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GUÍA DE QUÍMICA N°6

(2°semestre)

Unidad: Química para la sustentabilidad


NIVEL-CURSO: 3° EM
PROFESOR(A): Dafne Barrera Ríos.

NOMBRE ESTUDIANTE…………………………………………………CURSO……………FECHA: 04/11/2020

INSTRUCCIONES:
1.- Los contenidos de esta guía se deben reforzar con los temas del texto de estudio
2.- Lea atentamente el documento adjunto el cual utilizara para responder las guías hasta
el término de la unidad
3.- La guía debe resolverse en su cuaderno.
5.- No olvide al terminar de resolver la guía enviarla a mi correo
dafnebarreracws@gmail.com
- tomar una fotografía de cada hoja resuelta y enviarlas al correo
- indicando claramente en el asunto su nombre, curso y número de guía.

OBJETIVO DE APRENDIZAJE:
• Explicar efectos del cambio climático sobre los ciclos biogeoquímicos y los equilibrios
químicos que ocurren en los océanos, la atmósfera, las aguas dulces y los suelos, así como
sus consecuencias sobre el bienestar de las personas y el desarrollo sostenible.

Actividad
1.- ¿Que gases nocivos afectarían al ser humano?
2.- Explique con sus palabras el calentamiento global y el efecto invernadero
3.- ¿De qué forma se vería afectado los océanos en su equilibrio químico?
4.-¿ Que desastres naturales están relacionados con estos eventos (calentamiento global,
efecto invernadero, etc)?
5.-¿Qué daños causa los CFC al ozono?
Extracto

Resumen
En la actualidad existe un afanado consenso científico que el clima global se verá
perturbado significativamente en respuesta a la alteración de los ciclos
biogeoquímicos, principalmente a los asociados con los gases dióxido de carbono
(CO2), metano (CH4) y óxido nitroso (N2O). Los niveles atmosféricos globales de
CO2, N2O y CH4 alcanzaron 396,0 ppm, 325,9 ± 0,1 ppmm y 1824 ppmm
respectivamente, representando un incremento del 142%, 121% y 253%
correspondientemente. Las consecuencias del cambio climático incluyen
modificaciones en la temperatura y la pluviosidad, las cuales fomentan desastres
sociales como las guerras climáticas y el genocidio, además de propiciar
catástrofes naturales como inundaciones, tormentas huracanadas y sequías. En
adición, enfermedades como el dengue, la malaria y el chinkunguña pueden
ampliar su rango geográfico, en respuesta a los cambios climáticos regionales y
locales. Para la atenuación de este fenómeno, es necesaria la disminución del uso
vehicular, comprando automóviles híbridos, eléctricos o de aire comprimido,
sustituir los aparatos domésticos por unos más eficientes, cambiar los focos de
filamento incandescente por los de luz fría, etc. Se recomienda el uso más
eficiente de los fertilizantes, la implementación de plantas de compostaje y la
recuperación de energía de los residuos, además del tratamiento anaeróbico de
los lodos activados, a partir del cual se puede obtener CH4 para ser usado como
fuente de energía. Esto conlleva que la sociedad actual debe adaptarse,
modificando algunos tipos de prácticas, alternando las especies vegetales
cosechadas, planteándose nuevos modelos de sostenibilidad y aplicando diversas
medidas preventivas.

Introducción

Hoy en día, parece haber poca duda sobre la existencia del fenómeno
denominado cambio climático (CC), sin embargo, la manera cómo afecta y es
afectado por los ciclos biogeoquímicos sigue bajo investigación. En este sentido,
Peterson et al. (2010) señalan que existe un afanado consenso científico que el
clima global se verá perturbado significativamente en respuesta al aumento de
concentraciones de gases invernadero (GEI) tales como el dióxido de carbono
(CO2), metano (CH4), óxido nitroso (N2O) y clorofluorocarbonos(CFC). Estos
investigadores indican que estos gases capturan una porción creciente de
radiación infrarroja terrestre, acentuando el efecto invernadero, estimándose un
aumento en la temperatura planetaria entre 1,5 y 4,5 °C. En añadidura ellos citan
que, la Convención en el Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático
(CMCC), define al CC como “una consecuencia directa o indirecta a la actividad
antrópica, que modifica la composición de la atmósfera planetaria”.

Ciclo del Carbono


Aparentemente, la afectación al ciclo del Carbono por la actividad humana, juega
un papel preponderante en las investigaciones actuales, debido a su aparente
relación con el Cambio Climático. En cuanto a esto, McGuire et al. (2009) señalan
que el calentamiento global está generando afectaciones en un amplio espectro de
sistemas físicos, ecológicos y humano-culturales, que podrían ser irreversibles en
escala de centenares de años, además de ser capaces de causar rápidos cambios
en el ecosistema del planeta. Estos investigadores agregan que el efecto del ser
humano sobre el ciclo del Carbono es crucial en la actualidad y que el
comprobado calentamiento del Ártico, cuyo papel importante como reservorio de
metano y CO2, parece comprometer aún más la dinámica de este elemento a nivel
global. Otra región clave para el ciclo biogeoquímico del Carbono es el trópico.
Jones et al. (2014) señalan que los bosques tropicales son los mayores sumideros
del Dióxido de Carbono antropogénico, significando aproximadamente el 70% de
la absorción de este gas por los boques del planeta. Estos mismos investigadores
advierten la importancia de conocer, cómo los principales biomas del planeta, van
a responder a las futuras concentraciones de gases atmosféricos en cuanto al
secuestro y almacenamiento de CO2. Sin embargo, uno de los mayores déficits de
información sobre la posible afectación en la dinámica del carbono por la actividad
humana es producto de la baja cantidad de investigaciones dedicadas a los
bosques tropicales, lo cuales juegan un papel preponderante en la atenuación de
las consecuencias del calentamiento global (Adger et al. 2014). La Organización
Mundial de Meteorología (2014) midió el promedio de los niveles atmosféricos
globales de CO2, los cuales alcanzaron 396,0 partes por millón (ppm), o sea,
aproximadamente el 142% del nivel medio de la era preindustrial. De igual
relevancia, el aumento de 2012 a 2013 fue de 2,9 ppm, que es el mayor
incremento interanual, registrándose en diferentes estaciones del hemisferio norte
niveles mayores a 400 ppm. Aún más, el aumento global del CO2 atmosférico de
2003 a 2013 corresponde a aproximadamente el 45% del CO2 emitido por las
actividades humanas, el 55% restante es absorbido por los océanos y la biosfera
terrestre. Según la EPA (2014), los gases de efecto invernadero (GEI) de origen
humano (entre los que se encuentra el CO2), son producidos en un 32% para la
generación de electricidad (quema de combustibles fósiles), 28% por el sector del
transporte (terrestre, marítimo y aéreo), 20% de origen industrial, además de un
10% producto de la actividad comercial-residencial y otro tanto del área agrícola-
ganadera. Esta misma agencia señala que los Estados Unidos, desde 1991,
vienen aumentando su producción de CO2 en aproximadamente 5% cada año.

En otra investigación, Rastetter (2011) modeló los posibles escenarios de


respuesta a elevadas concentraciones de CO2 y aumento de temperatura a lo
largo del gradiente de sucesión ecológica. El mencionado investigador contrastó
varios enfoques posibles en la modulación del acoplamiento entre los ciclos
biogeoquímicos del carbono, nitrógeno y fósforo en función de su respuesta al
calentamiento y al aumento del CO2 atmosférico. Para tal modulación utilizó una
base de datos obtenida a partir de la acumulación de C, N y F en un bosque
de Pseudotsuga menziesii, el cual se asume que estuvo en estado estable durante
la experimentación. En esta misma investigación se establecen que los ciclos de
los elementos esenciales para la vida en la tierra están inevitablemente acoplados
uno a otro, tambien se destaca que hay varias maneras de modelar como los
ciclos biogeoquímicos están emparentados, asi como la existencia de diferentes
aproximaciones a la hora de modular y que cada una genera diferentes
predicciones en la función del ecosistema y por último, que el enfoque más
ajustado para modular el acoplamiento de los ciclos biogeoquímicos sigue como
una pregunta abierta, cuya respuesta seguramente va a depender del contexto en
que se plantee. Los escenarios planteados en la modulación fueron: ciclos no
correlacionados, ciclos correlacionados, en presencia de limitación de nutrientes
(Ley de Liebig) y en caso de respuestas de aclimatación por las plantas. Tal
investigación permite concluir que en el caso de una duplicación de las
concentraciones de CO2, en casi todos los escenarios planteados, se generó un
aumento cercano al 30% en la productividad primaria neta, salvo en el escenario
Liebig. A su vez, la incógnita no seguiría sin responder si la ciencia permitiera
dilucidar los mecanismos ocultos del comportamiento del ecosistema, permitiendo
hacer proyecciones confiables sobre la respuesta a largo plazo a los cambios en la
química atmosférica, el clima y el uso de la tierra.

Ciclo del Nitrógeno

La Organización Mundial de Meteorología (2014) resalta la afectación


antropogénica al ciclo del N y su repercusión en el fenómeno del cambio climático,
ya que las concentraciones mundiales de N2O llegaron a 325,9 ± 0,1 ppmm, o
sea, el 121% del nivel preindustrial. Además, este gas tiene aproximadamente 320
veces más poder que el CO2 para calentar la atmósfera y su principal generación
está directa o indirectamente relacionada con el uso de los fertilizantes
nitrogenados (principalmente como materia orgánica, nitrato, amonio o urea),
aplicados masivamente, y muchas veces de forma inadecuada, para alcanzar el
máximo provecho de las cosechas (OMM 2014). Según la citada organización, la
especie humana provoca 96% de las emisiones N2O, la mayoría de éstas
asociadas a la fertilización artificial, la combustión de materiales de origen fósil y la
producción de estiércol. A esto, se agrega que otra fuente de N2O lo constituyen
los residuos de las cosechas y los cultivos fijadores de nitrógeno como el frijol y la
soya, además del estiércol producido cuantiosamente en las prácticas de
producción industrializadas.

En el plano atmosférico, los compuestos nitrogenados son muy reactivos,


afectando la concentración del agente más oxidante de esta capa del planeta, el
radical hidroxilo (OH), además de contribuir en formación fotoquímica del ozono
troposférico (O3), el contaminante gaseoso más importante en términos de salud
pública y productividad vegetal (Vitousek et al. 1997). De esta forma, cuando las
concentraciones de óxido nítrico (NO) son altas, se favorece la oxidación del
monóxido de carbono (CO) y CH4, lo que conlleva a la producción neta de O3.
Otros impactos son detallados por Vitousek et al. (1997), quienes destacan que el
aumento en la disponibilidad de N incrementa significativamente la acumulación
de biomasa, al menos a corto plazo. Consecuentemente, cambios en la dinámica
del N pueden alterar el ciclo global del C, afectando tanto la tasa de aumento de
CO2 atmosférico, como la respuesta del ecosistema a tal incremento, con
consecuencias sobre la biodiversidad, además de cambiar las tasas y
mecanismos de reciclaje y pérdida de N.

En el plano terrestre, Vitousek et al. (1997) hacen énfasis en la lixiviación de N a


cursos de agua subterráneos, que puedan desencadenar eutrofización de cuerpos
de agua, acidificando los suelos y alterando los ecosistemas marinos costeros. De
igual forma, las emisiones de origen antrópico son precursores importantes de la
lluvia ácida y el smog. Vitousek et al. (1997) comentan que el exceso en la
disponibilidad de N puede causar desbalances de nutrientes en los árboles, los
cuales se expresan como el radio de elementos (especialmente Ca:Al y Mg:N), el
Ca y el Mg son perdidos por lixiviación, mientras la disponibilidad de Al se
favorece por la acidez. Estos desbalances podrían estar relacionados, según los
investigadores, a la reducción de la fotosíntesis neta, la eficiencia en el uso del N
fotosintético, el crecimiento forestal e incluso podrían incrementar la mortalidad
vegetal.

Metano el cambio climático

Velázquez de Castro (2005) indica que el CH4 es un producto que se forma


durante la fermentación, proceso bioquímico fundamental para la vida en sus
orígenes y hoy restringido a ambientes carentes de oxígeno (tracto digestivo
anaeróbico del ganado, materia orgánica en zonas húmedas y pantanos,
vertederos, colonias de termitas). Aparentemente, continúa el investigador, su
emisión es natural, pero reacciona a las transformaciones de la actividad
agropecuaria, como la ganadería intensiva. En otro orden de ideas, las
concentraciones de metano (CH4) atmosférico alcanzaron un nuevo máximo de
1824 ppmm en 2013, lo que corresponde aproximadamente al 253% del nivel
preindustrial (OMM 2014), sus concentraciones son las más elevadas de los
últimos 420.000 años y crece 1% cada año (Velázquez de Castro 2005). En
adición, es un hecho la existencia de toneladas de CH4 bajo el hielo ártico, donde
el permafrost se está derritiendo y permite la liberación de este gas, afectando su
dinámica global (Rastetter 2011). Según este científico, la expulsión de tales
cantidades de CH4 puede desequilibrar el clima del planeta e impactar a la
economía mundial a corto plazo ya que el CH4 tiene 20 veces más poder de
calentamiento que el CO2. Rastetter (2011) agrega que la fusión del hielo marino
en el Ártico es más acelerada que nunca y que sólo en la plataforma del Ártico
Siberiano del este se calcula más de 50 gigatoneladas (Gt) de hidratos de gas
metano, lo que parece significaría un desastre.

Efectos del cambio climático

El resultado del cambio climático puede derivar en aumentos o descensos de


temperatura en función de la región geográfica que se refiera, además, en casi
todos los casos se producirá un mayor desequilibrio climático, con un incremento
en frecuencia de catástrofes naturales como inundaciones, tormentas
huracanadas, sequías y otras calamidades (Seto et al. 2014). Por otro lado, la
liberación de CH4 acumulado en ártico aceleraría la retirada del hielo marino,
reduciría la reflexión de la energía solar y aceleraría la subida del nivel del mar
(Rastetter 2011). Adger et al. (2014) logran recopilar evidencia sobre el popular
efecto del cambio climático en el inicio del magnicidio en la región Darfur en el
2003, una de las tantas guerras climáticas, caracterizadas por un conflicto bélico
cuyo origen puede atribuirse al calentamiento global y sus efectos que, al
modificar de manera substancial los medios de vida (reduciendo el acceso a
recursos primordiales como agua y comestibles), provocan la violencia, incitan el
desplazamiento de refugiados y en numerosas ocasiones genocidios, limpiezas
étnicas, terrorismo, modificación de fronteras, incluso, el establecimiento de una
guerra constante. En suplemento, durante los últimos años comenzamos a ver los
efectos de esta alteración del clima global, como olas de calor y sequías sin
precedentes en Estados Unidos y Rusia, además de tormentas de nieve en el
norte de Europa, significando pérdidas económicas, destrucción de cosechas y
afectación en la producción mundial de alimentos (Adger et al. 2014). Otra de las
posibles consecuencias del cambio climático, relacionadas con la variación de la
temperatura y de la pluviosidad, es la alteración de la distribución geográfica de
insectos vectores que propagan enfermedades infecciosas. De esas
enfermedades, la malaria y el dengue son las que más inquietud suscitan en el
campo de la salud pública (Peterson et al. 2010). Hoy en día el Chincuguña
también podría ser una enfermedad cuya distribución se ve expandida debido al
cambio en el clima, lo que supone adicional inversión para el Estado.

Atenuación, prevención y adaptación

En derivación a lo expuesto, muchas de las medidas se han centrado en el control


y reducción de las emisiones de gases que afectan a los ciclos biogeoquímicos
naturales, y generan el efecto invernadero (Peterson et al. 2010). En el plano
nacional, varias acciones pretenden reducir la emisión de GEIs como la
permanencia del programa GNV (reconversión a gas), que provoca el uso de gas
en vehículos, con subsidios para los conductores que adopten el sistema, gratuito.
En este mismo orden de ideas, Venezuela cuenta con la Ley Aprobatoria del
Protocolo de Kyoto y el Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio
Climático, sin embargo, se carece de reglamentación específica (Vitalis 2012).
Esta organización señala que el gobierno nacional ha impulsado medidas de
control asociadas directamente al ahorro de energía, entre otros temas
promulgados en decretos y resoluciones ministeriales. Sin embargo, es necesaria
la creación de la Oficina Nacional de CC por parte del Estado para avanzar en
temas y mecanismos previstos en los acuerdos referidos. Los compiladores de
Vitalis (2012) señalan que resulta inaplazable presentar una nueva Comunicación
sobre Cambio Climático que produzca disposiciones hacia la mitigación y
adaptación de este fenómeno atmosférico tan transcendental. Es tarea de todos
contribuir a disminuir el crecimiento de los GEIs en la atmósfera terrestre. El
control del crecimiento poblacional a nivel mundial es una necesidad que todos los
países debieran prestar mayor atención, como a la urgencia de bajar las
emisiones de CO2, CH4 y N20 a la atmósfera incentivando la disminución del uso
vehicular, comprando automóviles híbridos, eléctricos o de aire comprimido para
disminuir el consumo de gasolina, sustituir los aparatos domésticos por unos más
eficientes, cambiar nuestros focos de filamento incandescente por los de luz fría,
entre otras medidas. Seto et al. (2014) mencionan que la introducción de
tecnologías de reducción de emisiones de N2O en la producción de ácido nítrico,
como la descomposición catalítica de este gas a altas temperaturas, ha logrado
reducir un 70-90% las emisiones en algunos países como Inglaterra y China, pero
es necesario su implementación en Estados Unidos y Rusia. Los investigadores
recomiendan el uso más eficiente de los fertilizantes, la implementación de plantas
de compostaje y la recuperación de energía de los residuos, además del
tratamiento anaeróbico de los lodos activados, a partir del cual se puede obtener
CH4 para ser usado como fuente de energía.

Por último, es necesario resaltar que los resultados del tipo de medidas expuestas,
se podrían ver en el futuro, pero es muy poco probable que sean determinantes en
los impactos del presente (Adger et al. 2014). Esto conlleva que la sociedad actual
debe adaptarse, modificando algunos tipos de prácticas, alternando las especies
vegetales cosechadas, planteándose nuevos modelos de sostenibilidad y
aplicando diversas medidas preventivas. A medida que los humanos cambian la
forma como viven en el planeta también cambia la dinámica de los ciclos
biogeoquímicos, la solución está en las manos de todos.

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