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La inuencia de Aristóteles en el fundamento de

Los Elementos de Euclides


Charles V. Jones

LA VISIÓN PLATÓNICA

Varios puntos de mi plática anterior


1 señalaron diferencias entre la matemá-
tica descrita por Aristóteles y la matemática moderna. Utilizaré éstos y otros
puntos para analizar la estructura y contenido de los Elementos de Euclides.
Armo al mismo tiempo que Euclides no debe ser visto como un seguidor de la
losofía de Platón y quisiera comenzar dando algunas pruebas para ello.
Primero diré que Euclides fue, en efecto, seguidor de Platón en muchos as-
pectos; es por ello que no aseguro que no se encuentren trazos del pensamiento
platónico en la matemática euclideana, y, en particular, en sus Elementos. Lo
mismo se puede decir de Aristóteles. Euclides y Aristóteles estuvieron fuerte-
mente inuidos por el pensamiento de Platón. Lo que aseguro es que sostener
que Euclides era platónico es tan erróneo como sostener lo mismo de Aristóteles.
Por lo tanto, como historiadores que intentan entender las matemáticas de un
pasado cultural, debemos evitar caer en la tentación de ltrar las matemáticas
de Euclides a través del pensamiento platónico.
He encontrado en mis investigaciones que Platón y Aristóteles dieren en
algunos aspectos fundamentales de las matemáticas, y en cada caso Euclides
opta por seguir a Aristóteles en lugar de Platón. Hay también muchos ejemplos
de Euclides siguiendo a Aristóteles en donde no conocemos la opinión de Platón
al respecto. Aun cuando esto refuerza el vínculo entre Aristóteles y Euclides,
esto no ofrece argumentos de Aristóteles sobre Platón. Es la elección de Eucli-
des por Aristóteles sobre Platón en puntos especícos quien hace más sólido el
argumento.
Platón diere de Aristóteles es tres aspectos fundamentales de las matemá-
ticas: primero en torno al concepto de número; segundo, acerca del innito;
tercero, en lo referente a hacer líneas a partir de puntos.
En vano buscaríamos en los Diálogos de Platón una denición de un número
como una colección de unidades. Es cierto que Platón usa a los números como
si fueran colecciones de unidades, pero no los dene de ese modo. Aristóteles
asegura, de hecho, que Platón jamás dio una denición general de número. Esta
ausencia de una denición general es tal vez la razón por la que Platón dene a la
aritmética como la que trata acerca de los números pares e impares (Georgias
1 Las paradojas de Zenón y la primera fundamentación de las matemáticas. Mathesis 3
(1981) 3-14.

1
541; Carmides 166), y no como la ciencia del número (αριθμος). Esto convierte a
Platón en un escritor poco usual, si no es que único, de entre los autores griegos
que conocemos.
La razón de su falta de una denición general no es esencial para nuestra
discusión, pero algunos breves comentarios pueden hacerse. En la epistemología
de Platón, basada en la jerarquía del alma, el número es descrito como nacido
de lo par y lo impar en el mundo de las formas. Haber denido a los números en
el modo usual, que en el mundo de las formas hubiera sido como una colección
de formas unidad, habría conducido a Platón a una regresión: niveles cada
vez más altos de su jerarquía se habrían necesitado para garantizar la unidad
fundamental de la multiplicidad de formas unidad. En otras palabras, podemos
considerar que Platón se vio obligado a abandonar la denición usual de número
por la esencia pura de lo que consideramos como su losóca platónica.
Platón acepta también que la existencia en acto de colecciones innitas de
objetos, en total oposición a su estudiante Aristóteles. Los diálogos Parménides
(142-45, 158, 165) y Filebo (passim ) contienen discusiones sobre la innidad de
objetos en el mundo, las multitudes innitas que esto representa, y por implica-
ción los números innitos que representarían a estas multitudes. Platón habla
también sobre objetos con una innidad de partes. Este concepto del innito co-
mo un atributo de un conjunto o una colección es rechazado de manera explícita
por Aristóteles.
Aristóteles sostiene que los platonistas consideran que las líneas están cons-
tituidas de puntos; de hecho todas las magnitudes especiales se constituyen
de puntos (Metafísica, XIII 9, 1085b28; cfr. 19, 992a21-24 sobre lineas indivisi-
bles). Los detalles acerca de cómo era esto no se dan; Aristóteles tan sólo critica
las consecuencias de tal concepción. Pero el más célebre estudiante de Platón le
imputa a él o a sus seguidores un punto de vista ajeno al de la rigurosa tradición
griega.
Podría decirse mucho más acerca del pensamiento de Platón acerca de las
matemáticas a lo largo de esta plática, pero preero ahora dirigirme hacia Los
elementos de Euclides a la luz de lo que hasta ahora he dicho acerca de Platón
y de Aristóteles.

LA SEPARACIÓN DE EUCLIDES DE ARTIMÉTICA Y GEOMETRÍA

La inuencia de las consideraciones losócas puede verse en la estructu-


Los elementos. Euclides establece una diferencia entre número y
ra global de
magnitud completamente análoga a la propuesta por Aristóteles (Platón tam-
bién describió la misma diferencia pero de un modo mucho menos detallado que
Aristóteles). Euclides da la denición común de número:

Un número es una multiplicidad de unidades (Libro VII Def 2). Aun cuando
no dene el término magnitud, habla acerca de líneas, áreas y volúmenes.
Euclides mantiene una estricta separación entre aritmética y geometría: la
primera se estudia en los libros VII al IX, la segunda en los libros I al VI y XI
al XIII. Esta es una separación conocida para la mayoría de nosotros. Ambas

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comienzan con distintos conjuntos de deniciones, aun cuando los axiomas
para las dos aparecen sólo al principio del libro I. Algunas de las deniciones
parecen ser repetitivas, redeniendo el mismo concepto.
El caso más claro es el de las deniciones separadas para la proporcionalidad.
Las que aparecen en el libro V denición 5 y en el libro VII denición 20. Esto
nos da un buen ejemplo de cómo un conocimiento de las posiciones losócas
de Euclides nos ayudan para un mejor conocimiento. Una de las preguntas más
comunes en torno a Euclides tiene que ver con estas dos deniciones ¾por qué
Euclides da una segunda denición, menos general, de la proporcionalidad del
libro VII cuando tenía ya una denición general en libro V? De hecho la pregunta
es por qué no redujo la teoría aritmética de proporciones a un caso especial
de la teoría geométrica de proporciones. Sólo en nuestros tiempos podemos
plantearnos tal pregunta la cual se desprende de nuestra tendencia moderna al
reduccionismo.
Los griegos reconocieron dos ciencias irreductibles en las matemáticas, las
que Aristóteles probó ser independientes la una de la otra: cada una tiene sus
propias deniciones y sus propios teoremas. La aritmética tenía una teoría de
proporciones bien establecida en la época de Euclides, pero sabemos bien que
no era adecuada para la geometría. Ésta requería de una teoría de proporciones
distinta, y la que Euclides utilizó es la que desarrollo Eudoxo.
La teoría de proporciones fue la herramienta básica en la matemática grie-
ga, tal y como el álgebra lo es en la nuestra. Era natural tener dos teorías de
proporciones distintas es decir dos métodos distintos para dos ciencias dis-
tintas. Al conservar la vieja teoría de proporciones para la aritmética, Euclides
simplemente daba una presentación racional de lo que los matemáticos usaban.
Desde luego que era necesaria una teoría de proporciones para la geometría y
Euclides dio la Denición 5 del libro V así como la Denición 20 del libro VII
para la aritmética.
La pregunta acerca de la relativa generalidad de las dos teorías de propor-
ciones es una pregunta errónea. Es apenas una pregunta con valor histórico; es
una pregunta matemática que reeja nuestra tendencia actual en matemáticas.
Pero también se plantea por algunos historiadores lo que prueba que ellos es-
tudian la historia de las matemáticas como la prolongación inversa de nuestra
matemática moderna.
Podemos ver esta separación de modos más triviales. Es fácil (aunque te-
dioso) el checar que las palabras número y magnitud nunca aparecen en el
mismo libro, salvo una excepción el libro X. Esto signica que la separación
entre la aritmética y la geometría es tan fuerte en Euclides como la establecida
por Aristóteles.
La excepción del libro X es de particular interés. Recordemos que Aristó-
teles estableció que no se podían aplicar los resultados de la aritmética a las
magnitudes a menos que estas fueran números. Entiendo que la proposición x-5
de Euclides dice lo mismo aunque en términos matemáticos técnicos:

x-5 las magnitudes conmensurables tienen, la una a la otra, la razón


que un número tiene a otro número.

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Esta es, por cierto, la primera vez que los términos número y magnitud
aparecen juntos. Esta situación inusual provoca problemas inusuales para los
historiadores. La prueba de x-5 no parece adecuada ya que en ella Euclides
aplica la denición 20 del libro VII para las magnitudes conmensurables (que
pueden representarse como una línea). Esto es precisamente lo que Aristóteles
considera valido: los resultados de la aritmética pueden aplicarse a las magnitu-
des conmensurables ya que éstas pueden ser pensadas como números.
Pero desde un punto de vista matemático, Euclides debió mostrar primero
que la proporcionalidad del libro V denición 5 incluye a la del libro VII deni-
ción 20. Esto es posible: la proporcionalidad en el primero se reduce a relaciones
numéricas si, y sólo si, las condiciones de igualdad se cumplen. Recordemos:

Libro V, Def. 5: Se dice que las magnitudes están en la misma razón,


la primera a la segunda y la tercera a la cuarta, cuando cualesquiera
equimúltiplos de la primera y la tercera y cualesquiera equimúlti-
plos de la segunda y la cuarta son tomados, los primeros exceden
en lo mismo, o son menores en lo mismo, a los segundos, tomados
respetivamente en el orden correspondiente.

Podemos completar a Euclides dando la prueba correspondiente. Pero yo


preero buscar alguna clave que pueda explicar por qué la proposición x-5 fue
presentada de ese modo.
No daré ninguna idea que resuelva el problema, pero hay un aspecto de la
discusión sobre los fundamentos en Aristóteles que puede aplicarse aquí. En
una larga cita de la Metafísica en la que Aristóteles describe la medida, ésta
aparece como un término no analizado que se origina en el pensamiento losóco
y que debe ser asumido por quien lo escucha. Este es el caso cuando el término
se usa en matemáticas.
La medida ocupa una posición estratégica en las dos teorías de proporcio-
nes de Euclides: es el concepto básico que se usa en las deniciones de ambas
para denir parte, partes, múltiplo, y también se usa en la prueba de x-5.
Para mostrar cómo es que las dos teorías de proporciones se relacionan sería
necesario analizar el uso de los múltiplos en cada una (ya que en la teoría de
proporciones del libro V se establece por completo en términos de múltiplos).
En la proposición x-5, los pasos cuestionables en la prueba se apoyan en la me-
dida para justicar la aplicación de la teoría de proporciones de números a las
magnitudes conmensurables. Creo que si es posible entender la prueba x-5 de
Euclides, sin hacer las alteraciones ad hoc, ésto sería mediante un análisis del
término de medida. Esto no he podido hacerlo aún.
No puedo dejar este tema de la aritmética y la geometría sin hacer un co-
mentario acerca de cómo nuestra moderna visión de las matemáticas nos da
una visión errónea de la matemática griega. Notemos con cuidado los términos
x-5: la proposición dice que hay condiciones en las que podemos subsumir las
magnitudes a los números; esto es, una parte de la geometría en la aritmética.
Desde luego, nuestra visión moderna nos diría que deberíamos hacer justo lo
contrario: hacer la aritmética parte de la geometría, debido a la mayor gene-
ralidad de esta última. Este es el punto de vista que muchos comentadores de

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Euclides asumen. Tal visión tiene muy limitadas posibilidades para ayudarnos
a entender a Euclides en sus propios términos.

EL CONCEPTO EUCLIDEANO DE UNIDAD

Euclides sigue la tradición losóca al considerar a la unidad indivisible. No


existen las fracciones en Los elementos de Euclides, él nunca divide a la unidad.
Utiliza, sin embargo, el término mitad en situaciones como la bisección de la
línea, pero nunca lo utiliza de modo sustancial en una proposición.
Al discutir las relaciones entre las partes de un número, Euclides usa la
teoría de proporciones. Desde luego que esta teoría puede reemplazarse con la
teoría de fracciones. Las fracciones ciertamente son una parte de la matemática
griega, pero no lo fueron de la matemática teórica y losóca dada por Euclides
en Los Elementos.
Euclides parece seguir a la tradición que no incluía a la unidad entre los
números, aun cuando en términos de la sustancia matemática este hecho tiene
poca importancia. De hecho se referiría a todos los números como unidades y
números.

EL USO EUCLIDEANO DEL INFINITO

Euclides hace uso del innito, aun cuando se pueden leer comentarios que
puedan hacernos creer que no lo hizo. El uso que hace coincide con el de Aris-
tóteles: se trata de un proceso iterativo, caracterizado por el hecho de tomar
siempre algo aparte de lo que ya ha sido tomado.
Consideren, por ejemplo, la famosa prueba de que hay una innidad de
números primos:

IX 20: Los números primos son más que cualquier magnitud asignada
de números primos.

En su conocida prueba, Euclides supone que hay sólo un número nito de


primos y enseguida construye un nuevo número primo aparte de éstos. Su técnica
puede repetirse de manera indenida aunque no es necesaria para la prueba.
Otro ejemplo puede ser la proposición x-115, en donde se muestra que pueden
construirse en una innidad, líneas rectas irracionales. Aquí Euclides muestra
un método de construcción que produce una recta irracional, repite la cons-
trucción, y en cada ocasión establece y no es la misma que ninguna de las
anteriores. La fórmula lingüística que utiliza Euclides dice lo mismo que la
usada por Aristóteles en la Física : siempre toma algo aparte de lo que ya se ha
tomado.
Aunque Euclides usa el innito en el mismo sentido en el que Aristóteles
habló de él, a diferencia de Platón no acepta la existencia de colecciones inni-
tas; esto es, Euclides coincide con Aristóteles en oposición a platón. Podemos
detectar fácilmente la posición de Euclides al respecto gracias a nuestra propia
denición de un conjunto innito: un conjunto equivalente con un subconjunto

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propio. La noción común 5: el todo es mayor que las partes se opone a tal de-
nición. Nuestra denición del innito nos dice que el todo no necesariamente
es mayor que una parte. Esta Noción Común restringe pues la discusión sólo
a colecciones nitas de objetos. (Este comentario, por cierto, aclara cómo esta
noción común puede aplicarse tanto a los números como a las magnitudes. Cla-
ramente se puede aplicar a ambas, la aritmética y la geometría y es una legítima
noción común.)
Con el hecho de negar la existencia del innito actual, ya sea en colecciones
de números primos, o de líneas irracionales o como magnitudes innitamente
extendidas, Euclides puede adaptar pruebas por reducción al absurdo en muchas
más proposiciones de las que serían de otra forma necesarias. La explicación
de ésto, creo, es que una prueba directa a menudo requiere la hipótesis de la
existencia de colecciones innitas en geometría, se requiere construir líneas a
partir de puntos. Considérese como un ejemplo la proposición III-2:

III-2: Si en la circunferencia de un círculo se toman dos puntos al


azar, la línea recta que los une cae dentro del círculo.

Euclides prueba esto mediante el método indirecto: supone que la línea cae
fuera del círculo y muestra que esto nos lleva a concluir que una parte de la
línea es mayor que el total.
Pero Sir Thomas Heath en su edición de Los elementos de Euclides dice que
la forma de prueba por reducción al absurdo no es realmente necesaria en este
caso y procede a dar una prueba directa. En ella comienza con cualquier punto
de la línea recta que une a los dos puntos de la circunferencia; luego muestra
que la línea que une a este punto con el centro del círculo es menor que el radio
y concluye que el punto elegido debe estar dentro del círculo. El siguiente paso,
que consideramos tan natural, viola los fundamentos de Euclides: de manera
implícita concluye que lo que es cierto para un punto en una línea lo es para
todos los puntos de la línea y, por ende, es cierto para toda línea. En otras
palabras ½Heath considera a las líneas como formadas por puntos!
La inexistencia de las magnitudes innitamente extendidas en Euclides es tan
conocida que con frecuencia se interpreta de manera errónea, como si Euclides
negara la total existencia del innito. Sin embargo podemos mencionar que su
estudio de las líneas paralelas, en donde podría esperarse que ocurrieran líneas
innitamente extendidas, es llevado por la vía de las líneas no paralelas. En su
prueba de la proposición I-27 (cuando los ángulos alternos son iguales, las líneas
son paralelas), que es la más crítica de la teoría de paralelas, evita al innito
mediante una prueba por contradicción.
El trato del innito es uno de los mejores ejemplos de cómo el fundamento
de las matemáticas afecta su contenido. Cuando esta primera fundamentación
de las matemáticas se ignora, los matemáticos cambian las estrategias de prue-
ba: evitan la reductio ad absurdum y preeren pruebas directas. No es justo
pues criticar a Euclides por haber abusado de la prueba indirecta cuando éste
es el resultado de su adhesión al máximo nivel de rigor esto es, el no ignorar
una fundamentación completa y consistente. Evaluar las pruebas de Euclides

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sin considerar esta primera fundamentación es ser un mal historiador.

LAS LINEAS Y PUNTOS DE EUCLIDES

Si las líneas no se pueden construir de puntos, ¾cuál es entonces la relación


entre líneas y puntos? Aristóteles dice que los puntos son unidades con posición.
Con esto quiere decir que un punto es un indivisible como la unidad con el
atributo adicional de tener una posición.
La denición Euclidiana reeja este concepto de punto:

Libro I, Def. 1: Un punto es lo que no tiene partes.

Libro I, Def. 3: Los extremos de una línea son puntos.

La primera denición hace a los puntos indivisibles. La tercera denición


establece la única relación que hay entre líneas y puntos: los puntos marcan la
frontera de las líneas. Esto es, en términos de Aristóteles, los puntos marcan la
posición de los extremos de la línea.
A lo largo de Los elementos, este es el modo en que Euclides usa a los puntos
respecto a las líneas. Cuando una línea es cortada, un punto es determinado.
Este seccionamiento puede repetirse cuantas veces se quiera. De hecho pueden
obtenerse tantos puntos como se deseen de una línea pero nunca se puede
obtener una línea a partir de puntos.
Creo que el entender así a los puntos como simples marcas de posición eli-
mina una de las primeras críticas levantadas contra Euclides. La prueba de la
proposición I-1 (Dado un segmento nito de línea recta construir un triángu-
lo equilátero) se hace dibujando dos círculos que se intersectan. El punto de
intersección es entonces la clave de la construcción.
Los comentarios de Heath sobre este procedimiento son:

Es claro que Euclides no tiene derecho a superponer, sin el estable-


cimiento de un postulado, que los dos círculos se intersectan en un
punto C. Para ello debe invocarse el principio de continuidad.

Se trata de nuevo de una crítica hecha sin atender al fundamento sobre el


que se apoya Euclides. En la matemática griega las líneas son por naturaleza
continuas, y no están hechas de puntos. Estos solo marcan los extremos, la
localización del n, del corte, o del seccionamiento. Cuando Euclides intersecta
dos círculos y se reere al punto de intersección, no necesita preocuparse sobre
si de hecho hay un punto en la intersección: ½ésta preocupación sólo existe si se
consideran a las líneas hechas de puntos! Para Euclides el punto de intersección
es sólo su localización. Un punto no es una entidad geométrica o una cosa como
lo es para Heath, para los comentadores a los que se reere, y para nosotros.
Creo pues que la prueba de Euclides es correcta.
Debe mencionarse que el concepto de continuidad de Euclides coincide con el
de Aristóteles que es la divisibilidad ilimitada en los divisibles. Esto se muestra
con la mayor claridad en las primeras dos proposiciones del libro X donde el
procedimiento del algoritmo euclidiano se aplica a magnitudes que pueden ser

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inconmensurables. Aquí se supone que las magnitudes pueden dividirse tanto
como sea necesario.
Hay otra denición que parece establecer una relación entre punto y línea,
se trata de la curiosa denición de línea recta:

Libro I, Def. 4: Una línea recta es una linea que yace plenamente
entre sus puntos.

Heath señala que esta denición se origina probablemente en la denición


similar de Platón en donde una línea recta se describe como aquella línea cuya
mitad cubre los extremos. Heath establece que Euclides, siendo platónico, natu-
ralmente adopta la denición óptica de Platón tratando de evitar la dependencia
en condiciones no geométricas.
Quisiera comentar algo distinto sobre esta denición. Euclides pudo haber
obtenido esta denición de Platón, pero no porque fuera un platónico. De hecho,
Aristóteles criticó esta denición como errónea: dene líneas rectas nitas, y la
rectitud es un concepto de la nitud. Por ello la denición no debería apelar a
la nitud. Si comparamos con la denición de Euclides veremos que éste logró
eliminar la apelación a la nitud. Tomo esto como otra fuerte evidencia de que
la inuencia de Aristóteles sobre Euclides excede a la inuencia de Platón y no
podemos por ello considerar a Euclides como platónico.
Sobre el signicado de esta palabrería sólo puedo darles mis conjeturas. Aris-
tóteles dene las llamadas magnitudes regulares como aquellas que tienen la
propiedad de que cualquier parte de ellas encaja en cualquier otra parte, esto
es, yace completamente con los otros puntos. Una línea recta cumple con esta
propiedad. El problema es que la discusión de Aristóteles sobre las magnitudes
regulares se da en el contexto de describir el movimiento celeste y éste, como
sabemos, es circular para Aristóteles. Así que Aristóteles considera también al
círculo como una magnitud regular. Así, no puedo dar una explicación com-
pletamente satisfactoria de yace plenamente. Pero creo que hay signos de un
mejor entendimiento en esta referencia a Aristóteles.

ESTRUCTURA GLOBAL DE LOS ELEMENTOS

Hay muchos puntos que se aclaran en un estudio profundo de Aristóteles


como antecedente de Euclides. Pero regresemos a un comentario acerca de la
estructura global de Los elementos.
Cada vez que vuelvo a Euclides después de ver a Aristóteles parece que una
nueva luz aparece. Poco a poco he llegado a concluir que la estructura de Los
elementos no es la que creía. Si se acepta mi argumento de que Euclides no debe
verse como platónico, se aceptará fácilmente que el libro XIII con su discusión
sobre los sólidos platónicos no es el objetivo nal de Los elementos. Esta es
probablemente la primera interpretación de la estructura de Los elementos.
Recientemente se ha argumentado que el libro X con su difícil pero sólido
desarrollo de la teoría de los irracionales es el objetivo del trabajo de Euclides.
Estoy en desacuerdo con ésto aunque no debido a alguna idea obtenida de Aris-
tóteles. Para dar mis razones brevemente permítanme recordar la estructura del

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libro X. Se inicia con unos teoremas sobre cómo probar la inconmensurabilidad
y cómo los números y las magnitudes pueden relacionarse mediante el concepto
de conmensurabilidad. Empezando con la proposición X-21, Euclides desarrolla
una teoría de los irracionales: trata sólo a los que conocemos como irracionales
cuadráticos.
El argumento de que el libro X es el objetivo de Los elementos dice esen-
cialmente que este libro sirvió como teoría en la cual demostrar la generalidad
superior de la teoría de proporciones de Eudoxio, que Euclides da en el libro V.
El problema que veo con esto es que los irracionales cuadráticos pueden tratarse
con una teoría de irracionales más antigua y menos general cuyo nombre nos
da Aristóteles: anthyphaeresis. La teoría de irracionales por sí misma no podría
demostrar la generalidad de la verdadera teoría de proporciones de Eudoxio. Así
no creo razonable argumentar que Euclides colocó a una teoría tan elemental al
nal de Los elementos para probar lo poderoso de la teoría de Eudoxio.
Creo, en cambio, que Los elementos se estructuraron para culminar con los
primeros teoremas del libro X que relacionan los números a las magnitudes.
Si observamos a lo que precede a este material, vemos un desarrollo de sus
respectivas teorías de proporciones. El libro X, entonces muestra hasta dónde
estas dos teorías ajenas pueden mezclarse tal como Aristóteles lo hizo al describir
su losofía de las matemáticas.
Cabe preguntar ahora acerca del resto del material en Los elementos. Algu-
nos comentadores creen que los libros XI, XII y XIII son añadidos posteriores.
De mi lectura de Aristóteles, y tratando de mostrar a Euclides como un segui-
dor de su fundamentación de las matemáticas, he tenido serios problemas en el
libro XI por el modo en que los sólidos son denidos. Esto probaría también un
problema en el libro XIII pues éste se basa en parte en el libro XI.
De cualquier modo parecen haber muchas desviaciones de lo que podría es-
perar de Euclides en estos últimos libros. En consecuencia mi visión actual es
que Los elementos están estructurados siguiendo la losofía de las matemáticas
establecida por Aristóteles con el coronamiento del desarrollo dado por la teoría
de cómo algunas magnitudes pueden ser tratadas como números, al inicio del
libro X. Los últimos tres libros no se integran a los nueve primeros con el inicio
del décimo.

CONCLUSIÓN

He intentado mostrar algunas ventajas que podemos obtener para compren-


der a Euclides al mirar con mayor cuidado el contacto losóco en el que traba-
jaba. Este trabajo sobre Platón y Aristóteles ha cambiado sustancialmente mi
propia visión de Los elementos de Euclides y espero que les ilumine también a
ustedes.
Pero no es sólo Euclides quien se ve afectado por este punto de vista histórico.
Cuando hubo una gran actividad a nes del siglo XVI y en siglo XVII, mucha de
ésta se concentró en la búsqueda de nuevos modos de hacer matemáticas. Estos
nuevos modos fueron algunas veces llamados métodos y métodos analíticos en
particular. Estos fueron integrados a un programa de rechazo a los puntos de

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vista que he descrito como originados en Aristóteles. Así, creo que no podemos
apreciar el signicado histórico de la búsqueda de nuevos métodos matemáticos
sin el antecedente aristotélico.
La búsqueda de un método y muchas otras actividades que ocurrieron al
mismo tiempo rechazaron la única fundamentación que existía para las mate-
máticas. Vemos, por ejemplo, en el trabajo de Cavalieri, áreas hechas de in-
divisibles de una innidad de ellos, por supuesto y muchas generaciones de
matemáticos siguieron sus pasos. Con el tiempo se siente de nuevo la necesidad
de una sólida fundamentación de las matemáticas. Cuando llega con los trabajos
de Cantor y otros, se trata de la racionalización del rechazo de lo que llamo la
fundamentación aristotélica. (Me parece interesante que las paradojas aparecen
inmediatamente con la nueva visión crítica del innito).
Hemos tenido sólo dos fundamentaciones de las matemáticas. Una fue domi-
nante por más de dos mil años; la otra, que es la nuestra, cuenta apenas con cien
años. Esto da una razón de 22:1. Creo que es esencial entendamos esa mayor
porción de nuestra historia.
2

2 Transcripción para el seminario de losoa de la ciencia 2, Marzo 2022. Jonathan Torres


B.

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