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De las drogas se sale…

y de la oposición también.

Cecilia Dengra Álvarez

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transmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico,
mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por
escrito de los titulares del copyright. La infracción de dichos derechos puede
constituir un delito contra la propiedad intelectual.

Ó del texto: Cecilia Dengra Álvarez, 2021

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Dedicatoria

A todos los valientes que en algún momento de su vida decidieron dejar


de opositar.

5
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INTRODUCCIÓN

Para un momento. Reflexiona un segundo. Si estás opositando,


deja este libro y no lo leas hasta que apruebes. Sólo puedes
leerlo para reírte un rato y compadecerte de mí, que nunca
aprobé. Este no es un libro que te vaya a animar a opositar,
este es un libro de fracaso en la oposición, de miseria absoluta
durante los años de estudio. Sí que es un libro divertido, está
feo que yo lo diga y no te lo voy a negar, pero no va a hablar
de las “X claves para aprobar en seis meses”. No. Eso no
existe. Nein1. Yo he sido como tú y también me he visto
recurriendo a las librerías para encontrar un libro, o algo, que
pudiera iluminarme y mandarme alguna señal divina sobre si
debía seguir o no seguir. Spoiler alert2: no existe. Sólo existen
libros sacados del país feliz, de la casa de gominola de la calle

1 No, pero en alemán.


2 Alerta de Spoiler. Ésta para los de EGB.

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de la piruleta, sobre qué maravilloso es opositar, qué fácil es
conseguirlo siguiendo unos consejillos y qué rápido puedes
alcanzar el éxito si me lees. Estas son las palabras que yo estaba
buscando cuando no sabía cuál era la alternativa a no opositar.
Que sí, ya lo sé, es muy fácil: TRABAJAR. Pero esa respuesta
no era suficiente para mí. Así que, ahora que yo he seguido este
camino, te lo voy a contar a TI.

También quiero dejar claro que la meta de mi vida habría sido


sacar la plaza y no tener que escribir este maldito relato, pero
no pudo ser y aquí andamios. Tampoco me arrepiento. Estoy
escribiendo todo esto habiendo tomado la decisión de dejar las
oposiciones, y estoy feliz y contenta. Este libro no acaba
diciendo: “pero al final aprobé y se me olvidó todo lo malo”.
No. Prepárate, porque aquí voy a hablar de todo lo malo, que
no se me olvida.

Mucha gente me pregunta con cariño3 si algún día me


arrepentiré de haberlo dejado. Nunca he sabido, realmente, qué
contestar. Por un lado, sí, me arrepentiré siempre de no haber

3 Amenaza.

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sacado la plaza y poder vivir como una reina en mi castillo de
felicidad. Por otro lado no, la oposición no te define y un
suspenso no determina tu futuro. Eres capaz de muchísimas
cosas al margen de la oposición, tantas, que ni siquiera las
conoces todavía.

En este último punto estoy, claramente, yo. El año 2020 me ha


dado una buena dosis de realidad, además de una torta en la
cara, y me ha obligado a ver cosas que yo no quería ver, pero
que me han hecho inmensamente feliz. Te voy a contar cómo
he llegado ahí. Pero te lo cuento como si se lo contara a mi
amiga Christy4, que tampoco quiero que te aburras. También
me gustaría aclarar que este no es un libro de auto ayuda,
aunque creo que puede ayudar a mucha gente, es una historia
sin más, mi historia, con un final feliz.

4 La escocesa. La que un día dijo “¿cuándo marudaré?”.

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LA OPOSICIÓN

Para que me conozcas un poquito más te pongo en contexto


brevemente. Yo estudié dos carreras, Derecho y Periodismo,
pensando que me iba a morir siendo periodista. Acabé la
carrera y resultó que me gustaba el Derecho más de lo que
hubiera imaginado, pero no quería opositar. Era muy joven,
acababa de salir de la universidad y, qué quieres que te diga,
pero cambiar los sábados de la sala Heineken por ocho tomos
de Carperi5, pues no me apasionaba. Llámame loca6. Además,
nunca fui de las estudiosas de la carrera, mis 7.0 y 8.0 sacaba,
pero mis 5.GRACIAS, también. ¿Cómo iba yo a opositar?

Eso para empezar.

5 Editorial de libros satánicos, digo, de oposiciones.


6 Loca.

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Pero la realidad es que no tenía ni idea, terminé la carrera y no
sabía qué hacer con mi vida, no tenía nada claro. Decidí
lanzarme con Derecho más que con Periodismo, porque soy
masoca y me gusta el riesgo, pero no quería trabajar en un
despacho de abogados y tampoco tenía claro opositar (¿y eso
no te dice nada, Cecilia, hija mía?). Decidí, pues, hacer primero
el Máster de Acceso a la Abogacía pensando que, si no lo hacía
en aquel momento, me arrepentiría posteriormente en el caso
de que decidiera opositar directamente y luego fracasara.

#GRACIASBENDITODÍAQUETUVEESEALUMBRAMIENTO.

Total, que me metí en el Máster, pero me seguía picando el


gusanillo, ¿tendría que haber opositado?, ¿estoy perdiendo el
tiempo?, ¿qué hago con mi vida?, soy sólo una niña pequeña
de 24 años. Quiero morirme sin tomar decisiones en mi vida.
Me planteé seriamente empezar a estudiar unas oposiciones,
pero no sabía realmente cuales. Siempre me gustó mucho el
Derecho Penal y mi padre, que me tiene muy calada, me habló
de las oposiciones a Inspector de Policía (Escala ejecutiva).
Enseguida me puse a investigar sobre ello y me fascinó la idea

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de poder ser inspectora. Tuve, también gracias a mi padre, la
suerte de ir a visitar una comisaría, de la cual salí encantada.
Notaba que quería trabajar allí, que podría encajar muy bien.
Me puse a investigar sobre los requisitos para acceder al cuerpo
y descubrí que una de las pruebas es un examen médico en el
que te miden la vista para comprobar que no tienes ningún
defecto de visión. Yo soy un topo desde que tengo uso de
razón, más o menos desde la comunión (estoy hablando de casi
cinco dioptrías en cada ojo). Muy lejos de una visión perfecta.
Visité varios oftalmólogos para operarme y resultó que todo lo
malo que se podía tener, lo tenía yo. Ojo seco, córnea fina y,
hala guapa, a tu casa. Me quedé bastante decepcionada al ver
que, para una vez que tenía algo muy claro, no podía ser (años
más tarde me enteré de que la gente pasa los exámenes oculares
con otro tipo de métodos que, en aquel momento, yo
desconocía). No quise abandonar del todo la idea de la
oposición, pero una cosa sí tenía clara, y era que a Jueces y
Fiscales no quería opositar, que era algo a lo que mucha gente

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me animaba porque me encanta dar órdenes, tomar decisiones
y, en general, mandar7. Yo no he dicho eso.

Seguí con el Máster los primeros meses, pero en un viaje que


hice con mi madre a Shanghai, hablando del tema, me comentó
la posibilidad de plantearme hacer oposiciones a Letrado de
la Administración de Justicia (LAJ), Grupo A1 (el más alto
de la Administración) y, sinceramente, no me pareció mala
idea. Me encajaba bastante en cuanto a volumen de temario y
puesto de trabajo. Tampoco me lo quise pensar mucho porque
sabía que, si le daba muchas vueltas, no lo iba a hacer jamás,
así que conseguí preparadora, señalé un lunes de febrero y
decidí, sin más, ponerme a preparar las oposiciones, mientras
seguía con el Máster a distancia.

Advertencia 1: a partir de este momento, siempre que hable o


haga alguna referencia a la oposición, voy a hablar de LAJ. Hay
millones de oposiciones diferentes, pero ésta es la que yo

7Pedir a alguien que me haga un masaje bajo promesa de hacer yo otro a


cambio. Y luego no hacerlo.

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conozco, y la que he estudiado, así que no seáis haters8. Se
agradece la comprensión.

Advertencia 2: para que entendáis mi timeline9 necesito que sepáis


tres cosas:
1º. La oposición de LAJ cuenta con 266 temas y tres
exámenes:
• Test de 100 preguntas de un variadito de
materias de Derecho (excepto las materias que
entran en el oral10).
• Examen oral ante un Tribunal de nueve
personas, de las materias Civil, Procesal Civil y
Procesal Penal, en el que tienes que cantar
cuatro temas en una hora (quince minutos por
tema).
• Caso práctico.

8 Gente que odia a otra gente (me niego a poner jéiteres).


9 Línea de tiempo. Esta puntúa doble.
10 No es lo que pensáis, guarros.

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2º. En el examen oral, para decidir qué cuatro temas te toca
cantar, hay que sacar unas bolas que contienen los
números de los temas:
• Sacas DOS bolas de Civil y eliges UNA.
• Sacas TRES bolas de Procesal Civil y eliges
DOS.
• Sacas UNA bola de Procesal Penal, y ese tema
lo tienes que cantar por narices.
3º. Cantar es exponer el tema oralmente. (Un saludo a toda
la gente a la que le he dicho que tenía que cantar y me
habéis dicho que dónde y que cuánto cuesta la entrada).

Doy paso a mi timeline para que veáis mi progreso. Es largo,


pero merece la pena. Está feo que yo lo diga, pero he venido
a hablar de mi libro:

Febrero 2017. Consigo preparadora y me pongo a estudiar.

Marzo 2017. Pues no está tan mal. Me ha costado un pelín


cogerle el tranquillo a cantar, pero estoy en ello y veo que
avanzo rápido.

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Abril 2017. Estoy súper animada, fijo que apruebo enseguida.

Mayo 2017. Ah, ¿que no puedo coger libre el día de mi cumple?


Por lo menos han convocado las oposiciones y el primer
examen es en diciembre.

Junio 2017. Bien, se acerca el verano. Qué ganas de descanso y


de tirarme un mesecito, por lo menos, sin hacer nada.

Julio 2017. Ah, ¿que sólo una semana?

Agosto 2017. Pues nada, me subo al pueblo a estudiar, así por


lo menos estoy con mi familia al acabar la jornada de estudio.
Semana de vacaciones. Volver a ponerme a estudiar. Ver fotos
de gente en, por ejemplo, Menorca, dando paseítos en barco.
Odiarles. Pero en plan bien.

Septiembre 2017. Llevo muy poco tiempo estudiando, y sé que


es bastante improbable, pero voy a matarme para intentar
aprobar el test.

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Octubre 2017. Matándome.

Noviembre 2017. Matándome x2. (En este punto he dejado de


preparar el examen oral y me centro sólo en el test).

Diciembre 2017. Apruebo el test. Me creo la reina del mundo.

Enero 2018. Me convocan para el examen oral en abril.

Febrero 2018. Empiezo a aumentar el ritmo de estudio.

Marzo 2018. Pensaba que lo peor que me podía pasar en esta


vida era haberme hecho un piercing en el tragus11, y que se me
infectara.

Abril 2018. Suspendo el oral. Sólo llevaba la mitad del temario.


No worries. No problemo. Todo bien. Todo en orden.

11 No sé explicarlo, busca en guguel.

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Mayo 2018. Me tomo un descansito muy, muy breve y me
pongo otra vez a muerte. Moción de censura a Mariano Rajoy.
No convocan las oposiciones. Aquí sí que me quiero morir.

Junio 2018. No convocan.

Julio 2018. No convocan.

Agosto 2018. No convocan. Me tomo unos días más de


vacaciones porque no hay convocatoria.

Septiembre 2018. No convocan. Relajo un poco el ritmo de


estudio para no agotarme demasiado.

Octubre 2018. No convocan.

Noviembre 2018. No convocan.

Diciembre 2018. No convocan. Me presento al examen de


Acceso a la Abogacía. Apruebo.

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Enero 2019. No convocan. Me pongo a estudiar las
oposiciones, ya sí que sí, a muerte. Llevan un año sin convocar
y ya estamos en 2019. Sólo queda esperar.

Febrero 2019. No convocan. Aumento el ritmo de estudio.

Marzo 2019. CONVOCAN. En este punto deberíais estar tan


agobiados y aliviados como yo, sólo con haber leído el timeline.
No se sabe cuándo es el test, pero por lo menos hay
convocatoria.

Abril 2019. Vuelvo a llevar un buen volumen de temas.

Mayo 2019. Me hacen una fiesta sorpresa por mi cumpleaños


que me da un chute de alegría.

Junio 2019. Estoy súper nerviosa. Han convocado hace tres


meses y aún no se sabe cuándo es el primer examen.

Julio 2019. Sigo estudiando. Me empiezo a poner a tope con el


test.

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Agosto 2019. Una semana de vacaciones. Le meto caña al test.

Septiembre 2019. Convocan el test para octubre


#graciasporavisarnoscontantotiempodeantelación. Dejo de
cantar y me pongo sólo con el test.

Octubre 2019. Apruebo el test. El siguiente examen, calculo,


lo tengo en marzo.

Noviembre 2019. No me la puedo jugar después de casi tres


años, me empiezo a preparar el oral a muerte.

Diciembre 2019. ¿Corona-qué?

Enero 2020. Me empiezan a quedar pocos pellejos en los


dedos.
- Yo: ni de coña van a paralizar el proceso, ¿no?
- Evribadi12: qué va, no te preocupes.

12 Todo el mundo que se equivocó.

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Febrero 2020. Lo van a paralizar. Lo veo venir. Estoy más
nerviosa de lo que he estado nunca en mi vida. Ahora ya no sé
si mi agonía va a acabar en un mes, o en ocho.

Marzo 2020. CORONAVIRUS. Cuarentena. Aplazan las


oposiciones, ahora me toca cantar en abril. Bueno, es sólo un
mes más. Es verdad que tampoco me viene mal para dar un
buen repaso, y fijar temas que llevo fatal, pero yo quiero que
esto se termine ya. No quiero ni una semana de regalo, porque
con el ritmo de estudio que llevo, dudo que aguante mucho
más de un mes. Aprueba el oral (y, posteriormente, la
oposición) mi compi Alba, la tía más luchadora que conozco.

Abril 2020. PARALIZAN el proceso de oposición. Sine die13.


Me vengo abajo.

Mayo 2020. Cumpleaños en cuarenta. Sigo estudiando a mil


por hora, no vaya a ser que reanuden el proceso pasado
mañana. Agobio extremo.

13 Haber estudiado latín.

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Junio 2020. Estudio más fuerte de lo que soy capaz. Esto es un
auténtico infierno.

Julio 2020. Reanudan el proceso, pero van a volver a pararlo a


final de mes.
- Yo: ya veréis como me toca en septiembre y me paso el
verano jodida.
- Evribadi: qué va.
Me toca en septiembre. Aprueba el oral (y, posteriormente,
la oposición) mi compi Patri, que se lo llevaba ya mereciendo
muchos años.

Agosto 2020. No puedo describir este mes. No salgo de mi


habitación en 38 días. Mi madre se queda sin vacaciones para
estar conmigo y no dejarme sola en mi inmundicia. Peso 40
kilos. Estoy blanca. Siento que me voy a desmayar en cualquier
momento. Estudio todas las horas del día que puedo. Estoy al
borde de la histeria.

Septiembre 2020. La semana de mi examen pienso que voy a


desfallecer. Estoy tan agotada, física y mentalmente, que siento

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que no llego viva al examen. Me tengo que dejar temas, me
arriesgo a que me caigan. No me importa. No puedo más.

9 de septiembre de 2020. Voy al Tribunal Supremo con mis


padres, no he querido que venga nadie más, estoy aterrorizada,
pero feliz, con tal de no tener que estudiar más. Tengo,
literalmente, miedo. Me toca cantar la segunda. El primer
opositor sale antes de tiempo, le han levantado. Entro con
garra al Tribunal. Me toca cantar en la Sala de lo Contencioso-
administrativo. Impone mucho. Nueve personas mirándome.
Pienso en los temas que no llevo (por favor que no me caigan).
En concreto, me he dejado cuatro temas de Civil (de 53
temas). Es la primera materia que tengo que cantar y no me
dejan empezar por las otras materias. Saco la primera bola.
Mierda, no lo llevo, es uno de los cuatro. Por favor, que me
sepa el segundo. Saco la segunda bola, es otro de los cuatro.
Lo sé porque conozco de memoria los números
correspondientes a los temas que me he dejado. Me siento en
la silla, me quedo pensando que ya estoy suspensa, aunque siga
dentro del Tribunal. Miro a un punto en blanco. Intento hacer
un esquema con puntos sobre los que podría hablar, pero es

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inútil. No soy capaz de sacar nada. Pienso qué es lo que voy a
decirle al Tribunal. Ha sido mi culpa y de nadie más. Me he
dejado temas y no me lo voy a poder perdonar en la vida. Pero
qué mala suerte joder. Qué mala. Pensaréis que tal vez
podría haberme ido por la tangente con alguno de los temas,
pero no eran temas introductorios, eran temas de materias muy
concretas, de esas que, si no te sabes y empiezas a hablar al
Tribunal de cómo se configuró el Código Civil, te expulsan.
Me retiro del Tribunal, con un nudo en la garganta. Salgo por
la puerta y veo a mis padres al fondo. Lloro sin parar. Desde
que decidí dejarme los temas tenía asumido que me podían
caer, y ello acarrearía un suspenso, de verdad que lo había
aceptado y estaba a gusto con cualquier resultado. Pero no
puedo parar de llorar.

Aun así, me siento liberada de haber salido del Tribunal, quiero


irme a mi casa y no volver al Supremo nunca más. Ahora,
encima, tengo que enfrentarme a los millones de mensajitos de
la gente que sabe que me presento hoy, preguntándome qué tal
me ha salido. Primero llamo a mi preparadora, se sorprende de
que esté llamando antes de tiempo, y yo rompo a llorar otra

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vez mientras se lo explico. No se lo puede creer. Después voy
contestando poco a poco a la gente. No me apetece hacerlo,
pero se lo debo a todos los que han estado pendientes de mí
todo el día. Ya en casa, me encierro en el baño, lloro, me ducho
para despejarme y, cuando bajo, aparecen por la puerta mi
hermana, Javi, Charlie, Patri y Álvaro. Han venido a estar
conmigo. Salimos al jardín a tomar unas cervezas. Yo me estoy
riendo y, sorprendentemente, me siento liberada. Estoy bien
porque todavía no asimilo mucho todo lo que me acaba de
pasar y, sobre todo, lo que va a venir después de este suspenso.
Y también sonrío porque no me permito llorar en ese
momento, creo que me merezco esa cerveza y no hablar del
tema.

25
EL IN BETWEEN/ TIEMPO ENTRE MEDIAS

Vale. Ya está. Ya he contado lo peor. Ya sabíamos que esta


historia tenía un final triste en lo que a la oposición se refiere.

Esto no supone una justificación de ningún tipo en absoluto.


Suspendí por tonta, por mi culpa exclusivamente. PERO, me
diréis que he tenido una trayectoria fácil. Moción de censura,
Covid, dos convocatorias en casi cuatro años… Digamos que
no es lo ideal para un opositor. Lo ideal es que haya una
convocatoria al año e ir haciendo los exámenes rapidito, para
curtirte y tener muchas oportunidades. Al fin y al cabo, la
convocatoria es lo que nos mantiene a flote a los opositores.
Es muy difícil estudiar sin tener una meta, vas a la deriva,
superando día tras día, intentando sobrevivir al hastío; pero
desde que hay convocatoria, no solo puedes planear tu estudio
de cara al examen, sino que estás más animado, porque sabes

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que el final va a llegar. Vas viendo la luz al final del camino. Ya
sabes qué día va a acabar el tormento.

EN FIN.

Ya está, he hecho el examen y he suspendido. Ha sido un


auténtico infierno y una pesadilla. Sobre todo, este último año.
Ahora me voy a ir de vacaciones y a no pensar en nada, que
llevo sin parar de estudiar desde Navidad, que se dice pronto.

Total, que me fui de vacaciones inmediatamente, estuve en


Portugal y en Menorca. Me dio el sol, que hija (o hijo), lo
necesitaba como agua de mayo, me bañé en la playita, comí
muy bien (me puse como los padres capadocios14), reconecté
con toda la gente de mi alrededor, me reí mucho, desconecté y
descansé. Llegados a este punto, no puedo expresar cómo fue
la gente conmigo después de suspender el examen. Tengo
muchísima suerte de tener a gente que sé que me va apoyar si
apruebo, pero aún más si suspendo, y que van a estar ahí por

14 Unos que comían mucho.

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mí, aunque yo lleve años sin estar ahí por ellos. Y ya. Tampoco
les voy a dar más bombo que ya los meteré en agradecimientos.

Vale, hasta aquí todo perfecto, pero luego volví a casa otra vez.
Aquí es cuando empecé a llorar todo lo que no había llorado
después de suspender. Me choqué con la realidad, con mi
realidad. Había suspendido las oposiciones. Suspenso. Caput.
Bye bye. No podía mirar los apuntes. No podía ver sobre la
mesa mi planning de la semana del oral, en el que tenía rodeados
los cuatro temas que me había dejado de Civil. No podía
hablar con nadie sin que se me formara un nudo en el
estómago. Simplemente no podía. “Estoy bien” fue la frase que
más dije en unos meses, quería convencerme a mí misma (y
engañarme) de que estaba bien, que había suspendido y la vida
seguía. A otra cosa, mariposa. Pero no, algo dentro de mí me
impedía seguir y superar el suspenso. Así que decidí pasar los
días metida en la cama, evitando enfrentarme al problema.

Anécdota: es vergonzosa, pero es necesaria. Un día de octubre


(o por ahí) estuve de vinos con las amigas con las que me fui a
Menorca, unas siete horas. Y después había quedado con las

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de la universidad para celebrar los cumples de Ana y de Clau.
Os podéis imaginar cómo llegué a la cena. Vale. Yo NUNCA
lloro delante de la gente. No suelo llorar nunca en general, soy
una persona bastante fuerte y con una cabeza fría. No me gusta
que me vean destrozada y llorando, pero como dicen, llorar no
significa que seas débil, sólo significa que has sido fuerte
demasiado tiempo. Yo seguía sin estar bien y no le había
contado a ninguna de mis amigas cómo me sentía realmente,
ni siquiera habíamos hablado de lo que me había pasado en el
examen. Total, que llego al restaurante (tengo que decir que no
iba borrachísima, pero iba borrachilla, tampoco nos vamos a
mentir). Me senté en la mesa, hablamos de todo un poco y, de
repente, Paula: Ceci, ¿tú qué tal estás? Noto el nudo en el
estómago, noto que me agobio y no estoy preparada para
hablar. Me entran ganas de vomitar. ¿Por el alcohol?
Probablemente ayudó. Pero os juro que las nauseas que me
entraron fueron instantáneas en cuanto escuché la pregunta.
Les digo que un segundo, que voy a hacer pis, y me levanto de
la mesa. Voy al baño del restaurante y vomito (no en plan
escandaloso, pero unas babillas, ya sabéis. Demasiada
información, ya paro, cierro el tema vómitos). Vuelvo a la mesa

29
y veo que están hablando de otra cosa, pero no les digo que he
vomitado, me da mucha vergüenza. Aprovecho para
calmarme, pero, al final, son mis amigas y quiero hablar con
ellas, quiero que sepan cómo estoy. Pido un vaso de agua, me
armo de valor y les digo: “vale, os voy a contar”. Empiezo a
contarles cómo llego al Supremo para hacer el examen oral,
cómo voy sacando las bolas, y ya noto como las lágrimas se me
acumulan en los ojos. No quiero llorar, joder, pero no puedo
evitarlo y, mientras cuento mi tragedia, parezco Bustamante15
cuando estaba en la academia de Operación Triunfo. Todas,
instantáneamente, extienden sus manitas para tocarme y
reconfortarme, y yo me siento bien. Es la primera vez que lo
hablo abiertamente, sin hacerme la fuerte y sin esconder que
estoy muy jodida, que me siento derrotada por las
oposiciones, y que me siento fracasada y vencida. Estoy en un
agujero negro del que creo que no voy a salir nunca. Pero esto
ya es un paso.

Todo el mes de octubre, y también el de noviembre, fue de esta


calaña. Muchos días en la cama sin saber qué hacer, sin querer

15 Uno que lloraba mucho.

30
ni siquiera pensar qué hacer. No me atrevía ni a leer los
apuntes y retomar las oposiciones, ni a encender el ordenador
y meterme en LinkedIn. No me atrevía a seguir adelante.
Notaba que me había quedado paralizada el día del examen y
no podía dar un paso adelante. Y lo peor, no quería. No tenía
ganas de hacer nada ni de ver a nadie. No quería hablar. La
gente me tenía que obligar, literalmente, a salir de casa, porque
yo no era capaz de hacerlo de motu proprio16. Hablé con mi
preparadora, con mis compis de la oposición, con mi familia,
amigos y allegados, con una psicóloga… todos me animaban a
volver a coger los apuntes, pero, realmente, nadie me daba la
respuesta que yo necesitaba oír que, básicamente, era: deja de
estudiar, no pasa NADA, déjalo y no te martirices más.

16 Sí, es propRio, no propio.

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¿YA HAS DECIDIDO QUÉ VAS A HACER?

Y ahora es cuando viene lo que te interesa. Puede que te hayas


sentido identificado conmigo en todo lo anterior, o no, al final
cada uno pasa el duelo a su manera y tiene experiencias
diferentes, pero el caso es que, sea cual haya sido tu camino,
ahora has dejado o piensas en dejar de opositar. No puedes
más y no sabes con quien hablar o cómo dar voz a tus
pensamientos. Aquí es donde creo que te puedo ayudar. Yo no
soy coach, ni psicóloga, ni profesional de la salud mental y, sobre
todo, no soy nadie para ir dando consejitos de vida. Soy sólo
una ex opositora que te cuenta cómo vivió ella el proceso de
desintoxicación porque, al final, la oposición es una droga, e
incluso para algunas personas es una zona de confort. Es muy
difícil salir del círculo y cuando sales estás muy perdido. Por
supuesto jamás voy a decirte, DEJA DE OPOSITAR. Pero si

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tú ya has tomado la decisión, te voy a contar cómo me fue a
mí, tras decidirlo yo.

Tomar la decisión de dejar de opositar es lo más difícil que he


hecho en mi vida. Más que estudiar. No solo sientes que has
fracasado contigo mismo, sino que estás decepcionando a todo
el mundo que esperaba grandes cosas de ti (hablo de
sentimientos porque luego, la realidad, es que la gente estará
feliz si te ve feliz, te dediques a lo que te dediques). Pero yo me
sentía así. Cuando me vi en la tesitura de tener que contar que
había decidido dejar las oposiciones, fue peor que cuando tuve
que decir en tercero de la ESO que había suspendido cinco17.
Cualquier cosa menos tener que decir en voz alta que no
quería estudiar más. Que me he vuelto adicta a la heroína,
que me voy a hacer escort18, que me voy a vivir la vida y a
gastarme todo mi dinero a Punta Cana, donde espero conocer
a un buen morenazo que haga que se me olvide el suspenso.
Cualquier cosa.

Estuve un mes castigada sin salir de casa.


17

Señorita que cobra por acompañar a sitios a un señor, normalmente,


18

muy viejo.

33
Es verdad que yo llevaba todo el año amenazando con dejarlo
si no aprobaba, y no por puro capricho, a mí nunca me han
faltado ovarios para estudiar y no levantar la cabeza de la mesa.
Pero yo ya no estaba bien, estaba amargada. No obstante, no
me atrevía a decirlo todavía, supongo que todo el mundo daba
por hecho que iba a retomar las oposiciones eventualmente, y
me daba miedo afrontar el problema y decir que no. Que no
quería estudiar más, que ya estaba bien. Así que, antes de decir
en voz alta que no quería seguir con la oposición, empecé por
decir que aún no sabía que hacer, que era la realidad.

Y entonces vino “LA PREGUNTA”: ¿ya has decidido qué


vas a hacer?

Sí, morirme, eso es lo que voy a hacer.

Yo sé que todo el mundo lo hace de buena fe, de verdad. Te


ven mal, perdido, y se preocupan. Pero a mí esto me ha quitado
años de vida. Cada vez que alguien me preguntaba si ya sabía
qué iba a hacer, moría un gatito. Y han muerto muchos.

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En este punto siento que mi vida se desmorona, que estoy en
un agujero del que no puedo salir. Lo veo todo negro y muy
mal. Pienso que no hay solución para mí, que voy a estar dando
tumbos durante mucho tiempo hasta que reciba una señal del
cielo que me diga: “dedícate a esto”, o “haz lo otro”. Pero esa
señal no va a venir. Nadie va a decirme qué es lo que tengo
que hacer, ni darme la clave de la felicidad. Y, aunque muchas
personas lo intentaron, aconsejándome y haciéndome
reflexionar, sólo yo era la encargada de tomar esa decisión.
Muchas veces deseé que alguien me dijera de manera directa
haz esto, pero cuando lo hacían, no me gustaba la respuesta.
Sólo estuve realmente a gusto cuando fui yo misma la que
decidí qué hacer con mi vida y qué camino escoger.

He dado muchos tumbos pensando qué hacer con mi vida,


pero tenía, principalmente, tres opciones posibles:
• Seguir con las oposiciones de LAJ.
• Hacer otras oposiciones.
• Ponerme a trabajar.

35
Problemas correlativos:
• LAJ: miedo absoluto al fracaso infinito y a no llegar a
aprobar nunca. Agotamiento físico y mental. Rechazo a
mi vida de opositora de LAJ. Y, por supuesto, el
suspenso.
• Otras oposiciones: empezar otras oposiciones
diferentes desde cero, con otro temario, o empezar
oposiciones, más o menos, parecidas a LAJ (que fueran
más fáciles), pero sin ser, realmente, lo que quiero
hacer.
• Trabajar: una formación de diez, pero una experiencia
laboral de cero.

Tenía tres posibilidades muy factibles, pero era incapaz de


elegir entre ellas, así que, antes de que me diera una embolia,
me hice una tabla de pros y contras, para ayudarme a verlo
mejor. Y, antes de que proteste alguien, que conste que lo hice
bajo mi punto de vista. Estos pros y contras no son universales,
supongo que cada uno tendréis los vuestros y haréis vuestra
propia tabla de tomar decisiones vitales:

36
OPOSICIÓN TRABAJO
PROS Seguridad laboral. Independencia
Seguridad económica inmediata.
económica. Mejores sueldos.
Buenos horarios. Vida normal.
No tener jefe. Vida social.
Conseguir trabajo en
Madrid.
Trabajo creativo.
CONTRAS Estudiar. Empezar desde
Cero creatividad. abajo.
Salario medio. Horario largo.
No vida social. Tener jefe.
No llegar a aprobar Inseguridad laboral.
nunca. Encontrar trabajo
Trabajar donde me que me guste.
manden.
Trabajo más
mecánico.

37
Seguir con LAJ, digamos que, casi automáticamente, lo
descarté. Es verdad que los pros son muy buenos, pero
también lo son muy a largo plazo. Vamos, que no fui capaz de
encontrar absolutamente nada que me compensara en el corto
plazo, que era precisamente lo que necesitaba en ese momento:
ganar algo y dejar de perder tanto. Yo lo he pasado muy mal
con las oposiciones (tampoco creo que nadie lo haya pasado
bien), pero este último año he estado muy afectada. Como
decía antes, yo nunca he sido una persona especialmente
emocional, pero con las oposiciones era una montaña rusa de
emociones. Todo me afectaba. Pero no te lo puedes permitir.
Te levantes como te levantes, te sientas como te sientas, estés
enfermo o estés perfecto, hayas discutido con alguien a quien
quieres o estés genial, tienes que hacer un esfuerzo mental para
que nada de eso importe y ponerte a estudiar. Mucha gente
cerca de mí seguro que ha pensado que, ¡vaya humor!, o que
estoy, de repente, muy callada o borde, pero de lo que ellos no
se pueden hacer una idea es de lo que supone, física y
mentalmente, estudiar todos los días infinitas horas a un alto
nivel de exigencia, debiendo rendir todas ellas. Estamos
agotados. Y encima que alguien venga y te diga que “vaya

38
humor”. Lhablvhbaldhvblsfdvblsdfk. Perdón. Se me ha
ido la mano con el teclado.

Lo peor de la oposición no es el estudio en sí, es todo a lo que


tienes que renunciar para estudiar. Es decir, no es el
volumen de temas (que, creedme, es descomunal), ni la presión
constante que sentimos, ni el nivel de exigencia que se nos pide,
o el agobio siempre presente, sino la reducción del tiempo libre
al 1%. Yo ya sabía cuando empecé las oposiciones que me
podía ir despidiendo de DOS (se me saltan las lágrimas) meses
de vacaciones, pero no sabía muy bien como llevaría la pérdida
de festivos, puentes, semana santa y fines de semana. Mal. Lo
llevé muy mal. Para opositar hay que ser una persona muy,
muy, disciplinada. Nadie te va a obligar a estudiar, nadie te está
jodiendo, te estás jodiendo tú a ti mismo. Aposta. Consciente
y voluntariamente. Opositores y ex opositores me
comprenderéis cuando hablo de que nos tenemos que despedir
un sábado a las 22:00 de la gente, de la cena o de la fiesta en la
que estemos, para irnos a dormir. Amigos que decís, “pero
hombre, quédate un poco mas, qué mas te da19”, sabed que

19 Lhablvhbaldhvblsfdvblsdfk. Perdón. Se me ha vuelto a ir.

39
nos duele a nosotros infinitamente más tener que marcharnos
para estar frescos a las 8:00 el domingo y meternos, sin
anestesia, los arrendamientos rústicos, que a vosotros que nos
vayamos.

También acepto mi parte de culpa. Sé que, amparándome en


las oposiciones, muchas veces he sido borde, o me he
permitido tratar no muy bien a gente a la que quiero. Os pido
perdón de corazón. Los opositores no solemos soportarnos ni
a nosotros mismos. En fin, que nadie que no oposite puede
hacerse una idea de lo que es. Esto es la realidad más absoluta.
La gente te ve estudiar, te ve cansada, te ve muy delgada o muy
gorda, con mala cara, con ojeras. Y se lo imagina. Pero la
procesión va por dentro. El cansancio real es mental. Lo demás
son síntomas.

Yo he llorado mucho más de lo que la gente se piensa, o de lo


que me han podido ver llorar jamás. Pero no se lo decía. Tenía
que estar bien, primero por mí, pero después por ellos. Y me
he obligado a sonreír, a tener vida social, a salir de casa, a ver a
mis amigos y a no desaparecer por completo. Me he obligado

40
a tener vida más allá del Carperi. Y, aun así, no lo conseguí. La
oposición me consumió por dentro y por fuera, y no quería
volver a esa vida, por muchísimo que me compensara en el
futuro.

Cuando decido que no quiero seguir con LAJ, lo primero que


hago es contárselo a mis compañeras de la oposición, que han
sido como mis hermanas. Les da muchísima pena, me hacen
pensar las cosas bien, pero, al final, se alegran por mí, por que
me quieren. La siguiente es mi preparadora. Siente mucho que
no siga, me dice que valgo mucho y que puedo aprobar muy
pronto. Me muero de pena. Pero no puedo seguir. Por último,
tengo que decírselo a mi familia, los que más miedo me dan,
no quiero decepcionarles. Mi madre se alegra por mí, me ha
visto muy hundida este año y no quiere tener que volver a
verme así. Claro que me hace reflexionar, pero, a estas alturas,
lo tengo bastante claro. Mi padre se lo toma peor, en el sentido
de que le da mucha rabia que renuncie a todo lo bueno que me
podría haber dado ser LAJ, así como a todo mi esfuerzo, pero,
al final, es mi vida, y tendría que estar en un perfecto estado
mental para seguir con la oposición. Y no lo estoy. El resto de

41
gente a mi alrededor me anima mucho y les parece genial que
cambie de rumbo. Todos me preguntan constantemente si
estoy segura. Y lo estoy.

LAJ descartado.

En cuanto a hacer otras oposiciones, me planteé dos


posibilidades: presentarme a las de Gestión Procesal o retomar
las de Inspector de Policía. En cuanto a las de Gestión, estuve
investigando temario, exámenes, materias, etc., pero,
realmente, yo nunca he querido ser gestora. Las podría sacar
más o menos fácil, ya que eran materias muy parecidas a las de
LAJ, que ya me sabía, y luego acceder por promoción interna
a LAJ. Pero es un camino largo. Y hay que seguir opositando.
La gente que conoce a un opositor suele pensar que los ánimos
son más necesarios al principio, que es lo más difícil. Pero es
exactamente al revés. No por llevar 2 años estudiando ya estás
acostumbrado a estudiar, o te miras los temas con una rapidez
inhumana, o vas a cantar sin nervios, o “bueno, después de tres
años ya te sabrás todo de memoria, ¿eh?”. Sí. Lo que pasa es
que no he aprobado antes porque no he querido. No te

42
jode. Cada día que pasa es más difícil, cada vez estudiar se hace
más pesado, más cansado y más cuesta arriba. Mucho más. El
agotamiento es mayor, la exigencia es mayor, las expectativas
de la gente para que apruebes son mayores, el ritmo de estudio
es mayor. Aquí aparece el lado oscuro de la oposición. Hay
muchos ratos en los que te sientes incomprendida o
abandonada. Muchas veces esperas cosas de la gente. Cosas
que te gustaría no tener que pedir, decir o explicar. Cosas que
te gustaría que, de manera automática, la otra persona se diera
cuenta, o supiera. No es agradable, por decir algo, tener que
explicar cada vez lo agotada que te sientes o que no estás de
mal humor, simplemente te ha cundido poco el día, has
cantado mal, u otras circunstancias. A la gente, de buena fe,
sólo se le ocurre decir “ya no te queda nada”, “aguanta un
poquito más”, “venga, ánimo”, “si lo tienes a la vuelta de la
esquina”, y ahora pareceré imbécil al decir que no es eso lo que
queremos oír. Yo he estado a un “ya no te queda nada” de
hacerme el harakiri20 en diversas ocasiones. Opositar sigue
siendo la misma mierda, aunque me quedara un sólo día, ¿me

20 Una cosa que duele mucho, pero no tanto como la frasecita.

43
entiendes? (voz de Belén Esteban21: on). A veces lo único que
quieres es que alguien, un ángel caído del cielo, te diga “pues
tienes razón, vaya mierda”. GRACIAS por reconocer mi
mierda. Por fin alguien que me anima en lo malo. Qué
descanso. Y ya paro, que he dicho mierda muchas veces.

Por otro lado, me planteé empezar las de Inspector de Policía,


que eran las oposiciones que quise hacer desde el principio.
Volví a visitar varios oftalmólogos y seguía sin poder
operarme, pero descubrí que sí podía llevar las lentillas Orto-k,
que son unas lentillas nocturnas que, a largo plazo, te permiten
ver durante el día sin llevar gafas ni lentillas convencionales.
También visité, no una, sino tres academias, pero cuando ya
tenía todo visto y toda la información necesaria, me veía a mi
misma posponiendo el momento de tomar una decisión.
Literalmente no me atrevía, no sé a qué estaba esperando. No
estaba del todo segura con esta decisión. No estaba del todo
cómoda con la idea de seguir opositando, fuera cual fuera la
oposición. La vida del opositor es incierta. Es un agujero negro
y da mucho vértigo. No sabes por cuánto tiempo tendrás que

21 Señora de la TV.

44
estudiar, no sabes si aprobarás, si te rendirás, si dejarán de
convocar las oposiciones. No sabes nada. Para los opositores
el tiempo se congela el día que empezamos opositar, y mientras
el mundo y la gente va cambiando con el transcurso del tiempo,
nosotros seguimos sentados en la silla. Todos los días son
iguales. Da mucho vértigo pensar que mientras tú te metes a
opositar con 24 años, y sigues en ello con 28, hay gente de tu
edad, a tu alrededor, que ya lleva trabajando varios años, o que
cuando tenía tu edad ya había conseguido “X” logros. Cada día
que pasa, cada mes, cada año, cada examen y cada convocatoria
suspensa es una losa inmensa sobre nuestra espalda que hace
la oposición mucho más dura. Sin poder evitar la amarga
sensación de que estás perdiendo el tiempo y, con él, millones
de cosas que te encantaría haber hecho y a las que has tenido
que renunciar valientemente. Sin entrar en el temita de que,
casualmente, siempre alguien conoce a alguien que se sacó la
misma oposición en seis meses (o el equivalente a muy poco
tiempo en comparación al volumen de temas). Yo siempre he
dudado de estas historias, salvo que fueran verdad. Pero esto
no suele animar, no compartas tu historia. A los opositores
estas cosas nos AGOBIAN.

45
Es una vida muy dura. Yo he estado muy mal (estoy hablando
de no ducharme en varios días. Negaré haber escrito esto).
Estás todo el día sola, no tienes a nadie con quien relacionarte,
sólo tus apuntes, y yo no sabía si estaba dispuesta a continuar
con esta vida. Así que me di cuenta de que, no es que no
quisiera seguir con LAJ, Gestión o Inspector de Policía, es que
no quería seguir opositando, en general. No quería esa vida
nunca más. No podía pensar en ello sin que me entraran las
mismas ganas de vomitar de aquella noche en el restaurante
con mis amigas.

Opositar descartado.

Vale, decido que me voy a poner a currar. He tomado (POR


FIN) la decisión y tengo que decírselo a todo el mundo. En
este punto noto que también me he sentido muy agobiada por
“tener que tomar una decisión”, y eso que me pasé casi tres
meses mirando a la pared, pensando y reflexionando. Pero a
veces necesitas ese tiempo. Y más. A veces no tienes que tomar
una decisión simplemente por sentir que haces algo con tu

46
vida, porque puede que no tomes la decisión correcta. Tómate
el tiempo que necesites, tres meses, seis meses. Has pasado por
algo súper duro, necesitas curarte y lamerte las heridas antes
de pensar en nada más, necesitas estar bien contigo mismo.
Reflexiona, piensa, sal de ti mismo y mírate desde fuera,
averigua qué es lo que quieres y, si no eres capaz de ver qué es
lo que te hace feliz, empieza por pensar qué es lo que no te
hace feliz y ve descartando opciones, que, como ves, es el
camino que seguí yo, que fui descartando lo que no quería hasta
tomar la decisión de buscar trabajo. Pero una vez tomada esta
decisión, otra vez agobio. ¿Qué van a pensar?, ¿qué me van a
decir?, ¿me van a apoyar?, ¿van a pensar que soy imbécil?
¿Cuántos años de esfuerzo quiere usted tirar por la borda?: sí.

Pero la decisión ya está tomada.

Empiezo a contárselo poco a poco a todo el mundo. Mis


amigas me dicen que hacía tiempo que no parecía tan “yo” (y
es lo más feliz que me ha hecho algo del 2020). Noto que voy
saliendo poco a poco del hoyo. Me siento libre. Siento que he
tomado aire justo antes de empezar la oposición y no lo he

47
soltado hasta ahora. Vuelvo a respirar. Es esa sensación de
relax, descanso y tranquilidad. He salido de la cueva y me voy
a poner a buscar trabajo. Y estoy muy feliz. Siento que es
exactamente lo que se supone que tengo que hacer, y estoy muy
ilusionada. Ya me puedo quitar la mochila que llevaba dentro
los cuatro años de oposición, los suspensos, los llantos y los
agobios. Me da mucho miedo, pero me he liberado.

48
PONERME A TRABAJAR

A estas alturas estamos a mediados de diciembre de 2020, más


o menos, es decir, que “sólo” me ha costado salir del hoyo casi
cuatro meses, y apenas tengo la cabeza fuera. Pero he tomado
la gran decisión y no miro atrás.

A lo que miro es a mi CV22 y a la puta pena que da.

En este punto tengo que dar las gracias a mi madre (porque no


creo en Dios, que, si Dios existiera, ella me habría aprobado)
de haberme dado a una hermana, que ha sido mi salvadora en
múltiples ocasiones y, cómo no, en esta también. Mi hermana
Clau, no tengo muy seguro si dándose cuenta, o no, de que yo
no sabía cómo coger las riendas mi vida, las cogió ella y en un
segundito me ayudó a hacer mi CV, mi perfil de LinkedIn, de

22 Curriculum vitae.

49
Infojobs, a escribir a head hunters23 y todo lo que necesitaba para
ser bienvenida en el mundo laboral. Si ella no me hubiera
ayudado con esto, no puedo ni empezar a describiros la BOLA
que se me habría hecho. Ella me ha cogido la mano mientras
yo me estaba hundiendo y me ha sacado a la superficie. Tal vez
lo hubiera podido hacer yo sola, pero seguro que habría
tardado un par de meses más. Total, que una vez con todo
preparado, me puse a mandar CVs a despachos.

En todo ese meollo, me doy cuenta de que la trayectoria


profesional del opositor “base” brilla por su ausencia.
Quitando las prácticas de la universidad y, en su caso, las del
máster, sólo nos hemos dedicado a estudiar y nada más que
estudiar. En mi caso, sí que tenía experiencia laboral: azafata
de congresos y monitora de ocio y tiempo libre. Esperad un
segundo que me está dando algo de la risa.

Ya está.

23Persona que recluta a gente para trabajar. Excepto a mí, que parece
que no me encuentran, los pobres.

50
No es que sea mala experiencia laboral, al contrario, trabajaba
más con dieciséis años que con veintiocho, pero, entendedme,
para entrar en algún despacho de abogados, pues se me
quedaba corta. Tengo entendido que hace unos años las
empresas se rifaban a los opositores, independientemente de
su experiencia laboral, pero el escenario con el que yo me he
encontrado no es ése.

No es fácil encontrar curro después de dejar la oposición. Ya


no vale sólo con los conocimientos. Me han rechazado de
despachos para un puesto de becario (que se supone que no
tienen experiencia laboral), por haber gente más preparada.
¿MÁS? ¿Las dos putas carreras, el puto máster y los cuatro
putos años de puta oposición no se consideran formación puto
suficiente? Perdón tenía que sacarlo de mi sistema. Soy
millennial y madrileña24. Pues, sinceramente, era un poco
desmoralizante.

En este punto me pregunto si realmente quiero meterme en un


despacho. No es que no quiera ejercer, pero noto que se me

24 De las que dicen “me puto encanta”.

51
hace bola. Le he cogido como tirria al Derecho, no se qué me
pasa. Me sigue gustando tener muchos conocimientos sobre el
mismo, pero no sé si quiero dedicarme a ello toda la vida.

Vale, Cecilia, eres estúpida, te podrías haber planteado esto


hace seis años. Pero no. Hemos venido a jugar. Pienso que soy
la ama, me he pasado el juego, sí, pero me lo he pasado en nivel
experto ultramegadifícil porque, no sólo he decidido dejar la
oposición, sino que he medio decidido dejar el derecho. Uve
doble, te, efe, interrogación, exclamación, exclamación,
exclamación25.

Entonces, ¿a qué me quiero dedicar?

La verdad es que ni siquiera estoy segura. Me encantaría poder


decir “he decidido que quiero ser ____”. Pero no. Estoy
preparada para cualquier cosa. He hecho una tremenda
reflexión, ya no sólo sobre mi vida, sino sobre mí misma, sobre
lo que me gusta, lo que no, y aquellas cosas en las que soy buena
y me hacen feliz. Siempre he sido una persona enormemente

25 WTF?!!! – pero qué coj*nes?!!!

52
creativa y artística, me gusta bailar, dibujar, pintar, escribir,
cantar, tocar instrumentos, hacer reír, etc. Es verdad que
también soy muy disciplinada y tengo mucha capacidad de
sacrificio, pero noto que había anulado una parte de mi vida
muy potente, que ha vuelto a resurgir. Así que, como estudié
Periodismo, porque era a lo que me quería dedicar inicialmente
(#lasvueltasquedalavida), he decidido cambiar de aires y buscar
algo en el mundo de la comunicación (lo cual no significa que
no cambie de opinión en unos meses, y me vaya a un atunero
al Índico). La realidad es, considero, que puedo encajar en
muchos perfiles diferentes y sería una pena tener que sentirme
encasillada en uno de ellos. Ya he sido “la opositora” durante
mucho tiempo. Ahora quiero ser muchas cosas más.

Pero no sólo estoy buscando trabajo. Durante la cuarentena,


cuando pausaron los llamamientos para los exámenes orales,
mi amiga Paula, la que estaba en aquella cena en la que vomité
(por si se os había olvidado que vomité), me animó mucho a
hacerme una cuenta en una red social de videos, de la
generación Z. Punto para quien lo adivine. Está bien, es Tiktok.
Ella subía vídeos que me hacían morirme de la risa, así que hice

53
caso y me creé una cuenta (@cecidengra)26 donde empecé a
subir videos propios sobre mis experiencias graciosas como
opositora, además de otros tantos. Fui ganando seguidores
poco a poco, y hoy en día tengo la gran suerte de tener cientos
de miles, lo que me ha hecho conseguir varios contratos de
creación de contenido y, si bien no es a lo que pensaba
dedicarme hasta la muerte, me va sacando las castañas del
fuego. También, gracias a ello, me he ido animando poco a
poco, tras dejar las oposiciones. Tengo muchísima suerte de
poder dedicar mi tiempo a algo puramente creativo y artístico,
y poder vivir de ello (por lo menos de momento, porque no es
algo muy estable.) He podido independizarme y empezar mi
nueva vida como mujer autónoma (hola, Hacienda). Es una
auténtica gozada. Y no tener que estudiar, eso sí que es una
gozada.

Sigo buscando trabajo (mi madre no me deja decir que no


tengo trabajo, dice que mi trabajo ahora está en las redes
sociales, y tiene razón, pero yo soy así de boba), y me encantaría
poder dedicarme a algo diferente, apartado del mundo jurídico,

26 Si me queréis, seguidme.

54
siento que necesito el cambio. He acabado muy, pero que muy
quemada del Derecho. No obstante, esto no es universal, hay
gente que decide dejar las oposiciones, pero sigue
apasionándose por la justicia, pero yo sí que noto que este
rechazo es algo que me ha pasado a mí. No puedo pensar en
nada relativo a las oposiciones, o escuchar la palabra cantar, sin
que me de un escalofrío. Supongo que también es cuestión de
tiempo. Dentro de unos años miraré atrás y me reiré de todo
esto, pero ahora no puedo hacerlo, ahora cero risas, ahora sólo
drama. Es broma. O no. El caso es que he dejado las
oposiciones y me ha costado un auténtico triunfo llegar a este
punto, pero estoy feliz, muy feliz. He recuperado las riendas de
mi vida, no sé dónde pararé, pero estoy preparada y no me
arrepiento de nada.

55
REFLEXIÓN FINAL

Lo primero, ya sé que me he dedicado todo el libro a decir todo


lo malo de la oposición, que hay mucho, por no decir todo. Y
es que es algo que se tiene que decir, y que la gente tiene que
saber. Pero, aun así, con todo lo malo, ahí va lo bueno que he
sacado:

Lo primero, conmigo misma. Solo el hecho de decidir


enfrentarme a esto creo que me hace una persona valiente. Y
estoy orgullosa de ello. No todo el mundo aceptaría ponerse a
estudiar sine die, hipotecando sus 20’s. Además, he cambiado a
muchísimo mejor. Me he convertido en una persona
organizada, sacrificada, disciplinada, considerada y dispuesta a
cumplir objetivos. He apreciado como nunca el tiempo libre y
lo he dedicado a hacer cosas que me gustan, exclusivamente.
He dejado de beber tanto alcohol. Espera. Eso lo he retomado

56
últimamente. No he dicho nada. También he aprendido a
competir contra mí misma, sacar lo mejor de mí, y superarme
día a día. He aprendido que no hay obstáculos. Que si quiero
algo lo puedo hacer. Que no hay que ser inteligente para
opositar, lo que hay que hacer es ESTUDIAR. He sentido el
apoyo de mucha gente. Es una sensación increíble saber que
apuestan por ti y creen en ti. Que saben que vas a aprobar,
pero, que si no lo consigues, no se van a decepcionar. He
aprendido que nadie, aparte del Tribunal, ha juzgado lo que he
estudiado o dejado de estudiar. He descubierto gente nueva,
en un mundo nuevo. He aprendido que los compañeros de
oposición no quieren que suspendas, sino que son el mejor
apoyo. Que cada uno va a su ritmo. Que nadie compite. He
APRENDIDO. Tengo en la cabeza tantos conocimientos que
podría vomitar palabras hasta agotarme. Sé mucho de lo que
he estudiado y por fin puedo hablar sabiendo lo que digo.
Puedo ver aplicado al mundo real todo lo que he aprendido. Y,
aunque no he llegado a aprobar, jamás me habrá parecido una
pérdida de tiempo. He aprendido a apreciar a cada uno, y lo
que cada uno hace. No soy yo mas válida por estudiar una

57
oposición que por ponerme a trabajar. Cada uno pone esfuerzo
en lo que hace, y es duro a su modo.

Y, por otro lado, he aprendido que NO PASA NADA si


cambias de rumbo, no serás la primera persona que estudia una
ingeniería y acaba trabajando en marketing, o que estudia
Derecho y acaba de tripulante de cabina, o que no estudia y
decide ser cantante para luego montar un restaurante, y así
millones y millones de casos. Que la gente que te quiere va a
estar ahí por ti, decidas lo que decidas, y que la presión te la
pones tú, y no ellos. A ellos les da igual, nadie te va a mirar mal
por dejar de opositar porque a la gente le importa una mierda,
con perdón, que oposites, es una decisión tuya. Al final, la vida
te da mil sorpresas y mil giros de ciento ochenta grados, y
puede cambiar de un día para otro. Ahora que lo veo con
perspectiva, siento, incluso, que ha sido necesario vivir toda
esta experiencia, y pasar por todo el sufrimiento, para llegar a
donde estoy, y me alegro de todos y cada uno de los pasos,
porque me han enseñado cosas diferentes y me han convertido
en la mujer que soy.

58
Claro que, al final, cada uno vive su propio camino. Espero que
conocer el mío te haya ayudado, pero ello no quiere decir que
pases por lo mismo. No quiero que mi historia tenga una
moraleja tipo, “deja las oposiciones, que, seguro que te pasa
algo increíble, como me pasó a mí”, o que penséis, “claro, Ceci,
qué lista, es muy fácil dejar las oposiciones cuando tienes un
plan B”. No. Yo, como habéis leído, me he pasado meses sin
tener nada. Y podrían haber sido muchos más. Yo dejé las
oposiciones y me quedé con una mano delante, y otra detrás.
Pero siempre he estado en paz conmigo misma por haber
tomado la decisión de dejar de estudiar, aunque luego no
hubiera venido nada. La moraleja real de este libro es que
aprendas a vivir tranquilo después de haber tomado la decisión
de que ya no quieres seguir opositando. Que seas feliz
simplemente con el hecho de no tener que volver a tocar un
Código, sea cual sea el resultado que venga después. Puede que
dejes de opositar y no sufras el duelo, puede que encuentres
trabajo enseguida, puede que no encuentres trabajo en muchos
meses, puede que acabes trabajando en un despacho
descomunal, puede que te hagas famoso en las redes, puede
que acabes trabajando en una empresa de gran consumo, puede

59
que retomes las oposiciones con el tiempo, puede que
descubras que tienes un talento oculto y te dediques a ello.
Puede ser cualquier cosa que tú quieras que sea.

Lo que sí que no voy a hacer es quitarle hierro al asunto. Me


ha costado muchos meses escribir todo esto y plasmarlo sobre
el papel, pero creo que es muy importante y que puede ayudar,
o aliviar, a mucha gente. Es horrible ya sólo el hecho de
plantearse dejar de opositar, pero el camino es PEOR. Nadie
te puede ayudar a salir del hoyo y tú sólo tienes que aceptarlo
poco a poco. Y valorarte. Porque vales mucho. Mucho más
que una oposición. Y, desde luego, mucho más que un
suspenso. Que, si eso no sale, ya saldrán cosas mejores. Y si
no, siempre hay tiempo para opositar. Así que no te agobies,
vive tu vida, si quieres opositar, genial, y si no quieres, pues a
tomar por culo la oposición, y ya está. ¿Te va a costar? Sí.
¿Merece la pena, si es lo que quieres? Abso. Luta. Mente.

60
AGRADECIMIENTOS

No podía dejar este apartado vacío, tengo mucho, mucho, que


agradecer.

Gracias a toda la gente que ha estado conmigo a muerte. Eso


para empezar. Gracias por el chute de energía.

Gracias a mis padres y a mi hermana, por TODO. Por


animarme a opositar, en primer lugar. Por ayudarme a
encontrar una oposición que me gustara. Por pagar a mi
preparadora. Por nunca jamás presionarme. Por la paciencia.
Por quererme y apoyarme. Por confiar en mí cuando yo no lo
he hecho. Por tener siempre en cuenta mi oposición y hacer
sus vidas entorno a mis necesidades. Por acompañarme a los
exámenes. Por preocuparse por mí y asegurarse de que siempre
esté bien. A mi madre, por hacerme la comida cada día para

61
que pueda comer bien durante las oposiciones, y por darme mi
espacio y apoyarme a muerte cuando decidí dejarlas. Ahora es
mi mamager. A mi padre, por las lecciones para ayudarme a
estudiar mejor, por animarme siempre a seguir, por
encauzarme, por hacerme creer que era una mujer capaz de
todo y por ponerme en contacto con mucha gente que me ha
ayudado por el camino, más de lo que cree. A mi hermana, por
sacarme cuando lo necesito y llevarme a todas partes con ella,
por creer en mí siempre, por encargarse de mi vida cuando yo
no he podido. Gracias.

Gracias a mis compis de oposición, Alba y Patri, por


entenderme más que nadie, por ayudarme a encontrarme
dentro de este laberinto. Por permitirme contaros mis agobios
y mis preocupaciones. Por ayudarme y ayudarnos mutuamente.
Por decirnos entre nosotras que no nos vamos a rendir, que
podemos con todo lo que nos echen. Por podernos llamar o
escribir a cualquier hora, por cualquier tontería, sabiendo que
la otra va a entenderlo, y animarnos como nadie. Por
preocuparnos el día del examen de las demás como si fuera
nuestro propio examen y no poder estar estudiando de los

62
puros nervios. Por ser iguales. Por los esquemas, los
resúmenes, las explicaciones y los consejos. Por que no somos
rivales, somos compañeras. Por que sois las putas amas y
habéis sacado un pedazo de plaza. Enhorabuena Señorías.

Gracias a Charlie, por estar al pie del cañón durante todos esos
casi cuatro años, que no son pocos. Por soportarme cuando no
me soportaba a mí misma. Por los viajes y las cenas en Umiko.
Por ser increíble conmigo y cuidarme siempre. Por ir detrás de
mí con los brazos extendidos por si en algún momento me caía.
No tengo absolutamente nada malo que decirte y todo que
agradecerte.

Gracias a todos mis amigos, por animarme y apreciar lo que


hago. Por decirme que qué huevos tengo, que soy la caña. Por
salir conmigo y llevarme a tomar cervecitas. Por escribirme y
preguntarme qué tal estoy. Por estar ahí cuando necesité
desconectar. Por quererme igual, aunque esté ausente.
Mención especial a los que vinieron a mi casa el día que
suspendí el oral e hicieron, como siempre, que se me olvidaran
todos mis problemas. Os quiero.

63
Gracias a toda mi familia, por quererme incondicionalmente.
Por valorarme siempre y animarme. Por formar una red en la
que yo me podía apoyar.

Gracias a cualquier otra persona, y gente desconocida, que se


haya cruzado en mi camino en todos estos años, porque me
alabaron y admiraron al decir que opositaba. Significó
muchísimo para mí. No sabéis cuanto.

Gracias también a toda la gente que me sigue. Esto suena muy


a influencer, pero es por ellos que también he podido ver la
lucecita al final del túnel, pudiéndome dedicar a esto. Gracias
por siempre animarme, apoyarme, darme y pedirme consejos,
y estar pendientes de mi vida. Siento que sois parte de mí y
espero ayudar a muchos de vosotros con este libro.

Y, por último, gracias a mi perro, como no, por no tener ni


puta idea de lo que pasaba, pero estar a mi lado, literalmente,
cada día de estudio.

64
GRACIAS.

65
66

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