Desde su anuncio fue claro que God of War sería un nuevo comienzo para la
serie: el dios de la guerra dejó atrás la mitología griega (porque la exterminó) para dejarse la barba, mudarse, poner su casa en medio de los bosques de la mitología nórdica y empezar una familia. Todos estos cambios no significan que el juego haya olvidado su esencia, pues a pesar de todo, tiene lo suficiente para sentirse familiar. El combate visceral y violento, los personajes carismáticos y un elevadísimo valor de producción están presentes y, en algunas áreas, mejores que nunca.
En esta nueva entrega Kratos es acompañado por su hijo Atreus, a quien
deberá enseñar a sobrevivir en los 9 mundos de la cosmología nórdica antigua y será su acompañante y enfoque principal durante toda la aventura.
El juego se lleva cabo en el periodo de premigración germánica cuando, según la
mitología escandinava, los dioses aún caminaban en la Tierra. Si te gusta la mitología nórdica y conoces su historia, te aseguro que disfrutarás la experiencia más que el resto, pues te cuenta de dioses, sus historias, peleas familiares y traiciones y chismes divinos. En esta reseña trataré de no spoilear puntos importantes de la trama del juego, pues es uno de sus mejores aspectos y es muy fácil arruinarla porque desde el inicio se revelan cosas que el jugador debe descubrir por sí mismo. Lo que sí diré es que el argumento está sorprendentemente bien contado y tiene momentos realmente emotivos que la convierten en una de las mejores formas de contar una historia en un videojuego, ah y un final que nos dejará desarrollando teorías cierto tiempo.