Está en la página 1de 4

SECRETARÍA DE EDUCACIÓN Y CULTURA DE SOACHA CUNDINAMARCA

INSTITUCIÓN EDUCATIVA COMPARTIR


Aprobada por la Secretaria de Educación para jornada diurna: Resolución # 000593 del 29 de junio de 2001,
Jornada nocturna educación de adultos: Resolución # 000579 del 29 de junio de 2001
y Jornada Sabatina educación de adultos: Resolución #1587 del 30 de junio de 2016.
DANE: # 125754003267 NIT: # 800.154.104-0

Prueba Lectura Crítica (Español y Filosofía) Grados 11


CURSO FECHA ESTUDIANTE
ASIGNATURAS Filosofía y Español DOCENTE

RESPONDA LAS PREGUNTAS 1 A 4 DE ACUERDO CON LA SIGUIENTE INFORMACIÓN


DÁMASO REGRESÓ AL cuarto con los primeros gallos. Ana, su mujer, encinta de seis meses, lo esperaba
sentada en la cama, vestida y con zapatos. La lámpara de petróleo empezaba a extinguirse. Dámaso
comprendió que su mujer no había dejado de esperarlo un segundo en toda la noche, y que aún en ese
momento, viéndolo frente a ella, continuaba esperando. Le hizo un gesto tranquilizador que ella no respondió.
Fijó los ojos asustados en el bulto de tela roja que él llevaba en la mano, apretó los labios y se puso a temblar.
Dámaso la asió por el corpiño con una violencia silenciosa. Exhalaba un tufo agrio.
Ana se dejó levantar casi en vilo. Luego descargó todo el peso del cuerpo hacia adelante, llorando
contra la franela a rayas coloradas de su marido, y lo tuvo abrazado por los riñones hasta cuando logró
dominar la crisis.
—Me dormí sentada —dijo—, de pronto abrieron la puerta y te empujaron dentro del cuarto, bañado en
sangre.
Dámaso la separó sin decir nada. La volvió a sentar en la cama. Después le puso el envoltorio en el
regazo y salió a orinar al patio. Entonces ella soltó los nudos y vio: eran tres bolas de billar, dos blancas y una
roja, sin brillo, estropeadas por los golpes.
Cuando volvió al cuarto, Dámaso la encontró en una contemplación intrigada.
—¿Y esto para qué sirve? —preguntó Ana.
Él se encogió de hombros.
—Para jugar billar.
Volvió a hacer los nudos y guardó el envoltorio con la ganzúa improvisada, la linterna de pilas y el
cuchillo, en el fondo del baúl. Ana se acostó de cara a la pared sin quitarse la ropa. Dámaso se quitó sólo los
pantalones. Estirado en la cama, fumando en la oscuridad, trató de identificar algún rastro de su aventura en
los susurros dispersos de la madrugada, hasta que se dio cuenta de que su mujer estaba despierta.
—¿En qué piensas?
—En nada —dijo ella. […]
Gabriel García Márquez. En este pueblo no hay ladrones.
1. El pasaje donde Dámaso, ensangrentado, es 3. La lámpara de petróleo que se menciona podría
empujado por otros hombres, ocurre en representar
A. El billar del pueblo. A. El estado de vigilia en que estaba Ana.
B. Un sueño de Ana. B. La zozobra que reinaba en aquella región.
C. La casa del propio Dámaso. C. El abundante amor que nunca se apaga.
D. El recuerdo de una mujer. D. La pasión de Dámaso por el billar.
2. La expresión “con los primeros gallos” es 4. El conflicto ocasionado por el robo de las bolas
de billar se intensificaría si
A. Un coloquialismo referente al nuevo amanecer.
B. Una hipérbole, ya que es exagerado criar A. Dámaso se divorcia de su mujer.
gallos. B. En aquel pueblo solo existe un billar.
C. Un símil, porque los compara con la valentía. C. Ana aprendiera algunos trucos de billar.
D. Una metáfora, porque se refiere a las riñas D. Los habitantes supieran jugar cartas.
callejeras.
RESPONDA LAS PREGUNTAS 5 A 8 DE ACUERDO CON LA SIGUIENTE INFORMACIÓN
El Cíclope es gigantesco. Tarda en descubrir a aquellos hombrecillos como pulgas que se han ocultado en los
recovecos de la caverna y tiemblan de miedo. De repente, los descubre y le pregunta a Odiseo, que está un
poco adelantado: «¿Quién eres?» Odiseo, naturalmente, le cuenta unos embustes. Le dice -primera mentira-:
«No tengo barco», cuando en verdad su barco lo está esperando. «Mi barco se ha roto, de modo que estoy
enteramente a tu merced, vengo aquí con los míos a implorar tu hospitalidad, somos griegos, hemos
combatido valerosamente en compañía de Agamenón en las costas de Troya, hemos tomado la ciudad y
ahora estamos aquí como unos desdichados náufragos.» El Cíclope responde: «Sí, sí, muy bien, pero me
importan un bledo esas historias.» Agarra a dos de los compañeros de Odiseo por los pies, los golpea contra
la pared rocosa, destroza sus cabezas y se los traga crudos. Los restantes marineros quedan paralizados de
terror y Odiseo se pregunta en qué lío se ha metido. Y más teniendo en cuenta que no alberga la menor
esperanza de salir, pues, para pasar la noche, el Cíclope ha cerrado la entrada de su antro con una enorme
roca que ni siquiera un ejército de hombres forzudos conseguiría desplazar. Al día siguiente, se repite la
misma historia: el Cíclope devora a otros cuatro marineros, dos por la mañana, y dos por la noche. Ya ha
engullido a seis, la mitad de la tripulación. El Cíclope está encantado. Cuando Odiseo intenta engatusarlo con
unas palabras especialmente melifluas, se establece entre ellos cierta forma de hospitalidad. Odiseo le dice:
«Voy a hacerte un regalo que creo que te llenará de satisfacción.» Y se inicia un diálogo, en el transcurso del
cual se esboza una relación personal, una relación de hospitalidad.
El Cíclope se presenta: se llama Polifemo. Es un hombre que habla mucho y goza de gran fama. Pregunta a
Odiseo cuál es su nombre. Para establecer una relación de hospitalidad, es habitual que cada uno cuente al
otro quién es, de dónde viene, quiénes son sus padres y cuál es su patria. Odiseo le indica que se llama Útis,
es decit, «Nadie». Le dice: «El nombre que me dan amigos y parientes es Útis.» Hay aquí un juego de
palabras: tanto útis como métis significan «nadie» en griego, pero métis, con una leve diferencia de
pronunciación, significa «astucia». Está claro que cuando se habla de métis, pensamos al punto en Odiseo,
que es, precisamente, la personificación de la astucia, la capacidad de encontrar salidas a lo inextricable,
mentir, engañar a la gente, contar embustes y salir airoso de cualquier situación «¡Útis, "Nadie"», exclama el
Cíclope, «ya que eres "Nadie", también yo vaya hacerte un regalo, te comeré el último!» Odiseo le da su
regalo, unas ánforas de aquel vino que Marón le había entregado en señal de gratitud y que es un néctar
divino. El Cíclope lo bebe, le parece maravilloso y pronto cae presa de sus efectos. Atiborrado de queso y de
carne humana y embriagado por el vino, se duerme.

Odiseo tiene tiempo de endurecer al fuego una gran estaca de olivo que ha aguzado hasta convertir su
extremo en una fina punta. Todos los marineros supervivientes le ayudan a prepararla y luego a hundir su
punta ardiente en el ojo del Cíclope, que se despierta aullando. Su único ojo está ciego. Ha sido arrojado a la
noche, a las tinieblas. Entonces, naturalmente, pide ayuda, y los Cíclopes de los alrededores acuden
corriendo. Los Cíclopes viven solitarios en cavernas aisladas, y no reconocen a otro dios ni amo que a sí
mismos, pero van en su auxilio, y desde fuera, ya que la gruta está cerrada, gritan: «¡Polifemo, Polifemo! ¿qué
te pasar» «¡Ah, es horrible, me están asesinando!» «Pero ¿quién te ha hecho daño?» «¡"Nadie”, Útis!» «Pero
si nadie, métis, te ha hecho daño, ¿por qué nos destrozas los oídos?» Y se van.
Vernant, Jean-Pierre. El universo, los dioses y los hombres. El relato de los mitos griegos.

5. Este mito pertenece al género literario 7. Las palabras: meliflua, hospitalidad y horrible,
A. Lírico. son
B. Dramático. A. Sustantivos.
C. Narrativo. B. Verbos.
D. Didáctico. C. Adjetivos.
D. Adverbios.
6. El objetivo de este mito es
A. Explicar la manera como vive el Cíclope 8. En este mito, lo que posibilita que Odiseo y sus
Polifemo. amigos puedan liberarse de la cueva de Polifemo
B. Ejemplarizar la astucia de Odiseo. es la confusión que se da entre
C. Exponer el sufrimiento de los seres humanos. A. Dos sentidos de hospitalidad.
D. Señalar que los Cíclopes no son humanos. B. El nombre propio Nadie y su significado como
pronombre indefinido.
C. La fuerza y la inteligencia.
D. Fama y astucia.

RESPONDA LAS PREGUNTAS 9 A 12 DE ACUERDO CON LA SIGUIENTE INFORMACIÓN


La pobreza y la impotencia de la imaginación nunca se manifiestan de una manera tan clara como cuando se
trata de imaginar la felicidad. Entonces comenzamos a inventar paraísos, islas afortunadas, países de Cucana.
Una vida sin riesgos, sin lucha, sin búsqueda de superación y sin muerte. Y por lo tanto también sin carencias
y sin deseo: un océano de mermelada sagrada, una eternidad de aburrición. Metas afortunadamente
inalcanzables, paraísos afortunadamente inexistentes.

Todas estas fantasías serian inocentes e inocuas, si no fuera porque constituyen el modelo de nuestros
propósitos y de nuestros anhelos en la vida práctica.

Aquí mismo, en los proyectos de la existencia cotidiana, mas acá del reino de las mentiras eternas, introducimos
también el ideal tonto de la seguridad garantizada, de las reconciliaciones totales, de las soluciones definitivas.
Puede decirse que nuestro problema no consiste ni principalmente en que no seamos capaces de conquistar lo
que nos proponemos, sino en aquello que nos proponemos; que nuestra desgracia no está tanto en la frustración
de nuestros deseos, como en la forma misma de desear.

Deseamos mal. En lugar de desear una relación humana inquietante, compleja y perdible, que estimule nuestra
capacidad de luchar y nos obligue a cambiar, deseamos un idilio sin sombras y sin peligros, un nido de amor y
por lo tanto, en última instancia un retorno al huevo. En vez de desear una sociedad en la que sea realizable y
necesario trabajar arduamente para hacer efectivas nuestras posibilidades, deseamos un mundo de
satisfacción, una monstruosa salacuna de abundancia pasivamente recibida. En lugar de desear una filosofía
llena de incógnitas y preguntas abiertas, queremos poseer una doctrina global, capaz de dar cuenta de todo,
revelada por espíritus que nunca han existido o por caudillos que desgraciadamente si han existido.
Estanislao Zuleta. El elogio de la dificultad

9. De acuerdo con Zuleta, la felicidad asociada con D. racionalista.


el paraíso, con islas afortunadas, con el alejamiento
de todo aquello que es humano demasiado humano, 10. Con la expresión “Deseamos mal”, el autor
se inscribe dentro de la tradición considera que nuestro problema se centra en
A. los contenidos de nuestros deseos.
A. ilustrada. B. la frustración de nuestros deseos.
B. judeocristiana. C. el sometimiento a nuestros deseos.
C. humanística.
D. no somos capaces de lograr aquello que nos
proponemos. 12. Según Zuleta, se presentan dos formas de
entender el ejercicio filosófico. En este sentido, cuál
11. El tipo de relación humana que resalta el autor de las siguientes expresiones es concordante con la
es manera como defiende la filosofía el autor.
A. de seguridad garantizada. A. da cuenta de todo.
B. de reconciliaciones totales. B. es crítica y reflexiva.
C. donde no haya conflicto. C. se constituye en una doctrina global.
D. aquella que sea inquietante, compleja y perdible. D. ha sido hecha por personalidades excepcionales.

RESPONDA LAS PREGUNTAS 13 A 16 DE ACUERDO CON LA SIGUIENTE INFORMACIÓN


Los tiempos en los que existía el otro se han ido. El otro como misterio, el otro como seducción, el otro como
eros, el otro como deseo, el otro como infierno, el otro como dolor va desapareciendo. Hoy, la negatividad del
otro deja paso a la positividad de lo igual. La proliferación de lo igual es lo que constituye las alteraciones
patológicas de las que está aquejado el cuerpo social. Lo que lo enferma no es la retirada ni la prohibición,
sino el exceso de comunicación y de consumo; no es la represión ni la negación, sino la permisividad y la
afirmación. El signo patológico de los tiempos actuales no es la represión, es la depresión. La presión
destructiva no viene del otro, proviene del interior…
El terror de lo igual alcanza hoy todos los ámbitos vitales. Viajamos por todas partes sin tener ninguna
experiencia. Uno se entera de todo sin adquirir ningún conocimiento. Se ansían vivencias y estímulos con los
que, sin embargo, uno se queda siempre igual a sí mismo. Uno acumula amigos y seguidores sin
experimentar jamás el encuentro con alguien distinto. Los medios sociales representan un grado nulo de lo
social.
La interconexión digital total y la comunicación total no facilitan el encuentro con otros. Más bien sirven para
encontrar personas iguales y que piensan igual, haciéndonos pasar de largo ante los desconocidos y quienes
son distintos, y se encargan de que nuestro horizonte de experiencias se vuelva cada vez más estrecho. Nos
enredan en un inacabable bucle del yo y, en último término, nos llevan a una «autopropaganda que nos
adoctrina con nuestras propias nociones»
Byung-Chul Han. La expulsión de lo distinto

13. Han reflexiona acerca de las implicaciones D. La igualdad aumenta las experiencias y
ontológicas y políticas de la expulsión de lo distinto. conocimientos del otro.
De acuerdo con esto, ¿cuál de las siguientes
afirmaciones explica su planteamiento de que “Los 15. Seleccione la respuesta correcta. ¿Por qué el
tiempos en los que existía el otro se han ido”? signo patológico, en la actualidad, no es la
represión sino la depresión?
A. La proliferación de las prohibiciones.
B. El exceso de la represión. A. El no lograr ser felices.
C. La interconexión digital y la comunicación total. B. Nos centramos en el tener no en el ser.
D. La positividad de lo igual. C. El exceso de positividad y de rendimiento.
D. Consideramos que el mundo digital soluciona
14. Considere el siguiente enunciado: “El terror de nuestros problemas.
lo igual alcanza hoy todos los ámbitos vitales”. A
partir de esta frase es posible concluir que para el 16. Han afirma que la prioridad dada a lo igual ha
autor constituido alteraciones patológicas que inciden en
el campo social. En este contexto, por patología se
A. La igualdad es una de las nociones centrales de entiende
la vida moderna.
B. El mundo digital y comunicacional facilita el A. Una enfermedad.
encuentro con el otro. B. Las conductas y acciones desviadas.
C. El exceso de igualdad conlleva la negación de la C. Los delitos violentos.
otredad. D. Como pérdida de oportunidades de
autorrealización intersubjetiva.

RESPONDA LAS PREGUNTAS 17 A 20 DE ACUERDO CON LA SIGUIENTE INFORMACIÓN


En la edad dorada de la sociedad de productores, la ética del trabajo extendía su influencia más allá de las
plantas industriales y los muros de los asilos. Sus preceptos conformaban el ideal de una sociedad justa todavía
por alcanzar; mientras tanto, servían como horizonte hacia el cual orientarse y como parámetro para evaluar
críticamente el estado de situación en cada momento. La condición a que se aspiraba era el pleno empleo: una
sociedad integrada únicamente por gente de trabajo.
El «pleno empleo» ocupaba un lugar en cierto modo ambiguo, ya que era al mismo tiempo un derecho y una
obligación.

Según desde qué lado del «contrato de trabajo» se invocara ese principio, una u otra modalidad saltaba a primer
plano; pero, como sucede con todas las normas, ambos aspectos debían estar siempre presentes para
garantizar la validez general del principio. El pleno empleo como característica indispensable de una «sociedad
normal» implicaba tanto un deber aceptado universal y voluntariamente, como un deseo compartido por toda la
comunidad y elevado al rango de derecho universal. Definir una norma es definir, también, cuanto queda fuera
de ella. La ética del trabajo encerraba, por ejemplo, el fenómeno del desempleo: no trabajar era «anormal»...

Pero a medida que el trabajo dejaba de ser punto de encuentro entre las motivaciones individuales por un lado
y la integración de la sociedad y su reproducción por el otro, la ética del trabajo —como dijimos— perdió su
función de primer principio regulador. Por entonces ya se había retirado, o había sido apartada por la fuerza, de
numerosos campos de la vida social e individual, que antes regía directa o indirectamente. El sector de la
sociedad que no trabajaba era quizá su último refugio o, mejor, su última oportunidad de sobrevivir. Cargar la
miseria de los pobres a su falta de disposición para el trabajo y, de ese modo, acusarlos de degradación moral,
y presentar la pobreza como un castigo por los pecados cometidos, fueron los últimos servicios que la ética del
trabajo prestó a la nueva sociedad de consumidores.

En una sociedad de consumo, la «vida normal» es la de los consumidores, siempre preocupados por elegir
entre la gran variedad de oportunidades, sensaciones placenteras y ricas experiencias que el mundo les ofrece.
Una «vida feliz» es aquella en la que todas las oportunidades se aprovechan, dejando pasar muy pocas o
ninguna; se aprovechan las oportunidades de las que más se habla y, por lo tanto, las más codiciadas; y no se
las aprovecha después de los demás sino, en lo posible, antes. Como en cualquier comunidad, los pobres de
la sociedad de consumo no tienen acceso a una vida normal; menos aún, a una existencia feliz. En nuestra
sociedad, esa limitación los pone en la condición de consumidores manqués: consumidores defectuosos o
frustrados, expulsados del mercado. A los pobres de la sociedad de consumo se los define ante todo (y así se
autodefinen) como consumidores imperfectos, deficientes; en otras palabras, incapaces de adaptarse a nuestro
mundo.

En la vida del consumidor no hay lugar para el aburrimiento; la cultura del consumo se propuso erradicarlo. Una
vida feliz, según la definición de esta cultura, es una vida asegurada contra el hastío, una vida en la que siempre
«pasa algo»: algo nuevo, excitante; y excitante sobre todo por ser nuevo. El mercado de consumo, fiel
compañero de la cultura del consumo y su indispensable complemento, ofrece un seguro contra el hastío, el
esplín, el ennui, la sobresaturación, la melancolía, la flojedad, el hartazgo o la indiferencia: todos males que, en
otro tiempo, acosaban a las vidas repletas de abundancia y de confort. El mercado de consumo garantiza que
nadie, en momento alguno, llegue a sentirse desconsolado porque, «al haberlo probado todo», agotó la fuente
de placeres que la vida le puede ofrecer.
Zygmunt Bauman. La sociedad del consumo.

17. Según Bauman, en la sociedad de productores, 19. Teniendo en cuenta que el mayor problema, en
la ética del trabajo se constituía en el parámetro y la sociedad de productores, era el desempleo,
el horizonte del ideal de una sociedad justa. En porque no trabajar era considerado algo anormal;
este sentido, la categoría de sociedad normal era en la sociedad del consumo el problema recae en
A. El desempleo. los pobres, quienes se autodefinen como
B. El pleno empleo. A. Consumidores deficientes.
C. Satisfacer los deseos. B. No se han esforzado lo suficiente.
D. La reproducción social. C. La suerte nos los ha acompañado.
D. Les falta determinar con claridad las prioridades.
18. De acuerdo al texto, la sociedad de
consumidores está caracterizada por 20. Según el texto, la sociedad del consumo
A. Una sociedad integrada únicamente por gente de garantiza una vida feliz, una vida en que a cada
trabajo. momento suceden cosas nuevas; vida determinada
B. El ideal de una sociedad justa todavía por por la moda y la novedad, la abundancia y el
alcanzar. confort. En este sentido, se podría afirmar que la
C. La elección entre diversas oportunidades, promesa es que sirva de antídoto contra
sensaciones placenteras y enriquecedoras A. Las frustraciones.
experiencias. B. La indiferencia.
D. No trabajar es considerado anormal. C. El aburrimiento.
D. Los deseos.

CURSO FECHA ESTUDIANTE


ASIGNATURAS Filosofía y Español DOCENTE
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20
A
B
C
D

También podría gustarte