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En la lista que figura a continuación se indican indicios de que un niño o niña pueda estar bajo
extrema angustia, y puede ser necesario remitirle a servicios especializados y/o a servicios de
protección de la niñez:
● Si el niño o niña corre el riesgo de dañarse a sí mismo y/o a otros.
● Si un niño o niña expresa pensamientos suicidas.
● Si el niño o niña muestra un retraimiento extremo y persistente, es decir, sin
respuesta emocional, y la expresión del niño o niña parece plana sin expresiones negativas
o positivas.
● Si el niño o niña está persistentemente quejándose/gimiendo/llorando sin control a lo
largo del tiempo (diferente de un sollozo de duelo y liberación).
● Si el niño o niña está disociado, es decir, si está separado de su entorno y no se involucra
emocionalmente como solía hacerlo anteriormente.
● Si el niño o niña está experimentando alucinaciones, es decir, el niño o niña está
escuchando voces que no son reales (alucinaciones auditivas) o viendo cosas/personas que
no son reales (alucinaciones visuales) de maneras que no parecen lúdicas o bromas.
● Si el niño o niña está experimentando ataques de ansiedad persistentes.
● Si el niño o niña muestra signos de discapacidad mental como dificultades permanentes
en la comprensión del lenguaje y la interacción social.
Siempre busque el apoyo de compañeros, responsables o especialistas en salud mental al
considerar lo que una reacción específica podría significar.
No etiquete las reacciones como "síntomas" o hable en términos de "diagnósticos", "condiciones",
"patologías" o "desórdenes".
Trate de describir el comportamiento y los pensamientos del niño o niña con la mayor precisión
posible.
En algunos casos, puede ser relevante consultar a un médico para asegurarse de que el
comportamiento que le preocupa no se debe a enfermedades médicas como diabetes o epilepsia.