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Mi nombre es Estefani Arellano estudié Ingeniería en petróleos en la Escuela Politécnica

Nacional y actualmente trabajo en una operadora de producción de hidrocarburos en la


provincia de Orellana, generalmente en este tipo de trabajos se los realiza en jornadas de 14
días de trabajo y 14 días de descanso dependiendo de la empresa. Cuando inició la pandemia
yo me encontraba en mi descanso, vivía en quito con mi novio en una residencia estudiantil
cerca del hospital Eugenio Espejo, teníamos planeado casarnos y comprar un auto usado en
ese año. El gobierno decretó la confinación y no se podía realizar en cambio de turno, es decir
algunos compañeros ya llevaban 40 días o más dentro de la operadora.

Precisamente en esas fechas se produce la ruptura del oleoducto de transporte de


hidrocarburos cuya reparación tardaría cerca de un mes. Por lo que se apaga todo el sector
petrolero y todas las personas que se encontraban laborando regresan a sus casas. Personal de
recursos humanos nos menciona que se va a generar el despido de algunos colaboradores,
debido a que las pérdidas de producción y los precios bajos del petróleo a nivel mundial,
hacían imposible sostener la operación con el número de trabajadores que estábamos. Es ahí
en donde me pongo a pensar que hago si me despiden y todos los planes que tenía los vi
desmoronarse con la pandemia.

Estaba muy preocupada, pero un día salimos a comprar con mi novio y vimos mucha gente
llorando a las afueras de la morgue del hospital Eugenio Espejo, los féretros salían uno tras
otro, recuerdo claramente ese momento, me había estado quejando de todo lo que no pude
hacer por la pandemia, pero no me había puesto a pensar que, a pesar de todo Dios no había
permitido que me contagie yo, ni ninguno de mis familiares. Recuerdo que ese día decidí dar
gracias a Dios por darme la vida. Pensé: si me despiden tendré que buscar empleo y si se
termina la industria para la cual estudie, tendría que estudiar otra cosa. Me di cuenta de que
para todo hay solución menos para la muerte.

Una vez reparado el oleoducto, me comunicaron que iba a ingresar a laborar, agradezco a
DIOS, que no me despidieran, ya que muchos compañeros de trabajo fueron desvinculados.
Pero en mi corazón sentía que necesitaba seguir estudiando otra carrera, el deseo de seguir
preparándome me impulso a estudiar Derecho. Me casé hace tres meses y comprar un carrito
usado aún no lo he logrado, espero en Dios lo pueda hacer talvez el siguiente año. He
aprendido a dar gracias a Dios, con cualquier cosa que me sucede, sea algo bueno o malo y les
comparto el siguiente versículo bíblico.

Den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús.

(1 Tesalonicenses 5:18)

Estimada compañera tu anécdota me causó mucha tristeza, actualmente también vivo en


Yaruquí, me identifico contigo, ya que los comentarios de personas mal intencionadas pueden
causar mucho daño y aún más la ignorancia. Sinceramente espero que en el futuro cumplas
esos sueños que tenías con tu novio y que esta circunstancia tan difícil les haya acercado más
como pareja. Recuerdo haber visto esa noticia ya que en ese tiempo vivía en Quito, pero mi
novio es de Yaruquí realmente la mala información nos causó mucho temor.

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