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ROMAN PIÑA CHAN
Prólogo de
LEAN DRO ROVI ROSA W ADE
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on esta obra sobre los olmecas, escrita por el destacado investigador y arqueólogo Doc
C tor Román Piña Chan y con la cartografía histórica del Estado de Tabasco, de próxima
publicación, el gobierno que presido cierra la labor editorial del sexenio 1976-1982, que
comprende 118 títulos y 52 autores.
En este esfuerzo editorial contamos con la valiosa cooperación de Manuel González Cal
zada, quien falleció hace menos de un año; que con su alto nivel profesional y pasión por la
historia de Tabasco, hizo posible tan amplio, variado y erudito trabajo.
El Doctor Piña Chan, originario de Campeche, que domina su materia, señala que los ol
mecas antiguos escogieron para vivir el curso de los caudalosos ríos de Veracruz y Tabasco,
las zonas de tierras aluviales que se inundaban periódicamente. Una región que, en términos
generales, puede ser considerada como inhóspita, calurosa, húmeda y pantanosa. Lo cual, por
otra parte, recuerda las condiciones ecológicas de Mesopotamia y Egipto, cuando iniciaron
sus poblamientos; no terminando ahí la semejanza, pues en esas regiones surgieron civiliza
ciones, unas más adelantadas que las otras, pero todas ellas de una gran importancia para su
tiempo.
También, al igual que esas civilizaciones del Viejo Mundo, la Olmeca no surgió de la na
da. Debió tener un origen, un período inicial de formación y desarrollo, lo mismo que en el
progreso que le permitió sobresalir entre otros grupos contemporáneos; problemática que el
autor de la presente obra toma muy en cuenta, a efecto de ubicar a los olmecas en el lugar que
les corresponde, dentro de la corriente histórica del México Prehispánico.
Por ello, el libro se inicia con un bosquejo de la herencia indígena del México de ayer y
de hoy, es decir, con una visión de las sociedades prehispánicas que existieron en el territorio
mexicano y que dejaron numerosos sitios arqueológicos y extraordinarios monumentos que
forman parte del patrimonio nacional; todo ello unido a una serie de comunidades indígenas
sobrevivientes, de grupos humanos autóctonos que aún viven casi en las mismas regiones de
Sus ancestros, ricos en artesanías, indumentaria y costumbres tradicionales. Basado en el estu
dio de la cerámica mesoamericana, el autor de esta obra plantea una hipótesis para explicar el
origen, formación, desarrollo, auge y decadencia de lo "olmeca antiguo".
Entre los logros de los olmecas llaman la atención el dominio y la perfección de una es
cultura, tanto monumental como miniaturista, en una región de la cual se ha dicho que no
tenía piedra. Según algunos investigadores, el material pétreo tenía que extraerse de las estri
baciones serranas de Chiapas, de la provincia de los Tuxtlas o de los cerros aislados de la re
gión, lo cual implica una notable tecnología y un enorme esfuerzo humano; a ello hay que
agregar el traslado y el transporte; desde muchos kilómetros de distancia, a los centros cere
moniales: por tierra, agua o por ambos medios. En este sentido tenemos que pensar en cuñas,
cinceles, martillos, cuerdas, rodillos, palancas, rampas, balsas, canoas, etc., lo cual da una idea
del adelanto que habían alcanzado los ingenieros olmecas.
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O tro de sus logros fue la arquitectura, modesta si se quiere, ya que sus construcciones se
hacían de tierra o de barros de colores; pero en sus centros se advierte que ya estaba presente
la idea de m o d ificar el espacio ocupado, de ordenarlo y de je ra rq u iza rlo por medio de
m ontículos-basam entos-tem plos, plataform as para los cultos o para habitaciones, p lazas, etc.,
y de lo que se infiere la existencia de constructores o maestros de obras, alb añiles, peones, ar
tesanos y escultores, así com o acarreo de m ateriales, orientación de estructuras, planeación
del desagüe y otros aspectos más de esta gran c iv iliz a c ió n que se desarrolló en Tabasco y V e
racruz.
Sobre los olm ecas se han escrito ya muchos libros y artículo s; tam bién se han publicado
casi todas la evidencias m ateriales y piezas de alta calidad artística que nos legaron; pero en
esta obra nos encontram os con nuevos enfoques, ideas renovadas e hipótesis interesantes
acerca de los m isteriosos olm ecas, que tal vez servirán de base o de inspiración para futuros
estudios. Igualm ente se publica en este libro un rico m aterial gráfico que m uestra algunas jo
yas que nunca antes se habían dado a conocer en nuestro país.
Por nuestra parte —y pensando en que dentro del am plio tema hay aspectos poco cono
cidos, o no investigados con profundidad — , el Gobierno a mi cargo se com p lace en p ub licar
esta obra que, consideram os, trata de manera distinta el problem a de los olm ecas. O sea, de
aquel pueblo que había entrado en el cam ino de la civ iliz a c ió n , que en parte se ubicó en el
territorio de nuestro Estado, y que echó las prim eras raíces de la nación m exicana, influyendo
en otras grandes civiliza cio n e s cercanas, com o la M aya y la Zapoteca.
Le an d ro R o v iro sa W a d e
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Detalle del Altar No. 4.
La Venta, Tabasco.
NUESTRA HERENCIA INDIGENA
Provincias fisiográficas
a gente que vivió en la región del hule, hacia donde nace el sol, cerca del borde del
L mar en el Golfo de México, fue conocida por los mexicas o aztecas con el nombre
de"Olmecas Uixtotin",en tiempos cercanos a la conquista española; pero con ante
rioridad en esa misma región se asentó también cierta gente que labró lo mismo enormes
altares monolíticos y cabezas colosales que delicadas figurillas y máscaras, a la que llama
remos "Olmecas Antiguos", o sea "antiguos habitantes de la región del hule".
Esos Olmecas, tanto históricos como antiguos, fueron una pequeña parte del pasado
indígena de México, cuya continuidad a través de la historia vemos todavía patentes en las
numerosas lenguas autóctonas, en la indumentaria nativa, en muchas costumbres y, sobre
todo, en las múltiples artesanías arraigadas en el distante pasado; y es que en la vieja malla
de la historia social y cultural de México hay hilos invisibles que unen a los indígenas de
ayer con los de hoy, que han tejido la trama del pasado y del presente, dando sentido y na
cionalidad al mexicano actual.
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Comenzando por el norte del país, y de acuerdo con West, estas regiones serían: la
Península de Baja California bañada por las aguas del océano, la Planicie Costera del
Pacífico; la Sierra Madre Occidental; la gran Meseta Mexicana; la Sierra Madre Oriental; la
Planicie Costera del Golfo y la Cordillera Neovolcánica que atraviesa a México de oriente a
poniente; en tanto que hacia el sur tendríamos a las tierras altas de la Sierra Madre del Sur;
a la Mesa del Sur; al Istmo de Tehuantepec; a la Planicie de Tabasco; la Sierra Madre de
Chiapas; la Costa del Soconusco y la Península de Yucatán, integrada fundamentalmente
por sedimentos calizos.
Por todas estas regiones se han localizado miles de sitios arqueológicos que indican la
presencia del hombre en diversos tiempos, que informan de las distintas sociedades que
existieron en el territorio mexicano; también en muchas partes de esas provincias hay monu
mentos coloniales que ilustran los asentamientos de los conquistadores españoles; y existen
muchas fuentes históricas que nos relatan que grupos habían antes y después de la conquis
ta; además de los grupos que sobreviven casi en las mismas zonas de sus ancestros
En esta península que posee una serie de cadenas montañosas en el sentido longitudi
nal de su territorio, muy próximos al litoral del Mar de Cortés; donde se ubican las sierras de
Juárez y de San Pedro Mártir con el Cerro de La Encantada, de San Borja, Cucapá y San Feli
pe; o donde se levantan el Pico de San Lázaro, el Volcán de las Tres Vírgenes, La Giganta y
el desierto del Vizcaíno; se han encontrado evidencias materiales de antiguas bandas de ca
zadores de fauna pleistocénica, de grupos recolectores y también de grupos históricos que
entraron en contacto con los misioneros del siglo xvi.
Allí, cerca de Comondú, aparecieron restos fósiles de bisonte, camello y caballo ameri
cano, algunos de ellos con las extremidades del hueso quemadas; en la localidad de San
Joaquín se han encontrado puntas de proyectil acanaladas, semejantes a las de Norteaméri
ca; en Laguna Chapala, hoy desecada, se hallaron algunos implementos de recolectores co
mo machacadores o partidores y piedras para fa molienda; también hay numerosos conche-
ros de recolectores de productos marinos,desde Ensenada hasta el Cabo San Lucas, pero
principalmente en las bahías de Todos Santos, Santa Rosalía y Sebastian Vizcaíno.
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En cambio, hacia el sur habitaron los Guaycuras y Pericues, quienes eran pescadores,
cazadores y recolectores; mismos que empleaban balsas, redes y anzuelos para la pesca; ca
zaban con el atlatl o lanzadardo y con el arco y la flecha; tenían mamparas y cuevas como
viviendas; usaban palos arrojadizos y recipientes de corteza; rendían culto a la pitahaya;
contaban con hechiceros o chamanes que usaban máscaras en sus curaciones mágicas;
eran polígamos; y guardaban los huesos de sus muertos en envoltorios que enterraban en
abrigos rocosos con ofrendas para la otra vida.
Los Pai-Pai y Kiliwas ocupaban la Sierra de Juárez, los Cochimíes se asentaban por la
parte septentrional de la península, los Laymones vivían hacia la parte media, Jos Seris en el
desierto y los Guaycuras y Pericues en el extremo sur; pero en la actualidad casi todos los
antiguos pobladores de Baja California han desaparecido, pues hasta hace unos veinte y
cinco afros sólo quedaban cuatro pequeños grupos lingüísticos derivados del yumano: los
Pai-Pai (Akwa'ala), los Ti-Pai (Diegueños), los Cha-Pai (Cucapás) y los kiliwa, todos ellos vi
viendo en el norte.
En esta planicie, desde la Cuenca de Sonora hasta el Cabo Corrientes de Jalisco, o me
jor dicho en el Noroeste de México, desde Colima hasta Sonora, donde se ubican los ardien
tes arenales del Desierto de Altar y numerosas llanuras aluviales y cuencas son surcadas por
ríos como el Mayo, Yaqui, Fuerte, Acaponeta y Santiago, existieron varios grupos que vivían
de la recolección de moluscos y de la pesca, o de una economía mixta basada en la agricul
tura, como lo indican los restos materiales econtrados en las localidades arqueológicas de
Trincheras, Guasave, Culiacán, Mazatlán, Chametla, Ixcuintla, Amapa y El Chanal entre
otros muchos.
Hacia 1533 los Pimas ocupaban un territorio que iba del sur de Sonora hasta el río Gila;
cultivaban maíz, frijol y ágaves; domesticaban guajolotes, utilizaban el algodón y las fibras
de ágave para hacer ropa; curtían pieles de venado y practicaban ceremonias religiosas con
libación de bebidas embriagantes (jugo de ágave con uvas silvestres). Hoy tienen un sistema
de agricultura de subsistencia y viven en pequeñas comunidades, en casas de adobe; ocu
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pan poblaciones como Yécora, Temusáchic, Soyopa, Yepachic, Maicoba, y los pimas se re
lacionan con los Coras, comprendiendo a los Pápagos, Pimas Bajos y Pimas Altos.
Los Opatas, por el tiempo de la conquista, habitaban en pequeños caseríos; tenían una
rudimentaria agricultura de subsistencia — maíz, algodón, chile— que completaban con la
cacería y recolección de frutos y yerbas —cactos, tunas, pitahaya, saguaro, palmito, mez
cal, camote, mezquite—; cazaban con arco y flecha (venados, conejos); en los ríos pesca
ban con red y barbasco para atontar a los peces; hacían cerámica; tejían sombreros, petates
y canastas; sus jacales tenían paredes de ramas y barro, techo de palma y era una sola
pieza; hacían fiestas con borracheras ceremoniales, con música de tambores, cascabeles de
tobillo y danzas; un juego común era correr e ir pateando una pelota pequeña; tenían bru
jos y quemaban a los difuntos con todas sus pertenencias. En el Siglo xvn los jesuítas los con
virtieron al cristianismo, concentrándolos en misiones.
Y los Coras de la familia yuto-azteca viven en la sierra del Nayar, emparentados con los
Huicholes; acostumbran tener un gobernador de la tribu, apoyado por un consejo de an
cianos; y los hombres visten de manta con camisas de artisela en los días de fiesta, llevando
además un morral de lana; las mujeres usan cambayas estampadas y huaraches; habitan en
casas de una sola pieza, a veces con anexos para guardar el maíz, para cocinar y para alojar
a los visitantes (tapanco); celebrando fiestas en las que hay danzas como la de los Matachi
nes, que bailan con tocados de garza negra y música de tambores y violines.
Las Coras viven de la agricultura y la recolección; saben preparar el mezcal; se han es
pecializado en la cordelería y producción de costales, morrales y fajas de ixtle; practican la
curtiduría de pieles; tienen el telar de otate y tejen bolsas de lana y de algodón; a la vez que
hacen cestos y decoran sus jicaras con chaquiras pegadas en cera de abeja.
Sierra Madre Occidental
Se extiende de la frontera con Estados Unidos hasta el río Santiago en Jalisco, es decir,
que tiene unos 1200 km. de largo; pero propiamente termina en el río Mezquital, al sur de
Durango. En su constitución se observa material volcánico del Terciario, como andesitas y
riolitas; a lo largo de su escarpamiento se ven profundos cañones y barrancas,con ríos que
corren hacia la Costa del Pacífico; y en ella sobresale la Barranca del Cobre, formada por el
río Urique en el occidente de Chihuahua, cuyo cañón es un digno rival del Cañón del Colo
rado.
Allí, en ese haz de cordilleras y altas cuencas, el hombre ocupó los abrigos rocosos y las
cuevas como viviendas temporales y para enterrar a sus muertos, tal como se ha visto en los
sitios arqueológicos de Río Verde, Yécora y Bavícora; pero con posterioridad allí habitaron
también los Varohios, Acaxees, Xíximes, Tepehuanes y Tarahumaras, últimos que todavía vi
ven dispersos en esa abrupta región.
Los Tepehuanes ocuparon en tiempos pasados un gran territorio, pues habían grupos
en Sinaloa, Durango, Coahuila, Chihuahua y la Sierra Madre Occidental. Actualmente los
hombres usan un calzón y camisa de algodón blanco, el cotense (especie de pañoleta atada
con nudos a la cadera), una faja, una pañoleta roja al cuello, sombrero de paja y huaraches
de cuero con suela de llanta; mientras que las mujeres llevan una enagua de varios colores,
de tela sencilla, con dos o tres olanes, hasta media pantorrilla; una blusa de manga larga, sin
cintura,de muselina y con alforzas en la parte trasera;así como una pañoleta roja, sujeta ba
jo la barbilla, que le cubre la cabeza.
La mujer cuida la casa y los niños, hace el tesguino, teje, hace cerámica y ayuda en la
cosecha del maíz; el hombre siembra, hace sombreros de palma o canastas tejidas y cuer
das trenzadas de pita; sus casas están hechas de troncos y tablones ensamblados, de una so
la pieza, con techo de tejamanil, y a veces con un tapanco que se usa como granero; y se
cocina en el interior de la casa, sobre el piso; a la vez que se duerme en petates o pieles de
cabra. Hacen arcos y flechas, burdos violines serranos, sombreros y fajas, frazadas de lana
tejidas en telar de tipo horizontal. El juego más común es el de "correr la bola".
Por su parte, los Tarahumaras o Rarámuris (los de los pies ligeros) viven en las partes
más altas de la Sierra Madre Occidental, en el Estado de Chihuahua; conviven con los Tepe
huanes, Pinnas y Varohios; hoy subsisten de la agricultura, del pastoreo y de la pesca; pero
en tiempos prehispánicos, desde cuando menos 2000 A.C., un grupo ya elaboraba canastas
y cultivaba maíz, recolectaba semillas y frutos, cazaban con arco y flecha, vivían en las
cuevas, agregaron a sus cultivos el frijol y la calabaza, a la vez que peleaban con lanzas y
obtenían "cabezas-trofeos".
Por lo general el hombre usa calzón y camisa tradicional larga de manta burda o de lana,
amarrada con una faja de lana finamente tejida; una cubierta o frazada del mismo material;
un pequeño bolso de cuero para objetos personales; una banda de tela para sujetar el pelo
largo; y huaraches de cuero de tres cintas; en tanto que la mujer lleva de una a cuatro ena
guas de lana, amarradas a la cintura con una faja tejida; una banda de tela en la cabeza;
blusa bordada de manga corta; un rebozo en el torso y collares de semillas de colores.
La Meseta Mexicana
La Mesa del Norte es una vasta área de depósitos aluviales que dan lugar a extensas
cuencas y planicies, o sea que hacia el norte hay una franja alargada semiárida de monta
ñas separada por altas cuencas aluviales adyacentes a la Sierra Madre Occidental, y en el
oriente y centro hay tierras bajas y áridas, con características de desierto y drenaje interior.
En el área de las altas cuencas ubicadas a lo largo del lado oriental de la Sierra Madre
Occidental, desde Casas Grandes, Chihuahua, hasta la vecindad de Zacatecas, podemos
mencionar a Valparaiso y Villanueva al Suroeste de Zacatecas y a las llanuras de Guadiana,
Poanas y Guatimape en Durango, Zonas en las que prosperaron grupos como los de
Chalchihuites, La Quemada, El Zape, Schroedery Casas Grandes, que compartieron rasgos
culturales del Suroeste de Norteamérica como casas de varios pisos hechos^de adobe,
hachas de ranura, pipas de piedra, etc., al mismo tiempo que tenían elementos culturales de
México.
Así, en Paquimé o Casas Grandes, Chihuahua, hay casas de planta circular y semisubte-
rráneas; edificios de adobes con varios pisos; un juego de pelota de planta oval; canales de
riego y cisternas para almacenar el agua; hornos para cocer mezcal; jaulas de lodo para do
mesticar pericos y obtener sus plumas; cerámica policroma relacionada con el Suroeste de
los Estados Unidos; ornamentos de metal; entierros con ofrendas mortuorias y otros muchos
rasgos culturales.
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Muchachas tarahumaras.
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Hacia el oriente de la Mesa del Norte, desde la vecindad con San Luis Potosí hasta la
frontera con Estados Unidos, la extrema aridez ha moldeado la configuración superficial de
esa larga franja territorial, en la que los "bolsones" o cuencas desérticas es lo más caracte
rístico del paisaje; y los barriales o playas que se forman hacia el centro de los bolsones,
contienen arcillas salitrosas, las cuales fueron explotadas por los grupos chichimecas para
comerciar con sus vecinos.
Los barriales de Villa de Cos y Santa María en Zacatecas; Las Palomas, Los Gigantes y
Frailes en el Bolsón de Mapimí, o el Bolsón de Parras al sur de Coahuila, son ejemplos de
esos depósitos de sal; la porción sur de la Mesa del Norte, entre la Sierra de Parras y el cen
tro de San Luis Potosí, es comunmente llamada El Salado, árida y desolada región que tam
bién contiene barriales; y como decíamos, toda esa amplia franja desértica fue ocupada por
grupos de bajo nivel cultural, como los Zacatéeos, Cuachichiles, Cazcanos, Conchos, Jovas,
Huicholes y otros más, algunos de los cuales sobreviven.
Así, por ejemplo, los Jovas habitaban las barrancas a lo largo del río Papigochic, pero
los Apaches los desplazaron de sus montañas y los obligaron a refugiarse principalmente en
el Valle de Sahuaripa; mientras que los Huicholes continúan habitando por la parte septen
trional del Estado de Jalisco, allá por los límites con Nayarit y Zacatecas, especialmente en
las barrancas y picachos, valles y mesetas, donde suelen encontrarse sus cabeceras y san
tuarios.
Las casas son de adobe con techo de terrado o de piedra y paja, tienen un sólo cuarto
con una puerta estrecha y sin ventanas, así como una enramada anexa para cocinar; y prac
tican la agricultura utilizando el arado y el bastón plantador o estaca, a la vez que la gana
dería.
La mujer lleva una falda larga muy fruncida de percal y a veces un sobrepuesto de tela
estampada; cubre su cabeza con un paño cuadrangular una de cuyas puntas cae sobre su
frente; usan huaraches; y se adornan con docenas de collares de papelillo y en ocasión de
las fiestas,con pequeñas manchas de colores en las mejillas.
Por su parte, los hombres usan una camisa de percal florido o de manta bordada en
punto de cruz, abierta a los lados y con faldón muy largo, calzón también bordado en sus
extremos, ceñido con una faja tejida de lana y un sartal de pequeñas bolsitas multicolores;
llevan en los hombros una capa en triángulo, de franela ricamente bordada; y completan su
atuendo con huaraches; sombreros tejidos de palma, adornados con cruces de franela en la
copa y el ala, que a su vez está orlada con capullos de mariposa y plumas de guajolote o
perico, o bien con colas de ardilla; collares de cuentas y aretes y pulseras de chaquira; así
como dos o tres morrales tejidos con diseños de animales y plantas.
Entre las artesanías los Huicholes hacen los llamados Ojos de Dios (tzícuris), especie de
cruz de varas con un rombo de estambres de colores — para que la deidad acompañe al
devoto—; morrales o bolsas de lana hechos en telar de cintura, principalmente con dise
ños de águilas bicéfalas; tablillas propiciatorias hechas con estambres de colores sobre una
base de cera de Campeche, uniendo un hilo a otro hasta llenar todo el espado (námas), las
cuales se colocan en los adoratorios para propiciar el favor de las deidades: venado, el por
tavoz de los dioses; águila real, el corazón del dios del fuego; paloma y coyote, vinculados a
la diosa de la tierra; serpiente, relacionada con el viento, los ríos, relámpagos, lluvia, fuego,
nubes, etc.; así como pulseras, aretes y jicaras a base de chaquira.
Mesa Central
La Mesa Central o Altiplanicie Meridional fue densamente poblada, lo mismo por sus
fértiles valles de suelos aluviales como el Bajío de Guanajuato, el de Toluca o Matalcingo,
el de Puebla, Tlaxcala, Morelos y la Cuenca de México,como por los sistemas lacustres de
Chapala, Sayula-Zacoalco, Cuitzeo y Pátzcuaro; y también por sus tierras altas y húmedas,
amparadas por formaciones volcánicas como el Nevado de Toluca o Xinantecatl, el Volcán
de Colima, La Malinche, el Nudo de Tancítaro, Iztaccihuatl y Popocatepetl, o sea por la cor
dillera o Eje Neovolcánico Transversal. Aquí numerosos grupos humanos fueron paciente
mente desarrollando sus culturas, que hoy conocemos como Preclásicas, Teotihuacana,
Tolteca, Mexica, Otomí, Matlatzinca, Tlahuica, Tarasca, etc.; algunos de cuyos descendien
tes — nahuas, otomíes, mazahuas, pames, tarascos, etc.— viven todavía en lugares de la
misma región.
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La cultura Preclásica del Altiplano Central se caracterizó por su elaborada alfarería y
modelado de figurillas con rasgos al pastillaje, las cuales nos muestran a la gente de aque
llos tiempos, sus vestidos, ornamentos y costumbres; misma que evolucionó notablemente
al recibir el impacto de la cultura olmeca, que entre otros rasgos traían las costumbres de
la deformación del cráneo, la mutilación dentaria, el rapado total o parcial de la cabeza y la
pintura corporal y facial.
Los Teotihuacanos lograron construir una gigantesca urbe ceremonial ocupada y regi
da por una sociedad teocrática y un Estado; desarrollaron una arquitectura y una escultura
monumental llena de religiosidad; decoraron sus habitaciones, palacios y templos con be
llas pinturas murales; tuvieron una buena alfarería con elegantes formas; modelaron delica
das figurillas de barro que reproducían mediante moldes, algunas de ellas con los miembros
movibles como títeres; tallaron máscaras funerarias en serpentina y alabastro; los artistas
plasmaron en sus obras a las figuras de sus dioses, entre ellos a Tláloc (lluvia), Xipe (primave
ra) y Huehueteotl (fuego); iniciaron el comercio en gran escala y fueron los creadores del es
tilo arquitectónico de "talud y tablero".
Los Toltecas fueron más bien militaristas; fundaron su capital en Tula, Hidalgo, ciudad
compuesta de varios conjuntos de edificios entre los que sobresale el Templo de Tlahuizcal-
pantecuhtli, dedicado al Señor del Alba o Quetzalcoatl (Venus como estrella de la mañana);
y allí se labraron los famosos colosos o cariátides en forma de guerreros que sostenían los
dinteles del templo; columnas serpentinas; banquetas con escenas procesionales; lápidas
con águilas y jaguares devorando corazones humanos; atlantes; chacmoles y otras obras ar
tísticas que fueron copiadas de Chichón Itzá para embellecer el centro ceremonial.
Figurilla teotihuacana.
Escultura mexica.
Hoy los tarascos viven en casas de adobe encalichado, cubiertas con tejas de barro
rojo; su economía se basa en la agricultura y en la pesca; hombres y mujeres tejen redes para
coger pescado blanco, perca negra, acúmara, mojarra y sardina en los lagos, o charales con
"cucharas” ; y también tienen "trojes" o casas de madera con un pequeño portal y un tapan-
co interior para guardar los granos, todo ello labrado artísticamente; en su organización po
lítica conservan todavía la tradicional "guatápera" o centros de acción y planificación de
las obras comunales; celebran fiestas como la Feria del Pato, Las Palmas, la Semana Santa,
con bailes tradicionales — Los Viejitos, Moros y Cristianos, Los Negritos — ; y practican nu
merosas artesanías, entre ellas la alfarería de Patamban y Santa Fé, el cobre de Santa Clara,
la palma de Xerécuaro, la laca de Uruapan, los muebles de Cuanajoja piel de Chilchota y
Cherán, los encajes de Angahuan y las guitarras de Paracho.
Los otomíes ocupan parte de los Estados de Tlaxcala, Puebla, México, Hidalgo, Queré-
taro, Guanajuato y Michoacán; viven de la agricultura y de la recolección — maíz, frijol, ca-
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labaza, chile, quelite, quintonil, nopal, tuna, huauzontli, biznaga, mezquite, garambullo,
flor del Izote, etc. — ; tienen casas según la región: de adobe con techo a dos aguas y revesti
do de tejamanil, con un corredor y un granero interior, más una división entre estancia coci
na; o de adobe con techo plano de madera recubierto de barro y una sola pieza; y aún jaca
les de paredes de madera y techo de zacate, o con paredes de penca de maguey y techo de
paja o zacate. Existe la cooperación interfamiliar para construir la casa, y el tequio o faena
es obligatorio.
Las mujeres otomíes usan una blusa de manga corta con bordados en las mangas y el
cuello para estar en la casa; al salir se recubre con un poncho o quechquemitl; llevan una
falda o enredo de unos cinco metros de largo, de lana y a manera de tubo enrollado que se
pliega al cuerpo, sujeta con una una ancha faja tejida y también usan un refajo; así como
rebozos, trenzas, aretes de plata y collares de cuentas de vidrio.
Y el hombre usaba una camisa de algodón algo burdo, con cuello redondo, abierta o
semiabierta al frente, con botones; lo mismo que huaraches y sombrero; pero ahora es fre
cuente que usen encima de la camisa un sarape o jorongo de lana, de algodón o de ixtle, y
un morral tejido. Para tejer todavía se tiene el telar de dos barras; y algunos hacen cerámica,
cestas de bejuco, objetos de carrizo y papel de corteza.
Por su parte, los Mazahuas viven principalmente en el Estado de México y en los muni
cipios de San Felipe del Progreso, Jocotitlán, Timilpan y Atlacomulco e Ixtlahuaca. Desde
tiempos prehispánicos han estado junto con los otomíes, por lo que su lengua es muy pare
cida; la base de su economía es la agricultura y la industria doméstica como producción de
alfarería utilitaria, sencilla y sin decoración, en Temascalcingo; elaboración de metates casi
esféricos y moldeados; beneficio de la lana y producción de manufacturas de ixtle — sogas,
ayates, bolsas— y de tirillas de paja de trigo; tejidos de lana — morrales, quechquemitl, so
brecamas, fajas— y hechura de ornamentos de plata.
* i
Por estas regiones habitaron algunos grupos de otomíes, pames, mazahuas, ocuiltecos,
huastecos,totonacas, tepehuas y popolocas, los cuales todavía subsisten; habiendo asenta
mientos prehispánicos como Pánuco, Tancanhuitz, El Ebano, El Tamuín, Castillo de Teayo,
El Tajín, Yohualichan, Cempoala, Isla de Sacrificios, Remojadas y muchos más, que son ex
ponentes del desarrollo cultural alcanzado por diferentes pueblos en distintos tiempos.
Así, por ejemplo, los huastecos se caracterizaron por sus construcciones de planta cir
cular; por una cerámica de color blanco o crema en forma de calabazas con vertedera, o
por una alfarería bicroma y policroma — negro, rojo, café, crem a— en forma de vasijas efi
gie representando seres humanos y animales, sin faltarles la vertedera; por el modelado de
figurillas en barro rojizo o marfil; por una escultura propia en la que perpetuaron a sus dio
ses, entre ellos a Quetzalcoatl, con gorro cónico, orejeras de gancho y pectoral de caracol
cortado; además de que conocieron la metalurgia, trabajaron delicadamente la concha y el
caracol marino, fueron diestros tejedores, y gozaron de fama como brujos e ilusionistas en
tiempos cercanos a la conquista española.
También por esas regiones desarrollaron los totonacas su cultura, como puede verse
desde los tiempo de El Tajín; centro ceremonial que se distinguió por una arquitectura de
corada con nichos; por su juego de pelota con paneles en bajorelieve y representaciones re
lacionadas con el dios Nacxitl Quetzalcoatl y el sacrificio asociado al juego de la pelota;
por el complejo yugo —palm a— hacha que eran representaciones funerarias del atuendo
de los jugadores de pelota para la otra vida; y por las atractivas figurillas sonrientes relacio
nadas con el culto a la primavera; hasta el momento de apogeo de Cempoala, que fue la
primera ciudad totonaca que se opuso a los conquistadores españoles.
En tiempos prehispánicos los Huastecos se extendían del río Cazones al río Tamesí; te
nían costumbres como la de llevar los cabellos trenzados con hilos de plumas retorcidas; te
ñirse el cabello de rojo; limarse los dientes y coloreárselos con chapopote; escarificarse y
pintarse el cuerpo; así como usar orejeras y narigueras; en tanto que hoy viven por el norte
de Veracruz, sur de Tamaulipas y partes de San Luis Potosí, Querétaro e Hidalgo; se agru
pan en poblados dispersos; se mantienen de la agricultura y de la ganadería; habitan en ja
cales de techo cónico y piso de tierra; hacen cerámica y desempeñan otros oficios como la
cestería, la carpintería y el tejido.
Pectoral de concha. Huasteco.
0 Ù i ó 8 J J Ü
25
Los hombres llevan calzón y camisa blanca, huaraches, sombrero y un morral; las muje
res usan el quechquemitl bordado sobre manta con motivos tradicionales como el árbol de
la vida, conejos y flores; también llevan enaguas y ceñidor o faja; se cuelgan un morral bor
dado, en el que guardan una jicara y una escobeta para peinarse; por lo general enredan el
cabello con estambres de brillantes colores; y suelen llevar el tocado o "petop" en las festi
vidades, el cual es una especie de corona o armazón de bejuco en el que se intercalan rom
bos de pelo con otros de estambre verde, anaranjado, rosa y guinda, mientras que en el cen
tro del petop ensartan un pañuelo que les cae sobre la espalda.
Los Huastecos cuentan con brujos o curanderos; hacen reverencias al sol que nace y a
la luna nueva; colocan imágenes en los campos; ejecutan ritos en las cuevas de las monta
ñas; y celebran sus festividades con danzas como la de El Volador que viene de tiempos
prehispánicos, la de la Mal inche, los Negros, los Viejos, los Rebozos, etc. y, desde luego, los
sones y huapangos son bailes comunes.
Los Totonacas ocupan las llanuras cálidas surcadas por numerosas colinas o lomeríos y
la sierra quebrada y fría, es decir, se localizan en municipios de Puebla y Veracruz como
Quiahuiztlan, Cempoala, Papantla, Hueytlalpan, Olintla y Huehuetlan; forman congrega
ciones y poblados dispersos con chozas de bajareque; en su utillaje casero predominan los
bancos, petates, molcajetes, calabazos y bateas; su economía se basa en la agricultura y ex
plotación de la vainilla; los jefes de familia realizan trabajos comunales o faenas; y siguen
utilizando el telar manual para hacer telas de lana teñida con añil que emplean en la con
fección de faldas y cotones.
Las mujeres visten diariamente con enaguas de lana negra tejida o de percal blanco,
blusas, quechquemitl y pañoleta; los hombres usan calzón y camisa de^percal blanco, som
brero y a veces huaraches, aunque en la sierra se usa también un cotón o jorongo con man
gas, de lana negra o azul; pero en los días de fiesta las mujeres usan una enagua de organdí
bordado, una blusa de satín con banda de organdí en la pechera y mangas, fajas, pasadores
y flores ensartadas en el cabello; en tanto que los hombres llevan camisa y calzón de muse
lina o de popelina blanca, huaraches, y una flor en el sombrero o en la bolsa de la camisa.
También los Totonacos tienen adivinos y curanderos que usan figuras de papel recorta
do; celebran ceremonias agrícolas, bautizos y otros rituales católicos, aunque también
creen en seres sobrenaturales; y son afectos al zapateado sobre tarimas, además de practi
car danzas como El Volador, la Guagua, los Negritos, los Gatos, Tejoneras, Moros y Cris
tianos, los Santiagos y Tocotines. Entre sus artesanías sobresalen los tejidos de lana y los de
Zacatlán, las bateas de madera, las velas de cera y otras más.
Y los Tepehuas fueron grupos que se separaron del Totonaco; habitan en la Huasteca
Veracruzana y por las estribaciones de la Sierra Madre Oriental, sus asentamientos son de
tipo compacto en torno a una plaza,con viviendas de planta rectangular, muros de varas y
lodo, así como techos redondeados de zacate o palma; como mobiliario tienen mesas y si
llas rústicas, baúles, cajas con ropa; hay en el interior de las casas, altares con imágenes ca
tólicas, así como figuras de papel elaboradas por los curanderos, flores y ceras; todavía
usan el temazcal o baño de vapor, cubierto con hojas de plátano; y las mujeres llevan un re
fajo de tela blanca con borde rosado o azul, una blusa bordada y quechquemitl; mientras
que el hombre usa calzón blanco abombado, cerrado en los tobillos, camisa, sombrero y
huaraches.
26
Sierra Madre del Sur y Mesa del Sur
Al norte y Oriente del Valle de Oaxaca se encuentra la Mixteca Alta o estribación norte
ña de la Mesa del Sur, drenada por algunos afluentes del Balsas; hacia el oriente del mismo
valle se ubican las tierras altas de los Mixes; bordeando la Mesa del Sur, hacia el noreste,
está la Sierra Madre de Oaxaca, que es como una barrera entre las tierras bajas costeras de
Veracruz y las altas de Oaxaca; e inmediatamente al oeste de esta cordillera se encuentra
el Cañón del Tomellín, el cual conecta a la cuenca de Puebla y Tehuacán con el Valle de
Oaxaca.
Antiguamente los Zapotecas poseían una gran cultura: vivían en centros ceremoniales
o ciudades en las que habían basamentos de cuerpos escalonados, decorados con tableros
de doble escapulario, y templos en la parte superior; estructuras para jugar a la pelota, ob
servatorios, altares, plazas, edificios habitacionales y otras construcciones menores; cono
cían la escritura jeroglífica, la numeración y el calendario; desarrollaron una arquitectura
funeraria, consistente en tumbas de cajón con techo de bóveda, o tumbas con antecámara,
cámara mortuoria con nichos y techos abovedados; tuvieron una cerámica principalmente
de color gris, representando a sus diversos dioses en urnas y braseros —Cocijo, Xipe, 13 Ser
piente— que ponían como ofrendas y acompañantes a los muertos; y también tallaron pie
dras semipreciosas de color verde, en forma de pectorales, orejeras, cuentas para collar,
máscaras y otros objetos.
Hoy los Zapotecas ocupan los valles centrales alrededor de la ciudad de Oaxaca, las
tierras altas de las montañas de Tlacolula y de la Sierra Madre del Sur, las Sierras de Ixtlán y
Miahuatlán, así como la costa del Pacífico y el Istmo de Tehuantepec. Viven de la agricultu
ra, caza, pesca, recolección, domesticación de aves de corral y un poco de ganadería; por lo
general habitan en jacales con techos a dos y cuatro aguas, con una olla invertida en los ex
tremos de los caballetes para que no entre el agua de la lluvia; comen tamales, .totopos y
otras viandas de maíz; y todavía utilizan el telar de cintura; tejen el ixtle y el algodón, lo
mismo que la lana y las palmas; hacen cerámica, trabajan las pieles y producen mezcal.
En general, las mujeres usan el huípil y el enredo, faldas amplias, blusas, paños para el
sol y rebozos; los hombres llevan calzón y camisa de algodón o de lana, huaraches y som-
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breros de palma; en la Chinantla las mujeres usan un huípil largo de lana blanca con bandas
de colores hasta media pantorilla, por debajo llevan una falda de franjas blancas y cafés,
sostenida por una faja; en tanto que lasYalaltecas llevan huípiles blancos y largos, decora
dos con trenzas de colores; por debajo usan una falda de franjas cafés y blancas, y en la ca
beza lucen sus tlacoyales o especies de turbantes trenzados con lana. Adornos de oro, de
plata, chaquira y collares con monedas son comunes.
Dentro de las comunidades el tequio o faena colectiva es ya una costumbre; los pue
blos tienen juzgados presididos por alcaldes, aunque algunas infracciones son castigadas di
rectamente por el pueblo; poseen una religión con cultos católicos y paganos, ya que creen-
en espíritus de los montes, en los nahuales, la tona, etc.; celebran fiestas a los Santos Patro
nes, organizadas por las mayordomías; tienen días especiales para la celebración del merca
do o tianguis en distintas partes; y dentro del área zapoteca hay localidades ocupadas por
mixes, zoques, huaves y otros grupos.
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Pectoral de oro con la efigie del dios viejo del fuego. Mixteca.
Hoy los Mixtecas viven hacia el norte y el occidente de Oaxaca, abarcando algunas
partes de Guerrero y Puebla; en su habitat se incluyen tierras altas semisecas y tierras bajas
húmedas en las que predomina una vegetación esteparia y desértica, así como tierras coste
ras; su economía depende principalmente de la agricultura, caza, pesca, recolección y horti
cultura; forman poblados compactos y barrios en las poblaciones grandes; sus casas son re
dondas o cuadradas, con techo de palma, una o dos habitaciones, y trojes circulares en el
exterior; a la vez que usan el rebozo para cargar a los niños y el' mecapal para llevar bultos a
la espalda.
Los mixtecas tienen curanderos que utilizan las semillas del ololiuhqui y hongos aluci
nantes en los rituales y la adivinación; entierran a sus muertos con acompañamiento de mú
sica; en sus festividades bailan danzas como la de Los Macheteros, parecida a la de los Mo
ros y Cristianos; y las mujeres usan enaguas amplias de manta o rayadillo, camisas, enredo y
huípiles; mientras que los hombres llevan un calzón de manta, un cotón o camisa cerrada
con un sólo botón en el cuello, huaraches y sombrero de palma.
En la región se teje la palma para producir sombreros, tenates, cestos y petates; se tra
29
baja la piel, los metales y los textiles; mereciendo mención los jorongos y cobijas-de lana
que se hacen en Yodocono y Tlaxiaco, los sarapes de algodón que se tejen en Jumiltepec y
Juquila, las chamarras de gamuza de Tlaxiaco y Teposcolula, las sillas de montar de Juxtla-
huaca, la cestería de Huajwapan, los petates de Nochxtlan y los machetes de Teposcolula y
Tlaxiaco.
En toda la región hay un sistema de trabajo colectivo gratuito, el tequio, que ha mante
nido el espíritu comunitario; también se acostumbra construir casas entre los parientes y
amigos, siendo el que habitará la casa el que costea el aguardiente y la comida; casas he
chas con horcones de madera dura, con otate cortado en tiras largas, y techo a dós aguas
cubierto con hojas de caña o palmas. En algunas partes hay también casas de adobe con te
chos de lámina de cartón o zinc.
Para dormir se utiliza la hamaca hecha con costales, petates y cama de otates; de la
madera se hacen tablas, vigas, ataúdes, etc.; practican la brujería y la hechicería; celebran
fiestas; y las mujeres llevan faldas de tela a rayas horizontales azules y blancas (región alta)
o de color liso (región baja) que se enredan en la cintura y llega hasta los tobillos, además de
un huipuil encima; se entretejen las trenzas con listones de colores y se untan el pelo con
una sustancia aceitosa, obtenida del hueso del mamey (pixcle) para mantenerlo suave y os
curo; mientras que los hombres usan pantalón de dril o calzón corto de manta, camisa de
algodón o de manta, chamarra o cotón de lana y zapatos o huaraches.
Otro grupo, como el de los Mixes, vive en la parte oriental del Estado de Oaxaca, desde
Mitla hasta Tehuantepec; forman poblaciones diseminadas por los bosques situados entre
1500 y 3000 metros de altura; sus casas son de planta oval, de un sólo cuarto, con techo a
cuatro aguas de zacate y paredes de troncos delgados, con temazcal dentro o fuera de la vi
vienda; duermen en hamacas y camas de varas o cañas, adosadas a la pared; los curanderos
utilizan el toloache y hongos alucinantes; hacen ofrendas propiciatorias a los espíritus de
las montañas, lo mismo que sacrificios de guajolotes en las cuevas para pedir buenas cose
chas o librarse de una enfermedad; y las mujeres llevan una falda rectangular arrollada a la
cintura y un huípil corto, en tanto que los hombres usan pantalón corto y camisa blanca.
Y los huaves ocupan las lagunas Superior e Inferior del Golfo de Tehuantepec; se agru
pan en poblados como San Mateo del Mar, Santa María y San Dionisio del Mar; habitan en
chozas techadas con hojas de palmera que llegan hasta el suelo, una para dormir, otra para
cocinar y otra para troje; de las vigas de las habitaciones cuelgan las hamacas y las canastas
con vestidos y enseres; usan bancos para sentarse; y tejen sus redes, construyen embarcacio
nes y remos, cuentan con la coa y siembran tierra adentro, en milpas.
30
laguna sólo usan el maxtle o taparrabo. El hilo morado es teñido con las secreciones de un
caracol marino.
Entre los huaves hay curanderos que hacen limpias y ritos a la lluvia y al mar; tienen
tambores y teponaxtles ceremoniales que guardan celosamente; y danzas como la de Los
Aztecas, cuyos trajes son parecidos a la de los Tejorones de Pinotepa, y La Malinche para
cuya danza destinan un caballo que no debe trabajar y que alimentan hasta que muere.
Planicie de Tabasco
El sur de Veracruz, con sus planicies aluviales surcadas por el río Papaloapan, se inte
rrumpe por la masa volcánica de Los Tuxtlas, en donde se ubica el Lago Catemaco, y a con
tinuación vienen las amplias tierras de Tabasco, con planicies formadas por los ríos y salpi
cadas de marismas y pantanos.Por los bordes aluviales de los ríos Coatzacoalcos,Uspanapa,
Tonalá y Grijalva se han encontrado importantes sitios arqueológicos, especialmente de los
antiguos olmecas que fundaron centros ceremoniales como San Lorenzo, Tres Zapotes y La
Venta; centros en donde floreció la escultura en piedra: altares monolíticos, cabezas colosa
les, cajas o sarcófagos, imágenes del dios jaguar y de sacerdotes, hachas petaloides, lápidas
con relieves, figurillas, etc., y en donde se inició también la escritura jeroglífica, la numera
ción y el calendario.
Por último, llegamos a la región maya, que se extiende de Tabasco a Guatemala, o sea
que engloba a la Península de Yucatán, plataforma caliza cuyas partes norte y occidental
todavía se encuentra bajo las aguas del mar, formando la extensa Sonda de Campeche, con
sus bajos y bancos de coral; a la vez que contiene a la Sierrita de Ticul, la cual marca la
frontera entre la planicie yucateca norteña y el terreno serrano del sur; a la zona milpera de
Campeche; a la zona de ríos y lagunas; a la zona de tierras bajas del Petén campechano y
guatemalteco; así como a la Sierra de San Cristóbal, en el norte de Chiapas, que se continúa
al centro de Guatemala como los Altos Cuchumatanes; la Depresión Central de Chiapas,
cruzada por el río Grijalva o Río Grande Chiapas; y la Sierra Madre de Chiapas, a lo largo de
la costa del Pacífico, que pasa a Guatemala y se prolonga hacia Honduras.
En esta amplia región florecieron ciudades como Uaxactún; Piedras Negras, Tikal, Co-
pán, Quiriguá, Kaminaljuyú, Comalcalco, Palenque, Bonampak, Río Bec, Edzná, Hochob,
Uxmal, Chichón Itzá, Tulum y muchas más, cada una de ellas con su sello arquitectónico
propio, que después se tradujo en la existencia de varios estilos, hoy conocidos como del
Petén, Río Bec, Palencano, Chenes, Puuc y Maya-Yucateco; a la vez que allí también habita
ron varios grupos derivados del gran tronco maya, entre ellos los lacandones, tzeltales, tzot-
ziles, tojolabales, choles, mames y mayas-yucatecos, los cuales sobreviven.
Los Mayas de tiempos prehispánicos fueron los genios matemáticos y astrónomos del
Nuevo Mundo; ellos descubrieron la exacta posición y uso del cero; crearon un sistema nu
mérico vigesimal por posición; ajustaron su calendario solar en 365 días; calcularon el mes
sinódico lunar en 29 días; computaron el ciclo venusino en 584 días; dejaron tablas para la
predicción de eclipses en el Códice Dresden; hicieron observaciones sobre varias constela
ciones y planetas; a la vez que registraron las fechas de sus acontecimientos más importan
tes en estelas de piedra, dinteles y jambas, partiendo de una fecha-era.
Desde luego, este conocimiento era compartido por los sacerdotes que residían en los
numerosos centros ceremoniales y ciudades, en las que no faltaban observatorios, basa
mentos y templos, canchas para el juego de la pelota, calzadas, chultunes o cisternas, a ve-
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ces arcos de entrada, edificios de varios pisos, etc.; y fueron los mayas quienes inventaron el
techo de bóveda de piedra salediza o arco falso, las cresterías o peines, las torres ornamen
tales, la columna serpentina, los chacmoles y otros elementos artísticos y arquitectónicos; al
mismo tiempo que fueron excelentes canteros y escultores, albañiles y pintores, diestros ta
lladores de piedras semipreciosas, creativos alfareros, orfebres, escribas de códices y lite
ratos.
Hoy, los mayas de las tierras bajas viven en aldeas o poblam¡entos dispersos y/o con
centrados, con milpas cercanas; o también en pueblos que son cabeceras, con el núcleo reli
gioso y administrativo en el centro, y la población indígena viviendo alrededor o esparcida
por la periferia; habitan en chozas de bajareque y de planta ovalada o rectangular, a veces
con paredes de adobe o de manipostería y en ocasiones con una pequeña huerta bardeada;
en el utillaje doméstico predominan las banquetas para tortear, el comal, el metate, jicaras,
canastos, banquillo, tinajas y hamacas; siendo su tecnología pobre, pues cuentan con ma
chetes, hachas, coa, pala, arado de madera, yunta en algunos lugares, azadón, cuchillos, ce
rámica y cestería.
Los Tzeltales que habitan la parte central de Chiapas, territorio de grandes llanuras en
el sur y quebrado y con altas cumbres en el centro, son vecinos de los chontales en el norte,
de los mayas en el este, de los choles y tzotziles en el oeste y de los tojolabales en el sureste;
se agrupan en comunidades y tienen casas de planta rectangular o cuadrada, con altares en
honor a la diosa de la tierra o Chulmetik y a Jesucristo, a veces también con temazcal o
baño de vapor; y en pequeñas huertas, al lado de las chozas, cultivan chayóte, papa, camo
te, yuca, calabaza, chile, frijol, y maíz, que son base de la dieta alimenticia, junto con la
caza y recolección.
Entre los Tzeltales hay dos grupos de autoridad; los miembros del Cabildo indígena y
del Ayuntamiento, así como el gobierno propio, compuesto de dos calpules, un santo pa
trono y las jerarquías, un jefe supremo o katinab, su secretario o Ohi Kabil, los curanderos
supremos o Dzunubiles, el alcalde que posee el bastón de mando, dos gobernadores o Cor
nales que también portan bastón y cuatro regidores o X'tules.
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Los Tzotziles se agrupan en comunidades o centros religiosos, políticos y judiciales ro
deados por barrios o conjunto de casas, los cuales funcionan como una unidad administra
tiva y ceremonial; las casas son rectangulares, con paredes de barro armado con carrizo o
tablones horizontales ensamblados, piso de tierra apisonada, y techo alto de dos aguas,
puntiagudo, forradode zacate, tejamanil, tejas o láminas, cuya parte superiorse utiliza como
almacén; y la economía descansa en la agricultura del maíz, frijol y calabaza, en la caza
con rifle, en la pesca con dinamita, anzuelo o trampa, y en la recolección.
Cuentan los Tzotziles con parteras, hueseros y chamanes de ambos sexos que son inter
mediarios entre lo natural y los invisible; hay tejedoras de prendas de algodón y lana de co
lor blanco y café; también tejedores de bolsas de fibras, sombreros y canastas; alfareros;
carpinteros que confeccionan guitarras, violines y arpas, así como tejamaniles y tablas; lo
mi$mo que curtidores, lapidarios y productores de velas de cera.
Por lo general las mujeres usan blusa blanca, falda de algodón azul ode lana azul y faja
roja, huípil y chal bordados de lana o rebozo de algodón para cargar a sus hijos, andan des
calzas y trenzan su pelo con listones de colores; mientras que los hombres llevan camisa
blanca y larga, a menudo con bandas rojas y azules en las mangas; pantalones hasta el tobi
llo o a media pantorrilla; faja de lana anudada a la cintura; y una pañoleta amarrada en la
cabeza, bajo el sombrero.
Y los Lacandones de Chiapas viven principalmente hacia las márgenes de los ríos y la
gunas, desarrollando una vida comunal de pequeños núcleos humanos en los caríbales, liga
dos por relaciones de familia; habitan en chozas de troncos y palma en los claros del bos
que; y hacia un extremo de la choza está el fogón, compuesto de tres piedras, sobre las que
se apoya el comal, y el resto del utillaje, como la piedra de moler, el banco para tortear,
jicaras, calabazos, ollas y cucharas de madera, se distribuyen cerca del fuego.
Pegada a la choza hay una enramada sostenida por delgados troncos, bajo la cual se
prepara el maíz o nixtamal; duermen en hamacas de henequén o de lona, o en un tapexco o
catre de varas y carrizos; en sus milpas cultivan maíz, frijol, chile, calabaza, tomate, camo
te, yuca, sandía, piña, melón, cebollas, papaya, plátano y mamey; a la vez que en parcelas
especiales siembran caña de azúcar y tabaco. Además de la agricultura los lacandones ca
zan jabalí, venado, mono, faisán y otros animales; pescan, recolectan, y también continúan
haciendo el Balché o bebida de maíz fermentado.
En general, los Lacandones son de corta estatura, de piel morena y ojos oblicuos; llevan
el cabello crecido y negro; su indumentaria consiste en un tosco vestido de manta o brin,
con mangas cortas y que les llega abajo de las rodillas (cotón que antes se tejía en telar),
aunque algunas mujeres pueden llevar enaguas hasta el tobillo, un cotón encima con faja, y
collares.
Desde luego,en la región maya existen numerosas artesanías,como la cerám ica de Ti
cul, Becal, Tenango y Amatenango del Valle; los sombreros de Calkiní, Becal, Tekax, Teñe
japa y Huistán; las cobijas y ponchos de los Chamulas; huípiles y camisas de Tenejapa y
Chenalho;bol$as,redes y cuerdas de Oxchuc; objetos de henequén y oro de Mérida.o de ca
rey y madera de Campeche; ámbar de Simojovel; etc.; artesanías que se asocian a los distin
tos grupos y a los cambiantes paisajes de la región, para en conjunto, y aunado a todo lo
expuesto con anterioridad, constituir ese mosaico geográfico — ecológico-social y cultu
ra l— que es el México indígena de ayer y de hoy.
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t <s
A ntecedentes
acia los comienzos del siglo xvi, Pedro Mártir de Anglería decía: "es verosimil que la
H tierra se junta o a lo menos se allega mucho, y por ésto es fácil de creer que los pri
meros pobladores pasaron a las Indias por tierra, porque nunca se hallaron rastros
de navios grandes... (y) más verosímilmente se concluye que la generación y población de
los indios ha procedido de hombres que pasaron a las Indias Occidentales, por la vecindad
de la tierra, y se fueron extendiendo poco a poco..."; o sea que ya desde entonces se consi
deraba que los indígenas americanos no eran autóctonos del continente y habían venido del
Viejo al Nuevo Mundo, gracias a la vecindad de la tierra en algún punto.f»
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Por los finales del mismo siglo xvi el Padre José de Acosta decía: "la razón porque nos
hallamos forzados a decir que los hombres de Jas Indias fueron de Europa o de Asia, es por
no contradecir a la Sagrada Escritura, que claramente enseña que todos los hombres des
cienden de Adán, y así no podemos dar otro origen a los hombres de Indias... (pero) porque
la una tierra y la otra en alguna parte se juntan y continúan o a lo menos se avecinan... (creo
que) al continuarse la tierra de Indias con esotras del mundo (o) a lo menos estar muy cerca
nas, ha sido la más principal y más verdadera razón de poblarse las Indias; y tengo para mí
que el Nuevo Orbe e Indias Occidentales, no a muchos millares de años que las habitan
hombres, y que los primeros que entraron en ellas mas eran hombres salvajes y cazadores,
que no gente de República y pulida..."; o sea que Acosta no sólo pensaba igual que
Anglería, sino que aún agregaba un bajo nivel cultural a los antiguos pobladores.™
Acosta, 1894.
(Jt- Laming-Emperaire, 1966.
«'"-Hrdlicka, 1912.
«5>- Rivet, 1943.
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contribuyeron al poblamiento de América: dos (Birdsell), cuatro (Rivet) o siete (ImbellOni)
que serían las hipótesis más generalizadas; (y) según se acepte una u otra tesis; se explicarán
de modo diverso las evidentes diferencias somáticas que se observan en distintos grupos
amerindios.*61
Sin embargo, podríamos decir también que en América existe un verdadero mosaico de
tipos y culturas, resultantes de las varias oleadas de gentes que pasaron en distintas épocas,
menos diferenciados mientras más antiguos, más diferenciados cuanto más recientes; pero
todos ellos derivados de los troncos raciales que se fueron diferenciando a su vez en el
Viejo Mundo —a partir del Homo S a p ie n s-y que ya en territorio americano, por adapta
ciones ambientales, mutaciones, mestizaje, aislamiento geográfico, deriva genética, dieta,
e t c . , d i e r o n a los g r u p o s i n d í g e n a s de A m é r i c a .
Por su parte Chard opina que el poblamiento de América tuvo lugar por medio de dos
movimientos básicos a través del puente que unía el este de Siberia y Alaska, durante el últi
mo período glacial. El movimiento inicial partió del este de Asia, a lo largo de las costas del
Pacífico, llevando una tradición litica de machacadores o partidores, artefactos bifaciales y
lascas amorfas, hará unos 40000 años; y el segundo movimiento partió del centro de Siberia,
llevando una tradición con trabajo del pedernal y posiblemente el germen del lasqueado bi
facial, siguiendo tal vez la costa del Artico. Mucho después penetrarían los Paleo-
Esquimales, hacia 6500 a.C.(10)
De acuerdo con éstos y otros investigadores puede decirse que hubieron varias migra
ciones importantes al continente americano; una muy antigua —35,000 o 40,000 a.C.—
correspondería a grupos de recolectores-cazadores atrapadores que traerían una industria
litica indiferenciada (lascas, nodulos, partidores, sin puntas líticas); otra que correspondería
a los grupos de cazadores de fauna pleistocènica con varios tipos de puntas de proyectil
(Sandía, Clovis, etc.); una migración correspondiente a grupos del Mesolitico-Neolitico, con
una industria microlítica principalmente; y gente que por contactos transpacíficos arribaron
a determinados puntos del continente americano, contribuyendo más al desarrollo de la
c u l t u r a q u e a la e v o l u c i ó n de l o s t i p o s f í s i c o s .
M>v C o m as, 1962.
i7*' Wormington, 1957.
,:w Bosch-Gimpera, 1958.
,9'- Bosch-Gimpera, 1961.
<1U> Chard, 1963.
36
Generalidades
Hasta antes del Paleolítico Superior prevalecía en Asia una tradición lítica de hachas
de mano trifaciales, pero habían otras industrias en el noroeste de India, en Burma, China,
Java y el Sureste de Asia que tuvieron su origen en otra tradición, y los implementos o arte
factos de esas industrias eran partidores o "choppers", es decir, piedras para partir o macha
car, hechas de cantos o nodulos y de bloques naturales.*11»
Esta tradición dominó a las tempranas culturas de Asia y dio lugar al Soaniense de Pa
kistán, al Anyathiense de Burma, al Choukouteniense de Pekín, Complejo Fenho de Shansí y
Honan, Ordosiense del Yenisei y del Baikal, etc.; industrias que casi sobrevivieron hasta el
Paleolítico Superior, junto con las hachas de mano.*12»
Por 40000 años antes de la era cristiana el hombre Neanderthal ocupaba todavía Cri
mea y la llanura rusa; a su vez Jos Neanderthaloides se habían extendido por CrimenfKiik
Koba, Staroselie), Uzbekistán (Teshik-Tash), Kwantung (Ma-Pa), Shansí (Ting-T'sun) los Ordos
(Sjara-Osso-Gol, Krasny Yar, Aman Kutan, etc) y partes del Baikal; siendo estas gentes caza
doras de mamut, rinoceronte, bisonte, caballo, ciervo gigante, hiena, etc., los que tenían ho
gares para el fuego y algunos artefactos musterienses.*13»
El Paleolítico Superior puede fecharse a partir de 40,000 a.C., por ese tiempo las tun
dras y las estepas gélidas — con escasos islotes de bosques septentrionales— ocupaban mu
cho más territorio de Europa y del Norte de Asia, que lo que habían alcanzado con anterio
ridad; a la vez que el Homo Sapiens, ancestro de las ramas modernas de hombres, estaba
presente en Europa, en el Occidente de Rusia, en Siberia y regiones meridionales, incluyen
do Crimea, El Cáucaso y el Asia Central.*14»
Este período fue de gran progreso tecnológico, pues a él se asocia la cultura o tradición
de hojas y buriles, la cual parece haber emergido en el suroeste de Asia y de allí pasar a Eu
ropa; o sea que durante él se desarrollaron nuevas técnicas en el trabajo de la piedra, del
asta y del hueso; ocurrieron cambios en la economía, y aún cambiaron las relaciones socia
les y el propio aspecto físico del hombre.
El Cravetiense tal vez se inició en el Sur de Rusia, pues allí floreció una rama oriental
de cazadores de mamut en las estepas y este de Siberia, los cuales contaban con perforado
res; puntas de proyectil con lasqueado en uno de sus bordes, hojas-cuchillos; puntas con
una escotadura u hombro, en uno o en ambos lados; uso del marfil; todo ello por 35000 a.C.
en el Occidente de Asia, y por 20000 en Austria; tradición que también se observa en Pred-
most, Vestonice, etc.(16)
También, y en relación con el Cravetiense, hay que mencionar a los hallazgos de Kos-
tienki, Rusia Central, en donde se encontraron puntas de proyectil con bases cóncavas y li
gero acanalado; raspádores terminales y raspadores con esquinas; buriles y cuchillos bifa-
ciales; lo mismo que puntas de proyectil hechas en hueso (Lautscher points); complejo que
pasó al este de Siberia, asociándose a herramientas de lascas y de guijarros o nódulos.07*
En Siberia, los grupos de Maltá, cerca de Irkutsk; de Burét, a orillas del Angará; de Eli-
seivichi, de Contzy, etc., usaban el hueso, fémures de mamut como pilares, cráneos de rino
cerontes y de mamut como bases de las paredes de las viviendas, y astas de reno para la tra
bazón del techo; a la vez que tenían hachas de pedernal y azadones de hueso para excavar
el espacio de las cabañas; vestidos de pieles con capuchas del mismo material; ornamentos
como brazaletes, collares y pendientes de colmillos de animales; culto a los muertos con
ofrendas y uso del cinabrio; e inicio del arte de la pintura y grabado o modelado de figuras
humanas y animales, junto con el tallado de figurillas femeninas en marfil. Al parecer estos
grupos se derivaron del Cravetiense Oriental, y se movieron del oeste y sur de Rusia hacia la
región del Baikal, ocupando lugares del Yenisei, Angará, Ob, Selenga, etc.
Después del Cravetiense vino el Solutrense, en el cual hay una gran maestría en el las
queado a presión, sobre todo en las puntas de proyectil para jabalinas y lanzadardos, lo mis
mo que en las hojas lanceoladas o en forma de hoja de laurel, como se observa en España,
Hungría, Egipto, China, etc.; y las puntas presentan un hombro o corte en la base, con las
cuales cazaban caballos y renos.
Por último, en el Magdaleniense, se usa más el marfil, hueso y asta de ciervo, para ha
cer arpones con cabeza desmontable y con muescas o barbas en uno o en ambos lados;
también para puntas de lanzadardos, agujas y bastones de mando o cetros; al mismo tiem
po que se desarrolla un arte rupestre y mobiliar; la magia simpática; la pesca; y se cuenta
con hojas, buriles, raspadores y otros artefactos derivados del período anterior. Esta etapa
finaliza por 8000 a.C.
(16)'Clark, 1961.
<17)MüMer-Beck, 1966.
rW'Mongait, 1960.
De lo anterior puede decirse que a partir de 40000 a .C aparece de lleno el Homo Sa
piens, y se inicia el Paleolítico Superior, cuya característica principal era una industria de
núcleo hoja; y durante esta etapa, que abarca más o menos hasta 12 u 8000 a.C. y que se ha
dividido en varios períodos, aparecen las hojas con espalda; buriles o grabadores; puntas de
proyectil con pie o espiga y con una o dos escotaduras u hombro; hojas con una muesca la
teral para raspar o rasurar; taladros de mano; hojas raspadores terminales; puntas en forma
de hoja de laurel; puntas con escotadura u hombro, finamente lasqueadas; raspadores re
dondeados y de nariz, etc.; lo mismo que artefactos de hueso como cuchillos, agujas, pun
tas con doble hilera de barbas, arpones, alfileres, etc.
Las gentes vivían en cuevas y en viviendas construidas al aire libre; se cubrían con
pieles; tenían lanzadardos, arco y flecha, jabalinas, mazas, bolas de piedra, trampas, etc.,
con los cuales cazaban varias especies de animales, aunque más tarde también depen
dieron de la recolección, de la pesca y de la explotación de los bosques; a la vez que en
terraban a sus muertos, a veces con acompañamiento de ofrendas y pintura roja o cinabrio;
e iniciaron y desarrollaron el arte rupestre, el grabado, la escultura y la producción de orna
mentos.
La industria de hojas se extendió por toda Europa, por el Cercano Oriente, Sur de Sibe
ria, Región del Baikal, y aún por el norte de China, con diferencias locales y mezclas raciales
(Proto-Caucasoides, Proto-Mongoloides, Negroides); y así hubo un Gravetiense Oriental,
desde el sur de Rusia a Siberia, con puntas de hombro y ligera acanaladura (Kostienki), un
poco distinto al Gravetiense europeo.
Y por lo que respecta a Norteamérica, hay que enfatizar que en Kostienki aparecen
puntas de proyectil con bases cóncavas y ligero acanalado, lo mismo que punta con escota
dura u hombro que se continúan durante el Solutrense, asociadas todavía a herramientas de
lascas y nodulos; a la vez que este complejo Kostienki pasó a la región de Baikal, alcanzan
do el este de Siberia y la costa asiática del Pacífico)191
(’■W-Miiller-Beck. 1%6.
39
cialmente en Anatolia, y allí se ha descubierto el sitio denominado Catal Huyuk, el cual
muestra como de cazadores y recolectores los hombres devinieron poco a poco al sedenta-
rismo, fundando aldeas, cultivando plantas y domesticando animales.
Allí se han encontrado cámaras y santuarios con grabados y pinturas, tumbas, esta
tuillas de piedra, espejos y pequeños ornamentos de cobre, vasijas de madera, textiles, cerá
mica pintada, edificios, uso del plomo, etc.; y las gentes, de tipo físico proto-mediterráneos
y alpinos, cazaban bóvidos salvajes, ciervos, onagros, leopardos, etc., cultivaban y domesti
caban animales, todo ello entre 6700 y 5950 a.C.(20)
Hacia el norte de Europa las gentes vivían de la caza, pesca y recolección, readaptados
a los bosques del Post-Glacial, y así, en la cultura Maglemosiense, por 6000 a.C., habían ar
tefactos de hojas, puntas con espiga, buriles, hachas para el trabajo del bosque, microlitos,
mazas, anzuelos, arpones, flotadores y redes, canoas, arco y flecha, etc. Los grupos funda
ron aldeas con cultivos incipientes y domesticación de animales, para más tarde desembo
car a la producción de alimentos propiamente dicha.
El Poblamiento de Norteamérica
Entre 40 y 30000 a.C., durante el período glacial Farmdale que hizo bajar el nivel del
mar y permitió la formación de un puente de paso entre Siberia y Alaska, el hombre pudo
cruzar a pie la relativa corta distancia que separaba a ambos continentes, iniciando el
poblamiento de América. La ruta de paso fue principalmente por la costa del Pacífico, ya
que los hielos cubrían una gran extensión del norte de Norteamérica, y sólo la costa era un
corredor de tundras, más amplia que ahora y en buena parte sumergida, por lo tanto de fá
cil acceso.
Estos primeros inmigrantes llegaron al continente americano con una historia biológica
y cultural desarrollada con toda probabilidad en el Centro y sureste de Asia, en un momen
to en que se estaban realizando en América una serie de cambios climáticos, ecológicos y
físico-geográficos, que afectaron,entre otras cosas,a la flora y fauna americana; y de ahí que
los primeros pobladores tuvieran que sufrir algunas adaptaciones biogeográficas y cultura
les en su nuevo ambiente, lo cual les hizo evolucionar de una manera un poco distinta a la
que siguieron sus contemporáneos en el Viejo Mundo.
El tipo físico de estos primeros pobladores era semejante al del Homo Sapiens del
centro y sureste de Asia, un tanto más primitivo que el europeo, y transicional entre el Nean
derthal y Cro-Magnon; o sea que descendían de un tronco racial que posteriormente dio lu
gar a los protomongoloides del norte de Asia y a los protoaustraloides del sureste de Asia,
llamado Caucasoide Arcaico por Brrdsell.
La cultura de los recién llegados era una mezcla de dos tradiciones líticas principales:
la de los hachas de mano y la más conservadora y autóctona del sureste de Asia, la de los
“ Choppers" o partidores que alcanzó una gran extensión; o sea de dos tradiciones que
sobrevivieron y contemporaneizaron durante los fines del Musteriense.
(20)-MeUaart, 1967.
40
atrás los hielos de la masa Cordillerana, para luego irse internando hacia el resto de Norte
américa no glaciado, y hacia Centro y Sudamérica.
El Estrecho de Bering no estaba cubierto de bosques sino mas bien de tundras, y los pri
meros hombres que entraron se movieron al través de ese hábitat, ya que su precaria
tecnología no les permitía ocupar los bosques boreales, de por sí glaciados; o sea que no
hay ninguna contradicción en suponer que hubieron gentes recolectoras y cazadoras de ani
males menores, en ambientes costeros y en espacios de tundras ocupados por animales de
caza, con inviernos fríos, marginales a los glaciares.
En otras palabras, las evidencias indican que una conexión terrestre existió entre el este
de Siberia y el oeste de Alaska o Norteamérica, solamente durante los ciclos glaciales; y por
aquellos tiempos el occidente de Alaska y el área del puente terrestre estaba cubierta de
una vegetación de tundra.*21* De ese ambiente los primeros hombres avanzarían en busca de
mejores condiciones climáticas, y el único paso era el que le brindaba la costa del Pacífico,
hasta rebasar el límite de la glaciación.
Y por el contenido de esas localidades puede decirse que los reducidos grupos de aquel
entonces se dedicaban a la recolección, ya que no hay todavía puntas de proyectil de
piedra, aunque también podían capturar o atrapar animales pleistocénicos y que conserva
ron la tradición lítica de los partidores hechos de nódulos o cantos rodados por percusión,
como se observa también en México y Suramérica.
Posteriormente, entre 23000 y 15000 años antes de la era cristiana — avances glaciales
lowa y Tazew ell— penetraron otra serie de inmigrantes, principalmente procedentes del
Centro de Asia y de Siberia, los cuales tenían ya una diferenciación mayor, tanto biológica
como cultural; y éstos introdujeron la tradición lítica de las hojas bifaciales y el lasqueado
por presión, así como el concepto de las puntas de proyectil foliáceas y acanaladas, hechas
de piedra y reminiscentes del Paleolítico Superior del Viejo Mundo, de las cuales surgieron
las puntas conocidas como Sandía y Clovis en territorio americano.
Al respecto, durante el Paleolítico Superior del Viejo Mundo predomina una industria
lítica de núcleo-hoja, habiendo buriles o grabadores, hojas con espalda, puntas de proyectil
(21>-'Hopk¡ns, 1959.
<22>'Kr¡eger, 1964.
41
con espiga y con una o dos escotaduras u hombro, hojas con una muesca lateral para ras
par, taladros de mano, hojas-raspadores terminales, puntas en forma de hoja de laurel fina
mente lasqueadas y aún puntas de proyectil con bases cóncavas y un ligero acanalado (Kos-
tienki, Lago Baikal).
En Norteamérica lo anterior se comprueba por los hallazgos del sitio Engigstciak, sobre
la costa ártica del Yukon, donde se han encontrado puntas unifaciales obtenidas de núcleos
discoidales y con ligera concavidad en la base; lascas retocadas; hojas-raspadores termina
les; lascas con muescas (Spokeshave); partidores de nodulos (pebbles); raspadores laterales;
cuchillos; artefactos parecidos a buriles; implementos bifaciales burdos, a veces con un la
do acanalado; etc.; y este complejo denominado Montaña Británica (British Mountain
Complex) está asociado a huesos de caribú y bisonte extinto, al cual se le estima una anti
güedad entre 16 y 11000 a.C.; relacionado o derivado del Paleolítico Superior, como sucedía
en Maltá y Burét.(23)
En las Planicies del Centro y del Norte se han encontrado numerosos hallazgos, con
fechas de Carbono 14 que muestran el rango de variación cronológica de ellos; y también se
ha establecido una secuela de puntas de proyectil: Sandía, Clovis, Folsom, Hell Gap, Agate
Basin, Angostura, Plainview, Meserve, Scottsbluff, Milnesand, Simonsen y Brown's Valley.*26'
42
artefactos de hueso; y en las puntas de proyectil la técnica del acanalado es común, aunque
luego apareció el lasqueado paralelo a colateral. Todo ello acusa una economía típica de
cazadores de grandes animales pleistocénicos.*27*
Las puntas Sandía tuvieron una distribución restringida (Oeste y Suroeste de Estados
Unidos). Presentan una especie de espiga sacada de la hoja, a manera de una escotadura u
hombro, y algunas muestran una incipiente acanaladura (Sandía Cave y Lucy Site, New Mé
xico); pero no hay todavía fechas de Carbono 14, aunque desde luego son anteriores a Clo
vis. Algunos las colocan hacia 15000 a.C.
Las puntas Clovis alcanzaron una mayor distribución; a menudo se asocian a restos de
mamut (Dent, Clovis, Lindenmeier, Naco, Lehner, etc.); y en ocasiones se asocian también a
implementos de hueso, martilladores, raspadores y grabadores. El rango de sus fechas de
Carbono 14 las colocan entre 9250 + 500 y 5250 + 200 a.C. (Dent, Colorado), aunque tal
vez podrían remontarse a unos 11000 a.C.
Las puntas Folsom tuvieron también una distribución reducida; se las encuentra aso
ciadas a bisonte antiguo, tal vez por la casi extinción del mamut (Lindenmeier, Brewster,
Folsom, Lubbock, Blackwater Draw, etc.); y en ocasiones se han encontrado raspadores,
cuchillos, pulidores, machacadores, paletas de piedra, restos de ocre, y aún ornamentos sen
cillos. Para dichas puntas existen fechas que las colocan por 8830 + 135 y 8425 + 700 a.C.
(Lindenmeier, Colorado y Brewster, Wyoming).
Las puntas Hell Cap se colocan a partir de 8900 + 550 a.C. (Kimball Station, Wyoming);
las Agate Basin se fechan por 8040 +. 225 y 6740 ± 1 0 0 a.C. (Brewster, Wyoming y Mangus
Site, Montana); las puntas Angostura ocurren entre 7430 + 500 y 5765 + 740 a.C. (Long Si
te, South Dakota); las puntas Plainview por 7203 ± 600 y 6620 + 300 a.C. (Red Smoke,
Nebraska); y las puntas Scottsbluff ocurren entre 7930 ± 670 y 6150 + 300 a.C. (Lime Cre
ek, Nebraska y Me Haffie, Montana).*285
Por tiempo de los cazadores predominó un clima húmedo y frío; habían pastos densos,
lagos, pantanos y corrientes de agua en mayor cantidad, y la fauna se componía de masto
donte, perezoso gigante, mamut, bisonte, caballo, camélidos, renos y caribús, lobos,
antílopes, tapir, armadillo gigante, etc., la mayoría de los cuales se extinguieron por 7 y 6000
a.C., ante los cambios climáticos del Altitermal. V en el aspecto cultural contaron con diver
sos tipos de puntas de proyectil, con el atlatl y jabalinas, raspadores, cuchillos, buriles o gra
badores, martilladores y partidores, lascas, artefactos de hueso, pulidores, raederas, macha
cadores, paletas de piedra para moler pinturas, y algunos ornamentos.
43
que en algunas regiones hubieron cazadores-recolectores que con el tiempo desembocaron
a la tradición propiamente recolectora. Esta tradición, más versátil que la anterior y más ri
ca tecnológicamente, ha sido designada como Cultura del Desierto en el Suroeste y como
Cultura Arcaica en el Este de Norteamérica, y corresponde ya a grupos tendientes a la esta
bilidad, gracias a la eficiencia de sus artefactos o herramientas, adaptados a muchas otras
necesidades.
Algo similar ocurría en la costa del Noroeste del Pacífico, en la tradición de la Vieja
Cordillera, y de ahí que se suponga que la Cultura del Desierto pudo tener su origen en ella,
ya que en sitios de Oregon, Utah, Nevada y aún en México, hay cierta asociación de puntas
en forma de hoja de laurel con artefactos de recolección, los cuales se fechan cuando me
nos a partir de unos 8000 a.C. Así, en Danger Cave, Utah, se han encontrado piedras-losas
para la molienda, cestería, punzones de hueso, puntas con espiga, partidores, cordeles y
mangos de atlatl (8000 a.C.); Fort Rock Cave, Oregon, se fecha por 7000 a.C.; Humboldt Ca
ve, Nevada, con cuchillos alaureleados, lascas de obsidiana, cuerdas y cuentas de concha,
se fecha por 6800-5000 a.C.; Cypsum Cave, Nevada, tiene un estrato por 8500-6500 a.C.; y
Cochise, Arizona, en su fase Sulphur Spring, se coloca entre 7350 y 6270 a.C.l29)
Así varios de estos grupos se fueron adaptando a la explotación intensiva de los recur
sos de los bosques y a la recolección, en algunos casos con una marcada dependencia de la
caza mayor combinada con la recolección; pero ello se tradujo también en una nueva tradi
ción o modo de vida, que se enfatiza a medida que se va extinguiendo la fauna pleistocéní-
ca y ante los cambios climáticos que ocurrieron durante el Holoceno, a partir de unos 8000
a.C.
Y a partir de 8000 a.C., y con el retroceso de los hielos o deglaciación, el puente helado
que unía a los dos continentes comienza a desaparecer, impidiendo la penetración de
nuevos grupos, aunque tal vez alcanzaron a pasar unos pocos, provenientes especialmente
de Siberia, todavía más diversificados biológica y Culturalmente; grupos que tal vez ya
poseían marcadas características mongoloides, con otra tradición de vida y cultura, deriva
da del Mesolítico con aportaciones Neolíticas siberianas, entre 6 y 3000 a.C.; fecha en la que
tal vez ya era factible el paso mediante canoas, por medio de las cuales pudieron continuar
se ciertos contactos culturales entre ambos continentes.
En este sentido hay que mencionar a la cultura Boreal Arcaica que se extiende de Alas
ka a Groenlandia, en la que se incluyen buriles, raspadores, nodulos poliédricos, micro-
hojas, etc., parecidos a los del Neolítico de Siberia; y cuyos grupos, contemporáneos a la
cultura Oíd Copper, estaban adaptados a la explotación de los bosques, con herramientas
especializadas como el hacha pulida de garganta, azadas, gubias y cinceles; vivían de la ca-
(29)-willey, 1965.
44
za, pesca y recolección; tenían viviendas y canoas; usaban la corteza de los árboles y las
pieles; y utilizaban piedras calientes para cocer sus alimentos.
Cuando menos desde 5000 a.C. esta cultura penetra a Norteamérica, de origen Eura
siàtico y de grupos plenamente diversificados, tal vez mongoloides y ancestros de los es
quimales; existiendo una serie de lugares en Alaska y el Canadá (Sierra Brooks, Cabo Den
bigh, Ford Liard, lyatayet, Trail Creek, Disko Bay, etc.,) hasta Groenlandia, en los cuales son
comunes los buriles y microlitos de tradición siberiana.
Y la Vieja Cultura del cobre que contaba con herramientas y armas enmangadas-
puntas de proyectil, cuchillos, anzuelos, arpones, dagas, hachas, etc. — lo mismo que con
canoas de corteza,— perros domesticados, estructuras ovales y entierros en cementerios,
con ofrendas; junto con rasgos culturales como: uso del cobre nativo, perro con afinidades
árticas, casas semisubterráneas, lámparas, cerámica con impresiones de cuerda y de textiles,
uso del cinabrio en los enterramientos, ornamentos de colmillos de animales, tal vez
montículos funerarios, etc.; van creando un tipo de cultura y vida, tradicional de Siberia,
que influye a su vez en el Este de Norteamérica.
El Poblamiento de México
En la historia natural y social de los primeros pobladores del territorio mexicano hay
que tener en cuenta que éstos vinieron vía Norteamérica, pero procedentes del Viejo Mun
do; o sea que se fueron adaptando y desarrollando en diversos ambientes ecológicos o natu
rales, como se observa en numerosas localidades exploradas por los arqueólogos.
En cualquier localidad el hombre está en relación estrecha con la naturaleza, sabe que
ésta significa o representa para él una fuente de alimentos y de materias primas, un espacio
o lugar en donde realizar una serie de trabajos específicos o necesarios que aseguren su
existencia, es decir, una actividad humana que satisfaga primordialmente sus necesidades
naturales; y así en una localidad el arqueólogo debe de encontrar las evidencias, documen
tos o hechos que informen sobre la naturaleza y la actividad del hombre, lo cual es parte de
la realidad social pasada, considerada como una totalidad concreta.
Los Recolectores
Los más antiguos pobladores del territorio mexicano ocuparon principalmente los luga
res serranos para vivir, en donde habían covachas, cuevas y abrigos rocosos que les propor
cionaban el refugio para subsistir, como lo indican las localidades de Tlapacoya, ubicada en
un cerro rodeado por el Lago de Chalco; la Cueva Diablo en un cañón de la Sierra de Ta-
maulipas; la barranca de Caulapan en Puebla; la Cueva de Chimalacatlán en Morelos; y hay
contados casos de ocupaciones en lugares abiertos, como se ve en Laguna Chapala, Baja
California, y Teopisca, Chiapas, ubicados en el borde de un lago o laguna y en un valle, res
pectivamente.
En la llamada Cueva del Diablo, Sierra de Tamaulipas, se han encontrado varios arte
factos hechos de nodulos o cantos rodados tallados unifacialmente, algunas raederas obte
nidas de grandes lascas, hojas o bifaciales de forma ovoide, raspadores y tajaderas; utillaje
que constituye el llamado "Complejo Diablo" de los arqueólogos, estimado hacia el año
10-000 antes de la era cristiana.*31*
En antiguas playas de Laguna Chapala, Baja California, hoy desecada, aparecieron ar
tefactos bifaciales de forma alargada, raspadores tipo "cepillo" y de forma circular, tajade
ras hechas de lascas y núcleos, lo mismo que implementos obtenidos de cantos rodados*32*;
mientras que en Teopisca, Chiapas, se han recogido superficialmente algunas raederas,
puntas-buriles, artefactos denticulados, cuchillas y raspadores que acusan una gran anti
güedad por su pátina y forma.*33*
También en una barranca de Caulapan, Puebla, se halló una raedera en depósitos que
se fechan hacia 19000 antes de la era cristiana; y en la Cueva de Chimalacatlán, Morelos, se
encontraron algunos punzones de asta de venado, asociados a restos fósiles de fauna pleis
tocènica.
Aunque las localidades exploradas son muy pocas, y también la información significati
va es escasa, podemos extraer de todo ello algún conocimiento de la realidad social pasada;
y así vemos como los primeros pobladores obtenían de la naturaleza o de sus localidades:
animales como el mastodonte, caballo americano, oso y venado extintos, aves y tortugas,
larvas e insectos, así como ciertas plantas, frutos y semillas; lo mismo que cantos rodados,
silex, andesita, calcedonia, cuarzo, hueso y tal vez madera, aprovechado como materia pri
ma.
Con los materiales que les brindaba la naturaleza los primeros pobladores hicieron: bi
faciales alargados, discoidales, irregulares y ovoides; raspadores circulares; cuchillas bifa
ciales; y raederas-lascas; tajaderas; puntas-navajas; puntas-buril; punzones de asta de ciervo
y tal vez puntas de madera y hueso; mismos que eran obtenidos por las técnicas de percu
sión o talla de piedra contra piedra y desmoronamiento o talla bifacial por alternancia de
golpes, principalmente.*34*
Esos pocos artefactos o instrumentos los emplearon en sus actividades cotidianas, dán
doles diversos usos pues todavía no existía una franca especialización, y así estos servían
para cortar, tajar y desgastar (lascas, cuchillas, hojas, tajaderas, bifaciales); para raer, raspar
y descarnar (raederas, raspadores); para perforar (puntas-buriles, puntas-navajas, picos o
denticulados, punzones) y otros empleos como golpear, alisar, lasquear, etc., o sea que un
mismo artefacto podía tener varios usos.
Así, por estos tiempos la naturaleza se manifestaba a los primeros pobladores como
fuente de alimentos y de materias primas, como potencialidad y objetividad al mismo tiem
po; sobre ella actuaba el hombre con su trabajo para obtener el alimento, el abrigo y el ves
tido, así como para extraer y transformar la materia prima en artefactos o instrumentos que
requería en sus actividades cotidianas; trabajo que era específico o necesario ya que
respondía a la satisfacción de las necesidades naturales y a la vez una obligación o impera
tivo social para asegurar la existencia del hombre y reproducirlo.
47
Desde luego, y como decíamos, los primeros pobladores que llegaron al territorio mexi
cano ya traían una serie de elementos o rasgos culturales y sociales (conocimiento de mate
riales adecuados, técnicas para trabajar la piedra, selección de lugares, hábitos observados
de los animales, etc.) que fueron en su origen condiciones históricas de su surgimiento; pero
ya asentados en sus localidades escogidas esos elementos se convirtieron en condiciones de
su propia realización y reproducción, de su existencia histórica, acrecentándose con el tiem
po.
Así, la presencia —obtenida por los arqueólogos— de restos de plantas, frutos, se
millas, aves, tortugas, mastodonte, oso, caballo y venado extintos; la de materias primas co
mo cantos rodados, andesita, silex, calcedonia, cuarzo, obsidiana y hueso; la existencia de
unos pocos instrumentos usados para cortar, golpear, raer y perforar principalmente, y la
falta absoluta de puntas de proyectil hechas de piedra; indican que los primeros pobladores
eran recolectores de plantas y productos vegetales, a la vez que atrapadores de animales
fundamentalmente.
De lo anterior puede decirse que entre 20 y 10000 antes de la era cristiana, los primeros
pobladores eran fundamentalmente recolectores de plantas y animales, aunque estos últi
mos podían ser obtenidos por atrapamiento y tal vez cazados con puntas de madera o de
hueso; y también se dedicaban a la preparación de las pieles, al tallado de la piedra o lapi
daria, a la industria del hueso y tal vez de la madera; o sea a ciertas ocupaciones que ya
implicaban la división de los individuos por sexo y edad, por la experiencia y por la eficien
cia en el trabajo.
48
Los Cazadores-Recolectores
Hacia el gran lago que contenía la Cuenca de México, en Santa Isabel Iztapan, se des
cubrió un mamut articulado que yacía en depósitos lacustres del Pleistoceno Superior, aso
ciado a siete artefactos de piedra que usaron los hombres de esos tiempos; y poco después
se halló otro mamut asociado a tres implementos más, también en terrenos lacustres de an
tigüedad indiscutible. Entre los artefactos recuperados hay raspadores laterales de obsi
diana, navajas prismáticas del mismo material, una hoja de silex con retoque, una punta de
proyectil parecida a las Scottsbluff de Norteamérica, otra punta parecida al tipo Angostura
y una más semejante a las puntas tipo Lerma.(36)
También en la llamada Fase Ajuereado del Valle de Tehuacán, Pueba, entre 10000 y
7200 a.C., hay restos óseos de caballo americano, antílope, conejo, ratas de campo, tortuga
y aves; artefactos como puntas de proyectil de los tipos Lerma, Abasólo y Plainview (varian
te Golondrina), navajas, buriles, raspadores, lascas, tajadores, cuchillos, raederas y algunos
más; así como cuevas o abrigos rocosos ocupados por el hombre y restos de hogares para el
fuego09*
De hecho Tas puntas de proyectil encontradas en diversas partes del territorio mexica
no, especialmente de los tipos Clovis, Folsom, Plainview y Lerma, indica la proveniencia de
cazadores desplazados de Norteamérica, los cueles se extendieron prácticamente por toda
De acuerdo con la ubicación de las localidades mencionadas, puede decirse que ahora
los grupos escogieron los lugares abiertos para vivir, especialmente los bordes de los lagos y
planicies, como lo indican Tepexpan, Santa Isabel Iztapan, Los Reyes Acozac, San Bartolo
Atepehuacan, Tequixquiac, Chimalhuacan y otros en la Cuenca de México, situados a
orillas del gran lago que existía por entonces, o San Marcos en Jalisco, a orillas de la laguna
y planicie de Zacoalco; y unos pocos continuaron ocupando las cuevas, como se observa en
la Sierra de Tamaulipas (Complejo Lerma), Valle de Tehuacán, Puebla (Fase Ajuereado) y
Cueva del Tecolote, Hidalgo.
Por estos tiempos, y para realizar el trabajo cotidiano, las gentes tenían artefactos me
jor elaborados, entre ellos: bifaciales ovoides y elípticos; lascas retocadas; hojas unifaciales;
Y puesto que el número de localidades conocidas es un poco mayor; puesto que se han
encontrado enterramientos en las cuevas y otros accidentales al aire libre; y puesto que el
rango de los artefactos muestran ya cierta especialización; puede decirse que los grupos re
ducidos ya se iban multiplicando, que vivían de la cacería mayor y recolección, que la
explotación de los recursos alimenticios era aleatoria y basada todavía en la apropiación o
recolecta y que el trabajo se realizaba en común, repartiéndose también lo obtenido dentro
del grupo.
Los Recolectores-Cazadores
En el devenir histórico de aquellos grupos se observa que las gentes vuelven a ocupar
principalmente las cuevas y abrigos rocosos para vivir, de las mismas o de otras localidades
ubicadas por las inmediaciones de lugares boscosos, en parte obligados por las condiciones
climáticas y la extinción de los grandes animales pelistocénicos; y así podemos mencionar a
Tlapacoya, Cueva Espantosa, Cueva de Santa Marta, Cuevas del Valle de Tehuacán, cuevas
de Ocampo, Cueva del Texcal y otras más, en las cuales los arqueólogos han encontrado
muchas evidencias de esos grupos.
Durante la Fase El Riego del Valle de Tehuacán, Puebla, las gentes ya contaban con
piedras para la molienda, machacadores, morteros, manos o muelas, raspadores, navajas,
buriles, agujas y punzones de hueso, puntas de proyectil con espiga, dardos de asta de cier
vo y de madera, trampas, redes, cestos, petates, lanzadardo y otros útiles más; a la vez que
seguían ocupando las cuevas, enterraban a sus muertos dentro de ellas, y recolectaban
plantas y productos silvestres como el guaje o calabazo, amaranto, ágaves, maíz, chile,
aguacate, zapotes, frijol y algodón.*43*
Las evidencias de estas localidades mencionadas y de otras semejantes nos indican que
por estos tiempos habían todavía algunos animales pleistocénicos sobrevivientes y mayor
cantidad de animales menores; que habían una serie de plantas para la recolección como la
setaria (gramínea), el teocintle silvestre, el maíz silvestre, amaranto, calabazos o guajes, fri
jol teparí y corriente, calabaza mixta y moschata, chiles, zapote blanco y negro, aguacate,
ágaves y cactus, maguey, acacia, chupandilla, algodón, tules, mezquite, ciruela y algunas
más; y que se aprovechaban materias primas ya conocidas, junto con otras nuevas como las
fibras vegetales, caracoles y cinabrio o polvo rojo de hematita especular.
También se observa la aparición de puntas de proyectil con espiga y aletas, navajas con
muescas, agujas y punzones de hueso, morteros y grandes piedras planas para la molienda,
(«»•-Taylor, 1956.
(41).-Mc Neish, 1958.
<42l"Mc Neish y Peterson, 1962.
(431-Mc Neish, 1964.
<44>-Niederberger, 1969.
52 <45>-Romano, 1963; Aveleyra, 1964.
bolas de piedra usadas como muelas o manos de moler, a la vez que la técnica del pulido
en la industria lítica; o sea que se incrementa el utillaje y se inicia el tejido de fibras vegeta
les, la pesca, el tallado de la concha o del caracol, el uso del cinabrio y otros aspectos.
En otras palabras, la existencia de varias especies vegetales (setaria, teocintle, maíz, ca
labaza, chile, amaranto, frijol, etc.) y de animales grandes y menores; de nuevas materias
primas (fibras vegetales, cinabrio, etc.) y de nuevos instrumentos (agujas, puntas pequeñas,
etc.), indican que los grupos eran fundamentalmente recolectores, aunque completaban su
dieta alimenticia con los productos de la caza y pesca, al mismo tiempo que realizaban
otras actividades cotidianas como la preparación de las pieles, tejido de telas, petates, redes
y cestos, elaboración de vestidos, etc.
Feriodificación
Desde el punto de vista cronológico, y por estimaciones del Carbono 14, estudios geo
lógicos y comparaciones arqueológicas, vemos que las localidades y sus evidencias en
contradas pueden ser ubicadas en tres períodos principales, cuyas fechas podrán ser tam
bién refinadas en el futuro; y así tenemos un primer período representado por Tlapacoya,
Estado de México (20000 a.C.); Caulapan, Puebla (19000 a.C.); Teopisca, Chiapas; Laguna
Chapala, Baja California; Cueva del Diablo, Sierra de Tamaulipas (Complejo Diablo, 11000
a.C.); Cueva de Chimalacatlán, Morelos, y tal vez otras localidades mas por ahora descono
cidas.
Y este primer período tiene que ver con la llegada de los tempranos pobladores al terri
torio mexicano, los cuales ya traían una serie de elementos o rasgos que explican su existen
cia histórica en las localidades mencionadas; por lo cual puede asegurarse que en México
ya existía el hombre desde cuando menos por 20000 años antes de la era cristiana; que eran
fundamentalmente recolectores de plantas y productos vegetales, aunque también podían
atrapar animales, ya que no hay puntas de proyectil líricas todavía; y que esta forma de vida
perduró hasta unos 1 1 o 10000 a.C.
Economía y Sociedad
De todo lo expuesto con anterioridad puede concluirse que en su lucha por sobrevivir y
reproducir la especie, en la producción y reproducción de su existencia, el hombre o los gru
pos que llegaron por primera vez al territorio mexicano tuvieron que enfrentarse y adaptar
se a la naturaleza de las localidades escogidas; y así el espacio ocupado o del que disponían
les proporcionaba los recursos naturales necesarios para la alimentación, el abrigo y el vesti
do, es decir, para satisfacer sus necesidades más apremiantes, lo mismo que las materias pri
mas indispensables para la hechura de sus artefactos o instrumentos, en función de las acti
vidades cotidianas que realizaban.
Desde luego estas actividades formaban parte del comportamiento de los grupos que
llegaron —forma de vida, técnicas de trabajar la piedra, obtención del fuego, etc. — , era un
trabajo impuesto por la necesidad, una obligación social; y así la principal actividad era la
de obtener el alimento que la naturaleza Ies ofrecía, tomándolo o apropiándose de él, ya
fuera por la recolección, el atrapamiento y la cacería, solos o combinados.
Así, ya vimos como al principio los grupos obtenían animales, plantas y productos ve
getales, es decir, bienes para la subsistencia, lo mismo que materias primas para la produc
ción de sus artefactos o instrumentos destinados a la recolección y el atrapamiento o cap
tura de animales, obtención del fuego, preparación de las pieles y hechura de otros útiles; o
sea que aprovecharon los nodulos o cantos rodados, la calcedonia, el silex, andesita, cuarzo,
obsidiana, madera, pieles, tendones de animales, etc., para obtener implementos bifaciales,
raspadores, cuchillas, raederas, tajaderas, puntas-navajas, etc., empleados en las actividades
arriba mencionadas.
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55
Y por último los grupos se especializaron más en la recolección, en la explotación de
los bosques completada con la caza de animales menores, y en algunos lugares con el inicio
de la pesca; de modo que prosperó la tecnología, puesto que aparecen las piedras para la
molienda, los morteros y manos o muelas toscas, agujas, punzones, bolsas, trampas, redes,
etc., y se emplean algunas fibras vegetales, hematita en polvo, asta de venado, caracoles,
etc., iniciándose la técnica del pulido en los artefactos de piedra.
Pero, como decíamos, todos los grupos obtenían su alimento por la apropiación de
plantas y animales, ya fuera recolectándolos, capturándolos o cazándolos; todos los arte
factos servían para la recolección y cacería, preparación de pieles, obtención del fuego,
hechura de los mismos instrumentos y para el tejido; de modo que las actividades coti
dianas de aquellos tiempos, el trabajo necesario que realizaban los grupos, era para la satis
facción de las necesidades más apremiantes y, podríamos decir, que la base económica era
de tipo "subsistencial nomádico", condicionada por la apropiación de los recursos de la na
turaleza.
En otras palabras, dentro de esa economía "subsistencial nomádica" se observa que los
artefactos estaban en función de la recolección, cacería, preparación de pieles, lapidaria,
tejido y tal vez pesca; que los grupos eran reducidos, máxime que los hallazgos en distintas
localidades son bien modestos; que los grupos poseían una gran movilidad o trashumancia
por el continuo desplazamiento de los animales y los ciclos estacionales de las plantas y
productos silvestres que explotaban; o sea que el nivel de las fuerzas productivas era
todavía muy bajo, no permitiendo un gran desarrollo.
Desde luego, es muy factible que al principio esos grupos constituyeran microbandas
compuestas de unas pocas familias unidas por lazos de parentesco, en las cuales el indivi
duo dependía directamente del grupo; que con el tiempo esas microbandas se transforma
ran en macrobandas y que algunas se segmentaran de nuevo para cubrir otros territorios;
que las macrobandas o bandas mayores estuvieran constituidas por familias extensas; que
los grupos explotaban un territorio determinado por cierto tiempo y luego se movieran de
lugar cuando la subsistencia ya no era posible; que los territorios eran de propiedad comu
nal y su explotación era colectiva o realizada en común; que en esos grupos reducidos el in
dividuo de más experiencia, habilidad y respeto era el jefe de la banda; que entre las bandas
existía una amplia cooperación en el trabajo, basada en la productividad de sus miembros
por edad y sexo; y que todo lo obtenido era repartido adecuadamente entre los que
componían el grupo y consumido totalmente.
También puede decirse que la baja densidad de población entre los grupos hacía po
sible el equilibrio entre los recursos de un territorio y las bandas que lo explotaban; que los
conocimientos o experiencias que tenían eran trasmitidas por los viejos o adultos a los niños
y jóvenes; que los artefactos o instrumentos eran propiedad de los individuos, es decir, per
sonal, y que la cohesión y solidaridad del grupo se basaba en el parentesco familiar, en cier
tas obligaciones reconocidas entre ellos y en la lengua y costumbres, existiendo así una or
ganización social muy sencilla.
Y desde luego estos grupos o bandas conocían los hábitos de los animales que atrapa
ban o cazaban y los ciclos, condiciones y propiedades de las plantas que recolectaban;
sabían cuales materias primas eran apropiadas para la hechura de sus artefactos y cuales
técnicas debían aplicar; tenían el lanzadardo y jabalinas que multiplicaba el esfuerzo mus
cular del hombre; sabían como producir el fuego que era una fuente de energía; aprovecha
ban las cuevas o abrigos rocosos para vivir y a veces para enterrar a sus muertos; utilizaron
las pieles de los animales para vestirse y tal vez para levantar mamparas o tiendas en luga
res abiertos; emplearon las fibras vegetales para tejer mantas o telas, sandalias, bolsas, re
des, cordeles, petates y cestas, todo lo cual podía emplearse en la indumentaria, pesca, para
cargar, dormir, amortajar a los muertos, etc.; y también comenzaron a usar sencillos orna
mentos para adornarse, o sea a realizar un trabajo artístico o creativo.
Y desde luego, algunos de estos supuestos o elementos que explican la existencia histó
rica de esos grupos o unidades sociales, continuaron produciéndose y reproduciéndose, pa
sando de lo cuantitativo a lo cualitativo, para permitir el surgimiento de otro tipo de forma
ción económíca-social; y así, por ejemplo, la observación de la reproducción y crecimiento
de las plantas conocidas, junto con la recolección especializada, los fue obligando al seden-
tarismo estacional, a dejar la trashumancia o nomadismo (nomadismo generalizado-
nomadismo estacional-sedentarismo estacional); unido al crecimiento de las bandas que se
van concentrando cada vez más en determinados territorios y a la adaptación tecnológica
en función de una mayor explotación del bosque y de la pesca, lo cual condujo a la experi
mentación cultivadora de algunas especies vegetales nativas, dándose así un paso revolu
cionario en la obtención de su alimento.
1.- Laguna Chapala, B.C.
2 - San Joaquín, B.C.
3. - Cuaymas, Son.
4. - Rancho Colorado, Chih.
5. - Samalayucan, Chih.
6. - La Chuparrosa, Coah.
7. - Puntita Negra, N.L.
8. - La Calzada, N.L.
9 - Cueva del Diablo, Tamps.
10. - Rancho W eicker, Dgo.
11. - San Sebastián Teponahuastlan, Jal
12. - San Marcos, Jal.
13. - Cueva del Tecolote, Hgo.
14. - San Bartolo Atepehuacan, D.F.
15. - Tlapacoya, Edo. de México.
16. - San Juan Chaucingo, Tlax.
17. - Caulapan, Pue.
18. - El Riego, Pue.
19. Coxcatlán, Pue.
20. - Cueva de Chimalacatlán, Mor.
21- Cueva Blanca, Oax.
22. - Teopisca, Chis.
23. - Cueva Espantosa, Coah.
24. - Presa Falcón, Tamps.
25. - San Isidro, N.L.
26. - Ocampo, Tamps.
27. - Güila Naquítz, Oax.
28. - Cueva de Sta. Marta, Chis.
58
A
)S POBLADORES DE MEXICO
# Recolectores
20.000- 12,000 a. C.
A Cazadores
12.000- 7,000 a. C.
H Recolectores-Cazadores
7.000- 5,000 a.C
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59
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Los Agrícolas Incipientes
Pero hacia los finales de esta etapa de apropiación de alimentos, es decir, hacia 5000
a.C., ya existen algunos elementos o factores económicos y sociales que conducirán a un
cambio, que llevarán a una nueva economía y sociedad, basada ahora en la producción de
alimentos; destacándose entre dichos factores los siguientes:
62
a) .- Generalización de la actividad recolectora especializada y de la caza menor en am
bientes boscosos,debido a los cambios climáticos del Holoceno o Reciente que con
tribuye a la extinción de los grandes animales del Pleistoceno.
f) .- Existencia de ciertas reglas o normas sociales como el tabú hacia el incesto y la exo
gamia que contribuirían a la reproducción de las bandas y a la ampliación de los la
zos de parentesco lejano dentro de los territorios frecuentados.
h) .- Costumbre de enterrar a los muertos con algunas ofrendas para la otra vida, en la
cual va implícita la preocupación por la muerte o lo sobrenatural y el inicio de un
culto.
63
Los Sitios o Localidades
Las exploraciones arqueológicas realizadas en la Sierra de Tamaulipas han mostrado
que durante el llamado Complejo Nogales (5000-3000 a.C.) las gentes tenían implementos
como raederas, hachas cortas de mano, hojas ovoidales, martilladores, puntas de proyectil
con espiga (de los tipos Nogales, Abasólo, Tortuga), morteros, manos y piedras para la mo
lienda, los cuales parecen apuntar hacia una transición de la recolección a los cultivos, pero
todavía con una fuerte dependencia de la caza de animales como ciervo, jaguar y otras es
pecies menores; mientras que en el Complejo La Perra (3000 a 2200 a.C.) hay restos de redes,
esteras o petates, cestería, cuerdas con nudos, restos de fibras vegetales como la yuca y la
pita, cultivo de un maíz de mazorca pequeña, recolección de nueces, frutos de cactos, plan
tas fibrosas que se masticaban, saltamontes y otros insectos, lo mismo que caza de vena
do, pécari, jaguar y otros animales.^
En el mismo valle de Tehuacán, durante la llamada Fase Abejas (3400-2300 a.C.), los
grupos comenzaron a asentarse por los bancos de los ríos y arroyos; en algunas partes cons
truyeron viviendas semisubterráneas, aunque siguieron ocupándose las cuevas estacional
mente; y gracias al cultivo fueron surgiendo nuevas variedades de m aíz, frijol y calabaza; se
incrementaron y mejoraron los recipientes de piedra; avanzó la tecnología y el tejido; a la
vez que ya contaban con el perro domesticado.^
64
Durante la fase Playa de Tlapacoya, estado de México (5500-3500 a.C.), existían den
sos bosques de encinos, pinos, alisos, arces, fresnos y alerces que eran aprovechados por los
pobladores de esa localidad; se cultivaba el teocintle y del lago (de Chalco) obtenían pesca
do blanco, charales, pez amarillo, tortugas y aves acuáticas; utilizaban tajadores de andesi-
ta local para cortar los árboles y trabajaban la madera con cuchillos, raederas y artefactos
con muesca hechos de basalto, andesita y obsidiana; tenían también manos cortas circula
res u oblongas hechas de cantos naturales; puntas de proyectil para la caza, del tipo Coxca-
tlán; y contaban así mismo con bastones plantadores, trampas, lanzadardos, piedras para la
molienda, lascas, navajas y algunos objetos de madera.(4)
En el Estado de Durango las gentes del llamado Complejo Caracoles (hacia 3000 a.C.)
tenían raederas, raspadores, tajaderas, cuchillos, puntas de proyectil con espiga y piedras
para la molienda*5): en Puerto Márquez, Acapulco, Guerrero, se hallaron dentro de un mon
tículo de conchas una serie de lascas de piedra, algunos artefactos con muesca e indumen
tos de molienda, como manos de muelas hechas de cantos rodados, los cuales integran la
Fase Ostiones*6*; y evidencias similares se han encontrado en el Complejo San Nicolás de
Querétaro, Complejo Matanchén de 'Nayarit, Cueva de Santa Marta en Chiapas y Cueva
de La Golondrina en Chihuahua.
Lascas de Tlapacoya.
Así, en la región de San Blas, Nayarit, se hallaron en concheros, restos de tortuga (ca
guama), peces, carapachos de cangrejos, huesos de perros y de aves, lo mismo que conchas
de aguas profundas (Aequipecten circularis; Cardita laticostata; Chione undatella) que en
conjunto integran el Complejo Matanchén, fechable a partir del tercer milenio antes de la
era cristiana*7*; mientras que en la región de Tecolutla, Costa del Golfo, en una amplia zona
en Santa Luisa, hay evidencias de una ocupación denominada Fase Palo Hueco, entre 4000
y 2400 a.C., en donde aparecen toscas navajas de obsidiana, grabadores, lascas reusadas, ta
ladros, unos pocos raspadores y machacadores, pesos de redes, etc. Entre la materia prima
pueden mencionarse el jaspe, pedernal, piedra caliza y arenisca, calcedonia y obsidiana; a
la vez que se han hallado ostras o conchas, fragmentos de hueso, piedras que pudieron ser
vir para cocinar (calientes), carapachos de cangrejos, etc.*8*
M - Kiederberger, 1974.
( S í- K e lle y , 1 9 5 3 .
<«■- B ru s h , 1 9 6 5 . '
(7) -- M o u n t jo y e t a l, 1 9 7 2 .
(8) .- W ilk e rs o n , 1 98 1 .
65
Y también podría citarse a la discutida Industria de Chalco, consistente en artefactos
de basalto, entre ellos machacadores, manos para moler, raspadores de varios tipos y algu
nos implementos más encontrados en varias localidades de la región; así como los hallazgos
de Chicoloapan, Estado de México, consistentes en restos humanos asociados a lascas de
obsidiana e instrumentos de molienda«9»; o los de la Cueva Espantosa de Coahuila, cuyos
materiales marcan el paso de la recolección a la agricultura incipiente.
6
Mortero de )a fase Tlapacoya.
D e acuerd o con los restos m ateriales encontrados en las lo ca lid a d e s cita d as an terio r
m ente, vem os que en conjunto por estos tiem pos la n a tu ra le za o fre cía an im ale s com o el
ciervo, venado co la b lan ca, p écari, jaguar, m ono, pato, saltam o n tes, p escado b lan co , cha-
ral, pez am arillo , cangrejo, ostiones, peces, tortugas, aves a c u á tic a s, cip rínid o s, e tc.; así
com o una variedad de plantas silvestres, entre ellas; zap o tes, m ezq u ite, h u iza ch e , algodón,
pita o lechug uilla, yu ca, m aguey, encino , pino, aliso, fresno, arce, guaje, ayo co te , piñón,
bellota, cacto s; y ya se co n o cían por su c u ltiv o :te o c in tle , m a íz, ch ile , c a la b a z a s , frijo le s,
am aranto y quenopodíum .
Tam bién se ap ro vechab an m aterias prim as com o cantos rodados o natu rales, m adera,
andesita, basalto, obsidiana, piedra c a liz a , jaspe, pedernal, piedra aren isca y c a lc e d o n ia , lo
m ism o que conchas y el hueso; a lo que hay que agregar el agua n ecesaria p ara la subsisten
cia y productos de la re co le cció n com o tunas, b ello tas, nueces, etc.
Los artefactos
Desde el punto de vista te cn o ló g ico estas gentes co ntab an con lascas reto cad as y reu
sadas, im plem entos con m uescas, raederas, raspadores, hachas cortas de m ano, hojas de
fo rm a o vo id al, tajadores, m artillad o res; cu ch illo s de núcleo s p o liédricos, de dorsos conve
xos o de ta lla b ifa cia l; n avajas toscas y fin as, m a ch acad o re s, buriles, grabadores, talad ro s,
punzones y algunos más; observándose cie rta d ism in u ció n del tam añ o de los arte fa cto s,
una buena calid ad en la ta lla , refin am iento en el retoque y un increm ento de los objetos de
piedra pulida.
68
Diversos tipos de puntas de proyectil
0 u 1d6J 69
Los Productos
Con la tecnología y las materias primas existentes y conocidas, los grupos obtenían
puntas de proyectil con espiga (tipos: Coxcatlán, Nogales, Abasólo, Tortuga), morteros y ma
nos; metates — a veces con bordes— y manos; piedras para la molienda y muelas ovaladas;
manos de muelas ya sean cortas o largas y circulares u oblongas; recipientes o vasijas de
piedra con base plana, de cuerpo semiesférico o como tecomates; pesos para redes; esteras
o petates; cuerdas y cordeles; lanzadardos; bastón sembrador; cestas; mantas o telas; tal vez
canoas, trampas, redes, nazas, agujas y varios objetos más.
Integración económica-social
De todo lo anterior puede decirse que los grupos de estos tiempos utilizaban al atlatl o
lanzadardos de madera y puntas de proyectil con espiga, de varios tipos y sujetas a dardos,
para la cacería; trampas para capturar o atrapar ciertos animales; redes y cestos o nazas
para la pesca; tajadores, hachas cortas y bastón plantador para talar árboles y sembrar; rae
deras y raspadores para descarnar las pieles; punzones y agujas para el tejido y la cestería;
martilladores, tajaderas y buriles para el trabajo de la piedra; cuchillos y navajas para cor
tar; machacadores, metates, piedra de molienda y manos para triturar y moler semillas, fru
tos, granos de teocintle y maíz; recipientes de piedra para cocinar con piedras calientes;
etc., o sea que ya existían una serie de actividades cotidianas más diversificadas y plena
mente sedentarias.
/
*f
^ Así, la caza y el atrapamiento de animales proporcionaba carne, grasa, pieles, plumas,
carapachos, asta, hueso, etc. (ciervo, venado, pécari, jaguar, mono, cangrejo, tortuga, pato,
etc.); |a pesca daba también alimento (charal pescado blanco, pez amarillo, etc,); la recch
lección marina proporcionaba materia prima y productos alimenticios^ostión, almejas,
huevos de tortuga, conchas, caracoles, etc.); la agricultura contribuía a asegurar la dieta ali
menticia (maíz, frijol, chiles, calabazas, amaranto, etc): y la recolección terrestre completa
ba el alimento \ daba materias primas (guajes, cactos, tule, maguey, lechuguilla, yuca, tu
nas, nueces, leña, insectos, miel, etc.).
Por ello puede decirse que hacia 5000 a.C, los grupos comenzaron a cultivar una serie
de plantas, a producir y controlar el alimento básico, pasando a una economía productora
de alimentos, aunque al principio la agricultura era incipiente y tenía que completarse con
la caza, pesca y recolección marina o terrestre, según el hábitat escogido; cultivándose ya el
maíz (Zea mays), el frijol común (Phaseolus vulgaris),el frijol tepari (Phaseolus acutifolius),
las judías (Canavalia ensiformis), tres especies de calabazas (Cucúrbita pepo; Cucúrbita mix
ta; Cucúrbita moschata); el chile (Capsicum annum) y especies de la etapa anterior:
71
Por estos tiempos no hay otras evidencias materiales que nos permitan conocer más
sobre la sociedad sedentaria y agrícola incipiente que hemos venido tratando, salvo los en
tierros encontrados; y en este sentido podemos decir que los muertos eran amortajados en
mantas o petates y atados con cordeles, por lo general depositados en agujeros excavados
en el interior de las cuevas, tanto en posición flexionada como extendida, a los cuales se les
rociaba ya con cinabrio o polvo rojo de hematita, se les acompañaba con pobres objetos
personales y a veces con alimentos, lo que nos indica las creencias animísticas, respecto a la
existencia de otra vida en el más allá.
Entre 2400 y 1200 a.C. se observa en muchas partes del territorio mexicano un franco
sedentarismo de los grupos existentes; la construcción de chozas con materiales perecede
ros; la agrupación de esas viviendas en aldeas dispersas o concentradas; el desarrollo de la
agricultura que permitió la producción del alimento, combinada con la caza, pesca y reco
lección, todo lo cual revela un período sociocultural más avanzado, el de las aldeas
agrícolas y pescadores, base de las futuras civilizaciones o altas culturas.
A su vez, con las aldeas se asocian aspectos como el aumento de la población, existen
cia de la magia y el totemismo, los matrimonios exóganos, el tabú hacia el incesto, los ritos
de pubertad, la organización ciánica, prácticas funerarias más desarrolladas; y desde luego
la explotación de más variados ambientes físicos o ecológicos, ya que los poblamientos se
ubican por amplias regiones del territorio mexicano, como por ejemplo, El Arbolillo, Zaca-
tenco, Copilco y Tlatilcp en la Cuenca de México; Ajalpan, Las Bocas y El Caballo Pintado
en Puebla; Gualupita, Oaxtepec y Chalcatzingo en Morelos; El Trapiche, San Lorenzo y Tres
Zapotes en Veracruz; La Venta en Tabasco; Etla y San José Mogote en Oaxaca; Chiapa de
Corzo y Altamira en Chiapas; y muchos más.
En la costa del Golfo de México, hacia el norte del Estado de Veracruz, hay un sitio lla
mado Santa Luisa en el que se ha establecido un período de ocupación conocido como Fa
se Raudal, fechada entre 1700 y 1450 a.C.; la cual se caracteriza por la presencia de cuencos
de piedra, abrasadores de piedra pómez, guijarros tal vez usados calientes para cocer, y po
ca variación en los artefactos líticos. La existencia de molcajetes lleva a pensar en el conoci
miento del frijol, chile, tomate y tal vez m andioca.™
Por estos tiempos en Santa Luisa hay una cerámica tosca (46% ) en forma de tecomates
sencillos que frecuentemente presentan arrugas o lomos como sí se hubieran hecho por la
técnica del enrollado; hay cuencos con base plana, bordes hacia afuera y diseños de líneas
paralelas opuestas y remolinos, hechos como con punta de alfiler minuciosamente; tam-
(10)-wilkerson, 1891.
72
bién hay algunos tecomates rojo pulido con bordes cortos verticales; cuencos con bordes
volteados hacia adentro; así como vasijas con borde rojo aplicado con brocha, algunas olli-
tas del tipo Progreso Metálica de la Huasteca, cuencos Blanco y Rojo con motivos incisos
triangulares o en forma de calabazas, y se inicia el uso del chapopote en la decoración.
Según los investigadores del sitio la Fase Raudal tiene parecido con la Fase Barra de Al-
tamira, Chiapas, principalmente en la subsistencia, ya que en cerámica es menos sofistica
da; y también es distinta a la Fase Purrón del Valle de Tehuacán, lo que parece indicar que
en las tierras altas y bajas de Mesoamérica están funcionando tradiciones distintas de cerá
mica.
A continuación viene la Fase Almería, entre 1450 y 1350 a.C., durante la cual aumentan
las vasijas de base plana con bordes salientes, los tecomates como calabazas y los tecoma
tes con ligero borde volteado. También hay los tipos Progreso Metálica, Progreso Blanca,
Negro en forma de pequeños comales (ancestro del tipo Ponce Negro de Pánuco), molcaje
tes con el fondo interno punzonado o rayado; lo mismo que una decoración pulida, de pali
llo, baño rojo, líneas paralelas incisas en triángulos opuestos, líneas diagonales en zonas o
paneles, etc.
Al final de esta Fase se observan influencias del Istmo de Chiapas, bajo la forma de un
complejo de nuevas ideas que modifica la tradición local, o sea que hacia 1400 a.C. aparece
la hematita especular; los malacates; tecomates acanalados e incisos; tiestos de los tipos
Monte Inciso y Coatán Acanalado de la Fase Barra de Altamira; vasos y cuencos de silueta
compuesta; botellones en forma de guajes; los tipos Ajalpan Burdo y Coatepec Liso; figuri
llas huecas; etc. Se encuentran algunos entierros bajo el piso de las casas.
Y después sigue la Fase Monte Gordo de 1350 a 1150 a.C. que guarda relaciones con Pa
vón, Ajalpan, Bajío-Chicharras y Ocós; para continuar la Fase Ojite, entre 1150 y 1000 a.C.,
la cual presenta cerámica Raspada (del Trapiche-Chalahuite),Calzadas Grabada o Esculpida
(de San Lorenzo) con influencia olmeca, y que se relaciona con las fases Ponce, Ajalpan Tar
dío, San Lorenzo A y B, Cuadros, etc.
El sitio denominado Pánuco se encuentra sobre las márgenes del río, y allí habitó un
grupo que vivía de la agricultura, caza, pesca y recolección; reunido en una aldea con cho
zas de bareque; y con una cerámica semejante a la de la tradición de la Costa del Golfo; ya
que en la llamada Fase Pavón hay cerámica Progreso Metál'ca, a veces con un baño de rojo
o blanco y en forma de ollas de cuerpos esféricos, con incisiones o gajos que les dan apa
riencia de calabazas; y también hay un tipo llamado Progreso Blanca, en forma de platos de
base plana y con una decoración punzonada cilindrica, hecha tal vez con un carrizo corta
do; así como cerámica doméstica de color amarillento o café, algo burda.(11)
El período siguiente de Pánuco ha sido llamado Ponce, durante el cual los tipos cerámi
cos anteriores cambian solamente en su decoración, pues aparecen los diseños de triángu
los y círculos por mitad, rellenos de líneas paralelas o en cuadrícula, colocados en sentido
opuesto sobre el fondo de los platos de base plana; y se inicia una cerámica de color naran
ja, pintada a manera de laca; lo mismo que una cerámica diagnóstica llamada Ponce Negra,
la cual es bien pulida y a veces tiene tonalidades grisáceas y manchas blancas en el exterior,
y cuyas formas pueden ser platos con motivos zonales opuestos u ollas con caras humanas
modeladas sobre el cuello. También aparecen figurillas con caras prognatas y ojos elípticos,
con perforación central para la pupila.
La cerámica de los niveles bajos muestran un predominio de los tipos: Impresión de Ra
yas, con o sin puntuaciones; Estampado de Mecedora; Raspada; Decorada con Palillo y Re
cubierta de Hule o Chapopote; viniendo después el predominio de la cerámica Café o Bayo;
Rojo sobre Café o Bayo; Café Burda; Negro con Borde Blanco (cocción diferencial); Blanca,
Esgrafiada o Rayada; Negra; Acanalada y Negativo. También hay varios tipos de figurillas
de barro, entre ellos el Tipo Trapiche que se caracteriza por la cabeza deformada y combi
nación de rapado con mechones de pelo, ojos ranurados y a veces con la pupila perforada
muy finamente, y labios ligeramente abultados; el Tipo Tres Zapotes, caracterizado por una
serie de perforaciones en ojos, aleta de la nariz, comisuras de la boca, etc; el Tipo Cara de
Niño, Sólido y hueco, y el Tipo A, semejante al de la Cuenca de México.'131
A lo largo de la ribera derecha del pequeño río Hueyapan, se encuentra, en una exten
sión de poco más de tres kilómetros, el conjunto que llamamos Tres Zapotes; hay unos cin
cuenta montículos aislados o agrupados, sin orientación fija; los dos montículos mayores
tienen unos 13 m. de altura y 50 m. de largo en su base; y la época más antigua que corres
ponde a un período anterior al florecimiento olmeca, se encuentra a veces sellada por una
capa de cenizas volcánicas, encima de la cual se hallan los restos más recientes.'14'
Según Bernal, el río Tonalá que hoy limita los Estados de Veracruz y Tabasco forma
una región pantanosa de la que emergen algunas islas, y en una de ellas se encuentra La
Venta, cuya superficie es de 5.22 km2, y dentro de la cual hay una especie de ciudad o cen
tro ceremonial que afecta la forma de un rectángulo irregular con una pirámide principal
hacia el centro y varios montículos y monumentos tanto al norte como al sur.'16'
En Moyotzingo, Puebla, existo un poblado que ocupó una extensión de 300 x 400 me
tros, incluyendo una elevación y parte de la ladera y la llanura. En el llamado Sitio 1 se ha
llaron restos de chozas sencillas con pisos de barro y despensas subterráneas (formaciones
troncocónicas O graneros), unas junto a otras y casi al mismo nivel; dentro de las cuales ha
bía tierra, pedazos de cerámica y figurillas, trozos de carbón, huesos, una mazorca de maíz,
un hueso de aguacate, y aún entierros en posición sedente o tendidos sobre las espaldas. Es
tas formaciones troncocónicas fueron graneros o pozos-despensas, excavados por debajo
de los pisos de barro de las chozas, los cuales, al no ser ya útiles, se fueron rellenando con
los desechos de la gente.(17)
De acuerdo con las fechas de Carbono 14, Moyotzingo existió entre 1330 ± 85 a.C. y
740 ± 80 a.C. Desde el principio hay chozas y cerámica y figurillas que muestran eri parte
cierta influencia Olmeca; después se construyeron muros de adobe para contener el cerro o
para formar terrazas, y hacia 600 a.C. puede decirse que ya existe una clase superior más
acomodada y poderosa, la cual ha desplazado a la clase pobre hacia la llanura, o sea que
ya hay una diferenciación social en la comunidad. Lo anterior se basa en el hecho de que se
construyó un monóculo.
De Moyotzingo podría decirse que fue al principio una comunidad aldeana, de tradi
ción cultural del Altiplano Central, la cual recibió influencias de los olmecas, principalmen
te en cerámica y figurillas, ya fuera por intercambios o en forma directa y la fecha de 1330
+ 85 a.C. refuerza la antigüedad de lo olmeca, como estilo y cultura, existiendo semejanzas
con Tlatilco en la Cuenca de México.
Durante la Fase Zohapilco, entre 2500 y 2000 a.C., existieron varias comunidades por
las orillas del Lago de Chalco, las cuales vivían del maíz, amaranto, calabazas y quenopo-
dium; de la recolección del bosque; de la pesca y caza de patos, ciervos, peces, tortugas la
custres, etc.; y contaban con manos cortadas, muelas largas y ovaladas, martilladores de
cantos rodados, artefactos con muescas, tajadores, núcleos y lascas, raederas, raspadores,
navajas prismáticas de obsidiana y recipientes de toba volcánica. Aunque todavía no apare
ce la cerámica, se halló una figurilla de barro sin brazos, sin boca y con piernas cortas y bul-
bosas.f20)
Después, en la Fase Nevada, hacia 1300-1200 a.C., hay una alfarería abundante y pare
cida a la de Tierras Largas de Oaxaca, como la cerámica Rojo sobre Bayo, la tipo Café Os
cura o Negra en forma de recipientes bajos de base plana y con motivos incisos o de mece
dora, así como ollas y cajetes con decoración de uña o con acanalado vertical.
Y hacia 1200 a.C., tanto en Zohapilco como en lugares del Atiplano Central, de la Costa
del Golfo y de Oaxaca, se observa un repentino brote de lo Olmeca, y así en la Fase Ayotla,
de 1200 a 1000 a.C., hay platos de base plana, botellones y cuencos: Negro, Bayo, Blanco,
Rojo; cerámica Negra con borde claro; vasijas de caolín; diseños como U, cruz, coma, doble
espiral, ojos, garras, etc.; recipientes Rojo sobre Bayo y Rojo sobre Blanco; así como másca
ras y figurillas.
En el sitio conocido como Amuco Abelino, Guerrero, hay la Fase Sésamo 1 que presen
ta evidencias de artefactos olmecas asociados a cerámica de tradición local (tiestos de co
lor naranja a rojo, bien cocidos, de grueso y dureza uniforme, en forma de vasijas de pare
des rectas y ollas; poco énfasis en el tratamiento de la superficie y en la decoración: punzo-
nado sobre el labio, zonas punzonadas en el exterior de las vasijas, incisión inferior en forma
de estrella; incisiones semilunares en el interior del borde de vasijas abiertas); encontróse
una mascarita de barro con ojos incisos y perforación de la pupila, con especie de casco o
barbiquejo-venda; y una cabecita de barro con ojos perforados, algo olmeca.*21*
Tierras Largas, en el Valle de Oaxaca, entre 1400 y 1150 a.C., fue una aldea de 6 a 12 ca
sas distribuidas sobre media hectárea de terreno. Las casas eran rectangulares, y alrededor
de cada unidad habitacional estaban agrupadas varias sepulturas y una serie de pozos de
76
forma troncocónica que sirvieron de depósitos o graneros. En el aspecto cerámico hay caje
tes de base plana o convexa de color terroso o con una banda de hematita especular roja;
así como tiestos relacionados con Ocós, Guatemala.
Por su parte, en San José Mogote, Oaxaca, se ha establecido una Fase San José, de 1200
a 900 a.C., la cual en su contenido se parece o se puede correlacionar con Las Bocas, Chiapa
I, San Lorenzo y Tlatilco; ya que en la cerámica hay un tipo Cafetoso y un Rojo Ladrillo en
forma de ollas para cocer y almacenar; Blanco Pulido, Rojo sobre Blanco, Negro Pulido,
Negro con Borde Blanco, Gris Nuboso Pálido y Rojo de hematita. En la decoración hay dise
ños raspados o excisos con cinabrio frotado; motivos como X o Cruz de San Andrés, motivo
en U, ala-garra, estampado de mecedora en zonas sobre tecomates1221
También hay cerámica Blanca con una banda roja en el borde; figurillas pequeñas sóli
das y grandes huecas como las de Gualupita y Las Bocas; se ha encontrado magnetita, ilme-
nita, hematita, mica blanca y negra, cuarzos verdosos, caracoles marinos (SpondylusJ y
madreperla de la Costa del Golfo, lo mismo que caracoles de pantano (Cerithidium; Anona-
locardia subruposa); y hay taladros de calcedonia para trabajo de la concha, buriles para
cortar concha, pulidores de cuarzo, óxidos de hierro para trabajar la magnetita, ornamentos
de concha y espejos pequeños y aplanados de ilmenita y magnetita. Las chozas o cuartos de
bajareque estaban sobre plataformas.
Un segundo período de Chiapa de Corzo, denominado Dili, fechado entre 1000 y 700
a.C., tiene cerámica Gris Pulida, Blanca y Café Amarillenta en forma de tecomates, ollas
con gajos como de calabazas, platos con anchos bordes hacia afuera y braseros o incensa
rios con tres picos; a la vez que hay algunas figurillas con los ojos perforados, parecidas a
las de La Venta y Uaxactún; bordes de vasijas con decoración incisa o figurando aves y pe
ces; decoración ashurada o incisa en cuadrícula; y comienzan a aparecer las plataformas o
terrazas de piedra para soporte de las chozas o habitaciones, de planta rectangular y con
paredes de troncos y lodo.
De acuerdo con la cerámica encontrada, la ocupación más antigua ocurrió desde antes
de 1600 a.C., y esta fase llamada Barra, anterior a Ocós, tiene vasijas que parecen derivarse
o perpetuar las formas de los recipientes de piedra, así como tipos diagnósticos: Coatán
Acanalado, Monte Inciso, Petacalapa Negro y Tusta Rojo, con predominio de tecomates y
cuencos sencillos.
Después de esta fase viene otra denominada Altamira-Ocós, en la cual hay cerámica
Roja con hematita especular, Michis Tecomate Delgado, junto con vasijas de base plana,
cuencos de silueta compuesta,platos con anchos bordes acanalados y decoración de pintura
iridiscente, estampado de mecedora, de textil y de cuerda; lo mismo que figurillas sólidas
con cabezas muy olmecoides, distintas a las de la Victoria, y figurillas huecas con una
gruesa capa de pintura roja sobre el mentón y las mejillas.
Y el sitio de Izapa comenzó como una aldea cuya población subsistía gracias a una
economía mixta, basada fundamentalmente en la agricultura y recolección marina, con el
posible aprovechamiento de la mandioca; pues allí se han encontrado numerosas lascas de
obsidiana que pudieron servir para un rayador de mandioca, como se ha observado también
en Altamira; y en cuanto a la cerámica, ésta se relaciona con la Fase Ocós de La Victoria,
Guatemala, y con la Fase Barra de Altamira, especialmente los tecomates y vasijas de base
plana con paredes divergentes (tipos Ocós Rojo Especular y Ocós Ante), aunque también
hay decoración de mecedora e impresión de cuerda.*25*
Integración sociocultural
Los pocos sitios descritos brevemente nos muestran que entre 2400 y 1200 a.C. ya exis
tían numerosas comunidades aldeanas en todo el territorio que sería Mesoamérica; y dichas
aldeas tenían una economía mixta, basada más en la agricultura o la pesca como activida
des primarias y en la cacería y recolección como faenas secundarias. Con toda probabilidad
en la agricultura se utilizaron los sistemas de humedal o de avenida, especialmente por los
cursos de ríos y arroyos, así como la roza o milpa en terrenos boscosos.
Por esos tiempos, a una mayor población correspondía el cultivo de más tierras, las
cuales eran de toda la comunidad; con la agricultura y los oficios que comenzaban a de
sarrollarse vino también cierto aumento del utillaje; lo producido por el grupo era suficiente
f24' - Creen y Lowe, 1967.
(25)- Ekholm, 1969.
80
para el consumo de la comunidad, aunque algunas familias podían intercambiar algo de su
producción por otros productos elaborados y materias primas; a la vez que se empezó a
mantener o a pagar al chamán por sus servicios; se pudieron cocer mejor los alimentos gra
cias a la alfarería, y se hizo más patente la organización del trabajo por sexo y edad.
En relación con la tecnología se observa que los grupos aldeanos aprovechaban algu
nas fibras vegetales como el algodón, maguey y la yuca; que tenían telar de cintura, punzo
nes y agujas de hueso; todo lo cual se traducía en la producción de hilo y tela, necesarios en
la indumentaria y el adorno; por lo cual en las figurillas de barro se observan representa
ciones de bragueros, faldillas, turbantes, barbiquejos, sombreros, sandalias, listones y otras
prendas.
Así, basándonos en las figurillas de la Costa del Golfo, especialmente del Centro de Ve
racruz, podemos decir que los grupos aldeanos se pintaban la cara y el cuerpo, practicaban
la escarificación y la mutilación dentaria, se deformaban la cabeza; usaban narigueras, ore
jeras y collares; o sea que entre ellos y otros grupos de Mesoamérica se acostumbraba la
pintura facial y corporal; se perforaban el lóbulo de las orejas y el tabique nasal; al mismo
tiempo que se deformaban artificialmente la cabeza, se cortaban los dientes siguiendo cier
to patrones, y se teñían el pelo.
En las aldeas es muy posible que las mujeres se encargaran de la atención de la choza,
del cuidado de los niños, del acarreo del agua, de la preparación de los alimentos y aún de
la recolección y ayuda en el cultivo de los campos; mientras que el hombre cultivaría la tie
rra, y practicaría la cacería y la pesca. En general, también algunos oficios como la alfarería,
el tejido y la cestería podían haber sido realizados por hombres y mujeres, en los ratos que
dejaba libre la agricultura; pero otros como el tratamiento de las pieles, el tallado de la pie
dra, etc., eran actividades del hombre.
81
En la provincia volcánica de
Los Tuxtlas se encuentra
enclavado el lago de Catemaco,
mismo que permitió el asentamiento
de grupos olmecas aldeanos
que vivieron de la agricultura,
pesca y caza fundamentalmente.
Así, además de esta división del trabajo es posible que ya existiera la distinción de algu
nos grupos de edad, y que hubieran ritos de pubertad con festividades apropiadas; y tam
bién serían comunes los matrimonios exógamos, el tabú hacia el incesto, la distinción entre
los clanes y el reconocimiento territorial.
Desde este período aldeano se observa cómo tos recursos naturales de los poblamien-
tos tienen que ser reforzados por los intercambios o trueques de materias primas o de pro
ductos elaborados, tanto a nivel local como foráneo; y así cuando se mencionan conchas y
caracoles marinos se piensa de inmediato en las costas del Golfo y del Pacífico; cuando se
trata de hule o pelotas, chapopote fósil y chalchihuites uno lo relaciona con la Costa Vera-
cruzana; lo mismo que algodón y caolín de Morelos; espejos y hematita de Oaxaca; jadeita,
turquesa y cuarzos verdosos de Guerrero; etc.
Brujos'o"chamanes"de Tlatilco.
Aunque los primeros pobladores y agrícolas incipientes pudieron tener ya algunas
creencias mágicas respecto a la concepción de su universo, es en el período de las comuni
dades aldeanas cuando comenzamos a tener manifestaciones más evidentes, como lo son
las figurillas de barro que representan a brujos o chamanes — intermediarios entre el hom
bre y los espíritus que animan a las fuerzas sobrenaturales y a las cosas—, ataviados con
máscaras fantásticas de animales o humanos; así como seres patológicos y míticos que
anuncian a las deidades futuras.
De hecho, los troncos y el lodo le dieron rigidez y estabilidad a la choza; la paja, la pal
ma y el zacate las cubrió; los postes y morillos le dieron expansión y contracción contra el
viento; y una vez resuelto el aspecto estructural y la cobertura del espacio se dieron los pri
meros pasos hacia la arquitectura, pues las chozas se comenzaron a levantar sobre platafor
mas o cimientos de piedra con relleno de tierra, fueron adquiriendo una planta circular, rec
tangular u oval, recibieron la orientación de la puerta y el hogar, se agregaron pavimentos o
pisos de lajas o de lodo, y se distribuyeron formando aldeas dispersas o se agruparon en al
deas compactas, adaptadas generalmente al ambiente natural bien escogido.
85
1. - Diegueños
2. - C u a icu ras
3. - Pericues
4. - Pápago
5. - Pim a
6. - Pim a Bajo
7. - O pata
8. - C h irica h u a
9 . - Yum a-Jum ano
10. - Concho
11. Tarahum ara
12. - Tepehuano
13. - Tarascos (Purépechas)
14. - G uasave
15. - C a h ita
16. - A caxee
17. - Toboso
18. - C o ah uilteco
19. - Lagunero
20. - Z acatecas
21. - C u a ch ich il
22. - Pame - Jonaz
23. - Tam au lipeco s
24. - Huastecos
25. - Totonacos
26. - O tom ies
27. - A ztecas
28. - M ixtecas
29 - Zapotecas
30. - M ixes
31. - Z o q ues
32. - Popoloca
33. - Chontal - Lacandón
34. - M aya Yucateco
35 - M ayas de los Altos
36. - Chortí
37. - Jicaque
i
87
Los grupos aldeanos iniciaron el arte de la escultura en barro, plasmando en la dúctil
arcilla a la gente y a los animales de su tiempo, tal como se observa en las figurillas y vasijas
que representan a brujos, acróbatas, mujeres embarazadas, niños en cunas portátiles, juga
dores de pelota, armadillos, patos, peces, y muchas obras más; todas ellas extraordinaria
mente concebidas y modeladas, equilibradas anatómicamente y con los rasgos esenciales
para el logro de una escultura menor.
Y desde luego, durante este período pudieron existir una serie de aldeas primitivas que
por ser autosuficientes tuvieron una larga vida sin cambiar prácticamente; también aldeas
de pescadores, basados en su autoabastecimiento, y que por cierto aislamiento tampoco
prosperaron; y aldeas principalmente agrícolas que recibieron estímulos de otros grupos ve
cinos contemporáneos, haciéndolos progresar notablemente.
Sin embargo, todas estas aldeas definen a una etapa bastante homogénea, la de las co
munidades tribales autosuficientes, con las características ya apuntadas anteriormente;
aunque, como es natural, ciertas aldeas comienzan a mostrar una serie de rasgos que defini
rán a una etapa más avanzada, entre ellos: la existencia de brujos o hechiceros que contro
lan a la sociedad y tienen el poder, los cuales Se convertirán en sacerdotes y jefes; la coloni
zación de lugares por algunos grupos, como los olmecas antiguos; una mayor intensidad de
los intercambios de productos; una mayor intensidad de productos provenientes de zonas
geográficas alejadas; ciertos servicios comunales como los cementerios o lugares fijos para
los enterramientos; creencias mágicas tendientes a la creación de dioses; un mayor desarro
llo de la tecnología; aumento de población y proliferación de aldeas; mejoramiento de las
viviendas con plataformas, y delimitación de algunos entierros con ringleras de piedras, ger
men de las tumbas.
88
UNA HIPOTESIS SOBRE EL ORIGEN
DE LOS OLMECAS ANTIGUOS
Antecedentes
En dicho artículo Melgar dice: "Estaba en 1862 avecindado en San Andrés Tuxtla,
población del Estado de Veracruz, en México, y en algunas excursiones que hice, supe de
una cabeza colosal que se había desenterrado pocos años antes...; en una de las excursiones
que hice, buscando antigüedades, llegué a la expresada hacienda y supliqué al dueño de
ella que me llevase a verla; fuimos, y quedé sorprendido: como obra de arte es sin exagera
ción una magnífica escultura... pero lo que más me impresionó fue el tipo etiópico que
representa; reflexioné que indudablemente había habido negros en este país y ésto había si
do en los primeros tiempos del mundo".
En 1871, Melgar publicó otro artículo con el título de "Estudio sobre la Antigüedad y el
Origen de la Cabeza Colosal de Tipo Etiópico que existe en Hueyapan, del Cantón de Los
Tuxtlas", lugar conocido ahora como Tres Zapotes; un poco después, en 1878, Habel dió a
conocer ciertas "Esculturas de Santa Lucía Cotzumalhuapa en Guatemala"; en tanto que
Chavero, en 1887, publicó su "Historia Antigua", en la que reproduce como prueba de la ra
za negra a la cabeza colosal de Hueyapan, describiéndola como "hecha de granito, de dos
varas de altura... su tipo es claramente etiópico y llaman la atención su tocado especial y la
incisión cruciforme que tiene en la frente y que recuerda algún signo sagrado del Asia"; es
90
cultura que dicho autor asocia a "una grandísima hacha de granito, encontrada también en
la costa de Veracruz... (cuya parte superior) es una cabeza de hombre parecida a la de
Hueyapan... pero el tipo negro es más marcado, más claro lo chato de la nariz y más pro*
nunciados los salientes belfos".
En 1888, Eisen escribe "Sobre algunas antiguas Esculturas de la Pendiente del Pacífico
de Guatemala"; en 1890, Kunz da a conocer un hacha de jadeita verde que compara con la
de Chavero y con otra existente en el Museo Británico, hoy conocida como "hacha Kunz";
en 1892, Paso y Troncoso bautizó con el término de "Tipo olmeca" a algunas figurillas pro
cedentes de Morelos y Guerrero, tal como puede verse en el "Catálogo de los objetos que
presenta la República de México en la Exposición Histórico-Americana de Madrid"; en tanto
que Saville, hacia 1900, describe "Una Hacha Votiva de Jadeita, de México", que no es otra
que la "hacha Kunz", pero haciendo notar que representaba una máscara de jaguar, dentro
de un estilo artístico desconocido y distinto.
En 1907, Holmes escribió "Sobre una Estatuilla de Nefrita de San Andrés Tuxtla, Ve
racruz", la cual había sido hallada por un campesino de ese lugar en 1902; estatuilla que
representa a un hombre-pato, y que tiene grabado en uno de sus lados una inscripción
jeroglífica con la fecha maya de 8.6.2.4.17 8 Caban, o sea 162 de la era cristiana, hoy cono
cida como Estatuilla de Tuxtla.
Hacia 1908, Batres escribía sobre la "Civilización Prehistórica de las Riberas del Papa-
loapan y Costa de Sotavento"; en 1926, Lothrop dió a conocer algunas "Esculturas de Piedra
de la Finca Arévalo, Guatemala"; en tanto que en 1926-27, Blom y La Farge publicaron "Tri
bus y Templos", obra en la que informaban de otra cabeza colosal encontrada en Tres Za
potes; de una magnífica escultura hallada en San Martín Pajapan, la cual tenía "una cara
con ojos oblicuos, una pequeña y ancha nariz y una boca curvada hacia abajo con un
ancho labio superior abierto"; así como datos sobre La Venta, Tabasco, sitio en el que des
cubrieron "una colección de enormes monumentos de piedra y al menos una gran
pirámide... (monumentos cuyos rasgos) son similares a los observados por nosotros en la re
gión de Los Tuxtlas, (aunque) otros rasgos están bajo una fuerte influencia de la cultura ma
ya..."
En 1927, Beyer publicó una "Nota Bibliográfica sobre "Tribus y Templos", utilizando
de nuevo el término de "O lm eca" para la escultura de San Martín Pajapan y para una pe
queña hacha de piedra verde, las cuales presentan "los mismos ojos inclinados, nariz ancha,
boca monstruosa y... una hendedura en la frente", rasgos "de una deidad que pertenece a la
civilización olmeca o totonaca"; en tanto que Saville, en 1929, publicó un artículo titulado
"Hachas Votivas del México Antiguo", en el cual compara varias piezas, llegando a definir
una serie de rasgos que caracterizaban a lo "olm eca", entre ellos: "cuerpo humano con ca
beza de aspecto felino, máscara de tigre, cabeza hendida, ojos inclinados, cániños promi
nentes, labios superiores proyectados y pequeñas narices felinas".
Saville también apuntó que esas obras pertenecían "a la antigua cultura olmeca, la
cual tuvo, aparentemente, su centro en el área de San Andrés Tuxtla, alrededor del Lago Ca-
temaco, y se extendió hacia la costa del Golfo de México en la parte sur del Estado de Ve
racruz"; de modo que el término de "cultura olmeca" comenzó a configurarse desde ese
año; continuándose con aportaciones de Joyce y Knox, en 1931, quienes dieron a conocer
algunas "Figuras Esculpidas de Veracruz", y de Weyerstall, en 1932, el cual escribió "Algu
nas Observaciones sobre Montículos Indígenas, Idolos y Cerámica de la Cuenca del Bajo
Papaloapan, en el Estado de Veracruz".
En 1932, Vaillant publicó un artículo que lleva por título "Un Jade Precolombino", en
el cual menciona casi los mismos rasgos olmecas de Saville; pero es el primero en señalar
que "las Figuras de cara de tigre y las de cara de niño pertenecen a un mismo estilo
artístico... que ese estilo no corresponde al de los aztecas, toltecas, zapotecas, totonacos y
mayas... que los olmecas históricos que se dispersaron por el sur de Veracruz fueron famo
sos por su trabajo en jade y en turquesa... y que la posición geográfica de esas gentes coinci
de aproximadamente con la distribución de las esculturas de cara de tigre y cara de niño".
En 1940, Stirling publicó "Una Serie Inicial de Tres Zapotes, Veracruz, México"; y
"Grandes Caras de Piedra de la Jungla M exicana"; en 1942 apareció "Encuentro de Joyas de
Jade en el Pantano Mexicano", artículo en colaboración con su esposa; celebrándose ese
mismo año una Mesa Redonda sobre problemas de los Mayas y Olmecas, en la que partici
paron investigadores como Caso, Covarrubias, Jiménez Moreno, Kirchhoff, Stirling, Lines y
otros más.
En esa reunión Caso trató el problema de la "Definición y Extensión del Complejo Ol-
meca"; Covarrubias habló del "Origen y Desarrollo del Estilo Artístico Olm eca"; Lines dió a
conocer un "Baby Face en Costa Rica"; Jiménez Moreno trató la "Relación entre los Olm e
cas, los Toltecas y los Mayas, según las Tradiciones"; Kirchhoff presentó un trabajo sobre la
"Distribución Geográfica de Elementos Culturales atribuidos a los Olmecas de las Tradi
ciones"; a la vez que otros estudiosos presentaron algunas ponencias más, entre ellos Acos
ta que habló sobre "Rasgos Olmecas en Monte Albán".
De hecho, en esa Mesa Redonda se trató de poner al día los conocimientos que por en
tonces se tenían de esa nueva cultura Olmeca; se discutió el aspecto de la cronología, que
para los arqueólogos norteamericanos la cultura olmeca debía ubicarse en el Horizonte
Clásico y para los mexicanos que ésta era mucho más antigua; se trató el estilo artístico, sus
características, extensión y relaciones; se abordaron temas relacionados con los Olmecas
históricos; expresando Caso que "la cultura Olm eca es de una gran finura, que implica
siglos de preparación o formación y que influye esencialmente en las culturas posteriores";
así como que esta cultura no era nada primitiva y era "sin duda madre de otras culturas co
mo la maya, la teotihuacana, la zapoteca, la del Tajín y otras". -
Kirchhoff señaló que algunos rasgos culturales de los olmecas históricos eran de gran
antigüedad, entre ellos la nariguera, el tatuaje, la barba, etc., los cuales aparecían ya en los
restos arqueológicos más antiguos de la tierra del hule; en tanto que Covarrubias incluyó en
la definición del estilo Olmeca a las pequeñas esculturas en piedras semipreciosas y a tallas
monumentales, el tigre o jaguar como motivo básico, seres humanos con bocas jaguarescas,
relieves en rocas, cabezas colosales, altares monolíticos, cajas de piedra, etc., y decía que
92
"el estilo artístico estaba conectado, lejano, pero evidentemente con el arte teotihuacano
más antiguo, con el estilo llamado totonaco, con las formas más viejas del arte maya y con
los objetos zapotecas, los cuales, mientras más antiguos, tendían a ser más olmecas"; de
modo "que bien podía ser considerada esta cultura como la madre de las mencionadas y la
más importante, si no la única, del desarrollo de la civilización en Mesoamérica"
Para evitar la confusión con los olmecas históricos, en esa reunión se propuso que a lo
olmeca arqueológico se le designara con el nombre de Cultura de La Venta, por ser ese el si
tio mejor conocido por entonces; Jiménez Moreno propuso nombres como paleo-olmeca,
pre-olmeca, proto-olmeca, etc., y aún que se le designara como Cultura Tenocelome o de
las bocas atigradas; pero ninguna de esas designaciones tuvieron aceptación, el término Ol
meca había echado sus raíces y hoy se sigue llamando "O lm eca" (entre comillas) a esa cul
tura o también Olmecas Arqueológicos a los creadores de ella.
En 1942, Jiménez Moreno publicó "E l Enigma de los Olmecas", en 1943, Drucker dió a
conocer la "Estratigrafía cerámica de Cerro de Las Mesas, Veracruz" y la "Secuela Cerámi
ca de Tres Zapotes, Veracruz"; ese mismo año Weiant publicó "Una Introducción a la Cerá
mica de Tres .Zapotes, Veracruz"; en 1944, vió la luz el artículo de Covarrubias titulado "La
Venta: Cabezas Colosales y Dioses Jaguar"; en tanto que Comas, en 1945, informa acerca
de la "Osteometría Olmeca: Restos Hallados en Cerro de Las Mesas, Veracruz"; Covarru
bias, en 1946, publicó "El Arte Olmeca o de La Venta"; Drucker, en 1947, escribió sobre "A l
gunas Implicaciones del Complejo Cerámico de La Venta" y en 1948, Covarrubias publicó
una Tipología de la Industria de Piedra Tallada y Pulida de la Cuenca del Río M ezcala".
Carlos Navarrete, en 1971, dió a conocer "Algunas Piezas Olmecas de Chiapas y Guate
mala"; ese mismo año Piña Chan publicó "Algunas ideas sobre las Figurillas de Valdivia y
Olmecas"; en 1972, Greenes-Ravitz informa sobre "La Presencia Olm eca en Iglesia Vieja,
Morelos"; y en 1973, Bernal publica un trabajo titulado "Los Olm ecas" y Beatriz de la Fuen
te da a conocer su estudio sobre "Escultura Monumental Olmeca: Catálogo".
En 1974, Crove publica "San Pablo Nexpa y la arqueología del Formativo temprano de
Morelos"; aparece el trabajo de Lorenzo Ochoa acerca de las "Figurillas Olmecas de las
Tierras Bajas del Area M aya"; así como "La Cabeza Colosal de Cobata", por Beatriz de la
Fuente; esta misma autora publica en 1975 "Las Cabezas Colosales Olm ecas"; y en 1977 de
la Fuente publicó "Los Hombres de Piedra: Escultura Olm eca"; Navarrete da a conocer
"Aportaciones a la Iconografía Post-Olmeca del Altiplano Central de Guatem ala", y Ochoa
escribe "Los Olmecas y el Valle del Usumacinta". Un libro más reciente, de 1979, es el de
Soustelle, llamado "Los Olmecas: La más Antigua Civilización de México".
94
Se define la Cultura O I m eca
sí, en base a lo publicado durante más de cien años —aunque se han omitido mu
A chos otros trabajos— podemos decir que en los primeros tiempos, las cabezas colo
sales y las hachas antropomorfas fueron tomadas como evidencias de un tipo físico
negroide en la antigua población del Nuevo Mundo, especialmente en la costa del Golfo de
México; que más tarde ciertas figurillas de barro procedentes de Morelos y Guerrero fueron
ya consideradas como de "tipo olmeca"; que dentro de lo olmeca se comenzó a considerar
como un rasgo característico a las caras de jaguar y que esta nueva cultura que se iba confi
gurando tenía relaciones con la maya, por el descubrimiento de la Estatuilla de Tuxtla que
tenía una fecha en puntos y barras.
Nuevos descubrimientos por la costa del Golfo, — Tres Zapotes, Los Tuxtlas, San
Martín Pajapan, La Venta, etc. — fueron corroborando la existencia de esa nueva cultura, ya
que los monumentos encontrados no podían ser adscritos a ninguna de las culturas conoci
das por entonces, y lo olmeca comenzó a caracterizarse por una serie de rasgos observados
en las esculturas, entre ellos: cabezas y caras con aspecto felino, cabeza con una hendidura
en la frente, ojos oblicuos, nariz ancha, labios gruesos, caninos salientes, etc., asociados a
una deidad.
Desde luego, por ese tiempo se señalaron nuevos rasgos que caracterizaban a los olme
cas: estatuillas de piedras sem i preciosas, personajes con caras de jaguar humanizado, seres
bajos y rechonchos, hachas antropomorfas con caras felinas, cabezas colosales, cajas de
piedra o sarcófagos, grandes altares de piedra, relieves en rocas, estelas o lápidas, tigre o ja-,
guar como motivo básico, etc.; pero poco era lo que se sabía de la cerámica, arquitectura,
religión y, en suma, sobre la sociedad, ya que el tema principal era la escultura.
Al mismo tiempo, ello permitió definir nuevos rasgos de esa cultura: cabeza deformada
y rapada, mutilación dentaria, magia y hechicería, pintura facial y corporal, uso de másca
ras, juego de la pelota, uso de espejos de pirita, cerámica negra, gris, marfil, técnicas decora
tivas como el excavado, impresión de uña, vasijas de caolín, asa de estribo, etc., es decir,
que se comenzó a integrar el contenido cultural más antiguo de esa cultura; a la vez que se
comenzó a explicar el simbolismo de su cerámica —garras, manchas, belfos, encías— en
relación con el jaguar, basado en una figura hueca procedente de Atlihuayán, Morelos.
A partir de ahí los nuevos descubrimientos y estudios sobre lo olmeca se fueron corre
lacionando con el Preclásico, el cual a su vez se ha ¡do afinando en su cronología, gracias a
las estratigrafías cerámicas, a la tipología de las figurillas y a las fechas de Carbono 14 de
varios sitios arqueológicos; de modo que hoy contamos con un conocimiento mayor de la
cultura olmeca arqueológica, como puede verse en los recientes artículos, monografías y
libros que sintetizan ese conocimiento.
Pero aunque existe un consenso general acerca de esta cultura, de sus lincamientos
específicos, todavía hay puntos oscuros y discrepancias entre los investigadores, sobre todo
cuando se trata del origen y evolución de ella, de sus fases de desarrollo y cronología, de la
iconografía y de su estilo artístico, de la sociedad y de la cultura con sus procesos de cam
bio, etc.; o sea que el tema de los olmecas continúa vigente, siendo por demás apasionante
su esclarecimiento.
Al respecto, antes se consideraba que esa cultura se había centrado alrededor de Los
Tuxtlas y Catemaco; Covarrubias opinaba que ésta se había originado en el Estado de
Guerrero y que de ahí se había difundido a Morelos, Puebla y Costa del Golfo; yo apuntaba
que lo olmeca de la Cuenca de México procedía de una área que quedaría situada en 1a
96
confluencia de los Estados de Morelos-Puebla-Guerrero; Drucker, Heizer, Sanders y otros,
han considerado que la Costa del Golfo había sido el centro de origen de dicha cultura y, de
hecho, existen otras ideas respecto a este problema.
También hay investigadores que piensan en un imperio olmeca establecido por con
quistas (Caso, Coe, etc.); que hablan de colonizaciones comerciales (Jiménez Moreno, Gro
ve, etc.); de proselitismo religioso por misioneros y de estilo artístico adoptado por algunos
grupos (Flannery, Grove, etc.); de Olmecas, olmecoides y áreas metropolitanas de dispersión
(Bernal); todo lo cual muestra que el problema de los Olmecas no se ha agotado y que es
posible reestudiarlo desde el punto de vista de nuevos enfoques, de otros modelos de de
sarrollo, de otros métodos, y, desde luego, ante la luz de las nuevas evidencias e ¡deas que
hoy poseemos.
97
\ w
En base a los datos actuales, uno de los sitios que posee cerámica antigua es Puerto
Hormiga, Colombia. Este lugar se ubica a unos 300 metros de la orilla oriental del Canal del
Dique; su terreno es plano y levemente pantanoso en algunas partes, cubierto de pasto y
con pocos árboles dispersos. Allí se exploró un conchero algo ovalado, el cual contenía
piedras naturales utilizadas como instrumentos de trabajo; yunques o piedras planas de
contorno elíptico, con una depresión ovalada en una cara; martillos de mano o núcleos
ovoides pesados para machacar, nodulos de piedra arenisca para pulir y raspar; guijarros ro
tos y cantos irregulares; piedras planas de moler; lascas de desecho y algunas modificadas
para su uso; a la vez que se encontraron restos de peces, tortugas y ratas; huesos de
mamíferos pequeños; fogones; un pendiente de concha; un collar de vértebras de pescado;
impresiones de esteras (tejidos de esparto) y, desde luego, cerámica. <
1)
Con toda probabilidad la gente de ese lugar era reducida, quizás una banda de 50 a 100
individuos, que inclusive podía ser de permanencia estacional para recoger moluscos y pes
car, recolectar vegetales y en general explotar los recursos de las riberas y esteros pantano
sos; pero ya contaban con una cerámica hecha a base de desgrasante de fibras vegetales,
que le daba una textura esponjosa, y otra hecha con desgrasante de arena, en partículas me
dianas y pequeñas.
O - Dolmatoff, 1965.
Esta cerámica se ha dividido en Puerto Hormiga Fibrosa Esponjosa, la que se desmoro
na con ia presión de los dedos; Puerto Hormiga Fibrosa Compacta; Puerto Hormiga Arenosa
Densa y Puerto Hormiga Arenosa Esparcida. La primera, de cocción oxidante, presenta
manchas y nubes oscuras en ambas superficies, es de color rojizo y no está decorada; la se
gunda presenta una coloración negra o rojiza y decoración incisa, estampada o punteada.
La tercera puede tener decoración incisa, punteada y modelada; mientras que la cuarta ce
rámica puede ser incisa, punteada, estampada y modelada.
Entre las formas hay vasijas sem¡esféricas, de base redondeada, borde sencillo recto o
levemente inclinado hacia el interior; vasijas naviformes u ovaladas con salientes en los
extremos; la decoración puede ser estampada con concha (hilera de puntos o zig-zag
continuo) para rellenar espacios entre líneas incisas paralelas; impresión dentada; incisiones
de lineas anchas paralelas que rodean los bordes; incisa-punteada; incisa fina en franjas de
limitadas por líneas anchas; depresiones con los dedos; adornos modelados como cabezas
de animales (reptiles, roedores) a veces con las extremidades delanteras en el borde y que
sirven como agarraderas, delineados con incisiones y puntos; caras humanas en el borde
evertido de una vasija; excisión o raspado; líneas incisas en cuadrícula; cepillado; círculos
irregulares agrupados entre líneas incisas.
En Puerto Hormiga, hacia 3000 a.C. ya existían gentes que vivían de la pesca y recolec
ción de moluscos, lo mismo que de la caza; acampaban por la costa, ríos y estuarios, dejan
do concheros en los sitios temporales que habitaban; conocían la cestería y el tejido de es
teras; la cerámica con desgrasante vegetal tenía una consistencia esponjosa, surcos en la
pasta, un color cafetoso o rojizo y un predominio de los cuencos ovales y tazones; mientras
que la cerámica con desgrasante de arena está decorada con estampado de concha en zig
zag (rocker-stamp), estampado dentado, rastreado o punteado múltiple (drag and jab),
cuadriculado inciso, línea ancha incisa, impresión de dedos, círculos con un punto central,
etc., y hay vasijas con anchos bordes decorados con ranas y roedores modelados sobre el
borde. Algo semejante ocurre en Canapote, Cartagena, por 2000 a.C.
En Rancho Peludo, Venezuela, entre 2820 y 1860 a.C., las gentes vivían de la caza y
agricultura incipiente, pues se han encontrado budares o comales que sugieren el cultivo y
aprovechamiento de la yuca o mandioca; y la cerámica es de textura burda y gruesa, en for-
99
ma de ollas y cuencos, con bases semiesféricas y a veces anulares. También hay urnas para
los enterramientos, grandes ollas abiertas con impresiones de textiles y decoración de tiras
sobrepuestas con hundimientos hechos con el dedo, así como cabecitas toscas de seres hu
manos. (4)
En Tehuacán, Puebla, la cerámica aparece en la Fase Purrón, entre 2300 y 1500 a.C., es,
burda y de color cafetoso, semejante a la de Puerto Márquez17*; y esta cerámica la hemos
encontrado también en El Caballo Pintado, Izúcar, Puebla, en forma de ollas y platos de ba
se plana con gruesas paredes y desgrasante de arena-grava.
Entre 2000 y 1500 a.C. en Valdivia, Ecuador, ocurre la Fase M achalilla, la cual se consi
dera intrusiva, pues ahora aparecen entierros que muestran la deformación craneal del tipo
tabular erecta; y en la cerámica hay la M achalilla Incisa con doble línea, M achalilla Puntea
da, Ayanque Incisa, Cabuya Negro sobre Blanco, Roja Zonal, Roja Incisa, etc.; bordes pre
sionados con los dedos, inciso-punzonado, modelado, asa de estribo, figurillas con ojos tipo
grano de café, triángulos y cuadretes con líneas incisas, cortas líneas paralelas en grupos de
3 y 5, estampado de mecedora, vasijas de silueta compuesta, cinabrio frotado en los dise
ños, etc.
En el período W aira Jirca de Perú, hacia 1800 a.C., aparece la cerámica de tipo inciso,
de color café oscuro sin pulir, en forma de cuencos-botes o triangulares aquillados, a veces
con protuberancias y caras humanas; lo mismo que ollas sin cuellos, vasijas carinadas, ova
les y arriñonadas; cucharones, malacates hechos de tiestos recortados, asa vertedera con
puente, estampado de mecedora o rocker-stamp, punzonado, excisión o raspado, círculos
con punto central, rebordes incisos, etc.
Este período puede asociarse a la llamada Cultura San Juan Inciso, hacia 1800 a.C., la
cual tiene cerámica incisa fina y ancha, tiras sobrepuestas con impresión de dedos, punzo-
nado zonal y otras técnicas decorativas; a la vez que es de apariencia tosca y con un baño
rojo, recordando a la de Valdivia, Ecuador. ®
Y en México, en el sitio Altamira, Chiapas, por 1600 a.C., o tal vez antes, aparece la ce
rámica de la Fase Barra; la cual tiene los tipos Cotan Grabada Roja en forma de tecomates
con base plana y surcos o incisiones que dan la idea de calabazas; Petacalapa Negro en for
ma de cuencos y platos de base plana con zonas punzonadas o incisas; Monte Inciso de gris
a rojizo en forma de tecomates con base plana y motivos incisos, grabados o impresos con
cuerda; y Tusta Rojo en forma de tecomates, cuencos y vasos con motivos incisos sencillos
y en cuadrícula o ashurado. Además, por esos tiempos Altamira era una aldea cercana al
mar, la cual dependía de la recolección marina y de la pesca, pero que tal vez adoptó tam-
Pero hacia el año 3000 a.C. aparece la cerámica en Puerto Hormiga, Colombia, tanto
con desgrasante de fibras vegetales como de arena no fina, en la que a su vez se observan
variadas técnicas decorativas que constituyen ya una tradición y un estilo artístico; en tanto
que en Valdivia, Ecuador, aparece la cerámica San Pedro y luego la de Valdivia, última que
comparte muchos rasgos con la de Colombia y que se ha fechado también hacia 3000 a.C.
Aquí nos enfrentamos a dos alternativas: si la fecha (3000 a.C.) para Valdivia es correc
ta, entonces hay que considerar que la cerámica de la fase San Pedro es más antigua; y co
mo ésta no tiene parecido con la de Japón (Jomon) y sí con la de Colombia, entonces es
muy posible que Ecuador haya influido sobre Colombia (San Pedro sobre Puerto Hormiga);
o sí como sugieren los descubridores de la cerámica San Pedro, en el sentido de que ésta de
be colocarse antes de 2600 a.C.) entonces la fase Valdivia se volvería más reciente y en ese
caso Colombia pudo influir sobre Ecuador (Puerto Hormiga sobre Valdivia).
En relación con lo anterior, hay que apuntar el hecho de que existe en varios lugares de
la Polinesia (Célebes, Salomón, Nuevas Hébridas, Nueva Caledonia, Fidji y Tonga) una cerá
mica japonesa relacionada con el período Jomon Medio; que en la pequeña isla de Makura,
en el archipiélago de las Nuevas Hébridas, se ha encontrado en estratos bastante profundos
una cerámica finamente decorada, a base de cordones sobrepuestos e incisiones, que guar
da relaciones con la cerámica japonesa y con la de Valdivia; aunque la fecha estimada para
la de Makura es de 15001000 a.C. t*1^y que para explicar ciertos contactos entre la Polinesia
y Ecuador o costas americanas de ese rumbo, hay que pensar también en la contra corriente
y corriente Ecuatorial.
Las Figurillas
Las figurillas de los fines de la fase Valdivia A y de las B, C están modeladas a mano;
pueden ser de color café o rojo pulido; las cejas, los ojos y la boca se representan por medio
de una ranura o incisión; el pelo se insinúa también por medio de líneas finas incisas, largas,
cortas o combinadas; y en general tienen ya un buen equilibrio anatómico y se representan
fundamentalmente a seres fem eninos.,12)
102
Dichas figurillas pueden mostrar el pelo largo por detrás de la nuca y con raya enme
dio; a veces se representan trenzas; pero un rasgo distintivo de las figurillas es la combina
ción de partes rapadas de la cabeza con partes de pelo; insinuando peinados que se
complementan con listones y adornos. En algunas de ellas se aprecia la costumbre de la de
formación craneal; en otras se nota casi un rapado total de la cabeza; y hay figurillas que
tienen una especie de fleco abultado sobre la frente; y también con dos cabezas.
103
104
Figurillas de Valdivia, Ecuador:
A- Talladas en piedra. B y C Modeladas en Barro.
105
Y en T latí Ico, también en la Cuenca de México, hay figurillas que llevan sobre la frente
una especie de turbante abultado o un fleco de pelo, combinado con una parte de la cabe
za rapada; y también figuras en rojo pulido, huecas, que tienen la cabeza prácticamente ra
pada y un mechón de pelo sobre la nuca.
De hecho, todas las figurillas del horizonte Preclásico (C, D, A, etc.) muestran rasgos co
mo deformación de la cabeza; combinación de partes de pelo con partes rapadas; mecho
nes de pelo en la nuca; flecos o turbantes abultados sobre la frente; trenzas o pelo largo par
tido; indicación del pelo por medio de incisiones; coloraciones cafetosas o rojo pulido; así
como ojos, cejas y bocas hechas por medio de una ranura o incisión (salvo algunas que se
hacen al pastillaje), figuras con dos cabezas, etc.; o sea que son demasiadas semejanzas pa
ra considerar que las figurillas de México fueron creaciones independientes, y que más bien
hay que asociarlas a la tradición alfarera Ecuatoriana-Colombiana o surefta-costeña.
106
Hipótesis sobre ios O lm ecas
e acuerdo, con las evidencias arqueológicas que poseemos, con las fechas estableci
107
Entre esos nuevos rasgos — de 1700 a 1300 a.C. — podemos mencionar: cerámica de co
loraciones o tipos Roja especular, Negro, Roja pulida, C afé pulida. Rojiza burda, Blanca,
Borde de Rojo, Gris, Rojo sobre Crema, Negro con borde o manchas blancas (cocimiento di
ferencial), etc.; formas como tecomates de paredes gruesas o delgadas, vasijas de base pla
na, cuencos de silueta compuesta, guajes o calabazos, platos con anchos bordes acanala
dos, ollas de base esférica, botellones, etc.; y decoración como punzonado zonal, incisión
fina o ancha, punzonado con palillo, inciso en cuadrícula o ashurado, pintura iridiscente,
acanalado, estampado de cuerda, impresión de textiles, estampado de mecedora o rocker-
stamp, línea incisa sobre el borde, filetes aplicados, diseños zonales, etc. Y aparecen algu
nas figurillas con los ojos perforados y también con cierta apariencia hacia lo olmeca. (por
ejemplo, en Amuco, Gro.), con el típico rasgo de partes de la cabeza rapada y partes con pe
lo.
Lo anterior podría sintetizarse bajo la consideración de que: puesto que hacia 1700
a.C., en Mesoamérica sólo existía la tradición alfarera de Purrón-Puerto Márquez, que es lisa
y de color cafetoso, y repentinamente aparece en Altamira, Chiapas, y en otras regiones y si
tios la tradición Ecuatoriana-Colombiana, caracterizada por su rica decoración; entonces es
lógico suponer que esta última fue intrusiva y difundida poco a poco de Sudamérica, vía
Centroamérica, por lo cual hacia 1500 a.C. es ya común en muchos lugares de México, diga
mos por ejemplo, desde Chiapas hasta la Costa del Golfo, pues en El Trapiche, Veracruz,
hay cerámica con doble o triple línea corta incisa (Ayangue Incisa de M achalilla, Ecuador).
Así, durante este período encontraremos en varios sitios del sur de México, con proyec
ción al Occidente, Altiplano Central y Costa del Golfo, cerámica con estampado de concha
en zig-zag o rocker-stamp; impresión de cuerda, de textiles y de uña; punzonado zonal; inci
sión en cuadrícula o ashurado; tiras o filetes sobrepuestos, excisión o raspado; tecomates
gruesos o delgados; bases planas; cerámica Roja Especular, Negra Roja pulida, Cris, etc.; así
como figurillas con cabezas deformadas y combinación de pelo con rapado, hechas a base
de rasgos faciales incisos o ranurados.
TodoS/O parte de estos rasgos, pueden encontrarse en un sitio determinado que no es ol
meca; pueden asociarse, en otros lugares, a la cerámica de la tradición Purrón-Puerto Már
quez, sin ser tampoco olmecas; y la hipótesis sobre el origen o formación de lo Olmeca con
siste en que partiendo de esa misma tradición Ecuatoriana-Colombiana algún o algunos gru
pos le imprimen a la cerámica el sello felino de su animal totémico, el jaguar; a la vez que
siguiendo los rasgos principales de las figurillas inician un estilo propio, el cual se caracteri
zará por las cabezas deformadas, ojos incisos o ranurados un poco oblicuamente, boca con
las comisuras hacia abajo, como de recién nacidos y peinados o arreglo del pelo combinado
con partes rapadas, o cabezas totalmente rapadas.
Así, como se observa en las figurillas de Valdivia, Ecuador, esa gente introduciría la de
formación craneal (tabular erecta en Machalilla); el rapado de la cabeza o la combinación
de partes rapadas y partes con pelo; desnudez en las figurillas así como otros rasgos de lógi-
Compare la figurilla de Valdivia (Frente y Reverso), con las otras figurillas de Tlatilco.
109
ca inferencia, entre ellos: habilidad marina y navegación; uso de canoas ahuecadas y balsas;
hechicería y magia; juego de la pelota; culto y clanes totémicos; viviendas sobre palafitos;
empalizadas defensivas; corte de cabezas y manos; pintura corporal; cultivo de la man
dioca; etc. Estos elementos culturales, como es natural, podían irse mezclando por la convi
vencia con grupos autóctonos mesoamericanos, o mantenerse aislados al colonizar nuevos
lugares.
Y como decíamos, esta corriente de cerámica, figurillas y rasgos culturales, traída por
gente sureña, es el substratum que propicia la creación y formación del estilo, cultura y so
ciedad olmeca antigua, que se comienza a extender por el territorio mexicano; y una rama
se dirige hacia la Costa del Golfo, vía Istmo de Tehuantepec, mientras que otra rama se
introduce a Oaxaca, penetrando a Guerrero y a Puebla, Morelos y Cuenca de México, o sea
que se integran dos grandes focos o polos de atracción.
110
niño o "baby face", figurillas de los tipos: C9, D1, D2, K, etc.; máscaras, silbatos, espejos de
hematita, e tc .1151
Las interrelaciones entre la Cuenca de México, Morelos, Puebla, Guerrero y Oaxaca son
patentes, pues en San José Mogote, Laguna Zope y otros sitios de Oaxaca hay cerámica y fi
gurillas que acusan la misma tradición, lo mismo que intercambios de obsidiana, hematita,
conchas marinas del Pacífico, etc.; mientras que el foco de la Costa del Golfo se integra
también con una serie de aldeas autónomas, como se vé en San Lorenzo, La Venta, Tres Za
potes, etc., aunque no alcanza el mismo nivel de desarrollo cultural, pues la cerámica y fi
gurillas no acusan la rica variedad del otro foco. Sin embargo, hay también interrelaciones
entre los dos focos, ya que el jade, el hule, chapopote, conchas y caracoles, etc., pasan has
ta la Cuenca de México, tal vez a través de grupos intermediarios.
Y en este período las creencias de la gente aldeana se ligan más bien a la magia, la
hechicería y el totemismo, a las fuerzas sobrenaturales y a los antepasados; de modo que
hay un culto a los muertos con ofrendas para la otra vida; hay animales totémicos como el
jaguar, el pato y la serpiente; hay la representación de una serpiente acuática relacionada
con el agua, de un jaguar que representa a la tierra y de un dragón ofidiano-jaguar (agua-
tierra) que simboliza a la fertilidad; lo mismo que sacrificios humanos con decapitación y
corte de manos; representaciones de seres patológicos: enanos, jorobados, viejos con la len
gua partida, hombres con manchas de pelo en la cara, seres con dos cabezas o con tres ojos,
etc.; y aún magos o hechiceros con máscaras y pelucas, acróbatas, jugadores de pelota, mú
sicos, etc., al mismo tiempo que se va creando un simbolismo, casi un lenguaje ideográfico
en la cerámica principalmente.
111
Período de Expansión 900-300 a.C.
Ahora, el foco de la Costa del Golfo toma la delantera, ahí surgen, al parecer, las pri
meras estructuras de tierra, y así La Venta muestra cierta planeación en su centro ceremo
nial, de gente familiarizada con el uso y trabajo de la piedra, aprovechable principalmente
en la escultura; piedra que algunos investigadores consideran que se acarreaba en balsas
desde Chinameca, de San Martín y Los Tuxtlas, o del Volcán de la Unión, por el río Mezca-
lapa, distantes entre 60 y 120 kms. de La V en ta .(16)
Durante este período los centros ceremoniales como Tres Zapotes, La Venta y San Lo
renzo desarrollan una tradición escultórica en piedra, perfectamente acabada y con un gran
dominio técnico, en la que no se observan sus antecedentes; y de ahí nuestra apreciación de
que este estilo se inició en la costa del Pacífico de Chiapas y Guatemala, el cual dió lugar al
estilo de Oaxaca y al de la Costa del G o lfo .(17)
En Guatemala, sitios como Monte Alto, El Obero, El Tránsito, Bilbao, Las Ilusiones, El
Baúl, etc., muestran cabezas colosales y esculturas de seres humanos rechonchos y obesos,
dentro de un estilo megalítico y arcaizante, cuya principal característica es el aprovecha
miento de grandes bloques naturales de piedra, en los que se adapta la figura trabajando só
lo el frente del bloque, como si la figura no se liberase de la piedra; y así las cabezas tienen
los ojos cerrados como muertos, con los ojos ranurados, narices anchas, labios gruesos, ore
jas alargadas con orejeras y rasgos que le dan una apariencia asiática; mientras que los seres
obesos tienen mejillas mofletudas, ojos ranurados o incisos, piernas y brazos cortos, postu
ras sedentes y manos sobre el abdomen.
También las cabezas y seres obesos están inspiradas en prototipos de barro: ojos incisos,
cuerpos gordos, posturas sedentes, etc., como se vé en las figurillas tipo cara de niño o
"baby face"; y estas esculturas han de corresponder a fechas anteriores a 900 a.C., aunque
por ahora sólo hay una estimación de 800 a.C., para la escultura de un ser obeso encontrado
en B ilb ao .f18) ,
En Oaxaca, Los Danzantes se relacionan más con el sur que con la Costa del Golfo,
pues las figuras se graban sobre grandes piedras irregulares, se rodean de jeroglíficos y se
adaptan al revestimiento de edificios de piedra; en Dainzú se siguen los mismos lincamien
tos arquitectónicos, utilizando grandes piedras en las que las figuras se adaptan a la superfi
cie irregular, con representaciones de jugadores de pelota que usan caretas, máscaras y pan
talones, rasgos que aparecen en la región de Santa Lucía Cotzumalhuapa, Guatemala; y así
el estilo de Oaxaca se acerca más al estilo de Izapa y Costa del Pacífico de Chiapas-
Guatemala, con énfasis en el tratamiento de bloques naturales y lápidas, de jeroglíficos y te
mas que desembocan en el estilo maya.
112
Y en la Costa del Golfo el estilo alcanza un pleno desarrollo, un dominio técnico y ma
yor realismo, pues allí las cabezas colosales representan a individuos, con los ojos abiertos,
boca de labios gruesos, narices anchas, etc., como si fueran retratos; y estas esculturas son
de bulto, la figura se ha liberado de la piedra y salvo una o dos esculturas de individuos obe
sos (en La Venta y Cerro de las Mesas), perfectamente acabadas, no hay la profusión de
ellas como se advierte en Guatemala.
Ese desarrollo escultórico y lapidario sólo es explicable por la existencia de una nueva
sociedad, teocrática e inclinada a la religión, pues los altares monolíticos representan a la
entraña del jaguar (la tierra) de donde salen sacerdotes de su culto, a veces sosteniendo ni
ños en los brazos que se asocia a la fertilidad y al nacimiento (tierra-mujer; vegetación- ser
humano); y otro tanto podría decirse de las esculturas que representan a la deidad jaguar,
de hachas con la efigie de ese mismo dios, de sacerdotes que aparecen en figurillas, escultu
ras y lápidas, etc.
Así., la escultura de los Olmecas de la Costa del Golfo estuvo asociada al nacimiento y
crecimiento de los centros ceremoniales, al surgimiento de una teocracia, a la expansión de
las relaciones por los intercambios de productos y materias primas, con la consiguiente difu
sión de las ideas y conocimientos de los Olmecas; alcanzándose la máxima extensión del
mundo olmeca, especialmente hacia el sur de Mesoamérica,hasta Guatemala y Costa Rica,
pues la escultura en bulto o sobre rocas sólo penetró hasta Chalcatzingo, Morelos, sin pasar
a la Cuenca de México.
Entre esos estilos locales está el de Izapa, Chiapas, que se relaciona con el Pacífico de
Guatemala y que se caracteriza por sus lápidas con escenas ceremoniales o religiosas, que
influyen sobre la cultura maya; el estilo de Oaxaca que alcanza su desarrollo y contribuye a
la formación de la cultura zapoteca; el estilo de Mezcala que se extiende por varios lugares
de Guerrero; y tal vez el estilo del Centro de Veracruz, que culminaría en los yugos, palmas
y hachas del horizonte clásico o de los pueblos y Estados Teocráticos.
113
\ D ESAR
^ S IT IO S DE 2,400 A 1,400 ,
# SITIOS DE 1,400 A 1,300
1. - El Opeño
2. - Puerto Márquez
3. - Amuco-Abelino
4. - Tecaxic - Calixtlahuaca
5. - Tlatilco
6. - Tlapacoya - Zohapilco
7. - Gualupita 26. - Potrero Nuevo
8. - Tlayacapan 27. - Etla - Tierras Largas - San José Mogote
9. - Olintepec 28. - La Venta
10. - Chalcatzingo. 29. - Ogarrio
11. - Tlaltizapan - La Era 30. - San Isidro
12. - Yautepec 31. - Cueva de Santa Marta
13. - Atlihuayán 32. - Chiapa de Corzo
14. - Izúcar - El Caballo Pintado - Las Bocas 33. - Padre Piedra
15. - Epatlán 34. - Mapastepec
16. - Ajalpan 35. - Islona de Chantuto
17. - Tehuacán - Purrón 36. - Izapa
18. - Pánuco 37. - Altamira
19. - La Tigra 38. - Mazatán
20. - Santa Luisa 39. - Ocós
21. - Viejón . 40.- Salinas La Blanca
22. - Trapiche - Chalahuite 41. - Kamlnaljuyú
23. - Tres Zapotes 42. - Balancán
24. - Tenochtltlan 43. - Lago Yojoa - Yarumela
25. - San Lorenzo 44. - Playa de los Muertos - Travesía
LLO DE LA CIVILIZACIO N O LM ECA
| FOCO DE LA COSTA DEL GOLFO
II FOCO DE OAXACA - GUERRERO Y ALTIPLANO CENTRAL
.41
LOS OLMECAS ALDEANOS
El Territorio
L ción y desarrollo de la tradición cerámica llamada "de viruela" (Pox Pottery), cafeto-
sa, algo tosca, con hoyitos y sin decoración, fechable a partir efe 2400 a.C., tal como
se ha observado en Puerto Márquez, Am uco Abelino, Los Terrones, Complejo Purrón, El Ca
ballo Pintado y Epatlán; no habiendo, cuando menos hasta 1700 a.C., ningún indicio, hasta
ahora, de sitios que mostraran cerámica de otra tradición.
A partir de 1700 a.C. comienza a observarse la existencia de sitios que presentan una
cerámica ricamente decorada (Tradición Ecuatoriana-Colombiana), como Altamira, Ocós,
Islona de Chantuto, El Trapiche, Santa Luisa y tal vez otros más por descubrir; y hacia 1400
1300 a.C. no sólo se ha extendido esta tradición cerámica sino que ha contribuido a la for
mación de la cultura y estilo olmeca, como se aprecia en Izapa, San Isidro, San Lorenzo, La
Venta, Tres Zapotes, así como en San José Mogote, Las Bocas, Chalcátzingo, Atlihuáyán,
Gualupita, Tlapacoya y Tlatilco.
De lo anterior resulta que el territorio ocupado por los Olmecas antiguos y sus progeni
tores fue muy amplio, casi diríamos desde el río Pánuco hasta el Tonalá y aún Grijalva por
la Costa del Golfo, y cuando menos desde Michoacán hasta el río Suchiate por la Costa del
Pacífico; o sea que dentro de ese territorio pueden encontrarse varias regiones, como la Cos
ta del Soconusco, parte de la Sierra Madre de Chiapas y de la Depresión Central, parte de la
Planicie de Tabasco, el Istmo de Tehuantepec, la Mesa y Sierra Madre del Sur, la Depresión
del Balsas, la Mesa Central y parte de la Costa del Golfo
La Sierra Madre de Chiapas, a lo largo de la costa del Pacífico, tiene su vertiente sur
muy inclinada, sobre la que existen terrazas litorales escalonadas; y los aluviones acarre
ados por los ríos han formado una llanura costera que se angosta de sureste a noroeste, co
nocida también como Costa del Soconusco.
En las tierras bajas de Tabasco las terrazas del Pleistoceno presentan materiales intem-
perizados de color rojo brillante y amarillo (suelos tepetatosos de color) que sirvieron en
ocasiones para las construcciones prehispánicas; también masas salinas se han introducido
en los estratos y elevado el material superficial en forma de pequeños domos, rodeados por
la planicie aluvial, sobre los que, como islas, sirvieron para los asentamientos humanos (La
Venta, El Plan); y la costa, propiamente dicha, está formada por playas bajas con barreras
rocosas, orillas de arrecifes y lagunas.
Ríos
El Coatzacoalcos es un río caudaloso, cuya cuenca ocupa casi toda la vertiente norte
del Istmo de Tehuantepec; nace en la Sierra Atravesada y después de correr hacia el ponien-
119
"Chaman" con máscara. (Tlatilco).
120
te tuerce hacia el norte y luego hacia el noreste para desembocar en el Golfo de México; y
sus principales afluentes son el río Jaltepecque baja de la Sierra de los Mijes y que se le une
por la margen izquierda, y el río Uspanapa que nace en la vertiente norte de la Sierra Atra
vesada y que se le une por la margen derecha, antes de su desembocadura.
Otro río importante, el Tonalá, desemboca en el G o lfo de M éxico, lim ita p ráctica
mente al Istmo de Tehuantepec en el noreste; lo forman los ríos Tancochapan y Zana-
pa, el primero form ado por la unión de los ríos Playas y Pedregal que nacen en la
Sierra Atravesada, y el segundo, que viene del oriente, está form ado por el arroyo San
Juan, el río Costijapa y las aguas que vienen de la Laguna del Rosario.
Montañas
Al norte y al oriente del V alle de O axaca queda la M ixteca A lta o estribación nor
teña de la Mesa del Sur, drenada por afluentes del río Balsas; hacia el oriente del mis
mo valle se ubican las tierras altas de los M ijes; y bordeando la Mesa del Sur, hacia el
noroeste, está la Sierra M adre de O axaca que es como una barrera entre las tierras ba
jas costeras de Veracruz y las altas de O axaca, e inmediatamente después de esta cor
dillera queda el Cañón del Tom ellín que conecta a la cuenca de Puebla y Tehuacán
con la de O axaca,
De hecho, la Mesa del Sur es la porción oriental de la Sierra Madre del Sur, la cual
queda en el Estado de O axaca y prácticam ente no tiene partes planas, salvo los valles
de O axaca, Etla y T laco lu la ; mientras que la Sierra M adre del Sur, en su porción o cci
dental, queda en el Estado de Guerrero fundam entalmente, y está constituida por una
serie de cadenas montañosas; forma el borde meridional del Escudo M ixteco; y está
tan próxima al litoral que no existe realmente llanura costera, de modo que, en algu
nas partes, los flancos de las montañas bajan directamente al O céano Pacífico.
El relieve de la Sierra M adre del Sur se caracteriza por la existencia de valles para
lelos a la dirección del litoral del O céano Pacífico, alojados unos entre los pliegues de
las cadenas que forman la cordillera, y otros sobre la línea que separa la Sierra Madre
del Sur de la vertiente sur deJ Eje V olcánico al poniente, y del Escudo M ixteco al orien
te; así como una serie de cañadas m uy estrechas que cortan a la sierra normalmente a
su dirección, por lo que los ríos salen de la cordillera al O céano Pacífico.
H acia el norte de la Sierra M adre del Sur se encuentra la Depresión del Balsas-
Tepalcatepec, cálida y seca, que separa a la A ltip lan icie M eridional de las tierras altas
de O axaca y Guerrero; la cual está formada por largas cadenas de bajos cerros, por
donde el río Balsas y sus tributarios han form ado anchas terrazas aluviales a lo largo
de su curso; en tanto que la A ltip lan icie M eridional o Mesa Central tiene fértiles valles
de suelos aluviales, como el Bajio de Guanajuato, el de T o luca, Puebla, T laxca la y
Cuenca de México y M orelos, así com o varios sistemas lacustres.
Y la planicie o llanura Costera del Golfo corre paralela a la Sierra M adre Oriental,
es drenada por varios ríos que bajan de la sierra y desembocan en el G o lfo de M éxico,
presentando algunos cerros y bajas montañas de pasadas actividades volcánicas; y
dicha planicie termina prácticam ente en el río Papaloapan, ya que entre las cuencas
121
de éste y del río C oatzaco alcos se encuentra la masa vo lcán ica de Los Tuxtlas, como
una isla rodeada por planicies aluviales, en cuya cim a se ubica el extinto volcán de
Santa M arta. Tam bién, en esa masa vo lcán ica está el Lago de C atem aco, el cual ocupa
un cráter extinto.
Vegetación
Desde el punto de vista de la vegetación el territorio cuenta con los siguientes ti
pos: Bosque Tropical Perennifolio que ocurre d e O a 900 metros sobre el nivel del mar,
tanto por la Costa del P acífico como por la Costa del G o lfo (Tabasco, Sur de V eracruz,
Norte de O axaca, Chiapas); Bosque Tem plado C adu cifolio , de 900 a 2200 metros sobre
el nivel del mar (Los Tuxtlas, Sierra Madre del Sur, Soconusco, Chiapas); y Bosque
Tem plado A cicu lifo lio y Esclerófilo, propio de las laderas de pendientes moderadas y
planicies de fácil desagüe, de 300 a 3500 metros sobre el nivel del mar. Tam bién hay un
Bosque Subtropical C aducifolio en Puebla, Costa de O axaca y Chiapas. (2)
Y por lo regular, en todas las planicies costeras, pero principalm ente en Tabasco,
norte de Chiapas y Sur de V eracruz, existen los llam ados "p o p ales", o sea un tipo de
vegetación herbácea que se desarrolla en lugares pantanosos, con agua perm anente y
en donde las plantas viven enraizadas en el fondo especialm ente de los Géneros Ca-
lathea y Thalra.
122
Algunos Poblamienfos
E una proliferación de aldeas tanto en el foco de la Costa del Golfo como en el foco
Oaxaca -Guerrero- Altiplano Central; por una cerámica desarrollada con símbolos del
jaguar; por el modelado de varios tipos de figurillas, según los focos establecidos; por creen
cias mágicas y totemismo; sacrificios; etc.; y de acuerdo con nuestra hipótesis, tanto este pe
ríodo como el de formación constituyen la etapa Olmeca Aldeana (1700-900 a.C.) que cubre
desde entonces un gran territorio.
Desde luego, los progenitores de los Olmecas y éstos mismos, escogieron ambientes si
milares a los que conocían y estaban acostumbrados, oque les recordaba su lugar de proce
dencia; y así originalmente fueron ocupando las llanuras costeras con sus estuarios, lagunas
y pantanos, lo mismo que las regiones selváticas tropicales, lluviosas y en donde abundaban
los ríos y el agua; o sea ecosistemas fuertemente vinculados a la explotación marina y a la
explotación del bosque, y en donde se aseguraba también una navegación costera y flu
vial.
123
El sitio denominado Ocós tiene una fase de ocupación llamada también Ocós, la cual
se estima puede colocarse de 1500 a 1100 a.C. y durante ella ya se conocían ciertos imple
mentos como metates o piedras para la molienda; manos de metates algo toscas; bolas de
piedra; cantos de río aprovechados para diversos usos; astillas o pequeñas lascas de obsi
diana; lo mismo que vértebras de pescado que pudieron ser utilizadas como orejeras y
fragmentos de figurillas hechas a mano, en un barro grisáceo, casi todas representando a
mujeres y algunas con tocados fantásticos. Desde luego,ya se contaba con una alfarería
desarrollada, y las impresiones de textiles en la cerámica muestran queya se conocía el tejido
de fibras vegetales como el algodón y tal vez el ágave.(4)
En la cerámica predominan las ollas sin cuellos o tecomates, vasijas pesadas de base
plana, cuencos de silueta sencilla, vasos cilindricos, así como vasijas con soportes largos y
bordes con banda de pintura iridiscente, contenida entre líneas horizontales acanaladas; y
en la decoración, además de la pintura iridiscente sobre rojo pulido de hematita especular,
había el estampado de mecedora liso (en zig-zag) y dentado, la impresión de cuerda, la inci
sión en zonas y otras técnicas.
La localidad ha de haber contado con viviendas sobre pequeñas elevaciones del terre
no; conocían la calabaza, el frijol, aguacate y tal vez la mandioca, la batata y la jicama;
considerándose que la cerámica del sitio guarda relaciones con la fase Chorrera de Ecuador
y con la fase Barra de Altamira, Chiapas.
En la costa litoral de Chiapas, no lejos de una gran laguna y cerca del río Coatán, se en
cuentra la localidad de Altamira, en la cual se han encontrado puntas de proyectil hechas
de una gran lasca de obsidiana, con retoque oblicuo y en forma de hoja de laurel; cuchillos
con un lasqueado fino que parecen a veces raspadores reusados de obsidiana; navajas pris
máticas sacadas de núcleos poliédricos de obsidiana; raspadores de lasca y del tamaño de
la uña del pulgar, también de obsidiana; así como fragmentos de recipientes de piedra (daci-
ta); cuencos de piedra con un ligero reborde; manos deform a ovoidal u oblonga, talladas en
dacita y basalto; martilladores de granito y dacita; un mazo con ranura completa para en
mangarse, hecho de riolita; piedra-yunque; fragmentos de tejolotes; pulidores hechos de
guijarros para pulir la cerámica; un alisador de pizarra; y un punzón o aguja de hueso.(s)
La fase Barra de este sitio, anterior a 1600 a.C., se caracteriza por los tipos cerámicos
Cotán Acanalado, Monte Inciso, Petacalapa Negro y Tusta Rojo; habiendo recipientes glo
bulares de base plana, cubiertos de engobe rojo, modelados con finas acanaladuras vertica
les, oblicuas o en espiral; platos de base plana y paredes cortas divergentes, en coloraciones
café oscuro o negro; ollas con gajos como calabazas y decoración incisa (haces de líneas
paralelas, retícula, triángulos).
Después viene otra fase denominada Altamira-Ocós, de 1500 a 1100 a.C., caracterizada
por la cerámica Roja con hematita especular (Ocos Specular Red) y Michis Tecomates Del
gados; habiendo vasijas de base plana, cuencos de silueta compuesta, platos con anchos
bordes acanalados y pintura iridiscente, estampado de mecedora o rocker-stamp, impre
siones de cuerda y de textiles; así como figurillas olmecoides con cabeza deformada y rapa
da, ojos ranurados y boca contraida; o figurillas huecas con el cabello hecho a base de pun-
zonado, como crespo.(6)
124
Las gentes de Altamira estaban adaptadas a los estuarios, islotes y lagunas, al río y a la
sabana del litoral, de modo que fueron pescadores y recolectores de mariscos, así como
agricultores y cazadores, contando tal vez con la mandioca, papa dulce, jicam a y yautia.
Como ya se dijo, Izapa fue otra localidad que se inició como una comunidad aldeana,
cuya economía se basaba en la agricultura y recolección marina, desde los tiempos de la fa
se Altamira-Ocós; pues como relleno de montículos hay tiestos de los tipos Ocós Rojo Espe
cular y Ocós Ante, así como tecomates y vasijas de base plana con paredes divergentes, de
coración a base de impresión de cuerda y estampado de concha en zig-zag. En el siguiente
período ocurre el apogeo de la cerámica Negra Excisa como la de San Lorenzo, Veracruz.
Cerca del río San Miguel, tributario de El Dorado que se incorpora al Crijalva, se locali
za el sitio denominado Padre Piedra; y allí se ha encontrado cerámica correspondiente a la
fase Cotorra (baño rojo en tecomates, cuencos y platos; vasos con borde blanco o ama
rillento; tipo Rojo y Blanco; etc.), y también a la fase Dili (blanca en forma de platos de pa
redes divergentes, tecomates y cuencos; cerámica negra y gris; etc.).
San Isidro, sitio cercano a Quechula, sobre el río Crijalva y ahora bajo las aguas de la
Presa Netzahualcóyotl, fue un centro ceremonial importante, ya que contaba con unos
treinta montículos o basamentos, formando conjuntos y agrupados a lo largo de una amplia
terraza del río y en los cerros adyacentes; y en el Montículo 20, algo erosionado, se hicieron
excavaciones, se exploraron enterramientos y ofrendas, estableciéndose tres horizontes cul
turales que se denominan: Olmeca Temprano, Olmeca Tardío y Olmeca Modificado. < 8>
125
El horizonte Olmeca Tardío, de 1000 a 700 a.C., es conocido en San Isidro por material
superficial, relleno de montículos y pozos estratigráficos cuyo contenido se está estudian
do; y el horizonte Olmeca Modificado, de 700 a 400 a.C., comprende las fases Equipac y Fe
lisa, conocidas por una serie de ofrendas en el Montículo 20, entre ella$; conjuntos acomo
dados de pseudo-hachas; orejeras de jadeita alrededor de un plato negruzco y con algunas
pseudo-hachas arregladas en torno a las orejeras; conjuntos de pseudo-hachas con tecoma
tes; y vasijas blanco y negro pasta fina, naranja pulida, rojo pulido, café inciso con reborde
basal, y rojo-naranja en forma de olla como calabaza, con vertedera y asa, encontradas en
asociación con los enterramientos.
Cerca de Tenochtitlan — lugar arqueológico situado en el sur de la margen del Río Chi
quito, brazo del Coatzacoalcos— se encuentra el sitio llamado San Lorenzo, y un poco más
abajo se localiza Potrero Nuevo, todos ellos con evidencias de la cultura Olmeca, y tam
bién todos ellos en una región de tierra caliente con clima tropical húmedo.
San Lorenzo ocupa una superficie plana artificial, formada por el acarreo de inmensas
cantidades de tierra para cubrir con ella un antiguo cascajal natural. Barrancas angostas y
profundas cortan el perímetro de este cerro artificial y forman una serie de salientes como
dedos; y de hecho se observa poca planificación en el centro ceremonial, pero su escultura
de piedra es m agnífica.(9)
En cuanto a la antigüedad de San Lorenzo se estima que hubo una fase denominada
Ojochi (1500-1350 a.C.,), en la cual hay tecomates de paredes delgadas, algunos de color ro
jo y a veces con gajos como calabazas o con decoración punzonada de palillo y ashurado o
incisión en cuadrícula; así como botellones rojo sobre crema; cerámica con manchas blan
cas y áreas oscuras; borde ancho rojo limitado por incisión; todo ello parecido a Ocós, Barra
y Ajalpan. (11>
Después de esa fase, que no se considera olmeca, viene la llamada Bajío (1350-1250
a.C.,), durante la cual se continúan algunos tipos cerámicos, aparecen los botellones en gran
número, se incrementa la decoración acanalada o en gajos, también aumenta la cerámica
negra con borde blanco (cocido diferencial) y aparece la decoración a base de estampado
de concha o rocker-stamp, en cuencos que tienen el interior de color rojo y la decoración en
el exterior; así como las bases planas; impresión de uña; zonas incisas rellenas con un punte
ado muy fino; y se inician algunas figurillas huecas como cara de niño o "baby face". Para
los investigadores de San Lorenzo, la cerámica todavía no es olmeca.
Luego tenemos a la fase Chicharras (12501150 a.C.), en la cual las figurillas indican los
comienzos de lo Olmeca, a la vez que se inicia la escultura monumental; considerando los
investigadores Coe y Diehl que pudieron llegar como inmigrantes los olmecas, o sea un
nuevo grupo étnico. Ahora hay un gran porcentaje de bordes blancos y cerámica blanca,
inclusive caolín; vasos de base plana, estampado de concha; zonas en cuadrícula y otras
126
modalidades. Después vendría el apogeo de la civilización olmeca en el sitio, o sea en la fa
se San Lorenzo, de 1150 a 900 a.C.
Las figurillas pueden agruparse en tres tipos principales: el primero constituido por figu
ras de pequeño tamaño, cabeza esférica y rasgos faciales a base de punzonado; el segundo
caracterizado por figurillas sólidas de mayores dimensiones y de apariencia más realista; y
el tercer tipo, casi al final del período, consta de figuras de gran tamaño, huecas, con engo
be rojo y asociadas a materiales olmecas.
En Ajalpan se ocuparon algunas cuevas y lugares abiertos; eran agricultores de tiempo
completo (maíz, calabaza, guajes, amaranto, frijoles, chile, aguacate, zapote, algodón); las
aldeas tenían viviendas de lodo y paja, con graneros excavados en el suelo; cada aldea tenía
de 100 a 300 habitantes; enterraban a sus muertos, predominando los enterramientos fe m e
ñiños; la cerámica era principalmente monocroma y lisa, aunque había un tipo Rojo Fino y
un Rojo sobre Cafetoso; las figurillas de barro eran principalmente femeninas; y en general
hay cierto parecido con la cerámica de la Costa del Golfo, con la de Chiapas y Guatemala,
por lo cual Ajalpan es como una manifestación local de un horizonte más extendido en Me-
soamérica.(14)
De hecho, los poblamientos de la etapa aldeana guardan muchas relaciones en común,
especialmente en los tipos cerámicos, formas y decoración; de modo que incluiremos algu
nos datos poco conocidos de La Venta y Tlatilco, antes de proceder a la integración so
ciocultural de los Olmecas aldeanos.
La Venta, Tabasco.- En 1958, con la colaboración del arqueólogo Roberto Gallegos, co
menzamos una corta temporada de trabajos de campo en este lugar, y lo primero que se hi
zo fue un recorrido del sitio, con objeto de realizar una labor de salvamento en aquellas
partes que estaban siendo destruidas por Petróleos Mexicanos.
En nuestro recorrido encontramos la mínima parte de un pequeño montículo, de donde
los bull-dozers habían tomado préstamos de tierra para la construcción de un camino que
atravesaba los núcleos principales de la zona arqueológica; y dicho camino se encontraba
cercano al llamado Complejo B, es decir, al suroeste de la zona ceremonial, casi en terrenos
donde Drucker excavó su trincheras 5 y 6.
127
El montículo destruido mostraba un relleno de tierras de diferentes tonalidades, con
tiestos de los tipos Rojo sobre Crema, Negro sobre Crema y policromo Rojo, Negro y Naran
ja sobre Crema, con apariencia de laca caediza como en la cerámica Cholulteca; o sea que
dicho montículo fue levantado por gente de los fines del Clásico y Posclásico Temprano,
muy posterior a la ocupación olmeca.
Pero a nivel del terreno dejado por los bull-dozers, y justamente en la base del
montículo, se apreciaba una capa de arena que nos llevó a pensar en la posibilidad de estra
tos más antiguos por debajo de ella, que a su vez marcaran la ocupación en esa parte de la
ciudad o centro olmeca; y teniendo eso en mente practicamos una angosta cala de sondeo,
la cual atravesó un basurero de tiempos propios de La Venta, y por lo tanto anteriores al
m ontículo.<15)
Al abrir la cala encontramos que la capa de arena tenía cerca de un metro de espesor,
de modo que ésta sellaba los desperdicios del basurero, a la vez que indicaba el abandono
del lugar y la posterior sedimentación de arena por acarreo natural; obteniéndose tres capas
artificiales de 30 centímetros cada una, de las que se recogieron tiestos y cabecitas de figu
rillas, bien controladas. Y una vez conocido lo prometedor del terreno, se practicó un segun
do pozo a corta distancia del primero.
En este segundo pozo se halló parte de un piso, correspondiente tal vez a la plataforma
de alguna vivienda, y ello explicaría la acumulación de desperdicios o basurero, hacia el
frente; sin olvidar también que La Venta se asienta sobre un domo salino que levantó leve
mente el terreno, y que parecería una isla rodeada de pantanos o popales, que tendrían que
ser rellenados, sobre todo las partes descendentes de la elevación natural.
128
Analizado el contenido de los dos pozos se encontró que la cerámica más profunda es
la que herrtos denominado Blanca Rosácea, porque muestra un ligero baño de blanco que
deja traslucir el rojo ladrillo de la pasta; y aunque no es muy abundante, se pudieron obser
var fragmentos de tecomates con el borde rebajado y tal vez cuencos o tecomates con una
línea incisa ancha, por lo general es bien pulida, pero algunos interiores están erosionados.
El siguiente tipo de importancia es el Rojo Pintado con hematita especular, dentro del
cual hay tecomates delgados con el borde rojo; ollas de cuellos rectos; platos de paredes di
vergentes con el exterior rojo y el interior cremoso pulido, de base plana, o con el exterior
café claro y el interior rojo; así como cuencos a vasos con acanalado horizontal y vasos de
paredes cortas con decoración incisa en el exterior.
A continuación viene el predominio del tipo Blanco Pulido, bien cocido y con superfi
cies algo brillantes, en el cual hay tecomates delgados con el borde rebajado o sencillo;
cuencos con o sin decoración incisa; platos de paredes divergentes y base plana; vasos de
paredes cortas rectas o con bordes engrosados evertidos; y platitos de base plana. En los
tiestos de la capa III del Pozo 1 se observa que la pasta es de color blanquizco o cremoso,
mientras que en la capa II el núcleo de la pasta es negruzco.
Un tipo que sólo ocurre en la capa II del Pozo I es el llamado Rojo-Naranja Pintado, cu
ya apariencia exterior recuerda a la cerámica maya o chiapaneca, cuarteada pero bien puli
da; habiendo formas como ollas de cuellos gruesos, cuencos sencillos o con acanalado hori
zontal sobre el borde y especies de vasos también con acanalado horizontal. Puede tratarse
de cerámica de intercambio.
129
Un tipo bastante común es ei Negro con Borde Blanco, cuyo interior es negro y por el
exterior es negro con un borde blanco irregular, tal vez obtenido por retardo de su coci
miento; observándose formas como tecomates de base plana, algunos gruesos y otros del
gados, y a veces con muescas o punzonado sobre el reborde o como con estriado sobre el
cuerpo; platos de paredes altas divergentes, base plana, y con una o dos incisiones muy cer
ca del reborde o en el exterior; platos de bajas paredes y base plana, con líneas incisas para
lelas al borde; cuencos también con incisión externa; y posiblemente ollas o botellones de
cuellos altos y cazuelas de silueta compuesta. Al parecer este tipo sufre un cambio en los
tiempos tardíos, volviéndose Negro con borde Crema, pero siempre en forma de platos de
base plana.
También el tipo Negro Pulido es común en La Venta, predominando los tecomates del
gados con el borde rebajado o con especie de acanalado, a veces con diseños incisos for
mando triángulos de líneas paralelas; los cuencos sencillos con decoración incisa o lisos; los
platos de base plana, también decorados por incisión en el fondo interno; y vasos de me
diana altura con diseños zonales a base de retícula incisa o cuadrícula. Dentro del tipo hay
también vertederas.
El tipo Crema presenta el interior negruzco y el exterior crema que pasa ligeramente al
interior; aunque los tiestos están erosionados se aprecia en algunos de ellos en buen puli
mento por ambos lados; y entre las formas tenemos cuencos sencillos con decoración incisa
exterior; platos de base plana con líneas incisas cerca del reborde; vasos de paredes cortas
con incisiones cerca de la base; y ollas y tal vez botellones, a veces con incisiones cerca del
reborde y en el cuerpo.
Y por último tenemos al tipo Rojizo Ladrillo que presenta formas como ollas de tama
ño pequeño; cuencos sencillos; platos de paredes cortas o altas, con incisiones interiores o
exteriores sobre el borde; así como platos de base plana, paredes divergentes y anchos bor
des evertidos, con líneas incisas.
En cuanto a las figurillas asociadas a estos tipos cerámicos tenemos que en la Capa 111
del Pozo I se encontró una figurilla completa, de barro rojizo, con los ojos hechos mediante
tres perforaciones, la boca ranurada, con las piernas cortas y las manos sobre la cabeza; así
como una cabecita con los ojos como ranurados o presionados en los extremos, boca tam
bién ranurada y cabeza al parecer rapada con un mechón de pelo y adornos hechos al pas-
tillaje; junto con otra cabecita típicamente olmeca, pues tiene la cabeza deformada y rapa
da, los ojos ranurados un poco oblicuamente y la boca algo trapezoidal con las comisuras
marcadas.
130
Algunos perfiles y cortes de cerámica de La Venta.
131
NEGRA PULIDA
132
En la Capa II del Pozo I encontramos de nuevo una cabecita con parte de la cabeza ra
pada y partes con pelo, los ojos ranurados oblicuamente y con la pupila perforada finamen
te, portando orejeras; lo mismo que otra cabecita con los ojos y boca ranurados, como la ol-
meca de la capa anterior. Esto indica que ambos tipos de figurillas se continuaron haciendo
en el lugar; y ya para los tiempos de la Capa I habían evolucionado hacia el tipo cara de ni
ño o "baby face", sólido y luego hueco.
Y todo este material analizado es el que considero define a la etapa aldeana de La Ven
ta, fechable cuando menos entre 1350 y 900 a.C.; ya que después hay otra cerámica, figu
rillas, esculturas y construcciones que marcarán la etapa teocrática.
133
ESTILO LA VENTA
ESTILO OLMECA LA VENTA
El río Hondo y sus ramales Totolica y Los Cuartos, todos ellos afluentes del río de Los
Remedios, formaron una pequeña planicie interior, compuesta de sedimentos de arcilla are
nosa de color café oscuro con intrusiones de cieno y arenas, producto de los aportes de los
ríos y de las lomas circundantes; planicie conocida como Terraza del Río Hondo que se for
mó sobre una capa de ceniza volcánica de color gris claro, debida a una erupción cuya anti
güedad se calcula hacia el año 3000 a .C
Esta planicie o terraza del río Hondo tenía tres metros de espesor al momento de iniciar
las exploraciones arqueológicas, y en su composición hay una capa de ceniza volcánica con
arenas y gravas que se fechan por 3000 a.C.; luego viene un estrato de arcilla arenosa com
pacta y de color café oscuro, de unos dos metros de espesor; luego sigue un estrato de tierra
negra con intrusiones gris claro, de unos 75 centímetros de grueso, y por último hay una ca
pa de tierra vegetal negruzca; de unos 35 cm. de espesor.
Las exploraciones arqueológicas mostraron que la capa superficial de tierra vegetal era
producto de acarreos o sedimentaciones recientes, la cual se encontraba alterada por los
cultivos y otros usos del terreno; el estrato siguiente contenía numerosas evidencias mate
riales de los ocupantes prehispánicos, entre ellas formaciones troncocónicas o graneros, en
terramientos, restos de animales, carbón, ceniza, artefactos, tiestos y otros desperdicios de
la población; mientras que el estrato siguiente contenía muy pocas evidencias culturales,
sólo formaciones troncocónicas y algunos entierros. Este estrato descansaba sobre la capa
de ceniza volcánica y suelo natural que era estéril.
Lo anterior puede ser interpretado de la siguiente manera: que la Terraza del Río Hon
do se formó en parte de 3000 a.C. en adelante, sedimentándose un estrato de arcilla arenosa
que alcanzó un grosor de unos dos metros sobre la capa de ceniza volcánica; que sobre este
estrato se asentó por primera vez una reducida población aldeana, la cual construyó algu
nas chozas, excavó graneros y enterró a sus muertos dentro de esa arcilla de aluvión; y que
posteriormente vino la paulatina sedimentación del siguiente estrato, el cual marca el apo
geo de la población aldeana, evidente en los enterramientos y ricas ofrendas; estrato que
fue cubierto por la capa de tierra vegetal o superficial de unos 30 cm. de espesor.
En apoyo de esta interpretación hay que señalar que durante las excavaciones arqueo
lógicas se exploraron más de treinta formaciones troncocónicas o graneros a distintos nive
les, las cuales nos indican no sólo la habitabilidad del sitio en sentido horizontal, sino tam
bién cierta estratigrafía de las viviendas en sentido vertical; por lo cual es oportuno tratar es
te aspecto de Tlatilco, poco divulgado, a través de algunos ejemplos cuidadosamente ano
tados y registrados.
Formación No. 1. Tlatilco 1947. Se exploró esta formación en los cortes de la ladrillera
que explotaban los tabiqueros. Sus medidas fueron 1.44 m. de base, 1.55 m. de altura y la
base se localizó a la profundidad de 2.03 m. En su interior se encontraron tepalcates, huesos
de animales y un entierro flexionado (Ent. 35) que tenía un pendiente de concha. El entierro
estaba a 40 cm. por encima del fondo o base de la formación, o sea a 1.63 m. de profundi
dad.
135
Formación No. 9. Tlatilco 1949. Cala Luciano. Ampliación 5. Sus medidas fueron 1.10
m. de base, 1.00 m. de altura y profundidad de 1.35 m. a la base. En su interior se halló el En
tierro 196, primario flexionado, a 10 cm . por encima del fondo.
Formación No. 12. Tlatilco 1949. Cala Velázquez. Ampliación 3. La boca medía 61 cm.,
la base era de 1.57 m„ altura de 1.40 m. y la profundidad a la base de 2.45 m. En su interior
se hallaron tiestos, huesos de aves y de perros, algunas pequeñas vasijas y fragmentos de fi
gurillas. Se apreció que el fondo o base era circular, con el piso de lodo pulido, en tanto que
las paredes estaban alisadas y bien delimitadas.
Con estos ejemplos, y puesto que las formaciones troncocónicas eran graneros excava
dos bajo el piso de las chozas o viviendas, o bajo el terreno aledaño a ella; queda claro que
Tlatilco pasó por varios perfodos de ocupación (no por una sóla como se dice) y durante un
tiempo relativamente largo. Así, en base a lo conocido de Tlatilco y completado con datos
de otros lugares aldeanos ya citados, procederemos a la integración sociocultural de los ol-
mecas de esta etapa.
— P °r su parte, entre los artefactos de hueso y asta de venado los punzones y leznas
servían para hacer agujeros o perforar; los cinceles-percutores para lasquear, retocar y afi
nar con ayuda de un martillador que golpeaba sobre ellos; los alisadores y bruñidores para
pulir y alisar; sin descartar el empleo de la madera, especialmente para enmangar algunos
artefactos y útiles; así como taladros que por rotación pudieron perforar y producir el
fuego.
Con estas herramientas se hacían una serie de útiles o artefactos para diversos usos co
tidianos, entre ellos puntas de proyectil obtenidas de fragmentos de navajas prismáticas, al
gunas sin espiga ni aletas, otras con aletas rudimentarias y bases cóncavas, unas más con es
pigas triangulares o con espiga y aletas paralelas; lo mismo que muelas o metates ápodos o
con dos o tres soportes y de forma rectangular; morteros grandes y chicos; así como manos
de metate o metlapillis y también de morteros.
Las puntas de proyectil servían para herir y matar; los metates y morteros, con sus ma
nos, para machacar, moler, triturar y pulverizar; las hachas para cortar, rajar y desvastar; las
agujas para perforar y coser; las leznas para abrir agujeros, rayar, grabar y hacer incisiones;
las lascas para raer y cortar; en tanto que el bastón plantador y las azadas servían para ha
cer hoyos y escardar la tierra, remover y excavar; utilizándose el lanzadardo o atlatl y los
dardos para cazar.
Los árboles, las plantas y los animales proporcionaban frutos, raíces, tubérculos, granos
y carnes para la alimentación, así como madera, leña, hueso y asta como materia prima pa
ra los instrumentos y útiles cotidianos; los ríos aseguraban el agua potable y algunas va
riedades de peces para la dieta alimenticia; algunos materiales pétreos del territorio me
diato e inmediato servían para la hechura de sus herramientás, con las que a su vez hacían
otros instrumentos utilitarios, aunque como ya se dijo algunas materias primas y
productos venían por intercambios; y el barro y los colorantes se empleaban principalmente
en la alfarería y prácticas mortuorias.
De todo lo anterior podemos decir que los pobladores de Tlatilco contaban con mar
tilladores, mazos, bolas, picadores y desmoronadores que se utilizaban para golpear, picar,
desmoronar y dar cierta forma a los artefactos y útiles, así como aplicarlos sobre las hachas
y cinceles-percutores para el trabajo de las piedras y la obsidiana; tenían metates y morte
ros, con sus respectivas manos, que servían para moler el maíz, pulverizar arcilla y coloran
tes, machacar o triturar semillas y frutos; las puntas de proyectil se empleaban para herir y
matar a los anímales durante sus cacerías; el bastón plantador y las azadas de madera para
excavar, remover la tierra y sembrar; las agujas, leznas y punzones de hueso y de asta de ve
nado para perforar, hilvanar y coser las pieles y los vestidos; en tanto que las hachas de
cuarzo o serpentina se empleaban en el corte parcial de los árboles para luego quemarlos y
tal vez para rajar madera con ayuda de cuñas, astillarlas y desvastarla.
Los taladros de hueso y de madera podían servir para perforar y taladrar piedras,
hueso y concha, así como para producir el fuego; los buriles y retocadores para lasquear por
presión las puntas de proyectil, cuchillos y navajas de obsidiana; las raederas y raspadores
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para descarnar y tratar las pieles de los animales, así como para raspar o quitar las espinas
de los nopales y magueyes; en tanto que los alisadores, pulidores y bruñidores podían
emplearse en el pulimento de la cerámica, de las pieles, de los pisos de barro, de los grane
ros y de materiales suaves; las leznas y grabadores para la decoración de la cerámica, como
insición, punteado, grabado, acanalado, etc.; y los cuchillos y navajas prismáticas de obsi
diana para cortar diversas materias primas.
Desde luego, como ya se indicó, contaron también con el atlatl o propulsor de dardos
para la cacería; con arena, piedra pómez, polvo de obsidiana y agua utilizados como mor
dentes o abrasivos; cono piedras-yunque para apoyo en el trabajo de sus herramientas; y
con una cerámica utilitaria o doméstrica y funeraria, aunada al modelado de figurillas, sil
batos, sonajas, orejeras, sellos o pintaderas y otras obras.
Al respecto, hay que apuntar que el inventario tecnológico de Tlatílco es tan completo que
podría ser tomado como modelo de lo que se encontraría en una aldea cualquiera de estos
tiempos; y así sólo agregaríamos; machacadores, guijarros para cocer alimentos (piedras ca
lientes) o para pulir, tajadores, núcleos y artefactos que pudieron tener la función de
aserrar; lo mismo que algunas materias primas como piedra arenisca, calcedonia, magneti
ta, ilmenita, mica blanca y negra, madreperla, vértebras de pescado, caolín y chapopote.
Productos obtenidos
También hay vasijas que representan guajes o calabazos, cucurbitáceas y tal vez otros
vegetales; hay evidencias del maíz en raspas e indirectamente en la presencia de metates y
muelas; en tanto que por las figurillas de barro se deduce el aprovechamiento del algodón,
del maguey, tules o juncias, en el tejido y la cestería; así como por comparación con otros
lugares el conocimiento del frijol, chile, cactos, frutos silvestres y otras plantas tanto comes
tibles como utilitarias.
Además de alimentos, de los animales se obtenían pieles para dormir, sentarse y vestir
se; hueso y asta para la industria ósea; así como colmillos para el adorno personal; mientras
que de los vegetales se obtenían alimentos, leña y carbón como combustible; madera para
el tallado de propulsores y dardos, mangos de herramientas y trampas, bastón plantador y
azadas, tal vez canoas ahuecadas y remos, balsas de juncias o tules, máscaras y otros obje
tos más. *
Por su parte, los minerales conocidos se empleaban en la industria lítica, tanto para la
producción de herramientas como para la de otros instrumentos o útiles cotidianos y orna
mentos; últimos en los que pueden citarse colgantes, cuentas para collares, pendientes en
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Pescado de agua dulce, pato y calabaza, Tlatilco.
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forma de colmillos de felino o jaguar, orejeras de tecali, placas recortadas y perforadas, así
como algunas figurillas y espejitos de hematita, pequeños yugos o estribos y alguna otra
pieza rara, ya que estos objetos son escasos. En las excavaciones de Tlatilco se encontraron
conchas marinas sin trabajar y otras trabajadas en forma de cuentas para collar, plaquitas
recortadas, pectorales con perforación y especies de mosaicos con motivos recortados y
perforados; así como vasijas de caolín, plaquitas de turquesa, chapopote fósil, cristal de ro
ca y hule evidente en las pelotas y jugadores representados en las figurillas; todo Jo cual nos
indica que ya Tlatilco sostenía intercambios con otros grupos tanto cercanos como lejanos,
y tal vez a través de intermediarios.
En términos generales puede decirse que todas las comunidades olmecas aldeanas
tenían la misma base tecnológica y oficios u ocupaciones, acordes con el lugar y región eco
lógica escogida, que podía variar en las especies animales y vegetales; de modo que hacia la
Costa del Pacífico de Chiapas pudo conocerse la mandioca, papa dulce y jicam a, mientras
que en el resto del territorio se conocían el aguacate, m aíz, frijol, calabaza, quenopodium,
guajes, amaranto, chiles, zapotes y tal vez tomates, lo mismo que el algodón, agaves, yuca,
palmas, tules, cactos, pinos, etc. También el rango de animales era mayor, agregándose te
jones, zorros, iguana, caimán, tlacuache,mantarraya, tiburón, ostras, almejas, varios reptiles
y aves, caracol marino, caracol de tierra o lacustre, etc.
Economía
Como ya se indicó, la formación de la terraza aluvial del río Hondo permitió al princi
pio practicar una agricultura de humedal o de avenida, tal como sucedió en lugares ubica
dos a lo largo de los grandes ríos, en las partes bajas inundables en la temporada de lluvias;
pero después se empleó el sistema de roza o milpa, aclarándose partes de las lomas vecinas
que estaban cubiertas de bosque. Para el trabajo de los campos contaban con el bastón
plantador o palo con la punta endurecida al fuego, hachas de serpentina y tal vez azadas de
madera; el producto de la cosecha (m aíz, frijol) era guardado en graneros excavados en el
suelo o bajo el piso de las casas; y el maíz era molido en metates y tal vez comido en panes
o tortillas, atoles, tamales y aún como mazorca asada.
La cacería se practicaba en los bosques aledaños al poblado y por las orillas del lago
cercano, para lo cual se contaba con el atlatl o propulsor, dardos con puntas de proyectil y
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trampas; las representaciones de peces de agua dulce y de tortugas indican que la pesca era
también practicada, aunque no podamos afirmar si ésta se hacía con redes, nazas o cestos-
embudo, represas y con hierbas que podían atontar a los peces; en tanto que la recolección
incluía frutos silvestres, leña, hojas de nopal y de maguey, miel y otros productos.
Así, los hombres dedicaban parte de su tiempo a la agricultura, caza y pesca; las muje
res realizaban tareas agrícolas como la siembra y cosecha, la preparación de alimentos, el
cuidado de la casa y de los hijos, la recolección y otras faenas domésticas; a la vez que am
bos sexos podían realizar ciertos oficios en sus tiempos libres, como la alfarería, la cestería,
la confección de petates y sombreros; o dedicarse la mujer al tejido de fibras vegetales, y el
hombre al tallado de la piedra y el hueso, de la madera y la concha, tratamiento de las
pieles, construcción de chozas o viviendas y graneros, tallado de la obsidiana y modelado
de figurillas, que en conjunto eran oficios complementarios a la producción de alimentos.
Ello implica que ya existía una divisón del trabajo por sexo y edad; que los grupos fami
liares o unidades productivas, unidas por lazos de parentesco, se dedicaban a la obtención
o producción del alimento y de otros bienes necesarios a la supervivencia humana; que los
oficios conocidos podían ser tareas de ambos sexos, no constituyendo todavía artesanías de
tiempo completo; y que ya existían ciertos intercambios o trueques entre algunas personas
de la localidad con otras vecinas y lejanas a través de intermediarios, lo cual va mostrando
a la vez que se inicia cierta diferenciación social, basada en el prestigio.
En este sentido hay que recordar que en Tlatilco se han encontrado vasijas de caolín;
espejitos de hematita; cuentas y pendientes de piedras verdosas como la jadeita; mosaicos,
cuentas y placas de concha marina; artefactos de obsidiana; chapopote fósil; cristal de ro
ca; turquesa; así como hule, algodón y cinabrio en polvo; o sea materias primas y productos
que indican distintos ambientes ecológicos o localidades regionales, obtenidos mediante los
intercambios de aquellos tiempos.
Y como conclusión puede decirse que en Tlatilco prevaleció una economía Subsisten
cia! Aldeana, basada en la agricultura como procedimiento productivo, con complemento
de la caza, pesca, recolección e intercambios de ciertos productos y materias primas;
economía que permitía la existencia de una comunidad agrícola o rural, con familias unidas
por parentesco, constituyendo una unidad étnica y lingüística homogénea: la cual poseía la
tierra que se cultivaba comunalmente o que era de la colectividad y en la que lo producido
era distribuido equitativamente dentro de la sociedad aldeana, y en la que las herramientas
o artefactos de producción eran propiedad personal del individuo.