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BIBLIOTECA AUTORES CRISTIANOS Declarada de interés nacional 409 ESTA COLECCION SE PUBLICA BAJO LOS AUSPICIOS ¥ ALTA DIRECCION DE LA UNIVERSIDAD PONTIFICIA DE SALAMANCA 1A COMISIGN DE DIGHA PoNTIFICLA UNIVER SHO 1979 won tos SkRORES siGuiRNrES PRESIDENTE: Emmo. y Rvdmo. St. Dr. Vicente Enrque v TARANCON, Cardenal Arzobispo de Madrid-Alcalé y Gran Canciller de la Universidad Pontificia Vicepreswenre: Timo. St. Dr. Joan Luts AcrpaL ‘Losin, Recior Magnifico Vocanes: Dr. Atroxso Oxreca Carona, Vicerrector Académico; Dr. Ricarbo Bkzouez, Decano de la Fa- ‘ultad de Teologia; Dr. Juan Sancmez v Skwcuez, De- ano de la Facultad de Derecho Candnico; Dr. MANUEL ChpeLo Manrinez, Decano de la Facultad de Ciencias Po- Tnticas y Sociologia; Dr, SXTURNINO ALVAREZ TURIENZO, Decand de la Facultad de Filosofia; Dr. Jost Onoz Reva, Decano de la Facultad de Filologla Biblica Tritingie; Dr. Juan Antonto Canezas SANDOVAL, Decano de la Fa cultad de Ciencias de la Educacién; Dr. Gznaxbo Pastor Ramos, Decano de la Facultad de Psicologia; Dr. Routan Sincmmz CHAMOSO, Secretario General de la Universidad Pontificia Snonwranio: Director del Departamento de Publica LA EDITORIAL CATOLICA, S. A. — Aparrapo 466 MADRID . NCMEXXIX Los FILOSOFOS MEDIEVALES SELECCION DE TEXTOS Por CLEMENTE FERNANDEZ, S. 1 1 FILOSOFIA PATRISTICA FILOSOFIA ARABE Y JUDIA BIBLIOTECA DE AUTORES CRISTIANOS MADRID. MCMLXXIX INDICE GENERAL roMOT Prxévoco Sen Justine Diogo con el judio Teifén Atenégorss Sobre la resurzeccién de los muertos ‘Tebfilo Antiogueno Los tres libros a Autslico Sen Treneo Contra las herejas Tertuliano Apologeticum De tesimenio aaiimae Adversus Marsionem ‘Aves raze versus Hermogencin De resurrectione canis De anima Clemente de Alejandeia El Pedagogo Los tapices ‘Origenes Sobre los principioe Contea Celso Sen Basilio Contra Eunomio Gane 8 © Bioline de Avtore Cristianos, de La Editorial Calica, . A. Madrid 1979 Mateo Lauria, 13. Madrid 7 Gre 210) Depcito legis M. 391401979 Gana 214 ISBN 84220.0929-3. Obta completa ISBN 84.220.09307. Tomo I s meen Tmpreso en Eepata, Printed in Spain Sogundeiscuo sclisco Indice generat ‘San Gregorio Niseno Avicena De ta ereaciin del hombre La salvacin Contra: Eunomio Tibro de los teoremes 9 avios Sobre’ et aim yi icine, 6acinue Sobre el alma A Adlabio, que n0 hay tres discs Avicebrin Sen Agustin La fuene de ta vida Conta academicos Algacel De’ beata vita El justo medio en Ia ereencia Be ordine 7 5 eae Ta destruccidn. de Tos flésofos De moribus’ Ecclesiae ex’ Manichaedram i De libero arbitrio, Sd De magistro Comentario menor de la Metafsica de Aristételes De vera teligione Boctrina decisiva De utiltate ezedendi Libro ‘de la exposieiéa de ‘ice "caminos gue’ conéucen’ a ia Confessiones demostracin de los aticulos de Ta fe De fide rerum quse ‘non ‘videntoe Comentario mayor a fos libros De anima De natura boni conten Manichacor De doctrina'chestiana Maiménides De Genesi ad litteram De Teinitave Guia de descartiados Enchitidion De Civitate Bei Ibn Khaldun Cartas rolegsmenos Peeudo-Dionisio Arcopagita De divinis nominibus De mystica theologia De Hicrarchia caclest! Episolae Boscio Consolatio Philosophise De beblomadibus De Sancta Trinitare De duabus naturis in” Chuisto FILOSOFIA ARABE Y JUDIA ALKind Sobre el entendimiento Sobre las ‘cinco exencias ALFerabi PROLOGO LA presente obra se propone servir @ los mismos fines que las dos publicadas ya anteriormente': Los filésofos mio- dernos. Seleccién de textos; Los fildsojos antiguos. Seleccién de textos: ofrecer, sobre todo a los que se dan al estudio de Ia filosofia, fos textos fundamentales de los principales filéso- fos medievales que ilustean los grandes temas docttinales, y, all propio tiempo, en la medida en que ello va incluido, dar a ¢0- nnocer el ideatio de dichos pensadores, Razones ajenas al cargc- ter de la obra han determinado que en su preparacién y publi- ‘cacién se invierta el orden cronolégico natural respecto de la de seleccién de los filésofos modernos, publicada antes. Bajo el titulo Los filésofos medievales hemos comprendido ‘un perfodo de tiempo muy amplio y un mimero copioso de pensadores, que rebasan con mucho el émbito que podria su gerir el apelativo «medieval», considerado tan sélo en sus con- notaciones puramente cronolégicas, pero que es usual incluirlos cn el estudio de la filosofia medieval: la presente selecciSn abar cca desde a lamada «Filosofia patristicay hasta el que es uné nimemente considerado como el iiltimo representante de Ia Filosofia medieval y anillo de uniéa entre ésta y Ia filosofia moderna, Nicouss pr Cusa (+ 1464). Van, pues, incluidos no sélo los filésofos que en una consideracién estricta cro- nnol6gica son medievales (s. v al xv) (fildsofos escolisticos, frabes y judios y otros independicntes), sino también, como precursores y aun verdaderos iniciadores de una de las ter dencias—la principal, la Filosofia escoléstica—, aquellos escri- tores eclesisticos caya produccién literaria suele designarse con el titulo de «Filosofia patristica» (s. revi). La especu- lacién filos6fica de dichos autores, aunque no entre riguro samente como medieval en los cuadros de Ia historiologfa, al menos por lo que hace a los de los primeros siglos, sin ‘embargo, por su temética y su concepcién del mundo y del £G Pemxinmes, S. Io Los filéolos moderas. Slecién de textor (BAC, Madeid 1970; 37, Madsid 1976); Las forofor antiuos.‘Selecctm de textos {BAC Madea 1979), xm Prétogo hombre, es, como hemos dicho, un verdadero preludio y aun iniciacién de la especulacién escoléstica: ese cardcter se ma- fa con toda fuerza y esplendor en la figura méxima de ese perfodo, San Agustin. Con ta aparicién del cristianismo la reflexién racional, cjercida ya de antiguo por la filosofia stiega, sobre los grandes problemas, recibe una nueva direc- cidn, que toma cuerpo en una problemética y en unas solu- ciones que Hlegan a su plena formulacién en el perfodo de madurez de la filosofia escolistica. Si bien cronolégicamente cemparentada con los demés fenémenos de la historia anti gua, doctrinalmente Ia filosofia patristica tiene mucha més afinidad con la que se desarrolla en el Medioevo que con sit coetinea la filosofia griega postaristotélica Ya se comprende que, dada la amplitud del periodo his- tético abarcado, se impone, si en alguna, en la presente, ef mantener el cardcter de «seleccién>. Seria empresa vana el tratar de reproducir textos de todos o de Ia mayorfa de los pensadores «medievales» en el sentido explicado: aqui, més que en ningtin otro caso, Ia abundancia daiiarfa a Ia calidad. Aun coneediendo a la obra das vokimenes, ha hebido que usar un. riguroso criterio de seleccién: se ha atendido, ante todo, a las méximas figuras, reconocidas universalmente como tales por la calidad de su doctrina y por su influencia en la posteridad. Aun en éstas, ha habido gue limitarse a reprodu cir tan s6lo los textos més representativos, renunciando 2 otros muchos, de alto valor, sin duda, para el estudio mono- srifico de puntos particulares, aunque procurando, eso si, conforme @ Ia finalidad de la obra, que no quedase tema im portante doctrinal sin sus correspondientes textos ilustrati- vos en los diversos autores. Una seleccién no es una enciclo- pedia, ni pretende suplantar la lectura directa integra de la obra: responde a la necesidad imperiosa de atender a las li- mitaciones obvias de tiempo y espacio; pero, salvado eso, es més bien una invitacién a acudir a la lectura fntegea del ori- ginal. En atencién a lo ingente de su produccién filoséfica y sw alto valor doctrinal, se ha concedido una extensién notable, dentro siempre de lo que consiente el carécter de seleccién, Prélogo xa a San Agustin y a Santo ‘Tomés: ambos ocupan un puesto privilegiado en la historia del pensamiento humano. De he: cho, San Agustin es fuente perenne de inspiracién para la Hycoléstica, en la cual aparecen sus obras citadas constante mente, y aun en Ia filosofia moderna deja sentir su influjo como ei pensador més genuina y profundamente humano de todos los tiempos. Santo Tomés, por su parte, ejeree un ma- kistetio perenne en Ia Iglesia, y ofrece al pensamiento mo- dlerno elementos de gran valor para el planteamiento y solu idn de Jos grandes problemas metafisicos y éticos que se presentan al hombre actual El cardeter, muy peculiar, de la reflexién filoséfica de la mayorfa de los pensadores cristianos aducidos, que la desarro: Maron, en la mayor parte de sus obras, en el contexto de su reflexisn teol¥gica, como obedeciendo’ al lema <«intellige ut credas» (aun conservando su mutua independencia), hace di ficil el presentar un texto de puro y exclusivo eardeter filo wéfico, sin las adherencias de elementos teol6gicos que con frecuencia los acompafan © les dan origen. El lector sabré distinguir ambos aspectos y apreciar las posibles interferen: cias entre los dos tipos de saber, Por lo mismo, es ocioso ad: vertir que la existencia del contenido filos6fico de un texto atducido no hay que juzgarla por el titulo, posiblemente teo- Wgico, de la obra o de la seccién que lo encabeza: de hecho, tun buena parte de las teorias filossficas de San Agustin, por elemplo, y de Santo Tomés se hallan en obras teoldgicas y en Coniexto estrictamente teol6gica Los textos se presentan en traduccién castellana, © hecha directamente, o la realizada, y de valor reconocido, por otros. Sélo la escasez de espacio disponible ha hecho renunciar al ideal, en estos tipos de seleccién de textos, de reproduci, junto a la traducci6n, el texto original. Con ello se ha co- rtido el riesgo, ya conocido y Jamentado en estos casos, de desvittuar y aun falsear el pensamiento original del autor: un San Agustin, y aun un Santo Tomés traducidos, puede parecer un San Agustin y un Santo Tomés inauténticos o (al menos) exangies, sin vida, sin la vibracién que se siente al xv Prétogo ‘contacto personal con el escritor. Somos conscientes de ello, ero hemos preferido correr (y aun incurrr) el riesgo a de Far de intentar el prestar este servicio de poner a disposicién Hel que se preocupa por Ia filosofia los textos més ricos de los grandes pensadores. ‘A esta dificultad, comin a todas las obras de versién, se fade otra en el caso presente, notoria también y experimen: tada por los que emprenden esta clase de trabajos: sabido te gue el lenguaje filos6tico medieval (sobre todo el escolés fico) abunda en términos y férmulas dificilmente traducibles fn les Tenguas modernas. A veces un término o una expre- Sién medieval tiene unos sentidos y tesonancias de que ee fece su correspondiente exacto en la lengua moderna; otras, tin mismo término es susceptible de tantos matices, por Ia di Varsidad de estructuras de la realidad y del pensamiento que Fecubre, que es imposible traducirlo siempre en equivalencia Higutosa por un solo término también en la lengua de la ver sién (pignsese, por ejemplo, en los varios y diversos sentidos del término «esse» en Santo Tomé) Una buena parte de los traductores resuelven estas dif cultades reproduciendo, sin mas, el término latino, sin sus fuitlo o doblarlo con su correspondiente en la lengua moder wna, Hemos preferido secundar el esfuerzo de otros por apu- fas las posibilidades de una versién de todos los ‘érminos F f6rmulas, poniendo, con contadas excepciones, el término astellano que nos ha parecido expresar més fielmente el pen Samiento del autor; aun entonces, como la eleccién de un tér fing en vez de otro puede dar al pensamiento una inflesién njena y aun a veces contraria a la mente del autor, hemos puesto a continuacién entre paréntesis el término original, para Bue el lector pueda, si el caso lo permite, transferirse inme- Giatamente a Ja mente del escritor y acogerse a otra interpre tacién que dé con el mati2 originatio, no felizmente express do tal ver en la traduccién, Hemos seguido el otden rigurosamente cronoligico, tanto de los autores aducidos como de los textos reproducides de ‘on mismo autor, con la sola excepcidn de los filésofos érabes J iudios, por estimar que forman éstos entre sf un bloque Préloxo x muy definido y compacto, netamente diferenciado de los de- mis, y aconsejarlo as{ conveniencias de distribucién del es ppacio disponible. En la bibliografia hemos seguido la misma norma que en Ins citadas obras anteriores: damos, primero, a la cabeza de In seleccién de los textos de cada autor una BIBLIOGRAFIA GUNERAL sobre su persona y ensefianza filoséfica, y en espe Cal sobre las obras cuyos textos se reproducen, y otra, ya es pecializada, a pie de pagina, sobre cada texto en particular: fe pone sin ninguna llamada especial en el cuerpo de 1a pé gina, con sélo reptoducir al pie el némero correspondiente del pirrafo. Se hace lo mis escuetamente posible; sélo se dan todos los datos de Ta obra citada cuando se trata de titulos ‘que no aparecen en Ia BIBLIOGRAFIA GENERAL; en cl caso con- trario, que es el més frecuente, la referencia completa se hella con aguélla ‘También en la bibliografia, que, como es patente a quien esti familiarizado con el tema, es sencillamente inmensa, ha habido que emplear un criterio de rigurosa seleccién, limitén- dose forzosamente a la enumeracién de las fuentes bibliogré ficas, como son las bibliografias. generales, boletines biblio- arificos, monografias fundamentales, a& Congresos, co: Tecciones especializadas y, en general, remitiendo al lector a fos que, a su vez, le suministrardn una buena informacién bi- Dliogeifica Se ha atendido a actualizar dicha informacién lo més po- sible, recogiendo los tftulos aparecidos recientemente en estos diss inmediatos a la publicacién de 1a obra, sin descuidar los estudios anteriores, que, por ser fundamentales y de valor uni- versalmente reconocido, no han envejecido con el paso de los afios y siguen siendo instrumento de trabajo imprescindible para el estudio de un autor. En casos especiales, como en el de San Agustin y Santo ‘Tomés, dada la importancia de la mayor parte de sus obras y Ia abundancia de estudios sobre ellas, se ha puesto también tuna bibliografia general al frente de cada una, ademés de la que figura al principio sobre el autor, que después se completa a Prélogo y matiza, como en los dems autores, con las notas a pie de pigina. El Indice de materias, pieza esencial, en nuestro propésito, de esta obra, por posibilitar y facilitar el manejo del copioso material doctrinal en ella recogido, deberia ser, atendido ese fin, muy extenso, mucho més que en las otras dos obras an- teriores sobre los Fildsofos antiguos y los Filésofos moder- nos} sino lo es, se debe tinicamente a las limitaciones de es pacio disponible. Las notas, cuando son del propio filésofo cuyo texto se reproduce, van sin ninguna indicacién ulterior; Jas del tra ductor van acompaiiadas de la abreviatura (N. del T.), y las huestras propias van precedidas de (*). Madrid, septiembre de 1979. LOS FILOSOFOS MEDIEVALES SELECCION DE TEXTOS I SAN JUSTINO (F 160-165) Onnas mmincrraLs: "Axcheria trp youn pbs ‘Avrovor chy shag (Apologie en, favor de los. crstianos @ Antonino. Plo) [Apologia 1] (38/139), Ps Atoneyin bxtp Yprascndy phe chy. Papaian Doakreoy (Apclogie em fevor de los Cristianos al Senado Romano) [Apologia 11) (136/139); Tipie civ piper "Tovbatey Sidhoroe (Didlogo con el judlo Vnjén) (135/602) Epiciox crrapa: D. Rom Buevo, Padres apologetas ariegat (sa). Inrodueciones, texto. griego, versicn’ espafiola y notas: Saw Justine: Didloga con Trifon (BAC #1979}, Bioutocnaria genuan: D. Row Bueno, ox. Introduecién al Didlogo ton Trifdn p.281-299; G. Anckanpaorr, Justin: Dilogse avec Tripbon oue avec ‘tation frangtise, introduction, notes et index (Testes et Documents, VIIT, 11), 2 vols (Paris 1909), . Keseunne, Justins «Diz. log geacr Triphor c110, und Platons «Protagorar»: ‘Rhein. Mus._73 (1526) 223229; J. C: M.'van Wien, An early Christion philosopher. Justin Marty's “dialogue with Tripbo. ‘Intcod., text and commentary cleo 1971}; Justin? philosophi et martyrs opera quae feruntur oma, sulci 1. C. Tu. Orro, tomi I pars 2%, opera Justin indubieata, ed. 3+ {leas 1877), Cas Apologetn cusianaim sce. H, p XVIEIX Pueusciey, Die Einbeit vor Justins Dialog gegen Tripba, Zeltschr. fiir neutest, Wissenschaft und die Kunde det alieren Kinche (Giessen 1900s.) G_ Baxoy, art Justin, en Dict. Thé0h. Cath, VUTT, 00] 2228 2277 i 923752277) Ta, sPhitsophe ct «FRloiy, done woes lave crition des premitves sieles: Rev, Asc. et Myst. 25 (1949) $108; “Onewwsc-Gevre, Gruriss der Gescbicbte der. Philosophie Jucit, Tell, Die. patrsiscbe und Sebolastiche Philosophie, lfte new barb, Auflage (Berlin 1928) p15-20 (Bibliogr., p.649.650); J. Quast=x, Patroloria (trad. esp. por I. Osanna), 1 (Madrid 1961) 190.211; MK. Woursox, The Philosopby of the Church Fathers, vol, Faith, Trinity, Incarnation, 3° ed. (Cambridge, Mass, 1970), In, Studies in the History of Philosophy. and) Religion, I (ed. by 1, Twersny and Go 11 Wituzans) (Cambridge, Mass, 1973); LW. Bansanp, Justin Martyr. His Life and’ Thought (Cambridge 1967) (Bibles .180-183), Roux, Christonisme et Philosophie. Eudes sor saint justin et les Apolopister du deux. sigcle’(Broxeles 1973); J. CM. van Winoew, Le chrisianisme et la pbilosopbie. Le commencement di dialogue entre Io} et la raison: Kytiacon I p.205213 (Munster 1970) (Pestsch. fo. Quisnn): A. WaRxoTsca, Antike Philosophie im Urtell der Kir ebenviter (Munchen 1973); L, Awripas, Lidée de liberté chez Saint itn: Cah, Phil. Théo. 4 (1965-1966) 25:32; L. Hino Zavaza, San Juitino 9 las anteriores daléctcas platdnieas, IU. San Justine, Initjos Mlatercas: Pranciscanum 13 (971) 189-224; J. Conan, Bléments dan Uhropologie dans Tes oewores de sain Justin martyr et philosopbe: Com tuctes, Rev, feng. de Torthod. 5 (1973) 84, p317337. Son Justino DIALOGO CON TRIFON 1 1, Pasedbame yo por Ia mafiana bajo los porches del zimnasio, cuando cruzindose conmigo cierto sujeto con algunos otros: Salud, filésofo—me dijo. Ya par que asi me saludaba, dio Ia vuelta y se puso a pasear a mi lado, y con él se volvieron también sus amigos. Yo, a mi vez, devolvigndole el saludo: —eQué ocurre?—Ie dije. y a Me ensefié en Argos—contestsme—Corinto el. socréti- co que no hay que despreciar ni descuidar a los que visten habito como el tuyo, sino mostrarles por todos modos esti- ma y buscar su conversacién, con el fin de sacar algtin pro- vecho 0 para él o para mi. Pues aun en el caso de aprove charse uno solo de los dos, ya es un bien para entrambos. Por eso, siempre que veo a alguien que leva ese hibito me acerco a él con gusto, y ésa es la causa por que ahora te he saludado también a ti de buena gana. Estos me vienen acom- pafiando y también ellos esperan oir de ti algo de provecho. Y gquign eres ti, oh el mejor de los mortales?—le repligué yo, bromeando ‘un poco. Y Al me indicd, sencillamente, su nombre y su raza Yo me llamo Trifin—me ‘dijo, y soy hebreo de a circuncisién, que, huyendo de Ia guerra recientemente acaba da, vivo en’ Grecia, Ia mayor parte del tiempo en Corinto, —=2¥ cbmo—le dije yo—pndieras ti sacar tanto prove cho, de la filosta, vanto de tu propio lexisldor y de los profetas? .gPues qué?—me replicé—; gno tratan de Dios los fi lésofos en todos sus discursos y no versan sus disputas siem- pre sobre su unicidad y providencia? gO no es objeto de la filosoffa el investigar acerca de Dios? 2 —Ciertamente—le dije—, y ésa es también mi opi- nin; pero la mayorfa de los fildsofos ni se plantean siquie- 148 Rorz Born, Tntrduccin, oc. p281299; Peet, La plilosophie pars tigas, en Hittome dela =) fav ty deecion de Fe Crareaen, 7 (Pie $572)'p82 Quasten, oe, T-pa950196, Basnann, o.2, pl. Tore, oe, p2 nes p3 ms.36 2 Yan iWesvine Le shi 5 Keriacon 1 p205213 Gov. Hléments if onebropoton P Suint Tustin: Ree frang de Yornd. 5 (1973) 84 317337, Wamorscn, Anise Pbiloophie im Urtcit der Kirchesiter (Machen 1973); OT, 06, pA M0, DS atl Ditlogo con Trifén 5 ra el problema de si hay un solo Dios 0 hay muchos, ni si tienen 0 no providencia de cada uno de nosotros, pues opi hnan_que semejante conocimiento no contribuye para nada a nuestra felicidad. Ex més, intentan persuadirnos que del uni- verso en general y hasta de los géneros y especies se cuida Dios, pero ya no ni de mi ni de ti ni de las cosas particula res; pues de cuidarse, no le estariamos suplicando dfa_y no- dhe. Ahora, no es dificil comprender el blanco a que tiran touts teorfas, Los que asf opinan, aspiran a la inmunidad, a la libertad de palabra y de obra, a'hacer y decir lo que les dé la ana, sin temer castigo ni esperar premio alguno de parte de Dios, ¢Cémo, en efecto, lo esperan quienes afirman que yo y ti hemos de volver a vivir vida igual a Ia presemte, sin que nos hayamos hecho ni mejores ni peores? Otros, dando por supuesto que el alma es inmortal e incorpérea,” opinan que ni aun obrando el mal han de suftir castigo’ slguno, como quiera que lo incorpéreo es impasible, y que, pues el ‘alma es inmortal, no necesitan ya para nada de Dios. Entonces él, sontiendo, cortésmente: =Y time dijo—, equé opinas sobre esto, que idea tie- res de Dios y cuil es tu filosofia? Dinoslo, 32 respondi—, yo te voy a decir fo que a mi pa rece claro. La filosofia, efectivamente, es en realidad el ma- yor de los bienes, y ei mis precioso ante Dios, al cual ella ln sola que nos conduce y recomienda. Y santos, a la ver dad, son aquellos que a la filosofia consagran su inteligencia Ahora, qué sea en definitiva Ia filosofia y por qué les fue fnviada a los hombres, cosa es que se le eseapa al vulgo de 8 yentes; pues en otro caso, siendo como es ella ciencia tuna, no habria platénicos, ni estoicos, ni peripatéticos, ni te6: eos, ni pitagdricos. Quiero explicaros por qué ha venido a te- fRer muchas cabezas. El caso foe que a Jos primeros que a alla se dedicaron y que en su profesién se hicieron famosos, siguieron otf0s que ya no hicieron investigacién alguna B tobre la verdad, sino que, Hlevados de ia admiracién de la Gonstuncia, del dominio de sf y de la rareza de las doctrinas de wi maestros, solo tuvieron por verdad lo que cada uno haba aprendido de aquéllos; luego, transmitiendo a sus su: 49 tiuinun, Philosophie, and Chrstentun, Eine Interpretation der Eindek tung ‘came Diag, Sartor, Acta theologien, Davis, 1K (Repenhaguen i586) it 95 Worn, oc, p6 m2 y 3 Raenaeo, oc, p32 y 34; Watrsox, The Philo tapy af the Church Psibors p72. Sen Justina cesores doctrinas semejantes a las primitivas, cada escuela tom6 el nombre del que fue padre de su doctrina. 4 Yo mismo, en mis comienzos, deseando también tra tat con alguno de éstos, me puse en manos de un estoico. Pasé con él bastante tiempo; pero dindome cuenta que nada ‘adelantaba en el conocimiento de Dios, sobre el que tam- poco él sabia palabra ni decfa ser necesario tal conocimiento, me separé de él y me fui a otro, un peripatético, hombre ago: do, segtin él creia, Este me soporté bien los primeros dfas; pero pronto me indieé que habiamos de sefalar honoratios, a fin de que nuestro trato no resultara sin provecho. Yo le abandoné por esta causa, pues ni fil6sofo me patecia en abso- lato. 5. Pero mi alma me segufa bullendo por oft lo que es peculiar y mis excelente en la filosofia; por esto me dirigt 4 un pitagérico, reputado en extremo, hombre que tenia mu fltos pensamientos sobre su propia sabiduria, Apenas me puse al habla con él, con intencién de hacerme oyente y disefpulo —jMuy bien!—me dijo—; aya has cursado miisica, as tronomia y geometsia? gO es que te imaginas vas a conte plar alguna de aquellas realidades que contribuyen a la feli- Cidad, sin aprender primero esas ciencias que han de despren der al alma de lo sensible y preparatla para lo inteligible, de modo que pueda ver lo bello en sf y Jo que es en si bueno? Hizome un largo panegirico de aquellas ciencias, me las presenté como necesatias, y, confesindole yo que las ignora ba, me despidid, Como es natural, me molest haber fraca- sado en mi esperanza, més que mis que yo crefa que aquel hombre sabia algo, Bor otra parte, considerando el tiempo que tendria que gastar en aguellas’ disciplinas, no pude su (tir diferirlo para tan largo plazo. 6 Fstando asi perplejo, me decidf, por fin, a trata también con los platénicos, pues gozaban también de mucha fama. Justamente, por aquellos dias habia Iegado a nuestra cindad’ un hombre inteligente, una eminencia entre los plat nicos, y con éste tenia yo largas conversaciones y adelanta- ba y cada dia hacfa progresos notables. La consideracién de Jo incorpéreo me exaltaba sobremanera; Ja contemplacién de fas ideas daba alas a mi inteligencia; “me imaginaba haber 4 On, oc, pg aes, § Sito, Se) BS arto y 11; pao mets y 14 Dislogo con Trifon 7 ine hecho sabio en un santiamén, y mi necedad me hacia es- perar que de un momento a otro iba yo a contemplar al mis- mo Dios. Porque tal es el blanco de la filosofia de Platén, 7 3. Con esta disposicién de énimo, determiné un dia henchirine de abundante soledad y evitar toda huella de hom- fives, por lo que marché a cierto pataje no lejano del mar, Cerea ya de aquel sitio, en que habfa yo de encontrarme a mis wolas, me iba siguiendo, a poca distancia, un anciano, de as ecto no despreciable, que daba sefias de’poseer blando herable caréeter, Volvime yo, me paré, y clavé fijamente en | mis miradas. Y A entonces: —2Es que me conoces?—me dijo. Gontestéle que no. Por qué, pucs—me dijo—, me miras de esa manera? —Estoy maravillado—contestéle—de que hayas venido a parar a donde yo, cuando no esperaba hallar aqui a hombre viviente ‘Ando preocupado—me repuso él—por unos familiares infos que estén de viaje. Vengo, pues, yo mismo a mirar si fparecen por alguna parte, Ya ti—concluyS—gqué te trae Per Me gusta—te dije—pasar asf el rato, pues puedo antorbo conversar conmigo mismo. Y es ast que, para quien fan la meditacién, no hay parajes tan propios como éstos 8 —eLuego ti eres—me dijo—an amigo de la idea y no de ln accidn y de Ia verdad? ¢Cémo no tratas de ser mas bien hombre prictico que no sofista? “Y qué obra—Ie repliqué—mayor cabe realizar que la de mostrar cémo Ia idea 10 ditige todo, y, concebida en nos- fatter y dejéndonos por ella conducit, contemplar el extravio de los otros y que nada en sus ocupaciones hay sano ni grato 4 Dios? Porque sin la filosoffa y la recta razén no es posi file que haya prudencia. De ah{ que sea preciso que todos fos hombres se den a la filosoffa y ésta tengan por la més ance y mis honrosa obra, dejando todo lo demés en, segun- Joy tercer lugar; que si ello va unido a la filosofia, atin ppodrin pasar por cosas de moderado valor y dignas de acep- farie; mas side elle se separan y no Ja acompaiian, son pe- tndax y viles para quienes Tas llevan entre manos, 79 roam, 0, 181 Porrmnoc, pid ats pal a2 y 3. A Van Wisvie, ey 205213; Camas, o, p3I7337; Or70, 0, pl? md) Bannan, 0, pt Seo Justina dla filosofia, pues—me replicé—produce felicidad? —En absoluto—contestéle—y sola ella “Pues dime—prosiguiS—, si no tienes inconveniente, qué es la filosofia y cual es Ia felicidad que ella produce. “La filosofia—le respondi—es la ciencia del ser y el co. nocimiento de Ja verdad, y Ia felicidad es la recompensa de esta ciencia y de este conocimiento 9 —¥ Dios, ga qué lamas tii Dios?—me dijo. “Lo que siempre se ha del mismo modo ¢ invariablemen- te y es causa del ser de todo Io demés, eso es propiamente Dios. ‘Tal fue mi respuesta, y como mostraba gusto en escuchar me, prosiguié preguntindome "Ese nombse de ciencia, eno es comiin a diferentes co- ses? Porque en todas las artes, el que las sabe se llama sa- bio en ellas, por ejemplo, Ia estrategia, la néutica, la medi- cina, En lo teferente a Dios y al hombre no pasa lo mismo. @Hlay alguna ciencia que nos procure conocimiento de las Gosas mismas divinas y humanas e inmediatamente nos haga ver lo que en cllas hay de divinidad y de justicia? —Claro que si—le respond —Fntonces, ges lo mismo saber del hombre 0 de Dios que saber de misica, aritmética, sstronomia u otra materia semejante? —De ninguna manera—contesté —Luego no me respondiste bien antes—me dijo él Porque hay conocimientos que nos vienen del aprendizaje 6 de cierto ejercicio; otros, por Ia visidn directa, Por ejem- plo, si alguien te dijera que hay ollé en ta India tn animal de haturaleza distinta a todos los otros, sino que es asf o asé, imiiliple de forma y de color vario, no sabrias lo que es antes de verlo, y de no haberlo olde’ a quien lo vio, no po- s decir de él ni una palabra —Cierto que no—Ie contes ‘Cémo, pues—me replicé—, pueden los fildsofos sen- tir rectamente de Dios 0 hablar de €1 con verdad, si no tie. nen ciencia de El, como «uiera que ni fe han visto ni Te han ‘ofdo jamés? “Mas Ia divinidad—le repliqué—, padre, no cs visible sus ojos, como los otros vivientes, sino sélo comprensible ‘su inteligencia, como dice Platén y'yo lo creo. 9 Ort, oy pid ntt3; pus meld y 20; Bawa, 0, P3637, Diogo con Trifon 9 10 4. —¢Luego—me dijo—es que tiene nuestra inteli- gencia una fuerza tal y tan grande, 0 comprende més bien por medio de la sensacién? ¢O es que la inteligencia buma- ha seré jamés capaz de ver a Dios, sin estar adomada del Uspiritu: Santo? —Platéa, en efecto—contesté yo—, afirma que tal es el ojo de la inteligencia y que justamente nos ha sido dada para contemplar con él, por ser ojo puro y sencillo, aguello mis- tmo que es, y que es causa de todo lo inteligible, sin color, tin figura, sin tamafo, sin nada de cuanto el ojo ve, sino que cs el ser mismo, més alld de toda esencia, ni decible ni ex plicable; Jo solo bello y bueno, que de pronto aparece en fs almas de excelente naturaleza, por lo que con El tienen de parentesco y por su deseo de contemplarlo. 11 —cCuil es, pues—me dijo—, nuestro parentesco con Dios? gs que el alma es también divina e inmortal y una purticula de aquella soberana inteligencia, y como aquélla ve a Dios, tambicn ha de serle hacedero a la nuestra compren: der ln divinidad y gozar la felicidad que de ahi se deriva? —Absolutamente—le dije. —2Y todas las almas—pregunté—de los vivientes tienen li misma capacidad o es diferente el alma de los hombres del tlma de un caballo 0 de un asno? ‘No hay diferencia alguna—respondi—, sino que son en. todos las mismas “Truego también—conclays—verin a Dios los exballos y Jon asnos, 0 le habrin ya visto alguna vez —No—le dije—, pues ni siquiera le ve el vulgo de los hombres, a no ser que se viva con rectitud, después de ha: berse purificado con la justicia y todas las’ dems virtudes: Luego—me dijo—no ve cl hombre a Dios por st. pt- entesco con El, ni porque tiene inteligencia, sino porque es templado y justo. ~-Asi es—le contesté—, y porque tiene Ia potencia con que entender a Dios. Muy bien! ¢Es que las cabras y las ovejas cometen Anjusticia contra alguien? —Contra nadie en absoluto—contestéle. —Fntonces—replieé—, segiin tu razonamiento, también tntox animales verdn a Dios. 10 Musi, Fedén 6Se66u; Orme, 06, DAT nts Buanase, o¢,, 13637 T3 Gouin oe, pa7397 1 Pussén, Flebo 30d; Orv, 2, p20 nt.10, 10 San Justino —No, porque su cuerpo, dada su naturaleza, les es impe- dimento, —Si estos animales—me interrumpié—tomaran vou, sé bete que tal vez con més raz6n se desatarfan en injutias con- fra nuestto cuerpo. Mas, en fin, dejemos ahora esto, y con cedido como ti dices. Dime solo una cosa: 2Ve el’ alma a Dios mientras esté en el cuerpo, © separada de él? 12 —Como posible—respondt—, aun estando el alma en la forma de hombre, le es posible llegar ahf por medio de la inteligencia; sin embargo, desatada del cuerpo y venida a ser clla misma'por si misma, entonces es cuando sobre todo al- canza aquello que am6 todo el tiempo de su vida —2¥ se acuerda de ello cuando vuelve otra vez al hom bre? —No me parece—respondi —Entonces—repuso él—, zqué provecho han sacado de verlo, o qué ventaja tiene el que vio sobre el gue no vio, cuan: do de cllo no queda ni recuerdo? (o sé qué responderte—le dife. Y gqué pena sufren—me dijo—las que son juzgadas in, dignas de esta vista? 13 —Viven encarceladas en cuerpos de bestias, y esto constituye su castigo. —Ahora bien—me replieé—, ¢saben ellas que por esta causa viven en tales cuerpos, en castigo de algtin pecado? No lo creo. —Luego, segiin parece, tampoco éstas—conclayé—sacan provecho alguno de su castigo, y aun diria yo que ni castigo sufren, desde el momento que no tienen conciencia de ser castigadas —Asf es, en efecto. —En conclusién—me dijo—, ni las almas ven a Dios, ni transmigran @ otfos cuerpos; ‘pues sabrian que es ése su castigo y temerian en lo sucesivo cometer el més ligero_pe: ado, Ahora, que sean capaces de entender que existe Dios y que la justicia y Ia piedad son un bien, también yo te lo con- cedo. —Tienes razén—le contesté, 12 Baan, Fedén Gey Fedo 425, 13 Burin, Fedde 81, Timea 42; OrTo, 0 p22 at3 y 16; Bamaxo, Didlogo con Trifon 1 14 5. —Ast, pues, nada saben aquellos filésofos sobre entas cucstiones, pees no son capeces de decir i qué cosa sea el alma. No parece que lo sepan. impoco, por cierto, hay que decir que sea inmortal, wes si es inmortal, claro es que tiene que ser increada —Sin embargo—le dije yo—, por incteada e inmortal Ia tienen algunos, los Uamados platéntces. —zY ti también—me dijo él—tienes el mundo por in- creado? , p —Hay quienes lo dicen, pero no soy de su opinién, —Y haces bien. Pues gpor qué motivo un cuerpo tan sé lido y que oftece tanta resistencia, compuesto y variable y que cada dia perece y nace, ha de pensarse no procede de algtin principio? Ahora bien, si el mundo es creado, forzoso es que también lo sean las almas y que haya un momento que no existan. Porque, efectivamente, fueron hechas por causa de los hombres y de los otros vivientes, aun en el supuesto de que tui digas que fucran creadas absolutamente separadas y no jun- tumente con sus propios cuerpos, “Asi parece ser exactamente. No son, pues, inmortales —No, puesto caso que el mundo nos parecié ser creado. 15 —Sin embargo, yo no afirmo que todas las almas mucran—lo que seria una verdadera suerte para los. malva dox—,

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