.

II. LA LITERATURA DE LA COLONIA

M ateria p rim aria d e u n id ad d e to d a literatura es el idiom a. La


literatura española, com o la italiana y la francesa, com ienzan con
los p rim ero s cantos y relato s escritos en e sas lenguas. Sólo a
p artir d e la p ro d u cció n d e o b ras p ro p ia m en te artísticas, d e
m éritos p e rd u ra b le s, e n español, italiano y francés, a p a re c e n
resp e c tiv a m e n te las literaturas española, italiana y francesa. La
diferenciación d e estas len g u as del latín no e sta b a aún a c ab a d a , y
del latín se d e riv a b an d irectam en te todas ellas, c o n sid e rad a s p o r
m ucho tiem po com o len g u aje pop u lar. Pero la literatura nacional
d e dichos p u e b lo s latinos nace, históricam ente, con el idiom a
nacional, q u e es el p rim e r elem ento d e dem arcació n d e los
confines g e n e ra le s de una literatura.

El florecim iento d e las literaturas nacionales coincide, en la


historia d e O ccidente, con la afirm ación política d e la id e a
nacional. Form a p a rte del m ovim iento que, a trav és d e la Reform a
y el R enacim iento, c re ó los factores ideológicos y esp iritu ales d e
la revolución lib e ral y del o rd e n capitalista. La u n id ad d e la
cultura e u ro p e a , m antenida du ran te el M edioevo p o r el latín y el
Papado, se rom pió a causa d e la co rrien te nacionalista, q u e tuvo
una d e sus e x p re sio n es e n la individualización nacional d e las
literaturas. El "nacionalism o" en la historiografía literaria, es po r
tanto un fenóm eno d e la m ás p u ra ra ig a m b re política, extraño a la
concepción estética d el arte. T iene su m ás v ig o ro sa definición en
Alem ania, d e s d e la o b ra d e los Schlegel, que ren u e v a
p rofundam ente la crítica y la historiografía literarias. Francesco
d e Sanctis -autor d e la ju stam en te c é le b re Storía dalla letteratura
italiana, d e la cual B runetiére e sc rib ía con fervorosa adm iración,
"esta historia d e la literatura italiana q u e yo no m e canso d e citar y
q u e no se cansan en Francia d e no leer"- co n sid e ra característico
d e la crítica ochocentista "quel pregio de la nazionalitá, tanto
stimato dai crítici moderni e p e í cuale lo Schlegel asalta il Calderón,
nazionalissimo spagnuolo e deprim e il Metastasio non punto
italiano" (5).
La literatu ra nacional es en el Perú, com o la n acionalidad m ism a,
d e irre n u n cia b le filiación española. Es una literatura escrita,
p e n s a d a y sen tid a en español, aunque en los tonos, y aun e n la
sintaxis y p ro so d ia d el idiom a, la influencia in d íg e n a sea en
algunos casos m ás o m enos palm aria e intensa. La civilización
autóctona no llegó a la escritu ra y, p o r e n d e , no llegó p ro p ia y
estrictam en te a la literatura, o m ás bien, ésta se detuvo e n la
e ta p a d e los aed as, d e las ley e n d a s y d e las rep re se n ta c io n e s
coreográfico-teatrales. La escritu ra y la g ram ática q u ech u as son
en su o rig e n o b ra e sp añ o la y los escritos q u ech u as p e rte n e c e n
totalm ente a literatos bilingües com o El Lunarejo, hasta la
aparición d e Inocencio M amani, el jo v en autor d e Tucuípac
Munashcan (6). La len g u a castellana, m ás o m enos am ericanizada,
es el len g u aje literario y el instrum ento intelectual d e esta
n acion alidad cuyo trab ajo d e definición aún no ha concluido.
En la historiografía literaria, el co n cep to d e literatura nacional del
m ism o m odo q u e no es intem poral, tam poco es dem asiado
concreto. No tra d u c e una re a lid a d m en su rab le e idéntica. Com o
toda sistem atización, no a p re h e n d e sino apro x im ad am en te la
m ovilidad d e los h ech o s (La nación m ism a es una abstracción, una
alegoría, un mito, que no c o rre sp o n d e a una re a lid a d constante y
p recisa, científicam ente d eterm in ab le). R em arcando el c a rá c te r
d e e x cep ció n d e la literatura h e b re a . De Sanctis constata lo
siguiente: "V erd ad eram en te una literatura d el todo nacional es
una quim era. T endría ella p o r condición un p u e b lo p erfectam en te
aislado com o se d ice q u e es la C hina (aunque tam b ién en la China
han p e n e tra d o hoy los ingleses). A quella im aginación y aquel
estilo q u e se llam a hoy orientalism o, no es n a d a d e p articular al
O riente, sino m ás b ie n es del se p ten trió n y d e todas las literaturas
b a rb á ric a s y n acientes. La p o e sía g rie g a tenía d e la asiática, y la
latina d e la g rie g a y la italiana d e la g rie g a y la latina" (7).
El dualism o qu ech u a-esp añ o l d el Perú, no resu elto aún, h ace d e la
literatura nacional un caso d e ex c ep c ió n q u e no es p o sib le
estu d iar con el m étodo válido p a ra las literaturas o rg án icam en te
nacionales, n acid as y c re c id a s sin la intervención d e una
conquista. N uestro caso es diverso del d e aquellos p u e b lo s de
A m érica, d o n d e la m ism a d u alid ad no existe, o existe e n térm inos
inocuos. La individualidad d e la literatura argentina, p o r ejem plo,
está e n estricto a c u erd o con una definición v ig o ro sa d e la
p e rso n a lid a d nacional.
La p rim e ra e ta p a d e la literatura p e ru a n a no p o d ía eludir la su erte
q u e le im ponía su origen. La literatura d e los e sp añ o les d e la
C olonia no es p eru an a; es española. C laro e stá q u e no p o r estar
escrita e n idiom a español, sino p o r h a b e r sido co n c eb id a con
espíritu y sentim iento esp añ o les. A e ste resp e c to , m e p a re c e que
no hay d iscrep an cia. Gálvez, hierofante d el culto al V irreinato en
su literatura, rec o n o c e com o crítico q u e "la é p o c a d e la Colonia
no p ro d u jo sino im itadores serviles e inferiores d e la literatura
e sp añ o la y esp ec ialm en te la g o n g ó rica d e la que tom aron sólo lo
hinchado y lo m alo y q u e no tuvieron la co m prensión ni el
sentim iento del m edio, ex cep tu an d o a G arcilaso, q u e sintió la
naturaleza y a C av ied es que fue personalísim o en sus ag u d ezas y
que e n ciertos asp ecto s d e la v id a nacional, e n la m alicia criolla,
p u e d e y d e b e s e r c o n sid e rad o com o el lejano an te p a sad o de
Segura, d e Pardo, d e Palm a y d e Paz Soldán" (8).
Las dos excep cio n es, m ucho m ás la p rim e ra q u e la seg u n d a, son
incontestables. G arcilaso, so b re todo, es una figura solitaria en la
literatura d e la Colonia. En G arcilaso se dan la m ano dos e d a d e s,
dos culturas. Pero G arcilaso es m ás inka q u e conquistador, m ás
qu ech u a que español. Es, tam bién, un caso d e ex cepción. Y en
esto re sid e n p rec isam e n te su individualidad y su grandeza.
G arcilaso nació del p rim e r abrazo, d el p rim e r am plexo fecundo
d e las dos razas, la co nquistadora y la indígena. Es,
históricam ente, el p rim e r "peruano", si e n te n d e m o s la
"peruanidad" com o una form ación social, d e te rm in a d a p o r la
conquista y la colonización españolas. G arcilaso llena con su
n o m b re y su o b ra una e ta p a e n te ra d e la literatura p e ru a n a . Es el
p rim e r peru an o , sin d e ja r d e se r español. Su obra, bajo su
asp ecto histórico-estético, p e rte n e c e a la é p ic a española. Es
in se p a ra b le d e la m áxim a e p o p e y a d e España: el d escubrim iento
y conquista d e A m érica.
Golonial, española, a p a re c e la literatura p eru an a, en su origen,
hasta p o r los g é n e ro s y asuntos d e su p rim e ra ép o ca. La infancia
d e to d a literatura, norm alm ente d esarro llad a, es la lírica (9). La
literatura oral in d íg en a o b ed eció , com o todas, esta ley. La
G onquista trasplantó al Perú, con el idiom a español, una literatura
ya evolucionada, que continuó en la Golonia su p ro p ia trayectoria.
Los e sp añ o le s trajero n un g é n e ro narrativo b ien d e sarro llad o que
del p o em a ép ico av anzaba y a a la novela. Y la novela caracteriza
la e ta p a literaria q u e em pieza con la Reform a y el R enacim iento.
La novela es, e n b u e n a cuenta, la historia d el individuo d e la
so c ie d a d b u rg u esa; y d e s d e e ste punto d e vista no e stá muy
desp ro v isto d e razón O rteg a y G asset cuando re g istra la
d e c a d e n c ia d e la novela. La novela ren a c e rá , sin duda, com o arte
realista, e n la so c ie d a d proletaria; p e ro , p o r ahora, el relato
proletario, en cuanto e x p re sió n d e la e p o p e y a revolucionaria,
tien e m ás d e é p ic a que d e novela p ro p ia m en te dicha. La ép ica
m edioeval, que d e c aía en E uropa en la é p o c a d e la C onquista,
en c o n trab a aquí los elem entos y estím ulos d e un renacim iento. El
conquistador p o d ía sentir y e x p re s a r é p icam en te la C onquista. La
o b ra d e G arcilaso está, sin duda, e n tre la é p ic a y la historia. La
épica, com o o b se rv a m uy b ien De Sanctis, p e rte n e c e a los
tiem pos d e lo m aravilloso (10). La m ejor p ru e b a d e la
irre m e d ia b le m ed io c rid a d d e la literatu ra d e la C olonia la
tenem os en que, d e s p u é s d e G arcilaso, no ofrece ninguna
original creació n épica. La tem ática d e los literatos d e la C olonia
es, g e n eralm en te, la m ism a d e los literatos d e E spaña, y siendo
rep e tic ió n o continuación d e ésta, se m anifiesta sie m p re en
reta rd o , p o r la distancia. El re p e rto rio colonial se co m pone casi
exclusivam ente d e títulos que a leg u as acusan el eruditism o, el
escolasticism o, el clasicism o trasn o ch ad o d e los autores. Es un
re p e rto rio d e rap so d ia s y ecos, si no d e plagios. El acento m ás
p erso n a l es, en efecto, el d e C aviedes, q u e anuncia el gusto
lim eño p o r el tono festivo y burlón. El Lunarejo, no ob stan te su
sa n g re indígena, so b resalió sólo com o gongorista, esto es en una
actitud característica d e una literatu ra vieja que, ag o tad o y a el
renacim iento, llegó al barro q u ism o y al culteranism o. El
Apologético en favor d e Góngora d e s d e e ste punto d e vista, está
d en tro d e la literatura española.

III. EL COLONIALISMO SUPERSTITE

N uestra literatura no c e sa d e se r e sp añ o la en la fecha d e la


fundación d e la R epública. Sigue siéndolo p o r m uchos años, y a en
uno, ya en otro trasn o ch ad o eco d el clasicism o o del
rom anticism o d e la m etrópoli. En todo caso, si no española, hay
que llam arla p o r luengos años, literatu ra colonial.
Por el c a rá c te r d e e x cep ció n d e la literatura p eru an a, su estudio
no se acom oda a los u sad o s esq u em as d e clasicism o,
rom anticism o y m odernism o, d e antiguo, m edioeval y m oderno,
d e p o e sía p o p u lar y literaria, etc. Y no in ten taré sistem atizar e ste
estudio conform e la clasificación m arxista e n literatura feudal o
aristocrática, b u rg u e sa y p ro letaria. Para no a g ra v a r la im presión
d e q u e mi aleg ato está organizado se g ú n un e sq u em a político o
clasista y conform arlo m ás b ien a un sistem a d e crítica e historia
artística, p u e d o construirlo con otro andam iaje, sin que esto
im plique otra cosa q u e un m étodo d e explicación y o rdenación, y
p o r ningún motivo una teo ría q u e p reju zg u e e in sp ire la
in terp retació n d e o b ras y autores.
Una teo ría m o d ern a -literaria, no sociológica- s o b re el p ro ce so
norm al d e la literatura d e un p u e b lo distingue en él tre s perío d o s:
un p e río d o colonial, un p e río d o cosm opolita, un p e río d o nacional.
D urante el p rim e r p e río d o un p u eblo, literariam ente, no es sino
una colonia, una d e p e n d e n c ia d e otro. D urante el seg u n d o
p erío d o , asim ila sim ultáneam ente elem entos d e d iv ersas
literaturas ex tran jeras. En el te rc ero , alcanzan una e x p re sió n b ien
m odulada su p ro p ia p e rso n a lid a d y su p ro p io sentim iento. No
p re v é m ás esta teo ría d e la literatura. Pero no nos h ace falta, p o r
el m om ento, un sistem a m ás am plio.
El ciclo colonial se p re se n ta e n la literatura p e ru a n a m uy p rec iso
y m uy claro. N uestra literatura no sólo es colonial en e se ciclo po r
su d e p e n d e n c ia y su vasallaje a España; lo es, so b re todo, p o r su
su b ordinación a los resid u o s esp iritu ales y m ateriales d e la
Colonia. Don F elipe Pardo, a quien Gálvez a rb itrariam en te
co n sid e ra com o uno d e los p re c u rso re s d el p eruanism o literario,
no re p u d ia b a la R epública y sus instituciones p o r sim ple
sentim iento aristocrático; las re p u d ia b a , m ás bien, po r
sentim iento godo. Toda la inspiración d e su sátira -asaz m ed io cre
p o r lo d em ás- p ro c e d e d e su m al hum or d e c o rre g id o r o d e
"encom endero" a quien una revolución ha igualado, en la teo ría si
no en el hecho, con los m estizos y los in d ígenas. Todas las raíces
d e su burla están e n su instinto d e casta. El acento d e P ardo y
A liaga no es el d e un h o m b re que se siente p e ru a n o sino el d e un
h o m b re q u e se siente esp añ o l en un país conquistado p o r E spaña
p a ra los d e sc e n d ie n te s d e sus cap itan es y d e sus b ach illeres.
Este m ism o espíritu, e n m en o res dosis, p e ro con los m ism os
resultados, caracteriza casi toda n u e stra literatu ra hasta la
g e n e ra c ió n "colónida" que, iconoclasta ante el p a sa d o y sus
valores, acata, com o su m aestro, a G onzález P rada y saluda, com o
su p re c u rso r a E guren, esto es a los dos literatos m ás lib e rad o s d e
españolism o.
¿Q ué cosa m antiene viva d u ran te tanto tiem po en n u estra
literatura la nostalgia d e la Golonia? No p o r cierto únicam ente el
pasad ism o individual d e los literatos. La razón es otra. Para
d e scu b rirla hay q u e so n d e a r en un m undo m ás com plejo que el
que a b a rc a reg u la rm e n te la m irada d el crítico.
La literatura d e un p u e b lo se alim enta y se ap o y a en su substratum
económ ico y político. En un p aís dom inado p o r los d e sc e n d ie n te s
d e los e n c o m e n d e ro s y los o id o res d el V irreinato, n a d a e ra m ás
natural, p o r consi-guiente, q u e la se re n a ta bajo sus balcones. La
au to rid ad d e la casta feudal re p o s a b a e n p a rte so b re el prestig io
del V irreinato. Los m ed io c re s literatos d e una rep ú b lica q u e se
sentía h e re d e ra d e la C onquista no p o d ían h a c er otra cosa que
tra b a ja r p o r el lustre y brillo d e los b lasones v irreinales.
Ú nicam ente los tem p eram en to s su p e rio re s -p re c u rso re s siem pre,
en todos los p u e b lo s y todos los clim as, d e las cosas p o r venir-
e ra n c a p a c e s d e su stra erse a esta fatalidad histórica, d em asiad o
im p erio sa p a ra los clientes d e la clase latifundista.
La flaqueza, la anem ia, la flacidez d e n u estra literatura colonial y
colonialista p ro v ie n e n d e su falta d e raíces. La vida, com o lo
afirm aba W ilson, v ien e d e la tierra. El a rte tien e n e c e sid a d d e
alim entarse d e la savia d e una tradición, d e una historia, d e un
p u eb lo . Y e n el Perú la literatura no ha b ro ta d o d e la tradición, d e
la historia, del p u e b lo in d ígenas. Nació d e una im portación d e
literatura española; se nutrió lu eg o d e la im itación d e la m ism a
literatura. Un enferm o co rd ó n um bilical la ha m antenido unida a la
m etrópoli.
Por eso no hem os tenido casi sino barro q u ism o y culteranism o d e
clérig o s y oidores, d u ran te el coloniaje; rom anticism o y
trovadorism o mal tra se g a d o s d e los biznietos d e los m ism os
oid o res y clérigos, d u ran te la R epública.
La literatura colonial, m alg rad o algunas solitarias y raquíticas
evocaciones d el im perio y sus fastos, se ha sentido ex trañ a al
p a sad o inkaico. Ha care c id o ab so lu tam en te d e aptitud e
im aginación p a ra reconstruirlo. A su historiógrafo Riva A güero
esto le ha p a re c id o m uy lógico. V edado d e estu d iar y d enunciar
esta incap acid ad , Riva A güero se ha a p re su ra d o a justificarla,
su scrib ien d o con com placencia y convicción el juicio d e un
escrito r d e la m etrópoli. "Los sucesos d el Im perio Incaico -
e sc rib e - se g ú n el m uy exacto d e c ir d e un fam oso crítico
(M enéndez Pelayo) nos in te resa n tanto com o p u d ie ra n in te resa r a
los e sp añ o le s d e hoy las historias y consejas d e los T urdetanos y
C arpetanos". Y en las conclusiones d el m ism o ensayo dice: "El
sistem a q u e p a ra am ericanizar la literatura se rem onta hasta los
tiem pos an terio res a la C onquista, y trata d e h a c e r vivir
p o éticam en te las civilizaciones quech u a y azteca, y las id ea s y los
sentim ientos d e los a b o ríg e n es, m e p a re c e el m ás estrech o e
infecundo. No d e b e llam ársele americanismo sino exotismo. Ya lo
han dicho M enéndez Pelayo, Rubio y Juan Valora; aquellas
civilizaciones o sem icivilizaciones m urieron, se extinguieron, y no
hay m odo d e re a n u d a r su tradición, p u esto que no d ejaro n
literatura. Para los criollos d e raza española, son e x tran jeras y
p e re g rin a s y n a d a nos liga con ellas; y e x tra n je ras y p e re g rin a s
son tam b ién p a ra los m estizos y los indios cultos, p o rq u e la
ed u cació n que han re c ib id o los ha e u ro p eizad o p o r com pleto.
Ninguno d e ellos se e n c u en tra e n la situación d e G arcilaso d e la
Vega". En opinión d e Riva A güero -opinión característica d e un
d e s c e n d ie n te d e la C onquista, d e un h e re d e ro d e la Colonia, p a ra
quien constituyen artículos d e fe los juicios d e los eru d ito s d e la
C orte-, "recursos m ucho m ás a b u n d a n te s o frecen las
e x p ed icio n es esp añ o las del XVI y las aventuras d e la Conquista"
( 11).
Adulta ya la R epública, nuestros literatos no han lo g rad o sentir el
Perú sino com o una colonia d e E spaña. A E spaña partía, en p o s no
sólo d e m odelos sino tam b ién d e tem as, su im aginación
dom esticada. Ejem plo: la Elegía a la m uerte d e Alfonso Xll d e Luis
Benjam ín C isneros, q u e fue sin em b arg o , d en tro d e la d e sv aíd a y
ram plona tro p a rom ántica, uno d e los espíritus m ás lib e rale s y
ochocentistas.
El literato p e ru a n o no ha sab id o casi nunca sen tirse vinculado al
p u eb lo . No ha p o d id o ni ha d e s e a d o tra d u c ir el p en o so trab ajo d e
form ación d e un Perú integral, d e un P erú nuevo. E ntre el Inkario
y la Colonia, ha o p tad o p o r la Colonia. El P erú nuevo e ra una
nebulosa. Sólo el Inkario y la Colonia existían n eta y
definidam ente. Y e n tre la b a lb u c e a n te literatura p e ru a n a y el
Inkario y el indio se interponía, se p ará n d o lo s e
incom unicándolos, la C onquista.
D estruida la civilización inkaica p o r E spaña, constituido el nuevo
E stado sin el indio y contra el indio, som etida la raza a b o rig e n a la
serv id u m b re, la literatura p e ru a n a tenía q u e s e r criolla, costeña,
en la p ro p o rc ió n en q u e d e ja ra d e se r española. No p u d o po r
esto, su rg ir en el P erú una literatu ra vigorosa. El cruzam iento del
invasor con el in d íg e n a no h a b ía p ro d u cid o en el Perú un tipo m ás
o m enos h om ogéneo. A la sa n g re ib e ra y quech u a se h a b ía
m ezclado un copioso to rre n te d e s a n g re africana. Más ta rd e la
im portación d e culis d e b ía añ ad ir a esta m ezcla un poco d e
sa n g re asiática. Por e n d e , no h a b ía un tipo sino diversos tipos d e
criollos, d e m estizos. La función d e tan disím iles elem entos
étnicos se cum plía, p o r otra p a rte , en un tibio y se d an te p ed azo
d e tie rra baja, d o n d e una naturaleza in d ecisa y n e g lig e n te no
p o d ía im prim ir en el b lan d o pro d u cto d e esta ex p e rien c ia
sociológica un fuerte sello individual.
Era fatal q u e lo h eteróclito y lo a b ig a rra d o d e n u estra
com posición étnica tra sc e n d ie ra a nuestro p ro c e so literario. El
orto d e la literatura p e ru a n a no p o d ía sem ejarse, p o r ejem plo, al
d e la literatura argentina. En la rep ú b lica del sur, el cruzam iento
del e u ro p e o y d el in d íg e n a p rodujo al gaucho. En el gaucho se
fundieron p e rd u ra b le y fuertem ente la raza fo rastera y
co n q u istad o ra y la raza ab o rig en . C o n siguientem ente la literatura
a rg en tin a -que es e n tre las literaturas ib ero a m e ric a n a s la que
tien e tal vez m ás p e rso n a lid a d - está p e rm e a d a d e sentim iento
gaucho. Los m ejo res literatos arg entinos han extraído d el estrato
p o p u lar sus tem as y sus p erso n ajes. Santos V ega, M artín Fierro,
A nastasio el Pollo, antes q u e e n la im aginación artística, vivieron
en la im aginación popular. Hoy m ism o la literatura argentina,
a b ie rta a las m ás m o d ern as y distintas influencias cosm opolitas,
no re n ie g a su espíritu gaucho. Por el contrario, lo reafirm a
altam ente. Los m ás ultraístas p o e ta s d e la nueva g e n e ra c ió n se
d e c la ra n d e sc e n d ie n te s d el gaucho M artín Fierro y d e su bizarra
e stirp e d e p a y a d o re s. Uno d e los m ás saturados d e
occidentalism o y m o d ern id ad , Jo rg e Luis Borges, ad o p ta
fre cu en tem en te la p ro so d ia d el p u eblo.
D iscípulos d e Listas y H erm osillas, los literatos d el Perú
in d ep e n d ien te , en cam bio, casi invariab lem en te d e sd e ñ a ro n la
p le b e . Lo único q u e sed u cía y d e slu m b ra b a su c o rtesan a y páv id a
fantasía d e h idalgüelos d e provincia e ra lo español, lo virreinal.
Pero E spaña e sta b a m uy lejos. El V irreinato -aunque su b sistiese
el rég im en feudal esta b lec id o p o r los co n q uistadores- p e rte n e c ía
al p a sad o . Toda la literatura d e esta g e n te da, p o r esto, la
im p resió n d e una literatura d e sa rra ig a d a y raquítica, sin raíc es en
su p re se n te . Es una literatura d e im plícitos "em igrados", d e
nostálgicos sobrevivientes.
Los pocos literatos vitales, en esta p alúdica y clorótica teo ría d e
cansinos y chafados réto res, son los q u e d e algún m odo
tra d u jero n al p u eb lo . La literatu ra p e ru a n a es una p e s a d a e
in d ig esta rap so d ia d e la literatura española, en todas las o b ras en
q u e ig n o ra al Perú viviente y v e rd a d e ro . El ay indígena, la p iru eta
zam ba, son las notas m ás anim adas y v e ra c e s d e esta literatu ra sin
alas y sin v é rte b ra s. En la tram a d e las Tradiciones ¿no se
d e s c u b re en se g u id a la h e b ra d el ch isp ean te y chism oso m edio
p elo lim eño? Esta es una d e las fuerzas vitales d e la p ro sa del
tradicionista. M elgar, d e s d e ñ a d o p o r los académ icos, sobrevivirá
a Althaus, a P ardo y a Salaverry, p o rq u e en sus yaravíes
en co n trará sie m p re el p u e b lo un vislu m b re d e su auténtica
tradición sentim ental y d e su genuino p a sa d o literario.

IV. RICARDO PALMA, LIMA Y LA COLONIA

El colonialism o -evocación nostálgica d el V irreinato- p re te n d e


a n e x arse la figura d e don Ricardo Palma. Esta literatura servil y
floja, d e sentim entaloides y retóricos, se supone consustanciada
con las Tradiciones. La g e n e ra c ió n "futurista", q u e m ás d e una vez
he calificado com o la m ás p a sad ista d e n u estras g en e ra c io n e s, ha
gastad o la m ejor p a rte d e su elo cu en cia en esta e m p re sa d e
acap aram ien to d e la gloria d e Palma. Es e ste el único te rre n o en
el que ha m aniobrado con eficacia. Palm a a p a re c e oficialm ente
com o el m áxim o re p re s e n ta n te d el colonialism o.
Pero si se m edita se ria m e n te so b re la o b ra d e Palm a
confrontándola con el p ro c e so político y social del Perú y con la
inspiración d el g é n e ro colonialista, se d e s c u b re lo artificioso y lo
convencional d e e sta anexión. Situar la o b ra d e Palm a d en tro d e
la literatura colonialista es no sólo e m p e q u e ñ e c e rla sino tam bién
deform arla. Las Tradiciones no p u e d e n se r identificadas con una
literatura d e re v e re n te y apo lo g ética exaltación d e la C olonia y
sus fastos, absolutam ente p e c u liar y característica, e n su
tonalidad y e n su espíritu, d e la acad ém ica clientela d e la casta
feudal.
Don F elipe P ardo y Don José Antonio d e Lavalle, c o n serv a d o re s
convictos y confesos, e v o c ab a n la C olonia con nostalgia y con
unción. R icardo Palm a, e n tanto, la reco n stru ía con un realism o
burlón y una fantasía irre v e re n te y satírica. La v ersió n d e Palm a es
c ru d a y viva. La d e los p ro sistas y p o e ta s d e la se re n a ta bajo los
b alco n es d el V irreinato, tan g rata a los oídos d e la g e n te anden
régime, es dev o ta y ditirám bica. No hay ningún p a re c id o
sustancial, ningún p a re n te sc o psicológico e n tre una y otra
versión.
La su erte b ie n distinta d e una y otra se explica fundam entalm ente
p o r la diferencia d e calidad; p e ro se ex p lica tam b ién p o r la
diferencia d e espíritu. La c alid ad es sie m p re espíritu. La o b ra
p e s a d a y a cad ém ica d e Lavalle y otros colonialistas ha m uerto
p o rq u e no p u e d e se r pop u lar. La o b ra d e Palm a vive, ante todo,
p o rq u e p u e d e y sa b e serlo.
El espíritu d e las Tradidones no se d e ja m istificar. Es d em asiad o
e v id en te en toda la o b ra. Riva A güero que, e n su estudio so b re el
c a rá c te r d e la literatu ra del Perú in d ep e n d ien te , d e a c u erd o con
los in te re se s d e su gens y d e su clase, lo coloca d e n tro del
colonialism o, rec o n o c e e n Palm a, "p erten e c ie n te a la g e n e ra c ió n
q u e rom pió con el am aneram iento d e los e scrito res del
coloniaje", a un literato "liberal e hijo d e la República". Se siente a
Riva A güero íntim am ente d esco n ten to del espíritu irre v e re n te y
h etero d o x o d e Palma.
Riva A güero trata d e rec h a z ar e ste sentim iento, p e ro sin p o d e r
evitar q u e aflore n etam en te en m ás d e un p a saje d e su discurso.
C onstata q u e Palm a "al h a b la r d e la Iglesia, d e los jesuítas, d e la
nobleza, se sonríe y h ace so n reír al lector". C uida d e a g re g a r que
"con sonrisa tan fina q u e no hiere". Dice q u e no s e rá él quien le
re p ro c h e su volterianism o. Pero concluye confesando así su
v e rd a d e ro sentim iento: "A v e c e s la b u rla d e Palm a, p o r m ás que
sea b e n ig n a y suave, lle g a a d estru ir la sim patía histórica. V em os
q u e se e n c u en tra m uy d e slig a d o d e las añejas p reo cu p acio n es,
que, a fuerza d e esta r lib re d e e sas rid icu leces, no las
co m p ren d e; y una lig e ra n u b e d e indiferencia y d e s p e g o se
in te rp o n e en to n ces e n tre el asunto y el escritor" (12).
Si el p ro p io crítico e historiógrafo d e la literatura p e ru a n a q u e ha
juntado, solidarizándolos, el elogio d e Palm a y la apología d e la
Colonia, rec o n o c e tan explícitam ente la diferen cia fundam ental
d e sentim iento que distingue a Palm a d e P ardo y d e Lavalle,
¿cóm o se ha c re a d o y m antenido el equívoco d e una clasificación
q u e virtualm ente los confunde y reú n e? La explicación es fácil.
Este equívoco se ha apoyado, en su origen, e n la d iv erg e n cia
p erso n al e n tre Palm a y G onzález Prada; se ha alim entado, luego,
del contraste espiritual e n tre "palm istas" y "pradistas". Haya d e la
Torre, en una carta s o b re Mercurio Peruano, a la revista Sagitario
d e La Plata, tien e una o b serv ació n acertad a: "Entre Palm a q u e se
b u rla b a y P rada que azotaba, los hijos d e e se p a sad o y d e
aquellas castas d o b lem e n te zah erid as p refiriero n el alfilerazo al
látigo" (13). P e rte n e ce al m ism o Haya una p re c isa y, a mi juicio,
oportuna e in telig en te m ise au point s o b re el sentido histórico y
político d e las Tradiciones. "P ersonalm ente -escrib e-, creo que
Palm a fue tradicionista, p e ro no tradicionalista. C reo q u e Palm a
hundió la plum a en el p a sa d o p a ra luego blan d iría en alto y re írse
d e él. N inguna institución u h o m b re d e la C olonia y aun d e la
R epública esca p ó a la m o rd e d u ra tantas v e c e s tan c e rte ra d e la
ironía, el sarcasm o y sie m p re el ridículo d e la jo co sa crítica d e
Palma. Bien sab id o es q u e el clero católico tuvo en la literatura d e
Palm a un en em ig o y q u e sus Tradiciones son el h o rro r d e frailes y
m onjas. P ero p o r una curiosa p arad o ja, Palm a se vio ro d ea d o ,
adulado y d esv irtu ad o p o r una tro u p e d e g e n te distinguida,
intelectuales, católicos, niños b ien y a d m irad o re s d e apellidos
sonoros" (14).
No hay n a d a d e extraño ni d e insólito en q u e esta p e n e tra n te
aclaración del sentido y la filiación d e las Tradiciones v e n g a d e un
escrito r que jam ás ha oficiado d e crítico literario. Para una
in terp retació n profunda del espíritu d e una literatura, la m era
erudición literaria no es suficiente. Sirven m ás la sen sib ilid ad
política y la clarividencia histórica. El crítico profesional
co n sid e ra la literatu ra en sí m ism a. No p e rc ib e sus rela cio n e s con
la política, la econom ía, la v id a en su totalidad. De su e rte q u e su
investigación no lle g a al fondo, a la e sen c ia d e los fenóm enos
literarios. Y, p o r consiguiente, no a cierta a definir los oscuros
factores d e su g é n e sis ni d e su subconsciencia.
Una historia d e la literatu ra p e ru a n a que te n g a en cuenta las
raíces sociales y políticas d e ésta, c a n ce lará la convención contra
la cual hoy sólo una v a n g u a rd ia p ro testa. Se v e rá en to n ces que
Palm a está m enos lejos d e G onzález P rad a d e lo q u e h asta ahora
p a re c e (15).
Las Tradiciones d e Palm a tienen, política y socialm ente, una
filiación d em ocrática. Palm a in te rp re ta al m edio pelo. Su b urla
ro e risu eñ am en te el p restig io d el V irreinato y el d e la
aristocracia. T raduce el m alcontento zum bón d el dem os criollo. La
sátira d e las Tradiciones no cala m uy hondo ni g o lp ea m uy fuerte;
p e ro , p rec isam e n te p o r esto, se identifica con el hum or d e un
dem os blando, sensual y azucarado. Lima no p o d ía p ro d u cir otra
literatura. Las Tradiciones agotan sus p o sib ilid ad es. A v e c e s se
e x c e d e n a sí m ism as.
Si la revolución d e la in d e p e n d e n c ia h u b iese sido en el Perú la
o b ra d e una b u rg u esía m ás o m enos sólida, la literatura
rep u b lica n a h a b ría tenido otro tono. La nueva clase dom inante se
h a b ría e x p re sa d o , al m ism o tiem po, en la o b ra d e sus estadistas,
y en el v e rb o , el estilo y la actitud d e sus p o etas, d e sus novelistas
y d e sus críticos. Pero en el Perú el advenim iento d e la rep ú b lica
no re p re s e n tó el d e una nueva clase d irigente.
La onda d e la revolución e ra continental: no e ra casi p e ru a n a . Los
lib erales, los jacobinos, los revolucionarios peru an o s, no
constituían sino un m anípulo. La m ejor savia, la m ás hero ica
e n e rg ía, se g astaro n e n las batallas y e n los intervalos d e la lucha.
La rep ú b lica no re p o s a b a sino en el ejército d e la revolución.
Tuvimos, p o r esto, un accidentado, un torm entoso p e río d o de
in terin id ad m ilitar. Y no h a b ie n d o p o d id o cuajar en e ste p erío d o
la clase revolucionaria, resu rg ió autom áticam ente la clase
co n serv ad o ra. Los e n c o m e n d e ro s y te rrate n ie n tes que, d u ran te la
revolución d e la in d e p e n d e n c ia oscilaron am biguam ente, e n tre
patriotas y realistas, se e n c arg a ro n francam ente d e la direcció n
d e la rep ú b lica. La aristocracia colonial y m onárquica se
m etam orfoseó, form alm ente, en b u rg u e sía rep u b lican a. El
rég im en económ ico-social d e la Colonia se a d a p tó ex tern am en te
a las instituciones c re a d a s p o r la revolución. Pero la saturó d e su
espíritu colonial.
Bajo un frío liberalism o d e etiqueta, latía en esta casta la nostalgia
del V irreinato p e rd id o .
El dem os criollo o, m ejor, lim eño, care c ía d e consistencia y d e
originalidad. De rato e n rato lo sacudía la clarinada retó rica d e
algún caudillo incipiente. Mas, p a sa d o el espasm o, caía d e nuevo
en su m uelle som nolencia. Toda su inquietud, to d a su re b e ld ía , se
resolvían e n el chiste, la m urm uración y el ep ig ram a. Y esto es
p rec isam e n te lo que e n c u en tra su e x p re sió n literaria e n la p ro sa
so carro n a de las T radiciones.
Palm a p e rte n e c e ab so lu tam en te a una m eso cracia a la q u e un
com plejo conjunto d e circunstancias históricas no consintió
transform arse en una b u rg u esía. Com o esta clase com pósita,
com o esta clase larvada, Palm a g u a rd ó un laten te re n c o r contra la
aristocracia antañona y reaccionaria. La sátira d e las Tradiciones
hinca con frecuencia sus ag u d o s d ien tes ro e d o re s e n los h o m b res
d e la R epública. Mas, al re v é s d e la sátira reaccio n aria d e F elipe
P ardo y A liaga, no ataca a la R epública m ism a. Palma, com o el
dem os lim eño, se d e ja conquistar p o r la declam ación
antioligárquica d e P ié rd a . Y, so b re todo, se m antiene sie m p re fiel
a la id eo lo g ía lib e ral d e la in d ep e n d e n c ia .
El colonialism o, el civilismo, p o r órgano d e Riva A güero y otros
d e sus p o rtav o ces intelectuales, se anexan a Palm a, no sólo
p o rq u e esta anexión no p re se n ta ningún p e lig ro p a ra su política
sino, principalm ente, p o r la irre m e d ia b le m ed io crid ad d e su
p ro p io elenco literario. Los críticos d e esta casta s a b e n m uy b ien
q u e son vanos todos los esfuerzos p o r inflar el volum en d e don
F elipe P ardo o don José Antonio d e Lavalle. La literatura civilista
no ha p ro d u cid o sino parv o s y seco s ejercicios d e clasicism o o
desv aíd o s y v u lg are s conatos rom ánticos. N ecesita, p o r
consiguiente, a c a p a ra r a Palm a p a ra p av o n earse, con d e re c h o o
no, d e un p restig io auténtico.
Pero d e b o constatar q u e no sólo el colonialism o es re sp o n sa b le
d e e ste equívoco. Tiene p a rte e n él -com o en mi an terio r artículo
lo o b serv ab a-, el "gonzález-pradism o". En un "ensayo a c e rc a d e
las literaturas d el Perú" d e F ed erico M ore, hallo el siguiente juicio
so b re el autor d e las Tradiciones: "Ricardo Palm a, rep resen tativ o ,
e x p re sa d o r y centinela d el C olonialism o, es un historizante
anecdótico, divertido n a rra d o r d e chascarrillos fichados y
an aq u elad o s. E scrib e con vistas a la A cadem ia d e la Lengua y,
p a ra contar los d ev an eo s y d isc re te o s d e las m arquesitas d e p elo
ensortijado y labios pro m in en tes, q u iere usar el castellano del
siglo d e oro" (16).
M ore p re te n d e q u e d e Palm a q u e d a rá sólo la "risilla chocarrera".
Esta opinión, p a ra algunos, no reflejará m ás que una notoria
ojeriza d e M ore, a quien todos rec o n o c e n p o c a co n secu en cia en
sus am ores, p e ro a quien n a d ie n ieg a una g ran co n secu en cia en
sus ojerizas. P ero hay dos razones p a ra tom arla e n consideración:
1®La e sp ec ial b e lig e ra n c ia que d a a M ore su título d e discípulo d e
G onzález Prada. 2® La s e rie d a d d el ensayo q u e contiene estas
frases.
En e ste ensayo M ore realiza un concienzudo esfuerzo po r
e sc la re c e r el espíritu m ism o d e la literatura nacional. Sus
asercio n es fundam entales, si no ín te g ram e n te adm itidas, m e re c e n
se r aten tam en te exam inadas. M ore p a rte d e un principio que
su scrib e to d a crítica profunda. "La literatura -esc rib e - sólo es
traducción d e un estad o político y social". El juicio s o b re Palm a
p e rte n e c e , en sum a, a un estudio al cual confieren re m a rc a b le
valor las id e a s y las tesis q u e sustenta; no a una panfletaria y
v o lan d e ra d isertación d e so b re m e sa . Y esto ob lig a a rem a rc a rlo y
rectificarlo. Pero al h acerlo conviene e x p o n e r y com entar las
líneas e sen ciales d e la tesis d e M ore.
Ésta b u sca los factores raciales y las raíc es telúricas d e la
literatura p eru an a. E studia sus colores y sus líneas esenciales;
p re sc in d e d e sus m atices y d e sus contornos com plem entarios. El
m étodo es d e panfletario; no es d e crítico. Esto d a cierto vigor,
cierta fuerza a las id eas, p e ro les re sta flexibilidad. La im ag en que
nos ofrecen d e la literatura p e ru a n a es d em asiad o estática.
Pero si las conclusiones no son sie m p re justas, los co n cep to s en
q u e re p o sa n son, en cam bio, v e rd a d e ro s. M ore siente el dualism o
peru an o . Sostiene q u e en el Perú "o se es colonial o se es inkaico".
Yo, que reite ra d a m e n te he escrito q u e el Perú hijo d e la
C onquista es una form ación costeña, no p u e d o d e ja r d e
d e c la ra rm e d e ac u erd o con M ore re sp e c to al o rig e n y al p ro ce so
del conflicto e n tre inkaísm o y colonialism o. No estoy lejos d e
p e n s a r com o M ore q u e e ste conflicto, e ste antagonism o, "es y
se rá p o r m uchos años, clave sociológica y política d e la vida
peruana".
El dualism o p e ru a n o se refleja y se ex p re sa , naturalm ente, en la
literatura. "Literariam ente -e sc rib e M ore-, el Perú p re sé n ta se ,
com o es lógico, dividido. S urge un hecho fundam ental: los
andinos son ru rales, los lim eños urbanos. Y así las dos literaturas.
Para q u ien es actúan bajo la influencia d e Lima todo tiene
idiosincrasia iberafricana: todo es rom ántico y sensual. Para
q u ien es actuam os bajo la influencia d el Cuzco, la p a rte m ás bella
y ho n d a d e la v id a se realiza en las m ontañas y en los valles y en
todo hay su bjetividad in d escifrad a y sentido dram ático. El lim eño
es colorista: el se rra n o m usical. Para los h e re d e ro s del coloniaje,
el am or es un lance. Para los reto ñ o s d e la raza caída, el am or es
un coro trasm isor d e las voces d el destino".
Mas esta literatura se rra n a que M ore define con tanta
veh em en cia, o p o n iéndola a la literatura lim eña o colonial, sólo
ahora em pieza a existir se ria y v álidam ente. No tien e casi historia,
no tien e casi tradición. Los dos m ayores literatos d e la R epública,
Palm a y G onzález Prada, p e rte n e c e n a Lima. Estimo m ucho, com o
se v e rá m ás ad elan te, la figura d e A belard o G am arra; p e ro m e
p a re c e q u e M ore, tal vez, la superestim a. A unque en un p a saje d e
su estudio conviene en q u e "no fue, p o r d e sg ra c ia G am arra, el
artista re d o n d o y facetado, lim pio y fulgente, el cab al h o m b re d e
letras que se necesita".
El p ro p io M ore re c o n o c e q u e "las re g io n e s andinas, el inkaísm o,
aún no tien en el sum o escrito r que sintetice y co n d en se, en
fulm inantes y lucien tes páginas, las inquietudes, las m o d alid ad es
y las oscilaciones d el alm a inkaica". Su testim onio sufraga y
confirm a, p o r e n d e , la tesis d e q u e la literatura p e ru a n a hasta
Palm a y G onzález P rad a es colonial, es española. La literatura
serran a, con la cual la confronta M ore, no ha lo g rado, antes d e
Palm a y G onzález Prada, una m odulación p ro p ia. Lima ha
im puesto sus m odelos a las provincias. P eor todavía; las
provincias han ven id o a b u sc ar sus m odelos a Lima. La p ro sa
polém ica del regionalism o y el radicalism o provincianos
d e sc ie n d e d e G onzález Prada, a quien, e n justicia. M ore, su
discípulo, re p ro c h a su excesivo am or a la retórica.
G am arra es p a ra M ore el rep re sen ta tiv o d el Perú integral. Gon
G am arra em pieza, a su juicio, un nuevo capítulo d e n uestra
literatura. El nuevo capítulo com ienza, en mi concepto, con
G onzález P rad a q u e m arca la transición d el españolism o p u ro a un
eu ro p eísm o m ás o m enos in cip ien te en su e x p re sió n p e ro
decisivo en sus consecuencias.
Pero Ricardo Palma, a quien M ore e rró n e a m e n te d e sig n a com o un
"representativo, e x p re s a d o r y centinela del colonism o", m algrado
sus lim itaciones, es tam b ién d e e ste Perú in teg ral que en nosotros
prin cip ia a co n c re ta rse y definirse. Palm a tra d u c e el criollism o, el
m estizaje, la m esocracia d e una Lima rep u b lica n a que, si es la
m ism a q u e aclam a a P ié rd a -m ás are q u ip eñ o q u e lim eño e n su
tem p eram en to y en su estilo-, es igualm ente la m ism a que, en
nuestro tiem po, rev isa su p ro p ia tradición, re n ie g a su ab o len g o
colonial, co n d en a y critica su centralism o, sostiene las
reivindicaciones d el indio y tie n d e sus dos m anos a los re b e ld e s
d e provincias.
M ore no distingue sino una Lima. La c o n serv ad o ra, la
som nolienta, la frívola, la colonial. "No hay p ro b le m a ideológico o
sentim ental -dice- q u e en Lima haya p ro d u cid o ecos. Ni el
m odernism o en literatura ni el m arxism o e n política; ni el sím bolo
en m úsica ni el dinam ism o exp resio n ista en pintura han
inquietado a los hijos d e la ciu d ad sed an te. La volu p tu o sid ad es
tum ba d e la inquietud". Pero esto no es exacto. En Lima, d o n d e se
ha constituido el p rim e r núcleo d e industrialism o, es tam b ién
d o n d e, en perfecto a c u erd o con el p ro c e so histórico d e la nación,
se ha b a lb u c e a d o o se ha p ro n u n ciad o la p rim e ra reso n an te
p a la b ra d e m arxism o. M ore, un po co d e sco n c e rta d o d e su
p u eb lo , no lo sa b e acaso, p e ro p u e d e intuirlo. No faltan en Buenos
A ires y La Plata q u ien es tien en título p a ra en terarlo d e las
reivindicaciones d e una v an g u a rd ia que en Lima com o en el
Cuzco, en Trujillo, en Jauja, re p re s e n ta un nuevo espíritu nacional.
La requisitoria contra el colonialism o, contra el "limeñismo" si así
p re fie re llam arlo M ore, ha p artid o d e Lima. El p ro c e so d e la
capital -en a b ie rta p u g n a con lo q u e Luis A lberto Sánchez
denom ina "perricholism o", y con una p asión y una se v e rid a d que
p rec isam e n te a Sánchez alarm an y p reo cu p an -, lo estam os
hacien d o h o m b re s d e la capital (17). En Lima, algunos escrito res
q u e d el esteticism o d'annunziano im portado p o r V aldelom ar
habíam os evolucionado al criticism o socializante d e la revista
España, fundam os h ace diez años Nuestra Época, p a ra denunciar,
sin re se rv a s y sin com prom isos con ningún g ru p o y ningún
caudillo, las re sp o n sa b ilid a d e s d e la vieja política (18). En Lima,
algunos estudiantes, p o rtav o ces d el nuevo espíritu, c re a ro n h ace
cinco años las u n iv ersid a d e s p o p u lare s e in scrib iero n en su
b a n d e ra el n o m b re d e G onzález Prada.
H enríquez U reña d ice q u e hay dos A m éricas: una b u e n a y otra
m ala. Lo m ism o se p o d ría d e c ir d e Lima. Lima no tien e raíc es en
el p a sa d o autóctono. Lima es la hija d e la C onquista. P ero d e s d e
que, en la m entalidad y en el espíritu, c e sa d e se r sólo esp añ o la
p a ra v o lv erse un poco cosm opolita, d e s d e que se m uestra
sen sib le a las id ea s y a las em ociones d e la ép o ca, Lima d e ja d e
a p a re c e r exclusivam ente com o la s e d e y el h o g a r del
colonialism o y españolism o. La nueva p e ru a n id a d es una cosa po r
c rear. Su cim iento histórico tie n e q u e se r indígena. Su eje
d e sc a n sa rá quizá e n la p ie d ra andina, m ejor q u e en la arcilla
costeña. Bien. Pero a e ste tra b a jo d e creación, la Lima
ren o v ad o ra, la Lima inquieta, no es ni q u iere s e r extraña.

V. GONZALEZ PRADA

G onzález P rad a es, en n u estra literatura, el p re c u rso r d e la


transición d el p e río d o colonial al p e río d o cosm opolita. V entura
G arcía C ald eró n lo d e c la ra "el m enos peruano" d e nuestros
literatos. P ero ya hem os visto q u e hasta G onzález P rad a lo
p e ru a n o en esta literatura no es aún p e ru a n o sino sólo colonial. El
autor d e Páginas Libres, a p a re c e com o un escrito r d e espíritu
occidental y d e cultura e u ro p e a . Mas, d e n tro d e una p e ru a n id a d
p o r definirse, p o r p re c isa rse todavía, ¿por q u é c o n sid erarlo com o
el m enos p e ru a n o d e los h o m b re s d e letras q u e la trad u cen ? ¿Por
se r el m enos español? ¿Por no s e r colonial? La razón resulta
en to n ces p arad ó jica. Por s e r la m enos española, p o r no ser
colonial, su literatura anuncia p rec isam e n te la p o sib ilid ad d e una
literatura p eru an a. Es la lib eració n d e la m etrópoli. Es,
finalm ente, la ru p tu ra con el V irreinato.
Este parnasiano, e ste helenista, m arm óreo, pag an o , es histórica y
espiritualm ente m ucho m ás p e ru a n o q u e todos, absolutam ente
todos, los rap so d ista s d e la literatura e sp añ o la an terio res y
p o ste rio re s a él en nuestro p ro c e so literario. No existe
seg u ra m en te en esta g e n e ra c ió n un solo corazón q u e sienta al
m alhum orado y nostálgico discípulo d e Lista m ás p e ru a n o que el
panfletario e iconoclasta acu sad o r del p a sad o a que
p e rte n e c ie ro n é s e y otros letrilleros d e la m ism a e stirp e y el
m ism o abolengo.
G onzález P rad a no in te rp re tó e ste pu eb lo , no esclareció sus
p ro b lem as, no leg ó un p ro g ra m a a la g e n e ra c ió n q u e d e b ía v enir
d e sp u és. Mas re p re se n ta , d e toda suerte, un instante -el p rim e r
instante lúcido-, d e la conciencia d el Perú. F ed erico M ore lo llam a
un p re c u rso r d el Perú nuevo, del Perú integral. Pero Prada, a este
resp e c to , ha sido m ás q u e un p rec u rso r. En la p ro sa d e Páginas
Libres, e n tre sentencias alam bicadas y retóricas, se e n cu en tra el
g e rm e n del nuevo espíritu nacional. "No form an el v e rd a d e ro
Perú -dice G onzález P rad a en el c é le b re discurso del Politeam a
d e 1888- las a g ru p acio n es d e criollos y ex tran jero s q u e h ab itan la
faja d e tie rra situada e n tre el Pacífico y los A ndes; la nación está
form ada p o r las m u ch ed u m b res d e indios d isem inadas en la
b a n d a oriental d e la cordillera" (19).
Y aunque no supo h a b la rle un len g u aje d e sn u d o d e retórica,
G onzález P rad a no d e sd e ñ ó jam ás a la m asa. Por el contrario,
reivindicó sie m p re su gloria oscura. Previno a los literatos q u e lo
seg u ían contra la futilidad y la e ste rilid a d d e una literatu ra elitista.
"Platón -les re c o rd ó en la conferencia d el A teneo- d e c ía q u e en
m ateria d e len g u aje el p u e b lo e ra un e x c ele n te m aestro. Los
idiom as se vigorizan y rete m p la n e n la fuente pop u lar, m ás que
en las re g la s m uertas d e los gram áticos y e n las exhum aciones
preh istó ricas d e los eruditos. De las canciones, refran e s y dichos
del vulgo b ro ta n las p a la b ra s originales, las frases gráficas, las
construcciones atrevidas. Las m ultitudes transform an las lenguas
com o los infusorios m odifican los continentes". "El p o e ta legítim o
-afirm ó e n otro p a saje d el m ism o discurso- se p a re c e al árbol
nacido e n la cu m b re d e un m onte: p o r las ram as, q u e form an la
im aginación, p e rte n e c e a las nubes; p o r las raíces, que
constituyen los afectos, se liga con el suelo". Y en sus notas a c erc a
del idiom a ratificó explícitam ente e n otros térm inos el m ism o
pensam iento. "Las o b ras m aestras se distinguen p o r la
accesib ilid ad , p u e s no form an el patrim onio d e unos cuantos
eleg id o s, sino la h e re n c ia d e todos los h o m b re s con sentido
com ún. H om ero y G ervantes son ingenios dem ocráticos: un niño
les e n tien d e. Los talentos q u e p resu m e n d e aristocráticos, los
in accesib les a la m u ch ed u m b re, disim ulan lo vacío d el fondo con
lo te n e b ro so d e la forma". "Si H erodoto h u b ie ra escrito com o
G racián, si Píndaro h u b iera cantado com o G óngora ¿habrían sido
escu ch ad o s y ap lau d id o s en los ju eg o s olím picos? Ahí están los
g ra n d e s ag ita d o re s d e alm as en los siglos XVI y XVlll, ahí está
particu larm en te V oltaire con su p ro sa, natural com o un
m ovim iento resp irato rio , clara com o un alcohol rectificado" (20).
Sim ultáneam ente, G onzález P rada denunció el colonialism o. En la
conferencia d el A teneo, d e s p u é s d e constatar las co n secuencias
d e la ñoña y senil im itación d e la literatura española, p ro p u g n ó
a b ie rta m en te la ru p tu ra d e e ste vínculo. "D ejem os las a n d a d e ra s
d e la infancia y busq u em o s en otras literaturas nuevos elem entos
y nuevas im pulsiones. Al espíritu d e naciones ultram ontanas y
m onárquicas prefiram os el espíritu lib re y dem o crático d el siglo.
Volvam os los ojos a los autores castellanos, estudiem os sus o b ras
m aestras, enriquezcam os su arm oniosa lengua; p e ro rec o rd e m o s
constantem ente que la d e p e n d e n c ia intelectual d e E spaña
significaría p a ra nosotros la definida pro lo n g ació n d e la niñez"
( 21).

En la o b ra d e G onzález Prada, n u e stra literatura inicia su contacto


con otras literaturas. G onzález P rada re p re s e n ta particu larm en te
la influencia francesa. P ero le p e rte n e c e en g e n e ra l el m érito d e
h a b e r ab ie rto la b re c h a p o r la q u e d e b ía n p a sa r luego diversas
influencias ex tran jeras. Su p o e sía y aun su p ro sa acusan un trato
íntimo d e las letras italianas. Su p ro sa tronó m uchas v e c e s contra
las acad em ias y los puristas, y, h e tero d o x am en te, se com plació
en el neologism o y el galicism o. Su v e rso buscó en otras
literaturas nuevos tro q u e les y exóticos ritm os.
P ercibió b ien su in teligencia el nexo oculto p e ro no ignoto que
hay e n tre conservantism o ideológico y academ icism o literario. Y
com binó p o r eso el ataque al uno con la requisitoria contra el otro.
A hora q u e advertim os claram en te la íntim a relació n e n tre las
se re n a ta s al V irreinato e n literatura y el dom inio d e la casta feudal
en econom ía y política, e ste lado del pen sam ien to d e G onzález
P rada a d q u ie re un valor y una luz nuevos.
Gomo lo denunció G onzález Prada, toda actitud literaria,
consciente o inco n scien tem en te refleja un sentim iento y un
in te rés políticos. La literatura no es in d e p e n d ie n te d e las dem ás
categ o rías d e la historia. ¿Q uién n e g a rá , p o r ejem plo, el fondo
político d el co ncepto e n a p a rien c ia exclusivam ente literario, que
define a G onzález P rad a com o "el m enos p e ru a n o d e nuestros
literatos"? N eg ar peruanism o a su p e rso n a lid a d no es sino un
m odo d e n e g a r validez e n el P erú a su pro testa. Es un rec u rso
sim ulado p a ra descalificar y desvalorizar su re b e ld ía . La m ism a
tacha d e exotism o sirve hoy p a ra com batir el pen sam ien to d e
v anguardia.
M uerto Prada, la g e n te q u e no ha p o d id o p o r estos m edios
socavar su asce n d ien te ni su ejem plo, ha cam b iad o d e táctica. Ha
tratado d e deform ar y dism inuir su figura, ofrecién d o le sus
elogios co m p ro m eted o res. Se ha p ro p a g a d o la m oda d e d e c irse
h e re d e ro s y discípulos d e Prada. La figura d e G onzález P rada ha
corrido el p elig ro d e resu ltar una figura oficial, académ ica.
A fortunada-m ente la nueva g e n e ra c ió n ha sab id o insurgir
o p o rtunam ente contra e ste intento.
Los jó v en es distinguen lo q u e en la o b ra d e G onzález P rad a hay
d e contingente y tem p o ral d e lo q u e hay d e p e re n n e y eterno.
S aben que no es la letra sino el espíritu lo q u e en P rada
re p re s e n ta un valor d u rad e ro . Los falsos gonzález-pradistas
re p ite n la letra; los v e rd a d e ro s re p ite n el espíritu.

El estudio d e G onzález P rad a p e rte n e c e a la crónica y a la crítica


d e n u estra literatura antes q u e a las d e n u e stra política. G onzález
P rada fue m ás literato q u e político. El hech o d e que la
tra sc en d e n c ia política d e su o b ra sea m ayor q u e su tra sc en d e n c ia
literaria no d esm ien te ni contraría el hech o anterior y prim ario,
d e q u e e sa obra, en sí, m ás q u e política es literaria.
Todos constatan q u e G onzález P rad a no fue acción sino v e rb o .
Pero no es esto lo q u e a G onzález P rad a define com o literato m ás
que com o político. Es su v e rb o mismo.
El v e rb o , p u e d e se r p ro g ram a, doctrina. Y ni en Páginas Libres ni
en Horas d e Lucha encontram os una doctrina ni un p ro g ra m a
p ro p ia m en te dichos. En los discursos, en los ensayos que
com ponen estos libros, G onzález P rad a no trata d e definir la
re a lid a d p e ru a n a en un len g u aje d e estad ista o d e sociólogo. No
q u iere sino su g e rirla e n un len g u aje d e literato. No co n creta su
pen sam ien to en pro p o sicio n es ni e n conceptos. Lo esb o za en
frases d e g ran v ig o r panfletario y retórico, p e ro d e poco valor
práctico y científico. "El P erú es una m ontaña co ro n ad a p o r un
cem enterio". "El P erú es un organism o enferm o: d o n d e se aplica
el d e d o b ro ta el pus". Las frases m ás re c o rd a d a s d e G onzález
P rada d elatan al h o m b re d e letras: no al h o m b re d e Estado. Son
las d e un acusador, no las d e un realizador.
El p ro p io m ovim iento rad ical a p a re c e e n su o rig e n com o un
fenóm eno literario y no com o un fenóm eno político. El em brión
d e la Unión N acional o Partido Radical se llamó "Círculo
Literario". Este g ru p o literario se transform ó en g ru p o político
o b e d e c ie n d o al m andato d e su ép o ca. El p ro c e so biológico del
Perú no n e c e sita b a literatos sino políticos. La literatura es lujo, no
es pan. Los literatos q u e ro d e a b a n a G onzález P rad a sintieron
v a g a p e ro p ere n to ria m e n te la n e c e sid a d vital d e esta nación
d e s g a rra d a y e m p o b re cid a . "El «Círculo Literario», la pacífica
so c ie d a d d e p o e ta s y so ñ ad o res -d ecía G onzález P rada e n su
discurso del O lim po d e 1887-, tie n d e a con v ertirse en un centro
m ilitante y p ro p ag a n d ista . ¿De d ó n d e n a c en los im pulsos d e
radicalism o en literatura? Aquí lleg an ráfagas d e los h u racan es
que azotan a las capitales e u ro p e a s, re p e rc u te n v o ces d e la
Francia re p u b lic a n a e incrédula. Hay aquí una juv en tu d q u e lucha
a b ie rta m en te p o r m atar con m u erte violenta lo q u e p a re c e
destin ad o a sucum bir con agonía inoportunam ente larga, una
juventud, en fin, que se im pacienta p o r suprim ir los obstáculos y
a b rirse cam ino p a ra e n a rb o la r la b a n d e ra roja en los
d e sm an telad o s to rre o n es d e la literatura nacional" (22).
G onzález P rada no resistió el im pulso histórico q u e lo e m p u ja b a a
p a sa r d e la tranquila esp ecu lació n p a rn asian a a la á sp e ra batalla
política. Pero no p u d o trazar a su falange un p lan d e acción. Su
espíritu individualista, anárquico, solitario, no e ra a d e cu a d o p a ra
la d irecció n d e una vasta o b ra colectiva.
G uando se estudia el m ovim iento radical, se d ice que G onzález
P rada no tuvo tem p e ra m en to d e conductor, d e caudillo, d e
condotiero. Mas no es ésta la única constatación q u e hay que
h acer. Se d e b e a g re g a r q u e el tem p eram en to d e G onzález P rada
e ra fundam entalm ente literario. Si G onzález P rad a no h u b ie se
nacido e n un país u rg id o d e reorganización y m oralización
políticas y sociales, en el cual no p o d ía fructificar una o b ra
exclusivam ente artística, no lo h a b ría ten tad o jam ás la id e a d e
form ar un partido.
Su cultura coincidía, com o es lógico, con su tem p eram en to . Era
una cultura prin cip alm en te literaria y filosófica. L eyendo sus
discursos y sus artículos, se nota q u e G onzález P rad a care c ía d e
estudios específicos d e Econom ía y Política. Sus sentencias, sus
im precaciones, sus aforism os, son d e inconfundibles factura e
inspiración literarias. E ngastado en su p ro sa e le g a n te y bruñida,
se d e s c u b re frecu en tem en te un c e rte ro co ncepto sociológico o
histórico. Ya h e citado alguno. P ero en conjunto, su o b ra tiene
sie m p re el estilo y la estru ctu ra d e una o b ra d e literato.

N utrido d el espíritu nacionalista y positivista d e su tiem po,


G onzález P rad a exaltó el v alor d e la G iencia. Mas e sta actitud es
p ecu liar d e la literatura m o d ern a d e su ép o ca. La Giencia, la
Razón, el P rogreso, fueron los m itos d el siglo diecinueve.
G onzález Prada, q u e p o r la ruta del liberalism o y del
enciclopedism o llegó a la utopía anarquista, adoptó
fervorosam ente estos mitos. Hasta en sus v e rso s hallam os la
e x p re sió n enfática d e su racionalism o.

¡Guerra al m enguado sentimiento!


¡Culto divino a la Razón!

Le tocó a G onzález P rada en u n ciar solam ente lo q u e h o m b re s d e


otra g e n e ra c ió n d e b ía n hacer. P redicó realism o. G ondenando los
g aseo so s v erb alism o s d e la retó rica tropical, conjuró a sus
con tem p o rán eo s a a sen ta r b ien los p ies en la tierra, e n la m ateria.
"A cabem os ya -dijo- el viaje m ilenario p o r reg io n e s d e idealism o
sin consistencia y re g re se m o s al seno d e la rea lid a d , rec o rd a n d o
que fuera d e la N aturaleza no hay m ás que sim bolism os ilusorios,
fantasías m itológicas, d esvanecim ientos m etafisicos. A fuerza d e
a sc e n d e r a cu m b res e n ra re cid a s, nos estam os volviendo
v ap orosos, aeriform es: solidifiquém onos. Más v ale s e r h ierro que
nube" (23).
Pero él mism o no consiguió nunca s e r un realista. De su tiem po
fue el m aterialism o histórico. Sin em b arg o , el pen sam ien to d e
G onzález Prada, q u e no im puso nunca lím ites a su audacia ni a su
lib ertad , dejó a otros la e m p re sa d e c re a r el socialism o p eruano.
F racasado el p artid o radical, dio su ad h esió n al lejano y abstracto
utopism o d e Kropotkin. Y e n la p o lém ica e n tre m arxistas y
bakuninistas, se pronunció p o r los segundos. Su tem p eram en to
rea c c io n a b a e n é ste com o en todos sus conflictos con la realid ad ,
conform e a su sen sib ilid ad literaria y aristocrática.
La filiación literaria del espíritu y la cultura d e G onzález Prada, es
re sp o n sa b le d e q u e el m ovim iento rad ical no nos haya le g a d o un
conjunto elem ental siq u iera d e estudios d e la re a lid a d p e ru a n a y
un cu e rp o d e id e a s con cretas so b re sus pro b lem as. El p ro g ra m a
del Partido Radical, q u e p o r otra p a rte no fue e la b o ra d o p o r
G onzález Prada, q u e d a com o un ejercicio d e p ro sa política d e "un
círculo literario". Ya hem os visto cóm o la Unión Nacional,
efectivam ente, no fue otra cosa.

El pen sam ien to d e G onzález Prada, aunque su b o rd in ad o a todos


los g ra n d e s mitos d e su época, no es m onótonam ente positivista.
En G onzález P rad a a rd e el fuego d e los racionalistas d el siglo
XVlll. Su Razón es apasionada. Su Razón es revolucionaria. El
positivism o, el historicism o d el siglo XIX re p re s e n ta n un
racionalism o dom esticado. T raducen el hum or y el in terés d e una
b u rg u esía a la q u e la asunción d el p o d e r ha to rnado
co n servadora. El racionalism o, el cientificism o d e G onzález P rada
no se contentan con las m ed io c re s y páv id as conclusiones d e una
razón y una ciencia b u rg u esa s. En G onzález P rada subsiste,
intacto en su osadía, el jacobino.
Javier Prado, G arcía G alderón, Riva A güero, divulgan un
positivism o co n serv ad o r. G onzález P rad a e n se ñ a un positivism o
revolucionario. Los id eólogos d el civilismo, en p erfecto a cu erd o
con sus sentim ientos d e clase, nos som etieron a la au to rid ad d e
Taine; el id eó lo g o del radicalism o se reclam ó sie m p re d e
pen sam ien to su p e rio r y distinto d el que, concom itante y
consustancial en Francia con un m ovim iento d e reacció n política,
sirvió aquí a la ap o logía d e las oligarquías ilustradas.
No obstante su filiación racionalista y cientificista, G onzález P rada
no cae casi nunca e n un intelectualism o e x a g era d o . Lo p re se rv a n
d e e ste p elig ro su sentim iento artístico y su exaltado anhelo d e
justicia. En el fondo d e e ste parnasiano, hay un rom ántico q u e no
d e s e s p e ra nunca d el p o d e r d el espíritu.
Una d e sus ag u d as opiniones s o b re Renán, el q u e ne dépasse pas
le doute, nos p ru e b a q u e G onzález P rad a p e rc ib ió m uy b ien el
rie sg o d e un criticism o e x a c e rb a d o . "Todos los defectos d e Renán
se explican p o r la e x a g era ció n d el espíritu crítico; el tem or d e
e n g a ñ a rse y la m anía d e c re e rs e un espíritu d elicad o y lib re d e
pasión, le hacían m uchas v e c e s afirm ar todo con reticen cias o
n e g a r todo con restricciones, es d ecir, no afirm ar ni n e g a r y hasta
c o n trad ecirse, p u e s le acontecía em itir una id e a y en seguida,
v alién d o se d e un p e ro , d e fe n d e r lo contrario. De ahí su escasa
popu larid ad : la m ultitud sólo c o m p re n d e y sig u e a los h o m b re s
q u e franca y h asta b ru talm en te afirm an con las p a la b ra s com o
M irabeau, con los hechos com o N apoleón".
G onzález P rada p re fie re sie m p re la afirm ación a la negación, a la
duda. Su pen sam ien to es atrevido, intrépido, tem erario. T em e a la
in certid u m b re. Su espíritu siente ho n d am en te la angustiosa
n e c e sid a d d e dépasser le doute. La fórm ula d e V asconcelos p u d o
se r tam b ién la d e G onzález Prada: "pesim ism o d e la realid ad ,
optim ism o del ideal". Gon frecuencia, su frase es pesim ista: casi
nunca es escép tica.
En un estudio s o b re la id eo lo g ía d e G onzález Prada, q u e form a
p a rte d e su lib ro El Nuevo Absoluto, M ariano Ibérico Rodríguez
define b ien al p e n s a d o r d e Páginas Libres cuando e s c rib e lo
siguiente: "G oncorde con el espíritu d e su tiem po, tiene g ran fe
en la eficacia d el trab ajo científico. G ree e n la existencia d e leyes
universales inflexibles y etern as, p e ro no d e riv a d el cientificism o
ni del determ inism o una e stre ch a m oral eu d em o n ista ni tam poco
la resig n ació n a la n e c e sid a d cósm ica q u e realizó Spinoza. Por el
contrario, su p e rso n a lid a d d esco n ten ta y lib re su p e ró las
co n secuencias lógicas d e sus id ea s y profesó el culto d e la acción
y e x p erim en tó la a n sie d a d d e la lucha y p red ic ó la afirm ación d e
la lib e rta d y d e la vida. Hay e v id en tem en te algo del rico
pen sam ien to d e N ietzsche en las exclam aciones anárquicas d e
Prada. Y hay en é ste com o e n N ietzsche la oposición e n tre un
co ncepto d eterm inista d e la re a lid a d y el em p u je triunfal del lib re
im pulso interior" (24).
Por estas y otras razones, si nos sentim os lejanos d e m uchas id eas
d e G onzález Prada, no nos sentim os, e n cam bio, lejanos d e su
espíritu. G onzález P rada se e n g a ñ ab a , p o r ejem plo, cuando nos
p re d ic a b a an tirreligiosidad. Hoy sab em o s m ucho m ás q u e en su
tiem po so b re la religión com o so b re otras cosas. S abem os que
una revolución es sie m p re religiosa. La p a la b ra relig ió n tien e un
nuevo valor, un nuevo sentido. Sirve p a ra algo m ás q u e p a ra
d e sig n a r un rito o una iglesia. Poco im porta q u e los soviets
e scrib an e n sus afiches d e p ro p a g a n d a q u e "la religión es el opio
d e los pueblos". El com unism o es esen cialm en te religioso. Lo que
m otiva aún equívocos es la vieja acep ció n del vocablo. G onzález
P rada p re d e c ía el tram onto d e todas las c re e n c ia s sin ad v e rtir que
él m ism o e ra p re d ic a d o r d e una creen cia, confesor d e una fe. Lo
q u e m ás se adm ira e n e ste racionalista es su pasión. Lo q u e m ás
se re s p e ta e n e ste ateo, un tanto p ag an o , es su ascetism o m oral.
Su ateísm o es religioso. Lo es, so b re todo, en los instantes en que
p a re c e m ás v e h e m e n te y m ás absoluto. T iene G onzález P rada
algo d e esos ascetas laicos que co n cib e Romain Rolland. Hay que
b u sc ar al v e rd a d e ro G onzález P rad a en su c re d o d e justicia, en su
doctrina d e am or; no en el anticlericalism o un poco v u lg ar d e
algunas p ág in as d e Horas de Lucha.
La id eo lo g ía d e Páginas Libres y d e Horas de Lucha es hoy, en
g ran p a rte , una id eo lo g ía caduca. Pero no d e p e n d e d e la validez
d e sus conceptos ni d e sus sentencias lo q u e existe d e
fundam ental ni d e p e rd u ra b le e n G onzález Prada. Los conceptos
no son siq u iera lo característico d e su o b ra. Gomo lo o b se rv a
Ibérico, en G onzález P rad a lo característico "no se ofrece com o
una ríg id a sistem atización d e co n cep to s -sím bolos provisionales
d e un e sta d o d e espíritu-; lo e stá en un cierto sentim iento, en una
cierta d eterm inación constante d e la p e rso n a lid a d en tera, que se
tra d u c en p o r el ad m irab le contenido artístico d e la o b ra y p o r la
viril exaltación d el esfuerzo y d e la lucha" (25).
He dicho y a q u e lo d u ra d e ro e n la o b ra d e G onzález P rada es su
espíritu. Los h o m b re s d e la nueva g e n e ra c ió n en G onzález P rada
adm iram os y estim am os, so b re todo, el austero ejem plo m oral.
Estim am os y adm iram os, s o b re todo, la h o n rad ez intelectual, la
no b le y fuerte reb e ld ía .
Pienso, adem ás, p o r mi p a rte q u e G onzález P rad a no re c o n o c e ría
en la nueva g e n e ra c ió n p e ru a n a una g e n e ra c ió n d e discípulos y
h e re d e ro s d e su o b ra si no en co n trara en sus h o m b re s la voluntad
y el aliento in d isp e n sab le s p a ra su p erarla. M iraría con d e s d é n a
los re p e tid o re s m ed io cres d e sus frases. A m aría sólo una juventud
capaz d e trad u cir e n acto lo q u e e n él no p u d o s e r sino id ea y no
se sentiría ren o v ad o y ren a c id o sino en h o m b re s que su p ieran
d e c ir una p a la b ra v e rd a d e ra m e n te nueva, v e rd a d e ra m e n te
actual.
De G onzález P rad a d e b e d e c irse lo q u e él, en Páginas Libres, dice
d e Vigil. "Pocas vidas tan puras, tan llenas, tan d ignas d e ser
im itadas. P u ed e ata c a rse la form a y el fondo d e sus escritos,
p u e d e tac h a rse hoy sus libros d e anticuados e insuficientes,
p u e d e , e n fin, d e rrib a rs e todo el edificio levantado p o r su
inteligencia; p e ro una cosa p e rm a n e c e rá invulnerable y d e pie, el
hom bre".

VI. MELGAR

D urante su p e río d o colonial, la literatu ra p e ru a n a se p re se n ta , en


sus m ás salientes p e rip e c ia s y e n sus m ás conspicuas figuras,
com o un fenóm eno lim eño. No im porta q u e e n su e len co estén
re p re s e n ta d a s las provincias. El m odelo, el estilo, la línea, han
sido d e la capital. Y esto se explica. La literatura es un p ro d u cto
urbano. La gravitación d e la u rb e influye fu ertem en te en todos los
p ro ce so s literarios. En el Perú, d e otro lado, Lima no ha sufrido las
concurrencias d e otras ciu d a d e s d e análogos fueros. Un
centralism o extrem o le ha a se g u ra d o su dom inio.
Por culpa d e e sta h e g em o n ía absoluta d e Lima, no ha po d id o
n u estra literatura n u trirse d e savia indígena. Lima ha sido la
capital e sp añ o la prim ero . Ha sido la capital criolla d e sp u és. Y su
literatura ha tenido e sta m arca.
El sentim iento in d íg e n a no ha care c id o totalm ente d e e x p re sió n
en e ste p e río d o d e n u estra historia literaria. Su p rim er
e x p re sa d o r d e c ateg o ría es M ariano M elgar. La crítica lim eña lo
trata con un poco d e d e sd é n . Lo siente d em asiad o p o pular, poco
distinguido. Le m olesta en sus v erso s, junto con una sintaxis un
tanto callejera, el em p leo d e giros p leb e y o s. Le disgusta e n el
fondo, el g é n e ro mismo. No p u e d e se r d e su gusto un p o e ta que
casi no ha d e ja d o sino yaravíes. Esta crítica a p re c ia m ás cualquier
oda soporífera d e Pando.
Por reacción, no su p erestim o artísticam ente a M elgar. Lo juzgo
d en tro d e la incipiencia d e la literatura p e ru a n a d e su época. Mi
juicio no se s e p a ra d e un criterio d e relatividad.
M elgar es un rom ántico. Lo es no sólo en su a rte sino tam b ién en
su vida. El rom anticism o no h a b ía lleg ad o , todavía, oficialm ente a
n u estras letras. En M elgar no es, p o r e n d e , com o m ás ta rd e en
otros, un g esto imitativo; es un a rra n q u e espon táneo. Y é ste es un
dato d e su sen sib ilid ad artística. Se ha dicho q u e d e b e a su
m uerte h ero ica una p a rte d e su re n o m b re literario. Pero esta
valorización disim ula mal la antipatía d e sd e ñ o sa q u e la inspira. La
m uerte creó al h éro e, frustró al artista. M elgar m urió m uy joven. Y
aunque resu lta sie m p re un poco a v en tu rad a to d a hipótesis so b re
la p ro b a b le tray ecto ria de un artista, so rp re n d id o
p rem atu ram en te p o r la m uerte, no es excesivo su p o n e r que
M elgar, m aduro, h a b ría p ro d u cid o un a rte m ás p u rg a d o d e
retó rica y am aneram iento clásicos y, p o r consiguiente, m ás
nativo, m ás puro. La ru p tu ra con la m etrópoli h a b ría tenido e n su
espíritu co n secuencias p articu lares y, en todo caso, d iv ersas d e
las q u e tuvo en el espíritu d e los h o m b re s d e letras d e una ciudad
tan española, tan colonial com o Lima. M ariano M elgar, siguiendo
el cam ino d e su im pulso rom ántico, h a b ría en co n trad o una
inspiración cad a vez m ás rural, c a d a vez m ás indígena.
Los que se d u e le n d e la v u lg arid ad d e su léxico y sus im ágenes,
p a rte n d e un prejuicio aristocratista y academ icista. El artista que
en el len g u aje del p u e b lo e sc rib e un p o em a d e p e rd u ra b le
em oción vale, en to d as las literaturas, mil v e c e s m ás que el que,
en len g u aje académ ico, e s c rib e una acrisolada p ieza d e
antología. De otra p arte, com o lo o b se rv a C arlos Octavio Bunge
en un estudio so b re la literatura argentina, la p o e sía p o p u lar ha
p re c e d id o sie m p re a la p o e sía artística. A lgunos y aravíes d e
M elgar viven sólo com o fragm entos d e p o e sía p o pular. Pero, con
e ste título, han adquirido sustancia inm ortal.
Tienen, a v e c es, e n sus im á g e n es sencillas, una in g en u id ad
pastoril q u e rev e la su tram a in d íg en a, su fondo autóctono. La
p o e sía oriental, se caracteriza p o r un rústico panteísm o en la
m etáfora. M elgar se m uestra m uy indio en su im aginism o
prim itivo y cam pesino.
Este rom ántico, finalm ente, se e n tre g a ap asio n ad am en te a la
revolución. En él la revolución no es liberalism o enciclopedista.
Es, fundam entalm ente, cálido patriotism o. Com o en Pum acahua,
en M elgar el sentim iento revolucionario se n utre d e n u estra
p ro p ia sa n g re y n u estra p ro p ia historia.
Para Riva A güero, el p o e ta d e los yarav íes no es sino "un
m om ento curioso d e la literatu ra peruana". Rectifiquem os su
juicio, d iciendo que es el p rim e r m om ento p e ru a n o d e esta
literatura.

VII. ABELARDO GAMARRA

A belard o G am arra no tien e hasta ahora un sitio en las antologías.


La crítica re le g a d e sd e ñ o sa m e n te su o b ra a un plano secundario.
Al plano, casi n e g lig ib le p a ra su gusto cortesano, d e la literatura
pop u lar. Ni siq u iera e n el criollism o se le re c o n o c e un rol
cardinal. C uando se historia el criollism o se cita sie m p re antes a
un colonialista tan inequívoco com o don F elipe Pardo.
Sin e m b a rg o , G am arra es uno d e n u estro s literatos m ás
rep resen tativ o s. Es, e n n u estra literatura esencialm ente
capitalina, el escrito r que con m ás p u reza tra d u c e y e x p re sa a las
provincias. Tiene su p ro sa rem iniscencias in d ígenas. Ricardo
Palm a es un criollo d e Lima; el T unante es un criollo d e la sierra.
La raíz india está viva e n su a rte jaran ero .
Del indio tien e el Tunante la te so n e ra y sufrida naturaleza, la
pan teísta d e sp re o c u p a ció n del m ás allá, el alm a dulce y rural, el
b u e n sentido cam pesino, la im aginación realista y sobria. Del
criollo, tien e el d e c ir donairoso, la risa zum bona, el juicio ag u d o y
socarrón, el espíritu a v en tu rero y juerg u ista. P ro c ed e n te d e un
p u e b lo serran o , el Tunante se asim iló a la capital y a la costa, sin
d esn atu ralizarse ni deform arse. Por su sentim iento, p o r su
entonación, su o b ra es la m ás g en u in am en te p e ru a n a d e m edio
siglo d e im itaciones y balb u ceo s.
Lo es tam b ién p o r su espíritu. D esd e su juventud, G am arra militó
en la v an g u ard ia. Participó en la p ro te sta radical, con v e rd a d e ra
adh esió n a su patriotism o revolucionario. Lo q u e en otros corifeos
del radicalism o e ra sólo una actitud intelectual y literaria, en el
Tunante e ra un sentim iento vital, un im pulso aním ico. G am arra
sentía h ondam ente, en su ca rn e y en su espíritu, la re p u lsa d e la
aristocracia e n c o m e n d e ra y d e su c o rro m p id a e ignorante
clientela. G om prendió sie m p re q u e e sta g e n te no re p re s e n ta b a al
Perú; q u e el Perú e ra otra cosa. Este sentim iento, lo m antuvo en
g u ard ia contra el civilismo y sus e x p re sio n es intelectuales e
ideológicas. Su seg u ro instinto lo p rese rv ó , al m ism o tiem po, d e
la ilusión "dem ócrata". El Tunante no se e n g añ ó s o b re Piérola.
P ercibió el v e rd a d e ro sentido histórico d el g o b iern o d el 95. Vio
claro q u e no e ra una revolución dem o crática sino una
restau ració n civilista. Y, aunque hasta su m uerte, g u a rd ó el m ás
fervoroso culto a G onzález Prada, cuyas retó ricas catilinarias
tradujo a un len g u aje popular, se m ostró nostalgioso d e un
espíritu m ás realizad o r y constructivo. Su intuición histórica
e c h a b a d e m enos en el P erú a un A lberdi, a un Sarm iento. En sus
últim os años, so b re todo, se dio cuenta d e q u e una política
idealista y ren o v a d o ra d e b e a sen tar b ien los p ie s en la re a lid a d y
en la historia.
No es su o b ra la d e un sim ple costum brista satírico. Bajo el
anim ado retrato d e tipos y costum bres, es d em asiad o ev id en te la
p re se n c ia d e un g e n e ro so idealism o político y social. Esto es lo
que coloca a G am arra m uy p o r encim a d e S egura. La o b ra del
Tunante tie n e un ideal; la d e S egura no tiene ninguno.
Por otra p arte, el criollism o del Tunante es m ás integral, m ás
profundo q u e el d e S egura. Su v ersió n d e las cosas y los tipos es
m ás veríd ica, m ás viviente. G am arra tien e en su o b ra -que no po r
azar es la m ás popular, la m ás leíd a en provincias-, m uchos
atisbos agudísim os, m uchos aciertos plásticos. El Tunante es un
Pancho Fierro d e n u estras letras. Es un ingenio popular; un
escrito r intuitivo y espontáneo.
H e re d ero del espíritu d e la revolución d e la in d ep e n d e n c ia , tuvo
lógica-m ente q u e sen tirse distinto y opuesto a los h e re d e ro s del
espíritu d e la C onquista y la Colonia. Y, p o r esto, no diplom a ni
b re v e ta su o b ra la au to rid ad d e acad em ias ni aten eo s ("¡De las
A cadem ias, líbranos Señor!" -p e n sa b a seg u ram en te, com o R ubén
Darío, el Tunante). Se le d e s d e ñ a p o r su sintaxis. Se le d e sd e ñ a
p o r su ortografía. Pero se le d e sd eñ a , ante todo, p o r su espíritu.
La v id a se b u rla a le g re m e n te d e las re se rv a s y los rem ilgos d e la
crítica, co n c ed ie n d o a los libros d e G am arra la supervivencia que
n ieg a a los libros d e re n o m b re y m érito oficialm ente sancionados.
A G am arra no lo re c u e rd a casi la crítica; no lo re c u e rd a sino el
p u eb lo . Pero esto le b asta a su o b ra p a ra o cu p ar d e hech o en la
historia d e n u estras letras el p u esto que form alm ente se le
reg a tea .
La o b ra d e G am arra a p a re c e com o una colección d isp e rsa d e
croquis y bocetos. No tien e una creació n central. No es una
afinada m odulación artística. Este es su defecto. Pero d e este
defecto no es re sp o n sa b le totalm ente la calid ad d el artista. Es
re sp o n sa b le tam b ién la incipiencia d e la literatura que
re p re se n ta .
El Tunante q u e ría h a c e r arte en el len g u aje d e la calle. Su intento
no e ra equivocado. Por el m ism o cam ino han g a n a d o la
inm ortalidad los clásicos d e los o ríg e n e s d e to d as las literaturas.

VIII. CHOCANO

José Santos G hocano p e rte n e c e , a mi juicio, al p e río d o colonial d e


n u estra literatura. Su p o e sía gran d ílo cu a tien e todos sus o ríg en es
en E spaña. Una crítica v e rb a lista la p re s e n ta com o una traducción
del alm a autóctona. P ero e ste es un concepto artificioso, una
ficción retórica. Su lógica, tan sim plista com o falsa, razona así:
G hocano es e x u b e ra n te , lu eg o es autóctono. S obre e ste principio,
una crítica fundam entalm ente incapaz d e sentir lo autóctono, ha
a sen tad o casi todo el d o g m a d el am ericanism o y el tropicalism o
e sen c iale s del p o e ta de Alma América.
Este do g m a p u d o se r in co n testab le en un tiem po d e absoluta
au to rid ad d el colonialism o. A hora una g e n e ra c ió n iconoclasta lo
p a sa in créd u lam en te p o r la c rib a d e su análisis. La p rim e ra
cuestión q u e se p lan te a es ésta: ¿Lo autóctono es, efectivam ente,
e x u b eran te?
Un crítico sagaz, extraño en e ste caso a todo in te rés polém ico,
com o P edro H enríquez U reña, exam inando p rec isam e n te el tem a
d e la e x u b e ra n c ia e n la literatura hispano-am ericana, o b se rv a
q u e e sta literatura, en su m ayor p a rte , no a p a re c e p o r cierto com o
un p ro d u cto del trópico. P ro ced e, m ás bien, d e ciu d a d e s d e clim a
tem p lad o y hasta un poco otoñal. Muy a g u d a y c e rtera m e n te
apunta H enríquez Ureña: "En A m érica conservam os el re sp e to al
énfasis m ientras E uropa nos lo p rescrib ió ; aún hoy nos q u e d a n
tre s o cuatro p o e ta s vibrantes, com o d e c ía n los rom ánticos. ¿No se
atribuirá a influencia d el trópico la q u e es influencia d e Víctor
Hugo? ¿O d e Byron, o d e E sp ro n ced a o d e Quintana?" Para
H enríquez U reña la teo ría d e la e x u b e ra n c ia esp o n tá n e a d e la
literatura am ericana es una teo ría falsa. Esta literatu ra es m enos
e x u b e ra n te d e lo que p a re c e . Se tom a p o r e x u b e ra n c ia la
v e rb o sid a d . Y "si a b u n d a la p a la b re ría es p o rq u e e sc a se a la
cultura, la disciplina y no p o r p ecu liar e x u b e ra n c ia nuestra" (26).
Los casos d e v e rb o s id a d no son im putables a la g e o g rafía ni al
m edio.
Para estu d iar el caso d e C hocano, ten em o s que e m p ezar po r
localizarlo, ante todo, en el Perú. Y bien, en el Perú lo autóctono
es lo indígena, v ale d e c ir lo inkaico.
Y lo indígena, lo inkaico, es fundam entalm ente sobrio. El arte
indio es la antítesis, la contradicción d el a rte d e C hocano. El indio
esquem atiza, estiliza las cosas con un sintetism o y un prim itivism o
hieráticos.
N adie p re te n d e e n co n trar e n la p o e sía d e C hocano la em oción d e
los A ndes. La crítica que la pro clam a autóctona, la im agina
únicam ente d e p o sita ría d e la em oción d e la "montaña", esto es d e
la floresta. Riva A güero es uno d e los q u e su scrib en e ste juicio.
Pero los literatos q u e sin noción ninguna d e la "montaña", se han
a p re su ra d o a d e scu b rirla o re c o n o c e rla ín te g ram e n te en la
am pulosa p o e sía d e C hocano, no han hecho otra cosa que tom ar
al p ie d e la letra una conjetura del po eta. No han hech o sino
re p e tir a C hocano, quien d e s d e h ace m ucho tiem po se supone "el
cantor d e A m érica autóctona y salvaje".
La "montaña" no es sólo ex u b e ra n c ia . Es, sustancialm ente, m uchas
otras cosas que no están en la p o e sía d e C hocano. Ante su
espectáculo, ante sus paisajes, la actitud d e C hocano es la d e un
e sp e c ta d o r elocuente. N ada m ás. Todas sus im á g e n es son las d e
una fantasía ex terio r y ex tranjera. No se oye la voz d e un h o m b re
d e la floresta. Se oye, a lo m ás, la voz d e un forastero im aginativo
y a rd o ro so q u e c re e p o se e rla y ex p re sa rla .
Y esto es m uy natural. La "montaña" no existe casi sino com o
naturaleza, com o paisaje, com o escenario. No ha p ro d u cid o
todavía una e stirp e, un p u eb lo , una civilización. C hocano, en todo
caso, no se ha nutrido d e su savia. Por su san g re, p o r su
m entalidad, p o r su educación, el p o e ta d e Alma América es un
h o m b re d e la costa. P ro c ed e d e una fam ilia española. Su
form ación espiritual e intelectual se ha cum plido e n Lima. Y su
énfasis -este énfasis que, en último análisis, resu lta la única
p ru e b a d e su autoctonism o y d e su am ericanism o artístico o
estético- d e sc ie n d e totalm ente d e España.
Los a n te c e d e n te s d e la técnica y los m odelos d e la elocuencia d e
C hocano están e n la literatura española. Todos rec o n o c e n en su
m an era la influencia d e Q uintana, e n su espíritu la d e E spronceda.
C hocano se reclam a d e Byron y d e Hugo. P ero las influencias m ás
directas q u e se constatan e n su arte son sie m p re las d e p o e ta s d e
idiom a español. Su egotism o rom ántico es el d e Díaz M irón, d e
quien tien e tam b ién el acento a rro g a n te y so b e rb io . Y el
m odernism o y el d ecad en tism o que lleg an hasta las p u e rta s d e su
rom anticism o son los d e R ubén Darío.
Estos rasg o s d e c id e n y señ alan d em asiad o netam ente, la
v e rd a d e ra filiación artística d e C hocano quien, a p e s a r d e las
sucesivas o ndas d e m o d ern id ad que han visitado su a rte sin
m odificarlo ab so lu tam en te en su esencia, ha co n serv ad o en su
o b ra la entonación y el tem p eram en to d e un su p érstite del
rom anticism o esp añ o l y d e su grandilocuencia. Su filiación
espiritual coincide, p o r otra p arte, con su filiación artística. El
"cantor d e A m érica autóctona y salvaje" es d e la e stirp e d e los
co nquistadores. Lo siente y lo d ice él m ism o e n su poesía, q u e si
no c a re c e d e adm iración literaria y retó ric a a los inkas, d e s b o rd a
d e am or a los h é ro e s d e la C onquista y a los m agnates del
V irreinato.
C hocano no p e rte n e c e a la plutocracia capitalina. Este hecho lo
diferencia d e los literatos esp ecíficam en te colonialistas. No
consiente, p o r ejem plo, identificarlo con Riva A güero. En su
espíritu se re c o n o c e al d e s c e n d ie n te d e la C onquista m ás b ien
que al d e sc e n d ie n te d el V irreinato (Y C onquista y V irreinato
social y económ icam ente constituyen dos fases d e un m ism o
fenóm eno, p e ro espiritualm ente no tien en id én tica categoría. La
C onquista fue una aventura heroica; el V irreinato fue una e m p re sa
burocrática. Los co n q u istad o res eran, com o diría Blaise C endrara,
d e la fuerte raza d e los aventureros; los v irre y e s y los oid o res
e ra n b lan d o s h idalgos y m ed io cres b achilleres).
Las p rim e ra s p e rip e c ia s d e la p o e sía d e C hocano son d e c a rá c te r
rom ántico. No e n b a ld e el cantor d e Iras Santas se p re s e n ta com o
un discípulo d e E sp ro n ced a. No en b a ld e se siente en él algo d e
rom anticism o byroniano. La actitud d e C hocano es, e n su
juventud, una actitud d e protesta. Esta p ro te sta tien e a v e c e s un
acento anárquico. Tiene otras v e c e s un tinte d e p ro te sta social.
Pero c a re c e d e concreción. Se ag o ta en una d e liran te y bizarra
ofensiva v e rb a l contra el g o b iern o m ilitar d e la época. No
consigue se r m ás que un g esto literario.
C hocano a p a re c e luego, políticam ente en ro lad o en el pierolism o.
Su revolucionarism o se conform a con la revolución d el 95 que
liquida un rég im en m ilitar p a ra restau rar, bajo la g e re n c ia
provisoria d e don Nicolás d e Piérola, el rég im en civilista. Más
tard e , C hocano se d e ja in co rp o rar en la clientela intelectual d e la
plutocracia. No se aleja d e Piérola y su p se u d o -d e m o cra cia p a ra
a c e rc a rse a G onzález P rad a sino p a ra salu d ar en Javier P rado y
U garteche al p e n sa d o r de su g en eració n .
La tray ecto ria política d e un literato no es tam b ién su tray ecto ria
artística. P ero sí es, casi siem pre, su tray ecto ria espiritual. La
literatura, d e otro lado, está com o sabem os íntim am ente
p e r m ead a d e política, aun en los casos en q u e p a re c e m ás lejana
y m ás ex trañ a a su influencia. Y lo q u e qu erem o s av eriguar, p o r el
m om ento, no es estrictam en te la c a teg o ría artística d e C hocano
sino su filiación espiritual, su posición ideológica.
Una y otra no están nítidam ente e x p re sa d a s p o r su poesía.
Tenem os, p o r consiguiente, q u e bu scarlas en su p ro sa, la cual,
ad em ás d e h a b e r sido m ás explícita q u e su poesía, no ha sido
esen cialm en te co n tradicha ni aten u ad a p o r ella.
La p o e sía d e C hocano nos coloca, prim ero, ante un caso d e
individualism o e x a sp e ra d o y egoísta, asaz frecu en te y casi
característico en la falange rom ántica. Este individualism o es todo
el anarquism o d e Chocano.
Y en los últim os años, el p o eta, lo re d u c e y lo limita. No renuncia
absolutam ente a su egotism o sensual; p e ro sí renuncia a una
b u e n a p a rte d e su individualism o filosófico. El culto d el Yo se ha
asociado al culto d e la Jerarquía. El p o e ta se llam a individualista,
p e ro no se llam a liberal. Su individualism o d e v ie n e un
"individualism o jerárquico". Es un individualism o que no am a la
lib ertad . Q ue la d e s d e ñ a casi. En cam bio, la je ra rq u ía q u e re s p e ta
no es la je ra rq u ía e te rn a q u e c re a el Espíritu; es la je ra rq u ía
p re c a ria q u e im ponen, en la m u dable p e rsp e c tiv a d e lo p re se n te ,
la fuerza, la tradición y el dinero.
Del m ism o m odo dom a el p o e ta los prim itivos a rra n q u e s d e su
espíritu. Su arte, en su plenitud, acusa -p o r su exaltado aunque
retórico am or a la N aturaleza- un panteísm o un po co p ag an o . Y
e ste panteísm o -que p ro d u cía un poco d e anim ism o e n sus
im ágenes-, es en él la sola nota q u e refleja a una "Am érica
autóctona y salvaje" (El indio es panteísta, anim ista, m aterialista).
C hocano, sin e m b a rg o , lo ha ab a n d o n ad o tácitam ente. La
adh esió n al principio d e la je ra rq u ía lo ha rec o n d u c id o a la Iglesia
Romana. Roma es, id eológicam ente, la c in d a d e la histórica d e la
reacción. Los q u e p e re g rin a n p o r sus colinas y sus basílicas en
b u sca d el evangelio cristiano re g re s a n desilusionados; p e ro los
q u e se contentan con en contrar, en su lugar, el fascism o y la
Iglesia -la au to rid ad y la je ra rq u ía en el sentido rom ano-, a rrib an
a su m eta y hallan su v e rd a d . De estos últim os p e re g rin o s es el
p o e ta d e Alma América. Él, q u e nunca ha sido cristiano, se
confiesa finalm ente católico. Rom ántico fatigado, h e re je converso,
se refugia en el sólido ap risco d e la tradición y d el ord en , d e
d o n d e crey ó un día p a rtir p a ra sie m p re a la conquista d el futuro.
IX. RIVA AGÜERO Y SU INFLUENCIA.
LA GENERACIÓN "FUTURISTA"

La g e n e ra c ió n "futurista" -com o p ara d ó jic a m e n te se le apoda-,


señ ala un m om ento d e restau ració n colonialista y civilista en el
pen sam ien to y la literatura d el Perú.
La au to rid ad sentim ental e id eo ló g ica d e los h e re d e ro s d e la
C olonia se en c o n trab a co m p ro m etid a y so cav ad a p o r quince años
d e p red ic ac ió n radical. D espués d e un p e río d o d e caudillaje
m ilitar análogo al que siguió a la revolución d e la in d ep e n d e n c ia ,
la clase latifundista h a b ía resta b le c id o su dom inio político p e ro no
h a b ía resta b le c id o igualm ente su dom inio intelectual. El
radicalism o, alim entado p o r la rea c c ió n m oral d e la d e rro ta -d e la
cual el p u e b lo sentía re sp o n sa b le a la plutocracia-, hab ía
en co n trad o un am b ien te favorable a la p ro p ag a c ió n d e su v e rb o
revolucionario. Su p ro p a g a n d a h a b ía re b e la d o , so b re todo, a las
provincias. Una m arejad a d e id ea s avanzadas h a b ía p a sa d o p o r la
R epública.
La antigua g u ard ia intelectual del civilismo, e n v ejecid a y
d eb ilitad a, no p o d ía rea c c io n a r eficazm ente contra la g e n e ra c ió n
radical. La restau ració n tenía q u e se r realizad a p o r una falange d e
h o m b re s jó v en es. El civilismo co n tab a con la U niversidad. A la
U niversidad le to ca b a d arle, p o r en d e, e sta m ilicia intelectual.
Pero e ra in d isp e n sab le que la acción d e sus h o m b re s no se
contentase con s e r una acción universitaria. Su m isión d e b ía
constituir una reco n q u ista in teg ral d e la inteligencia y el
sentim iento. Com o uno d e sus objetivos n aturales y sustantivos,
a p a re c ía la rec u p e rac ió n d el te rre n o p e rd id o en la literatura. La
literatura lle g a a d o n d e no lleg a la U niversidad. La o b ra d e un solo
escrito r d el p u eb lo , discípulo d e G onzález Prada, el Tunante, e ra
en to n ces una o b ra m ucho m ás p ro p a g a d a y en te n d id a que la d e
todos los e scrito res d e la U niversidad juntos.
Las circunstancias históricas p ro p ic iab a n la restauración. El
dom inio político d el civilismo se p re s e n ta b a sólidam ente
consolidado. El o rd e n económ ico y político in au g u rad o po r
Piérola el 95 e ra esen cialm en te un o rd e n civilista. M uchos
p rofesionales y literatos q u e en el p e río d o caótico d e n u estra
p o sg u e rra , se sintieron atraídos p o r el cam po radical, se sentían
ahora em pujados al cam po civilista. La g e n e ra c ió n rad ical estaba,
en v e rd a d , disuelta. G onzález Prada, retira d o a un d isplicente
ascetism o, vivía d e sco n e c ta d o d e sus d isp e rso s discípulos. De
su erte q u e la g e n e ra c ió n "futurista" no encontró casi resistencia.
En sus ran g o s se m ezclaban y se confundían "civilistas" y
"dem ócratas", se p a ra d o s e n la lucha partidista. Su advenim iento
e ra saludado, en consecuencia, p o r toda la g ran p re n sa d e la
capital. El Comercio y La Prensa au sp iciab an a la "nueva
generación". Esta g e n e ra c ió n se m ostraba d e stin a d a a realizar la
arm onía e n tre civilistas y dem ó cratas q u e la coalición del 95 dejó
sólo iniciada. Su líd e r y capitán Riva A güero, en quien la tradición
civilista y plutocrática se conciliaba con una devoción casi filial al
"Califa" d em ó crata, rev eló d e s d e el p rim e r m om ento tal
ten d en cia. En su tesis s o b re la "literatura d el Perú
in d ep en d ien te", a rre m e tie n d o contra el radicalism o dijo lo
siguiente: "Los p artid o s d e principios, no sólo no p ro d u cirían
b ien es, sino q u e c re a ría n m ales irre p a ra b le s. En el actual sistem a,
las d iferencias e n tre los p artid o s no son m uy g ra n d e s ni muy
h ondas sus divisiones. Se coaligan sin dificultad, co lab o ran con
frecuencia. Los g o b e rn a n te s sa g a c e s p u e d e n , sin m uchos
esfuerzos, ap ro v e c h a r del concurso d e todos los h o m b re s útiles".
La resisten cia a los p artid o s d e principios den u n cia el sentim iento
y la inspiración clasistas d e la g e n e ra c ió n d e Riva A güero. Su
esfuerzo m anifiesta d e un m odo d em asiad o inequívoco el
p ropósito d e a se g u ra r y consolidar un rég im en d e clase. N eg ar a
los principios, a las ideas, el d e re c h o d e g o b e rn a r el país
significaba fundam entalm ente, re s e rv a r e se d e re c h o p a ra una
casta. E ra p reco n izar el dom inio d e la "gente decen te", d e la
"clase ilustrada". Riva A güero, a e ste resp e c to , com o a otros, se
m uestra en rig u ro so a c u erd o con Javier P rado y Francisco G arcía
G alderón. Y es q u e P rado y G arcía G alderón re p re s e n ta n la
m ism a restauración. Su id eo lo g ía tien e los m ism os rasg o s
esen ciales. Se re d u c e e n el fondo, a un positivism o conservador.
Un frasearlo m ás o m enos idealista y p ro g re sista disim ula el
id ea rio tradicional. Gomo ya lo he o b serv ad o , Riva A güero, P rado
y G arcía G alderó n coinciden en el acatam iento a Taine. Riva
A güero p a ra e sc la re c e rn o s m ás su filiación, nos d e s c u b re en su
v arias v e c e s citada tesis -que es in co n testab lem en te el p rim er
m anifiesto político y literario d e la g e n e ra c ió n "futurista"- su
adh esió n a B runetiére.
La revisión d e valo res d e la literatu ra con q u e d e b u tó Riva A güero
en la política, c o rre sp o n d e absolutam ente a los fines d e una
restauración. Idealiza y glorifica la Colonia, b u scan d o en ella las
raíces d e la nacionalidad. S uperestim a la literatura colonialista
exaltando enfáticam ente a sus m ed io c re s cultores. Trata
d e sd eñ o sa m en te el rom anticism o d e M ariano M elgar. R e p ru e b a a
G onzález P rad a lo m ás válido y fecundo d e su obra: su protesta.
La g e n e ra c ió n "futurista" se m uestra, al m ism o tiem po
universitaria, académ ica, retórica. A dopta d el m odernism o sólo
los elem entos q u e le sirven p a ra co n d e n ar la inquietud rom ántica.
Una d e sus o b ras m ás características y p e c u liare s es la
organización d e la A cadem ia c o rre sp o n d ie n te d e la Lengua
E spañola. Uno d e sus esfuerzos artísticos m ás m arcados es su
reto rn o a E spaña en la p ro sa y en el v erso.
El rasg o m ás característico d e la g e n e ra c ió n a p o d a d a "futurista"
es su pasadism o. D e sd e el p rim e r m om ento sus literatos se
e n tre g a n a idealizar el p asad o . Riva A güero, en su tesis,
reivindica con e n e rg ía los fueros d e los h o m b re s y las cosas
tradicionales.
Pero el p asad o , p a ra e sta gen eració n , no es m uy rem oto ni muy
próxim o. T iene lím ites definidos: los del V irreinato. Toda su
pred ilecció n , to d a su tern u ra, son p a ra esta ép o ca. El
pen sam ien to d e Riva A güero a e ste re sp e c to es inequívoco. El
Perú, se g ú n él, d e sc ie n d e d e la C onquista. Su infancia es la
Colonia.
La literatura p e ru a n a d e v ie n e desde e ste m om ento
acen tu ad am en te colonialista. Se inicia un fenóm eno q u e no ha
term inado todavía y q u e Luis A lberto Sánchez d e sig n a con el
n o m b re d e "perricholism o".
En e ste fenóm eno -en sus o ríg en es, no en sus consecuencias- se
com binan y se identifican dos sentim ientos: lim eñism o y
pasadism o. Lo que, en política, se tra d u c e así: centralism o y
conservantism o. P orque el pasad ism o d e la g e n e ra c ió n d e Riva
A güero no constituye un g esto rom ántico d e inspiración
m eram en te literaria. Esta g e n e ra c ió n es tradicionalista p e ro no
rom ántica. Su literatura, m ás o m enos teñ id a d e "m odernism o", se
p re s e n ta p o r el contrario com o una reacció n contra la literatura
del rom anticism o. El rom anticism o co n d en a rad icalm en te el
p re s e n te en el n o m b re d el p a sa d o o del futuro. Riva A güero y sus
co ntem poráneos, e n cam bio, ac ep ta n el p re se n te , aunque p a ra
g o b e rn a rlo y dirigirlo invoquen y ev o q u en el p asad o . Se
caracterizan, espiritual e id eológicam ente, p o r un conservantism o
positivista, p o r un tradicionalism o oportunista.
N aturalm ente, e sta es sólo la ton alid ad g e n e ra l d el fenóm eno, en
el cual no faltan m atices m ás o m enos d isc re p an te s. José Gálvez,
p o r ejem plo, individualm ente e sc a p a a la definición que ac ab o d e
esbozar. Su p asadism o es d e fondo rom ántico. Haya lo llam a "el
único palm ista sincero", refirién d o se sin d u d a al c a rá c te r literario
y sentim ental d e su pasadism o. La distinción no e stá netam en te
e x p re sa d a . P ero p a rte d e un hecho ev id en te. Gálvez -cuya p o e sía
d e sc ie n d e d e la d e G hocano, rep itien d o , aten u ad am en te unas
v e c es, d e ste ñ id am e n te otras, su v e rb o sid a d - tien e tram a d e
rom ántico. Su pasadism o, p o r eso, e stá m enos localizado e n el
tiem po q u e el del núcleo d e su g en eració n . Es un pasadism o
integral. E nam orado d el V irreinato, Gálvez no se siente, sin
em b arg o , a c ap a rad o exclusivam ente p o r el culto d e e sta época.
Para él "todo tiem po p a sad o fue m ejor". P u ed e o b se rv a rse que,
en cam bio, su pasad ism o e stá m ás localizado en el espacio. El
tem a d e sus ev ocaciones es casi sie m p re lim eño. Pero tam b ién
esto m e p a re c e en Gálvez un rasg o rom ántico.
Gálvez, d e otro lado, se a p a rta a v e c e s del c re d o d e Riva A güero.
Sus opiniones so b re la p o sib ilid ad d e una literatura g enuinam ente
nacional son h e te ro d o x as d en tro del fenóm eno "futurista". A cerca
del am ericanism o e n la literatura, Gálvez, au nque se a con no
p o cas re se rv a s y concesiones, se d e c la ra d e a c u erd o con la tesis
del líd e r d e su g e n e ra c ió n y su partido. No lo convence la
aserció n d e que es im posible revivir p o éticam en te las antiguas
civilizaciones am ericanas. "Por m ucho q u e sean civilizaciones
d e sa p a re c id a s y p o r ho n d a que haya sido la influencia e sp añ o la -
escrib e-, ni el m aterial m ism o se ha extinguido, ni tan puros
hispanos som os los que m ás lo fuéram os, que no sintam os
vinculaciones con aq uella raza, cuya tradición á u re a b ien m ere ce
un re c u e rd o y cuyas ruinas im ponentes y m isteriosas nos
su b y u g an y nos im presionan. P recisam en te p o rq u e andam os tan
m ezclados y son tan e n c o n trad a s n u estras raíc es históricas, p o r lo
m ism o q u e n u estra cultura no es tan ho n d a com o p a re c e , el
m aterial literario d e aquellas é p o c as definitivam ente m uertas es
eno rm e p a ra nosotros, sin q u e esto signifique q u e lo
co n sid erem o s prim ordial y p o rq u e alguna lev a d u ra d e b e h a b e r
en n u estras alm as d e la gestació n del im perio incaico y d e las
luchas d e las dos razas, la in d íg e n a y la española, cuando aún nos
e n c o g e el alm a y nos sa cu d e con em oción ex trañ a y do lo rid a la
m úsica tem b lo ro sa del yaraví. A dem ás, n u estra historia no p u e d e
p artir sólo d e la C onquista y p o r v ag o q u e fuese el le g a d o síquico
q u e hayam os rec ib id o d e los indios, sie m p re algo tenem os d e
aquella raza v en cid a, q u e en viviente ruina an d a p re te rid a y
m altratada en n u estras serran ías, constituyendo un g rav e
p ro b le m a social, q u e si p alp ita dolo ro sam en te en n u estra vida,
¿por q u é no p u e d e te n e r un lu g ar en n u estra literatura q u e ha sido
tan fecunda en sen sacio n es históricas d e otras razas que
realm en te nos son ex tran jeras y p ereg rin as?" (27). No acierta
Gálvez, sin em b arg o , e n la definición d e una literatura nacional.
"Es cuestión d e volver el alm a -dice- a las rum orosas
palp itacio n es d e lo q u e nos rodea". Mas, a ren g ló n seguido,
re d u c e sus elem entos a "la historia, la tradición y la naturaleza". El
p asad ista re a p a re c e aquí ínteg ram en te. Una literatura
g en u in am en te nacionalista, en su concepto, d e b e nu trirse so b re
todo d e la historia, la ley en d a, la tradición, esto es del p asad o . El
p re s e n te es tam b ién historia. P ero se g u ra m en te G álvez no lo
p e n s a b a cuando esco g ía las fuentes d e n u e stra literatura. La
historia, e n su sentim iento, no e ra entonces sino p asad o . No dice
Gálvez q u e la literatura nacional d e b e trad u cir totalm ente al Perú.
No le p id e una función rea lm e n te c re a d o ra. Le n ieg a el d e re c h o
d e se r una literatura del p u e b lo . Polem izando con el Tunante,
sostiene que el artista "d eb e d e s d e ñ a r altivam ente la facilidad
que le ofrece el m odism o callejero, ad m irab le m uchas v e c e s p a ra
el artículo d e costum bres, p e ro q u e e stá distante d e la fina
aristocracia q u e d e b e te n e r la form a artística" (28).
El pen sam ien to d e la g e n e ra c ió n futurista es, p o r otra p a rte , el d e
Riva A güero. El voto en contra o, m ejor, el voto en blanco d e
Gálvez, en e ste y otros d e b a te s, no tien e sino un valor individual.
La g e n e ra c ió n futurista, e n tanto, utiliza totalm ente el pasad ism o y
el rom anticism o d e Gálvez en la se re n a ta bajo los b alco n es del
V irreinato, d e stin a d a políticam ente a rean im ar una ley e n d a
in d isp e n sab le al dom inio d e los h e re d e ro s d e la Colonia.
La casta feudal no tien e otros títulos q u e los d e la tradición
colonial. N ada m ás c o n co rd an te con su in terés que una co rrien te
literaria tradicionalista. En el fondo d e la literatu ra colonialista, no
existe sino una o rd e n p e re n to ria , una ex ig en cia im p erio sa del
im pulso vital d e una clase, d e una "casta".
Y q u ien d u d e del o rig e n fundam entalm ente político d el fenóm eno
"futurista" no tien e sino q u e re p a ra r en el hech o d e q u e esta
falange d e a b o g a d o s, escrito res, literatos, etc., no se contentó con
se r sólo un m ovim iento. C uando llegó a su m ayor e d a d quiso ser
un partido.

X. COLONIDA Y VALDELOMAR

"Colónida" re p re s e n tó una insu rrecció n -d ec ir una revolución


se ría e x a g e ra r su im portancia- contra el academ icism o y sus
oligarquías, su énfasis retórico, su gusto co n serv ad o r, su
galan tería d iecio ch esca y su m elancolía m ed io cre y ojerosa. Los
colónidas virtualm ente reclam aro n sin c e rid a d y naturalism o. Su
m ovim iento, dem asiad o heteróclito y anárquico, no p u d o
c o n d e n sa rse en una ten d e n c ia ni c o n c re ta rse en una fórmula.
Agotó su e n e rg ía e n su grito iconoclasta y su orgasm o esnobista.
Una efím era rev ista d e V aldelom ar dio su n o m b re a este
m ovim iento. P orque "Colónida" no fue un grupo, no fue un
cenáculo, no fue una escuela, sino un m ovim iento, una actitud, un
estad o d e ánim o. V arios e scrito res h icieron "colonidism o" sin
p e rte n e c e r a la capilla d e V aldelom ar. El "colonidism o" careció
d e contornos definidos. Fugaz m eteoro literario, no p re te n d ió
nunca cuajarse e n una form a. No im puso a sus a d h e re n te s un
v e rd a d e ro rum bo estético. El "colonidism o" no constituía una id e a
ni un m étodo. Constituía un sentim iento ególatra, individualista,
v a g a m e n te iconoclasta, im p recisam en te ren o v ad o r. "Colónida"
no e ra siq u iera un haz d e tem p eram en to s afines; no e ra al m enos
p ro p ia m en te una gen eració n . En sus ran g o s, con V aldelom ar,
M ore, G ibson, etc., m ilitábam os algunos e scrito res ado lescen tes.
novísim os, p rin cip ian tes. Los "colónidos" no coincidían sino en la
rev u elta contra todo academ icism o. Insurgían contra los valores,
las rep u ta cio n e s y los tem p eram en to s académ icos. Su nexo e ra
una protesta; no una afirm ación. C o n serv aro n sin em b arg o ,
m ientras convivieron en el m ism o m ovim iento, algunos rasg o s
esp iritu ales com unes. T endieron a un gusto d e c a d e n te , elitista,
aristocrático, algo m órbido. V aldelom ar, trajo d e E uropa
g é rm e n e s d e d'annunzianism o q u e se p ro p a g a ro n en nuestro
am b ien te voluptuoso, retó rico y m eridional.
La bizarría, la ag resiv id ad , la injusticia y hasta la ex trav ag an cia d e
los "colónidos" fueron útiles. C um plieron una función ren o v ad o ra.
S acudieron la literatura nacional. La den u n ciaro n com o una vulgar
ra p so d ia d e la m ás m ed io cre literatura española. Le p ro p u sie ro n
nuevos y m ejores m odelos, nuevas y m ejo res rutas. A tacaron a
sus fetiches, a sus iconos. Iniciaron lo q u e algunos escrito res
calificarían com o "una revisión d e nuestros v alo res literarios".
"Colónida" fue una fuerza negativa, disolvente, b e lig e ra n te. Un
g esto espiritual d e varios literatos que se oponían al
acap aram ien to d e la fam a nacional p o r un a rte anticuado, oficial y
pom pier.
De otro lado, los "colónidos" no se com portaron sie m p re con
injusticia. Sim patizaron con todas las figuras h eréticas,
h etero d o x as, solitarias d e n u estra literatura. Loaron y ro d e a ro n a
G onzález Prada. En el "colonidism o" se a d v ie rte algunas huellas
d e influencia d el autor d e Páginas Libres y Exóticas. Se o b se rv a
tam b ién q u e los "colónidos" tom aron d e G onzález P rad a lo que
m enos les hacía falta. A m aron lo q u e en G onzález P rada h a b ía d e
aristócrata, d e parnasiano, d e individualista; ig n o raro n lo q u e en
G onzález P rad a h a b ía d e agitador, d e revolucionario. M ore
definía a G onzález P rad a com o "un g rie g o nacido e n un p aís d e
zam bos". "Golónida", adem ás, valorizó a E guren, d e s d e ñ a d o y
d esestim ad o p o r el gusto m ed io c re d e la crítica y del público d e
entonces.
El fenóm eno "colónida" fue b rev e . D espués d e algunas
escaram uzas polé-m icas, el "colonidism o" tram ontó
definitivam ente. G ada uno d e los "colónidos" siguió su p ro p ia
tray ecto ria p erso n al. El m ovim iento q u e d ó liquidado. N ada
im porta q u e p e rd u re n algunos d e sus ecos y q u e se agiten, en el
fondo d e m ás d e un tem p e ra m en to joven, algunos d e sus
sedim entos. El "colonidism o", com o actitud espiritual, no es d e
nuestro tiem po. La a p e te n c ia d e renovación que g e n e ró el
m ovim iento "colónida" no p o d ía satisfacerse con un p o co d e
d ecad en tism o y otro poco d e exotism o. "Colónida" no se disolvió
explícita ni se n sib lem e n te p o rq u e jam ás fue una facción, sino una
p o stu ra interina, un a d em án provisorio.
El "colonidism o" n e g ó e ignoró la política. Su elitism o, su
individualism o, lo ale jab a n d e las m u ch ed u m b res, lo aislab an d e
sus em ociones. Los "colónidos" no tenían orientación ni
sen sib ilid ad políticas. La política les p a re c ía una función
b u rg u esa, burocrática, prosaica. La revista Colónida e ra escrita
p a ra el Palais C oncert y el jiró n d e la Unión. F ed erico M ore tenía
afición o rgánica a la conspiración y al panfleto; p e ro sus
co n cep cio n es políticas e ra n antidem ocráticas, antisociales,
reaccionarias. M ore so ñ ab a con una aristarquía, casi con una
artecracia. D esconocía y d e sp re c ia b a la re a lid a d social.
D etestab a el vulgo y el tumulto.
Pero term inado el e x p erim en to "colónida", los e scrito res que en
él intervinieron, s o b re todo los m ás jó v en es, e m p ezaro n a
in te re sa rse p o r las nuevas co rrien tes políticas. Hay q u e b u scar las
raíc es d e esta conversión en el p restig io d e la literatura política
d e Unam uno, d e A raquistáin, d e Alom ar y d e otros e scrito res d e
la revista España-, en los efectos d e la p red ic ac ió n d e W ilson,
elo cu en te y universitaria, p ro p u g n an d o una nueva lib ertad ; y en
la sugestión d e la m en talidad d e Víctor M. M aúrtua cuya
influencia en el orientam iento socialista d e varios d e nuestros
intelectuales casi n a d ie conoce. Esta nueva actitud espiritual fue
m arcad a tam b ién p o r una revista, m ás efím era aún q u e Colónida:
Nuestra Época. En Nuestra Época, d estin ad a a las m u ch ed u m b res
y no al Palais C oncert, e sc rib ie ro n Félix d el Valle, C é sa r Falcón,
C é sa r U garte, V aldelom ar, P ercy G ibson, C é sa r A. R odríguez,
C é sa r Vallejo y yo. Este e ra ya, h asta estructuralm ente, un
co n glom erado distinto del d e Colónida. F iguraban en él un
discípulo d e M aúrtua, un futuro cated rático d e la U niversidad:
U garte; y un ag itad o r o b rero : del Barzo. En e ste m ovim iento, m ás
político q u e literario, V aldelom ar no e ra y a un líder. Seguía a
e scrito res m ás jó v en e s y m enos conocidos que él. A ctuaba en
se g u n d a fila.
V aldelom ar, sin em b arg o , h a b ía evolucionado. Un g ran artista es
casi sie m p re un h o m b re d e g ran sensibilidad. El gusto d e la vida
m uelle, plácida, sensual, no le h u b iera consentido se r un
agitador; p e ro , com o Ó scar W ilde, V aldelom ar h a b ría lleg ad o a
am ar el socialism o. V aldelom ar no e ra un p risio n ero d e la to rre
d e marfil. No re n e g a b a su p a sa d o d em ag ó g ico y tum ultuario d e
billinghurista. Se com placía d e q u e en su historia ex istiera e se
episodio. M algrado su aristocratism o, V aldelom ar se sentía
atraído p o r la g e n te hum ilde y sencilla. Lo a c red itan varios
capítulos d e su literatura, no ex en ta d e notas cívicas. V aldelom ar
escrib ió p a ra los niños d e las escu elas d e H uaura su oración a San
M artín. Ante un auditorio d e o b rero s, pronunció en algunas
c iu d a d e s d el n orte d u ran te sus andanzas d e conferencista
nóm ade, una oración al trab ajo . R ecuerdo que, e n nuestros
últim os coloquios, escu c h a b a con in te rés y con re s p e to mis
p rim e ra s d iv agaciones socialistas. En e ste instante d e gravidez,
d e m aduración, d e tensión m áxim as, lo abatió la m uerte.

No conozco ninguna definición c e rtera , exacta, nítida, d el arte d e


V aldelom ar. Me explico q u e la crítica no la haya form ulado
todavía. V aldelom ar m urió a los treinta años cuando él m ism o no
h a b ía con seg u id o aún e n co n trarse, definirse. Su p ro d u cció n
d e so rd e n a d a , d isp ersa, versátil, y hasta un poco in co h eren te, no
contiene sino los elem entos m ateriales d e la o b ra q u e la m uerte
frustró. V aldelom ar no logró realizar p len a m en te su p e rso n a lid a d
rica y e x u b e ra n te . Nos ha dejad o , a p e s a r d e todo, m uchas
p ág in as m agníficas.
Su p e rso n a lid a d no sólo influyó en la actitud espiritual d e una
g e n e ra c ió n d e escrito res. Inició en n u estra literatura una
ten d e n c ia que lu eg o se ha acentuado. V aldelom ar q u e trajo del
ex tran jero influencias plu rico lo res e internacionales y que, po r
consiguiente, introdujo en n u estra literatura elem en to s d e
cosm opolitism o, se sintió, al m ism o tiem po, atraído p o r el
criollism o y el inkaísm o. Buscó sus tem as en lo cotidiano y lo
hum ilde. Revivió su infancia en una a ld e a d e p e sc a d o re s.
D escubrió, in ex p e rto p e ro clarividente, la ca n te ra d e nuestro
p a sad o autóctono.
Uno d e los elem en to s e sen c iale s d el a rte d e V aldelom ar es su
hum orism o. La eg o latría d e V aldelom ar e ra e n g ran p a rte
hum orística. V aldelom ar d ecía e n b ro m a casi todas las cosas que
el público tom aba en serio. Las d e c ía po u r épater les hourgeois. Si
los b u rg u e se s se h u b ie se n reíd o con él d e sus "poses"
m egalom aníacas, V aldelom ar no h u b iese insistido tanto e n su uso.
V aldelom ar im p re g n ó su o b ra d e un hum orism o e le g a n te , alado,
ático, nuevo hasta en to n ces e n tre nosotros. Sus artículos d e
perió d ico s, sus "diálogos m áximos", solían e sta r llenos d el m ás
gentil donaire. Esta p ro sa h a b ría p o d id o s e r m ás cincelada, m ás
ele g a n te , m ás d u rad era; p e ro V aldelom ar no tenía casi tiem po
p a ra pulirla. Era una p ro sa im provisada y p erio d ística (29).
Ningún hum orism o m enos a c erb o , m enos am argo, m enos acre,
m enos m aligno que el d e V aldelom ar. V aldelom ar caricaturizaba
a los h o m b res, p e ro los caricaturizaba p iad o sam en te. M iraba las
cosas con una sonrisa b o n d ad o sa. Evaristo, el e m p le ad o d e la
botica ald ean a, herm ano g em elo d e un sau ce h ep ático y
d esd ich ad o , es una d e e sas caricaturas m elancólicas q u e a
V aldelom ar le a g ra d a b a trazar. En el acento d e esta novela d e
sa b o r piran d ellian o se siente la tern u ra d e V aldelom ar p o r su
d esv en tu rad o , pálido y canijo p erso n aje.
V aldelom ar p a re c e c a e r a v e c e s en la d e se sp e ra n z a y e n el
pesim ism o. P ero estos son desm ayos p asajero s, d e p re sio n e s
p re c a ria s d e su ánim o. Era V aldelom ar d em asiad o pan teísta y
sensual p a ra se r pesim ista. C reía con D'Annunzio que "la vid a es
bella y dig n a d e s e r m agníficam ente vivida". En sus cuentos y
paisajes ald ean o s se re c o n o c e e ste rasg o d e su espíritu.
V aldelom ar buscó p e re n n e m e n te la felicidad y el p lac e r. Pocas
v e c e s logró gozarlos; p e ro estas p o cas v e c e s supo p o se erlo s
plena, absoluta, ex altadam ente.
En su "Confíteor" -que es tal vez la m ás noble, la m ás pura, la m ás
bella p o e sía erótica d e n u estra literatura-, V aldelom ar toca el m ás
alto g ra d o d e exaltación dionisíaca. T ransido d e em oción erótica,
el p o e ta p ien sa q u e la naturaleza, el Universo, no p u e d e n ser
extraños ni in d iferen tes a su am or. Su am or no es egoísta: n ecesita
sen tirse ro d e a d o p o r una a le g ría cósm ica. He aquí esta nota
su p rem a d e "Confíteor":

MI AMOR ANIMARÁ EL MUNDO

¿Qué haré el día en que sus ojos


tengan para m í una mirada de amor?
Mi alma llenará el mundo d e alegría,
la Naturaleza vibrará con el temblor de m i corazón,
todos serán felices:
el cielo, el mar, los árboles, el paisaje... Mi pasión
pondrá en el universo, ahora triste,
las alegres notas d e una divina coloración;
cantarán las aves, las copas de los árboles
entonarán una balada; hasta el panteón
llegará la alegría de m i alma
y los muertos sentirán el soplo fresco de m i amor.

¿ES POSIBLE SUFRIR?


¿Quién dice que la vida es triste?
¿Quién habla de dolor?
¿Quién se queja?... ¿Quién sufre?... ¿Quién llora?

"Confíteor" es la in g en u a confidencia lírica d e un enam orado


exultante d e am or y d e felicidad. D elante d e la am ada, el p o e ta
"tiem bla com o un junco débil". Y con la cán d id a convicción d e los
en am orados, d ice q u e no todos p u e d e n c o m p re n d e r su pasión. La
im ag en d e su am ada, es una im ag en prerrafaelista, p re se n tid a
sólo p o r los que han "contem plado el lienzo d e Burne Jones d o n d e
está el án g el d e la A nunciación". En el am or, ninguno d e nuestros
p o e ta s h a b ía lleg ad o antes a e ste lirism o absoluto. Hay algo d e
allegro beeth o v en ian o en los v e rso s transcritos.
A V aldelom ar, a p e s a r d e "El H erm ano A usente", a p e s a r d e
"Confíteor" y otros v erso s, se le re g a te a el título d e p o e ta que en
cam bio se d isc ie rn e p o r ejem plo, a don F elipe Pardo. No c a b e
V aldelom ar d en tro d e las clasificaciones a rb itra ria s y ram plonas
d e la vieja crítica. ¿Q ué p u e d e d e c ir esta crítica d e V aldelom ar y
d e su o b ra? Los m atices m ás n o b les, las notas m ás d e lic ad a s del
tem p eram en to d e e ste g ran lírico no p o d rá n se r a p re h e n d id o s
nunca p o r sus definiciones. V aldelom ar fue un h o m b re nóm ade,
versátil, inquieto com o su tiem po. Fue "muy m oderno, audaz,
cosm opolita". En su hum orism o, en su lirism o, se d e s c u b re a
v e c e s lineam ientos y m atices d e la m o d ern a literatura d e
v anguardia.
V aldelom ar no es todavía, en n u e stra literatura, el h o m b re
m atinal. A ctuaban s o b re él d em asiad as influencias d ecad en tistas.
Entre "las cosas inefables e infinitas", q u e interv ien en en el
d esarro llo d e sus ley e n d a s inkaicas, con la Fe, el Mar y la M uerte,
p o n e al C repúsculo. D esd e su juventud, su a rte estuvo bajo el
signo d e DAnnunzio. En Italia, el tram onto rom ano, el a ta rd e c e r
voluptuoso d el Janiculum , la vendim ia autum nal, V enecia anfibia -
m arítim a y palúdica-, e x a c e rb a ro n en V aldelom ar las em ociones
c re p u sc u la res de II Fuoco.
Pero a V aldelom ar lo p re s e rv a d e una ex cesiv a intoxicación
d e c ad e n tista su vivo y p uro lirism o. El humour, e sa nota tan
frecu en te d e su arte, es la se n d a p o r d o n d e se e v a d e d el universo
d'annunziano. El humour d a el tono al m ejor d e sus cuentos:
"H ebaristo, el sau ce q u e m urió d e am or". C uento pirandelliano,
aunque V aldelom ar acaso no co n o ciera a Pirandello que, en la
é p o c a d e la visita d e nu estro escrito r a Italia, e sta b a m uy distante
d e la c e le b rid a d g a n a d a p a ra su n o m b re p o r sus o b ras teatrales.
P irandelliano p o r el m étodo: identificación pan teísta d e las vidas
p a ra lela s d e un sau ce y un boticario; piran d ellian o p o r el
p erso n aje: lev em en te caricaturesco, m esocrático, p e q u e ñ o
b u rg u és, inconcluso; piran d ellian o p o r el dram a: el fracaso d e
una existencia que, en una tentativa su p e rio r a su ritm o sórdido,
siente ro m p e rse su re so rte con g ro tesco y risib le traquido.
Un sentim iento panteísta, p a g an o , e m p u ja b a a V aldelom ar a la
aldea, a la naturaleza. Las im p resio n es d e su infancia, tra n sc u rrid a
en una ap a cib le caleta d e p e s c a d o re s gravitan m elodiosam ente
en su subconsciencia. V aldelom ar es sin gularm ente sen sib le a las
cosas rústicas. La em oción d e su infancia está h e c h a d e hogar, d e
p lay a y d e cam po. El "soplo denso, perfum ado del mar", la
im p re g n a d e una tristeza tónica y salobre:
y lo que él m e dijera aún en m i alma persiste;
m i padre era callado y m i m adre era triste
y la alegría nadie m e la supo enseñar.
("Tristitia")

Tiene, em p ero , V aldelom ar la sen sib ilid ad cosm opolita y v iajera


del h o m b re m oderno. N ueva York, Times Square, son m otivos que
lo a tra en tanto com o la a ld e a e n c an ta d a y el "caballero Carmelo".
Del piso 54 d e W oolw orth p a sa sin esfuerzo a la y e rb a santa y la
v e rd o la g a d e los p rim ero s soledosos cam inos d e su infancia. Sus
cuentos acusan la m ovilidad c a leid o scó p ica d e su fantasía. El
dandism o d e sus cuentos yanquis y cosm opolitas, el exotism o d e
sus im á g e n es chinas u orientales ("mi alm a tiem bla com o un junco
débil"), el rom anticism o d e sus ley e n d a s inkaicas, el
im presionism o d e sus relato s criollos son en su o b ra estaciones
que se su ced en , se rep iten , se altern an en el itinerario del artista,
sin transiciones y sin ru p tu ras espirituales.
Su o b ra es esen cialm en te fragm entaria y escisípara. La existencia
y el trab ajo del artista se rese n tía n d e indisciplina y e x u b e ra n c ia
criollas. V aldelom ar reunía, e le v a d a s a su m áxim a potencia, las
cu alid ad es y los defectos del m estizo costeño. E ra un
tem p eram en to excesivo, q u e d el m ás e x a sp e ra d o orgasm o
c re a d o r caía en el m ás asiático y fatalista renunciam iento d e todo
d e seo . Sim ultáneam ente o c u p a b an su im aginación un ensayo
estético, una divagación hum orística, una tra g e d ia pastoril
(Verdolaga), una v id a ro m an cesca (La Maríscala). Pero p o se ía el
don del c re a d o r. Los gallinazos del M artinete, la Plaza del
M ercado, las riñas d e gallos, cu alq u ier tem a p o d ía p o n e r en
m archa su im aginación, con fructuosa co sech a artística. De
m uchas cosas, V aldelom ar es d escu b rid o r. A él se le reveló,
p rim ero q u e a n a d ie en n u estras letras, la trág ica belleza agonal
d e jas c o rrid as d e toros. En tiem pos en q u e e ste asunto e sta b a
re se rv a d o aún a la p ro sa p e d e s tre d e los iniciados en la
taurom aquia, escrib ió su Belmente, el trágico.
La "greguería" em pieza con V aldelom ar en n u e stra literatura. Me
consta q u e los p rim ero s libros d e G óm ez d e la Serna que
a rrib aro n a Lima, g u staron s o b re m a n e ra a V aldelom ar. El gusto
atom ístico d e la "greguería" era, adem ás, innato en él, aficionado
a la p e sq u isa original y a la b ú sq u e d a m icrocósm ica. Pero, en
cam bio, V aldelom ar no so sp e c h a b a aún e n G óm ez d e la Serna al
d e sc u b rid o r del Alba. Su retin a d e criollo im presionista e ra
e x p e rta en gozar voluptuosam ente, d e s d e la rib e ra d o rad a , los
colores am biguos d el crepúsculo.
Im presionism o: esta es, d en tro d e su v a rie d a d espacial, la
filiación m ás p re c isa d e su arte.

XI. NUESTROS "INDEPENDIENTES"

Al m arg e n d e los m ovim ientos, d e las ten d en cias, d e los


cenáculos y hasta d e las p ro p ia s g en e ra c io n e s, no han faltado en
el p ro ce so d e n u estra literatura casos m ás o m enos
in d e p e n d ie n te s y solitarios d e vocación literaria. Pero en el
p ro c e so d e una literatura se b o rra len tam en te el re c u e rd o del
escrito r y del artista que no d e ja n d e sce n d e n c ia . El escritor, el
artista, p u e d e n tra b a ja r fuera d e todo grupo, d e to d a escuela, d e
todo m ovim iento. Mas su o b ra en to n ces no p u e d e salvarlo del
olvido si no es en sí m ism a un m ensaje a la p o ste rid a d . No
so b rev iv e sino el p rec u rso r, el anticipador, el suscitador. Por
esto, las indiv id u alid ad es m e in teresan , so b re todo, p o r su
influencia. Las individualidades, e n mi estudio, no tien en su m ás
esen cial valor en sí m ism as, sino en su función d e signos.
Ya hem os visto cóm o a una g e n e ra c ió n o, m ejor, a un m ovim iento
rad ical q u e reconoció su líd e r en G onzález Prada, siguió un
m ovim iento neo-civilista o colonialista q u e proclam ó su p a triarc a
a Palma. Y cóm o vino d e sp u é s un m ovim iento "colónida"
p re c u rso r d e una nu ev a g en eració n . Pero eso no q u iere d e c ir que
toda la literatura d e e ste larg o p erío d o c o rre sp o n d a
n e c esa ria m e n te al fenóm eno "futurista" o al fenóm eno "colónida".
T enem os el caso d el p o e ta D om ingo M artínez Luján, bizarro
e sp éc im e n d e la vieja bo h em ia rom ántica, algunos d e cuyos
v e rso s se ñ ala rá n en las antologías algo así com o la p rim e ra nota
ru b e n d a ria n a d e n u estra p o esía. T enem os el caso d e M anuel
B eingolea, cuentista d e fino hum orism o y d e exquisita fantasía
que cultiva, en el cuento, el d ecad en tism o d e lo raro y lo
extraordinario. T enem os el caso d e José M aría E guren, que
re p re s e n ta e n n u estra historia literaria la p o e sía "pura", antes que
la p o e sía sim bolista.
El caso d e E guren, em p ero , p o r su ex cep cio n al ascen d ien te, no
se m antiene extraño al ju eg o d e las ten d en cias. C onstituye un
valor surgido a p a rte d e una gen eració n , p e ro q u e d e v ie n e luego
un valor polém ico en el diálogo d e dos g e n e ra c io n e s en
contraste. D esconocido, d e sd e ñ a d o p o r la g e n e ra c ió n "futurista"
q u e aclam a com o su p o e ta a Gálvez, E guren es d e sc u b ie rto y
ad o p tad o p o r el m ovim iento "colónida".
La rev elació n d e E guren em pieza en la rev ista Contemporáneos,
so b re la q u e d e b o d e c ir algunas p a la b ras. Contemporáneos
m arca in co n testab lem en te una fecha en n u estra historia literaria.
F undada p o r E nrique B ustam ante y Ballivián y Julio Alfonso
H ernández, esta revista a p a re c e com o el órgano d e un g ru p o d e
"independientes" q u e sienten la n e c e sid a d d e afirm ar su
autonom ía del cenáculo "colonialista". De la g e n e ra c ió n d e Riva
A güero, estos "independientes" re p u d ia n m ás la e stética que el
espíritu. Contemporáneos se p rese n ta, ante todo, com o la
avanzada d el m odernism o en el Perú. Su p ro g ra m a es
exclusivam ente literario. Hasta com o sim ple revista d e
renovación literaria, le faltan ag resiv id ad , exaltación,
b elig e ra n c ia . T iene la p o n d e ra c ió n p a rn a sian a d e Enrique
B ustam ante y Ballivián, su d irecto r. Mas sus actitudes p o se e n d e
todos m odos un sentido d e pro testa. Los "independientes" d e
Contemporáneos b u s-can la am istad d e G onzález Prada. Este
g esto afirm a p o r sí solo una "secesión". El p o e ta d e Exóticas, el
p ro sa d o r d e Páginas Libres, que en to n ces no c o la b o rab a sino en
algún a c re y p o b re p e rió d ico anarquista, re a p a re c e en 1909 ante
el público d e las revistas literarias, en com pañía d e unos
in d e p e n d ie n te s q u e estim ab an en él al parn asian o , al aristócrata,
m ás q u e al acusador, m ás q u e al re b e ld e . Pero no im porta. Este
hecho anuncia ya una reacción.
La revista Contemporáneos, d e s a p a re c id a d e sp u é s d e unos
cuantos núm eros, intenta re n a c e r e n una revista m ás volum inosa.
Cultura. Bustam ante y Ballivián se asocia p a ra esta tentativa a
V aldelom ar. P ero antes d el p rim e r núm ero, los co -d irecto res
riñen. Cultura sale sin V aldelom ar. El p rim e r y único núm ero d a la
im presión d e una rev ista m ás ecléctica, m enos rep re sen ta tiv a que
Contemporáneos. El fracaso d e e ste exp erim en to p re p a ra a
Colónida.
Pero estos y otros intentos rev e lan que si la g e n e ra c ió n d e Riva
A güero no p u d o d e s d o b la rse y div id irse en dos bandos, e n dos
g ru p o s antagónicos y definidos, no constituyó tam poco una
g e n e ra c ió n uniform e y unánim e. En ninguna g e n e ra c ió n se
p re se n ta n esta uniform idad, esta unanim idad. La d e Riva A güero
tuvo sus "independientes", tuvo sus h eterodoxos. Espiritual e
id eo ló g icam en te, el d e m ás p e rso n a lid a d y significación fue sin
d u d a P edro S. Zulen. A Zulen no le d isg u sta b an únicam ente el
academ icism o y la retó rica d e los "futuristas"; le d isg u sta b a
p rofundam ente el espíritu c o n serv a d o r y tradicionalista. F rente a
una g e n e ra c ió n "colonialista". Zulen se d eclaró "pro-indigenista".
Los d em ás "independientes" -E nrique B ustam ante y Ballivián,
A lberto J. Ureta, etc.- se contentaron con una im plícita secesió n
literaria.

XII. EGUREN

José M aría E guren re p re s e n ta en n u e stra historia literaria la


p o e sía pura. Este concepto no tien e ninguna afinidad con la tesis
del A bate Brém ond. Q uiero sim plem ente e x p re s a r que la p o esía
d e E guren se distingue d e la m ayor p a rte d e la p o e sía p e ru a n a en
que no p re te n d e se r historia, ni filosofía ni a p o lo g ética sino
exclusiva y solam ente poesía.
Los p o e ta s d e la R epública no h e re d a ro n d e los p o e ta s d e la
C olonia la afición a la p o e sía teológica -mal llam ada relig io sa o
m ística- p e ro sí h e re d a ro n la afición a la p o e sía c o rtesan a y
ditirám bica. El p arn aso p e ru a n o se e n g ro só bajo la R epública con
nuevas odas, m agras unas, hinchadas otras. Los p o e ta s p e d ía n un
punto d e apoyo p a ra m over el m undo, p e ro e ste punto d e apoyo
e ra sie m p re un evento, un p e rso n a je. La p o e sía se p re se n ta b a ,
p o r consiguiente, su b o rd in a d a a la cronología. O das a los h é ro e s
o hech o s d e A m érica cuando no a los re y e s d e E spaña, constituían
los m ás altos m onum entos d e esta p o e sía d e efe m érid es o d e
cerem o n ia q u e no e n c e rra b a la em oción d e una é p o c a o d e una
g e sta sino ap e n as d e una fecha. La p o e sía satírica e sta b a tam bién.
p o r razón d e su oficio, d em asiad o e n c a d e n a d a al evento, a la
crónica.
En otros casos, los p o e ta s cultivaban el p o e m a filosófico que
g e n e ra lm e n te no es p o e sía ni es filosofía. La p o e sía d e g e n e ra b a
en un ejercicio de declam ación m etafísica.
El a rte d e E guren es la reacció n contra e ste arte g árrulo y
retórico, casi ín te g ram e n te com puesto d e elem entos tem p o rale s y
contingentes. E guren se com porta sie m p re com o un p o e ta puro.
No e sc rib e un solo v e rso d e ocasión, un solo canto so b re m edida.
No se p re o c u p a d el gusto d el público ni d e la crítica. No canta a
E spaña, ni a Alfonso Xlll, ni a Santa Rosa d e Lima. No recita
siq u iera sus v e rso s en v e la d a s ni fiestas. Es un p o e ta que en sus
v e rso s d ice a los h o m b re s únicam ente su m ensaje divino.
¿Cóm o salva e ste p o e ta su p e rso n a lid a d ? ¿Cóm o e n c u en tra y
afina en esta tu rb ia atm ósfera literaria sus m edios d e expresión?
E nrique B ustam ante y Ballivián q u e lo conoce íntim am ente nos ha
d a d o un in te resa n te e sq u em a d e su form ación artística: "Dos han
sido los m ás im portantes factores e n la form ación d el p o e ta
dotado d e riquísim o tem peram ento: las im p resio n es ca m p e stre s
re c ib id a s e n su infancia en C huquitanta, h a c ie n d a d e su familia en
las inm ediaciones d e Lima, y las lecturas q u e d e s d e su niñez le
hiciera d e los clásicos e sp añ o les su herm ano Jorge. D iéronle las
p rim e ra s no sólo el p aisaje q u e d a fondo a m uchos d e sus
poem as, sino el profundo sentim iento d e la N aturaleza e x p re sa d o
en sím bolos com o lo siente la g e n te d el cam po q u e lo anim a con
ley e n d a s y consejas y lo p u e b la d e d u e n d e s y brujas, m onstruos y
trasgos. De aquellas clásicas lecturas, h ech as con culto criterio y
p o n d e ra d o b u e n gusto, sacó la afición literaria, la riq u eza d e
léxico y ciertos giros arcaicos q u e d an sa b o r p ecu liar a su muy
m o d ern a p o esía. De su hogar, profu n d am en te cristiano y m ístico,
d e rec ia m oralidad c e rra d a , obtuvo la p u reza d e alm a y la
ten d e n c ia al ensueño. P u ed e a g re g a rse q u e en él, p o r su h erm an a
Susana, b u e n a pianista y cantante, obtuvo la afición m usical que
es ten d e n c ia d e m uchos d e sus v erso s. En cuanto al color y a la
riqueza plástica, no se d e b e olvidar que E guren es un b u e n pintor
(aunque no lleg u e a su altura d e poeta) y q u e com enzó a pintar
antes d e escrib ir. Ha notado algún crítico q u e E guren es un p o e ta
d e la infancia y que allí e stá su virtu d principal. Ello se g u ra m en te
ha d e te n e r o rig e n (aunque d isc re p em o s d e la opinión del crítico)
en que los p rim ero s v e rso s d el p o e ta fueron escritos p a ra sus
sobrinas y q u e son cu ad ro s d e la infancia e n q u e ellas figuran"
(30).
E ncuentro excesivo o, m ás bien, im preciso, calificar a E guren d e
p o e ta d e la infancia. P ero m e p a re c e ev id en te su c alid ad esencial
d e p o e ta d e espíritu y sen sib ilid ad infantiles. Toda su p o e sía es
una v ersió n e n can tad a y alucinada d e la vida. Su sim bolism o
v iene, ante todo, d e sus im p resio n es d e niño. No d e p e n d e de
influencias ni d e su g estio n es literarias. T iene sus raíc es en la
p ro p ia alm a del p oeta. La p o e sía d e E guren es la pro lo n g ació n d e
su infancia. E guren conserva ín teg ram en te e n sus v e rso s la
in g en u id a d y la réveríe del niño. Por eso su p o e sía es una visión
tan virginal d e las cosas. En sus ojos d e slu m b ra d o s d e infante,
está la explicación total d el m ilagro.
Este rasg o d el a rte d e E guren no a p a re c e sólo e n las que
esp ecíficam ente p u e d e n se r clasificadas com o p o esías d e tem a
infantil. E guren e x p re sa sie m p re las cosas y la N aturaleza con
im ág en es q u e es fácil identificar y re c o n o c e r com o e sc a p a d a s d e
su su b consciencia d e niño. La plástica im ag en d e un "rey
colorado d e b a rb a d e acero" -una d e las notas p rec io sas d e
"Eroe" p o e sía d e m úsica ru b en d a ria n a - no p u e d e s e r en co n trad a
sino p o r la im aginación d e un infante. "Los re y e s rojos", una d e las
m ás b ellas c reacio n es d el sim bolism o d e E guren, acusa análogo
o rig e n en su bizarra com posición d e calcom anía:

D esde la aurora
combaten dos reyes rojos,
con lanza de oro.

Por verde bosque


Y en los purpurinos cerros
vibra su ceño.

Falcones reyes
batallan en lejanías
de oro azulinas.
Por la luz cadmio,
airadas se ven pequeñas
sus formas negras.

Viene la noche
y firmes combaten foscos
los reyes rojos.

N ace tam b ién d e e ste encantam iento d el alm a d e E guren su gusto


p o r lo m aravilloso y lo fabuloso. Su m undo es el m undo
ind escifrab le y aladinesco d e "la niña d e la lám p ara azul". Con
E guren a p a re c e p o r p rim e ra vez en n u e stra literatu ra la p o e sía d e
lo m aravilloso. Uno d e los elem entos y d e las características d e
esta p o e sía es el exotism o. Simbólicas tien e un fondo d e m itología
escan d in av a y d e m edioevo germ ano. Los m itos helen o s no
asom an nunca en el paisaje w ag n erian o y g ro tesco d e sus crom os
sintetistas.

•k -k -k

E guren no tien e asce n d ien te s en la literatura p e ru a n a . No los


tien e tam poco en la p ro p ia p o e sía española. Bustam ante y
Ballivián afirm a q u e G onzález P rada "no e n c o n trab a en ninguna
literatura o rig e n al sim bolism o d e E guren". T am bién yo re c u e rd o
h a b e r oído a G onzález P rad a m ás o m enos las m ism as p a la b ras.
Clasifico a E guren e n tre los p re c u rso re s d el p e río d o cosm opolita
d e n u estra literatura. E guren -he dicho ya- aclim ata en un clima
poco p ropicio la flor p re c io sa y p álid a d el sim bolism o. Pero esto
no q u iere d e c ir q u e yo com parta, p o r ejem plo, la opinión d e los
q u e su p o n en e n E guren influencias vivam ente p e rc e p tib le s del
sim bolism o francés. Pienso, p o r el contrario, q u e esta opinión es
equivocada. El sim bolism o francés no nos da la clave del a rte d e
E guren. Se p re te n d e q u e en E guren hay trazas e sp ec iale s d e la
influencia de Rim baud. Mas el g ran R im baud era,
tem p eram en talm en te, la antítesis d e E guren. N ietzscheano,
agónico, R im baud h a b ría exclam ado con el G uillén d e Deucalión:
"Yo h e d e ay u d ar al D iablo a conquistar el cielo". A ndró R ouveyre
lo d e c la ra "el prototipo del sarcasm o dem oníaco y d el blasfem o
d esp recian te". Milite d e la C om una, Rim baud tenía una psicología
d e a v en tu rero y d e revolucionario. "Hay que se r absolutam ente
m oderno", rep e tía . Y p a ra serlo dejó a los veintidós años la
literatura y París. A s e r p o e ta en París prefirió se r pioneer en
África. Su vitalidad excesiva no se re sig n a b a a una bohem ia
citadina y d e c a d e n te , m ás o m enos v erlen ian a. Rim baud, en una
p a la b ra, e ra un án g el re b e ld e . E guren, e n cam bio, se nos m uestra
sie m p re exento d e satanism o. Sus torm entas, sus p esad illas son
e n can tad a e infantilm ente feéricas. E guren en cu en tra p o cas v e c e s
su acento y su alm a tan cristalinam ente com o e n "Los Á ngeles
Tranquilos":

Pasó el vendaval; ahora


con perlas y berilos,
cantan la soledad aurora
los ángeles tranquilos.

Modulan canciones santas


en dulces bandolines;
viendo caídas las hojosas plantas
de campos y jardines.

Mientras el sol en la neblina


vibra sus oropeles,
besan la muerte blanquecina
en los Sabaras crueles.

Se alejan de madrugada
con perlas y berilos
y con la luz del cielo en la mirada
los ángeles tranquilos.

El p o e ta d e Simbólicas y d e La Canción de las Figuras re p re se n ta ,


en n u estra p o esía, el sim bolism o; p e ro no un sim bolism o. Y
m ucho m enos una escu ela sim bolista. Q ue n a d ie le re g a te e
originalidad. No es lícito re g a te a rla a q u ien ha escrito v e rso s tan
absoluta y rig u ro sam en te originales com o los d e "El Duque":
Hoy se casa el duque Nuez;
viene el chantre, viene el juez
Y con pendones escarlata
florida cabalgata;
a la una, a las dos, a las diez;
que se casa el Duque prim or
con la hija de Clavo de Olor.
Allí están, con pieles de bisonte,
los caballos de Lobo del Monte,
y con ceño triunfante.
Galo cetrino, Rodolfo Montante.
Y en la capilla está la bella,
m as no ha venido el Duque tras ella;
los magnates postradores,
aduladores
al suelo el penacho inclinan;
los corvados, los bisiestos
dan sus gestos, sus gestos, sus gestos;
y la turba melenuda
estornuda, estornuda, estornuda.
Y a los pórticos y a los espacios
mira la novia con ardor...
son sus ojos dos topacios
de brillor.
Y hacen fieros ademanes,
nobles rojos como alacranes;
concentrando sus resuellos
grita el más hercúleo de ellos:
¿Quién al gran Duque entretiene?
¡ya el gran cortejo se irrita!...
Pero el Duque no viene;...
se lo ha comido Paquita.

R ubén Darío cre ía p e n s a r en francés m ás b ien q u e e n castellano.


P ro b a b le m en te no se e n g a ñ ab a . El d ecad en tism o , el preciosism o,
el bizantinism o d e su a rte son los d el París finisecular y v erlen ian o
del cual el p o e ta se sintió h u é s p e d y am ante. Su b arca, "provenía
del divino astillero d el divino W atteau". Y el galicism o d e su
espíritu e n g e n d ra b a el galicism o d e su len g u aje. E guren no
p re s e n ta el uno ni el otro. Ni siq u iera su estilo se re sie n te d e
afrancesam iento (31). Su form a es española; no es francesa. Es
frecu en te y es sólito en sus v erso s, com o lo re m a rc a B ustam ante y
Ballivián, el giro arcaico. En n u estra literatura, E guren es uno d e
los q u e re p re s e n ta n la rea c c ió n contra el españolism o p o rq u e,
hasta su orto, el españolism o e ra todavía retoricism o b a rro c o o
rom anticism o grandi-locuente. E guren, en todo caso, no es com o
R ubén D arío un en am o rad o d e la Francia siglo dieciocho y
rococó. Su espíritu d e sc ie n d e del M edioevo, m ás b ien q u e del
Setecientos. Yo lo hallo h asta m ás gótico que latino. Ya h e aludido
a su p red ilec c ió n p o r los mitos escandinavos y germ ánicos.
C onstataré ahora q u e en algunas d e sus p rim e ra s com posiciones,
d e acento y gusto un poco ru b en d a ria n o s, com o "Las Bodas
V ienesas" y "Lis", la im aginación d e E guren ab a n d o n a sie m p re el
m undo d iecio ch esco p a ra p a rtir en b u sca d e un color o una nota
m edioevales:

Comienzan ambiguas
añosas marquesas
sus danzas antiguas
y sus polonesas.

Y llegan arqueros
de largos bigotes
Y evitan los fieros
de los monigotes.

Me p a re c e que algunos elem entos d e su p o e sía -la tern u ra y el


can d o r d e la fantasía, verbigratia- e m p a ren ta n v a g a m e n te a v e c e s
a E guren con M aeterlinck -el M aeterlinck d e los b u en o s tiem pos.
Pero esta in d ecisa afinidad no re v e la p rec isam e n te una influencia
m aeterlinckiana. D e p e n d e m ás b ie n d e q u e la p o e sía d e E guren,
p o r las rutas d e lo m aravilloso, p o r los cam inos del sueño, toca el
m isterio. Mas E guren in te rp re ta el m isterio con la inocencia d e un
niño alucinado y v id en te. Y en M aeterlinck el m isterio es con
frecuencia un pro d u cto de alquim ia literaria.
O b jetando su galicism o, analizando su sim bolism o, se a b re d e
im proviso, feéricam ente, com o en un encantam iento, la p u e rta
se c re ta d e una in terp retació n g e n e aló g ic a d el espíritu y del
tem p eram en to d e José M. E guren.
it it it

E guren d e sc ie n d e d el M edio Evo. Es un eco p uro -extraviado en


el trópico am ericano- del O ccidente m edioeval. No p ro c e d e d e la
E spaña m orisca sino d e la E spaña gótica. No tien e n a d a d e á ra b e
en su tem p eram en to ni en su espíritu. Ni siq u iera tien e m ucho d e
latino. Sus gustos son un po co nórdicos. Pálido p e rso n a je d e Van
Dyck, su p o e sía se p u e b la a v e e e s d e im á g e n es y rem iniscencias
flam encas y germ an as. En Francia el clasicism o le re p ro c h a ría su
falta d e o rd e n y c larid ad latinas. M aurras lo hallaría d em asiad o
tu d esco y caótico. P orque E guren no p ro c e d e d e la E uropa
ren a c e n tista o rococó. P ro c ed e espiritualm ente d e la e d a d d e las
cruzadas y las ca te d ra le s. Su fantasía bizarra tien e un p a re n te sc o
característico con la d e los d e c o ra d o re s d e las c a te d ra le s góticas
en su afición a lo grotesco. El genio infantil d e E guren se d ivierte
en lo grotesco, finam ente estilizado con gusto p rerren a c e n tista :

Dos infantes oblongos deliran


Y al cielo levantan sus rápidas manos
Y dos rubias gigantes suspiran
Y el coro preludian cretinos ancianos.

"Y al dulzor de virgíneas camelias


va en p o s del cortejo la banda macrovia
Y rígidas, fuertes, las tíasAdelias,
Y luego cojeando, cojeando la novia.
("Las Bodas Vienesas")

A la sombra de los estucos


llegan viejos y zancos,
en sus mamelucos
los vampiros blancos.
("Diosa Ambarina ")

Los m agnates p o stra d o re s


ad u la d o res
al suelo el p e n a ch o inclinan
los corvados, los bisiestos
d an sus gestos, sus g estos, sus gestos;
y la tu rb a m elenud a
estornuda, estornuda, estornuda.

("El Duque")

En E guren subsiste, m ustiado p o r los siglos, el espíritu


aristocrático. S abem os q u e en el Perú la aristocracia colonial se
transform ó en b u rg u e sía rep u b lica n a . El antiguo e n c o m e n d e ro
reem p lazó form alm ente sus principios feudales y aristocráticos
p o r los principios d e m o b u rg u e se s d e la revolución lib ertad o ra.
Este sencillo cam bio le perm itió co n serv ar sus p rivilegios d e
en c o m e n d e ro y latifundista. Por esta m etam orfosis, así com o no
tuvim os bajo el V irreinato una auténtica aristocracia, no tuvim os
tam poco bajo la R epública una auténtica b u rg u esía. E guren -el
caso tenía q u e d a rs e en un p o e ta - es tal vez el único d e s c e n d ie n te
d e la gen u in a E uropa m edioeval y gótica. Biznieto d e la E spaña
av en tu rera q u e d e scu b rió A m érica, E guren se satura en la
h a c ie n d a costeña, en el solar nativo, d e ancianos arom as d e
ley en d a. Su siglo y su m edio no sofocan e n él d el todo el alm a
m edioeval (En E spaña, E guren h a b ría am ado com o Valle Inclán
los h é ro e s y los hech o s d e las g u e rra s carlistas). No n ace cruzado
-es d em asiad o ta rd e p a ra serlo-, p e ro n ace poeta. La afición d e su
raza a la aventura se salva en la go leta co rsaria d e su im aginación.
Com o no le es d a d o te n e r el alm a aventurera, tien e al m enos
av en tu rera la fantasía.
N acida m edio siglo antes, la p o e sía d e E guren h a b ría sido
rom ántica (32), au nque no p o r esto d e m érito m enos
im p e re c e d e ro . N acida bajo el signo d e la d e c a d e n c ia
novecentista, tenía que s e r sim bolista (M aurras no se e n g añ a
cuando m ira e n el sim bolism o la cola d e la cola del
rom anticism o). E guren h a b ría n e c esita d o sie m p re e v a d irse d e su
época, d e la realid ad . El a rte es una evasión cuando el artista no
p u e d e a c e p ta r ni trad u cir la é p o c a y la re a lid a d q u e le tocan. De
estos artistas han sido en n u estra A m érica -d en tro d e sus
tem p eram en to s y sus tiem pos disím iles- José A sunción Silva y
Julio H e rre ra y Reissig.
Estos artistas m aduran y florecen extraños y contrarios al p en o so
y á sp e ro trab ajo d e crecim iento d e sus p u eb lo s. Com o diría Jo rg e
Luis Borges, son artistas d e una cultura, no d e una e stirp e . Pero
son quizá los únicos artistas que, en ciertos p e río d o s d e su
historia, p u e d e p o s e e r un p u eb lo , p u e d e p ro d u cir una estirp e.
V alerio Brussiov, A lejandro Block, sim bolistas y aristócratas
tam bién, re p re s e n ta ro n en los años a n te rio re s a la revolución, la
p o e sía rusa. V enida la revolución, los dos d e sc e n d ie ro n d e su
to rre so larieg a al á g o ra e n sa n g re n ta d a y tem pestuosa.
E guren, en el Perú, no c o m p re n d e ni conoce al p u e b lo . Ignora al
indio, lejano d e su historia y extraño a su enigm a. Es d em asiad o
occidental y e x tran jero espiritualm ente p a ra asim ilar el
orientalism o indígena. Pero, igualm ente, E guren no c o m p re n d e ni
conoce tam poco la civilización capitalista, b u rg u esa , occidental.
De esta civilización, le in te re sa y le encanta únicam ente, la colosal
ju g u ete ría . E guren se p u e d e su p o n e r m oderno p o rq u e adm ira el
avión, el subm arino, el autom óvil. Mas en el avión, en el
autom óvil, etc., adm ira no la m áquina sino el ju g u ete . El ju g u ete
fantástico q u e el h o m b re ha construido p a ra a tra v esa r los m ares y
los continentes. E gu ren v e al h o m b re ju g a r con la m áquina; no ve,
com o R abindranath T agore, a la m áquina esclavizar al hom bre.
La costa m órbida, b landa, p a rd a , lo ha aislado tal vez d e la
historia y d e la g e n te p eru an as. Quizá la sie rra lo h a b ría hecho
diferen te Una naturaleza incolora y m onótona es re sp o n sa b le , en
todo caso, d e q u e su p o e sía sea algo así com o una p o e sía d e
cám ara. Poesía d e estancia y d e interior. P orque así com o hay una
m úsica y una p intura d e cám ara, hay tam b ién una p o e sía d e
cám ara. Que, cuando es la voz d e un v e rd a d e ro poeta, tien e el
m ism o encanto.

XIII. ALBERTO HIDALGO

A lberto H idalgo significó e n n u e stra literatura, d e 1917 al 18, la


e x a sp e ra ció n y la term inación del e x p erim en to "colónida".
H idalgo llevó la m egalom anía, la egolatría, la b e lig e ra n c ia del
g esto "colónida" a sus m ás extrem as consecuencias. Los bacilos
d e esta fiebre, sin la cual no h a b ría sido p o sib le tal vez elev ar la
tem p e ra tu ra d e n u estras letras, alcanzaron en el H idalgo, todavía
provinciano, d e Panoplia Urica, su m áxim o g ra d o d e virulencia.
V aldelom ar e sta b a ya d e re g re s o d e su aventuroso viaje p o r los
dom inios d'annunzianos, en el cual -acaso p o rq u e en D'Annunzio
junto a V enecia bizantina están el Abruzzo rústico y la playa
adriática-, d e scu b rió la costa d e la crio lled ad y entrevió lejano el
continente d el inkaísm o. V aldelom ar h a b ía g u a rd a d o , en sus
actitudes m ás eg ó latras, su hum orism o. H idalgo, un poco tieso
aún d e n tro d e su ch aq u é a req u ip eñ o , no ten ía la m ism a ag ilid ad
p a ra la sonrisa. El g esto "colónida" e n él e ra patético. Pero
H idalgo, e n cam bio, ib a a a p o rta r a n u estra renovación literaria,
quizá p o r su m ism a b ro n ca v irg in id ad d e provinciano, a quien la
u rb e no h a b ía aflojado, un gusto viril p o r la m ecánica, el
m aqum ism o, el rascacielos, la v eloci-dad, etc. Si con V aldelom ar
incorporam os en n u e stra sen sibilidad, antes e stra g a d a p o r el
e sp e so chocolate escolástico, a DAnnunzio, con H idalgo
asim ilam os a M arinetti, explosivo, tre p id an te , cam orrista.
H idalgo, panfletista y lapidario, continuaba, d e s d e otro punto d e
vista, la línea d e G onzález P rad a y M ore. Era un p e rso n a je
excesivo p a ra un público sed en ta rio y reum ático. La fuerza
centrífuga y secesio n ista q u e lo em puja, se lo llevó d e aquí e n un
torbellino.
Hoy H idalgo es, au nque no se m ueva d e un b arrio d e Buenos
Aires, un p o e ta del idiom a. A penas si, com o a n te c e d en te , se
p u e d e h a b la r d e sus aventuras d e p o e ta local. C recien d o ,
crecien d o , ha ad q u irid o efectiva estatu ra am ericana. Su literatura
tien e circulación y cotización e n todos los m ercad o s del m undo
hispano. Com o siem p re, su a rte es d e secesión. El clim a austral
ha te m p e ra d o y ro b u stecid o sus nervios un p o co tropicales, que
co nocen todos los g rad o s d e la literatura y todas las latitudes d e la
im aginación. Pero H idalgo está -com o no p o d ía d e ja r d e estar- en
la v an g u ard ia. Se siente -seg ú n sus p a la b ras- e n la izq u ierd a d e la
izquierda.
Esto q u iere d ecir, ante todo, q u e H idalgo ha visitado las diversas
estaciones y rec o rrid o los diversos cam inos del arte
ultram oderno. La e x p e rien c ia v a n g u a rd ista le es, ínteg ram en te.
familiar. De esta gim nasia incesante, ha sacad o una técnica
p o ética d e p u ra d a d e todo rezag o sospechoso. Su e x p re sió n es
lím pida, bruñida, c e rte ra , d esn u d a. El lem a d e su a rte es este:
"simplismo".
Pero H idalgo, p o r su espíritu, está, sin q u e re rlo y sin sab erlo , en
la últim a estación rom ántica. En m uchos v e rso s suyos,
encontram os la confesión d e su individualism o absoluto. De todas
las ten d e n c ia s literarias con tem p o rán eas, el unanim ism o es,
ev id en tem en te, la m ás ex trañ a y au sen te d e su p o esía. C uando
lo g ra su m ás alto acento d e lírico puro, se e v a d e a v e c e s d e su
egocentrism o. Así, p o r ejem plo, cuando dice: "Soy ap re tó n d e
m anos a todo lo q u e vive. / Poseo p len a la v e c in d a d del m undo".
Mas con estos v e rso s em pieza su p o e m a "E nvergadura del
A narquista" q u e es la m ás sin cera y lírica efusión d e su
individualism o. Y d e s d e el se g u n d o v erso , la id e a d e "vecindad
del m undo" acusa el sentim iento d e secesió n y d e soledad.
El rom anticism o -en ten d id o com o m ovim iento literario y artístico,
anexo a la revolución b u rg u esa - se resu e lv e, conceptual y
sentim entalm ente, en individualism o. El sim bolism o, el
d ecadentism o, no han sido sino estacio n es rom ánticas. Y lo han
sido tam b ién las e scu elas m odernistas e n los artistas que no han
sab id o e sc a p a r al subjetivism o excesivo d e la m ayor p a rte d e sus
p roposiciones.
Hay un síntom a sustantivo e n el a rte individualista, que indica,
m ejor q u e ningún otro, un p ro ce so d e disolución: el e m p eñ o con
q u e cad a arte, y hasta c a d a elem ento artístico, reivindica su
autonom ía. H idalgo es uno d e los q u e m ás rad icalm en te a d h ie re n
a e ste em peño, si nos atenem os a su tesis d el "poem a d e varios
lados". "Poem a en el q u e c a d a uno d e sus v e rso s constituye un ser
lib re, a p e s a r d e h allarse al servicio d e una id e a o d e una
em oción centrales". T enem os así pro clam ad a, categ ó ricam en te,
la autonom ía, la individualidad d el v erso. La estética del
anarquista no p o d ía se r otra.
Políticam ente, históricam ente, el anarquism o es, com o está
av eriguado, la ex trem a izq u ierd a del liberalism o. Entra, p o r tanto,
a p e s a r d e todas las p ro te sta s in o cen tes o in te resa d a s, e n el o rd e n
ideológico b u rg u és. El anarquista, en nu estro tiem po, p u e d e ser
unrevolté, p e ro no es, históricam ente, un revolucionario.
H idalgo -aunque lo n ieg u e- no ha p o d id o su stra e rse a la em oción
revolucionaria d e nuestro tiem po cuando ha escrito su "Ubicación
d e Lenin" y su "Biografía d e la p a la b ra revolución". En el prefacio
d e su último libro Descripción del Cielo, la visión subjetiva lo
hace, sin em b arg o , e scrib ir q u e el p rim ero "es un p o em a d e
exaltación, d e p u ra lírica, no d e doctrina" y q u e "Lenin ha sido un
p rete x to p a ra c re a r com o p u d o serlo una m ontaña, un río o una
m áquina", y q u e '"Biografía d e la p a la b ra revolución', es un elogio
d e la revolución pura, d e la revolución en sí, cu alquiera q u e sea la
causa q u e la dicte". La revolución pura, la revolución en sí,
q u erid o H idalgo, no existe p a ra la historia y, no existe tam poco
p a ra la poesía. La revolución p u ra es una abstracción. Existen la
revolución liberal, la revolución socialista, otras revoluciones. No
existe la revolución pura, com o cosa histórica ni com o tem a
poético.
De las tres c a teg o rías p rim arias en que, p o r co m odidad d e
clasificación y d e crítica, c a b e, a mi juicio, dividir la p o e sía d e
hoy -lírica pura, d isp a ra te absoluto y é p ica revolucionaria-.
H idalgo siente, s o b re todo, la prim era; y aquí e stá su fuerza m ás
g ran d e , la q u e le ha d a d o su m ás bellos poem as. El p o em a a
Lenin es una creació n lírica (Hidalgo se e n g a ñ a sólo en cuanto se
supone ajeno a la em oción histórica). Este poem a, q u e ha salvado
ín teg ram en te todos los rie sg o s profesionales, es a la vez d e una
g ran p u reza poética. Lo tra sc rib iría en tero , si estos v e rso s no
bastasen:

En el corazón de los obreros su nom bre se levanta antes que


el sol
Lo bendicen los carretes de hilo
desde lo alto de los mástiles
de todas las máquinas de coser

Pianos de la época las máquinas de escribir tocan sonatas en


su honor

Es el descanso automático
que hace leve el andar del vendedor ambulante
Cooperativa general de esperanzas

Su pregón cae en la alcancía de los humildes


ayudando a pagar la casa a plazos

Horizonte hacia el que se abre la ventana del pobre

Colgado del badajo del sol


golpea en los m etales de la tarde
para que salgan a las 17 los trabajadores.

Su lirism o vigilante salva a H idalgo d e c a e r en un arte


excesivam ente c e re b ra l, subjetivo, nihilista. No es p o sib le d u d a r
d e él, capaz d e re c re a rs e en e ste "Dibujo d e Niño":
Infancia pueblo de los recuerdos
tomo el tranvía para irm e a él.

La evasión de las cosas se inicia con terquedad de aceite


que se esparce

El suelo no está aquí


Pasa una nube y borra el cielo
Desaparecen aire y luz y esto queda vacío.

Entonces sales de un brinco del fondo inabordable de mi


olvido
Fue en el recodo d e una tarde señalado de luz p o r tu silueta
Una emoción sin nom bre tenía encadenadas nuestras manos
Tus miradas convocaban m i beso
Pero tu risa río entre los dos corría separándonos niña
Y yo desde m i orilla te postergué hasta el sueño.

Ahora tengo treinta años m enos de los que m e entregaron


para darte

Si tú has muerto yo guardo este paisaje de m i corazón


pintado en ti.
El d isp a ra te -si enjuiciam os la actualidad d e H idalgo po r
Descripción del Cielo- d e s a p a re c e casi com pletam ente d e su
poesía. Es m ás bien, uno d e los elem entos d e su prosa; y nunca
es, en v e rd a d , d isp a ra te absoluto. C a re c e d e su in co h eren cia
alucinada: tiende, m ás bien, al d isp a ra te lógico, racional. La ép ica
revolucionaria -que anuncia un nuevo rom anticism o in d em n e del
individualism o d el q u e term ina- no se concilia con su
tem p eram en to ni con su vida, v io lentam ente anárquicos.
A su individualism o e x a sp e ra d o , d e b e H idalgo su dificultad p a ra
el cuento o la novela. C uando los intenta, se m ueve d en tro d e un
g é n e ro que ex ig e la ex trav ersió n d el artista. Los cuentos d e
H idalgo son los d e un artista introvertido. Sus p e rso n a jes
a p a re c e n esquem áticos, artificiales, m ecánicos. Le so b ra a su
creación, hasta cu ando es m ás fantástica, la excesiva, intolerante
y tiránica p re se n c ia del artista, q u e se n ieg a a d e ja r vivir a sus
criaturas p o r su p ro p ia cuenta, p o rq u e p o n e d em asiad o e n todas
ellas su individualidad y su intención.

XIV. CESAR VALLEJO

El p rim e r libro d e C é sa r Vallejo, Los Heraldos Negros, es el orto


d e una nu ev a p o e sía en el Perú. No e x a g era , p o r fraterna
exaltación, A ntenor O rreg o , cuando afirm a que "a p artir d e este
se m b ra d o r se inicia una nueva é p o c a d e la lib ertad , d e la
autonom ía p oética, d e la v ern ácu la articulación v erbal" (33).
Vallejo es el p o e ta d e una estirp e, d e una raza. En Vállelo se
encuentra, p o r p rim e ra vez e n n u estra literatura, sentim iento
in d íg e n a virg in alm en te ex p re sa d o . M elgar -signo larvado,
frustrado- e n sus y aravíes es aún un p risio n ero d e la técnica
clásica, un g re g a rio d e la retó ric a española. Vallejo, e n cam bio,
lo g ra en su p o e sía un estilo nuevo. El sentim iento in d íg e n a tiene
en sus v e rso s una m odulación p ro p ia. Su canto es ín teg ram en te
suyo. Al p o e ta no le b asta tra e r un m ensaje nuevo. N ecesita tra e r
una técnica y un len g u aje nuevos tam bién. Su arte no to lera el
equívoco y artificial dualism o d e la e sen c ia y la form a. "La
d e ro g a c ió n del viejo andam iaje retó rico -re m arc a c e rtera m e n te
O rreg o - no e ra un capricho o a rb itra rie d a d d el p oeta, e ra una
n e c e sid a d vital. C uando se com ienza a c o m p re n d e r la o b ra d e
Vallejo, se com ienza a c o m p re n d e r tam b ién la n e c e sid a d d e una
técnica ren o v a d a y distinta" (34). El sentim iento in d íg e n a es en
M elgar algo q u e se v islum bra sólo en el fondo d e sus versos; en
Vallejo es algo q u e se v e aflorar p len a m en te al v e rso m ism o
cam biando su estructura. En M elgar no es sino el acento; en
Vallejo es el v e rb o . En M elgar, en fin, no es sino queja erótica; en
Vallejo es e m p re sa m etafísica. Vallejo es un c re a d o r absoluto. Los
Heraldos Negros p o d ía h a b e r sido su o b ra única. No p o r eso
Vallejo h a b ría d e ja d o d e in au g u rar e n el p ro ce so d e n u estra
literatura una nueva ép o ca. En estos v e rso s d el pórtico d e Los
Heraldos Negros p rincipia acaso la p o e sía p e ru a n a (Peruana, en el
sentido d e indígena).

Hay golpes en la vida, tan fuertes Yo no sé!


Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma Yo no sé!

Son pocos; pero son ...Abren zanjas oscuras


en el rostro m ás fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros a tilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas d e los Cristos del alma,


d e alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre...Pobre ...pobreiVuelve los ojos, como


cuando p o r sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes ...Yo no sé!


C lasificado d en tro d e la literatura m undial, e ste libro, Los
Heraldos Negros, p e rte n e c e p arcialm ente, p o r su título
v e rb ig rac ia, al ciclo sim bolista. P ero el sim bolism o es d e todos
los tiem pos. El sim bolism o, d e otro lado, se p re s ta m ejor que
ningún otro estilo a la in terp retació n del espíritu indígena. El
indio, p o r anim ista y p o r bucólico, tie n d e a e x p re s a rs e en
sím bolos e im á g e n es antropom órficas o cam pesinas. Vallejo
ad em ás no es sino en p a rte sim bolista. Se en cu en tra e n su p o e sía
-so b re todo d e la p rim e ra m anera- elem en to s d e sim bolism o, tal
com o se e n c u en tra elem entos d e expresionism o, d e dadaísm o y
d e suprarrealism o. El valor sustantivo d e Vallejo es el d e cread o r.
Su técnica está en continua elaboración. El p rocedim iento, en su
arte, c o rre sp o n d e a un estad o d e ánim o. C uando Vallejo en sus
com ienzos tom a en p réstam o , p o r ejem plo, su m étodo a H e rre ra y
Reissig, lo a d a p ta a su p e rso n a l lirism o.
Mas lo fundam ental, lo característico en su arte es la nota india.
Hay en Vallejo un am ericanism o genuino y esencial; no un
am ericanism o d escriptivo o localista. Vallejo no re c u rre al
folclore. La p a la b ra quechua, el giro v ern ácu lo no se injertan
artificiosam ente e n su lenguaje; son en él p ro d u cto espontáneo,
célula p ro p ia, elem ento orgánico. Se p o d ría d e c ir q u e Vallejo no
elig e sus vocablos. Su autoctonism o no es d e lib e ra d o . Vallejo no
se h u n d e e n la tradición, no se in tern a en la historia, p a ra e x tra er
d e su oscuro substratum p e rd id a s em ociones. Su p o e sía y su
len g u aje em anan d e su ca rn e y su ánim a. Su m ensaje e stá en él. El
sentim iento in d íg e n a o b ra en su a rte quizá sin q u e él lo se p a ni lo
quiera.
Uno d e los rasg o s m ás netos y claros d el indigenism o d e Vallejo
m e p a re c e su frecu en te actitud d e nostalgia. V alcárcel, a quien
d e b e m o s tal vez la m ás cab al in terp retació n d el alm a autóctona,
d ice que la tristeza del indio no es sino nostalgia. Y bien, Vallejo
es a c e n d ra d a m e n te nostálgico. T iene la tern u ra d e la evocación.
Pero la evocación en Vallejo es sie m p re subjetiva. No se d e b e
confundir su nostalgia co n c eb id a con tanta p u reza lírica con la
nostalgia literaria d e los p asad istas. Vallejo es nostalgioso, p e ro
no m eram en te retro sp ectiv o . No añora el Im perio com o el
pasad ism o p e rrich o le sc o añ o ra el V irreinato. Su nostalgia es una
p ro te sta sentim ental o una p ro te sta m etafísica. N ostalgia d e exilio;
nostalgia d e ausencia.

Qué estará haciendo esta hora m i andina y dulce Rita


de junco y capulí;
ahora que m e asfixia Rizando y que dormita
la sangre como ílojo cognac dentro d e mí.
("Idilio Muerto", Los Heraldos Negros)

Hermano, h o y estoy en el poyo de la casa,


donde nos haces una falta sin fondo!
Me acuerdo que jugábamos esta hora, y que mamá
nos acariciaba: "Pero hijos..."
("A m i hermano Miguel", Los Heraldos Negros)

He almorzado solo ahora, y no he tenido


madre, ni súplica, ni sírvete, ni agua,
ni padre que en el facundo ofertorio
de los choclos, pregunte para su tardanza
de imagen, p o r los broches m ayores del sonido.
(XXVlll, Trilce)

Se acabó el extraño, con quien, tarde


la noche, regresabas parla y parla.
Ya no habrá quien m e aguarde,
dispuesto m i lugar, bueno lo malo.

Se acabó la calurosa tarde;


tu gran bahía y tu clamor; la charla
con tu m adre acabada
que nos brindaba un té lleno de tarde.

(XXXIV, Trilce)

O tras v e c e s Vallejo p re sie n te o p re d ic e la nostalgia que ven d rá:

Ausente! La mañana en que a la playa


del mar de sombra y del callado imperio.
como un pájaro lúgubre m e vaya,
será el blanco panteón tu cautiverio.
("Ausente ", Los Heraldos Negros)

Verano, ya m e voy. Y m e dan pena


las manilas sumisas de tus tardes.
Llegas devotamente; llegas viejo;
y ya no encontrarás en m i alma a nadie.

("Verano", Los Heraldos Negros)

Vallejo in te rp re ta a la raza e n un instante en q u e todas sus


nostalgias, punzadas p o r un dolor d e tre s siglos, se e x a ce rb an .
Pero -y en esto se identifica tam b ién un rasg o del alm a india-, sus
re c u e rd o s están llenos d e e sa dulzura d e maíz tierno que Vallejo
gusta m elancólicam ente cuando nos h a b la d el "facundo ofertorio
de los choclos".
Vallejo tien e en su p o e sía el pesim ism o del indio. Su hesitación,
su p reg u n ta, su inquietud, se resu e lv en e scé p tic a m e n te e n un
"¡para qué!" En e ste pesim ism o se e n c u en tra sie m p re un fondo d e
p ie d a d hum ana. No hay e n él n a d a d e satánico ni d e m orboso. Es
el pesim ism o d e un ánim a q u e sufre y ex p ía "la p e n a d e los
hom bres" com o d ice F ierre Ham p. C a re c e e ste pesim ism o d e
todo o rig e n literario. No tra d u c e una rom ántica d e se sp e ra n z a d e
ad o le sc en te tu rb a d o p o r la voz d e L eopardi o d e S chopenhauer.
Resum e la e x p e rien c ia filosófica, c o n d en sa la actitud espiritual d e
una raza, d e un p u eb lo . No se le b u sq u e p a re n te sc o ni afinidad
con el nihilism o o el escepticism o intelectualista d e O ccidente. El
pesim ism o d e Vallejo, com o el pesim ism o del indio, no es un
co ncepto sino un sentim iento. Tiene una v a g a tram a d e fatalismo
oriental q u e lo aproxim a, m ás bien, al pesim ism o cristiano y
m ístico d e los eslavos. Pero no se confunde nunca con esa
n eu rasten ia an g u stiad a que conduce al suicidio a los lunáticos
p e rso n a je s d e A ndreiev y A rzibachev. Se p o d ría d e c ir q u e así
com o no es un concepto, tam poco es una neurosis.
Este pesim ism o se p re s e n ta lleno d e tern u ra y carid ad . Y es que
no lo e n g e n d ra un egocentrism o, un narcisism o, d e sen c a n ta d o s y
e x a sp e ra d o s, com o en casi todos los casos d el ciclo rom ántico.
Vallejo siente todo el dolor hum ano. Su p e n a no es p erso n al. Su
alm a "está triste hasta la m uerte" d e la tristeza d e todos los
ho m b res. Y d e la tristeza d e Dios. P orque p a ra el p o e ta no sólo
existe la p e n a d e los ho m b res. En estos v e rso s nos h a b la d e la
p e n a d e Dios:

Siento a Dios que camina tan en mí,


con la tarde y con el mar.
Con él nos vamos juntos. Anochece.
Con él anochecemos, Orfandad...

Pero yo siento a Dios. Y hasta parece


que él m e dicta no sé qué buen color.
Como un hospitalario, es bueno y triste;
mustia un dulce desdén de enamorado:
deb e dolerle mucho el corazón.

Oh, Dios mío, recién a ti m e llego,


h o y que amo tanto en esta tarde; hoy
que en la falsa balanza de unos senos,
mido y lloro una frágil Creación.

Y tú, cuál llorarás tú, enamorado


de tanto enorme seno girador
Yo te consagro Dios, porque amas tanto;
porque jamás sonríes; porque siem pre
deb e dolerte mucho el corazón.

O tros v e rso s d e Vallejo n ieg an esta intuición d e la divinidad. En


"Los D ados Eternos" el p o e ta se d irig e a Dios con am arg u ra
ren co ro sa. "Tú q u e estuviste sie m p re bien, no sientes n a d a d e tu
creación". Pero el v e rd a d e ro sentim iento d el p o eta, hecho
sie m p re d e p ie d a d y d e am or, no es éste. C uando su lirism o,
exento de toda co erció n racionalista, fluye lib re y
g e n e ro sa m e n te, se e x p re s a en v e rso s com o éstos, los p rim ero s
q u e h ace diez años m e rev e laro n el genio d e Vallejo:
El suertero que grita "La de a mil",
contiene no sé qué fondo de Dios.

Pasan todos los labios. El hastío


despunta en una arruga su yanó.
Pasa el suertero que atesora, acaso
nominal, como Dios,
entre panes tantálicos, humana
impotencia de amor.

Yo le miro al andrajo. Y él pudiera


darnos el corazón;
pero la suerte aquella que en sus manos
aporta, pregonando en alta voz,
como un pájaro cruel, irá a parar
adonde no lo sabe ni lo quiere
este bohem io Dios.

Y digo en este viernes tibio que anda


a cuestas bajo el sol:
¡por qué se habrá vestido de suertero
la voluntad de Dios!

"El p o e ta -e sc rib e O rreg o - h a b la individualm ente, particulariza el


lenguaje, p e ro p ien sa, siente y am a um versalm ente". E ste g ran
lírico, e ste g ran subjetivo, se com porta com o un in té rp re te del
universo, d e la hum anidad. N ada re c u e rd a e n su p o e sía la queja
eg o látrica y narcisista d el rom anticism o. El rom anticism o del
siglo XIX fue esen cialm en te individualista; el rom anticism o del
novecientos es, en cam bio, e sp o n tá n e a y lógicam ente socialista,
unanim ista. Vallejo, d e s d e e ste punto d e vista, no sólo p e rte n e c e
a su raza, p e rte n e c e tam b ién a su siglo, a su evo (35).
Es tanta su p ie d a d hum ana que a v e c e s se siente re s p o n s a b le d e
una p a rte d el dolor d e los ho m b res. Y en to n ces se acusa a sí
mismo. Lo asalta el tem or, la congoja d e estar tam b ién él,
ro b an d o a los dem ás:
Todos m is huesos son ajenos;
yo tal vez los robé!
Yo vine a darme lo que acaso estuvo
asignado para otro;
Y pienso que, si no hubiera nacido,
otro p obre tomara este café!
Yo so y un mal ladrón... A dónde iré!

Y en esta hora fría, en que la tierra


trasciende a polvo humano y es tan triste,
quisiera yo tocar todas las puertas,
y suplicar a no sé quién, perdón,
y hacerle pedacitos de pan fresco
aquí, en el horno de m i corazón ...!

La p o e sía d e Los Heraldos Negros es así siem p re. El alm a de


Vallejo se d a e n te ra al sufrim iento d e los p o b re s.

Arriero, vas fabulosamente vidriado de sudor.


La Hacienda Menocucho
cobra m il sinsabores diarios p o r la vida.

Este a rte señ ala el nacim iento d e una nueva sen sibilidad. Es un
a rte nuevo, un a rte re b e ld e , q u e ro m p e con la tradición co rtesan a
d e una literatura d e bufones y lacayos. Este len g u aje es el d e un
p o e ta y un h o m b re. El g ran p o e ta d e Los Heraldos Negros y de
Trilce -e se g ran p o e ta q u e ha p a sad o ig n o rad o y d esco n o cid o p o r
las calles d e Lima tan p ro p icias y re n d id a s a los lau reles d e los
ju g la re s d e feria- se p re se n ta , en su arte, com o un p re c u rso r del
nuevo espíritu, de la nueva conciencia.

Vallejo, e n su p o esía, es siem p re un alm a ávida d e infinito,


se d ie n ta d e v e rd a d . La creació n e n él es, al m ism o tiem po,
in efab lem en te dolorosa y exultante. Este artista no asp ira sino a
e x p re s a rs e p u ra e in o centem ente. Se desp o ja, p o r eso, d e todo
ornam ento retórico, se d esv iste d e toda v a n id a d literaria. Llega a
la m ás austera, a la m ás hum ilde, a la m ás orgullosa sencillez en la
form a. Es un m ístico d e la p o b re z a q u e se d escalza p a ra que sus
p ies conozcan d esn u d o s la d u reza y la c ru e ld a d d e su cam ino. He
aquí lo q u e e sc rib e a A ntenor O rreg o d e s p u é s d e h a b e r
p u b licad o Trilce: "El libro ha nacido en el m ayor vacío. Soy
re sp o n sa b le d e él. Asumo to d a la resp o n sa b ilid a d d e su estética.
Hoy, y m ás q u e nunca quizás, siento gravitar so b re mí, una hasta
ahora d esco n o cid a obligación sacratísim a, d e h o m b re y d e
artista: ¡la d e se r libre! Si no h e d e se r hoy lib re, no lo se ré jam ás.
Siento q u e g a n a el arco d e mi frente su m ás im perativa fuerza d e
h ero icid ad . Me doy en la form a m ás lib re que p u e d o y ésta es mi
m ayor co sech a artística. ¡Dios sa b e hasta d ó n d e es cierta y
v e rd a d e ra mi libertad! ¡Dios sa b e cuánto h e sufrido p a ra q u e el
ritm o no tra sp a sa ra e sa lib e rta d y c a y era en libertinaje! ¡Dios
sa b e hasta q u é b o rd e s esp elu zn an tes m e h e asom ado, colm ado
d e m iedo, tem ero so d e que todo se v ay a a m orir a fondo p a ra que
mi p o b re ánim a viva!" Este es inconfundiblem ente el acento d e un
v e rd a d e ro c read o r, d e un auténtico artista. La confesión d e su
sufrim iento es la m ejor p ru e b a d e su grandeza.

XV. ALBERTO GUILLEN

A lberto G uillén h e re d ó d e la g e n e ra c ió n "colónida" el espíritu


iconoclasta y eg ólatra. Extrem ó en su p o e sía la exaltación
p aran o ica del yo. Pero, a tono con el nuevo estad o d e ánim o que
m ad u ra b a ya, tuvo su p o e sía un acento viril. Extraño a los v e n en o s
d e la u rb e, G uillén discurrió, con rústico y pánico sentim iento,
p o r los cam inos d el ag ro y la ég lo g a. Enferm o d e individualism o y
nietzscheanism o, se sintió un su p e rh o m b re . En G uillén la p o esía
p e ru a n a re n e g a b a , un poco d e s g a rb a d a p e ro oportuna y
definitivam ente, sus su rtid o res y sus fontanas.
P e rte n e ce n a e ste m om ento d e G uillén Belleza Humilde y
Prometeo. P ero es en Deucalión d o n d e el p o e ta e n c u en tra su
equilibrio y realiza su p erso n alid ad . Glasifico Deucalión e n tre los
libros q u e m ás alta y p u ram e n te re p re s e n ta n la lírica p e ru a n a d e
la p rim e ra centuria. En Deucalión no hay un b a rd o q u e d eclam a
en un tinglado ni un tro v ad o r q u e canta una sere n a ta . Hay un
h o m b re q u e sufre, q u e exulta, q u e afirma, que d u d a y q u e niega.
Un h o m b re h en chido d e pasión, d e ansia, d e anhelo. Un hom bre.
sed ien to d e v e rd a d , q u e sa b e que "nuestro destino es hallar el
cam ino q u e lleva al Paraíso". Deucalión es la canción d e la
partida.

¿Hacia dónde?
¡No importa! La Vida esconde
m undos en germ en

que aún falta descubrir:


Corazón, es hora de partir
hacia los m undos que duermen!

Este nuevo c ab allero an d an te no v e la sus arm as en ninguna venta.


No tien e rocín ni e sc u d e ro ni arm adura. C am ina d e sn u d o y g rav e
com o el "Juan Bautista" d e Rodin.

Ayer salí desnudo


a retar al Destino
el orgullo de escudo
y yelm o el de Mambrino.

Pero la tensión d e la vigilia d e e s p e ra ha sido dem asiad o dura


p a ra sus nervios jó v en es. Y, luego, la p rim e ra aventura, com o la
d e Don Q uijote, ha sido d e sv e n tu ra d a y ridicula. El poeta,
adem ás, nos rev e la su flaqueza d e s d e esta jo rn ad a. No está
b astan te loco p a ra seg u ir la ruta d e Don Q uijote, in sen sib le a las
burlas del destino. Lleva acu rru cad o en su p ro p ia alm a al m aligno
Sancho con sus refran es y sus sarcasm os. Su ilusión no es
absoluta. Su locura no es cabal. P e rcib e el lado grotesco, el flanco
cóm ico d e su andanza. Y, p o r consiguiente, fatigado, vacilante, se
d e tie n e p a ra in te rro g a r a to d as las esfinges y a todos los enigm as.

¿Para qué te das corazón,


para qué te das,
si no has de hallar tu ilusión
jamás?

Pero la duda, q u e ro e el corazón d el p oeta, no p u e d e aún


p re v a le c e r so b re su esp eran za. El p o em a tien e m ucha s e d d e
infinito. Su ilusión e stá herida; p e ro todavía lo g ra s e r im perativa y
p e re n to ria . Este soneto resu m e en te ro el episodio:

A mitad del camino


pregunté, como Dante:
¿sabes tú m i destino,
m i ruta, caminante?

Como un eco un pollino


m e respondió hilarante,
pero el buen peregrino
m e señaló adelante;

luego se alzó en m í mismo


una voz de heroísmo
que m e dijo: -¡Marchad!

Y yo arrojé m i duda
y, en m i mano, desnuda,
llevo m i voluntad!

No es tan fuerte sie m p re el cam inante. El diablo lo tienta a cada


paso. La duda, a p e s a r suyo, em pieza a filtrarse sagazm ente en su
conciencia, em ponzoñándola y aflojándola. G uillén conviene con
el diablo en q u e "no sab em o s si tiene razón Quijote o Panza".
Mina su voluntad una filosofía relativista y escép tica. Su g esto se
vuelve un poco in seg u ro y desconfiado. E ntre la N ada y el Mito,
su im pulso vital lo con d u ce al Mito. Pero G uillén conoce ya su
relatividad. La d u d a es estéril. La fe es fecunda. Sólo p o r esto
G uillén se d e c id e p o r el cam ino d e la fe. Su quijotism o ha p e rd id o
su c a n d o r y su pureza. Se ha to rnado pragm atista. "Piensa q u e te
conviene / no p e rd e r la esperanza". E sp erar, c re e r, es una
cuestión d e conveniencia y d e com odidad. N ada im porta que
luego esta intuición se p re c is e en térm inos m ás nobles: "Y, m ejor,
no razones, m ás valen ilusiones que la razón m ás fuerte".
Pero todavía el p o e ta re c u p e ra , d e rato en rato, su divina locura.
Todavía está e n c e n d id a su alucinación. T odavía es capaz d e
e x p re s a rs e con una p asión sobrehum ana:

Igual que el viejo Pablo


fue postrado en el suelo,
m e ha mordido el venablo
del infinito anhelo:

p o r eso, en lo que os hablo,


pongo el ansia del vuelo
yo he de ayudar al Diablo
a conquistar el Cielo.

Y, en e ste ad m irab le soneto, g rávido d e em oción, religioso en su


acento, el p o e ta form ula su evangelio:

Desnuda el corazón
de toda vanidad
y pon tu voluntad
donde esté tu ilusión;

opón tu puño, opón


toda tu libertad
contra el viejo aluvión
de la Fatalidad;

y que tus pensamientos,


como los elementos
destrocen toda brida,

como se abre el grano


a pesar del gusano
y del lodo a la vida.

La raíz d e esta p o e sía e stá a v e c e s en N ietzsche, a v e c e s e n Rodó,


a v e c e s e n Unamuno; p e ro la flor, la esp ig a, el grano, son d e
Guillén. No es p o sib le discutirle ni co n testarle su p ro p ie d a d . El
pen sam ien to y la form a se consustancian, se identifican
totalm ente e n Deucalión. La form a es com o el pensam iento,
d esn u d a, plástica, tensa, u rg en te . C olérica y s e re n a al m ism o
tiem po (Una d e las cosas q u e yo am o m ás en Deucalión es,
p recisam en te, su p re sc in d e n c ia casi absoluta d e d e c o ra d o y d e
indum ento; su voluntario y categ ó rico renunciam iento a lo
ornam ental y a lo retórico). Deucalión, es una diana. Es un orto. En
Deucalión p a rte un ho m b re, mozo y p uro todavía, en b u sca d e
Dios o a la conquista d el m undo.
Mas, en su cam ino, G uillén se co rro m p e. P eca p o r v a n id a d y po r
so b e rb ia . O lvida la m eta in g en u a d e su juventud. P ie rd e su
inocencia. El e sp ectácu lo y las em ociones d e la civilización
u rb an a y cosm opolita en e rv a n y relajan su voluntad. Su p o e sía se
contagia d el hum or negativo y corrosivo d e la literatura d e
O ccidente. G uillén d e v ie n e socarrón, befard o , cínico, ácido. Y el
p e c a d o tra e la expiación. Todo lo que es p o ste rio r a Deucalión es
tam b ién inferior. Lo q u e le falta d e in ten sid ad hum ana le falta,
igualm ente, d e significación artística. El Libro de las Parábolas y
La Imitación de Nuestro Señor Yo e n c ie rra n m uchos aciertos; p e ro
son libros irre m e d ia b le m e n te m onótonos. Me h acen la im presión
d e p ro d u cto s d e reto rta. El escepticism o y el egotism o d e Guillén
destilan ahí, aco m p asad am en te, una gota, otra gota. Tantas gotas,
d an una página; tantas p ág in as y un prólogo, d an un libro.
El lado, el contorno d e e sta actitud d e G uillén m ás in te resa n te es
su relativism o. G uillén se e n tre tie n e en n e g a r la re a lid a d del yo,
del individuo. Pero su testim onio es re c u sa b le . P orque tal vez,
G uillén razona se g ú n su e x p e rien c ia personal: "Mi p erso n alid ad ,
com o yo la soñé, com o yo la entrevi, no se ha realizado; luego la
p e rso n a lid a d no existe".
En La Imitación de Nuestro Señor Yo, el pen sam ien to d e G uillén es
pirandelliano. He aquí algunas p ru eb as:

"El, ella, todos existen, pero en ti". "Soy todos los hom bres
en mí". "¿Mis contradicciones no son una prueba de que
llevo en m í a muchos hombres?" "Mentira. Ellos no mueren:
somos nosotros que morimos en ellos".
Estas líneas co n tienen algunas briznas d e la filosofía del Uno,
Ninguno, Cien Mil d e Pirandello.
No creo, sin em b arg o , q u e Guillén, si p e rs e v e ra p o r esta ruta,
lleg u e a clasificarse e n tre los e sp ec ím e n e s d e la literatura
hum orista y cosm opolita d e O ccidente. Guillén, en el fondo, es un
p o e ta un poco rural y franciscano. No tom éis al p ie d e la letra sus
blasfem ias. Muy ad en tro del alm a, g u a rd a un poco d e
rom anticism o d e provincia. Su p sicología tiene m uchas raíces
cam pesinas. P erm an ece, íntim am ente, ex trañ a al espíritu
q u in taesen ciad o d e la u rb e. G uando se le e a G uillén se advierte,
en seg u id a, q u e no consigue m an ejar con d e stre za el artificio.
El título d el último libro d e G uillén Laureles resu m e la se g u n d a
fase d e su literatura y d e su vida. Por conquistar estos y otros
laureles, q u e él m ism o se cre ta m en te d e sd eñ a , ha luchado, ha
sufrido, ha p e le a d o . El cam ino d el laurel lo ha desv iad o del
cam ino d el Gielo. En la a d o le sc en c ia su am bición e ra m ás alta.
¿Se contenta ahora d e algunos lau re le s m unicipales o
académ icos?
Yo coincido con G abriel Alom ar en acusar a G uillén d e sofocar al
p o e ta d e Deucalión con sus p ro p ia s m anos. A G uillén lo p ie rd e la
im paciencia. Q uiere lau reles a to d a costa. P ero los lau reles no
p e rd u ra n . La gloria se construye con m ateriales m enos efím eros.
Y es p a ra los q u e lo g ran ren u n ciar a sus falaces y ficticias
anticipaciones. El d e b e r del artista es no traicionar su destino. La
im paciencia en G uillén se resu e lv e en abundancia. Y la
ab u n d an cia es lo q u e m ás p erju d ica y dism inuye el m érito d e su
o b ra que, en los últim os tiem pos, aunque a d o p te en v e rso la m oda
v an g uardista, se re sie n te d e cansancio, d e d e sg an o y d e
rep etició n d e sus p rim ero s motivos.

XVI. MAGDA PORTAL

M agda Portal es ya otro valor-signo en el p ro c e so d e n uestra


literatura. Gon su advenim iento le ha nacido al Perú su p rim e ra
poetisa. P orque hasta ahora habíam os tenido sólo m u jeres d e
letras, d e las cuales una que otra con tem p eram en to artístico o
m ás esp ecíficam en te literario. Pero no habíam os tenido
p ro p ia m en te una poetisa.
C onviene e n te n d e rs e so b re el térm ino. La p o etisa es hasta cierto
punto, en la historia d e la civilización occidental, un fenóm eno d e
n u estra ép o ca. Las ép o c as an terio res p ro d u je ro n sólo p o e sía
m asculina. La d e las m ujeres tam b ién lo era, p u e s se c o n ten tab a
con se r una variación d e sus tem as líricos o d e sus m otivos
filosóficos. La p o e sía que no tenía el signo d el varón, no tenía
tam poco el d e la m ujer -virgen, h em b ra, m adre-. Era una p o e sía
asexual. En n u e stra ép o ca, las m u jeres p o n e n al fin en su p o e sía
su p ro p ia ca rn e y su p ro p io espíritu. La p o etisa es ahora aquella
que c re a una p o e sía fem enina. Y d e s d e q u e la p o e sía d e la m ujer
se ha em an cip ad o y diferen ciad o esp iritu alm en te d e la del
ho m b re, las po etisas tien en una alta ca te g o ría e n el elenco d e
todas las literaturas. Su existencia es e v id en te e in te resa n te a
p artir d el m om ento e n q u e ha e m p ezad o a se r distinta.
En la p o e sía d e H ispanoam érica, dos m ujeres, G ab riela M istral y
Juana d e Ib arbourou, a c ap a ran d e s d e h ace tiem po m ás atención
q u e ningún otro p o e ta d e su tiem po. D elm ira A gustini tien e en su
país y e n A m érica larg a y no b le d e sce n d e n c ia . Al Perú ha traído
su m ensaje Blanca Luz Brum. No se trata d e casos solitarios y
excep cio n ales. Se trata d e un vasto fenóm eno, com ún a todas las
literaturas. La p o esía, un poco e n v e je c id a en el ho m b re, re n a c e
reju v e n ec id a en la m ujer.
Un escrito r d e b rillan tes intuiciones, Félix d el Valle, m e d e c ía un
día, constatando la m ultiplicidad d e p o etisas d e m érito e n el
m undo, que el cetro d e la p o e sía h a b ía p a sad o a la m ujer. C on su
hum orism o ingénito form ulaba así su proposición: -La p o e sía
d e v ie n e un oficio d e m ujeres-. Esta es sin d u d a una tesis extrem a.
Pero lo cierto es q u e la p o e sía que, en los p o etas, tie n d e a una
actitud nihilista, deportiva, escép tica, e n las po etisas tien e frescas
raíces y c án d id as flores. Su acento acusa m ás élan vital, m ás
fuerza biológica.
M agda Portal no es aún b astan te conocida y a p re c ia d a en el Perú
ni en H ispanoam érica. No ha p u b licad o sino un libro d e prosa: El
derecho de matar (La Paz, 1926) y un lib ro d e versos: Una
Esperanza y el Mar (Lima, 1927). El derecho de matar nos p re se n ta
casi sólo uno d e sus lados: e s e espíritu re b e ld e y e s e m esianism o
revolucionario q u e testim onian in co n testab lem en te en nuestros
días la se n sib ilid ad histórica d e un artista. A dem ás, en la p ro sa d e
M agda Portal se e n c u en tra sie m p re un jirón d e su m agnífico
lirism o. "El p o em a d e la C árcel", "La sonrisa d e Cristo" y
"Círculos violeta" -tres p o em as d e e ste volum en- tien en la
carid ad , la pasión y la tern u ra exaltada d e M agda. Pero e ste libro
no la caracteriza ni la define. El derecho de matar: título d e gusto
a n arco id e y nihilista, en el cual no se re c o n o c e el espíritu d e
M agda.
M agda es esen cialm en te lírica y hum ana. Su p ie d a d se e m p a ren ta
-d en tro d e la autónom a p e rso n a lid a d d e uno y otro- con la p ie d a d
d e Valle]o. Así se nos p re se n ta , e n los v e rso s d e "Ánima absorta"
y "Una E speranza y el Mar". Y así es seg u ram en te. No le sienta
ningún g esto d e decad en tism o o paradojism o novecentistas.
En sus p rim ero s v e rso s M agda Portal es, casi siem p re, la p oetisa
d e la ternura. Y en algunos se re c o n o c e p rec isam e n te su lirism o
en su hum anidad. Exenta d e eg o latría m egalóm ana, d e
narcisism o rom ántico, M agda Portal nos dice: "P equeña soy. . . !"
Pero, ni p ie d a d , ni tern u ra solam ente, en su p o e sía se en cu en tra
todos los acentos d e una m ujer que vive ap a sio n a d a y
v eh e m e n te m e n te , e n c en d id a d e am or y d e anhelo y atorm entada
d e v e rd a d y d e esp eran za.
M agda Portal ha escrito en el frontispicio d e uno d e sus libros
estos pen sam ien to s d e L eonardo d e Vinci: "El alm a, p rim er
m anantial d e la vida, se refleja en todo lo q u e crea". "La
v e rd a d e ra o b ra d e a rte es com o un e sp ejo en q u e se m ira el alm a
del artista". La fervorosa adh esió n d e M agda a estos principios d e
creació n es un dato d e un sentido del a rte q u e su p o e sía nunca
con trad ice y sie m p re ratifica.
En su p o e sía M agda nos da, ante todo, una lím pida v ersió n d e sí
m ism a. No se escam otea, no se mistifica, no se idealiza. Su p o e sía
es su v e rd a d . M agda no tra b a ja p o r ofrecernos una im agen
aliñada d e su alm a e n toilette d e gala. En un libro suyo p o d em o s
e n tra r sin desconfianza, sin cerem onia, seg u ro s d e q u e no nos
a g u a rd a ningún sim ulacro, ninguna celada. El a rte d e e sta honda
y p u ra lírica, re d u c e al mínimo, casi a cero, la p ro p o rc ió n d e
artificio q u e n ecesita p a ra se r arte.
Esta es p a ra mí la m ejor p ru e b a del alto valor d e M agda. En esta
é p o c a d e d e c a d e n c ia d e un o rd e n social -y p o r consiguiente d e
un arte- el m ás im perativo d e b e r del artista es la v e rd a d . Las
únicas o b ras q u e sobrevivirán a esta crisis, se rá n las que
constituyan una confesión y un testim onio.
El p e re n n e y oscuro contraste e n tre dos principios -el d e vid a y el
d e m uerte- q u e rig e n el m undo, está p re s e n te sie m p re en la
p o e sía d e M agda. En M agda se siente a la vez un anhelo
angustiado d e a c a b a r y d e no s e r y un ansia d e c re a r y d e ser. El
alm a d e M agda es un alm a agónica. Y su arte tra d u c e cab al e
ín teg ram en te las dos fuerzas que la d e s g a rra n y la im pulsan. A
v e c e s triunfa el principio d e vida; a v e c e s triunfa el principio d e
m uerte.
La p re se n c ia dram ática d e e ste conflicto d a a la p o e sía d e M agda
Portal una pro fu n d id ad m etafísica a la q u e a rrib a lib rem en te el
espíritu, p o r la p ro p ia ruta d e su lirism o, sin a p o y a rse e n el b astón
d e ninguna filosofía.
T am bién le d a una p ro fu n d id ad psicológ ica que le p erm ite
re g istra r to d as las contradictorias v o ces d e su diálogo, d e su
com bate, d e su agonía.
La p o e tisa lo g ra con una fuerza e x trao rd in aria la e x p re sió n d e sí
m ism a e n estos v e rso s adm irables:

Ven, bésame!...
qué importa que algo oscuro
m e esté royendo el alma
con sus dientes?

Yo so y tuya y tú eres mío... bésame!...


No lloro h o y ...Me ahoga la alegría,
una extraña alegría
que yo no sé de dónde viene.

Tú eres mío... ¿Tú eres mío?...


Una puerta d e hielo
hay entre tú y yo:
tu pensamiento!
Eso que te golpea en el cerebro
Y cuyo martillar
m e escapa...

Ven bésame... ¿Qué importa?...


Te llamó el corazón toda la noche,
y ahora que estás tú, tu carne y tu alma
qué he d e fijarme en lo que has hecho ayer?... ¡Qué importa!

Ven, bésame... tus labios,


tus ojos y tus manos...
Luego... nada.
Y tu alma? Y tu alma!

Esta p o etisa nuestra, a quien d e b e m o s saludar y a com o a una d e


las p rim e ra s p o etisas d e Indoam érica, no d e sc ie n d e d e la
Ib arbourou. No d e sc ie n d e d e la Agustini. No d e sc ie n d e siquiera
d e la M istral, d e quien, sin e m b a rg o , p o r cierta afinidad d e
acento, se le siente m ás próxim a q u e d e ninguna. T iene un
tem p eram en to original y autónom o. Su secreto , su p a la b ra, su
fuerza, n aciero n con ella y están en ella.
En su p o e sía hay m ás dolor q u e aleg ría, hay m ás so m b ra que
claridad. M agda es triste. Su im pulso vital la m ueve hacia la luz y
la fiesta. Y M agda se siente im potente p a ra gozarlas. Este es su
dram a. P ero no la a m arg a ni la enturbia.
En "Vidrios d e Amor", p o e m a en dieciocho canciones
em ocionadas, to d a M agda e stá e n estos versos:

con cuántas lágrimas m e forjaste?

he tenido tantas veces


la actitud de los árboles suicidas
en los caminos polvorientos y solos-

secretamente, sin que lo sepas


d eb e dolerte todo
p o r haberm e hecho así, sin una dulzura
para mis ácidos dolores
de dónde vine yo con m i fiereza
para conformarme?
yo no conozco la alegría
carroussel de niñez que no he soñado nunca

ah! - y s in embargo
amo de tal manera la alegría
como amarán las amargas plantas
un fruto dulce

madre
receptora alerta
h o y no respondas porque te ahogarías
h o y no respondas a m i llanto
casi sin lágrimas

hundo m i angustia en m í para mirar


la rama izquierda de m i vida
que no haya puesto sino amor
al amasar el corazón de m i hija
quisiera defenderla de m í misma
como de una fiera
de estos ojos delatores
de esta voz desgarrada
donde el insomnio hace cavernas

y para ella ser alegre,


ingenua, niña
como si todas las campanas de alegría
sonaran en m i corazón su pascua eterna.

¿Toda M agda e stá e n estos verso s? Toda M agda, no. M agda no es


sólo m adre, no es sólo am or. ¿Q uién sa b e d e cuántas oscuras
potencias, d e cuántas contrarias v e rd a d e s está h ech a un alm a
com o la suya?
XVII. LAS CORSIENTES DE HOY. - EL INDIGENISMO

La co rrien te "indigenista" que caracteriza a la nueva literatura


p eru an a, no d e b e su p ro p ag a c ió n p re s e n te ni su e x a g era ció n
p o sib le a las causas eventuales o contingentes q u e determ in an
com únm ente una m oda literaria. Y tien e una significación m ucho
m ás profunda. Basta o b se rv a r su coincidencia v isible y su
co n sanguinidad íntim a con una co rrien te id eo ló g ica y social que
reclu ta c a d a día m ás a d h esio n es e n la juventud, p a ra c o m p re n d er
q u e el indigenism o literario tra d u c e un estad o d e ánim o, un
estad o d e conciencia del Perú nuevo.
Este indigenism o que está sólo e n un p erío d o d e germ inación -
falta aún un poco p a ra q u e d é sus flores y sus frutos- p o d ría ser
co m p arad o -salvadas todas las d iferencias d e tiem po y d e
espacio- al "mujikismo" d e la literatura ru sa p re-revolucionaria. El
"mujikismo" tuvo p a re n tesc o estre ch o con la p rim e ra fase d e la
agitación social en la cual se p re p a ró e incubó la revolución rusa.
La literatura "mujikista" llenó una m isión histórica. C onstituyó un
v e rd a d e ro p ro c e so d el feudalism o ruso, d el cual salió éste
in ap e lab le m e n te co n d en ad o . La socialización d e la tierra, actuada
p o r la revolución b olchevique, re c o n o c e e n tre sus p ró d ro m o s la
novela y la p o e sía "mujikistas". N ada im porta q u e al re tra ta r al
mujik -tam poco im porta si deform ándolo o idealizándolo- el p o e ta
o el novelista ruso estuvieran m uy lejos d e p e n sa r en la
socialización.
De igual m odo el "constructivism o" y el "futurismo" rusos, que se
com placen e n la re p re se n ta c ió n d e m áquinas, rascacielos,
aviones, usinas, etc., c o rre sp o n d e n a una é p o c a e n que el
p ro le taria d o urb an o , d e s p u é s d e h a b e r c re a d o un rég im en cuyos
usufructuarios son hasta ahora los cam pesinos, tra b a ja p o r
occidentalizar Rusia llevándola a un g ra d o m áxim o d e
industrialism o y electrificación.
El "indigenism o" d e n u estra literatura actual no está d e sco n e c ta d o
d e los d em ás elem entos nuevos d e e sta hora. Por el contrario, se
e n cu en tra articulado con ellos. El p ro b le m a indígena, tan
p re s e n te en la política, la econom ía y la sociología no p u e d e estar
au sen te d e la literatura y d el arte. Se equivocan g rav em en te
quienes, juzgándolo p o r la incipiencia o el oportunism o d e pocos
o m uchos d e sus corifeos, lo co n sid eran , en conjunto, artificioso.
T am poco c a b e d u d a r d e su vitalidad p o r el hech o d e que hasta
ahora no ha p ro d u cid o una o b ra m aestra. La o b ra m aestra no
florece sino e n un te rre n o larg a m e n te ab o n ad o p o r una anónim a u
oscura m ultitud d e o b ras m ed io cres. El artista genial no es
ord in ariam en te un principio sino una conclusión. A parece,
norm alm ente, com o el resu ltad o d e una vasta ex p erien cia.
M enos aún c a b e a larm arse d e ep isó d icas e x a sp e ra cio n e s ni d e
an ecdóticas ex ag eracio n es. Ni unas ni otras e n c ie rra n el se cre to
ni co n d u cen la savia d el hecho histórico. Toda afirm ación n ecesita
tocar sus lím ites extrem os. D e te n erse a e sp e c u la r s o b re la
an écd o ta es e x p o n e rse a q u e d a r fuera d e la historia.
Esta co rriente, d e otro lado, e n c u en tra un estím ulo en la
asim ilación por n u e stra literatura de elem en to s de
cosm opolitism o. Ya he señ alad o la ten d e n c ia autonom ista y
nativista d el v an guardism o en A m érica. En la nueva literatura
a rg en tin a n a d ie se siente m ás p o rteñ o q u e G irondo y B orges ni
m ás gaucho q u e G üiraldes. En cam bio q u ien es com o Barreta
p e rm a n e c e n en feu d ad o s al clasicism o español, se rev e lan radical
y o rg án icam en te in ca p a c es d e in te rp re ta r a su p u eblo.

O tro acicate, en fin, es e n algunos el exotism o que, a m ed id a que


se acentúan los síntom as d e d e c a d e n c ia d e la civilización
occidental, invade la literatura e u ro p e a . A G ésar M oro, a Jo rg e
Seoane y a los d em ás artistas que últim am ente han e m ig rad o a
París, se les p id e allá tem as nativos, m otivos in d ígenas. N uestra
escultora G arm en Saco ha llevado en sus estatuas y dibujos d e
indios el m ás válido p a sa p o rte de su arte.
Este último factor ex terio r es el q u e d e c id e a cultivar el
indigenism o aunque sea a su m an era y sólo ep isó d icam en te, a
literatos q u e p o dríam os llam ar "em igrados" com o V entura G arcía
G alderón, a q u ien es no se p u e d e atribuir la m ism a artificiosa
m oda v a n g u a rd ista ni el m ism o contagio d e los id e a le s d e la
nueva g e n e ra c ió n supuestos e n los literatos jó v en e s que trab ajan
en el país.

•k -k -k
El criollism o no ha p o d id o p ro sp e ra r e n n u e stra literatura, com o
una co rrien te d e espíritu nacionalista, ante todo p o rq u e el criollo
no re p re s e n ta todavía la nacionalidad. Se constata, casi
uniform em ente, d e s d e h ace tiem po, que som os una nacionalidad
en form ación. Se p e rc ib e ahora, p rec isan d o e se concepto, la
subsistencia d e una d u alid ad d e raza y d e espíritu. En todo caso,
se conviene, unánim em ente, en q u e no hem os alcanzado aún un
g ra d o elem ental siq u iera d e fusión d e los elem entos raciales que
conviven e n nuestro suelo y q u e co m ponen n u e stra población. El
criollo no está netam en te definido. Hasta ahora la p a la b ra
"criollo" no es casi m ás q u e un térm ino q u e nos sirve p a ra
d e sig n a r g e n é rica m e n te una p lu ralidad, m uy m atizada, d e
m estizos. N uestro criollo c a re c e d el c a rá c te r que encontram os,
p o r ejem plo, en el criollo argentino. El arg en tin o es identificable
fácilm ente en cualquier p a rte d el m undo: el peru an o , no. Esta
confrontación, es p rec isam e n te la q u e nos ev id en cia q u e existe ya
una n acionalidad arg entina, m ientras no existe todavía, con
p e c u liare s rasg o s, una n acionalidad p e ru a n a . El criollo p re se n ta
aquí una se rie d e v a rie d a d e s. El costeño se diferencia
fu ertem en te d el serrano. En tanto q u e e n la sie rra la influencia
telúrica indigeniza al m estizo, casi hasta su ab so rció n p o r el
espíritu indígena, en la costa el p redom inio colonial m antiene el
espíritu h e re d a d o d e España.
En el Uruguay, la literatura nativista, n acida com o en la A rgentina
d e la e x p e rien c ia cosm opolita, ha sido criollista, p o rq u e ahí la
po b lació n tien e la u n id ad q u e a la n u estra le falta. El nativism o, en
el Uruguay, p o r otra p a rte , a p a re c e com o un fenóm eno
esen cialm en te literario. No tiene, com o el indigenism o en el Perú,
una su b co n scien te inspiración política y económ ica. Zum Felde,
uno d e sus su scitad o res com o crítico, d e c la ra q u e ha lle g a d o y a la
hora d e su liquidación. "A la devoción im itativa d e lo ex tran jero -
e sc rib e - h a b ía q u e o p o n e r el sentim iento autonóm ico d e lo nativo.
Era un m ovim iento d e em ancipación literaria. La reacció n se
operó; la em ancipación fue, luego, un hecho. Los tiem pos e sta b a n
m aduros p a ra ello. Los p o e ta s jó v en es volvieron sus ojos a la
re a lid a d nacional. Y, al v olver a ella sus ojos, v iero n aquello que,
p o r contraste con lo eu ro p eo , e ra m ás gen u in am en te am ericano:
lo gau chesco. Mas, cum plida ya su m isión, el tradicionalism o
d e b e a su vez p a sar. H ora es y a d e q u e p a se, p a ra d a r lu g ar a un
am ericanism o lírico m ás a c o rd e con el im perativo d e la vida. La
sen sib ilid ad d e nuestros días se n utre y a d e rea lid a d e s,
id e a lid a d e s distintas. El am b ien te p late n se ha d ejad o
definitivam ente d e s e r gaucho; y todo lo g au ch esco -d e sp u é s d e
a rrin co n arse en los m ás huraños p ag o s- v a p a san d o al culto
silencioso d e los m useos. La v id a rural d el U ruguay está toda
transform ada e n sus co stu m b res y en sus c a ra c te res, p o r el
avance del cosm opolitism o urbano" (36).
En el Perú, el criollism o, a p a rte d e h a b e r sido d em asiad o
esp o rá d ico y superficial, ha estad o nutrido d e sentim iento
colonial. No ha constituido una afirm ación d e autonom ía. Se ha
contentado con se r el secto r costum brista d e la literatura colonial
so b rev iv ien te hasta h ace m uy poco. A b elard o G am arra es, tal vez,
la única ex c ep c ió n en e ste criollism o dom esticado, sin orgullo
nativo.
N uestro "nativismo" -n ec e sa rio tam b ién literariam en te com o
revolución y com o em ancipación-, no p u e d e se r sim ple
"criollismo". El criollo p e ru a n o no ha a c ab a d o aún d e
e m an cip arse espiritualm ente d e E spaña. Su eu ropeización -a
trav és d e la cual d e b e en contrar, p o r reacción, su p e rso n a lid a d -
no se ha cum plido sino en p a rte . Una vez europeizado, el criollo
d e hoy difícilm ente d e ja d e d a rs e cu enta d el d ram a del Perú. Es
él p rec isam e n te el que, rec o n o c ié n d o se a sí m ism o com o un
esp añ o l b a sta rd ea d o , siente q u e el indio d e b e s e r el cim iento d e
la n acio n alid ad (V aldelom ar, criollo costeño, d e re g re s o d e Italia,
im p reg n a-d o d e d'annunzianism o y d e esnobism o, e x p erim en ta
su m áxim o d eslum bram iento cuando d e s c u b re o, m ás bien,
im agina el Inkario). M ientras el criollo p u ro conserva
g e n e ra lm e n te su espíritu colonial, el criollo e u ro p eizad o se
re b e la , en nuestro tiem po, contra e s e espíritu, aunque sólo sea
com o p ro te sta contra su lim itación y su arcaísm o.
C laro q u e el criollo, diverso y m últiple, p u e d e a b a ste c e r
ab u n d a n te m e n te a n u e stra literatura -narrativa, descriptiva,
costum brista, folclorista, etc.-, d e tipos y m otivos. P ero lo que
su b co n scien tem en te b u sca la genuina co rrien te in digenista en el
indio, no es sólo el tipo o el motivo. M enos aún el tipo o el motivo
pinto resco. El "indigenism o" no es aquí un fenóm eno
esen cialm en te literario com o el "nativismo" en el Uruguay. Sus
raíc es se alim entan d e otro hum us histórico. Los "indigenistas"
auténticos -que no d e b e n s e r confundidos con los q u e explotan
tem as in d íg e n a s por m ero "exotism o"- colaboran,
co n scien tem en te o no, en una o b ra política y económ ica de
reivindicación -no d e restau ració n ni resu rrecció n .
El indio no re p re s e n ta únicam ente un tipo, un tem a, un motivo, un
p er-so n aje. R ep resen ta un p u e b lo , una raza, una tradición, un
espíritu. No es posible, pues, valorarlo y considerarlo, d e s d e
puntos d e vista exclusivam ente literarios, com o un color o un
asp ecto nacional, colocándolo e n el m ism o plano q u e otros
elem entos étnicos d el Perú.
A m ed id a que se le estudia, se av erig u a q u e la co rrien te
in digenista no d e p e n d e d e sim ples factores literarios sino d e
com plejos factores sociales y económ icos. Lo q u e da d e re c h o al
indio a p re v a le c e r en la visión d el p e ru a n o d e hoy es, so b re todo,
el conflicto y el contraste e n tre su p redom inio dem ográfico y su
se rv id u m b re -no sólo inferioridad- social y económ ica. La
p re se n c ia d e tres a cuatro m illones d e h o m b re s d e la raza
autóctona e n el p an o ram a m ental d e un p u e b lo d e cinco m illones,
no d e b e s o rp re n d e r a n a d ie e n una é p o c a en q u e e ste p u eb lo
siente la n e c e sid a d d e e n co n trar el equilibrio q u e hasta ahora le
ha faltado e n su historia.
it it it

El indigenism o, en n u e stra literatura, com o se d e s p re n d e d e mis


an terio res p roposiciones, tien e fundam entalm ente el sentido d e
una reivindicación d e lo autóctono. No llena la función p u ram en te
sentim ental q u e llenaría, p o r ejem plo, el criollism o. H abría e rro r,
p o r consiguiente, e n a p re c ia r el indigenism o com o equivalente
del criollism o, al cual no reem p laza ni subroga.
Si el indio ocupa el p rim e r plano en la literatura y el a rte p eru an o s
no será, seg u ram en te, p o r su in te rés literario o plástico, sino
p o rq u e las fuerzas nuevas y el im pulso vital d e la nación tie n d e n a
reivindicarlo. El fenóm eno es m ás instintivo y biológico que
intelectual y teorético. Repito q u e lo q u e subco n scien tem en te
b u sca la gen u in a c o rrien te in d ig en ista en el indio no es sólo el
tipo o el motivo y m enos aún el tipo o el motivo "pintoresco". Si
esto no fuese cierto, es ev id en te que el "zambo", verbigratia,
in te resa ría al literato o al artista criollo -en esp ecial al criollo-
tanto com o el indio. Y esto no o cu rre p o r varias razones. Porque el
carácter de esta corriente no es naturalista o costumbrista sino, más
bien, lírico, como lo prueban los intentos o esbozos de poesía
andina. Y p o rq u e una reivindicación d e lo autóctono no p u e d e
confundir al "zambo" o al m ulato con el indio. El n eg ro , el m ulato,
el "zambo" re p re se n ta n , e n nuestro p asad o , elem entos coloniales.
El esp añ o l im portó al n e g ro cuando sintió su im p o sibilidad d e
sustituir al indio y su in ca p a c id a d d e asim ilarlo. El esclavo vino al
Perú a servir los fines colonizadores d e E spaña. La raza n e g ra
constituye uno d e los aluviones hum anos d ep o sitad o s en la C osta
p o r el C oloniaje. Es uno d e los estratos, poco d en so s y fuertes, del
Perú sed im en tad o en la tie rra baja d u ran te el V irreinato y la
p rim e ra e ta p a d e la R epública. Y, en e ste ciclo, to d as las
circunstancias han concurrido a m an ten er su so lid arid ad con la
Colonia. El n e g ro ha m irado sie m p re con hostilidad y
desconfianza la sierra, d o n d e no ha po d id o aclim atarse física ni
espiritualm ente. C uando se ha m ezclado al indio ha sido p a ra
b a sta rd e a rlo com unicándole su do m esticid ad zalam era y su
psicología exteriorizante y m órbida. Para su antiguo am o blanco
ha g u a rd a d o , d e sp u é s d e su m anum isión, un sentim iento d e
liberto adicto. La so c ie d a d colonial, que hizo del n e g ro un
dom éstico -m uy p o cas v e c e s un artesano, un o b rero - a b so rb ió y
asim iló a la raza n eg ra, hasta intoxicarse con su s a n g re tropical y
caliente. Tanto com o im p e n e tra b le y huraño el indio, le fue
aseq u ib le y dom éstico el n eg ro . Y nació así una su b ordinación
cuya p rim e ra razón está en el o rig e n m ism o d e la im portación de
esclavos y d e la q u e sólo re d im e al n e g ro y al m ulato la evolución
social y económ ica que, convirtiéndolo en o b rero , can cela y
ex tirp a poco a poco la h e re n c ia espiritual d el esclavo. El m ulato,
colonial aun en sus gustos, inco n scien tem en te e stá p o r el
hispanism o, contra el autoctonism o. Se siente esp o n tán eam en te
m ás próxim o d e E spaña q u e d el Inkario. Sólo el socialism o,
d e sp e rta n d o e n él conciencia clasista, es capaz d e conducirlo a la
ru p tu ra definitiva con los últim os rezag o s d e espíritu colonial.
El d esarro llo d e la co rrien te in digenista no am enaza ni paraliza el
d e otros elem entos vitales d e n u estra literatura. El indigenism o no
asp ira in d u d ab le m e n te a a c a p a ra r la e sc e n a literaria. No excluye
ni e sto rb a otros im pulsos ni otras m anifestaciones. Pero
re p re s e n ta el color y la ten d e n c ia m ás característicos d e una
é p o c a p o r su afinidad y co h e re n c ia con la orientación espiritual
d e las nuevas g en e ra c io n e s, condicionada, a su vez, p o r
im periosas n e c e s id a d e s d e n u estro d esarro llo económ ico y
social.
Y la m ayor injusticia e n q u e p o d ría incurrir un crítico, sería
cualquier a p re su ra d a co n d en a d e la literatu ra in d ig en ista p o r su
falta d e autoctonism o in teg ral o la p rese n c ia , m ás o m enos
a cu sad a en sus obras, d e elem en to s d e artificio e n la
in terp retació n y e n la expresión. La literatura in digenista no
p u e d e darn o s una v e rsió n rig u ro sam en te v e rista d el indio. Tiene
q u e idealizarlo y estilizarlo. T am poco p u e d e darn o s su p ro p ia
ánim a. Es todavía una literatura d e m estizos. Por eso se llam a
in digenista y no indígena. Una literatura indígena, si d e b e venir,
v e n d rá a su tiem po. C uando los p ro p io s indios e sté n en g ra d o d e
producirla.
No se p u e d e e q u ip a rar, en fin, la actual c o rrien te in digenista a la
vieja co rrien te colonialista. El colonialism o, reflejo del
sentim iento d e la casta feudal, se en treten ía e n la idealización
nostálgica d el p asad o . El indigenism o en cam bio tien e raíces
vivas en el p re se n te . E xtrae su inspiración d e la p ro te sta d e
m illones d e ho m b res. El V irreinato era; el indio es. Y m ientras la
liquidación d e los resid u o s d e feu d alid ad colonial se im pone
com o una condición elem ental d e p ro g re so , la reivindicación del
indio, y p o r e n d e d e su historia, nos v ien e in se rta d a en el
p ro g ra m a d e una Revolución.

Está, p u es, e scla re c id o q u e d e la civilización inkaica, m ás q u e lo


q u e ha m uerto nos p re o c u p a lo q u e ha q u e d a d o . El p ro b le m a d e
nuestro tiem po no e stá en s a b e r cóm o ha sido el Perú. Está, m ás
bien, e n s a b e r cóm o es el Perú. El p a sad o nos in te re sa en la
m ed id a en q u e p u e d e servirnos p a ra explicarnos el p re se n te . Las
g e n e ra c io n e s constructivas sienten el p a sa d o com o una raíz,
com o una causa. Jam ás lo sienten com o un p ro g ram a.
Lo único casi que so b rev iv e del Taw antinsuyo es el indio. La
civilización ha p e re c id o ; no ha p e re c id o la raza. El m aterial
biológico d el Taw antinsuyo se revela, d e s p u é s d e cuatro siglos,
indestructible, y, en p arte, inm utable.
El h o m b re m uda con m ás lentitud d e la q u e en e ste siglo d e la
v e lo c id ad se supone. La m etam orfosis del h o m b re b a te el ré c o rd
en el evo m oderno. P ero é ste es un fenóm eno p e c u liar d e la
civilización occidental q u e se caracteriza, ante todo, com o una
civilización dinám ica. No es p o r un azar q u e a e sta civilización le
ha tocado av e rig u ar la relativ id ad del tiem po. En las so c ie d a d es
asiáticas -afines si no consanguíneas con la so c ie d a d inkaica-, se
nota en cam bio cierto quietism o y cierto éxtasis. Hay é p o c as en
q u e p a re c e q u e la historia se d e tie n e. Y una m ism a form a social
p e rd u ra , petrificada, m uchos siglos. No es aventurada, p o r tanto,
la hipótesis d e q u e el indio en cuatro siglos ha cam biado poco
espiritualm ente. La serv id u m b re ha deprim ido, sin d uda, su
psiquis y su carne. Le ha vuelto un poco m ás m elancólico, un poco
m ás nostálgico. Bajo el p e so d e estos cuatro siglos, el indio se ha
en co rv ad o m oral y físicam ente. Mas el fondo oscuro d e su alm a
casi no ha m udado. En las sie rra s a b ru p tas, e n las q u e b ra d a s
lontanas, a d o n d e no ha lleg ad o la ley del blanco, el indio g u a rd a
aún su ley ancestral.
El libro d e E nrique López A lbújar, escrito r d e la g e n e ra c ió n
radical. Cuentos Andinos, es el p rim e ro que en nuestro tiem po
ex p lo ra estos cam inos. Los Cuentos Andinos a p re h e n d e n , en sus
secos y duros dibujos, em ociones sustantivas d e la vid a d e la
sierra, y nos p re se n ta n algunos escorzos d el alm a d el indio. López
A lbújar coincide con V alcárcel e n b u sc a r e n los A ndes el o rig en
del sentim iento cósm ico d e los quechuas. "Los Tres Jircas" d e
López A lbújar y "Los H om bres d e Piedra" (37) d e V alcárcel
tra d u c en la m ism a m itología. Los agonistas y las esce n a s d e López
A lbújar tien en el m ism o telón d e fondo q u e la teo ría y las id e a s d e
V alcárcel. Este resu ltad o es singularm ente in te resa n te p o rq u e es
obten id o p o r diferen tes tem p eram en to s y con m étodos disím iles.
La literatura d e López A lbújar q u ie re ser, so b re todo, naturalista y
analítica; la d e V alcárcel, im aginativa y sintética. El rasg o esencial
d e López A lbújar es su criticism o; el d e V alcárcel, su lirism o.
López A lbújar m ira al indio con ojos y alm a d e costeño, V alcárcel,
con ojos y alm a d e serran o . No hay p a re n te sc o espiritual e n tre los
dos escritores; no hay sem ejanza d e g é n e ro ni d e estilo e n tre los
dos libros. Sin e m b a rg o , uno y otro escuchan en el alm a del
q uechua idéntico lejano latido (38).
La C onquista ha convertido form alm ente al indio al catolicism o.
Pero, en rea lid a d , el indio no ha re n e g a d o sus viejos mitos. Su
sentim iento m ístico ha variado. Su animismo subsiste. El indio
sigue sin e n te n d e r la m etafísica católica. Su filosofía pan teísta y
m aterialista ha d e sp o sa d o , sin am or, al catecism o. Mas no ha
ren u n ciad o a su p ro p ia co n cep ció n d e la vid a q u e no in te rro g a a
la Razón sino a la N aturaleza. Los tre s jircas, los tre s c e rro s d e
Huánuco, p e s a n en la conciencia d el indio huanuqueño m ás que la
ultratum ba cristiana.
"Los Tres Jircas" y "Cóm o h a b la la coca" son, a mi juicio, las
p ág in as m ejor escritas d e Cuentos Andinos. P ero ni "Los Tres
Jircas" ni "Cómo h a b la la coca" se clasifican p ro p ia m en te com o
cuentos. "Ushanam Jampi", en cam bio, tiene una v igorosa
contextura d e relato. Y a e ste m érito une "Ushanam Jampi" el d e
se r un p recio so docum ento d el com unism o indígena. Este relato
nos e n te ra d e la form a com o funciona e n los p u eb lecito s
indígenas, a d o n d e no a rrib a casi la ley d e la R epública, la justicia
popular. Nos encontram os aquí ante una institución so breviviente
del rég im en autóctono. Ante una institución q u e d e c la ra
c ateg ó ricam en te a favor d e la tesis d e que la organización inkaica
fue una organización com unista.
En un rég im en d e tipo individualista, la adm inistración d e justicia
se burocratiza. Es función d e un m agistrado. El liberalism o, po r
ejem plo, la atom iza, la individualiza en el juez profesional. C rea
una casta, una b u ro cracia d e ju e c e s d e d iv ersas jera rq u ía s. Por el
contrario, en un rég im en d e tipo com unista, la adm inistración d e
justicia es función d e la so c ie d a d en tera. Es, com o en el
com unism o indio, función d e los yayas, d e los ancianos (39).
it it it

El p o rv en ir d e la A m érica Latina d e p e n d e , se g ú n la m ayoría d e


los pro-nósticos d e ahora, d e la su erte del m estizaje. Al
pesim ism o hostil d e los soció-logos d e la ten d e n c ia d e Le Bon
so b re el m estizo, ha su ced id o un optim ism o m esiánico q u e p o n e
en el m estizo la e sp era n z a d el C ontinente. El trópico y el m estizo
son, en la v e h e m e n te profecía d e V asconcelos, la e sce n a y el
pro tag o n ista d e una nueva civilización. P ero la tesis d e
V asconcelos q u e esb o za una utopía -en la acep ció n positiva y
filosófica d e e sta p a la b ra- en la m ism a m ed id a en que a sp ira a
p re d e c ir el p orvenir, suprim e e ig n o ra el p re se n te . N ada es m ás
extraño a su esp ecu lació n y a su intento, que la crítica d e la
re a lid a d co n tem p o rán ea, en la cual b u sc a exclusivam ente los
elem entos favorables a su profecía.
El m estizaje q u e V asconcelos exalta no es p rec isam e n te la m ezcla
d e las razas española, in d íg e n a y africana, o p e ra d a ya en el
continente, sino la fusión y refusión acrisoladoras, d e las cuales
n acerá, d e sp u é s d e un trab ajo secular, la raza cósm ica. El m estizo
actual, concreto, no es p a ra V asconcelos el tipo d e una nueva
raza, d e una nueva cultura, sino ap e n as su p ro m esa. La
esp ecu lació n d el filósofo, d el utopista, no conoce lím ites d e
tiem po ni d e espacio. Los siglos no cuentan en su construcción
id eal m ás que com o m om entos. La lab o r d el crítico, del
historiógrafo, del político, es d e otra índole. T iene q u e a te n e rse a
resu ltad o s inm ediatos y co n ten tarse con p e rsp e c tiv a s próxim as.
El m estizo real d e la historia, no el id eal d e la profecía, constituye
el objeto d e su investigación o el factor d e su plan. En el Perú, p o r
la im pronta diferen te del m edio y p o r la com binación m últiple d e
las razas en trecru zad as, el térm ino m estizo no tien e sie m p re la
m ism a significación. El m estizaje es un fenóm eno que ha
p ro d u cid o una v a rie d a d com pleja, en vez d e reso lv e r una
dualidad, la del español y el indio.
El Dr. Uriel G arcía halla el neo-indio en el m estizo. P ero este
m estizo es el q u e p ro v ie n e d e la m ezcla d e las razas esp añ o la e
indígena, sujeta al influjo d el m edio y la v id a andinas. El m edio
se rra n o e n el cual sitúa el Dr. Uriel G arcía su investigación, se ha
asim ilado al blanco invasor. Del abrazo d e las dos razas, ha
nacido el nuevo indio, fu ertem en te influido p o r la tradición y el
am b ien te reg io n ales.
Este m estizo, q u e en el p ro ce so d e v arias g e n e ra c io n e s, y bajo la
p resió n constante d el m ism o m edio telúrico y cultural, ha
ad q u irid o ya rasg o s e sta b les, no es el m estizo e n g e n d ra d o en la
costa p o r las m ism as razas. El sello d e la costa es m ás blando. El
factor español, m ás activo.
El chino y el n e g ro com plican el m estizaje costeño. N inguno d e
estos dos elem entos ha ap o rta d o aún a la form ación d e la
n acionalidad v alo res culturales ni e n e rg ía s p ro g re siv a s. El culi
chino es un se r s e g re g a d o d e su país p o r la su p erp o b la ció n y el
pau p erism o . Injerta e n el P erú su raza, m as no su cultura. La
inm igración china no nos ha traído ninguno d e los elem entos
e sen c iale s d e la civilización china, acaso p o rq u e en su p ro p ia
patria han p e rd id o su p o d e r dinám ico y g e n e ra d o r. Lao Tsé y
Confucio han a rrib a d o a nu estro conocim iento p o r la vía d e
O ccidente. La m edicina china es quizá la única im portación
d irecta d e O riente, d e o rd e n intelectual, y d e b e , sin duda, su
v enida, a razones prácticas y m ecánicas, estim uladas p o r el atraso
d e una po b lació n e n la cual conserva hondo arraig o el
cu randerism o en todas sus m anifestaciones. La h ab ilid ad y
e x celen cia d el p e q u e ñ o agricultor chino, ap e n as si han
fructificado en los valles d e Lima, d o n d e la v e c in d a d d e un
m ercad o im portante ofrece seg u ro s p ro v ech o s a la horticultura.
El chino, e n cam bio, p a re c e h a b e r inoculado en su d e sce n d e n c ia ,
el fatalismo, la apatía, las taras del O riente d e c ré p ito . El ju ego,
esto es un elem ento d e relajam iento e inm oralidad, singularm ente
nocivo en un p u e b lo p ro p e n so a confiar m ás en el azar q u e en el
esfuerzo, re c ib e su m ayor im pulso d e la inm igración china. Sólo a
p artir del m ovim iento nacionalista -que tan ex ten sa reso n an cia ha
en co n trad o e n tre los chinos ex p atriad o s d el continente-, la
colonia china ha d a d o señ ales activas d e in te rés cultural e
im pulsos p ro g re sista s. El teatro chino, re se rv a d o casi únicam ente
al divertim iento nocturno d e los individuos d e e sa nacionalidad,
no ha co n seg u id o en n u estra literatura m ás eco q u e el p ro p iciad o
efím eram ente p o r los gustos exóticos y artificiales del
d ecadentism o. V aldelom ar y los "colónidas", lo d e sc u b rie ro n
e n tre sus sesio n es d e opio, contagiados d el orientalism o d e Loti y
F arrere. El chino, en sum a, no tran sfiere al m estizo ni su disciplina
m oral, ni su tradición cultural y filosófica, ni su h a b ilid a d d e
agricultor y artesano. Un idiom a in aseq u ib le, la c alid ad del
inm igrante y el d e sp re c io h e re d ita rio que p o r él siente el criollo,
se in te rp o n en e n tre su cultura y el m edio.
El a p o rte del n eg ro , v en id o com o esclavo, casi com o m ercad ería,
a p a re c e m ás nulo y negativo aún. El n e g ro trajo su sensualidad,
su superstición, su prim itivism o. No e sta b a e n condiciones d e
contribuir a la cre a c ió n d e una cultura, sino m ás b ien d e
e sto rb a rla con el crudo y viviente influjo d e su b a rb a rie .
El p rejuicio d e las razas ha decaído; p e ro la noción d e las
d iferencias y d e sig u a ld a d e s e n la evolución d e los p u e b lo s se ha
en san ch ad o y en riquecido, en virtud del p ro g re so d e la
sociología y la historia. La inferioridad d e las razas d e color no es
ya uno d e los d ogm as d e q u e se alim enta el m altrecho orgullo
blanco. P ero todo el relativism o d e la hora no es b astan te p a ra
abolir la inferioridad de cultura.
La raza es ap e n as uno d e los elem entos q u e d eterm in an la form a
d e una so cied ad . Entre estos elem entos, V ilfredo P areto distingue
las sig u ien tes categorías: "1° El suelo, el clima, la flora, la fauna,
las circunstancias geológicas, m ineralógicas, etc.; 2° O tros
elem entos ex tern o s a una d a d a so cied ad , en un dad o tiem po, esto
es las acciones d e las otras so c ie d a d es so b re ella, q u e son
ex tern as en el espacio, y las co n secuencias del e sta d o anterior d e
e sa so cied ad , q u e son ex tern as en el tiem po; 3° E lem entos
internos, e n tre los cuales los p rin cip ales son la raza, los resid u o s o
sea los sentim ientos q u e m anifiestan, las inclinaciones, los
in te rese s, las aptitu d es al razonam iento, a la observación, el
estad o d e los conocim ientos, etc.". P areto afirm a q u e la form a d e
la so c ie d a d es d e te rm in a d a p o r todos los elem entos q u e o p e ra n
so b re ella que, una vez d eterm in ad a, o p e ra a su vez s o b re esos
elem entos, d e m an era q u e se p u e d e d e c ir que se efectúa una
m utua determ in ació n (40).
Lo q u e im porta, p o r consiguiente, en el estudio sociológico d e los
estratos indio y m estizo, no es la m ed id a en que el m estizo h e re d a
las cu alid ad es o los defectos d e las razas p ro g en ito ra s sino su
aptitud p a ra evolucionar, con m ás facilidad q u e el indio, hacia el
estad o social, o el tipo d e civilización d el blanco. El m estizaje
n ecesita s e r analizado, no com o cuestión étnica, sino com o
cuestión sociológica. El p ro b le m a étnico e n cuya co n sid eració n
se han com placido sociologistas rudim entarios y e sp ec u lad o re s
ignorantes, es totalm ente ficticio y supuesto. A sum e una
im portancia d e sm e su ra d a p a ra los que, ciñ endo servilm ente su
juicio a una id e a acariciad a p o r la civilización e u ro p e a e n su
a p o g e o -y a b a n d o n a d a y a p o r e sta m ism a civilización, p ro p e n sa
en su declive a una co n cep ció n relativista d e la historia-.
atrib u y en las c re a c io n e s d e la so c ie d a d occidental a la
su p e rio rid a d d e la raza blanca. Las ap titudes intelectuales y
técnicas, la voluntad c re a d o ra, la disciplina m oral d e los p u e b lo s
blancos, se re d u c e n , e n el criterio sim plista d e los q u e aconsejan
la re g e n e ra c ió n del indio p o r el cruzam iento, a m eras
condiciones zoológicas d e la raza blanca.
Pero si la cuestión racial -cuyas su g estio n es co n d u cen a sus
superficiales críticos a inverosím iles razonam ientos zootécnicos-
es artificial, y no m e re c e la atención d e q u ien es estudian co n creta
y políticam ente el p ro b le m a indígena, otra es la índole d e la
cuestión sociológica. El m estizaje d e s c u b re en e ste te rre n o sus
v e rd a d e ro s conflictos; su íntimo dram a. El color d e la piel se
b o rra com o contraste; p e ro las costum bres, los sentim ientos, los
mitos -los elem en to s esp iritu ales y form ales d e esos fenóm enos
q u e se d e sig n a n con los térm inos d e so c ie d a d y d e cultura-,
reivindican sus d e re c h o s. El m estizaje -d en tro d e las condiciones
económ ico-sociales su b sisten tes e n tre nosotros-, no sólo p ro d u c e
un nuevo tipo hum ano y étnico sino un nuevo tipo social; y si la
im precisión d e aquél, p o r una a b ig a rra d a com binación d e razas,
no im porta en sí m ism a una inferioridad, y hasta p u e d e anunciar,
en ciertos e je m p la res felices, los rasg o s d e la raza "cósm ica", la
im precisión o hibridism o d el tipo social, se trad u ce, p o r un
oscuro p redom inio d e sedim entos negativos, en una estagnación
só rd id a y m orbosa. Los ap o rte s del n e g ro y d el chino se d ejan
sentir, en e ste m estizaje, en un sentido casi sie m p re negativo o
d e so rb ita d o . En el m estizo no se p ro lo n g a la tradición del blanco
ni d el indio: am bas se esterilizan y contrastan. D entro d e un
am biente urb an o , industrial, dinám ico, el m estizo salva
ráp id a m e n te las distancias que lo s e p a ra n del blanco, hasta
asim ilarse la cultura occidental, con sus costum bres, im pulsos y
consecuencias. P u ed e e sc a p a rle -le e sc a p a g e n e ra lm e n te - el
com plejo fondo d e creen cias, m itos y sentim ientos, que se agita
bajo las c reacio n es m ateriales e intelectuales d e la civilización
e u ro p e a o blanca; p e ro la m ecánica y la disciplina d e ésta le
im ponen autom áticam ente sus hábitos y sus co n cep cio n es. En
contacto con una civilización m aquinista, a so m b ro sam en te d o tad a
p a ra el dom inio d e la naturaleza, la id e a del p ro g re so , po r
ejem plo, es d e un irresistib le p o d e r d e contagio o seducción.
Pero e ste p ro c e so d e asim ilación o inco rp o ració n se cum ple
p ro n tam en te sólo en un m edio e n el cual actúan vig o ro sam en te
las e n e rg ía s d e la cultura industrial. En el latifundio feudal, en el
b u rg o re ta rd a d o , el m estizaje c a re c e d e elem entos d e ascensión.
En su so p o r extenuante, se anulan las v irtu d es y los v alo res d e las
razas entrem ezcladas; y, en cam bio, se im ponen p re p o te n te s las
m ás e n e rv a n te s supersticiones.
Para el h o m b re d el p o b lach o m estizo -tan so m b ríam en te descrito
p o r V alcárcel con una p asión no e x en ta d e p reo c u p a c io n e s
sociológicas- la civilización occidental constituye un confuso
espectáculo, no un sentim iento. Todo lo q u e en e sta civilización es
íntimo, esencial, intransferible, e n erg ético , p e rm a n e c e ajeno a su
am b ien te vital. A lgunas im itaciones ex tern as, algunos hábitos
subsidiarios, p u e d e n d ar la im p resió n d e que e ste h o m b re se
m ueve d e n tro d e la ó rbita d e la civilización m oderna. Mas, la
v e rd a d es otra.
D esd e e ste punto d e vista, el indio, en su m edio nativo, m ientras
la em igración no lo d e s a rra ig a ni deform a, no tien e n a d a que
envidiar al m estizo. Es e v id en te q u e no e stá in co rp o rad o aún en
esta civilización expansiva, dinám ica, q u e asp ira a la
u niversalidad. Pero no ha roto con su p asad o . Su p ro c e so histórico
está deten id o , paralizado, m as no ha p e rd id o , p o r esto, su
individualidad. El indio tien e una existencia social q u e conserva
sus costum bres, su sentim iento d e la vida, su actitud ante el
universo. Los "residuos" y las deriv acio n es d e q u e nos h a b la la
sociología d e Pareto, que continúan o b ran d o so b re él, son los d e
su p ro p ia historia. La vida del indio tiene estilo. A p e s a r d e la
conquista, del latifundio, del gam onal, el indio d e la sie rra se
m ueve todavía, e n cierta m edida, d en tro d e su p ro p ia tradición.
El ayllu es un tipo social b ien a rra ig a d o en el m edio y la raza (41).
El indio sig u e viviendo su antigua v id a rural. G u ard a h asta hoy su
traje, sus costum bres, sus industrias típicas. Bajo el m ás duro
feudalism o, los rasg o s d e la ag ru p ació n social in d íg e n a no han
lleg ad o a extinguirse. La so c ie d a d in d íg e n a p u e d e m ostrarse m ás
o m enos prim itiva o re ta rd a d a ; p e ro es un tipo orgánico d e
so c ie d a d y d e cultura. Y ya la e x p e rien c ia d e los p u e b lo s d e
O riente, el Japón, Turquía, la m ism a China, nos han p ro b a d o
cóm o una so c ie d a d autóctona, aun d e s p u é s d e un largo colapso.
p u e d e e n co n trar p o r sus p ro p io s pasos, y e n m uy poco tiem po, la
vía d e la civilización m o d ern a y traducir, a su p ro p ia lengua, las
leccio n es d e los p u e b lo s d e O ccidente.

XVIII. ALCIDES SPELUCIN

En el p rim e r libro d e A lcides Spelucín están, e n tre otras, las


p o esías que m e leyó h ace nu ev e años cuando nos conocim os en
Lima en la red a c c ió n d el diario d o n d e yo tra b a ja b a . A braham
V aldelom ar m edió fratern am en te en e ste encuentro, d e sp u é s del
cual A lcides y yo nos hem os ree n c o n tra d o p o c a s v e c es, p e ro
hem os e sta d o c a d a día m ás próxim os. N uestros destinos tien en
una esencial analogía d en tro d e su disim ilitud formal.
P ro ced em o s él y yo, m ás q u e d e la m ism a g en eració n , d el m ism o
tiem po. Nacim os bajo idéntico signo. Nos nutrim os en n u estra
ad o lescen cia literaria d e las m ism as cosas: d ecadentism o,
m odernism o, esteticism o, individualism o, escepticism o.
C oincidim os m ás ta rd e en el doloroso y angustiado trab ajo d e
su p e ra r estas cosas y ev ad irn o s d e su m ó rbido ám bito. Partim os
al ex tran jero en b u sca no d el se cre to d e los otros sino en busca
del se cre to d e nosotros m ism os. Yo cuento mi viaje en un libro d e
política; Spelucín cuenta el suyo en un libro d e p o esía. Pero en
esto no hay sino diferen cia d e aptitud o, si se q u iere, d e
tem peram ento; no hay diferen- cía d e p e rip e c ia ni d e espíritu. Los
dos nos em b arcam o s en la "barca d e oro e n p o s d e una isla
buena". Los dos en la p ro ce lo sa aventura, hem os en co n trad o a
Dios y hem os d e sc u b ie rto a la H um anidad. A lcides y yo, p u esto s a
e le g ir e n tre el p a sa d o y el p orvenir, hem os votado p o r el
p orvenir. Supérstites d isp e rso s d e una escaram uza literaria, nos
sentim os hoy co m b atien tes d e una batalla histórica.
El Libro de la Nave Dorada es una estación d el viaje y d el espíritu
d e A lcides Spelucín. O rreg o ad v ierte d e esto al lector, en el
prefacio, h en chido d e em oción, g rávido d e pensam iento, q u e ha
escrito p a ra e ste libro. "No re p re s e n ta -e sc rib e - la actualidad
estética d el c re a d o r. Es un libro d e la ad o lescen cia, la lab o r
p o ética prim igenia, q u e ap e n as ro m p e el claustro d e la anónim a
intim idad. El p o e ta ha re c o rrid o d e s d e entonces m ucho cam ino
a sc e n d e n te y gozoso; tam b ién m ucha se n d a dolorosa. El espíritu
está hoy m ás gran ad o , la visión m ás lum inosa, el vehículo
ex p resiv o m ás rico, m ás agilizado y m ás potente; el p ensam iento
m ás d e slu m b ra d o d e sabiduría; m ás extenso d e panoram a; m ás
valorizado p o r el acum ulam iento d e intuiciones; el corazón m ás
religioso, m ás e stre m e c id o y m ás ab ie rto hacia el m undo. Es
p rec iso m arcar esto p a ra q u e el lecto r se d é cuenta d e la p e n o sa
p re c o c id a d d el p o e ta q u e cuando e s c rib e e ste libro es casi un
niño" (42).
Com o canción d el m ar, com o b a la d a d el trópico, e ste libro es en
la p o e sía d e A m érica algo así com o una e n c an ta d a p rolongación
d e la "Sinfonía en Gris M ayor". La p o e sía d e A lcides tien e e n esta
jo rn a d a ecos m elodiosos d e la m úsica ru b en d a ria n a . Se nota
tam b ién su p o ste rio rid a d a las adquisiciones h ech as p o r la lírica
hisp an o am erican a e n la o b ra d e H e rre ra y Reissig. La huella del
p o e ta uruguayo e stá e sp lé n d id am e n te viva en v e rso s com o estos:

Y ante un despertamiento planetario de nardos


bramando lilas tristes p o r la ruta de oriente
se van los vesperales, divinos leopardos.

("Caracol berm ejo ").

Pero esta p re se n c ia d e H e rre ra y Reissig y la d el p ro p io Rubén


Darío no es se n sib le sino en la técnica, en la form a, en la estética.
Spelucín tien e d el d ecad en tism o la expresión; p e ro no tien e el
espíritu. Sus estad o s d e alm a no son nunca m órbidos. Una d e las
cosas que a tra en en él es su salud cabal. A lcides ha a b so rb id o
m uchos d e los v e n e n o s d e su época, p e ro su re c ia alm a, un poco
rústica en el fondo, se ha co n serv ad o p u ra y sana. Así, e stá m ás
viviente y p e rso n a l en esta p le g a ria d e a c en d ra d o lirism o.

¿No m e darás la arcilla de la cantera rosa


donde labrar m i base para gustar Amor?
¿No m e darás un poco de tierra melodiosa
donde plasmar la fiebre de m i ensueño, Señor?

A lcides se sem eja a V allejo en la p ie d a d hum ana, en la tern u ra


hum ilde, en la efusión cordial. En una é p o c a q u e e ra aún d e
egolatrism o e x a sp e ra d o y bizantinism o d'annunziano, la p o e sía d e
A lcides tien e un perfum e d e p a rá b o la franciscana. Su alm a se
caracteriza p o r un cristianism o esp o n tán eo y sustancial. Su acento
p a re c e se r sie m p re el d e esta otra p le g a ria con sa b o r d e e sp ig a y
d e áng elus com o algunos v e rso s d e Francis Jam m es:

Por esta dulce hermana m enor de ojos tan suaves ...

Esta claridad, e sta inocencia d e A lcides, son p e rc e p tib le s hasta


en esas "aguas fuertes" d e e stirp e un poco b o d e le ria n a , que,
asum iendo ín te g ra la resp o n sa b ilid a d d e su p o e sía d e juventud,
ha incluido en El Libro de la Nave Dorada. Y son tal vez la raíz d e
su socialism o que es un acto d e am or m ás que d e protesta.

XIX. BALANCE PROVISORIO

No h e tenido en esta sum arísim a revisión d e v alo res signos el


prop ó sito d e h a c e r historia ni crónica. No he tenido siq u iera el
p ropósito d e h a c e r crítica, d en tro del concepto q u e lim ita la
crítica al cam po d e la técnica literaria. Me he p ro p u esto esb o zar
los lineam ientos o los rasg o s e sen c iale s d e n u e stra literatura. He
realizado un ensayo d e in terp retació n d e su espíritu; no d e
revisión d e sus v a lo re s ni d e sus episodios. Mi trab ajo p re te n d e
se r una teo ría o una tesis y no un análisis.
Esto ex p licará la p resc in d en c ia d e lib e ra d a d e algunas o b ras que,
con inco n -testab le d e re c h o a se r citadas y tratad as e n la crónica y
en la crítica d e n u e stra literatura, c a re c e n d e significación
esen cial en su p ro ce so mismo. Esta significación, en to d as las
literaturas, la d an dos cosas: el ex trao rd in ario v alor intrínseco d e
la o b ra o el valor histórico d e su influencia. El artista p e rd u ra
realm en te, en el espíritu d e una literatura, o p o r su o b ra o p o r su
d e sce n d e n c ia . De otro m odo, p e rd u ra sólo en sus b ib lio tecas y en
su cronología. Y en to n ces p u e d e te n e r m ucho in te rés p a ra la
esp ecu lació n d e eru d ito s y bibliógrafos; p e ro no tiene casi ningún
in te rés p a ra una in terp retació n d el sentido profundo d e una
literatura.
El estudio d e la últim a gen eració n , q u e constituye un fenóm eno
en p len o m ovim iento, e n actual d esarrollo, no p u e d e aún ser
efectuado con e ste mism o c a rá c te r d e b a la n c e (43). P recisam ente
en n o m b re d el revisionism o d e los nuevos se instaura el p ro ce so
d e la literatura nacional. En e ste p ro c e so com o es lógico, se juzga
el pasado; no se juzga el p re se n te . Sólo s o b re el p a sad o p u e d e
d e c ir ya e sta g e n e ra c ió n su últim a p a la b ra. Los nuevos, que
p e rte n e c e n m ás al p o rv en ir que al p re se n te , son en e ste p ro ce so
ju ec e s, fiscales, a b o g a d o s, testigos. Todo, m enos acusados. Sería
p rem atu ro y p rec a rio , p o r otra p arte, un cu ad ro d e v alo res que
p re te n d ie s e fijar lo q u e existe e n po ten cia o en crecim iento.
La nueva g e n e ra c ió n señ ala ante todo la d e c a d e n c ia definitiva del
"colonialism o". El p restig io espiritual y sentim ental d el V irreinato,
celosa e in te resa d a m e n te cultivado p o r sus h e re d e ro s y su
clientela, tram onta p a ra sie m p re con e sta gen eració n . Este
fenóm eno literario e ideológico se p re se n ta , naturalm ente, com o
una faz d e un fenóm eno m ucho m ás vasto. La g e n e ra c ió n d e Riva
A güero realizó, e n la política y en la literatura, la últim a tentativa
p o r salvar la Colonia. Mas, com o es d em asiad o ev id en te, el
llam ado "futurismo", q u e no fue sino un neocivilism o, está
liquidado política y literariam ente, p o r la fuga, la ab d icació n y la
d isp e rsió n d e sus corifeos.
En la historia d e n u e stra literatura, la C olonia term ina ahora. El
Perú, hasta esta gen eració n , no se h a b ía aún in d ep e n d iza d o d e la
M etrópoli. Algunos escrito res, h ab ían se m b ra d o y a los g é rm e n e s
d e otras influencias. G onzález Prada, h ace cu aren ta años, d e s d e la
tribuna d el A teneo, invitando a la juven tu d intelectual d e entonces
a la rev u elta contra E spaña, se definió com o el p re c u rso r d e un
p e río d o d e influencias cosm opolitas. En e ste siglo el m odernism o
ru b en -d a ria n o nos aportó, aten u ad o y contrastado p o r el
colonialism o d e la g e n e ra c ió n "futurista", algunos elem en to s d e
renovación estilística que afran cesaro n un poco el tono d e n u estra
literatura. Y, luego, la in su rrecció n "colónida" am otinó contra el
academ icism o español -solem ne p e ro p re c a ria m e n te resta u ra d o
en Lima con la instalación d e una A cadem ia c o rre sp o n d ie n te -, a la
g e n e ra c ió n d e 1915, la p rim e ra q u e escuchó d e v e ra s la ya vieja
adm onición d e G onzález Prada. P ero todavía d u ra b a lo
fundam ental del colonialism o: el p restig io intelectual y
sentim ental d el V irreinato. H abía d e c aíd o la antigua forma; p e ro
no h a b ía d e c aíd o igualm ente el antiguo espíritu.
Hoy la ru p tu ra es sustancial. El "indigenism o", com o hem os visto,
está ex tirpando, po co a poco, d e s d e sus raíces, al "colonialismo".
Y e ste im pulso no p ro c e d e exclusivam ente d e la sierra.
V aldelom ar, Falcón, criollos, costeños, se cu entan -no discutam os
el acierto d e sus tentativas-, e n tre los que p rim ero han vuelto sus
ojos a la raza. Nos v ienen, d e fuera, al m ism o tiem po, v a ria d as
influencias internacionales. N uestra literatu ra ha en trad o en su
p e río d o d e cosm opolitism o. En Lima, e ste cosm opolitism o se
trad u ce, e n la im itación e n tre otras cosas d e no p ocos corrosivos
decad en tism o s o ccidentales y en la ad o pción d e anárquicas
m odas finiseculares. Pero, bajo e ste flujo p recario , un nuevo
sentim iento, una nueva rev elació n se anuncian. Por los cam inos
universales, ecum énicos, que tanto se nos re p ro c h a , nos vam os
a c erc an d o cad a vez m ás a nosotros m ism os.

REFERENCIAS

1. Fiero Gohetti, Opera Crítica, parte prima, p. 88. Gobetti insiste en


varios pasajes d e su obra en esta idea, totalmente concorde con el
dialecticismo marxiste, que en m odo absoluto excluye esas síntesis
a priori tan fácilmente acariciadas p o r el oportunismo mental d e los
intelectuales. Trazando el perfil de Domenico Giuliotti, compañero
de Papini en la aventura intelectual del Dizionario delTuomo
selvático, escribe Gobetti: "A los individuos tocan las posiciones
netas; la conciliación, la transacción es obra de la historia tan sólo;
es un resultado" (Obra citada, p. 82). Y en el mismo libro, al final de
unos apuntes sobre la concepción griega de la vida, afirma: "El
nuevo criterio de la verdad es un trabajo en armonía con la
responsabilidad de cada uno. Estamos en el reino de la lucha (lucha
de los hom bres contra los hombres, de las clases contra las clases,
de los Estados contra los Estados) porque solamente a través de la
lucha se tiemplan fecundamente las capacidades y cada uno,
defendiendo con intransigencia su puesto, colabora al proceso
vital".
2. Benedetto Croce, Nuovi Saggi di Estética, ensayo sobre la crítica
literaria como filosofía, pp. 205 a 207. El mismo volumen,
descalificando con su lógica inexorable las tendencias esteticistas e
historicistas en la historiografía artística, ha evidenciado que "la
verdadera crítica de arte es ciertamente crítica estética, pero no
porque desdeñe la filosofía como la crítica pseudoestética, sino
porque obra como filosofía o concepción del arte; y es crítica
histórica, pero no porque se atenga a lo extrínseco del arte como la
crítica pseudohistórica, sino porque, después de haberse valido de
los datos históricos para la reproducción fantástica (y hasta aquí no
es todavía historia), obtenida ya la reproducción fantástica se hace
historia, determinando qué cosa es aquel hecho que ha reproducido
en su fantasía, esto es caracterizando el hecho m erced al concepto y
estableciendo cuál es propiam ente el hecho acontecido. De modo
que las dos tendencias que están en contraste en las direcciones
inferiores de la crítica, en la crítica coinciden; y 'crítica histórica del
a rte'y 'crítica estética'son lo mismo".

3. Aunque es un trabajo d e su juventud, o precisam ente p o r serlo, el


Carácter d e la Literatura del Perú Independiente traduce viva y
sinceramente el espíritu y el sentimiento de su autor. Los
posteriores trabajos de crítica literaria de Riva Agüero, no rectifican
fundamentalmente esta tesis. El Elogio del Inca Garcilaso p o r la
exaltación del genial criollo y de sus Comentarios Reales podría
haber sido el preludio de una nueva actitud. Pero en realidad, ni
una fuerte curiosidad de erudito p o r la historia inkaica, ni una
fervorosa tentativa de interpretación del paisaje serrano, han
disminuido en el espíritu de Riva Agüero la fidelidad a la Colonia.
La estada en España ha agitado, en la m edida que todos saben, su
fondo conservador y virreinal. En un libro escrito en España, El Perú
Histórico y Artístico. Influencia y Descendencia de los Montañeses
en él (Santander, 1921), manifiesta una consideración acentuada de
la sociedad inkaica; pero en esto no hay que ver sino prudencia y
ponderación de estudioso, en cuyos juicios pesa la opinión de
Garcilaso y de los cronistas m ás objetivos y cultos. Riva Agüero
constata que: "Cuando la Conquista, el régim en social del Perú
entusiasmó a observadores tan escrupulosos como Cieza d e León y
a hom bres tan doctos como el Licenciado Polo de Ondegardo, el
Oidor Santillán, el jesuíta autor de la Relación Anónima y el P. José
de Acosta. Y, ¿quién sabe si en las veleidades socializantes y de
reglamentación agraria del ilustre Mariana y de Pedro de Valencia
(el discípulo de Arias Montano) no inñuiría, a más de la tradición
platónica, el dato contemporáneo de la organización incaica, que
tanto impresionó a cuantos la estudiaron?" No se exime Riva Agüero
de rectificaciones como la de su primitiva apreciación de Ollantay
reconociendo haber "exagerado mucho la inspiración castellana de
la actual versión en una nota del ensayo sobre el Carácter de la
Literatura del Perú Independiente y que, en vista de estudios
últimos, si Ollantay, sigue apare- ciendo como obra de un
refundidor de la Colonia, "hay que admitir que el plan, los
procedim ientos poéticos, todos los cantares y muchos trozos son de
tradición incaica, apenas levem ente alterados p o r el redactor".
Ninguna d e estas leales comprobaciones de estudioso, anula
em pero el propósito ni el criterio d e la obra, cuyo tono general es
el de un recrudecido españolismo que, como homenaje a la
metrópoli, tiende a reivindicar el españolismo "arraigado " del Perú.

4. Discuto y critico preferentem ente la tesis de Riva Agüero porque


la estimo la m ás representativa y dominante, y el hecho d e que a sus
valoraciones se ciñan estudios posteriores, deseosos de
imparcialidad crítica y ajenos a sus motivos políticos, m e parece
una razón más para reconocerle un carácter central y un p o d er
íecundador. Luis Alberto Sánchez, en el prim er volumen de La
Literatura Peruana, admite que García Calderón en Del
Romanticismo al Modernismo, dedicado a Riva Agüero, glosa, en
verdad el libro de éste; y aunque años más tarde se documentara
m ejor para escribir su síntesis de La Literatura Peruana, no aumenta
muchos datos a los ya apuntados p o r su amigo y compañero, el
autor de La Historia en el Perú, ni adopta una orientación nueva, ni
acude a la fuente popular indispensable.

5. Francesco de Sanctis, Teoría e Storia della Letteratura, vol. 1, p.


186. Ya que he citado los Nuovi Saggi di Estética de Croce, no debo
dejar de recordar que, reprobando las preocupaciones
excesivamente nacionalista y modernista, respectivamente, de las
historias literarias de Adolfo Bartels y Ricardo Mauricio Meyer,
Croce sostiene: "que no es verdad que los poetas y los otros artistas
sean expresión de la conciencia nacional, de la raza, d e la estirpe,
de la clase, o de cualquier otra cosa símil". La reacción d e Croce
contra el desorbitado nacionalismo de la historiografía literaria del
siglo diecinueve, al cual sin embargo escapan obras como la de
George Brandes, espécimen extraordinario de buen europeo, es
extremada y excesiva como toda reacción; pero responde, en el
universalismo vigilante y generoso de Croce, a la necesidad de
resistir a las exageraciones de la imitación de los imperiales
m odelos germanos.

6. Véase en Amauta Nos. 12 y 14 las noticias y comentarios de


Gabriel Collazos y José Gabriel Cosío sobre la comedia quechua de
Inocencio Mamani, a cuya gestación no es probablem ente extraño
el ascendiente fecundador de Gamaliel Churata.

7. De Sanctis, ob. citada, pp. 186 y 187.

8. José Gálvez, Posibilidad de una genuina literatura nacional, p. 7.

9. De Sanctis, en su Teoría e Storia della Letteratura (p. 205) dice:


"El hombre, en el arte como en la ciencia, parte de la subjetividad y
p o r esto la lírica es la primera forma d e la poesía. Pero de la
subjetividad pasa después a la objetividad y se tiene la narración,
en la cual la conmoción subjetiva es incidental y secundaria. El
campo de la lírica es lo ideal, de la narración lo real: en la primera,
la impresión es fin, la acción es ocasión; en la segunda sucede lo
contrario; la primera no se disuelve en prosa sino destruyéndose; la
segunda se resuelve en la prosa que es su natural tendencia".

10. "Son los tiempos de lucha -escribe De Sanctis- en los cuales la


humanidad asciende de una idea a la otra y el intelecto no triunfa
sin que la fantasía sea sacudida: cuando una idea ha triunfado y se
desenvuelve en ejercicio pacífico no se tiene más la épica, sino la
historia. El poem a épico, p o r tanto, se p u ed e definir como la
historia ideal d e la humanidad en su paso de una idea a otra " (Ib., p.
207).
11. José de la Riva Agüero, Carácter d e la literatura del Perú
Independiente, lima, 1905.

12. Ib.

13. En Sagitario N° 3 (1926) y en Por la Emancipación de la América


Latina (Buenos Aires, 1927), p. 139.

14. Oh. citada, p. 139.

15. En una carta a Amauta (N° 4), Haya, impulsado p o r su


entusiasmo, exagera, sin duda, esta reivindicación.

16. Federico More, "De un ensayo sobre las literaturas del Perú ", en
El Diario d e la Marina de La Habana (1924) y El Norte de Trujillo
(1924).

17. Véase en este volumen el ensayo sobre "Regionalismo y


Centralismo".

18. De Nuestra Época (Julio de 1918) se publicaron sólo dos


números, rápidamente agotados. En ambos números, se esboza una
tendencia fuertemente influenciada p o r España, la revista de
Araquistáin que un año m ás tarde, reapareció en La Razón, efímero
diario cuya más recordada campaña es la de la Reforma
Universitaria.

19. González Prada, Páginas Libres.

20. González Prada, ob. citada.

21. González Prada, ob. citada.

22. González Prada, ob. citada.

23. González Prada, ob. citada.


24. M. Ibérico Rodríguez, El Nuevo Absoluto, p. 45.

25.1b.,pp. 43 y 44.

26. Pedro Henríquez Ureña, Seis Ensayos en busca de nuestra


expresión, p. 45 a p. 47.

27. Gálvez, ob. citada, pp. 33 y 34.

28. Ib., p. 90.

29. El humorismo de Valdelomar se cebaba donosamente en las


disonancias mestizas o huachafas. Una tarde, en el Palais Concerí,
Valdelomar m e dijo: "Mariátegui, a la leve y fina libélula, motejan
aquíchupajeringa". Yo, tan decadente como él entonces, lo excité a
reivindicar los nobles y ofendidos fueros de la libélula. Valdelomar
pidió al mozo unas cuartillas. Y escribió sobre una m esa del café
melifluamente rumoroso uno de sus "diálogos máximos". Su
humorismo era así, inocente, infantil lírico. Era la reacción de un
alma afinada y pulcra contra la vulgaridad y la huachafería de un
ambiente provinciano monótono. Le molestaban los "hombres
gordos y borrachos", los prendedores de quinto d e libra, los puños
postizos y los zapatos con elástico.

30. En el Boletín Bibliográfico de la Universidad de Urna, N° 15


(diciembre de 1915). Nota crítica a una selección de poem as de
Eguren hecha p o r el Bibliotecario d e la Universidad, Pedro S. Zulen,
uno de los prim eros en apreciar y admirar el genio del poeta de
Simbólicas.

31. No escasean en los versos de Eguren los italianismos. El gusto


de las palabras italianas -que no lo latiniza-, nace en el poeta de su
trato de la poesía de Italia, fomentado en él p o r las lecturas de su
hermano Jorge que residió largamente en ese país.

32. Una buena parte de la obra de Eguren es romántica, y no sólo en


Simbólicas sino en Sombras y aun en Rondinelas, las dos últimas
jornadas de su poesía.

33. Antenor Orrego, Panoramas, ensayo sobre César Vallejo.

34. Orrego, ob. citada.

35. Jorge Basadre juzga que en Trilce, Vallejo emplea una nueva
técnica, pero que sus motivos continúan siendo románticos. Pero la
más alquitarada "nueva poesía", en la m edida en que extrema su
subjetivismo, también es romántica, como observo a propósito de
Hidalgo. En Vallejo, hay ciertamente mucho de viejo romanticismo y
decadentismo hasta Trilce, pero el mérito de su poesía se valora
p o r los grados en que supera y trascien-de esos residuos. Además,
convendría entenderse previam ente sobre el término romanti­
cismo.

36. Estudio sobre el nativismo en La Cruz del Sur (Montevideo).

37. D éla Vida Inkaica, p o r Luis E. Valcárcel, Lima, 1925.

38. Una nota del libro d e López Albújar que se acuerda con una nota
del libro de Valcárcel es la que nos habla de la nostalgia del indio.
La melancolía del indio, según Valcárcel, no es sino nostalgia.
Nostalgia del hom bre arrancado al agro y al hogar p o r las empresas
bélicas o pacíficas del Estado. En "Ushanam Jampi" la nostalgia
pierde al protagonista. Conce Maúle es condenado al exilio p o r la
justicia d e los ancianos de Chupán. Pero el deseo d e sentirse bajo
su techo es más fuerte que el instinto de conservación. Y lo impulsa
a volver furtivamente a su choza, a sabiendas de que en el pueblo lo
aguarda tal vez la última pena. Esta nostalgia nos define el espíritu
del pueblo del Sol como el de un pueblo agricultor y sedentario. No
son ni han sido los quechuas, aventureros ni vagabundos. Quizá p o r
esto ha sido y es tan poco aventurera y tan poco vagabunda su
imaginación. Quizá p o r esto, el indio objetiva su metafísica en la
naturaleza que lo circunda. Quizá p o r esto, los jircas, o sea los
dioses lares del terruño, gobiernan su vida. El indio no podía ser
monoteísta.
Desde hace cuatro siglos las causas d e la nostalgia indígena no han
cesado de multiplicarse. El indio ha sido frecuentem ente un
emigrado. Y, como en cuatro siglos no ha podido aprender a vivir
nómadamente, porque cuatro siglos son m u y poca cosa, su
nostalgia ha adquirido ese acento d e desesperanza incurable con
que gimen las quenas.
López Alhújar se asoma con penetrante mirada al hondo y mudo
abismo del alma del quechua. Y escribe en su divagación sobre la
coca: "El indio sin saberlo es schopenhauerista. Schopenhauer y el
indio tienen un punto de contacto, con esta diferencia: que el
pesim ism o del filósofo es teoría y vanidad y el pesim ism o del indio,
experiencia y desdén. Si para uno la vida es un mal, para el otro no
es ni mal ni bien, es una triste realidad, y tiene la profunda
sabiduría de tomarla como es".
Unamuno encuentra certero este juicio. También él cree que el
escepticismo del indio es experiencia y desdén. Pero el historiador
y el sociólogo pued en percibir otras cosas que el filósofo y el
literato tal vez desdeñan. ¿No es este escepticismo en parte, un
rasgo de la psicología asiática? El chino, como el indio, es
materialista y escéptico. Y, como en el Tawantinsuyo, en la China, la
religión es un código de moral práctica m ás que una concepción
metafísica.

39. El prologuista de Cuentos Andinos, señor Ezequiel Ayllón,


explica así la justicia popular indígena: "La le y sustantiva,
consuetudinaria, conservada desde la más oscura antigüedad,
establece dos sustitutivos penales que tienden a la reintegración
social del delincuente, y dos penas propiam ente dichas contra el
homicidio y el robo, que son los delitos de trascendencia social. El
Yachíshum o Yachachíshum se reduce a amonestar al delincuente
haciéndole com prender los inconvenientes del delito y las ventajas
del respeto recíproco. El Alliyachíshum tiende a evitar la venganza
personal reconciliando al delincuente con el agraviado o sus
deudos, p o r no haber surtido efecto morigerador el Yachíshum.
Aplicados los dos sustitutivos cuya categoría o trascendencia no son
extraños a los m edios que preconizan con ese carácter los
penalistas de la moderna escuela positiva, procede la pena de
confinamiento o destierro llamada Jitaríshum, que tiene las
proyecciones de una expatriación definitiva. Es la ablación del
elemento enfermo, que constituye una amenaza para la seguridad
de las personas y de los bienes. Por último, si el amonestado,
reconciliado y expulsado, roba o mata nuevamente dentro d e la
jurisdicción distrital, se le aplica la pena extrema, irremisible,
denominada Ushanam Jampi, el último rem edio que es la muerte,
casi siempre, a palos, el descuartizamiento del cadáver y su
desaparición en el fondo de los ríos, de los despeñaderos, o
sirviendo de pasto a los perros y a las aves de rapiña. El Derecho
Procesal se desenvuelve pública y oralmente, en una sola audiencia,
y com prende la acusación, defensa, prueba, sentencia y ejecución ".

40. Vilfredo Pareto, Trattato di Sociologia Generala, tomo 111, p. 265.

41. Los estudios de Hildebrando Castro Pozo sobre la comunidad


indígena, consignan a este respecto datos d e extraordinario interés,
que he citado ya en otra parte. Estos datos coinciden absolutamente
con la sustancia de las aserciones de Valcárcel en Tem pestad en los
Andes a las cuales, si no estuviesen confirmadas p o r investigaciones
objetivas se podría suponer excesivamente optimistas y
apologéticas. Adem ás cualquiera p u ed e comprobar la unidad, el
estilo, el carácter de la vida indígena. Y sociológicamente la
persistencia en la comunidad de los que Sorel llama "elementos
espirituales del trabajo", es de un valor capital.
42. El Libro de la Nave Dorada, Ediciones d e El Norte, Trujillo, 1926.

43. Reconozco, además, la ausencia en este ensayo d e algunos


contemporáneos mayores, cuya obra deb e aún ser estimada más o
m enos susceptible de evolución o continuación. Mi estudio, lo
repito, no está concluido.

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