Desde el principio fui designado por el licenciado
Andrés Manuel como el responsable de realizar los trámites necesarios para obtener la liberación de los compañeros que estaban presos. Se revisaron los expedientes, el Secretario de Gobierno ahí se enteró que yo sería el responsable de acudir cuantas veces fuera necesario a la Secretaria de Gobierno, hasta lograr que salieran libres los compañeros. A Gurria se le veía feliz porque en el fondo todo lo que él quería era ver de cerca al carismático líder y conversar con él. Finalmente concluyó la reunión, los cinco nos levantamos para despedirnos, Gurria tomo el brazo de Andrés y le dijo: quiero platicar algo en privado contigo. Rápidamente tome del brazo a Alberto y a Priego Oropeza y les dije: vamos a esta otra oficina para que ellos puedan platicar. A los diez minutos salió el licenciado, nos despedimos y nos fuimos. Aun íbamos bajando las escaleras cuando le pregunte: cuenta, cuenta ¿Qué te dijo ese cabrón? Luego te digo, me comento. Ya afuera del edificio pudo decirme que, le dijo a Gurria: prepare todo, porque me va usted a entregar el gobierno de Tabasco. A lo que Gurria respondió: de ninguna manera entregare nada y estoy dispuesto a hacer todo lo que sea necesario para conservar el gobierno para mi partido. Luego cumpliendo la responsabilidad asignada, y después de cuatro o cinco reuniones con el Secretario de Gobierno (siempre atento y cordial) se logró la liberación de los ocho compañeros que habían estado presos injustamente. Lo demás es lo demás.