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SEMINARIO-TALLER: “ACCESO DE LA MUJER A LA TOMA DE DECISIONES EN POLÍTICA”

JUNTA CENTRAL ELECTORAL DE LA REPÚBLICA DOMINICANA


ESCUELA NACIONAL DE FORMACIÓN ELECTORAL Y DEL ESTADO CIVIL
DEL 8 AL 12 DE SEPTIEMBRE DE 2008, REPÚBLICA DOMINICANA.

“Acciones afirmativas para la participación política


de la mujer en Latinoamérica”
Cecilia Tapia Mayans1

Contenido: 1. Igualdad formal e igualdad sustantiva en el ejercicio de la


ciudadanía democrática; 2. Sistemas electorales y acciones afirmativas
en materia de género; 3. Acciones afirmativas para la participación
política de la mujer desde una perspectiva integral; 4. De las cuotas
electorales a la paridad de la representación política.

1. Igualdad formal e igualdad sustantiva en el ejercicio de la ciudadanía


democrática.

A lo largo del siglo XX, la corriente ideológica del feminismo, la ola


democratizadora y la suscripción de instrumentos internacionales que
establecieron la necesidad de garantizar derechos de participación política a las
mujeres, lograron el reconocimiento de su derecho al sufragio activo y pasivo en
la gran mayoría de los ordenamientos constitucionales de países con aspiraciones
democráticas2, lo que conllevó a su vez, a la configuración de la igualdad formal
del varón y la mujer frente a la ley y al Estado.

Sin embargo, la igualdad formal de ciudadanía no ha generado por sí misma


igualdad sustantiva, encontrándose una disparidad entre el reconocimiento de la
igualdad frente a la ley y la igualdad real en el ejercicio de los derechos políticos y

1
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación de México, Coordinadora Técnica Administrativa.
2
“Las mujeres, a lo largo del siglo XX, llevaron a cabo una revolución simbólica que les dio existencia social
como sujeto sexuado y que abrió posibilidades hasta entonces no previstas. (…) Las mujeres del llamado
mundo occidental vivieron importantes cambios en su condición y experiencia en la segunda mitad del siglo
XX. El reconocimiento formal de todos sus derechos de ciudadanía, generalizados después de la II Guerra
Mundial en los países democráticos occidentales, se tradujo en el derecho a votar y a ser elegidas en el
sistema de representación política…”, GRAU BIOSCA, Elena, “Feminismo”, en Ideologías y movimientos
políticos contemporáneos, ANTÓN MELLÓN, Joan (Editor), Ed. Tecnos, 2ª. edición, Madrid, 2006, pp. 406 y
408.

MÓDULO IV. “SISTEMAS ELECTORALES, VISIÓN COMPARADA DE LOS


MECANISMOS DE ACCIÓN AFIRMATIVA A FAVOR DE LA EQUIDAD DE GÉNERO”.
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en el acceso a la representación política, ya que en la práctica “las mujeres distan


de compartir el poder político con los hombres en igualdad de condiciones. Un
indicador muy evidente de ello – aunque no el único significativo, dado que
quienes ejercen altos cargos por designación también son en su abrumadora
mayoría hombres – es la escasez de legisladoras electas”3.

La igualdad en sentido formal implica la igualdad de todos los individuos frente a


la ley, (aplicándose la norma de manera universal, general y abstracta); aspecto
que es trascendental ya que evita el trato discriminador del Estado hacia los
particulares. Pese a lo anterior, es admisible exceptuar la generalidad y
abstracción de la norma, en aquellos casos en los que se requiera
justificadamente generar condiciones de igualdad entre los individuos, es decir,
aplicar la igualdad sustantiva o en sentido material, que consiste en el tratamiento
diferenciado con el objeto de disminuir las desigualdades4.

De tal manera que el principio de igualdad admite cierta desigualdad formal5,


siempre y cuando exista “razón suficiente” para ello, y es aquí, cuando estamos
en el ámbito de la igualdad sustantiva o en sentido material, que tiene por objeto
disminuir la desigualdad en el terreno de lo fáctico. En este contexto es viable
afirmar que los poderes públicos pueden otorgar un tratamiento desigual a las
situaciones fácticas diferentes, para beneficiar a sectores de la población que se
han encontrado histórica y materialmente excluidos, “aunque la constitucionalidad

3
MOLLER OKIN, Susan, “VI. La política y las desigualdades complejas de género”, en MILLER, David y
WALZER, Michel (Compiladores), Pluralismo, Justicia e Igualdad, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires,
1997, p. 163.
4
COELLO GARCÉS, Clicerio, “Derechos humanos y acciones afirmativas en el servicio profesional de
carrera”, Revista Servicio Profesional de Carrera, volumen IV, número 8, FMEPyA A.C., México, Segundo
Semestre de 2007.
5
“En todos los casos, la igualdad jurídica tanto formal como sustancial, puede ser definida como igualdad en
los derechos fundamentales. Los derechos fundamentales son, en efecto, las técnicas mediante las cuales la
igualdad resulta en ambos casos asegurada o perseguida y es la diversa naturaleza de los derechos
sancionados en los dos casos lo que permite explicar su diverso modo de relación con las desigualdades”,
FERRAJOLI, Luigi, Derecho y razón, Ed. Trotta, Madrid, 1995, p. 906.
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de tal medida requerirá también el cumplimiento de otros requisitos, como la


razonabilidad, la racionalidad o la proporcionalidad” 6.

En este sentido, el ejercicio de la ciudadanía en igualdad de condiciones entre


mujeres y hombres, es el presupuesto indispensable que da eficacia a las
prescripciones normativas y al pleno disfrute de los derechos políticos. Sin
embargo, la búsqueda de la igualdad en el ejercicio de la ciudadanía requiere del
reconocimiento de mecanismos que incentiven la participación política de la mujer
y que generen oportunidades reales para que logren el acceso a los cargos de
representación pública.

El principal instrumento internacional legal de Derechos Humanos para la


promoción y defensa de los derechos humanos de las mujeres, lo encontramos en
la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra
la Mujer (CEDAW) de 1979, conocido también como la Convención de la Mujer.
La CEDAW está regida por tres principios básicos: 1) El principio de igualdad de
resultados, 2) El principio de no discriminación, y 3) El principio de responsabilidad
estatal. El artículo 1° de este instrumento constituye el corazón de la Convención,
ya que en él se define el concepto de discriminación y en los subsecuentes se
establecen las directrices que deberán aplicar los Estados parte para garantizar la
igualdad la inclusión de las mujeres entre otros en el ámbito público y en las
posiciones de poder.

No obstante el reconocimiento en el ámbito jurídico nacional e internacional de la


necesidad de implementar medidas que propicien la eliminación de la
discriminación contra la mujer fue hasta 1993 (en el marco de la Convención
Mundial de Viena) que los derechos de las mujeres fueron finalmente reconocidos
como derechos humanos, con lo que se puso aún más en evidencia la necesidad
de establecer condiciones que permitiesen el desarrollo de las mujeres a través de

6
DÍAZ REVORIO, Francisco Javier, Valores superiores e interpretación constitucional, Centro de Estudios
Políticos y Constitucionales, Madrid, 1997, p. 193.
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su incorporación a los asuntos públicos. En el mismo sentido, la Organización de


las Naciones Unidas en el año 2000 elaboró la agenda global de desarrollo
basada en los principales propósitos acordados en las diversas Conferencias
internacionales de la última década del siglo XX, de la que surgió la Declaración
de Objetivos de Desarrollo para el Milenio, estableciéndose el año 2015 como
compromiso para el cumplimiento de éstos, entre los cuales, se planteó como
tercer objetivo “el promover la igualdad de género y el empoderamiento de la
mujer”, que incluye como uno de sus indicadores, la ocupación de escaños en las
legislaturas nacionales7.

Dentro de los principales retos de los Estados contemporáneos de frente a las


primeras décadas del siglo XXI, está sin lugar a dudas el lograr la igualdad
sustantiva de la mujer en el ejercicio de la ciudadanía, con miras a contribuir a la
consolidación democrática de las naciones y a la configuración equitativa de la
representación política, que dicho sea de paso, generaría además tres ventajas
significativas, a saber: 1) La imagen de la mujer en el poder fomentará la
reivindicación de la misma en otros ámbitos y la eliminación de elementos
discriminadores; 2) La igualdad en la representación política contribuirá a la
igualdad en otras esferas de la realidad social8; y 3) La representación cuantitativa
de las mujeres coadyuvará a la toma de decisiones públicas desde una
perspectiva de equidad.

2. Sistemas electorales y acciones afirmativas en materia de género.

La búsqueda de la igualdad sustantiva, por consiguiente demanda la intervención


del Estado a través de las denominadas acciones afirmativas, que constituyen “un
conjunto de acciones y medidas que mediante un trato diferenciado buscan que
los miembros de un grupo específico insuficientemente representado, por lo
7
BUVINIC, Mayra y ROZA, Vivian, La mujer, la política y el futuro democrático de América Latina, Banco
Interamericano de Desarrollo, Washington DC, 2004, p. 11.
8
Con relación a las esferas de la desigualdad, véase WALZER, Michel, Las esferas de la justicia. Una
defensa del pluralismo y la igualdad, Fondo de Cultura Económica, México, 1993; y MOLLER OKIN, Susan,
“VI. La política y las desigualdades complejas de género”, op. cit., pp. 161-190.
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normal grupos que han sufrido discriminación, alcancen un nivel de participación


más alto”9.

Las acciones afirmativas deben estar plenamente justificadas y para su


implementación deben observarse tres criterios que generan certeza y garantizan
el cumplimiento de los fines para los cuales se instrumentan: 1) Temporalidad, las
acciones afirmativas están supeditadas al tiempo necesario para el cumplimiento
de su objeto, es decir, una vez reducida la desigualdad sustancial o de hecho que
le dio origen, ésta debe desvanecerse; 2) Proporcionalidad, debe realizarse un
balance de las consecuencias respecto a las restricciones que generan para otro
sector de la población, de tal manera que los beneficios de su implementación
sean mayores que sus probables perjuicios; y 3) Interés colectivo, su aplicación
debe tener lugar en los asuntos de relevante interés público10.

Para el caso que nos ocupa, las acciones afirmativas tienen como finalidad
principal el condicionar al sistema electoral para alcanzar una representación
política proporcional en razón al género, y con ello, disminuir la subrepresentación
de las mujeres.

En este sentido, la Recomendación General 23, adoptada por el Comité para la


Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, en el 16º período de sesiones de
1997, establece que para dar cumplimiento a los compromisos de la CEDAW los
Estados deben implementar acciones afirmativas para privilegiar la participación
política de las mujeres, así como para atender los factores que obstaculizan el
ejercicio del derecho a votar y a ser elegida, dentro de los cuales identifica a los
siguientes:

9
ROSENFELD, Michel, Affirmative action and justicie. A philosophical and constitucional inquiry, Yale
University, New Haven, 1991, p.42.
10
Respecto a los tres criterios para implementar acciones afirmativas, DE LA TORRE MARTÍNEZ, Carlos, El
derecho a la no discriminación en México, Ed. Porrúa, CNDH, México, 2006, p. 195.
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1) Las mujeres reciben menos información que los hombres sobre los candidatos y
candidatas, sobre los programas de los partidos políticos y los procedimientos del
voto. Información que los gobiernos y los partidos políticos no han sabido
proporcionar.

2) Otros factores que impiden el ejercicio del derecho a la mujer al voto de manera
plena y en condiciones de igualdad son el analfabetismo y el desconocimiento de
los sistemas políticos.

3) La doble carga de trabajo de la mujer y los apuros económicos limitan el tiempo


o la oportunidad que puede tener de seguir las campañas electorales y ejercer con
plena libertad el derecho al voto.

4) En muchas naciones, las tradiciones y los estereotipos sociales y culturales se


utilizan para disuadir a la mujer a ejercer su derecho al voto. Incluso muchos
hombres ejercen influencia y control sobre el voto de la mujer, ya sea por
persuasión o por acción directa.

5) En algunos países prevalecen actitudes negativas respecto a la participación


política de la mujer, o la falta de confianza del electorado en las candidatas.

Algunos países de Latinoamérica han incorporado en sus textos constitucionales


la disposición expresa de la implementación de medidas que beneficien la
igualdad sustancial de la mujer en el ámbito de la participación política, mismas
que tienen concreción práctica a través de las acciones afirmativas concretas que
se establecen para dar cumplimiento a la norma fundamental y que condicionan
por si mismas al sistema electoral en su conjunto, al determinar procedimientos
con perspectiva de género para la integración de los órganos representativos de la
nación. Los países latinoamericanos que reconocen constitucionalmente dichas
medidas son los siguientes:

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País Precepto constitucional


Argentina Art. 37. Esta Constitución garantiza el pleno ejercicio de los
derechos políticos, con arreglo al principio de la soberanía popular
y de las leyes que se dicten en consecuencia. El sufragio es
universal, igual, secreto y obligatorio.

La igualdad real de oportunidades entre varones y mujeres para el


acceso a cargos electivos y partidarios se garantizará por
acciones positivas en la regulación de los partidos políticos y en el
régimen electoral.

Ecuador Art. 102. El Estado promoverá y garantizará la participación


equitativa de mujeres y hombres como candidatos en los
procesos de elección popular, en las instancias de dirección y
decisión en el ámbito público, en la administración de justicia, en
los organismos de control y en los partidos políticos.

Nicaragua Art. 48. Se establece la igualdad incondicional de todos los


nicaragüenses en el goce de sus derechos políticos, en el
ejercicio de los mismos y en el cumplimiento de sus deberes y
responsabilidades, existe igualdad absoluta entre el hombre y la
mujer. Es obligación del Estado eliminar los obstáculos que
impidan de hecho la igualdad entre los nicaragüenses y su
participación efectiva en la vida política, económica y social del
país.

Paraguay Art. 117. DE LOS DERECHOS POLÍTICOS. Los ciudadanos, sin


distinción de sexo, tienen el derecho a participar en los asuntos
públicos, directamente o por medio de sus representantes, en la
forma que determine esta Constitución y las leyes.

Se promoverá el acceso de la mujer a las funciones públicas.

Cuba Art. 44. La mujer y el hombre gozan de iguales derechos en lo


económico, político, cultural, social y familiar.

El Estado garantiza que se ofrezcan a la mujer las mismas


oportunidades y posibilidades que al hombre, a fin de lograr su
plena participación en el desarrollo del país.

La incorporación de acciones afirmativas en beneficio de la participación política


de la mujer, en particular, aquellas que privilegian a este sector de la población
para su incorporación a la representación política, determinan el estereotipo de
sistema electoral de cada Estado, ya que al establecerse reglas de discriminación
positiva para el acceso al poder, se condicionan los procedimientos específicos
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para la integración de los órganos representativos. Sin embargo, existen sistemas


electorales que son más compatibles con las acciones afirmativas en materia de
género, es el caso de los sistemas de representación proporcional con listas
cerradas, en virtud de que a través de este modelo de designación de
representantes puede garantizarse de manera más eficaz el acceso al poder de
las mujeres11, en comparación con los sistemas electorales de mayoría relativa,
en los que la elección de representantes queda supeditada a los resultados
electorales que cada candidato obtenga.

El Parlamento Europeo realizó en 1997 un estudio sobre el Impacto diferencial de


los sistemas electorales en la representación política femenina, mediante el cual
se establece que de un total de 162 países, los que tienen más del 25% de
representantes mujeres en sus Cámaras bajas, tienen sistemas electorales
proporcionales o combinados, en contraste con aquellos países que tienen menos
del 10% de representación de mujeres y que obedecen a sistemas mayoritarios12.

No obstante que los sistemas electorales de representación proporcional resultan


más amigables para la eficacia de las acciones afirmativas y el acceso al poder de
las mujeres, en algunos países, como es “el caso peruano, se ha demostrado que
el voto preferencial ha favorecido a las mujeres”13. Ante el agotamiento de los
modelos tradicionales de representación masculina y la creciente desconfianza a
los órganos del poder, las mujeres constituyen una alternativa cada vez más
viable para el electorado, tal y como se deduce de la encuesta realizada por
Gallup en el año 2000, en la que se establece que “la mayoría de la población en
la región (57%) apoya la idea de que se incremente el número de mujeres que
ocupan cargos públicos, en el entendido de que ello conduce a la formación de

11
“…diferentes investigadoras de la región comparten que las listas cerradas y bloqueadas con sistemas
proporcionales de distribución de escaños resultan más favorables para la representación femenina.”,
BAREIRO, Line, “Representación política de las mujeres”, en NOHLEN, Dieter y otros, Tratado de derecho
electoral comparado de América Latina, Fondo de Cultura Económica, México, 2007, p. 688.
12
El estudio de referencia es citado por BAREIRO, Line, “Representación política de las mujeres”, op. cit., p.
692.
13
Ibidem, p. 688.
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mejores gobiernos, por cuanto las mujeres son más honestas que los hombres
(66%) y son mejores a la hora de tomar decisiones (85%)”14.

3. Acciones afirmativas para la participación política de la mujer desde


una perspectiva integral.

Las cuotas electorales, constituyen el denominador común implementado por la


mayoría de los países con aspiraciones democráticas para privilegiar el acceso a
las mujeres a la participación política, y ha contribuido significativamente al
aumento de la representación femenina en los órganos del poder público, sin
embargo, esta medida por si misma no ha logrado eliminar del todo la
subrepresentación de las mujeres, como ha quedado demostrado en diversos
análisis que se han realizado sobre su instrumentación en América Latina.

No obstante lo anterior, el objetivo de lograr el ejercicio de la ciudadanía plena de


las mujeres, amerita la puesta en marcha de acciones afirmativas
complementarias, orientadas a promover el empoderamiento de las mujeres, en la
búsqueda de gobiernos y sociedades equitativas.

De tal manera, que resulta indispensable complementar la igualdad de


oportunidades con igualdad de resultados15, desde una perspectiva de
implementación integral de acciones afirmativas en el ámbito de la participación
política, que abarquen por lo menos: el fortalecimiento de las cuotas electorales,
el financiamiento público especializado por razón de género, la participación
política en el ámbito local y la revalorización de la participación de la mujer
indígena.

14
PESCHARD, Jacqueline, “El sistema de cuotas en América Latina: panorama general”, en el Informe del
taller La aplicación de las cuotas: experiencias latinoamericanas, IDEA Internacional, Lima, 2003, pp. 22 y 23.
15
DAHLERUP, Drude, Estudios comparativos sobre las cuotas de género, en el Informe del taller La
aplicación de las cuotas: experiencias latinoamericanas, IDEA Internacional, Lima, 2003, pp. 15 y 16.
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3.1. El fortalecimiento de las cuotas electorales.

Las cuotas electorales por razón de género son una especie dentro de las
acciones afirmativas, consistentes en el establecimiento de reservas porcentuales
por disposición de la ley y excepcionalmente de la Constitución, para garantizar el
acceso de las mujeres a la representación política y evitar que un sólo género
cuente con más de un determinado porcentaje de representantes en los órganos
legislativos16.

La justificación de peso de las cuotas electorales, se centra básicamente en dos


razones: “en cuanto al fin, las cuotas pretenden una sociedad más igualitaria en la
que la pertenencia de la categoría de los hombres o de las mujeres sea
irrelevante para el reparto de los papeles públicos (…); en cuanto al medio,
facilitar el acceso a puestos socialmente importantes puede ser un instrumento
eficaz para lograr ese fin, si no de manera directa y completa, sí al menos como
forma de la simbolización de la posibilidad de romper el techo de cristal que
obstruye a las mujeres formar parte de la inmensa mayoría de los centros de
decisión…”17.

El reconocimiento de las cuotas electorales puede otorgarse a nivel constitucional,


en la legislación secundaria o en la normativa interna de los partidos políticos, sin
embargo la relevancia de dicho reconocimiento, independientemente del orden
jerárquico de la norma, es su obligatoriedad, ya que ésta contribuye a su
aplicación irrestricta y desde luego a la eficacia de la acción afirmativa. La
obligatoriedad no sólo debe contener su carácter vinculatorio, sino que además
debe conllevar a la respectiva sanción por incumplimiento.

16
Con estas características define a las cuotas electorales, CARBONELL, Miguel, “Las cuotas electorales de
género y el principio de igualdad: concepto, problemas y aplicación en México”, en Memoria del IV Congreso
Internacional de Derecho Electoral, realizado en Morelia, Michoacán, en 2002, tomo 3, Género, indígenas y
elecciones, Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, México, 2006, p. 305.
17
RUIZ MIGUEL, Alfonso, “Paridad electoral y cuotas femeninas”, en Claves de razón práctica, número 94,
Madrid, julio-agosto de 1999, p. 48.
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a. Una visión regional.

Latinoamérica ha sido pionera en el reconocimiento jurídico de las cuotas


electorales por razón de género, en la actualidad la mayoría de los sistemas
electorales de la región cuentan con mecanismos que procuran privilegiar el
acceso a la mujer a los órganos de representación política. Y aún cuando persiste
la subrepresentación de la mujer y queda mucho camino por recorrer, habría que
reconocer que en los últimos 30 años han habido avances significativos en la
materia, lográndose el primer objetivo consistente en la incorporación de las
mujeres en la toma de decisiones de los asuntos públicos.

Es importante señalar que la simple incorporación de cuotas electorales no ha


sido suficiente para garantizar la igualdad de hombres y mujeres, ya que además
del porcentaje mínimo de nominación de candidatas, resulta indispensable
generar condiciones para garantizar un porcentaje mínimo de parlamentarias, lo
que desde luego significa un replanteamiento de los sistemas electorales en
Latinoamérica.

Como se puede apreciar en la siguiente tabla, la situación de la representación


política de la mujer en América Latina no es uniforme, tal es el caso de Cuba
(43.20%), Argentina (40%) y Costa Rica (36.80%), que superan el 30% de la
ocupación de escaños por mujeres, encontrándose dentro de los diez países del
mundo con mayor participación política femenina. En contraste, muchos Estados
de la región no logran alcanzar el 20% y algunos países latinoamericanos ocupan
los últimos lugares del ranking mundial, como es el caso de Haití y Belice. Por lo
que, desde una visión regional, parece claro que el reto es revalorizar la
participación política de la mujer en Latinoamérica.

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Rango CÁMARA BAJA / REPRESENTANTES CÁMARA DE SENADORES


mundial País Elección Escaños Mujeres %M Elección Escaños Mujeres %M
3 Cuba 1 2008 614 265 43.20% --- --- --- ---
5 Argentina 10 2007 255 102 40.00% 28.10.2 72 28 38.90%
8 Costa Rica 2 2006 57 21 36.80% --- --- --- ---
22 Perú 4 2006 120 35 29.20% --- --- --- ---
29 Trinidad y Tobago 11 2007 41 11 26.80% 17.12.2 31 13 41.90%
" Suriname 5 2005 51 13 25.50% --- --- --- ---
" Ecuador 10 2006 100 25 25.00% --- --- --- ---
39 Honduras 11 2005 128 30 23.40% --- --- --- ---
41 México 7 2006 500 116 23.20% 02.07.2 128 23 18.00%
58 República Dominicana 5 2006 178 35 19.70% 16.05.2 32 1 3.10%
60 Dominica 5 2005 31 6 19.40% --- --- --- ---
62 Venezuela 12 2005 167 31 18.60% --- --- --- ---
63 Nicaragua 11 2006 92 17 18.50% --- --- --- ---
Saint Vincent and the
" Grenadines 12 2005 22 4 18.20% --- --- --- ---
67 Mauritius 7 2005 70 12 17.10% --- --- --- ---
68 Bolivia 12 2005 130 22 16.90% 18.12.2 27 1 3.70%
70 El Salvador 3 2006 84 14 16.70% --- --- --- ---
" Panamá 5 2004 78 13 16.70% --- --- --- ---
" Chile 12 2005 120 18 15.00% 11.12.2 38 2 5.30%
84 Grenada 7 2008 15 2 13.30% 27.11.2 10 4 40.00%
" Jamaica 9 2007 60 8 13.30% 27.09.2 21 3 14.30%
" Paraguay 4 2008 80 10 12.50% 20.04.2 45 7 15.60%
89 Bahamas 5 2007 41 5 12.20% 23.05.2 15 9 60.00%
90 Uruguay 10 2004 99 12 12.10% 31.10.2 31 4 12.90%
91 Guatemala 9 2007 158 19 12.00% --- --- --- ---
" Santa Lucia 12 2006 18 2 11.10% 09.01.2 11 3 27.30%
99 Antigua and Barbuda 3 2004 19 2 10.50% 23.03.2 17 4 23.50%
101 Barbados 1 2008 30 3 10.00% 12.02.2 21 4 19.00%
105 Brasil 10 2006 513 46 9.00% 01.10.2 81 10 12.30%
109 Colombia 3 2006 166 14 8.40% 12.03.2 102 12 11.80%
116 Saint Kitts and Nevis 10 2004 15 1 6.70% --- --- --- ---
123 Haití 2 2006 98 4 4.10% 07.02.2 18 2 11.10%
132 Belice 2 2008 32 0 0.00% 14.03.2 13 5 38.50%

Fuente: Unión Interparlamentaria, página de internet http://www.ipu.org/wmn-e/classif.htm.


Actualización al 31 de julio de 2008.

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b. El caso México.

En México, en la reciente reforma al Código Federal de Instituciones y


Procedimientos Electorales, el legislador dispuso que los partidos políticos
“procurarán la paridad de género” en la vida política del país, a través de
postulaciones a cargos de elección popular en el Congreso de la Unión, tanto de
mayoría relativa como de representación proporcional. Así, establece que de la
totalidad de solicitudes de registro de candidaturas a diputados y senadores, los
partidos políticos o coaliciones deberán integrarlas con “al menos el cuarenta por
ciento de candidatos propietarios de un mismo género. Antes de esta reforma
electoral, se establecía un tope de 30% para los candidatos propietarios de un
mismo género18.

Con la reforma electoral también se modifica la integración de las candidaturas en


las listas de representación proporcional según el género, al ordenarse que estas
listas se integren por segmentos de cinco candidaturas (antes eran tres) y que por
cada uno de los segmentos de cada lista haya dos candidaturas de género
distinto, “de manera alternada”, con lo que se asegura que por cada cinco
candidaturas se presenten al menos dos de candidatas mujeres.

Esta medida de acción afirmativa ha dado buenos resultados en México, toda vez
que ha permitido el acceso de un mayor número de mujeres a cargos de elección
popular, como puede apreciarse a continuación:

CÁMARA DE DIPUTADOS CÁMARA DE SENADORES


Escaños Escaños
Elección Disponibles Mujeres % Mujeres Elección Disponibles Mujeres % Mujeres
1952-55 161 1 0.6 1964-70 64 2 3.12
1955-58 162 4 2.4 1970-76 64 2 3.12
1961-64 178 8 4.4 1982-88 64 6 9.3
1970-73 178 13 7 1991-94 64 3 4.6
1982-85 400 45 11.2 1994-00 128 16 12.5
1991-94 500 42 8.8 2000-06 128 20 16
2000-03 500 80 16 2006-12 128 23 18
2003-06 500 113 22.6
2006-09 500 113 22.6
Fuente: Unión Interparlamentaria, página de internet www.ipu.org/wmn-e/world.htm.

18
Ibidem.
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3.2. Financiamiento público especializado por razón de género.

Las medidas que privilegien el acceso de las mujeres a cargos de representación


política, deben estar acompañadas de acciones afirmativas encaminadas a la
capacitación política de las mujeres, con el objeto de que a través de factores
como el mérito y la capacidad, se encuentren en mejores condiciones para ejercer
las funciones inherentes al cargo y para la toma de decisiones en los asuntos
públicos. Esto, sólo es posible desde un esquema de financiamiento específico,
para ser destinado exclusivamente a las tareas propias de la capacitación política
de las mujeres, con la participación de los partidos políticos, que constituyen el
vehículo que hace posible en el sistema electoral el acceso de las ciudadanas al
poder político.

El caso paradigmático en la materia, es el establecido en Costa Rica, que en su


Ley de Igualdad Real de 1990, dispone que el 30% del financiamiento otorgado a
los Partidos Políticos debe ser destinado a tareas de capacitación política de las
mujeres. “Este es un ejemplo de medida de acción positiva para promover la
participación política de mujeres, que no es de cuotas y que permite eliminar el
obstáculo de carencia de recursos económicos”19 y de falta de aptitudes políticas
para que las mujeres accedan a la representación política y a la toma de
decisiones.

Las medidas que se establezcan para privilegiar el acceso de la mujer a la


representación política, deben incluir acciones tendentes a resolver los problemas
de fondo que limitan la participación en condiciones de igualdad, en el que el
aspecto presupuestal constituye la piedra angular de su eficacia, y con esto evitar
que las acciones afirmativas se reduzcan a ser “letra muerta”20.

19
BAREIRO, Line, “Representación política de las mujeres”, op. cit., p. 690.
20
GONZÁLEZ OROPEZA, Manuel, “Equidad de género en el Derecho Electoral”, Revista Justicia Electoral,
tercera época, volumen 1, número 1, Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, México, 2007, p.
36.
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3.3. La participación política de la mujer en el ámbito local.

Las mujeres en el desarrollo de sus actividades laborales o familiares tienen una


relación directa con el espacio local, lo que les permite conocer las problemáticas
reales de su entorno, y con ello constituyen un potencial de relevancia para la
toma de decisiones coadyuvantes a la solución de los problemas y de la
posibilidad de generar alternativas de desarrollo y bienestar social, aspectos que
podrán concretarse en la medida en la que se establezcan condiciones para la
participación política femenina desde el ámbito municipal.

En la experiencia latinoamericana hay un déficit de participación política femenina


en el ámbito municipal, ya que de “un universo de 15,612 municipios entre 15
países, encontramos solamente 835 mujeres que ocupan el cargo de alcaldesas
(llamadas también intendentas, presidentas municipales, prefectas), que
representan 5.3% de ese total de municipios”21.

La promoción de la participación política femenina en el espacio local


representaría una serie de ventajas, entre las cuales consideramos las siguientes:
a) La revalorización de la mujer en el ámbito local, contribuye a transformar los
estereotipos socioculturales desde las células de la organización social de un
Estado, integradas por los espacios comunitarios; b) Su participación en la toma
de decisiones sobre aspectos del orden local contribuye a generar condiciones de
igualdad sustantiva que fomenta la equidad en el ámbito familiar; c) Su
contribución a la solución de problemas comunitarios fortalece el rol de la mujer en
el espacio municipal, como parte esencial del desarrollo social y del mejoramiento
del nivel de vida; y d) La equidad de género en el espacio local contribuye a la
eficacia de las políticas de igualdad sustancial a nivel estatal o nacional.

21
BECERRA POZOS, Laura, “Participación Política de las Mujeres en Centroamérica y México”, Investigación
del punto focal de género, subregión CAMEXCA, septiembre de 2007, archivo electrónico, p. 18.

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4. De las cuotas electorales a la paridad de la representación política.

En la actualidad, el debate en América Latina para lograr un equilibrio entre


hombres y mujeres en la representación política, consiste por una parte en el
establecimiento de cuotas electorales que garanticen un porcentaje mínimo de
representación femenina, y por la otra, en la apuesta de la paridad de género que
trasciende a los factores establecidos para la representación como son: el
territorial y el partidista22, ya que además de estos presupuestos para la
distribución de escaños, habría que incluirle el factor del género, en la aspiración
de constituir órganos políticos equitativos y hacer posible la aspiración de la
igualdad real y efectiva entre los dos sexos, “es decir de las dos mitades de la
ciudadanía”23.

Con el reconocimiento del derecho al voto de la mujer, parece claro que hay
condiciones para la participación paritaria en el ejercicio del sufragio activo, pero
ante la exigencia de participación femenina – al constituir las mujeres una parte
significativa de los censos electorales –, debe operar la exigencia de paridad en la
representación, es decir, si se demanda igual participación, se requiere a su vez
de una representación igualitaria.

La vía para lograr la igualdad en el ejercicio de los derechos de ciudadanía, es


desde luego, la instrumentación de acciones afirmativas integrales en la materia,
de las que las cuotas electorales constituyen un mecanismo de relevancia, ya que
a través de éstas se ha transitado de una subrepresentación a una representación
de mínimos porcentuales; sin embargo, el reto en la actualidad es sin lugar a
dudas, superar las cuotas mínimas en aras de la paridad representativa e integrar
a los órganos del poder político bajo la premisa de la equidad de género, así como
la consolidación del sistema democrático en América Latina.

22
BAREIRO, Line, “Representación política de las mujeres”, op. cit., p. 692.
23
Ibidem.
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MECANISMOS DE ACCIÓN AFIRMATIVA A FAVOR DE LA EQUIDAD DE GÉNERO”.
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