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PLANETAS

¿Por qué seguimos buscando vida en Marte?

El planeta rojo es un perfecto laboratorio para entender el origen de la vida, y por eso hemos
mandado sondas allí. Los siguientes pasos pasan por traerse material del planeta e ir en
persona

Ilustración del robot 'Perseverance' sobre la superficie de Marte.NASA (NASA)

PATRICIA SÁNCHEZ BLÁZQUEZ PABLO G. PÉREZ GONZÁLEZ

23 JUN 2020 - 19:30 ART

Los humanos llevamos buscando vida en Marte, ¡y “encontrándola”!, más de 300 años.
Grandes astrónomos como Christian Huygens, Giacomo Maraldi o William
Herschel interpretaron sus observaciones del planeta rojo de manera errónea para postular la
presencia de nubes y de atmósfera, aumentando la esperanza de encontrar vida en nuestro
planeta vecino. En 1877 el astrónomo italiano Giovanni Schiaparelli encontró una serie de
estructuras que llamó canales (canali en italiano). Una traducción al inglés de su trabajo usó
erróneamente la palabra canals  (referidos a una construcción artificial) en lugar de channels,
desatando todo tipo de teorías acerca de la naturaleza de la obra de ingeniería y de la
civilización avanzada del planeta vecino. Desde entonces la existencia de vida en Marte ha
inspirado obras de ficción como La guerra de los mundos de H.G. Wells, o Las crónicas
marcianas de Ray Bradbury. ¡Los marcianos han invadido la Tierra varias veces, como en Mars
Attacks!, y nosotros hemos visitado el planeta rojo también, como en Flight to Mars,  Desafío
Total o, más recientemente, en The Martian. Pero, ¿es todo esto parte de la ciencia-ficción?,
¿hay realmente vida en Marte?, ¿por qué la buscamos con interés?

El Marte de hoy es demasiado frío (-60 ºC) para albergar agua líquida en su superficie, un
requisito indispensable para el desarrollo de la vida tal como la conocemos. Además, incluso si
la temperatura fuera mayor, la presión atmosférica es tan baja que el agua pasaría de estar
congelada a evaporarse sin pasar por la fase líquida. Pero quizás Marte alguna vez tuvo una
atmósfera de dióxido de carbono (CO2) tan gruesa o incluso más gruesa que la nuestra, y
gracias a ese gas de efecto invernadero que ya defendimos, las condiciones pudieron ser muy
similares a las actuales de la Tierra. Pues bien, este parece ser el caso, porque existen muchas
evidencias de que Marte tenía agua líquida hace miles de millones de años. Por lo tanto,
aunque parece bastante improbable que exista vida en Marte hoy, sí parece probable que
algún tipo de organismo vivo poblara este planeta hace 4.000 millones de años.

Las primeras exploraciones a Marte comenzaron durante la carrera espacial entre la URSS y EE
UU, en plena Guerra Fría. La URSS fue la primera en colocar (más bien estrellar, los soviéticos
no tuvieron nunca suerte con Marte) un vehículo de exploración en superficie marciana, pero
fueron los americanos los que, en 1976, realizaron la primera misión dedicada a buscar señales
biológicas de vida pasada o presente. Las sondas Viking 1 y 2 llevaron a cabo cuatro
experimentos, tres de los cuales dieron un resultado negativo. El cuarto experimento fue más
controvertido que concluyente. El experimento consistía en introducir en una muestra de
tierra marciana una serie de nutrientes incluyendo un isótopo de carbono radiactivo. La idea es
que, si hubiera microbios, estos deberían metabolizar los nutrientes introducidos y expulsar
CO2 radiactivo. Este experimento se llevó a cabo en las dos sondas y ambas detectaron estos
gases radioactivos. Sin embargo, una regla en ciencia es que un experimento no es cierto hasta
que se repita con los mismos resultados y, para decepción de muchos, esto no sucedió cuando
se realizó de nuevo una semana más tarde.

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Descubierto un rastro nunca visto del oxígeno en Marte

En 1984 se descubrió un meteorito marciano en la Antártida. Este meteorito, datado en 4.000


millones de años, sería de una época en la que pensamos que Marte tuvo agua líquida en su
superficie. Un análisis detallado reveló la existencia de cadenas muy parecidas a los
microfósiles terrestres. Sin embargo, se publicaron artículos indicando posible contaminación
del hielo antártico. Además, es posible que las cadenas sean debidas a procesos no biológicos
así que, de nuevo, los resultados fueron controvertidos y, como ya hemos dicho varias veces…
no es un alíen mientras exista otra posible explicación.

Varias misiones posteriores han encontrado posibles evidencias de vida, como metano en la


atmósfera o moléculas orgánicas, que pueden ser debidas, o no, a procesos biológicos, por lo
que parece que seguimos sin encontrar la evidencia definitiva. Probablemente esta llegue de
uno de los experimentos de la misión de la NASA Marte 2020, que contará con
instrumentación española de caracterización atmosférica desarrollada en el Centro de
Astrobiología (CAB, CSIC-INTA), que ya tiene artefactos dándonos partes meteorológicos del
planeta rojo cada día (cada “sol”, como se dice en las misiones marcianas). La misión Marte
2020 se encargará de buscar señales de que el planeta rojo tuvo las condiciones apropiadas
para albergar vida, y de encontrar señales de vida microbiana pasada o presente.
Ilustración artística de Marte hace 4.000 millones de años, cubierto de agua. ESO/M.
KORNMESSER

¿Cómo se estudia una atmósfera que existió hace miles de millones de años? Si Marte tuvo
una atmósfera, la presencia de cráteres antiguos en Marte nos indica que esta duró poco. Una
manera de perder el CO2 atmosférico es mediante su disolución en los océanos, tal como
ocurre en nuestro planeta. El clima cálido genera más lluvia, que fluye a través de los ríos hasta
los océanos donde el carbono forma rocas carbonatadas, objetos orgánicos como las conchas y
contribuye a la acidez oceánica. En nuestro planeta la actividad tectónica hace que este
carbono se recicle y vuelva a liberarse a la atmósfera durante la erupción de los volcanes, pero
la ausencia de actividad tectónica en Marte podría no haber permitido esta renovación. Por lo
tanto, la presencia de carbonatos en lugares donde se sabe que existió agua sería una prueba
de que Marte tuvo, en su juventud, una atmósfera.

La misión Marte 2020 llevará un Rover al planeta rojo que, recientemente, se ha bautizado por
votación popular como Perseverance. Aterrizará en un delta fosilizado formado por un río que
fluyó por el planeta rojo hace 3.600 millones de años, en el cráter Jezero. Entre muchas otras
tareas, Perseverance  se encargará de taladrar en una de estas regiones para obtener muestras
de rocas y prepararlas para transportarlas a la Tierra para su análisis. Recoger muestras de
astros del sistema solar y traerlos a nuestros laboratorios en casa es una de los grandes
objetivos de la exploración planetaria actual, pero es extremadamente costoso y solo se ha
hecho en unas pocas ocasiones. En el caso de Marte, seguramente las muestras tardarán un
poco en venir, siendo optimistas a principios de la década de 2030, por lo que el análisis in
situ va a ser crucial para conocer la presencia de fósiles o de una atmósfera pasada. Sin
embargo, como científicos tenemos que tener cuidado y ser muy conscientes del sesgo que la
mente humana, deseosa de no saberse sola en el universo, puede producir en nuestra
interpretación de resultados porque, como ya sucedió en el pasado, puede llevarnos a
encontrar una vida en Marte que, tal vez, nunca existió.

Patricia Sánchez Blázquez  es profesora titular en la Universidad Complutense de Madrid


(UCM).

Pablo G. Pérez González  es investigador del Centro de Astrobiología, dependiente del Consejo
Superior de Investigaciones Científicas y del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial
(CAB/CSIC-INTA).

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